Deprecated: Creation of dynamic property ElementPack\Element_Pack_Loader::$_modules_manager is deprecated in /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-content/plugins/bdthemes-element-pack-lite/loader.php on line 556

Warning: Cannot modify header information - headers already sent by (output started at /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-content/plugins/bdthemes-element-pack-lite/loader.php:556) in /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-includes/rest-api/class-wp-rest-server.php on line 1831

Warning: Cannot modify header information - headers already sent by (output started at /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-content/plugins/bdthemes-element-pack-lite/loader.php:556) in /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-includes/rest-api/class-wp-rest-server.php on line 1831

Warning: Cannot modify header information - headers already sent by (output started at /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-content/plugins/bdthemes-element-pack-lite/loader.php:556) in /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-includes/rest-api/class-wp-rest-server.php on line 1831

Warning: Cannot modify header information - headers already sent by (output started at /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-content/plugins/bdthemes-element-pack-lite/loader.php:556) in /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-includes/rest-api/class-wp-rest-server.php on line 1831

Warning: Cannot modify header information - headers already sent by (output started at /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-content/plugins/bdthemes-element-pack-lite/loader.php:556) in /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-includes/rest-api/class-wp-rest-server.php on line 1831

Warning: Cannot modify header information - headers already sent by (output started at /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-content/plugins/bdthemes-element-pack-lite/loader.php:556) in /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-includes/rest-api/class-wp-rest-server.php on line 1831

Warning: Cannot modify header information - headers already sent by (output started at /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-content/plugins/bdthemes-element-pack-lite/loader.php:556) in /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-includes/rest-api/class-wp-rest-server.php on line 1831

Warning: Cannot modify header information - headers already sent by (output started at /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-content/plugins/bdthemes-element-pack-lite/loader.php:556) in /home1/rhd/fiatgarabandal.com/wp-includes/rest-api/class-wp-rest-server.php on line 1831
{"id":8556,"date":"2019-08-15T20:25:35","date_gmt":"2019-08-15T18:25:35","guid":{"rendered":"http:\/\/fiatgarabandal.com\/?page_id=8556"},"modified":"2021-07-20T12:25:59","modified_gmt":"2021-07-20T10:25:59","slug":"catecismo-completo-1","status":"publish","type":"page","link":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/catecismo-completo-1\/","title":{"rendered":"Catecismo completo 1"},"content":{"rendered":"\t\t
\n\t\t\t\t\t\t
\n\t\t\t\t\t
\n\t\t\t\n\t\n\t\n\t\n\t\n<\/svg>\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t
\n\t\t\t\t\t
\n\t\t\t
\n\t\t\t\t\t\t
\n\t\t\t\t
\n\t\t\t\t\t\t\t

SI QUIERES BUSCAR UNA PALABRA, VE A LA PARTE SUPERIOR DE LA PAGINA-DONDE LOS TRES PUNTOS- Y ENCUENTRA \u00abBUSCAR\u00bb.\u00a0<\/p>

Esto con Chrome<\/p>\t\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t<\/section>\n\t\t\t\t

\n\t\t\t\t\t\t
\n\t\t\t\t\t
\n\t\t\t
\n\t\t\t\t\t\t
\n\t\t\t\t
\n\t\t\t\t\t
\n\t\t\t\n\t\t\t\t\t\t\n\t\t\t\t\t\t\t\t\tAqu\u00ed con los enlaces a los diferentes bloques del temario del Catecismo<\/span>\n\t\t\t\t\t<\/span>\n\t\t\t\t\t<\/a>\n\t\t<\/div>\n\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t<\/section>\n\t\t\t\t
\n\t\t\t\t\t\t
\n\t\t\t\t\t
\n\t\t\t
\n\t\t\t\t\t\t
\n\t\t\t\t
\n\t\t\t\t\t
\n\t\t\t
<\/div>\n\t\t<\/div>\n\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t<\/section>\n\t\t\t\t
\n\t\t\t\t\t
\n\t\t\t\n\t\n\t\n\t\n<\/svg>\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t
\n\t\t\t\t\t
\n\t\t\t
\n\t\t\t\t\t\t
\n\t\t\t\t
\n\t\t\t\t\t\t\t
    • \u00a0<\/p>

      CATECISMO
      DE LA IGLESIA CAT\u00d3LICA
      (con las \u00faltimas correcciones para la traducci\u00f3n en lengua espa\u00f1ola
      seg\u00fan la edici\u00f3n t\u00edpica latina)<\/p>


      Pr\u00f3logo<\/p>

      \u00abPADRE, esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el \u00fanico Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo\u00bb (Jn 17,3). \u00abDios, nuestro Salvador… quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad\u00bb (1 Tim 2,3-4). \u00abNo hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos\u00bb (Hch 4,12), sino el nombre de JESUS.<\/p>


      I. LA VIDA DEL HOMBRE: CONOCER Y AMAR A DIOS<\/p>

      1 Dios, infinitamente Perfecto y Bienaventurado en s\u00ed mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, est\u00e1 cerca del hombre. Le llama y le ayuda a buscarlo, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispers\u00f3, a la unidad de su familia, la Iglesia. Lo hace mediante su Hijo que envi\u00f3 como Redentor y Salvador al llegar la plenitud de los tiempos. En \u00e9l y por \u00e9l, llama a los hombres a ser, en el Esp\u00edritu Santo, sus hijos de adopci\u00f3n, y por tanto los herederos de su vida bienaventurada.<\/p>

      2 Para que esta llamada resuene en toda la tierra, Cristo envi\u00f3 a los ap\u00f3stoles que hab\u00eda escogido, d\u00e1ndoles el mandato de anunciar el evangelio: \u00abId, pues, y haced disc\u00edpulos a todas las gentes bautiz\u00e1ndolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo, y ense\u00f1\u00e1ndoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los d\u00edas hasta el fin del mundo\u00bb (Mt 28,19-20). Fortalecidos con esta misi\u00f3n, los ap\u00f3stoles \u00absalieron a predicar por todas partes, colaborando el Se\u00f1or con ellos y confirmando la Palabra con las se\u00f1ales que la acompa\u00f1aban\u00bb (Mc 16,20).<\/p>

      3 Quienes con la ayuda de Dios han acogido el llamamiento de Cristo y han respondido libremente a ella, se sienten por su parte urgidos por el amor de Cristo a anunciar por todas partes en el mundo la Buena Nueva. Este tesoro recibido de los ap\u00f3stoles ha sido guardado fielmente por sus sucesores. Todos los fieles de Cristo son llamados a transmitirlo de generaci\u00f3n en generaci\u00f3n, anunciando la fe, vivi\u00e9ndola en la comuni\u00f3n fraterna y celebr\u00e1ndola en la liturgia y en la oraci\u00f3n (cf. Hch 2,42).<\/p>


      II TRANSMITIR LA FE: LA CATEQUESIS<\/p>

      4 Muy pronto se llam\u00f3 catequesis al conjunto de los esfuerzos realizados en la Iglesia para hacer disc\u00edpulos, para ayudar a los hombres a creer que Jes\u00fas es el Hijo de Dios a fin de que, por la fe, tengan la vida en su nombre, y para educarlos e instruirlos en esta vida y construir as\u00ed el Cuerpo de Cristo (cf. Juan Pablo II, CT 1,2).<\/p>

      5 En su sentido m\u00e1s restringido, \u00abglobalmente, se puede considerar aqu\u00ed que la catequesis es una educaci\u00f3n en la fe de los ni\u00f1os, de los j\u00f3venes y adultos que comprende especialmente una ense\u00f1anza de la doctrina cristiana, dada generalmente de modo org\u00e1nico y sistem\u00e1tico con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana\u00bb (CT 18).<\/p>

      6 Sin confundirse con ellos, la catequesis se articula dentro de un cierto n\u00famero de elementos de la misi\u00f3n pastoral de la Iglesia, que tienen un aspecto catequ\u00e9tico, que preparan para la catequesis o que derivan de ella: primer anuncio del Evangelio o predicaci\u00f3n misionera para suscitar la fe; b\u00fasqueda de razones para creer; experiencia de vida cristiana: celebraci\u00f3n de los sacramentos; integraci\u00f3n en la comunidad eclesial; testimonio apost\u00f3lico y misionero (cf. CT 18).<\/p>

      7 \u00abLa catequesis est\u00e1 unida \u00edntimamente a toda la vida de la Iglesia. No s\u00f3lo la extensi\u00f3n geogr\u00e1fica y el aumento num\u00e9rico de la Iglesia, sino tambi\u00e9n y m\u00e1s a\u00fan su crecimiento interior, su correspondencia con el designio de Dios dependen esencialmente de ella\u00bb (CT 13).<\/p>

      8 Los periodos de renovaci\u00f3n de la Iglesia son tambi\u00e9n tiempos fuertes de la catequesis. As\u00ed, en la gran \u00e9poca de los Padres de la Iglesia, vemos a santos obispos consagrar una parte importante de su ministerio a la catequesis. Es la \u00e9poca de S. Cirilo de Jerusal\u00e9n y de S. Juan Cris\u00f3stomo, de S. Ambrosio y de S. Agust\u00edn, y de muchos otros Padres cuyas obras catequ\u00e9ticas siguen siendo modelos.<\/p>

      9 El ministerio de la catequesis saca energ\u00edas siempre nuevas de los Concilios. El Concilio de Trento constituye a este respecto un ejemplo digno de ser destacado: dio a la catequesis una prioridad en sus constituciones y sus decretos; de \u00e9l naci\u00f3 el Catecismo Romano que lleva tambi\u00e9n su nombre y que constituye una obra de primer orden como resumen de la doctrina cristiana; este Concilio suscit\u00f3 en la Iglesia una organizaci\u00f3n notable de la catequesis; promovi\u00f3, gracias a santos obispos y te\u00f3logos como S. Pedro Canisio, S. Carlos Borromeo, S. Toribio de Mogrovejo, S. Roberto Belarmino, la publicaci\u00f3n de numerosos catecismos.<\/p>

      10 No es extra\u00f1o, por ello, que, en el dinamismo del Concilio Vaticano segundo (que el Papa Pablo VI consideraba como el gran catecismo de los tiempos modernos), la catequesis de la Iglesia haya atra\u00eddo de nuevo la atenci\u00f3n. El \u00abDirectorio general de la catequesis\u00bb de 1971, las sesiones del S\u00ednodo de los Obispos consagradas a la evangelizaci\u00f3n (1974) y a la catequesis (1977), las exhortaciones apost\u00f3licas correspondientes, \u00abEvangelii nuntiandi\u00bb (1975) y \u00abCatechesi tradendae\u00bb (1979), dan testimonio de ello. La sesi\u00f3n extraordinaria del S\u00ednodo de los Obispos de 1985 pidi\u00f3 \u00abque sea redactado un catecismo o compendio de toda la doctrina cat\u00f3lica tanto sobre la fe como sobre la moral\u00bb (Relaci\u00f3n final II B A 4). El santo Padre, Juan Pablo II, hizo suyo este deseo emitido por el S\u00ednodo de los Obispos reconociendo que \u00abresponde totalmente a una verdadera necesidad de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares\u00bb (Discurso del 7 de Diciembre de 1985). El Papa dispuso todo lo necesario para que se realizara la petici\u00f3n de los padres sinodales.<\/p>

      \u00a0<\/p>

      III FIN Y DESTINATARIOS DE ESTE CATECISMO<\/p>

      11 Este catecismo tiene por fin presentar una exposici\u00f3n org\u00e1nica y sint\u00e9tica de los contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina cat\u00f3lica tanto sobre la fe como sobre la moral, a la luz del Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradici\u00f3n de la Iglesia. Sus fuentes principales son la Sagrada Escritura, los Santos Padres, la Liturgia y el Magisterio de la Iglesia. Est\u00e1 destinado a servir \u00abcomo un punto de referencia para los catecismos o compendios que sean compuestos en los diversos pa\u00edses\u00bb (S\u00ednodo de los Obispos 1985. Relaci\u00f3n final II B A 4).<\/p>

      12 Este catecismo est\u00e1 destinado principalmente a los responsables de la catequesis: en primer lugar a los Obispos, en cuanto doctores de la fe y pastores de la Iglesia. Les es ofrecido como instrumento en la realizaci\u00f3n de su tarea de ense\u00f1ar al Pueblo de Dios. A trav\u00e9s de los obispos se dirige a los redactores de catecismos, a los sacerdotes y a los catequistas. Ser\u00e1 tambi\u00e9n de \u00fatil lectura para todos los dem\u00e1s fieles cristianos.<\/p>


      IV LA ESTRUCTURA DE ESTE CATECISMO<\/p>

      13 El plan de este catecismo se inspira en la gran tradici\u00f3n de los catecismos los cuales articulan la catequesis en torno a cuatro \u00abpilares\u00bb: la profesi\u00f3n de la fe bautismal (el S\u00edmbolo), los Sacramentos de la fe, la vida de fe (los Mandamientos), la oraci\u00f3n del creyente (el Padre Nuestro).<\/p>


      Primera parte: la profesi\u00f3n de la fe<\/p>

      14 Los que por la fe y el Bautismo pertenecen a Cristo deben confesar su fe bautismal delante de los hombres (cf. Mt 10,32; Rom 10,9). Para esto, el Catecismo expone en primer lugar en qu\u00e9 consiste la Revelaci\u00f3n por la que Dios se dirige y se da al hombre, y la fe, por la cual el hombre responde a Dios (Secci\u00f3n primera). El S\u00edmbolo de la fe resume los dones que Dios hace al hombre como Autor de todo bien, como Redentor, como Santificador y los articula en torno a los \u00abtres cap\u00edtulos\u00bb de nuestro Bautismo -la fe en un solo Dios: el Padre Todopoderoso, el Creador; y Jesucristo, su Hijo, nuestro Se\u00f1or y Salvador; y el Esp\u00edritu Santo, en la Santa Iglesia (Secci\u00f3n segunda).<\/p>


      Segunda parte: Los sacramentos de la fe<\/p>

      15 La segunda parte del catecismo expone c\u00f3mo la salvaci\u00f3n de Dios, realizada una vez por todas por Cristo Jes\u00fas y por el Esp\u00edritu Santo, se hace presente en las acciones sagradas de la liturgia de la Iglesia (Secci\u00f3n primera), particularmente en los siete sacramentos (Secci\u00f3n segunda).<\/p>


      Tercera parte: La vida de fe<\/p>

      16 La tercera parte del catecismo presenta el fin \u00faltimo del hombre, creado a imagen de Dios: la bienaventuranza, y los caminos para llegar a ella: mediante un obrar recto y libre, con la ayuda de la ley y de la gracia de Dios (Secci\u00f3n primera); mediante un obrar que realiza el doble mandamiento de la caridad, desarrollado en los diez Mandamientos de Dios (Secci\u00f3n segunda).<\/p>


      Cuarta parte: La oraci\u00f3n en la vida de la fe<\/p>

      17 La \u00faltima parte del Catecismo trata del sentido y la importancia de la oraci\u00f3n en la vida de los creyentes (Secci\u00f3n primera). Se cierra con un breve comentario de las siete peticiones de la oraci\u00f3n del Se\u00f1or (Secci\u00f3n segunda). En ellas, en efecto, encontramos la suma de los bienes que debemos esperar y que nuestro Padre celestial quiere concedernos.<\/p>


      V INDICACIONES PRACTICAS PARA EL USO
      DE ESTE CATECISMO<\/p>

      18 Este Catecismo est\u00e1 concebido como una exposici\u00f3n org\u00e1nica de toda la fe cat\u00f3lica. Es preciso, por tanto, leerlo como una unidad. Numerosas referencias en el interior del texto y el \u00edndice anal\u00edtico al final del volumen permiten ver cada tema en su vinculaci\u00f3n con el conjunto de la fe.<\/p>

      19 Con frecuencia, los textos de la Sagrada Escritura no son citados literalmente, sino indicando s\u00f3lo la referencia (mediante cf). Para una inteligencia m\u00e1s profunda de esos pasajes, es preciso recurrir a los textos mismos. Estas referencias b\u00edblicas son un instrumento de trabajo para la catequesis.<\/p>

      20 Cuando, en ciertos pasajes, se emplea letra peque\u00f1a, con ello se indica que se trata de puntualizaciones de tipo hist\u00f3rico, apolog\u00e9tico o de exposiciones doctrinales complementarias.<\/p>

      21 Las citas, en letra peque\u00f1a, de fuentes patr\u00edsticas, lit\u00fargicas, magisteriales o hagiogr\u00e1ficas tienen como fin enriquecer la exposici\u00f3n doctrinal. Con frecuencia estos textos han sido escogidos con miras a un uso directamente catequ\u00e9tico.<\/p>

      22 Al final de cada unidad tem\u00e1tica, una serie de textos breves resumen en f\u00f3rmulas condensadas lo esencial de la ense\u00f1anza. Estos \u00abres\u00famenes\u00bb tienen como finalidad ofrecer sugerencias para f\u00f3rmulas sint\u00e9ticas y memorizables en la catequesis de cada lugar.<\/p>


      VI LAS ADAPTACIONES NECESARIAS<\/p>

      23 El acento de este Catecismo se pone en la exposici\u00f3n doctrinal. Quiere, en efecto, ayudar a profundizar el conocimiento de la fe. Por lo mismo est\u00e1 orientado a la maduraci\u00f3n de esta fe, su enraizamiento en la vida y su irradiaci\u00f3n en el testimonio (cf. CT 20-22; 25).<\/p>

      24 Por su misma finalidad, este Catecismo no se propone dar una respuesta adaptada, tanto en el contenido cuanto en el m\u00e9todo, a las exigencias que dimanan de las diferentes culturas, de edades, de la vida espiritual, de situaciones sociales y eclesiales de aquellos a quienes se dirige la catequesis. Estas indispensables adaptaciones corresponden a catecismos propios de cada lugar, y m\u00e1s a\u00fan a aquellos que toman a su cargo instruir a los fieles:<\/p>

      El que ense\u00f1a debe \u00abhacerse todo a todos\u00bb (1 Cor 9,22), para ganarlos a todos para Jesucristo…\u00a1Sobre todo que no se imagine que le ha sido confiada una sola clase de almas, y que, por consiguiente, le es l \u00edcito ense\u00f1ar y formar igualmente a todos los fieles en la verdadera piedad, con un \u00fanico m\u00e9todo y siempre el mismo! Que sepa bien que unos son, en Jesucristo, como ni\u00f1os reci\u00e9n nacidos, otros como adolescentes, otros finalmente como poseedores ya de todas sus fuerzas… Los que son llamados al ministerio de la predicaci\u00f3n deben, al transmitir la ense\u00f1anza del misterio de la fe y de las reglas de las costumbres, acomodar sus palabras al esp\u00edritu y a la inteligencia de sus oyentes (Catech. R., Prefacio, 11).<\/p>

      25 Por encima de todo la Caridad. Para concluir esta presentaci\u00f3n es oportuno recordar el principio pastoral que enuncia el Catecismo Romano:<\/p>

      Toda la finalidad de la doctrina y de la ense\u00f1anza debe ser puesta en el amor que no acaba. Porque se puede muy bien exponer lo que es preciso creer, esperar o hacer; pero sobre todo se debe siempre hacer aparecer el Amor de Nuestro Se\u00f1or a fin de que cada uno comprenda que todo acto de virtud perfectamente cristiano no tiene otro origen que el Amor, ni otro t\u00e9rmino que el Amor (Catech. R., Prefacio, 10).<\/p>

      \u00a0<\/p>


      Primera Parte
      La profesi\u00f3n de la fe<\/p>

      PRIMERA SECCION
      \u00abCREO\u00bb-\u00abCREEMOS\u00bb<\/p>

      26 Cuando profesamos nuestra fe, comenzamos diciendo: \u00abCreo\u00bb o \u00abCreemos\u00bb. Antes de exponer la fe de la Iglesia tal como es confesada en el Credo, celebrada en la Liturgia, vivida en la pr\u00e1ctica de los Mandamientos y en la oraci\u00f3n, nos preguntamos qu\u00e9 significa \u00abcreer\u00bb. La fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a \u00e9l, dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido \u00faltimo de su vida. Por ello consideramos primeramente esta b\u00fasqueda del hombre (cap\u00edtulo primero), a continuaci\u00f3n la Revelaci\u00f3n divina, por la cual Dios viene al encuentro del hombre (cap\u00edtulo segundo). y finalmente la respuesta de la fe (cap\u00edtulo tercero).<\/p>


      CAPITULO PRIMERO:
      EL HOMBRE ES \u00abCAPAZ\u00bb
      DE DIOS<\/p>

      I. EL DESEO DE DIOS<\/p>

      27 El deseo de Dios est\u00e1 inscrito en el coraz\u00f3n del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer hacia s\u00ed al hombre hacia s\u00ed, y s\u00f3lo en Dios encontrar\u00e1 el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar:<\/p>

      La raz\u00f3n m\u00e1s alta de la dignidad humana consiste en la vocaci\u00f3n del hombre a la comuni\u00f3n con Dios. El hombre es invitado al di\u00e1logo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente seg\u00fan la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador (GS 19,1).<\/p>

      28 De m\u00faltiples maneras, en su historia, y hasta el d\u00eda de hoy, los hombres han expresado a su b\u00fasqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las ambig\u00fcedades que pueden entra\u00f1ar, estas formas de expresi\u00f3n son tan universales que se puede llamar al hombre un ser religioso:<\/p>

      El cre\u00f3, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra y determin\u00f3 con exactitud el tiempo y los l\u00edmites del lugar donde hab\u00edan de habitar, con el fin de que buscasen a Dios, para ver si a tientas le buscaban y le hallaban; por m\u00e1s que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; pues en \u00e9l vivimos, nos movemos y existimos (Hch 17,26-28).<\/p>

      29 Pero esta \u00abuni\u00f3n \u00edntima y vital con Dios\u00bb (GS 19,1) puede ser olvidada, desconocida e incluso rechazada expl\u00edcitamente por el hombre. Tales actitudes pueden tener or\u00edgenes muy diversos (cf. GS 19-21): la rebeli\u00f3n contra el mal en el mundo, la ignorancia o la indiferencia religiosas, los afanes del mundo y de las riquezas (cf. Mt 13,22), el mal ejemplo de los creyentes, las corrientes del pensamiento hostiles a la religi\u00f3n, y finalmente esa actitud del hombre pecador que, por miedo, se oculta de Dios (cf. Gn 3,8-10) y huye ante su llamada (cf. Jon 1,3).<\/p>

      30 \u00abSe alegre el coraz\u00f3n de los que buscan a Dios\u00bb (Sal 105,3). Si el hombre puede olvidar o rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la dicha. Pero esta b\u00fasqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, \u00abun coraz\u00f3n recto\u00bb, y tambi\u00e9n el testimonio de otros que le ense\u00f1en a buscar a Dios.<\/p>

      T\u00fa eres grande, Se\u00f1or, y muy digno de alabanza: grande es tu poder, y tu sabidur\u00eda no tiene medida. Y el hombre, peque\u00f1a parte de tu creaci\u00f3n, pretende alabarte, precisamente el hombre que, revestido de su condici\u00f3n mortal, lleva en s\u00ed el testimonio de su pecado y el testimonio de que t\u00fa resistes a los soberbios. A pesar de todo, el hombre, peque\u00f1a parte de tu creaci\u00f3n, quiere alabarte. T\u00fa mismo le incitas a ello, haciendo que encuentre sus delicias en tu alabanza, porque nos has hecho para ti y nuestro coraz\u00f3n est\u00e1 inquieto mientras no descansa en ti (S. Agust\u00edn, conf. 1,1,1).<\/p>


      II LAS VIAS DE ACCESO AL CONOCIMIENTO DE DIOS<\/p>

      31 Creado a imagen de Dios, llamado a conocer y amar a Dios, el hombre que busca a Dios descubre ciertas \u00abv\u00edas\u00bb para acceder al conocimiento de Dios. Se las llama tambi\u00e9n \u00abpruebas de la existencia de Dios\u00bb, no en el sentido de las pruebas propias de las ciencias naturales, sino en el sentido de \u00abargumentos convergentes y convincentes\u00bb que permiten llegar a verdaderas certezas.<\/p>

      Estas \u00abv\u00edas\u00bb para acercarse a Dios tienen como punto de partida la creaci\u00f3n: el mundo material y la persona humana.<\/p>


      32 El mundo: A partir del movimiento y del devenir, de la contingencia, del orden y de la belleza del mundo se puede conocer a Dios como origen y fin del universo.<\/p>

      S.Pablo afirma refiri\u00e9ndose a los paganos: \u00abLo que de Dios se puede conocer, est\u00e1 en ellos manifiesto: Dios se lo manifest\u00f3. Porque lo invisible de Dios, desde la creaci\u00f3n del mundo se deja ver a la inteligencia a trav\u00e9s de sus obras: su poder eterno y su divinidad\u00bb (Rom 1,19-20; cf. Hch 14,15.17; 17,27-28; Sb 13,1-9).
      Y S. Agust\u00edn: \u00abInterroga a la belleza de la tierra, interroga a la belleza del mar, interroga a la belleza del aire que se dilata y se difunde, interroga a la belleza del cielo…interroga a todas estas realidades. Todas te responde: Ve, nosotras somos bellas. Su belleza es una profesi\u00f3n (\u00abconfessio\u00bb). Estas bellezas sujetas a cambio, \u00bfqui\u00e9n las ha hecho sino la Suma Belleza (\u00abPulcher\u00bb), no sujeto a cambio?\u00bb (serm. 241,2).<\/p>

      33 El hombre: Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiraci\u00f3n al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En estas aperturas, percibe signos de su alma espiritual. La \u00absemilla de eternidad que lleva en s\u00ed, al ser irreductible a la sola materia\u00bb (GS 18,1; cf. 14,2), su alma, no puede tener origen m\u00e1s que en Dios.<\/p>

      34 El mundo y el hombre atestiguan que no tienen en ellos mismos ni su primer principio ni su fin \u00faltimo, sino que participan de Aquel que es el Ser en s\u00ed, sin origen y sin fin. As\u00ed, por estas diversas \u00abv\u00edas\u00bb, el hombre puede acceder al conocimiento de la existencia de una realidad que es la causa primera y el fin \u00faltimo de todo, \u00aby que todos llaman Dios\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., s.th. 1,2,3).<\/p>

      35 Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios personal. Pero para que el hombre pueda entrar en su intimidad, Dios ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la fe esa revelaci\u00f3n en la fe. Sin embargo, las pruebas de la existencia de Dios pueden disponer a la fe y ayudar a ver que la fe no se opone a la raz\u00f3n humana.<\/p>

      III EL CONOCIMIENTO DE DIOS SEGUN LA IGLESIA<\/p>

      36 \u00abLa santa Iglesia, nuestra madre, mantiene y ense\u00f1a que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza mediante la luz natural de la raz\u00f3n humana a partir de las cosas creadas\u00bb (Cc. Vaticano I: DS 3004; cf. 3026; Cc. Vaticano II, DV 6). Sin esta capacidad, el hombre no podr\u00eda acoger la revelaci\u00f3n de Dios. El hombre tiene esta capacidad porque ha sido creado \u00aba imagen de Dios\u00bb (cf. Gn 1,26).<\/p>

      37 Sin embargo, en las condiciones hist\u00f3ricas en que se encuentra, el hombre experimenta muchas dificultades para conocer a Dios con la sola luz de su raz\u00f3n:<\/p>

      A pesar de que la raz\u00f3n humana, hablando simplemente, pueda verdaderamente por sus fuerzas y su luz naturales, llegar a un conocimiento verdadero y cierto de un Dios personal, que protege y gobierna el mundo por su providencia, as\u00ed como de una ley natural puesta por el Creador en nuestras almas, sin embargo hay muchos obst\u00e1culos que impiden a esta misma raz\u00f3n usar eficazmente y con fruto su poder natural; porque las verdades que se refieren a Dios y a los hombres sobrepasan absolutamente el orden de las cosas sensibles y cuando deben traducirse en actos y proyectarse en la vida exigen que el hombre se entregue y renuncie a s\u00ed mismo. El esp\u00edritu humano, para adquirir semejantes verdades, padece dificultad por parte de los sentidos y de la imaginaci\u00f3n, as\u00ed como de los malos deseos nacidos del pecado original. De ah\u00ed procede que en semejantes materias los hombres se persuadan f\u00e1cilmente de la falsedad o al menos de la incertidumbre de las cosas que no quisieran que fuesen verdaderas (P\u00edo XII, enc. \u00abHumani Generis\u00bb: DS 3875).<\/p>

      38 Por esto el hombre necesita ser iluminado por la revelaci\u00f3n de Dios, no solamente acerca de lo que supera su entendimiento, sino tambi\u00e9n sobre \u00ablas verdades religiosas y morales que de suyo no son inaccesibles a la raz\u00f3n, a fin de que puedan ser, en el estado actual del g\u00e9nero humano, conocidas de todos sin dificultad, con una certeza firme y sin mezcla de error\u00bb (ibid., DS 3876; cf. Cc Vaticano I: DS 3005; DV 6; S. Tom\u00e1s de A., s.th. 1,1,1).<\/p>


      IV \u00bfCOMO HABLAR DE DIOS?<\/p>

      39 Al defender la capacidad de la raz\u00f3n humana para conocer a Dios, la Iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios a todos los hombres y con todos los hombres. Esta convicci\u00f3n est\u00e1 en la base de su di\u00e1logo con las otras religiones, con la filosof\u00eda y las ciencias, y tambi\u00e9n con los no creyentes y los ateos.<\/p>

      40 Puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro lenguaje sobre Dios lo es tambi\u00e9n. No podemos nombrar a Dios sino a partir de las criaturas, y seg\u00fan nuestro modo humano limitado de conocer y de pensar.<\/p>

      41 Todas las criaturas poseen una cierta semejanza con Dios, muy especialmente el hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Las m\u00faltiples perfecciones de las criaturas (su verdad, su bondad, su belleza) reflejan, por tanto, la perfecci\u00f3n infinita de Dios. Por ello, podemos nombrar a Dios a partir de las perfecciones de sus criaturas, \u00abpues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analog\u00eda, a contemplar a su Autor\u00bb (Sb 13,5).<\/p>

      42 Dios transciende toda criatura. Es preciso, pues, purificar sin cesar nuestro lenguaje de todo lo que tiene de limitado, de expresi\u00f3n por medio de im\u00e1genes, de imperfecto, para no confundir al Dios \u00abinefable, incomprensible, invisible, inalcanzable\u00bb (An\u00e1fora de la Liturgia de San Juan Cris\u00f3stomo) con nuestras representaciones humanas. Nuestras palabras humanas quedan siempre m\u00e1s ac\u00e1 del Misterio de Dios.<\/p>

      43 Al hablar as\u00ed de Dios, nuestro lenguaje se expresa ciertamente de modo humano, pero capta realmente a Dios mismo, sin poder, no obstante, expresarlo en su infinita simplicidad. Es preciso recordar, en efecto, que \u00abentre el Creador y la criatura no se puede se\u00f1alar una semejanza tal que la diferencia entre ellos no sea mayor todav\u00eda\u00bb (Cc. Letr\u00e1n IV: DS 806), y que \u00abnosotros no podemos captar de Dios lo que \u00e9l es, sino solamente lo que no es y c\u00f3mo los otros seres se sit\u00faan con relaci\u00f3n a \u00e9l\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., s. gent. 1,30).<\/p>


      RESUMEN<\/p>

      44 El hombre es por naturaleza y por vocaci\u00f3n un ser religioso. Viniendo de Dios y yendo hacia Dios, el hombre no vive una vida plenamente humana si no vive libremente su v\u00ednculo con Dios.<\/p>

      45 El hombre est\u00e1 hecho para vivir en comuni\u00f3n con Dios, en quien encuentra su dicha.\u00bbCuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, no habr\u00e1 ya para mi penas ni pruebas, y viva, toda llena de ti, ser\u00e1 plena\u00bb (S. Agust\u00edn, conf. 10,28,39).<\/p>

      46 Cuando el hombre escucha el mensaje de las criaturas y la voz de su conciencia, entonces puede alcanzar a certeza de la existencia de Dios, causa y fin de todo.<\/p>

      47 La Iglesia ense\u00f1a que el Dios \u00fanico y verdadero, nuestro Creador y Se\u00f1or, puede ser conocido con certeza por sus obras, gracias a la luz natural de la raz\u00f3n humana (cf. Cc.Vaticano I: DS 3026).<\/p>

      48 Nosotros podemos realmente nombrar a Dios partiendo de las m\u00faltiples perfecciones de las criaturas, semejanzas del Dios infinitamente perfecto, aunque nuestro lenguaje limitado no agote su misterio.<\/p>

      49 \u00abSin el Creador la criatura se diluye\u00bb (GS 36). He aqu\u00ed por qu\u00e9 los creyentes saben que son impulsados por el amor de Cristo a llevar la luz del Dios vivo a los que no le conocen o le rechazan.<\/p>

      \u00a0<\/p>

      CAPITULO SEGUNDO<\/p>

      DIOS AL ENCUENTRO
      DEL HOMBRE<\/p>

      50 Mediante la raz\u00f3n natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ning\u00fan modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelaci\u00f3n divina (cf. Cc. Vaticano I: DS 3015). Por una decisi\u00f3n enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente que estableci\u00f3 desde la eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Se\u00f1or Jesucristo, y al Esp\u00edritu Santo.<\/p>

      Art\u00edculo 1 LA REVELACION DE DIOS<\/p>

      I DIOS REVELA SU DESIGNIO AMOROSO<\/p>

      51 \u00abDispuso Dios en su sabidur\u00eda revelarse a s\u00ed mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Esp\u00edritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina\u00bb (DV 2).<\/p>

      52 Dios, que \u00abhabita una luz inaccesible\u00bb (1 Tm 6,16) quiere comunicar su propia vida divina a los hombres libremente creados por \u00e9l, para hacer de ellos, en su Hijo \u00fanico, hijos adoptivos (cf. Ef 1,4-5). Al revelarse a s\u00ed mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle m\u00e1s all\u00e1 de lo que ellos ser\u00edan capaces por sus propias fuerzas.<\/p>

      53 El designio divino de la revelaci\u00f3n se realiza a la vez \u00abmediante acciones y palabras\u00bb, \u00edntimamente ligadas entre s\u00ed y que se esclarecen mutuamente (DV 2). Este designio comporta una \u00abpedagog\u00eda divina\u00bb particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelaci\u00f3n sobrenatural que hace de s\u00ed mismo y que culminar\u00e1 en la Persona y la misi\u00f3n del Verbo encarnado, Jesucristo.<\/p>

      S. Ireneo de Lyon habla en varias ocasiones de esta pedagog\u00eda divina bajo la imagen de un mutuo acostumbrarse entre Dios y el hombre: \u00abEl Verbo de Dios ha habitado en el hombre y se ha hecho Hijo del hombre para acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios a habitar en el hombre, seg\u00fan la voluntad del Padre\u00bb (haer. 3,20,2; cf. por ejemplo 17,1; 4,12,4; 21,3).<\/p>


      II LAS ETAPAS DE LA REVELACION<\/p>

      Desde el origen, Dios se da a conocer<\/p>

      54 \u00abDios, cre\u00e1ndolo todo y conserv\u00e1ndolo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de s\u00ed en las cosas creadas, y, queriendo abrir el camino de la salvaci\u00f3n sobrenatural, se manifest\u00f3, adem\u00e1s, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio\u00bb (DV 3). Los invit\u00f3 a una comuni\u00f3n \u00edntima con \u00e9l revisti\u00e9ndolos de una gracia y de una justicia resplandecientes.<\/p>

      55 Esta revelaci\u00f3n no fue interrumpida por el pecado de nuestros primeros padres. Dios, en efecto, \u00abdespu\u00e9s de su ca\u00edda alent\u00f3 en ellos la esperanza de la salvaci\u00f3n con la promesa de la redenci\u00f3n, y tuvo incesante cuidado del g\u00e9nero humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvaci\u00f3n con la perseverancia en las buenas obras\u00bb (DV 3).<\/p>

      Cuando por desobediencia perdi\u00f3 tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte…Reiteraste, adem\u00e1s, tu alianza a los hombres (MR, Plegaria eucar\u00edstica IV,118).<\/p>


      La alianza con No\u00e9<\/p>

      56 Una vez rota la unidad del g\u00e9nero humano por el pecado, Dios decide desde el comienzo salvar a la humanidad a trav\u00e9s de una serie de etapas. La Alianza con No\u00e9 despu\u00e9s del diluvio (cf. Gn 9,9) expresa el principio de la Econom\u00eda divina con las \u00abnaciones\u00bb, es decir con los hombres agrupados \u00abseg\u00fan sus pa\u00edses, cada uno seg\u00fan su lengua, y seg\u00fan sus clanes\u00bb (Gn 10,5; cf. 10,20-31).<\/p>

      57 Este orden a la vez c\u00f3smico, social y religioso de la pluralidad de las naciones (cf. Hch 17,26-27), est\u00e1 destinado a limitar el orgullo de una humanidad ca\u00edda que, un\u00e1nime en su perversidad (cf. Sb 10,5), quisiera hacer por s\u00ed misma su unidad a la manera de Babel (cf. Gn 11,4-6). Pero, a causa del pecado (cf. Rom 1,18-25), el polite\u00edsmo as\u00ed como la idolatr\u00eda de la naci\u00f3n y de su jefe son una amenaza constante de vuelta al paganismo para esta econom\u00eda a\u00fan no definitiva.<\/p>

      58 La alianza con No\u00e9 permanece en vigor mientras dura el tiempo de las naciones (cf. Lc 21,24), hasta la proclamaci\u00f3n universal del evangelio. La Biblia venera algunas grandes figuras de las \u00abnaciones\u00bb, como \u00abAbel el justo\u00bb, el rey-sacerdote Melquisedec (cf. Gn 14,18), figura de Cristo (cf. Hb 7,3), o los justos \u00abNo\u00e9, Daniel y Job\u00bb (Ez 14,14). De esta manera, la Escritura expresa qu\u00e9 altura de santidad pueden alcanzar los que viven seg\u00fan la alianza de No\u00e9 en la espera de que Cristo \u00abre\u00fana en uno a todos los hijos de Dios dispersos\u00bb (Jn 11,52).<\/p>

      Dios elige a Abraham<\/p>

      59 Para reunir a la humanidad dispersa, Dios elige a Abraham llam\u00e1ndolo \u00abfuera de su tierra, de su patria y de su casa\u00bb (Gn 12,1), para hacer de \u00e9l \u00abAbraham\u00bb, es decir, \u00abel padre de una multitud de naciones\u00bb (Gn 17,5): \u00abEn ti ser\u00e1n benditas todas las naciones de la tierra\u00bb (Gn 12,3 LXX; cf. Ga 3,8).<\/p>

      60 El pueblo nacido de Abraham ser\u00e1 el depositario de la promesa hecha a los patriarcas, el pueblo de la elecci\u00f3n (cf. Rom 11,28), llamado a preparar la reuni\u00f3n un d\u00eda de todos los hijos de Dios en la unidad de loa Iglesia (cf. Jn 11,52; 10,16); ese pueblo ser\u00e1 la ra\u00edz en la que ser\u00e1n injertados los paganos hechos creyentes (cf. Rom 11,17-18.24).<\/p>

      61 Los patriarcas, los profetas y otros personajes del Antiguo Testamento han sido y ser\u00e1n siempre venerados como santos en todas las tradiciones lit\u00fargicas de la Iglesia.<\/p>


      Dios forma a su pueblo Israel<\/p>

      62 Despu\u00e9s de la etapa de los patriarcas, Dios constituy\u00f3 a Israel como su pueblo salv\u00e1ndolo de la esclavitud de Egipto. Estableci\u00f3 con \u00e9l la alianza del Sina\u00ed y le dio por medio de Mois\u00e9s su Ley, para que lo reconociese y le sirviera como al \u00fanico Dios vivo y verdadero, Padre providente y juez justo, y para que esperase al Salvador prometido (cf. DV 3).<\/p>

      63 Israel es el pueblo sacerdotal de Dios (cf. Ex 19,6), el que \u00ablleva el Nombre del Se\u00f1or\u00bb (Dt 28,10). Es el pueblo de aquellos \u00aba quienes Dios habl\u00f3 primero\u00bb (MR, Viernes Santo 13: oraci\u00f3n universal VI), el pueblo de los \u00abhermanos mayores\u00bb en la fe de Abraham.<\/p>

      64 Por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvaci\u00f3n, en la espera de una Alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres (cf. Is 2,2-4), y que ser\u00e1 grabada en los corazones (cf. Jr 31,31-34; Hb 10,16). Los profetas anuncian una redenci\u00f3n radical del pueblo de Dios, la purificaci\u00f3n de todas sus infidelidades (cf. Ez 36), una salvaci\u00f3n que incluir\u00e1 a todas las naciones (cf. Is 49,5-6; 53,11). Ser\u00e1n sobre todo los pobres y los humildes del Se\u00f1or (cf. So 2,3) quienes mantendr\u00e1n esta esperanza. Las mujeres santas como Sara, Rebeca, Raquel, Miriam, D\u00e9bora, Ana, Judit y Ester conservaron viva la esperanza de la salvaci\u00f3n de Israel. De ellas la figura m\u00e1s pura es Mar\u00eda (cf. Lc 1,38).<\/p>


      III CRISTO JESUS-\u00abMEDIADOR Y PLENITUD
      DE TODA LA REVELACION\u00bb (DV 2)<\/p>

      Dios ha dicho todo en su Verbo<\/p>

      65 \u00abDe una manera fragmentaria y de muchos modos habl\u00f3 Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos \u00faltimos tiempos nos ha hablado por su Hijo\u00bb (Hb 1,1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra \u00fanica, perfecta e insuperable del Padre. En El lo dice todo, no habr\u00e1 otra palabra m\u00e1s que \u00e9sta. S. Juan de la Cruz, despu\u00e9s de otros muchos, lo expresa de manera luminosa, comentando Hb 1,1-2:<\/p>

      Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habl\u00f3 junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene m\u00e1s que hablar; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en el todo, d\u00e1ndonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visi\u00f3n o revelaci\u00f3n, no s\u00f3lo har\u00eda una necedad, sino har\u00eda agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (San Juan de la Cruz, Subida al monte Carmelo 2,22,3-5: Biblioteca M\u00edstica Carmelitana, v. 11 (Burgos 1929), p. 184.).<\/p>


      No habr\u00e1 otra revelaci\u00f3n<\/p>

      66 \u00abLa econom\u00eda cristiana, como alianza nueva y definitiva, nunca cesar\u00e1 y no hay que esperar ya ninguna revelaci\u00f3n p\u00fablica antes de la gloriosa manifestaci\u00f3n de nuestro Se\u00f1or Jesucristo\u00bb (DV 4). Sin embargo, aunque la Revelaci\u00f3n est\u00e9 acabada, no est\u00e1 completamente explicitada; corresponder\u00e1 a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.<\/p>

      67 A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas \u00abprivadas\u00bb, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al dep\u00f3sito de la fe. Su funci\u00f3n no es la de \u00abmejorar\u00bb o \u00abcompletar\u00bb la Revelaci\u00f3n definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla m\u00e1s plenamente en una cierta \u00e9poca de la historia. Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada aut\u00e9ntica de Cristo o de sus santos a la Iglesia.<\/p>

      La fe cristiana no puede aceptar \u00abrevelaciones\u00bb que pretenden superar o corregir la Revelaci\u00f3n de la que Cristo es la plenitud. Es el caso de ciertas Religiones no cristianas y tambi\u00e9n de ciertas sectas recientes que se fundan en semejantes \u00abrevelaciones\u00bb.<\/p>


      RESUMEN<\/p>

      68 Por amor, Dios se ha revelado y se ha entregado al hombre. De este modo da una respuesta definitiva y sobreabundante a las cuestiones que el hombre se plantea sobre el sentido y la finalidad de su vida.<\/p>

      69 Dios se ha revelado al hombre comunic\u00e1ndole gradualmente su propio Misterio mediante obras y palabras.<\/p>

      70 M\u00e1s all\u00e1 del testimonio que Dios da de s\u00ed mismo en las cosas creadas, se manifest\u00f3 a nuestros primeros padres. Les habl\u00f3 y, despu\u00e9s de la ca\u00edda, les prometi\u00f3 la salvaci\u00f3n (cf. Gn 3,15), y les ofreci\u00f3 su alianza.<\/p>

      71 Dios sell\u00f3 con No\u00e9 una alianza eterna entre El y todos los seres vivientes (cf. Gn 9,16). Esta alianza durar\u00e1 tanto como dure el mundo.<\/p>

      72 Dios eligi\u00f3 a Abraham y sell\u00f3 una alianza con \u00e9l y su descendencia. De \u00e9l form\u00f3 a su pueblo, al que revel\u00f3 su ley por medio de Mois\u00e9s. Lo prepar\u00f3 por los profetas para acoger la salvaci\u00f3n destinada a toda la humanidad.<\/p>

      73 Dios se ha revelado plenamente enviando a su propio Hijo, en quien ha establecido su alianza para siempre. El Hijo es la Palabra definitiva del Padre, de manera que no habr\u00e1 ya otra Revelaci\u00f3n despu\u00e9s de El.<\/p>


      Art\u00edculo 2 LA TRANSMISION DE LA
      REVELACION DIVINA<\/p>

      74 Dios \u00abquiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad\u00bb ( 1 Tim 2,4), es decir, al conocimiento de Cristo Jes\u00fas (cf. Jn 14,6). Es preciso, pues, que Cristo sea anunciado a todos los pueblos y a todo s los hombres y que as\u00ed la Revelaci\u00f3n llegue hasta los confines del mundo:<\/p>

      Dios quiso que lo que hab\u00eda revelado para salvaci\u00f3n de todos los pueblos se conservara por siempre \u00edntegro y fuera transmitido a todas las edades (DV 7).<\/p>


      I LA TRADICION APOSTOLICA<\/p>

      75 \u00abCristo nuestro Se\u00f1or, plenitud de la revelaci\u00f3n, mand\u00f3 a los Ap\u00f3stoles predicar a todos los hombres el Evangelio como fuente de toda verdad salvadora y de toda norma de conducta, comunic\u00e1ndoles as\u00ed los bienes divinos: el Evangelio prometido por los profetas, que el mismo cumpli\u00f3 y promulg\u00f3 con su boca\u00bb (DV 7).<\/p>

      La predicaci\u00f3n apost\u00f3lica…<\/p>

      76 La transmisi\u00f3n del evangelio, seg\u00fan el mandato del Se\u00f1or, se hizo de dos maneras:<\/p>

      oralmente: \u00ablos ap\u00f3stoles, con su predicaci\u00f3n, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra lo que hab\u00edan aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Esp\u00edritu Santo les ense\u00f1\u00f3\u00bb;<\/p>

      por escrito: \u00ablos mismos ap\u00f3stoles y otros de su generaci\u00f3n pusieron por escrito el mensaje de la salvaci\u00f3n inspirados por el Esp\u00edritu Santo\u00bb (DV 7).<\/p>


      \u2026 continuada en la sucesi\u00f3n apost\u00f3lica<\/p>

      77 \u00abPara que este Evangelio se conservara siempre vivo y entero en la Iglesia, los ap\u00f3stoles nombraron como sucesores a los obispos, ‘dej\u00e1ndoles su cargo en el magisterio'\u00bb (DV 7). En efecto, \u00abla predicaci\u00f3n apost\u00f3lica, expresada de un modo especial en los libros sagrados, se ha de conservar por transmisi\u00f3n continua hasta el fin de los tiempos\u00bb (DV 8).<\/p>

      78 Esta transmisi\u00f3n viva, llevada a cabo en el Esp\u00edritu Santo es llamada la Tradici\u00f3n en cuanto distinta de la Sagrada Escritura, aunque estrechamente ligada a ella. Por ella, \u00abla Iglesia con su ense\u00f1anza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree\u00bb (DV 8). \u00abLas palabras de los Santos Padres atestiguan la presencia viva de esta Tradici\u00f3n, cuyas riquezas van pasando a loa pr\u00e1ctica y a la vida de la Iglesia que cree y ora\u00bb (DV 8).<\/p>

      79 As\u00ed, la comunicaci\u00f3n que el Padre ha hecho de s\u00ed mismo por su Verbo en el Esp\u00edritu Santo sigue presente y activa en la Iglesia: \u00abDios, que habl\u00f3 en otros tiempos, sigue conservando siempre con la Esposa de su Hijo amado; as\u00ed el Esp\u00edritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero, va introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensamente la palabra de Cristo\u00bb (DV 8).<\/p>


      II LA RELACION ENTRE LA TRADICION
      Y LA SAGRADA ESCRITURA<\/p>

      Una fuente com\u00fan…<\/p>

      80 La Tradici\u00f3n y la Sagrada Escritura \u00abest\u00e1n \u00edntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin\u00bb (DV 9). Una y otra hacen presente y fecundo en la Iglesia el misterio de Cristo que ha prometido estar con los suyos \u00abpara siempre hasta el fin del mundo\u00bb (Mt 28,20).<\/p>

      \u2026 dos modos distintos de transmisi\u00f3n<\/p>

      81 \u00abLa Sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiraci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo\u00bb.<\/p>

      \u00abLa Tradici\u00f3n recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Esp\u00edritu Santo a los ap\u00f3stoles, y la transmite \u00edntegra a los sucesores; para que ellos, iluminados por el Esp\u00edritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicaci\u00f3n\u00bb<\/p>

      82 De ah\u00ed resulta que la Iglesia, a la cual est\u00e1 confiada la transmisi\u00f3n y la interpretaci\u00f3n de la Revelaci\u00f3n \u00abno saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y as\u00ed se han de recibir y respetar con el mismo esp\u00edritu de devoci\u00f3n\u00bb (DV 9).<\/p>

      Tradici\u00f3n apost\u00f3lica y tradiciones eclesiales<\/p>

      83 La Tradici\u00f3n de que hablamos aqu\u00ed es la que viene de los ap\u00f3stoles y transmite lo que estos recibieron de las ense\u00f1anzas y del ejemplo de Jes\u00fas y lo que aprendieron por el Esp\u00edritu Santo. En efecto, la primera generaci\u00f3n de cristianos no ten\u00eda a\u00fan un Nuevo Testamento escrito, y el Nuevo Testamento mismo atestigua el proceso de la Tradici\u00f3n viva.<\/p>

      Es preciso distinguir de ella las \u00abtradiciones\u00bb teol\u00f3gicas, disciplinares, lit\u00fargicas o devocionales nacidas en el transcurso del tiempo en las Iglesias locales. Estas constituyen formas particulares en las que la gran Tradici\u00f3n recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las diversas \u00e9pocas. S\u00f3lo a la luz de la gran Tradici\u00f3n aquellas pueden ser mantenidas, modificadas o tambi\u00e9n abandonadas bajo la gu\u00eda del Magisterio de la Iglesia.<\/p>

      III LA INTERPRETACION DEL DEPOSITO DE LA FE<\/p>

      El dep\u00f3sito de la fe confiado a la totalidad de la Iglesia<\/p>

      84 \u00abEl dep\u00f3sito sagrado\u00bb (cf. 1 Tm 6,20; 2 Tm 1,12-14) de la fe (depositum fidei), contenido en la Sagrada Tradici\u00f3n y en la Sagrada Escritura fue confiado por los ap\u00f3stoles al conjunto de la Iglesia. \u00abFiel a dicho dep\u00f3sito, el pueblo cristiano entero, unido a sus pastores, persevera siempre en la doctrina apost\u00f3lica y en la uni\u00f3n, en la eucarist\u00eda y la oraci\u00f3n, y as\u00ed se realiza una maravillosa concordia de pastores y fieles en conservar, practicar y profesar la fe recibida\u00bb (DV 10).<\/p>

      El Magisterio de la Iglesia<\/p>

      85 \u00abEl oficio de interpretar aut\u00e9nticamente la palabra de Dios, oral o escritura, ha sido encomendado s\u00f3lo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo\u00bb (DV 10), es decir, a los obispos en comuni\u00f3n con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma.<\/p>

      86 \u00abEl Magisterio no est\u00e1 por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para ense\u00f1ar puramente lo transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Esp\u00edritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este \u00fanico dep\u00f3sito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser cre\u00eddo\u00bb (DV 10).<\/p>

      87 Los fieles, recordando la palabra de Cristo a sus Ap\u00f3stoles: \u00abEl que a vosotros escucha a mi me escucha\u00bb (Lc 10,16; cf. LG 20), reciben con docilidad las ense\u00f1anzas y directrices que sus pastores les dan de diferentes formas.<\/p>


      Los dogmas de la fe<\/p>

      88 El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la autoridad que tiene de Cristo cuando define dogmas, es decir, cuando propone, de una forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesi\u00f3n irrevocable de fe, verdades contenidas en la Revelaci\u00f3n divina o tambi\u00e9n cuando propone de manera definitiva verdades que tienen con ellas un v\u00ednculo necesario.<\/p>

      89 Existe un v\u00ednculo org\u00e1nico entre nuestra vida espiritual y los dogmas. Los dogmas son luces en el camino de nuestra fe, lo iluminan y lo hacen seguro. De modo inverso, si nuestra vida es recta, nuestra inteligencia y nuestro coraz\u00f3n estar\u00e1n abiertos para acoger la luz de los dogmas de la fe (cf. Jn 8,31-32).<\/p>

      90 Los v\u00ednculos mutuos y la coherencia de los dogmas pueden ser hallados en el conjunto de la Revelaci\u00f3n del Misterio de Cristo (cf. Cc. Vaticano I: DS 3016: \u00abnexus mysteriorum\u00bb; LG 25). \u00abExiste un orden o `jerarqu\u00eda’ de las verdades de la doctrina cat\u00f3lica, puesto que es diversa su conexi\u00f3n con el fundamento de la fe cristiana\u00bb (UR 11)<\/p>


      El sentido sobrenatural de la fe<\/p>

      91 Todos los fieles tienen parte en la comprensi\u00f3n y en la transmisi\u00f3n de la verdad revelada. Han recibido la unci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo que los instruye (cf. 1 Jn 2,20.27) y los conduce a la verdad completa (cf. Jn 16,13).<\/p>

      92 \u00abLa totalidad de los fieles … no puede equivocarse en la fe. Se manifiesta esta propiedad suya, tan peculiar, en el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo: cuando ‘desde los obispos hasta el \u00faltimo de los laicos cristianos’ muestran estar totalmente de acuerdo en cuestiones de fe y de moral\u00bb (LG 12).<\/p>

      93 \u00abEl Esp\u00edritu de la verdad suscita y sostiene este sentido de la fe. Con \u00e9l, el Pueblo de Dios, bajo la direcci\u00f3n del magisterio…se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de una vez para siempre, la profundiza con un juicio recto y la aplica cada d\u00eda m\u00e1s plenamente en la vida\u00bb (LG 12).<\/p>


      El crecimiento en la inteligencia de la fe<\/p>

      94 Gracias a la asistencia del Esp\u00edritu Santo, la inteligencia tanto de las realidades como de las palabras del dep\u00f3sito de la fe puede crecer en la vida de la Iglesia:<\/p>

      \u2013 \u00abCuando los fieles las contemplan y estudian repas\u00e1ndolas en su coraz\u00f3n\u00bb (DV 8); es en particular la investigaci\u00f3n teol\u00f3gica quien debe \u00bb profundizar en el conocimiento de la verdad revelada\u00bb (GS 62,7; cfr. 44,2; DV 23; 24; UR 4).<\/p>

      \u2013 Cuando los fieles \u00abcomprenden internamente los misterios que viven\u00bb (DV 8); \u00abDivina eloquia cum legente crescunt\u00bb (S.Gregorio Magno, Homil\u00eda sobre Ez 1,7,8: PL 76, 843 D).<\/p>

      \u2013 \u00abCuando las proclaman los obispos, sucesores de los ap\u00f3stoles en el carisma de la verdad\u00bb (DV 8).<\/p>


      95 \u00abLa Tradici\u00f3n, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, seg\u00fan el plan prudente de Dios, est\u00e1n unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros; los tres, cada uno seg\u00fan su car\u00e1cter, y bajo la acci\u00f3n del \u00fanico Esp\u00edritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvaci\u00f3n de las almas\u00bb (DV 10,3).<\/p>

      RESUMEN<\/p>

      96 Lo que Cristo confi\u00f3 a los ap\u00f3stoles, estos lo transmitieron por su predicaci\u00f3n y por escrito, bajo la inspiraci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, a todas las generaciones hasta el retorno glorioso de Cristo.<\/p>

      97 \u00abLa Tradici\u00f3n y la Sagrada Escritura constituyen el dep\u00f3sito sagrado de la palabra de Dios\u00bb (DV 10), en el cual, como en un espejo, la Iglesia peregrinante contempla a Dios, fuente de todas sus riquezas.<\/p>

      98 \u00abLa Iglesia con su ense\u00f1anza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree\u00bb (DV 8).<\/p>

      99 En virtud de su sentido sobrenatural de la fe, todo el Pueblo de Dios no cesa de acoger el don de la Revelaci\u00f3n divina, de penetrarla m\u00e1s profundamente y de vivirla de modo m\u00e1s pleno.<\/p>

      100 El oficio de interpretar aut\u00e9nticamente la Palabra de Dios ha sido confiado \u00fanicamente al Magisterio de la Iglesia, al Papa y a los obispos en comuni\u00f3n con \u00e9l.<\/p>


      Art\u00edculo 3: LA SAGRADA ESCRITURA<\/p>

      I CRISTO, PALABRA \u00daNICA DE LA SAGRADA ESCRITURA<\/p>

      101 En la condescendencia de su bondad, Dios, para revelarse a los hombres, les habla en palabras humanas: \u00abLa palabra de Dios, expresada en lenguas humanas, se hace semejante al lenguaje humano, como la Palabra del eterno Padre asumiendo nuestra d\u00e9bil condici\u00f3n humana, se hizo semejante a los hombres \u00bb (DV 13).<\/p>

      102 A trav\u00e9s de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice s\u00f3lo una palabra, su Verbo \u00fanico, en quien \u00e9l se dice en plenitud (cf. Hb 1,1-3):<\/p>

      Recordad que es una misma Palabra de Dios la que se extiende en todas las escrituras, que es un mismo Verbo que resuena en la boca de todos los escritores sagrados, el que, siendo al comienzo Dios junto a Dios, no necesita s\u00edlabas porque no est\u00e1 sometido al tiempo (S. Agust\u00edn, Psal. 103,4,1).<\/p>

      103 Por esta raz\u00f3n, la Iglesia ha venerado siempre las divinas Escrituras como venera tambi\u00e9n el Cuerpo del Se\u00f1or. No cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo (cf. DV 21).<\/p>

      104 En la Sagrada Escritura, la Iglesia encuentra sin cesar su alimento y su fuerza (cf. DV 24), porque, en ella, no recibe solamente una palabra humana, sino lo que es realmente: la Palabra de Dios (cf. 1 Ts 2,13). \u00abEn los libros sagrados, el Padre que est\u00e1 en el cielo sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos\u00bb (DV 21).<\/p>

      II INSPIRACION Y VERDAD DE LA SAGRADA ESCRITURA<\/p>

      105 Dios es el autor de la Sagrada Escritura. \u00abLas verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiraci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo\u00bb.<\/p>

      \u00abLa santa Madre Iglesia, fiel a la base de los ap\u00f3stoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y can\u00f3nicos, en cuanto que, escritos por inspiraci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales han sido confiados a la Iglesia\u00bb (DV 11).<\/p>

      106 Dios ha inspirado a los autores humanos de los libros sagrados. \u00abEn la composici\u00f3n de los libros sagrados, Dios se vali\u00f3 de hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos; de este modo obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito todo y s\u00f3lo lo que Dios quer\u00eda\u00bb (DV 11).<\/p>

      107 Los libros inspirados ense\u00f1an la verdad. \u00abComo todo lo que afirman los hagi\u00f3grafos, o autores inspirados, lo afirma el Esp\u00edritu Santo, se sigue que los libros sagrados ense\u00f1an s\u00f3lidamente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvaci\u00f3n nuestra\u00bb (DV 11).<\/p>

      108 Sin embargo, la fe cristiana no es una \u00abreligi\u00f3n del Libro\u00bb. El cristianismo es la religi\u00f3n de la \u00abPalabra\u00bb de Dios, \u00abno de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo\u00bb (S. Bernardo, hom. miss. 4,11). Para que las Escrituras no queden en letra muerta, es preciso que Cristo, Palabra eterna del Dios vivo, por el Esp\u00edritu Santo, nos abra el esp\u00edritu a la inteligencia de las mismas (cf. Lc 24,45).<\/p>

      III EL ESP\u00cdRITU SANTO, INT\u00c9RPRETE DE LA ESCRITURA<\/p>

      109 En la Sagrada Escritura, Dios habla al hombre a la manera de los hombres. Por tanto, para interpretar bien la Escritura, es preciso estar atento a lo que los autores humanos quisieron verdaderamente afirmar y a lo que Dios quiso manifestarnos mediante sus palabras (cf. DV 12,1).<\/p>

      110 Para descubrir la intenci\u00f3n de los autores sagrados es preciso tener en cuenta las condiciones de su tiempo y de su cultura, los \u00abg\u00e9neros literarios\u00bb usados en aquella \u00e9poca, las maneras de sentir, de hablar y de narrar en aquel tiempo. \u00abPues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa \u00edndole hist\u00f3rica, en libros prof\u00e9ticos o po\u00e9ticos, o en otros g\u00e9neros literarios\u00bb (DV 12,2).<\/p>

      111 Pero, dado que la Sagrada Escritura es inspirada, hay otro principio de la recta interpretaci\u00f3n , no menos importante que el precedente, y sin el cual la Escritura ser\u00eda letra muerta: \u00abLa Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Esp\u00edritu con que fue escrita\u00bb (DV 12,3).<\/p>

      El Concilio Vaticano II se\u00f1ala tres criterios para una interpretaci\u00f3n de la Escritura conforme al Esp\u00edritu que la inspir\u00f3 (cf. DV 12,3):<\/p>

      112 1. Prestar una gran atenci\u00f3n \u00abal contenido y a la unidad de toda la Escritura\u00bb. En efecto, por muy diferentes que sean los libros que la componen, la Escritura es una en raz\u00f3n de la unidad del designio de Dios , del que Cristo Jes\u00fas es el centro y el coraz\u00f3n, abierto desde su Pascua (cf. Lc 24,25-27. 44-46).<\/p>

      El coraz\u00f3n (cf. Sal 22,15) de Cristo designa la sagrada Escritura que hace conocer el coraz\u00f3n de Cristo. Este coraz\u00f3n estaba cerrado antes de la Pasi\u00f3n porque la Escritura era oscura. Pero la Escritura fue abierta despu\u00e9s de la Pasi\u00f3n, porque los que en adelante tienen inteligencia de ella consideran y disciernen de qu\u00e9 manera deben ser interpretadas las profec\u00edas (S. Tom\u00e1s de A. Expos. in Ps 21,11).<\/p>

      113 2. Leer la Escritura en \u00abla Tradici\u00f3n viva de toda la Iglesia\u00bb. Seg\u00fan un adagio de los Padres, \u00absacra Scriptura pincipalius est in corde Ecclesiae quam in materialibus instrumentis scripta\u00bb (\u00abLa Sagrada Escritura est\u00e1 m\u00e1s en el coraz\u00f3n de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos\u00bb). En efecto, la Iglesia encierra en su Tradici\u00f3n la memoria viva de la Palabra de Dios, y el Esp\u00edritu Santo le da la interpretaci\u00f3n espiritual de la Escritura (\u00ab…secundum spiritualem sensum quem Spiritus donat Ecclesiae\u00bb: Or\u00edgenes, hom. in Lev. 5,5).<\/p>

      114 3. Estar atento \u00aba la analog\u00eda de la fe\u00bb (cf. Rom 12,6). Por \u00abanalog\u00eda de la fe\u00bb entendemos la cohesi\u00f3n de las verdades de la fe entre s\u00ed y en el proyecto total de la Revelaci\u00f3n.<\/p>

      El sentido de la Escritura<\/p>

      115 Seg\u00fan una antigua tradici\u00f3n, se pueden distinguir dos sentidos de la Escritura: el sentido literal y el sentido espiritual; este \u00faltimo se subdivide en sentido aleg\u00f3rico, moral y anag\u00f3gico. La concordancia profunda de los cuatro sentidos asegura toda su riqueza a la lectura viva de la Escritura en la Iglesia.<\/p>

      116 El sentido literal. Es el sentido significado por las palabras de la Escritura y descubierto por la ex\u00e9gesis que sigue las reglas de la justa interpretaci\u00f3n. \u00abOmnes sensus (sc. sacrae Scripturae) fundentur super litteralem\u00bb (S. Tom\u00e1s de Aquino., s.th. 1,1,10, ad 1) Todos los sentidos de la Sagrada Escritura se fundan sobre el sentido literal.<\/p>

      117 El sentido espiritual. Gracias a la unidad del designio de Dios, no solamente el texto de la Escritura, sino tambi\u00e9n las realidades y los acontecimientos de que habla pueden ser signos.<\/p>

      El sentido aleg\u00f3rico. Podemos adquirir una comprensi\u00f3n m\u00e1s profunda de los acontecimientos reconociendo su significaci\u00f3n en Cristo; as\u00ed, el paso del Mar Rojo es un signo de la victoria de Cristo y por ello del Bautismo (cf. 1 Cor 10,2).<\/p>

      El sentido moral. Los acontecimientos narrados en la Escritura pueden conducirnos a un obrar justo. Fueron escritos \u00abpara nuestra instrucci\u00f3n\u00bb (1 Cor 10,11; cf. Hb 3-4,11).<\/p>

      El sentido anag\u00f3gico. Podemos ver realidades y acontecimientos en su significaci\u00f3n eterna, que nos conduce (en griego: \u00abanagoge\u00bb) hacia nuestra Patria. As\u00ed, la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusal\u00e9n celeste (cf. Ap 21,1-22,5).<\/p>

      118 Un d\u00edstico medieval resume la significaci\u00f3n de los cuatro sentidos:
      \u00abLittera gesta docet, quid credas allegoria,
      Moralis quid agas, quo tendas anagogia\u00bb (AGUST\u00cdN DE DACIA, Rotulus pugillaris, I: ed. A. Walz: Angelicum 6 (1929), 256.<\/p>

      119 \u00abA los exegetas toca aplicar estas normas en su trabajo para ir penetrando y exponiendo el sentido de la Sagrada Escritura, de modo que con dicho estudio pueda madurar el juicio de la Iglesia. Todo lo dicho sobre la interpretaci\u00f3n de la Escritura queda sometido al juicio definitivo de la Iglesia, que recibi\u00f3 de Dios el encargo y el oficio de conservar e interpretar la palabra de Dios\u00bb (DV 12,3).<\/p>

      Ego vero Evangelio non credere, nisi me catholicae Ecclesiae commoveret auctoritas (S. Agust\u00edn, fund. 5,6).<\/p>

      IV EL CANON DE LAS ESCRITURAS<\/p>

      120 La Tradici\u00f3n apost\u00f3lica hizo discernir a la Iglesia qu\u00e9 escritos constituyen la lista de los Libros Santos (cf. DV 8,3). Esta lista integral es llamada \u00abCanon\u00bb de las Escrituras. Comprende para el Antiguo Testamento 46 escritos (45 si se cuentan Jr y Lm como uno solo), y 27 para el Nuevo (cf. DS 179; 1334-1336; 1501-1504):<\/p>

      G\u00e9nesis, Exodo, Lev\u00edtico, N\u00fameros, Deuteronomio, Josu\u00e9, Jueces, Rut, los dos libros de Samuel, los dos libros de los Reyes, los dos libros de las Cr\u00f3nicas, Esdras y Nehem\u00edas, Tob\u00edas, Judit, Ester, los dos libros de los Macabeos, Job, los Salmos, los Proverbios, el Eclesiast\u00e9s, el Cantar de los Cantares, la Sabidur\u00eda, el Eclesi\u00e1stico, Isa\u00edas, Jerem\u00edas, las Lamentaciones, Baruc, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Am\u00f3s, Abd\u00edas, Jon\u00e1s Miqueas, Nah\u00fam , Habacuc, Sofon\u00edas, Ageo, Zacar\u00edas, Malaqu\u00edas para el Antiguo Testamento; los Evangelios de Mateo, de Marcos, de Lucas y de Juan, los Hechos de los Ap\u00f3stoles, las cartas de Pablo a los Romanos, la primera y segunda a los Corintios, a los G\u00e1latas, a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses, la primera y la segunda a los Tesalonicenses, la primera y la segunda a Timoteo, a Tito, a Filem\u00f3n, la carta a los Hebreos, la carta de Santiago, la primera y la segunda de Pedro, las tres cartas de Juan, la carta de Judas y el Apocalipsis para el Nuevo Testamento.<\/p>

      El Antiguo Testamento<\/p>

      121 El Antiguo Testamento es una parte de la Sagrada Escritura de la que no se puede prescindir. Sus libros son libros divinamente inspirados y conservan un valor permanente (cf. DV 14), porque la Antigua Alianza no ha sido revocada.<\/p>

      122 En efecto, \u00abel fin principal de la econom\u00eda antigua era preparar la venida de Cristo, redentor universal\u00bb. \u00abAunque contienen elementos imperfectos y pasajeros\u00bb, los libros del Antiguo Testamento dan testimonio de toda la divina pedagog\u00eda del amor salv\u00edfico de Dios: \u00abContienen ense\u00f1anzas sublimes sobre Dios y una sabidur\u00eda salvadora acerca del hombre, encierran tesoros de oraci\u00f3n y esconden el misterio de nuestra salvaci\u00f3n\u00bb (DV 15).<\/p>

      123 Los cristianos veneran el Antiguo Testamento como verdadera Palabra de Dios. La Iglesia ha rechazado siempre vigorosamente la idea de prescindir del Antiguo Testamento so pretexto de que el Nuevo lo habr\u00eda hecho caduco (marcionismo).<\/p>

      El Nuevo Testamento<\/p>

      124 \u00abLa palabra de Dios, que es fuerza de Dios para ala salvaci\u00f3n del que cree, se encuentra y despliega su fuerza de modo privilegiado en el Nuevo Testamento\u00bb (DV 17). Estos escritos nos ofrecen la verdad definitiva de la Revelaci\u00f3n divina. Su objeto central es Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, sus obras, sus ense\u00f1anzas, su pasi\u00f3n y su glorificaci\u00f3n, as\u00ed como los comienzos de su Iglesia bajo la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo (cf. DV 20).<\/p>

      125 Los evangelios son el coraz\u00f3n de todas las Escrituras \u00abpor ser el testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador\u00bb (DV 18).<\/p>

      126 En la formaci\u00f3n de los evangelios se pueden distinguir tres etapas:<\/p>

      1. La vida y la ense\u00f1anza de Jes\u00fas. La Iglesia mantiene firmemente que los cuatro evangelios, \u00abcuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jes\u00fas, Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y ense\u00f1\u00f3 realmente para ala salvaci\u00f3n de ellos, hasta el d\u00eda en que fue levantado al cielo\u00bb (DV 19).<\/p>

      2. La tradici\u00f3n oral. \u00abLos ap\u00f3stoles ciertamente despu\u00e9s de la ascensi\u00f3n del Se\u00f1or predicaron a sus oyentes lo que El hab\u00eda dicho y obrado, con aquella crecida inteligencia de que ellos gozaban, amaestrados por los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Esp\u00edritu de verdad\u00bb (DV 19).<\/p>

      3. Los evangelios escritos. Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se transmit\u00edan de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explic\u00e1ndolas atendiendo a la condici\u00f3n de las Iglesias, conservando por fin la forma de proclamaci\u00f3n, de manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jes\u00fas\u00bb (DV 19).<\/p>

      127 El Evangelio cuadriforme ocupa en la Iglesia un lugar \u00fanico; de ello dan testimonio la veneraci\u00f3n de que lo rodea la liturgia y el atractivo incomparable que ha ejercido en todo tiempo sobre los santos:<\/p>

      No hay ninguna doctrina que sea mejor, m\u00e1s preciosa y m\u00e1s espl\u00e9ndida que el texto del evangelio. Ved y retened lo que nuestro Se\u00f1or y Maestro, Cristo, ha ense\u00f1ado mediante sus palabras y realizado mediante sus obras (Santa Ces\u00e1rea la Joven, Rich. ).<\/p>

      Es sobre todo el Evangelio lo que me ocupa durante mis oraciones; en \u00e9l encuentro todo lo que es necesario a mi pobre alma. En \u00e9l descubro siempre nuevas luces, sentidos escondidos y misteriosos (Santa Teresa del Ni\u00f1o Jes\u00fas, ms. auto. A 83v).<\/p>


      La unidad del Antiguo y del Nuevo Testamento<\/p>

      128 La Iglesia, ya en los tiempos apost\u00f3licos (cf. 1 Cor 10,6.11; Hb 10,1; 1 Pe 3,21), y despu\u00e9s constantemente en su tradici\u00f3n, esclareci\u00f3 la unidad del plan divino en los dos Testamentos gracias a la tipolog\u00eda. Esta reconoce en las obras de Dios en la Antigua Alianza prefiguraciones de lo que Dios realiz\u00f3 en la plenitud de los tiempos en la persona de su Hijo encarnado.<\/p>

      129 Los cristianos, por tanto, leen el Antiguo Testamento a la luz de Cristo muerto y resucitado. Esta lectura tipol\u00f3gica manifiesta el contenido inagotable del Antiguo Testamento. Ella no debe hacer olvidar que el Antiguo Testamento conserva su valor propio de revelaci\u00f3n que nuestro Se\u00f1or mismo reafirm\u00f3 (cf. Mc 12,29-31). Por otra parte, el Nuevo Testamento exige ser le\u00eddo tambi\u00e9n a la luz del Antiguo. La catequesis cristiana primitiva recurrir\u00e1 constantemente a \u00e9l (cf. 1 Cor 5,6-8; 10,1-11). Seg\u00fan un viejo adagio, el Nuevo Testamento est\u00e1 escondido en el Antiguo, mientras que el Antiguo se hace manifiesto en el Nuevo: \u00abNovum in Vetere latet et in Novo Vetus patet\u00bb (S. Agust\u00edn, Hept. 2,73; cf. DV 16).<\/p>

      130 La tipolog\u00eda significa un dinamismo que se orienta al cumplimiento del plan divino cuando \u00abDios sea todo en todos\u00bb (1 Cor 15,28). As\u00ed la vocaci\u00f3n de los patriarcas y el Exodo de Egipto, por ejemplo, no pierden su valor propio en el plan de Dios por el hecho de que son al mismo tiempo etapas intermedias.<\/p>


      V LA SAGRADA ESCRITURA EN LA VIDA DE LA IGLESIA<\/p>

      131 \u00abEs tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente l\u00edmpida y perenne de vida espiritual\u00bb (DV 21). \u00abLos fieles han de tener f\u00e1cil acceso a la Sagrada Escritura\u00bb (DV 22).<\/p>

      132 \u00abLa Escritura debe ser el alma de la teolog\u00eda. El ministerio de la palabra, que incluye la predicaci\u00f3n pastoral, la catequesis, toda la instrucci\u00f3n cristiana y en puesto privilegiado, la homil\u00eda, recibe de la palabra de la Escritura alimento saludable y por ella da frutos de santidad\u00bb (DV 24).<\/p>

      133 La Iglesia \u00abrecomienda insistentemente a todos los fieles…la lectura asidua de la Escritura para que adquieran ‘la ciencia suprema de Jesucristo’ (Flp 3,8), ‘pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo’ (S. Jer\u00f3nimo)\u00bb (DV 25).<\/p>


      RESUMEN<\/p>

      134 Toda la Escritura divina es un libro y este libro es Cristo, \u00abporque toda la Escritura divina habla de Cristo, y toda la Escritura divina se cumple en Cristo\u00bb (Hugo de San V\u00edctor, De arca Noe 2,8: PL 176, 642; cf. Ibid., 2,9: PL 176, 642-643).<\/p>

      135 \u00abLa sagrada Escritura contiene la palabra de Dios y, en cuanto inspirada, es realmente palabra de Dios\u00bb (DV 24).<\/p>

      136 Dios es el Autor de la Sagrada Escritura porque inspira a sus autores humanos: act\u00faa en ellos y por ellos. Da as\u00ed la seguridad de que sus escritos ense\u00f1an sin error la verdad salv\u00edfica (cf. DV 11).<\/p>

      137 La interpretaci\u00f3n de las Escrituras inspiradas debe estar sobre todo atenta a lo que Dios quiere revelar por medio de los autores sagrados para nuestra salvaci\u00f3n. Lo que viene del Esp\u00edritu s\u00f3lo es plenamente percibido por la acci\u00f3n del Esp\u00edritu (Cf Or\u00edgenes, hom. in Ex. 4,5).<\/p>

      138 La Iglesia recibe y venera como inspirados los cuarenta y seis libros del Antiguo Testamento y los veintisiete del Nuevo.<\/p>

      139 Los cuatro evangelios ocupan un lugar central, pues su centro es Cristo Jes\u00fas.<\/p>

      140 La unidad de los dos Testamentos se deriva de la unidad del plan de Dios y de su Revelaci\u00f3n. El Antiguo Testamento prepara el Nuevo mientras que \u00e9ste da cumplimiento al Antiguo; los dos se esclarecen mutuamente; los dos son verdadera Palabra de Dios.<\/p>


      141 \u00abLa Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo\u00bb (DV 21): aquellas y \u00e9ste alimentan y rigen toda la vida cristiana. \u00abPara mis pies antorcha es tu palabra, luz para mi sendero\u00bb (Sal 119,105; Is 50,4).<\/p>

      CAP\u00cdTULO TERCERO: LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS<\/p>

      142 Por su revelaci\u00f3n, \u00abDios invisible habla a los hombres como amigo, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunicaci\u00f3n consigo y recibirlos en su compa\u00f1\u00eda\u00bb (DV 2). La respuesta adecuada a esta invitaci\u00f3n es la fe.<\/p>

      143 Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela (cf. DV 5). La Sagrada Escritura llama \u00abobediencia de la fe\u00bb a esta respuesta del hombre a Dios que revela (cf. Rom 1,5; 16,26).<\/p>


      Art\u00edculo 1 CREO<\/p>

      I LA OBEDIENCIA DE LA FE<\/p>

      144 Obedecer (\u00abob-audire\u00bb) en la fe, es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad est\u00e1 garantizada por Dios, la Verdad misma. De esta obediencia, Abraham es el modelo que nos propone la Sagrada Escritura. La Virgen Mar\u00eda es la realizaci\u00f3n m\u00e1s perfecta de la misma.<\/p>

      Abraham, \u00abel padre de todos los creyentes\u00bb<\/p>

      145 La carta a los Hebreos, en el gran elogio de la fe de los antepasados insiste particularmente en la fe de Abraham: \u00abPor la fe, Abraham obedeci\u00f3 y sali\u00f3 para el lugar que hab\u00eda de recibir en herencia, y sali\u00f3 sin saber a d\u00f3nde iba\u00bb (Hb 11,8; cf. Gn 12,1-4). Por la fe, vivi\u00f3 como extranjero y peregrino en la Tierra prometida (cf. Gn 23,4). Por la fe, a Sara se otorg\u00f3 el concebir al hijo de la promesa. Por la fe, finalmente, Abraham ofreci\u00f3 a su hijo \u00fanico en sacrificio (cf. Hb 11,17).<\/p>

      146 Abraham realiza as\u00ed la definici\u00f3n de la fe dada por la carta a los Hebreos: \u00abLa fe es garant\u00eda de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven\u00bb (Hb 11,1). \u00abCrey\u00f3 Abraham en Dios y le fue reputado como justicia\u00bb (Rom 4,3; cf. Gn 15,6). Gracias a esta \u00abfe poderosa\u00bb (Rom 4,20), Abraham vino a ser \u00abel padre de todos los creyentes\u00bb (Rom 4,11.18; cf. Gn 15,15).<\/p>

      147 El Antiguo Testamento es rico en testimonios acerca de esta fe. La carta a los Hebreos proclama el elogio de la fe ejemplar de los antiguos, por la cual \u00abfueron alabados\u00bb (Hb 11,2.39). Sin embargo, \u00abDios ten\u00eda ya dispuesto algo mejor\u00bb: la gracia de creer en su Hijo Jes\u00fas, \u00abel que inicia y consuma la fe\u00bb (Hb 11,40; 12,2).<\/p>

      Mar\u00eda : \u00abDichosa la que ha cre\u00eddo\u00bb<\/p>

      148 La Virgen Mar\u00eda realiza de la manera m\u00e1s perfecta la obediencia de la fe. En la fe, Mar\u00eda acogi\u00f3 el anuncio y la promesa que le tra\u00eda el \u00e1ngel Gabriel, creyendo que \u00abnada es imposible para Dios\u00bb (Lc 1,37; cf. Gn 18,14) y dando su asentimiento: \u00abHe aqu\u00ed la esclava del Se\u00f1or; h\u00e1gase en m\u00ed seg\u00fan tu palabra\u00bb (Lc 1,38). Isabel la salud\u00f3: \u00ab\u00a1Dichosa la que ha cre\u00eddo que se cumplir\u00edan las cosas que le fueron dichas de parte del Se\u00f1or!\u00bb (Lc 1,45). Por esta fe todas las generaciones la proclamar\u00e1n bienaventurada (cf. Lc 1,48).<\/p>

      149 Durante toda su vida, y hasta su \u00faltima prueba (cf. Lc 2,35), cuando Jes\u00fas, su hijo, muri\u00f3 en la cruz, su fe no vacil\u00f3. Mar\u00eda no ces\u00f3 de creer en el \u00abcumplimiento\u00bb de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en Mar\u00eda la realizaci\u00f3n m\u00e1s pura de la fe.<\/p>


      II \u00abYO SE EN QUIEN TENGO PUESTA MI FE\u00bb
      (2 Tim 1,12)<\/p>

      Creer solo en Dios<\/p>

      150 La fe es ante todo una adhesi\u00f3n personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. En cuanto adhesi\u00f3n personal a Dios y asentimiento a la verdad que \u00e9l ha revelado, la fe cristiana difiere de la fe en una persona humana. Es justo y bueno confiarse totalmente a Dios y creer absolutamente lo que \u00e9l dice. Ser\u00eda vano y errado poner una fe semejante en una criatura (cf. Jr 17,5-6; Sal 40,5; 146,3-4).<\/p>

      Creer en Jesucristo, el Hijo de Dios<\/p>

      151 Para el cristiano, creer en Dios es inseparablemente creer en aquel que \u00e9l ha enviado, \u00absu Hijo amado\u00bb, en quien ha puesto toda su complacencia (Mc 1,11). Dios nos ha dicho que les escuchemos (cf. Mc 9,7). El Se\u00f1or mismo dice a sus disc\u00edpulos: \u00abCreed en Dios, creed tambi\u00e9n en m\u00ed\u00bb (Jn 14,1). Podemos creer en Jesucristo porque es Dios, el Verbo hecho carne: \u00abA Dios nadie le ha visto jam\u00e1s: el Hijo \u00fanico, que est\u00e1 en el seno del Padre, \u00e9l lo ha contado\u00bb (Jn 1,18). Porque \u00abha visto al Padre\u00bb (Jn 6,46), \u00e9l es \u00fanico en conocerlo y en poderlo revelar (cf. Mt 11,27).<\/p>

      Creer en el Esp\u00edritu Santo<\/p>

      152 No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Esp\u00edritu. Es el Esp\u00edritu Santo quien revela a los hombres qui\u00e9n es Jes\u00fas. Porque \u00abnadie puede decir: ‘Jes\u00fas es Se\u00f1or’ sino bajo la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo\u00bb (1 Cor 12,3). \u00abEl Esp\u00edritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios…Nadie conoce lo \u00edntimo de Dios, sino el Esp\u00edritu de Dios\u00bb (1 Cor 2,10-11). S\u00f3lo Dios conoce a Dios enteramente. Nosotros creemos en el Esp\u00edritu Santo porque es Dios.<\/p>

      La Iglesia no cesa de confesar su fe en un solo Dios, Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo.<\/p>


      III LAS CARACTERISTICAS DE LA FE<\/p>

      La fe es una gracia<\/p>

      153 Cuando San Pedro confiesa que Jes\u00fas es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jes\u00fas le declara que esta revelaci\u00f3n no le ha venido \u00abde la carne y de la sangre, sino de mi Padre que est\u00e1 en los cielos\u00bb (Mt 16,17; cf. Ga 1,15; Mt 11,25). La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por \u00e9l, \u00abPara dar esta respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Esp\u00edritu Santo, que mueve el coraz\u00f3n, lo dirige a Dios, abre los ojos del esp\u00edritu y concede `a todos gusto en aceptar y creer la verdad'\u00bb (DV 5).<\/p>

      La fe es un acto humano<\/p>

      154 S\u00f3lo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Esp\u00edritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto aut\u00e9nticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por \u00e9l reveladas. Ya en las relaciones humanas no es contrario a nuestra propia dignidad creer lo que otras personas nos dicen sobre ellas mismas y sobre sus intenciones, y prestar confianza a sus promesas (como, por ejemplo, cuando un hombre y una mujer se casan), para entrar as\u00ed en comuni\u00f3n mutua. Por ello, es todav\u00eda menos contrario a nuestra dignidad \u00abpresentar por la fe la sumisi\u00f3n plena de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad al Dios que revela\u00bb (Cc. Vaticano I: DS 3008) y entrar as\u00ed en comuni\u00f3n \u00edntima con El.<\/p>

      155 En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la gracia divina: \u00abCreer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., s.th. 2-2, 2,9; cf. Cc. Vaticano I: DS 3010).<\/p>


      La fe y la inteligencia<\/p>

      156 El motivo de creer no radica en el hecho de que las verdades reveladas aparezcan como verdaderas e inteligibles a la luz de nuestra raz\u00f3n natural. Creemos \u00aba causa de la autoridad de Dios mismo que revela y que no puede enga\u00f1arse ni enga\u00f1arnos\u00bb. \u00abSin embargo, para que el homenaje de nuestra fe fuese conforme a la raz\u00f3n, Dios ha querido que los auxilios interiores del Esp\u00edritu Santo vayan acompa\u00f1ados de las pruebas exteriores de su revelaci\u00f3n\u00bb (ibid., DS 3009). Los milagros de Cristo y de los santos (cf. Mc 16,20; Hch 2,4), las profec\u00edas, la propagaci\u00f3n y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad \u00abson signos ciertos de la revelaci\u00f3n, adaptados a la inteligencia de todos\u00bb, \u00abmotivos de credibilidad que muestran que el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del esp\u00edritu\u00bb (Cc. Vaticano I: DS 3008-10).<\/p>

      157 La fe es cierta, m\u00e1s cierta que todo conocimiento humano, porque se funda en la Palabra misma de Dios, que no puede mentir. Ciertamente las verdades reveladas pueden parecer oscuras a la raz\u00f3n y a la experiencia humanas, pero \u00abla certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la raz\u00f3n natural\u00bb (S. Tom\u00e1s de Aquino, s.th. 2-2, 171,5, obj.3). \u00abDiez mil dificultades no hacen una sola duda\u00bb (J.H. Newman, apol.).<\/p>

      158 \u00abLa fe trata de comprender\u00bb (S. Anselmo, prosl. proem.): es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento m\u00e1s penetrante suscitar\u00e1 a su vez una fe mayor, cada vez m\u00e1s encendida de amor. La gracia de la fe abre \u00ablos ojos del coraz\u00f3n\u00bb (Ef 1,18) para una inteligencia viva de los contenidos de la Revelaci\u00f3n, es decir, del conjunto del designio de Dios y de los misterios de la fe, de su conexi\u00f3n entre s\u00ed y con Cristo, centro del Misterio revelado. Ahora bien, \u00abpara que la inteligencia de la Revelaci\u00f3n sea m\u00e1s profunda, el mismo Esp\u00edritu Santo perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones\u00bb (DV 5). As\u00ed, seg\u00fan el adagio de S. Agust\u00edn (serm. 43,7,9), \u00abcreo para comprender y comprendo para creer mejor\u00bb.<\/p>

      159 Fe y ciencia. \u00abA pesar de que la fe est\u00e9 por encima de la raz\u00f3n, jam\u00e1s puede haber desacuerdo entre ellas. Puesto que el mismo Dios que revela los misterios y comunica la fe ha hecho descender en el esp\u00edritu humano la luz de la raz\u00f3n, Dios no podr\u00eda negarse a s\u00ed mismo ni lo verdadero contradecir jam\u00e1s a lo verdadero\u00bb (Cc. Vaticano I: DS 3017). \u00abPor eso, la investigaci\u00f3n met\u00f3dica en todas las disciplinas, si se procede de un modo realmente cient\u00edfico y seg\u00fan las normas morales, nuca estar\u00e1 realmente en oposici\u00f3n con la fe, porque las realidades profanas y las realidades de fe tienen su origen en el mismo Dios. M\u00e1s a\u00fan, quien con esp\u00edritu humilde y \u00e1nimo constante se esfuerza por escrutar lo escondido de las cosas, aun sin saberlo, est\u00e1 como guiado por la mano de Dios, que, sosteniendo todas las cosas, hace que sean lo que son\u00bb (GS 36,2).<\/p>


      La libertad de la fe<\/p>

      160 \u00abEl hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios; nadie debe estar obligado contra su voluntad a abrazar la fe. En efecto, el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza\u00bb (DH 10; cf. CIC, can.748,2). \u00abCiertamente, Dios llama a los hombres a servirle en esp\u00edritu y en verdad. Por ello, quedan vinculados por su conciencia, pero no coaccionados…Esto se hizo patente, sobre todo, en Cristo Jes\u00fas\u00bb (DH 11). En efecto, Cristo invit\u00f3 a la fe y a la conversi\u00f3n, \u00e9l no forz\u00f3 jam\u00e1s a nadie jam\u00e1s. \u00abDio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradec\u00edan. Pues su reino…crece por el amor con que Cristo, exaltado en la cruz, atrae a los hombres hacia \u00c9l\u00bb (DH 11).<\/p>


      La necesidad de la fe<\/p>

      161 Creer en Cristo Jes\u00fas y en aqu\u00e9l que lo envi\u00f3 para salvarnos es necesario para obtener esa salvaci\u00f3n (cf. Mc 16,16; Jn 3,36; 6,40 e.a.). \u00abPuesto que `sin la fe… es imposible agradar a Dios’ (Hb 11,6) y llegar a participar en la condici\u00f3n de sus hijos, nadie es justificado sin ella y nadie, a no ser que `haya perseverado en ella hasta el fin’ (Mt 10,22; 24,13), obtendr\u00e1 la vida eterna\u00bb (Cc. Vaticano I: DS 3012; cf. Cc. de Trento: DS 1532).<\/p>


      La perseverancia en la fe<\/p>

      162 La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; S. Pablo advierte de ello a Timoteo: \u00abCombate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe\u00bb (1 Tm 1,18-19). Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Se\u00f1or que la aumente (cf. Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32); debe \u00abactuar por la caridad\u00bb (Ga 5,6; cf. St 2,14-26), ser sostenida por la esperanza (cf. Rom 15,13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia.<\/p>


      La fe, comienzo de la vida eterna<\/p>

      163 La fe nos hace gustar de antemano el gozo y la luz de la visi\u00f3n beat\u00edfica, fin de nuestro caminar aqu\u00ed abajo. Entonces veremos a Dios \u00abcara a cara\u00bb (1 Cor 13,12), \u00abtal cual es\u00bb (1 Jn 3,2). La fe es pues ya el comienzo de la vida eterna:<\/p>

      Mientras que ahora contemplamos las bendiciones de la fe como el reflejo en un espejo, es como si posey\u00e9ramos ya las cosas maravillosas de que nuestra fe nos asegura que gozaremos un d\u00eda ( S. Basilio, Spir. 15,36; cf. S. Tom\u00e1s de A., s.th. 2-2,4,1).<\/p>

      164 Ahora, sin embargo, \u00abcaminamos en la fe y no en la visi\u00f3n\u00bb (2 Cor 5,7), y conocemos a Dios \u00abcomo en un espejo, de una manera confusa,…imperfecta\u00bb (1 Cor 13,12). Luminosa por aquel en quien cree, la fe es vivida con frecuencia en la oscuridad. La fe puede ser puesta a prueba. El mundo en que vivimos parece con frecuencia muy lejos de lo que la fe nos asegura; las experiencias del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la muerte parecen contradecir la buena nueva, pueden estremecer la fe y llegar a ser para ella una tentaci\u00f3n.<\/p>

      165 Entonces es cuando debemos volvernos hacia los testigos de la fe: Abraham, que crey\u00f3, \u00abesperando contra toda esperanza\u00bb (Rom 4,18); la Virgen Mar\u00eda que, en \u00abla peregrinaci\u00f3n de la fe\u00bb (LG 58), lleg\u00f3 hasta la \u00abnoche de la fe\u00bb (Juan Pablo II, R Mat 18) participando en el sufrimiento de su Hijo y en la noche de su sepulcro; y tantos otros testigos de la fe: \u00abTambi\u00e9n nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jes\u00fas, el que inicia y consuma la fe\u00bb (Hb 12,1-2).<\/p>


      Art\u00edculo 2 CREEMOS<\/p>

      166 La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a s\u00ed mismo, como nadie se ha dado la vida a s\u00ed mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jes\u00fas y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslab\u00f3n en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.<\/p>

      167 \u00abCreo\u00bb (S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles): Es la fe de la Iglesia profesada personalmente por cada creyente, principalmente en su bautismo. \u00abCreemos\u00bb (S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla, en el original griego): Es la fe de la Iglesia confesada por los obispos reunidos en Concilio o, m\u00e1s generalmente, por la asamblea lit\u00fargica de los creyentes. \u00abCreo\u00bb, es tambi\u00e9n la Iglesia, nuestra Madre, que responde a Dios por su fe y que nos ense\u00f1a a decir: \u00abcreo\u00bb, \u00abcreemos\u00bb.<\/p>


      I \u00abMIRA, SE\u00d1OR, LA FE DE TU IGLESIA\u00bb<\/p>

      168 La Iglesia es la primera que cree, y as\u00ed conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al Se\u00f1or (\u00abTe per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia\u00bb, cantamos en el Te Deum), y con ella y en ella somos impulsados y llevados a confesar tambi\u00e9n : \u00abcreo\u00bb, \u00abcreemos\u00bb. Por medio de la Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. En el Ritual Romanum, el ministro del bautismo pregunta al catec\u00fameno: \u00ab\u00bfQu\u00e9 pides a la Iglesia de Dios?\u00bb Y la respuesta es: \u00abLa fe\u00bb. \u00ab\u00bfQu\u00e9 te da la fe?\u00bb \u00abLa vida eterna\u00bb.<\/p>

      169 La salvaci\u00f3n viene solo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a trav\u00e9s de la Iglesia, \u00e9sta es nuestra madre: \u00abCreemos en la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra salvaci\u00f3n\u00bb (Fausto de Riez, Spir. 1,2). Porque es nuestra madre, es tambi\u00e9n la educadora de nuestra fe.<\/p>


      II EL LENGUAJE DE LA FE<\/p>

      170 No creemos en las f\u00f3rmulas, sino en las realidades que estas expresan y que la fe nos permite \u00abtocar\u00bb. \u00abEl acto (de fe) del creyente no se detiene en el enunciado, sino en la realidad (enunciada)\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., s.th. 2-2, 1,2, ad 2). Sin embargo, nos acercamos a estas realidades con la ayuda de las formulaciones de la fe. Estas permiten expresar y transmitir la fe, celebrarla en comunidad, asimilarla y vivir de ella cada vez m\u00e1s.<\/p>

      171 La Iglesia, que es \u00abcolumna y fundamento de la verdad\u00bb (1 Tim 3,15), guarda fielmente \u00abla fe transmitida a los santos de una vez para siempre\u00bb (Judas 3). Ella es la que guarda la memoria de las Palabras de Cristo, la que transmite de generaci\u00f3n en generaci\u00f3n la confesi\u00f3n de fe de los Ap\u00f3stoles. Como una madre que ense\u00f1a a sus hijos a hablar y con ello a comprender y a comunicar, la Iglesia, nuestra Madre, nos ense\u00f1a el lenguaje de la fe para introducirnos en la inteligencia y la vida de la fe.<\/p>


      III UNA SOLA FE<\/p>

      172 Desde siglos, a trav\u00e9s de muchas lenguas, culturas, pueblos y naciones, la Iglesia no cesa de confesar su \u00fanica fe, recibida de un solo Se\u00f1or, transmitida por un solo bautismo, enraizada en la convicci\u00f3n de que todos los hombres no tienen m\u00e1s que un solo Dios y Padre (cf. Ef 4,4-6). S. Ireneo de Lyon, testigo de esta fe, declara:<\/p>

      173 \u00abLa Iglesia, en efecto, aunque dispersada por el mundo entero hasta los confines de la tierra, habiendo recibido de los ap\u00f3stoles y de sus disc\u00edpulos la fe… guarda (esta predicaci\u00f3n y esta fe) con cuidado, como no habitando m\u00e1s que una sola casa, cree en ella de una manera id\u00e9ntica, como no teniendo m\u00e1s que una sola alma y un solo coraz\u00f3n, las predica, las ense\u00f1a y las transmite con una voz un\u00e1nime, como no poseyendo m\u00e1s que una sola boca\u00bb (haer. 1, 10,1-2).<\/p>

      174 \u00abPorque, si las lenguas difieren a trav\u00e9s del mundo, el contenido de la Tradici\u00f3n es uno e id\u00e9ntico. Y ni las Iglesias establecidas en Germania tienen otro fe u otra Tradici\u00f3n, ni las que est\u00e1n entre los Iberos, ni las que est\u00e1n entre los Celtas, ni las de Oriente, de Egipto, de Libia, ni las que est\u00e1n establecidas en el centro el mundo…\u00bb (ibid.). \u00abEl mensaje de la Iglesia es, pues, ver\u00eddico y s\u00f3lido, ya que en ella aparece un solo camino de salvaci\u00f3n a trav\u00e9s del mundo entero\u00bb (ibid. 5,20,1).<\/p>

      175 \u00abEsta fe que hemos recibido de la Iglesia, la guardamos con cuidado, porque sin cesar, bajo la acci\u00f3n del Esp\u00edritu de Dios, como un contenido de gran valor encerrado en un vaso excelente, rejuvenece y hace rejuvenecer el vaso mismo que la contiene\u00bb (ibid., 3,24,1).<\/p>


      RESUMEN<\/p>

      176 La fe es una adhesi\u00f3n personal del hombre entero a Dios que se revela. Comprende una adhesi\u00f3n de la inteligencia y de la voluntad a la Revelaci\u00f3n que Dios ha hecho de s\u00ed mismo mediante sus obras y sus palabras.<\/p>

      177 \u00abCreer\u00bb entra\u00f1a, pues, una doble referencia: a la persona y a la verdad; a la verdad por confianza en la persona que la atestigua.<\/p>

      178 No debemos creer en ning\u00fan otro que no sea Dios, Padre, Hijo, y Esp\u00edritu Santo.<\/p>

      \u00a0<\/p>

      179 La fe es un don sobrenatural de Dios. Para creer, el hombre necesita los auxilios interiores del Esp\u00edritu Santo.<\/p>

      180 \u00abCreer\u00bb es un acto humano, consciente y libre, que corresponde a la dignidad de la persona humana.<\/p>

      181 \u00abCreer\u00bb es un acto eclesial. La fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe. La Iglesia es la madre de todos los creyentes. \u00abNadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por madre\u00bb (S. Cipriano, unit. eccl.: PL 4,503A).<\/p>

      182 \u00abCreemos todas aquellas cosas que se contienen en la palabra de Dios escrita o transmitida y son propuestas por la Iglesia… para ser cre\u00eddas como divinamente reveladas\u00bb (Pablo VI, SPF 20).<\/p>

      183 La fe es necesaria para la salvaci\u00f3n. El Se\u00f1or mismo lo afirma: \u00abEl que crea y sea bautizado, se salvar\u00e1; el que no crea, se condenar\u00e1\u00bb (Mc 16,16).<\/p>

      184 \u00abLa fe es un gusto anticipado del conocimiento que nos har\u00e1 bienaventurados en la vida futura\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., comp. 1,2).<\/p>


      EL CREDO<\/p>

      S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles Credo de Nicea-Constantinopla<\/p>

      Creo en Dios, Creo en un solo Dios,
      Padre Todopoderoso, Padre Todopoderoso,
      Creador del cielo y de la tierra. Creador del cielo y de la tierra, de
      todo lo visible y lo invisible.<\/p>

      Creo en Jesucristo, su \u00fanico Hijo, Creo en un solo Se\u00f1or, Jesucristo,
      Nuestro Se\u00f1or, Hijo \u00fanico de Dios,
      nacido del Padre antes de todos los
      siglos: Dios de Dios, Luz de Luz,
      Dios verdadero de Dios verdadero,
      engendrado, no creado,
      de la misma naturaleza del Padre,
      por quien todo fue hecho;
      que por nosotros, los hombres, y
      por nuestra salvaci\u00f3n baj\u00f3 del cielo,<\/p>

      que fue concebido por obra y y por obra del Esp\u00edritu Santo se
      gracia del Esp\u00edritu Santo, encarn\u00f3 de Mar\u00eda, la Virgen, y se
      naci\u00f3 de Santa Mar\u00eda Virgen, hizo hombre;<\/p>

      padeci\u00f3 bajo el poder de Poncio y por nuestra causa fue crucihcado
      Pilato en tiempos de Poncio Pilato;
      fue crucificado, padeci\u00f3
      muerto y sepultado, y fue sepultado,<\/p>

      descendi\u00f3 a los infiernos, y resucit\u00f3 al tercer d\u00eda, seg\u00fan las
      al tercer d\u00eda resucit\u00f3 de entre Escrituras,
      los muertos,
      subi\u00f3 a los cielos y subi\u00f3 al cielo,
      y est\u00e1 sentado a la derecha y est\u00e1 sentado a la derecha del Padre;
      de Dios, Padre todopoderoso.
      Desde all\u00ed ha de venir a y de nuevo vendr\u00e1 con gloria para
      juzgar a vivos y muertos. juzgar a vivos y muertos,
      y su reino no tendr\u00e1 fin.
      Creo en el Esp\u00edritu Santo, Creo en el Esp\u00edritu Santo,
      Se\u00f1or y dador de vida,
      que procede del Padre y del Hijo,
      que con el Padre y el Hijo recibe
      una misma adoraci\u00f3n y gloria,
      y que habl\u00f3 por los profetas.<\/p>

      La santa Iglesia cat\u00f3lica, Creo en la Iglesia, que es una,
      la comuni\u00f3n de los santos, santa, cat\u00f3lica y apost\u00f3lica.
      Confieso que hay un solo Bautismo
      el perd\u00f3n de los pecados, para el perd\u00f3n de los pecados.
      la resurrecci\u00f3n de la carne Espero la resurrecci\u00f3n de los muertos
      y la vida eterna. y la vida del mundo futuro.
      Am\u00e9n. Am\u00e9n.<\/p>

      \u00a0<\/p>


      SEGUNDA SECCION<\/p>

      LA PROFESION DE LA FE CRISTIANA<\/p>

      LOS SIMBOLOS DE LA FE<\/p>

      185 Quien dice \u00abYo creo\u00bb, dice \u00abYo me adhiero a lo que nosotros creemos\u00bb. La comuni\u00f3n en la fe necesita un lenguaje com\u00fan de la fe, normativo para todos y que nos una en la misma confesi\u00f3n de fe.<\/p>

      186 Desde su origen, la Iglesia apost\u00f3lica expres\u00f3 y transmiti\u00f3 su propia fe en f\u00f3rmulas breves y normativas para todos (cf. Rom 10,9; 1 Cor 15,3-5; etc.). Pero muy pronto, la Iglesia quiso tambi\u00e9n recoger lo esencial de su fe en res\u00famenes org\u00e1nicos y articulados destinados obre todo a los candidatos al bautismo:<\/p>

      Esta s\u00edntesis de la fe no ha sido hecha seg\u00fan las opiniones humanas, sino que de toda la Escritura ha s ido recogido lo que hay en ella de m\u00e1s importante, para dar en su integridad la \u00fanica ense\u00f1anza de la fe. Y como el grano de mostaza contiene en un grano muy peque\u00f1o gran n\u00famero de ramas, de igual modo este resumen de la fe encierra en pocas palabras todo el conocimiento de la verdadera piedad contenida en el Antiguo y el Nuevo Testamento (S. Cirilo de Jerusal\u00e9n, catech. ill. 5,12).<\/p>

      187 Se llama a estas s\u00edntesis de la fe \u00abprofesiones de fe\u00bb porque resumen la fe que profesan los cristianos. Se les llama \u00abCredo\u00bb por raz\u00f3n de que en ellas la primera palabra es normalmente : \u00abCreo\u00bb. Se les denomina igualmente \u00abs\u00edmbolos de la fe\u00bb.<\/p>

      188 La palabra griego \u00absymbolon\u00bb significaba la mitad de un objeto partido (por ejemplo, un sello) que se presentaban como una se\u00f1al para darse a conocer. Las partes rotas se pon\u00edan juntas para verificar la identidad del portador. El \u00abs\u00edmbolo de la fe\u00bb es, pues, un signo de identificaci\u00f3n y de comuni\u00f3n entre los creyentes. \u00abSymbolon\u00bb significa tambi\u00e9n recopilaci\u00f3n, colecci\u00f3n o sumario. El \u00abs\u00edmbolo de la fe\u00bb es la recopilaci\u00f3n de las principales verdades de la fe. De ah\u00ed el hecho de que sirva de punto de referencia primero y fundamental de la catequesis.<\/p>

      189 La primera \u00abprofesi\u00f3n de fe\u00bb se hace en el Bautismo. El \u00abs\u00edmbolo de la fe\u00bb es ante todo el s\u00edmbolo bautismal. Puesto que el Bautismo es dado \u00aben el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo\u00bb (Mt 28,19), las verdades de fe profesadas en el Bautismo son articuladas seg\u00fan su referencia a las tres personas de la Sant\u00edsima Trinidad.<\/p>

      190 El S\u00edmbolo se divide, por tanto, en tres partes: \u00abprimero habla de la primera Persona divina y de la obra admirable de la creaci\u00f3n; a continuaci\u00f3n, de la segunda Persona divina y del Misterio de la Redenci\u00f3n de los hombres; finalmente, de la tercera Persona divina, fuente y principio de nuestra santificaci\u00f3n\u00bb (Catech. R. 1,1,3). Son \u00ablos tres cap\u00edtulos de nuestro sello (bautismal)\u00bb (S. Ireneo, dem. 100).<\/p>

      191 \u00abEstas tres partes son distintas aunque est\u00e1n ligadas entre s\u00ed. Seg\u00fan una comparaci\u00f3n empleada con frecuencia por los Padres, las llamamos art\u00edculos. De igual modo, en efecto, que en nuestros miembros hay ciertas articulaciones que los distinguen y los separan, as\u00ed tambi\u00e9n, en esta profesi\u00f3n de fe, se ha dado con propiedad y raz\u00f3n el nombre de art\u00edculos a las verdades que debemos creer en particular y de una manera distinta\u00bb (Catch.R. 1,1,4). Seg\u00fan una antigua tradici\u00f3n, atestiguada ya por S. Ambrosio, se acostumbra a enumerar doce art\u00edculos del Credo, simbolizando con el n\u00famero de los doce ap\u00f3stoles el conjunto de la fe apost\u00f3lica (cf.symb. 8).<\/p>

      192 A lo largo de los siglos, en respuesta a las necesidades de diferentes \u00e9pocas, han sido numerosas las profesiones o s\u00edmbolos de la fe: los s\u00edmbolos de las diferentes Iglesias apost\u00f3licas y antiguas (cf. DS 1-64), el S\u00edmbolo \u00abQuicumque\u00bb, llamado de S. Atanasio (cf. DS 75-76), las profesiones de fe de ciertos Concilios (Toledo: DS 525-541; Letr\u00e1n: DS 800-802; Lyon: DS 851-861; Trento: DS 1862-1870) o de ciertos Papas, como la \u00abfides Damasi\u00bb (cf. DS 71-72) o el \u00abCredo del Pueblo de Dios\u00bb (SPF) de Pablo VI (1968).<\/p>

      193 Ninguno de los s\u00edmbolos de las diferentes etapas de la vida de la Iglesia puede ser considerado como superado e in\u00fatil. Nos ayudan a captar y profundizar hoy la fe de siempre a trav\u00e9s de los diversos res\u00famenes que de ella se han hecho.<\/p>

      Entre todos los s\u00edmbolos de la fe, dos ocupan un lugar muy particular en la vida de la Iglesia:<\/p>

      194 El S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles, llamado as\u00ed porque es considerado con justicia como el resumen fiel de la fe de los ap\u00f3stoles.<\/p>

      195 Es el antiguo s\u00edmbolo bautismal de la Iglesia de Roma. Su gran autoridad le viene de este hecho: \u00abEs el s\u00edmbolo que guarda la Iglesia romana, la que fue sede de Pedro, el primero de los ap\u00f3stoles, y a la cual \u00e9l llev\u00f3 la doctrina com\u00fan\u00bb (S. Ambrosio, symb. 7).<\/p>

      El S\u00edmbolo llamado de Nicea-Constantinopla debe su gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros Concilios ecum\u00e9nicos (325 y 381). Sigue siendo todav\u00eda hoy el s\u00edmbolo com\u00fan a todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente.<\/p>

      196 Nuestra exposici\u00f3n de la fe seguir\u00e1 el S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles, que constituye, por as\u00ed decirlo, \u00abel m\u00e1s antiguo catecismo romano\u00bb. No obstante, la exposici\u00f3n ser\u00e1 completada con referencias constantes al S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla, que con frecuencia es m\u00e1s expl\u00edcito y m\u00e1s detallado.<\/p>

      197 Como en el d\u00eda de nuestro Bautismo, cuando toda nuestra vida fue confiada \u00aba la regla de doctrina\u00bb (Rom 6,17), acogemos el S\u00edmbolo de esta fe nuestra que da la vida. Recitar con fe el Credo es entrar en comuni\u00f3n con Dios Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo, es entrar tambi\u00e9n en comuni\u00f3n con toda la Iglesia que nos transmite la fe y en el seno de la cual creemos:<\/p>

      Este S\u00edmbolo es el sello espiritual, es la meditaci\u00f3n de nuestro coraz\u00f3n y el guardi\u00e1n siempre presente, es, con toda certeza, el tesoro de nuestra alma (S. Ambrosio, symb. 1).<\/p>


      CAPITULO PRIMERO<\/p>

      CREO EN DIOS PADRE<\/p>


      198 Nuestra profesi\u00f3n de fe comienza por Dios, porque Dios es \u00abel Primero y el Ultimo\u00bb (Is 44,6), el Principio y el Fin de todo. El Credo comienza por Dios Padre, porque el Padre es la Primera Persona Divina de la Sant\u00edsima Trinidad; nuestro S\u00edmbolo se inicia con la creaci\u00f3n del Cielo y de la tierra, ya que la creaci\u00f3n es el comienzo y el fundamento de todas las obras de Dios.<\/p>


      Art\u00edculo 1: \u00abCREO EN DIOS, PADRE
      TODOPODEROSO, CREADOR
      DEL CIELO Y DE LA TIERRA\u00bb<\/p>

      P\u00e1rrafo 1 CREO EN DIOS<\/p>

      199 \u00abCreo en Dios\u00bb: Esta primera afirmaci\u00f3n de la profesi\u00f3n de fe es tambi\u00e9n la m\u00e1s fundamental. Todo el S\u00edmbolo habla de Dios, y si habla tambi\u00e9n del hombre y del mundo, lo hace por relaci\u00f3n a Dios. Todos los art\u00edculos del Credo dependen del primero, as\u00ed como los mandamientos son explicitaciones del primero. Los dem\u00e1s art\u00edculos nos hacen conocer mejor a Dios tal como se revel\u00f3 progresivamente a los hombres. \u00abLos fieles hacen primero profesi\u00f3n de creer en Dios\u00bb (Catech.R. 1,2,2).<\/p>

      I \u00abCREO EN UN SOLO DIOS\u00bb<\/p>

      200 Con estas palabras comienza el S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla. La confesi\u00f3n de la unicidad de Dios, que tiene su ra\u00edz en la Revelaci\u00f3n Divina en la Antigua Alianza, es inseparable de la confesi\u00f3n de la existencia de Dios y asimismo tambi\u00e9n fundamental. Dios es Unico: no hay m\u00e1s que un solo Dios: \u00abLa fe cristiana confiesa que hay un solo Dios, por naturaleza, por substancia y por esencia\u00bb (Catech.R., 1,2,2).<\/p>

      201 A Israel, su elegido, Dios se revel\u00f3 como el Unico: \u00abEscucha Israel: el Se\u00f1or nuestro Dios es el \u00fanico Se\u00f1or. Amar\u00e1s al Se\u00f1or tu Dios con todo tu coraz\u00f3n, con toda tu alma y con toda tu fuerza\u00bb (Dt 6,4-5). Por los profetas, Dios llama a Israel y a todas las naciones a volverse a \u00e9l, el Unico: \u00abVolveos a m\u00ed y ser\u00e9is salvados, confines todos de la tierra, porque yo soy Dios, no existe ning\u00fan otro…ante m\u00ed se doblar\u00e1 toda rodilla y toda lengua jurar\u00e1 diciendo: \u00a1S\u00f3lo en Dios hay victoria y fuerza!\u00bb (Is 45,22-24; cf. Flp 2,10-11).<\/p>

      202 Jes\u00fas mismo confirma que Dios es \u00abel \u00fanico Se\u00f1or\u00bb y que es preciso amarle con todo el coraz\u00f3n, con toda el alma, con todo el esp\u00edritu y todas las fuerzas (cf. Mc 12,29-30). Deja al mismo tiempo entender que \u00e9l mismo es \u00abel Se\u00f1or\u00bb (cf. Mc 12,35-37). Confesar que \u00abJes\u00fas es Se\u00f1or\u00bb es lo propio de la fe cristiana. Esto no es contrario a la fe en el Dios Unico. Creer en el Esp\u00edritu Santo, \u00abque es Se\u00f1or y dador de vida\u00bb, no introduce ninguna divisi\u00f3n en el Dios \u00fanico:<\/p>

      Creemos firmemente y afirmamos sin ambages que hay un solo verdadero Dios, inmenso e inmutable, incomprensible, todopoderoso e inefable, Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo: Tres Personas, pero una Esencia, una Substancia o Naturaleza absolutamente simple (Cc. de Letr\u00e1n IV: DS 800).<\/p>


      II DIOS REVELA SU NOMBRE<\/p>

      203 A su pueblo Israel Dios se revel\u00f3 d\u00e1ndole a conocer su Nombre. El nombre expresa la esencia, la identidad de la persona y el sentido de su vida. Dios tiene un nombre. No es una fuerza an\u00f3nima. Comunicar su nombre es darse a conocer a los otros. Es, en cierta manera, comunicarse a s\u00ed mismo haci\u00e9ndose accesible, capaz de ser m\u00e1s \u00edntimamente conocido y de ser invocado personalmente.<\/p>

      204 Dios se revel\u00f3 progresivamente y bajo diversos nombres a su pueblo, pero la revelaci\u00f3n del Nombre Divino, hecha a Mois\u00e9s en la teofan\u00eda de la zarza ardiente, en el umbral del Exodo y de la Alianza del Sina\u00ed, demostr\u00f3 ser la revelaci\u00f3n fundamental tanto para la Antigua como para la Nueva Alianza.<\/p>


      El Dios vivo<\/p>

      205 Dios llama a Mois\u00e9s desde una zarza que arde sin consumirse. Dios dice a Mois\u00e9s: \u00abYo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob\u00bb (Ex 3,6). Dios es el Dios de los padres. El que hab\u00eda llamado y guiado a los patriarcas en sus peregrinaciones. Es el Dios fiel y compasivo que se acuerda de ellos y de sus promesas; viene para librar a sus descendientes de la esclavitud. Es el Dios que m\u00e1s all\u00e1 del espacio y del tiempo lo puede y lo quiere, y que pondr\u00e1 en obra toda su Omnipotencia para este designio.<\/p>

      \u00abYo soy el que soy\u00bb<\/p>

      Mois\u00e9s dijo a Dios: Si voy a los hijos de Israel y les digo: `El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros’; cuando me pregunten: `\u00bfCu\u00e1l es su nombre?’, \u00bfqu\u00e9 les responder\u00e9?\u00bb Dijo Dios a Mois\u00e9s: \u00abYo soy el que soy\u00bb. Y a\u00f1adi\u00f3: \u00abAs\u00ed dir\u00e1s a los hijos de Israel: `Yo soy’ me ha enviado a vosotros\u00bb…Este es ni nombre para siempre, por \u00e9l ser\u00e9 invocado de generaci\u00f3n en generaci\u00f3n\u00bb (Ex 3,13-15).<\/p>

      206 Al revelar su nombre misterioso de YHWH, \u00abYo soy el que es\u00bb o \u00abYo soy el que soy\u00bb o tambi\u00e9n \u00abYo soy el que Yo soy\u00bb, Dios dice qui\u00e9n es y con qu\u00e9 nombre se le debe llamar. Este Nombre Divino es misterioso como Dios es Misterio. Es a la vez un Nombre revelado y como la resistencia a tomar un nombre propio, y por esto mismo expresa mejor a Dios como lo que \u00e9l es, infinitamente por encima de todo lo que podemos comprender o decir: es el \u00abDios escondido\u00bb (Is 45,15), su nombre es inefable (cf. Jc 13,18), y es el Dios que se acerca a los hombres.<\/p>

      207 Al revelar su nombre, Dios revela, al mismo tiempo, su fidelidad que es de siempre y para siempre, valedera para el pasado (\u00abYo soy el Dios de tus padres\u00bb, Ex 3,6) como para el porvenir (\u00abYo estar\u00e9 contigo\u00bb, Ex 3,12). Dios que revela su nombre como \u00abYo soy\u00bb se revela como el Dios que est\u00e1 siempre all\u00ed, presente junto a su pueblo para salvarlo.<\/p>

      208 Ante la presencia atrayente y misteriosa de Dios, el hombre descubre su peque\u00f1ez. Ante la zarza ardiente, Mois\u00e9s se quita las sandalias y se cubre el rostro (cf. Ex 3,5-6) delante de la Santidad Divina. Ante la gloria del Dios tres veces santo, Isa\u00edas exclama: \u00ab\u00a1 Ay de m\u00ed, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros!\u00bb (Is 6,5). Ante los signos divinos que Jes\u00fas realiza, Pedro exclama: \u00abAl\u00e9jate de m\u00ed, Se\u00f1or, que soy un hombre pecador\u00bb (Lc 5,8). Pero porque Dios es santo, puede perdonar al hombre que se descubre pecador delante de \u00e9l: \u00abNo ejecutar\u00e9 el ardor de mi c\u00f3lera…porque soy Dios, no hombre; en medio de ti yo el Santo\u00bb (Os 11,9). El ap\u00f3stol Juan dir\u00e1 igualmente: \u00abTranquilizaremos nuestra conciencia ante \u00e9l, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo\u00bb (1 Jn 3,19-20).<\/p>

      209 Por respeto a su santidad el pueblo de Israel no pronuncia el Nombre de Dios. En la lectura de la Sagrada Escritura, el Nombre revelado es sustituido por el t\u00edtulo divino \u00abSe\u00f1or\u00bb (\u00abAdonai\u00bb, en griego \u00abKyrios\u00bb). Con este t\u00edtulo ser\u00e1 aclamada la divinidad de Jes\u00fas: \u00abJes\u00fas es Se\u00f1or\u00bb.<\/p>


      \u00abDios misericordioso y clemente\u00bb<\/p>

      210 Tras el pecado de Israel, que se apart\u00f3 de Dios para adorar al becerro de oro (cf. Ex 32), Dios escucha la intercesi\u00f3n de Mois\u00e9s y acepta marchar en medio de un pueblo infiel, manifestando as\u00ed su amor (cf. Ex 33,12-17). A Mois\u00e9s, que pide ver su gloria, Dios le responde: \u00abYo har\u00e9 pasar ante tu vista toda mi bondad (belleza) y pronunciar\u00e9 delante de ti el nombre de YHWH\u00bb (Ex 33,18-19). Y el Se\u00f1or pasa delante de Mois\u00e9s, y proclama: \u00abYHWH, YHWH, Dios misericordioso y clemente, tardo a la c\u00f3lera y rico en amor y fidelidad\u00bb (Ex 34,5-6). Mois\u00e9s confiesa entonces que el Se\u00f1or es un Dios que perdona (cf. Ex 34,9).<\/p>

      211 El Nombre Divino \u00abYo soy\u00bb o \u00abEl es\u00bb expresa la fidelidad de Dios que, a pesar de la infidelidad del pecado de los hombres y del castigo que merece, \u00abmantiene su amor por mil generaciones\u00bb (Ex 34,7). Dios revela que es \u00abrico en misericordia\u00bb (Ef 2,4) llegando hasta dar su propio Hijo. Jes\u00fas, dando su vida para librarnos del pecado, revelar\u00e1 que \u00e9l mismo lleva el Nombre divino: \u00abCuando hay\u00e1is levantado al Hijo del hombre, entonces sabr\u00e9is que Yo soy\u00bb (Jn 8,28)<\/p>


      Solo Dios ES<\/p>

      212 En el transcurso de los siglos, la fe de Israel pudo desarrollar y profundizar las riquezas contenidas en la revelaci\u00f3n del Nombre divino. Dios es \u00fanico; fuera de \u00e9l no hay dioses (cf. Is 44,6). Dios transciende el mundo y la historia. El es quien ha hecho el cielo y la tierra: \u00abEllos perecen, mas t\u00fa quedas, todos ellos como la ropa se desgastan…pero t\u00fa siempre el mismo, no tienen fin tus a\u00f1os\u00bb (Sal 102,27-28). En \u00e9l \u00abno hay cambios ni sombras de rotaciones\u00bb (St 1,17). El es \u00abEl que es\u00bb, desde siempre y para siempre y por eso permanece siempre fiel a s\u00ed mismo y a sus promesas.<\/p>

      213 Por tanto, la revelaci\u00f3n del Nombre inefable \u00abYo soy el que soy\u00bb contiene la verdad que s\u00f3lo Dios ES. En este mismo sentido, ya la traducci\u00f3n de los Setenta y, sigui\u00e9ndola, la Tradici\u00f3n de la Iglesia han entendido el Nombre divino: Dios es la plenitud del Ser y de toda perfecci\u00f3n, sin origen y sin fin. Mientras todas las criaturas han recibido de \u00e9l todo su ser y su poseer. El solo es su ser mismo y es por s\u00ed mismo todo lo que es.<\/p>


      III DIOS, \u00abEL QUE ES\u00bb, ES VERDAD Y AMOR<\/p>

      214 Dios, \u00abEl que es\u00bb, se revel\u00f3 a Israel como el que es \u00abrico en amor y fidelidad\u00bb (Ex 34,6). Estos dos t\u00e9rminos expresan de forma condensada las riquezas del Nombre divino. En todas sus obras, Dios muestra su benevolencia, su bondad, su gracia, su amor; pero tambi\u00e9n su fiabilidad, su constancia, su fidelidad, su verdad. \u00abDoy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad\u00bb (Sal 138,2; cf. Sal 85,11). El es la Verdad, porque \u00abDios es Luz, en \u00e9l no hay tiniebla alguna\u00bb (1 Jn 1,5); \u00e9l es \u00abAmor\u00bb, como lo ense\u00f1a el ap\u00f3stol Juan (1 Jn 4,8).<\/p>


      Dios es la Verdad<\/p>

      215 \u00abEs verdad el principio de tu palabra, por siempre, todos tus justos juicios\u00bb (Sal 119,160). \u00abAhora, mi Se\u00f1or Dios, t\u00fa eres Dios, tus palabras son verdad\u00bb (2 S 7,28); por eso las promesas de Dios se realizan siempre (cf. Dt 7,9). Dios es la Verdad misma, sus palabras no pueden enga\u00f1ar. Por ello el hombre se puede entregar con toda confianza a la verdad y a la fidelidad de la palabra de Dios en todas las cosas. El comienzo del pecado y de la ca\u00edda del hombre fue una mentira del tentador que indujo a dudar de la palabra de Dios, de su benevolencia y de su fidelidad.<\/p>

      216 La verdad de Dios es su sabidur\u00eda que rige todo el orden de la creaci\u00f3n y del gobierno del mundo ( cf.Sb 13,1-9). Dios, \u00fanico Creador del cielo y de la tierra (cf. Sal 115,15), es el \u00fanico que puede dar el conocimiento verdadero de todas las cosas creadas en su relaci\u00f3n con El (cf. Sb 7,17-21).<\/p>

      217 Dios es tambi\u00e9n verdadero cuando se revela: La ense\u00f1anza que viene de Dios es \u00abuna doctrina de verdad\u00bb (Ml 2,6). Cuando env\u00ede su Hijo al mundo, ser\u00e1 para \u00abdar testimonio de la Verdad\u00bb (Jn 18,37): \u00abSabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero\u00bb (1 Jn 5,20; cf. Jn 17,3).<\/p>


      Dios es Amor<\/p>

      218 A lo largo de su historia, Israel pudo descubrir que Dios s\u00f3lo ten\u00eda una raz\u00f3n para revel\u00e1rsele y escogerlo entre todos los pueblos como pueblo suyo: su amor gratuito (cf. Dt 4,37; 7,8; 10,15). E Israel comprendi\u00f3, gracias a sus profetas, que tambi\u00e9n por amor Dios no ces\u00f3 de salvarlo (cf. Is 43,1-7) y de perdonarle su infidelidad y sus pecados (cf. Os 2).<\/p>

      219 El amor de Dios a Israel es comparado al amor de un padre a su hijo (Os 11,1). Este amor es m\u00e1s fuerte que el amor de una madre a sus hijos (cf. Is 49,14-15). Dios ama a su Pueblo m\u00e1s que un esposo a su amada (Is 62,4-5); este amor vencer\u00e1 incluso las peores infidelidades (cf. Ez 16; Os 11); llegar\u00e1 hasta el don m\u00e1s precioso: \u00abTanto am\u00f3 Dios al mundo que dio a su Hijo \u00fanico\u00bb (Jn 3,16).<\/p>


      220 El amor de Dios es \u00abeterno\u00bb (Is 54,8). \u00abPorque los montes se correr\u00e1n y las colinas se mover\u00e1n, mas mi amor de tu lado no se apartar\u00e1\u00bb (Is 54,10). \u00abCon amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti\u00bb (Jr 31,3).<\/p>

      221 Pero S. Juan ir\u00e1 todav\u00eda m\u00e1s lejos al afirmar: \u00abDios es Amor\u00bb (1 Jn 4,8.16); el ser mismo de Dios es Amor. Al enviar en la plenitud de los tiempos a su Hijo \u00fanico y al Esp\u00edritu de Amor, Dios revela su secreto m\u00e1s \u00edntimo (cf. 1 Cor 2,7-16; Ef 3,9-12); \u00e9l mismo es una eterna comunicaci\u00f3n de amor: Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo, y nos ha destinado a participar en \u00c9l.<\/p>


      IV CONSECUENCIAS DE LA FE EN EL DIOS UNICO<\/p>

      222 Creer en Dios, el Unico, y amarlo con todo el ser tiene consecuencias inmensas para toda nuestra vida:<\/p>

      223 Es reconocer la grandeza y la majestad de Dios: \u00abs\u00ed, Dios es tan grande que supera nuestra ciencia\u00bb (Jb 36,26). Por esto Dios debe ser \u00abel primer servido\u00bb (Santa Juan de Arco).<\/p>

      224 Es vivir en acci\u00f3n de gracias: Si Dios es el Unico, todo lo que somos y todo lo que poseemos vienen de \u00e9l: \u00ab\u00bfQu\u00e9 tienes que no hayas recibido?\u00bb (1 Co 4,7). \u00ab\u00bfC\u00f3mo pagar\u00e9 al Se\u00f1or todo el bien que me ha hecho?\u00bb (Sal 116,12).<\/p>

      225 Es reconocer la unidad y la verdadera dignidad de todos los hombres: Todos han sido hechos \u00aba imagen y semejanza de Dios\u00bb (Gn 1,26).<\/p>

      226 Es usar bien de las cosas creadas: La fe en Dios, el Unico, nos lleva a usar de todo lo que no es \u00e9l en la medida en que nos acerca a \u00e9l, y a separarnos de ello en la medida en que nos aparta de \u00c9l (cf. Mt 5,29-30; 16, 24; 19,23-24):<\/p>

      Se\u00f1or m\u00edo y Dios m\u00edo, qu\u00edtame todo lo que me aleja de ti. Se\u00f1or m\u00edo y Dios m\u00edo, dame todo lo que me acerca a ti. Se\u00f1or m\u00edo y Dios m\u00edo, desp\u00f3jame de mi mismo para darme todo a ti (S. Nicol\u00e1s de Fl\u00fce, oraci\u00f3n).<\/p>

      227 Es confiar en Dios en todas las circunstancias, incluso en la adversidad. Una oraci\u00f3n de Santa Teresa de Jes\u00fas lo expresa admirablemente:<\/p>

      Nada te turbe \/ Nada te espante
      Todo se pasa \/ Dios no se muda
      La paciencia todo lo alcanza \/
      quien a Dios tiene\/Nada le falta:
      S\u00f3lo Dios basta
      (poes. 30)<\/p>


      RESUMEN<\/p>

      228 \u00abEscucha, Israel, el Se\u00f1or nuestro Dios es el Unico Se\u00f1or…\u00bb (Dt 6,4; Mc 12,29). \u00abEs absolutamente necesario que el Ser supremo sea \u00fanico, es decir, sin igual…Si Dios no es \u00fanico, no es Dios\u00bb (Tertuliano, Marc. 1,3).<\/p>

      229 La fe en Dios nos mueve a volvernos solo a El como a nuestro primer origen y nuestro fin \u00faltimo;, y a no preferirle a nada ni sustituirle con nada.<\/p>

      230 Dios al revelarse sigue siendo Misterio inefable: \u00abSi lo comprendieras, no ser\u00eda Dios\u00bb (S. Agust\u00edn, serm. 52,6,16).<\/p>

      231 El Dios de nuestra fe se ha revelado como El que es; se ha dado a conocer como \u00abrico en amor y fidelidad\u00bb (Ex 34,6). Su Ser mismo es Verdad y Amor.<\/p>

      \u00a0<\/p>

      P\u00e1rrafo 2 EL PADRE<\/p>

      I \u00abEN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO
      Y DEL ESPIRITU SANTO\u00bb<\/p>

      232 Los cristianos son bautizados \u00aben el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo\u00bb (Mt 28,19). Antes responden \u00abCreo\u00bb a la triple pregunta que les pide confesar su fe en el Padre, en el Hijo y en el Esp\u00edritu: \u00abFides omnium christianorum in Trinitate consistit\u00bb (\u00abLa fe de todos los cristianos se cimenta en la Sant\u00edsima Trinidad\u00bb) (S. Ces\u00e1reo de Arl\u00e9s, symb.).<\/p>

      233 Los cristianos son bautizados en \u00abel nombre\u00bb del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo y no en \u00ablos nombres\u00bb de estos (cf. Profesi\u00f3n de fe del Papa Vigilio en 552: DS 415), pues no hay m\u00e1s que un solo Dios, el Padre todopoderoso y su Hijo \u00fanico y el Esp\u00edritu Santo: la Sant\u00edsima Trinidad.<\/p>

      234 El misterio de la Sant\u00edsima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en s\u00ed mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la ense\u00f1anza m\u00e1s fundamental y esencial en la \u00abjerarqu\u00eda de las verdades de fe\u00bb (DCG 43). \u00abToda la historia de la salvaci\u00f3n no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y \u00fanico, Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el pecado, y se une con ellos\u00bb (DCG 47).<\/p>

      235 En este p\u00e1rrafo, se expondr\u00e1 brevemente de qu\u00e9 manera es revelado el misterio de la Bienaventurada Trinidad (I), c\u00f3mo la Iglesia ha formulado la doctrina de la fe sobre este misterio (II), y finalmente c\u00f3mo, por las misiones divinas del Hijo y del Esp\u00edritu Santo, Dios Padre realiza su \u00abdesignio amoroso\u00bb de creaci\u00f3n, de redenci\u00f3n, y de santificaci\u00f3n (III).<\/p>

      236 Los Padres de la Iglesia distinguen entre la \u00abTheologia\u00bb y la \u00abOikonomia\u00bb, designando con el primer t\u00e9rmino el misterio de la vida \u00edntima del Dios-Trinidad, con el segundo todas las obras de Dios por las que se revela y comunica su vida. Por la \u00abOikonomia\u00bb nos es revelada la \u00abTheologia\u00bb; pero inversamente, es la \u00abTheologia\u00bb, quien esclarece toda la \u00abOikonomia\u00bb. Las obras de Dios revelan qui\u00e9n es en s\u00ed mismo; e inversamente, el misterio de su Ser \u00edntimo ilumina la inteligencia de todas sus obras. As\u00ed sucede, anal\u00f3gicamente, entre las personas humanas, La persona se muestra en su obrar y a medida que conocemos mejor a una persona, mejor comprendemos su obrar.<\/p>

      237 La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los \u00abmisterios escondidos en Dios, que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto\u00bb (Cc. Vaticano I: DS 3015. Dios, ciertamente, ha dejado huellas de su ser trinitario en su obra de Creaci\u00f3n y en su Revelaci\u00f3n a lo largo del Antiguo Testamento. Pero la intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola raz\u00f3n e incluso a la fe de Israel antes de la Encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios y el env\u00edo del Esp\u00edritu Santo.<\/p>


      II LA REVELACION DE DIOS COMO TRINIDAD<\/p>

      El Padre revelado por el Hijo<\/p>

      238 La invocaci\u00f3n de Dios como \u00abPadre\u00bb es conocida en muchas religiones. La divinidad es con frecuencia considerada como \u00abpadre de los dioses y de los hombres\u00bb. En Israel, Dios es llamado Padre en cuanto Creador del mundo (Cf. Dt 32,6; Ml 2,10). Pues a\u00fan m\u00e1s, es Padre en raz\u00f3n de la alianza y del don de la Ley a Israel, su \u00abprimog\u00e9nito\u00bb (Ex 4,22). Es llamado tambi\u00e9n Padre del rey de Israel (cf. 2 S 7,14). Es muy especialmente \u00abel Padre de los pobres\u00bb, del hu\u00e9rfano y de la viuda, que est\u00e1n bajo su protecci\u00f3n amorosa (cf. Sal 68,6).<\/p>

      239 Al designar a Dios con el nombre de \u00abPadre\u00bb, el lenguaje de la fe indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y autoridad transcendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada tambi\u00e9n mediante la imagen de la maternidad (cf. Is 66,13; Sal 131,2) que indica m\u00e1s expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y su criatura. El lenguaje de la fe se sirve as\u00ed de la experiencia humana de los padres que son en cierta manera los primeros representantes de Dios para el hombre. Pero esta experiencia dice tambi\u00e9n que los padres humanos son falibles y que pueden desfigurar la imagen de la paternidad y de la maternidad. Conviene recordar, entonces, que Dios transciende la distinci\u00f3n humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios. Transciende tambi\u00e9n la paternidad y la maternidad humanas (cf. Sal 27,10), aunque sea su origen y medida (cf. Ef 3,14; Is 49,15): Nadie es padre como lo es Dios.<\/p>

      240 Jes\u00fas ha revelado que Dios es \u00abPadre\u00bb en un sentido nuevo: no lo es s\u00f3lo en cuanto Creador; \u00c9l es eternamente Padre en relaci\u00f3n a su Hijo \u00fanico, el cual eternamente es Hijo s\u00f3lo en relaci\u00f3n a su Padre: \u00abNadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar\u00bb (Mt 11,27).<\/p>

      241 Por eso los ap\u00f3stoles confiesan a Jes\u00fas como \u00abel Verbo que en el principio estaba junto a Dios y que era Dios\u00bb (Jn 1,1), como \u00abla imagen del Dios invisible\u00bb (Col 1,15), como \u00abel resplandor de su gloria y la impronta de su esencia\u00bb Hb 1,3).<\/p>

      242 Despu\u00e9s de ellos, siguiendo la tradici\u00f3n apost\u00f3lica, la Iglesia confes\u00f3 en el a\u00f1o 325 en el primer concilio ecum\u00e9nico de Nicea que el Hijo es \u00abconsubstancial\u00bb al Padre, es decir, un solo Dios con \u00e9l. El segundo concilio ecum\u00e9nico, reunido en Constantinopla en el a\u00f1o 381, conserv\u00f3 esta expresi\u00f3n en su formulaci\u00f3n del Credo de Nicea y confes\u00f3 \u00abal Hijo Unico de Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, consubstancial al Padre\u00bb (DS 150).<\/p>


      El Padre y el Hijo revelados por el Esp\u00edritu<\/p>

      243 Antes de su Pascua, Jes\u00fas anuncia el env\u00edo de \u00abotro Par\u00e1clito\u00bb (Defensor), el Esp\u00edritu Santo. Este, que actu\u00f3 ya en la Creaci\u00f3n (cf. Gn 1,2) y \u00abpor los profetas\u00bb (Credo de Nicea-Constantinopla), estar\u00e1 ahora junto a los disc\u00edpul os y en ellos (cf. Jn 14,17), para ense\u00f1arles (cf. Jn 14,16) y conducirlos \u00abhasta la verdad completa\u00bb (Jn 16,13). El Esp\u00edritu Santo es revelado as\u00ed como otra persona divina con relaci\u00f3n a Jes\u00fas y al Padre.<\/p><\/li><\/ul><\/li><\/ul>

      244\u00a0 El origen eterno del Esp\u00edritu se revela en su misi\u00f3n temporal. El Esp\u00edritu Santo es enviado a los Ap\u00f3stoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26; 15,26; 16,14). El env\u00edo de la persona del Esp\u00edritu tras la glorificaci\u00f3n de Jes\u00fas (cf. Jn 7,39), revela en plenitud el misterio de la Santa Trinidad.<\/p>

      245\u00a0\u00a0 La fe apost\u00f3lica relativa al Esp\u00edritu fue confesada por el segundo Concilio ecum\u00e9nico en el a\u00f1o 381 en Constantinopla: \u00abCreemos en el Esp\u00edritu Santo, Se\u00f1or y dador de vida, que procede del Padre\u00bb (DS 150). La Iglesia reconoce as\u00ed al Padre como \u00abla fuente y el origen de toda la divinidad\u00bb (Cc. de Toledo VI, a\u00f1o 638: DS 490). Sin embargo, el origen eterno del Esp\u00edritu Santo est\u00e1 en conexi\u00f3n con el del Hijo: \u00abEl Esp\u00edritu Santo, que es la tercera persona de la Trinidad, es Dios, uno e igual al Padre y al Hijo, de la misma sustancia y tambi\u00e9n de la misma naturaleza: Por eso, no se dice que es s\u00f3lo el Esp\u00edritu del Padre, sino a la vez el esp\u00edritu del Padre y del Hijo\u00bb (Cc. de Toledo XI, a\u00f1o 675: DS 527). El Credo del Concilio de Constantinopla (a\u00f1o 381) confiesa: \u00abCon el Padre y el Hijo recibe una misma adoraci\u00f3n y gloria\u00bb (DS 150).<\/p>

      246\u00a0 La tradici\u00f3n latina del Credo confiesa que el Esp\u00edritu \u00abprocede del Padre y del Hijo (filioque)<\/em>\u00ab. El Concilio de Florencia, en el a\u00f1o 1438, explicita: \u00abEl Esp\u00edritu Santo tiene su esencia y su ser a la vez del Padre y del Hijo y procede eternamente tanto del Uno como del Otro como de un solo Principio y por una sola espiraci\u00f3n…Y porque todo lo que pertenece al Padre, el Padre lo dio a su Hijo \u00fanico, al engendrarlo, a excepci\u00f3n de su ser de Padre, esta procesi\u00f3n misma del Esp\u00edritu Santo a partir del Hijo, \u00e9ste la tiene eternamente de su Padre que lo engendr\u00f3 eternamente\u00bb (DS 1300-1301).<\/p>

      247\u00a0\u00a0 La afirmaci\u00f3n del filioque<\/em> no figuraba en el s\u00edmbolo confesado el a\u00f1o 381 en Constantinopla. Pero sobre la base de una antigua tradici\u00f3n latina y alejandrina, el Papa S. Le\u00f3n la hab\u00eda ya confesado dogm\u00e1ticamente el a\u00f1o 447 (cf. DS 284) antes incluso que Roma conociese y recibiese el a\u00f1o 451, en el concilio de Calcedonia, el s\u00edmbolo del 381. El uso de esta f\u00f3rmula en el Credo fue poco a poco admitido en la liturgia latina (entre los siglos VIII y XI). La introducci\u00f3n del Filioque en el S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla por la liturgia latina constituye, todav\u00eda hoy, un motivo de no convergencia con las Iglesias ortodoxas.<\/p>

      248\u00a0 La tradici\u00f3n oriental expresa en primer lugar el car\u00e1cter de origen primero del Padre por relaci\u00f3n al Esp\u00edritu Santo. Al confesar al Esp\u00edritu como \u00absalido del Padre\u00bb (Jn 15,26), esa tradici\u00f3n afirma que este procede del Padre por el Hijo (cf. AG 2). La tradici\u00f3n occidental expresa en primer lugar la comuni\u00f3n consubstancial entre el Padre y el Hijo diciendo que el Esp\u00edritu procede del Padre y del Hijo (Filioque). Lo dice \u00abde manera leg\u00edtima y razonable\u00bb (Cc. de Florencia, 1439: DS 1302), porque el orden eterno de las personas divinas en su comuni\u00f3n consubstancial implica que el Padre sea el origen primero del Esp\u00edritu en tanto que \u00abprincipio sin principio\u00bb (DS 1331), pero tambi\u00e9n que, en cuanto Padre del Hijo Unico, sea con \u00e9l \u00abel \u00fanico principio de que procede el Esp\u00edritu Santo\u00bb (Cc. de Lyon II, 1274: DS 850). Esta leg\u00edtima complementariedad, si no se desorbita, no afecta a la identidad de la fe en la realidad del mismo misterio confesado.<\/p>

      III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA SANTISIMA TRINIDAD EN LA DOCTRINA DE LA FE<\/strong><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La formaci\u00f3n del dogma trinitario<\/strong><\/p>

      249\u00a0 La verdad revelada de la Santa Trinidad ha estado desde los or\u00edgenes en la ra\u00edz de la fe viva de la Iglesia, principalmente en el acto del bautismo. Encuentra su expresi\u00f3n en la regla de la fe bautismal, formulada en la predicaci\u00f3n, la catequesis y la oraci\u00f3n de la Iglesia. Estas formulaciones se encuentran ya en los escritos apost\u00f3licos, como este saludo recogido en la liturgia eucar\u00edstica: \u00abLa gracia del Se\u00f1or Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comuni\u00f3n del Esp\u00edritu Santo sean con todos vosotros\u00bb (2 Co 13,13; cf. 1 Cor 12,4-6; Ef 4,4-6).<\/p>

      250\u00a0 Durante los primeros siglos, la Iglesia formula m\u00e1s expl\u00edcitamente su fe trinitaria tanto para profundizar su propia inteligencia de la fe como para defenderla contra los errores que la deformaban. Esta fue la obra de los Concilios antiguos, ayudados por el trabajo teol\u00f3gico de los Padres de la Iglesia y sostenidos por el sentido de la fe del pueblo cristiano.<\/p>

      251\u00a0\u00a0 Para la formulaci\u00f3n del dogma de la Trinidad, la Iglesia debi\u00f3 crear una terminolog\u00eda propia con ayuda de nociones de origen filos\u00f3fico: \u00absubstancia\u00bb, \u00abpersona\u00bb o \u00abhip\u00f3stasis\u00bb, \u00abrelaci\u00f3n\u00bb, etc. Al hacer esto, no somet\u00eda la fe a una sabidur\u00eda humana, sino que daba un sentido nuevo, sorprendente, a estos t\u00e9rminos destinados tambi\u00e9n a significar en adelante un Misterio inefable, \u00abinfinitamente m\u00e1s all\u00e1 de todo lo que podemos concebir seg\u00fan la medida humana\u00bb (Pablo VI, SPF 2).<\/p>

      252\u00a0\u00a0 La Iglesia utiliza el t\u00e9rmino \u00absubstancia\u00bb (traducido a veces tambi\u00e9n por \u00abesencia\u00bb o por \u00abnaturaleza\u00bb) para designar el ser divino en su unidad; el t\u00e9rmino \u00abpersona\u00bb o \u00abhip\u00f3stasis\u00bb para designar al Padre, al Hijo y al Esp\u00edritu Santo en su distinci\u00f3n real entre s\u00ed; el t\u00e9rmino \u00abrelaci\u00f3n\u00bb para designar el hecho de que su distinci\u00f3n reside en la referencia de cada uno a los otros.<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El dogma de la Sant\u00edsima Trinidad<\/strong><\/p>

      253\u00a0\u00a0 La Trinidad es una<\/em>. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: \u00abla Trinidad consubstancial\u00bb (Cc. Constantinopla II, a\u00f1o 553: DS 421). Las personas divinas no se reparten la \u00fanica divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: \u00abEl Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Esp\u00edritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza\u00bb (Cc. de Toledo XI, a\u00f1o 675: DS 530). \u00abCada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina\u00bb (Cc. de Letr\u00e1n IV, a\u00f1o 1215: DS 804).<\/p>

      254\u00a0\u00a0 Las personas divinas son realmente distintas entre si<\/em>. \u00abDios es \u00fanico pero no solitario\u00bb (Fides Damasi: DS 71). \u00abPadre\u00bb, \u00abHijo\u00bb, Esp\u00edritu Santo\u00bb no son simplemente nombres que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre s\u00ed: \u00abEl que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo,\u00a0 ni el Esp\u00edritu Santo el que es el Padre o el Hijo\u00bb (Cc. de Toledo XI, a\u00f1o 675: DS 530). Son distintos entre s\u00ed por sus relaciones de origen: \u00abEl Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Esp\u00edritu Santo es quien procede\u00bb (Cc. Letr\u00e1n IV, a\u00f1o 1215: DS 804). La Unidad divina es Trina<\/em>.<\/p>

      255\u00a0\u00a0 Las personas divinas son relativas unas a otras<\/em>. La distinci\u00f3n real de las personas entre s\u00ed, porque no divide la unidad divina, reside \u00fanicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: \u00abEn los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Esp\u00edritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia\u00bb (Cc. de Toledo XI, a\u00f1o 675: DS 528). En efecto, \u00abtodo es uno (en ellos) donde no existe\u00a0 oposici\u00f3n de relaci\u00f3n\u00bb (Cc. de Florencia, a\u00f1o 1442: DS 1330). \u00abA causa de esta unidad, el Padre est\u00e1 todo en el Hijo, todo en el Esp\u00edritu Santo; el Hijo est\u00e1 todo en el Padre, todo en el Esp\u00edritu Santo; el Esp\u00edritu Santo est\u00e1 todo en el Padre, todo en el Hijo\u00bb (Cc. de Florencia 1442: DS 1331).<\/p>

      256\u00a0 A los catec\u00famenos de Constantinopla, S. Gregorio Nacianceno, llamado tambi\u00e9n \u00abel Te\u00f3logo\u00bb, conf\u00eda este resumen de la fe trinitaria:<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ante todo, guardadme este buen dep\u00f3sito, por el cual vivo y combato, con el cual quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los placeres: quiero decir la profesi\u00f3n de fe en el Padre y el Hijo y el Esp\u00edritu Santo. Os la conf\u00edo hoy. Por ella os introducir\u00e9 dentro de poco en el agua y os sacar\u00e9 de ella. Os la doy como compa\u00f1era y patrona de toda vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta. Divinidad sin distinci\u00f3n de substancia o de naturaleza, sin grado superior que eleve o grado inferior que abaje…Es la infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno, considerado en s\u00ed mismo, es Dios todo entero…Dios los Tres considerados en conjunto…No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me ba\u00f1a con su esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la unidad me posee de nuevo…(0r. 40,41: PG 36,417).<\/p>

      IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS OBRAS DIVINAS Y LAS MISIONES TRINITARIAS<\/strong><\/p>

      257\u00a0\u00a0 \u00abO lux beata Trinitas et principalis Unitas!\u00bb (\u00ab\u00a1Oh Trinidad, luz bienaventurada y unidad esencial!\u00bb) (LH, himno de v\u00edsperas) Dios es eterna beatitud, vida inmortal, luz sin ocaso. Dios es amor: Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo. Dios quiere comunicar libremente la gloria de su vida bienaventurada. Tal es el \u00abdesignio benevolente\u00bb (Ef 1,9) que concibi\u00f3 antes de la creaci\u00f3n del mundo en su Hijo amado, \u00abpredestin\u00e1ndonos a la adopci\u00f3n filial en \u00e9l\u00bb (Ef 1,4-5), es decir, \u00aba reproducir la imagen de su Hijo\u00bb (Rom 8,29) gracias al \u00abEsp\u00edritu de adopci\u00f3n filial\u00bb (Rom 8,15). Este designio es una \u00abgracia dada antes de todos los siglos\u00bb (2 Tm 1,9-10), nacido inmediatamente del amor trinitario. Se despliega en la obra de la creaci\u00f3n, en toda la historia de la salvaci\u00f3n despu\u00e9s de la ca\u00edda, en las misiones del Hijo y del Esp\u00edritu, cuya prolongaci\u00f3n es la misi\u00f3n de la Iglesia (cf. AG 2-9).<\/p>

      258\u00a0 Toda la econom\u00eda divina es la obra com\u00fan de las tres personas divinas. Porque la Trinidad, del mismo modo que tiene una sola y misma naturaleza, as\u00ed tambi\u00e9n tiene una sola y misma operaci\u00f3n (cf. Cc. de Constantinopla, a\u00f1o 553: DS 421). \u00abEl Padre, el Hijo y el Esp\u00edritu Santo no son tres principios de las criaturas, sino un solo principio\u00bb (Cc. de Florencia, a\u00f1o 1442: DS 1331).\u00a0 Sin embargo, cada persona divina realiza la obra com\u00fan seg\u00fan su propiedad personal. As\u00ed la Iglesia confiesa, siguiendo al Nuevo Testamento (cf. 1 Co 8,6): \u00abuno es Dios y Padre de quien proceden todas las cosas, un solo el Se\u00f1or Jesucristo por el cual son todas las cosas, y uno el Esp\u00edritu Santo en quien son todas las cosas (Cc. de Constantinopla II: DS 421). Son, sobre todo, las misiones divinas de la Encarnaci\u00f3n del Hijo y del don del Esp\u00edritu Santo las que manifiestan las propiedades de las personas divinas.<\/p>

      259\u00a0 Toda la econom\u00eda divina, obra a la vez com\u00fan y personal, da a conocer la propiedad de las personas divinas y su naturaleza \u00fanica. As\u00ed, toda la vida cristiana es comuni\u00f3n con cada una de las personas divinas, sin separarlas de ning\u00fan modo. El que da gloria al Padre lo hace por el Hijo en el Esp\u00edritu Santo; el que sigue a Cristo, lo hace porque el Padre lo atrae (cf. Jn 6,44) y el Esp\u00edritu lo mueve (cf. Rom 8,14).<\/p>

      260\u00a0 El fin \u00faltimo de toda la econom\u00eda divina es la entrada de las criaturas en la unidad perfecta de la Bienaventurada Trinidad (cf. Jn 17,21-23). Pero desde ahora somos llamados a ser habitados por la Sant\u00edsima Trinidad: \u00abSi alguno me ama -dice el Se\u00f1or- guardar\u00e1 mi Palabra, y mi Padre le amar\u00e1, y vendremos a \u00e9l, y haremos morada en \u00e9l\u00bb (Jn 14,23).<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios m\u00edo, Trinidad que adoro, ay\u00fadame a olvidarme enteramente de m\u00ed mismo para establecerme en ti, inm\u00f3vil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve m\u00e1s lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jam\u00e1s solo en ella, sino que yo est\u00e9 all\u00ed enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoraci\u00f3n, entregada sin reservas a tu acci\u00f3n creadora (Oraci\u00f3n de la Beata Isabel de la Trinidad).<\/p>

      RESUMEN<\/strong><\/p>

      261\u00a0\u00a0 El misterio de la Sant\u00edsima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. S\u00f3lo Dios puede d\u00e1rnoslo a conocer revel\u00e1ndose como Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      262\u00a0\u00a0 La Encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es consubstancial al Padre, es decir, que es en \u00e9l y con \u00e9l el mismo y \u00fanico Dios.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      263\u00a0\u00a0 La misi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo (cf. Jn 14,26) y por el Hijo \u00abde junto al Padre\u00bb (Jn 15,26), revela que \u00e9l es con ellos el mismo Dios \u00fanico. \u00abCon el Padre y el Hijo recibe una misma adoraci\u00f3n y gloria\u00bb.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      264\u00a0\u00a0 \u00abEl Esp\u00edritu Santo procede del Padre en cuanto fuente primera y, por el don eterno de este al Hijo, del Padre y del Hijo en comuni\u00f3n\u00bb (S. Agust\u00edn, Trin. 15,26,47).<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      265\u00a0\u00a0 Por la gracia del bautismo \u00aben el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo\u00bb somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aqu\u00ed abajo en la oscuridad de la fe y, despu\u00e9s de la muerte, en la luz eterna (cf. Pablo VI, SPF 9).<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      266\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abLa fe cat\u00f3lica es esta: que veneremos un Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, no confundiendo las personas, ni separando las substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Esp\u00edritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo una es la divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad\u00bb (Symbolum \u00abQuicumque\u00bb).<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      267 Las personas divinas, inseparables en lo su ser, son tambi\u00e9n inseparables en su obrar. Pero en la \u00fanica operaci\u00f3n divina cada una manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las misiones divinas de la Encarnaci\u00f3n del Hijo y del don del Esp\u00edritu Santo.<\/em><\/p>

      P\u00e1rrafo 3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL TODOPODEROSO<\/strong><\/p>

      \u00a0<\/p>

      268 De todos los atributos divinos, s\u00f3lo la omnipotencia de Dios es nombrada en el S\u00edmbolo: confesarla tiene un gran alcance para nuestra vida. Creemos que es esa omnipotencia universal<\/em>, porque Dios, que ha creado todo (cf. Gn 1,1; Jn 1,3), rige todo y lo puede todo; es amorosa, porque Dios es nuestro Padre (cf. Mt 6,9); es misteriosa<\/em>, porque s\u00f3lo la fe puede descubrirla cuando \u00abse manifiesta en la debilidad\u00bb (2 Co 12,9; cf. 1 Co 1,18).<\/p>

      269\u00a0\u00a0\u00a0 Las Sagradas Escrituras confiesan con frecuencia el poder universal de Dios. Es llamado \u00abel Poderoso de Jacob\u00bb (Gn 49,24; Is 1,24, etc.), \u00abel Se\u00f1or de los ej\u00e9rcitos\u00bb, \u00abel Fuerte, el Valeroso\u00bb (Sal 24,8-10). Si Dios es Todopoderoso \u00aben el cielo y en la tierra\u00bb\u00a0 (Sal 135,6), es porque \u00e9l los ha hecho. Por tanto, nada ale es imposible (cf. Jr 32,17; Lc 1,37) y dispone a su voluntad de su obra (cf. Jr 27,5); es el Se\u00f1or del universo, cuyo orden ha establecido, que le permanece enteramente sometido y disponible; es el Se\u00f1or de la historia: gobierna los corazones y los acontecimientos seg\u00fan su voluntad (cf. Est 4,17b; Pr 21,1; Tb 13,2): \u00abEl actuar con inmenso poder siempre est\u00e1 en tu mano. \u00bfQui\u00e9n podr\u00e1 resistir la fuerza de tu brazo?\u00bb (Sb 11,21).<\/p>

      \u00a0<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abTe compadeces de todos porque lo puedes todo\u00bb (Sb 11,23)<\/strong><\/p>

      \u00a0<\/p>

      270 Dios es el Padre todopoderoso. Su paternidad y su poder se esclarecen mutuamente. Muestra, en efecto, su omnipotencia paternal por la manera como cuida de nuestras necesidades (cf. Mt 6,32); por la adopci\u00f3n filial que nos da (\u00abYo ser\u00e9 para vosotros padre, y vosotros ser\u00e9is para m\u00ed hijos e hijas, dice el Se\u00f1or todopoderoso\u00bb: 2 Co 6,18); finalmente, por su misericordia infinita, pues muestra su poder en el m\u00e1s alto grado perdonando libremente los pecados.<\/p>

      \u00a0<\/p>

      271\u00a0 La omnipotencia divina no es en modo alguno arbitraria: \u00abEn Dios el poder y la esencia, la voluntad y la inteligencia, la sabidur\u00eda y la justicia son una sola cosa, de suerte que nada puede haber en el poder divino que no pueda estar en la justa voluntad de Dios o en su sabia inteligencia\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., s.th. 1,25,5, ad 1).<\/p>

      \u00a0<\/p>

      \u00a0<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El misterio de la aparente impotencia de Dios<\/p>

      272\u00a0\u00a0\u00a0 La fe en Dios Padre Todopoderoso puede ser puesta a prueba por la experiencia del mal y del sufrimiento. A veces Dios puede parecer ausente e incapaz de impedir el mal. Ahora bien, Dios Padre ha revelado su omnipotencia de la manera m\u00e1s misteriosa en el anonadamiento voluntario y en la Resurrecci\u00f3n de su Hijo, por los cuales ha vencido el mal. As\u00ed, Cristo crucificado es \u00abpoder de Dios y sabidur\u00eda de Dios. Porque la necedad divina es m\u00e1s sabia que la sabidur\u00eda de los hombres, y la debilidad divina, m\u00e1s fuerte que la fuerza de los hombres\u00bb (1 Co 2, 24-25). En la Resurrecci\u00f3n y en la exaltaci\u00f3n de Cristo es donde el Padre \u00abdespleg\u00f3 el vigor de su fuerza\u00bb y manifest\u00f3 \u00abla soberana grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes\u00bb (Ef 1,19-22).<\/p>

      273\u00a0\u00a0\u00a0 S\u00f3lo la fe puede adherir a las v\u00edas misteriosas de la omnipotencia de Dios. Esta fe se glor\u00eda de sus debilidades con el fin de atraer sobre s\u00ed el poder de Cristo (cf. 2 Co 12,9; Flp 4,13). De esta fe, la Virgen Mar\u00eda es el modelo supremo: ella crey\u00f3 que \u00abnada es imposible para Dios\u00bb (Lc 1,37) y pudo proclamar las grandezas del Se\u00f1or: \u00abel Poderoso ha hecho en mi favor maravillas, Santo es su nombre\u00bb (Lc1,49).<\/p>

      274\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abNada es, pues, m\u00e1s propio para afianzar nuestra Fe y nuestra Esperanza que la convicci\u00f3n profundamente arraigada en nuestras almas de que nada es imposible para Dios. Porque todo lo que (el Credo) propondr\u00e1 luego a nuestra fe, las cosas m\u00e1s grandes, las m\u00e1s incomprensibles, as\u00ed como las m\u00e1s elevadas por encima de las leyes ordinarias de la naturaleza, en la medida en que nuestra raz\u00f3n tenga la idea de la omnipotencia divina, las admitir\u00e1 f\u00e1cilmente y sin vacilaci\u00f3n alguna\u00bb (Catech. R. 1,2,13).<\/p>

      \u00a0<\/p>

      RESUMEN<\/p>

      275\u00a0\u00a0\u00a0 Con Job, el justo, confesamos: \u00abS\u00e9 que eres Todopoderoso: lo que piensas, lo puedes realizar\u00bb (Job 42,2).<\/p>

      276\u00a0\u00a0\u00a0 Fiel al testimonio de la Escritura, la Iglesia dirige con frecuencia su oraci\u00f3n al \u00abDios todopoderoso y eterno\u00bb (\u00abomnipotens sempiterne Deus…\u00bb), creyendo firmemente que \u00abnada es imposible para Dios\u00bb (Gn 18,14; Lc 1,37; Mt 19,26).<\/p>

      277\u00a0\u00a0\u00a0 Dios manifiesta su omnipotencia convirti\u00e9ndonos de nuestros pecados y restableci\u00e9ndonos en su amistad por la gracia (\u00abDeus, qui omnipotentiam tuam parcendo maxime et miserando manifestas…\u00bb -\u00abOh Dios, que manifiestas especialmente tu poder con el perd\u00f3n y la misericordia…\u00bb- : MR, colecta del Dom XXVI).<\/p>

      278\u00a0\u00a0\u00a0 De no ser por nuestra fe en que el amor de Dios es todopoderoso, \u00bfc\u00f3mo creer que el Padre nos ha podido crear, el Hijo rescatar, el Esp\u00edritu Santo santificar?<\/p>

      \u00a0<\/p>

      P\u00e1rrafo 4\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL CREADOR<\/p>

      279\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abEn el principio, Dios cre\u00f3 el cielo y la tierra\u00bb (Gn 1,1). Con estas palabras solemnes comienza la Sagrada Escritura. El S\u00edmbolo de la fe las recoge confesando a Dios Padre Todopoderoso como \u00abel Creador del cielo y de la tierra\u00bb, \u00abdel universo visible e invisible\u00bb. Hablaremos, pues, primero del Creador, luego de su creaci\u00f3n, finalmente de la ca\u00edda del pecado de la que Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a levantarnos.<\/p>

      280\u00a0\u00a0\u00a0 La creaci\u00f3n es el fundamento de \u00abtodos los designios salv\u00edficos de Dios\u00bb, \u00abel comienzo de la historia de la salvaci\u00f3n\u00bb (DCG 51), que culmina en Cristo. Inversamente, el Misterio de Cristo es la luz decisiva sobre el Misterio de la creaci\u00f3n; revela el fin en vista del cual, \u00abal principio, Dios cre\u00f3 el cielo y la tierra\u00bb (Gn 1,1): desde el principio Dios preve\u00eda la gloria de la nueva creaci\u00f3n en Cristo (cf. Rom 8,18-23).<\/p>

      281\u00a0\u00a0\u00a0 Por esto, las lecturas de la Noche Pascual, celebraci\u00f3n de la creaci\u00f3n nueva en Cristo, comienzan con el relato de la creaci\u00f3n; de igual modo, en la liturgia bizantina, el relato de la creaci\u00f3n constituye siempre la primera lectura de las vigilias de las grandes fiestas del Se\u00f1or. Seg\u00fan el testimonio de los antiguos, la instrucci\u00f3n de los catec\u00famenos para el bautismo sigue el mismo camino (cf. Aeteria, pereg. 46;\u00a0 S. Agust\u00edn, catech. 3,5).<\/p>

      I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CATEQUESIS SOBRE LA CREACION<\/p>

      282\u00a0 La catequesis sobre la Creaci\u00f3n reviste una importancia capital. Se refiere a los fundamentos mismos de la vida humana y cristiana: explicita la respuesta de la fe cristiana a la pregunta b\u00e1sica que los hombres de todos los tiempos se han formulado: \u00ab\u00bfDe d\u00f3nde venimos?\u00bb \u00ab\u00bfA d\u00f3nde vamos?\u00bb \u00ab\u00bfCu\u00e1l es nuestro origen?\u00bb \u00ab\u00bfCu\u00e1l es nuestro fin?\u00bb \u00ab\u00bfDe d\u00f3nde viene y a d\u00f3nde va todo lo que existe?\u00bb Las dos cuestiones, la del origen y la del fin, son inseparables. Son decisivas para el sentido y la orientaci\u00f3n de nuestra vida y nuestro obrar.<\/p>

      283\u00a0 La cuesti\u00f3n sobre los or\u00edgenes del mundo y del hombre es objeto de numerosas investigaciones cient\u00edficas que han enriquecido magn\u00edficamente nuestros conocimientos sobre la edad y las dimensiones del cosmos, el devenir de las formas vivientes, la aparici\u00f3n del hombre. Estos descubrimientos nos invitan a admirar m\u00e1s la grandeza del Creador, a darle gracias por todas sus obras y por la inteligencia y la sabidur\u00eda que da a los sabios e investigadores. Con Salom\u00f3n, estos pueden decir: \u00abFue \u00e9l quien me concedi\u00f3 el conocimiento verdadero de cuanto existe, quien me dio a conocer la estructura del mundo y las propiedades de los elementos…porque la que todo lo hizo, la Sabidur\u00eda, me lo ense\u00f1\u00f3\u00bb (Sb 7,17-21).<\/p>

      284\u00a0 El gran inter\u00e9s que despiertan a estas investigaciones est\u00e1 fuertemente estimulado por una cuesti\u00f3n de otro orden, y que supera el dominio propio de las ciencias naturales. No se trata s\u00f3lo de saber cu\u00e1ndo y c\u00f3mo ha surgido materialmente el cosmos, ni cuando apareci\u00f3 el hombre, sino m\u00e1s bien de descubrir cu\u00e1l es el sentido de tal origen: si est\u00e1 gobernado por el azar, un destino ciego, una necesidad an\u00f3nima, o bien por un Ser transcendente, inteligente y bueno, llamado Dios. Y si el mundo procede de la sabidur\u00eda y de la bondad de Dios, \u00bfpor qu\u00e9 existe el mal? \u00bfde d\u00f3nde viene? \u00bfqui\u00e9n es responsable de \u00e9l? \u00bfd\u00f3nde est\u00e1 la posibilidad de liberarse del mal?<\/p>

      285\u00a0 Desde sus comienzos, la fe cristiana se ha visto confrontada a respuestas distintas de las suyas sobre la cuesti\u00f3n de los or\u00edgenes. As\u00ed, en las religiones y culturas antiguas encontramos numerosos mitos referentes a los or\u00edgenes. Algunos fil\u00f3sofos han dicho que todo es Dios, que el mundo es Dios, o que el devenir del mundo es el devenir de Dios (pante\u00edsmo); otros han dicho que el mundo es una emanaci\u00f3n necesaria de Dios, que brota de esta fuente y retorna a ella ; otros han afirmado incluso la existencia de dos principios eternos, el Bien y el Mal, la Luz y las Tinieblas, en lucha permanente (dualismo, manique\u00edsmo); seg\u00fan algunas de estas concepciones, el mundo (al menos el mundo material) ser\u00eda malo, producto de una ca\u00edda, y por tanto que se ha de rechazar y superar (gnosis); otros admiten que el mundo ha sido hecho por Dios, pero a la manera de un relojero que, una vez hecho, lo habr\u00eda abandonado a \u00e9l mismo (de\u00edsmo); otros, finalmente, no aceptan ning\u00fan origen transcendente del mundo, sino que ven en \u00e9l el puro juego de una materia que ha existido siempre (materialismo). Todas estas tentativas dan testimonio de la permanencia y de la universalidad de la cuesti\u00f3n de los or\u00edgenes. Esta b\u00fasqueda es inherente al hombre.<\/p>

      286\u00a0 La inteligencia humana puede ciertamente encontrar ya una respuesta a la cuesti\u00f3n de los or\u00edgenes. En efecto, la existencia de Dios Creador puede ser conocida con certeza por sus obras gracias a la luz de la raz\u00f3n humana (DS: 3026), aunque este conocimiento es con frecuencia oscurecido y desfigurado por el error. Por eso la fe viene a confirmar y a esclarecer la raz\u00f3n para la justa inteligencia de esta verdad: \u00abPor la fe, sabemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de manera que lo que se ve resultase de lo que no aparece\u00bb (Hb 11,3).<\/p>

      287\u00a0 La verdad en la creaci\u00f3n es tan importante para toda la vida humana que Dios, en su ternura, quiso revelar a su pueblo todo lo que es saludable conocer a este respecto. M\u00e1s all\u00e1 del conocimiento natural que todo hombre puede tener del Creador (cf. Hch 17,24-29; Rom 1,19-20), Dios revel\u00f3 progresivamente a Israel el misterio de la creaci\u00f3n. El que eligi\u00f3 a los patriarcas, el que hizo salir a Israel de Egipto y que, al escoger a Israel, lo cre\u00f3 y form\u00f3 (cf. Is 43,1), se revela como aquel a quien pertenecen todos los pueblos de la tierra y la tierra entera, como el \u00fanico Dios que \u00abhizo el cielo y la tierra\u00bb (Sal 115,15;124,8;134,3).<\/p>

      288\u00a0 As\u00ed, la revelaci\u00f3n de la creaci\u00f3n es inseparable de la revelaci\u00f3n y de la realizaci\u00f3n de la Alianza del Dios \u00fanico, con su Pueblo. La creaci\u00f3n es revelada como el primer paso hacia esta Alianza, como el primero y universal testimonio del amor todopoderoso de Dios (cf. Gn 15,5; Jr 33,19-26). Por eso, la verdad de la creaci\u00f3n se expresa con un vigor creciente en el mensaje de los profetas (cf. Is 44,24), en la oraci\u00f3n de los salmos (cf. Sal 104) y de la liturgia, en la reflexi\u00f3n de la sabidur\u00eda (cf. Pr 8,22-31) del Pueblo elegido.<\/p>

      289\u00a0 Entre todas las palabras de la Sagrada Escritura sobre la creaci\u00f3n, los tres primeros cap\u00edtulos del G\u00e9nesis ocupan un lugar \u00fanico. Desde el punto de vista literario, estos textos pueden tener diversas fuentes. Los autores inspirados los han colocado al comienzo de la Escritura de suerte que expresa, en su lenguaje solemne, las verdades de la creaci\u00f3n, de su origen y de su fin en Dios, de su orden y de su bondad, de la vocaci\u00f3n del hombre, finalmente, del drama del pecado y de la esperanza de la salvaci\u00f3n. Le\u00eddas a la luz e Cristo, en la unidad de la Sagrada Escritura y en la Tradici\u00f3n viva de la Iglesia, estas palabras siguen siendo la fuente principal para la catequesis de los Misterios del \u00abcomienzo\u00bb: creaci\u00f3n, ca\u00edda, promesa de la salvaci\u00f3n.<\/p>

      II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CREACION: OBRA DE LA SANTISIMA TRINIDAD<\/p>

      290\u00a0 \u00abEn el principio, Dios cre\u00f3 el cielo y la tierra\u00bb: tres cosas se afirman en estas primeras palabras de la Escritura: el Dios eterno ha dado principio a todo lo que existe fuera de \u00e9l. El solo es creador (el verbo \u00abcrear\u00bb -en hebreo \u00abbara\u00bb-tiene siempre por sujeto a Dios). La totalidad de lo que existe (expresada por la f\u00f3rmula \u00abel cielo y la tierra\u00bb) depende de aquel que le da el ser.<\/p>

      291\u00a0\u00a0 \u00abEn el principio exist\u00eda el Verbo… y el Verbo era Dios…Todo fue hecho por \u00e9l y sin \u00e9l nada ha sido hecho\u00bb (Jn 1,1-3). El Nuevo Testamento revela que Dios cre\u00f3 todo por el Verbo Eterno, su Hijo amado. \u00abEn el fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra…todo fue creado por \u00e9l y para \u00e9l, \u00e9l existe con anterioridad a todo y todo tiene en \u00e9l su consistencia\u00bb (Col 1, 16-17). La fe de la Iglesia afirma tambi\u00e9n la acci\u00f3n creadora del Esp\u00edritu Santo: \u00e9l es el \u00abdador de vida\u00bb (S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla), \u00abel Esp\u00edritu Creador\u00bb (\u00abVeni, Creator Spiritus\u00bb), la \u00abFuente de todo bien\u00bb (Liturgia bizantina, tropario de v\u00edsperas de Pentecost\u00e9s).<\/p>

      292\u00a0 La acci\u00f3n creadora del Hijo y del Esp\u00edritu, insinuada en el Antiguo Testamento (cf. Sal 33,6;104,30; Gn 1,2-3), revelada en la Nueva Alianza, inseparablemente una con la del Padre, es claramente afirmada por la regla de fe de la Iglesia: \u00abS\u00f3lo existe un Dios…: es el Padre, es Dios, es el Creador, es el Autor, es el Ordenador. Ha hecho todas las cosas\u00a0 por s\u00ed mismo, es decir, por su Verbo y por su Sabidur\u00eda\u00bb (S. Ireneo, haer. 2,30,9), \u00abpor el Hijo y el Esp\u00edritu\u00bb, que son como \u00absus manos\u00bb (ibid.,\u00a0 4,20,1). La creaci\u00f3n es la obra com\u00fan de la Sant\u00edsima Trinidad.<\/p>

      III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cEL MUNDO HA SIDO CREADO PARA LA GLORIA<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DE DIOS\u201d<\/p>

      293\u00a0 Es una verdad fundamental que la Escritura y la Tradici\u00f3n no cesan de ense\u00f1ar y de celebrar: \u00abEl mundo ha sido creado para la gloria de Dios\u00bb (Cc. Vaticano I: DS 3025). Dios ha creado todas las cosas, explica S. Buenaventura, \u00abnon propter gloriam augendam, sed propter gloriam manifestandam et propter gloriam suam communicandam\u00bb (\u00abno para aumentar su gloria, sino para manifestarla y comunicarla\u00bb) (sent. 2,1,2,2,1). Porque Dios no tiene otra raz\u00f3n para crear que su amor y su bondad: \u00abAperta manu clave amoris creaturae prodierunt\u00bb (\u00abAbierta su mano con la llave del amor surgieron las criaturas\u00bb) (S. Tom\u00e1s de A. sent. 2, prol.) Y el Concilio Vaticano primero explica:<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En su bondad y por su fuerza todopoderosa, no para aumentar su bienaventuranza, ni para adquirir su perfecci\u00f3n, sino para manifestarla por los bienes que otorga a sus criaturas, el solo verdadero Dios, en su lib\u00e9rrimo designio , en el comienzo del tiempo, cre\u00f3 de la nada a la vez una y otra criatura, la espiritual y la corporal (DS 3002).<\/p>

      294\u00a0 La gloria de Dios consiste en que se realice esta manifestaci\u00f3n y esta comunicaci\u00f3n de su bondad para las cuales el mundo ha sido creado. Hacer de nosotros \u00abhijos adoptivos por medio de Jesucristo, seg\u00fan el benepl\u00e1cito de su voluntad,\u00a0 para alabanza de la gloria de su gracia\u00bb (Ef 1,5-6): \u00abPorque la gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del hombre es la visi\u00f3n de Dios: si ya la revelaci\u00f3n de Dios por la creaci\u00f3n procur\u00f3 la vida a todos los seres que viven en la tierra, cu\u00e1nto m\u00e1s la manifestaci\u00f3n del Padre por el Verbo procurar\u00e1 la vida a los que ven a Dios\u00bb (S. Ireneo, haer. 4,20,7). El fin \u00faltimo de la creaci\u00f3n es que Dios , \u00abCreador de todos los seres, se hace por fin `todo en todas las cosas’ (1 Co 15,28), procurando al mismo tiempo su gloria y nuestra felicidad\u00bb (AG 2).<\/p>

      IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL MISTERIO DE LA CREACION<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios crea por sabidur\u00eda y por amor<\/p>

      295\u00a0 Creemos que Dios cre\u00f3 el mundo seg\u00fan su sabidur\u00eda (cf. Sb 9,9). Este no es producto de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del azar. Creemos que procede de la voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a las criaturas de su ser, de su sabidur\u00eda y de su bondad: \u00abPorque t\u00fa has creado todas las cosas; por tu voluntad lo que no exist\u00eda fue creado\u00bb (Ap 4,11). \u00ab\u00a1Cu\u00e1n numerosas son tus obras, Se\u00f1or! Todas las has hecho con sabidur\u00eda\u00bb (Sal 104,24 \u00abBueno es el Se\u00f1or para con todos, y sus ternuras sobre todas sus obras\u00bb (Sal 145,9).<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios crea \u201cde la nada\u201d<\/p>

      296\u00a0 Creemos que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear (cf. Cc. Vaticano I: DS 3022). La creaci\u00f3n tampoco es una emanaci\u00f3n necesaria de la substancia divina (cf. Cc. Vaticano I: DS 3023-3024). Dios crea libremente \u00bb de la nada\u00bb (DS 800; 3025):<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfQu\u00e9 tendr\u00eda de extraordinario si Dios hubiera sacado el mundo de una materia preexistente? Un art\u00edfice humano, cuando se le da un material, hace de \u00e9l todo lo que quiere. Mientras que el poder de Dios se muestra precisamente cuando parte de la nada para hacer todo lo que quiere (S. Te\u00f3filo de Antioqu\u00eda, Autol. 2,4).<\/p>

      297\u00a0 La fe en la creaci\u00f3n \u00abde la nada\u00bb est\u00e1 atestiguada en la Escritura como una verdad llena de promesa y de esperanza. As\u00ed la madre de los siete hijos macabeos los alienta al martirio:<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Yo no s\u00e9 c\u00f3mo aparecisteis en mis entra\u00f1as, ni fui yo quien os regal\u00f3 el esp\u00edritu y la vida, ni tampoco organic\u00e9 yo los elementos de cada uno. Pues as\u00ed el Creador del mundo, el que model\u00f3 al hombre en su nacimiento y proyect\u00f3 el origen de todas las cosas, os devolver\u00e1 el esp\u00edritu y la vida con misericordia, porque ahora no mir\u00e1is por vosotros mismos a causa de sus leyes…Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que a partir de la nada lo hizo Dios y que tambi\u00e9n el g\u00e9nero humano ha llegado as\u00ed a la existencia (2 M 7,22-23.28).<\/p>

      298\u00a0 Puesto que Dios puede crear de la nada, puede por el Esp\u00edritu Santo dar la vida del alma a los pecadores creando en ellos un coraz\u00f3n puro (cf. Sal 51,12), y la vida del cuerpo a los difuntos mediante la Resurrecci\u00f3n. El \u00abda la vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean\u00bb (Rom 4,17). Y puesto que, por su Palabra, pudo hacer resplandecer la luz en las tinieblas (cf. Gn 1,3), puede tambi\u00e9n dar la luz de la fe a los que lo ignoran (cf. 2 Co 4,6).<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios crea un mundo ordenado y bueno<\/p>

      299\u00a0 Porque Dios crea con sabidur\u00eda, la creaci\u00f3n est\u00e1 ordenada: \u00abT\u00fa todo lo dispusiste con medida, n\u00famero y peso\u00bb (Sb 11,20). Creada en y por el Verbo eterno, \u00abimagen del Dios invisible\u00bb (Col 1,15), la creaci\u00f3n est\u00e1 destinada, dirigida al hombre, imagen de Dios (cf. Gn 1,26), llamado a una relaci\u00f3n personal con Dios. Nuestra inteligencia, participando en la luz del Entendimiento divino, puede entender lo que Dios nos dice por su creaci\u00f3n (cf. Sal 19,2-5), ciertamente no sin gran esfuerzo y en un esp\u00edritu de humildad y de respeto ante el Creador y su obra (cf. Jb 42,3). Salida de la bondad divina, la creaci\u00f3n participa en esa bondad (\u00abY vio Dios que era bueno…muy bueno\u00bb: Gn 1,4.10.12.18.21.31). Porque la creaci\u00f3n es querida por Dios como un don dirigido al hombre, como una herencia que le es destinada y confiada. La Iglesia ha debido, en repetidas ocasiones, defender la bondad de la creaci\u00f3n, comprendida la del mundo material (cf. DS 286; 455-463; 800; 1333; 3002).<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios transciende la creaci\u00f3n y est\u00e1 presente en ella<\/p>

      300\u00a0 Dios es infinitamente m\u00e1s grande que todas sus obras (cf. Si 43,28): \u00abSu majestad es m\u00e1s alta que los cielos\u00bb (Sal 8,2), \u00absu grandeza no tiene medida\u00bb (Sal 145,3). Pero porque es el Creador soberano y libre, causa primera de todo lo que existe, est\u00e1 presente en lo m\u00e1s \u00edntimo de sus criaturas: \u00abEn el vivimos, nos movemos y existimos\u00bb (Hch 17,28). Seg\u00fan las palabras de S. Agust\u00edn, Dios es \u00absuperior summo meo et interior intimo meo\u00bb (\u00abDios est\u00e1 por encima de lo m\u00e1s alto que hay en m\u00ed y est\u00e1 en lo m\u00e1s hondo de mi intimidad\u00bb) (conf. 3,6,11).<\/p>

      Dios mantiene y conduce la creaci\u00f3n<\/strong><\/p>

      \u00a0<\/strong><\/p>

      301 Realizada la creaci\u00f3n, Dios no abandona su criatura a ella misma. No s\u00f3lo le da el ser y el existir, sino que la mantiene a cada instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su t\u00e9rmino. Reconocer esta dependencia completa con respecto al Creador es fuente de sa\u00adbidur\u00eda y de libertad, de gozo y de confianza:<\/p>

      Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces pues, si algo odiases, no lo hubieras creado. Y \u00bfc\u00f3mo podr\u00eda subsistir cosa que no hubieses querido? \u00bfC\u00f3mo se conservar\u00eda si no la hubieses llamado? Mas t\u00fa todo lo perdonas porque todo es tuyo, Se\u00f1or que amas la vida (Sb 11, 24\u201126).<\/p>

      V DIOS REALIZA SU DESIGNIO: LA DIVINA PROVIDENCIA<\/p>

      302\u00a0 La creaci\u00f3n tiene su bondad y su perfecci\u00f3n propias, pero no sali\u00f3 plenamente acabada de las manos del Creador. Fue creada \u00aben estado de v\u00eda\u00bb (\u00abIn statu viae\u00bb) hacia una perfecci\u00f3n \u00faltima to\u00addav\u00eda por alcanzar, a la que Dios la destin\u00f3. Llamamos divina providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creaci\u00f3n hacia esta perfecci\u00f3n:<\/p>

      Dios guarda y gobierna por su providencia todo lo que cre\u00f3, \u00abalcanzando con fuerza de un extremo al otro del mundo y disponi\u00e9ndolo todo con dulzura\u00bb (Sb 8, 1). Porque \u00abtodo est\u00e1 desnudo y patente a sus ojos\u00bb (Hb 4, 13), incluso lo que la acci\u00f3n libre de las criaturas producir\u00e1 (Cc. Vaticano I: DS 3003).<\/p>

      303\u00a0 El testimonio de la Escritura es un\u00e1nime: la solicitud de la divina providencia es concreta <\/em>e inmediata; <\/em>tiene cuidado de todo, de las cosas m\u00e1s peque\u00f1as hasta los grandes acontecimientos del mundo y de la historia. Las Sagradas Escrituras afirman con fuerza la soberan\u00eda absoluta de Dios en el curso de los aconteci\u00admientos: \u00abNuestro Dios en los cielos y en la tierra, todo cuanto le place lo realiza\u00bb (Sal 115, 3); y de Cristo se dice: \u00absi \u00e9l abre, nadie puede cerrar; si \u00e9l cierra, nadie puede abrir\u00bb (Ap 3, 7); \u00abhay mu\u00adchos proyectos en el coraz\u00f3n del hombre, pero s\u00f3lo el plan de Dios se realiza\u00bb (Pr 19, 21).<\/p>

      304 As\u00ed vemos al Esp\u00edritu Santo, autor principal de la Sagrada Escritura atribuir con frecuencia a Dios acciones sin mencionar causas segundas. Esto no es \u00abuna manera de hablar\u00bb primitiva, sino un modo profundo de recordar la primac\u00eda de Dios y su se\u00f1or\u00edo absoluto sobre la historia y el mundo (cf Is 10, 5\u201115; 45, 5\u20117; Dt 32, 39; Si 11, 14) y de educar as\u00ed para la confianza en E1. La oraci\u00f3n de los salmos es la gran escuela de esta confianza (cf Sal 22; 32; 35; 103; 138).<\/p>

      305 Jes\u00fas pide un abandono filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las m\u00e1s peque\u00f1as necesidades de sus hijos: \u00abNo and\u00e9is, pues, preocupados diciendo: \u00bfqu\u00e9 vamos a comer? \u00bfqu\u00e9 vamos a beber?… Ya sabe vuestro Padre celestial que ten\u00e9is necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os dar\u00e1n por a\u00f1adidura\u00bb (Mt 6, 31\u201133; cf 10, 29\u201131).<\/p>

      La providencia y las causas segundas<\/strong><\/p>

      \u00a0<\/strong><\/p>

      306 Dios es el Se\u00f1or soberano de su designio. Pero para su realizaci\u00f3n se sirve tambi\u00e9n del concurso de las criaturas. Esto no es un signo de debilidad, sino de la grandeza y bondad de Dios Todopoderoso. Porque Dios no da solamente a sus criaturas la existencia, les da tambi\u00e9n la dignidad de actuar por s\u00ed mismas, de ser causas y principios unas de otras y de cooperar as\u00ed a la realizaci\u00f3n de su designio.<\/p>

      307 Dios concede a los hombres incluso poder participar libremente en su providencia confi\u00e1ndoles la responsabilidad de \u00absometer\u00bb la tierra y dominarla (cf Gn 1, 26\u201128). Dios da as\u00ed a los hombres el ser causas inteligentes y libres para completar la obra de la Creaci\u00f3n, para perfeccionar su armon\u00eda para su bien y el de sus pr\u00f3jimos. Los hombres, cooperadores a menudo inconscientes de la voluntad divina, pueden entrar libremente en el plan divino no s\u00f3lo por su acciones y sus oraciones, sino tambi\u00e9n por sus sufrimientos (cf Col I, 24) Entonces llegan a ser plenamente \u00abcolaboradores de Dios\u00bb (1 Co 3, 9; 1 Ts 3, 2) y de su Reino (cf Col 4, 11).<\/p>

      308 Es una verdad inseparable de la fe en Dios Creador: Dios act\u00faa en las obras de sus criaturas. Es la causa primera que opera en y por las causas segundas: \u00abDios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece\u00bb (Flp 2, 13; cf 1 Co 12, 6). Esta verdad, lejos de disminuir la dignidad de la criatura, la realza. Sacada de la nada por el poder, la sabidur\u00eda y la bondad de Dios, no puede nada si est\u00e1 separada de su origen, porque \u00absin el Creador la criatura se diluye\u00bb (GS 36, 3); menos a\u00fan puede ella alcanzar su fin \u00faltimo sin la ayuda de la gracia (cf Mt 19, 26; Jn 15, 5; Flp 4, 13).<\/p>

      La providencia y el esc\u00e1ndalo del mal<\/strong><\/p>

      \u00a0<\/strong><\/p>

      309 Si Dios Padre Todopoderoso, Creador del mundo ordenado y bueno, tiene cuidado de todas sus criaturas, \u00bfpor qu\u00e9 existe el mal? A esta pregunta tan apremiante como inevitable, tan dolorosa como misteriosa no se puede dar una respuesta simple. El conjunto de la fe cristiana constituye la respuesta a esta pregunta: la bondad de la creaci\u00f3n, el drama del pecado, el amor paciente de Dios que sale al encuentro del hombre con sus Alianzas, con la Encarnaci\u00f3n redentora de su Hijo, con el don del Esp\u00edritu, con la congregaci\u00f3n de la Iglesia, con la fuerza de los sacramentos, con la llamada a una vida bienaventurada que las criaturas son invitadas a aceptar libremente, pero a la cual, tambi\u00e9n libremente, por un misterio terrible, pueden negarse o rechazar. No hay un rasgo del mensaje cristiano que no sea en parte una respuesta a la cuesti\u00f3n del mal.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      310 Pero \u00bfpor qu\u00e9 Dios no cre\u00f3 un mundo tan perfecto que en \u00e9l no pudiera existir ning\u00fan mal? En su poder Infinito, Dios podr\u00eda siempre crear algo mejor (cf S. Tom\u00e1s de A., s. th. I, 25, 6). Sin embargo, en su sabidur\u00eda y bondad Infinitas, Dios quiso libremente crear un mundo \u00aben estado de v\u00eda\u00bb hacia su perfecci\u00f3n \u00faltima. Este devenir trae consigo en el designio de Dios, junto con la aparici\u00f3n de ciertos seres, la desaparici\u00f3n de otros; junto con lo m\u00e1s perfecto lo menos perfecto; junto con las construcciones de la naturaleza tambi\u00e9n las destrucciones. Por tanto, con el bien f\u00edsico existe tambi\u00e9n el mal f\u00edsico, <\/em>mientras la creaci\u00f3n no haya alcanzado su perfecciGn (cf S. Tom\u00e1s de A., s. gent. 3, 71).<\/p>

      311 Los \u00e1ngeles y los hombres, criaturas inteligentes y libres, deben caminar hacia su destino \u00faltimo por elecci\u00f3n libre y amor de preferencia. Por ello pueden desviarse. De hecho pecaron. Y fue as\u00ed como el mal moral <\/em>entr\u00f3 en el mundo, incomparablemente m\u00e1s grave que el mal f\u00edsico. Dios no es de ninguna manera, ni directa ni indirectamente, la causa del mal moral, (cf S. Agust\u00edn, lib. 1, 1, 1; S. Tom\u00e1s de A., s. th. 1\u20112, 79, 1). Sin embargo, lo permite, respetando la libertad de su criatura, y, misteriosamente, sabe sacar de \u00e9l el bien:<\/p>

      Porque el Dios Todopoderoso… por ser soberanamente bueno, no permitir\u00eda jam\u00e1s que en sus obras existiera alg\u00fan mal, si El no fuera suficientemente poderoso y bueno para hacer surgir un bien del mismo mal (S. Agust\u00edn, enchir. 11, 3).<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 312\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 As\u00ed, con el tiempo, se puede descubrir que Dios, en su pro\u00advidencia todopoderosa, puede sacar un bien de las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por sus criaturas: \u00abNo fuisteis vosotros, dice Jos\u00e9 a sus hermanos, los que me enviasteis ac\u00e1, sino Dios… aunque vosotros pensasteis hacerme da\u00f1o, Dios lo pens\u00f3 para bien, para hacer sobrevivir… un pueblo numeroso\u00bb (Gn 45, 8;50, 20; cf Tb 2, 12\u201118 Vg.). Del mayor mal moral que ha sido co\u00admetido jam\u00e1s, el rechazo y la muerte del Hijo de Dios, causado por los pecados de todos los hombres, Dios, por la superabundancia de su gracia (cf Rm 5, 20), sac\u00f3 el mayor de los bienes: la glorificaci\u00f3n de Cristo y nuestra Redenci\u00f3n. Sin embargo, no por esto el mal se convierte en un bien.<\/p>

      313 \u00abTodo coopera al bien de los que aman a Dios\u00bb (Rm 8, 28). E1 testimonio de los santos no cesa de confirmar esta verdad:<\/p>

      As\u00ed Santa Catalina de Siena dice a \u00ablos que se escandalizan y se rebelan por lo que les sucede\u00bb: \u00abTodo procede del amor, todo est\u00e1 ordenado a la salvaci\u00f3n del hombre, Dios no hace nada que no sea con este fin\u00bb (dial.4, 138).<\/p>

      Y Santo Tom\u00e1s Moro, poco antes de su martirio, consuela a su hija: \u00abNada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que El quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor\u00bb (carta).<\/p>

      Y Juliana de Norwich: \u00abYo comprend\u00ed, pues, por la gracia de Dios, que era preciso mantenerme firmemente en la fe y creer con no menos firmeza que todas las cosas ser\u00e1n para bien…\u00bb \u00abThou shalt see thyself that all MANNER of thing shall be well \u00bb <\/em>(rev.32).<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 314\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Creemos firmemente que Dios es el Se\u00f1or del mundo y de la historia. Pero los caminos de su providencia nos son con fre\u00adcuencia desconocidos. S\u00f3lo al final, cuando tenga fin nuestro conocimiento parcial, cuando veamos a Dios \u00abcara a cara\u00bb (1 Co 13, 12), nos ser\u00e1n plenamente conocidos los caminos por los cuales, incluso a trav\u00e9s de los dramas del mal y del pecado, Dios habr\u00e1 conducido su creaci\u00f3n hasta el reposo de ese Sabbat <\/em>(cf Gn 2, 2) definitivo, en vista del cual cre\u00f3 el cielo y la tierra.<\/p>

      RESUMEN<\/strong><\/p>

      \u00a0<\/strong><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 315\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En la creaci\u00f3n del mundo y del hombre, Dios ofreci\u00f3 el primero y universal testimonio de su amor todopoderoso y de su sabidur\u00eda, el primer anuncio de su \u00abdesignio bene\u00advolente\u00bb que encuentra su fin en la nueva creaci\u00f3n en Cristo.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 316\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Aunque la obra de la creaci\u00f3n se atribuya particularmen\u00adte al Padre, es igualmente verdad de fe que el Padre, el Hijo y el Esp\u00edritu Santo son el principio \u00fanico e indivisi\u00adble de la creaci\u00f3n.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 317\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 S\u00f3lo Dios ha creado el universo, libremente, sin ninguna ayuda.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 318\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ninguna criatura tiene el poder Infinito que es necesario para \u00abcrear\u00bb en el sentido propio de la palabra, es decir, de producir y de dar el ser a lo que no lo ten\u00eda en modo alguno (llamar a la existencia de la nada) <\/strong>(cf DS 3624).<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 319\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios cre\u00f3 el mundo para manifestar y comunicar su glo\u00adria. La gloria para la que Dios cre\u00f3 a sus criaturas con\u00adsiste en que tengan parte en su verdad, su bondad y su be\u00adlleza.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 320\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios, que ha creado el universo, lo mantiene en la existen\u00adcia por su Verbo, \u00abel Hijo que sostiene todo con su pala\u00adbra poderosa\u00bb (Hb 1, 3) y por su Espirita Creador que da la vida.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 321\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La divina providencia consiste en las disposiciones por las que Dios conduce con sabidur\u00eda y amor todas las cria\u00adturas hasta su fin \u00faltimo.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 322\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cristo nos invita al abandono filial en la providencia de nuestro Padre celestial (cf Mt 6, 26\u201134) y el ap\u00f3stol S. Pe\u00addro insiste: \u00abConfiadle todas vuestras preocupaciones pues \u00e9l cuida de vosotros\u00bb (I P 5, 7; cf Sal 55, 23).<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 323\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La providencia divina act\u00faa tambi\u00e9n por la acci\u00f3n de las criaturas. A los seres humanos Dios les concede cooperar libremente en sus designios.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 324\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La permisi\u00f3n divina del mal f\u00edsico y del mal moral es mis\u00adterio que Dios esclarece por su Hijo, Jesucristo, muerto y resucitado para vencer el mal. La fe nos da la certeza de que Dios no permitir\u00eda el mal si no hiciera salir el bien del mal mismo, por caminos que nosotros s\u00f3lo conecere\u00admos plenamente en la vida eterna.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      Parrafo 5 EL CIELO Y LA TIERRA<\/p>

      325 El S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles profesa que Dios es \u00abel Creador del cielo y de la tierra\u00bb, y el S\u00edmbolo de Nicea\u2011Constantinopla explicita: \u00ab…de todo lo visible y lo invisible\u00bb.<\/p>

      326 En la Sagrada Escritura, la expresi\u00f3n \u00abcielo y tierra\u00bb significa: todo lo que existe, la creaci\u00f3n entera. Indica tambi\u00e9n el v\u00ednculo que, en el interior de la creaci\u00f3n, a la vez une y distingue cielo y tierra: \u00abLa tierra\u00bb, es el mundo de los hombres (cf Sal 115, 16). \u00abE1 cielo\u00bb o \u00ablos cielos\u00bb puede designar el firmamento (cf Sal 19, 2), pero tambi\u00e9n el \u00ablugar\u00bb propio de Dios: \u00abnuestro Padre que est\u00e1 en los cielos\u00bb (Mt 5, 16; cf Sal 115, 16), y por consiguiente tambi\u00e9n el \u00abcielo\u00bb, que es la gloria escatol\u00f3gica. Finalmente, la palabra \u00abcielo\u00bb indica el \u00ablugar\u00bb de las criaturas espirituales \u2011los \u00e1ngeles\u2011 que rodean a Dios.<\/p>

      327 La profesi\u00f3n de fe del IV Concilio de Letr\u00e1n afirma que Dios, \u00abal comienzo del tiempo, cre\u00f3 a la vez de la nada una y otra criatura, la espiritual y la corporal, es decir, la ang\u00e9lica y la mundana; luego, la criatura humana, que participa de las dos realidades, pues est\u00e1 compuesta de esp\u00edritu y de cuerpo\u00bb (DS 800; cf DS 3002 y SPF 8).<\/p>

      I LOS ANGELES<\/p>

      La existencia de los \u00e1ngeles, una verdad de fe<\/strong><\/p>

      \u00a0<\/strong><\/p>

      328 La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente \u00e1ngeles, es una verdad de fe. E1 testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradici\u00f3n.<\/p>

      Qui\u00e9nes son los \u00e1ngeles<\/strong><\/p>

      \u00a0<\/strong><\/p>

      329 S. Agust\u00edn dice respecto a ellos: \u00abAngelus officii nomen est, non naturae. Quaeris numen huins naturae, spiritus est; quaeris officium, \u00e1ngelus est: ex eo quad est, spiritus est, ex eo quod agit, \u00e1ngelus\u00bb (\u00abEl nombre de \u00e1ngel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te dir\u00e9 que es un esp\u00edritu; si preguntas por lo que hace, te dir\u00e9 que es un \u00e1ngel\u00bb) (Psal. 103, 1, 15). Con todo su ser, los \u00e1ngeles son servidores y <\/em>mensajeros de Dios. Porque contemplan \u00abconstantemente el rostro de mi Padre que est\u00e1 en los cielos\u00bb (Mt 18, 10), son \u00abagentes de sus \u00f3rdenes, atentos a la voz de su palabra\u00bb (Sal 103, 20).<\/p>

      330 En tanto que criaturas puramente espirituales, <\/em>tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cf P\u00edo XII: DS 3891) e inmortales (cf Lc 20, 36). Superan en perfecci\u00f3n a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf Dn 10, 9\u201112).<\/p>

      Cristo \u00abcon todos sus \u00e1ngeles\u00bb<\/strong><\/p>

      \u00a0<\/strong><\/p>

      331 Cristo es el centro del mundo de los \u00e1ngeles. Los \u00e1ngeles le pertenecen: \u00abCuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompa\u00f1ado de todos sus \u00e1ngeles…\u00bb (Mt 25, 31). Le pertenecen porque fueron creados por y para <\/em>E1: \u00abPorque en \u00e9l fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por \u00e9l y para \u00e9l\u00bb (Col 1, 16). Le pertenecen m\u00e1s a\u00fan porque los ha hecho mensajeros de su designio de salvaci\u00f3n: \u00ab\u00bfEs que no son todos ellos esp\u00edritus servidores con la misi\u00f3n de asistir a los que han de heredar la salvaci\u00f3n?\u00bb (Hb 1, 14).<\/p>

      332 Desde la creaci\u00f3n (cf Jb 38, 7, donde los \u00e1ngeles son llamados \u00abhijos de Dios\u00bb) y a lo largo de toda la historia de la salvaci\u00f3n, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvaci\u00f3n y sirviendo al designio divino de su realizaci\u00f3n: cierran el para\u00edso terrenal (cf Gn 3, 24), protegen a Lot (cf Gn 19), salvan a Agar y a su hijo (cf Gn 21, 17), detienen la mano de Abraham (cf Gn 22, 11), la ley es comunicada por su ministerio (cf Hch 7,53), conducen el pueblo de Dios (cf Ex 23, 20\u201123), anuncian nacimientos (cf Jc 13) y vocaciones (cf Jc 6, 11\u201124; Is 6, 6), asisten a los profetas (cf 1 R 19, 5), por no citar m\u00e1s que algunos ejemplos. Finalmente, el \u00e1ngel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jes\u00fas (cf Lc 1, 11.26).<\/p>

      333 De la Encarnaci\u00f3n a la Ascensi\u00f3n, la vida del Verbo encarnado est\u00e1 rodeada de la adoraci\u00f3n y del servicio de los \u00e1ngeles. Cuando Dios introduce \u00aba su Primog\u00e9nito en el mundo, dice: ‘ad\u00f3renle todos los \u00e1ngeles de Dios\u00bb‘ (Hb 1, 6). Su c\u00e1ntico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: \u00abGloria a Dios…\u00bb (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jes\u00fas (cf Mt 1, 20; 2, 13.19), sirven a Jes\u00fas en el desierto (cf Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la agon\u00eda (cf Lc 22, 43), cuando E1 habr\u00eda podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos (cf Mt 26, 53) como en otro tiempo Israel (cf 2 M 10, 29\u201130; 11,8). Son tambi\u00e9n los \u00e1ngeles quienes \u00abevangelizan\u00bb (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnaci\u00f3n (cf Lc 2, 8\u201114), y de la Resurrecci\u00f3n (cf Mc 16, 5\u20117) de Cristo. Con ocasi\u00f3n de la segunda venida de Cristo, anunciada por los \u00e1ngeles (cf Hb 1, 10\u201111), \u00e9stos estar\u00e1n presentes al servicio del juicio del Se\u00f1or (cf Mt 13, 41; 25, 31 ; Lc 12, 8\u20119).<\/p>

      Los \u00e1ngeles en la vida de la Iglesia<\/strong><\/p>

      \u00a0<\/strong><\/p>

      334 De aqu\u00ed que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los \u00e1ngeles (cf Hch 5, 18\u201120; 8, 26\u201129; 10, 3\u20118; 12, 6\u201111; 27, 23\u201125).<\/p>

      335 En su liturgia, la Iglesia se une a los \u00e1ngeles para adorar al Dios tres veces santo (cf MR, \u00abSanctus\u00bb); invoca su asistencia (as\u00ed en el \u00abIn Paradisum deducant te angeli…\u00bb (\u00abAl Para\u00edso te lleven los \u00e1ngeles…\u00bb) de la liturgia de difuntos, o tambi\u00e9n en el \u00abHimno querub\u00ednico\u00bb de la liturgia bizantina) y celebra m\u00e1s particularmente la memoria de ciertos \u00e1ngeles (S. Miguel, S. Gabriel, S. Rafael, los \u00e1ngeles custodios).<\/p>

      336 Desde su comienzo (cf Mt 18, 10) a la muerte (cf Lc 16, 22), la vida humana est\u00e1 rodeada de su custodia (cf Sal 34, 8; 91, 1013) y de su intercesi\u00f3n (cf Jb 33, 23\u201124; Za 1,12; Tb 12, 12). \u00abCada fiel tiene a su lado un \u00e1ngel como protector y pastor para conducirlo a la vida\u00bb (S. Basilio, Eun. 3, 1). Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los \u00e1ngeles y de los hombres, unidos en Dios.<\/p>

      II EL MUNDO VISIBLE<\/p>

      337 Dios mismo es quien ha creado el mundo visible en toda su riqueza, su diversidad y su orden. La Escritura presenta la obra del Creador simb\u00f3licamente como una secuencia de seis d\u00edas \u00abde trabajo\u00bb divino que terminan en el \u00abreposo\u00bb del d\u00eda s\u00e9ptimo (Gn 1, 1\u20112,4). El texto sagrado ense\u00f1a, a prop\u00f3sito de la creaci\u00f3n, verdades reveladas por Dios para nuestra salvaci\u00f3n (cf DV 11) que permiten \u00abconocer la naturaleza \u00edntima de todas las criaturas, su valor y su ordenaci\u00f3n a la alabanza divina\u00bb (LG 36).<\/p>

      338 Nada existe que no deba su existencia a Dios creador. <\/em>El mundo comenz\u00f3 cuando fue sacado de la nada por la palabra de Dios; todos los seres existentes, toda la naturaleza, toda la historia humana est\u00e1n enraizados en este acontecimiento primordial: es el origen gracias al cual el mundo es constituido, y el tiempo ha comenzado (cf S. Agust\u00edn, Gen. Man. 1, 2, 4).<\/p>

      339 Toda criatura posee su bondad y su perfecci\u00f3n propias. <\/em>Para cada una de las obras de los \u00abseis d\u00edas\u00bb se dice: \u00abY vio Dios que era bueno\u00bb. \u00abPor la condici\u00f3n misma de la creaci\u00f3n, todas las cosas est\u00e1n dotadas de firmeza, verdad y bondad propias y de un orden\u00bb (GS 36, 2). Las distintas criaturas, queridas en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabidur\u00eda y de la bondad Infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura para evitar un uso desordenado de las cosas, que desprecie al Creador y acarrce consecuencias nefastas para los hombres y para su ambiente.<\/p>

      340 La interdependencia de las criaturas <\/em>es querida por Dios. E1 sol y la luna, el cedro y la florecilla, el \u00e1guila y el gorri\u00f3n: las innumerables diversidades y desigualdades significan que ninguna criatura se basta a s\u00ed misma, que no existen sino en dependencia unas de otras, para complementarse y servirse mutuamente.<\/p>

      341 La belleza del universo: <\/em>el orden y la armon\u00eda del mundo creado derivan de la diversidad de los seres y de las relaciones que entre ellos existen. El hombre las descubre progresivamente como leyes de la naturaleza que causan la admiraci\u00f3n de los sabios. La belleza de la creaci\u00f3n refleja la Infinita belleza del Creador. Debe inspirar el respeto y la sumisi\u00f3n de la inteligencia del hombre y de su voluntad.<\/p>

      342 La jerarqu\u00eda de las criaturas <\/em>est\u00e1 expresada por el orden de los \u00abseis d\u00edas\u00bb, que va de lo menos perfecto a lo m\u00e1s perfecto. Dios ama todas sus criaturas (cf Sal 145, 9), cuida de cada una, incluso de los pajarillos. Pero Jes\u00fas dice: \u00abVosotros val\u00e9is m\u00e1s que muchos pajarillos\u00bb (Lc 12, 6\u20117), o tambi\u00e9n: \u00ab\u00a1Cu\u00e1nto m\u00e1s vale un hombre que una oveja!\u00bb (Mt 12, 12).<\/p>

      343 El hombre es la cumbre <\/em>de la obra de la creaci\u00f3n. El relato inspirado lo expresa distinguiendo netamente la creaci\u00f3n del hombre y la de las otras criaturas (cf Gn 1, 26).<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 344\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Existe una solidaridad entre todas las criaturas <\/em>por el hecho de que todas tienen el mismo Creador, y que todas est\u00e1n ordenadas a su gloria:<\/p>

      Loado seas por toda criatura, mi Se\u00f1or, y en especial loado por el hermano Sol, que alumbra, y abre el d\u00eda, y es bello en su esplendor y lleva por los cielos noticia de su autor.<\/p>

      Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es \u00fatil, casta, humilde: \u00a1loado mi Se\u00f1or!<\/p>

      Y por la hermana tierra que es toda bendici\u00f3n, la hermana madre tierra, que da en toda ocasi\u00f3n las hierbas y los frutos y flores de color, y nos sustenta y rige: \u00a1loado mi Se\u00f1or!<\/p>

      Servidle con ternura y humilde coraz\u00f3n, agradeced sus dones, cantad su creaci\u00f3n. Las criaturas todas, load a mi Se\u00f1or. Am\u00e9n.<\/p>

      (S. Francisco de As\u00eds, C\u00e1ntico de las criaturas.)<\/p>

      345 El Sabbat, culminaci\u00f3n de la obra de los \u00abseis d\u00edas\u00bb. <\/em>El texto sagrado dice que \u00abDios concluy\u00f3 en el s\u00e9ptimo d\u00eda la obra que hab\u00eda hecho\u00bb y que as\u00ed \u00abel cielo y la tierra fueron acabados\u00bb; Dios, en el s\u00e9ptimo d\u00eda, \u00abdescans\u00f3\u00bb, santific\u00f3 y bendijo este d\u00eda (Gn 2, 1\u20113). Estas palabras inspiradas son ricas en ense\u00f1anzas salv\u00edficas:<\/p>

      346 En la creaci\u00f3n Dios puso un fundamento y unas leyes que permanecen estables (cf Hb 4, 3\u20114), en los cuales el creyente podr\u00e1 apoyarse con confianza, y que son para \u00e9l el signo y garant\u00eda de la fidelidad inquebrantable de la Alianza de Dios (cf Jr 31, 35\u201137, 33, 19\u201126). Por su parte el hombre deber\u00e1 permanecer fiel a este fundamento y respetar las leyes que el Creador ha inscrito en la creaci\u00f3n.<\/p>

      347 La creaci\u00f3n est\u00e1 hecha con miras al Sabbat y, por tanto, al culto y a la adoraci\u00f3n de Dios. El culto est\u00e1 inscrito en el orden de la creaci\u00f3n (cf Gn 1, 14). \u00abOperi Dei nihil praeponatur\u00bb (\u00abNada se anteponga a la dedicaci\u00f3n a Dios\u00bb), dice la regla de S. Benito, indicando as\u00ed el recto orden de las preocupaciones humanas.<\/p>

      348 El Sabbat pertenece al coraz\u00f3n de la ley de Israel. Guardar los mandamientos es corresponder a la sabidur\u00eda y a la voluntad de Dios, expresadas en su obra de creaci\u00f3n.<\/p>

      349 El octavo d\u00eda. <\/em>Pero para nosotros ha surgido un nuevo d\u00eda: el d\u00eda de la Resurrecci\u00f3n de Cristo. El s\u00e9ptimo d\u00eda acaba la primera creaci\u00f3n. Y el octavo d\u00eda comienza la nueva creaci\u00f3n. As\u00ed, la obra de la creaci\u00f3n culmina en una obra todav\u00eda m\u00e1s grande: la Redenci\u00f3n. La primera creaci\u00f3n encuentra su sentido y su cumbre en la nueva creaci\u00f3n en Cristo, cuyo esplendor sobrepasa el de la primera (cf MR, vigilia pascual 24, oraci\u00f3n despu\u00e9s de la primera lectura).<\/p>

      RESUMEN<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 350\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los \u00e1ngeles son criaturas espirituales que glorifican a Dios sin cesar y que sirven sus designios salv\/ficos con las otras criaturas: \u00abAd omnia bona nostra cooperantur an\u00adgeli\u00bb (\u00abLos \u00e1ngeles cooperan en toda obra buena que ha\u00adcemos\u00bb) (S. Tom\u00e1s de A., s. th . 1, 114, 3, ad 3).<\/em><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 351\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los \u00e1ngeles rodean a Cristo, su Se\u00f1or. Le sirven particu\u00adlarmente en el cumplimiento de su misi\u00f3n salv\u00edfica\u00a0 para con los hombres.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 352\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia venera a los \u00e1ngeles que la ayudan en su pere\u00adgrinar terrestre y protegen a todo ser humano.<\/em><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 353\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios quiso la diversidad de sus criaturas y la bondad pe\u00adculiar de cada una, su interdependencia y su orden. Desti\u00adn\u00f3 todas las criaturas materiales al bien del g\u00e9nero huma\u00adno. El hombre, y toda la creaci\u00f3n a trav\u00e9s de \u00e9l, est\u00e1 des\u00adtinado a la gloria de Dios.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 354\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Respetar las leyes inscritas en la creaci\u00f3n y las relaciones que derivan de la naturaleza de las cosas es un principio de sabidur\u00eda y un fundamento de la moral.<\/em><\/p>

      \u00a0<\/em><\/p>

      P\u00e1rrafo 6\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL HOMBRE<\/p>

      355\u00a0\u00a0 \u00abDios cre\u00f3 al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo cre\u00f3, hombre y mujer los cre\u00f3\u00bb (Gn 1,27). El hombre ocupa un lugar \u00fanico en la creaci\u00f3n: \u00abest\u00e1 hecho a imagen de Dios\u00bb (I); en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material (II); es creado \u00abhombre y mujer\u00bb (III); Dios lo estableci\u00f3 en la amistad con \u00e9l. (IV).<\/p>

      I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abA IMAGEN DE DIOS\u00bb<\/p>

      356\u00a0 De todas las criaturas visibles s\u00f3lo el hombre es \u00abcapaz de conocer y amar a su Creador\u00bb (GS 12,3); es la \u00ab\u00fanica criatura en la tierra a la que Dios ha amado por s\u00ed misma\u00bb (GS 24,3); s\u00f3lo \u00e9l est\u00e1 llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y \u00e9sta es la raz\u00f3n fundamental de su dignidad:<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfQu\u00e9 cosa, o qui\u00e9n, te ruego, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella. Por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno (S. Catalina de Siena, Di\u00e1logo 4,13).<\/p>

      357\u00a0\u00a0 Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comuni\u00f3n con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ning\u00fan otro ser puede dar en su lugar.<\/p>

      358\u00a0 Dios cre\u00f3 todo para el hombre (cf. Gs 12,1; 24,3; 39,1), pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creaci\u00f3n:<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfCu\u00e1l es, pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante consideraci\u00f3n? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, m\u00e1s precioso a los ojos de Dios que la creaci\u00f3n entera; es el hombre, para \u00e9l existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creaci\u00f3n, y Dios ha dado tanta importancia a su salvaci\u00f3n que no ha perdonado a su Hijo \u00fanico por \u00e9l. Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta \u00e9l y se sentara a su derecha (S. Juan Cris\u00f3stomo, In Gen. Sermo 2,1).<\/p>

      359\u00a0 \u00abRealmente, el el misterio del hombre s\u00f3lo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado\u00bb (GS 22,1):<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 San Pablo nos dice que dos hombres dieron origen al g\u00e9nero humano, a saber, Ad\u00e1n y Cristo…El primer hombre, Ad\u00e1n, fue un ser animado; el \u00faltimo Ad\u00e1n, un esp\u00edritu que da vida. Aquel primer Ad\u00e1n fue creado por el segundo, de quien recibi\u00f3 el alma con la cual empez\u00f3 a vivir… El segundo Ad\u00e1n es aquel que, cuando cre\u00f3 al primero, coloc\u00f3 en \u00e9l su divina imagen. De aqu\u00ed que recibiera su naturaleza y adoptara su mismo nombre, para que aquel a quien hab\u00eda formado a su misma imagen no pereciera. El primer Ad\u00e1n es, en realidad, el nuevo Ad\u00e1n; aquel primer Ad\u00e1n tuvo principio, pero este \u00faltimo Ad\u00e1n no tiene fin. Por lo cual, este \u00faltimo es, realmente, el primero, como \u00e9l mismo afirma: \u00abYo soy el primero y yo soy el \u00faltimo\u00bb. (S. Pedro Cris\u00f3logo, serm. 117).<\/p>

      360\u00a0 Debido a la comunidad de origen, el g\u00e9nero humano forma una unidad. Porque Dios \u00abcre\u00f3, de un solo principio, todo el linaje humano\u00bb (Hch 17,26; cf. Tb 8,6):<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Maravillosa visi\u00f3n que nos hace contemplar el g\u00e9nero humano en la unidad de su origen en Dios …: en la unidad de su naturaleza, compuesta de igual modo en todos de un cuerpo material y de un alma espiritual; en la unidad de su fin inmediato y de su misi\u00f3n en el mundo; en la unidad de su morada: la tierra, cuyos bienes todos los hombres, por derecho natural, pueden usar para sostener y desarrollar la vida; en la unidad de su fin sobrenatural: Dios mismo a quien todos deben tender; en la unidad de los medios para alcanzar este fin; … en la unidad de su rescate realizado para todos por Cristo (P\u00edo XII, Enc. \u00abSummi Pontificatus\u00bb 3; cf. NA 1).<\/p>

      361\u00a0\u00a0 \u00abEsta ley de solidaridad humana y de caridad (ibid.), sin excluir la rica variedad de las personas, las culturas y los pueblos, nos asegura que todos los hombres son verdaderamente hermanos.<\/p>

      II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cCORPORE ET ANIMA UNUS\u201d<\/p>

      362\u00a0 La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato b\u00edblico expresa esta realidad con un lenguaje simb\u00f3lico cuando afirma que \u00abDios form\u00f3 al hombre con polvo del suelo e insufl\u00f3 en sus narices aliento de vida y result\u00f3 el hombre un ser viviente\u00bb (Gn 2,7). Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios.<\/p>

      363\u00a0 A menudo, el t\u00e9rmino\u00a0 alma designa en la Sagrada Escritura la\u00a0 vida\u00a0 humana (cf. Mt 16,25-26; Jn 15,13) o toda la persona\u00a0 humana (cf. Hch 2,41). Pero designa tambi\u00e9n lo que hay de m\u00e1s \u00edntimo en el hombre (cf. Mt 26,38; Jn 12,27) y de m\u00e1s valor en \u00e9l (cf. Mt 10,28; 2 M 6,30), aquello por lo que es particularmente imagen de Dios: \u00abalma\u00bb significa el principio espiritual en el hombre<\/p>

      364\u00a0 El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la \u00abimagen de Dios\u00bb: es cuerpo humano precisamente porque est\u00e1 animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que est\u00e1 destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el Templo del Esp\u00edritu (cf. 1 Co 6,19-20; 15,44-45):<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condici\u00f3n corporal, re\u00fane en s\u00ed los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de \u00e9l, \u00e9stos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador. Por consiguiente, no es l\u00edcito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el \u00faltimo d\u00eda (GS 14,1).<\/p>

      365\u00a0 La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la \u00abforma\u00bb del cuerpo (cf. Cc. de Vienne, a\u00f1o 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el esp\u00edritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su uni\u00f3n constituye una \u00fanica naturaleza.<\/p>

      366\u00a0 La Iglesia ense\u00f1a que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. P\u00edo XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, SPF 8) -no es \u00abproducida\u00bb por los padres-, y que es inmortal (cf. Cc. de Letr\u00e1n V, a\u00f1o 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unir\u00e1 de nuevo al cuerpo en la resurrecci\u00f3n final.<\/p>

      367\u00a0 A veces se acostumbra a distinguir entre alma y esp\u00edritu. As\u00ed S. Pablo ruega para que nuestro \u00abser entero, el esp\u00edritu, el alma y el cuerpo\u00bb sea conservado sin mancha hasta la venida del Se\u00f1or (1 Ts 5,23). La Iglesia ense\u00f1a que esta distinci\u00f3n no introduce una dualidad en el alma (Cc. de Constantinopla IV, a\u00f1o 870: DS 657). \u00abEsp\u00edritu\u00bb significa que el hombre est\u00e1 ordenado desde su creaci\u00f3n a su fin sobrenatural (Cc. Vaticano I: DS 3005; cf. GS 22,5), y que su alma es capaz de ser elevada gratuitamente a la comuni\u00f3n con Dios (cf. P\u00edo XII, Humani generis, a\u00f1o 1950: DS 3891).<\/p>

      368\u00a0 La tradici\u00f3n espiritual de la Iglesia tambi\u00e9n presenta el coraz\u00f3n en su sentido b\u00edblico de \u00ablo m\u00e1s profundo del ser\u00bb (Jr 31,33), donde la persona se decide o no por Dios (cf. Dt 6,5; 29,3;Is 29,13; Ez 36,26; Mt 6,21; Lc 8,15; Rm 5,5).<\/p>

      III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cHOMBRE Y MUJER LOS CREO\u201d<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Igualdad y diferencia queridas por Dios<\/p>

      369\u00a0 El hombre y la mujer son creados, es decir, son queridos por Dios: por una parte, en una perfecta igualdad en tanto que personas humanas, y por otra, en su ser respectivo de hombre y de mujer. \u00abSer hombre\u00bb, \u00abser mujer\u00bb es una realidad buena y querida por Dios: el hombre y la mujer tienen una dignidad que nunca se pierde, que viene inmediatamente de Dios su creador (cf. Gn 2,7.22). El hombre y la mujer son, con la misma dignidad, \u00abimagen de Dios\u00bb. En su \u00abser-hombre\u00bb y su \u00abser-mujer\u00bb reflejan la sabidur\u00eda y la bondad del Creador.<\/p>

      370\u00a0 Dios no es, en modo alguno, a imagen del hombre. No es ni hombre ni mujer. Dios es esp\u00edritu puro, en el cual no hay lugar para la diferencia de sexos. Pero las \u00abperfecciones\u00bb del hombre y de la mujer reflejan algo de la infinita perfecci\u00f3n de Dios: las de una madre (cf. Is 49,14-15; 66,13; Sal 131,2-3) y las de un padre y esposo (cf. Os 11,1-4; Jr 3,4-19).<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cEl uno para el otro\u201d, \u201cuna unidad de dos\u201d<\/p>

      371\u00a0\u00a0 Creados a la vez, el hombre y la mujer son queridos por Dios el uno para el otro. La Palabra de Dios nos lo hace entender mediante diversos acentos del texto sagrado. \u00abNo es bueno que el hombre est\u00e9 solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada\u00bb (Gn 2,18). Ninguno de los animales es \u00abayuda adecuada\u00bb para el hombre (Gn 2,19-20). La mujer, que Dios \u00abforma\u00bb de la costilla del hombre y presenta a \u00e9ste, despierta en \u00e9l un grito de admiraci\u00f3n, una exclamaci\u00f3n de amor y de comuni\u00f3n: \u00abEsta vez s\u00ed que es hueso de mis huesos y carne de mi carne\u00bb (Gn 2,23). El hombre descubre en la mujer como un otro \u00abyo\u00bb, de la misma humanidad.<\/p>

      372\u00a0\u00a0 El hombre y la mujer est\u00e1n hechos \u00abel uno para el otro\u00bb: no que Dios los haya hecho \u00aba medias\u00bb e \u00abincompletos\u00bb; los ha creado para una comuni\u00f3n de personas, en la que cada uno puede ser \u00abayuda\u00bb para el otro porque son a la vez iguales en cuanto personas (\u00abhueso de mis huesos…\u00bb) y complementarios en cuanto masculino y femenino. En el matrimonio, Dios los une de manera que, formando \u00abuna sola carne\u00bb (Gn 2,24), puedan transmitir la vida humana: \u00abSed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra\u00bb (Gn 1,28). Al trasmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres, cooperan de una manera \u00fanica en la obra del Creador (cf. GS 50,1).<\/p>

      373\u00a0\u00a0 En el plan de Dios, el hombre y la mujer est\u00e1n llamados a \u00absometer\u00bb la tierra (Gn 1,28) como \u00abadministradores\u00bb de Dios. Esta soberan\u00eda no debe ser un dominio arbitrario y destructor. A imagen del Creador, \u00abque ama todo lo que existe\u00bb (Sb 11,24), el hombre y la mujer son llamados a participar en la Providencia divina respecto a las otras cosas creadas. De ah\u00ed su responsabilidad frente al mundo que Dios les ha confiado.<\/p>

      IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL HOMBRE EN EL PARAISO<\/p>

      374\u00a0\u00a0 El primer hombre\u00a0 fue no\u00a0 solamente creado bueno, sino tambi\u00e9n constituido en la amistad con su creador\u00a0 y en armon\u00eda consigo mismo y con la creaci\u00f3n en torno a \u00e9l; amistad y armon\u00eda tales que no ser\u00e1n superadas m\u00e1s que por la gloria de la nueva creaci\u00f3n en Cristo.<\/p>

      375\u00a0\u00a0 La Iglesia, interpretando de manera aut\u00e9ntica el simbolismo del lenguaje b\u00edblico a la luz del Nuevo Testamento y de la Tradici\u00f3n, ense\u00f1a que nuestros primeros padres Ad\u00e1n y Eva fueron constituidos en un estado \u00abde sant idad y de justicia original\u00bb (Cc. de Trento: DS 1511). Esta gracia de la santidad original era una \u00abparticipaci\u00f3n de la vida divina\u00bb (LG 2).<\/p>

      376\u00a0 Por la irradiaci\u00f3n de esta gracia, todas las dimensiones de la vida del hombre estaban fortalecidas. Mientras permaneciese en la intimidad divina, el hombre no deb\u00eda ni morir (cf. Gn 2,17; 3,19) ni sufrir (cf. Gn 3,16). La armon\u00eda interior de la persona humana, la armon\u00eda entre el hombre y la mujer, y, por \u00faltimo, la armon\u00eda entre la primera pareja y toda la creaci\u00f3n constitu\u00eda el estado llamado \u00abjusticia original\u00bb.<\/p>

      377\u00a0\u00a0 El \u00abdominio\u00bb del mundo que Dios hab\u00eda concedido al hombre desde el comienzo, se realizaba ante todo dentro del hombre mismo como dominio de s\u00ed. El hombre estaba \u00edntegro y ordenado en todo su ser por estar libre de la triple concupiscencia (cf. 1 Jn 2,16), que lo somete a los placeres de los sentidos, a la apetencia de los bienes terrenos y a la afirmaci\u00f3n de s\u00ed contra los imperativos de la raz\u00f3n.<\/p>

      378\u00a0 Signo de la familiaridad con Dios es el hecho de que Dios lo coloca en el jard\u00edn (cf. Gn 2,8). Vive all\u00ed \u00abpara cultivar la tierra y guardarla\u00bb (Gn 2,15): el trabajo no le es penoso (cf. Gn 3,17-19), sino que es la colaboraci\u00f3n del hombre y de la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creaci\u00f3n visible.<\/p>

      379\u00a0 Toda esta armon\u00eda de la justicia original, prevista para el hombre por designio de Dios, se perder\u00e1 por el pecado de nuestros primeros padres.<\/p>

      RESUMEN<\/p>

      380\u00a0 \u00abA imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirvi\u00e9ndote s\u00f3lo a ti, su Creador, dominara todo lo creado\u00bb (MR, Plegaria eucar\u00edstica IV, 118).<\/p>

      381\u00a0\u00a0 El hombre es predestinado a reproducir la imagen del Hijo de Dios hecho hombre -\u00abimagen del Dios invisible\u00bb (Col 1,15)-, para que Cristo sea el primog\u00e9nito de una multitud de hermanos y de hermanas (cf. Ef 1,3-6; Rm 8,29).<\/p>

      382\u00a0 El hombre es \u00abcorpore et anima unus\u00bb (\u00abuna unidad de cuerpo y alma\u00bb) (GS 14,1). La doctrina de la fe afirma que el alma espiritual e inmortal es creada de forma inmediata por Dios.<\/p>

      383\u00a0 \u00abDios no cre\u00f3 al hombre solo: en efecto, desde el principio `los cre\u00f3 hombre y mujer’ (Gn 1,27). Esta asociaci\u00f3n constituye la primera forma de comuni\u00f3n entre personas\u00bb (GS 12,4).<\/p>

      384\u00a0 La revelaci\u00f3n nos da a conocer el estado de santidad y de justicia originales del hombre y la mujer antes del pecado: de su amistad con Dios nac\u00eda la felicidad de su existencia en el para\u00edso.<\/p>

      P\u00e1rrafo 7\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CAIDA<\/p>

      385\u00a0 Dios es infinitamente bueno y todas sus obras son buenas. Sin embargo, nadie escapa a la experiencia del sufrimiento, de los males en la naturaleza -que aparecen como ligados a los l\u00edmites propios de las criaturas-, y sobre todo a la cuesti\u00f3n del mal moral. \u00bfDe d\u00f3nde viene el mal? \u00abQuaerebam unde malum et non erat exitus\u00bb (\u00abBuscaba el origen del mal y no encontraba soluci\u00f3n\u00bb) dice S. Agust\u00edn (conf. 7,7.11), y su propia b\u00fasqueda dolorosa s\u00f3lo encontrar\u00e1 salida en su conversi\u00f3n al Dios vivo. Porque \u00abel misterio de la iniquidad\u00bb (2 Ts 2,7) s\u00f3lo se esclarece a la luz del \u00abMisterio de la piedad\u00bb (1 Tm 3,16). La revelaci\u00f3n del amor divino en Cristo ha manifestado a la vez la extensi\u00f3n del mal y la sobreabundancia de la gracia (cf. Rm 5,20). Debemos, por tanto, examinar la cuesti\u00f3n del origen del mal fijando la mirada de nuestra fe en el que es su \u00fanico Vencedor (cf. Lc 11,21-22; Jn 16,11; 1 Jn 3,8).<\/p>

      I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DONDE ABUNDO EL PECADO, SOBREABUNDO<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA GRACIA<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La realidad del pecado<\/p>

      386\u00a0 El pecado est\u00e1 presente en la historia del hombre: ser\u00eda vano intentar ignorarlo o dar a esta oscura realidad otros nombres. Para intentar comprender lo que es el pecado, es preciso en primer lugar reconocer el v\u00ednculo profundo del hombre con Dios, porque fuera de esta relaci\u00f3n, el mal del pecado no es desenmascarado en su verdadera identidad de rechazo y oposici\u00f3n a Dios, aunque contin\u00fae pesando sobre la vida del hombre y sobre la historia.<\/p>

      387\u00a0 La realidad del pecado, y m\u00e1s particularmente del pecado de los or\u00edgenes, s\u00f3lo se esclarece a la luz de la Revelaci\u00f3n divina. Sin el conocimiento que \u00e9sta nos da de Dios no se puede reconocer claramente el pecado, y se siente la tentaci\u00f3n de explicarlo \u00fanicamente como un defecto de crecimiento, como una debilidad sicol\u00f3gica, un error, la consecuencia necesaria de una estructura social inadecuada, etc. S\u00f3lo en el conocimiento del designio de Dios sobre el hombre se comprende que el pecado es un abuso de la libertad que Dios da a las personas creadas para que puedan amarle y amarse mutuamente.<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El pecado original – una verdad esencial de la fe<\/p>

      388\u00a0 Con el desarrollo de la Revelaci\u00f3n se va iluminando tambi\u00e9n la realidad del pecado. Aunque el Pueblo de Dios del Antiguo Testamento conoci\u00f3 de alguna manera la condici\u00f3n humana a la luz de la historia de la ca\u00edda narrada en el G\u00e9nesis, no pod\u00eda alcanzar el significado \u00faltimo de esta historia que s\u00f3lo se manifiesta a la luz de la Muerte y de la Resurrecci\u00f3n de Jesucristo (cf. Rm 5,12-21). Es preciso conocer a Cristo como fuente de la gracia para conocer a Ad\u00e1n como fuente del pecado. El Esp\u00edritu-Par\u00e1clito, enviado por Cristo resucitado, es quien vino \u00aba convencer al mundo en lo referente al pecado\u00bb (Jn 16,8) revelando al que es su Redentor.<\/p>

      389\u00a0 La doctrina del pecado original es, por as\u00ed decirlo, \u00abel reverso\u00bb de la Buena Nueva de que Jes\u00fas es el Salvador de todos los hombres, que todos necesitan salvaci\u00f3n y que la salvaci\u00f3n es ofrecida a todos gracias a Cristo. La Iglesia, que tiene el sentido de Cristo (cf. 1 Cor 2,16) sabe bien que no se puede lesionar la revelaci\u00f3n del pecado original sin atentar contra el Misterio de Cristo.<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Para leer el relato de la ca\u00edda<\/p>

      390\u00a0 El relato de la ca\u00edda (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de im\u00e1genes, pero afirma un acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar\u00a0 al comienzo de la historia del hombre\u00a0 (cf. GS 13,1). La Revelaci\u00f3n nos da la certeza de fe de que toda la historia humana est\u00e1 marcada por el pecado original libremente cometido por nuestros primeros padres (cf. Cc. de Trento: DS 1513; P\u00edo XII: DS 3897; Pablo VI, discurso 11 Julio 1966).<\/p>

      II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CAIDA DE LOS ANGELES<\/p>

      391\u00a0\u00a0 Tras la elecci\u00f3n desobediente de nuestros primeros padr es se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf. Gn 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sb 2,24). La Escritura y la Tradici\u00f3n de la Iglesia ven en este ser un \u00e1ngel ca\u00eddo, llamado Sat\u00e1n o diablo (cf. Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia ense\u00f1a que primero fue un \u00e1ngel bueno, creado por Dios. \u00abDiabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali\u00bb (\u00abEl diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a s\u00ed mismos malos\u00bb) (Cc. de Letr\u00e1n IV, a\u00f1o 1215: DS 800).<\/p>

      392\u00a0 La Escritura habla de un pecado de estos \u00e1ngeles (2 P 2,4). Esta \u00abca\u00edda\u00bb consiste en la elecci\u00f3n libre de estos esp\u00edritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. Encontramos un reflejo de esta rebeli\u00f3n en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: \u00abSer\u00e9is como dioses\u00bb (Gn 3,5). El diablo es \u00abpecador desde el principio\u00bb (1 Jn 3,8), \u00abpadre de la mentira\u00bb (Jn 8,44).<\/p>

      393\u00a0 Es el car\u00e1cter irrevocable de su elecci\u00f3n, y no un defecto de la infinita misericordia divina lo que hace que el pecado de los \u00e1ngeles no pueda ser perdonado. \u00abNo hay arrepentimiento para ellos despu\u00e9s de la ca\u00edda, como no hay arrepentimiento para los hombres despu\u00e9s de la muerte\u00bb (S. Juan Damasceno, f.o. 2,4: PG 94, 877C).<\/p>

      394\u00a0 La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquel a quien Jes\u00fas llama \u00abhomicida desde el principio\u00bb (Jn 8,44) y que incluso intent\u00f3 apartarlo de la misi\u00f3n recibida del Padre (cf. Mt 4,1-11). \u00abEl Hijo de Dios se manifest\u00f3 para deshacer las obras del diablo\u00bb (1 Jn 3,8). La m\u00e1s grave en consecuencias de estas obras ha sido la seducci\u00f3n mentirosa que ha inducido al hombre a desobedecer a Dios.<\/p>

      395\u00a0 Sin embargo, el poder de Sat\u00e1n no es infinito. No es m\u00e1s que una criatura, poderosa por el hecho de ser esp\u00edritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificaci\u00f3n del Reino de Dios. Aunque Sat\u00e1n act\u00fae en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque su acci\u00f3n cause graves da\u00f1os -de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza f\u00edsica-en cada hombre y en la sociedad, esta acci\u00f3n es permitida por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo. El que Dios permita la actividad diab\u00f3lica es un gran misterio, pero \u00abnosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman\u00bb (Rm 8,28)<\/p>

      III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL PECADO ORIGINAL<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La prueba de la libertad<\/p>

      396\u00a0 Dios cre\u00f3 al hombre a su imagen y lo estableci\u00f3 en su amistad. Criatura espiritual, el hombre no puede vivir esta amistad m\u00e1s que en la forma de libre sumisi\u00f3n a Dios. Esto es lo que expresa la prohibici\u00f3n hecha al hombre de comer del \u00e1rbol del conocimiento del bien y del mal, \u00abporque el d\u00eda que comieres de \u00e9l, morir\u00e1s\u00bb (Gn 2,17). \u00abEl \u00e1rbol del conocimiento del bien y del mal\u00bb evoca simb\u00f3licamente el l\u00edmite infranqueable que el hombre en cuanto criatura debe reconocer libremente y respetar con confianza. El hombre depende del Creador, est\u00e1 sometido a las leyes de la Creaci\u00f3n y a las normas morales que regulan el uso de la libertad.<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El primer pecado del hombre<\/p>

      397\u00a0 El hombre, tentado por el diablo, dej\u00f3 morir en su coraz\u00f3n la confianza hacia su creador (cf. Gn 3,1-11) y, abusando de su libertad, desobedeci\u00f3 al mandamiento de Dios. En esto consisti\u00f3 el primer pecado del hombre (cf. Rm 5,19). En adelante, todo pecado ser\u00e1 una desobediencia a Dios y una falta de confianza en su bondad.<\/p>

      398\u00a0 En este pecado, el hombre se prefiri\u00f3 a s\u00ed mismo en lugar de Dios, y por ello despreci\u00f3 a Dios: hizo elecci\u00f3n de s\u00ed mismo contra Dios, contra las exigencias de su estado de criatura y, por tanto, contra su propio bien. El hombre, constituido en un estado de santidad, estaba destinado a ser plenamente \u00abdivinizado\u00bb por Dios en la gloria. Por la seducci\u00f3n del diablo quiso \u00abser como Dios\u00bb (cf. Gn 3,5), pero \u00absin Dios, antes que Dios y no seg\u00fan Dios\u00bb (S. M\u00e1ximo Confesor, ambig.).<\/p>

      399\u00a0 La Escritura muestra las consecuencias dram\u00e1ticas de esta primera desobediencia. Ad\u00e1n y Eva pierden inmediatamente la gracia de la santidad original (cf. Rm 3,23). Tienen miedo del Dios (cf. Gn 3,9-10) de quien han concebido una falsa imagen, la de un Dios celoso de sus prerrogativas (cf. Gn 3,5).<\/p>

      400\u00a0 La armon\u00eda en la que se encontraban, establecida gracias a la justicia original, queda destruida; el dominio de las facultades espirituales del alma sobre el cuerpo se quiebra (cf. Gn 3,7); la uni\u00f3n entre el hombre y la mujer es sometida a tensiones (cf. Gn 3,11-13); sus relaciones estar\u00e1n marcadas por el deseo y el dominio (cf. Gn 3,16). La armon\u00eda con la creaci\u00f3n se rompe; la creaci\u00f3n visible se hace para el hombre extra\u00f1a y hostil (cf. Gn 3,17.19). A causa del hombre, la creaci\u00f3n es sometida \u00aba la servidumbre de la corrupci\u00f3n\u00bb (Rm 8,21). Por fin, la consecuencia expl\u00edcitamente anunciada para el caso de desobediencia (cf. Gn 2,17), se realizar\u00e1: el hombre \u00abvolver\u00e1 al polvo del que fue formado\u00bb (Gn 3,19). La muerte hace su entrada en la historia de la humanidad (cf. Rm 5,12).<\/p>

      401\u00a0\u00a0 Desde este primer pecado, una verdadera invasi\u00f3n de pec ado inunda el mundo: el fratricidio cometido por Ca\u00edn en Abel (cf. Gn 4,3-15); la corrupci\u00f3n universal, a ra\u00edz del pecado (cf. Gn 6,5.12; Rm 1,18-32); en la historia de Israel, el pecado se manifiesta frecuentemente, sobre todo como una infidelidad al Dios de la Alianza y como transgresi\u00f3n de la Ley de Mois\u00e9s; e incluso tras la Redenci\u00f3n de Cristo, entre los cristianos, el pecado se manifiesta, entre los cristianos, de m\u00faltiples maneras (cf. 1 Co 1-6; Ap 2-3). La Escritura y la Tradici\u00f3n de la Iglesia no cesan de recordar la presencia y la universalidad del pecado en la historia del hombre:<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Lo que la revelaci\u00f3n divina nos ense\u00f1a coincide con la misma experiencia. Pues el hombre, al examinar su coraz\u00f3n, se descubre tambi\u00e9n inclinado al mal e inmerso en muchos males que no pueden proceder de su Creador, que es bueno. Neg\u00e1ndose con frecuencia a reconocer a Dios como su principio, rompi\u00f3 adem\u00e1s el orden debido con respecto a su fin \u00faltimo y, al mismo tiempo, toda su ordenaci\u00f3n en relaci\u00f3n consigo mismo, con todos los otros hombres y con todas las cosas creadas (GS 13,1).<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Consecuencias del pecado de Ad\u00e1n para la humanidad<\/p>

      402\u00a0 Todos los hombres est\u00e1n implicados en el pecado de Ad\u00e1n. S. Pablo lo afirma: \u00abPor la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores\u00bb (Rm 5,19): \u00abComo por un solo hombre entr\u00f3 el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y as\u00ed la muerte alcanz\u00f3 a todos los hombres, por cuanto todos pecaron…\u00bb (Rm 5,12). A la universalidad del pecado y de la muerte, el Ap\u00f3stol opone la universalidad de la salvaci\u00f3n en Cristo: \u00abComo el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenaci\u00f3n, as\u00ed tambi\u00e9n la obra de justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos una justificaci\u00f3n que da la vida\u00bb (Rm 5,18).<\/p>

      403\u00a0 Siguiendo a S. Pablo, la Iglesia ha ense\u00f1ado siempre que la inmensa miseria que oprime a los hombres y su inclinaci\u00f3n al mal y a la muerte no son comprensibles sin su conexi\u00f3n con el pecado de Ad\u00e1n y con el hecho de que nos ha transmitido un pecado con que todos nacemos afectados y que es \u00abmuerte del alma\u00bb (Cc. de Trento: DS 1512). Por esta certeza de fe, la Iglesia concede el Bautismo para la remisi\u00f3n de los pecados incluso a los ni\u00f1os que no han cometido pecado personal (Cc. de Trento: DS 1514).<\/p>

      404\u00a0 \u00bfC\u00f3mo el pecado de Ad\u00e1n vino a ser el pecado de todos sus descendientes? Todo el g\u00e9nero humano es en Ad\u00e1n \u00absicut unum corpus unius hominis\u00bb (\u00abComo el cuerpo \u00fanico de un \u00fanico hombre\u00bb) (S. Tom\u00e1s de A., mal. 4,1). Por esta \u00abunidad del g\u00e9nero humano\u00bb, todos los hombres est\u00e1n implicados en el pecado de Ad\u00e1n, como todos est\u00e1n implicados en la justicia de Cristo. Sin embargo, la transmisi\u00f3n del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente. Pero sabemos por la Revelaci\u00f3n que Ad\u00e1n hab\u00eda recibido la santidad y la justicia originales no para \u00e9l solo sino para toda la naturaleza humana: cediendo al tentador, Ad\u00e1n y Eva cometen un pecado personal, pero este pecado afecta a la naturaleza humana, que transmitir\u00e1n en un estado ca\u00eddo (cf. Cc. de Trento: DS 1511-12). Es un pecado que ser\u00e1 transmitido por propagaci\u00f3n a toda la humanidad, es decir, por la transmisi\u00f3n de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales. Por eso, el pecado original es llamado \u00abpecado\u00bb de manera an\u00e1loga: es un pecado \u00abcontra\u00eddo\u00bb, \u00abno cometido\u00bb, un estado y no un acto.<\/p>

      405\u00a0 Aunque propio de cada uno (cf. Cc. de Trento: DS 1513), el pecado original no tiene, en ning\u00fan descendiente de Ad\u00e1n, un car\u00e1cter de falta personal. Es la privaci\u00f3n de la santidad y de la justicia originales, pero la naturaleza humana no est\u00e1 totalmente corrompida: est\u00e1 herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al imperio de la muerte e inclinada al pecado (esta inclinaci\u00f3n al mal es llamada \u00abconcupiscencia\u00bb). El Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra el pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman al combate espiritual.<\/p>

      406\u00a0 La doctrina de la Iglesia sobre la transmisi\u00f3n del pecado original fue precisada sobre todo en el siglo V, en particular bajo el impulso de la reflexi\u00f3n de S. Agust\u00edn contra el pelagianismo, y en el siglo XVI, en oposici\u00f3n a la Reforma protestante. Pelagio sosten\u00eda que el hombre pod\u00eda, por la fuerza natural de su voluntad libre, sin la ayuda necesaria de la gracia de Dios, llevar una vida moralmente buena: as\u00ed reduc\u00eda la influencia de la falta de Ad\u00e1n a la de un mal ejemplo. Los primeros reformadores protestantes, por el contrario, ense\u00f1aban que el hombre estaba radicalmente pervertido y su libertad anulada por el pecado de los or\u00edgenes; identificaban el pecado heredado por cada hombre con la tendencia al mal (\u00abconcupiscentia\u00bb), que ser\u00eda insuperable. La Iglesia se pronunci\u00f3 especialmente sobre el sentido del dato revelado respecto al pecado original en el II Concilio de Orange en el a\u00f1o 529 (cf. DS 371-72) y en el Concilio de Trento, en el a\u00f1o 1546 (cf. DS 1510-1516).<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Un duro combate…<\/p>

      407\u00a0 La doctrina sobre el pecado original -vinculada a la de la Redenci\u00f3n de Cristo- proporciona una mirada de discernimiento l\u00facido sobre la situaci\u00f3n del hombre y de su obrar en el mundo. Por el pecado de los primeros padres, el diablo adquiri\u00f3 un cierto dominio sobre el hombre, aunque \u00e9ste permanezca libre. El pecado original entra\u00f1a \u00abla servidumbre bajo el poder del que pose\u00eda el imperio de la muerte, es decir, del diablo\u00bb (Cc. de Trento: DS 1511, cf. Hb 2,14). Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educaci\u00f3n, de la pol\u00edtica, de la acci\u00f3n social (cf. CA 25) y de las costumbres.<\/p>

      408\u00a0 Las consecuencias del pecado original y de todos los pecados personales de los hombres confieren al mundo en su conjunto una condici\u00f3n pecadora, que puede ser designada con la expresi\u00f3n de S. Juan: \u00abel pecado del mundo\u00bb (Jn 1,29). Mediante esta expresi\u00f3n se significa tambi\u00e9n la influencia negativa que ejercen sobre las personas las situaciones comunitarias y las estructuras sociales que son fruto de los pecados de los hombres (cf. RP 16).<\/p>

      409\u00a0 Esta situaci\u00f3n dram\u00e1tica del mundo que \u00abtodo entero yace en poder del maligno\u00bb (1 Jn 5,19; cf. 1 P 5,8), hace de la vida del hombre un combate:<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 A trav\u00e9s de toda la historia del hombre se extiend e una dura batalla contra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durar\u00e1 hasta el \u00faltimo d\u00eda seg\u00fan dice el Se\u00f1or. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en s\u00ed mismo (GS 37,2).<\/p>

      IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cNO LO ABANDONASTE AL PODER DE LA MUERTE\u201d<\/p>

      410\u00a0\u00a0 Tras la ca\u00edda, el hombre no fue abandonado por Dios. Al contrario, Dios lo llama (cf. Gn 3,9) y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el mal y el levantamiento de su ca\u00edda (cf. Gn 3,15). Este pasaje del G\u00e9nesis ha sido llamado \u00abProtoevangelio\u00bb, por ser el primer anuncio del Mes\u00edas redentor, anuncio de un combate entre la serpiente y la Mujer, y de la victoria final de un descendiente de \u00e9sta.<\/p>

      411\u00a0\u00a0\u00a0 La tradici\u00f3n cristiana ve en este pasaje un anuncio del \u00abnuevo Ad\u00e1n\u00bb (cf. 1 Co 15,21-22.45) que, por su \u00abobediencia hasta la muerte en la Cruz\u00bb (Flp 2,8) repara con sobreabundancia la descendencia de Ad\u00e1n (cf. Rm 5,19-20). Por otra parte, numerosos Padres y doctores de la Iglesia ven en la mujer anunciada en el \u00abprotoevangelio\u00bb la madre de Cristo, Mar\u00eda, como \u00abnueva Eva\u00bb. Ella ha sido la que, la primera y de una manera \u00fanica, se benefici\u00f3 de la victoria sobre el pecado alcanzada por Cristo: fue preservada de toda mancha de pecado original (cf. P\u00edo IX: DS 2803) y, durante toda su vida terrena, por una gracia especial de Dios, no cometi\u00f3 ninguna clase de pecado (cf. Cc. de Trento: DS 1573).<\/p>

      412\u00a0\u00a0 Pero, \u00bfpor qu\u00e9 Dios no impidi\u00f3 que el primer hombre pecara? S. Le\u00f3n Magno responde: \u00abLa gracia inefable de Cristo nos ha dado bienes mejores que los que nos quit\u00f3 la envidia del demonio\u00bb (serm. 73,4). Y S. Tom\u00e1s de Aquino: \u00abNada se opone a que la naturaleza humana haya sido destinada a un fin m\u00e1s alto despu\u00e9s de pecado. Dios, en efecto, permite que los males se hagan para sacar de ellos un mayor bien. De ah\u00ed las palabras de S. Pablo: `Donde abund\u00f3 el pecado, sobreabund\u00f3 la gracia’ (Rm 5,20). Y el canto del Exultet: `\u00a1Oh feliz culpa que mereci\u00f3 tal y tan grande Redentor!'\u00bb (s.th. 3,1,3, ad 3).<\/p>

      RESUMEN<\/p>

      413\u00a0\u00a0 \u00abNo fue Dios quien hizo la muerte ni se recrea en la destrucci\u00f3n de los vivientes…por envidia del diablo entr\u00f3 la muerte en el mundo\u00bb (Sb 1,13; 2,24).<\/p>

      414\u00a0\u00a0 Sat\u00e1n o el diablo y los otros demonios son \u00e1ngeles ca\u00eddos por haber rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opci\u00f3n contra Dios es definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebeli\u00f3n contra Dios.<\/p>

      415\u00a0\u00a0 \u00abConstituido por Dios en la justicia, el hombre, sin em bargo, persuadido por el Maligno, abus\u00f3 de su libertad, desde el comienzo de la historia, levant\u00e1ndose contra Dios e intentando alcanzar su propio fin al margen de Dios\u00bb (GS 13,1).<\/p>

      416\u00a0\u00a0 Por su pecado, Ad\u00e1n, en cuanto primer hombre, perdi\u00f3 la santidad y la justicia originales que hab\u00eda recibido de Dios no solamente para \u00e9l, sino para todos los humanos.<\/p>

      417\u00a0\u00a0 Ad\u00e1n y Eva transmitieron a su descendencia la naturaleza humana herida por su primer pecado, privada por tanto de la santidad y la justicia originales. Esta privaci\u00f3n es llamada \u00abpecado original\u00bb.<\/p>

      418\u00a0\u00a0 Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana qued\u00f3 debilitada en sus fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al dominio de la muerte, e inclinada al pecado (inclinaci\u00f3n llamada \u00abconcupisc encia\u00bb).<\/p>

      419\u00a0\u00a0 \u00abMantenemos, pues, siguiendo el concilio de Trento, que el pecado original se transmite, juntamente con la naturaleza humana, `por propagaci\u00f3n, no por imitaci\u00f3n’ y que `se halla como propio en cada uno'\u00bb (Pablo VI, SPF 16).<\/p>

      420\u00a0 La victoria sobre el pecado obtenida por Cristo nos ha dado bienes mejores que los que nos quit\u00f3 el pecado: \u00abDonde abund\u00f3 el pecado, sobreabund\u00f3 la gracia\u00bb (Rm 5,20).<\/p>

      421\u00a0\u00a0 \u00abEl mundo que los fieles cristianos creen\u00a0 creado y conservado por el amor del creador, colocado ciertamente bajo la esclavitud del pecado, pero liberado por Cristo crucificado y resucitado, una vez que fue quebrantado el poder del Maligno…\u00bb (GS 2,2).<\/p>

      CAPITULO SEGUNDO: CREO EN JESUCRISTO, HIJO UNICO DE DIOS<\/p>

      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Buena Nueva: Dios ha enviado a su Hijo<\/p>

      1. \u00abPero, al llegar la plenitud de los tiempos, envi\u00f3 Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibi\u00e9ramos la filiaci\u00f3n adoptiva\u00bb (Ga 4, 4-5). He aqu\u00ed \u00abla Buena Nueva de Jesucristo, Hijo de Dios\u00bb (Mc 1, 1): Dios ha visitado a su pueblo (cf. Lc 1, 68), ha cumplido las promesas hechas a Abraham y a su descendencia (cf. Lc 1, 55); lo ha hecho m\u00e1s all\u00e1 de toda expectativa: El ha enviado a su \u00abHijo amado\u00bb (Mc 1, 11).<\/li><\/ol>

        423\u00a0\u00a0 Nosotros creemos y confesamos que Jes\u00fas de Nazaret, nacido jud\u00edo de una hija de Israel, en Bel\u00e9n en el tiempo del rey Herodes el Grande y del emperador C\u00e9sar Augusto; de oficio carpintero, muerto crucificado en Jerusal\u00e9n, bajo el procurador Poncio Pilato, durante el reinado del emperador Tiberio, es el Hijo eterno de Dios hecho hombre, que ha \u00absalido de Dios\u00bb (Jn 13, 3), \u00abbaj\u00f3 del cielo\u00bb (Jn 3, 13; 6, 33), \u00abha venido en carne\u00bb (1 Jn 4, 2), porque \u00abla Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo \u00fanico, lleno de gracia y de verdad… Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia\u00bb (Jn 1, 14. 16).<\/p>

        424\u00a0 Movidos por la gracia del Esp\u00edritu Santo y \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 atra\u00eddos por el Padre nosotros creemos y confesamos a prop\u00f3sito de Jes\u00fas: \u00abT\u00fa eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo\u00bb (Mt 16, 16). Sobre la roca de esta fe, confesada por San Pedro, Cristo ha construido su Iglesia (cf. Mt 16, 18; San Le\u00f3n Magno, serm. 4, 3;51, 1;62, 2;83, 3).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abAnunciar… la inescrutable riqueza de Cristo\u00bb (Ef 3, 8)<\/p>

        425\u00a0\u00a0 La transmisi\u00f3n de la fe cristiana es ante todo el anuncio de Jesucristo para llevar a la fe en el. Desde el principio, los primeros disc\u00edpulos ardieron en deseos de anunciar a Cristo: \u00abNo podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y o\u00eddo\u00bb (Hch 4, 20). Y ellos mismos invitan a los hombres de todos los tiempos a entrar en la alegr\u00eda de su comuni\u00f3n con Cristo:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Lo que exist\u00eda desde el principio, lo que hemos o\u00eddo, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, -pues la Vida se manifest\u00f3, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, que estaba con el Padre y se nos manifest\u00f3- lo que hemos visto y o\u00eddo, os lo anunciamos, para que tambi\u00e9n vosotros est\u00e9is en comuni\u00f3n con nosotros. Y nosotros estamos en comuni\u00f3n con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Os escribimos esto para que vuestro gozo sea completo (1 Jn 1, 1-4).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En el centro de la catequesis: Cristo<\/p>

        426\u00a0 \u00abEn el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jes\u00fas de Nazaret, Unig\u00e9nito del Padre, que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros… Catequizar es … descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios… Se trata de procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signos realizados por El mismo\u00bb (CT 5). El fin de la catequesis: \u00abconducir a la comuni\u00f3n con Jesucristo: s\u00f3lo El puede conducirnos al amor del Padre en el Esp\u00edritu y hacernos part\u00edcipes de la vida de la Sant\u00edsima Trinidad\u00bb. (ibid.).<\/p>

        427\u00a0\u00a0 \u00abEn la catequesis lo que se ense\u00f1a es a Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios y todo lo dem\u00e1s en referencia a El; el \u00fanico que ense\u00f1a es Cristo, y cualquier otro lo hace en la medida en que es portavoz suyo, permitiendo que Cristo ense\u00f1e por su boca… Todo catequista deber\u00eda poder aplicarse a s\u00ed mismo la misteriosa palabra de Jes\u00fas: ‘Mi doctrina no es m\u00eda, sino del que me ha enviado’ (Jn 7, 16)\u00bb (ibid., 6)<\/p>

        428 El que est\u00e1 llamado a \u00abense\u00f1ar a Cristo\u00bb debe por tanto, ante todo, buscar esta \u00abganancia sublime que es el conocimiento de Cristo\u00bb; es necesario \u00abaceptar perder todas las cosas … para ganar a Cristo, y ser hallado en \u00e9l\u00bb y \u00abconocerle a \u00e9l, el poder de su resurrecci\u00f3n y la comuni\u00f3n en sus padecimientos hasta hacerme semejante a \u00e9l en su muerte, tratando de llegar a la resurrecci\u00f3n de entre los muertos\u00bb (Flp 3, 8-11).<\/p>

        429\u00a0 De este conocimiento amoroso de Cristo es de donde brota el deseo de anunciarlo, de \u00abevangelizar\u00bb, y de llevar a otros al \u00abs\u00ed\u00bb de la fe en Jesucristo. Y al mismo tiempo se hace sentir la necesidad de conocer siempre mejor esta fe. Con este fin, siguiendo el orden del S\u00edmbolo de la fe, presentaremos en primer lugar los principales t\u00edtulos de Jes\u00fas:\u00a0 Cristo,\u00a0 Hijo de Dios, Se\u00f1or (Art\u00edculo 2). El S\u00edmbolo confiesa a continuaci\u00f3n los principales misterios de la vida de Cristo: los de su encarnaci\u00f3n (Art\u00edculo 3), los de su Pascua (Art\u00edculos 4 y 5), y, por \u00faltimo, los de su glorificaci\u00f3n (Art\u00edculos 6 y 7).<\/p>

        Art\u00edculo 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cY EN JESUCRISTO, SU UNICO HIJO, NUESTRO SE\u00d1OR\u201d<\/p>

        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JESUS<\/p>

        430\u00a0 Jes\u00fas quiere decir en hebreo: \u00abDios salva\u00bb. En el momento de la anunciaci\u00f3n, el \u00e1ngel Gabriel le dio como nombre propio el nombre de Jes\u00fas que expresa a la vez su identidad y su misi\u00f3n (cf. Lc 1, 31). Ya que \u00ab\u00bfQui\u00e9n puede perdonar pecados, sino s\u00f3lo Dios?\u00bb(Mc 2, 7), es \u00e9l quien, en Jes\u00fas, su Hijo eterno hecho hombre \u00absalvar\u00e1 a su pueblo de sus pecados\u00bb (Mt 1, 21). En Jes\u00fas, Dios recapitula as\u00ed toda la historia de la salvaci\u00f3n en favor de los hombres.<\/p>

        431\u00a0\u00a0 En la historia de la salvaci\u00f3n, Dios no se ha contentado con librar a Israel de \u00abla casa de servidumbre\u00bb (Dt 5, 6) haci\u00e9ndole salir de Egipto. El lo salva adem\u00e1s de su pecado. Puesto que el pecado es siempre una ofensa hecha a Dios (cf. Sal 51, 6), s\u00f3lo el es quien puede absolverlo (cf. Sal 51, 12). Por eso es por lo que Israel tomando cada vez m\u00e1s conciencia de la universalidad del pecado, ya no podr\u00e1 buscar la salvaci\u00f3n m\u00e1s que en la invocaci\u00f3n del Nombre de Dios Redentor (cf. Sal 79, 9).<\/p>

        432\u00a0\u00a0 El nombre de Jes\u00fas significa que el Nombre mismo de Dios est\u00e1 presente en la persona de su Hijo (cf. Hch 5, 41; 3 Jn 7) hecho hombre para la redenci\u00f3n universal y definitiva de los pecados. El es el Nombre divino, el \u00fanico que trae la salvaci\u00f3n (cf. Jn 3, 18; Hch 2, 21) y de ahora en adelante puede ser invocado por todos porque se ha unido a todos los hombres por la Encarnaci\u00f3n (cf. Rm 10, 6-13) de tal forma que \u00abno hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos\u00bb (Hch 4, 12; cf. Hch 9, 14; St 2, 7).<\/p>

        433\u00a0\u00a0 El Nombre de Dios Salvador era invocado una sola vez al a\u00f1o por el sumo sacerdote para la expiaci\u00f3n de los pecados de Israel, cuando hab\u00eda asperjado el propiciatorio del Santo de los Santos con la sangre del sacrificio (cf. Lv 16, 15-16; Si 50, 20; Hb 9, 7). El propiciatorio era el lugar de la presencia de Dios (cf. Ex 25, 22; Lv 16, 2; Nm 7, 89; Hb 9, 5). Cuando San Pablo dice de Jes\u00fas que \u00abDios lo exhibi\u00f3 como instrumento de propiciaci\u00f3n por su propia sangre\u00bb (Rm 3, 25) significa que en su humanidad \u00abestaba Dios reconciliando al mundo consigo\u00bb (2 Co 5, 19).<\/p>

        434\u00a0 La Resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas glorifica el nombre de Dios Salvador (cf. Jn 12, 28) porque de ahora en adelante, el Nombre de Jes\u00fas es el que manifiesta en plenitud el poder soberano del \u00abNombre que est\u00e1 sobre todo nombre\u00bb (Flp 2, 9). Los esp\u00edritus malignos temen su Nombre (cf. Hch 16, 16-18; 19, 13-16) y en su nombre los disc\u00edpulos de Jes\u00fas hacen milagros (cf. Mc 16, 17) porque todo lo que piden al Padre en su Nombre, \u00e9l se lo concede (Jn 15, 16).<\/p>

        435\u00a0\u00a0 El Nombre de Jes\u00fas est\u00e1 en el coraz\u00f3n de la plegaria cristiana. Todas las oraciones lit\u00fargicas se acaban con la f\u00f3rmula \u00abPer Dominum Nostrum Jesum Christum…\u00bb (\u00abPor Nuestro Se\u00f1or Jesucristo…\u00bb). El \u00abAvemar\u00eda\u00bb culmina en \u00aby bendito es el fruto de tu vientre, Jes\u00fas\u00bb. La oraci\u00f3n del coraz\u00f3n, en uso en oriente, llamada \u00aboraci\u00f3n a Jes\u00fas\u00bb dice: \u00abJesucristo, Hijo de Dios, Se\u00f1or ten piedad de m\u00ed, pecador\u00bb. Numerosos cristianos mueren, como Santa Juana de Arco, teniendo en sus labios una \u00fanica palabra: \u00abJes\u00fas\u00bb.<\/p>

        II \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 CRISTO<\/p>

        436\u00a0 Cristo viene de la traducci\u00f3n griega del t\u00e9rmino hebreo \u00abMes\u00edas\u00bb que quiere decir \u00abungido\u00bb. No pasa a ser nombre propio de Jes\u00fas sino porque \u00e9l cumple perfectamente la misi\u00f3n divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran ungidos en el nombre de Dios los que le eran consagrados para una misi\u00f3n que hab\u00edan recibido de \u00e9l. Este era el caso de los reyes (cf. 1 S 9, 16; 10, 1; 16, 1. 12-13; 1 R 1, 39), de los sacerdotes (cf. Ex 29, 7; Lv 8, 12) y, excepcionalmente, de los profetas (cf. 1 R 19, 16). Este deb\u00eda ser por excelencia el caso del Mes\u00edas que Dios enviar\u00eda para instaurar definitivamente su Reino (cf. Sal 2, 2; Hch 4, 26-27). El Mes\u00edas deb\u00eda ser ungido por el Esp\u00edritu del Se\u00f1or (cf. Is 11, 2) a la vez como rey y sacerdote (cf. Za 4, 14; 6, 13) pero tambi\u00e9n como profeta (cf. Is 61, 1; Lc 4, 16-21). Jes\u00fas cumpli\u00f3 la esperanza mesi\u00e1nica de Israel en su triple funci\u00f3n de sacerdote, profeta y rey.<\/p>

        437\u00a0\u00a0 El \u00e1ngel anunci\u00f3 a los pastores el nacimiento de Jes\u00fas como el del Mes\u00edas prometido a Israel: \u00abOs ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Se\u00f1or\u00bb (Lc 2, 11). Desde el principio \u00e9l es \u00aba quien el Padre ha santificado y enviado al mundo\u00bb(Jn 10, 36), concebido como \u00absanto\u00bb (Lc 1, 35) en el seno virginal de Mar\u00eda. Jos\u00e9 fue llamado por Dios para \u00abtomar consigo a Mar\u00eda su esposa\u00bb encinta \u00abdel que fue engendrado en ella por el Esp\u00edritu Santo\u00bb (Mt 1, 20) para que Jes\u00fas \u00abllamado Cristo\u00bb nazca de la esposa de Jos\u00e9 en la descendencia mesi\u00e1nica de David (Mt 1, 16; cf. Rm 1, 3; 2 Tm 2, 8; Ap 22, 16).<\/p>

        438\u00a0 La consagraci\u00f3n mesi\u00e1nica de Jes\u00fas manifiesta su misi\u00f3n divina. \u00abPor otra parte eso es lo que significa su mismo nombre, porque en el nombre de Cristo est\u00e1 sobre entendido El que ha ungido, El que ha sido ungido y la Unci\u00f3n misma con la que ha sido ungido: El que ha ungido, es el Padre. El que ha sido ungido, es el Hijo, y lo ha sido en el Esp\u00edritu que es la Unci\u00f3n\u00bb (S. Ireneo de Lyon, haer. 3, 18, 3). Su eterna consagraci\u00f3n mesi\u00e1nica fue revelada en el tiempo de su vida terrena en el momento de su bautismo por Juan cuando \u00abDios le ungi\u00f3 con el Esp\u00edritu Santo y con poder\u00bb(Hch 10, 38) \u00abpara que \u00e9l fuese manifestado a Israel\u00bb (Jn 1, 31) como su Mes\u00edas. Sus obras y sus palabras lo dieron a conocer como \u00abel santo de Dios\u00bb (Mc 1, 24; Jn 6, 69; Hch 3, 14).<\/p>

        439\u00a0 Numerosos jud\u00edos e incluso ciertos paganos que compart\u00edan su esperanza reconocieron en Jes\u00fas los rasgos fundamentales del mesi\u00e1nico \u00abhijo de David\u00bb prometido por Dios a Israel (cf. Mt 2, 2; 9, 27; 12, 23; 15, 22; 20, 30; 21, 9. 15). Jes\u00fas acept\u00f3 el t\u00edtulo de Mes\u00edas al cual ten\u00eda derecho (cf. Jn 4, 25-26;11, 27), pero no sin reservas porque una parte de sus contempor\u00e1neos lo comprend\u00edan seg\u00fan una concepci\u00f3n demasiado humana (cf. Mt 22, 41-46), esencialmente pol\u00edtica (cf. Jn 6, 15; Lc 24, 21).<\/p>

        440\u00a0 Jes\u00fas acogi\u00f3 la confesi\u00f3n de fe de Pedro que le reconoc\u00eda como el Mes\u00edas anunci\u00e1ndole la pr\u00f3xima pasi\u00f3n del Hijo del Hombre (cf. Mt 16, 23). Revel\u00f3 el aut\u00e9ntico contenido de su realeza mesi\u00e1nica en la identidad transcendente del Hijo del Hombre \u00abque ha bajado del cielo\u00bb (Jn 3, 13; cf. Jn 6, 62; Dn 7, 13) a la vez que en su misi\u00f3n redentora como Siervo sufriente: \u00abel Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos\u00bb (Mt 20, 28; cf. Is 53, 10-12). Por esta raz\u00f3n el verdadero sentido de su realeza no se ha manifestado m\u00e1s que desde lo alto de la Cruz (cf. Jn 19, 19-22; Lc 23, 39-43). Solamente despu\u00e9s de su resurrecci\u00f3n su realeza mesi\u00e1nica podr\u00e1 ser proclamada por Pedro ante el pueblo de Dios: \u00abSepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Se\u00f1or y Cristo a este Jes\u00fas a quien vosotros hab\u00e9is crucificado\u00bb (Hch 2, 36).<\/p>

        III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 HIJO UNICO DE DIOS<\/p>

        441\u00a0\u00a0 Hijo de Dios, en el Antiguo Testamento, es un t\u00edtulo dado a los \u00e1ngeles (cf. Dt 32, 8; Jb 1, 6), al pueblo elegido (cf. Ex 4, 22;Os 11, 1; Jr 3, 19; Si 36, 11; Sb 18, 13), a los hijos de Israel (cf. Dt 14, 1; Os 2, 1) y a sus reyes (cf. 2 S 7, 14; Sal 82, 6). Significa entonces una filiaci\u00f3n adoptiva que establece entre Dios y su criatura unas relaciones de una intimidad particular. Cuando el Rey-Mes\u00edas prometido es llamado \u00abhijo de Dios\u00bb (cf. 1 Cro 17, 13; Sal 2, 7), no implica necesariamente, seg\u00fan el sentido literal de esos textos, que sea m\u00e1s que humano. Los que designaron as\u00ed a Jes\u00fas en cuanto Mes\u00edas de Israel (cf. Mt 27, 54), quiz\u00e1 no\u00a0 quisieron decir nada m\u00e1s (cf. Lc 23, 47).<\/p>

        442\u00a0 No ocurre as\u00ed con Pedro cuando confiesa a Jes\u00fas como \u00abel Cristo, el Hijo de Dios vivo\u00bb (Mt 16, 16) porque este le responde con solemnidad \u00abno te ha revelado esto ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que est\u00e1 en los cielos\u00bb (Mt 16, 17). Paralelamente Pablo dir\u00e1 a prop\u00f3sito de su conversi\u00f3n en el camino de Damasco: \u00abCuando Aqu\u00e9l que me separ\u00f3 desde el seno de mi madre y me llam\u00f3 por su gracia, tuvo a bien revelar en m\u00ed a su Hijo para que le anunciase entre los gentiles…\u00bb (Ga 1,15-16). \u00abY en seguida se puso a predicar a Jes\u00fas en las\u00a0 sinagogas: que \u00e9l era el Hijo de Dios\u00bb (Hch 9, 20). Este ser\u00e1, desde el principio (cf. 1 Ts 1, 10), el centro de la fe apost\u00f3lica (cf. Jn 20, 31) profesada en primer lugar por Pedro como cimiento de la Iglesia (cf. Mt 16, 18).<\/p>

        443\u00a0 Si Pedro pudo reconocer el car\u00e1cter transcendente de la filiaci\u00f3n divina de Jes\u00fas Mes\u00edas es porque \u00e9ste lo dej\u00f3 entender claramente. Ante el Sanedr\u00edn, a la pregunta de sus acusadores: \u00abEntonces, \u00bft\u00fa eres el Hijo de Dios?\u00bb, Jes\u00fas ha respondido: \u00abVosotros lo dec\u00eds: yo soy\u00bb (Lc 22, 70; cf. Mt 26, 64; Mc 14, 61). Ya mucho antes, El se\u00a0 design\u00f3 como el \u00abHijo\u00bb que conoce al Padre (cf. Mt 11, 27; 21, 37-38), que es distinto de los \u00absiervos\u00bb que Dios envi\u00f3 antes a su pueblo (cf. Mt 21, 34-36), superior a los propios \u00e1ngeles (cf. Mt 24, 36). Distingui\u00f3 su filiaci\u00f3n de la de sus disc\u00edpulos, no diciendo jam\u00e1s \u00abnuestro Padre\u00bb (cf. Mt 5, 48; 6, 8; 7, 21; Lc 11, 13) salvo para ordenarles \u00abvosotros, pues, orad as\u00ed: Padre Nuestro\u00bb (Mt 6, 9); y subray\u00f3 esta distinci\u00f3n: \u00abMi Padre y vuestro Padre\u00bb (Jn 20, 17).<\/p>

        444\u00a0 Los Evangelios narran en dos momentos solemnes, el bautismo y la transfiguraci\u00f3n de Cristo, que la voz del Padre lo designa como su \u00abHijo amado\u00bb (Mt 3, 17; 17, 5). Jes\u00fas se designa a s\u00ed mismo como \u00abel Hijo Unico de Dios\u00bb (Jn 3, 16) y afirma mediante este t\u00edtulo su preexistencia eterna (cf. Jn 10, 36). Pide la fe en \u00abel Nombre del Hijo Unico de Dios\u00bb (Jn 3, 18). Esta confesi\u00f3n cristiana aparece ya en la exclamaci\u00f3n del centuri\u00f3n delante de Jes\u00fas en la cruz: \u00abVerdaderamente este hombre era Hijo de Dios\u00bb (Mc 15, 39), porque solamente en el misterio pascual donde el creyente puede alcanzar el sentido pleno del t\u00edtulo \u00abHijo de Dios\u00bb.<\/p>

        445\u00a0 Despu\u00e9s de su Resurrecci\u00f3n, su filiaci\u00f3n divina aparece en el poder de su humanidad glorificada: \u00abConstituido Hijo de Dios con poder, seg\u00fan el Esp\u00edritu de santidad, por su Resurrecci\u00f3n de entre los muertos\u00bb (Rm 1, 4; cf. Hch 13, 33). Los ap\u00f3stoles podr\u00e1n confesar \u00abHemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo \u00fanico, lleno de gracia y de verdad \u00ab(Jn 1, 14).<\/p>

        IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 SE\u00d1OR<\/p>

        446 En la traducci\u00f3n griega de los libros del Antiguo Testamento, el nombre inefable con el cual Dios se revel\u00f3 a Mois\u00e9s (cf. Ex 3, 14), YHWH, es traducido por \u00abKyrios\u00bb [\u00abSe\u00f1or\u00bb]. Se\u00f1or se convierte desde entonces en el nombre m\u00e1s habitual para designar la divinidad misma del Dios de Israel. El Nuevo Testamento utiliza en este sentido fuerte el t\u00edtulo \u00abSe\u00f1or\u00bb para el Padre, pero lo emplea tambi\u00e9n, y aqu\u00ed est\u00e1 la novedad, para Jes\u00fas reconoci\u00e9ndolo como Dios (cf. 1 Co 2,8).<\/p>

        447\u00a0 El mismo Jes\u00fas se atribuye de forma velada este t\u00edtulo cuando discute con los fariseos sobre el sentido del Salmo 109 (cf. Mt 22, 41-46; cf. tambi\u00e9n Hch 2, 34-36; Hb 1, 13), pero tambi\u00e9n de manera expl\u00edcita al dirigirse a sus ap\u00f3stoles (cf. Jn 13, 13). A lo largo de toda su vida p\u00fablica sus actos de dominio sobre la naturaleza, sobre las enfermedades, sobre los demonios, sobre la muerte y el pecado, demostraban su soberan\u00eda divina.<\/p>

        448\u00a0 Con mucha frecuencia, en los Evangelios, hay personas que se dirigen a Jes\u00fas llam\u00e1ndole \u00abSe\u00f1or\u00bb. Este t\u00edtulo expresa el respeto y la confianza de los que se acercan a Jes\u00fas y esperan de \u00e9l socorro y curaci\u00f3n (cf. Mt 8, 2; 14, 30; 15, 22, etc.). Bajo la moci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, expresa el reconocimiento del misterio divino de Jes\u00fas (cf. Lc 1, 43; 2, 11). En el encuentro con Jes\u00fas resucitado, se convierte en adoraci\u00f3n: \u00abSe\u00f1or m\u00edo y Dios m\u00edo\u00bb (Jn 20, 28). Entonces toma una connotaci\u00f3n de amor y de afecto que quedar\u00e1 como propio de la tradici\u00f3n cristiana: \u00ab\u00a1Es el Se\u00f1or!\u00bb (Jn 21, 7).<\/p>

        449\u00a0 Atribuyendo a Jes\u00fas el t\u00edtulo divino de Se\u00f1or, las primeras confesiones de fe de la Iglesia afirman desde el principio (cf. Hch 2, 34-36) que el poder, el honor y la gloria debidos a Dios Padre convienen tambi\u00e9n a Jes\u00fas (cf. Rm 9, 5; Tt 2, 13; Ap 5, 13) porque el es de \u00abcondici\u00f3n divina\u00bb (Flp 2, 6) y el Padre manifest\u00f3 esta soberan\u00eda de Jes\u00fas resucit\u00e1ndolo de entre los muertos y exalt\u00e1ndolo a su gloria (cf. Rm 10, 9;1 Co 12, 3; Flp 2,11).<\/p>

        450\u00a0 Desde el comienzo de la historia cristiana, la afirmaci\u00f3n del se\u00f1or\u00edo de Jes\u00fas sobre el mundo y sobre la historia (cf. Ap 11, 15) significa tambi\u00e9n reconocer que el hombre no debe someter su libertad personal, de modo absoluto, a ning\u00fan poder terrenal sino s\u00f3lo a Dios Padre y al Se\u00f1or Jesucristo: C\u00e9sar no es el \u00abSe\u00f1or\u00bb (cf. Mc 12, 17; Hch 5, 29). \u00bb La Iglesia cree.. que la clave, el centro y el fin de toda historia humana se encuentra en su Se\u00f1or y Maestro\u00bb (GS 10, 2; cf. 45, 2).<\/p>

        451\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n cristiana est\u00e1 marcada por el t\u00edtulo \u00abSe\u00f1or\u00bb, ya sea en la invitaci\u00f3n a la oraci\u00f3n \u00abel Se\u00f1or est\u00e9 con vosotros\u00bb, o en su conclusi\u00f3n \u00abpor Jesucristo nuestro Se\u00f1or\u00bb o incluso en la exclamaci\u00f3n llena de confianza y de esperanza: \u00abMaran atha\u00bb (\u00ab\u00a1el Se\u00f1or viene!\u00bb) o \u00abMaran atha\u00bb (\u00ab\u00a1Ven, Se\u00f1or!\u00bb) (1 Co 16, 22): \u00ab\u00a1Am\u00e9n! \u00a1ven, Se\u00f1or Jes\u00fas!\u00bb (Ap 22, 20).<\/p>

        RESUMEN<\/p>

        452\u00a0\u00a0 El nombre de Jes\u00fas significa \u00abDios salva\u00bb. El ni\u00f1o nacido de la Virgen Mar\u00eda se llama \u00abJes\u00fas\u00bb \u00abporque \u00e9l salvar\u00e1 a su pueblo de sus pecados\u00bb (Mt 1, 21); \u00abNo hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos\u00bb ((…) Hch 4, 12).<\/p>

        453\u00a0\u00a0 El nombre de Cristo significa \u00abUngido\u00bb, \u00abMes\u00edas\u00bb. Jes\u00fas es el Cristo porque \u00abDios le ungi\u00f3 con el Esp\u00edritu Santo y con poder\u00bb (Hch 10, 38). Era \u00abel que ha de venir\u00bb (Lc 7, 19), el objeto de \u00abla esperanza de Israel\u00bb(Hch 28, 20).<\/p>

        454\u00a0 El nombre de Hijo de Dios significa la relaci\u00f3n \u00fanica y eterna de Jesucristo con Dios su Padre: el es el Hijo \u00fanico del Padre (cf. Jn 1, 14. 18; 3, 16. 18) y \u00e9l mismo es Dios (cf. Jn 1, 1). Para ser cristiano es necesario creer que Jesucristo es el Hijo de Dios (cf. Hch 8, 37; 1 Jn 2, 23).<\/p>

        455\u00a0\u00a0 El nombre de Se\u00f1or significa la soberan\u00eda divina. Confesar o invocar a Jes\u00fas como Se\u00f1or es creer en su divinidad \u00abNadie puede decir: \u00ab\u00a1Jes\u00fas es Se\u00f1or!\u00bb sino por influjo del Esp\u00edritu Santo\u00bb(1 Co 12, 3).<\/p>

        Art\u00edculo 3 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abJESUCRISTO FUE CONCEBIDO<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 POR OBRA Y GRACIA DEL<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 ESPIRITU SANTO Y NACIO<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DE SANTA MARIA VIRGEN\u00bb<\/p>

        P\u00e1rrafo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL HIJO DE DIOS SE HIZO HOMBRE<\/p>

        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 POR QUE EL VERBO SE HIZO CARNE<\/p>

        456\u00a0 Con el Credo Niceno-Constantinopolitano respondemos co nfesando: \u00abPor nosotros los hombres y por nuestra salvaci\u00f3n baj\u00f3 del cielo, y por obra del Esp\u00edritu Santo se encarn\u00f3 de Mar\u00eda la Virgen y se hizo hombre\u00bb.<\/p>

        457\u00a0\u00a0 El Verbo se encarn\u00f3 para salvarnos reconcili\u00e1ndonos con Dios: \u00abDios nos am\u00f3 y nos envi\u00f3 a su Hijo como propiciaci\u00f3n por nuestros pecados\u00bb (1 Jn 4, 10).\u00bbEl Padre envi\u00f3 a su Hijo para ser salvador del mundo\u00bb (1 Jn 4, 14). \u00abEl se manifest\u00f3 para quitar los pecados\u00bb (1 Jn 3, 5):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Nuestra naturaleza enferma exig\u00eda ser sanada; desgarrada, ser restablecida; muerta, ser resucitada. Hab\u00edamos perdida la posesi\u00f3n del bien, era necesario que se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacia falta que nos llegara la luz; estando cautivos, esper\u00e1bamos un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador. \u00bfNo ten\u00edan importancia estos razonamientos? \u00bfNo merec\u00edan conmover a Dios hasta el punto de hacerle bajar hasta nuestra naturaleza humana para visitarla ya que la humanidad se encontraba en un estado tan miserable y tan desgraciado? (San Gregorio de Nisa, or. catech. 15).<\/p>

        458\u00a0 El Verbo se encarn\u00f3 para que nosotros conoci\u00e9semos as\u00ed el amor de Dios: \u00abEn esto se manifest\u00f3 el amor que Dios nos tiene: en que Dios envi\u00f3 al mundo a su Hijo \u00fanico para que vivamos por medio de \u00e9l\u00bb (1 Jn 4, 9). \u00abPorque tanto am\u00f3 Dio s al mundo que dio a su Hijo \u00fanico, para que todo el que crea en \u00e9l no perezca, sino que tenga vida eterna\u00bb (Jn 3, 16).\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0<\/p>

        459\u00a0 El Verbo se encarn\u00f3 para ser nuestro modelo de santidad: \u00abTomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de m\u00ed … \u00ab(Mt 11, 29). \u00abYo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por m\u00ed\u00bb (Jn 14, 6). Y el Padre, en el monte de la transfiguraci\u00f3n, ordena: \u00abEscuchadle\u00bb (Mc 9, 7;cf. Dt 6, 4-5). El es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: \u00abAmaos los unos a los otros como yo os he amado\u00bb (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de s\u00ed mismo (cf. Mc 8, 34).<\/p>

        460\u00a0 El Verbo se encarn\u00f3 para hacernos \u00abpart\u00edcipes de la naturaleza divina\u00bb (2 P 1, 4): \u00abPorque tal es la raz\u00f3n por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: Para que el hombre al entrar en comuni\u00f3n con el Verbo y al recibir as\u00ed la filiaci\u00f3n divina, se convirtiera en hijo de Dios\u00bb (S. Ireneo, haer., 3, 19, 1). \u00abPorque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios\u00bb (S. Atanasio, Inc., 54, 3). \u00abUnigenitus Dei Filius, suae divinitatis volens nos esse participes, naturam nostram assumpsit, ut homines deos faceret factus homo\u00bb (\u00abEl Hijo Unig\u00e9nito de Dios, queriendo hacernos participantes de su divinidad, asumi\u00f3 nuestra naturaleza, para que, habi\u00e9ndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres\u00bb)\u00a0 (Santo Tom\u00e1s de A., opusc 57 in festo Corp. Chr., 1).<\/p>

        II \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA ENCARNACION<\/p>

        461\u00a0\u00a0 Volviendo a tomar la frase de San Juan (\u00abEl Verbo se encarn\u00f3\u00bb: Jn 1, 14), la Iglesia llama \u00abEncarnaci\u00f3n\u00bb al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvaci\u00f3n. En un himno citado por S. Pablo, la Iglesia canta el misterio de la Encarnaci\u00f3n:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual, siendo de condici\u00f3n divina, no retuvo \u00e1vidamente el ser igual a Dios, sino que se despoj\u00f3 de s\u00ed mismo tomando condici\u00f3n de siervo, haci\u00e9ndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humill\u00f3 a s\u00ed mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. (Flp 2, 5-8; cf. LH, c\u00e1ntico de v\u00edsperas del s\u00e1bado).<\/p>

        462\u00a0 La carta a los Hebreos habla del mismo misterio:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por eso, al entrar en este mundo, [Cristo] dice: No quisiste sacrificio y oblaci\u00f3n; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: \u00a1He aqu\u00ed que vengo … a hacer, oh Dios, tu voluntad! (Hb 10, 5-7, citando Sal 40, 7-9 LXX).<\/p>

        463\u00a0 La fe en la verdadera encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana: \u00abPodr\u00e9is conocer en esto el Esp\u00edritu de Dios: todo esp\u00edritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios\u00bb (1 Jn 4, 2). Esa es la alegre convicci\u00f3n de la Iglesia desde sus comienzos cuando canta \u00abel gran misterio de la piedad\u00bb: \u00abEl ha sido manifestado en la carne\u00bb (1 Tm 3, 16).<\/p>

        III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBRE<\/p>

        464\u00a0 El acontecimiento \u00fanico y totalmente singular de la Encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. El se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. La Iglesia debi\u00f3 defender y aclarar esta verdad de fe durante los primeros siglos frente a unas herej\u00edas que la falseaban.<\/p>

        465\u00a0 Las primeras herej\u00edas negaron menos la divinidad de Jesucristo que su humanidad verdadera (docetismo gn\u00f3stico). Desde la \u00e9poca apost\u00f3lica la fe cristiana insisti\u00f3 en la verdadera encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios, \u00abvenido en la carne\u00bb (cf. 1 Jn 4, 2-3; 2 Jn 7). Pero desde el siglo III, la Iglesia tuvo que afirmar frente a Pablo de Samosata, en un concilio reunido en Antioqu\u00eda, que Jesucristo es hijo de Dios por naturaleza y no por adopci\u00f3n. El primer concilio ecum\u00e9nico de Nicea, en el a\u00f1o 325, confes\u00f3 en su Credo que el Hijo de Dios es \u00abengendrado, no creado, de la misma substancia [‘homoousios’] que el Padre\u00bb y conden\u00f3 a Arrio que afirmaba que \u00abel Hijo de Dios sali\u00f3 de la nada\u00bb (DS 130) y que ser\u00eda \u00abde una substancia distinta de la del Padre\u00bb (DS 126).<\/p>

        466\u00a0 La herej\u00eda nestoriana ve\u00eda en Cristo una persona humana junto a la persona divina del Hijo de Dios. Frente a ella S. Cirilo de Alejandr\u00eda y el tercer concilio ecum\u00e9nico reunido en Efeso, en el a\u00f1o 431, confesaron que \u00abel Verbo, al unirse en su persona a una carne animada por un alma racional, se hizo hombre\u00bb (DS 250). La humanidad de Cristo no tiene m\u00e1s sujeto que la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido y hecho suya desde su concepci\u00f3n. Por eso el concilio de Efeso proclam\u00f3 en el a\u00f1o 431 que Mar\u00eda lleg\u00f3 a ser con toda verdad Madre de Dios mediante la concepci\u00f3n humana del Hijo de Dios en su seno: \u00abMadre de Dios, no porque el Verbo de Dios haya tomado de ella su naturaleza divina, sino porque es de ella, de quien tiene el cuerpo sagrado dotado de un alma racional, unido a la persona del Verbo, de quien se dice que el Verbo naci\u00f3 seg\u00fan la carne\u00bb (DS 251).<\/p>

        467\u00a0 Los monofisitas afirmaban que la naturaleza humana hab\u00eda dejado de existir como tal\u00a0 en Cristo al ser asumida por su persona divina de Hijo de Dios. Enfrentado a esta herej\u00eda, el cuarto concilio ecum\u00e9nico, en Calcedonia, confes\u00f3 en el a\u00f1o 451:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Siguiendo, pues, a los Santos Padres, ense\u00f1amos un\u00e1nimemente que hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Se\u00f1or nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad, y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre compuesto de alma racional y\u00a0 cuerpo; consustancial con el Padre seg\u00fan la divinidad, y consustancial con nosotros seg\u00fan la humanidad, `en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado’ (Hb\u00a0 4, 15); nacido del Padre antes de todos los siglos seg\u00fan la divinidad; y por nosotros y por nuestra salvaci\u00f3n, nacido en los \u00faltimos tiempos de la Virgen Mar\u00eda, la Madre de Dios, seg\u00fan la humanidad. Se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Se\u00f1or, Hijo \u00fanico en dos naturalezas, sin confusi\u00f3n, sin cambio, sin divisi\u00f3n, sin separaci\u00f3n. La diferencia de naturalezas de ning\u00fan modo queda suprimida por su uni\u00f3n, sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas y confluyen en un solo sujeto y en una sola persona (DS 301-302).<\/p>

        468\u00a0 Despu\u00e9s del concilio de Calcedonia, algunos concibieron la naturaleza humana de Cristo como una especie de sujeto personal. Contra \u00e9stos, el quinto concilio ecum\u00e9nico, en Constantinopla el a\u00f1o 553 confes\u00f3 a prop\u00f3sito de Cristo: \u00abNo hay m\u00e1s que una sola hip\u00f3stasis [o persona], que es nuestro Se\u00f1or Jesucristo, uno de la Trinidad\u00bb (DS 424). Por tanto, todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribu\u00eddo a su persona divina como a su propio sujeto\u00a0 (cf. ya Cc. Efeso: DS 255), no solamente los milagros sino tambi\u00e9n los sufrimientos (cf. DS 424) y la misma muerte: \u00abEl que ha sido crucificado en la carne, nuestro Se\u00f1or Jesucristo, es verdadero Dios, Se\u00f1or de la gloria y uno de la sant\u00edsima Trinidad\u00bb (DS 432).<\/p>

        469\u00a0 La Iglesia confiesa as\u00ed que Jes\u00fas es inseparablemente verdadero Dios y verdadero hombre. El es verdaderamente el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, nuestro hermano, y eso sin dejar de ser Dios, nuestro Se\u00f1or:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abId quod fuit remansit et quod non fuit assumpsit\u00bb (\u00abPermaneci\u00f3 en lo que era y asumi\u00f3 lo que no era\u00bb),\u00a0 canta la liturgia romana (LH, ant\u00edfona de laudes del primero de enero; cf. S. Le\u00f3n Magno, serm. 21, 2-3). Y la liturgia de S. Juan Cris\u00f3stomo proclama y canta: \u00abOh Hijo Unico y Verbo de Dios, siendo inmortal te has dignado por nuestra salvaci\u00f3n encarnarte en la santa Madre de Dios, y siempre Virgen Mar\u00eda, sin\u00a0 mutaci\u00f3n te has hecho hombre, y has sido crucificado. Oh Cristo Dios, que por tu muerte has aplastado la muerte, que eres Uno de la Santa Trinidad, glorificado con el Padre y el Santo Esp\u00edritu, s\u00e1lvanos! (Tropario \u00abO monoghenis\u00bb).<\/p>

        IV \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 COMO ES HOMBRE EL HIJO DE DIOS<\/p>

        470\u00a0 Puesto que en la uni\u00f3n misteriosa de la Encarnaci\u00f3n \u00abla naturaleza humana ha sido asumida, no absorbida\u00bb (GS 22, 2), la Iglesia ha llegado a confesar con el correr de los siglos, la plena realidad del alma humana, con sus operaciones de inteligencia y de voluntad, y del cuerpo humano de Cristo. Pero paralelamente, ha tenido que recordar en cada ocasi\u00f3n que la naturaleza humana de Cristo pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido. Todo lo que es y hace en ella pertenece a \u00abuno de la Trinidad\u00bb. El Hijo de Dios comunica, pues, a su humanidad su propio modo personal de existir en la Trinidad. As\u00ed, en su alma como en su cuerpo, Cristo expresa humanamente\u00a0 las costumbres divinas de la Trinidad (cf. Jn 14, 9-10):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Hijo de Dios… trabaj\u00f3 con manos de hombre, pens\u00f3 con inteligencia de hombre, obr\u00f3 con voluntad de hombre, am\u00f3 con coraz\u00f3n de hombre. Nacido de la Virgen Mar\u00eda, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado (GS 22, 2).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El alma y el conocimiento humano de Cristo<\/p>

        471\u00a0\u00a0 Apolinar de Laodicea afirmaba que en Cristo el Verbo hab\u00eda sustitu\u00eddo al alma o al esp\u00edritu. Contra este error la Iglesia confes\u00f3 que el Hijo eterno asumi\u00f3 tambi\u00e9n un alma racional humana (cf. DS 149).<\/p>

        472\u00a0\u00a0 Este alma humana que el Hijo de Dios asumi\u00f3 est\u00e1 dotada de un verdadero conocimiento humano. Como tal, \u00e9ste no pod\u00eda ser de por s\u00ed ilimitado: se desenvolv\u00eda en las condiciones hist\u00f3ricas de su existencia en el espacio y en el tiempo. Por eso el Hijo de Dios, al hacerse hombre, quiso progresar \u00aben sabidur\u00eda, en estatura y en gracia\u00bb (Lc 2, 52) e igualmente adquirir aquello que en la condici\u00f3n humana se adquiere de manera experimental (cf. Mc 6, 38; 8, 27; Jn 11, 34; etc.). Eso … correspond\u00eda a la realidad de su anonadamiento voluntario en \u00abla condici\u00f3n de esclavo\u00bb (Flp 2, 7).<\/p>

        473\u00a0\u00a0 Pero, al mismo tiempo, este conocimiento verdaderamente humano del Hijo de Dios expresaba la vida divina de su persona (cf. S. Gregorio Magno, ep 10,39: DS 475). \u00abLa naturaleza humana del Hijo de Dios, no por ella m isma sino por su uni\u00f3n con el Verbo, conoc\u00eda y manifestaba en ella todo lo que conviene a Dios\u00bb (S. M\u00e1ximo el Confesor, qu. dub. 66 ). Esto sucede ante todo en lo que se refiere al conocimiento \u00edntimo e inmediato que el Hijo de Dios hecho hombre tiene de su Padre (cf. Mc 14, 36; Mt 11, 27; Jn 1, 18; 8, 55; etc.). El Hijo, en su conocimiento humano, demostraba tambi\u00e9n la penetraci\u00f3n divina que ten\u00eda de los pensamientos secretos del coraz\u00f3n de los hombres (cf Mc 2, 8; Jn 2, 25; 6, 61; etc.).<\/p>

        474\u00a0 Debido a su uni\u00f3n con la Sabidur\u00eda divina en la persona del Verbo encarnado, el conocimiento humano de Cristo gozaba en plenitud de la ciencia de los designios eternos que hab\u00eda venido a revelar (cf. Mc 8,31; 9,31; 10, 33-34; 14,18-20. 26-30). Lo que reconoce ignorar en este campo (cf. Mc 13,32), declara en otro lugar no tener misi\u00f3n de revelarlo (cf. Hch 1, 7).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La voluntad humana de Cristo<\/p>

        475\u00a0\u00a0 De manera paralela, la Iglesia confes\u00f3 en el sexto concilio ecum\u00e9nico (Cc. de Constantinopla III en el a\u00f1o 681) que Cristo posee dos voluntades y dos operaciones naturales, divinas y humanas, no opuestas, sino cooperantes, de forma que el Verbo hecho carne, en su obediencia al Padre, ha querido humanamente todo lo que ha decidido divinamente con el Padre y el Esp\u00edritu Santo para nuestra salvaci\u00f3n (cf. DS 556-559). La voluntad humana de Cristo \u00absigue a su voluntad divina sin hacerle resistencia ni oposici\u00f3n, sino todo lo contrario estando subordinada a esta voluntad omnipotente\u00bb (DS 556).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El verdadero cuerpo de Cristo<\/p>

        476\u00a0 Como el Verbo se hizo carne asumiendo una verdadera humanidad, el cuerpo de Cristo era limitado (cf. Cc. de Letr\u00e1n en el a\u00f1o 649: DS 504). Por eso se puede \u00abpintar la faz humana de Jes\u00fas (Ga 3,2). El s\u00e9ptimo Concilio ecum\u00e9nico (Cc. de Nicea II, en el a\u00f1o 787: DS 600-603) la Iglesia reconoci\u00f3 que es leg\u00edtima su representaci\u00f3n en im\u00e1genes sagradas.<\/p>

        477\u00a0\u00a0 Al mismo tiempo, la Iglesia siempre ha admitido que, en el cuerpo de Jes\u00fas, Dios \u00abque era invisible en su naturaleza se hace visible\u00bb (Prefacio de Navidad). En efecto, las particularidades individuales del cuerpo de Cristo expresan la persona divina del Hijo de Dios. El ha hecho suyos los rasgos de su propio cuerpo humano hasta el punto de que, pintados en una imagen sagrada, pueden ser venerados porque el creyente que venera su imagen, \u00abvenera a la persona representada en ella\u00bb (Cc. Nicea II: DS 601).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Coraz\u00f3n del Verbo encarnado<\/p>

        478\u00a0 Jes\u00fas, durante su vida, su agon\u00eda y su pasi\u00f3n nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: \u00abEl Hijo de Dios me am\u00f3 y se entreg\u00f3 a s\u00ed mismo por m\u00ed\u00bb (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un coraz\u00f3n humano. Por esta raz\u00f3n, el sagrado Coraz\u00f3n de Jes\u00fas, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvaci\u00f3n (cf. Jn 19, 34), \u00abes considerado como el principal indicador y s\u00edmbolo…del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres\u00bb (Pio XII, Enc.\u00bbHaurietis aquas\u00bb: DS 3924; cf. DS 3812).<\/p>

        RESUMEN<\/p>

        479\u00a0 En el momento establecido por Dios, el Hijo \u00fanico del Padre, la Palabra eterna, es decir, el Verbo e Imagen substancial del Padre, se hizo carne: sin perder la naturaleza divina asumi\u00f3 la naturaleza humana.<\/p>

        480\u00a0 Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre en la unidad de su Persona divina; por esta raz\u00f3n \u00e9l es el \u00fanico Mediador entre Dios y los hombres.<\/p>

        481\u00a0\u00a0 Jesucristo posee dos naturalezas, la divina y la humana, no confundidas, sino unidas en la \u00fanica Persona del Hijo de Dios.<\/p>

        482\u00a0 Cristo, siendo verdadero Dios y verdadero hombre, tien e una inteligencia y una voluntad humanas, perfectamente de acuerdo y sometidas a su inteligencia y a su voluntad divinas que tiene en com\u00fan con el Padre y el Esp\u00edritu Santo.<\/p>

        483\u00a0 La encarnaci\u00f3n es, pues, el misterio de la admirable uni\u00f3n de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la \u00fanica Persona del Verbo.<\/p>

        P\u00e1rrafo 2 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201c… CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 ESPIRITU SANTO, NACIO DE SANTA<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 MARIA VIRGEN\u201d<\/p>

        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPIRITU<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 SANTO …<\/p>

        484\u00a0 La anunciaci\u00f3n a Mar\u00eda inaugura la plenitud de \u00ablos tiempos\u00bb(Gal 4, 4), es decir el cumplimiento de las promesas y de los preparativos. Mar\u00eda es invitada a concebir a aquel en quien habitar\u00e1 \u00abcorporalmente la plenitud de la divinidad\u00bb (Col 2, 9). La respuesta divina a su \u00ab\u00bfC\u00f3mo ser\u00e1 esto, puesto que no conozco var\u00f3n?\u00bb (Lc 1, 34) se dio mediante el poder del Esp\u00edritu: \u00abEl Esp\u00edritu Santo vendr\u00e1 sobre ti\u00bb (Lc 1, 35).<\/p>

        485\u00a0 La misi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo est\u00e1 siempre unida y ordenada a la del Hijo (cf. Jn 16, 14-15). El Esp\u00edritu Santo fue enviado para santificar el seno de la Virgen Mar\u00eda y fecundarla por obra divina, \u00e9l que es \u00abel Se\u00f1or que da la vida\u00bb, haciendo que ella conciba al Hijo eterno del Padre en una humanidad tomada de la suya.<\/p>

        486\u00a0 El Hijo \u00fanico del Padre, al ser concebido como hombre en el seno de la Virgen Mar\u00eda es \u00abCristo\u00bb, es decir, el ungido por el Esp\u00edritu Santo (cf. Mt 1, 20; Lc 1, 35), desde el principio de su existencia humana, aunque su manifestaci\u00f3n no tuviera lugar sino progresivamente: a los pastores (cf. Lc 2,8-20), a los magos (cf. Mt 2, 1-12), a Juan Bautista (cf. Jn 1, 31-34), a los disc\u00edpulos (cf. Jn 2, 11). Por tanto, toda la vida de Jesucristo manifestar\u00e1 \u00abc\u00f3mo Dios le ungi\u00f3 con el Esp\u00edritu Santo y con poder\u00bb (Hch 10, 38).<\/p>

        II \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 … NACIDO DE LA VIRGEN MARIA<\/p>

        487\u00a0 Lo que la fe cat\u00f3lica cree acerca de Mar\u00eda se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que ense\u00f1a sobre Mar\u00eda ilumina a su vez la fe en Cristo.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La predestinaci\u00f3n de Mar\u00eda<\/p>

        488\u00a0 \u00abDios envi\u00f3 a su Hijo\u00bb (Ga 4, 4), pero para\u00a0 \u00abformarle un cuerpo\u00bb (cf. Hb 10, 5) quiso la libre cooperaci\u00f3n de una criatura. Para eso desde toda la eternidad, Dios escogi\u00f3 para ser la Madre de su Hijo, a una hija de Israel, una joven jud\u00eda de Nazaret en Galilea, a \u00abuna virgen desposada con un hombre llamado Jos\u00e9, de la casa de David; el nombre de la virgen era Mar\u00eda\u00bb (Lc 1, 26-27):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la encarnaci\u00f3n para que, as\u00ed como una mujer contribuy\u00f3 a la muerte, as\u00ed tambi\u00e9n otra mujer contribuyera a la vida (LG 56; cf. 61).<\/p>

        489\u00a0 A lo largo de toda la Antigua Alianza, la misi\u00f3n de Mar\u00eda fue preparada por la misi\u00f3n\u00a0 de algunas santas mujeres. Al principio de todo est\u00e1 Eva: a pesar de su desobediencia, recibe la promesa de una descendencia que ser\u00e1 vencedora del Maligno (cf. Gn 3, 15) y la de ser la Madre de todos los vivientes (cf. Gn 3, 20). En virtud de esta promesa, Sara concibe un hijo a pesar de su edad avanzada (cf. Gn 18, 10-14; 21,1-2). Contra toda expectativa humana, Dios escoge lo que era tenido por impotente y d\u00e9bil (cf. 1 Co 1, 27) para mostrar la fidelidad a su promesa: Ana, la madre de Samuel (cf. 1 S 1), D\u00e9bora, Rut, Judit, y Ester, y muchas otras mujeres. Mar\u00eda \u00absobresale entre los humildes y los pobres del Se\u00f1or, que esperan de \u00e9l con confianza la salvaci\u00f3n y la acogen. Finalmente, con ella, excelsa Hija de Si\u00f3n, despu\u00e9s de la larga espera de la promesa, se cumple el plazo y se inaugura el nuevo plan de salvaci\u00f3n\u00bb (LG 55).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Inmaculada Concepci\u00f3n<\/p>

        490\u00a0 Para ser la Madre del Salvador, Mar\u00eda fue \u00abdotada por Dios con dones a la medida de una misi\u00f3n tan importante\u00bb (LG 56). El \u00e1ngel Gabriel en el momento de la anunciaci\u00f3n la saluda como \u00abllena de gracia\u00bb (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocaci\u00f3n era preciso que ella estuviese totalmente pose\u00edda por la gracia de Dios<\/p>

        491\u00a0\u00a0 A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que Mar\u00eda \u00abllena de gracia\u00bb por Dios (Lc 1, 28) hab\u00eda sido redimida desde su concepci\u00f3n. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepci\u00f3n, proclamado en 1854 por el Papa P\u00edo IX:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 … la bienaventurada Virgen Mar\u00eda fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepci\u00f3n por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atenci\u00f3n a los m\u00e9ritos de Jesucristo Salvador del g\u00e9nero humano (DS 2803).<\/p>

        492\u00a0 Esta \u00abresplandeciente santidad del todo singular\u00bb de la que ella fue \u00abenriquecida desde el primer instante de su concepci\u00f3n\u00bb (LG 56), le viene toda entera de Cristo: ella es \u00abredimida de la manera m\u00e1s sublime en atenci\u00f3n a los m\u00e9ritos de su Hijo\u00bb (LG 53). El Padre la ha \u00abbendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo\u00bb (Ef 1, 3) m\u00e1s que a ninguna otra persona creada. El la ha elegido en \u00e9l antes de la creaci\u00f3n del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor (cf. Ef 1, 4).<\/p>

        493\u00a0 Los Padres de la tradici\u00f3n oriental llaman a la Madre de Dios \u00abla Toda Santa\u00bb (\u00abPanagia\u00bb), la celebran como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada por el Esp\u00edritu Santo y hecha una nueva criatura\u00bb (LG 56). Por la gracia de Dios, Mar\u00eda ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abH\u00e1gase en m\u00ed seg\u00fan tu palabra …\u00bb<\/p>

        494\u00a0 Al anuncio de que ella dar\u00e1 a luz al \u00abHijo del Alt\u00edsimo\u00bb sin conocer var\u00f3n, por la virtud del Esp\u00edritu Santo (cf. Lc 1, 28-37), Mar\u00eda respondi\u00f3 por \u00abla obediencia de la fe\u00bb (Rm 1, 5), segura de que \u00abnada hay imposible para Dios\u00bb: \u00abHe aqu\u00ed la esclava del Se\u00f1or: h\u00e1gase en m\u00ed seg\u00fan tu palabra\u00bb (Lc 1, 37-38). As\u00ed dando su consentimiento a la palabra de Dios, Mar\u00eda lleg\u00f3 a ser Madre de Jes\u00fas y , aceptando de todo coraz\u00f3n la voluntad divina de salvaci\u00f3n, sin que ning\u00fan pecado se lo impidiera, se entreg\u00f3 a s\u00ed misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, para servir, en su dependencia y con \u00e9l, por la gracia de Dios, al Misterio de la Redenci\u00f3n (cf. LG 56):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ella, en efecto, como dice S. Ireneo, \u00abpor su obediencia fue causa de la salvaci\u00f3n propia y de la de todo el g\u00e9nero humano\u00bb. Por eso, no pocos Padres antiguos, en su predicaci\u00f3n, coincidieron con \u00e9l en afirmar \u00abel nudo de la desobediencia de Eva lo desat\u00f3 la obediencia de Mar\u00eda. Lo que at\u00f3 la virgen Eva por su falta de fe lo desat\u00f3 la Virgen Mar\u00eda por su fe\u00bb. Compar\u00e1ndola con Eva, llaman a Mar\u00eda `Madre de los vivientes’ y afirman con mayor frecuencia: \u00abla muerte vino por Eva, la vida por Mar\u00eda\u00bb. (LG. 56).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La maternidad divina de Mar\u00eda<\/p>

        495\u00a0 Llamada en los Evangelios \u00abla Madre de Jes\u00fas\u00bb(Jn 2, 1; 19, 25; cf. Mt 13, 55, etc.), Mar\u00eda es aclamada bajo el impulso del Esp\u00edritu como \u00abla madre de mi Se\u00f1or\u00bb desde antes del nacimiento de su hijo (cf Lc 1, 43). En efecto, aqu\u00e9l que ella concibi\u00f3 como hombre, por obra del Esp\u00edritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo seg\u00fan la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Sant\u00edsima Trinidad. La Iglesia confiesa que Mar\u00eda es verdaderamente Madre de Dios [\u00abTheotokos\u00bb] (cf. DS 251).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La virginidad de Mar\u00eda<\/p>

        496\u00a0 Desde las primeras formulaciones de la fe (cf. DS 10-64), la Iglesia ha confesado que Jes\u00fas fue concebido en el seno de la Virgen Mar\u00eda \u00fanicamente por el poder del Esp\u00edritu Santo, afirmando tambi\u00e9n el aspecto corporal de este suceso: Jes\u00fas fue concebido \u00ababsque semine ex Spiritu Sancto\u00bb (Cc Letr\u00e1n, a\u00f1o 649; DS 503), esto es, sin elemento humano, por obra del Esp\u00edritu Santo. Los Padres ven en la concepci\u00f3n virginal el signo de que es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la nuestra:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 As\u00ed, S. Ignacio de Antioqu\u00eda (comienzos del siglo II): \u00abEst\u00e1is firmemente convencidos acerca de que nuestro\u00a0 Se\u00f1or es verdaderamente de la raza de David seg\u00fan la carne (cf. Rm 1, 3), Hijo de Dios seg\u00fan la voluntad y el poder de Dios (cf. Jn 1, 13), nacido verdaderamente de una virgen, …Fue verdaderamente clavado por nosotros en su carne bajo Poncio Pilato … padeci\u00f3 verdaderamente, como tambi\u00e9n resucit\u00f3 verdaderamente\u00bb (Smyrn. 1-2).<\/p>

        497\u00a0 Los relatos evang\u00e9licos (cf. Mt 1, 18-25; Lc 1, 26-38) presentan la concepci\u00f3n virginal como una obra divina que sobrepasa toda comprensi\u00f3n y toda posibilidad humanas (cf. Lc 1, 34): \u00abLo concebido en ella viene del Esp\u00edritu Santo\u00bb, dice el \u00e1ngel a Jos\u00e9 a prop\u00f3sito de Mar\u00eda, su desposada (Mt 1, 20). La Iglesia ve en ello el cumplimiento de la promesa divina hecha por el profeta Isa\u00edas: \u00abHe aqu\u00ed que la virgen concebir\u00e1 y dar\u00e1 a luz un Hijo\u00bb (Is 7, 14 seg\u00fan la traducci\u00f3n griega de Mt 1, 23).<\/p>

        498\u00a0 A veces ha desconcertado el silencio del Evangelio de S. Marcos y de las cartas del Nuevo Testamento sobre la concepci\u00f3n virginal de Mar\u00eda. Tambi\u00e9n se ha podido plantear si no se tratar\u00eda en este caso de leyendas o de construcciones teol\u00f3gicas sin pretensiones hist\u00f3ricas. A lo cual hay que responder: La fe en la concepci\u00f3n virginal de Jes\u00fas ha encontrado viva oposici\u00f3n, burlas o incomprensi\u00f3n por parte de los no creyentes, jud\u00edos y paganos (cf. S. Justino, Dial 99, 7; Or\u00edgenes, Cels. 1, 32, 69; entre otros); no ha tenido su origen en la mitolog\u00eda pagana ni en una adaptaci\u00f3n de las ideas de su tiempo. El sentido de este misterio no es accesible m\u00e1s que a la fe que lo ve en ese \u00abnexo que re\u00fane entre s\u00ed los misterios\u00bb (DS 3016), dentro del conjunto de los Misterios de Cristo, desde su Encarnaci\u00f3n hasta su Pascua. S. Ignacio de Antioqu\u00eda da ya testimonio de este v\u00ednculo: \u00abEl pr\u00edncipe de este mundo ignor\u00f3 la virginidad de Mar\u00eda y su parto, as\u00ed como la muerte del Se\u00f1or: tres misterios resonantes que se realizaron en el silencio de Dios\u00bb (Eph. 19, 1;cf. 1 Co 2, 8).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Mar\u00eda, la \u00absiempre Virgen\u00bb<\/p>

        499\u00a0 La profundizaci\u00f3n de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de Mar\u00eda (cf. DS 427) incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre (cf. DS 291; 294; 442; 503; 571; 1880). En efecto, el nacimiento de Cristo \u00ablejos de disminuir consagr\u00f3 la integridad virginal\u00bb de su madre (LG 57). La liturgia de la Iglesia celebra a Mar\u00eda como la \u00abAeiparthenos\u00bb, la \u00absiempre-virgen\u00bb (cf. LG 52).<\/p>

        500\u00a0 A esto se objeta a veces que la Escritura menciona unos hermanos y hermanas de Jes\u00fas (cf. Mc 3, 31-55; 6, 3; 1 Co 9, 5; Ga 1, 19). La Iglesia siempre ha entendido estos pasajes como no referidos a otros hijos de la Virgen Mar\u00eda; en efecto, Santiago y Jos\u00e9 \u00abhermanos de Jes\u00fas\u00bb (Mt 13, 55) son los hijos de una Mar\u00eda disc\u00edpula de Cristo (cf. Mt 27, 56) que se designa de manera significativa como \u00abla otra Mar\u00eda\u00bb (Mt 28, 1). Se trata de parientes pr\u00f3ximos de Jes\u00fas, seg\u00fan una expresi\u00f3n conocida del Antiguo Testamento (cf. Gn 13, 8; 14, 16;29, 15; etc.).<\/p>

        501\u00a0\u00a0 Jes\u00fas es el Hijo \u00fanico de Mar\u00eda. Pero la maternidad espiritual de Mar\u00eda se extiende (cf. Jn 19, 26-27; Ap 12, 17) a todos los hombres a los cuales, El vino a salvar: \u00abDio a luz al Hijo, al que Dios constituy\u00f3 el mayor de muchos hermanos (Rom 8,29), es decir, de los creyentes, a cuyo nacimiento y educaci\u00f3n colabora con amor de madre\u00bb (LG 63).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La maternidad virginal de Mar\u00eda en el designio de Dios<\/p>

        502\u00a0 La mirada de la fe, unida al conjunto de la Revelaci\u00f3n, puede descubrir las razones misteriosas por las que Dios, en su designio salv\u00edfico, quiso que su Hijo naciera de una virgen. Estas razones se refieren tanto a la persona y a la misi\u00f3n redentora de Cristo como a la aceptaci\u00f3n por Mar\u00eda de esta misi\u00f3n para con los hombres.<\/p>

        503\u00a0 La virginidad de Mar\u00eda manifiesta la iniciativa absoluta de Dios en la Encarnaci\u00f3n. Jes\u00fas no tiene como Padre m\u00e1s que a Dios (cf. Lc 2, 48-49). \u00abLa naturaleza humana que ha tomado no le ha alejado jam\u00e1s de su Padre …; consubstancial con su Padre en la divinidad, consubstancial con su Madre en nuestras humanidad, pero propiamente Hijo de Dios en sus dos naturalezas\u00bb (Cc. Friul en el a\u00f1o 796: DS 619).<\/p>

        504\u00a0 Jes\u00fas fue concebido por obra del Esp\u00edritu Santo en el seno de la Virgen Mar\u00eda porque El es el Nuevo Ad\u00e1n (cf. 1 Co 15, 45) que inaugura la nueva creaci\u00f3n: \u00abEl primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo viene del cielo\u00bb (1 Co 15, 47). La humanidad de Cristo, desde su concepci\u00f3n, est\u00e1 llena del Esp\u00edritu Santo porque Dios \u00able da el Esp\u00edritu sin medida\u00bb (Jn 3, 34). De \u00absu plenitud\u00bb, cabeza de la humanidad redimida (cf Col 1, 18), \u00abhemos recibido todos gracia por gracia\u00bb (Jn 1, 16).<\/p>

        505\u00a0 Jes\u00fas, el nuevo Ad\u00e1n, inaugura por su concepci\u00f3n virginal el nuevo nacimiento de los hijos de adopci\u00f3n en el Esp\u00edritu Santo por la fe \u00ab\u00bfC\u00f3mo ser\u00e1 eso?\u00bb (Lc 1, 34;cf. Jn 3, 9). La participaci\u00f3n en la vida divina no nace \u00abde la sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino de Dios\u00bb (Jn 1, 13). La acogida de esta vida es virginal porque toda ella es dada al hombre por el Esp\u00edritu. El sentido esponsal de la vocaci\u00f3n humana con relaci\u00f3n a Dios (cf. 2 Co 11, 2) se lleva a cabo perfectamente en la maternidad virginal de Mar\u00eda.<\/p>

        506\u00a0 Mar\u00eda es virgen porque su virginidad es el signo de su fe \u00abno adulterada por duda alguna\u00bb (LG 63) y de su entrega total a la voluntad de Dios (cf. 1 Co 7, 34-35). Su fe es la que le hace llegar a ser la madre del Salvador: \u00abBeatior est Maria percipiendo fidem Christi quam concipiendo carnem Christi\u00bb (\u00abM\u00e1s bienaventurada es Mar\u00eda al recibir a Cristo por la fe que al concebir en su seno la carne de Cristo\u00bb (S. Agust\u00edn, virg. 3).<\/p>

        507\u00a0 Mar\u00eda es a la vez virgen y madre porque ella es la figura y la m\u00e1s perfecta realizaci\u00f3n de la Iglesia (cf. LG 63): \u00abLa Iglesia se convierte en Madre por la palabra de Dios acogida con fe, ya que, por la predicaci\u00f3n y el bautismo, engendra para una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Esp\u00edritu Santo y nacidos de Dios. Tambi\u00e9n ella es virgen que guarda \u00edntegra y pura la fidelidad prometida al Esposo\u00bb (LG 64).<\/p>

        RESUMEN<\/p>

        508\u00a0 De la descendencia de Eva, Dios eligi\u00f3 a la Virgen Mar\u00eda para ser la Madre de su Hijo. Ella, \u00abllena de gracia\u00bb, es \u00abel fruto excelente de la redenci\u00f3n\u00bb (SC 103); desde el primer instante de su concepci\u00f3n, fue totalmente preservada de la mancha del pecado original y permaneci\u00f3 pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.<\/p>

        509\u00a0 Mar\u00eda es verdaderamente \u00abMadre de Dios\u00bb porque es la madre del Hijo eterno de Dios hecho hombre, que es Dios mismo.<\/p>

        510\u00a0\u00a0 Mar\u00eda \u00abfue Virgen al concebir a su Hijo, Virgen al parir, Virgen durante el embarazo, Virgen despu\u00e9s del parto, Virgen siempre\u00bb (S. Agust\u00edn, serm. 186, 1): Ella, con todo su ser, es \u00abla esclava del Se\u00f1or\u00bb (Lc 1, 38).<\/p>

        511\u00a0\u00a0\u00a0 La Virgen Mar\u00eda \u00abcolabor\u00f3 por su fe y obediencia libres a la salvaci\u00f3n de los hombres\u00bb (LG 56). Ella pronunci\u00f3 su \u00abfiat\u00bb \u00abloco totius humanae naturae\u00bb (\u00abocupando el lugar de toda la naturaleza humana\u00bb) (Santo Tom\u00e1s, s.th. 3, 30, 1 ): Por su obediencia, Ella se convirti\u00f3 en la nueva Eva, madre de los vivientes.<\/p>

        P\u00e1rrafo 3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO<\/p>

        512\u00a0\u00a0 Respecto a la vida de Cristo, el S\u00edmbolo de la Fe no habla m\u00e1s que de los misterios de la Encarnaci\u00f3n (concepci\u00f3n y nacimiento) y de la Pascua (pasi\u00f3n, crucifixi\u00f3n, muerte, sepultura, descenso a los infiernos, resurrecci\u00f3n, ascensi\u00f3n). No dice nada expl\u00edcitamente de los misterios de la vida oculta y p\u00fablica de Jes\u00fas, pero los art\u00edculos de la fe referente a la Encarnaci\u00f3n y a la Pascua de Jes\u00fas iluminan toda la vida terrena de Cristo. \u00abTodo lo que Jes\u00fas hizo y ense\u00f1\u00f3 desde el principio hasta el d\u00eda en que … fue llevado al cielo\u00bb (Hch 1, 1-2) hay que verlo a la luz de los misterios de Navidad y de Pascua.<\/p>

        513\u00a0\u00a0 La Catequesis, seg\u00fan las circunstancias, debe presentar toda la riqueza de los Misterios de Jes\u00fas. Aqu\u00ed basta indicar algunos elementos comunes a todos los Misteri os de la vida de Cristo (I), para esbozar a continuaci\u00f3n los principales misterios de la vida oculta (II) y p\u00fablica (III) de Jes\u00fas.<\/p>

        I \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 TODA LA VIDA DE CRISTO ES MISTERIO<\/p>

        514\u00a0\u00a0 Muchas de las cosas respecto a Jes\u00fas que interesan a la curiosidad humana no figuran en el Evangelio. Casi nada se dice sobre su vida en Nazaret, e incluso una gran parte de la vida p\u00fablica no se narra (cf. Jn 20, 30). Lo que se ha escrito en los Evangelios lo ha sido \u00abpara que cre\u00e1is que Jes\u00fas es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo teng\u00e1is vida en su nombre\u00bb (Jn 20, 31).<\/p>

        515\u00a0 Los Evangelios fueron escritos por hombres que pertenecieron al grupo de los primeros que tuvieron fe (cf. Mc 1, 1; Jn 21, 24) y quisieron compartirla con otros. Habiendo conocido por la fe qui\u00e9n es Jes\u00fas, pudieron ver y hacer ver los rasgos de su Misterio durante toda su vida terrena. Desde los pa\u00f1ales de su natividad (Lc 2, 7) hasta el vinagre de su Pasi\u00f3n (cf. Mt 27, 48) y el sudario de su resurrecci\u00f3n (cf. Jn 20, 7), todo en la vida de Jes\u00fas es signo de su Misterio. A trav\u00e9s de sus gestos, sus milagros y sus palabras, se ha revelado que \u00aben \u00e9l reside toda la plenitud de la Divinidad corporalmente\u00bb (Col 2, 9). Su humanidad aparece as\u00ed como el \u00absacramento\u00bb, es decir, el signo y el instrumento de su divinidad y de la salvaci\u00f3n que trae consigo: lo que hab\u00eda de visible en su vida terrena conduce al misterio invisible de su filiaci\u00f3n divina y de su misi\u00f3n redentora.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los rasgos comunes en los Misterios de Jes\u00fas<\/p>

        516 \u00a0 Toda la vida de Cristo es Revelaci\u00f3n del Padre: sus palabras y sus obras, sus silencios y sus sufrimientos, su manera de ser y de hablar. Jes\u00fas puede decir: \u00abQuien me ve a m\u00ed, ve al Padre\u00bb (Jn 14, 9), y el Padre: \u00abEste es mi Hijo amado; escuchadle\u00bb (Lc 9, 35). Nuestro Se\u00f1or, al haberse hecho para cumplir la voluntad del Padre (cf. Hb 10,5-7), nos \u00abmanifest\u00f3 el amor que nos tiene\u00bb (1 Jn 4,9) con los menores rasgos de sus misterios.<\/p>

        517\u00a0\u00a0 Toda la vida de Cristo es Misterio de Redenci\u00f3n. La Redenci\u00f3n nos viene ante todo por la sangre de la cruz (cf. Ef 1, 7; Col 1, 13-14; 1 P 1, 18-19), pero este misterio est\u00e1 actuando en toda la vida de Cristo: ya en su Encarnaci\u00f3n porque haci\u00e9ndose pobre nos enriquece con su pobreza (cf. 2 Co 8, 9); en su vida oculta donde repara nuestra insumisi\u00f3n\u00a0 mediante su sometimiento (cf. Lc 2, 51); en su palabra que purifica a sus oyentes (cf. Jn 15,3); en sus curaciones y en sus exorcismos, por las cuales \u00ab\u00e9l tom\u00f3 nuestras flaquezas y carg\u00f3 con nuestras enfermedades\u00bb (Mt 8, 17; cf. Is 53, 4); en su Resurrecci\u00f3n, por medio de la cual nos justifica (cf. Rm 4, 25).<\/p>

        518\u00a0\u00a0 Toda la vida de Cristo es Misterio de Recapitulaci\u00f3n. Todo lo que Jes\u00fas hizo, dijo y sufri\u00f3, tuvo como finalidad restablecer al hombre ca\u00eddo en su vocaci\u00f3n primera:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando se encarn\u00f3 y se hizo hombre, recapitul\u00f3 en s\u00ed mismo la larga historia de la humanidad procur\u00e1ndonos en su propia historia la salvaci\u00f3n de todos, de suerte que lo que perdimos en Ad\u00e1n, es decir, el ser imagen y semejanza de Dios, lo recuperamos en Cristo Jes\u00fas (S. Ireneo, haer. 3, 18, 1). Por lo dem\u00e1s, esta es la raz\u00f3n por la cual Cristo ha vivido todas las edades de la vida humana, devolviendo as\u00ed a todos los hombres la comuni\u00f3n con Dios (ibid. 3,18,7; cf. 2, 22, 4).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Nuestra comuni\u00f3n en los Misterios de Jes\u00fas<\/p>

        519\u00a0\u00a0 Toda la riqueza de Cristo \u00abes para todo hombre y constituye el bien de cada uno\u00bb (RH 11). Cristo no vivi\u00f3 su vida para s\u00ed mismo, sino para nosotros, desde su Encarnaci\u00f3n \u00abpor nosotros los hombres y por nuestra salvaci\u00f3n\u00bb hasta su muerte \u00abpor nuestros pecados\u00bb (1 Co 15, 3) y en su Resurrecci\u00f3n para nuestra justificaci\u00f3n (Rom 4,25). Todav\u00eda ahora, es \u00abnuestro abogado cerca del Padre\u00bb (1 Jn 2, 1), \u00abestando siempre vivo para interceder en nuestro favor\u00bb\u00a0 (Hb 7, 25). Con todo lo que vivi\u00f3 y sufri\u00f3 por nosotros de una vez por todas, permanece presente para siempre \u00abante el acatamiento de Dios en favor nuestro\u00bb (Hb 9, 24).<\/p>

        520\u00a0 Toda su vida, Jes\u00fas se muestra como nuestro modelo (cf. Rm 15,5; Flp 2, 5): \u00e9l es el \u00abhombre perfecto\u00bb (GS 38) que nos invita a ser sus disc\u00edpulos y a seguirle: con su anonadamiento, nos ha dado un ejemplo que imitar (cf. Jn 13, 15); con su oraci\u00f3n atrae a la oraci\u00f3n (cf. Lc 11, 1); con su pobreza, llama a aceptar libremente la privaci\u00f3n y las persecuciones (cf. Mt 5, 11-12).<\/p>

        521\u00a0\u00a0 Todo lo que Cristo vivi\u00f3 hace que podamos vivirlo en El y que El lo viva en nosotros. \u00abEl Hijo de Dios con su encarnaci\u00f3n se ha unido en cierto modo con todo hombre\u00bb(GS 22, 2). Estamos llamados a no ser m\u00e1s que una sola cosa con \u00e9l; nos hace comulgar en cuanto miembros de su Cuerpo en lo que \u00e9l vivi\u00f3 en su carne por nosotros y como modelo nuestro:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Debemos continuar y cumplir en nosotros los estados y Misterios de Jes\u00fas, y pedirle con frecuencia que los realice y lleve a plenitud en nosotros y en toda su Iglesia … Porque el Hijo de Dios tiene el designio de hacer participar y de extender y continuar sus Misterios en nosotros y en toda su Iglesia por las gracias que \u00e9l quiere comunicarnos y por los efectos que quiere obrar en nosotros gracias a estos Misterios. Y por este medio quiere cumplirlos en nosotros (S. Juan Eudes, regn.)<\/p>

        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS MISTERIOS DE LA INFANCIA<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y DE LA VIDA OCULTA DE JESUS<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los preparativos<\/p>

        522\u00a0\u00a0 La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos. Ritos y sacrificios, figuras y s\u00edmbolos de la \u00abPrimera Alianza\u00bb(Hb 9,15), todo lo hace converger hacia Cristo; anuncia esta venida por boca de los profetas que se suceden en Israel. Adem\u00e1s,\u00a0 despierta en el coraz\u00f3n de los paganos una espera, a\u00fan confusa, de esta venida.<\/p>

        523\u00a0 San Juan Bautista es el precursor (cf. Hch 13, 24) inmediato del Se\u00f1or, enviado para prepararle el camino (cf. Mt 3, 3). \u00abProfeta del Alt\u00edsimo\u00bb (Lc 1, 76), sobrepasa a todos los profetas (cf. Lc 7, 26), de los que es el \u00faltimo (cf.Mt 11, 13), e inaugura el Evangelio (cf. Hch 1, 22;Lc 16,16); desde el seno de su madre ( cf. Lc 1,41) saluda la venida de Cristo\u00a0 y encuentra su alegr\u00eda en ser \u00abel amigo del esposo\u00bb (Jn 3, 29) a quien se\u00f1ala como \u00abel Cordero de Dios que quita el pecado del mundo\u00bb (Jn 1, 29). Precediendo a Jes\u00fas \u00abcon el esp\u00edritu y el poder de El\u00edas\u00bb (Lc 1, 17), da testimonio de \u00e9l mediante su predicaci\u00f3n, su bautismo de conversi\u00f3n y finalmente con su martirio (cf. Mc 6, 17-29).<\/p>

        524\u00a0\u00a0 Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mes\u00edas: participando en la larga preparaci\u00f3n de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida (cf. Ap 22, 17). Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la Iglesia se une al deseo de \u00e9ste: \u00abEs preciso que El crezca y que yo disminuya\u00bb (Jn 3, 30).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Misterio de Navidad<\/p>

        525\u00a0\u00a0 Jes\u00fas naci\u00f3 en la humildad de un establo, de una familia\u00a0 pobre (cf. Lc 2, 6-7); unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo (cf. Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Virgen da hoy a luz al Eterno<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y la tierra ofrece una gruta al Inaccesible.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los \u00e1ngeles y los pastores le alaban<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y los magos avanzan con la estrella.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Porque T\u00fa has nacido para nosotros,<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ni\u00f1o peque\u00f1o, \u00a1Dios eterno!<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (Kontakion, de Romanos el Mel\u00f3dico)<\/p>

        526\u00a0 \u00abHacerse ni\u00f1o\u00bb con relaci\u00f3n a Dios es la condici\u00f3n para\u00a0 entrar en el Reino (cf. Mt 18, 3-4); para eso es necesario abajarse (cf. Mt 23, 12), hacerse peque\u00f1o; m\u00e1s todav\u00eda: es necesario \u00abnacer de lo alto\u00bb (Jn 3,7), \u00abnacer de Dios\u00bb (Jn 1, 13) para \u00abhacerse hijos de Dios\u00bb (Jn 1, 12). El Misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo \u00abtoma forma\u00bb en nosotros (Ga 4, 19). Navidad es el Misterio de este \u00abadmirable intercambio\u00bb:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 O admirabile commercium! El Creador del g\u00e9nero humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de var\u00f3n, nos da parte en su divinidad (LH, ant\u00edfona de la octava de Navidad).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los Misterios de la Infancia de Jes\u00fas<\/p>

        527\u00a0\u00a0 La Circuncisi\u00f3n de Jes\u00fas, al octavo d\u00eda de su nacimiento (cf. Lc 2, 21) es se\u00f1al de su inserci\u00f3n en la descendencia de Abraham, en el pueblo de la Alianza, de su sometimiento a la Ley (cf. Ga 4, 4) y de su consagraci\u00f3n al culto de Israel en el que participar\u00e1 durante toda su vida. Este signo prefigura \u00abla circuncisi\u00f3n en Cristo\u00bb que es el Bautismo (Col 2, 11-13).<\/p>

        528\u00a0 La Epifan\u00eda es la manifestaci\u00f3n de Jes\u00fas como Mes\u00edas de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Con el bautismo de Jes\u00fas en el Jord\u00e1n y las bodas de Can\u00e1 (cf. LH Ant\u00edfona del Magnificat de las segundas v\u00edsperas de Epifan\u00eda), la Epifan\u00eda celebra la adoraci\u00f3n de Jes\u00fas por unos \u00abmagos\u00bb venidos de Oriente (Mt 2, 1) En estos \u00abmagos\u00bb, representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la Encarnaci\u00f3n, la Buena Nueva de la salvaci\u00f3n. La llegada de los magos a Jerusal\u00e9n para \u00abrendir homenaje al rey de los Jud\u00edos\u00bb (Mt 2, 2) muestra que buscan en Israel, a la luz mesi\u00e1nica de la estrella de David (cf. Nm 24, 17; Ap 22, 16) al que ser\u00e1 el rey de las naciones (cf. Nm 24, 17-19). Su venida significa que los gentiles no pueden descubrir a Jes\u00fas y adorarle como Hijo de Dios y Salvador del mundo sino volvi\u00e9ndose hacia los jud\u00edos (cf. Jn 4, 22) y recibiendo de ellos su promesa mesi\u00e1nica tal como est\u00e1 contenida en el Antiguo Testamento (cf. Mt 2, 4-6). La Epifan\u00eda manifiesta que \u00abla multitud de los gentiles entra en la familia de los patriarcas\u00bb(S. Le\u00f3n Magno, serm.23 ) y adquiere la \u00abisraelitica dignitas\u00bb (MR, Vigilia pascual 26: oraci\u00f3n despu\u00e9s de la tercera lectura).<\/p>

        529 La Presentaci\u00f3n de Jes\u00fas en el templo (cf.Lc 2, 22-39) lo muestra como el Primog\u00e9nito que pertenece al Se\u00f1or (cf. Ex 13,2.12-13). Con Sime\u00f3n y Ana toda la expectaci\u00f3n de Israel es la que viene al Encuentro de su Salvador (la tradici\u00f3n bizantina llama as\u00ed a este acontecimiento). Jes\u00fas es reconocido como el Mes\u00edas tan esperado, \u00abluz de las naciones\u00bb y \u00abgloria de Israel\u00bb, pero tambi\u00e9n \u00absigno de contradicci\u00f3n\u00bb. La espada de dolor predicha a Mar\u00eda anuncia otra oblaci\u00f3n, perfecta y \u00fanica, la de la Cruz que dar\u00e1 la salvaci\u00f3n que Dios ha preparado \u00abante todos los pueblos\u00bb.<\/p>

        530 La Huida a Egipto y la matanza de los inocentes (cf. Mt 2, 13-18) manifiestan la oposici\u00f3n de las tinieblas a la luz: \u00abVino a su Casa, y los suyos no lo recibieron\u00bb(Jn 1, 11). Toda la vida de Cristo estar\u00e1 bajo el signo de la persecuci\u00f3n. Los suyos la comparten con \u00e9l (cf. Jn 15, 20). Su vuelta de Egipto (cf. Mt 2, 15) recuerda el Exodo (cf. Os 11, 1) y presenta a\u00a0 Jes\u00fas como el liberador definitivo.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los misterios de la vida oculta de Jes\u00fas<\/p>

        531 \u00a0 Jes\u00fas comparti\u00f3, durante la mayor parte de su vida, la condici\u00f3n de la inmensa mayor\u00eda de los hombres: una vida cotidiana sin aparente importancia, vida de trabajo manual, vida religiosa jud\u00eda sometida a la ley de Dios (cf. Ga 4, 4), vida en la comunidad. De todo este per\u00edodo se nos dice que Jes\u00fas estaba \u00absometido\u00bb a sus padres y que \u00abprogresaba en sabidur\u00eda, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres\u00bb (Lc 2, 51-52).<\/p>

        532 \u00a0 Con la sumisi\u00f3n a su madre, y a su padre legal, Jes\u00fas cumple con perfecci\u00f3n el cuarto mandamiento. Es la imagen temporal de su obediencia filial a su Padre celestial. La sumisi\u00f3n cotidiana de Jes\u00fas a Jos\u00e9 y a Mar\u00eda anunciaba y anticipaba la sumisi\u00f3n del Jueves Santo: \u00abNo se haga mi voluntad …\u00bb(Lc 22, 42). La obediencia de Cristo en lo cotidiano de la vida oculta inaugurada ya la obra de restauraci\u00f3n de lo que la desobediencia de Ad\u00e1n hab\u00eda destruido (cf. Rm 5, 19).<\/p>

        533\u00a0\u00a0 La vida oculta de Nazaret permite a todos entrar en comuni\u00f3n con Jes\u00fas a trav\u00e9s de los caminos m\u00e1s ordinarios de la vida humana:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Nazaret es la escuela donde se comienza a entender\u00a0 la vida de Jes\u00fas: la escuela del Evangelio …Una lecci\u00f3n de silencio ante todo. Que nazca en nosotros\u00a0 la estima del silencio, esta condici\u00f3n del esp\u00edritu\u00a0 admirable e inestimable … Una lecci\u00f3n de vida familiar. Que Nazaret nos ense\u00f1e lo que es la familia, su comuni\u00f3n de amor, su austera y sencilla belleza, su car\u00e1cter sagrado e inviolable … Una lecci\u00f3n de trabajo. Nazaret, oh casa del \u00abHijo del Carpintero\u00bb, aqu\u00ed es donde querr\u00edamos comprender y celebrar la ley severa y redentora del trabajo humano …; c\u00f3mo querr\u00edamos, en fin, saludar aqu\u00ed a todos los trabajadores del mundo entero y ense\u00f1arles su gran\u00a0 modelo, su hermano divino (Pablo VI, discurso 5 enero 1964 en Nazaret).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 534\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El hallazgo de Jes\u00fas en el Templo (cf. Lc 2, 41-52) es el \u00fanico suceso que rompe el silencio de los Evangelios sobre los a\u00f1os ocultos de Jes\u00fas. Jes\u00fas deja entrever en ello el misterio de su consagraci\u00f3n total a una misi\u00f3n derivada de su filiaci\u00f3n divina: \u00ab\u00bfNo sab\u00edais que me debo a los asuntos de mi Padre?\u00bb Mar\u00eda y Jos\u00e9 \u00abno comprendieron\u00bb esta palabra, pero la acogieron en la fe, y Mar\u00eda \u00abconservaba cuidadosamente todas las cosas en su coraz\u00f3n\u00bb, a lo largo de todos los a\u00f1os en que Jes\u00fas permaneci\u00f3 oculto en el silencio de una vida ordinaria.<\/p>

        III \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS MISTERIOS DE LA VIDA PUBLICA DE JESUS<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Bautismo de Jes\u00fas<\/p>

        535\u00a0\u00a0 El comienzo (cf. Lc 3, 23) de la vida p\u00fablica de Jes\u00fas es su bautismo por Juan en el Jord\u00e1n (cf. Hch 1, 22). Juan proclamaba \u00abun bautismo de conversi\u00f3n para el perd\u00f3n de los pecados\u00bb (Lc 3, 3). Una multitud de pecadores, publicanos y soldados (cf. Lc 3, 10-14), fariseos y saduceos (cf. Mt 3, 7) y prostitutas (cf. Mt 21, 32) viene a hacerse bautizar por \u00e9l. \u00abEntonces aparece Jes\u00fas\u00bb. El Bautista duda. Jes\u00fas insiste y recibe el bautismo. Entonces el Esp\u00edritu Santo, en forma de paloma, viene sobre Jes\u00fas, y la voz del cielo proclama que \u00e9l es \u00abmi Hijo amado\u00bb (Mt 3, 13-17). Es la manifestaci\u00f3n (\u00abEpifan\u00eda\u00bb) de Jes\u00fas como Mes\u00edas de Israel e Hijo de Dios.<\/p>

        536\u00a0 El bautismo de Jes\u00fas es, por su parte, la aceptaci\u00f3n y la inauguraci\u00f3n de su misi\u00f3n de Siervo doliente. Se\u00a0 deja contar entre los pecadores (cf. Is 53, 12); es ya \u00abel Cordero de Dios que quita el pecado del mundo\u00bb (Jn 1, 29); anticipa ya el \u00abbautismo\u00bb de su muerte sangrienta (cf Mc 10, 38; Lc 12, 50). Viene ya a \u00abcumplir toda justicia\u00bb (Mt 3, 15), es decir, se somete enteramente a la voluntad de su Padre: por amor acepta el bautismo de muerte para la remisi\u00f3n de nuestros pecados (cf. Mt 26, 39). A esta aceptaci\u00f3n responde la voz del Padre que pone toda su complacencia en su Hijo (cf. Lc 3, 22; Is 42, 1). El Esp\u00edritu que Jes\u00fas posee en plenitud desde su concepci\u00f3n viene a \u00abposarse\u00bb sobre \u00e9l (Jn 1, 32-33; cf. Is 11, 2). De \u00e9l manar\u00e1 este Esp\u00edritu para toda la humanidad. En su bautismo, \u00abse abrieron los cielos\u00bb (Mt 3, 16) que el pecado de Ad\u00e1n hab\u00eda cerrado; y las aguas fueron santificadas por el descenso de Jes\u00fas y del Esp\u00edritu como preludio de la nueva creaci\u00f3n.<\/p>

        \u00a0537\u00a0 Por el bautismo, el cristiano se asimila sacramentalmente a Jes\u00fas que anticipa en su bautismo su muerte y su resurrecci\u00f3n: debe entrar en este misterio de rebajamiento humilde y de arrepentimiento, descender al agua con Jes\u00fas, para subir con \u00e9l, renacer del agua y del Esp\u00edritu para convertirse, en el Hijo, en hijo amado del Padre y \u00abvivir una vida nueva\u00bb (Rm 6, 4):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Enterr\u00e9monos con Cristo por el Bautismo, para resucitar con \u00e9l; descendamos con \u00e9l para ser ascendidos con \u00e9l; ascendamos con \u00e9l para ser glorificados con \u00e9l (S. Gregorio Nacianc. Or. 40, 9).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Todo lo que aconteci\u00f3 en Cristo nos ense\u00f1a que despu\u00e9s del ba\u00f1o de agua, el Esp\u00edritu Santo desciende sobre nosotros desde lo alto del cielo y que, adoptados por la Voz del Padre, llegamos a ser hijos de Dios. (S. Hilario, Mat 2).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las Tentaciones de Jes\u00fas<\/p>

        538 Los Evangelios hablan de un tiempo de soledad de Jes\u00fas en el desierto inmediatamente despu\u00e9s de su bautismo por Juan: \u00abImpulsado por el Esp\u00edritu\u00bb al desierto, Jes\u00fas permanece all\u00ed sin comer durante cuarenta d\u00edas; vive entre los animales y los \u00e1ngeles le serv\u00edan (cf. Mc 1, 12-13). Al final de este tiempo, Satan\u00e1s le tienta tres veces tratando de poner a prueba su actitud filial hacia Dios. Jes\u00fas rechaza estos ataques que recapitulan las tentaciones de Ad\u00e1n en el Para\u00edso y las de Israel en el desierto, y el diablo se aleja de \u00e9l \u00abhasta el tiempo determinado\u00bb (Lc 4, 13).<\/p>

        539\u00a0 Los evangelistas indican el sentido salv\u00edfico de este acontecimiento misterioso. Jes\u00fas es el nuevo Ad\u00e1n que permaneci\u00f3 fiel all\u00ed donde el primero sucumbi\u00f3 a la tentaci\u00f3n. Jes\u00fas cumpli\u00f3 perfectamente la vocaci\u00f3n de Israel: al contrario de los que anteriormente provocaron a Dios durante cuarenta a\u00f1os por el desierto (cf. Sal 95, 10), Cristo se revela como el Siervo de Dios totalmente obediente a la voluntad divina. En esto Jes\u00fas es vencedor del diablo; \u00e9l ha \u00abatado al hombre fuerte\u00bb para despojarle de lo que se hab\u00eda apropiado (Mc 3, 27). La victoria de Jes\u00fas en el desierto sobre el Tentador es un anticipo de la victoria de la Pasi\u00f3n, suprema obediencia de su amor filial al Padre.<\/p>

        540\u00a0 La tentaci\u00f3n de Jes\u00fas manifiesta la manera que tiene de ser Mes\u00edas el Hijo de Dios, en oposici\u00f3n a la que le propone Satan\u00e1s y a la que los hombres (cf Mt 16, 21-23) le quieren atribuir. Es por eso por lo que Cristo venci\u00f3 al Tentador a favor nuestro: \u00abPues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado\u00bb (Hb 4, 15). La Iglesia se une todos los a\u00f1os, durante los cuarenta d\u00edas de Cuaresma, al Misterio de Jes\u00fas en el desierto.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abEl Reino de Dios est\u00e1 cerca\u00bb<\/p>

        541\u00a0\u00a0 \u00abDespu\u00e9s que Juan fue preso, march\u00f3 Jes\u00fas a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios est\u00e1 cerca; convert\u00edos y creed en la Buena Nueva\u00bb (Mc 1, 15). \u00abCristo, por tanto, para hacer la voluntad del Padre, inaugur\u00f3 en la tierra el Reino de los cielos\u00bb (LG 3). Pues bien, la voluntad del Padre es \u00abelevar a los hombres a la participaci\u00f3n de la vida divina\u00bb (LG 2). Lo hace reuniendo a los hombres en torno a su Hijo, Jesucristo. Esta reuni\u00f3n es la Iglesia, que es sobre la tierra \u00abel germen y el comienzo de este Reino\u00bb (LG 5).<\/p>

        542\u00a0\u00a0 Cristo es el coraz\u00f3n mismo de esta reuni\u00f3n de los hombres como \u00abfamilia de Dios\u00bb. Los convoca en torno a \u00e9l por su palabra, por sus se\u00f1ales que manifiestan el reino de Dios, por el env\u00edo de sus disc\u00edpulos. Sobre todo, \u00e9l realizar\u00e1 la venida de su Reino por medio del gran Misterio de su Pascua: su muerte en la Cruz y su Resurrecci\u00f3n. \u00abCuando yo sea levantado de la tierra, atraer\u00e9 a todos hacia m\u00ed\u00bb (Jn 12, 32). A esta uni\u00f3n con Cristo est\u00e1n llamados todos los hombres (cf. LG 3).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El anuncio del Reino de Dios<\/p>

        543\u00a0\u00a0 Todos los hombres est\u00e1n llamados a entrar en el Reino. Anunciado en primer lugar a los hijos de Israel (cf. Mt 10, 5-7), este reino mesi\u00e1nico est\u00e1 destinado a acoger a los hombres de todas las naciones (cf. Mt 8, 11; 28, 19). Para entrar en \u00e9l, es necesario acoger la palabra de Jes\u00fas:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: los que escuchan con fe y se unen al peque\u00f1o reba\u00f1o de Cristo han acogido el Reino; despu\u00e9s la semilla, por s\u00ed misma, germina y crece hasta el tiempo de la siega (LG 5).<\/p>

        544\u00a0 El Reino pertenece a los pobres y a los peque\u00f1os, es decir a los que lo acogen con un coraz\u00f3n humilde. Jes\u00fas fue enviado para \u00abanunciar la Buena Nueva a los pobres\u00bb (Lc 4, 18; cf. 7, 22). Los declara bienaventurados porque de \u00abellos es el Reino de los cielos\u00bb (Mt 5, 3); a los \u00abpeque\u00f1os\u00bb es a quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas que ha ocultado a los sabios y prudentes (cf. Mt 11, 25). Jes\u00fas, desde el pesebre hasta la cruz comparte la vida de los pobres; conoce el hambre (cf. Mc 2, 23-26; Mt 21,18), la sed (cf. Jn 4,6-7; 19,28) y la privaci\u00f3n (cf. Lc 9, 58). A\u00fan m\u00e1s: se identifica con los pobres de todas clases y hace del amor activo hacia ellos la condici\u00f3n para entrar en su Reino (cf. Mt 25, 31-46).<\/p>

        545 \u00a0 Jes\u00fas invita a los pecadores al banquete del Reino: \u00abNo he venido a llamar a justos sino a pecadores\u00bb (Mc 2, 17; cf. 1 Tim 1, 15). Les invita a la conversi\u00f3n, sin la cual no se puede entrar en el Reino, pero les muestra de palabra y con hechos la misericordia sin l\u00edmites de su Padre hacia ellos (cf. Lc 15, 11-32) y la inmensa \u00abalegr\u00eda en el cielo por un solo pecador que se convierta\u00bb (Lc 15, 7). La prueba suprema de este amor ser\u00e1 el sacrificio de su propia vida \u00abpara remisi\u00f3n de los pecados\u00bb (Mt 26, 28).<\/p>

        546\u00a0 Jes\u00fas llama a entrar en el Reino a trav\u00e9s de las par\u00e1bolas, rasgo t\u00edpico de su ense\u00f1anza (cf. Mc 4, 33-34). Por medio de ellas invita al banquete del Reino(cf. Mt 22, 1-14), pero exige tambi\u00e9n una elecci\u00f3n radical para alcanzar el Reino, es necesario darlo todo (cf. Mt 13, 44-45); las palabras no bastan, hacen falta obras (cf. Mt 21, 28-32). Las par\u00e1bolas son como un espejo para el hombre: \u00bfacoge la palabra como un suelo duro o como una buena tierra (cf. Mt 13, 3-9)? \u00bfQu\u00e9 hace con los talentos recibidos (cf. Mt 25, 14-30)? Jes\u00fas y la presencia del Reino en este mundo est\u00e1n secretamente en el coraz\u00f3n de las par\u00e1bolas. Es preciso entrar en el Reino, es decir, hacerse disc\u00edpulo de Cristo para \u00abconocer los Misterios del Reino de los cielos\u00bb (Mt 13, 11). Para los que est\u00e1n \u00abfuera\u00bb (Mc 4, 11), la ense\u00f1anza de las par\u00e1bolas es algo enigm\u00e1tico (cf. Mt 13, 10-15).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los signos del Reino de Dios<\/p>

        547\u00a0\u00a0 Jes\u00fas acompa\u00f1a sus palabras con numerosos \u00abmilagros, prodigios y signos\u00bb (Hch 2, 22) que manifiestan que el Reino est\u00e1 presente en El. Ellos atestiguan que Jes\u00fas es el Mes\u00edas anunciado (cf, Lc 7, 18-23).<\/p>

        548\u00a0 Los signos que lleva a cabo Jes\u00fas testimonian que el Padre le ha enviado (cf. Jn 5, 36; 10, 25). Invitan a creer en Jes\u00fas (cf. Jn 10, 38). Concede lo que le piden a los que acuden a \u00e9l con fe (cf. Mc 5, 25-34; 10, 52; etc.). Por tanto, los milagros fortalecen la fe en Aqu\u00e9l que hace las obras de su Padre: \u00e9stas testimonian que \u00e9l es Hijo de Dios (cf. Jn 10, 31-38). Pero tambi\u00e9n pueden ser \u00abocasi\u00f3n de esc\u00e1ndalo\u00bb (Mt 11, 6). No pretenden satisfacer la curiosidad ni los deseos m\u00e1gicos. A pesar de tan evidentes milagros, Jes\u00fas es rechazado por algunos (cf. Jn 11, 47-48); incluso se le acusa de obrar movido por los demonios (cf. Mc 3, 22).<\/p>

        549\u00a0 Al liberar a algunos hombres de los males terrenos del hambre (cf. Jn 6, 5-15), de la injusticia (cf. Lc 19, 8), de la enfermedad y de la muerte (cf. Mt 11,5), Jes\u00fas realiz\u00f3 unos signos mesi\u00e1nicos; no obstante, no vino para abolir todos los males aqu\u00ed abajo (cf. LC 12, 13. 14; Jn 18, 36), sino a liberar a los hombres de la esclavitud m\u00e1s grave, la del pecado (cf. Jn 8, 34-36), que es el obst\u00e1culo en su vocaci\u00f3n de hijos de Dios y causa de todas sus servidumbres humanas.<\/p>

        550 La venida del Reino de Dios es la derrota del reino de Satan\u00e1s (cf. Mt 12, 26): \u00abPero si por el Esp\u00edritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios\u00bb (Mt 12, 28). Los exorcismos de Jes\u00fas liberan a los hombres del dominio de los demonios (cf Lc 8, 26-39). Anticipan la gran victoria de Jes\u00fas sobre \u00abel pr\u00edncipe de este mundo\u00bb (Jn 12, 31). Por la Cruz de Cristo ser\u00e1 definitivamente establecido el Reino de Dios: \u00abRegnavit a ligno Deus\u00bb (\u00abDios rein\u00f3 desde el madero de la Cruz\u00bb, himno \u00abVexilla Regis\u00bb).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abLas llaves del Reino\u00bb<\/p>

        551\u00a0\u00a0 Desde el comienzo de su vida p\u00fablica Jes\u00fas eligi\u00f3 unos hombres en n\u00famero de doce para estar con \u00e9l y participar en su misi\u00f3n (cf. Mc 3, 13-19); les hizo part\u00edcipes de su autoridad \u00aby los envi\u00f3 a proclamar el Reino de Dios y a curar\u00bb (Lc 9, 2). Ellos permanecen para siempre permanecen asociados al Reino de Cristo porque por medio de ellos dirige su Iglesia:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Yo, por mi parte, dispongo el Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para m\u00ed, para que com\u00e1is y beb\u00e1is a mi mesa en mi Reino y os sent\u00e9is sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel (Lc 22, 29-30).<\/p>

        552\u00a0\u00a0 En el colegio de los doce Sim\u00f3n Pedro ocupa el primer lugar (cf. Mc 3, 16; 9, 2; Lc 24, 34; 1 Co 15, 5). Jes\u00fas le conf\u00eda una misi\u00f3n \u00fanica. Gracias a una revelaci\u00f3n del Padre , Pedro hab\u00eda confesado: \u00abT\u00fa eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo\u00bb. Entonces Nuestro Se\u00f1or le declar\u00f3: \u00abT\u00fa eres Pedro, y sobre esta piedra edificar\u00e9 mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecer\u00e1n contra ella\u00bb (Mt 16, 18). Cristo, \u00abPiedra viva\u00bb (1 P 2, 4), asegura a su Iglesia, edificada sobre Pedro la victoria sobre los poderes de la muerte. Pedro, a causa de la fe confesada por \u00e9l, ser\u00e1 la roca inquebrantable de la Iglesia. Tendr\u00e1 la misi\u00f3n de custodiar esta fe ante todo desfallecimiento y de confirmar en ella a sus hermanos (cf. Lc 22, 32).<\/p>

        553 \u00a0 Jes\u00fas ha confiado a Pedro una autoridad espec\u00edfica: \u00abA ti te dar\u00e9 las llaves del Reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedar\u00e1 atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedar\u00e1 desatado en los cielos\u00bb (Mt 16, 19). El poder de las llaves designa la autoridad para gobernar la casa de Dios, que es la Iglesia. Jes\u00fas, \u00abel Buen Pastor\u00bb (Jn 10, 11)\u00a0 confirm\u00f3 este encargo despu\u00e9s de su resurrecci\u00f3n:\u00bbApacienta mis ovejas\u00bb (Jn 21, 15-17). El poder de \u00abatar y desatar\u00bb significa la autoridad para absolver los pecados, pronunciar sentencias doctrinales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia. Jes\u00fas confi\u00f3 esta autoridad a la Iglesia por el ministerio de los ap\u00f3stoles (cf. Mt 18, 18) y particularmente por el de Pedro, el \u00fanico a quien \u00e9l confi\u00f3 expl\u00edcitamente las llaves del Reino.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Una visi\u00f3n anticipada del Reino: La Transfiguraci\u00f3n.<\/p>

        554\u00a0\u00a0 A partir del d\u00eda en que Pedro confes\u00f3 que Jes\u00fas es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, el Maestro \u00abcomenz\u00f3 a mostrar a sus disc\u00edpulos que \u00e9l deb\u00eda ir a Jerusal\u00e9n, y sufrir … y ser condenado a muerte y resucitar al tercer d\u00eda\u00bb (Mt 16, 21): Pedro rechaz\u00f3 este anuncio (cf. Mt 16, 22-23), los otros no lo comprendieron mejor (cf. Mt 17, 23; Lc 9, 45). En este contexto se sit\u00faa el episodio misterioso de la Transfiguraci\u00f3n de Jes\u00fas (cf. Mt 17, 1-8 par.: 2 P 1, 16-18), sobre una monta\u00f1a, ante tres testigos elegidos por \u00e9l: Pedro, Santiago y Juan. El rostro y los vestidos de Jes\u00fas se pusieron fulgurantes como la luz, Mois\u00e9s y El\u00edas aparecieron y le \u00abhablaban de su partida, que estaba para cumplirse en Jerusal\u00e9n\u00bb (Lc 9, 31). Una nube les cubri\u00f3 y se oy\u00f3 una voz desde el cielo que dec\u00eda: \u00abEste es mi Hijo, mi elegido; escuchadle\u00bb (Lc 9, 35).<\/p>

        555\u00a0\u00a0 Por un instante, Jes\u00fas muestra su gloria divina, confirmando as\u00ed la confesi\u00f3n de Pedro. Muestra tambi\u00e9n que para \u00abentrar en su gloria\u00bb (Lc 24, 26), es necesario pasar por la Cruz en Jerusal\u00e9n. Mois\u00e9s y El\u00edas hab\u00edan visto la gloria de Dios en la Monta\u00f1a; la Ley y los profetas hab\u00edan anunciado los sufrimientos del Mes\u00edas (cf. Lc 24, 27). La Pasi\u00f3n de Jes\u00fas es la voluntad por excelencia del Padre: el Hijo act\u00faa como siervo de Dios (cf. Is 42, 1). La nube indica la presencia del Esp\u00edritu Santo: \u00abTota Trinitas apparuit: Pater in voce; Filius in homine, Spiritus in nube clara\u00bb (\u00abApareci\u00f3 toda la Trinidad: el Padre en la voz, el Hijo en el hombre, el Esp\u00edritu en la nube luminosa\u00bb (Santo Tom\u00e1s, s.th. 3, 45, 4, ad 2):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 T\u00fa te has transfigurado en la monta\u00f1a, y, en la medida en que ellos eran capaces, tus disc\u00edpulos han contemplado Tu Gloria, oh Cristo Dios, a fin de que cuando te vieran crucificado comprendiesen que Tu Pasi\u00f3n era voluntaria y anunciasen al mundo que T\u00fa eres verdaderamente la irradiaci\u00f3n del Padre (Liturgia bizantina, Kontakion de la Fiesta de la Transfiguraci\u00f3n,)<\/p>

        556 En el umbral de la vida p\u00fablica se sit\u00faa el Bautismo; en el de la Pascua, la Transfiguraci\u00f3n. Por el bautismo de Jes\u00fas \u00abfue manifestado el misterio de la primera regeneraci\u00f3n\u00bb: nuestro bautismo; la Transfiguraci\u00f3n \u00abes es sacramento de la segunda regeneraci\u00f3n\u00bb: nuestra propia resurrecci\u00f3n (Santo Tom\u00e1s, s.th. 3, 45, 4, ad 2). Desde ahora nosotros participamos en la Resurrecci\u00f3n del Se\u00f1or por el Esp\u00edritu Santo que act\u00faa en los sacramentos del Cuerpo de Cristo. La Transfiguraci\u00f3n nos concede una visi\u00f3n anticipada de la gloriosa venida de Cristo \u00abel cual transfigurar\u00e1 este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo\u00bb (Flp 3, 21). Pero ella nos recuerda tambi\u00e9n que \u00abes necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios\u00bb (Hch 14, 22):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pedro no hab\u00eda comprendido eso cuando deseaba vivir con Cristo en la monta\u00f1a (cf. Lc 9, 33). Te ha reservado eso, oh Pedro, para despu\u00e9s de la muerte. Pero ahora, \u00e9l mismo dice: Desciende para penar en la tierra, para servir en la tierra, para ser despreciado y crucificado en la tierra. La Vida desciende para hacerse matar; el Pan desciende para tener hambre; el Camino desciende para fatigarse andando; la Fuente desciende para sentir la sed; y t\u00fa, \u00bfvas a negarte a sufrir? (S. Agust\u00edn, serm. 78, 6).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La subida de Jes\u00fas a Jerusal\u00e9n<\/p>

        557\u00a0\u00a0 \u00abComo se iban cumpliendo los d\u00edas de su asunci\u00f3n, \u00e9l se afirm\u00f3 en su voluntad de ir a Jerusal\u00e9n\u00bb (Lc 9, 51; cf. Jn 13, 1). Por esta decisi\u00f3n, manifestaba que sub\u00eda a Jerusal\u00e9n dispuesto a morir. En tres ocasiones hab\u00eda repetido el anuncio de su Pasi\u00f3n y de su Resurrecci\u00f3n (cf. Mc 8, 31-33; 9, 31-32; 10, 32-34). Al dirigirse a Jerusal\u00e9n dice: \u00abNo cabe que un profeta perezca fuera de Jerusal\u00e9n\u00bb (Lc 13, 33).<\/p>

        558\u00a0 Jes\u00fas recuerda el martirio de los profetas que hab\u00edan sido muertos en Jerusal\u00e9n (cf. Mt 23, 37a). Sin embargo, persiste en llamar a Jerusal\u00e9n a reunirse en torno a \u00e9l: \u00ab\u00a1Cu\u00e1ntas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina re\u00fane a sus pollos bajo las alas y no hab\u00e9is querido!\u00bb (Mt 23, 37b). Cuando est\u00e1 a la vista de Jerusal\u00e9n, llora sobre ella y expresa una vez m\u00e1s el deseo de su coraz\u00f3n:\u00bb \u00a1Si tambi\u00e9n t\u00fa conocieras en este d\u00eda el mensaje de paz! pero ahora est\u00e1 oculto a tus ojos\u00bb (Lc 19, 41-42).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La entrada mesi\u00e1nica de Jes\u00fas en Jerusal\u00e9n<\/p>

        559\u00a0 \u00bfC\u00f3mo va a acoger Jerusal\u00e9n a su Mes\u00edas? Jes\u00fas rehuy\u00f3 siempre las tentativas populares de hacerle rey (cf. Jn 6, 15), pero elige el momento y prepara los detalles de su entrada mesi\u00e1nica en la ciudad de \u00abDavid, su Padre\u00bb (Lc 1,32; cf. Mt 21, 1-11). Es aclamado como hijo de David, el que trae la salvaci\u00f3n (\u00abHosanna\u00bb quiere decir \u00ab\u00a1s\u00e1lvanos!\u00bb, \u00abDanos la salvaci\u00f3n!\u00bb). Pues bien, el \u00abRey de la Gloria\u00bb (Sal 24, 7-10) entra en su ciudad \u00abmontado en un asno\u00bb (Za 9, 9): no conquista a la hija de Si\u00f3n, figura de su Iglesia, ni por la astucia ni por la violencia, sino por la humildad que da testimonio de la Verdad (cf. Jn 18, 37). Por eso los s\u00fabditos de su Reino, aquel d\u00eda fueron los ni\u00f1os (cf. Mt 21, 15-16; Sal 8, 3) y los \u00abpobres de Dios\u00bb, que le aclamaban como los \u00e1ngeles lo anunciaron a los pastores (cf. Lc 19, 38; 2, 14). Su aclamaci\u00f3n \u00abBendito el que viene en el nombre del Se\u00f1or\u00bb (Sal 118, 26), ha sido recogida por la Iglesia en el \u00abSanctus\u00bb de la liturgia eucar\u00edstica para introducir al memorial de la Pascua del Se\u00f1or.<\/p>

        560 La entrada de Jes\u00fas en Jerusal\u00e9n manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mes\u00edas llevar\u00e1 a cabo mediante la Pascua de su Muerte y de su Resurrecci\u00f3n. Con su celebraci\u00f3n, el domingo de Ramos, la liturgia de la Iglesia abre la Semana Santa.<\/p>

        RESUMEN<\/p>

        561\u00a0\u00a0 \u00abLa vida entera de Cristo fue una continua ense\u00f1anza: su silencio, sus milagros, sus gestos, su oraci\u00f3n, su amor al hombre, su predilecci\u00f3n por los peque\u00f1os y los pobres, la aceptaci\u00f3n total del sacrificio en la cruz por la salvaci\u00f3n del mundo, su resurrecci\u00f3n, son la actuaci\u00f3n de su palabra y el cumplimiento de la revelaci\u00f3n\u00bb (CT 9).<\/p>

        562\u00a0 Los disc\u00edpulos de Cristo deben asemejarse a \u00e9l hasta que \u00e9l crezca y se forme en ellos (cf. Ga 4, 19). \u00abPor eso somos integrados en los misterios de su vida: con \u00e9l estamos identificados, muertos y resucitados hasta que reinemos con \u00e9l (LG 7).<\/p>

        563\u00a0 Pastor o mago, nadie puede alcanzar a Dios aqu\u00ed abajo sino arrodill\u00e1ndose ante el pesebre de Bel\u00e9n y adorando a Dios escondido en la debilidad de un ni\u00f1o.<\/p>

        564\u00a0 Por su sumisi\u00f3n a Mar\u00eda y a Jos\u00e9, as\u00ed como por su humilde trabajo durante largos a\u00f1os en Nazaret, Jes\u00fas nos da el ejemplo de la santidad en la vida cotidiana de la familia y del trabajo.<\/p>

        565\u00a0 Desde el comienzo de su vida p\u00fablica, en su bautismo, Jes\u00fas es el \u00abSiervo\u00bb enteramente consagrado a la obra redentora que llevar\u00e1 a cabo en el \u00abbautismo\u00bb de su pasi\u00f3n.<\/p>

        566\u00a0 La tentaci\u00f3n en el desierto muestra a Jes\u00fas, humilde Mes\u00edas que triunfa de Satan\u00e1s mediante su total adhesi\u00f3n al designio de salvaci\u00f3n querido por el Padre.<\/p>

        567\u00a0 El Reino de los cielos ha sido inaugurado en la tierra por Cristo. \u00abSe manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de Cristo\u00bb (LG 5). La Iglesia es el germen y el comienzo de este Reino. Sus llaves son confiadas a\u00a0 Pedro.<\/p>

        568\u00a0 La Transfiguraci\u00f3n de Cristo tiene por finalidad fortalecer la fe de los Ap\u00f3stoles ante la proximidad de la Pasi\u00f3n: la subida a un \u00abmonte alto\u00bb prepara la subida al Calvario. Cristo, Cabeza de la Iglesia, manifiesta lo que su cuerpo contiene e irradia en los sacramentos: \u00abla esperanza de la gloria\u00bb (Col 1, 27) (cf. S. Le\u00f3n Magno, serm. 51, 3).<\/p>

        569\u00a0 Jes\u00fas ha subido voluntariamente a Jerusal\u00e9n sabiendo perfectamente que all\u00ed morir\u00eda de muerte violenta a causa de la contradicci\u00f3n de los pecadores (cf. Hb 12,3).<\/p>

        570\u00a0 La entrada de Jes\u00fas en Jerusal\u00e9n manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mes\u00edas, recibido en su ciudad por los ni\u00f1os y por los humildes de coraz\u00f3n, va a llevar a cabo por la Pascua de su Muerte y de su Resurrecci\u00f3n.<\/p>

        Art\u00edculo 4\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cJESUCRISTO PADECIO BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO, FUE CRUCIFICADO, MUERTOY SEPULTADO\u201d<\/p>

        571\u00a0\u00a0 El Misterio pascual de la Cruz y de la Resurrecci\u00f3n de Cristo est\u00e1 en el centro de la Buena Nueva que los Ap\u00f3stole s,\u00a0 y la Iglesia a continuaci\u00f3n de ellos, deben anunciar al mundo. El designio salvador de Dios se ha cumplido de \u00abuna vez por todas\u00bb (Hb 9, 26) por la muerte redentora de su Hijo Jesucristo.<\/p>

        572\u00a0\u00a0 La Iglesia permanece fiel a \u00abla interpretaci\u00f3n de todas las Escrituras\u00bb dada por Jes\u00fas mismo, tanto antes como despu\u00e9s de su Pascua: \u00ab\u00bfNo era necesario que Cristo padeciera eso y entrara as\u00ed en su gloria?\u00bb (Lc 24, 26-27, 44-45). Los padecimientos de Jes\u00fas han tomado una forma hist\u00f3rica concreta por el hecho de haber sido \u00abreprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas\u00bb (Mc 8, 31), que lo \u00abentregaron a los gentiles, para burlarse de \u00e9l, azotarle y crucificarle\u00bb (Mt 20, 19).<\/p>

        573\u00a0\u00a0 Por lo tanto, la fe puede escrutar las circunstancias de la muerte de Jes\u00fas, que han sido transmitidas fielmente por los Evangelios (cf. DV 19) e iluminadas por otras fuentes hist\u00f3ricas, a fin de comprender mejor el sentido de la Redenci\u00f3n.<\/p>

        P\u00e1rrafo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JESUS E ISRAEL<\/p>

        574 \u00a0 Desde los comienzos del ministerio p\u00fablico de Jes\u00fas, fariseos y partidarios de Herodes, junto con sacerdotes y escribas, se pusieron de acuerdo para perderle (cf. Mc 3, 6). Por algunas de sus obras (expulsi\u00f3n de demonios, cf. Mt 12, 24; perd\u00f3n de los pecados, cf. Mc 2, 7; curaciones en s\u00e1bado, cf. 3, 1-6; interpretaci\u00f3n original de los preceptos de pureza de la Ley, cf. Mc 7, 14-23; familiaridad con los publicanos y los pecadores p\u00fablicos, (cf. Mc 2, 14-17), Jes\u00fas apareci\u00f3 a algunos malintencionados sospechoso de posesi\u00f3n diab\u00f3lica (cf. Mc 3, 22; Jn 8, 48; 10, 20). Se le acusa de blasfemo (cf. Mc 2, 7; Jn 5,18; 10, 33) y de falso profetismo (cf. Jn 7, 12; 7, 52), cr\u00edmenes religiosos que la Ley castigaba con pena de muerte a pedradas (cf. Jn 8, 59; 10, 31).<\/p>

        575 \u00a0 Muchas de las obras y de las palabras de Jes\u00fas han sido, pues, un \u00absigno de contradicci\u00f3n\u00bb (Lc 2, 34) para las autoridades religiosas de Jerusal\u00e9n, aquellas a las que el Evangelio de S. Juan denomina con frecuencia \u00ablos Jud\u00edos\u00bb (cf. Jn 1, 19; 2, 18; 5, 10; 7, 13; 9, 22; 18, 12; 19, 38; 20, 19), m\u00e1s incluso que a la generalidad del pueblo de Dios (cf. Jn 7, 48-49). Ciertamente, sus relaciones con los fariseos no fueron solamente pol\u00e9micas. Fueron unos fariseos los que le previnieron del peligro que corr\u00eda (cf. Lc 13, 31). Jes\u00fas alaba a alguno de ellos como al escriba de Mc 12, 34\u00a0 y come varias veces en casa de fariseos (cf. Lc 7, 36; 14, 1). Jes\u00fas confirma doctrinas sostenidas por esta \u00e9lite religiosa del pueblo de Dios: la resurrecci\u00f3n de los muertos (cf. Mt 22, 23-34; Lc 20, 39), las formas de piedad (limosna, ayuno y oraci\u00f3n, cf. Mt 6, 18) y la costumbre de dirigirse a Dios como Padre, car\u00e1cter central del mandamiento de amor a Dios y al pr\u00f3jimo (cf. Mc 12, 28-34).<\/p>

        576\u00a0 A los ojos de muchos en Israel, Jes\u00fas parece actuar contra las instituciones esenciales del Pueblo elegido:<\/p>

        \u2013 Contra el sometimiento a la Ley en la integridad de sus preceptos escritos, y, para los fariseos, su interpretaci\u00f3n por la tradici\u00f3n oral.<\/p>

        \u2013 Contra el car\u00e1cter central del Templo de Jerusal\u00e9n como lugar santo donde Dios habita de una manera privilegiada.<\/p>

        \u2013 Contra la fe en el Dios \u00fanico, cuya gloria ning\u00fan hombre puede\u00a0 compartir.<\/p>

        I \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JESUS Y LA LEY<\/p>

        577\u00a0\u00a0 Al comienzo del Serm\u00f3n de la monta\u00f1a, Jes\u00fas hace una advertencia solemne presentando la Ley dada por Dios en el Sina\u00ed con ocasi\u00f3n de la Primera Alianza, a la luz de la gracia de la Nueva Alianza:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abNo pens\u00e9is que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir sino a dar cumplimiento. S\u00ed, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasar\u00e1n antes que pase una i o un \u00e1pice de la Ley sin que todo se haya cumplido. Por tanto, el que quebrante uno de estos mandamientos menores, y as\u00ed lo ense\u00f1e a los hombres, ser\u00e1 el menor en el Reino de los cielos; en cambio el que los observe y los ense\u00f1e, ese ser\u00e1 grande en el Reino de los cielos\u00bb (Mt 5, 17-19).<\/p>

        578\u00a0 Jes\u00fas, el Mes\u00edas de Israel, por lo tanto el m\u00e1s grande en el Reino de los cielos, se deb\u00eda sujetar a la Ley cumpli\u00e9ndola en su totalidad hasta en sus menores preceptos, seg\u00fan sus propias palabras. Incluso es el \u00fanico en poderlo hacer perfectamente (cf. Jn 8, 46). Los jud\u00edos, seg\u00fan su propia confesi\u00f3n, jam\u00e1s han podido cumplir jam\u00e1s la Ley en su totalidad, sin violar el menor de sus preceptos (cf. Jn 7, 19; Hch 13, 38-41; 15, 10). Por eso, en cada fiesta anual de la Expiaci\u00f3n, los hijos de Israel piden perd\u00f3n a Dios por sus transgresiones de la Ley. En efecto, la Ley constituye un todo y, como recuerda Santiago, \u00abquien observa toda la Ley, pero falta en un solo precepto, se hace reo de todos\u00bb (St 2, 10; cf. Ga 3, 10; 5, 3).<\/p>

        579\u00a0 Este principio de integridad en la observancia de la Ley, no s\u00f3lo en su letra sino tambi\u00e9n en su esp\u00edritu, era apreciado por los fariseos. Al subrayarlo para Israel, muchos jud\u00edos del tiempo de Jes\u00fas fueron conducidos a un celo religioso extremo (cf. Rm 10, 2), el cual, si no quer\u00eda convertirse en una casu\u00edstica \u00abhip\u00f3crita\u00bb (cf. Mt 15, 3-7; Lc 11, 39-54) no pod\u00eda m\u00e1s que preparar al pueblo a esta intervenci\u00f3n inaudita de Dios que ser\u00e1 la ejecuci\u00f3n perfecta de la Ley por el \u00fanico Justo en lugar de todos los pecadores (cf. Is 53, 11; Hb 9, 15).<\/p>

        580\u00a0 El cumplimiento perfecto de la Ley no pod\u00eda ser sino obra del divino Legislador que naci\u00f3 sometido a la Ley en la persona del Hijo (cf Ga 4, 4). En Jes\u00fas la Ley ya no aparece grabada en tablas de piedra sino \u00aben el fondo del coraz\u00f3n\u00bb (Jr 31, 33) del Siervo, quien, por \u00abaportar fielmente el derecho\u00bb (Is 42, 3), se ha convertido en \u00abla Alianza del pueblo\u00bb (Is 42, 6). Jes\u00fas cumpli\u00f3 la Ley hasta tomar sobre s\u00ed mismo \u00abla maldici\u00f3n de la Ley\u00bb (Ga 3, 13) en la que hab\u00edan incurrido los que no \u00abpractican todos los preceptos de la Ley\u00bb (Ga 3, 10) porque, ha intervenido su muerte para remisi\u00f3n de las transgresiones de la Primera Alianza\u00bb (Hb 9, 15).<\/p>

        581\u00a0\u00a0 Jes\u00fas fue considerado por los Jud\u00edos y sus jefes espirituales como un \u00abrabbi\u00bb (cf. Jn 11, 28; 3, 2; Mt 22, 23-24, 34-36). Con frecuencia argument\u00f3 en el marco de la interpretaci\u00f3n rab\u00ednica de la Ley (cf. Mt 12, 5; 9, 12; Mc 2, 23-27; Lc 6, 6-9; Jn 7, 22-23). Pero al mismo tiempo, Jes\u00fas no pod\u00eda menos que chocar con los doctores de la Ley porque no se contentaba con proponer su interpretaci\u00f3n entre los suyos, sino que \u00abense\u00f1aba como quien tiene autoridad y no como sus escribas\u00bb (Mt 7, 28-29). La misma Palabra de Dios, que reson\u00f3 en el Sina\u00ed para dar a Mois\u00e9s la Ley escrita, es la que en \u00e9l se hace o\u00edr de nuevo en el Monte de las Bienaventuranzas (cf. Mt 5, 1). Esa palabra no revoca la Ley sino que la perfecciona aportando de modo divino su interpretaci\u00f3n definitiva: \u00abHab\u00e9is o\u00eddo tambi\u00e9n que se dijo a los antepasados … pero yo os digo\u00bb (Mt 5, 33-34). Con esta misma autoridad divina, desaprueba ciertas \u00abtradiciones humanas\u00bb (Mc 7, 8) de los fariseos que \u00abanulan la Palabra de Dios\u00bb (Mc 7, 13).<\/p>

        582\u00a0 Yendo m\u00e1s lejos, Jes\u00fas da plenitud a la Ley sobre la pureza de los alimentos, tan importante en la vida cotidiana jud\u00eda, manifestando su sentido \u00abpedag\u00f3gico\u00bb (cf. Ga 3, 24) por medio de una interpretaci\u00f3n divina: \u00abTodo lo que de fuera entra en el hombre no puede hacerle impuro … -as\u00ed declaraba puros todos los alimentos- … Lo que sale del hombre, eso es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del coraz\u00f3n de los hombres, salen las intenciones malas\u00bb (Mc 7, 18-21). Jes\u00fas, al dar con autoridad divina la interpretaci\u00f3n definitiva de la Ley, se vio enfrentado a algunos doctores de la Ley que no recib\u00edan su interpretaci\u00f3n a pesar de estar garantizada por los signos divinos con que la acompa\u00f1aba (cf. Jn 5, 36; 10, 25. 37-38; 12, 37). Esto ocurre, en particular, respecto al problema del s\u00e1bado: Jes\u00fas recuerda, frecuentemente con argumentos rab\u00ednicos (cf. Mt 2,25-27; Jn 7, 22-24), que el descanso del s\u00e1bado no se quebranta por el servicio de Dios (cf. Mt 12, 5; Nm 28, 9) o al pr\u00f3jimo (cf. Lc 13, 15-16; 14, 3-4) que realizan sus curaciones.<\/p>

        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JESUS Y EL TEMPLO<\/p>

        583 Como los profetas anteriores a \u00e9l, Jes\u00fas profes\u00f3 el m\u00e1s profundo respeto al Templo de Jerusal\u00e9n. Fue presentado en \u00e9l por Jos\u00e9 y Mar\u00eda cuarenta d\u00edas despu\u00e9s de su nacimiento (Lc. 2, 22-39). A la edad de doce a\u00f1os, decidi\u00f3 quedarse en el Templo para recordar a sus padres que se deb\u00eda a los asuntos de su Padre (cf. Lc 2, 46-49). Durante su vida oculta, subi\u00f3 all\u00ed todos los a\u00f1os al menos con ocasi\u00f3n de la Pascua (cf. Lc 2, 41); su ministerio p\u00fablico estuvo jalonado por sus peregrinaciones a Jerusal\u00e9n con motivo de las grandes fiestas jud\u00edas (cf. Jn 2, 13-14; 5, 1. 14; 7, 1. 10. 14; 8, 2; 10, 22-23).<\/p>

        584\u00a0 Jes\u00fas subi\u00f3 al Templo como\u00a0 al lugar privilegiado para el encuentro con Dios. El Templo era para \u00e9l la casa de su Padre, una casa de oraci\u00f3n, y se indigna porque el atrio exterior se haya convertido en un mercado (Mt 21, 13). Si expulsa a los mercaderes del Templo es por celo hacia las cosas de su Padre: \u00abno hag\u00e1is de la Casa de mi Padre una casa de mercado. Sus disc\u00edpulos se acordaron de que estaba escrito: ‘El celo por tu Casa me devorar\u00e1’ (Sal 69, 10)\u00bb (Jn 2, 16-17). Despu\u00e9s de su Resurrecci\u00f3n, los Ap\u00f3stoles mantuvieron un respeto religioso hacia el Templo (cf. Hch 2, 46; 3, 1; 5, 20. 21; etc.).<\/p>

        585 Jes\u00fas anunci\u00f3, no obstante, en el umbral de su Pasi\u00f3n, la ruina de ese espl\u00e9ndido edificio del cual no quedar\u00e1 piedra sobre piedra (cf. Mt 24, 1-2). Hay aqu\u00ed un anuncio de una se\u00f1al de los \u00faltimos tiempos que se van a abrir con su propia Pascua (cf. Mt 24, 3; Lc 13, 35). Pero esta profec\u00eda pudo ser deformada por falsos testigos en su interrogatorio en casa del sumo sacerdote (cf. Mc 14, 57-58) y serle reprochada como injuriosa cuando estaba clavado en la cruz (cf. Mt 27, 39-40).<\/p>

        586 Lejos de haber sido hostil al Templo (cf. Mt 8, 4; 23, 21; Lc 17, 14; Jn 4, 22) donde expuso lo esencial de su ense\u00f1anza (cf. Jn 18, 20), Jes\u00fas quiso pagar el impuesto del Templo asoci\u00e1ndose con Pedro (cf. Mt 17, 24-27), a quien acababa de poner como fundamento de su futura Iglesia (cf. Mt 16, 18). A\u00fan m\u00e1s, se identific\u00f3 con el Templo present\u00e1ndose como la morada definitiva de Dios entre los hombres (cf. Jn 2, 21; Mt 12, 6). Por eso su muerte corporal (cf. Jn 2, 18-22) anuncia la destrucci\u00f3n del Templo que se\u00f1alar\u00e1 la entrada en una nueva edad de la historia de la salvaci\u00f3n:\u00bbLlega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusal\u00e9n adorar\u00e9is al Padre\u00bb(Jn 4, 21; cf. Jn 4, 23-24; Mt 27, 51; Hb 9, 11; Ap 21, 22).<\/p>

        III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JESUS Y LA FE DE ISRAEL EN EL DIOS UNICO<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y SALVADOR<\/p>

        587\u00a0 Si la Ley y el Templo pudieron ser ocasi\u00f3n de \u00abcontradicci\u00f3n\u00bb (cf. Lc 2, 34) entre Jes\u00fas y las autoridades religiosas de Israel, la raz\u00f3n est\u00e1 en que Jes\u00fas, para la redenci\u00f3n de los pecados -obra divina por excelencia- acepta ser verdadera piedra de esc\u00e1ndalo para aquellas autoridades (cf. Lc 20, 17-18; Sal 118, 22).<\/p>

        588 Jes\u00fas escandaliz\u00f3 a los fariseos comiendo con los publicanos y los pecadores (cf. Lc 5, 30) tan familiarmente como con ellos mismos (cf. Lc 7, 36; 11, 37; 14, 1). Contra algunos de los \u00abque se ten\u00edan por justos y despreciaban a los dem\u00e1s\u00bb (Lc 18, 9; cf. Jn 7, 49; 9, 34), Jes\u00fas afirm\u00f3: \u00abNo he venido a llamar a conversi\u00f3n a justos, sino a pecadores\u00bb (Lc 5, 32). Fue\u00a0 m\u00e1s lejos todav\u00eda al proclamar frente a los fariseos que, siendo el pecado una realidad universal (cf. Jn 8, 33-36), los que pretenden no tener necesidad de salvaci\u00f3n se ciegan con respecto a s\u00ed mismos (cf. Jn 9, 40-41).<\/p>

        589\u00a0 \u00a0 Jes\u00fas escandaliz\u00f3 sobre todo porque identific\u00f3 su conducta misericordiosa hacia los pecadores con la actitud de Dios mismo con respecto a ellos (cf. Mt 9, 13; Os 6, 6). Lleg\u00f3 incluso a dejar entender que compartiendo la mesa con los pecadores (cf. Lc 15, 1-2), los admit\u00eda al banquete mesi\u00e1nico (cf. Lc 15, 22-32). Pero es especialmente, al perdonar los pecados, cuando Jes\u00fas puso a las autoridades de Israel ante un dilema. Porque como ellas dicen, justamente asombradas, \u00ab\u00bfQui\u00e9n puede perdonar los pecados sino s\u00f3lo Dios?\u00bb (Mc 2, 7). Al perdonar los pecados, o bien Jes\u00fas blasfema porque es un hombre que pretende hacerse igual a Dios (cf. Jn 5, 18; 10, 33) o bien dice verdad y su persona hace presente y revela el Nombre de Dios (cf. Jn 17, 6-26).<\/p>

        590 S\u00f3lo la identidad divina de la persona de Jes\u00fas puede justificar una exigencia tan absoluta como \u00e9sta: \u00abEl que no est\u00e1 conmigo est\u00e1 contra m\u00ed\u00bb (Mt 12, 30); lo mismo cuando dice que \u00e9l es \u00abm\u00e1s que Jon\u00e1s … m\u00e1s que Salom\u00f3n\u00bb (Mt 12, 41-42), \u00abm\u00e1s que el Templo\u00bb (Mt 12, 6); cuando recuerda, refiri\u00e9ndose a que David llama al Mes\u00edas su Se\u00f1or (cf. Mt 12, 36-37), cuando afirma: \u00abAntes que naciese Abraham, Yo soy\u00bb (Jn 8, 58); e incluso: \u00abEl Padre y yo somos una sola cosa\u00bb (Jn 10, 30).<\/p>

        591\u00a0\u00a0 Jes\u00fas pidi\u00f3 a las autoridades religiosas de Jerusal\u00e9n creer en \u00e9l en virtud de las obras de su Padre que el realizaba (Jn 10, 36-38). Pero tal acto de fe deb\u00eda pasar por una misteriosa muerte a s\u00ed mismo para un nuevo \u00abnacimiento de lo alto\u00bb (Jn 3, 7) atra\u00eddo por la gracia divina (cf. Jn 6, 44). Tal exigencia de conversi\u00f3n frente a un cumplimiento tan sorprendente de las promesas (cf. Is 53, 1) permite comprender el tr\u00e1gico desprecio del sanhedr\u00edn al estimar que Jes\u00fas merec\u00eda la muerte como blasfemo (cf. Mc 3, 6; Mt 26, 64-66). Sus miembros obraban as\u00ed tanto por \u00abignorancia\u00bb (cf. Lc 23, 34;Hch 3, 17-18) como por el \u00abendurecimiento\u00bb (Mc 3, 5;Rm 11, 25) de la \u00abincredulidad\u00bb (Rm 11, 20).<\/p>

        RESUMEN<\/p>

        592\u00a0 Jes\u00fas no aboli\u00f3 la Ley del Sina\u00ed, sino que la perfeccion\u00f3 (cf. Mt 5, 17-19) de tal modo (cf. Jn 8, 46) que revel\u00f3 su hondo sentido (cf. Mt 5, 33) y satisfizo por las transgresiones contra ella (cf. Hb 9, 15).<\/p>

        593\u00a0 Jes\u00fas vener\u00f3 el Templo subiendo a \u00e9l en peregrinaci\u00f3n en las fiestas jud\u00edas y am\u00f3 con gran celo esa morada de Dios entre los hombres. El Templo prefigura su Misterio. Anunciando la destrucci\u00f3n del templo anuncia su propia muerte y la entrada en una nueva edad de la historia de la salvaci\u00f3n, donde su cuerpo ser\u00e1 el Templo definitivo.<\/p>

        594\u00a0 Jes\u00fas realiz\u00f3 obras como el perd\u00f3n de los pecados que lo revelaron como Dios Salvador\u00a0 (cf. Jn\u00a0 5, 16-18). Algunos jud\u00edos que no le reconoc\u00edan como Dios hecho hombre (cf. Jn 1, 14) ve\u00edan en \u00e9l a \u00abun hombre que se hace Dios\u00bb (Jn 10, 33), y lo juzgaron como un blasfemo.<\/p>

        P\u00e1rrafo 2 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JESUS MURIO CRUCIFICADO<\/p>

        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL PROCESO DE JESUS<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Divisiones de las autoridades jud\u00edas respecto a Jes\u00fas<\/p>

        595\u00a0 Entre las autoridades religiosas de Jerusal\u00e9n, no solamente el fariseo Nicodemo (cf. Jn 7, 50) o el notable Jos\u00e9 de Arimatea eran en secreto disc\u00edpulos de Jes\u00fas (cf. Jn 19, 38-39), sino que durante mucho tiempo hubo disensiones a prop\u00f3sito de El (cf. Jn 9, 16-17; 10, 19-21) hasta el punto de que en la misma v\u00edspera de su pasi\u00f3n, S. Juan pudo decir de ellos que \u00abun buen n\u00famero crey\u00f3 en \u00e9l\u00bb, aunque de una manera muy imperfecta (Jn 12, 42). Eso no tiene nada de extra\u00f1o si se considera que al d\u00eda siguiente de Pentecost\u00e9s \u00abmultitud de sacerdotes iban aceptando la fe\u00bb (Hch 6, 7) y que \u00abalgunos de la secta de los Fariseos … hab\u00edan abrazado la fe\u00bb (Hch 15, 5) hasta el punto de que Santiago puede decir a S. Pablo que \u00abmiles y miles de jud\u00edos han abrazado la fe, y todos son celosos partidarios de la Ley\u00bb (Hch 21, 20).<\/p>

        596\u00a0 Las autoridades religiosas de Jerusal\u00e9n no fueron un\u00e1nimes en la conducta a seguir respecto de Jes\u00fas (cf. Jn 9, 16; 10, 19). Los fariseos amenazaron de excomuni\u00f3n a los que le siguieran (cf. Jn 9, 22). A los que tem\u00edan que \u00abtodos creer\u00edan en \u00e9l;\u00a0 y vendr\u00edan los romanos y destruir\u00edan nuestro Lugar Santo y nuestra naci\u00f3n\u00bb (Jn 11, 48), el sumo sacerdote Caif\u00e1s les propuso profetizando: \u00abEs mejor que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la naci\u00f3n\u00bb (Jn 11, 49-50). El Sanedr\u00edn declar\u00f3 a Jes\u00fas \u00abreo de muerte\u00bb (Mt 26, 66) como blasfemo, pero, habiendo perdido el derecho a condenar a muerte a nadie (cf. Jn 18, 31), entreg\u00f3 a Jes\u00fas a los romanos acus\u00e1ndole de revuelta pol\u00edtica (cf. Lc 23, 2) lo que le pondr\u00e1 en paralelo con Barrab\u00e1s acusado de \u00absedici\u00f3n\u00bb (Lc 23, 19). Son tambi\u00e9n las amenazas pol\u00edticas las\u00a0 que los sumos sacerdotes ejercen sobre Pilato para que \u00e9ste condene a muerte a Jes\u00fas (cf. Jn 19, 12. 15. 21).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los Jud\u00edos no son responsables colectivamente de la muerte de Jes\u00fas<\/p>

        597\u00a0 Teniendo en cuenta la complejidad hist\u00f3rica manifestada en las narraciones evang\u00e9licas sobre el proceso de Jes\u00fas y sea cual sea el pecado personal de los protagonistas del proceso (Judas, el Sanedr\u00edn, Pilato) lo cual solo Dios conoce, no se puede atribuir la responsabilidad del proceso al conjunto de los jud\u00edos de Jerusal\u00e9n, a pesar de los gritos de una muchedumbre manipulada (Cf. Mc 15, 11) y de las acusaciones colectivas contenidas en las exhortaciones a la conversi\u00f3n despu\u00e9s de Pentecost\u00e9s (cf. Hch 2, 23. 36; 3, 13-14; 4, 10; 5, 30; 7, 52; 10, 39; 13, 27-28; 1 Ts 2, 14-15). El mismo Jes\u00fas perdonando en la Cruz (cf. Lc 23, 34) y Pedro siguiendo su ejemplo apelan a \u00abla ignorancia\u00bb (Hch 3, 17) de los Jud\u00edos de Jerusal\u00e9n e incluso de sus jefes. Y a\u00fan menos, apoy\u00e1ndose en el grito del pueblo: \u00ab\u00a1Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!\u00bb (Mt 27, 25), que significa una f\u00f3rmula de ratificaci\u00f3n (cf. Hch 5, 28; 18, 6), se podr\u00eda ampliar esta responsabilidad a los restantes jud\u00edos en el espacio y en el tiempo:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Tanto es as\u00ed que la Iglesia ha declarado en el Concilio Vaticano II: \u00abLo que se perpetr\u00f3 en su pasi\u00f3n no puede ser imputado indistintamente a todos los jud\u00edos que viv\u00edan entonces ni a los jud\u00edos de hoy…no se ha de se\u00f1alar a los jud\u00edos como reprobados por Dios y malditos como si tal cosa se dedujera de la Sagrada Escritura\u00bb (NA 4).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Todos los pecadores fueron los autores de la Pasi\u00f3n de Cristo<\/p>

        598\u00a0 La Iglesia, en el magisterio de su fe y en el testimonio de sus santos no ha olvidado jam\u00e1s que \u00ablos pecadores mismos fueron los autores y como los instrumentos de todas las penas que soport\u00f3 el divino Redentor\u00bb (Catech. R. I, 5, 11; cf. Hb 12, 3). Teniendo en cuenta que nuestros pecados alcanzan a Cristo mismo (cf. Mt 25, 45; Hch 9, 4-5), la Iglesia no duda en imputar a los cristianos la responsabilidad m\u00e1s grave en el suplicio de Jes\u00fas, responsabilidad con la que ellos con demasiada frecuencia, han abrumado \u00fanicamente a los jud\u00edos:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Debemos considerar como culpables de esta horrible falta a los que contin\u00faan recayendo en sus pecados. Ya que son nuestras malas acciones las que han hecho sufrir a Nuestro Se\u00f1or Jesucristo el suplicio de la cruz, sin ninguna duda los que se sumergen en los des\u00f3rdenes y en el mal \u00abcrucifican por su parte de nuevo al Hijo de Dios y le exponen a p\u00fablica infamia (Hb 6, 6). Y es necesario reconocer que nuestro crimen en este caso es mayor que el de los Jud\u00edos. Porque seg\u00fan el testimonio del Ap\u00f3stol, \u00abde haberlo conocido ellos no habr\u00edan crucificado jam\u00e1s al Se\u00f1or de la Gloria\u00bb (1 Co 2, 8). Nosotros, en cambio, hacemos profesi\u00f3n de conocerle. Y cuando renegamos de El con nuestras acciones, ponemos de alg\u00fan modo sobre El nuestras manos criminales (Catech. R. 1, 5, 11).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y los demonios no son los que le han crucificado; eres t\u00fa quien con ellos lo has crucificado y lo sigues crucificando todav\u00eda, deleit\u00e1ndote en los vicios y en los pecados (S. Francisco de As\u00eds, admon. 5, 3).<\/p>

        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA MUERTE REDENTORA DE CRISTO<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EN EL DESIGNIO DIVINO\u00a0 DE SALVACION<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abJes\u00fas entregado seg\u00fan el preciso designio de Dios\u00bb<\/p>

        599\u00a0 La muerte violenta de Jes\u00fas no fue fruto del azar en una desgraciada constelaci\u00f3n de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios, como lo explica S. Pedro a los jud\u00edos de Jerusal\u00e9n ya en su primer discurso de Pentecost\u00e9s: \u00abfue entregado seg\u00fan el determinado designio y previo conocimiento de Dios\u00bb (Hch 2, 23). Este lenguaje b\u00edblico no significa que los que han \u00abentregado a Jes\u00fas\u00bb (Hch 3, 13) fuesen solamente ejecutores pasivos de un drama escrito de antemano por Dios.<\/p>

        600\u00a0 Para Dios todos los momentos del tiempo est\u00e1n presentes en su actualidad. Por tanto establece su designio eterno de \u00abpredestinaci\u00f3n\u00bb incluyendo en \u00e9l la respuesta libre de cada hombre a su gracia: \u00abS\u00ed, verdaderamente, se han reunido en esta ciudad contra tu santo siervo Jes\u00fas, que t\u00fa has ungido, Herodes y Poncio Pilato con las naciones gentiles y los pueblos de Israel (cf. Sal 2, 1-2), de tal suerte que ellos han cumplido todo lo que, en tu poder y tu sabidur\u00eda, hab\u00edas predestinado\u00bb (Hch 4, 27-28). Dios ha permitido los actos nacidos de su ceguera (cf. Mt 26, 54; Jn 18, 36; 19, 11) para realizar su designio de salvaci\u00f3n (cf. Hch 3, 17-18).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abMuerto por nuestros pecados seg\u00fan las Escrituras\u00bb<\/p>

        601 \u00a0 Este designio divino de salvaci\u00f3n a trav\u00e9s de la muerte del \u00abSiervo, el Justo\u00bb (Is 53, 11;cf. Hch 3, 14) hab\u00eda sido anunciado antes en la Escritura como un misterio de redenci\u00f3n universal, es decir, de rescate que libera a los hombres de la esclavitud del pecado (cf. Is 53, 11-12; Jn 8, 34-36). S. Pablo profesa en una confesi\u00f3n de fe que dice haber \u00abrecibido\u00bb (1 Co 15, 3) que \u00abCristo ha muerto por nuestros pecados seg\u00fan las Escrituras\u00bb (ibidem: cf. tambi\u00e9n Hch 3, 18; 7, 52; 13, 29; 26, 22-23). La muerte redentora de Jes\u00fas cumple, en particular, la profec\u00eda del Siervo doliente (cf. Is 53, 7-8 y Hch 8, 32-35). Jes\u00fas mismo present\u00f3 el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo doliente (cf. Mt 20, 28). Despu\u00e9s de su Resurrecci\u00f3n dio esta interpretaci\u00f3n de las Escrituras a los disc\u00edpulos de Ema\u00fas (cf. Lc 24, 25-27), luego a los propios ap\u00f3stoles (cf. Lc 24, 44-45).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abDios le hizo pecado por nosotros\u00bb<\/p>

        602\u00a0 En consecuencia, S. Pedro pudo formular as\u00ed la fe apost\u00f3lica en el designio divino de salvaci\u00f3n: \u00abHab\u00e9is sido rescatados de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo, predestinado antes de la creaci\u00f3n del mundo y manifestado en los \u00faltimos tiempos a causa de vosotros\u00bb (1 P 1, 18-20). Los pecados de los hombres, consecuencia del pecado original, est\u00e1n sancionados con la muerte (cf. Rm 5, 12; 1 Co 15, 56). Al enviar a su propio Hijo en la condici\u00f3n de esclavo (cf. Flp 2, 7), la de una humanidad ca\u00edda y destinada a la muerte a causa del pecado (cf. Rm 8, 3), Dios \u00aba quien no conoci\u00f3 pecado, le hizo pecado por nosotros, para que vini\u00e9semos a ser justicia de Dios en \u00e9l\u00bb (2 Co 5, 21).<\/p>

        603\u00a0 Jes\u00fas no conoci\u00f3 la reprobaci\u00f3n como si \u00e9l mismo hubiese pecado (cf. Jn 8, 46). Pero, en el amor redentor que le un\u00eda siempre al Padre (cf. Jn 8, 29), nos asumi\u00f3 desde el alejamiento con relaci\u00f3n a Dios por nuestro pecado hasta el punto de poder decir en nuestro nombre en la cruz: \u00abDios m\u00edo, Dios m\u00edo, \u00bfpor qu\u00e9 me has abandonado?\u00bb (Mc 15, 34; Sal 22,2). Al haberle hecho as\u00ed solidario con nosotros, pecadores, \u00abDios no perdon\u00f3 ni a su propio Hijo, antes bien le entreg\u00f3 por todos nosotros\u00bb (Rm 8, 32) para que fu\u00e9ramos \u00abreconciliados con Dios por la muerte de su Hijo\u00bb (Rm 5, 10).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios tiene la iniciativa del amor redentor universal<\/p>

        604\u00a0 Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios manifiesta que su designio sobre nosotros es un designio de amor benevolente que precede a todo m\u00e9rito por nuestra parte: \u00abEn esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos am\u00f3 y nos envi\u00f3 a su Hijo como propiciaci\u00f3n por nuestros pecados\u00bb (1 Jn 4, 10; cf. 4, 19). \u00abLa prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todav\u00eda pecadores, muri\u00f3 por nosotros\u00bb (Rm 5, 8).<\/p>

        605 Jes\u00fas ha recordado al final de la par\u00e1bola de la oveja perdida que este amor es sin excepci\u00f3n: \u00abDe la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno de estos peque\u00f1os\u00bb (Mt 18, 14). Afirma \u00abdar su vida en rescate por muchos\u00bb (Mt 20, 28); este \u00faltimo t\u00e9rmino no es restrictivo: opone el conjunto de la humanidad a la \u00fanica persona del Redentor que se entrega para salvarla (cf. Rm 5, 18-19). La Iglesia, siguiendo a los Ap\u00f3stoles (cf. 2 Co 5, 15; 1 Jn 2, 2), ense\u00f1a que Cristo ha muerto por todos los hombres sin excepci\u00f3n: \u00abno hay, ni hubo ni habr\u00e1 hombre alguno por quien no haya padecido Cristo\u00bb (Cc Quiercy en el a\u00f1o 853: DS 624).<\/p>

        III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 CRISTO SE OFRECIO A SU PADRE POR NUESTROS PECADOS<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Toda la vida de Cristo es ofrenda al Padre<\/p>

        606\u00a0 El Hijo de Dios \u00abbajado del cielo no para hacer su voluntad sino la del Padre que le ha enviado\u00bb (Jn 6, 38), \u00abal entrar en este mundo, dice: … He aqu\u00ed que vengo … para hacer, oh Dios, tu voluntad … En virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblaci\u00f3n de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo\u00bb (Hb 10, 5-10). Desde el primer instante de su Encarnaci\u00f3n el Hijo acepta el designio divino de salvaci\u00f3n en su misi\u00f3n redentora: \u00abMi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra\u00bb (Jn 4, 34). El sacrificio de Jes\u00fas \u00abpor los pecados del mundo entero\u00bb (1 Jn 2, 2), es la expresi\u00f3n de su comuni\u00f3n de amor con el Padre: \u00abEl Padre me ama porque doy mi vida\u00bb (Jn 10, 17). \u00abEl mundo ha de saber que amo al Padre y que obro seg\u00fan el Padre me ha ordenado\u00bb (Jn 14, 31).<\/p>

        607\u00a0 Este deseo de aceptar el designio de amor redentor de su Padre anima toda la vida de Jes\u00fas (cf. Lc 12,50; 22, 15; Mt 16, 21-23) porque su Pasi\u00f3n redentora es la raz\u00f3n de ser de su Encarnaci\u00f3n: \u00ab\u00a1Padre l\u00edbrame de esta hora! Pero \u00a1si he llegado a esta hora para esto!\u00bb (Jn 12, 27). \u00abEl c\u00e1liz que me ha dado el Padre \u00bfno lo voy a beber?\u00bb (Jn 18, 11). Y todav\u00eda en la cruz antes de que \u00abtodo est\u00e9 cumplido\u00bb (Jn 19, 30), dice: \u00abTengo sed\u00bb (Jn 19, 28).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abEl cordero que quita el pecado del mundo\u00bb<\/p>

        608\u00a0 \u00a0 Juan Bautista, despu\u00e9s de haber aceptado bautizarle en compa\u00f1\u00eda de los pecadores (cf. Lc 3, 21; Mt 3, 14-15), vio y se\u00f1al\u00f3 a Jes\u00fas como el \u00abCordero de Dios que quita los pecados del mundo\u00bb (Jn 1, 29; cf. Jn 1, 36). Manifest\u00f3 as\u00ed que Jes\u00fas es a la vez el Siervo doliente que se deja llevar en silencio al matadero (Is 53, 7; cf. Jr 11, 19) y carga con el pecado de las multitudes (cf. Is 53, 12) y el cordero pascual s\u00edmbolo de la Redenci\u00f3n de Israel cuando celebr\u00f3 la primera Pascua (Ex 12, 3-14;cf. Jn 19, 36; 1 Co 5, 7). Toda la vida de Cristo expresa su misi\u00f3n: \u00abServir y dar su vida en rescate por muchos\u00bb (Mc 10, 45).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Jes\u00fas acepta libremente el amor redentor del Padre<\/p>

        609\u00a0 Jes\u00fas, al aceptar en su coraz\u00f3n humano el amor del Padre hacia los hombres, \u00ablos am\u00f3 hasta el extremo\u00bb (Jn 13, 1) porque \u00abNadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos\u00bb (Jn 15, 13). Tanto en el sufrimiento como en la muerte, su humanidad se hizo el instrumento libre y perfecto de su amor divino que quiere la salvaci\u00f3n de los hombres (cf. Hb 2, 10. 17-18; 4, 15; 5, 7-9). En efecto, acept\u00f3 libremente su pasi\u00f3n y su muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar: \u00abNadie me quita la vida; yo la doy voluntariamente\u00bb (Jn 10, 18). De aqu\u00ed la soberana libertad del Hijo de Dios cuando \u00e9l mismo se encamina hacia la muerte (cf. Jn 18, 4-6; Mt 26, 53).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Jes\u00fas anticip\u00f3 en la cena la ofrenda libre de su vida<\/p>

        610\u00a0\u00a0 Jes\u00fas expres\u00f3 de forma suprema la ofrenda libre de s\u00ed mismo en la cena tomada con los Doce Ap\u00f3stoles (cf Mt 26, 20), en \u00abla noche en que fue entregado\u00bb(1 Co 11, 23). En la v\u00edspera de su Pasi\u00f3n, estando todav\u00eda libre, Jes\u00fas hizo de esta \u00faltima Cena con sus ap\u00f3stoles el memorial de su ofrenda voluntaria al Padre (cf. 1 Co 5, 7), por la salvaci\u00f3n de los hombres: \u00abEste es mi Cuerpo que va a ser entregado por vosotros\u00bb (Lc 22, 19). \u00abEsta es mi sangre de la Alianza que va a ser derramada por muchos para remisi\u00f3n de los pecados\u00bb (Mt 26, 28).<\/p>

        611\u00a0\u00a0\u00a0 La Eucarist\u00eda que instituy\u00f3 en este momento ser\u00e1 el \u00abmemorial\u00bb (1 Co 11, 25) de su sacrificio. Jes\u00fas incluye a los ap\u00f3stoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla (cf. Lc 22, 19). As\u00ed Jes\u00fas instituye a sus ap\u00f3stoles sacerdotes de la Nueva Alianza: \u00abPor ellos me consagro a m\u00ed mismo para que ellos sean tambi\u00e9n consagrados en la verdad\u00bb (Jn 17, 19; cf. Cc Trento: DS 1752, 1764).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La agon\u00eda de Getseman\u00ed<\/p>

        612 \u00a0 El c\u00e1liz de la Nueva Alianza que Jes\u00fas anticip\u00f3 en la Cena al ofrecerse a s\u00ed mismo (cf. Lc 22, 20), lo acepta a continuaci\u00f3n de manos del Padre en su agon\u00eda de Getseman\u00ed (cf. Mt 26, 42) haci\u00e9ndose \u00abobediente hasta la muerte\u00bb (Flp 2, 8; cf. Hb 5, 7-8). Jes\u00fas ora: \u00abPadre m\u00edo, si es posible, que pase de m\u00ed este c\u00e1liz ..\u00bb (Mt 26, 39). Expresa as\u00ed el horror que representa la muerte para su naturaleza humana. Esta, en efecto, como la nuestra, est\u00e1 destinada a la vida eterna; adem\u00e1s, a diferencia de la nuestra, est\u00e1 perfectamente exenta de pecado (cf. Hb 4, 15) que es la causa de la muerte (cf. Rm 5, 12); pero sobre todo est\u00e1 asumida por la persona divina del \u00abPr\u00edncipe de la Vida\u00bb (Hch 3, 15), de \u00abel que vive\u00bb (Ap 1, 18; cf. Jn 1, 4; 5, 26). Al aceptar en su voluntad humana que se haga la voluntad del Padre (cf. Mt 26, 42), acepta su muerte como redentora para \u00abllevar nuestras faltas en su cuerpo sobre el madero\u00bb (1 P 2, 24).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La muerte de Cristo es el sacrificio \u00fanico y definitivo<\/p>

        613\u00a0\u00a0 La muerte de Cristo es a la vez el sacrificio pascual que lleva a cabo la redenci\u00f3n definitiva de los hombres (cf. 1 Co 5, 7; Jn 8, 34-36) por medio del \u00abcordero que quita el pecado del mundo\u00bb (Jn 1, 29; cf. 1 P 1, 19) y el sacrificio de la Nueva Alianza (cf. 1 Co 11, 25) que devuelve al hombre a la comuni\u00f3n con Dios (cf. Ex 24, 8) reconcili\u00e1ndole con El por \u00abla sangre derramada por muchos para remisi\u00f3n de los pecados\u00bb (Mt 26, 28;cf. Lv 16, 15-16).<\/p>

        614\u00a0\u00a0 Este sacrificio de Cristo es \u00fanico, da plenitud y sobrepasa a todos los sacrificios (cf. Hb 10, 10). Ante todo es un don del mismo Dios Padre: es el Padre quien entrega al Hijo para reconciliarnos con \u00e9l (cf. Jn 4, 10). Al mismo tiempo es ofrenda del Hijo de Dios hecho hombre que, libremente y por amor (cf. Jn 15, 13), ofrece su vida (cf. Jn 10, 17-18) a su Padre por medio del Esp\u00edritu Santo (cf. Hb 9, 14), para reparar nuestra desobediencia.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Jes\u00fas reemplaza nuestra desobediencia por su obediencia<\/p>

        615\u00a0\u00a0 \u00abComo por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, as\u00ed tambi\u00e9n por la obediencia de uno solo todos ser\u00e1n constituidos justos\u00bb (Rm 5, 19). Por su obediencia hasta la muerte, Jes\u00fas llev\u00f3 a cabo la sustituci\u00f3n del Siervo doliente que \u00abse dio a s\u00ed mismo en expiaci\u00f3n\u00bb, \u00abcuando llev\u00f3 el pecado de muchos\u00bb, a quienes \u00abjustificar\u00e1 y cuyas culpas soportar\u00e1\u00bb (Is 53, 10-12). Jes\u00fas repara por nuestras faltas y satisface al Padre por nuestros pecados (cf. Cc de Trento: DS 1529).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En la cruz, Jes\u00fas consuma su sacrificio<\/p>

        616\u00a0\u00a0 El \u00abamor hasta el extremo\u00bb(Jn 13, 1) es el que confiere su valor de redenci\u00f3n y de reparaci\u00f3n, de expiaci\u00f3n y de satisfacci\u00f3n al sacrificio de Cristo. Nos ha conocido y amado a todos en la ofrenda de su vida (cf. Ga 2, 20; Ef 5, 2. 25). \u00abEl amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno muri\u00f3 por todos, todos por tanto murieron\u00bb (2 Co 5, 14). Ning\u00fan hombre aunque fuese el m\u00e1s santo estaba en condiciones de tomar sobre s\u00ed los pecados de todos los hombres y ofrecerse en sacrificio por todos. La existencia en Cristo de la persona divina del Hijo, que al mismo tiempo sobrepasa y abraza a todas las personas humanas, y que le constituye Cabeza de toda la humanidad, hace posible su sacrificio redentor por todos.<\/p>

        617\u00a0\u00a0 \u00abSua sanctissima passione in ligno crucis nobis justif icationem meruit\u00bb (\u00abPor su sacrat\u00edsima pasi\u00f3n en el madero de la cruz nos mereci\u00f3 la justificaci\u00f3n\u00bb)ense\u00f1a el Concilio de Trento (DS 1529) subrayando el car\u00e1cter \u00fanico del sacrificio de Cristo como \u00abcausa de salvaci\u00f3n eterna\u00bb (Hb 5, 9). Y la Iglesia venera la Cruz cantando: \u00abO crux, ave, spes unica\u00bb (\u00abSalve, oh cruz, \u00fanica esperanza\u00bb, himno \u00abVexilla Regis\u00bb).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Nuestra participaci\u00f3n en el sacrificio de Cristo<\/p>

        618\u00a0\u00a0 La Cruz es el \u00fanico sacrificio de Cristo \u00ab\u00fanico mediador entre Dios y los hombres\u00bb (1 Tm 2, 5). Pero, porque en su Persona divina encarnada, \u00abse ha unido en cierto modo con todo hombre\u00bb (GS 22, 2), \u00e9l \u00abofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios s\u00f3lo conocida, se asocien a este misterio pascual\u00bb (GS 22, 5). El llama a sus disc\u00edpulos a \u00abtomar su cruz y a seguirle\u00bb (Mt 16, 24) porque \u00e9l \u00absufri\u00f3 por nosotros dej\u00e1ndonos ejemplo para que sigamos sus huellas\u00bb (1 P 2, 21). El quiere en efecto asociar a su sacrificio redentor a aqu\u00e9llos mismos que son sus primeros beneficiarios(cf. Mc 10, 39; Jn 21, 18-19; Col 1, 24). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada m\u00e1s \u00edntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor (cf. Lc 2, 35):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde subir al cielo<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (Sta. Rosa de Lima, vida)<\/p>

        RESUMEN<\/p>

        619\u00a0\u00a0 \u00abCristo muri\u00f3 por nuestros pecados seg\u00fan las Escrituras\u00bb(1 Co 15, 3).<\/p>

        620\u00a0 Nuestra salvaci\u00f3n procede de la iniciativa del amor de Dios hacia nosotros porque \u00abEl nos am\u00f3 y nos envi\u00f3 a su Hijo como\u00a0 propiciaci\u00f3n por nuestros pecados\u00bb (1 Jn 4, 10). \u00abEn Cristo estaba\u00a0 Dios reconciliando al mundo consigo\u00bb (2 Co 5, 19).<\/p>

        621\u00a0\u00a0 Jes\u00fas se ofreci\u00f3 libremente por nuestra salvaci\u00f3n. Este don lo significa y lo realiza por anticipado durante la \u00faltima\u00a0 cena: \u00abEste es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros\u00bb (Lc 22,\u00a0 19).<\/p>

        622\u00a0 La redenci\u00f3n de Cristo consiste en que \u00e9l \u00abha venido a dar su\u00a0 vida como rescate por muchos\u00bb (Mt 20, 28), es decir \u00aba amar a los suyos hasta el extremo\u00bb (Jn 13, 1) para que ellos fuesen \u00abrescatados\u00a0 de la conducta necia heredada de sus padres\u00bb (1 P 1, 18).<\/p>

        623\u00a0 Por su obediencia amorosa a su Padre, \u00abhasta la muerte de cruz\u00bb (Flp 2, 8) Jes\u00fas cumpli\u00f3 la misi\u00f3n expiatoria (cf. Is 53, 10) del Siervo\u00a0 doliente que \u00abjustifica a muchos cargando con las culpas de ellos\u00bb. (Is 53, 11; cf. Rm 5, 19).<\/p>

        P\u00e1rrafo 3 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JESUCRISTO FUE SEPULTADO<\/p>

        624\u00a0 \u00abPor la gracia de Dios, gust\u00f3 la muerte para bien de todos\u00bb (Hb 2, 9). En su designio de salvaci\u00f3n, Dios dispuso que su Hijo no solamente \u00abmuriese por nuestros pecados\u00bb (1 Co 15, 3) sino tambi\u00e9n que \u00abgustase la muerte\u00bb, es decir, que conociera el estado de muerte, el estado de separaci\u00f3n entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que \u00e9l expir\u00f3 en la Cruz y el momento en que resucit\u00f3 . Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del S\u00e1bado Santo en el que Cristo depositado en la tumba (cf. Jn 19, 42) manifiesta el gran reposo sab\u00e1tico de Dios (cf. Hb 4, 4-9) despu\u00e9s de realizar (cf. Jn 19, 30) la salvaci\u00f3n de los hombres, que establece en la paz el universo entero (cf. Col 1, 18-20).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El cuerpo de Cristo en el sepulcro<\/p>

        625\u00a0 La permanencia de Cristo en el sepulcro constituye el v\u00ednculo real entre el estado pasible de Cristo antes de Pascua y su actual estado glorioso de resucitado. Es la misma persona de \u00abEl que vive\u00bb que puede decir: \u00abestuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos\u00bb (Ap 1, 18):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios [el Hijo] no impidi\u00f3 a la muerte separar el alma del cuerpo, seg\u00fan el orden necesario de la natur aleza pero los reuni\u00f3 de nuevo, uno con otro, por medio de la Resurrecci\u00f3n, a fin de ser El mismo en persona el punto de encuentro de la muerte y de la vida deteniendo en \u00e9l la descomposici\u00f3n de la naturaleza que produce la muerte y resultando \u00e9l mismo el principio de reuni\u00f3n de las partes separadas (S. Gregorio Niceno, or. catech. 16).<\/p>

        626\u00a0 Ya que el \u00abPr\u00edncipe de la vida que fue llevado a la muerte\u00bb (Hch 3,15) es al mismo tiempo \u00abel Viviente que ha resucitado\u00bb (Lc 24, 5-6), era necesario que la persona divina del Hijo de Dios haya continuado asumiendo su alma y su cuerpo separados entre s\u00ed por la muerte:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por el hecho de que en la muerte de Cristo el alma haya sido separada de la carne, la persona \u00fanica no se encontr\u00f3 dividida en dos personas; porque el cuerpo y el alma de Cristo existieron por la misma raz\u00f3n desde el principio en la persona del Verbo; y en la muerte, aunque separados el uno de la otra, permanecieron cada cual con la misma y \u00fanica persona del Verbo (S. Juan Damasceno, f.o. 3, 27).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abNo dejar\u00e1s que tu santo vea la corrupci\u00f3n\u00bb<\/p>

        627\u00a0 La muerte de Cristo fue una verdadera muerte en cuanto que puso fin a su existencia humana terrena. Pero a causa de la uni\u00f3n que la Persona del Hijo conserv\u00f3 con su cuerpo, \u00e9ste no fue un despojo mortal como los dem\u00e1s porque \u00abno era posible que la muerte lo dominase\u00bb (Hch 2, 24) y por eso de Cristo se puede decir a la vez: \u00abFue arrancado de la tierra de los vivos\u00bb (Is 53, 8); y: \u00abmi carne reposar\u00e1 en la esperanza de que no abandonar\u00e1s mi alma en el Hades ni permitir\u00e1s que tu santo experimente la corrupci\u00f3n\u00bb (Hch 2,26-27; cf.Sal 16, 9-10). La Resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas \u00abal tercer d\u00eda\u00bb (1Co 15, 4; Lc 24, 46; cf. Mt 12, 40; Jon 2, 1; Os 6, 2) era el signo de ello, tambi\u00e9n porque se supon\u00eda que la corrupci\u00f3n se manifestaba a partir del cuarto d\u00eda (cf. Jn 11, 39).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abSepultados con Cristo … \u00ab<\/p>

        628\u00a0 El Bautismo, cuyo signo original y pleno es la inmersi\u00f3n, significa eficazmente la bajada del cristiano al sepulcro muriendo al pecado con Cristo para una nueva vida: \u00abFuimos, pues, con \u00e9l sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, as\u00ed tambi\u00e9n nosotros vivamos una vida nueva\u00bb (Rm 6,4; cf Col 2, 12; Ef 5, 26).<\/p>

        RESUMEN<\/p>

        629\u00a0 Jes\u00fas gust\u00f3 la muerte para bien de todos (cf. Hb 2, 9). Es verdaderamente el Hijo de Dios hecho hombre que muri\u00f3 y fue sepultado.<\/p>

        630\u00a0 Durante el tiempo que Cristo permaneci\u00f3 en el sepulcro su Persona divina continu\u00f3 asumiendo tanto su alma como su cuerpo, separados sin embargo entre s\u00ed por causa de la muerte. Por eso el cuerpo muerto de Cristo \u00abno conoci\u00f3 la corrupci\u00f3n\u00bb (Hch 13,37).<\/p>

        Art\u00edculo 5\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abJESUCRISTO DESCENDIO A LOS INFIERNOS, AL TERCER DIA RESUCITO DE ENTRE LOS MUERTOS\u00bb<\/p>

        631\u00a0\u00a0 \u00abJes\u00fas baj\u00f3 a las regiones inferiores de la tierra. Este que baj\u00f3 es el mismo que subi\u00f3\u00bb (Ef 4, 9-10). El S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles confiesa en un mismo art\u00edculo de fe el descenso de Cristo a los infiernos y su Resurrecci\u00f3n de los muertos al tercer d\u00eda, porque es en su Pascua donde, desde el fondo de la muerte, \u00e9l hace brotar la vida:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Christus, filius tuus,<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 qui, regressus ab inferis,<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 humano generi serenus illuxit,<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 et vivit et regnat in saecula saeculorum. Amen.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (Es Cristo, tu Hijo resucitado,<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 que, al salir del sepulcro,<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 brilla sereno para el linaje humano,<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 y vive y reina glorioso por los siglos de los siglos.Am\u00e9n).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (MR, Vigilia pascual 18: Exultet)<\/p>

        P\u00e1rrafo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 CRISTO DESCENDIO A LOS INFIERNOS<\/p>

        632\u00a0 Las frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento seg\u00fan las cuales Jes\u00fas \u00abresucit\u00f3 de entre los muertos\u00bb (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15, 20) presuponen que, antes de la resurrecci\u00f3n, permaneci\u00f3 en la morada de los muertos (cf. Hb 13, 20). Es el primer sentido que dio la predicaci\u00f3n apost\u00f3lica al descenso de Jes\u00fas a los infiernos; Jes\u00fas conoci\u00f3 la muerte como todos los hombres y se reuni\u00f3 con ellos en la morada de los muertos. Pero ha descendido como Salvador proclamando la buena nueva a los esp\u00edritus que estaban all\u00ed detenidos (cf. 1 P 3,18-19).<\/p>

        633\u00a0 La Escritura llama infiernos, sheol, o hades (cf. Flp 2, 10; Hch 2, 24; Ap 1, 18; Ef 4, 9) a la morada de los muertos donde baj\u00f3 Cristo despu\u00e9s de muerto, porque los que se encontraban all\u00ed estaban privados de la visi\u00f3n de Dios (cf. Sal 6, 6; 88, 11-13). Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los muertos, malos o justos (cf. Sal 89, 49;1 S 28, 19; Ez 32, 17-32), lo que no quiere decir que su suerte sea id\u00e9ntica como lo ense\u00f1a Jes\u00fas en la par\u00e1bola del pobre L\u00e1zaro recibido en el \u00abseno de Abraham\u00bb (cf. Lc 16, 22-26). \u00abSon precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el seno de Abraham, a las que Jesucristo liber\u00f3 cuando descendi\u00f3 a los infiernos\u00bb (Catech. R. 1, 6, 3). Jes\u00fas no baj\u00f3 a los infiernos para liberar all\u00ed a los condenados (cf. Cc. de Roma del a\u00f1o 745; DS 587) ni para destruir el infierno de la condenaci\u00f3n (cf. DS 1011; 1077) sino para liberar a los justos que le hab\u00edan precedido (cf. Cc de Toledo IV en el a\u00f1o 625; DS 485; cf. tambi\u00e9n Mt 27, 52-53).<\/p>

        634\u00a0 \u00abHasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Nueva …\u00bb (1 P 4, 6). El descenso a los infiernos es el pleno cumplimiento del anuncio evang\u00e9lico de la salvaci\u00f3n. Es la \u00faltima fase de la misi\u00f3n mesi\u00e1nica de Jes\u00fas, fase condensada en el tiempo pero inmensamente amplia en su significado real de extensi\u00f3n de la obra redentora a todos los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares porque todos los que se salvan se hacen part\u00edcipes de la Redenci\u00f3n.<\/p>

        635\u00a0 Cristo, por tanto, baj\u00f3 a la profundidad de la muerte (cf.\u00a0 Mt 12, 40; Rm 10, 7; Ef 4, 9) para \u00abque los muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan\u00bb (Jn 5, 25). Jes\u00fas, \u00abel Pr\u00edncipe de la vida\u00bb (Hch 3, 15) aniquil\u00f3 \u00abmediante la muerte al se\u00f1or de la muerte, es decir, al Diablo y libert\u00f3 a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud \u00ab(Hb 2, 14-15). En adelante, Cristo resucitado \u00abtiene las llaves de la muerte y del Hades\u00bb (Ap 1, 18) y \u00abal nombre de Jes\u00fas toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos\u00bb (Flp 2, 10).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Un gran silencio reina hoy en la tierra, un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio porque el Rey duerme. La tierra ha temblado y se ha calmado porque Dios se ha dormido en la carne y ha ido a despertar a los que dorm\u00edan desde hac\u00eda siglos … Va a buscar a Ad\u00e1n, nuestro primer Padre, la oveja perdida. Quiere ir a visitar a todos\u00a0 los que se encuentran en las tinieblas y a la sombra de la muerte. Va para liberar de sus dolores a Ad\u00e1n encadenado y a Eva, cautiva con \u00e9l, El que es al mismo tiempo su Dios y su Hijo…’Yo soy tu Dios y por tu causa he sido hecho tu Hijo. Lev\u00e1ntate, t\u00fa que dorm\u00edas porque no te he creado para que permanezcas aqu\u00ed encadenado en el infierno. Lev\u00e1ntate de entre los muertos, yo soy la vida de los muertos (Antigua homil\u00eda para el S\u00e1bado Santo).<\/p>

        RESUMEN<\/p>

        636\u00a0 En la expresi\u00f3n \u00abJes\u00fas descendi\u00f3 a los infiernos\u00bb, el s\u00edmbolo confiesa que Jes\u00fas muri\u00f3 realmente,\u00a0 y que, por su muerte en favor nuestro, ha vencido a la muerte y al Diablo \u00abSe\u00f1or de la muerte\u00bb (Hb 2, 14).<\/p>

        637\u00a0 Cristo muerto, en su alma unida a su persona divina, descendi\u00f3 a la morada de los muertos. Abri\u00f3 las puertas del cielo a los justos que le hab\u00edan precedido.<\/p>

        P\u00e1rrafo 2 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 AL TERCER DIA RESUCITO DE ENTRE LOS MUERTOS<\/p>

        638\u00a0 \u00abOs anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en nosotros, los hijos, al resucitar a Jes\u00fas (Hch 13, 32-33). La Resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, cre\u00edda y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradici\u00f3n, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cristo resucit\u00f3 de entre los muertos.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Con su muerte venci\u00f3 a la muerte.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 A los muertos ha dado la vida.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (Liturgia bizantina, Tropario de Pascua)<\/p>

        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL ACONTECIMIENTO HISTORICO Y TRANSCENDENTE<\/p>

        639\u00a0 El misterio de la resurrecci\u00f3n de Cristo es un acontecimiento real que tuvo manifestaciones hist\u00f3ricamente comprobadas como lo atestigua el Nuevo Testamento. Ya San Pablo, hacia el a\u00f1o 56, puede escribir a los Corintios: \u00abPorque os transmit\u00ed, en primer lugar, lo que a mi vez recib\u00ed: que Cristo muri\u00f3 por nuestros pecados, seg\u00fan las Escrituras; que fue sepultado y que resucit\u00f3 al tercer d\u00eda, seg\u00fan las Escrituras; que se apareci\u00f3 a Cefas y luego a los Doce: \u00ab(1 Co 15, 3-4). El Ap\u00f3stol habla aqu\u00ed de la tradici\u00f3n viva de la Resurrecci\u00f3n que recibi\u00f3 despu\u00e9s de su conversi\u00f3n a las puertas de Damasco (cf. Hch 9, 3-18).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El sepulcro vac\u00edo<\/p>

        640\u00a0 \u00ab\u00bfPor qu\u00e9 buscar entre los muertos al que vive? No est\u00e1 aqu\u00ed, ha resucitado\u00bb (Lc 24, 5-6). En el marco de los acontecimientos de Pascua, el primer elemento que se encuentra es el sepulcro vac\u00edo. No es en s\u00ed una prueba directa. La ausencia del cuerpo de Cristo en el sepulcro podr\u00eda explicarse de otro modo (cf. Jn 20,13; Mt 28, 11-15). A pesar de eso, el sepulcro vac\u00edo ha constituido para todos un signo esencial. Su descubrimiento por los disc\u00edpulos fue el primer paso para el reconocimiento del hecho de la Resurrecci\u00f3n. Es el caso, en primer lugar, de las santas mujeres (cf. Lc 24, 3. 22- 23), despu\u00e9s de Pedro (cf. Lc 24, 12). \u00abEl disc\u00edpulo que Jes\u00fas amaba\u00bb (Jn 20, 2) afirma que, al entrar en el sepulcro vac\u00edo y al descubrir \u00ablas vendas en el suelo\u00bb(Jn 20, 6) \u00abvio y crey\u00f3\u00bb (Jn 20, 8). Eso supone que constat\u00f3 en el estado del sepulcro vac\u00edo (cf.Jn 20, 5-7) que la ausencia del cuerpo de Jes\u00fas no hab\u00eda podido ser obra humana y que Jes\u00fas no hab\u00eda vuelto simplemente a una vida terrenal como hab\u00eda sido el caso de L\u00e1zaro (cf. Jn 11, 44).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las apariciones del Resucitado<\/p>

        641\u00a0\u00a0 Mar\u00eda Magdalena y las santas mujeres, que ven\u00edan de embalsamar el cuerpo de Jes\u00fas (cf. Mc 16,1; Lc 24, 1) enterrado a prisa en la tarde del Viernes Santo por la llegada del S\u00e1bado (cf. Jn 19, 31. 42) fueron las primeras en encontrar al Resucitado (cf. Mt 28, 9-10;Jn 20, 11-18).As\u00ed las mujeres fueron las primeras mensajeras de la Resurrecci\u00f3n de Cristo para los propios Ap\u00f3stoles (cf. Lc 24, 9-10). Jes\u00fas se apareci\u00f3 en seguida a ellos, primero a Pedro, despu\u00e9s a los Doce (cf. 1 Co 15, 5). Pedro, llamado a confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22, 31-32), ve por tanto al Resucitado antes que los dem\u00e1s y sobre su testimonio es sobre el que la comunidad exclama: \u00ab\u00a1Es verdad! \u00a1El Se\u00f1or ha resucitado y se ha aparecido a Sim\u00f3n!\u00bb (Lc 24, 34).<\/p>

        642\u00a0 Todo lo que sucedi\u00f3 en estas jornadas pascuales compromete a cada uno de los Ap\u00f3stoles – y a Pedro en particular – en la\u00a0 construcci\u00f3n de la era nueva que comenz\u00f3 en la ma\u00f1ana de Pascua. Como testigos del Resucitado, los ap\u00f3stoles son las piedras de fundaci\u00f3n de su\u00a0 Iglesia. La fe de la primera comunidad de\u00a0 creyentes se funda en el testimonio de hombres concretos, conocidos de los cristianos y, para la mayor\u00eda, viviendo entre ellos todav\u00eda. Estos \u00abtestigos de la Resurrecci\u00f3n de Cristo\u00bb (cf. Hch 1, 22) son ante todo Pedro y los Doce, pero no solamente ellos: Pablo habla claramente de m\u00e1s de quinientas personas a las que se apareci\u00f3 Jes\u00fas en una sola vez, adem\u00e1s de Santiago y de todos los ap\u00f3stoles (cf. 1 Co 15, 4-8).<\/p>

        643\u00a0 Ante estos testimonios es imposible interpretar la Resurrecci\u00f3n de Cristo fuera del orden f\u00edsico, y no reconocerlo como un hecho hist\u00f3rico. Sabemos por los hechos que la fe de los disc\u00edpulos fue sometida a la prueba radical de la pasi\u00f3n y de la muerte en cruz de su Maestro, anunciada por \u00e9l de antemano(cf. Lc 22, 31-32). La sacudida provocada por la pasi\u00f3n fue tan grande que los disc\u00edpulos (por lo menos, algunos de ellos) no creyeron tan pronto en la noticia de la resurrecci\u00f3n. Los evangelios, lejos de mostrarnos una comunidad arrobada por una exaltaci\u00f3n m\u00edstica, los evangelios nos presentan a los disc\u00edpulos abatidos (\u00abla cara sombr\u00eda\u00bb: Lc 24, 17) y asustados (cf. Jn 20, 19). Por eso no creyeron a las santas mujeres que regresaban del sepulcro y \u00absus palabras les parec\u00edan como desatinos\u00bb (Lc 24, 11; cf. Mc 16, 11. 13). Cuando Jes\u00fas se manifiesta a los once en la tarde de Pascua \u00ables ech\u00f3 en cara su incredulidad y su dureza de cabeza por no haber cre\u00eddo a quienes le hab\u00edan visto resucitado\u00bb (Mc 16, 14).<\/p>

        644\u00a0 Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jes\u00fas resucitado, los disc\u00edpulos dudan todav\u00eda (cf. Lc 24, 38): creen ver un esp\u00edritu (cf. Lc 24, 39). \u00abNo acaban de creerlo a causa de la alegr\u00eda y estaban asombrados\u00bb (Lc 24, 41). Tom\u00e1s conocer\u00e1 la misma prueba de la duda (cf. Jn 20, 24-27) y, en su \u00faltima aparici\u00f3n en Galilea referida por Mateo, \u00abalgunos sin\u00a0 embargo dudaron\u00bb (Mt 28, 17). Por esto la hip\u00f3tesis seg\u00fan la cual la resurrecci\u00f3n habr\u00eda sido un \u00abproducto\u00bb de la fe (o de la credulidad) de los ap\u00f3stoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrecci\u00f3n naci\u00f3 – bajo la acci\u00f3n de la gracia divina- de la experiencia directa de la realidad de Jes\u00fas resucitado.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El estado de la humanidad resucitada de Cristo<\/p>

        645\u00a0 Jes\u00fas resucitado establece con sus disc\u00edpulos relaciones directas mediante el tacto (cf. Lc 24, 39; Jn 20, 27)\u00a0 y el compartir\u00a0 la comida (cf. Lc 24, 30. 41-43; Jn 21, 9. 13-15). Les invita as\u00ed a reconocer que \u00e9l no es un esp\u00edritu (cf. Lc 24, 39) pero sobre todo a que comprueben que el cuerpo resucitado con el que se presenta ante ellos es el mismo que ha sido martirizado y crucificado ya que sigue llevando las huellas de su pasi\u00f3n (cf Lc 24, 40; Jn 20, 20. 27). Este cuerpo aut\u00e9ntico y real posee sin embargo al mismo tiempo las propiedades nuevas de un cuerpo glorioso: no est\u00e1 situado en el espacio ni en el tiempo, pero puede hacerse presente a su voluntad donde quiere y cuando quiere (cf. Mt 28, 9. 16-17; Lc 24, 15. 36; Jn 20, 14. 19. 26; 21, 4) porque su humanidad ya no puede ser retenida en la tierra y no pertenece ya m\u00e1s que al dominio divino del Padre (cf. Jn 20, 17). Por esta raz\u00f3n tambi\u00e9n Jes\u00fas resucitado es soberanamente libre de aparecer como quiere: bajo la apariencia de un jardinero (cf. Jn 20, 14-15) o \u00abbajo otra figura\u00bb (Mc 16, 12) distinta de la que les era familiar a los disc\u00edpulos, y eso para suscitar su fe (cf. Jn 20, 14. 16; 21, 4. 7).<\/p>

        646\u00a0 La Resurrecci\u00f3n de Cristo no fue un retorno a la vida terrena como en el caso de las resurrecciones que \u00e9l hab\u00eda realizado antes de Pascua: la hija de Jairo, el joven de Naim, L\u00e1zaro. Estos hechos eran acontecimientos milagrosos, pero las personas afectadas por el milagro volv\u00edan a tener, por el poder de Jes\u00fas, una vida terrena \u00abordinaria\u00bb. En cierto momento, volver\u00e1n a morir. La resurrecci\u00f3n de Cristo es esencialmente diferente. En su cuerpo resucitado, pasa del estado de muerte a otra vida m\u00e1s all\u00e1 del tiempo y del espacio. En la Resurrecci\u00f3n, el cuerpo de Jes\u00fas se llena del poder del Esp\u00edritu Santo; participa de la vida divina en el estado de su gloria, tanto que San Pablo puede decir de Cristo que es \u00abel hombre celestial\u00bb (cf. 1 Co 15, 35-50).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La resurrecci\u00f3n como acontecimiento transcendente<\/p>

        647\u00a0 \u00ab\u00a1Qu\u00e9 noche tan dichosa, canta el ‘Exultet’ de Pascua, s\u00f3lo ella conoci\u00f3 el momento en que Cristo resucit\u00f3 de entre los muertos!\u00bb. En efecto, nadie fue testigo ocular del acontecimiento mismo de la Resurrecci\u00f3n y ning\u00fan evangelista lo describe. Nadie puede decir c\u00f3mo sucedi\u00f3 f\u00edsicamente. Menos a\u00fan, su esencia m\u00e1s \u00edntima, el paso a otra vida, fue perceptible a los sentidos. Acontecimiento hist\u00f3rico demostrable por la se\u00f1al del sepulcro vac\u00edo y por la realidad de los encuentros de los ap\u00f3stoles con Cristo resucitado, no por ello la Resurrecci\u00f3n pertenece menos al centro del Misterio de la fe en aquello que transciende y sobrepasa a la historia. Por eso, Cristo resucitado no se manifiesta al mundo (cf. Jn 14, 22) sino a sus disc\u00edpulos, \u00aba los que hab\u00edan subido con \u00e9l desde Galilea a Jerusal\u00e9n y que ahora son testigos suyos ante el pueblo\u00bb (Hch 13, 31).<\/p>

        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA RESURRECCION OBRA DE LA SANTISIMA TRINIDAD<\/p>

        648\u00a0 La Resurrecci\u00f3n de Cristo es objeto de fe en cuanto es una intervenci\u00f3n transcendente de Dios mismo en la creaci\u00f3n y en la historia. En ella, las tres personas divinas act\u00faan juntas a la vez y manifiestan su propia originalidad. Se realiza por el poder del Padre que \u00abha resucitado\u00bb (cf. Hch 2, 24) a Cristo, su Hijo, y de este modo ha introducido de manera perfecta su humanidad – con su cuerpo – en la Trinidad. Jes\u00fas se revela definitivamente \u00abHijo de Dios con poder, seg\u00fan el Esp\u00edritu de santidad, por su resurrecci\u00f3n de entre los muertos\u00bb (Rm 1, 3-4). San Pablo insiste en la manifestaci\u00f3n del poder de Dios (cf. Rm 6, 4; 2 Co 13, 4; Flp 3, 10; Ef 1, 19-22; Hb 7, 16) por la acci\u00f3n del Esp\u00edritu que ha vivificado la humanidad muerta de Jes\u00fas y la ha llamado al estado glorioso de Se\u00f1or.<\/p>

        649\u00a0 En cuanto al Hijo, \u00e9l realiza su propia Resurrecci\u00f3n en virtud de su poder divino. Jes\u00fas anuncia que el Hijo del hombre deber\u00e1 sufrir mucho, morir y luego resucitar (sentido activo del t\u00e9rmino) (cf. Mc 8, 31; 9, 9-31; 10, 34). Por otra parte, \u00e9l afirma expl\u00edcitamente: \u00abdoy mi vida, para recobrarla de nuevo … Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo\u00bb (Jn 10, 17-18). \u00abCreemos que Jes\u00fas muri\u00f3 y resucit\u00f3\u00bb (1 Te 4, 14).<\/p>

        650\u00a0 Los Padres contemplan la Resurrecci\u00f3n a partir de la persona divina de Cristo que permaneci\u00f3 unida a su alma y a su cuerpo separados entre s\u00ed por la muerte: \u00abPor la unidad de la naturaleza divina que permanece presente en cada una de las dos partes del hombre, \u00e9stas se unen de nuevo. As\u00ed la muerte se produce por la separaci\u00f3n del compuesto humano, y la Resurrecci\u00f3n por la uni\u00f3n de las dos partes separadas\u00bb (San Gregorio Niceno, res. 1; cf.tambi\u00e9n DS 325; 359; 369; 539).<\/p>

        III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 SENTIDO Y ALCANCE SALVIFICO DE LA RESURRECCION<\/p>

        651\u00a0\u00a0 \u00abSi no resucit\u00f3 Cristo, vana es nuestra predicaci\u00f3n, vana tambi\u00e9n vuestra fe\u00bb(1 Co 15, 14). La Resurrecci\u00f3n constituye ante todo la confirmaci\u00f3n de todo lo que Cristo hizo y ense\u00f1\u00f3. Todas las verdades, incluso las m\u00e1s inaccesibles al esp\u00edritu humano, encuentran su justificaci\u00f3n si Cristo, al resucitar, ha dado la prueba definitiva de su autoridad divina seg\u00fan lo hab\u00eda prometido.<\/p>

        652\u00a0 La Resurrecci\u00f3n de Cristo es cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento (cf. Lc 24, 26-27. 44-48) y del mismo Jes\u00fas durante su vida terrenal (cf. Mt 28, 6; Mc 16, 7; Lc 24, 6-7). La expresi\u00f3n \u00abseg\u00fan las Escrituras\u00bb (cf. 1 Co 15, 3-4 y el S\u00edmbolo nicenoconstantinopolitano) indica que la Resurrecci\u00f3n de Cristo cumpli\u00f3 estas predicciones.<\/p>

        653\u00a0 La verdad de la divinidad de Jes\u00fas es confirmada por su Resurrecci\u00f3n. El hab\u00eda dicho: \u00abCuando hay\u00e1is levantado al Hijo del hombre, entonces sabr\u00e9is que Yo Soy\u00bb (Jn 8, 28). La Resurrecci\u00f3n del Crucificado demostr\u00f3 que verdaderamente, \u00e9l era \u00abYo Soy\u00bb, el Hijo de Dios y Dios mismo. San Pablo pudo decir a los Jud\u00edos: \u00abLa Promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en nosotros … al resucitar a Jes\u00fas, como est\u00e1 escrito en el salmo primero: ‘Hijo m\u00edo eres t\u00fa; yo te he engendrado hoy\u00bb (Hch 13, 32-33; cf. Sal 2, 7). La Resurrecci\u00f3n de Cristo est\u00e1 estrechamente unida al misterio de la Encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios: es su plenitud seg\u00fan el designio eterno de Dios.<\/p>

        654\u00a0 Hay un doble aspecto en el misterio Pascual: por su muerte nos libera del pecado, por su Resurrecci\u00f3n nos abre el acceso a una nueva vida. Esta es, en primer lugar, la justificaci\u00f3n que nos devuelve a la gracia de Dios (cf. Rm 4, 25) \u00aba fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos … as\u00ed tambi\u00e9n\u00a0 nosotros vivamos una nueva vida\u00bb (Rm 6, 4). Consiste en la victoria sobre la muerte y el pecado y en la nueva participaci\u00f3n en la gracia (cf. Ef 2, 4-5; 1 P 1, 3). Realiza la adopci\u00f3n filial porque los hombres se convierten en hermanos de Cristo, como Jes\u00fas mismo llama a sus disc\u00edpulos despu\u00e9s de su Resurrecci\u00f3n: \u00abId, avisad a mis hermanos\u00bb (Mt 28, 10; Jn 20, 17). Hermanos no por naturaleza, sino por don de la gracia, porque esta filiaci\u00f3n adoptiva confiere una participaci\u00f3n real en la vida del Hijo \u00fanico, la que ha revelado plenamente en su Resurrecci\u00f3n.<\/p>

        655\u00a0 Por \u00faltimo, la Resurrecci\u00f3n de Cristo – y el propio Cristo resucitado – es principio y fuente de nuestra resurrecci\u00f3n futura: \u00abCristo resucit\u00f3 de entre los muertos como primicias de los que durmieron … del mismo modo que en Ad\u00e1n mueren todos, as\u00ed tambi\u00e9n todos revivir\u00e1n en Cristo\u00bb (1 Co 15, 20-22). En la espera de que esto se realice, Cristo resucitado vive en el coraz\u00f3n de sus fieles. En El los cristianos \u00absaborean los prodigios del mundo futuro\u00bb (Hb 6,5) y su vida es arrastrada por Cristo al seno de la vida divina (cf. Col 3, 1-3) para que ya no vivan para s\u00ed los que viven, sino para aqu\u00e9l que muri\u00f3 y resucit\u00f3 por ellos\u00bb (2 Co 5, 15).<\/p>

        RESUMEN<\/p>

        656\u00a0 La fe en la Resurrecci\u00f3n tiene por objeto un acontecimiento a la vez hist\u00f3ricamente atestiguado por los disc\u00edpulos que se encontraron realmente con el Resucitado, y misteriosamente transcendente en cuanto entrada de la humanidad de Cristo en la gloria de Dios.<\/p>

        657\u00a0 El sepulcro vac\u00edo y las vendas en el suelo significan por s\u00ed mismas que el cuerpo de Cristo ha escapado por el poder de Dios de las ataduras de la muerte y de la corrupci\u00f3n . Preparan a los disc\u00edpulos para su encuentro con el Resucitado.<\/p>

        658\u00a0 Cristo, \u00abel primog\u00e9nito de entre los muertos\u00bb (Col 1, 18),\u00a0 es el principio de nuestra propia resurrecci\u00f3n, ya desde ahora por la justificaci\u00f3n de nuestra alma (cf. Rm 6, 4), m\u00e1s tarde por la vivificaci\u00f3n de nuestro cuerpo (cf. Rm 8, 11).<\/p>

        Art\u00edculo 6\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cJESUCRISTO SUBIO A LOS CIELOS,<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y ESTA SENTADO A LA DERECHA<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DE DIOS, PADRE TODOPODEROSO\u201d<\/p>

        659\u00a0 \u00abCon esto, el Se\u00f1or Jes\u00fas, despu\u00e9s de hablarles, fue elevado\u00a0 al Cielo y se sent\u00f3 a la diestra de Dios\u00bb (Mc 16, 19). El Cuerpo de Cristo fue glorificado desde el instante de su Resurrecci\u00f3n como lo prueban las propiedades nuevas y sobrenaturales, de las que desde entonces su cuerpo disfruta para siempre (cf.Lc 24, 31; Jn 20, 19. 26). Pero durante los cuarenta d\u00edas en los que \u00e9l come y bebe familiarmente con sus disc\u00edpulos (cf. Hch 10, 41) y les instruye sobre el Reino (cf. Hch 1, 3), su gloria a\u00fan queda velada bajo los rasgos de una humanidad ordinaria (cf. Mc 16,12; Lc 24, 15; Jn 20, 14-15; 21, 4). La \u00faltima aparici\u00f3n de Jes\u00fas termina con la entrada irreversible de su humanidad en la gloria divina simbolizada por la nube (cf. Hch 1, 9; cf. tambi\u00e9n Lc 9, 34-35; Ex 13, 22) y por el cielo (cf. Lc 24, 51) donde \u00e9l se sienta para siempre a la derecha de Dios (cf. Mc 16, 19; Hch 2, 33; 7, 56; cf. tambi\u00e9n Sal 110, 1). S\u00f3lo de manera completamente excepcional y \u00fanica, se muestra a Pablo \u00abcomo un abortivo\u00bb (1 Co 15, 8) en una \u00faltima aparici\u00f3n que constituye a \u00e9ste en ap\u00f3stol (cf. 1 Co 9, 1; Ga 1, 16).<\/p>

        660\u00a0 El car\u00e1cter velado de la gloria del Resucitado durante este tiempo se transparenta en sus palabras misteriosas a Mar\u00eda Magdalena: \u00abTodav\u00eda no he subido al Padre. Vete donde los hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios\u00bb (Jn 20, 17). Esto indica una diferencia de manifestaci\u00f3n entre la gloria de Cristo resucitado y la de Cristo exaltado a la derecha del Padre. El acontecimiento a la vez hist\u00f3rico y transcendente de la Ascensi\u00f3n marca la transici\u00f3n de una a otra.<\/p>

        661\u00a0\u00a0 Esta \u00faltima etapa permanece estrechamente unida a la primera es decir, a la bajada desde el cielo realizada en la Encarnaci\u00f3n. Solo el que \u00absali\u00f3 del Padre\u00bb puede \u00abvolver al Padre\u00bb: Cristo (cf. Jn 16,28). \u00abNadie ha subido al cielo sino el que baj\u00f3 del cielo, el Hijo del hombre\u00bb (Jn 3, 13; cf, Ef 4, 8-10). Dejada a sus fuerzas naturales, la humanidad no tiene acceso a la \u00abCasa del Padre\u00bb (Jn 14, 2), a la vida y a la felicidad de Dios. Solo Cristo ha podido abrir este acceso al hombre, \u00abha querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su Reino\u00bb (MR, Prefacio de la Ascensi\u00f3n).<\/p>

        662\u00a0 \u00abCuando yo sea levantado de la tierra, atraer\u00e9 a todos hacia m\u00ed\u00bb(Jn 12, 32). La elevaci\u00f3n en la Cruz significa y anuncia la elevaci\u00f3n en la Ascensi\u00f3n al cielo. Es su comienzo. Jesucristo, el \u00fanico Sacerdote de la Alianza nueva y eterna, no \u00abpenetr\u00f3 en un Santuario hecho por mano de hombre, … sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios en favor nuestro\u00bb (Hb 9, 24). En el cielo, Cristo ejerce permanentemente su sacerdocio. \u00abDe ah\u00ed que pueda salvar perfectamente a los que por \u00e9l se llegan a Dios, ya que est\u00e1 siempre vivo para interceder en su favor\u00bb(Hb 7, 25). Como \u00abSumo Sacerdote de los bienes futuros\u00bb(Hb 9, 11), es el centro y el oficiante principal de la liturgia que honra al Padre en los cielos (cf. Ap 4, 6-11).<\/p>

        663\u00a0 Cristo, desde entonces, est\u00e1 sentado a la derecha del Padre: \u00abPor derecha del Padre entendemos la gloria y el honor de la divinidad, donde el que exist\u00eda como Hijo de Dios antes de todos los siglos como Dios y consubstancial al Padre, est\u00e1 sentado corporalmente despu\u00e9s de que se encarn\u00f3 y de que su carne fue glorificada\u00bb (San Juan Damasceno, f.o. 4, 2; PG 94, 1104C).<\/p>

        664\u00a0 Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguraci\u00f3n del reino del Mes\u00edas, cumpli\u00e9ndose la visi\u00f3n del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre: \u00abA \u00e9l se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasar\u00e1, y su reino no ser\u00e1 destruido jam\u00e1s\u00bb (Dn 7, 14). A partir de este momento, los ap\u00f3stoles se convirtieron en los testigos del \u00abReino que no tendr\u00e1 fin\u00bb (S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla).<\/p>

        RESUMEN<\/p>

        665\u00a0 La ascensi\u00f3n de Jesucristo marca la entrada definitiva de la humanidad de Jes\u00fas en el dominio celeste de Dios de donde ha de volver (cf. Hch 1, 11), aunque mientras tanto lo esconde\u00a0 a los ojos de los hombres (cf. Col 3, 3).<\/p>

        666\u00a0 Jesucristo, cabeza de la Iglesia, nos precede en el Reino glorioso del Padre para que nosotros, miembros de su cuerpo,\u00a0 vivamos en la esperanza de estar un d\u00eda con \u00e9l eternamente.<\/p>

        667\u00a0 Jesucristo, habiendo entrado una vez por todas en el santuario del cielo, intercede sin cesar por nosotros como el mediador que nos asegura permanentemente la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo.<\/p>

        Art\u00edculo 7\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cDESDE ALLI HA DE VENIR A JUZGAR A<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 VIVOS Y\u00a0 MUERTOS\u201d<\/p>

        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 VOLVERA EN GLORIA<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cristo reina ya mediante la Iglesia …<\/p>

        668\u00a0 \u00abCristo muri\u00f3 y volvi\u00f3 a la vida para eso, para ser Se\u00f1or de muertos y vivos\u00bb (Rm 14, 9). La Ascensi\u00f3n de Cristo al Cielo significa su participaci\u00f3n, en su humanidad, en el poder y en la autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Se\u00f1or: Posee todo poder en los cielos y en la tierra. El est\u00e1 \u00abpor encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominaci\u00f3n\u00bb porque el Padre \u00abbajo sus pies someti\u00f3 todas las cosas\u00bb(Ef 1, 20-22). Cristo es el Se\u00f1or del cosmos (cf. Ef 4, 10; 1 Co 15, 24. 27-28) y de la historia. En \u00e9l, la historia de la humanidad e incluso toda la Creaci\u00f3n encuentran su recapitulaci\u00f3n (Ef 1, 10), su cumplimiento transcendente.<\/p>

        669\u00a0 Como Se\u00f1or, Cristo es tambi\u00e9n la cabeza de la Iglesia que es su Cuerpo (cf. Ef 1, 22). Elevado al cielo y glorificado, habiendo cumplido as\u00ed su misi\u00f3n, permanece en la tierra en su Iglesia. La Redenci\u00f3n es la fuente de la autoridad que Cristo, en virtud del Esp\u00edritu Santo, ejerce sobre la Iglesia (cf. Ef 4, 11-13). \u00abLa Iglesia, o el reino de Cristo presente ya en misterio\u00bb, \u00abconstituye el germen y el comienzo de este Reino en la tierra\u00bb (LG 3;5).<\/p>

        670\u00a0 Desde la Ascensi\u00f3n, el designio de Dios ha entrado en su consumaci\u00f3n. Estamos ya en la \u00ab\u00faltima hora\u00bb (1 Jn 2, 18; cf. 1 P 4, 7). \u00abEl final de la historia ha llegado ya a nosotros y la renovaci\u00f3n del mundo est\u00e1 ya decidida de manera irrevocable e incluso de alguna manera real est\u00e1 ya por anticipado en este mundo. La Iglesia, en efecto, ya en la tierra, se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todav\u00eda imperfecta\u00bb (LG 48). El Reino de Cristo manifiesta ya su presencia por los signos milagrosos (cf. Mc 16, 17-18) que acompa\u00f1an a su anuncio por la Iglesia (cf. Mc 16, 20).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 … esperando que todo le sea sometido<\/p>

        671\u00a0\u00a0 El Reino de Cristo, presente ya en su Iglesia, sin embargo, no est\u00e1 todav\u00eda acabado \u00abcon gran poder y gloria\u00bb (Lc 21, 27; cf. Mt 25, 31) con el advenimiento del Rey a la tierra. Este Reino a\u00fan es objeto de los ataques de los poderes del mal (cf. 2 Te 2, 7) a pesar de que estos poderes hayan sido\u00a0 vencidos en su ra\u00edz\u00a0 por la Pascua de Cristo. Hasta que todo le haya sido sometido (cf. 1 Co 15, 28), y \u00abmientras no\u00a0 haya nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones, que pertenecen a este tiempo, la imagen\u00a0 de este mundo que pasa. Ella misma vive entre las criaturas que gimen en dolores de parto hasta ahora y que esperan la manifestaci\u00f3n de los hijos de Dios\u00bb (LG 48). Por esta raz\u00f3n los cristianos piden, sobre todo en la Eucarist\u00eda (cf. 1 Co 11, 26), que se apresure el retorno de Cristo (cf. 2 P 3, 11-12) cuando suplican: \u00abVen, Se\u00f1or Jes\u00fas\u00bb (cf.1 Co 16, 22; Ap 22, 17-20).<\/p>

        672\u00a0 Cristo afirm\u00f3 antes de su Ascensi\u00f3n que a\u00fan no era la hora del establecimiento glorioso del Reino mesi\u00e1nico esperado por Israel (cf. Hch 1, 6-7) que, seg\u00fan los profetas (cf. Is 11, 1-9), deb\u00eda traer a todos los hombres el orden definitivo de la justicia, del amor y de la paz. El tiempo presente, seg\u00fan el Se\u00f1or, es el tiempo del Esp\u00edritu y del testimonio (cf Hch 1, 8), pero es tambi\u00e9n un tiempo marcado todav\u00eda por la \u00abtristeza\u00bb (1 Co 7, 26) y la prueba del mal (cf. Ef 5, 16) que afecta tambi\u00e9n a la Iglesia(cf. 1 P 4, 17) e inaugura los combates de los \u00faltimos d\u00edas (1 Jn 2, 18; 4, 3; 1 Tm 4, 1). Es un tiempo de espera y de vigilia (cf. Mt 25, 1-13; Mc 13, 33-37).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El glorioso advenimiento de Cristo, esperanza de Israel<\/p>

        673\u00a0 Desde la Ascensi\u00f3n, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente (cf Ap 22, 20) aun cuando a nosotros no nos \u00abtoca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad\u00bb (Hch 1, 7; cf. Mc 13, 32). Este advenimiento escatol\u00f3gico se puede cumplir en cualquier momento (cf. Mt 24, 44: 1 Te 5, 2), aunque tal acontecimiento y la prueba final que le ha de preceder est\u00e9n \u00abretenidos\u00bb en las manos de Dios (cf. 2 Te 2, 3-12).<\/p>

        674\u00a0 La Venida del Mes\u00edas glorioso, en un momento determinad o de la historia se vincula al reconocimiento del Mes\u00edas por \u00abtodo Israel\u00bb (Rm 11, 26; Mt 23, 39) del que \u00abuna parte est\u00e1 endurecida\u00bb (Rm 11, 25) en \u00abla incredulidad\u00bb respecto a Jes\u00fas (Rm 11, 20). San Pedro dice a los jud\u00edos de Jerusal\u00e9n despu\u00e9s de Pentecost\u00e9s: \u00abArrepent\u00edos, pues, y convert\u00edos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del\u00a0 Se\u00f1or venga el tiempo de la consolaci\u00f3n y env\u00ede al Cristo que os hab\u00eda sido destinado, a Jes\u00fas, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauraci\u00f3n universal, de que Dios habl\u00f3 por boca de sus profetas\u00bb (Hch 3, 19-21). Y San Pablo le hace eco: \u00absi su reprobaci\u00f3n ha sido la reconciliaci\u00f3n del mundo \u00bfqu\u00e9 ser\u00e1 su readmisi\u00f3n sino una resurrecci\u00f3n de entre los muertos?\u00bb (Rm 11, 5). La entrada de \u00abla plenitud de los jud\u00edos\u00bb (Rm 11, 12) en la salvaci\u00f3n\u00a0 mesi\u00e1nica, a continuaci\u00f3n de \u00abla plenitud de los gentiles (Rm 11, 25; cf. Lc 21, 24), har\u00e1 al Pueblo de Dios \u00abllegar a la plenitud de Cristo\u00bb (Ef 4, 13) en la cual \u00abDios ser\u00e1 todo en nosotros\u00bb (1 Co 15, 28).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La \u00faltima prueba de la Iglesia<\/p>

        675\u00a0 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deber\u00e1 pasar por una prueba final que sacudir\u00e1 la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecuci\u00f3n que acompa\u00f1a a su peregrinaci\u00f3n sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelar\u00e1 el \u00abMisterio de iniquidad\u00bb bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionar\u00e1 a los hombres una soluci\u00f3n aparente a sus problemas mediante el precio de la apostas\u00eda de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a s\u00ed mismo coloc\u00e1ndose en el lugar de Dios y de su Mes\u00edas venido en la carne (cf. 2 Te 2, 4-12; 1Te 5, 2-3;2 Jn 7; 1\u00a0 Jn 2, 18.22).<\/p>

        676\u00a0 Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesi\u00e1nica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino m\u00e1s all\u00e1 del tiempo hist\u00f3rico a trav\u00e9s del juicio escatol\u00f3gico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificaci\u00f3n del Reino futuro con el nombre de milenarismo (cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma pol\u00edtica de un mesianismo secularizado, \u00abintr\u00ednsecamente perverso\u00bb (cf. P\u00edo XI, \u00abDivini Redemptoris\u00bb que condena el \u00abfalso misticismo\u00bb de esta \u00abfalsificaci\u00f3n de la redenci\u00f3n de los humildes\u00bb; GS 20-21).<\/p>

        677\u00a0 La Iglesia s\u00f3lo entrar\u00e1 en la gloria del Reino a trav\u00e9s de esta \u00faltima Pascua en la que seguir\u00e1 a su Se\u00f1or en su muerte y su Resurrecci\u00f3n (cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizar\u00e1, por tanto, mediante un triunfo hist\u00f3rico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el \u00faltimo desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que har\u00e1 descender desde el Cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebeli\u00f3n del mal tomar\u00e1 la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12) despu\u00e9s de la \u00faltima sacudida c\u00f3smica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13).<\/p>

        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 PARA JUZGAR A VIVOS Y\u00a0 MUERTOS<\/p>

        678\u00a0 Siguiendo a los profetas (cf. Dn 7, 10; Joel 3, 4; Ml 3,19) y a Juan Bautista (cf. Mt 3, 7-12), Jes\u00fas anunci\u00f3 en su predicaci\u00f3n el Juicio del \u00faltimo D\u00eda. Entonces, se pondr\u00e1n a la luz la conducta de cada uno (cf. Mc 12, 38-40) y el secreto de los corazones (cf. Lc 12, 1-3; Jn 3, 20-21; Rm 2, 16; 1 Co 4, 5). Entonces ser\u00e1 condenada la incredulidad culpable que ha tenido en nada la gracia ofrecida por Dios (cf Mt 11, 20-24; 12, 41-42). La\u00a0 actitud con respecto al pr\u00f3jimo revelar\u00e1 la acogida o el rechazo de la gracia y del amor divino (cf. Mt 5, 22; 7, 1-5). Jes\u00fas dir\u00e1 en el \u00faltimo d\u00eda: \u00abCuanto hicisteis a uno de estos hermanos m\u00edos m\u00e1s peque\u00f1os, a m\u00ed me lo hicisteis\u00bb (Mt 25, 40).<\/p>

        679\u00a0 Cristo es Se\u00f1or de la vida eterna. El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo. \u00abAdquiri\u00f3\u00bb este derecho por su Cruz. El Padre tambi\u00e9n ha entregado \u00abtodo juicio al Hijo\u00bb (Jn 5, 22;cf. Jn 5, 27; Mt 25, 31; Hch 10, 42; 17, 31; 2 Tm 4, 1). Pues bien, el Hijo no ha venido para juzgar sino para salvar (cf. Jn 3,17) y para dar la vida que hay en \u00e9l (cf. Jn 5, 26). Es por el rechazo de la gracia en esta vida por lo que cada uno se juzga ya a s\u00ed mismo\u00a0 (cf. Jn 3, 18; 12, 48); es retribuido seg\u00fan sus obras (cf. 1 Co 3, 12- 15) y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Esp\u00edritu de amor (cf. Mt 12, 32; Hb 6, 4-6; 10, 26-31).<\/p>

        RESUMEN<\/p>

        680\u00a0 Cristo, el Se\u00f1or, reina ya por la Iglesia, pero todav\u00eda no le est\u00e1n sometidas todas las cosas de este mundo. El triunfo del Reino de Cristo no tendr\u00e1 lugar sin un \u00faltimo asalto de las fuerzas del mal.<\/p>

        681\u00a0\u00a0 El d\u00eda del Juicio, al fin del mundo, Cristo vendr\u00e1 en la gloria para llevar a cabo el triunfo definitivo del bien sobre el mal que, como el trigo y la ciza\u00f1a, habr\u00e1n crecido juntos en el curso de la historia.<\/p>

        682\u00a0 Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos, revelar\u00e1 la disposici\u00f3n secreta de los corazones y retribuir\u00e1 a cada hombre seg\u00fan sus obras y seg\u00fan su aceptaci\u00f3n o su rechazo de la gracia.<\/p>

        CAPITULO TERCERO: CREO EN EL ESPIRITU SANTO<\/p>

        683\u00a0 \u00abNadie puede decir: \u00ab\u00a1Jes\u00fas es Se\u00f1or!\u00bb sino por influjo del Esp\u00edritu Santo\u00bb (1 Co 12, 3). \u00abDios ha enviado a nuestros corazones el Esp\u00edritu de su Hijo que clama \u00a1Abb\u00e1, Padre!\u00bb (Ga 4, 6). Este conocimiento de fe no es posible sino en el Esp\u00edritu Santo. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario primeramente haber sido atra\u00eddo por el Esp\u00edritu Santo. El es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Mediante el Bautismo, primer sacramento de la fe, la Vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica \u00edntima y personalmente por el Esp\u00edritu Santo en la Iglesia:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Bautismo nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Esp\u00edritu Santo. Porque los que son portadores del Esp\u00edritu de Dios son conducidos al Verbo, es decir al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Esp\u00edritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el\u00a0 conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el Esp\u00edritu Santo (San Ireneo, dem. 7).<\/p>

        684\u00a0 El Esp\u00edritu Santo con su gracia es el \u00abprimero\u00bb que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva que es: \u00abque te conozcan a ti, el \u00fanico Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo\u00bb (Jn 17, 3). No obstante, es el \u00ab\u00faltimo\u00bb en la revelaci\u00f3n de las personas de la Sant\u00edsima Trinidad . San Gregorio Nacianceno, \u00abel Te\u00f3logo\u00bb, explica esta progresi\u00f3n por medio de la pedagog\u00eda de la \u00abcondescendencia\u00bb divina:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al Padre, y m\u00e1s obscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento revela al Hijo y hace entrever la divinidad del Esp\u00edritu. Ahora el Esp\u00edritu tiene derecho de ciudadan\u00eda entre nosotros y nos da una visi\u00f3n m\u00e1s clara de s\u00ed mismo. En efecto, no era prudente, cuando todav\u00eda no se confesaba la divinidad del Padre, proclamar abiertamente la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo no era a\u00fan admitida, a\u00f1adir el Esp\u00edritu Santo como un fardo suplementario si empleamos una expresi\u00f3n un poco atrevida … As\u00ed por avances y progresos \u00abde gloria en gloria\u00bb, es como la luz de la Trinidad estalla en resplandores cada vez m\u00e1s espl\u00e9ndidos (San Gregorio Nacianceno, or. theol. 5, 26).<\/p>

        685\u00a0 Creer en el Esp\u00edritu Santo es, por tanto, profesar que el Esp\u00edritu Santo es una de las personas de la Sant\u00edsima Trinidad Santa, consubstancial al Padre y al Hijo, \u00abque con el Padre y el Hijo recibe una misma adoraci\u00f3n gloria\u00bb (S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla). Por eso se ha hablado del misterio divino del Esp\u00edritu Santo en la \u00abteolog\u00eda\u00bb trinitaria, en tanto que aqu\u00ed no se tratar\u00e1 del Esp\u00edritu Santo sino en la \u00abEconom\u00eda\u00bb divina.<\/p>

        686\u00a0 El Esp\u00edritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de nuestra salvaci\u00f3n y hasta su consumaci\u00f3n. Pero es en los \u00ab\u00faltimos tiempos\u00bb, inaugurados con la Encarnaci\u00f3n redentora del Hijo, cuando el Esp\u00edritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. Entonces, este Designio Divino, que se consuma en Cristo, \u00abprimog\u00e9nito\u00bb y Cabeza de la nueva creaci\u00f3n, se realiza en la humanidad por el Esp\u00edritu que nos es dado: la Iglesia, la comuni\u00f3n de los santos, el perd\u00f3n de los pecados, la resurrecci\u00f3n de la carne, la vida eterna.<\/p>

        Art\u00edculo 8\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cCREO EN EL ESPIRITU SANTO\u201d<\/p>

        687\u00a0 \u00abNadie conoce lo \u00edntimo de Dios, sino el Esp\u00edritu de Dios\u00bb (1 Co 2, 11). Pues bien, su Esp\u00edritu que lo revela nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se revela a s\u00ed mismo. El que \u00abhabl\u00f3 por los profetas\u00bb nos hace o\u00edr la Palabra del Padre. Pero a \u00e9l no le o\u00edmos. No le conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al Verbo y nos dispone a recibir al Verbo en la fe. El Esp\u00edritu de verdad que nos \u00abdesvela\u00bb a Cristo \u00abno habla de s\u00ed mismo\u00bb (Jn 16, 13). Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qu\u00e9 \u00abel mundo no puede recibirle, porque no le ve ni le conoce\u00bb, mientras que los que creen en Cristo le conocen porque \u00e9l mora en ellos (Jn 14, 17).<\/p>

        688\u00a0 La Iglesia, Comuni\u00f3n viviente en la fe de los ap\u00f3stoles que ella transmite, es el lugar de nuestro conocimiento del Esp\u00edritu Santo:<\/p>

        \u2013 en las Escrituras que El ha inspirado:<\/p>

        \u2013 en la Tradici\u00f3n, de la cual los Padres de la Iglesia son testigos siempre actuales;<\/p>

        \u2013 en el Magisterio de la Iglesia, al que El asiste;<\/p>

        \u2013 en la liturgia sacramental, a trav\u00e9s de sus palabras\u00a0 y sus s\u00edmbolos, en donde el Esp\u00edritu Santo nos pone en Comuni\u00f3n con Cristo;<\/p>

        \u2013 en la oraci\u00f3n en la cual El intercede por nosotros;<\/p>

        \u2013 en los carismas y ministerios mediante los que se edifica\u00a0 la Iglesia;<\/p>

        \u2013 en los signos de vida apost\u00f3lica y misionera;<\/p>

        \u2013 en el testimonio de los santos, donde El manifiesta su\u00a0 santidad y contin\u00faa la obra de la salvaci\u00f3n.<\/p>

        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA MISION CONJUNTA DEL HIJO Y DEL ESPIRITU<\/p>

        689\u00a0 Aquel al que el Padre ha enviado a nuestros corazones, el Esp\u00edritu de su Hijo (cf. Ga 4, 6) es realmente Dios. Consubstancial con el Padre y el Hijo, es inseparable de ellos, tanto en la vida \u00edntima de la Trinidad como en su don de amor para el mundo. Pero al adorar a la Sant\u00edsima Trinidad vivificante, consubstancial e individible, la fe de la Iglesia profesa tambi\u00e9n la distinci\u00f3n de las Personas. Cuando el Padre env\u00eda su Verbo, env\u00eda tambi\u00e9n su aliento: misi\u00f3n conjunta en la que el Hijo y el Esp\u00edritu Santo son distintos pero inseparables. Sin ninguna duda, Cristo es quien se manifiesta, Imagen visible de Dios invisible, pero es el Esp\u00edritu Santo quien lo revela.<\/p>

        690\u00a0 Jes\u00fas es Cristo, \u00abungido\u00bb, porque el Esp\u00edritu es su Unci\u00f3n y todo lo que sucede a partir de la Encarnaci\u00f3n mana de esta plenitud (cf. Jn 3, 34). Cuando por fin Cristo es glorificado (Jn 7, 39), puede a su vez, de junto al Padre, enviar el Esp\u00edritu a los que creen en \u00e9l: El les comunica su Gloria (cf. Jn 17, 22), es decir, el Esp\u00edritu Santo que lo glorifica (cf. Jn 16, 14). La misi\u00f3n\u00a0 conjunta y mutua se desplegar\u00e1 desde entonces en los hijos adoptados por el Padre en el Cuerpo de su Hijo: la misi\u00f3n del Esp\u00edritu de adopci\u00f3n ser\u00e1 unirlos a Cristo y hacerles vivir en \u00e9l:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La noci\u00f3n de la unci\u00f3n sugiere …que no hay ninguna distancia entre el Hijo y el Esp\u00edritu. En efecto, de la misma manera que entre la superficie del cuerpo y la unci\u00f3n del aceite ni la raz\u00f3n ni los sentidos conocen ning\u00fan intermediario, as\u00ed es inmediato el contacto del Hijo con el Esp\u00edritu… de tal modo que quien va a tener contacto con el Hijo por la fe tiene que tener antes contacto necesariamente con el \u00f3leo. En efecto, no hay parte alguna que est\u00e9 desnuda del Esp\u00edritu Santo. Por eso es por lo que la confesi\u00f3n del Se\u00f1or\u00edo del Hijo se hace en el Esp\u00edritu Santo por aquellos que la aceptan, viniendo el Esp\u00edritu desde todas partes delante de los que se acercan por la fe (San Gregorio Niceno, Spir. 3, 1).<\/p>

        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL NOMBRE, LOS APELATIVOS Y LOS SIMBOLOS DEL \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 ESPIRITU SANTO<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El nombre propio del Esp\u00edritu Santo<\/p>

        691\u00a0\u00a0 \u00abEsp\u00edritu Santo\u00bb, tal es el nombre propio de Aqu\u00e9l que adoramos y glorificamos con el Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del Se\u00f1or y lo profesa en el Bautismo de sus nuevos hijos (cf. Mt 28, 19).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El t\u00e9rmino \u00abEsp\u00edritu\u00bb traduce el t\u00e9rmino hebreo \u00abRuah\u00bb, que en su primera acepci\u00f3n significa soplo, aire, viento. Jes\u00fas utiliza precisamente la imagen sensible del viento para sugerir a Nicodemo la novedad transcendente del que es personalmente el Soplo de Dios, el Esp\u00edritu divino (Jn 3, 5-8). Por otra parte, Esp\u00edritu y Santo son atributos divinos comunes a las Tres Personas divinas. Pero, uniendo ambos t\u00e9rminos, la Escritura, la Liturgia y el lenguaje teol\u00f3gico designan la persona inefable del Esp\u00edritu Santo, sin equ\u00edvoco posible con los dem\u00e1s empleos de los t\u00e9rminos \u00abesp\u00edritu\u00bb y \u00absanto\u00bb.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los apelativos del Esp\u00edritu Santo<\/p>

        692\u00a0 Jes\u00fas, cuando anuncia y promete la Venida del Esp\u00edritu Santo, le llama el \u00abPar\u00e1clito\u00bb, literalmente \u00abaqu\u00e9l que es llamado junto a uno\u00bb, \u00abadvocatus\u00bb (Jn 14, 16. 26; 15, 26; 16, 7). \u00abPar\u00e1clito\u00bb se traduce habitualmente por \u00abConsolador\u00bb, siendo Jes\u00fas el primer consolador (cf. 1 Jn 2, 1). El mismo Se\u00f1or llama al Esp\u00edritu Santo \u00abEsp\u00edritu de Verdad\u00bb (Jn 16, 13).<\/p>

        693\u00a0 Adem\u00e1s de su nombre propio, que es el m\u00e1s empleado en el libro de los Hechos y en las cartas de los ap\u00f3stoles, en San Pablo se encuentran los siguientes apelativos: el Esp\u00edritu de la promesa(Ga 3, 14; Ef 1, 13), el Esp\u00edritu de adopci\u00f3n (Rm 8, 15; Ga 4, 6), el Esp\u00edritu de Cristo (Rm 8, 11), el Esp\u00edritu del Se\u00f1or (2 Co 3, 17), el Esp\u00edritu de Dios (Rm 8, 9.14; 15, 19; 1 Co 6, 11; 7, 40), y en San Pedro, el Esp\u00edritu de gloria (1 P 4, 14).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los s\u00edmbolos del Esp\u00edritu Santo<\/p>

        694\u00a0 El agua. El simbolismo del agua es significativo de la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo en el Bautismo, ya que, despu\u00e9s de la invocaci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, \u00e9sta se convierte en el signo sacramental eficaz del nuevo nacimiento: del mismo modo que la gestaci\u00f3n de nuestro primer nacimiento se hace en el agua, as\u00ed el agua bautismal significa realmente que nuestro nacimiento a la vida divina se nos da en el Esp\u00edritu Santo. Pero \u00abbautizados en un solo Esp\u00edritu\u00bb, tambi\u00e9n \u00abhemos bebido de un solo Esp\u00edritu\u00bb(1 Co 12, 13): el Esp\u00edritu es, pues, tambi\u00e9n personalmente el Agua viva que brota de Cristo crucificado (cf. Jn 19, 34; 1 Jn 5, 8) como de su manantial y que en nosotros brota en vida eterna (cf. Jn 4, 10-14; 7, 38; Ex 17, 1-6; Is 55, 1; Za 14, 8; 1 Co 10, 4; Ap 21, 6; 22, 17).<\/p>

        695\u00a0 La unci\u00f3n. El simbolismo de la unci\u00f3n con el \u00f3leo es tambi\u00e9n significativo del Esp\u00edritu Santo, hasta el punto de que se ha convertido en sin\u00f3nimo suyo (cf. 1 Jn 2, 20. 27; 2 Co 1, 21). En la iniciaci\u00f3n cristiana es el signo sacramental de la Confirmaci\u00f3n, llamada justamente en las Iglesias de Oriente \u00abCrismaci\u00f3n\u00bb. Pero para captar toda la fuerza que tiene, es necesario volver a la Unci\u00f3n primera realizada por el Esp\u00edritu Santo: la de Jes\u00fas. Cristo [\u00abMes\u00edas\u00bb en hebreo] significa \u00abUngido\u00bb del Esp\u00edritu de Dios. En la Antigua Alianza hubo \u00abungidos\u00bb del Se\u00f1or (cf. Ex 30, 22-32), de forma eminente el rey David (cf. 1 S 16, 13). Pero Jes\u00fas es el Ungido de Dios de una manera \u00fanica: La humanidad que el Hijo asume est\u00e1 totalmente \u00abungida por el Esp\u00edritu Santo\u00bb. Jes\u00fas es constituido \u00abCristo\u00bb por el Esp\u00edritu Santo (cf. Lc 4, 18-19; Is 61, 1). La Virgen Mar\u00eda concibe a Cristo del Esp\u00edritu Santo quien por medio del \u00e1ngel lo anuncia como Cristo en su nacimiento (cf. Lc 2,11) e impulsa a Sime\u00f3n a ir al Templo a ver al Cristo del Se\u00f1or(cf. Lc 2, 26-27); es de quien Cristo est\u00e1 lleno (cf. Lc 4, 1) y cuyo poder emana de Cristo en sus curaciones y en sus acciones salv\u00edficas (cf. Lc 6, 19; 8, 46). Es \u00e9l en fin quien resucita a Jes\u00fas de entre los muertos (cf. Rm 1, 4; 8, 11). Por tanto, constituido plenamente \u00abCristo\u00bb en su Humanidad victoriosa de la muerte (cf. Hch 2, 36), Jes\u00fas distribuye\u00a0 profusamente el Esp\u00edritu Santo hasta que \u00ablos santos\u00bb constituyan, en su uni\u00f3n con la Humanidad del Hijo de Dios, \u00abese Hombre perfecto … que realiza la plenitud de Cristo\u00bb (Ef 4, 13): \u00abel Cristo total\u00bb seg\u00fan la expresi\u00f3n de San Agust\u00edn.<\/p>

        696\u00a0 El fuego. Mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la Vida dada en el Esp\u00edritu Santo, el fuego simboliza la energ\u00eda transformadora de los actos del Esp\u00edritu Santo. El profeta El\u00edas que \u00absurgi\u00f3 como el fuego y cuya palabra abrasaba como antorcha\u00bb (Si 48, 1), con su oraci\u00f3n, atrajo el fuego del cielo sobre el sacrificio del monte Carmelo (cf. 1 R 18, 38-39), figura del fuego del Esp\u00edritu Santo que transforma lo que toca. Juan Bautista, \u00abque precede al Se\u00f1or con el esp\u00edritu y el poder de El\u00edas\u00bb (Lc 1, 17), anuncia a Cristo como el que \u00abbautizar\u00e1 en el Esp\u00edritu Santo y el fuego\u00bb (Lc 3, 16), Esp\u00edritu del cual Jes\u00fas dir\u00e1: \u00abHe venido a traer fuego sobre la tierra y \u00a1cu\u00e1nto desear\u00eda que ya estuviese encendido!\u00bb (Lc 12, 49). Bajo la forma de lenguas \u00abcomo de fuego\u00bb, como el Esp\u00edritu Santo se pos\u00f3 sobre los disc\u00edpulos la ma\u00f1ana de Pentecost\u00e9s y los llen\u00f3 de \u00e9l (Hch 2, 3-4). La tradici\u00f3n espiritual conservar\u00e1 este simbolismo del fuego como uno de los m\u00e1s expresivos de la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo (cf. San Juan de la Cruz, Llama de amor viva). \u00abNo exting\u00e1is el Esp\u00edritu\u00bb(1 Te 5, 19).<\/p>

        697\u00a0 La nube y la luz. Estos dos s\u00edmbolos son inseparables en las manifestaciones del Esp\u00edritu Santo. Desde las teofan\u00edas del Antiguo Testamento, la Nube, unas veces oscura, otras luminosa, revela al Dios vivo y salvador, tendiendo as\u00ed un velo sobre la transcendencia de su Gloria: con Mois\u00e9s en la monta\u00f1a del Sina\u00ed (cf. Ex 24, 15-18), en la Tienda de Reuni\u00f3n (cf. Ex 33, 9-10) y durante la marcha por el desierto (cf. Ex 40, 36-38; 1 Co 10, 1-2); con Salom\u00f3n en la dedicaci\u00f3n del Templo (cf. 1 R 8, 10-12). Pues bien, estas figuras son cumplidas por Cristo en el Esp\u00edritu Santo. El es quien desciende sobre la Virgen Mar\u00eda y la cubre \u00abcon su sombra\u00bb para que ella conciba y d\u00e9 a luz a Jes\u00fas (Lc 1, 35). En la monta\u00f1a de la Transfiguraci\u00f3n es El quien \u00abvino en una nube y cubri\u00f3 con su sombra\u00bb a Jes\u00fas, a Mois\u00e9s y a El\u00edas, a Pedro, Santiago y Juan, y \u00abse oy\u00f3 una voz desde la nube que dec\u00eda: Este es mi Hijo, mi Elegido, escuchadle\u00bb (Lc 9, 34-35). Es, finalmente, la misma nube la que \u00abocult\u00f3 a Jes\u00fas a los ojos\u00bb de los disc\u00edpulos el d\u00eda de la Ascensi\u00f3n (Hch 1, 9), y la que lo revelar\u00e1 como Hijo del hombre en su Gloria el D\u00eda de su Advenimiento (cf. Lc 21, 27).<\/p>

        698\u00a0 El sello es un s\u00edmbolo cercano al de la unci\u00f3n. En efecto, es Cristo a quien \u00abDios ha marcado con su sello\u00bb (Jn 6, 27) y el Padre nos marca tambi\u00e9n en \u00e9l con su sello (2 Co 1, 22; Ef 1, 13; 4, 30). Como la imagen del sello [\u00absphragis\u00bb] indica el car\u00e1cter indeleble de la Unci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo en los sacramentos del Bautismo, de la Confirmaci\u00f3n y del Orden, esta imagen se ha utilizado en ciertas tradiciones teol\u00f3gicas para expresar el \u00abcar\u00e1cter\u00bb imborrable impreso por estos tres sacramentos, los cuales no pueden ser reiterados.<\/p>

        699\u00a0 La mano. Imponiendo las manos Jes\u00fas cura a los enfermos(cf. Mc 6, 5; 8, 23) y bendice a los ni\u00f1os (cf. Mc 10, 16).En su Nombre, los Ap\u00f3stoles har\u00e1n lo mismo (cf. Mc 16, 18; Hch 5, 12; 14, 3). M\u00e1s a\u00fan, mediante la imposici\u00f3n de manos de los Ap\u00f3stoles el Esp\u00edritu Santo nos es dado (cf. Hch 8, 17-19; 13, 3; 19, 6). En la carta a los Hebreos, la imposici\u00f3n de las manos figura en el n\u00famero de los \u00abart\u00edculos fundamentales\u00bb de su ense\u00f1anza (cf. Hb 6, 2). Este signo de la efusi\u00f3n todopoderosa del Esp\u00edritu Santo, la Iglesia lo ha conservado en sus ep\u00edclesis sacramentales.<\/p>

        700\u00a0 El dedo. \u00abPor el dedo de Dios expulso yo [Jes\u00fas] los demonios\u00bb (Lc 11, 20). Si la Ley de Dios ha sido escrita en tablas de piedra \u00abpor el dedo de Dios\u00bb (Ex 31, 18), la \u00abcarta de Cristo\u00bb entregada a los Ap\u00f3stoles \u00abest\u00e1 escrita no con tinta, sino con el Esp\u00edritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del coraz\u00f3n\u00bb (2 Co 3, 3). El himno \u00abVeni Creator\u00bb invoca al Esp\u00edritu Santo como \u00abdigitus paternae dexterae\u00bb (\u00abdedo de la diestra del Padre\u00bb).<\/p>

        701\u00a0\u00a0 La paloma. Al final del diluvio (cuyo simbolismo se refiere al Bautismo), la paloma soltada por No\u00e9 vuelve con una rama tierna de olivo en el pico, signo de que la tierra es habitable de nuevo(cf. Gn 8, 8-12). Cuando Cristo sale del agua de su bautismo, el Esp\u00edritu Santo, en forma de paloma, baja y se posa sobre \u00e9l (cf. Mt 3, 16 par.). El Esp\u00edritu desciende y reposa en el coraz\u00f3n purificado de los bautizados. En algunos templos, la santa Reserva eucar\u00edstica se conserva en un recept\u00e1culo met\u00e1lico en forma de paloma (el columbarium), suspendido por encima del altar. El s\u00edmbolo de la paloma para sugerir al Esp\u00edritu Santo es tradicional en la iconograf\u00eda cristiana.<\/p>

        III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL ESPIRITU Y LA PALABRA DE DIOS<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EN EL TIEMPO DE LAS PROMESAS<\/p>

        702 Desde el comienzo y hasta \u00abla plenitud de los tiempos\u00bb (Ga 4, 4), la Misi\u00f3n conjunta del Verbo y del Esp\u00edritu del Padre permanece oculta pero activa. El Esp\u00edritu de Dios preparaba entonces el tiempo del Mes\u00edas, y ambos, sin estar todav\u00eda plenamente revelados, ya han sido prometidos a fin de ser esperados y aceptados cuando se manifiesten. Por eso, cuando la Iglesia lee el Antiguo Testamento (cf. 2 Co 3, 14), investiga en \u00e9l (cf. Jn 5, 39-46) lo que el Esp\u00edritu, \u00abque habl\u00f3 por los profetas\u00bb, quiere decirnos acerca de Cristo.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por \u00abprofetas\u00bb, la fe de la Iglesia entiende aqu\u00ed a todos los que fueron inspirados por el Esp\u00edritu Santo en el vivo anuncio y en la redacci\u00f3n de los Libros Santos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. La tradici\u00f3n jud\u00eda distingue la Ley [los cinco primeros libros o Pentateuco], los Profetas [que nosotros llamamos los libros hist\u00f3ricos y prof\u00e9ticos] y los Escritos [sobre todo sapienciales, en particular los Salmos, cf. Lc 24, 44].<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En la Creaci\u00f3n<\/p>

        703\u00a0 La Palabra de Dios y su Soplo est\u00e1n en el origen del ser y de la vida de toda creatura (cf. Sal 33, 6; 104, 30; Gn 1, 2; 2, 7; Qo 3, 20-21; Ez 37, 10):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es justo que el Esp\u00edritu Santo reine, santifique y anime la creaci\u00f3n porque es Dios consubstancial al Padre y al Hijo … A El se le da el poder sobre la vida, porque siendo Dios guarda la creaci\u00f3n en el Padre por el Hijo (Liturgia bizantina, Tropario de maitines, domingos del segundo modo).<\/p>

        704\u00a0 \u00abEn cuanto al hombre, es con sus propias manos [es decir, el Hijo y el Esp\u00edritu Santo] como Dios lo hizo … y \u00e9l dibuj\u00f3 sobre la carne moldeada su propia forma, de modo que incluso lo que fuese visible llevase la forma divina\u00bb (San Ireneo, dem. 11).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu de la promesa<\/p>

        705\u00a0 Desfigurado por el pecado y por la muerte, el hombre continua siendo \u00aba imagen de Dios\u00bb, a imagen del Hijo, pero \u00abprivado de la Gloria de Dios\u00bb (Rm 3, 23), privado de la \u00absemejanza\u00bb. La Promesa hecha a Abraham inaugura la Econom\u00eda de la Salvaci\u00f3n, al final de la cual el Hijo mismo asumir\u00e1 \u00abla imagen\u00bb (cf. Jn 1, 14; Flp 2, 7) y la restaurar\u00e1 en \u00abla semejanza\u00bb con el Padre volvi\u00e9ndole a dar la Gloria, el Esp\u00edritu \u00abque da la Vida\u00bb.<\/p>

        706\u00a0 Contra toda esperanza humana, Dios promete a Abraham una descendencia, como fruto de la fe y del poder del Esp\u00edritu Santo (cf. Gn 18, 1-15; Lc 1, 26-38. 54-55; Jn 1, 12-13; Rm 4, 16-21). En ella ser\u00e1n bendecidas todas las naciones de la tierra (cf. Gn 12, 3). Esta descendencia ser\u00e1 Cristo (cf. Ga 3, 16) en quien la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo formar\u00e1 \u00abla unidad de los hijos de Dios dispersos\u00bb (cf. Jn 11, 52). Comprometi\u00e9ndose con juramento (cf. Lc 1, 73), Dios se obliga ya al don de su Hijo Amado (cf. Gn 22, 17-19; Rm 8, 32;Jn 3, 16) y al don del \u00abEsp\u00edritu Santo de la Promesa, que es prenda … para redenci\u00f3n del Pueblo de su posesi\u00f3n\u00bb (Ef 1, 13-14; cf. Ga 3, 14).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En las Teofan\u00edas y en la Ley<\/p>

        707\u00a0 Las Teofan\u00edas [manifestaciones de Dios] iluminan el camino de la Promesa, desde los Patriarcas a Mois\u00e9s y desde Josu\u00e9 hasta las visiones que inauguran la misi\u00f3n de los grandes profetas. La tradici\u00f3n cristiana siempre ha reconocido que, en estas Teofan\u00edas, el Verbo de Dios se dejaba ver y o\u00edr, a la vez revelado y \u00abcubierto\u00bb por la nube del Esp\u00edritu Santo.<\/p>

        708\u00a0 Esta pedagog\u00eda de Dios aparece especialmente en el don de la Ley (cf. Ex 19-20; Dt 1-11; 29-30), que fue dada como un \u00abpedagogo\u00bb para conducir al Pueblo hacia Cristo (Ga 3, 24). Pero su impotencia para salvar al hombre privado de la \u00absemejanza\u00bb divina y el conocimiento creciente que ella da del pecado (cf. Rm 3, 20) suscitan el deseo del Esp\u00edritu Santo. Los gemidos de los Salmos lo atestiguan.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En el Reino y en el Exilio<\/p>

        709\u00a0 La Ley, signo de la Promesa y de la Alianza, habr\u00eda debido regir el coraz\u00f3n y las instituciones del Pueblo salido de la fe de Abraham. \u00abSi de veras escuch\u00e1is mi voz y guard\u00e1is mi alianza, … ser\u00e9is para m\u00ed un reino de sacerdotes y una naci\u00f3n santa\u00bb (Ex 19,5-6; cf. 1 P 2, 9). Pero, despu\u00e9s de David, Israel sucumbe a la tentaci\u00f3n de convertirse en un reino como las dem\u00e1s naciones. Pues bien, el Reino objeto de la promesa hecha a David (cf. 2 S 7; Sal 89; Lc 1, 32-33) ser\u00e1 obra del Esp\u00edritu Santo; pertenecer\u00e1 a los pobres seg\u00fan el Esp\u00edritu.<\/p>

        710\u00a0\u00a0 El olvido de la Ley y la infidelidad a la Alianza llevan a la muerte: el Exilio, aparente fracaso de las Promesas, es en realidad fidelidad misteriosa del Dios Salvador y comienzo de una restauraci\u00f3n prometida, pero seg\u00fan el Esp\u00edritu. Era necesario que el Pueblo de Dios sufriese esta purificaci\u00f3n (cf. Lc 24, 26); el Exilio lleva ya la sombra de la Cruz en el Designio de Dios, y el Resto de pobres que vuelven del Exilio es una de la figuras m\u00e1s transparentes de la Iglesia.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La espera del Mes\u00edas y de su Esp\u00edritu<\/p>

        711\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abHe aqu\u00ed que yo lo renuevo\u00bb(Is 43, 19): dos l\u00edneas prof\u00e9ticas se van a perfilar, una se refiere a la espera del Mes\u00edas, la otra al anuncio de un Esp\u00edritu nuevo, y las dos convergen en el peque\u00f1o Resto, el pueblo de los Pobres (cf. So 2, 3), que aguardan en la esperanza la \u00abconsolaci\u00f3n de Israel\u00bb y \u00abla redenci\u00f3n de Jerusal\u00e9n\u00bb (cf. Lc 2, 25. 38).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ya se ha dicho c\u00f3mo Jes\u00fas cumple las profec\u00edas que a \u00e9l se refieren. A continuaci\u00f3n se describen aquellas en que aparece sobre todo la relaci\u00f3n del Mes\u00edas y de su Esp\u00edritu.<\/p>

        712\u00a0\u00a0 Los rasgos del rostro del Mes\u00edas esperado comienzan a aparecer en el Libro del Emmanuel (cf. Is 6, 12) (\u00abcuando Isa\u00edas tuvo la visi\u00f3n de la Gloria\u00bb de Cristo: Jn 12, 41), en particular en Is 11, 1-2:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Saldr\u00e1 un v\u00e1stago del tronco de Jes\u00e9,<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 y un reto\u00f1o de sus ra\u00edces brotar\u00e1.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Reposar\u00e1 sobre \u00e9l el Esp\u00edritu del Se\u00f1or:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 esp\u00edritu de sabidur\u00eda e inteligencia,<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 esp\u00edritu de consejo y de fortaleza,<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 esp\u00edritu de ciencia y temor del Se\u00f1or.<\/p>

        713\u00a0\u00a0 Los rasgos del Mes\u00edas se revelan sobre todo en los Cantos del Siervo (cf. Is 42, 1-9; cf. Mt 12, 18-21; Jn 1, 32-34; despu\u00e9s Is 49, 1-6; cf. Mt 3, 17; Lc 2, 32, y en fin Is 50, 4-10 y 52, 13-53, 12). Estos cantos anuncian el sentido de la Pasi\u00f3n de Jes\u00fas, e indican as\u00ed c\u00f3mo enviar\u00e1 el Esp\u00edritu Santo para vivificar a la multitud: no desde fuera, sino despos\u00e1ndose con nuestra \u00abcondici\u00f3n de esclavos\u00bb (Flp 2, 7). Tomando sobre s\u00ed nuestra muerte, puede comunicarnos su propio Esp\u00edritu de vida.<\/p>

        714\u00a0\u00a0 Por eso Cristo inaugura el anuncio de la Buena Nueva haciendo suyo este pasaje de Isa\u00edas (Lc 4, 18-19; cf. Is 61, 1-2):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu del Se\u00f1or est\u00e1 sobre m\u00ed,<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 porque me ha ungido.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva,<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0a proclamar la liberaci\u00f3n a los cautivos<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 y la vista a los ciegos,<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 para dar la libertad a los oprimidos<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 y proclamar un a\u00f1o de gracia del Se\u00f1or.<\/p>

        715\u00a0\u00a0 Los textos prof\u00e9ticos que se refieren directamente al env\u00edo del Esp\u00edritu Santo son or\u00e1culos en los que Dios habla al coraz\u00f3n de su Pueblo en el lenguaje de la Promesa, con los acentos del \u00abamor y de la\u00a0 fidelidad\u00bb (cf. Ez. 11, 19; 36, 25-28; 37, 1-14; Jr 31, 31-34; y Jl 3, 1-5, cuyo cumplimiento proclamar\u00e1 San Pedro la ma\u00f1ana de Pentecost\u00e9s, cf. Hch 2, 17-21).Seg\u00fan estas promesas, en los \u00ab\u00faltimos tiempos\u00bb, el Esp\u00edritu del Se\u00f1or renovar\u00e1 el coraz\u00f3n de los hombres grabando en ellos una Ley nueva; reunir\u00e1 y reconciliar\u00e1 a los pueblos dispersos y divididos; transformar\u00e1 la primera creaci\u00f3n y Dios habitar\u00e1 en ella con los hombres en la paz.<\/p>

        716\u00a0\u00a0 El Pueblo de los \u00abpobres\u00bb (cf. So 2, 3; Sal 22, 27; 34, 3; Is 49, 13; 61, 1; etc.), los humildes y los mansos, totalmente entregados a los designios misteriosos de Dios, los que esperan la justicia, no de los hombres sino del Mes\u00edas, todo esto es, finalmente, la gran obra de la Misi\u00f3n escondida del Esp\u00edritu Santo durante el tiempo de las Promesas para preparar la venida de Cristo. Esta es la calidad de coraz\u00f3n del Pueblo, purificado e iluminado por el Esp\u00edritu, que se expresa en los Salmos. En estos pobres, el Esp\u00edritu prepara para el Se\u00f1or \u00abun pueblo bien dispuesto\u00bb (cf. Lc 1, 17).<\/p>

        IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL ESPIRITU DE CRISTO EN LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Juan, Precursor, Profeta y Bautista<\/p>

        717\u00a0\u00a0 \u00abHubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. (Jn 1, 6). Juan fue \u00ablleno del Esp\u00edritu Santo ya desde el seno de su madre\u00bb (Lc 1, 15. 41) por obra del mismo Cristo que la Virgen Mar\u00eda acababa de concebir del Esp\u00edritu Santo. La \u00abvisitaci\u00f3n\u00bb de Mar\u00eda a Isabel se convirti\u00f3 as\u00ed en \u00abvisita de Dios a su pueblo\u00bb (Lc 1, 68).<\/p>

        718\u00a0\u00a0 Juan es \u00abEl\u00edas que debe venir\u00bb (Mt 17, 10-13): El fuego del Esp\u00edritu lo habita y le hace correr delante [como \u00abprecursor\u00bb] del Se\u00f1or que viene. En Juan el Precursor, el Esp\u00edritu Santo culmina la obra de \u00abpreparar al Se\u00f1or un pueblo bien dispuesto\u00bb (Lc 1, 17).<\/p>

        719\u00a0\u00a0 Juan es \u00abm\u00e1s que un profeta\u00bb (Lc 7, 26). En \u00e9l, el Esp\u00edritu Santo consuma el \u00abhablar por los profetas\u00bb. Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por El\u00edas (cf. Mt 11, 13-14). Anuncia la inminencia de la consolaci\u00f3n de Israel, es la \u00abvoz\u00bb del Consolador que llega (Jn 1, 23; cf. Is 40, 1-3). Como lo har\u00e1 el Esp\u00edritu de Verdad, \u00abvino como testigo para dar testimonio de la luz\u00bb (Jn 1, 7;cf. Jn 15, 26; 5, 33). Con respecto a Juan, el Esp\u00edritu colma as\u00ed las \u00abindagaciones de los profetas\u00bb y la ansiedad de los \u00e1ngeles (1 P 1, 10-12): \u00abAqu\u00e9l sobre quien veas que baja el Esp\u00edritu y se queda sobre \u00e9l, \u00e9se es el que bautiza con el Esp\u00edritu Santo … Y yo lo he visto y doy testimonio de que este es el Hijo de Dios … He ah\u00ed el Cordero de Dios\u00bb (Jn 1, 33-36).<\/p>

        720\u00a0 En fin, con Juan Bautista, el Esp\u00edritu Santo, inaugura, prefigur\u00e1ndolo, lo que realizar\u00e1 con y en Cristo: volver a dar al hombre la \u00absemejanza\u00bb divina. El bautismo de Juan era para el arrepentimiento, el del agua y del Esp\u00edritu ser\u00e1 un nuevo nacimiento (cf. Jn 3, 5).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cAl\u00e9grate, llena de gracia\u201d<\/p>

        721\u00a0\u00a0 Mar\u00eda, la Sant\u00edsima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra maestra de la Misi\u00f3n del Hijo y del Esp\u00edritu Santo en la Plenitud de los tiempos. Por primera vez en el designio de Salvaci\u00f3n y porque su Esp\u00edritu la ha preparado, el Padre encuentra la Morada en donde su Hijo y su Esp\u00edritu pueden habitar entre los hombres. Por ello, los m\u00e1s bellos textos sobre la sabidur\u00eda, la tradici\u00f3n de la Iglesia los ha entendido frecuentemente con relaci\u00f3n a Mar\u00eda (cf. Pr 8, 1-9, 6; Si 24): Mar\u00eda es cantada y representada en la Liturgia como el trono de la \u00abSabidur\u00eda\u00bb.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En ella comienzan a manifestarse las \u00abmaravillas de Dios\u00bb, que el Esp\u00edritu va a realizar en Cristo y en la Iglesia:<\/p>

        722\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu Santo prepar\u00f3\u00a0 a Mar\u00eda con su gracia . Conven\u00eda que fuese \u00abllena de gracia\u00bb la madre de Aqu\u00e9l en quien \u00abreside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente\u00bb (Col 2, 9). Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia, como la m\u00e1s humilde de todas las criaturas, la m\u00e1s capaz de acoger el don inefable del Omnipotente. Con justa raz\u00f3n, el \u00e1ngel Gabriel la saluda como la \u00abHija de Si\u00f3n\u00bb: \u00abAl\u00e9grate\u00bb (cf. So 3, 14; Za 2, 14). Cuando ella lleva en s\u00ed al Hijo eterno, es la acci\u00f3n de gracias de todo el Pueblo de Dios, y por tanto de la Iglesia, esa acci\u00f3n de gracias que ella eleva en su c\u00e1ntico al Padre en el Esp\u00edritu Santo (cf. Lc 1, 46-55).<\/p>

        723\u00a0\u00a0 En Mar\u00eda el Esp\u00edritu Santo realiza el designio benevolente del Padre. La Virgen concibe y da a luz al Hijo de Dios por obra del Esp\u00edritu Santo. Su virginidad se convierte en fecundidad \u00fanica por medio del poder del Esp\u00edritu y de la fe (cf. Lc 1, 26-38; Rm 4, 18-21; Ga 4, 26-28).<\/p>

        724\u00a0\u00a0 En Mar\u00eda, el Esp\u00edritu Santo manifiesta al Hijo del Padre hecho Hijo de la Virgen. Ella es la zarza ardiente de la teofan\u00eda definitiva: llena del Esp\u00edritu Santo, presenta al Verbo en la humildad de su carne d\u00e1ndolo a conocer a los pobres (cf. Lc 2, 15-19) y a las primicias de las naciones (cf. Mt 2, 11).<\/p>

        725\u00a0\u00a0 En fin, por medio de Mar\u00eda, el Esp\u00edritu Santo comienza a poner en Comuni\u00f3n con Cristo a los hombres \u00abobjeto del amor benevolente de Dios\u00bb (cf. Lc 2, 14), y los humildes son siempre los primeros en recibirle: los pastores, los magos, Sime\u00f3n y Ana, los esposos de Can\u00e1 y los primeros disc\u00edpulos.<\/p>

        726\u00a0 Al t\u00e9rmino de esta Misi\u00f3n del Esp\u00edritu,\u00a0 Mar\u00eda se convierte en la \u00abMujer\u00bb, nueva Eva \u00abmadre de los vivientes\u00bb, Madre del \u00abCristo total\u00bb (cf. Jn 19, 25-27). As\u00ed es como ella est\u00e1 presente con los Doce, que \u00abperseveraban en la oraci\u00f3n, con un mismo esp\u00edritu\u00bb (Hch 1, 14), en el amanecer de los \u00ab\u00faltimos tiempos\u00bb que el Esp\u00edritu va a inaugurar en la ma\u00f1ana de Pentecost\u00e9s con la manifestaci\u00f3n de la Iglesia.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cristo Jes\u00fas<\/p>

        727\u00a0\u00a0 Toda la Misi\u00f3n del Hijo y del Esp\u00edritu Santo en la plenitud de\u00a0 los tiempos se resume en que el Hijo es el Ungido del Padre desde su Encarnaci\u00f3n: Jes\u00fas es Cristo, el Mes\u00edas.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Todo el segundo cap\u00edtulo del S\u00edmbolo de la fe hay que leerlo a la luz de esto. Toda la obra de Cristo es misi\u00f3n conjunta del Hijo y del Esp\u00edritu Santo. Aqu\u00ed se mencionar\u00e1 solamente lo que se refiere a la promesa del Esp\u00edritu Santo hecha por Jes\u00fas y su don realizado por el Se\u00f1or glorificado.<\/p>

        728\u00a0 Jes\u00fas no revela plenamente el Esp\u00edritu Santo hasta que \u00e9l mismo no ha sido glorificado por su Muerte y su Resurrecci\u00f3n. Sin embargo, lo sugiere poco a poco, incluso en su ense\u00f1anza a la muchedumbre, cuando revela que su Carne ser\u00e1 alimento para la vida del mundo (cf. Jn 6, 27. 51.62-63). Lo sugiere tambi\u00e9n a Nicodemo (cf. Jn 3, 5-8), a la Samaritana (cf. Jn 4, 10. 14. 23-24) y a los que participan en la fiesta de los Tabern\u00e1culos (cf. Jn 7, 37-39). A sus disc\u00edpulos les habla de \u00e9l abiertamente a prop\u00f3sito de la oraci\u00f3n (cf. Lc 11, 13) y del testimonio que tendr\u00e1n que dar (cf. Mt 10, 19-20).<\/p>

        729\u00a0 Solamente cuando ha llegado la Hora en que va a ser glorificado Jes\u00fas promete la venida del Esp\u00edritu Santo, ya que su Muerte y su Resurrecci\u00f3n ser\u00e1n el cumplimiento de la Promesa hecha a los Padres (cf. Jn 14, 16-17. 26; 15, 26; 16, 7-15; 17, 26): El Esp\u00edritu de Verdad, el otro Par\u00e1clito, ser\u00e1 dado por el Padre en virtud de la oraci\u00f3n de Jes\u00fas; ser\u00e1 enviado por el Padre en nombre de Jes\u00fas; Jes\u00fas lo enviar\u00e1 de junto al Padre porque \u00e9l ha salido del Padre. El Esp\u00edritu Santo vendr\u00e1, nosotros lo conoceremos, estar\u00e1 con nosotros para siempre, permanecer\u00e1 con nosotros; nos lo ense\u00f1ar\u00e1 todo y nos recordar\u00e1 todo lo que Cristo nos ha dicho y dar\u00e1 testimonio de \u00e9l; nos conducir\u00e1 a la verdad completa y glorificar\u00e1 a Cristo. En cuanto al mundo lo acusar\u00e1 en materia de pecado, de justicia y de juicio.<\/p>

        730\u00a0 Por fin llega la Hora de Jes\u00fas (cf. Jn 13, 1; 17, 1): Jes\u00fas entrega su esp\u00edritu en las manos del Padre (cf. Lc 23, 46; Jn 19, 30) en el momento en que por su Muerte es vencedor de la muerte, de modo que, \u00abresucitado de los muertos por la Gloria del Padre\u00bb (Rm 6, 4), enseguida da a sus disc\u00edpulos el Esp\u00edritu Santo dirigiendo sobre ellos su aliento (cf. Jn 20, 22). A partir de esta hora, la misi\u00f3n de Cristo y del Esp\u00edritu se convierte en la misi\u00f3n de la Iglesia: \u00abComo el Padre me envi\u00f3, tambi\u00e9n yo os env\u00edo\u00bb (Jn 20, 21; cf. Mt 28, 19; Lc 24, 47-48; Hch 1, 8).<\/p>

        V \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL ESPIRITU Y LA IGLESIA EN LOS ULTIMOS TIEMPOS<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pentecost\u00e9s<\/p>

        731\u00a0\u00a0 El d\u00eda de Pentecost\u00e9s (al t\u00e9rmino de las siete semanas pascuales), la Pascua de Cristo se consuma con la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina: desde su plenitud, Cristo, el Se\u00f1or (cf. Hch 2, 36), derrama profusamente el Esp\u00edritu.<\/p>

        732\u00a0\u00a0 En este d\u00eda se revela plenamente la Sant\u00edsima Trinidad. Desde ese d\u00eda el Reino anunciado por Cristo est\u00e1 abierto a todos los que creen en El: en la humildad de la carne y en la fe, participan ya en la Comuni\u00f3n de la Sant\u00edsima Trinidad. Con su venida, que no cesa, el Esp\u00edritu Santo hace entrar al mundo en los \u00ab\u00faltimos tiempos\u00bb, el tiempo de la Iglesia, el Reino ya heredado, pero todav\u00eda no consumado:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hemos visto la verdadera Luz,\u00a0 hemos recibido el Esp\u00edritu celestial, hemos encontrado la verdadera fe: adoramos la Trinidad indivisible porque ella nos ha salvado (Liturgia bizantina, Tropario de V\u00edsperas de Pentecost\u00e9s; empleado tambi\u00e9n en las liturgias eucar\u00edsticas despu\u00e9s de la comuni\u00f3n)<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu Santo, El Don de Dios<\/p>

        733\u00a0\u00a0 \u00abDios es Amor\u00bb (1 Jn 4, 8. 16) y el Amor que es\u00a0 el primer don, contiene todos los dem\u00e1s. Este amor \u00abDios lo ha derramado en nuestros corazones por el Esp\u00edritu Santo que nos ha sido dado\u00bb (Rm 5, 5).<\/p>

        734\u00a0\u00a0 Puesto que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto del don del Amor es la remisi\u00f3n de nuestros pecados. La Comuni\u00f3n con el Esp\u00edritu Santo (2 Co 13, 13) es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza divina perdida por el pecado.<\/p>

        735\u00a0\u00a0 El nos da entonces las \u00abarras\u00bb o las \u00abprimicias\u00bb de nuestra herencia (cf. Rm 8, 23; 2 Co 1, 21): la Vida misma de la Sant\u00edsima Trinidad que es amar \u00abcomo \u00e9l nos ha amado\u00bb (cf. 1 Jn 4, 11-12). Este amor (la caridad de 1 Co 13) es el principio de la vida nueva en Cristo, hecha posible porque hemos \u00abrecibido una fuerza, la del Esp\u00edritu Santo\u00bb (Hch 1, 8).<\/p>

        736\u00a0 Gracias a este poder del Esp\u00edritu Santo los hijos de Dios pueden dar fruto. El que nos ha injertado en la Vid verdadera har\u00e1 que demos \u00abel fruto del Esp\u00edritu que es caridad, alegr\u00eda, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza\u00bb(Ga 5, 22-23). \u00abEl Esp\u00edritu es nuestra Vida\u00bb: cuanto m\u00e1s renunciamos a nosotros mismos (cf. Mt 16, 24-26), m\u00e1s \u00abobramos tambi\u00e9n seg\u00fan el Esp\u00edritu\u00bb (Ga 5, 25):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por la comuni\u00f3n con \u00e9l, el Esp\u00edritu Santo nos hace espirituales, nos restablece en el Para\u00edso, nos lleva al Reino de los cielos y a la adopci\u00f3n filial, nos da la confianza de llamar a Dios Padre y de participar en la gracia de Cristo, de ser llamado hijo de la luz y de tener parte en la gloria eterna (San Basilio, Spir. 15,36).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu Santo y la Iglesia<\/p>

        737\u00a0\u00a0 La misi\u00f3n de Cristo y del Esp\u00edritu Santo se realiza en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Templo del Esp\u00edritu Santo. Esta misi\u00f3n conjunta asocia desde ahora a los fieles de Cristo en su Comuni\u00f3n con el Padre en el Esp\u00edritu Santo: El Esp\u00edritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Se\u00f1or resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrecci\u00f3n. Les hace presente el Misterio de Cristo, sobre todo en la Eucarist\u00eda para reconciliarlos, para conducirlos a la Comuni\u00f3n con Dios, para que den \u00abmucho fruto\u00bb (Jn 15, 5. 8. 16).<\/p>

        738\u00a0 As\u00ed, la misi\u00f3n de la Iglesia no se a\u00f1ade a la de Cristo y del Esp\u00edritu Santo, sino que es su sacramento: con todo su ser y en todos sus miembros ha sido enviada para anunciar y dar testimonio, para actualizar y extender el Misterio de la Comuni\u00f3n de la Sant\u00edsima Trinidad (esto ser\u00e1 el objeto del pr\u00f3ximo art\u00edculo):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Todos nosotros que hemos recibido el mismo y \u00fanico esp\u00edritu, a saber, el Esp\u00edritu Santo, nos hemos fundido entre nosotros y con Dios ya que por mucho que nosotros seamos numerosos separadamente y que Cristo haga que el Esp\u00edritu del Padre y suyo habite en cada uno de nosotros, este Esp\u00edritu \u00fanico e indivisible lleva por s\u00ed mismo a la unidad a aquellos que son distintos entre s\u00ed … y hace que todos aparezcan como una sola cosa en \u00e9l . Y de la misma manera que el poder de la santa humanidad de Cristo hace que todos aquellos en los que ella se encuentra formen un solo cuerpo, pienso que tambi\u00e9n de la misma manera el Esp\u00edritu de Dios que habita en todos, \u00fanico e indivisible, los lleva a todos a la unidad espiritual (San Cirilo de Alejandr\u00eda, Jo 12).<\/p>

        739\u00a0 Puesto que el Esp\u00edritu Santo es la Unci\u00f3n de Cristo, es Cristo, Cabeza del Cuerpo, quien lo distribuye entre sus miembros para alimentarlos, sanarlos, organizarlos en sus funciones mutuas, vivificarlos, enviarlos a dar testimonio, asociarlos a su ofrenda al Padre y a su intercesi\u00f3n por el mundo entero. Por medio de los sacramentos de la Iglesia, Cristo comunica su Esp\u00edritu, Santo y Santificador, a los miembros de su Cuerpo (esto ser\u00e1 el objeto de la segunda parte del Catecismo).<\/p>

        740\u00a0 Estas \u00abmaravillas de Dios\u00bb, ofrecidas a los creyentes en los Sacramentos de la Iglesia, producen sus frutos en la vida nueva, en Cristo, seg\u00fan el Esp\u00edritu (esto ser\u00e1 el objeto de la tercera parte del Catecismo).<\/p>

        741\u00a0\u00a0 \u00abEl Esp\u00edritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como conviene; mas el Esp\u00edritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables\u00bb (Rm 8, 26). El Esp\u00edritu Santo, art\u00edfice de las obras de Dios, es el Maestro de la oraci\u00f3n (esto ser\u00e1 el objeto de la\u00a0 cuarta parte del Catecismo).<\/p>

        RESUMEN<\/p>

        742\u00a0\u00a0 \u00abLa prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Esp\u00edritu de su Hijo que clama:Abba, Padre\u00bb (Ga 4, 6).<\/p>

        743\u00a0\u00a0 Desde el comienzo y hasta de la consumaci\u00f3n de los tiempos, cuando Dios env\u00eda a su Hijo, env\u00eda siempre a su Esp\u00edritu: la misi\u00f3n de ambos es conjunta e inseparable.<\/p>

        744\u00a0 En la plenitud de los tiempos, el Esp\u00edritu Santo realiza en Mar\u00eda todas las preparaciones para la venida de Cristo al Pueblo de Dios. Mediante la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo en ella, el Padre da al mundo el Emmanue l, \u00abDios con nosotros\u00bb (Mt 1, 23).<\/p>

        745\u00a0\u00a0 El Hijo de Dios es consagrado Cristo [Mes\u00edas] mediante la Unci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo en su Encarnaci\u00f3n (cf. Sal 2, 6-7).<\/p>

        746\u00a0 Por su Muerte y su Resurrecci\u00f3n, Jes\u00fas es constitu\u00eddo Se\u00f1or y Cristo en la gloria (Hch 2, 36). De su plenitud derrama el Esp\u00edritu Santo sobre los Ap\u00f3stoles y la Iglesia.<\/p>

        747\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu Santo que Cristo, Cabeza, derrama sobre sus miembros, construye, anima y santifica a la Iglesia. Ella es el sacramento de la Comuni\u00f3n de la Sant\u00edsima Trinidad con los hombres.<\/p>

        Articulo 9\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cCREO EN LA SANTA IGLESIA CATOLICA\u201d<\/p>

        748\u00a0 \u00abCristo es la luz de los pueblos. Por eso, este sacrosanto S\u00ednodo, reunido en el Esp\u00edritu Santo, desea vehementemente iluminar a todos los hombres con la luz de Cristo, que resplandece sobre el rostro de la Iglesia, anunciando el evangelio a todas las criaturas\u00bb. Con estas palabras comienza la \u00abConstituci\u00f3n dogm\u00e1tica sobre la Iglesia\u00bb del Concilio Vaticano II. As\u00ed, el Concilio muestra que el art\u00edculo de la fe sobre la Iglesia depende enteramente de los art\u00edculos que se refieren a Cristo Jes\u00fas. La Iglesia no tiene otra luz que la de Cristo; ella es, seg\u00fan una imagen predilecta de los Padres de la Iglesia, comparable a la luna cuya luz es reflejo del sol.<\/p>

        749\u00a0 El art\u00edculo sobre la Iglesia depende enteramente tambi\u00e9n del que le precede, sobre el Esp\u00edritu Santo. \u00abEn efecto, despu\u00e9s de haber mostrado que el Esp\u00edritu Santo es la fuente y el dador de toda santidad, confesamos ahora que es El quien ha dotado de santidad a la Iglesia\u00bb (Catech. R. 1, 10, 1). La Iglesia, seg\u00fan la expresi\u00f3n de los Padres, es el lugar \u00abdonde florece el Esp\u00edritu\u00bb (San Hip\u00f3li to, t.a. 35).<\/p>

        750\u00a0 Creer que la Iglesia es \u00abSanta\u00bb y \u00abCat\u00f3lica\u00bb, y que es \u00abUna\u00bb y \u00abApost\u00f3lica\u00bb (como a\u00f1ade el S\u00edmbolo nicenoconstantinopolitano) es inseparable de la fe en Dios, Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo. En el S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles, hacemos profesi\u00f3n de creer que existe una Iglesia Santa (\u00abCredo … Ecclesiam\u00bb), y no de creer en la Iglesia para no confundir a Dios con sus obras y para atribuir claramente a la bondad de Dios todos los dones que ha puesto en su Iglesia (cf. Catech. R. 1, 10, 22).<\/p>

        P\u00e1rrafo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA EN EL DESIGNIO DE DIOS<\/p>

        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS NOMBRES Y LAS IMAGENES DE LA IGLESIA<\/p>

        751\u00a0\u00a0 La palabra \u00abIglesia\u00bb [\u00abekkl\u00e8sia\u00bb, del griego \u00abek-kalein\u00bb – \u00abllamar fuera\u00bb] significa \u00abconvocaci\u00f3n\u00bb. Designa asambleas del pueblo (cf. Hch 19, 39), en general de car\u00e1cter religioso. Es el t\u00e9rmino frecuentemente utilizado en el texto griego del Antiguo Testamento para designar la asamblea del pueblo elegido en la presencia de Dios, sobre todo cuando se trata de la asamblea del Sina\u00ed, en donde Israel recibi\u00f3 la Ley y fue constituido por Dios como su pueblo santo (cf. Ex 19). D\u00e1ndose a s\u00ed misma el nombre de \u00abIglesia\u00bb, la primera comunidad de los que cre\u00edan en Cristo se reconoce heredera de aquella asamblea. En ella, Dios \u00abconvoca\u00bb a su Pueblo desde\u00a0 todos los confines de la tierra. El t\u00e9rmino \u00abKiriak\u00e9\u00bb, del que se deriva las palabras \u00abchurch\u00bb en ingl\u00e9s, y \u00abKirche\u00bb en alem\u00e1n, significa \u00abla que pertenece al Se\u00f1or\u00bb.<\/p>

        752\u00a0\u00a0 En el lenguaje cristiano, la palabra \u00abIglesia\u00bb designa no s\u00f3lo la asamblea lit\u00fargica (cf. 1 Co 11, 18; 14, 19. 28. 34. 35), sino tambi\u00e9n la comunidad local (cf. 1 Co 1, 2; 16, 1) o toda la comunidad universal de los creyentes (cf. 1 Co 15, 9; Ga 1, 13; Flp 3, 6). Estas tres significaciones son inseparables de hecho. La \u00abIglesia\u00bb es el pueblo que Dios re\u00fane en el mundo entero. La Iglesia de Dios existe en las comunidades locales y se realiza como asamblea lit\u00fargica, sobre todo eucar\u00edstica. La Iglesia vive de la Palabra y del Cuerpo de Cristo y de esta manera viene a ser ella misma Cuerpo de Cristo.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los s\u00edmbolos de la Iglesia<\/p>

        753\u00a0\u00a0 En la Sagrada Escritura encontramos multitud de im\u00e1genes y de figuras relacionadas entre s\u00ed, mediante las cuales la revelaci\u00f3n habla del Misterio inagotable de la Iglesia. Las im\u00e1genes tomadas del Antiguo Testamento constituyen variaciones de una idea de fondo, la del \u00abPueblo de Dios\u00bb. En el Nuevo Testamento (cf. Ef 1, 22; Col 1, 18), todas estas im\u00e1genes adquieren un nuevo centro por el hecho de que Cristo viene a ser \u00abla Cabeza\u00bb de este Pueblo (cf. LG 9) el cual es desde entonces su Cuerpo. En torno a este centro se agrupan im\u00e1genes \u00abtomadas de la vida de los pastores, de la agricultura, de la construcci\u00f3n, incluso de la familia y del matrimonio\u00bb (LG 6).<\/p>

        754\u00a0\u00a0 \u00abLa Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta \u00fanica y necesaria es Cristo(Jn 10, 1-10). Es tambi\u00e9n el reba\u00f1o cuy pastor ser\u00e1 el mismo Dios, como \u00e9l mismo anunci\u00f3 (cf. Is 40, 11; Ez 34, 11-31). Aunque son pastores humanos quien es gobiernan a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las gu\u00eda y alimenta; El, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores (cf. Jn 10, 11; 1 P 5, 4), que dio su vida por las ovejas (cf. Jn 10, 11-15)\u00bb.<\/p>

        755\u00a0\u00a0 \u00abLa Iglesia es labranza o campo de Dios (1 Co 3, 9). En este campo crece el antiguo olivo cuya ra\u00edz santa fueron los patriarcas y en el que tuvo y tendr\u00e1 lugar la reconciliaci\u00f3n de los jud\u00edos y de los gentiles (Rm 11, 13-26). El labrador del cielo la plant\u00f3 como vi\u00f1a selecta (Mt 21, 33-43 par.; cf. Is 5, 1-7). La verdadera vid es Cristo, que da vida y fecundidad a a los sarmientos, es decir, a nosotros, que permanecemos en \u00e9l por medio de la Iglesia y que sin \u00e9l no podemos hacer nada (Jn 15, 1-5)\u00bb.<\/p>

        756\u00a0 \u00abTambi\u00e9n muchas veces a la Iglesia se la llama construcci\u00f3n de Dios (1 Co 3, 9). El Se\u00f1or mismo se compar\u00f3 a la piedra que desecharon los constructores, pero que se convirti\u00f3 en la piedra angular (Mt 21, 42 par.; cf. Hch 4, 11; 1 P 2, 7; Sal 118, 22). Los ap\u00f3stoles construyen la Iglesia sobre ese fundamento (cf. 1 Co 3, 11), que le da solidez y cohesi\u00f3n. Esta construcci\u00f3n recibe diversos nombres: casa de Dios:\u00a0 casa de Dios (1 Tim 3, 15) en la que habita su familia, habitaci\u00f3n de Dios en el Esp\u00edritu (Ef 2, 19-22), tienda de Dios con los hombres (Ap 21, 3), y sobre todo, templo santo. Representado en los templos de piedra, los Padres cantan sus alabanzas, y la liturgia, con raz\u00f3n, lo compara a la ciudad santa, a la nueva Jerusal\u00e9n. En ella, en efecto, nosotros como piedras vivas entramos en su construcci\u00f3n en este mundo (cf. 1 P 2, 5). San Juan ve en el mundo renovado bajar del cielo, de junto a Dios, esta ciudad santa arreglada como una esposa embellecidas para su esposo (Ap 21, 1-2)\u00bb.<\/p>

        757\u00a0\u00a0 \u00abLa Iglesia que es llamada tambi\u00e9n \u00abla Jerusal\u00e9n de arriba\u00bb y \u00abmadre nuestra\u00bb (Ga 4, 26; cf. Ap 12, 17), y se la describe como la esposa inmaculada del Cordero inmaculado (Ap 19, 7; 21, 2. 9; 22, 17). Cristo `la am\u00f3 y se entreg\u00f3 por ella para santificarla’ (Ef 5, 25-26); se uni\u00f3 a ella en alianza indisoluble, `la alimenta y la cuida’ (Ef 5, 29) sin cesar\u00bb (LG 6).<\/p>

        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 ORIGEN, FUNDACION Y MISION DE LA IGLESIA<\/p>

        758\u00a0 Para penetrar en el Misterio de la Iglesia, conviene primeramente contemplar su origen dentro del designio de la Sant\u00edsima Trinidad y su realizaci\u00f3n progresiva en la historia.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Un designio nacido en el coraz\u00f3n del Padre<\/p>

        759\u00a0 \u00abEl Padre eterno cre\u00f3 el mundo por una decisi\u00f3n totalmente libre y misteriosa de su sabidur\u00eda y bondad. Decidi\u00f3 elevar a los hombres a la participaci\u00f3n de la vida divina\u00bb a la cual llama a todos los hombres en su Hijo: \u00abDispuso convocar a los creyentes en Cristo en la santa Iglesia\u00bb.\u00a0 Esta \u00abfamilia de Dios\u00bb se constituye y se realiza gradualmente a lo largo de las etapas de la historia humana, seg\u00fan las disposiciones del Padre: en efecto, la Iglesia ha sido \u00abprefigurada ya desde el origen del mundo y preparada maravillosamente en la historia del pueblo de Israel y en la Antigua Alianza; se constituy\u00f3 en los \u00faltimos tiempos, se manifest\u00f3 por la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu y llegar\u00e1 gloriosamente a su plenitud al final de los siglos\u00bb (LG 2).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia, prefigurada desde el origen del mundo<\/p>

        760\u00a0 \u00abEl mundo fue creado en orden a la Iglesia\u00bb dec\u00edan los cristianos de los primeros tiempos (Hermas, vis.2, 4,1; cf. Ar\u00edstides, apol. 16, 6; Justino, apol. 2, 7). Dios cre\u00f3 el mundo en orden a la comuni\u00f3n en su vida divina, \u00abcomuni\u00f3n\u00bb que se realiza mediante la \u00abconvocaci\u00f3n\u00bb de los hombres en Cristo, y esta \u00abconvocaci\u00f3n\u00bb es la Iglesia. La Iglesia es la finalidad de todas las cosas (cf. San Epifanio, haer. 1,1,5), e incluso las\u00a0 vicisitudes dolorosas como la ca\u00edda de los \u00e1ngeles y el pecado del hombre, no fueron permitidas por Dios m\u00e1s que como ocasi\u00f3n y medio de desplegar toda la fuerza de su brazo, toda la medida del amor que quer\u00eda dar al mundo:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 As\u00ed como la voluntad de Dios es un acto y se llama mundo, as\u00ed su intenci\u00f3n es la salvaci\u00f3n de los hombres y se llama Iglesia (Clemente de Alej. paed. 1, 6).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0La Iglesia, preparada en la Antigua Alianza<\/p>

        761\u00a0\u00a0 La reuni\u00f3n del pueblo de Dios comienza en el instante en que el pecado destruye la comuni\u00f3n de los hombres con Dios y la de los hombres entre s\u00ed. La reuni\u00f3n de la Iglesia es por as\u00ed decirlo la reacci\u00f3n de Dios al caos provocado por el pecado. Esta reunificaci\u00f3n se realiza secretamente en el seno de todos los pueblos: \u00abEn cualquier naci\u00f3n el que le teme [a Dios] y practica la justicia le es grato\u00bb (Hch 10, 35; cf LG 9; 13; 16).<\/p>

        762\u00a0 La preparaci\u00f3n lejana de la reuni\u00f3n del pueblo de Dios comienza con la vocaci\u00f3n de Abraham, a quien Dios promete que llegar\u00e1 a ser Padre de un gran pueblo (cf Gn 12, 2; 15, 5-6). La preparaci\u00f3n inmediata comienza con la elecci\u00f3n de Israel como pueblo de Dios (cf Ex 19, 5-6; Dt 7, 6). Por su elecci\u00f3n, Israel debe ser el signo de la reuni\u00f3n futura de todas las naciones (cf Is 2, 2-5; Mi 4, 1-4). Pero ya los profetas acusan a Israel de haber roto la alianza y haberse comportado como una prostituta (cf Os 1; Is 1, 2-4; Jr 2; etc.). Anuncian, pues, una Alianza nueva y eterna (cf. Jr 31, 31-34; Is 55, 3). \u00abJes\u00fas instituy\u00f3 esta nueva alianza\u00bb (LG 9).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia – instituida por Cristo Jes\u00fas<\/p>

        763\u00a0 Corresponde al Hijo realizar el plan de Salvaci\u00f3n de su Padre, en la plenitud de los tiempos; ese es el motivo de su \u00abmisi\u00f3n\u00bb (cf. LG 3; AG 3). \u00abEl Se\u00f1or Jes\u00fas comenz\u00f3 su Iglesia con el anuncio de la Buena Noticia, es decir, de la llegada del Reino de Dios prometido desde hac\u00eda siglos en las Escrituras\u00bb (LG 5). Para cumplir la voluntad del Padre, Cristo inaugur\u00f3 el Reino de los cielos en la tierra. La Iglesia es el Reino de Cristo \u00abpresente ya en misterio\u00bb (LG 3).<\/p>

        764\u00a0 \u00abEste Reino se manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de Cristo\u00bb (LG 5). Acoger la palabra de Jes\u00fas es acoger \u00abel Reino\u00bb (ibid.). El germen y el comienzo del Reino son el \u00abpeque\u00f1o reba\u00f1o\u00bb (Lc 12, 32), de los que Jes\u00fas ha venido a convocar en torno suyo y de los que \u00e9l mismo es el pastor (cf. Mt 10, 16; 26, 31; Jn 10, 1-21). Constituyen la verdadera familia de Jes\u00fas (cf. Mt 12, 49). A los que reuni\u00f3 as\u00ed en torno suyo, les ense\u00f1\u00f3 no s\u00f3lo una nueva \u00abmanera de obrar\u00bb, sino tambi\u00e9n una oraci\u00f3n propia (cf. Mt 5-6).<\/p>

        765\u00a0 El Se\u00f1or Jes\u00fas dot\u00f3 a su comunidad de una estructura que permanecer\u00e1 hasta la plena consumaci\u00f3n del Reino. Ante todo est\u00e1 la elecci\u00f3n de los Doce con Pedro como su Cabeza (cf. Mc 3, 14-15); puesto que representan a las doce tribus de Israel (cf. Mt 19, 28; Lc 22, 30), ellos son los cimientos de la nueva Jerusal\u00e9n (cf. Ap 21, 12-14). Los Doce (cf. Mc6, 7) y los otros disc\u00edpulos (cf. Lc 10,1-2) participan en la misi\u00f3n de Cristo, en su poder, y tambi\u00e9n en su suerte (cf. Mt 10, 25; Jn 15, 20). Con todos estos actos, Cristo prepara y edifica su Iglesia.<\/p>

        766\u00a0 Pero la Iglesia ha nacido principalmente del don total de Cristo por nuestra salvaci\u00f3n, anticipado en la instituci\u00f3n de la Eucarist\u00eda y realizado en la Cruz. \u00abEl agua y la sangre que brotan del costado abierto de Jes\u00fas crucificado son signo de este comienzo y crecimiento\u00bb (LG 3 .\u00bbPues del costado de Cristo dormido en la cruz naci\u00f3 el sacramento admirable de toda la Iglesia\u00bb (SC 5). Del mismo modo que Eva fue formada del costado de Ad\u00e1n adormecido, as\u00ed la Iglesia naci\u00f3 del coraz\u00f3n traspasado de Cristo muerto en la Cruz (cf. San Ambrosio, Luc 2, 85-89).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia, manifestada por el Esp\u00edritu Santo<\/p>

        767\u00a0 \u00abCuando el Hijo termin\u00f3 la obra que el Padre le encarg\u00f3 realizar en la tierra, fue enviado el Esp\u00edritu Santo el d\u00eda de Pentecost\u00e9s para que santificara continuamente a la Iglesia\u00bb (LG 4). Es entonces cuando \u00abla Iglesia se manifest\u00f3 p\u00fablicamente ante la multitud; se inici\u00f3 la difusi\u00f3n del evangelio entre los pueblos mediante la predicaci\u00f3n\u00bb (AG 4). Como ella es \u00abconvocatoria\u00bb de salvaci\u00f3n para todos los hombres, la Iglesia, por su misma naturaleza, misionera enviada por Cristo a todas las naciones para hacer de ellas disc\u00edpulos suyos (cf. Mt 28, 19-20; AG 2,5-6).<\/p>

        768\u00a0 Para realizar su misi\u00f3n, el Esp\u00edritu Santo \u00abla construye y dirige con diversos dones jer\u00e1rquicos y carism\u00e1ticos\u00bb LG 4). \u00abLa Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y guardando fielmente sus mandamientos del amor, la humildad y la renuncia, recibe la misi\u00f3n de anunciar y establecer en todos los pueblos el Reino de Cristo y de Dios. Ella constituye el germen y el comienzo de este Reino en la tierra\u00bb (LG 5).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia, consumada en la gloria<\/p>

        769\u00a0 La Iglesia \u00abs\u00f3lo llegar\u00e1 a su perfecci\u00f3n en la gloria del cielo\u00bb (LG 48), cuando Cristo vuelva glorioso. Hasta ese d\u00eda, \u00abla Iglesia avanza en su peregrinaci\u00f3n a trav\u00e9s de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios\u00bb (San Agust\u00edn, civ. 18, 51;cf. LG 8). Aqu\u00ed abajo, ella se sabe en exilio, lejos del Se\u00f1or (cf. 2Co 5, 6; LG 6), y aspira al advenimimento pleno del Reino, \u00aby espera y desea con todas sus fuerzas reunirse con su Rey en la gloria\u00bb (LG 5). La consumaci\u00f3n de la Iglesia en la gloria, y a trav\u00e9s de ella la del mundo, no suceder\u00e1 sin grandes pruebas. Solamente entonces, \u00abtodos los justos desde Ad\u00e1n, `desde el justo Abel hasta el \u00faltimo de los elegidos’ se reunir\u00e1n con el Padre en la Iglesia universal\u00bb (LG 2).<\/p>

        III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL MISTERIO DE LA IGLESIA<\/p>

        770\u00a0 La Iglesia est\u00e1 en la historia, pero al mismo tiempo la transciende. Solamente \u00abcon los ojos de la fe\u00bb (Catech. R. 1,10, 20) se puede ver al mismo tiempo en esta realidad visible una realidad espiritual, portadora de vida divina.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia, a la vez visible y espiritual<\/p>

        771\u00a0\u00a0 \u00abCristo, el \u00fanico Mediador, estableci\u00f3 en este mundo su Iglesia santa, comunidad de fe, esperanza y amor, como un organismo visible. La mantiene a\u00fan sin cesar para comunicar por medio de ella a todos la verdad y la gracia\u00bb. La Iglesia es a la vez:<\/p>

        \u2013 \u00absociedad dotada de \u00f3rganos jer\u00e1rquicos y el Cuerpo M\u00edstico de Cristo;<\/p>

        \u2013 el grupo visible y la comunidad espiritual<\/p>

        \u2013 la Iglesia de la tierra y la Iglesia llena de bienes del cielo\u00bb.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Estas dimensiones juntas constituyen \u00abuna realidad compleja, en la que est\u00e1n unidos el elemento divino y el humano\u00bb (LG 8):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es propio de la Iglesia \u00abser a la vez humana y divina, visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la acci\u00f3n y dada a la contemplaci\u00f3n, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina. De modo que en ella lo humano est\u00e9 ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la acci\u00f3n a la contemplaci\u00f3n y lo presente a la ciudad futura que buscamos\u00bb (SC 2).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a1Qu\u00e9 humildad y qu\u00e9 sublimidad! Es la tienda de Cadar y el santuario de Dios; una tienda terrena y un palacio celestial; una casa modest\u00edsima y una aula regia; un cuerpo mortal y un templo luminoso; la despreciada por los soberbios y la esposa de Cristo. Tiene la tez morena pero es hermosa, hijas de Jerusal\u00e9n. El trabajo y el dolor del prolongado exilio la han deslucido, pero tambi\u00e9n la hermosa su forma celestial (San Bernardo, Cant. 27, 14).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia, Misterio de la uni\u00f3n de los hombres con Dios<\/p>

        772\u00a0\u00a0 En la Iglesia es donde Cristo realiza y revela su propio misterio como la finalidad de designio de Dios: \u00abrecapitular todo en El\u00bb (Ef 1, 10). San Pablo llama \u00abgran misterio\u00bb (Ef 5, 32) al desposorio de Cristo y de la Iglesia. Porque la Iglesia se une a Cristo como a su esposo (cf. Ef 5, 25-27), por eso se convierte a su vez en Misterio (cf. Ef 3, 9-11). Contemplando en ella el Misterio, San Pablo escribe: el misterio \u00abes Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria\u00bb (Col 1, 27)<\/p>

        773\u00a0\u00a0 En la Iglesia esta comuni\u00f3n de los hombres con Dios por \u00abla caridad que no pasar\u00e1 jam\u00e1s\u00bb(1 Co 13, 8) es la finalidad que ordena todo lo que en ella es medio sacramental ligado a este mundo que pasa (cf. LG 48). \u00abSu estructura est\u00e1 totalmente ordenada a la santidad de los miembros de Cristo. Y la santidad se aprecia en funci\u00f3n del ‘gran Misterio’ en el que la Esposa responde con el don del amor al don del Esposo\u00bb (MD 27). Mar\u00eda nos precede a todos en la santidad que es el Misterio de la Iglesia como la \u00abEsposa sin tacha ni arruga\u00bb (Ef 5, 27). Por eso la dimensi\u00f3n mariana de la Iglesia precede a su dimensi\u00f3n petrina\u00bb (ibid.).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia, sacramento universal de la salvaci\u00f3n<\/p>

        774\u00a0\u00a0 La palabra griega \u00abmysterion\u00bb ha sido traducida en lat\u00edn por dos t\u00e9rminos: \u00abmysterium\u00bb y \u00absacramentum\u00bb. En la interpretaci\u00f3n posterior, el t\u00e9rmino \u00absacramentum\u00bb expresa mejor el signo visible de la realidad oculta de la salvaci\u00f3n, indicada por el t\u00e9rmino \u00abmysterium\u00bb. En este sentido, Cristo es El mismo el Misterio de la salvaci\u00f3n: \u00abNon est enim aliud Dei mysterium, nisi Christus\u00bb (\u00abNo hay otro misterio de Dios fuera de Cristo\u00bb) (San Agust\u00edn, ep. 187, 34). La obra salv\u00edfica de su humanidad santa y santificante es el sacramento de la salvaci\u00f3n que se manifiesta y act\u00faa en los sacramentos de la Iglesia (que las Iglesias de Oriente llaman tambi\u00e9n \u00ablos santos Misterios\u00bb). Los siete sacramentos son los signos y los instrumentos mediante los cuales el Esp\u00edritu Santo distribuye la\u00a0 gracia de Cristo, que es la Cabeza, en la Iglesia que es su Cuerpo. La Iglesia contiene por tanto y comunica la gracia invisible que ella significa. En este sentido anal\u00f3gico ella es llamada \u00absacramento\u00bb.<\/p>

        775\u00a0\u00a0 \u00abLa Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo e instrumento de la uni\u00f3n \u00edntima con Dios y de la unidad de todo el g\u00e9nero humano \u00ab(LG 1): Ser el sacramento de la uni\u00f3n \u00edntima de los hombres con Dios es el primer fin de la Iglesia. Como la comuni\u00f3n de los hombres radica en la uni\u00f3n con Dios, la Iglesia es tambi\u00e9n el sacramento de la unidad del g\u00e9nero humano. Esta unidad ya est\u00e1 comenzada en ella porque re\u00fane hombres \u00abde toda naci\u00f3n, raza, pueblo y lengua\u00bb (Ap 7, 9); al mismo tiempo, la Iglesia es \u00absigno e instrumento\u00bb de la plena realizaci\u00f3n de esta unidad que a\u00fan est\u00e1 por venir.<\/p>

        776\u00a0 Como sacramento, la Iglesia es instrumento de Cristo. Ella es asumida por Cristo \u00abcomo instrumento de redenci\u00f3n universal\u00bb (LG 9), \u00absacramento universal de salvaci\u00f3n\u00bb (LG 48), por medio del cual Cristo \u00abmanifiesta y realiza al mismo tiempo el misterio del amor de Dios al hombre\u00bb (GS 45, 1). Ella \u00abes el proyecto visible del amor de Dios hacia la humanidad\u00bb (Pablo VI, discurso 22 junio 1973) que quiere \u00abque todo el g\u00e9nero humano forme un \u00fanico Pueblo de Dios, se una en un \u00fanico Cuerpo de Cristo, se coedifique en un \u00fanico templo del Esp\u00edritu Santo\u00bb (AG 7; cf. LG 17).<\/p>

        RESUMEN<\/p>

        777\u00a0\u00a0 La palabra \u00abIglesia\u00bb significa \u00abconvocaci\u00f3n\u00bb. Designa la asamblea de aquellos a quienes convoca la palabra de Dios para formar el Pueblo de Dios y que, alimentados con el Cuerpo de Cristo, se convierten ellos mismos en Cuerpo de Cristo.<\/p>

        778\u00a0 La Iglesia es a la vez camino y t\u00e9rmino del designio de Dios: prefigurada en la creaci\u00f3n, preparada en la Antigua Alianza, fundada por las palabras y las obras de Jesucristo, realizada por su Cruz redentora y su Resurrecci\u00f3n, se manifiesta como misterio de salvaci\u00f3n por la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo. Quedar\u00e1 consumada en la gloria del cielo como asamblea de todos los redimidos de la tierra (cf. Ap 14,4).<\/p>

        779\u00a0 La Iglesia es a la vez visible y espiritual, sociedad jer\u00e1rquica y Cuerpo M\u00edstico de Cristo. Es una, formada por un doble elemento humano y divino. Ah\u00ed est\u00e1 su Misterio que s\u00f3lo la fe puede aceptar.<\/p>

        780\u00a0 La Iglesia es, en este mundo, el sacramento de la salvaci\u00f3n, el signo y el instrumento de la Comuni\u00f3n con Dios y entre los hombres.<\/p>

        P\u00e1rrafo 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA, PUEBLO DE DIOS, CUERPO DE CRISTO, \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 TEMPLO DEL ESPIRITU SANTO<\/p>

        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA, PUEBLO DE DIOS<\/p>

        781\u00a0\u00a0 \u00abEn todo tiempo y lugar ha sido grato a Dios el que le teme y practica la justicia. Sin embargo, quiso santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados, sin conexi\u00f3n entre s\u00ed, sino hacer de ellos un pueblo para que le conociera de verdad y le sirviera con una vida santa. Eligi\u00f3, pues, a Israel para pueblo suyo, hizo una alianza con \u00e9l y lo fue educando poco a poco. Le fue revelando su persona y su plan a lo largo de su historia y lo fue santificando. Todo esto, sin embargo, sucedi\u00f3 como preparaci\u00f3n y figura de su alianza nueva y perfecta que iba a realizar en Cristo…, es decir, el Nuevo Testamento en su sangre convocando a las gentes de entre los jud\u00edos y los gentiles para que se unieran, no seg\u00fan la carne, sino en el Esp\u00edritu\u00bb (LG 9).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las caracter\u00edsticas del Pueblo de Dios<\/p>

        782\u00a0 El Pueblo de Dios tiene caracter\u00edsticas que le\u00a0 distinguen claramente de todos los grupos religiosos, \u00e9tnicos, pol\u00edticos o culturales de la Historia:<\/p>

        \u2013 Es el Pueblo de Dios: Dios no pertenece en propiedad a ning\u00fan pueblo. Pero El ha adquirido para s\u00ed un pueblo de aquellos que antes no eran un pueblo: \u00abuna raza elegida, un sacerdocio real, una naci\u00f3n santa\u00bb (1 P 2, 9).<\/p>

        \u2013 Se llega a ser miembro de este cuerpo no por el nacimiento f\u00edsico, sino por el \u00abnacimiento de arriba\u00bb, \u00abdel agua y del Esp\u00edritu\u00bb (Jn 3, 3-5), es decir, por la fe en Cristo y el Bautismo.<\/p>

        \u2013 Este pueblo tiene por jefe [cabeza] a Jes\u00fas el Cristo [Ungido, Mes\u00edas]: porque la misma Unci\u00f3n, el Esp\u00edritu Santo fluye desde la Cabeza al Cuerpo, es \u00abel Pueblo mesi\u00e1nico\u00bb.<\/p>

        \u2013 \u00abLa identidad de este Pueblo, es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios en cuyos corazones habita el Esp\u00edritu Santo como en un templo\u00bb.<\/p>

        \u2013 \u00abSu ley, es el mandamiento nuevo: amar como el mismo Cristo mismo nos am\u00f3 (cf. Jn 13, 34)\u00bb. Esta es la ley \u00abnueva\u00bb del Esp\u00edritu Santo (Rm 8,2; Ga 5, 25).<\/p>

        \u2013 Su misi\u00f3n es ser la sal de la tierra y la luz del mundo (cf. Mt 5, 13-16). \u00abEs un germen muy seguro de unidad, de esperanza y de salvaci\u00f3n para todo el g\u00e9nero humano\u00bb.<\/p>

        \u2013 \u00abSu destino es el Reino de Dios, que el mismo comenz\u00f3 en este mundo, que ha de ser extendido hasta que \u00e9l mismo lo lleve tambi\u00e9n a su perfecci\u00f3n\u00bb (LG 9).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Un pueblo sacerdotal, prof\u00e9tico y real<\/p>

        783\u00a0 Jesucristo es aqu\u00e9l a quien el Padre ha ungido con el Esp\u00edritu Santo y lo ha constituido \u00abSacerdote, Profeta y Rey\u00bb. Todo el Pueblo de Dios participa de estas tres funciones de Cristo y tiene las responsabilidades de misi\u00f3n y de servicio que se derivan de ellas (cf.RH 18-21).<\/p>

        784\u00a0 Al entrar en el Pueblo de Dios por la fe y el Bautismo se participa en la vocaci\u00f3n \u00fanica de este Pueblo: en su vocaci\u00f3n sacerdotal: \u00abCristo el Se\u00f1or, Pont\u00edfice tomado de entre los hombres, ha hecho del nuevo pueblo `un reino de sacerdotes para Dios, su Padre’. Los bautizados, en efecto, por el nuevo nacimiento y por la unci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo\u00bb (LG 10).<\/p>

        785\u00a0 \u00abEl pueblo santo de Dios participa tambi\u00e9n del car\u00e1cter prof\u00e9tico de Cristo\u00bb. Lo es sobre todo por el sentido sobrenatural de la fe que es el de todo el pueblo, laicos y jerarqu\u00eda, cuando \u00abse adhiere indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de una vez para siempre\u00bb (LG 12) y profundiza en su comprensi\u00f3n y se hace testigo de Cristo en medio de este mundo.<\/p>

        786\u00a0 El Pueblo de Dios participa, por \u00faltimo, en la funci\u00f3n regia de Cristo\u00bb. Cristo ejerce su realeza atrayendo a s\u00ed a todos los hombres por su muerte y su resurrecci\u00f3n (cf. Jn 12, 32). Cristo, Rey y Se\u00f1or del universo, se hizo el servidor de todos, no habiendo \u00abvenido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos\u00bb (Mt 20, 28). Para el cristiano, \u00abservir es reinar\u00bb (LG 36), particularmente \u00aben los pobres y en los que sufren\u00bb donde descubre \u00abla imagen de su Fundador pobre y sufriente\u00bb (LG 8). El pueblo de Dios realiza su \u00abdignidad regia\u00bb viviendo conforme a esta vocaci\u00f3n de servir con Cristo.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 De todos los que han nacido de nuevo en Cristo, el signo de la cruz hace reyes, la unci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo los consagra como sacerdotes, a fin de que, puesto aparte el servicio particular de nuestro ministerio, todos los cristianos espirituales y que usan de su raz\u00f3n se reconozcan miembros de esta raza de reyes y participantes de la funci\u00f3n sacerdotal. \u00bfQu\u00e9 hay, en efecto, m\u00e1s regio para un alma que gobernar su cuerpo en la sumisi\u00f3n a Dios? Y \u00bfqu\u00e9 hay m\u00e1s sacerdotal que consagrar a Dios una conciencia pura y ofrecer en el altar de su coraz\u00f3n las v\u00edctimas sin mancha de la piedad? (San Le\u00f3n Magno, serm. 4, 1).<\/p>

        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA, CUERPO DE CRISTO<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia es comuni\u00f3n con Jes\u00fas<\/p>

        787\u00a0 Desde el comienzo, Jes\u00fas asoci\u00f3 a sus disc\u00edpulos a su vida (cf. Mc. 1,16-20; 3, 13-19); les revel\u00f3 el Misterio del Reino (cf. Mt 13, 10-17); les dio parte en su misi\u00f3n, en su alegr\u00eda (cf. Lc 10, 17-20) y en sus sufrimientos (cf. Lc 22, 28-30). Jes\u00fas habla de una comuni\u00f3n todav\u00eda m\u00e1s \u00edntima entre \u00e9l y los que le sigan: \u00abPermaneced en M\u00ed, como yo en vosotros … Yo soy la vid y vosotros los sarmientos\u00bb (Jn 15, 4-5). Anuncia una comuni\u00f3n misteriosa y real entre su propio cuerpo y el nuestro: \u00abQuien come mi carne y bebe mi sangre permanece en M\u00ed y Yo en \u00e9l\u00bb (Jn 6, 56).<\/p>

        788\u00a0 Cuando fueron privados los disc\u00edpulos de su presencia visible, Jes\u00fas no los dej\u00f3 hu\u00e9rfanos (cf. Jn 14, 18). Les prometi\u00f3 quedarse con ellos hasta el fin de los tiempos (cf. Mt 28, 20), les envi\u00f3 su Esp\u00edritu (cf. Jn 20, 22; Hch 2, 33). Por eso, la comuni\u00f3n con Jes\u00fas se hizo en cierto modo m\u00e1s intensa: \u00abPor la comunicaci\u00f3n de su Esp\u00edritu a sus hermanos, reunidos de todos los pueblos, Cristo los constituye m\u00edsticamente en su cuerpo\u00bb (LG 7).<\/p>

        789\u00a0 La comparaci\u00f3n de la Iglesia con el cuerpo arroja un rayo de luz sobre la relaci\u00f3n \u00edntima entre la Iglesia y Cristo. No est\u00e1 solamente reunida en torno a El: siempre est\u00e1 unificada en El, en su Cuerpo. Tres aspectos de la Iglesia-Cuerpo de Cristo se han de resaltar m\u00e1s espec\u00edficamente: la unidad de todos los miembros entre s\u00ed por su uni\u00f3n con Cristo; Cristo Cabeza del Cuerpo; la Iglesia, Esposa de Cristo.<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cUn solo cuerpo\u201d<\/p>

        790\u00a0 Los creyentes que responden a la Palabra de Dios y se hacen miembros del Cuerpo de Cristo, quedan estrechamente unidos a Cristo: \u00abLa vida de Cristo se comunica a a los creyentes, que se unen a Cristo, muerto y glorificado, por medio de los sacramentos de una manera misteriosa pero real\u00bb (LG 7). Esto es particularmente verdad en el caso del Bautismo por el cual nos unimos a la muerte y a la Resurrecci\u00f3n de Cristo (cf. Rm 6, 4-5; 1 Co 12, 13), y en el caso de la Eucarist\u00eda, por la cual, \u00abcompartimos realmente el Cuerpo del Se\u00f1or, que nos eleva hasta la comuni\u00f3n con \u00e9l y entre nosotros\u00bb (LG 7).<\/p>

        791\u00a0\u00a0 La unidad del cuerpo no ha abolido la diversidad de los miembros: \u00abEn la construcci\u00f3n del cuerpo de Cristo existe una diversidad de miembros y de funciones. Es el mismo Esp\u00edritu el que, seg\u00fan su riqueza y las necesidades de los ministerios, distribuye sus diversos dones para el bien de la Iglesia\u00bb. La unidad del Cuerpo m\u00edstico produce y estimula entre los fieles la caridad: \u00abSi un miembro sufre, todos los miembros sufren con \u00e9l; si un miembro es honrado, todos los miembros se alegran con \u00e9l\u00bb (LG 7). En fin, la unidad del Cuerpo m\u00edstico sale victoriosa de todas las divisiones humanas: \u00abEn efecto, todos los bautizados en Cristo os hab\u00e9is revestido de Cristo: ya no hay jud\u00edo ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jes\u00fas\u00bb (Ga 3, 27-28).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cristo, Cabeza de este Cuerpo<\/p>

        792\u00a0 Cristo \u00abes la Cabeza del Cuerpo que es la Iglesia\u00bb (Col 1, 18). Es el Principio de la creaci\u00f3n y de la redenci\u00f3n. Elevado a la gloria del Padre, \u00ab\u00e9l es el primero en todo\u00bb (Col 1, 18), principalmente en la Iglesia por cuyo medio extiende su reino sobre todas las cosas:<\/p>

        793\u00a0 El nos une a su Pascua: Todos los miembros tienen que esforzarse en asemejarse a \u00e9l \u00abhasta que Cristo est\u00e9 formad o en ellos\u00bb (Ga 4, 19). \u00abPor eso somos integrados en los misterios de su vida …, nos unimos a sus sufrimientos como el cuerpo a su cabeza. Sufrimos con \u00e9l para ser glorificados con \u00e9l\u00bb (LG 7).<\/p>

        794\u00a0 El provee a nuestro crecimiento (cf. Col 2, 19): Para hacernos crecer hacia \u00e9l, nuestra Cabeza (cf. Ef 4, 11-16), Cristo distribuye en su cuerpo, la Iglesia, los dones y los servicios mediante los cuales nos ayudamos mutuamente en el camino de la salvaci\u00f3n.<\/p>

        795\u00a0 Cristo y la Iglesia son, por tanto, el \u00abCristo total\u00bb [\u00abChristus totus\u00bb]. La Iglesia es una con Cristo. Los santos tienen conciencia muy viva de esta unidad:<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Felicit\u00e9monos y demos gracias por lo que hemos llegado a ser, no solamente cristianos sino el propio Cristo. \u00bfComprend\u00e9is, hermanos, la gracia que Dios nos ha hecho al darnos a Cristo como Cabeza? Admiraos y regocijaos, hemos sido hechos Cristo. En efecto, ya que El es la Cabeza y nosotros somos los miembros, el hombre todo entero es El y nosotros … La plenitud de Cristo es, pues, la Cabeza y los miembros: \u00bfQu\u00e9 quiere decir la Cabeza y los miembros? Cristo y la Iglesia (San Agust\u00edn, ev. Jo. 21, 8).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Redemptor noster unam se personam cum sancta Ecclesia, quam assumpsit, exhibuit (\u00abNuestro Redentor muestra que forma una sola persona con la Iglesia que El asumi\u00f3\u00bb) (San Gregorio Magno, mor. praef.1,6,4).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Caput et membra, quasi una persona mystica (\u00abLa Cabeza y los miembros, como si fueran una sola persona m\u00edstica\u00bb) (Santo Tom\u00e1s de Aquino, s.th. 3, 42, 2, ad 1).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Una\u00a0 palabra de Santa Juana de Arco a sus jueces resume la fe de los santos doctores y expresa el buen sentido del creyente: \u00abDe Jesucristo y de la Iglesia, me parece que es todo uno y que no es necesario hacer una dificultad de ello\u00bb (Juana de Arco, proc.).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia es la Esposa de Cristo<\/p>

        796\u00a0 La unidad de Cristo y de la Iglesia, Cabeza y miembros del Cuerpo, implica tambi\u00e9n la distinci\u00f3n de ambos en una relaci\u00f3n personal. Este aspecto es expresado\u00a0 con frecuencia mediante la imagen del Esposo y de la Esposa. El tema de Cristo esposo de la Iglesia fue preparado por los profetas y anunciado por Juan Bautista (cf. Jn 3, 29). El Se\u00f1or se design\u00f3 a s\u00ed mismo como \u00abel Esposo\u00bb (Mc 2, 19; cf. Mt 22, 1-14; 25, 1-13). El ap\u00f3stol presenta a la Iglesia y a cada fiel, miembro de su Cuerpo, como una Esposa \u00abdesposada\u00bb con Cristo Se\u00f1or para \u00abno ser con \u00e9l m\u00e1s que un solo Esp\u00edritu\u00bb (cf. 1 Co 6,15-17; 2 Co 11,2). Ella es la Esposa inmaculada del Cordero inmaculado (cf. Ap 22,17; Ef 1,4; 5,27), a la que Cristo \u00abam\u00f3 y por la que se entreg\u00f3 a fin de santificarla\u00bb (Ef 5,26), la que \u00e9l se asoci\u00f3 mediante una Alianza eterna y de la que no cesa de cuidar como de su propio Cuerpo (cf. Ef 5,29):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 He ah\u00ed el Cristo total, cabeza y cuerpo, un solo formado de muchos … Sea la cabeza la que hable, sean los miembros, es Cristo el que habla. Habla en el papel de cabeza [\u00abex persona capitis\u00bb] o en el de cuerpo [\u00abex persona corporis\u00bb]. Seg\u00fan lo que est\u00e1 escrito: \u00abY los dos se har\u00e1n una sola carne. Gran misterio es \u00e9ste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia.\u00bb(Ef 5,31-32) Y el Se\u00f1or mismo en el evangelio dice: \u00abDe manera que ya no son dos sino una sola carne\u00bb (Mt 19,6). Como lo hab\u00e9is visto bien, hay en efecto dos personas diferentes y, no obstante, no forman m\u00e1s que una en el abrazo conyugal … Como cabeza \u00e9l se llama \u00abesposo\u00bb y como cuerpo \u00abesposa\u00bb (San Agust\u00edn, psalm. 74, 4:PL 36, 948-949).<\/p>

        III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA, TEMPLO DEL ESPIRITU SANTO<\/p>

        797\u00a0 \u00abQuod est spiritus noster, id est anima nostra, ad membra nostra, hoc est Spiritus Sanctus ad membra Christi, ad corpus Christi, quod est Ecclesia\u00bb (\u00abLo que nuestro esp\u00edritu, es decir, nuestra alma, es para nuestros miembros, eso mismo es el Esp\u00edritu Santo para los miembros de Cristo, para el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia\u00bb) (San Agust\u00edn, serm. 267, 4). \u00abA este Esp\u00edritu de Cristo, como a principio invisible, ha de atribuirse tambi\u00e9n el que todas las partes del cuerpo est\u00e9n \u00edntimamente unidas, tanto entre s\u00ed como con su excelsa Cabeza, puesto que est\u00e1 todo \u00e9l en la Cabeza, todo en el Cuerpo, todo en cada uno de los miembros\u00bb (P\u00edo XII: \u00abMystici Corporis\u00bb: DS 3808). El Esp\u00edritu Santo hace de la Iglesia \u00abel Templo del Dios vivo\u00bb (2 Co 6, 16; cf. 1 Co 3, 16-17;Ef 2,21):<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En efecto, es a la misma Iglesia, a la que ha sido confiado el \u00abDon de Dios …Es en ella donde se ha depositado la comuni\u00f3n con Cristo, es decir el Esp\u00edritu Santo, arras de la incorruptibilidad, confirmaci\u00f3n de nuestra fe y\u00a0 escala de nuestra ascensi\u00f3n hacia Dios …Porque all\u00ed donde est\u00e1 la Iglesia, all\u00ed est\u00e1 tambi\u00e9n el Esp\u00edritu de Dios; y all\u00ed donde est\u00e1 el Esp\u00edritu de Dios, est\u00e1 la Iglesia y toda gracia. (San Ireneo, haer. 3, 24, 1).<\/p>

        798\u00a0 El Esp\u00edritu Santo es \u00abel principio de toda acci\u00f3n vital y verdaderamente saludable en todas las partes del cuerpo\u00bb (P\u00edo XII, \u00abMystici Corporis\u00bb: DS 3808). Act\u00faa de m\u00faltiples maneras en la edificaci\u00f3n de todo el Cuerpo en la caridad(cf. Ef 4, 16): por la Palabra de Dios, \u00abque tiene el poder de construir el edificio\u00bb (Hch 20, 32), por el Bautismo mediante el cual forma el Cuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12, 13); por los sacramentos que hacen crecer y curan a los miembros de Cristo; por \u00abla gracia concedida a los ap\u00f3stoles\u00bb que \u00abentre estos dones destaca\u00bb (LG 7), por las virtudes que hacen obrar seg\u00fan el bien, y por las m\u00faltiples gracias especiales [llamadas \u00abcarismas\u00bb] mediante las cuales los fieles quedan \u00abpreparados y dispuestos a asumir diversas tareas o ministerios que contribuyen a renovar y construir m\u00e1s y m\u00e1s la Iglesia\u00bb (LG 12; cf. AA 3).<\/p>

        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los carismas<\/p>

        799\u00a0 Extraordinarios o sencillos y humildes, los carismas son gracias del Esp\u00edritu Santo, que tienen directa o indirectamente, una utilidad eclesial; los carismas est\u00e1n ordenados a la edificaci\u00f3n de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo.<\/p>

        800\u00a0 Los carismas se han de acoger con reconocimiento por el que los recibe, y tambi\u00e9n por todos los miembros de la Iglesia. En efecto, son una maravillosa riqueza de gracia para la vitalidad apost\u00f3lica y para la santidad de todo el Cuerpo de Cristo; los carismas constituyen tal riqueza siempre que se trate de dones que provienen verdaderamente del Esp\u00edritu Santo y que se ejerzan de modo plenamente conforme a los impulsos aut\u00e9nticos de este mismo Esp\u00edritu, es decir, seg\u00fan la caridad, verdadera medida de los carismas (cf. 1 Co 13).<\/p>

        801\u00a0\u00a0 Por esta raz\u00f3n aparece siempre necesario el discernimiento de carismas. Ning\u00fan carisma\u00a0 dispensa de la referencia y de la sumisi\u00f3n a los Pastores de la Iglesia. \u00abA ellos compete sobre todo no apagar el Esp\u00edritu, sino examinarlo todo y quedarse con lo bueno\u00bb (LG 12), a fin de que todos los carismas cooperen, en su diversidad y complementariedad, al \u00abbien com\u00fan\u00bb (cf. 1 Co 12, 7) (cf. LG 30; CL, 24).<\/p>

        RESUMEN<\/p>

        802\u00a0 \u00abCristo Jes\u00fas se entreg\u00f3 por nosotros a fin de rescatarnos de toda iniquidad y purificar para s\u00ed un pueblo que fuese suyo\u00bb (Tt 2, 14).<\/p>

        803\u00a0 \u00abVosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, naci\u00f3n santa, pueblo adquirido\u00bb (1 P 2, 9).<\/p>

        804\u00a0 Se entra en el Pueblo de Dios por la fe y el Bautismo. \u00abTodos los hombres est\u00e1n invitados al Pueblo de Dios\u00bb (LG 13), a fin de que, en Cristo, \u00ablos hombres constituyan una sola familia y un \u00fanico Pueblo de Dios\u00bb(AG 1).<\/p>

        805\u00a0 La Iglesia es el Cuerpo de Cristo. Por el Esp\u00edritu y su acci\u00f3n en los sacramentos, sobre todo en la Eucarist\u00eda, Cristo muerto y resucitado constituye la comunidad de los creyentes como Cuerpo suyo.<\/p>

        806\u00a0 En la unidad de este cuerpo hay diversidad de miembros y de funciones. Todos los miembros est\u00e1n unidos unos a otros, particularmente a los que sufren, a los pobres y perseguidos.<\/p>

        807\u00a0 La Iglesia es este Cuerpo del que Cristo es la Cabeza: vive de El, en El y por El: El vive con ella y en ella.<\/p>

        808\u00a0 La Iglesia es la Esposa de Cristo: la ha amado y se ha entregado por ella. La ha purificado por medio de su sangre. Ha hecho de ella la Madre fecunda de todos los hijos de Dios.<\/p>

        809\u00a0 La Iglesia es el Templo del Esp\u00edritu Santo. El Esp\u00edritu es como el alma del Cuerpo M\u00edstico, principio de su vida, de la unidad en la diversidad y de la riqueza de sus dones y\u00a0 carismas.<\/p>

        810\u00a0\u00a0 \u00abAs\u00ed toda la Iglesia aparece como el pueblo unido `por la unidad del Padre, del Hijo y del Esp\u00edritu Santo’ (San Cipriano)\u00bb (LG 4).<\/p>

        P\u00e1rrafo 3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA ES UNA, SANTA, CAT\u00d3LICA Y APOST\u00d3LICA<\/p>

        811\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abEsta es la \u00fanica Iglesia de Cristo, de la que confesamos en el Credo que es una, santa, cat\u00f3lica y apost\u00f3lica\u00bb (LG 8). Estos cuatro atributos, inseparablemente unidos entre s\u00ed (cf DS 2888), indican rasgos esenciales de la Iglesia y de su misi\u00f3n. La Iglesia no los tiene por ella misma; es Cristo, quien, por el Esp\u00edritu Santo, da a la Iglesia el ser una, santa, cat\u00f3lica y apost\u00f3lica, y \u00c9l es tambi\u00e9n quien la llama a ejercitar cada una de estas cualidades.<\/p>

        • S\u00f3lo la fe puede reconocer que la Iglesia posee estas propiedades por su origen divino. Pero sus manifestaciones hist\u00f3ricas son signos que hablan tambi\u00e9n con claridad a la raz\u00f3n humana. Recuerda el Concilio Vaticano I: \u00abLa Iglesia por s\u00ed misma es un grande y perpetuo motivo de credibilidad y un testimonio irrefutable de su misi\u00f3n divina a causa de su admirable propagaci\u00f3n, de su eximia santidad, de su inagotable fecundidad en toda clase de bienes, de su unidad universal y de su invicta estabilidad\u00bb (DS 3013).<\/li><\/ul>

          I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA ES UNA<\/p>

          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abEl sagrado Misterio de la Unidad de la Iglesia\u00bb (UR 2)<\/p>

          813\u00a0\u00a0 La Iglesia es una debido a su origen: \u00abEl modelo y principio supremo de este misterio es la unidad de un solo Dios Padre e Hijo en el Esp\u00edritu Santo, en la Trinidad de personas\u00bb (UR 2). La Iglesia es una debido a su Fundador: \u00abPues el mismo Hijo encarnado, Pr\u00edncipe de la paz, por su cruz reconcili\u00f3 a todos los hombres con Dios… restituyendo la unidad de todos en un solo pueblo y en un solo cuerpo\u00bb (GS 78, 3). La Iglesia es una debido a su \u00abalma\u00bb: \u00abEl Esp\u00edritu Santo que habita en los creyentes y llena y gobierna a toda la Iglesia, realiza esa admirable comuni\u00f3n de fieles y une a todos en Cristo tan \u00edntimamente que es el Principio de la unidad de la Iglesia\u00bb (UR 2). Por tanto, pertenece a la esencia misma de la Iglesia ser una:<\/p>

          \u00a1Qu\u00e9 sorprendente misterio! Hay un solo Padre del universo, un solo Logos del universo y tambi\u00e9n un solo Esp\u00edritu Santo, id\u00e9ntico en todas partes; hay tambi\u00e9n una sola virgen hecha madre, y me gusta llamarla Iglesia (Clemente de Alejandr\u00eda, paed. 1, 6, 42).<\/p>

          • Desde el principio, esta Iglesia una se presenta, no obstante, con una gran diversidad que procede a la vez de la variedad de los dones de Dios y de la multiplicidad de las personas que los reciben. En la unidad del Pueblo de Dios se re\u00fanen los diferentes pueblos y culturas. Entre los miembros de la Iglesia existe una diversidad de dones, cargos, condiciones y modos de vida; \u00abdentro de la comuni\u00f3n eclesial, existen leg\u00edtimamente las Iglesias particulares con sus propias tradiciones\u00bb (LG 13). La gran riqueza de esta diversidad no se opone a la unidad de la Iglesia. No obstante, el pecado y el peso de sus consecuencias amenazan sin cesar el don de la unidad. Tambi\u00e9n el ap\u00f3stol debe exhortar a \u00abguardar la unidad del Esp\u00edritu con el v\u00ednculo de la paz\u00bb (Ef 4, 3).<\/li><\/ul>

            815\u00a0\u00a0 \u00bfCu\u00e1les son estos v\u00ednculos de la unidad? \u00abPor encima de todo esto revest\u00edos del amor, que es el v\u00ednculo de la perfecci\u00f3n\u00bb (Col 3, 14). Pero la unidad de la Iglesia peregrina est\u00e1 asegurada por v\u00ednculos visibles de comuni\u00f3n:<\/p>

            –\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la profesi\u00f3n de una misma fe recibida de los ap\u00f3stoles;<\/p>

            –\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la celebraci\u00f3n com\u00fan del culto divino, sobre todo de los sacramentos;<\/p>

            –\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la sucesi\u00f3n apost\u00f3lica por el sacramento del orden, que conserva la concordia fraterna de la familia de Dios (cf UR 2; LG 14; CIC, can. 205).<\/p>

            816\u00a0\u00a0 \u00abLa \u00fanica Iglesia de Cristo…, Nuestro Salvador, despu\u00e9s de su resurrecci\u00f3n, la entreg\u00f3 a Pedro para que la pastoreara. Le encarg\u00f3 a \u00e9l y a los dem\u00e1s ap\u00f3stoles que la extendieran y la gobernaran… Esta Iglesia, constituida y ordenada en este mundo como una sociedad, subsiste en [\u00absubsistit in\u00bb] la Iglesia cat\u00f3lica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comuni\u00f3n con \u00e9l\u00bb (LG 8).<\/p>

            El decreto sobre Ecumenismo del Concilio Vaticano II explicita: \u00abSolamente por medio de la Iglesia cat\u00f3lica de Cristo, que es auxilio general de salvaci\u00f3n, puede alcanzarse la plenitud total de los medios de salvaci\u00f3n. Creemos que el Se\u00f1or confi\u00f3 todos los bienes de la Nueva Alianza a un \u00fanico colegio apost\u00f3lico presidido por Pedro, para constituir un solo Cuerpo de Cristo en la tierra, al cual deben incorporarse plenamente los que de alg\u00fan modo pertenecen ya al Pueblo de Dios\u00bb (UR 3).<\/p>

            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las heridas de la unidad<\/h1>

            817\u00a0\u00a0 De hecho, \u00aben esta una y \u00fanica Iglesia de Dios, aparecieron ya desde los primeros tiempos algunas escisiones que el ap\u00f3stol reprueba severamente como condenables; y en siglos posteriores surgieron disensiones m\u00e1s amplias y comunidades no peque\u00f1as se separaron de la comuni\u00f3n plena con la Iglesia cat\u00f3lica y, a veces, no sin culpa de los hombres de ambas partes\u00bb (UR 3). Tales rupturas que lesionan la unidad del Cuerpo de Cristo (se distingue la herej\u00eda, la apostas\u00eda y el cisma [cf CIC can. 751]) no se producen sin el pecado de los hombres:<\/p>

            Ubi peccata sunt, ibi est multitudo, ibi schismata, ibi haereses, ibi discussiones. Ubi autem virtus, ibi singularitas, ibi unio, ex quo omnium credentium erat cor unum et anima una (\u00abDonde hay pecados, all\u00ed hay desuni\u00f3n, cismas, herej\u00edas, discusiones. Pero donde hay virtud, all\u00ed hay uni\u00f3n, de donde resultaba que todos los creyentes ten\u00edan un solo coraz\u00f3n y una sola alma\u00bb Or\u00edgenes, hom. in Ezech. 9, 1).<\/p>

            818\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los que nacen hoy en las comunidades surgidas de tales rupturas \u00aby son instruidos en la fe de Cristo, no pueden ser acusados del pecado de la separaci\u00f3n y la Iglesia cat\u00f3lica los abraza con respeto y amor fraternos… justificados por la fe en el bautismo, se han incorporado a Cristo; por tanto, con todo derecho se honran con el nombre de cristianos y son reconocidos con raz\u00f3n por los hijos de la Iglesia cat\u00f3lica como hermanos en el Se\u00f1or\u00bb (UR 3).<\/p>

            819\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Adem\u00e1s, \u00abmuchos elementos de santificaci\u00f3n y de verdad\u00bb (LG 8) existen fuera de los l\u00edmites visibles de la Iglesia cat\u00f3lica: \u00abla palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad y otros dones interiores del Esp\u00edritu Santo y los elementos visibles\u00bb (UR 3; cf LG 15). El Esp\u00edritu de Cristo se sirve de estas Iglesias y comunidades eclesiales como medios de salvaci\u00f3n cuya fuerza viene de la plenitud de gracia y de verdad que Cristo ha confiado a la Iglesia cat\u00f3lica. Todos estos bienes provienen de Cristo y conducen a \u00c9l (cf UR 3) y de por s\u00ed impelen a \u00abla unidad cat\u00f3lica\u00bb (LG 8).<\/p>

            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hacia la unidad<\/h1>

            820\u00a0\u00a0\u00a0 Aquella unidad \u00abque Cristo concedi\u00f3 desde el principio a la Iglesia… creemos que subsiste indefectible en la Iglesia cat\u00f3lica y esperamos que crezca hasta la consumaci\u00f3n de los tiempos\u00bb (UR 4). Cristo da permanentemente a su Iglesia el don de la unidad, pero la Iglesia debe orar y trabajar siempre para mantener, reforzar y perfeccionar la unidad que Cristo quiere para ella. Por eso Cristo mismo rog\u00f3 en la hora de su Pasi\u00f3n, y no cesa de rogar al Padre por la unidad de sus disc\u00edpulos: \u00abQue todos sean uno. Como t\u00fa, Padre, en m\u00ed y yo en ti, que ellos sean tambi\u00e9n uno en nosotros, para que el mundo crea que t\u00fa me has enviado\u00bb (Jn 17, 21). El deseo de volver a encontrar la unidad de todos los cristianos es un don de Cristo y un llamamiento del Esp\u00edritu Santo (cf UR 1).<\/p>

            821\u00a0\u00a0 Para responder adecuadamente a este llamamiento se exige:<\/p>

            \u2014\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 una renovaci\u00f3n permanente de la Iglesia en una fidelidad mayor a su vocaci\u00f3n. Esta renovaci\u00f3n es el alma del movimiento hacia la unidad (UR 6);<\/p>

            \u2014\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la conversi\u00f3n del coraz\u00f3n para \u00abllevar una vida m\u00e1s pura, seg\u00fan el Evangelio\u00bb (cf UR 7), porque la infidelidad de los miembros al don de Cristo es la causa de las divisiones;<\/p>

            \u2014\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la oraci\u00f3n en com\u00fan, porque \u00abesta conversi\u00f3n del coraz\u00f3n y santidad de vida, junto con las oraciones privadas y p\u00fablicas por la unidad de los cristianos, deben considerarse como el alma de todo el movimiento ecum\u00e9nico, y pueden llamarse con raz\u00f3n ecumenismo espiritual\u00bb (cf UR 8);<\/p>

            \u2014\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 el fraterno conocimiento rec\u00edproco (cf UR 9);<\/p>

            \u2014\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la formaci\u00f3n ecum\u00e9nica de los fieles y especialmente de los sacerdotes (cf UR 10);<\/p>

            \u2014\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 el di\u00e1logo entre los te\u00f3logos y los encuentros entre los cristianos de diferentes Iglesias y comunidades (cf UR 4, 9, 11);<\/p>

            \u2014\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la colaboraci\u00f3n entre cristianos en los diferentes campos de servicio a los hombres (cf UR 12).<\/p>

            822\u00a0 \u00abLa preocupaci\u00f3n por el restablecimiento de la uni\u00f3n ata\u00f1e a la Iglesia entera, tanto a los fieles como a los pastores\u00bb (cf UR 5). Pero hay que ser \u00abconocedor de que este santo prop\u00f3sito de reconciliar a todos los cristianos en la unidad de la \u00fanica Iglesia de Jesucristo excede las fuerzas y la capacidad humana\u00bb. Por eso hay que poner toda la esperanza \u00aben la oraci\u00f3n de Cristo por la Iglesia, en el amor del Padre para con nosotros, y en el poder del Esp\u00edritu Santo\u00bb (UR 24).<\/p>

            II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA ES SANTA<\/h1>
            • \u00abLa fe confiesa que la Iglesia… no puede dejar de ser santa. En efecto, Cristo, el Hijo de Dios, a quien con el Padre y con el Esp\u00edritu se proclama ‘el solo santo’, am\u00f3 a su Iglesia como a su esposa. \u00c9l se entreg\u00f3 por ella para santificarla, la uni\u00f3 a s\u00ed mismo como su propio cuerpo y la llen\u00f3 del don del Esp\u00edritu Santo para gloria de Dios\u00bb (LG 39). La Iglesia es, pues, \u00abel Pueblo santo de Dios\u00bb (LG 12), y sus miembros son llamados \u00absantos\u00bb (cf Hch 9, 13; 1 Co 6, 1; 16, 1).<\/li><\/ul>
              • La Iglesia, unida a Cristo, est\u00e1 santificada por \u00c9l; por \u00c9l y con \u00c9l, ella tambi\u00e9n ha sido hecha santificadora. Todas las obras de la Iglesia se esfuerzan en conseguir \u00abla santificaci\u00f3n de los hombres en Cristo y la glorificaci\u00f3n de Dios\u00bb (SC 10). En la Iglesia es en donde est\u00e1 depositada \u00abla plenitud total de los medios de salvaci\u00f3n\u00bb (UR 3). Es en ella donde \u00abconseguimos la santidad por la gracia de Dios\u00bb (LG 48).<\/li><\/ul>
                • \u00abLa Iglesia, en efecto, ya en la tierra se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todav\u00eda imperfecta\u00bb (LG 48). En sus miembros, la santidad perfecta est\u00e1 todav\u00eda por alcanzar: \u00abTodos los cristianos, de cualquier estado o condici\u00f3n, est\u00e1n llamados cada uno por su propio camino, a la perfecci\u00f3n de la santidad, cuyo modelo es el mismo Padre\u00bb (LG 11).<\/li><\/ul>

                  826\u00a0 La caridad es el alma de la santidad a la que todos est\u00e1n llamados: \u00abdirige todos los medios de santificaci\u00f3n, los informa y los lleva a su fin\u00bb (LG 42):<\/p>

                  Comprend\u00ed que si la Iglesia ten\u00eda un cuerpo, compuesto por diferentes miembros, el m\u00e1s necesario, el m\u00e1s noble de todos no le faltaba, comprend\u00ed que la Iglesia ten\u00eda un coraz\u00f3n, que este coraz\u00f3n estaba ARDIENDO DE AMOR. Comprend\u00ed que el Amor solo hac\u00eda obrar a los miembros de la Iglesia, que si el Amor llegara a apagarse, los Ap\u00f3stoles ya no anunciar\u00edan el Evangelio, los M\u00e1rtires rehusar\u00edan verter su sangre… Comprend\u00ed que EL AMOR ENCERRABA TODAS LAS VOCACIONES. QUE EL AMOR ERA TODO, QUE ABARCABA TODOS LOS TIEMPOS Y TODOS LOS LUGARES… EN UNA PALABRA, QUE ES \u00a1ETERNO! (Santa Teresa del Ni\u00f1o Jes\u00fas, ms. autob. B 3v).<\/p>

                  827\u00a0 \u00abMientras que Cristo, santo, inocente, sin mancha, no conoci\u00f3 el pecado, sino que vino solamente a expiar los pecados del pueblo, la Iglesia, abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de purificaci\u00f3n y busca sin cesar la conversi\u00f3n y la renovaci\u00f3n\u00bb (LG 8; cf UR 3; 6). Todos los miembros de la Iglesia, incluso sus ministros, deben reconocerse pecadores (cf 1 Jn 1, 8-10). En todos, la ciza\u00f1a del pecado todav\u00eda se encuentra mezclada con la buena semilla del Evangelio hasta el fin de los tiempos (cf Mt 13, 24-30). La Iglesia, pues, congrega a pecadores alcanzados ya por la salvaci\u00f3n de Cristo, pero a\u00fan en v\u00edas de santificaci\u00f3n:<\/p>

                  La Iglesia es, pues, santa aunque abarque en su seno pecadores; porque ella no goza de otra vida que de la vida de la gracia; sus miembros, ciertamente, si se alimentan de esta vida se santifican; si se apartan de ella, contraen pecados y manchas del alma, que impiden que la santidad de ella se difunda radiante. Por lo que se aflige y hace penitencia por aquellos pecados, teniendo poder de librar de ellos a sus hijos por la sangre de Cristo y el don del Esp\u00edritu Santo (SPF 19).<\/p>

                  • Al canonizar a ciertos fieles, es decir, al proclamar solemnemente que esos fieles han practicado heroicamente las virtudes y han vivido en la fidelidad a la gracia de Dios, la Iglesia reconoce el poder del Esp\u00edritu de santidad, que est\u00e1 en ella, y sostiene la esperanza de los fieles proponiendo a los santos como modelos e intercesores (cf LG 40; 48-51). \u00abLos santos y las santas han sido siempre fuente y origen de renovaci\u00f3n en las circunstancias m\u00e1s dif\u00edciles de la historia de la Iglesia\u00bb (CL 16, 3). En efecto, \u00abla santidad de la Iglesia es el secreto manantial y la medida infalible de su laboriosidad apost\u00f3lica y de su \u00edmpetu misionero\u00bb (CL 17, 3).<\/li><\/ul>
                    • \u00abLa Iglesia en la Sant\u00edsima Virgen lleg\u00f3 ya a la perfecci\u00f3n, sin mancha ni arruga. En cambio, los creyentes se esfuerzan todav\u00eda en vencer el pecado para crecer en la santidad. Por eso dirigen sus ojos a Mar\u00eda\u00bb (LG 65): en ella, la Iglesia es ya enteramente santa.<\/li><\/ul>

                      III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA ES CATOLICA<\/p>

                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Qu\u00e9 quiere decir \u00abcat\u00f3lica\u00bb<\/p>

                      830\u00a0 La palabra \u00abcat\u00f3lica\u00bb significa \u00abuniversal\u00bb en el sentido de \u00abseg\u00fan la totalidad\u00bb o \u00abseg\u00fan la integridad\u00bb. La Iglesia es cat\u00f3lica en un doble sentido:<\/p>

                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es cat\u00f3lica porque Cristo est\u00e1 presente en ella. \u00abAll\u00ed donde est\u00e1 Cristo Jes\u00fas, est\u00e1 la Iglesia Cat\u00f3lica\u00bb (San Ignacio de Antioqu\u00eda, Smyrn. 8, 2). En ella subsiste la plenitud del Cuerpo de Cristo unido a su Cabeza (cf Ef 1, 22-23), lo que implica que ella recibe de \u00c9l \u00abla plenitud de los medios de salvaci\u00f3n\u00bb (AG 6) que \u00c9l ha querido: confesi\u00f3n de fe recta y completa, vida sacramental \u00edntegra y ministerio ordenado en la sucesi\u00f3n apost\u00f3lica. La Iglesia, en este sentido fundamental, era cat\u00f3lica el d\u00eda de Pentecost\u00e9s (cf AG 4) y lo ser\u00e1 siempre hasta el d\u00eda de la Parus\u00eda.<\/p>

                      831\u00a0\u00a0 Es cat\u00f3lica porque ha sido enviada por Cristo en misi\u00f3n a la totalidad del g\u00e9nero humano (cf Mt 28, 19):<\/p>

                      Todos los hombres est\u00e1n invitados al Pueblo de Dios. Por eso este pueblo, uno y \u00fanico, ha de extenderse por todo el mundo a trav\u00e9s de todos los siglos, para que as\u00ed se cumpla el designio de Dios, que en el principio cre\u00f3 una \u00fanica naturaleza humana y decidi\u00f3 reunir a sus hijos dispersos… Este car\u00e1cter de universalidad, que distingue al pueblo de Dios, es un don del mismo Se\u00f1or. Gracias a este car\u00e1cter, la Iglesia Cat\u00f3lica tiende siempre y eficazmente a reunir a la humanidad entera con todos sus valores bajo Cristo como Cabeza, en la unidad de su Esp\u00edritu (LG 13).<\/p>

                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cada una de las Iglesias particulares es \u00abcat\u00f3lica\u00bb<\/p>

                      832\u00a0 \u00abEsta Iglesia de Cristo est\u00e1 verdaderamente presente en todas las leg\u00edtimas comunidades locales de fieles, unidas a sus pastores. Estas, en el Nuevo Testamento, reciben el nombre de Iglesias… En ellas se re\u00fanen los fieles por el anuncio del Evangelio de Cristo y se celebra el misterio de la Cena del Se\u00f1or… En estas comunidades, aunque muchas veces sean peque\u00f1as y pobres o vivan dispersas, est\u00e1 presente Cristo, quien con su poder constituye a la Iglesia una, santa, cat\u00f3lica y apost\u00f3lica\u00bb (LG 26).<\/p>

                      833\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Se entiende por Iglesia particular, que es en primer lugar la di\u00f3cesis (o la eparqu\u00eda), una comunidad de fieles cristianos en comuni\u00f3n en la fe y en los sacramentos con su obispo ordenado en la sucesi\u00f3n apost\u00f3lica (cf CD 11; CIC can. 368-369; CCEO, c\u00e1n. 117, \u00a7 1. 178. 311, \u00a7 1. 312). Estas Iglesias particulares est\u00e1n \u00abformadas a imagen de la Iglesia Universal. En ellas y a partir de ellas existe la Iglesia cat\u00f3lica, una y \u00fanica\u00bb (LG 23).<\/p>

                      834\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las Iglesias particulares son plenamente cat\u00f3licas gracias a la comuni\u00f3n con una de ellas: la Iglesia de Roma \u00abque preside en la caridad\u00bb (San Ignacio de Antioqu\u00eda, Rom. 1, 1). \u00abPorque con esta Iglesia en raz\u00f3n de su origen m\u00e1s excelente debe necesariamente acomodarse toda Iglesia, es decir, los fieles de todas partes\u00bb (San Ireneo, haer. 3, 3, 2; citado por Cc. Vaticano I: DS 3057). \u00abEn efecto, desde la venida a nosotros del Verbo encarnado, todas las Iglesias cristianas de todas partes han tenido y tienen a la gran Iglesia que est\u00e1 aqu\u00ed [en Roma] como \u00fanica base y fundamento porque, seg\u00fan las mismas promesas del Salvador, las puertas del infierno no han prevalecido jam\u00e1s contra ella\u00bb (San M\u00e1ximo el Confesor, opusc.).<\/p>

                      • \u00abGuard\u00e9monos bien de concebir la Iglesia universal como la suma o, si se puede decir, la federaci\u00f3n m\u00e1s o menos an\u00f3mala de Iglesias particulares esencialmente diversas. En el pensamiento del Se\u00f1or es la Iglesia, universal por vocaci\u00f3n y por misi\u00f3n, la que, echando sus ra\u00edces en la variedad de terrenos culturales, sociales, humanos, toma en cada parte del mundo aspectos, expresiones externas diversas\u00bb (EN 62). La rica variedad de disciplinas eclesi\u00e1sticas, de ritos lit\u00fargicos, de patrimonios teol\u00f3gicos y espirituales propios de las Iglesias locales \u00abcon un mismo objetivo muestra muy claramente la catolicidad de la Iglesia indivisa\u00bb (LG 23).<\/li><\/ul>

                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Qui\u00e9n pertenece a la Iglesia cat\u00f3lica<\/p>

                        836\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abTodos los hombres, por tanto, est\u00e1n invitados a esta unidad cat\u00f3lica del Pueblo de Dios… A esta unidad pertenecen de diversas maneras o a ella est\u00e1n destinados los cat\u00f3licos, los dem\u00e1s cristianos e incluso todos los hombres en general llamados a la salvaci\u00f3n por la gracia de Dios\u00bb (LG 13).<\/p>

                        • \u00abEst\u00e1n plenamente incorporados a la sociedad que es la Iglesia aquellos que, teniendo el Esp\u00edritu de Cristo, aceptan \u00edntegramente su constituci\u00f3n y todos los medios de salvaci\u00f3n establecidos en ella y est\u00e1n unidos, dentro de su estructura visible, a Cristo, que la rige por medio del Sumo Pont\u00edfice y de los obispos, mediante los lazos de la profesi\u00f3n de la fe, de los sacramentos, del gobierno eclesi\u00e1stico y de la comuni\u00f3n. No se salva, en cambio, el que no permanece en el amor, aunque est\u00e9 incorporado a la Iglesia, pero est\u00e1 en el seno de la Iglesia con el ‘cuerpo’, pero no con el ‘coraz\u00f3n\u00bb‘ (LG 14).<\/li><\/ul>
                          • \u00abLa Iglesia se siente unida por muchas razones con todos los que se honran con el nombre de cristianos a causa del bautismo, aunque no profesan la fe en su integridad o no conserven la unidad de la comuni\u00f3n bajo el sucesor de Pedro\u00bb (LG 15). \u00abLos que creen en Cristo y han recibido ritualmente el bautismo est\u00e1n en una cierta comuni\u00f3n, aunque no perfecta, con la Iglesia cat\u00f3lica\u00bb (UR 3). Con las Iglesias ortodoxas, esta comuni\u00f3n es tan profunda \u00abque le falta muy poco para que alcance la plenitud que har\u00eda posible una celebraci\u00f3n com\u00fan de la Eucarist\u00eda del Se\u00f1or\u00bb (Pablo VI, discurso 14 diciembre 1975; cf UR 13-18).<\/li><\/ul>

                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia y los no cristianos<\/p>

                            839\u00a0 \u00abLos que todav\u00eda no han recibido el Evangelio tambi\u00e9n est\u00e1n ordenados al Pueblo de Dios de diversas maneras\u00bb (LG 16):<\/p>

                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La relaci\u00f3n de la Iglesia con el pueblo jud\u00edo. La Iglesia, Pueblo de Dios en la Nueva Alianza, al escrutar su propio misterio, descubre su vinculaci\u00f3n con el pueblo jud\u00edo (cf NA 4) \u00aba quien Dios ha hablado primero\u00bb (MR, Viernes Santo 13: oraci\u00f3n universal VI). A diferencia de otras religiones no cristianas la fe jud\u00eda ya es una respuesta a la revelaci\u00f3n de Dios en la Antigua Alianza. Pertenece al pueblo jud\u00edo \u00abla adopci\u00f3n filial, la gloria, las alianzas, la legislaci\u00f3n, el culto, las promesas y los patriarcas; de todo lo cual procede Cristo seg\u00fan la carne\u00bb (cf Rm 9, 4-5), \u00abporque los dones y la vocaci\u00f3n de Dios son irrevocables\u00bb (Rm 11, 29).<\/p>

                            • Por otra parte, cuando se considera el futuro, el Pueblo de Dios de la Antigua Alianza y el nuevo Pueblo de Dios tienden hacia fines an\u00e1logos: la espera de la venida (o el retorno) del Mes\u00edas; pues para unos, es la espera de la vuelta del Mes\u00edas, muerto y resucitado, reconocido como Se\u00f1or e Hijo de Dios; para los otros, es la venida del Mes\u00edas cuyos rasgos permanecen velados hasta el fin de los tiempos, espera que est\u00e1 acompa\u00f1ada del drama de la ignorancia o del rechazo de Cristo Jes\u00fas.<\/li><\/ul>
                              • Las relaciones de la Iglesia con los musulmanes. \u00abEl designio de salvaci\u00f3n comprende tambi\u00e9n a los que reconocen al Creador. Entre ellos est\u00e1n, ante todo, los musulmanes, que profesan tener la fe de Abraham y adoran con nosotros al Dios \u00fanico y misericordioso que juzgar\u00e1 a los hombres al fin del mundo\u00bb (LG 16; cf NA 3).<\/li><\/ul>

                                842\u00a0 El v\u00ednculo de la Iglesia con las religiones no cristianas es en primer lugar el del origen y el del fin comunes del g\u00e9nero humano:<\/p>

                                Todos los pueblos forman una \u00fanica comunidad y tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el g\u00e9nero humano sobre la entera faz de la tierra; tienen tambi\u00e9n un \u00fanico fin \u00faltimo, Dios, cuya providencia, testimonio de bondad y designios de salvaci\u00f3n se extienden a todos hasta que los elegidos se unan en la Ciudad Santa (NA 1).<\/p>

                                843 La Iglesia reconoce en las otras religiones la b\u00fasqueda \u00abtodav\u00eda en sombras y bajo im\u00e1genes\u00bb, del Dios desconocido pero pr\u00f3ximo ya que es \u00c9l quien da a todos vida, el aliento y todas las cosas y quiere que todos los hombres se salven. As\u00ed, la Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero, que puede encontrarse en las diversas religiones, \u00abcomo una preparaci\u00f3n al Evangelio y como un don de aquel que ilumina a todos los hombres, para que al fin tengan la vida\u00bb (LG 16; cf NA 2; EN 53).<\/p>

                                844\u00a0 Pero, en su comportamiento religioso, los hombres muestran tambi\u00e9n l\u00edmites y errores que desfiguran en ellos la imagen de Dios:<\/p>

                                Con demasiada frecuencia los hombres, enga\u00f1ados por el Maligno, se pusieron a razonar como personas vac\u00edas y cambiaron el Dios verdadero por un \u00eddolo falso, sirviendo a las criaturas en vez de al Creador. Otras veces, viviendo y muriendo sin Dios en este mundo, est\u00e1n expuestos a la desesperaci\u00f3n m\u00e1s radical (LG 16).<\/p>

                                845\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Padre quiso convocar a toda la humanidad en la Iglesia de su Hijo para reunir de nuevo a todos sus hijos que el pecado hab\u00eda dispersado y extraviado. La Iglesia es el lugar donde la humanidad debe volver a encontrar su unidad y su salvaci\u00f3n. Ella es el \u00abmundo reconciliado\u00bb (San Agust\u00edn, serm. 96, 7-9). Es, adem\u00e1s, este barco que \u00abpleno dominicae crucis velo Sancti Spiritus flatu in hoc bene navigat mundo\u00bb (\u00abcon su velamen que es la cruz de Cristo, empujado por el Esp\u00edritu Santo, navega bien en este mundo\u00bb) (San Ambrosio, virg. 18, 188); seg\u00fan otra imagen estimada por los Padres de la Iglesia, est\u00e1 prefigurada por el Arca de No\u00e9 que es la \u00fanica que salva del diluvio (cf 1 P 3, 20-21).<\/p>

                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abFuera de la Iglesia no hay salvaci\u00f3n\u00bb<\/p>

                                846\u00a0 \u00bfC\u00f3mo entender esta afirmaci\u00f3n tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que toda salvaci\u00f3n viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo:<\/p>

                                El santo S\u00ednodo… basado en la Sagrada Escritura y en la Tradici\u00f3n, ense\u00f1a que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvaci\u00f3n. Cristo, en efecto, es el \u00fanico Mediador y camino de salvaci\u00f3n que se nos hace presente en su Cuerpo, en la Iglesia. \u00c9l, al inculcar con palabras, bien expl\u00edcitas, la necesidad de la fe y del bautismo, confirm\u00f3 al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que entran los hombres por el bautismo como por una puerta. Por eso, no podr\u00edan salvarse los que sabiendo que Dios fund\u00f3, por medio de Jesucristo, la Iglesia cat\u00f3lica como necesaria para la salvaci\u00f3n, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella (LG 14).<\/p>

                                847\u00a0 Esta afirmaci\u00f3n no se refiere a los que, sin culpa suya, no conocen a Cristo y a su Iglesia:<\/p>

                                Los que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero coraz\u00f3n e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a trav\u00e9s de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvaci\u00f3n eterna (LG 16; cf DS 3866-3872).<\/p>

                                848\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abAunque Dios, por caminos conocidos s\u00f3lo por \u00c9l, puede llevar a la fe, ‘sin la que es imposible agradarle’ (Hb 11, 6), a los hombres que ignoran el Evangelio sin culpa propia, corresponde, sin embargo, a la Iglesia la necesidad y, al mismo tiempo, el derecho sagrado de evangelizar\u00bb (AG 7).<\/p>

                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La misi\u00f3n, exigencia de la catolicidad de la Iglesia<\/p>

                                • El mandato misionero. \u00abLa Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser ‘sacramento universal de salvaci\u00f3n’, por exigencia \u00edntima de su misma catolicidad, obedeciendo al mandato de su Fundador se esfuerza por anunciar el Evangelio a todos los hombres\u00bb (AG 1): \u00abId, pues, y haced disc\u00edpulos a todas las gentes bautiz\u00e1ndolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo, y ense\u00f1\u00e1ndoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los d\u00edas hasta el fin del mundo\u00bb (Mt 28, 19-20).<\/li><\/ul>

                                  850\u00a0\u00a0\u00a0 El origen la finalidad de la misi\u00f3n. El mandato misionero del Se\u00f1or tiene su fuente \u00faltima en el amor eterno de la Sant\u00edsima Trinidad: \u00abLa Iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misi\u00f3n del Hijo y la misi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo seg\u00fan el plan de Dios Padre\u00bb (AG 2). E;i fin \u00faltimo de la misi\u00f3n no es otro que hacer participar a los hombres en la comuni\u00f3n que existe entre el Padre y el Hijo en su Esp\u00edritu de amor (cf Juan Pablo II, RM 23).<\/p>

                                  851\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El motivo de la misi\u00f3n. Del amor de Dios por todos los hombres la Iglesia ha sacado en todo tiempo la obligaci\u00f3n y la fuerza de su impulso misionero: \u00abporque el amor de Cristo nos apremia…\u00bb (2 Co 5, 14; cf AA 6; RM 11). En efecto, \u00abDios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad\u00bb (1 Tm 2, 4). Dios quiere la salvaci\u00f3n de todos por el conocimiento de la verdad. La salvaci\u00f3n se encuentra en la verdad. Los que obedecen a la moci\u00f3n del Esp\u00edritu de verdad est\u00e1n ya en el camino de la salvaci\u00f3n; pero la Iglesia a quien esta verdad ha sido confiada, debe ir al encuentro de los que la buscan para ofrec\u00e9rsela. Porque cree en el designio universal de salvaci\u00f3n, la Iglesia debe ser misionera.<\/p>

                                  852\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los caminos de la misi\u00f3n. \u00abEl Esp\u00edritu Santo es en verdad el protagonista de toda la misi\u00f3n eclesial\u00bb (RM 21). \u00c9l es quien conduce la Iglesia por los caminos de la misi\u00f3n. Ella \u00abcontin\u00faa y desarrolla en el curso de la historia la misi\u00f3n del propio Cristo, que fue enviado a evangelizar a los pobres… impulsada por el Esp\u00edritu Santo, debe avanzar por el mismo camino por el que avanz\u00f3 Cristo; esto es, el camino de la pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolaci\u00f3n de s\u00ed mismo hasta la muerte, de la que surgi\u00f3 victorioso por su resurrecci\u00f3n\u00bb (AG 5). Es as\u00ed como la \u00absangre de los m\u00e1rtires es semilla de cristianos\u00bb (Tertuliano, apol. 50).<\/p>

                                  • Pero en su peregrinaci\u00f3n, la Iglesia experimenta tambi\u00e9n \u00abhasta qu\u00e9 punto distan entre s\u00ed el mensaje que ella proclama y la debilidad humana de aquellos a quienes se conf\u00eda el Evangelio\u00bb (GS 43, 6). S\u00f3lo avanzando por el camino \u00abde la conversi\u00f3n y la renovaci\u00f3n\u00bb (LG 8; cf 15) y \u00abpor el estrecho sendero de Dios\u00bb (AG 1) es como el Pueblo de Dios puede extender el reino de Cristo (cf RM 12-20). En efecto, \u00abcomo Cristo realiz\u00f3 la obra de la redenci\u00f3n en la persecuci\u00f3n, tambi\u00e9n la Iglesia est\u00e1 llamada a seguir el mismo camino para comunicar a los hombres los frutos de la salvaci\u00f3n\u00bb (LG 8).<\/li><\/ul>
                                    • Por su propia misi\u00f3n, \u00abla Iglesia… avanza junto con toda la humanidad y experimenta la misma suerte terrena del mundo, y existe como fermento y alma de la sociedad humana, que debe ser renovada en Cristo y transformada en familia de Dios\u00bb (GS 40, 2). El esfuerzo misionero exige entonces la paciencia. Comienza con el anuncio del Evangelio a los pueblos y a los grupos que a\u00fan no creen en Cristo (cf RM 42-47), contin\u00faa con el establecimiento de comunidades cristianas, \u00absigno de la presencia de Dios en el mundo\u00bb (AG lS), y en la fundaci\u00f3n de Iglesias locales (cf RM 48-49); se implica en un proceso de inculturaci\u00f3n para as\u00ed encarnar el Evangelio en las culturas de los pueblos (cf RM 52-54), en este proceso no faltar\u00e1n tambi\u00e9n los fracasos. \u00abEn cuanto se refiere a los hombres, grupos y pueblos, solamente de forma gradual los toca y los penetra y de este modo los incorpora a la plenitud cat\u00f3lica\u00bb (AG 6).<\/li><\/ul>
                                      • La misi\u00f3n de la Iglesia reclama el esfuerzo hacia la unidad de los cristianos (cf RM 50). En efecto, \u00ablas divisiones entre los cristianos son un obst\u00e1culo para que la Iglesia lleve a cabo la plenitud de la catolicidad que le es propia en aquellos hijos que, incorporados a ella ciertamente por el bautismo, est\u00e1n, sin embargo, separados de su plena comuni\u00f3n. Incluso se hace m\u00e1s dif\u00edcil para la propia Iglesia expresar la plenitud de la catolicidad bajo todos los aspectos en la realidad misma de la vida\u00bb (UR 4).<\/li><\/ul>

                                        856\u00a0 La tarea misionera implica un di\u00e1logo respetuoso con los que todav\u00eda no aceptan el Evangelio (cf RM 55). Los creyentes pueden sacar provecho para s\u00ed mismos de este di\u00e1logo aprendiendo a conocer mejor \u00abcuanto de verdad y de gracia se encontraba ya entre las naciones, como por una casi secreta presencia de Dios\u00bb (AG 9). Si ellos anuncian la Buena Nueva a los que la desconocen, es para consolidar, completar y elevar la verdad y el bien que Dios ha repartido entre los hombres y los pueblos, y para purificarlos del error y del mal \u00abpara gloria de Dios, confusi\u00f3n del diablo y felicidad del hombre\u00bb (AG 9).<\/p>

                                        IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA ES APOST\u00d3LICA<\/p>

                                        857\u00a0 La Iglesia es apost\u00f3lica porque est\u00e1 fundada sobre los ap\u00f3stoles, y esto en un triple sentido:<\/p>

                                        – Fue y permanece edificada sobre \u00abel fundamento de los ap\u00f3stoles\u00bb (Ef 2, 20; Hch 21, 14), testigos escogidos y enviados en misi\u00f3n por el mismo Cristo (cf Mt 28, 16-20; Hch 1, 8; 1 Co 9, 1; 15, 7-8; Ga 1, l; etc.).<\/p>

                                        – Guarda y transmite, con la ayuda del Esp\u00edritu Santo que habita en ella, la ense\u00f1anza (cf Hch 2, 42), el buen dep\u00f3sito, las sanas palabras o\u00eddas a los ap\u00f3stoles (cf 2 Tm 1, 13-14).<\/p>

                                        – Sigue siendo ense\u00f1ada, santificada y dirigida por los ap\u00f3stoles hasta la vuelta de Cristo gracias a aquellos que les suceden en su ministerio pastoral: el colegio de los obispos, \u00aba los que asisten los presb\u00edteros juntamente con el sucesor de Pedro y Sumo Pastor de la Iglesia\u00bb (AG 5):<\/p>

                                        Porque no abandonas nunca a tu reba\u00f1o, sino que, por medio de los santos pastores, lo proteges y conservas, y quieres que tenga siempre por gu\u00eda la palabra de aquellos mismos pastores a quienes tu Hijo dio la misi\u00f3n de anunciar el Evangelio (MR, Prefacio de los ap\u00f3stoles).<\/p>

                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La misi\u00f3n de los ap\u00f3stoles<\/p>

                                        858\u00a0\u00a0\u00a0 Jes\u00fas es el enviado del Padre. Desde el comienzo de su ministerio, \u00abllam\u00f3 a los que \u00e9l quiso, y vinieron donde \u00e9l. Instituy\u00f3 Doce para que estuvieran con \u00e9l y para enviarlos a predicar\u00bb (Mc 3, 13-14). Desde entonces, ser\u00e1n sus \u00abenviados\u00bb [es lo que significa la palabra griega \u00abapostoloi\u00bb]. En ellos contin\u00faa su propia misi\u00f3n: \u00abComo el Padre me envi\u00f3, tambi\u00e9n yo os env\u00edo\u00bb (Jn 20, 21; cf 13, 20; 17, 18). Por tanto su ministerio es la continuaci\u00f3n de la misi\u00f3n de Cristo: \u00abQuien a vosotros recibe, a m\u00ed me recibe\u00bb, dice a los Doce (Mt 10, 40; cf Lc 10, 16).<\/p>

                                        859\u00a0\u00a0\u00a0 Jes\u00fas los asocia a su misi\u00f3n recibida del Padre: como \u00abel Hijo no puede hacer nada por su cuenta\u00bb (Jn 5, 19.30), sino que todo lo recibe del Padre que le ha enviado, as\u00ed, aquellos a quienes Jes\u00fas env\u00eda no pueden hacer nada sin \u00c9l (cf Jn 15, 5) de quien reciben el encargo de la misi\u00f3n y el poder para cumplirla. Los ap\u00f3stoles de Cristo saben por tanto que est\u00e1n calificados por Dios como \u00abministros de una nueva alianza\u00bb (2 Co 3, 6), \u00abministros de Dios\u00bb (2 Co 6, 4), \u00abembajadores de Cristo\u00bb (2 Co 5, 20), \u00abservidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios\u00bb (1 Co 4, 1).<\/p>

                                        • En el encargo dado a los ap\u00f3stoles hay un aspecto intransmisible: ser los testigos elegidos de la Resurrecci\u00f3n del Se\u00f1or y los fundamentos de la Iglesia. Pero hay tambi\u00e9n un aspecto permanente de su misi\u00f3n. Cristo les ha prometido permanecer con ellos hasta el fin de los tiempos (cf Mt 28, 20). \u00abEsta misi\u00f3n divina confiada por Cristo a los ap\u00f3stoles tiene que durar hasta el fin del mundo, pues el Evangelio que tienen que transmitir es el principio de toda la vida de la Iglesia. Por eso los ap\u00f3stoles se preocuparon de instituir… sucesores\u00bb (LG 20).<\/li><\/ul>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los obispos sucesores de los ap\u00f3stoles<\/p>

                                          861\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abPara que continuase despu\u00e9s de su muerte la misi\u00f3n a ellos confiada, encargaron mediante una especie de testamento a sus colaboradores m\u00e1s inmediatos que terminaran y consolidaran la obra que ellos empezaron. Les encomendaron que cuidaran de todo el reba\u00f1o en el que el Esp\u00edritu Santo les hab\u00eda puesto para ser los pastores de la Iglesia de Dios. Nombraron, por tanto, de esta manera a algunos varones y luego dispusieron que, despu\u00e9s de su muerte, otros hombres probados les sucedieran en el ministerio\u00bb (LG 20; cf San Clemente Romano, Cor. 42; 44).<\/p>

                                          862\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abAs\u00ed como permanece el ministerio confiado personalmente por el Se\u00f1or a Pedro, ministerio que deb\u00eda ser transmitido a sus sucesores, de la misma manera permanece el ministerio de los ap\u00f3stoles de apacentar la Iglesia, que debe ser elegido para siempre por el orden sagrado de los obispos\u00bb. Por eso, la Iglesia ense\u00f1a que \u00abpor instituci\u00f3n divina los obispos han sucedido a los ap\u00f3stoles como pastores de la Iglesia. El que los escucha, escucha a Cristo; el que, en cambio, los desprecia, desprecia a Cristo y al que lo envi\u00f3\u00bb (LG 20).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El apostolado<\/p>

                                          863\u00a0\u00a0\u00a0 Toda la Iglesia es apost\u00f3lica mientras permanezca, a trav\u00e9s de los sucesores de San Pedro y de los ap\u00f3stoles, en comuni\u00f3n de fe y de vida con su origen. Toda la Iglesia es apost\u00f3lica en cuanto que ella es \u00abenviada\u00bb al mundo entero; todos los miembros de la Iglesia, aunque de diferentes maneras, tienen parte en este env\u00edo. \u00abLa vocaci\u00f3n cristiana, por su misma naturaleza, es tambi\u00e9n vocaci\u00f3n al apostolado\u00bb. Se llama \u00abapostolado\u00bb a \u00abtoda la actividad del Cuerpo M\u00edstico\u00bb que tiende a \u00abpropagar el Reino de Cristo por toda la tierra\u00bb (AA 2).<\/p>

                                          864\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abSiendo Cristo, enviado por el Padre, fuente y origen del apostolado de la Iglesia\u00bb, es evidente que la fecundidad del apostolado, tanto el de los ministros ordenados como el de los laicos, depende de su uni\u00f3n vital con Cristo (cf Jn 15, 5; AA 4). Seg\u00fan sean las vocaciones, las interpretaciones de los tiempos, los dones variados del Esp\u00edritu Santo, el apostolado toma las formas m\u00e1s diversas. Pero es siempre la caridad, conseguida sobre todo en la Eucarist\u00eda, \u00abque es como el alma de todo apostolado\u00bb (AA 3).<\/p>

                                          865 Iglesia es una, santa, cat\u00f3lica y apost\u00f3lica en su identidad profunda y \u00faltima, porque en ella La existe ya y ser\u00e1 consumado al fin de los tiempos \u00abel Reino de los cielos\u00bb, \u00abel Reino de Dios\u00bb (cf Ap 19, 6), que ha venido en la persona de Cristo y que crece misteriosamente en el coraz\u00f3n de los que le son incorporados hasta su plena manifestaci\u00f3n escatol\u00f3gica. Entonces todos los hombres rescatados por \u00e9l, hechos en \u00e9l \u00absantos e inmaculados en presencia de Dios en el Amor\u00bb (Ef 1, 4), ser\u00e1n reunidos como el \u00fanico Pueblo de Dios, \u00abla Esposa del Cordero\u00bb (Ap 21, 9), \u00abla Ciudad Santa que baja del Cielo de junto a Dios y tiene la gloria de Dios\u00bb (Ap 21, 10-11); y \u00abla muralla de la ciudad se asienta sobre doce piedras, que llevan los nombres de los doce ap\u00f3stoles del Cordero\u00bb (Ap 21, 14).<\/p>

                                          RESUMEN<\/p>

                                          866 La Iglesia es una: tiene un solo Se\u00f1or; confiesa una sola fe, nace de un solo Bautismo, no forma m\u00e1s que un solo Cuerpo, vivificado por un solo Esp\u00edritu, orientado a una \u00fanica esperanza (cf Ef 4, 3-5) a cuyo t\u00e9rmino se superar\u00e1n todas las divisiones.<\/p>

                                          \u00a0<\/p>

                                          867 La Iglesia es santa: Dios sant\u00edsimo es su autor; Cristo, su Esposo, se entreg\u00f3 por ella para santificarla; el Esp\u00edritu de santidad la vivifica. Aunque comprenda pecadores, ella es \u00abex maculatis immaculata\u00bb (\u00abinmaculada aunque compuesta de pecadores\u00bb). En los santos brilla su santidad; en Mar\u00eda es ya la enteramente santa.<\/p>

                                          \u00a0<\/p>

                                          868 La Iglesia es cat\u00f3lica: Anuncia la totalidad de la fe; lleva en s\u00ed y administra la plenitud de los medios de salvaci\u00f3n; es enviada a todos los pueblos; se dirige a todos los hombres; abarca todos los tiempos; \u00abes, por su propia naturaleza, misionera\u00bb (AG 2).<\/p>

                                          \u00a0<\/p>

                                          869 La Iglesia es apost\u00f3lica: Est\u00e1 edificada sobre s\u00f3lidos cimientos: \u00ablos doce ap\u00f3stoles del Cordero\u00bb (Ap 21, 14); es indestructible (cf Mt 16, 18); se mantiene infaliblemente en la verdad: Cristo la gobierna por medio de Pedro y los dem\u00e1s ap\u00f3stoles, presentes en sus sucesores, el Papa y el colegio de los obispos.<\/p>

                                          \u00a0<\/p>

                                          870 \u00abLa \u00fanica Iglesia de Cristo, de la que confesamos en el Credo que es una, santa, cat\u00f3lica y apost\u00f3lica… subsiste en la Iglesia cat\u00f3lica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comuni\u00f3n con \u00e9l. Sin duda, fuera de su estructura visible pueden encontrarse muchos elementos de santificaci\u00f3n y de verdad \u00bb (LG 8).<\/p>

                                          \u00a0<\/p>

                                          \u00a0<\/p>

                                          \u00a0<\/p>

                                          P\u00e1rrafo 4\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS FIELES DE CRISTO:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JERARQUIA, LAICOS, VIDA CONSAGRADA<\/p>

                                          871\u00a0\u00a0 \u00abSon fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el Pueblo de Dios y, hechos part\u00edcipes a su modo por esta raz\u00f3n de la funci\u00f3n sacerdotal, prof\u00e9tica y real de Cristo, cada uno seg\u00fan su propia condici\u00f3n, son llamados a desempe\u00f1ar la misi\u00f3n que Dios encomend\u00f3 cumplir a la Iglesia en el mundo\u00bb (CIC, can. 204, 1; cf. LG 31).<\/p>

                                          872\u00a0 \u00abPor su regeneraci\u00f3n en Cristo, se da entre todos los fieles una verdadera igualdad en cuanto a la dignidad y acci\u00f3n, en virtud de la cual todos, seg\u00fan su propia condici\u00f3n y oficio, cooperan a la edificaci\u00f3n del Cuerpo de Cristo\u00bb (CIC can. 208; cf. LG 32).<\/p>

                                          873\u00a0 Las mismas diferencias que el Se\u00f1or quiso poner entre los miembros de su Cuerpo sirven a su unidad y a su misi\u00f3n. Porque \u00abhay en la Iglesia diversidad de ministerios, pero unidad de misi\u00f3n. A los Ap\u00f3stoles y sus sucesores les confiri\u00f3 Cristo la funci\u00f3n de ense\u00f1ar, santificar y gobernar en su propio nombre y autoridad. Pero tambi\u00e9n los laicos, part\u00edcipes de la funci\u00f3n sacerdotal, prof\u00e9tica y real de Cristo, cumplen en la Iglesia y en el mundo la parte que les corresponde en la misi\u00f3n de todo el Pueblo de Dios\u00bb (AA 2). En fin, \u00aben esos dos grupos [jerarqu\u00eda y laicos], hay fieles que por la profesi\u00f3n de los consejos evang\u00e9licos … se consagran a Dios y contribuyen a la misi\u00f3n salv\u00edfica de la Iglesia seg\u00fan la manera peculiar que les es propia\u00bb (CIC can. 207, 2).<\/p>

                                          I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CONSTITUCION JERARQUICA DE LA IGLESIA<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Raz\u00f3n del ministerio eclesial<\/p>

                                          874\u00a0 El mismo Cristo es la fuente del ministerio en la Iglesia. El lo ha instituido, le ha dado autoridad y misi\u00f3n, orientaci\u00f3n y finalidad:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cristo el Se\u00f1or, para dirigir al Pueblo de Dios y hacerle progresar siempre, instituy\u00f3 en su Iglesia diversos ministerios que est\u00e1 ordenados al bien de todo el Cuerpo. En efecto, los ministros que posean la sagrada potestad est\u00e1n al servicio de sus hermanos para que todos los que son miembros del Pueblo de Dios…lleguen a la salvaci\u00f3n (LG 18).<\/p>

                                          875\u00a0 \u00ab\u00bfC\u00f3mo creer\u00e1n en aqu\u00e9l a quien no han o\u00eddo? \u00bfc\u00f3mo oir\u00e1n sin que se les predique? y \u00bfc\u00f3mo predicar\u00e1n si no son enviados?\u00bb (Rm 10, 14-15). Nadie, ning\u00fan individuo ni ninguna comunidad, puede anunciarse a s\u00ed mismo el Evangelio. \u00abLa fe viene de la predicaci\u00f3n\u00bb (Rm 10, 17). Nadie se puede dar a s\u00ed mismo el mandato ni la misi\u00f3n de anunciar el Evangelio. El enviado del Se\u00f1or habla y obra no con autoridad propia, sino en virtud de la autoridad de Cristo; no como miembro de la comunidad, sino hablando a ella en nombre de Cristo. Nadie puede conferirse a s\u00ed mismo la gracia, ella debe ser dada y ofrecida. Eso supone ministros de la gracia, autorizados y habilitados por parte de Cristo. De El los obispos y los presb\u00edteros reciben la misi\u00f3n y la facultad (el \u00abpoder sagrado\u00bb) de actuar in persona Christi Capitis<\/em>, los di\u00e1conos las fuerzas para servir al pueblo de Dios en la \u00abdiacon\u00eda\u00bb de la liturgia, de la palabra y de la caridad, en comuni\u00f3n con el Obispo y su presbiterio. Este ministerio, en el cual los enviados de Cristo hacen y dan, por don de Dios, lo que ellos, por s\u00ed mismos, no pueden hacer ni dar, la tradici\u00f3n de la Iglesia lo llama \u00absacramento\u00bb. El ministerio de la Iglesia se confiere por medio de un sacramento espec\u00edfico.<\/p>

                                          876\u00a0 El car\u00e1cter de servicio del ministerio eclesial est\u00e1 intr\u00ednsecamente ligado a la naturaleza sacramental. En efecto, enteramente dependiente de Cristo que da misi\u00f3n y autoridad, los ministros son\u00a0 verdaderamente \u00abesclavos de Cristo\u00bb (Rm 1, 1), a imagen de Cristo que, libremente ha tomado por nosotros \u00abla forma de esclavo\u00bb (Flp 2, 7). Como la palabra y la gracia de la cual son ministros no son de ellos, sino de Cristo que se las ha confiado para los otros, ellos se har\u00e1n libremente esclavos de todos (cf. 1 Co 9, 19).<\/p>

                                          877\u00a0 De igual modo es propio de la naturaleza sacramental del ministerio eclesial tener un car\u00e1cter colegial . En efecto, desde el comienzo de su ministerio, el Se\u00f1or Jes\u00fas instituy\u00f3 a los Doce, \u00absemilla del Nuevo Israel, a la vez que el origen de la jerarqu\u00eda sagrada\u00bb (AG 5). Elegidos juntos, tambi\u00e9n fueron enviados juntos, y su unidad fraterna estar\u00e1 al servicio de la comuni\u00f3n fraterna de todos los fieles; ser\u00e1 como un reflejo y un testimonio de la comuni\u00f3n de las Personas divinas (cf. Jn 17, 21-23). Por eso, todo obispo ejerce su ministerio en el seno del colegio episcopal, en comuni\u00f3n con el obispo de Roma, sucesor de San Pedro y jefe del colegio; los presb\u00edteros ejercen su ministerio en el seno del presbiterio de la di\u00f3cesis, bajo la direcci\u00f3n de su obispo.<\/p>

                                          878\u00a0 Por \u00faltimo,\u00a0 es propio tambi\u00e9n de la naturaleza sacramental del ministerio eclesial tener car\u00e1cter personal. Cuando los ministros de Cristo act\u00faan en comuni\u00f3n, act\u00faan siempre tambi\u00e9n de manera personal. Cada uno ha sido llamado personalmente (\u00abT\u00fa s\u00edgueme\u00bb, Jn 21, 22;cf. Mt 4,19. 21; Jn 1,43) para ser, en la misi\u00f3n com\u00fan, testigo personal, que es personalmente portador de la responsabilidad ante Aqu\u00e9l que da la misi\u00f3n, que act\u00faa \u00abin persona Christi\u00bb y en favor de personas : \u00abYo te bautizo en el nombre del Padre …\u00bb; \u00abYo te perdono…\u00bb.<\/p>

                                          879\u00a0 Por lo tanto, en la Iglesia, el ministerio sacramental es un servicio ejercitado en nombre de Cristo y tiene una \u00edndole personal y una forma colegial. Esto se verifica en los v\u00ednculos entre el colegio episcopal y su jefe, el sucesor de San Pedro, y en la relaci\u00f3n entre la responsabilidad pastoral del obispo en su Iglesia particular y la com\u00fan solicitud del colegio episcopal hacia la Iglesia Universal.<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El colegio episcopal y su cabeza, el Papa<\/p>

                                          880\u00a0 Cristo, al instituir a los Doce, \u00abform\u00f3 una especie de Colegio o grupo estable y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de \u00e9l\u00bb (LG 19). \u00abAs\u00ed como, por disposici\u00f3n del Se\u00f1or, San Pedro y los dem\u00e1s Ap\u00f3stoles forman un \u00fanico Colegio apost\u00f3lico, por an\u00e1logas razones est\u00e1n unidos entre s\u00ed el Romano Pont\u00edfice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los Ap\u00f3stoles \u00ab(LG 22; cf. CIC, can 330).<\/p>

                                          881\u00a0\u00a0 El Se\u00f1or hizo de Sim\u00f3n, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de \u00e9l, la piedra de su Iglesia. Le entreg\u00f3 las llaves de ella (cf. Mt 16, 18-19); lo instituy\u00f3 pastor de todo el reba\u00f1o (cf. Jn 21, 15-17). \u00abEst\u00e1 claro que tambi\u00e9n el Colegio de los Ap\u00f3stoles, unido a su Cabeza, recibi\u00f3 la funci\u00f3n de atar y desatar dada a Pedro\u00bb (LG 22). Este oficio pastoral de Pedro y de los dem\u00e1s ap\u00f3stoles pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se contin\u00faa por los obispos bajo el primado del Papa.<\/p>

                                          882\u00a0 El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, \u00abes el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles \u00ab(LG 23). \u00abEl Pont\u00edfice Romano, en efecto, tiene en la Iglesia, en virtud de su funci\u00f3n de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad\u00bb (LG 22; cf. CD 2. 9).<\/p>

                                          883\u00a0 \u00abEl Colegio o cuerpo episcopal no tiene ninguna autoridad si no se le considera junto con el Romano Pont\u00edfice, sucesor de Pedro, como Cabeza del mismo\u00bb\u00bb. Como tal, este colegio es \u00abtambi\u00e9n sujeto de la potestad suprema y plena sobre toda la Iglesia\u00bb que \u00abno se puede ejercer…a no ser con el consentimiento del Romano Pont\u00edfice\u00bb (LG 22; cf. CIC, can. 336).<\/p>

                                          884\u00a0 La potestad del Colegio de los Obispos sobre toda la Iglesia se ejerce de modo solemne en el Concilio Ecum\u00e9nico \u00ab(CIC can 337, 1). \u00abNo existe concilio ecum\u00e9nico si el sucesor de Pedro no lo ha aprobado o al menos aceptado como tal \u00ab(LG 22).<\/p>

                                          885\u00a0 \u00abEste colegio, en cuanto compuesto de muchos, expresa la diversidad y la unidad del Pueblo de Dios; en cuanto reunido bajo una \u00fanica Cabeza, expresa la unidad del reba\u00f1o de Dios \u00bb (LG 22).<\/p>

                                          886\u00a0 \u00abCada uno de los obispos, por su parte, es el principio\u00a0 y fundamento visible de unidad en sus Iglesias particulares\u00bb (LG 23). Como tales ejercen \u00absu gobierno pastoral sobre la porci\u00f3n del Pueblo de Dios que le ha sido confiada\u00bb (LG 23), asistidos por los presb\u00edteros y los di\u00e1conos. Pero, como miembros del colegio\u00a0 episcopal, cada uno de ellos participa de la solicitud por todas las Iglesias (cf. CD 3), que ejercen primeramente \u00abdirigiendo bien su propia Iglesia, como porci\u00f3n de la Iglesia universal\u00bb, contribuyen eficazmente \u00abal Bien de todo el Cuerpo m\u00edstico que es tambi\u00e9n el Cuerpo de las Iglesias\u00bb (LG 23). Esta solicitud se extender\u00e1 particularmente a los pobres (cf. Ga 2, 10), a los perseguidos por la fe y a los misioneros que trabajan por toda la tierra.<\/p>

                                          887\u00a0 Las Iglesias particulares vecinas y de cultura homog\u00e9nea forman provincias eclesi\u00e1sticas o conjuntos m\u00e1s vastos llamados patriarcados o regiones (cf. Canon de los Ap\u00f3stoles 34). Los obispos de estos territorios pueden reunirse en s\u00ednodos o concilios provinciales. \u00abDe igual manera, hoy d\u00eda, las Conferencias Episcopales pueden prestar una ayuda m\u00faltiple y fecunda para que el afecto colegial se traduzca concretamente en la pr\u00e1ctica\u00bb\u00bb (LG 23).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La misi\u00f3n de ense\u00f1ar<\/p>

                                          888\u00a0 Los obispos con los presb\u00edteros, sus colaboradores, \u00abtienen como primer deber el anunciar a todos el Evangelio de Dios\u00bb (PO 4), seg\u00fan la orden del Se\u00f1or (cf. Mc 16, 15). Son \u00ablos predicadores del Evangelio que llevan nuevos disc\u00edpulos a Cristo. Son tambi\u00e9n los maestros aut\u00e9nticos, por estar dotados de la autoridad de Cristo\u00bb (LG 25).<\/p>

                                          889\u00a0 Para mantener a la Iglesia en la pureza de la fe transmitida por los ap\u00f3stoles, Cristo, que es la Verdad, quiso conferir a su Iglesia una participaci\u00f3n en su propia infalibilidad. Por medio del \u00absentido sobrenatural de la fe\u00bb, el Pueblo de Dios \u00abse une indefectiblemente a la fe\u00bb, bajo la gu\u00eda del Magisterio vivo de la Iglesia (cf. LG 12; DV 10).<\/p>

                                          890\u00a0 La misi\u00f3n del Magisterio est\u00e1 ligada al car\u00e1cter definitivo de la Alianza instaurada por Dios en Cristo con su Pueblo; debe protegerlo de las desviaciones y de los fallos, y garantizarle la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe aut\u00e9ntica. El oficio pastoral del Magisterio est\u00e1 dirigido, as\u00ed, a velar para que el Pueblo de Dios permanezca en la verdad que libera. Para cumplir este servicio, Cristo ha dotado a los pastores con el carisma de infalibilidad en materia de fe y de costumbres. El ejercicio de este carisma puede revestir varias modalidades:<\/p>

                                          891\u00a0\u00a0 \u00abEl Romano Pont\u00edfice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral… La infalibilidad prometida a la Iglesia reside tambi\u00e9n en el Cuerpo episcopal cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de Pedro\u00bb, sobre todo en un Concilio ecum\u00e9nico (LG 25; cf. Vaticano I: DS 3074). Cuando la Iglesia propone por medio de su Magisterio supremo que algo se debe aceptar \u00abcomo revelado por Dios para ser cre\u00eddo\u00bb (DV 10) y como ense\u00f1anza de Cristo, \u00abhay que aceptar sus definiciones con la obediencia de la fe\u00bb (LG 25). Esta infalibilidad abarca todo el dep\u00f3sito de la Revelaci\u00f3n divina (cf. LG 25).<\/p>

                                          892\u00a0 La asistencia divina es tambi\u00e9n concedida a los sucesores de los ap\u00f3stoles, cuando ense\u00f1an en comuni\u00f3n con el sucesor de Pedro (y, de una manera particular, al obispo de Roma, Pastor de toda la Iglesia), aunque, sin llegar a una definici\u00f3n infalible y sin pronunciarse de una \u00abmanera definitiva\u00bb, proponen, en el ejercicio del magisterio ordinario, una ense\u00f1anza que conduce a una mejor inteligencia de la Revelaci\u00f3n en materia de fe y de costumbres. A esta ense\u00f1anza ordinaria, los fieles deben \u00abadherirse…con esp\u00edritu de obediencia religiosa\u00bb (LG 25) que, aunque distinto del asentimiento de la fe, es una prolongaci\u00f3n de \u00e9l.<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La misi\u00f3n de santificar<\/p>

                                          893\u00a0 El obispo \u00abes el `administrador de la gracia del sumo sacerdocio'\u00bb (LG 26), en particular en la Eucarist\u00eda que \u00e9l mismo ofrece, o cuya oblaci\u00f3n asegura por medio de los presb\u00edteros, sus colaboradores. Porque la Eucarist\u00eda es el centro de la vida de la Iglesia particular. El obispo y los presb\u00edteros santifican la Iglesia con su oraci\u00f3n y su trabajo, por medio del ministerio de la palabra y de los sacramentos. La santifican con su ejemplo, \u00abno tiranizando a los que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey\u00bb (1 P 5, 3). As\u00ed es como llegan \u00aba la vida eterna junto con el reba\u00f1o que les fue confiado\u00bb(LG 26).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La misi\u00f3n de gobernar<\/p>

                                          894\u00a0 \u00abLos obispos, como vicarios y legados de Cristo, gobiernan las Iglesias particulares que se les han confiado, no s\u00f3lo con sus proyectos, con sus consejos y con ejemplos, sino tambi\u00e9n con su autoridad y potestad sagrada \u00ab(LG 27), que deben, no obstante, ejercer para edificar con esp\u00edritu de servicio que es el de su Maestro (cf. Lc 22, 26-27).<\/p>

                                          895\u00a0 \u00abEsta potestad, que desempe\u00f1an personalmente en nombre de Cristo, es propia, ordinaria e inmediata. Su ejercicio, sin embargo, est\u00e1 regulado en \u00faltimo t\u00e9rmino por la suprema autoridad de la Iglesia \u00ab(LG 27). Pero no se debe considerar a los obispos como vicarios del Papa, cuya autoridad ordinaria e inmediata sobre toda la Iglesia no anula la de ellos, sino que, al contrario, la confirma y tutela. Esta autoridad debe ejercerse en comuni\u00f3n con toda la Iglesia bajo la gu\u00eda del Papa.<\/p>

                                          896\u00a0 El Buen Pastor ser\u00e1 el modelo y la \u00abforma\u00bb de la misi\u00f3n pastoral del obispo. Consciente de sus propias debilidades, el obispo \u00abpuede disculpar a los ignorantes y extraviados. No debe negarse nunca a escuchar a sus s\u00fabditos, a a los que cuida como verdaderos hijos … Los fieles, por su parte, deben estar unidos a su obispo como la Iglesia a Cristo y como Jesucristo al Padre\u00bb (LG 27):<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Seguid todos al obispo como Jesucristo (sigue) a su Padre, y al presbiterio como a los ap\u00f3stoles; en cuanto a los di\u00e1conos, respetadlos como a la ley de Dios. Que nadie haga al margen del obispo nada en lo que ata\u00f1e a la Iglesia (San Ignacio de Antioqu\u00eda, Smyrn. 8,1)<\/p>

                                          II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS FIELES LAICOS<\/p>

                                          897\u00a0 \u00abPor laicos se entiende aqu\u00ed a todos los cristianos, excepto los miembros del orden sagrado y del estado religioso reconocido en la Iglesia. Son, pues, los cristianos que est\u00e1n incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el Pueblo de Dios y que participan de las funciones de Cristo. Sacerdote, Profeta y Rey. Ellos realizan, seg\u00fan su condici\u00f3n, la misi\u00f3n de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo\u00bb (LG 31).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La vocaci\u00f3n de los laicos<\/p>

                                          898\u00a0 \u00abLos laicos tienen como vocaci\u00f3n propia el buscar el Reino de Dios ocup\u00e1ndose de las realidades temporales y orden\u00e1ndolas seg\u00fan Dios… A ellos de manera especial les corresponde iluminar y ordenar todas las realidades temporales, a las que est\u00e1n estrechamente unidos, de tal manera que \u00e9stas lleguen a ser seg\u00fan Cristo, se desarrollen y sean para alabanza del Creador y Redentor\u00bb (LG 31).<\/p>

                                          899\u00a0 La iniciativa de los cristianos laicos es particularmente necesaria cuando se trata de descubrir o de idear los medios para que las exigencias de la doctrina y de la vida cristianas impregnen las realidades sociales, pol\u00edticas y econ\u00f3micas. Esta iniciativa es un elemento normal de la vida de la Iglesia:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los fieles laicos se encuentran en la l\u00ednea m\u00e1s avanzada de la vida de la Iglesia; por ellos la Iglesia es el principio vital de la sociedad.\u00a0 Por tanto ellos, especialmente, deben tener conciencia, cada vez m\u00e1s clara, no s\u00f3lo de pertenecer a la Iglesia, sino de ser la Iglesia; es decir, la comunidad de los fieles sobre la tierra bajo la gu\u00eda del Jefe com\u00fan, el Papa, y de los Obispos en comuni\u00f3n con \u00e9l. Ellos son la Iglesia (P\u00edo XII, discurso 20 Febrero 1946; citado por Juan Pablo II, CL 9).<\/p>

                                          900\u00a0 Como todos los fieles, los laicos est\u00e1n encargados por Dios del apostolado en virtud del bautismo y de la confirmaci\u00f3n y por eso tienen la obligaci\u00f3n y gozan del derecho, individualmente o agrupados en asociaciones, de trabajar para que el mensaje divino de salvaci\u00f3n sea conocido y recibido por todos los hombres y en toda la tierra; esta obligaci\u00f3n es tanto m\u00e1s apremiante cuando s\u00f3lo por medio de ellos los dem\u00e1s hombres pueden o\u00edr el Evangelio y conocer a Cristo. En las comunidades eclesiales, su acci\u00f3n es tan necesaria que, sin ella, el apostolado de los pastores no puede obtener en la mayor\u00eda de las veces su plena eficacia (cf. LG 33).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La participaci\u00f3n de los laicos en la misi\u00f3n sacerdotal de Cristo<\/p>

                                          901\u00a0\u00a0 \u00abLos laicos, consagrados a Cristo y ungidos por el Esp\u00edritu Santo, est\u00e1n maravillosamente llamados y preparados para producir siempre los frutos m\u00e1s abundantes del Esp\u00edritu. En efecto, todas sus obras, oraciones, tareas apost\u00f3licas, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso espiritual y corporal, si se realizan en el Esp\u00edritu, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, todo ello se convierte en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo, que ellos ofrecen con toda piedad a Dios Padre en la celebraci\u00f3n de la Eucarist\u00eda uni\u00e9ndolos a la ofrenda del cuerpo del Se\u00f1or. De esta manera, tambi\u00e9n los laicos, como adoradores que en todas partes llevan una conducta sana, consagran el mundo mismo a Dios\u00bb (LG 34; cf. LG 10).<\/p>

                                          902\u00a0 De manera particular,los padres participan de la misi\u00f3n de santificaci\u00f3n \u00abimpregnando de esp\u00edritu cristiano la vida conyugal y procurando la educaci\u00f3n cristiana de los hijos\u00bb (CIC, can. 835, 4).<\/p>

                                          903\u00a0 Los laicos, si tienen las cualidades requeridas, pueden ser admitidos de manera estable a los ministerios de lectores y de ac\u00f3lito (cf. CIC, can. 230, 1). \u00abDonde lo aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden tambi\u00e9n los laicos, aunque no sean lectores ni ac\u00f3litos, suplirles en algunas de sus funciones, es decir, ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones lit\u00fargicas, administrar el bautismo y dar la sagrada Comuni\u00f3n, seg\u00fan las prescripciones del derecho\u00bb (CIC, can. 230, 3).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Su participaci\u00f3n en la misi\u00f3n prof\u00e9tica de Cristo<\/p>

                                          904\u00a0 \u00abCristo,… realiza su funci\u00f3n prof\u00e9tica … no s\u00f3lo a trav\u00e9s de la jerarqu\u00eda … sino tambi\u00e9n por medio de los laicos. El los hace sus testigos y les da el sentido de la fe y la gracia de la palabra\u00bb (LG 35).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ense\u00f1ar a alguien para traerlo a la fe es tarea de todo predicador e incluso de todo creyente (Sto. Tom\u00e1s de A., STh III, 71. 4\u00a0 ad 3).<\/p>

                                          905\u00a0 Los laicos cumplen tambi\u00e9n su misi\u00f3n prof\u00e9tica evangelizando, con \u00abel anuncio de Cristo comunicado con el testimonio de la vida y de la palabra\u00bb. En los laicos, esta evangelizaci\u00f3n \u00abadquiere una nota espec\u00edfica y una eficacia particular por el hecho de que se realiza en las condiciones generales de nuestro mundo\u00bb (LG 35):<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Este apostolado no consiste s\u00f3lo en el testimonio de vida; el verdadero apostolado\u00a0 busca ocasiones para anunciar a Cristo con su palabra, tanto a los no creyentes … como a los fieles (AA 6; cf. AG 15).<\/p>

                                          906\u00a0 Los fieles laicos que sean capaces de ello y que se formen para ello tambi\u00e9n pueden prestar su colaboraci\u00f3n en la formaci\u00f3n catequ\u00e9tica (cf. CIC, can. 774, 776, 780), en la ense\u00f1anza de las ciencias sagradas (cf. CIC,can. 229), en los medios de comunicaci\u00f3n social (cf. CIC, can 823, 1).<\/p>

                                          907\u00a0 \u00abTienen el derecho, y a veces incluso el deber, en raz\u00f3n de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opini\u00f3n sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestarla a los dem\u00e1s fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres y la reverencia hacia los Pastores, habida cuenta de la utilidad com\u00fan y de la dignidad de las personas\u00bb (CIC, can. 212, 3).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Su participaci\u00f3n en la misi\u00f3n real de Cristo<\/p>

                                          908\u00a0 Por su obediencia hasta la muerte (cf. Flp 2, 8-9), Cristo ha comunicado a sus disc\u00edpulos el don de la libertad regia, \u00abpara que vencieran en s\u00ed mismos, con la apropia renuncia y una vida santa, al reino del pecado\u00bb (LG 36).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El que somete su propio cuerpo y domina su alma, sin dejarse llevar por las pasiones es due\u00f1o de s\u00ed mismo: Se puede llamar rey porque es capaz de gobernar su propia persona; Es libre e independiente y no se deja cautivar por una esclavitud culpable (San Ambrosio, Psal. 118, 14, 30: PL 15, 1403A).<\/p>

                                          909\u00a0 \u00abLos laicos, adem\u00e1s, juntando tambi\u00e9n sus fuerzas, han de sanear las estructuras y las condiciones del mundo, de tal forma que, si algunas de sus costumbres incitan al pecado, todas ellas sean conformes con las normas de la justicia y favorezcan en vez de impedir la pr\u00e1ctica de las virtudes. Obrando as\u00ed, impregnar\u00e1n de valores morales toda la cultura y las realizaciones humanas\u00bb (LG 36).<\/p>

                                          910\u00a0\u00a0 \u00abLos seglares tambi\u00e9n pueden sentirse llamados o ser llamados a colaborar con sus Pastores en el servicio de la comunidad eclesial, para el crecimiento y la vida de \u00e9sta, ejerciendo ministerios muy diversos seg\u00fan la gracia y los carismas que el Se\u00f1or quiera concederles\u00bb (EN 73).<\/p>

                                          911\u00a0\u00a0\u00a0 En la Iglesia, \u00ablos fieles laicos pueden cooperar a tenor del derecho en el ejercicio de la potestad de gobierno\u00bb (CIC, can. 129, 2). As\u00ed, con su presencia en los Concilios particulares (can. 443, 4), los S\u00ednodos diocesanos (can. 463, 1 y 2), los Consejos pastorales (can. 511; 536); en el ejercicio de la tarea pastoral de una parroquia (can. 517, 2); la colaboraci\u00f3n en los Consejos de los asuntos econ\u00f3micos (can. 492, 1; 536); la participaci\u00f3n en los tribunales eclesi\u00e1sticos (can. 1421, 2), etc.<\/p>

                                          912\u00a0\u00a0 Los fieles han de \u00abaprender a distinguir cuidadosamente entre los derechos y deberes que tienen como miembros de la Iglesia y los que les corresponden como miembros de la sociedad humana. Deben esforzarse en integrarlos en buena armon\u00eda, recordando que en cualquier cuesti\u00f3n temporal han de guiarse por la conciencia cristiana. En efecto, ninguna actividad humana, ni siquiera en los asuntos temporales, puede sustraerse a la soberan\u00eda de Dios\u00bb (LG 36).<\/p>

                                          913\u00a0\u00a0 \u00abAs\u00ed, todo laico, por el simple hecho de haber recibido sus dones, es a la vez testigo e instrumento vivo de la misi\u00f3n de la Iglesia misma `seg\u00fan la medida del don de Cristo'\u00bb (LG 33).<\/p>

                                          III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA VIDA CONSAGRADA<\/p>

                                          914\u00a0\u00a0 \u00abEl estado de vida que consiste en la profesi\u00f3n de los consejos evang\u00e9licos, aunque no pertenezca a la estructura de la Iglesia, pertenece, sin embargo, sin discusi\u00f3n a su vida y a su santidad\u00bb (LG 44).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Consejos evang\u00e9licos, vida consagrada<\/p>

                                          915\u00a0\u00a0 Los consejos evang\u00e9licos est\u00e1n propuestos en su multiplicid ad a todos los disc\u00edpulos de Cristo. La perfecci\u00f3n de la caridad a la cual son llamados todos los fieles implica, para quienes asumen libremente el llamamiento a la vida consagrada, la obligaci\u00f3n de practicar la castidad en el celibato por el Reino, la pobreza y la obediencia. La profesi\u00f3n de estos consejos en un estado de vida estable reconocido por la Iglesia es lo que caracteriza la \u00abvida consagrada\u00bb a Dios (cf. LG 42-43; PC 1).<\/p>

                                          916\u00a0\u00a0 El estado de vida consagrada aparece por consiguiente como una de las maneras de vivir una consagraci\u00f3n \u00abm\u00e1s \u00edntima\u00bb que tiene su ra\u00edz en el bautismo y se dedica totalmente a Dios (cf. PC 5). En la vida consagrada, los fieles de Cristo se proponen, bajo la moci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, seguir m\u00e1s de cerca a Cristo, entregarse a Dios amado por encima de todo y, persiguiendo la perfecci\u00f3n de la caridad en el servicio del Reino, significar y anunciar en la Iglesia la gloria del mundo futuro (cf. CIC, can. 573).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Un gran \u00e1rbol, m\u00faltiples ramas<\/p>

                                          917\u00a0\u00a0 \u00abEl resultado ha sido una especie de \u00e1rbol en el campo de Dios, maravilloso y lleno de ramas, a partir de una semilla puesta por Dios. Han crecido, en efecto, diversas formas de vida, solitaria o comunitaria, y diversas familias religiosas que se desarrollan para el progreso de sus miembros y para el bien de todo el Cuerpo de Cristo\u00bb (LG 43).<\/p>

                                          918\u00a0\u00a0 \u00abDesde los comienzos de la Iglesia hubo hombres y mujeres que intentaron, con la pr\u00e1ctica de los consejos evang\u00e9licos, seguir con mayor libertad a Cristo e imitarlo con mayor precisi\u00f3n. Cada uno a su manera, vivi\u00f3 entregado a Dios. Muchos, por inspiraci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, vivieron en la soledad o fundaron familias religiosas, que la Iglesia reconoci\u00f3 y aprob\u00f3 gustosa con su autoridad\u00bb (PC 1).<\/p>

                                          919\u00a0\u00a0 Los obispos se esforzar\u00e1n siempre en discernir los nuevos dones de vida consagrada confiados por el Esp\u00edritu Santo a su Iglesia; la aprobaci\u00f3n de nuevas formas de vida consagrada est\u00e1 reservada a la Sede Apost\u00f3lica (cf. CIC, can. 605).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La vida erem\u00edtica<\/p>

                                          920\u00a0 Sin profesar siempre p\u00fablicamente los tres consejos evang\u00e9licos, los ermita\u00f1os, \u00abcon un apartamiento m\u00e1s estricto del mundo, el silencio de la soledad, la oraci\u00f3n asidua y la penitencia, dedican su vida a la alabanza de Dios y salvaci\u00f3n del mundo\u00bb (CIC, can. 603 1).<\/p>

                                          921\u00a0\u00a0 Los eremitas presentan a los dem\u00e1s ese aspecto interior del misterio de la Iglesia que es la intimidad personal con Cristo. Oculta a los ojos de los hombres, la vida del eremita es predicaci\u00f3n\u00a0 silenciosa de Aqu\u00e9l a quien ha entregado su vida, porque El es todo para \u00e9l. En este caso se trata de un llamamiento particular a encontrar en el desierto, en el combate espiritual, la gloria del Crucificado.<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las v\u00edrgenes y las viudas consagradas<\/p>

                                          922\u00a0 Desde los tiempos apost\u00f3licos, v\u00edrgenes (Cf. 1 Co 7, 34-36) y viudas cristianas (Cf. Vita consecrata,<\/em> 7) llamadas por el Se\u00f1or para consagrarse a El enteramente (cf. 1 Co 7, 34-36) con una libertad mayor de coraz\u00f3n, de cuerpo y de esp\u00edritu, han tomado la decisi\u00f3n, aprobada por la Iglesia, de vivir en estado de virginidad o de castidad perpetua \u00aba causa del Reino de los cielos\u00bb (Mt 19, 12).<\/p>

                                          923\u00a0 \u00abFormulando el prop\u00f3sito santo de seguir m\u00e1s de cerca a Cristo, [las v\u00edrgenes] son consagradas a Dios por el Obispo diocesano seg\u00fan el rito lit\u00fargico aprobado, celebran desposorios m\u00edsticos con Jesucristo, Hijo de Dios, y se entregan al servicio de la Iglesia\u00bb (CIC, can. 604, 1). Por medio este rito solemne (\u00abConsecratio virginum\u00bb, \u00abConsagraci\u00f3n de v\u00edrgenes\u00bb), \u00abla virgen es constituida en persona consagrada\u00bb como \u00absigno transcendente del amor de la Iglesia hacia Cristo, imagen escatol\u00f3gica de esta Esposa del Cielo y de la vida futura\u00bb (Ordo Cons. Virg., Praenot. 1).<\/p>

                                          924\u00a0 \u00abSemejante a otras formas de vida consagrada\u00bb (CIC, can. 604), el orden de las v\u00edrgenes sit\u00faa a la mujer que vive en el mundo (o a la monja) en el ejercicio de la oraci\u00f3n, de la penitencia, del servicio a los hermanos y del trabajo apost\u00f3lico, seg\u00fan el estado y los carismas respectivos ofrecidos a cada una (OCV., Praenot. 2). Las v\u00edrgenes consagradas pueden asociarse para guardar su prop\u00f3sito con mayor fidelidad (CIC, can. 604, 2).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La vida religiosa<\/p>

                                          925\u00a0 Nacida en Oriente en los primeros siglos del cristianismo (cf. UR 15) y vivida en los institutos can\u00f3nicamente erigidos por la Iglesia (cf. CIC, can. 573), la vida religiosa se distingue de las otras formas de vida consagrada por el aspecto cultual, la profesi\u00f3n p\u00fablica de los consejos evang\u00e9licos, la vida fraterna llevada en com\u00fan, y por el testimonio dado de la uni\u00f3n de Cristo y de la Iglesia (cf. CIC, can. 607).<\/p>

                                          926\u00a0 La vida religiosa nace del misterio de la Iglesia. Es un don que la Iglesia recibe de su Se\u00f1or y que ofrece como un estado de vida estable al fiel llamado por Dios a la profesi\u00f3n de los consejos. As\u00ed la Iglesia puede a la vez manifestar a Cristo y reconocerse como Esposa del Salvador. La vida religiosa est\u00e1 invitada a significar, bajo estas diversas formas, la caridad misma de Dios, en el lenguaje de nuestro tiempo.<\/p>

                                          927\u00a0 Todos los religiosos, exentos o no (cf. CIC, can. 591), se encuentran entre los colaboradores del obispo diocesano en su misi\u00f3n pastoral (cf. CD 33-35). La implantaci\u00f3n y la expansi\u00f3n misionera de la Iglesia requieren la presencia de la vida religiosa en todas sus formas \u00abdesde el per\u00edodo de implantaci\u00f3n de la Iglesia\u00bb (AG 18, 40). \u00abLa historia da testimonio de los grandes m\u00e9ritos de las familias religiosas en la propagaci\u00f3n de la fe y en la formaci\u00f3n de las nuevas iglesias: desde las antiguas Instituciones mon\u00e1sticas, las Ordenes medievales y hasta las Congregaciones modernas\u00bb (Juan Pablo II, RM 69).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los institutos seculares<\/p>

                                          928\u00a0 \u00abUn instituto secular es un instituto de vida consagrada en el cual los fieles, viviendo en el mundo, aspiran a la perfecci\u00f3n de la caridad, y se dedican a procurar la santificaci\u00f3n del mundo sobre todo desde dentro de \u00e9l\u00bb (CIC can. 710).<\/p>

                                          929\u00a0 Por medio de una \u00abvida perfectamente y enteramente consagrada a [esta] santificaci\u00f3n\u00bb (P\u00edo XII, const. ap. \u00abProvida Mater\u00bb), los miembros de estos institutos participan en la tarea de evangelizaci\u00f3n de la Iglesia, \u00aben el mundo y desde el mundo\u00bb, donde su presencia obra a la manera de un \u00abfermento\u00bb (PC 11). Su \u00abtestimonio de vida cristiana\u00bb mira a \u00abordenar seg\u00fan Dios las realidades temporales y a penetrar el mundo con la fuerza del Evangelio\u00bb. Mediante v\u00ednculos sagrados, asumen los consejos evang\u00e9licos y observan entre s\u00ed la comuni\u00f3n y la fraternidad propias de su \u00abmodo de vida secular\u00bb (CIC, can. 713, 2).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las sociedades de vida apost\u00f3lica<\/p>

                                          930\u00a0 Junto a las diversas formas de vida consagrada se encuentran \u00ablas sociedades de vida apost\u00f3lica, cuyos miembros, sin votos religiosos, buscan el fin apost\u00f3lico propio de la sociedad y, llevando vida fraterna en com\u00fan, seg\u00fan el propio modo de vida, aspiran a la perfecci\u00f3n de la caridad por la observancia de las constituciones. Entre \u00e9stas, existen sociedades cuyos miembros abrazan los consejos evang\u00e9licos mediante un v\u00ednculo determinado por las constituciones\u00bb (CIC, can. 731, 1 y 2).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Consagraci\u00f3n y misi\u00f3n: anunciar el Rey que viene<\/p>

                                          931\u00a0\u00a0 Aquel que por el bautismo fue consagrado a Dios, entreg\u00e1ndose a \u00e9l como al sumamente amado, se consagra, de esta manera, a\u00fan m\u00e1s \u00edntimamente al servicio divino y se entrega al bien de la Iglesia. Mediante el estado de consagraci\u00f3n a Dios, la Iglesia manifiesta a Cristo y muestra c\u00f3mo el Esp\u00edritu Santo obra en ella de modo admirable. Por tanto, los que profesan los consejos evang\u00e9licos tienen como primera misi\u00f3n vivir su consagraci\u00f3n. Pero \u00abya que por su misma consagraci\u00f3n se dedican al servicio de la Iglesia est\u00e1n obligados a contribuir de modo especial a la tarea misionera, seg\u00fan el modo propio de su instituto\u00bb (CIC 783; cf. RM 69).<\/p>

                                          932\u00a0 En la Iglesia que es como el sacramento, es decir, el signo y el instrumento de la vida de Dios, la vida consagrada aparece como un signo particular del misterio de la Redenci\u00f3n. Seguir e imitar a Cristo \u00abdesde m\u00e1s cerca\u00bb, manifestar \u00abm\u00e1s claramente\u00bb su anonadamiento, es encontrarse \u00abm\u00e1s profundamente\u00bb presente, en el coraz\u00f3n de Cristo, con sus contempor\u00e1neos. Porque los que siguen este camino \u00abm\u00e1s estrecho\u00bb estimulan con su ejemplo a sus hermanos; les dan este testimonio admirable de \u00abque sin el esp\u00edritu de las bienaventuranzas no se puede transformar este mundo y ofrecerlo a Dios\u00bb (LG 31).<\/p>

                                          933\u00a0 Sea p\u00fablico este testimonio, como en el estado religioso, o m\u00e1s discreto, o incluso secreto, la venida de Cristo es siempre para todos los consagrados el origen y la meta de su vida:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Pueblo de Dios, en efecto, no tiene aqu\u00ed una ciudad permanente, sino que busca la futura. Por eso el estado religioso…manifiesta tambi\u00e9n mucho mejor a todos los creyentes los bienes del cielo, ya presentes en este mundo. Tambi\u00e9n da testimonio de la vida nueva y eterna adquirida por la redenci\u00f3n de Cristo y anuncia ya la resurrecci\u00f3n futura y la gloria del Reino de los cielos (LG 44).<\/p>

                                          RESUMEN<\/p>

                                          934\u00a0 \u00abPor instituci\u00f3n divina, entre los fieles hay en la Iglesia ministros sagrados, que en el derecho se denomi nan cl\u00e9rigos; los dem\u00e1s se llaman laicos\u00bb. Hay, por otra parte, fieles que perteneciendo a uno de ambos grupos, por la profesi\u00f3n de los consejos evang\u00e9licos, se consagran a Dios y sirven as\u00ed a la misi\u00f3n de la Iglesia (CIC, can. 207, 1, 2).<\/p>

                                          935\u00a0 Para anunciar su fe y para implantar su Reino, Cristo env\u00eda a sus ap\u00f3stoles y a sus sucesores. El les da parte en su misi\u00f3n. De El reciben el poder de obrar en su nombre.<\/p>

                                          936\u00a0 El Se\u00f1or hizo de San Pedro el fundamento visible de su Iglesia. Le dio las llaves de ella. El obispo de la Iglesia de Roma, sucesor de San Pedro, es la \u00abcabeza del Colegio de los Obispos, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia universal en la tierra\u00bb (CIC, can. 331).<\/p>

                                          937\u00a0 El Papa \u00abgoza, por instituci\u00f3n divina, de una potestad suprema, plena, inmediata y universal para cuidar las almas\u00bb (CD 2).<\/p>

                                          938\u00a0 Los obispos, instituidos por el Esp\u00edritu Santo, suceden a los ap\u00f3stoles. \u00abCada uno de los obispos, por su parte, es el principio y fundamento visible de unidad en sus Iglesias particulares\u00bb (LG 23).<\/p>

                                          939\u00a0 Los obispos, ayudados por los presb\u00edteros, sus colaboradores, y por los di\u00e1conos, los obispos tienen la misi\u00f3n de ense\u00f1ar aut\u00e9nticamente la fe, de celebrar el culto divino, sobre todo la Eucarist\u00eda, y de dirigir su Iglesia como verdaderos pastores. A su misi\u00f3n pertenece tambi\u00e9n el cuidado de todas las Iglesias, con y bajo el Papa.<\/p>

                                          940\u00a0 \u00abSiendo propio del estado de los laicos vivir en medio del mundo y de los negocios temporales, Dios les llama a que movidos por el esp\u00edritu cristiano, ejerzan su apostolado en el mundo a manera de fermento\u00bb (AA 2).<\/p>

                                          941\u00a0\u00a0 Los laicos participan en el sacerdocio de Cristo: cada vez m\u00e1s unidos a El, despliegan la gracia del Bautismo y la de la Confirmaci\u00f3n a trav\u00e9s de todas las dimensiones de la vida personal, familiar, social y eclesial y realizan as\u00ed el llamamiento a la santidad dirigido a todos los bautizados.<\/p>

                                          942\u00a0 Gracias a su misi\u00f3n prof\u00e9tica, los laicos, \u00abest\u00e1n llamados a ser testigos de Cristo en todas las cosas, tambi\u00e9n en el interior de la sociedad humana\u00bb (GS 43, 4).<\/p>

                                          943\u00a0 Debido a su misi\u00f3n regia, los laicos tienen el poder de arrancar al pecado su dominio sobre s\u00ed mismos y sobre el mundo por medio de su abnegaci\u00f3n y santidad de vida (cf. LG 36).<\/p>

                                          944\u00a0 La vida consagrada a Dios se caracteriza por la profesi\u00f3n p\u00fablica de los consejos evang\u00e9licos de pobreza, castidad y obediencia en un estado de vida estable reconocido por la Iglesia.<\/p>

                                          945\u00a0 Entregado a Dios supremamente amado, aqu\u00e9l a quien el Bautismo ya hab\u00eda destinado a El, se encuentra en el estado de vida consagrada, m\u00e1s \u00edntimamente comprometido en el servicio divino y dedicado al bien de toda la Iglesia.<\/p>

                                          P\u00e1rrafo 5\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA COMUNION DE LOS SANTOS<\/p>

                                          946\u00a0 Despu\u00e9s de haber confesado \u00abla Santa Iglesia cat\u00f3lica\u00bb, el S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles a\u00f1ade \u00abla comuni\u00f3n de los santos\u00bb. Este art\u00edculo es, en cierto modo, una explicitaci\u00f3n del anterior: \u00ab\u00bfQu\u00e9 es la Iglesia, sino la asamblea de todos los santos?\u00bb (Nicetas, symb. 10). La comuni\u00f3n de los santos es precisamente la Iglesia.<\/p>

                                          947\u00a0 \u00abComo todos los creyentes forman un solo cuerpo, el bien de los unos se comunica a los otros … Es, pues, necesario creer que existe una comuni\u00f3n de bienes en la Iglesia. Pero el miembro m\u00e1s importante es Cristo, ya que El es la cabeza … As\u00ed, el bien de Cristo es comunicado a todos los miembros, y esta comunicaci\u00f3n se hace por los sacramentos de la Iglesia\u00bb (Santo Tom\u00e1s, symb.10). \u00abComo esta Iglesia est\u00e1 gobernada por un solo y mismo Esp\u00edritu, todos los bienes que ella ha recibido forman necesariamente un fondo com\u00fan\u00bb (Catech. R. 1, 10, 24).<\/p>

                                          948\u00a0 La expresi\u00f3n \u00abcomuni\u00f3n de los santos\u00bb tiene entonces dos significados estrechamente relacionados: \u00abcomuni\u00f3n en las cosas santas [‘sancta’]\u00bb y \u00abcomuni\u00f3n entre las personas santas [‘sancti’]\u00bb.<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abSancta sanctis\u00bb [lo que es santo para los que son santos] es lo que se proclama por el celebrante en la mayor\u00eda de las liturgias orientales en el momento de la elevaci\u00f3n de los santos Dones antes de la distribuci\u00f3n de la comuni\u00f3n. Los fieles [\u00absancti\u00bb] se alimentan con el cuerpo y la sangre de Cristo [\u00absancta\u00bb] para crecer en la comuni\u00f3n con el Esp\u00edritu Santo [\u00abKoin\u00f4nia\u00bb] y comunicarla al mundo.<\/p>

                                          I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA COMUNION DE LOS BIENES ESPIRITUALES<\/p>

                                          949\u00a0 En la comunidad primitiva de Jerusal\u00e9n, los disc\u00edpulos \u00abacud\u00edan asiduamente a la ense\u00f1anza de los ap\u00f3stoles, a la comuni\u00f3n, a la fracci\u00f3n del pan y a las oraciones\u00bb (Hch 2, 42):<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La comuni\u00f3n en la fe. La fe de los fieles es la fe de la Iglesia recibida de los Ap\u00f3stoles, tesoro de vida que se enriquece cuando se comparte.<\/p>

                                          950\u00a0 La comuni\u00f3n de los sacramentos. \u201cEl fruto de todos los Sacramentos pertenece a todos. Porque los Sacramentos, y sobre todo el Bautismo que es como la puerta por la que los hombres entran en la Iglesia, son otros tantos v\u00ednculos sagrados que unen a todos y los ligan a Jesucristo. La comuni\u00f3n de los santos es la comuni\u00f3n de los sacramentos … El nombre de comuni\u00f3n puede aplicarse a cada uno de ellos, porque cada uno de ellos nos une a Dios … Pero este nombre es m\u00e1s propio de la Eucarist\u00eda que de cualquier otro, porque ella es la que lleva esta comuni\u00f3n a su culminaci\u00f3n\u201d (Catech. R. 1, 10, 24).<\/p>

                                          951\u00a0\u00a0 La comuni\u00f3n de los carismas : En la comuni\u00f3n de la Iglesia, el Esp\u00edritu Santo \u00abreparte gracias especiales entre los fieles\u00bb para la edificaci\u00f3n de la Iglesia (LG 12). Pues bien, \u00aba cada cual se le otorga la manifestaci\u00f3n del Esp\u00edritu para provecho com\u00fan\u00bb (1 Co 12, 7).<\/p>

                                          952\u00a0 \u201cTodo lo ten\u00edan en com\u00fan\u201d\u00a0 (Hch 4, 32): \u00abTodo lo que posee el verdadero cristiano debe considerarlo como un bien en com\u00fan con los dem\u00e1s y debe estar dispuesto y ser diligente para socorrer al necesitado y la miseria del pr\u00f3jimo\u00bb (Catech. R. 1, 10, 27). El cristiano es un administrador de los bienes del Se\u00f1or (cf. Lc 16, 1, 3).<\/p>

                                          953\u00a0 La comuni\u00f3n de la caridad : En la \u00abcomuni\u00f3n de los santos\u00bb \u00abninguno de nosotros vive para s\u00ed mismo; como tampoco muere nadie para s\u00ed mismo\u00bb (Rm 14, 7). \u00abSi sufre un miembro, todos los dem\u00e1s sufren con \u00e9l. Si un miembro es honrado, todos los dem\u00e1s toman parte en su gozo. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte\u00bb (1 Co 12, 26-27). \u00abLa caridad no busca su inter\u00e9s\u00bb (1 Co 13, 5; cf. 10, 24). El menor de\u00a0 nuestros actos hecho con caridad repercute en beneficio de todos, en esta solidaridad entre todos los hombres, vivos o muertos, que se funda en la comuni\u00f3n de los santos. Todo pecado da\u00f1a a esta comuni\u00f3n.<\/p>

                                          II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA COMUNION ENTRE LA IGLESIA DEL CIELO<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y LA DE LA TIERRA<\/p>

                                          954\u00a0 Los tres estados de la Iglesia. \u00abHasta que el Se\u00f1or venga en su esplendor con todos sus \u00e1ngeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo, sus disc\u00edpulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros est\u00e1n glorificados, contemplando `claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es'\u00bb (LG 49):<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Todos, sin embargo, aunque en grado y modo diversos, participamos en el mismo amor a Dios y al pr\u00f3jimo y cantamos en mismo himno de alabanza a nuestro Dios. En efecto, todos los de Cristo, que tienen su Esp\u00edritu, forman una misma Iglesia y est\u00e1n unidos entre s\u00ed en \u00e9l (LG 49).<\/p>

                                          955\u00a0 \u00abLa uni\u00f3n de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. M\u00e1s a\u00fan, seg\u00fan la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicaci\u00f3n de los bienes espirituales\u00bb (LG 49).<\/p>

                                          956\u00a0 La intercesi\u00f3n de los santos. \u00abPor el hecho de que los del cielo est\u00e1n m\u00e1s \u00edntimamente\u00a0 unidos con Cristo, consolidan m\u00e1s firmemente a toda la Iglesia en la santidad…no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del \u00fanico Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jes\u00fas, los m\u00e9ritos que adquirieron en la tierra… Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad\u00bb (LG 49):<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No llor\u00e9is, os ser\u00e9 m\u00e1s \u00fatil despu\u00e9s de mi muerte y os ayudar\u00e9 m\u00e1s eficazmente que durante mi vida (Santo Domingo, moribundo, a sus hermanos, cf. Jord\u00e1n de Sajonia, lib 43).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pasar\u00e9 mi cielo haciendo el bien sobre la tierra (Santa Teresa del Ni\u00f1o Jes\u00fas, verba).<\/p>

                                          957\u00a0 La comuni\u00f3n con los santos. \u00abNo veneramos el recuerdo de los del cielo tan s\u00f3lo como modelos nuestros, sino, sobre todo, para que la uni\u00f3n de toda la Iglesia en el Esp\u00edritu se vea reforzada por la pr\u00e1ctica del amor fraterno. En efecto, as\u00ed como la uni\u00f3n entre los cristianos todav\u00eda en camino nos lleva m\u00e1s cerca de Cristo, as\u00ed la comuni\u00f3n con los santos nos une a Cristo, del que mana, como de Fuente y Cabeza, toda la gracia y la vida del Pueblo de Dios\u00bb (LG 50):<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Nosotros adoramos a Cristo porque es el Hijo de Dios: en cuanto a los m\u00e1rtires, los amamos como disc\u00edpulos e imitadores del Se\u00f1or, y es justo, a causa de su devoci\u00f3n incomparable hacia su rey y maestro; que podamos nosotros, tambi\u00e9n nosotros, ser sus compa\u00f1eros y sus condisc\u00edpulos (San Policarpo, mart. 17).<\/p>

                                          958\u00a0 La comuni\u00f3n con los difuntos. \u00abLa Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comuni\u00f3n de todo el Cuerpo m\u00edstico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honr\u00f3 con gran piedad el recuerdo de los difuntos y tambi\u00e9n ofreci\u00f3 por ellos oraciones `pues es una idea santa y provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados’ (2 M 12, 45)\u00bb (LG 50). Nuestra oraci\u00f3n por ellos puede no solamente ayudarles sino tambi\u00e9n hacer eficaz su intercesi\u00f3n en nuestro favor.<\/p>

                                          959\u00a0 … en la \u00fanica familia de Dios. \u00abTodos los hijos de Dios y miembros de una misma familia en Cristo, al unirnos en el amor mutuo y en la misma alabanza a la Sant\u00edsima Trinidad, estamos respondiendo a la \u00edntima vocaci\u00f3n de la Iglesia\u00bb (LG 51).<\/p>

                                          RESUMEN<\/p>

                                          960\u00a0 La Iglesia es \u00abcomuni\u00f3n de los santos\u00bb: esta expresi\u00f3n designa primeramente las \u00abcosas santas\u00bb [\u00absancta\u00bb], y ante todo la Eucarist\u00eda, \u00abque significa y al mismo tiempo realiza la unidad de los creyentes, que forman un solo cuerpo en Cristo\u00bb (LG 3)<\/p>

                                          961\u00a0\u00a0 Este t\u00e9rmino designa tambi\u00e9n la comuni\u00f3n entre las \u00abpersonas santas\u00bb [\u00absancti\u00bb] en Cristo que ha \u00abmuerto por todos\u00bb, de modo que lo que cada uno hace o sufre en y por Cristo da fruto para todos.<\/p>

                                          962 \u00abCreemos en la comuni\u00f3n de todos los fieles cristianos, es decir, de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican despu\u00e9s de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comuni\u00f3n est\u00e1 a nuestra disposici\u00f3n el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen o\u00eddos atentos a nuestras oraciones\u00bb (SPF 30).<\/p>

                                          P\u00e1rrafo 6\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 MARIA,\u00a0 MADRE DE CRISTO, MADRE DE LA IGLESIA<\/p>

                                          963\u00a0 Despu\u00e9s de haber hablado del papel de la Virgen Mar\u00eda en el Misterio de Cristo y del Esp\u00edritu, conviene considerar ahora su lugar en el Misterio de la Iglesia. \u00abSe la reconoce y se la venera como verdadera Madre de Dios y del Redentor… m\u00e1s a\u00fan, `es verdaderamente la madre de los miembros (de Cristo) porque colabor\u00f3 con su amor a que nacieran en la Iglesia los creyentes, miembros de aquella cabeza'(S. Agust\u00edn, virg. 6)\u00bb (LG 53). \u00ab…Mar\u00eda, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia\u00bb (Pablo VI discurso 21 de noviembre 1964).<\/p>

                                          I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA MATERNIDAD DE MARIA RESPECTO DE LA IGLESIA<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Totalmente unida a su Hijo…<\/p>

                                          964\u00a0 El papel de Mar\u00eda con relaci\u00f3n a la Iglesia es inseparable de su uni\u00f3n con Cristo, deriva directamente de ella. \u00abEsta uni\u00f3n de la Madre con el Hijo en la obra de la salvaci\u00f3n se manifiesta desde el momento de la concepci\u00f3n virginal de Cristo hasta su muerte\u00bb (LG 57). Se manifiesta particularmente en la hora de su pasi\u00f3n:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Bienaventurada Virgen avanz\u00f3 en la peregrinaci\u00f3n de la fe y mantuvo fielmente la uni\u00f3n con su Hijo hasta la cruz. All\u00ed, por voluntad de Dios, estuvo de pie, sufri\u00f3 intensamente con su Hijo y se uni\u00f3 a su sacrificio con coraz\u00f3n de Madre que, llena de amor, daba su consentimiento a la inmolaci\u00f3n de su Hijo como v\u00edctima. Finalmente, Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio como madre al disc\u00edpulo con estas palabras: \u2018Mujer, ah\u00ed tienes a tu hijo\u2019 (Jn 19, 26-27)\u00bb (LG 58).<\/p>

                                          965\u00a0 Despu\u00e9s de la Ascensi\u00f3n de su Hijo, Mar\u00eda \u00abestuvo presente en los comienzos de la Iglesia con sus oraciones\u00bb (LG 69). Reunida con los ap\u00f3stoles y algunas mujeres, \u00abMar\u00eda ped\u00eda con sus oraciones el don del Esp\u00edritu, que en la Anunciaci\u00f3n la hab\u00eda cubierto con su sombra\u00bb (LG 59).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 … tambi\u00e9n en su Asunci\u00f3n …<\/p>

                                          966\u00a0 \u00abFinalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del cielo y elevada al trono por el Se\u00f1or como Reina del universo, para ser conformada m\u00e1s plenamente a su Hijo, Se\u00f1or de los Se\u00f1ores y vencedor del pecado y de la muerte\u00bb (LG 59; cf. la proclamaci\u00f3n del dogma de la Asunci\u00f3n de la Bienaventurada Virgen Mar\u00eda por el Papa P\u00edo XII en 1950: DS 3903). La Asunci\u00f3n de la Sant\u00edsima Virgen constituye una participaci\u00f3n singular en la Resurrecci\u00f3n de su Hijo y una anticipaci\u00f3n de la resurrecci\u00f3n de los dem\u00e1s cristianos:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En tu parto has conservado la virginidad, en tu dormici\u00f3n no has abandonado el mundo, oh Madre de Dios: t\u00fa te has reunido con la fuente de la Vida, t\u00fa que concebiste al Dios vivo y que, con tus oraciones, librar\u00e1s nuestras almas de la muerte (Liturgia bizantina, Tropario de la fiesta de la Dormici\u00f3n [15 de agosto]).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 … ella es nuestra Madre en el orden de la gracia<\/p>

                                          967\u00a0 Por su total adhesi\u00f3n a la voluntad del Padre, a la obra re dentora de su Hijo, a toda moci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, la Virgen Mar\u00eda es para la Iglesia el modelo de la fe y de la caridad. Por eso es \u00abmiembro muy eminente y del todo singular de la Iglesia\u00bb (LG 53), incluso constituye \u00abla figura\u00bb [\u00abtypus\u00bb] de la Iglesia (LG 63).<\/p>

                                          968\u00a0 Pero su papel con relaci\u00f3n a la Iglesia y a toda la humanidad va a\u00fan m\u00e1s lejos. \u00abColabor\u00f3 de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta raz\u00f3n es nuestra madre en el orden de la gracia\u00bb (LG 61).<\/p>

                                          969\u00a0 \u00abEsta maternidad de Mar\u00eda perdura sin cesar en la econom\u00eda de la gracia, desde el consentimiento que dio fielmente en la Anunciaci\u00f3n, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la realizaci\u00f3n plena y definitiva de todos los escogidos. En efecto, con su asunci\u00f3n a los cielos, no abandon\u00f3 su misi\u00f3n salvadora, sino que contin\u00faa procur\u00e1ndonos con su m\u00faltiple intercesi\u00f3n los dones de la salvaci\u00f3n eterna… Por eso la Sant\u00edsima Virgen es invocada en la Iglesia con los t\u00edtulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora\u00bb (LG 62).<\/p>

                                          970\u00a0 \u00abLa misi\u00f3n maternal de Mar\u00eda para con los hombres de ninguna manera disminuye o hace sombra a la \u00fanica mediaci\u00f3n de Cristo, sino que manifiesta su eficacia. En efecto, todo el influjo de la Sant\u00edsima Virgen en la salvaci\u00f3n de los hombres … brota de la sobreabundancia de los m\u00e9ritos de Cristo, se apoya en su mediaci\u00f3n, depende totalmente de ella y de ella saca toda su eficacia\u00bb (LG 60). \u00abNinguna creatura puede ser puesta nunca en el mismo orden con el Verbo encarnado y Redentor. Pero, as\u00ed como en el sacerdocio de Cristo participan de diversa manera tanto los ministros como el pueblo creyente, y as\u00ed como la \u00fanica bondad de Dios se difunde realmente en las criaturas de distintas maneras, as\u00ed tambi\u00e9n la \u00fanica mediaci\u00f3n del Redentor no excluye, sino que suscita en las criaturas una colaboraci\u00f3n diversa que participa de la \u00fanica fuente\u00bb (LG 62).<\/p>

                                          II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL CULTO A LA SANTISIMA VIRGEN<\/p>

                                          971\u00a0\u00a0 \u00abTodas las generaciones me llamar\u00e1n bienaventurada\u00bb (Lc 1, 48): \u00abLa piedad de la Iglesia hacia la Sant\u00edsima Virgen es un elemento intr\u00ednseco del culto cristiano\u00bb (MC 56). La Sant\u00edsima Virgen \u00abes honrada con raz\u00f3n por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos m\u00e1s antiguos, se venera a la Sant\u00edsima Virgen con el t\u00edtulo de `Madre de Dios’, bajo cuya protecci\u00f3n se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades… Este culto… aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoraci\u00f3n que se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Esp\u00edritu Santo, pero lo favorece muy poderosamente\u00bb (LG 66); encuentra su expresi\u00f3n en las fiestas lit\u00fargicas dedicadas a la Madre de Dios (cf. SC 103) y en la oraci\u00f3n mariana, como el Santo Rosario, \u00abs\u00edntesis de todo el Evangelio\u00bb (cf. Pablo VI, MC 42).<\/p>

                                          III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 MARIA,\u00a0 ICONO ESCATOLOGICO DE LA IGLESIA<\/p>

                                          972\u00a0 Despu\u00e9s de haber hablado de la Iglesia, de su origen, de su misi\u00f3n y de su destino, no se puede concluir mejor que volviendo la mirada a Mar\u00eda para contemplar en ella lo que es la Iglesia en su Misterio, en su \u00abperegrinaci\u00f3n de la fe\u00bb, y lo que ser\u00e1 al final de su marcha, donde le espera, \u00abpara la gloria de la Sant\u00edsima e indivisible Trinidad\u00bb, \u00aben comuni\u00f3n con todos los santos\u00bb (LG 69), aquella a quien la Iglesia venera como la Madre de su Se\u00f1or y como su propia Madre:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Entre tanto, la Madre de Jes\u00fas, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y comienzo de la Iglesia que llegar\u00e1 a su plenitud en el siglo futuro. Tambi\u00e9n en este mundo, hasta que llegue el d\u00eda del Se\u00f1or, brilla ante el Pueblo de Dios en Marcha, como se\u00f1al de esperanza cierta y de consuelo (LG 68)<\/p>

                                          RESUMEN<\/p>

                                          973\u00a0 Al pronunciar el \u00abfiat\u00bb de la Anunciaci\u00f3n y al dar su consentimiento al Misterio de la Encarnaci\u00f3n, Mar\u00eda col abora ya en toda la obra que debe llevar a cabo su Hijo. Ella es madre all\u00ed donde El es Salvador y Cabeza del Cuerpo m\u00edstico.<\/p>

                                          974\u00a0 La Sant\u00edsima Virgen Mar\u00eda, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrecci\u00f3n de su Hijo, anticipando la resurrecci\u00f3n de todos los miembros de su Cuerpo.<\/p>

                                          975\u00a0 \u00abCreemos que la Sant\u00edsima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, contin\u00faa en el cielo ejercitando su oficio materno con respecto a los miembros de Cristo (SPF 15).<\/p>

                                          Art\u00edculo10 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abCREO EN EL PERDON DE LOS PECADOS\u00bb<\/p>

                                          976\u00a0 El S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles vincula la fe en el perd\u00f3n de los pecados a la fe en el Esp\u00edritu Santo, pero tambi\u00e9n a la fe en la Iglesia y en la comuni\u00f3n de los santos. Al dar el Esp\u00edritu Santo a su ap\u00f3stoles, Cristo resucitado les confiri\u00f3 su propio poder divino de perdonar los pecados: \u00abRecibid el Esp\u00edritu Santo. A quienes perdon\u00e9is los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los reteng\u00e1is, les quedan retenidos\u00bb (Jn 20, 22-23).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (La II\u00aa parte del Catecismo tratar\u00e1 expl\u00edcitamente del perd\u00f3n de los pecados por el Bautismo, el Sacramento de la Penitencia y los dem\u00e1s sacramentos, sobre todo la Eucarist\u00eda. Aqu\u00ed basta con evocar brevemente, por tanto, algunos datos b\u00e1sicos).<\/p>

                                          I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 UN SOLO BAUTISMO PARA EL PERDON DE LOS PECADOS<\/p>

                                          977\u00a0 Nuestro Se\u00f1or vincul\u00f3 el perd\u00f3n de los pecados a la fe y al Bautismo: \u00abId por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creaci\u00f3n. El que crea y sea bautizado se salvar\u00e1\u00bb (Mc 16, 15-16). El Bautismo es el primero y principal sacramento del perd\u00f3n de los pecados porque nos une a Cristo muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificaci\u00f3n (cf. Rm 4, 25), a fin de que \u00abvivamos tambi\u00e9n una vida nueva\u00bb (Rm 6, 4).<\/p>

                                          978\u00a0 \u00abEn el momento en que hacemos nuestra primera profesi\u00f3n de Fe, al recibir el santo Bautismo que nos purifica, es tan pleno y tan completo el perd\u00f3n que recibimos, que no nos queda absolutamente nada por borrar, sea de la falta original, sea de las faltas cometidas por nuestra propia voluntad, ni ninguna pena que sufrir para expiarlas… Sin embargo, la gracia del Bautismo no libra a la persona de todas las debilidades de la naturaleza. Al contrario, todav\u00eda nosotros tenemos que combatir los movimientos de la concupiscencia que no cesan de llevarnos al mal\u00bb (Catech. R. 1, 11, 3).<\/p>

                                          979\u00a0 En este combate contra la inclinaci\u00f3n al mal, \u00bfqui\u00e9n ser\u00e1 lo suficientemente valiente y vigilante para evitar toda herida del pecado? \u00abSi, pues, era necesario que la Iglesia tuviese el poder de perdonar los pecados, tambi\u00e9n hac\u00eda falta que el Bautismo no fuese para ella el \u00fanico medio de servirse de las llaves del Reino de los cielos, que hab\u00eda recibido de Jesucristo; era necesario que fuese capaz de perdonar los pecados a todos los penitentes, incluso si hubieran pecado hasta en el \u00faltimo momento de su vida\u00bb (Catech. R. 1, 11, 4).<\/p>

                                          980\u00a0 Por medio del sacramento de la penitencia el bautizado puede reconciliarse con Dios y con la Iglesia:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los padres tuvieron raz\u00f3n en llamar a la penitencia \u00abun bautismo laborioso\u00bb (San Gregorio Nac., Or. 39. 17). Para los que han ca\u00eddo despu\u00e9s del Bautismo, es necesario para la salvaci\u00f3n este sacramento de la penitencia, como lo es el Bautismo para quienes a\u00fan no han sido regenerados (Cc de Trento: DS 1672).<\/p>

                                          II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL PODER DE LAS LLAVES<\/p>

                                          981\u00a0\u00a0 Cristo, despu\u00e9s de su Resurrecci\u00f3n envi\u00f3 a sus ap\u00f3stoles a predicar \u00aben su nombre la conversi\u00f3n para perd\u00f3n de los pecados a todas las naciones\u00bb (Lc 24, 47). Este \u00abministerio de la reconciliaci\u00f3n\u00bb (2 Co 5, 18), no lo cumplieron los ap\u00f3stoles y sus sucesores anunciando solamente a los hombres el perd\u00f3n de Dios merecido para nosotros por Cristo y llam\u00e1ndoles a la conversi\u00f3n y a la fe, sino comunic\u00e1ndoles tambi\u00e9n la remisi\u00f3n de los pecados por el Bautismo y reconcili\u00e1ndolos con Dios y con la Iglesia gracias al poder de las llaves recibido de Cristo:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia ha recibido las llaves del Reino de los cielos, a fin de que se realice en ella la remisi\u00f3n de los pecados por la sangre de Cristo y la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo. En esta Iglesia es donde revive el alma, que estaba muerta por los pecados, a fin de vivir con Cristo, cuya gracia nos ha salvado (San Agust\u00edn, serm. 214, 11).<\/p>

                                          982\u00a0 No hay ninguna falta por grave que sea que la Iglesia no pueda perdonar. \u00abNo hay nadie, tan perverso y tan culpable, que no deba esperar con confianza su perd\u00f3n siempre que su arrepentimiento sea sincero\u00bb (Catech. R. 1, 11, 5). Cristo, que ha muerto por todos los hombres, quiere que, en su Iglesia, est\u00e9n siempre abiertas las puertas del perd\u00f3n a cualquiera que vuelva del pecado (cf. Mt 18, 21-22).<\/p>

                                          983\u00a0 La catequesis se esforzar\u00e1 por avivar y nutrir en los fieles la fe en la grandeza incomparable del don que Cristo resucitado ha hecho a su Iglesia: la misi\u00f3n y el poder de perdonar verdaderamente los pecados, por medio del ministerio de los ap\u00f3stoles y de sus sucesores:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Se\u00f1or quiere que sus disc\u00edpulos tengan un poder inmenso: quiere que sus pobres servidores cumplan en su nombre todo lo que hab\u00eda hecho cuando estaba en la tierra (San Ambrosio, poenit. 1, 34).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los sacerdotes han recibido un poder que Dios no ha dado ni a los \u00e1ngeles, ni a los arc\u00e1ngeles… Dios sanciona all\u00e1 arriba todo lo que los sacerdotes hagan aqu\u00ed abajo (San Juan Cris\u00f3stomo, sac. 3, 5).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Si en la Iglesia no hubiera remisi\u00f3n de los pecados, no habr\u00eda ninguna esperanza, ninguna expectativa de una vida eterna y de una liberaci\u00f3n eterna. Demos gracias a Dios que ha dado a la Iglesia semejante don (San Agust\u00edn, serm. 213, 8).<\/p>

                                          RESUMEN<\/p>

                                          984\u00a0 El Credo relaciona \u00abel perd\u00f3n de los pecados\u00bb con la profesi\u00f3n de fe en el Esp\u00edritu Santo. En efecto, Cristo resucitado confi\u00f3 a los ap\u00f3stoles el poder de perdonar los pecados cuando les dio el Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                          985\u00a0 El Bautismo es el primero y principal sacramento para el perd\u00f3n de los pecados: nos une a Cristo muerto y resucitado y nos da el Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                          986\u00a0 Por voluntad de Cristo, la Iglesia posee el poder de perdonar los pecados de los bautizados y ella lo ejerce de forma habitual en el sacramento de la penitencia por medio de los obispos y de los presb\u00edteros.<\/p>

                                          987\u00a0 \u00abEn la remisi\u00f3n de los pecados, los sacerdotes y los sacramentos son meros instrumentos de los que quiere servirse nuestro Se\u00f1or Jesucristo, \u00fanico autor y dispensador de nuestra salvaci\u00f3n, para borrar nuestras iniquidades y darnos la gracia de la justificaci\u00f3n\u00bb (Catech. R. 1, 11, 6).<\/p>

                                          Art\u00edculo 11\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abCREO EN LA RESURRECCION DE LA CARNE\u00bb<\/p>

                                          988\u00a0 El Credo cristiano \u2013profesi\u00f3n de nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo, y en su acci\u00f3n creadora, salvadora y santificadora\u2013 culmina en la proclamaci\u00f3n de la resurrecci\u00f3n de los muertos al fin de los tiempos, y en la vida eterna.<\/p>

                                          989\u00a0 Creemos firmemente, y as\u00ed lo esperamos, que del mismo modo que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos, y que vive para siempre, igualmente los justos despu\u00e9s de su muerte vivir\u00e1n para siempre con Cristo resucitado y que El los resucitar\u00e1 en el \u00faltimo d\u00eda (cf. Jn 6, 39-40). Como la suya, nuestra resurrecci\u00f3n ser\u00e1 obra de la Sant\u00edsima Trinidad:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Si el Esp\u00edritu de Aqu\u00e9l que resucit\u00f3 a Jes\u00fas de entre los muertos habita en vosotros, Aqu\u00e9l que resucit\u00f3 a Jes\u00fas de entre los muertos dar\u00e1 tambi\u00e9n la vida a vuestros cuerpos mortales por su Esp\u00edritu que habita en vosotros (Rm 8, 11; cf. 1 Ts 4, 14; 1 Co 6, 14; 2 Co 4, 14; Flp 3, 10-11).<\/p>

                                          990\u00a0 El t\u00e9rmino \u00abcarne\u00bb designa al hombre en su condici\u00f3n de debilidad y de mortalidad (cf. Gn 6, 3; Sal 56, 5; Is 40, 6). La \u00abresurrecci\u00f3n de la carne\u00bb significa que, despu\u00e9s de la muerte, no habr\u00e1 solamente vida del alma inmortal, sino que tambi\u00e9n nuestros \u00abcuerpos mortales\u00bb (Rm 8, 11) volver\u00e1n a tener vida.<\/p>

                                          991\u00a0\u00a0 Creer en la resurrecci\u00f3n de los muertos ha sido desde sus comienzos un elemento esencial de la fe cristiana. \u00abLa resurrecci\u00f3n de los muertos es esperanza de los cristianos; somos cristianos por creer en ella\u00bb\u00a0 (Tertuliano, res. 1.1):<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfC\u00f3mo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrecci\u00f3n de muertos? Si no hay resurrecci\u00f3n de muertos, tampoco Cristo resucit\u00f3. Y si no resucit\u00f3 Cristo, vana es nuestra predicaci\u00f3n, vana tambi\u00e9n vuestra fe… \u00a1Pero no! Cristo resucit\u00f3 de entre los muertos como primicias de los que durmieron (1 Co 15, 12-14. 20).<\/p>

                                          I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA RESURRECCION DE CRISTO Y LA NUESTRA<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Revelaci\u00f3n progresiva de la Resurrecci\u00f3n<\/p>

                                          992\u00a0 La resurrecci\u00f3n de los muertos fue revelada progresivamente por Dios a su Pueblo. La esperanza en la resurrecci\u00f3n corporal de los muertos se impuso como una consecuencia intr\u00ednseca de la fe en un Dios creador del hombre todo entero, alma y cuerpo. El creador del cielo y de la tierra es tambi\u00e9n Aqu\u00e9l que mantiene fielmente su Alianza con Abraham y su descendencia. En esta doble perspectiva comienza a expresarse la fe en la resurrecci\u00f3n. En sus pruebas, los m\u00e1rtires Macabeos confiesan:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Rey del mundo a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitar\u00e1 a una vida eterna (2 M 7, 9). Es preferible morir a manos de los hombres con la esperanza que Dios otorga de ser resucitados de nuevo por \u00e9l (2 M 7, 14; cf. 7, 29; Dn 12, 1-13).<\/p>

                                          993\u00a0 Los fariseos (cf. Hch 23, 6) y\u00a0 muchos contempor\u00e1neos del Se\u00f1or (cf. Jn 11, 24) esperaban la resurrecci\u00f3n. Jes\u00fas la ense\u00f1a firmemente. A los saduceos que la niegan responde: \u00abVosotros no conoc\u00e9is ni las Escrituras ni el poder de Dios, vosotros est\u00e1is en el error\u00bb (Mc 12, 24). La fe en la resurrecci\u00f3n descansa en la fe en Dios\u00a0 que \u00abno es un Dios de muertos sino de vivos\u00bb (Mc 12, 27).<\/p>

                                          994\u00a0 Pero hay m\u00e1s: Jes\u00fas liga la fe en la resurrecci\u00f3n a la fe en su propia persona: \u00abYo soy la resurrecci\u00f3n y la vida\u00bb (Jn 11, 25). Es el mismo Jes\u00fas el que resucitar\u00e1 en el \u00faltimo d\u00eda a quienes hayan cre\u00eddo en \u00e9l. (cf. Jn 5, 24-25; 6, 40) y hayan comido su cuerpo y bebido su sangre (cf. Jn 6, 54). En su vida p\u00fablica ofrece ya un signo y una prenda de la resurrecci\u00f3n devolviendo la vida a algunos muertos (cf. Mc 5, 21-42; Lc 7, 11-17; Jn 11), anunciando as\u00ed su propia Resurrecci\u00f3n que, no obstante, ser\u00e1 de otro orden. De este acontecimiento \u00fanico, El habla como del \u00absigno de Jon\u00e1s\u00bb (Mt 12, 39), del signo del Templo (cf. Jn 2, 19-22): anuncia su Resurrecci\u00f3n al tercer d\u00eda despu\u00e9s de su muerte (cf. Mc 10, 34).<\/p>

                                          995\u00a0 Ser testigo de Cristo es ser \u00abtestigo de su Resurrecci\u00f3n\u00bb (Hch 1, 22; cf. 4, 33), \u00abhaber comido y bebido con El despu\u00e9s de su Resurrecci\u00f3n de entre los muertos\u00bb (Hch 10, 41). La esperanza cristiana en la resurrecci\u00f3n est\u00e1 totalmente marcada por los encuentros con Cristo resucitado. Nosotros resucitaremos como El, con El, por El.<\/p>

                                          996\u00a0 Desde el principio, la fe cristiana en la resurrecci\u00f3n ha encontrado incomprensiones y oposiciones (cf. Hch 17, 32; 1 Co 15, 12-13). \u00abEn ning\u00fan punto la fe cristiana encue ntra m\u00e1s contradicci\u00f3n que en la resurrecci\u00f3n de la carne\u00bb (San Agust\u00edn, psal. 88, 2, 5). Se acepta muy com\u00fanmente que, despu\u00e9s de la muerte, la vida de la persona humana contin\u00faa de una forma espiritual. Pero \u00bfc\u00f3mo creer que este cuerpo tan manifiestamente mortal pueda resucitar a la vida eterna?<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 C\u00f3mo resucitan los muertos<\/p>

                                          997\u00a0 \u00bfQu\u00e9 es resucitar? En la muerte, separaci\u00f3n del alma y el cuerpo, el cuerpo del hombre cae en la corrupci\u00f3n, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en su omnipotencia dar\u00e1 definitivamente a nuestros cuerpos la vida incorruptible uni\u00e9ndolos a nuestras almas, por la virtud de la Resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas.<\/p>

                                          998\u00a0 \u00bfQui\u00e9n resucitar\u00e1? Todos los hombres que han muerto:\u00bblos que hayan hecho el bien resucitar\u00e1n para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenaci\u00f3n\u00bb (Jn 5, 29; cf. Dn 12, 2).<\/p>

                                          999\u00a0 \u00bfC\u00f3mo? Cristo resucit\u00f3 con su propio cuerpo: \u00abMirad mis manos y mis pies; soy yo mismo\u00bb (Lc 24, 39); pero El no volvi\u00f3 a una vida terrenal. Del mismo modo, en El \u00abtodos resucitar\u00e1n con su propio cuerpo, que tienen ahora\u00bb (Cc de Letr\u00e1n IV: DS 801), pero este cuerpo ser\u00e1 \u00abtransfigurado en cuerpo de gloria\u00bb (Flp 3, 21), en \u00abcuerpo espiritual\u00bb (1 Co 15, 44):\u00a0\u00a0<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pero dir\u00e1 alguno: \u00bfc\u00f3mo resucitan los muertos? \u00bfCon qu\u00e9 cuerpo vuelven a la vida? \u00a1Necio! Lo que t\u00fa siembras no revive si no muere. Y lo que t\u00fa siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano…, se siembra corrupci\u00f3n, resucita incorrupci\u00f3n; … los muertos resucitar\u00e1n incorruptibles. En efecto, es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad (1 Cor 15,35-37. 42. 53).<\/p>

                                          1000\u00a0 Este \u00abc\u00f3mo\u00bb sobrepasa nuestra\u00a0 imaginaci\u00f3n y nuestro entendimiento; no es accesible m\u00e1s que en la fe. Pero nuestra participaci\u00f3n en la Eucarist\u00eda nos da ya un anticipo de la transfiguraci\u00f3n de nuestro cuerpo por Cristo:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 As\u00ed como el pan que viene de la tierra, despu\u00e9s de haber recibido la invocaci\u00f3n de Dios, ya no es pan ordinario, sino Eucarist\u00eda, constituida por dos cosas, una terrena y otra celestial, as\u00ed nuestros cuerpos que participan en la eucarist\u00eda ya no son corruptibles, ya que tienen la esperanza de la resurrecci\u00f3n (San Ireneo de Lyon, haer. 4, 18, 4-5).<\/p>

                                          1001 \u00bfCu\u00e1ndo? Sin duda en el \u00ab\u00faltimo d\u00eda\u00bb (Jn 6, 39-40. 44. 54; 11, 24); \u00abal fin del mundo\u00bb (LG 48). En efecto, la resurrecci\u00f3n de los muertos est\u00e1 \u00edntimamente asociada a la Parus\u00eda de Cristo:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Se\u00f1or mismo, a la orden dada por la voz de un arc\u00e1ngel y por la trompeta de Dios, bajar\u00e1 del cielo, y los que murieron en Cristo\u00a0 resucitar\u00e1n en primer lugar (1 Ts 4, 16).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Resucitados con Cristo<\/p>

                                          1002 Si es verdad que Cristo nos resucitar\u00e1 en \u00abel \u00faltimo d\u00eda\u00bb, tambi\u00e9n lo es, en cierto modo, que nosotros ya hemos resucitado con Cristo. En efecto, gracias al Esp\u00edritu Santo, la vida cristiana en la tierra es, desde ahora, una participaci\u00f3n en la muerte y en la Resurrecci\u00f3n de Cristo:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Sepultados con \u00e9l en el bautismo, con \u00e9l tambi\u00e9n hab\u00e9is resucitado por la fe en la acci\u00f3n de Dios, que le resucit\u00f3 de entre los muertos… As\u00ed pues, si hab\u00e9is resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde est\u00e1 Cristo sentado a la diestra de Dios (Col 2, 12; 3, 1).<\/p>

                                          1003 Unidos a Cristo por el Bautismo, los creyentes participan ya realmente en la vida celestial de Cristo resucitado (cf. Flp 3, 20), pero esta vida permanece \u00abescondida con Cristo en Dios\u00bb (Col 3, 3) \u00abCon El nos ha resucitado y hecho sentar en los cielos con Cristo Jes\u00fas\u00bb (Ef 2, 6). Alimentados en la Eucarist\u00eda con su Cuerpo, nosotros pertenecemos ya al Cuerpo de Cristo. Cuando resucitemos en el \u00faltimo d\u00eda tambi\u00e9n nos \u00abmanifestaremos con El llenos de gloria\u00bb (Col 3, 4).<\/p>

                                          1004\u00a0\u00a0 Esperando este d\u00eda, el cuerpo y el alma del creyente participan ya de la dignidad de ser \u00aben Cristo\u00bb; donde se basa la exigencia del respeto hacia el propio cuerpo, y tambi\u00e9n hacia el ajeno, particularmente cuando sufre:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El cuerpo es para el Se\u00f1or y el Se\u00f1or para el cuerpo. Y Dios, que resucit\u00f3 al Se\u00f1or, nos resucitar\u00e1 tambi\u00e9n a nosotros mediante su poder. \u00bfNo sab\u00e9is que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?… No os pertenec\u00e9is… Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo.(1 Co 6, 13-15. 19-20).<\/p>

                                          II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 MORIR EN CRISTO JESUS<\/p>

                                          1005 Para resucitar con Cristo, es necesario morir con Cristo, es necesario \u00abdejar este cuerpo para ir a morar cerca del Se\u00f1or\u00bb (2 Co 5,8). En esta \u00abpartida\u00bb (Flp 1,23) que es la muerte, el alma se separa del cuerpo. Se reunir\u00e1 con su cuerpo el d\u00eda de la resurrecci\u00f3n de los muertos (cf. SPF 28).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La muerte<\/p>

                                          1006\u00a0 \u00abFrente a la muerte, el enigma de la condici\u00f3n humana alcanza su cumbre\u00bb (GS 18). En un sentido, la muerte corporal es natural, pero por la fe sabemos que realmente es \u00absalario del pecado\u00bb (Rm 6, 23;cf. Gn 2, 17). Y para los que mueren en la gracia de Cristo, es una participaci\u00f3n en la muerte del Se\u00f1or para poder participar tambi\u00e9n en su Resurrecci\u00f3n (cf. Rm 6, 3-9; Flp 3, 10-11).<\/p>

                                          1007 La muerte es el final de la vida terrena. Nuestras vidas est\u00e1n medidas por el tiempo, en el curso del cual cambiamos, envejecemos y como en todos los seres vivos de la tierra, al final aparece la muerte como terminaci\u00f3n normal de la vida. Este aspecto de la muerte da urgencia a nuestras vidas: el recuerdo de nuestra mortalidad sirve tambi\u00e9n par hacernos pensar que no contamos m\u00e1s que con un tiempo limitado para llevar a t\u00e9rmino nuestra vida:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Acu\u00e9rdate de tu Creador en tus d\u00edas mozos, … mientras no vuelva el polvo a la tierra, a lo que era, y el esp\u00edritu vuelva a Dios que es quien lo dio (Qo 12, 1. 7).<\/p>

                                          1008\u00a0 La muerte es consecuencia del pecado. Int\u00e9rprete aut\u00e9ntico de las afirmaciones de la Sagrada Escritura (cf. Gn 2, 17; 3, 3; 3, 19; Sb 1, 13; Rm 5, 12; 6, 23) y de la Tradici\u00f3n, el Magisterio de la Iglesia ense\u00f1a que la muerte entr\u00f3 en el mundo a causa del pecado del hombre (cf. DS 1511). Aunque el hombre poseyera una naturaleza mortal, Dios lo destinaba a no morir. Por tanto, la muerte fue contraria a los designios de Dios Creador, y entr\u00f3 en el mundo como consecuencia del pecado (cf. Sb 2, 23-24). \u00abLa muerte temporal de la cual el hombre se habr\u00eda liberado si no hubiera pecado\u00bb (GS 18), es as\u00ed \u00abel \u00faltimo enemigo\u00bb del hombre que debe ser vencido (cf. 1 Co 15, 26).<\/p>

                                          1009\u00a0 La muerte fue transformada por Cristo. Jes\u00fas, el Hijo de Dios, sufri\u00f3 tambi\u00e9n la muerte, propia de la condici\u00f3n h umana. Pero, a pesar de su angustia frente a ella (cf. Mc 14, 33-34; Hb 5, 7-8), la asumi\u00f3 en un acto de sometimiento total y libre a la voluntad del Padre.La obediencia de Jes\u00fas transform\u00f3 la maldici\u00f3n de la muerte en bendici\u00f3n (cf. Rm 5, 19-21).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El sentido de la muerte cristiana<\/p>

                                          1010 Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. \u00abPara m\u00ed, la vida es Cristo y morir una ganancia\u00bb (Flp 1, 21). \u00abEs cierta esta afirmaci\u00f3n: si hemos muerto con \u00e9l, tambi\u00e9n viviremos con \u00e9l\u00bb (2 Tm 2, 11). La novedad esencial de la muerte cristiana est\u00e1 ah\u00ed: por el Bautismo, el cristiano est\u00e1 ya sacramentalmente \u00abmuerto con Cristo\u00bb, para vivir una vida nueva; y si morimos en la gracia de Cristo, la muerte f\u00edsica consuma este \u00abmorir con Cristo\u00bb y perfecciona as\u00ed nuestra incorporaci\u00f3n a El en su acto redentor:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Para m\u00ed es mejor morir en (eis) Cristo Jes\u00fas que reinar de un extremo a otro de la tierra. Lo busco a El, que ha muerto por nosotros; lo quiero a El, que ha resucitado por nosotros. Mi parto se aproxima …Dejadme recibir la luz pura; cuando yo llegue all\u00ed, ser\u00e9 un hombre (San Ignacio de Antioqu\u00eda, Rom. 6, 1-2).<\/p>

                                          1011\u00a0 En la muerte Dios llama al hombre hacia S\u00ed. Por eso, el cristiano puede experimentar hacia la muerte un deseo semejante al de San Pablo: \u00abDeseo partir y estar con Cristo\u00bb (Flp 1, 23); y puede transformar su propia muerte en un acto de obediencia y de amor hacia el Padre, a ejemplo de Cristo (cf. Lc 23, 46):<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Mi deseo terreno ha desaparecido; … hay en m\u00ed un agua viva que murmura y que dice desde dentro de m\u00ed \u00abVen al Padre\u00bb (San Ignacio de Antioqu\u00eda, Rom. 7, 2).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Yo quiero ver a Dios y para verlo es necesario morir (Santa Teresa de Jes\u00fas, vida 1).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Yo no muero, entro en la vida (Santa Teresa del Ni\u00f1o Jes\u00fas, verba).<\/p>

                                          1012 La visi\u00f3n cristiana de la muerte (cf. 1 Ts 4, 13-14) se expresa de modo privilegiado en la liturgia de la Iglesia:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La vida de los que en ti creemos, Se\u00f1or, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansi\u00f3n eterna en el cielo.(MR, Prefacio de difuntos).<\/p>

                                          1013 La muerte es el fin de la peregrinaci\u00f3n terrena del hombre, del tiempo de gracia y de misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena seg\u00fan el designio divino y para decidir su \u00faltimo destino. Cuando ha tenido fin \u00abel \u00fanico curso de nuestra vida terrena\u00bb (LG 48), ya no volveremos a otras vidas\u00a0 terrenas. \u00abEst\u00e1 establecido que los hombres mueran una sola vez\u00bb (Hb 9, 27). No hay \u00abreencarnaci\u00f3n\u00bb despu\u00e9s de la muerte.<\/p>

                                          1014 La Iglesia nos anima a prepararnos para la hora de nuestra muerte (\u00abDe la muerte repentina e imprevista, l\u00edbranos Se\u00f1or\u00bb: antiguas Letan\u00edas de los santos<\/em>), a pedir\u00a0 a la Madre de Dios que interceda por nosotros \u00aben la hora de nuestra muerte\u00bb (Ave Mar\u00eda), y a confiarnos a San Jos\u00e9, Patrono de la buena muerte:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Habr\u00edas de ordenarte en toda cosa como si luego hubieses de morir. Si tuvieses buena conciencia no temer\u00edas mucho la muerte. Mejor ser\u00eda huir de los pecados que de la muerte. Si hoy no est\u00e1s aparejado, \u00bfc\u00f3mo lo estar\u00e1s ma\u00f1ana? (Imitaci\u00f3n de Cristo 1, 23, 1).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y por la hermana muerte, \u00a1loado mi Se\u00f1or!<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ning\u00fan viviente escapa de su persecuci\u00f3n;<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a1ay si en pecado grave sorprende al pecador!<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a1Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (San Francisco de As\u00eds, cant.)<\/p>

                                          RESUMEN<\/p>

                                          1015 \u00abCaro salutis est cardo\u00bb (\u00abLa carne es soporte de la salvaci\u00f3n\u00bb) (Tertuliano, res., 8, 2). Creemos en Dios que es el creador de la carne; creemos en el Verbo hecho carne para rescatar la carne; creemos en la resurrecci\u00f3n de la carne, perfecci\u00f3n de la creaci\u00f3n y de la redenci\u00f3n de la carne.<\/p>

                                          1016 Por la muerte, el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrecci\u00f3n Dios devolver\u00e1 la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado reuni\u00e9ndolo con nuestra alma. As\u00ed como Cristo ha resucitado y vive para siempre, todos nosotros resucitaremos en el \u00faltimo d\u00eda.<\/p>

                                          1017 \u00abCreemos en la verdadera resurrecci\u00f3n de esta carne que poseemos ahora\u00bb (DS 854). No obstante, se siembra en el sepulcro un cuerpo corruptible, resucita un cuerpo incorruptible (cf. 1 Co 15, 42), un \u00abcuerpo espiritual\u00bb (1 Co 15, 44).<\/p>

                                          1018 Como consecuencia del pecado original, el hombre debe sufrir \u00abla muerte corporal, de la que el hombre se habr\u00eda liberado, si no hubiera pecado\u00bb (GS 18).<\/p>

                                          1019 Jes\u00fas, el Hijo de Dios, sufri\u00f3 libremente la muerte por nosotros en una sumisi\u00f3n total y libre a la voluntad de Dios, su Padre. Por su muerte venci\u00f3 a la muerte, abriendo as\u00ed a todos los hombres la posibilidad de la salvaci\u00f3n.<\/p>

                                          \u00a0<\/p>

                                          Art\u00edculo 12\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cCREO EN LA VIDA ETERNA\u201d<\/p>

                                          1020 El cristiano que une su propia muerte a la de Jes\u00fas ve la muerte como una ida hacia El y la entrada en la vida eterna. Cuando la Iglesia dice por \u00faltima vez las palabras de perd\u00f3n de la absoluci\u00f3n de Cristo sobre el cristiano moribundo, lo sella por \u00faltima vez con una unci\u00f3n fortificante y le da a Cristo en el vi\u00e1tico como alimento para el viaje. Le habla entonces con una dulce seguridad:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre Todopoderoso, que te cre\u00f3, en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que muri\u00f3 por ti, en el nombre del Esp\u00edritu Santo, que sobre ti descendi\u00f3. Entra en el lugar de la paz y que tu morada est\u00e9 junto a Dios en Si\u00f3n, la ciudad santa, con Santa Mar\u00eda Virgen, Madre de Dios, con San Jos\u00e9 y todos los \u00e1ngeles y santos. … Te entrego a Dios, y, como criatura suya, te pongo en sus manos, pues es tu Hacedor, que te form\u00f3 del polvo de la tierra. Y al dejar esta vida, salgan a tu encuentro la Virgen Mar\u00eda y todos los \u00e1ngeles y santos. … Que puedas contemplar cara a cara a tu Redentor… (OEx. \u00abCommendatio animae\u00bb).<\/p>

                                          I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL JUICIO PARTICULAR<\/p>

                                          1021 La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptaci\u00f3n o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiv a del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero tambi\u00e9n asegura reiteradamente la existencia de la retribuci\u00f3n inmediata despu\u00e9s de la muerte de cada uno con consecuencia de sus obras y de su fe. La par\u00e1bola del pobre L\u00e1zaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladr\u00f3n (cf. Lc 23, 43), as\u00ed como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un \u00faltimo destino del alma (cf. Mt 16, 26) que puede ser diferente para unos y para otros.<\/p>

                                          1022 Cada hombre, despu\u00e9s de morir,\u00a0 recibe en su alma inmortal su retribuci\u00f3n eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a trav\u00e9s de una purificaci\u00f3n (cf. Cc de Lyon: DS 857-858; Cc de Florencia: DS 1304-1306; Cc de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. Benedicto XII: DS 1000-1001; Juan XXII: DS 990), bien para condenarse inmediatamente para siempre (cf. Benedicto XII: DS 1002).<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 A la tarde te examinar\u00e1n en el amor (San Juan de la Cruz, dichos\u00a0 64).<\/p>

                                          II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL CIELO<\/p>

                                          1023 Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y est\u00e1n perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven \u00abtal cual es\u00bb (1 Jn 3, 2), cara a cara (cf. 1 Co 13, 12; Ap 22, 4):<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Definimos con la autoridad apost\u00f3lica: que, seg\u00fan la disposici\u00f3n general de Dios, las almas de todos los santos … y de todos los dem\u00e1s fieles muertos despu\u00e9s de recibir el bautismo de Cristo en los que no hab\u00eda nada que purificar cuando murieron;… o en caso de que tuvieran o tengan algo que purificar, una vez que est\u00e9n purificadas despu\u00e9s de la muerte … aun antes de la reasunci\u00f3n de sus cuerpos y del juicio final, despu\u00e9s de la Ascensi\u00f3n al cielo del Salvador, Jesucristo Nuestro Se\u00f1or, estuvieron, est\u00e1n y estar\u00e1n en el cielo, en el reino de los cielos y para\u00edso celestial con Cristo, admitidos en la compa\u00f1\u00eda de los \u00e1ngeles. Y despu\u00e9s de la muerte y pasi\u00f3n de nuestro Se\u00f1or Jesucristo vieron y ven la divina esencia con una visi\u00f3n intuitiva y cara a cara, sin mediaci\u00f3n de ninguna criatura (Benedicto XII: DS 1000; cf. LG 49).<\/p>

                                          1024 Esta vida perfecta con la Sant\u00edsima Trinidad, esta comuni\u00f3n de vida y de amor con Ella, con la Virgen Mar\u00eda, los \u00e1ngeles y todos los bienaventurados se llama \u00abel cielo\u00bb . El cielo es el fin \u00faltimo y la realizaci\u00f3n de las aspiraciones m\u00e1s profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha.<\/p>

                                          1025 Vivir en el cielo es \u00abestar con Cristo\u00bb (cf. Jn 14, 3; Flp 1, 23; 1 Ts 4,17). Los elegidos viven \u00aben El\u00bb, a\u00fan m\u00e1s, tienen all\u00ed, o mejor, encuentran all\u00ed su verdadera identidad, su propio nombre (cf. Ap 2, 17):<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pues la vida es estar con Cristo; donde est\u00e1 Cristo, all\u00ed est\u00e1 la vida, all\u00ed est\u00e1 el reino (San Ambrosio, Luc. 10,121).<\/p>

                                          1026 Por su muerte y su Resurrecci\u00f3n Jesucristo nos ha \u00ababierto\u00bb el cielo. La vida de los bienaventurados consiste en la plena posesi\u00f3n de los frutos de la redenci\u00f3n realizada por Cristo quien asocia a su glorificaci\u00f3n celestial a aquellos que han cre\u00eddo en El y que han permanecido fieles a su voluntad. El cielo es la comunidad bienaventurada de todos los que est\u00e1n perfectamente incorporados a El.<\/p>

                                          1027 Estes misterio de comuni\u00f3n bienaventurada con Dios y con todos los que est\u00e1n en Cristo sobrepasa toda comprensi\u00f3n y toda representaci\u00f3n. La Escritura nos habla de ella en im\u00e1genes: vida, luz, paz, banquete de bodas, vino del reino, casa del Padre, Jerusal\u00e9n celeste, para\u00edso: \u00abLo que ni el ojo vio, ni el o\u00eddo oy\u00f3, ni al coraz\u00f3n del hombre lleg\u00f3, lo que Dios prepar\u00f3 para los que le aman\u00bb (1 Co 2, 9).<\/p>

                                          1028 A causa de su transcendencia, Dios no puede ser visto tal cual es m\u00e1s que cuando El mismo abre su Misterio a la contemplaci\u00f3n inmediata del hombre y le da la capacidad para ello. Esta contemplaci\u00f3n de Dios en su gloria celestial es llamada por la Iglesia \u00abla visi\u00f3n beat\u00edfica\u00bb:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a1Cu\u00e1l no ser\u00e1 tu gloria y tu dicha!: Ser admitido a ver a Dios, tener el honor de participar en las alegr\u00edas de la salvaci\u00f3n y de la luz eterna en compa\u00f1\u00eda de Cristo, el Se\u00f1or tu Dios, …gozar en el Reino de los cielos en compa\u00f1\u00eda de los justos y de los amigos de Dios, las alegr\u00edas de la inmortalidad alcanzada (San Cipriano, ep. 56,10,1).<\/p>

                                          1029 En la gloria del cielo, los bienaventurados contin\u00faan cumpliendo con alegr\u00eda la voluntad de Dios con relaci\u00f3n a los dem\u00e1s hombres y a la creaci\u00f3n entera. Ya reinan con Cristo; con El \u00abellos reinar\u00e1n por los siglos de los siglos’ (Ap 22, 5; cf. Mt 25, 21.23).<\/p>

                                          III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA PURIFICACION FINAL O PURGATORIO<\/p>

                                          1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque est\u00e1n seguros de su eterna salvaci\u00f3n, sufren despu\u00e9s de su muerte una purificaci\u00f3n, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegr\u00eda del cielo.<\/p>

                                          1031 La Iglesia llama Purgatorio a esta purificaci\u00f3n final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820: 1580). La tradici\u00f3n de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, seg\u00fan lo que afirma Aqu\u00e9l que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Esp\u00edritu Santo, esto no le ser\u00e1 perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro (San Gregorio Magno, dial. 4, 39).<\/p>

                                          1032 Esta ense\u00f1anza se apoya tambi\u00e9n en la pr\u00e1ctica de la oraci\u00f3n por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: \u00abPor eso mand\u00f3 [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado\u00bb (2 M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucar\u00edstico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visi\u00f3n beat\u00edfica de Dios. La Iglesia tambi\u00e9n recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Llev\u00e9mosles socorros y hagamos su conmemoraci\u00f3n. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su Padre (cf. Jb 1, 5), \u00bfpor qu\u00e9 habr\u00edamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues,\u00a0 en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos (San Juan Cris\u00f3stomo, hom. in 1 Cor 41, 5).<\/p>

                                          IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL INFIERNO<\/p>

                                          1033 Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra El, contra nuestro pr\u00f3jimo o contra nosotros mismos: \u00abQuien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sab\u00e9is que ning\u00fan asesino tiene vida eterna permanente en \u00e9l\u00bb (1 Jn 3, 15). Nuestro Se\u00f1or nos advierte que estaremos separados de El si no omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los peque\u00f1os que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de El para siempre por nuestra propia y libre elecci\u00f3n. Este estado de autoexclusi\u00f3n definitiva de la comuni\u00f3n con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra \u00abinfierno\u00bb.<\/p>

                                          1034 Jes\u00fas habla con frecuencia de la \u00abgehenna\u00bb y del \u00abfuego que nunca se apaga\u00bb (cf. Mt 5,22.29; 13,42.50; Mc 9,43-48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehusan creer y convertirse , y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf. Mt 10, 28). Jes\u00fas anuncia en t\u00e9rminos graves que \u00abenviar\u00e1 a sus \u00e1ngeles que recoger\u00e1n a todos los autores de iniquidad…, y los arrojar\u00e1n al horno ardiendo\u00bb (Mt 13, 41-42), y que pronunciar\u00e1 la condenaci\u00f3n:\u00bb \u00a1Alejaos de M\u00ed malditos al fuego eterno!\u00bb (Mt 25, 41).<\/p>

                                          1035 La ense\u00f1anza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente despu\u00e9s de la muerte y all\u00ed sufren las penas del infierno, \u00abel fuego eterno\u00bb (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; SPF 12). La pena principal del infierno consiste en la separaci\u00f3n eterna de Dios en quien \u00fanicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.<\/p>

                                          1036 Las afirmaciones de la Escritura y las ense\u00f1anzas de la Iglesia a prop\u00f3sito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relaci\u00f3n con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversi\u00f3n: \u00abEntrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdici\u00f3n, y son muchos los que entran por ella; mas \u00a1qu\u00e9 estrecha la puerta y qu\u00e9 angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que la encuentran\u00bb (Mt 7, 13-14) :<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Como no sabemos ni el d\u00eda ni la hora, es necesario, seg\u00fan el consejo del Se\u00f1or, estar continuamente en vela. As\u00ed, terminada la \u00fanica carrera\u00a0 que es nuestra vida en la tierra, mereceremos entrar con \u00e9l en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandar\u00e1n ir, como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde `habr\u00e1 llanto y rechinar de dientes’ (LG 48).<\/p>

                                          1037 Dios no predestina a nadie a ir al infierno (cf DS 397; 1567); para que eso suceda es necesaria una aversi\u00f3n voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en \u00e9l hasta el final. En la liturgia eucar\u00edstica y en las plegari as diarias de los fieles, la Iglesia implora la misericordia de Dios, que \u00abquiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversi\u00f3n\u00bb (2 P 3, 9):<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Acepta, Se\u00f1or, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, ordena en tu paz nuestros d\u00edas, l\u00edbranos de la condenaci\u00f3n eterna y cu\u00e9ntanos entre tus elegidos (MR Canon Romano 88)<\/p>

                                          V\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL JUICIO FINAL<\/p>

                                          1038 La resurrecci\u00f3n de todos los muertos, \u00abde los justos y de los pecadores\u00bb (Hch 24, 15), preceder\u00e1 al Juicio final. Esta ser\u00e1 \u00abla hora en que todos los que est\u00e9n en los sepulcros oir\u00e1n su voz y los que hayan hecho el bien resucitar\u00e1n para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenaci\u00f3n\u00bb (Jn 5, 28-29). Entonces, Cristo vendr\u00e1 \u00aben su gloria acompa\u00f1ado de todos sus \u00e1ngeles,… Ser\u00e1n congregadas delante de \u00e9l todas las naciones, y \u00e9l separar\u00e1 a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondr\u00e1 las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda… E ir\u00e1n estos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.\u00bb (Mt 25, 31. 32. 46).<\/p>

                                          1039 Frente a Cristo, que es la Verdad, ser\u00e1 puesta al desnudo definitivamente la verdad de la relaci\u00f3n de cada hombre con Dios (cf. Jn 12, 49). El Juicio final revelar\u00e1 hasta sus \u00faltimas consecuencias lo que cada uno haya hecho de bien o haya dejado de hacer durante su vida terrena:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Todo el mal que hacen los malos se registra – y ellos no lo saben. El d\u00eda en que \u00abDios no se callar\u00e1\u00bb (Sal 50, 3) … Se volver\u00e1 hacia los malos: \u00abYo hab\u00eda colocado sobre la tierra, dir\u00e1 El, a mis pobrecitos para vosotros. Yo, su cabeza, gobernaba en el cielo a la derecha de mi Padre -pero en la tierra mis miembros ten\u00edan hambre. Si hubierais dado\u00a0 a mis miembros algo, eso habr\u00eda subido hasta la cabeza. Cuando coloqu\u00e9 a mis peque\u00f1uelos en la tierra, los constitu\u00ed comisionados vuestros para llevar vuestras buenas obras a mi tesoro: como no hab\u00e9is depositado nada en sus manos, no pose\u00e9is nada en M\u00ed\u00bb (San Agust\u00edn, serm. 18, 4, 4).<\/p>

                                          1040\u00a0\u00a0 El Juicio final suceder\u00e1 cuando vuelva Cristo glorioso. S\u00f3lo el Padre conoce el d\u00eda y la hora en que tendr\u00e1 lugar; s\u00f3lo El decidir\u00e1 su advenimiento. Entonces, El pronunciar\u00e1 por medio de su Hijo Jesucristo, su palabra definitiva sobre toda la historia. Nosotros conoceremos el sentido \u00faltimo de toda la obra de la creaci\u00f3n y de toda la econom\u00eda de la salvaci\u00f3n, y comprenderemos los caminos admirables por los que Su Providencia habr\u00e1 conducido todas las cosas a su fin \u00faltimo. El juicio final revelar\u00e1 que la justicia de Dios triunfa de todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que su amor es m\u00e1s fuerte que la muerte (cf. Ct 8, 6).<\/p>

                                          1041 El mensaje del Juicio final llama a la conversi\u00f3n mientras Dios da a los hombres todav\u00eda \u00abel tiempo favorable, el tiempo de salvaci\u00f3n\u00bb (2 Co 6, 2). Inspira el santo temor de Dios. Compromete para la justicia del Reino de Dios. Anuncia la \u00abbienaventurada esperanza\u00bb (Tt 2, 13) de la vuelta del Se\u00f1or que \u00abvendr\u00e1 para ser glorificado en sus santos y admirado en todos los que hayan cre\u00eddo\u00bb (2 Ts 1, 10).<\/p>

                                          VI\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA ESPERANZA DE LOS CIELOS NUEVOS<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y DE LA TIERRA NUEVA<\/p>

                                          1042 Al fin de los tiempos el Reino de Dios llegar\u00e1 a su plenitud. Despu\u00e9s del juicio final, los justos reinar\u00e1n para siempre con Cristo, glorificados en cuerpo y alma, y el mismo universo ser\u00e1 renovado:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia … s\u00f3lo llegar\u00e1 a su perfecci\u00f3n en la gloria del cielo…cuando llegue el tiempo de la restauraci\u00f3n universal y cuando, con la humanidad, tambi\u00e9n el universo entero, que est\u00e1 \u00edntimamente unido al hombre y que alcanza su meta a trav\u00e9s del hombre, quede perfectamente renovado en Cristo (LG 48)<\/p>

                                          1043 La Sagrada Escritura llama \u00abcielos nuevos y tierra nueva\u00bb a esta renovaci\u00f3n misteriosa que trasformar\u00e1 la humanidad y el mundo (2 P 3, 13; cf. Ap 21, 1). Esta ser\u00e1 la realizaci\u00f3n definitiva del designio de Dios de \u00abhacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que est\u00e1 en los cielos y lo que est\u00e1 en la tierra\u00bb (Ef 1, 10).<\/p>

                                          1044 En este \u00abuniverso nuevo\u00bb (Ap 21, 5), la Jerusal\u00e9n celestial, Dios tendr\u00e1 su morada entre los hombres. \u00abY enjugar\u00e1 toda l\u00e1grima de su ojos, y no habr\u00e1 ya muerte ni habr\u00e1 llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado\u00bb (Ap 21, 4;cf. 21, 27).<\/p>

                                          1045 Para el hombre esta consumaci\u00f3n ser\u00e1 la realizaci\u00f3n final de la unidad del g\u00e9nero humano, querida por Dios desde la creaci\u00f3n y de la que la Iglesia peregrina era \u00abcomo el sacramento\u00bb (LG 1). Los que est\u00e9n unidos a Cristo formar\u00e1n la comunidad de los rescatados, la Ciudad Santa de Dios (Ap 21, 2), \u00abla Esposa del Cordero\u00bb (Ap 21, 9). Ya no ser\u00e1 herida por el pecado, las manchas (cf. Ap 21, 27), el amor propio, que destruyen o hieren la comunidad terrena de los hombres. La visi\u00f3n beat\u00edfica, en la que Dios se manifestar\u00e1 de modo inagotable a los elegidos, ser\u00e1 la fuente inmensa de felicidad, de paz y de comuni\u00f3n mutua.<\/p>

                                          1046\u00a0\u00a0 En cuanto al cosmos, la Revelaci\u00f3n afirma la profunda comunidad de destino del mundo material y del hombre:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pues la ansiosa espera de la creaci\u00f3n desea vivamente la revelaci\u00f3n de los hijos de Dios … en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupci\u00f3n … Pues sabemos que la creaci\u00f3n entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no s\u00f3lo ella; tambi\u00e9n nosotros, que poseemos las primicias del Esp\u00edritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo (Rm 8, 19-23).<\/p>

                                          1047 As\u00ed pues, el universo visible tambi\u00e9n est\u00e1 destinado a ser transformado, \u00aba fin de que el mundo mismo restaurado a su primitivo estado, ya sin ning\u00fan obst\u00e1culo est\u00e9 al servicio de los justos\u00bb, participando en su glorificaci\u00f3n en Jesucristo resucitado (San Ireneo, haer. 5, 32, 1).<\/p>

                                          1048\u00a0\u00a0 \u00abIgnoramos el momento de la consumaci\u00f3n\u00a0 de la tierra y de la humanidad, y no sabemos c\u00f3mo se transformar\u00e1 el universo. Ciertamente, la figura de este mundo, deformada por el pecado, pasa, pero se nos ense\u00f1a que Dios ha preparado una nueva morada y una nueva tierra en la que habita la justicia y cuya bienaventuranza llenar\u00e1 y superar\u00e1 todos los deseos de paz que se levantan en los corazones de los hombres\u00bb(GS 39, 1).<\/p>

                                          1049\u00a0\u00a0 \u00abNo obstante, la espera de una tierra nueva no debe debilitar, sino m\u00e1s bien avivar la preocupaci\u00f3n de cultivar esta tierra, donde crece aquel cuerpo de la nueva familia humana, que puede ofrecer ya un cierto esbozo del siglo nuevo. Por ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente el progreso terreno del crecimiento del Reino de Cristo, sin embargo, el primero, en la medida en que puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa mucho al Reino de Dios\u00bb (GS 39, 2).<\/p>

                                          1050 \u00abTodos estos frutos buenos de nuestra naturaleza y de nuestra diligencia, tras haberlos propagado por la tierra en el Esp\u00edritu del Se\u00f1or y seg\u00fan su mandato, los encontramos despu\u00e9s de nuevo, limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal\u00bb (GS 39, 3; cf. LG 2). Dios ser\u00e1 entonces \u00abtodo en todos\u00bb (1 Co 15, 22), en la vida eterna:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La vida subsistente y verdadera es el Padre que, por el Hijo y en el Esp\u00edritu Santo, derrama sobre todos sin excepci\u00f3n los dones celestiales. Gracias a su misericordia, nosotros tambi\u00e9n, hombres, hemos recibido la promesa indefectible de la vida eterna (San Cirilo de Jerusal\u00e9n, catech. ill. 18, 29).<\/p>

                                          RESUMEN<\/p>

                                          1051 Al morir cada hombre recibe en su alma inmortal su retribuci\u00f3n eterna en un juicio particular por Cristo, juez de vivos y de muertos.<\/p>

                                          1052 \u00abCreemos que las almas de todos aquellos que mueren en la gracia de Cristo… constituyen el Pueblo de Dios despu\u00e9s de la muerte, la cual ser\u00e1 destruida totalmente el d\u00eda de la Resurrecci\u00f3n, en el que estas almas se unir\u00e1n con sus cuerpos\u00bb (SPF 28).<\/p>

                                          1053 \u00abCreemos que la multitud de aquellas almas que con Jes\u00fas y Mar\u00eda se congregan en el para\u00edso, forma la Iglesia celestial, donde ellas, gozando de la bienaventuranza eterna, ven a Dios como El es, y participan tambi\u00e9n, ciertamente en grado y modo diverso, juntamente con los santos \u00e1ngeles, en el gobierno divino de las cosas, que ejerce Cristo glorificado, como quiera que interceden por nosotros y con su fraterna solicitud ayudan grandemente a nuestra flaqueza\u00bb (SPF 29).<\/p>

                                          1054 Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque est\u00e1n seguros de su salvaci\u00f3n eterna, sufren una purificaci\u00f3n despu\u00e9s de su muerte, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en el gozo de Dios.<\/p>

                                          1055 En virtud de la \u00abcomuni\u00f3n de los santos\u00bb, la Iglesia encomienda los difuntos a la misericordia de Dios y ofrece sufragios en su favor, en particular el santo sacrificio eucar\u00edstico.<\/p>

                                          1056 Siguiendo las ense\u00f1anzas de Cristo, la Iglesia advierte a los fieles de la \u00abtriste\u00a0 y lamentable realidad de la muerte eterna\u00bb (DCG 69), llamada tambi\u00e9n \u00abinfierno\u00bb.<\/p>

                                          1057 La pena principal del infierno consiste en la separaci\u00f3n eterna de Dios en quien solamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las cuales ha sido creado y a las cuales aspira.<\/p>

                                          1058 La Iglesia ruega para que nadie se pierda: \u00abJam\u00e1s permitas, Se\u00f1or, que me separe de ti\u00bb. Si bien es verdad que nadie puede salvarse a s\u00ed mismo, tambi\u00e9n es cierto que \u00abDios quiere que todos los hombres se salven\u00bb (1 Tm 2, 4) y que para El \u00abtodo es posible\u00bb (Mt 19, 26).<\/p>

                                          1059 \u00abLa misma santa Iglesia romana cree y firmemente confiesa que todos los hombres comparecer\u00e1n con sus cuerpos en el d\u00eda del juicio ante el tribunal de Cristo para dar cuenta de sus propias acciones (DS 859; cf. DS 1549).<\/p>

                                          1060\u00a0 Al fin de los tiempos, el Reino de Dios llegar\u00e1 a su plenitud. Entonces, los justos reinar\u00e1n con Cristo para siempre, glorificados en cuerpo y alma, y el mismo universo material ser\u00e1 transformado. Dios ser\u00e1 entonces \u00abtodo en todos\u00bb (1 Co 15, 28), en la vida eterna.<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cAMEN\u201d<\/p>

                                          1061 El Credo, como el \u00faltimo libro de la Sagrada Escritura (cf. Ap 22, 21), se termina con la palabra hebrea Amen. Se encuentra tambi\u00e9n frecuentemente al final de las oraciones del Nuevo Testamento. Igualmente, la Iglesia termina sus oraciones con un \u00abAmen\u00bb.<\/p>

                                          1062 En hebreo, \u00abAm\u00e9n\u00bb pertenece a la misma ra\u00edz que la palabra \u00abcreer\u00bb. Esta ra\u00edz expresa la solidez, la fiabilidad, la fidelidad. As\u00ed se comprende por qu\u00e9 el \u00abAm\u00e9n\u00bb puede expresar tanto la fidelidad de Dios hacia nosotros como nuestra confianza en El.<\/p>

                                          1063 En el profeta Isa\u00edas se encuentra la expresi\u00f3n \u00abDios de verdad\u00bb, literalmente \u00abDios del Am\u00e9n\u00bb, es decir, el Dios fiel a sus promesas: \u00abQuien desee ser bendecido en la tierra, desear\u00e1 serlo en el Dios del Am\u00e9n\u00bb (Is 65, 16). Nuestro Se\u00f1or emplea con frecuencia el t\u00e9rmino \u00abAmen\u00bb (cf. Mt 6, 2. 5. 16), a veces en forma duplicada (cf. Jn 5, 19) para subrayar la fiabilidad de su ense\u00f1anza, su Autoridad fundada en la Verdad de Dios.<\/p>

                                          1064\u00a0\u00a0 As\u00ed pues, el \u00abAm\u00e9n\u00bb final del Credo recoge y confirma su primera palabra: \u00abCreo\u00bb. Creer es decir \u00abAm\u00e9n\u00bb a las palabras, a las promesas, a los mandamientos de Dios, es fiarse totalmente de El que es el Am\u00e9n de amor infinito y de perfecta fidelidad. La vida cristiana de cada d\u00eda ser\u00e1 tambi\u00e9n el \u00abAm\u00e9n\u00bb al \u00abCreo\u00bb de la Profesi\u00f3n de fe de nuestro Bautismo:<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Que tu s\u00edmbolo sea para ti como un espejo. M\u00edrate en \u00e9l: para ver si crees todo lo que declaras creer. Y regoc\u00edjate todos los d\u00edas en tu fe (San Agust\u00edn, serm. 58, 11, 13: PL 38,399).<\/p>

                                          1065 Jesucristo mismo es el \u00abAm\u00e9n\u00bb (Ap 3, 14). Es el \u00abAm\u00e9n\u00bb definitivo del amor del Padre hacia nosotros; asume y completa nuestro \u00abAm\u00e9n\u00bb al Padre: \u00abTodas las promesas hechas por Dios han tenido su `s\u00ed’ en \u00e9l; y por eso decimos por \u00e9l ‘Am\u00e9n’ a la gloria de Dios\u00bb (2 Co 1, 20):<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por El, con El y en El,<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 A ti, Dios Padre omnipotente<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 en la unidad del Esp\u00edritu Santo,<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 todo honor y toda gloria,<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 por los siglos de los siglos.<\/p>

                                          AMEN.<\/p>

                                          Segunda Parte: La celebraci\u00f3n del misterio cristiano<\/p>

                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Raz\u00f3n de ser de la liturgia<\/p>

                                          1. En el S\u00edmbolo de la fe, la Iglesia confiesa el misterio de la Sant\u00edsima Trinidad y su \u00abdesignio benevolente\u00bb (Ef 1,9) sobre toda la creaci\u00f3n: El Padre realiza el \u00abmisterio de su voluntad\u00bb dando a su Hijo Amado y al Esp\u00edritu Santo para la salvaci\u00f3n del mundo y para la gloria de su Nombre. Tal es el Misterio de Cristo (cf Ef 3,4), revelado y realizado en la historia seg\u00fan un plan, una \u00abdisposici\u00f3n\u00bb sabiamente ordenada que S. Pablo llama \u00abla econom\u00eda del Misterio\u00bb (Ef 3,9) y que la tradici\u00f3n patr\u00edstica llamar\u00e1 \u00abla Econom\u00eda del Verbo encarnado\u00bb o \u00abla Econom\u00eda de la salvaci\u00f3n\u00bb.<\/li><\/ol>

                                            1067 \u00abCristo el Se\u00f1or realiz\u00f3 esta obra de la redenci\u00f3n humana y de la perfecta glorificaci\u00f3n de Dios, preparada por las maravillas que Dios hizo en el pueblo de la Antigua Alianza, principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasi\u00f3n, de su resurrecci\u00f3n de entre los muertos y de su gloriosa ascensi\u00f3n. Por este misterio, `con su muerte destruy\u00f3 nuestra muerte y con su resurrecci\u00f3n restaur\u00f3 nuestra vida’. Pues del costado de Cristo dormido en la cruz naci\u00f3 el sacramento admirable de toda la Iglesia\u00bb (SC 5). Por eso, en la liturgia, la Iglesia celebra principalmente el Misterio pascual por el que Cristo realiz\u00f3 la obra de nuestra salvaci\u00f3n.<\/p>

                                            1068\u00a0 Es el Misterio de Cristo lo que la Iglesia anuncia y celebra en su liturgia a fin de que los fieles vivan de \u00e9l y den testimonio del mismo en el mundo:<\/p>

                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En efecto, la liturgia, por medio de la cual \u00abse ejerce la obra de nuestra redenci\u00f3n\u00bb, sobre todo en el divino sacrificio de la Eucarist\u00eda, contribuye mucho a que los fieles, en su vida, expresen y manifiesten a los dem\u00e1s el misterio de Cristo y la naturaleza genuina de la verdadera Iglesia (SC 2).<\/p>

                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Significaci\u00f3n de la palabra \u00abLiturgia\u00bb<\/p>

                                            1069\u00a0 La palabra \u00abLiturgia\u00bb significa originariamente \u00abobra o quehacer p\u00fablico\u00bb, \u00abservicio de parte de y en favor del pueblo\u00bb. En la tradici\u00f3n cristiana quiere significar que el Pueblo de Dios toma parte en \u00abla obra de Dios\u00bb (cf. Jn 17,4). Por la liturgia, Cristo, nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, contin\u00faa en su Iglesia, con ella y por ella, la obra de nuestra redenci\u00f3n.<\/p>

                                            1070 La palabra \u00abLiturgia\u00bb en el Nuevo Testamento es empleada para designar no solamente la celebraci\u00f3n del culto divino (cf Hch 13,2; Lc 1,23), sino tambi\u00e9n el anuncio del Evangelio (cf. Rm 15,16; Flp 2,14-17. 30) y la caridad en acto (cf Rm 15,27; 2 Co 9,12; Flp 2,25). En todas estas situaciones se trata del servicio de Dios y de los hombres. En la celebraci\u00f3n lit\u00fargica, la Iglesia es servidora, a imagen de su Se\u00f1or, el \u00fanico \u00abLiturgo\u00bb (cf Hb 8,2 y 6), del cual ella participa en su sacerdocio, es decir, en el culto, anuncio y servicio de la caridad:<\/p>

                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Con raz\u00f3n se considera la liturgia como el ejercicio de la funci\u00f3n sacerdotal de Jesucristo en la que, mediante signos sensibles, se significa y se realiza, seg\u00fan el modo propio de cada uno, la santificaci\u00f3n del hombre y, as\u00ed, el Cuerpo m\u00edstico de Cristo, esto es, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto p\u00fablico. Por ello, toda celebraci\u00f3n lit\u00fargica, como obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acci\u00f3n sagrada por excelencia cuya eficacia, con el mismo t\u00edtulo y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acci\u00f3n de la Iglesia (SC 7).<\/p>

                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La liturgia como fuente de Vida<\/p>

                                            1071 La Liturgia, obra de Cristo, es tambi\u00e9n una acci\u00f3n de su Iglesia. Realiza y manifiesta la Iglesia como signo visible de la comuni\u00f3n entre Dios y de los hombres por Cristo. Introduce a los fieles en la Vida nueva de la comunidad. Implica una participaci\u00f3n \u00abconsciente, activa y fruct\u00edfera\u00bb de todos (SC 11).<\/p>

                                            1072 \u00abLa sagrada liturgia no agota toda la acci\u00f3n de la Iglesia\u00bb (SC 9): debe ser precedida por la evangelizaci\u00f3n, la fe y la conversi\u00f3n; s\u00f3lo as\u00ed puede dar sus frutos en la vida de los fieles: la Vida nueva seg\u00fan el Esp\u00edritu, el compromiso en la misi\u00f3n de la Iglesia y el servicio de su unidad.<\/p>

                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Oraci\u00f3n y Liturgia<\/p>

                                            1073 La Liturgia es tambi\u00e9n participaci\u00f3n en la oraci\u00f3n de Cristo, dirigida al Padre en el Esp\u00edritu Santo. En ella toda oraci\u00f3n cristiana encuentra su fuente y su t\u00e9rmino. Por la liturgia el hombre interior es enraizado y fundado (cf Ef 3,16-17) en \u00abel gran amor con que el Padre nos am\u00f3\u00bb (Ef 2,4) en su Hijo Amado. Es la misma \u00abmaravilla de Dios\u00bb que es vivida e interiorizada por toda oraci\u00f3n, \u00aben todo tiempo, en el Esp\u00edritu\u00bb (Ef 6,18)<\/p>

                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Catequesis y Liturgia<\/p>

                                            1074 \u00abLa Liturgia es la cumbre a la que tiende la acci\u00f3n de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza\u00bb (SC 10). Por tanto, es el lugar privilegiado de la catequesis del Pueblo de Dios. \u00abLa cateq uesis est\u00e1 intr\u00ednsecamente unida a toda la acci\u00f3n lit\u00fargica y sacramental, porque es en los sacramentos, y sobre todo en la Eucarist\u00eda, donde Jesucristo act\u00faa en plenitud para la transformaci\u00f3n de los hombres\u00bb (CT 23).<\/p>

                                            1075 La catequesis lit\u00fargica pretende introducir en el Misterio de Cristo ( es \u00abmistagogia\u00bb), procediendo de lo visible a lo invisible, del signo a lo significado, de los \u00absacramentos\u00bb a los \u00abmisterios\u00bb. Esta modalidad de catequesis corresponde hacerla a los catecismos locales y regionales. El presente catecismo, que quiere ser un servicio para toda la Iglesia, en la diversidad de sus ritos y sus culturas (cf SC 3-4), ense\u00f1a lo que es fundamental y com\u00fan a toda la Iglesia en lo que se refiere a la Liturgia en cuanto misterio y celebraci\u00f3n (primera secci\u00f3n), y a los siete sacramentos y los sacramentales (segunda secci\u00f3n).<\/p>

                                            PRIMERA SECCION: LA ECONOMIA SACRAMENTAL<\/p>

                                            1076 El d\u00eda de Pentecost\u00e9s, por la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, la Iglesia se manifiesta al mundo (cf SC 6; LG 2). El don del Esp\u00edritu inaugura un tiempo nuevo en la \u00abdispensaci\u00f3n del Misterio\u00bb: el tiempo de la Iglesia, durante el cual Cristo manifiesta, hace presente y comunica su obra de salvaci\u00f3n mediante la Liturgia de su Iglesia, \u00abhasta que \u00e9l venga\u00bb (1 Co 11,26). Durante este tiempo de la Iglesia, Cristo vive y act\u00faa en su Iglesia y con ella ya de una manera nueva, la propia de este tiempo nuevo. Act\u00faa por los sacramentos; esto es lo que la Tradici\u00f3n com\u00fan de Oriente y Occidente llama \u00abla Econom\u00eda sacramental\u00bb; esta consiste en la comunicaci\u00f3n (o \u00abdispensaci\u00f3n\u00bb) de los frutos del Misterio pascual de Cristo en la celebraci\u00f3n de la liturgia \u00absacramental\u00bb de la Iglesia.<\/p>

                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por ello es preciso explicar primero esta \u00abdispensaci\u00f3n sacramental\u00bb (cap\u00edtulo primero). As\u00ed aparecer\u00e1n m\u00e1s clarame nte la naturaleza y los aspectos esenciales de la celebraci\u00f3n lit\u00fargica (cap\u00edtulo segundo).<\/p>

                                            CAPITULO PRIMERO: EL MISTERIO PASCUAL EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA<\/p>

                                            Art\u00edculo 1:\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA LITURGIA, OBRA DE LA SANTISIMA TRINIDAD<\/p>

                                            1. EL PADRE, FUENTE Y FIN DE LA LITURGIA<\/li><\/ol>
                                              1. \u00abBendito sea el Dios y Padre de nuestro Se\u00f1or Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en \u00e9l antes de la creaci\u00f3n del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligi\u00e9ndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, seg\u00fan el benepl\u00e1cito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agraci\u00f3 en el Amado\u00bb (Ef 1,3-6).<\/li><\/ol>

                                                1078 Bendecir es una acci\u00f3n divina que da la vida y cuya fuente es el Padre. Su bendici\u00f3n es a la vez palabra y don (\u00abbene-dictio\u00bb, \u00abeu-logia\u00bb). Aplicado al hombre, este t\u00e9rmino significa la adoraci\u00f3n y la entrega a su Creador en la acci\u00f3n de gracias.<\/p>

                                                1079 Desde el comienzo y hasta la consumaci\u00f3n de los tiempos, toda la obra de Dios es bendici\u00f3n. Desde el poema lit\u00fargico de la primera creaci\u00f3n hasta los c\u00e1nticos de la Jerusal\u00e9n celestial, los autores inspirados anuncian el designio de salvaci\u00f3n como una inmensa bendici\u00f3n divina.<\/p>

                                                1080\u00a0 Desde el comienzo, Dios bendice a los seres vivos, especialmente al hombre y la mujer. La alianza con No\u00e9 y con todos los seres animados renueva esta bendici\u00f3n de fecundidad, a pesar del pecado del hombre por el cual la tierra queda \u00abmaldita\u00bb. Pero es a partir de Abraham cuando la bendici\u00f3n divina penetra en la historia humana, que se encaminaba hacia la muerte, para hacerla volver a la vida, a su fuente: por la fe del \u00abpadre de los creyentes\u00bb que acoge la bendici\u00f3n se inaugura la historia de la salvaci\u00f3n.<\/p>

                                                1081 Las bendiciones divinas se manifiestan en acontecimientos maravillosos y salvadores: el nacimiento de Isaac, la salida de Egipto (Pascua y Exodo), el don de la Tierra prometida, la elecci\u00f3n de David, la Presencia de Dios en el templo, el exilio purificador y el retorno de un \u00abpeque\u00f1o resto\u00bb. La Ley, los Profetas y los Salmos que tejen la liturgia del Pueblo elegido recuerdan a la vez estas bendiciones divinas y responden a ellas con las bendiciones de alabanza y de acci\u00f3n de gracias.<\/p>

                                                1082 En la Liturgia de la Iglesia, la bendici\u00f3n divina es plenamente revelada y comunicada: el Padre es reconocido y adorado como la fuente y el fin de todas las bendiciones de la Creaci\u00f3n y de la Salvaci\u00f3n; en su Verbo, encarnado, muerto y resucitado por nosotros, nos colma de sus bendiciones y por \u00e9l derrama en nuestros corazones el Don que contiene todos los dones: el Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                                1083 Se comprende, por tanto, que en cuanto respuesta de fe y de amor a las \u00abbendiciones espirituales\u00bb con que el Padre nos enriquece, la liturgia cristiana tiene una doble dimensi\u00f3n. Por una parte, la Iglesia, unida a su Se\u00f1or y \u00abbajo la acci\u00f3n el Esp\u00edritu Santo\u00bb (Lc 10,21), bendice al Padre \u00abpor su Don inefable\u00bb (2 Co 9,15) mediante la adoraci\u00f3n, la alabanza y la acci\u00f3n de gracias. Por otra parte, y hasta la consumaci\u00f3n del designio de Dios, la Iglesia no cesa de presentar al Padre \u00abla ofrenda de sus propios dones\u00bb y de implorar que el Esp\u00edritu Santo venga sobre esta ofrenda, sobre ella misma, sobre los fieles y sobre el mundo entero, a fin de que por la comuni\u00f3n en la muerte y en la resurrecci\u00f3n de Cristo-Sacerdote y por el poder del Esp\u00edritu estas bendiciones divinas den frutos de vida \u00abpara alabanza de la gloria de su gracia\u00bb (Ef 1,6).<\/p>

                                                II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA OBRA DE CRISTO EN LA LITURGIA<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cristo glorificado…<\/p>

                                                1084\u00a0\u00a0 \u00abSentado a la derecha del Padre\u00bb y derramando el Esp\u00edritu Santo sobre su Cuerpo que es la Iglesia, Cristo act\u00faa ahora por medio de los sacramentos, instituidos por \u00e9l para comunicar su gracia. Los sacramentos son signos sensibles (palabras y acciones), accesibles a nuestra humanidad actual. Realizan eficazmente la gracia que significan en virtud de la acci\u00f3n de Cristo y por el poder del Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                                1085 En la Liturgia de la Iglesia, Cristo significa y realiza principalmente su misterio pascual. Durante su vida terrestre Jes\u00fas anunciaba con su ense\u00f1anza y anticipaba con sus actos el misterio pascual. Cuando lleg\u00f3 su Hora (cf Jn 13,1; 17,1), vivi\u00f3 el \u00fanico acontecimiento de la historia que no pasa: Jes\u00fas muere, es sepultado, resucita de entre los muertos y se sienta a la derecha del Padre \u00abuna vez por todas\u00bb (Rm 6,10; Hb 7,27; 9,12). Es un acontecimiento real, sucedido en nuestra historia, pero absolutamente singular: todos los\u00a0 dem\u00e1s acontecimientos suceden una vez, y luego pasan y son absorbidos por el pasado. El misterio pascual de Cristo, por el contrario, no puede permanecer solamente en el pasado, pues por su muerte destruy\u00f3 a la muerte, y todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeci\u00f3 por los hombres participa de la eternidad divina y domina as\u00ed todos los tiempos y en ellos se mantiene permanentemente presente. El acontecimiento de la Cruz y de la Resurrecci\u00f3n permanece y atrae todo hacia la Vida.<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 …desde la Iglesia de los Ap\u00f3stoles…<\/p>

                                                1086\u00a0 \u00abPor esta raz\u00f3n, como Cristo fue enviado por el Padre, \u00e9l mismo envi\u00f3 tambi\u00e9n a los Ap\u00f3stoles, llenos del Esp\u00edritu Santo, no s\u00f3lo para que, al predicar el Evangelio a toda criatura, anunciaran que el Hijo de Dios, con su muerte y resurrecci\u00f3n, nos ha liberado del poder de Satan\u00e1s y de la muerte y nos ha conducido al reino del Padre, sino tambi\u00e9n para que realizaran la obra de salvaci\u00f3n que anunciaban mediante el sacrificio y los sacramentos en torno a los cuales gira toda la vida lit\u00fargica\u00bb (SC 6)<\/p>

                                                1087 As\u00ed, Cristo resucitado, dando el Esp\u00edritu Santo a los Ap\u00f3stoles, les conf\u00eda su poder de santificaci\u00f3n (cf Jn 20,21-23); se convierten en signos sacramentales de Cristo. Por el poder del mismo Esp\u00edritu Santo conf\u00edan este poder a sus sucesores. Esta \u00absucesi\u00f3n apost\u00f3lica\u00bb estructura toda la vida lit\u00fargica de la Iglesia. Ella misma es sacramental, transmitida por el sacramento del Orden.<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 …est\u00e1 presente en la Liturgia terrena…<\/p>

                                                1088\u00a0 \u00abPara llevar a cabo una obra tan grande\u00bb -la dispensaci\u00f3n o comunicaci\u00f3n de su obra de salvaci\u00f3n-\u00abCristo est\u00e1 siempre presente en su Iglesia, principalmente en los actos lit\u00fargicos. Est\u00e1 presente en el sacrificio de la misa, no s\u00f3lo en la persona del ministro, `ofreci\u00e9ndose ahora por ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreci\u00f3 en la cruz’, sino tambi\u00e9n, sobre todo, bajo las especies eucar\u00edsticas. Est\u00e1 presente con su virtud en los sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza. Est\u00e1 presente en su palabra, pues es El mismo el que habla cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura. Est\u00e1 presente, finalmente, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que prometi\u00f3: `Donde est\u00e1n dos o tres congregados en mi nombre, all\u00ed estoy yo en medio de ellos’ (Mt 18,20)\u00bb (SC 7).<\/p>

                                                1089\u00a0 \u00abRealmente, en una obra tan grande por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a la Iglesia, su esposa amad\u00edsima, que invoca a su Se\u00f1or y por El rinde culto al Padre Eterno\u00bb (SC 7)<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 …que participa en la Liturgia celestial.<\/p>

                                                1090\u00a0 \u00abEn la liturgia terrena pregustamos y participamos en aquella liturgia celestial que se celebra en la ciudad santa, Jerusal\u00e9n, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos, donde Cristo est\u00e1 sentado a la derecha del Padre, como ministro del santuario y del tabern\u00e1culo verdadero; cantamos un himno de gloria al Se\u00f1or con todo el ej\u00e9rcito celestial; venerando la memoria de los santos, esperamos participar con ellos y acompa\u00f1arlos; aguardamos al Salvador, nuestro Se\u00f1or Jesucristo, hasta que se manifieste El, nuestra Vida, y nosotros nos manifestamos con El en la gloria\u00bb (SC 8; cf. LG 50).<\/p>

                                                III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL ESPIRITU SANTO Y LA IGLESIA EN LA LITURGIA<\/p>

                                                1091 En la Liturgia, el Esp\u00edritu Santo es el pedagogo de la fe del Pueblo de Dios, el art\u00edfice de las \u00abobras maestras de Dios\u00bb que son los sacramentos de la Nueva Alianza. El deseo y la obra del Esp\u00edritu en el coraz\u00f3n de la Iglesia es que vivamos de la vida de Cristo resucitado. Cuando encuentra en nosotros la respuesta de fe que \u00e9l ha suscitado, entonces se realiza una verdadera cooperaci\u00f3n. Por ella, la Liturgia viene a ser la obra com\u00fan del Esp\u00edritu Santo y de la Iglesia.<\/p>

                                                1092 En esta dispensaci\u00f3n sacramental del misterio de Cristo, el Esp\u00edritu Santo act\u00faa de la misma manera que en los otros tiempos de la Econom\u00eda de la salvaci\u00f3n: prepara la Iglesia para el encuentro con su Se\u00f1or, recuerda y manifiesta a Cristo a la fe de la asamblea; hace presente y actualiza el misterio de Cristo por su poder transformador; finalmente, el Esp\u00edritu de comuni\u00f3n une la Iglesia a la vida y a la misi\u00f3n de Cristo.<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu Santo prepara a recibir a Cristo<\/p>

                                                1093 El Esp\u00edritu Santo realiza en la econom\u00eda sacramental las figuras de la Antigua Alianza. Puesto que la Iglesia de Cristo estaba \u00abpreparada maravillosamente en la historia del pueblo de Israel y en la Antigua Alianza\u00bb (LG 2), la Liturgia de la Iglesia conserva como una parte integrante e irremplazable, haci\u00e9ndolos suyos, algunos elementos del culto de la Antigua Alianza:<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 principalmente la lectura del Antiguo Testamento;<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 la oraci\u00f3n de los Salmos;<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 y sobre todo la memoria de los acontecimientos salv\u00edficos y de las realidades significativas que\u00a0 encontraron su cumplimiento en el misterio de Cristo (la Promesa y la Alianza; el Exodo y la Pascua, el\u00a0 Reino y el Templo; el Exilio y el Retorno).<\/p>

                                                1094\u00a0\u00a0 Sobre esta armon\u00eda de los dos Testamentos (cf DV 14-16) se articula la catequesis pascual del Se\u00f1or (cf Lc 24,13-49), y luego la de los Ap\u00f3stoles y de los Padres de la Iglesia. Esta catequesis pone de manifiesto lo que permanec\u00eda oculto bajo la letra del Antiguo Testamento: el misterio de Cristo. Es llamada catequesis \u00abtipol\u00f3gica\u00bb, porque revela la novedad de Cristo a partir de \u00abfiguras\u00bb (tipos) que la anunciaban en los hechos, las palabras y los s\u00edmbolos de la primera Alianza. Por esta relectura en el Esp\u00edritu de Verdad a partir de Cristo, las figuras son explicadas (cf 2 Co 3, 14-16). As\u00ed, el diluvio y el arca de No\u00e9 prefiguraban la salvaci\u00f3n por el Bautismo (cf 1 P 3,21), y lo mismo la nube, y el paso del mar Rojo; el agua de la roca era la figura de los dones espirituales de Cristo (cf 1 Co 10,1-6); el man\u00e1 del desierto prefiguraba la Eucarist\u00eda \u00abel verdadero Pan del Cielo\u00bb (Jn 6,32).<\/p>

                                                1095 \u00a0 Por eso la Iglesia, especialmente durante los tiempos de Adviento, Cuaresma y sobre todo en la noche de Pascua, relee y revive todos estos acontecimientos de la historia de la salvaci\u00f3n en el \u00abhoy\u00bb de su Liturgia. Pero esto exige tambi\u00e9n que la catequesis ayude a los fieles a abrirse a esta inteligencia \u00abespiritual\u00bb de la Econom\u00eda de la salvaci\u00f3n, tal como la Liturgia de la Iglesia la manifiesta y nos la hace vivir.<\/p>

                                                1096\u00a0 Liturgia jud\u00eda y liturgia cristiana. Un mejor conocimiento de la fe y la vida religiosa del pueblo jud\u00edo tal como son profesadas y vividas a\u00fan hoy, puede ayudar a comprender mejor ciertos aspectos de la Liturgia cristiana. Para los jud\u00edos y para los cristianos la Sagrada Escritura es una parte esencial de sus respectivas liturgias: para la proclamaci\u00f3n de la Palabra de Dios, la respuesta a esta Palabra, la adoraci\u00f3n de alabanza y de intercesi\u00f3n por los vivos y los difuntos, el recurso a la misericordia divina. La liturgia de la Palabra, en su estructura propia, tiene su origen en la oraci\u00f3n jud\u00eda. La oraci\u00f3n de las Horas, y otros textos y formularios lit\u00fargicos tienen sus paralelos tambi\u00e9n en ella, igual que las mismas f\u00f3rmulas de nuestras oraciones m\u00e1s venerables, por ejemplo, el Padre Nuestro. Las plegarias eucar\u00edsticas se inspiran tambi\u00e9n en modelos de la tradici\u00f3n jud\u00eda. La relaci\u00f3n entre liturgia jud\u00eda y liturgia cristiana, pero tambi\u00e9n la diferencia de sus contenidos, son particularmente visibles en las grandes fiestas del a\u00f1o lit\u00fargico como la Pascua. Los cristianos y los jud\u00edos celebran la Pascua: Pascua de la historia, orientada hacia el porvenir en los jud\u00edos; Pascua realizada en la muerte y la resurrecci\u00f3n de Cristo en los cristianos, aunque siempre en espera de la consumaci\u00f3n definitiva.<\/p>

                                                1097 En la Liturgia de la Nueva Alianza, toda acci\u00f3n lit\u00fargica, especialmente la celebraci\u00f3n de la Eucarist\u00eda y de los sacramentos es un encuentro entre Cristo y la Iglesia. La asamblea lit\u00fargica recibe su unidad de la \u00abcomuni\u00f3n del Esp\u00edritu Santo\u00bb que re\u00fane a los hijos de Dios en el \u00fanico Cuerpo de Cristo. Esta reuni\u00f3n desborda las afinidades humanas, raciales, culturales y sociales.<\/p>

                                                1098\u00a0 La Asamblea debe prepararse para encontrar a su Se\u00f1or, debe ser \u00abun pueblo bien dispuesto\u00bb. Esta preparaci\u00f3n de los corazones es la obra com\u00fan del Esp\u00edritu Santo y de la Asamblea, en particular de sus ministros. La gracia del Esp\u00edritu Santo tiende a suscitar la fe, la conversi\u00f3n del coraz\u00f3n y la adhesi\u00f3n a la voluntad del Padre. Estas disposiciones preceden a la acogida de las otras gracias ofrecidas en la celebraci\u00f3n misma y a los frutos de Vida nueva que est\u00e1 llamada a producir.<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu Santo recuerda el Misterio de Cristo<\/p>

                                                1099\u00a0 El Esp\u00edritu y la Iglesia cooperan en la manifestaci\u00f3n de Cristo y de su obra de salvaci\u00f3n en la Liturgia. Principalmente en la Eucarist\u00eda, y an\u00e1logamente en los otros sacramentos, la Liturgia es Memorial del Misterio de la salvaci\u00f3n. El Esp\u00edritu Santo es la memoria viva de la Iglesia (cf Jn 14,26).<\/p>

                                                1100 La Palabra de Dios. El Esp\u00edritu Santo recuerda primeramente a la asamblea lit\u00fargica el sentido del acontecimiento de la salvaci\u00f3n dando vida a la Palabra de Dios que es anunciada para ser recibida y vivida:<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La importancia de la Sagrada Escritura en la celebraci\u00f3n de la liturgia es m\u00e1xima. En efecto, de ella se toman las lecturas que luego se explican en la homil\u00eda, y los salmos que se cantan; las preces, oraciones e himnos lit\u00fargicos est\u00e1n impregnados de su aliento y su inspiraci\u00f3n; de ella reciben su significado las acciones y los signos (SC 24).<\/p>

                                                1101\u00a0 El Esp\u00edritu Santo es quien da a los lectores y a los oyentes, seg\u00fan las disposiciones de sus corazones, la inteligencia espiritual de la Palabra de Dios. A trav\u00e9s de las palabras, las acciones y los s\u00edmbolos que constituyen la trama de una celebraci\u00f3n, el Esp\u00edritu Santo pone a los fieles y a los ministros en relaci\u00f3n viva con Cristo, Palabra e Imagen del Padre, a fin de que puedan hacer pasar a su vida el sentido de lo que oyen, contemplan y realizan en la celebraci\u00f3n.<\/p>

                                                1102 \u00abLa fe se suscita en el coraz\u00f3n de los no creyentes y se alimenta en el coraz\u00f3n de los creyentes con la palabra de la salvaci\u00f3n. Con la fe empieza y se desarrolla la comunidad de los creyentes\u00bb (PO 4). El anuncio de la Palabra de Dios no se reduce a una ense\u00f1anza: exige la respuesta de fe, como consentimiento y compromiso, con miras a la Alianza entre Dios y su pueblo. Es tambi\u00e9n el Esp\u00edritu Santo quien da la gracia de la fe, la fortalece y la hace crecer en la comunidad. La asamblea lit\u00fargica es ante todo comuni\u00f3n en la fe.<\/p>

                                                1103 La An\u00e1mnesis. La celebraci\u00f3n lit\u00fargica se refiere siempre a las intervenciones salv\u00edficas de Dios en la historia. \u00abEl plan de la revelaci\u00f3n se realiza por obras y palabras intr\u00ednsecamente ligadas; … las palabras proclaman las obras y explican su misterio\u00bb (DV 2). En la Liturgia de la Palabra, el Esp\u00edritu Santo \u00abrecuerda\u00bb a la Asamblea todo lo que Cristo ha hecho por nosotros. Seg\u00fan la naturaleza de las acciones lit\u00fargicas y las tradiciones rituales de las Iglesias, una celebraci\u00f3n \u00abhace memoria\u00bb de las maravillas de Dios en una An\u00e1mnesis m\u00e1s o menos desarrollada. El Esp\u00edritu Santo, que despierta as\u00ed la memoria de la Iglesia, suscita entonces la acci\u00f3n de gracias\u00a0 y la alabanza (Doxologia).<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu Santo actualiza el Misterio de Cristo<\/p>

                                                1104 La Liturgia cristiana no s\u00f3lo recuerda los acontecimientos que nos salvaron, sino que los actualiza, los hace presentes. El Misterio pascual de Cristo se celebra, no se repite; son las celebraciones las que se repiten; en cada una de ellas tiene lugar la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo que actualiza el \u00fanico Misterio.<\/p>

                                                1105 La ep\u00edclesis (\u00abinvocaci\u00f3n sobre\u00bb) es la intercesi\u00f3n mediante la cual el sacerdote suplica al Padre que env\u00ede el Esp\u00edritu santificador para que las ofrendas se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo y para que los fieles, al recibirlos, se conviertan ellos mismos en ofrenda viva para Dios.<\/p>

                                                1106 Junto con la An\u00e1mnesis, la Ep\u00edclesis es el centro de toda celebraci\u00f3n sacramental, y muy particularmente de la Eucarist\u00eda:<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Preguntas c\u00f3mo el pan se convierte en el Cuerpo de Cristo y el vino…en Sangre de Cristo. Te respondo: el Esp\u00edritu Santo irrumpe y realiza aquello que sobrepasa toda palabra y todo pensamiento…Que te baste o\u00edr que es por la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, de igual modo que gracias a la Sant\u00edsima Virgen y al mismo Esp\u00edritu,\u00a0 el Se\u00f1or, por s\u00ed mismo y en s\u00ed mismo, asumi\u00f3 la carne humana (S. Juan Damasceno, f.o., IV, 13).<\/p>

                                                1107 El poder transformador del Esp\u00edritu Santo en la Liturgia apresura la venida del Reino y la consumaci\u00f3n del Misterio de la salvaci\u00f3n. En la espera y en la esperanza nos hace realmente anticipar la comuni\u00f3n plena con la Trinidad Santa. Enviado por el Padre, que escucha la ep\u00edclesis de la Iglesia, el Esp\u00edritu da la vida a los que lo acogen, y constituye para ellos, ya desde ahora, \u00ablas arras\u00bb de su herencia (cf Ef 1,14; 2 Co 1,22).<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La comuni\u00f3n del Esp\u00edritu Santo<\/p>

                                                1108 La finalidad de la misi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo en toda acci\u00f3n lit\u00fargica es poner en comuni\u00f3n con Cristo para formar su Cuerpo. El Esp\u00edritu Santo es como la savia de la vi\u00f1a del Padre que da su fruto en los sarmientos (cf Jn 15,1-17; Ga 5,22). En la Liturgia se realiza la cooperaci\u00f3n m\u00e1s \u00edntima entre el Esp\u00edritu Santo y la Iglesia. El Esp\u00edritu de Comuni\u00f3n permanece indefectiblemente en la Iglesia, y por eso la Iglesia es el gran sacramento de la comuni\u00f3n divina que re\u00fane a los hijos de Dios dispersos. El fruto del Esp\u00edritu en la Liturgia es inseparablemente comuni\u00f3n con la Trinidad Santa y comuni\u00f3n fraterna (cf 1 Jn 1,3-7).<\/p>

                                                1109 La Ep\u00edclesis es tambi\u00e9n oraci\u00f3n por el pleno efecto de la comuni\u00f3n de la Asamblea con el Misterio de Cristo. \u00abLa gracia de nuestro Se\u00f1or Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comuni\u00f3n del Esp\u00edritu Santo\u00bb (2 Co 13,13) deben permanecer siempre con nosotros y dar frutos m\u00e1s all\u00e1 de la celebraci\u00f3n eucar\u00edstica. La Iglesia, por tanto, pide al Padre que env\u00ede el Esp\u00edritu Santo para que haga de la vida de los fieles una ofrenda viva a Dios mediante la transformaci\u00f3n espiritual a imagen de Cristo, la preocupaci\u00f3n por la unidad de la Iglesia y la participaci\u00f3n en su misi\u00f3n por el testimonio y el servicio de la caridad.<\/p>

                                                RESUMEN<\/p>

                                                1110\u00a0 En la liturgia de la Iglesia, Dios Padre es bendecido y adorado como la fuente de todas las bendiciones de la Creaci\u00f3n y de la Salvaci\u00f3n, con las que nos ha bendecido en su Hijo para darnos el Esp\u00edritu de adopci\u00f3n filial.<\/p>

                                                1111\u00a0\u00a0 La obra de Cristo en la Liturgia es sacramental porque su Misterio de salvaci\u00f3n se hace presente en ella por el poder de su Esp\u00edritu Santo; porque su Cuerpo, que es la Iglesia, es como el sacramento (signo e instrumento) en el cual el Esp\u00edritu Santo dispensa el Misterio de la salvaci\u00f3n; porque a trav\u00e9s de sus acciones lit\u00fargicas, la Iglesia peregrina participa ya, como en primicias, en la Liturgia celestial.<\/p>

                                                1112\u00a0 La misi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo en la Liturgia de la Iglesia es la de preparar la Asamblea para el encuentro con Cristo; recordar y manifestar a Cristo a la fe de la asamblea de creyentes; hacer presente y actualizar la obra salv\u00edfica de Cristo por su poder transformador y hacer fructificar el don de la comuni\u00f3n en la Iglesia.<\/p>

                                                Art\u00edculo 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL MISTERIO PASCUAL EN LOS<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 SACRAMENTOS DE LA IGLESIA<\/p>

                                                1113\u00a0 Toda la vida lit\u00fargica de la Iglesia gravita en torno al Sacrificio eucar\u00edstico y los sacramentos (cf SC 6). Hay en la Iglesia siete sacramentos: Bautismo, Confirmaci\u00f3n o Crismaci\u00f3n, Eucarist\u00eda, Penitencia, Unci\u00f3n de los enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio (cf DS 860; 1310; 1601). En este Art\u00edculo se trata de lo que es com\u00fan a los siete sacramentos de la Iglesia desde el punto de vista doctrinal. Lo que les es com\u00fan bajo el aspecto de la celebraci\u00f3n se expondr\u00e1 en el cap\u00edtulo II, y lo que es propio de cada uno de ellos ser\u00e1 objeto de la secci\u00f3n II.<\/p>

                                                I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS SACRAMENTOS DE CRISTO<\/p>

                                                1114\u00a0 \u00abAdheridos a la doctrina de las Santas Escrituras, a las tradiciones apost\u00f3licas y al sentimiento un\u00e1nime de los Padres\u00bb, profesamos que \u00ablos sacramentos de la nueva Ley fueron todos instituidos por nuestro Se\u00f1or Jesucristo\u00bb (DS 1600-1601).<\/p>

                                                1115\u00a0 Las palabras y las acciones de Jes\u00fas durante su vida oculta y su ministerio p\u00fablico eran ya salv\u00edficas. Anticipaban la fuerza de su misterio pascual. Anunciaban y preparaban aquello que \u00e9l dar\u00eda a la Iglesia cuando todo tuviese su cumplimiento. Los misterios de la vida de Cristo son los fundamentos de lo que en adelante, por los ministros de su Iglesia, Cristo dispensa en los sacramentos, porque \u00ablo que era visible en nuestro Salvador ha pasado a sus misterios\u00bb (S. Le\u00f3n Magno, serm. 74,2).<\/p>

                                                1116\u00a0 Los sacramentos, como \u00abfuerzas que brotan\u00bb del Cuerpo de Cristo (cf Lc 5,17; 6,19; 8,46) siempre vivo y vivificante, y como acciones del Esp\u00edritu Santo que act\u00faa en su Cuerpo que es la Iglesia, son \u00ablas obras maestras de Dios\u00bb en la nueva y eterna Alianza.<\/p>

                                                II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA<\/p>

                                                1117\u00a0 Por el Esp\u00edritu que la conduce \u00aba la verdad completa\u00bb (Jn 16,13), la Iglesia reconoci\u00f3 poco a poco este tesoro recibido de Cristo y precis\u00f3 su \u00abdispensaci\u00f3n\u00bb, tal como lo hizo con el canon de las Sagradas Escrituras y con la doctrina de la fe, como fiel dispensadora de los misterios de Dios (cf Mt 13,52; 1 Co 4,1). As\u00ed, la Iglesia ha precisado a lo largo de los siglos, que, entre sus celebraciones lit\u00fargicas, hay siete que son, en el sentido propio del t\u00e9rmino, sacramentos instituidos por el Se\u00f1or.<\/p>

                                                1118\u00a0 Los sacramentos son \u00abde la Iglesia\u00bb en el doble sentido de que existen \u00abpor ella\u00bb y \u00abpara ella\u00bb. Existen \u00abpor la Iglesia\u00bb porque ella es el sacramento de la acci\u00f3n de Cristo que act\u00faa en ella gracias a la misi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo. Y existen \u00abpara la Iglesia\u00bb, porque ellos son \u00absacramentos que constituyen la Iglesia\u00bb (S. Agust\u00edn, civ. 22,17; S. Tom\u00e1s de Aquino, s.th. 3,64,2 ad 3), manifiestan y comunican a los hombres, sobre todo en la Eucarist\u00eda, el misterio de la Comuni\u00f3n del Dios Amor, uno en tres Personas.<\/p>

                                                1119\u00a0 Formando con Cristo-Cabeza \u00abcomo una \u00fanica persona m\u00edstica\u00bb (P\u00edo XII, enc. \u00abMystici Corporis\u00bb), la Iglesia act\u00faa en los sacramentos como \u00abcomunidad sacerdotal\u00bb \u00aborg\u00e1nicamente estructurada\u00bb (LG 11): gracias al Bautismo y la Confirmaci\u00f3n, el pueblo sacerdotal se hace apto para celebrar la Liturgia; por otra parte, algunos fieles \u00abque han recibido el sacramento del orden est\u00e1n instituidos en nombre de Cristo para ser los pastores de la Iglesia con la palabra y la gracia de Dios\u00bb (LG 11).<\/p>

                                                1120 El ministerio ordenado o sacerdocio ministerial (LG 10) est\u00e1 al servicio del sacerdocio bautismal. Garantiza que, en los sacramentos, sea Cristo quien act\u00faa por el Esp\u00edritu Santo en favor de la Iglesia. La misi\u00f3n de salvaci\u00f3n confiada por el Padre a su Hijo encarnado es confiada a los Ap\u00f3stoles y por ellos a sus sucesores: reciben el Esp\u00edritu de Jes\u00fas para actuar en su nombre y en su persona (cf Jn 20,21-23; Lc 24,47; Mt 28,18-20). As\u00ed, el ministro ordenado es el v\u00ednculo sacramental que une la acci\u00f3n lit\u00fargica a lo que dijeron y realizaron los Ap\u00f3stoles, y por ellos a lo que dijo y realiz\u00f3 Cristo, fuente y fundamento de los sacramentos.<\/p>

                                                1121\u00a0 Los tres sacramentos del Bautismo, de la Confirmaci\u00f3n y del Orden sacerdotal confieren, adem\u00e1s de la gracia, un car\u00e1cter sacramental o \u00absello\u00bb por el cual el cristiano participa del sacerdocio de Cristo y forma parte de la Iglesia seg\u00fan estados y funciones diversos. Esta configuraci\u00f3n con Cristo y con la Iglesia, realizada por el Esp\u00edritu, es indeleble (Cc. de Trento: DS 1609); permanece para siempre en el cristiano como disposici\u00f3n positiva para la gracia, como promesa y garant\u00eda de la protecci\u00f3n divina y como vocaci\u00f3n al culto divino y al servicio de la Iglesia. Por tanto, estos sacramentos no pueden ser reiterados.<\/p>

                                                III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS SACRAMENTOS DE LA FE<\/p>

                                                1122\u00a0 Cristo envi\u00f3 a sus Ap\u00f3stoles para que, \u00aben su Nombre, proclamasen a todas las naciones la conversi\u00f3n para el perd\u00f3n de los pecados\u00bb (Lc 24,47). \u00abDe todas las naciones haced disc\u00edpulos bautiz\u00e1ndolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Esp\u00edritu Santo\u00bb (Mt 28,19). La misi\u00f3n de bautizar, por tanto la misi\u00f3n sacramental est\u00e1 implicada en la misi\u00f3n de evangelizar, porque el sacramento es preparado por la Palabra de Dios y por la fe que es consentimiento a esta Palabra:<\/p>

                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El pueblo de Dios se re\u00fane, sobre todo, por la palabra de Dios vivo… necesita la predicaci\u00f3n de la palabra para el ministerio de los sacramentos. En efecto, son sacramentos de la fe que nace y se alimenta de la palabra\u00bb (PO 4).<\/p>

                                                1123\u00a0 \u00abLos sacramentos est\u00e1n ordenados a la santificaci\u00f3n de los hombres, a la edificaci\u00f3n del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios, pero, como signos, tambi\u00e9n tienen un fin instructivo. No s\u00f3lo suponen la fe, tambi\u00e9n la fortalecen, la alimentan y la expresan con palabras y acciones; por se llaman sacramentos de la fe\u00bb (SC 59).<\/p>

                                                1124\u00a0 La fe de la Iglesia es anterior a la fe del fiel, el cual es invitado a adherirse a ella. Cuando la Iglesia celebra los sacramentos confiesa la fe recibida de los Ap\u00f3stoles, de ah\u00ed el antiguo adagio:\u00a0 \u00abLex orandi, lex credendi\u00bb (\u00abLa ley de la oraci\u00f3n es la ley de la fe\u00bb) (o: \u00ablegem credendi lex statuat supplicandi\u00bb [\u00abLa ley de la oraci\u00f3n determine la ley de la fe\u00bb], seg\u00fan Pr\u00f3spero de Aquitania, siglo V, ep. 217). La ley de la oraci\u00f3n es la ley de la fe, la Iglesia cree como ora. La Liturgia es un elemento constitutivo de la Tradici\u00f3n santa y viva (cf. DV 8).<\/p>

                                                1125\u00a0 Por eso ning\u00fan rito sacramental puede ser modificado o manipulado a voluntad del ministro o de la comunidad. Incluso la suprema autoridad de la Iglesia no puede cambiar la liturgia a su arbitrio, sino solamente en virtud del servicio de la fe y en el respeto religioso al misterio de la liturgia.<\/p>

                                                1126 Por otra parte, puesto que los sacramentos expresan y desarrollan la comuni\u00f3n de fe en la Iglesia, la lex orandi es uno de los criterios esenciales del di\u00e1logo que intenta restaurar la unidad de los cristianos (cf UR 2 y 15).<\/p>

                                                IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS SACRAMENTOS DE LA SALVACION<\/p>

                                                1127\u00a0 Celebrados dignamente en la fe, los sacramentos confieren la gracia que significan (cf Cc. de Trento: DS 1605 y 1606). Son eficaces porque en ellos act\u00faa Cristo mismo; El es quien bautiza, \u00e9l quien act\u00faa en sus sacramentos con el fin de comunicar la gracia que el sacramento significa. El Padre escucha siempre la oraci\u00f3n de la Iglesia de su Hijo que, en la ep\u00edclesis de cada sacramento, expresa su fe en el poder del Esp\u00edritu. Como el fuego transforma en s\u00ed todo lo que toca, as\u00ed el Esp\u00edritu Santo transforma en Vida divina lo que se somete a su poder.<\/p>

                                                1128 Tal es el sentido de la siguiente afirmaci\u00f3n de la Iglesia (cf Cc. de Trento: DS 1608): los sacramentos obran ex opere operato (seg\u00fan las palabras mismas del Concilio: \u00abpor el hecho mismo de que la acci\u00f3n es realizada\u00bb), es decir, en virtud de la obra salv\u00edfica de Cristo, realizada de una vez por todas. De ah\u00ed se sigue que \u00abel sacramento no act\u00faa en virtud de la justicia del hombre que lo da o que lo recibe, sino por el poder de Dios\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., STh 3,68,8). En consecuencia, siempre que un sacramento es celebrado conforme a la intenci\u00f3n de la Iglesia, el poder de Cristo y de su Esp\u00edritu act\u00faa en \u00e9l y por \u00e9l, independientemente de la santidad personal del ministro. Sin embargo, los frutos de los sacramentos dependen tambi\u00e9n de las disposiciones del que los recibe.<\/p>

                                                1129 La Iglesia afirma que para los creyentes los sacramentos de la Nueva Alianza son necesarios para ala salvaci\u00f3n (cf Cc. de Trento: DS 1604). La \u00abgracia sacramental\u00bb es la gracia del Esp\u00edritu Santo dada por Cristo y propia de cada sacramento. El Esp\u00edritu cura y transforma a los que lo reciben conform\u00e1ndolos con el Hijo de Dios. El fruto de la vida sacramental consiste en que el Esp\u00edritu de adopci\u00f3n deifica (cf 2 P 1,4) a los fieles uni\u00e9ndolos vitalmente al Hijo \u00fanico, el Salvador.<\/p>

                                                V\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS SACRAMENTOS DE LA VIDA ETERNA<\/p>

                                                1130 La Iglesia celebra el Misterio de su Se\u00f1or \u00abhasta que \u00e9l venga\u00bb y \u00abDios sea todo en todos\u00bb (1 Co 11,26; 15,28). Desde la era apost\u00f3lica, la Liturgia es atra\u00edda hacia su t\u00e9rmino por el gemido del Esp\u00edritu en la Iglesia: \u00ab\u00a1Marana tha!\u00bb (1 Co 16,22). La liturgia participa as\u00ed en el deseo de Jes\u00fas: \u00abCon ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros…hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios\u00bb (Lc 22,15-16). En los sacramentos de Cristo, la Iglesia recibe ya las arras de su herencia, participa ya en la vida eterna, aunque \u00abaguardando la feliz esperanza y la manifestaci\u00f3n de la gloria del Gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo\u00bb (Tt 2,13). \u00abEl Esp\u00edritu y la Esposa dicen: \u00a1Ven!…\u00a1Ven, Se\u00f1or Jes\u00fas!\u00bb (Ap 22,17.20).<\/p>

                                                1. Tom\u00e1s resume as\u00ed las diferentes dimensiones del signo sacramental: \u00abUnde sacramentum est signum rememorativum eius quod praecessit, scilicet passionis Christi; et desmonstrativum eius quod in nobis efficitur per Christi passionem, scilicet gratiae; et prognosticum, id est, praenuntiativum futurae gloriae\u00bb (\u00abPor eso el sacramento es un signo que rememora lo que sucedi\u00f3, es decir, la pasi\u00f3n de Cristo; es un signo que demuestra lo que sucedi\u00f3 entre nosotros en virtud de la pasi\u00f3n de Cristo, es decir, la gracia; y es un signo que anticipa, es decir, que preanuncia la gloria venidera\u00bb, STh III, 60,3).)<\/li><\/ol>

                                                  RESUMEN<\/p>

                                                  1131\u00a0 Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina. Los ritos visibles bajo los cuales los sacramentos son celebrados significan y realizan las gracias propias de cada sacramento. Dan fruto en quienes los reciben con las disposiciones requeridas.<\/p>

                                                  1132\u00a0 La Iglesia celebra los sacramentos como comunidad sacerdotal estructurada por el sacerdocio bautismal y el de los ministros ordenados.<\/p>

                                                  1133\u00a0 El Esp\u00edritu Santo dispone a la recepci\u00f3n de los sacramentos por la Palabra de Dios y por la fe que acoge la Palabra en los corazones bien dispuestos. As\u00ed los sacramentos fortalecen y expresan la fe.<\/p>

                                                  1134\u00a0 El fruto de la vida sacramental es a la vez personal y eclesial. Por una parte, este fruto es para todo fiel la vida para Dios en Cristo Jes\u00fas: por otra parte, es para la Iglesia crecimiento en la caridad y en su misi\u00f3n de testimonio.<\/p>

                                                  CAPITULO SEGUNDO: LA CELEBRACION SACRAMENTAL DEL MISTERIO PASCUAL<\/p>

                                                  1135\u00a0 La catequesis de la Liturgia implica en primer lugar la inteligencia de la econom\u00eda sacramental (cap\u00edtulo primero). A su luz se revela la novedad de su celebraci\u00f3n.\u00a0 Se tratar\u00e1, pues, en este cap\u00edtulo de la celebraci\u00f3n de los sacramentos de la Iglesia. A trav\u00e9s de la diversidad de las tradiciones lit\u00fargicas, se presenta lo que es com\u00fan a la celebraci\u00f3n de los siete sacramentos. Lo que es propio de cada uno de ellos, ser\u00e1 presentado m\u00e1s adelante. Esta catequesis fundamental de las celebraciones sacramentales responder\u00e1 a las cuestiones inmediatas que se presentan a un fiel al respecto:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 qui\u00e9n celebra<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 c\u00f3mo celebrar<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 cu\u00e1ndo celebrar<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 d\u00f3nde celebrar<\/p>

                                                  Art\u00edculo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 CELEBRAR LA LITURGIA DE LA IGLESIA<\/p>

                                                  I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfQUIEN CELEBRA?<\/p>

                                                  1136 La Liturgia es \u00abacci\u00f3n\u00bb del \u00abCristo total\u00bb (Christus totus). Por tanto, quienes celebran esta \u00abacci\u00f3n\u00bb, independientemente de la existencia o no de signos sacramentales, participan ya de la Liturgia del cielo, all\u00ed donde la celebraci\u00f3n es enteramente Comuni\u00f3n y Fiesta.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La celebraci\u00f3n de la Liturgia celestial<\/p>

                                                  1137\u00a0 El Apocalipsis de S. Juan, le\u00eddo en la liturgia de la Iglesia, nos revela primeramente que \u00abun trono estaba erigido en el cielo y Uno sentado en el trono\u00bb (Ap 4,2): \u00abel Se\u00f1or Dios\u00bb (Is 6,1; cf Ez 1,26-28). Luego revela al Cordero, \u00abinmolado y de pie\u00bb (Ap 5,6; cf Jn 1,29): Cristo crucificado y resucitado, el \u00fanico Sumo Sacerdote del santuario verdadero (cf Hb 4,14-15; 10, 19-21; etc), el mismo \u00abque ofrece y que es ofrecido, que da y que es dado\u00bb (Liturgia de San Juan Cris\u00f3stomo, An\u00e1fora). Y por \u00faltimo, revela \u00abel r\u00edo de Vida que brota del trono de Dios y del Cordero\u00bb (Ap 22,1), uno de los m\u00e1s bellos s\u00edmbolos del Esp\u00edritu Santo (cf Jn 4,10-14; Ap 21,6).<\/p>

                                                  1138 \u00abRecapitulados\u00bb en Cristo, participan en el servicio de la alabanza de Dios y en la realizaci\u00f3n de su designio: las Potencias celestiales (cf Ap 4-5; Is 6,2-3), toda la creaci\u00f3n (los cuatro Vivientes), los servidores de la Antigua y de la Nueva Alianza (los veinticuatro ancianos), el nuevo Pueblo de Dios (los ciento cuarenta y cuatro mil, cf Ap 7,1-8; 14,1), en particular los m\u00e1rtires \u00abdegollados a causa de la Palabra de Dios\u00bb, Ap 6,9-11), y la Sant\u00edsima Madre de Dios (la Mujer, cf Ap 12, la Esposa del Cordero, cf Ap 21,9), finalmente \u00abuna muchedumbre inmensa, que nadie podr\u00eda contar, de toda naci\u00f3n, razas, pueblos y lenguas\u00bb (Ap 7,9).<\/p>

                                                  1139 En esta Liturgia eterna el Esp\u00edritu y la Iglesia nos hacen participar cuando celebramos el Misterio de la salvaci\u00f3n en los sacramentos.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los celebrantes de la liturgia sacramental<\/p>

                                                  1140 Es toda la Comunidad, el Cuerpo de Cristo unido a su Cabeza quien celebra. \u00abLas acciones lit\u00fargicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es `sacramento de unidad’, esto es, pueblo santo, congregado y ordenado bajo la direcci\u00f3n de los obispos. Por tanto, pertenecen a todo el Cuerpo de la Iglesia, influyen en \u00e9l y lo manifiestan, pero afectan a cada miembro de este Cuerpo de manera diferente, seg\u00fan la diversidad de \u00f3rdenes, funciones y participaci\u00f3n actual\u00bb (SC 26). Por eso tambi\u00e9n, \u00absiempre que los ritos, seg\u00fan la naturaleza propia de cada uno, admitan una celebraci\u00f3n com\u00fan, con asistencia y participaci\u00f3n activa de los fieles, hay que inculcar que \u00e9sta debe ser preferida, en cuanto sea posible, a una celebraci\u00f3n individual y casi privada\u00bb (SC 27)<\/p>

                                                  1141\u00a0 La asamblea que celebra es la comunidad de los bautizados que, \u00abpor el nuevo nacimiento y por la unci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo para que ofrezcan a trav\u00e9s de todas las obras propias del cristiano, sacrificios espirituales\u00bb (LG 10). Este \u00absacerdocio com\u00fan\u00bb es el de Cristo, \u00fanico Sacerdote, participado por todos sus miembros (cf LG 10; 34; PO 2):<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participaci\u00f3n plena, consciente y activa en las celebraciones lit\u00fargicas que exige la naturaleza de la liturgia misma y a la cual tiene derecho y obligaci\u00f3n, en virtud del bautismo, el pueblo cristiano \u00ablinaje escogido, sacerdocio real, naci\u00f3n santa, pueblo adquirido\u00bb (1 P 2,9; cf 2,4-5) (SC 14).<\/p>

                                                  1142 Pero \u00abtodos los miembros no tienen la misma funci\u00f3n\u00bb (Rm 12,4). Algunos son llamados por Dios en y por la Iglesia a un servicio especial de la comunidad. Estos servidores son escogidos y consagrados por el sacramento del Orden, por el cual el Esp\u00edritu Santo los hace aptos para actuar en representaci\u00f3n de Cristo-Cabeza para el servicio de todos los miembros de la Iglesia (cf PO 2 y 15). El ministro ordenado es como el \u00abicono\u00bb de Cristo Sacerdote. Por ser en la Eucarist\u00eda donde se manifiesta plenamente el sacramento de la Iglesia, es tambi\u00e9n en la presidencia de la Eucarist\u00eda donde el ministerio del obispo aparece en primer lugar, y en comuni\u00f3n con \u00e9l, el de los presb\u00edteros y los di\u00e1conos.<\/p>

                                                  1143\u00a0 En orden a ejercer las funciones del sacerdocio com\u00fan de los fieles existen tambi\u00e9n otros ministerios particulares, no consagrados por el sacramento del Orden, y cuyas funciones son determinadas por los obispos seg\u00fan las tradiciones lit\u00fargicas y las necesidades pastorales. \u00abLos ac\u00f3litos, lectores, comentadores y los que pertenecen a la ‘schola cantorum’ desempe\u00f1an un aut\u00e9ntico ministerio lit\u00fargico\u00bb (SC 29).<\/p>

                                                  1144 As\u00ed, en la celebraci\u00f3n de los sacramentos, toda la asamblea es \u00abliturgo\u00bb, cada cual seg\u00fan su funci\u00f3n, pero en \u00abla unidad del Esp\u00edritu\u00bb que act\u00faa en todos. \u00abEn las celebraciones lit\u00fargicas, cada cual, ministro o fiel, al desempe\u00f1ar su oficio, har\u00e1 todo y s\u00f3lo aquello que le corresponde seg\u00fan la naturaleza de la acci\u00f3n y las normas lit\u00fargicas\u00bb (SC 28)<\/p>

                                                  II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfCOMO CELEBRAR?<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Signos y s\u00edmbolos<\/p>

                                                  1145\u00a0 Una celebraci\u00f3n sacramental esta tejida de signos y de s\u00edmbolos. Seg\u00fan la pedagog\u00eda divina de la salvaci\u00f3n, su significaci\u00f3n tiene su ra\u00edz en la obra de la creaci\u00f3n y en la cultura humana, se perfila en los acontecimientos de la Antigua Alianza y se revela en plenitud en la persona y la obra de Cristo.<\/p>

                                                  1146 Signos del mundo de los hombres. En la vida humana, signos y s\u00edmbolos ocupan un lugar importante. El hombre, siendo un ser a la vez corporal y espiritual, expresa y percibe las realidades espirituales a trav\u00e9s de signos y de s\u00edmbolos materiales. Como ser social, el hombre necesita signos y s\u00edmbolos para comunicarse con los dem\u00e1s, mediante el lenguaje, gestos y acciones. Lo mismo sucede en su relaci\u00f3n con Dios.<\/p>

                                                  1147\u00a0 Dios habla al hombre a trav\u00e9s de la creaci\u00f3n visible. El cosmos material se presenta a la inteligencia del hombre para que vea en \u00e9l las huellas de su Creador (cf Sb 13,1; Rm 1,19-20; Hch 14,17). La luz y la noche, el viento y el fuego, el agua y la tierra, el \u00e1rbol y los frutos hablan de Dios, simbolizan a la vez su grandeza y su proximidad.<\/p>

                                                  1148 En cuanto creaturas, estas realidades sensibles pueden llegar a ser lugar de expresi\u00f3n de la acci\u00f3n de Dios que santifica a los hombres, y de la acci\u00f3n de los hombres que rinden su culto a Dios. Lo mismo sucede con los signos y s\u00edmbolos de la vida social de los hombres: lavar y ungir, partir el pan y compartir la copa pueden expresar la presencia santificante de Dios y la gratitud del hombre hacia su Creador.<\/p>

                                                  1149 Las grandes religiones de la humanidad atestiguan, a a menudo de forma impresionante, este sentido c\u00f3smico y simb\u00f3lico de los ritos religiosos. La liturgia de la Iglesia presupone, integra y santifica elementos de la creaci\u00f3n y de la cultura humana confiri\u00e9ndoles la dignidad de signos de la gracia, de la creaci\u00f3n nueva en Jesucristo.<\/p>

                                                  1150 Signos de la Alianza. El pueblo elegido recibe de Dios signos y s\u00edmbolos distintivos que marcan su vida lit\u00fargica: no son ya solamente celebraciones de ciclos c\u00f3smicos y de acontecimientos sociales, sino signos de la Alianza, s\u00edmbolos de las grandes acciones de Dios en favor de su pueblo. Entre estos signos lit\u00fargicos de la Antigua Alianza se puede nombrar la circuncisi\u00f3n, la unci\u00f3n y la consagraci\u00f3n de reyes y sacerdotes, la imposici\u00f3n de manos, los sacrificios, y sobre todo la pascua. La Iglesia ve en estos signos una prefiguraci\u00f3n de los sacramentos de la Nueva Alianza.<\/p>

                                                  1151\u00a0 Signos asumidos por Cristo. En su predicaci\u00f3n, el Se\u00f1or Jes\u00fas se sirve con frecuencia de los signos de la Creaci\u00f3n para dar a conocer los misterios el Reino de Dios (cf. Lc 8,10). Realiza sus curaciones o subraya su predicaci\u00f3n por medio de signos materiales o gestos simb\u00f3licos (cf Jn 9,6; Mc 7,33-35; 8,22-25). Da un sentido nuevo a los hechos y a los signos de la Antigua Alianza, sobre todo al Exodo y a la Pascua (cf Lc 9,31; 22,7-20), porque \u00e9l mismo es el sentido de todos esos signos.<\/p>

                                                  1152\u00a0 Signos sacramentales. Desde Pentecost\u00e9s, el Esp\u00edritu Santo realiza la santificaci\u00f3n a trav\u00e9s de los signos sacramentales de su Iglesia. Los sacramentos de la Iglesia no anulan, sino purifican e integran toda la riqueza de los signos y de los s\u00edmbolos del cosmos y de la vida social. A\u00fan m\u00e1s, cumplen los tipos y las figuras de la Antigua Alianza, significan y realizan la salvaci\u00f3n obrada por Cristo, y prefiguran y anticipan la gloria del cielo.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Palabras y acciones<\/p>

                                                  1153\u00a0 Toda celebraci\u00f3n sacramental es un encuentro de los hijos de Dios con su Padre, en Cristo y en el Esp\u00edritu Santo, y este encuentro se expresa como un di\u00e1logo a trav\u00e9s de acciones y de palabras. Ciertamente, las acciones simb\u00f3licas son ya un lenguaje, pero es preciso que la Palabra de Dios y la respuesta de fe acompa\u00f1en y vivifiquen estas acciones, a fin de que la semilla del Reino d\u00e9 su fruto en la tierra buena. Las acciones lit\u00fargicas significan lo que expresa la Palabra de Dios: a la vez la iniciativa gratuita de Dios y la respuesta de fe de su pueblo.<\/p>

                                                  1154\u00a0 La liturgia de la Palabra es parte integrante de las celebraciones sacramentales. Para nutrir la fe de los fieles, los signos de la Palabra de Dios deben ser puestos de relieve: el libro de la Palabra (leccionario o evangeliario), su veneraci\u00f3n (procesi\u00f3n, incienso, luz), el lugar de su anuncio (amb\u00f3n), su lectura audible e inteligible, la homil\u00eda del ministro, la cual prolonga su proclamaci\u00f3n, y las respuestas de la asamblea (aclamaciones, salmos de meditaci\u00f3n, letan\u00edas, confesi\u00f3n de fe…).<\/p>

                                                  1155\u00a0 La palabra y la acci\u00f3n lit\u00fargica, indisociables en cuanto signos y ense\u00f1anza, lo son tambi\u00e9n en cuanto que realizan lo que significan. El Esp\u00edritu Santo, al suscitar la fe, no solamente procura una inteligencia de la Palabra de Dios suscitando la fe, sino que tambi\u00e9n mediante los sacramentos realiza las \u00abmaravillas\u00bb de Dios que son anunciadas por la misma Palabra: hace presente y comunica la obra del Padre realizada por el Hijo amado.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Canto y m\u00fasica<\/p>

                                                  1156 \u00abLa tradici\u00f3n musical de la Iglesia universal constituye un tesoro de valor inestimable que sobresale entre las dem\u00e1s expresiones art\u00edsticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la liturgia solemne\u00bb (SC 112). La composici\u00f3n y el canto de Salmos inspirados, con frecuencia acompa\u00f1ados de instrumentos musicales, estaban ya estrechamente ligados a las celebraciones lit\u00fargicas de la Antigua Alianza. La Iglesia contin\u00faa y desarrolla esta tradici\u00f3n: \u00abRecitad entre vosotros salmos, himnos y c\u00e1nticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro coraz\u00f3n al Se\u00f1or\u00bb (Ef 5,19; cf Col 3,16-17). \u00abEl que canta ora dos veces\u00bb (S. Agust\u00edn, sal. 72,1).<\/p>

                                                  1157\u00a0 El canto y la m\u00fasica cumplen su funci\u00f3n de signos de una manera tanto m\u00e1s significativa cuanto \u00abm\u00e1s estrechamente est\u00e9n vinculadas a la acci\u00f3n lit\u00fargica\u00bb (SC 112), seg\u00fan tres criterios principales: la belleza expresiva de la oraci\u00f3n, la participaci\u00f3n un\u00e1nime de la asamblea en los momentos previstos y el car\u00e1cter solemne de la celebraci\u00f3n. Participan as\u00ed de la finalidad de las palabras y de las acciones lit\u00fargicas: la gloria de Dios y la santificaci\u00f3n de los fieles (cf SC 112):<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0\u00a0 \u00a1Cu\u00e1nto llor\u00e9 al o\u00edr vuestros himnos y c\u00e1nticos, fuertemente conmovido por las voces de vuestra Iglesia, que suavemente cantaba! Entraban aquellas voces en mis o\u00eddos, y vuestra verdad se derret\u00eda en mi coraz\u00f3n, y con esto se inflamaba el afecto de piedad, y corr\u00edan las l\u00e1grimas, y me iba bien con ellas (S. Agust\u00edn, Conf. IX,6,14).<\/p>

                                                  1158 La armon\u00eda de los signos (canto, m\u00fasica, palabras y acciones) es tanto m\u00e1s expresiva y fecunda cuanto m\u00e1s se expresa en la riqueza cultural propia del pueblo de Dios que celebra (cf SC 119). Por eso \u00abfom\u00e9ntese con empe\u00f1o el canto religioso popular, de modo que en los ejercicios piadosos y sagrados y en las mismas acciones lit\u00fargicas\u00bb, conforme a las normas de la Iglesia \u00abresuenen las voces de los fieles\u00bb (SC 118). Pero \u00ablos textos destinados al canto sagrado deben estar de acuerdo con la doctrina cat\u00f3lica; m\u00e1s a\u00fan, deben tomase principalmente de la Sagrada Escritura y de las fuentes lit\u00fargicas\u00bb (SC 121).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Im\u00e1genes sagradas<\/p>

                                                  1159 La imagen sagrada, el icono lit\u00fargico, representa principalmente a Cristo. No puede representar a Dios invisible e incomprensible; la Encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios inaugur\u00f3 una nueva \u00abeconom\u00eda\u00bb de las im\u00e1genes:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En otro tiempo, Dios, que no ten\u00eda cuerpo ni figura no pod\u00eda de ning\u00fan modo ser representado con una imagen. Pero ahora que se ha hecho ver en la carne y que ha vivido con los hombres, puedo hacer una imagen de lo que he visto de Dios…con el rostro descubierto contemplamos la gloria del Se\u00f1or (S. Juan Damasceno, imag. 1,16).<\/p>

                                                  1160 La iconograf\u00eda cristiana transcribe mediante la imagen el mensaje evang\u00e9lico que la Sagrada Escritura transmite mediante la palabra. Imagen y Palabra se esclarecen mutuamente:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Para expresar brevemente nuestra profesi\u00f3n de fe, conservamos todas las tradiciones de la Iglesia, escritas o no escritas, que nos han sido transmitidas sin alteraci\u00f3n. Una de ellas es la representaci\u00f3n pict\u00f3rica de las im\u00e1genes, que est\u00e1 de acuerdo con la predicaci\u00f3n de la historia evang\u00e9lica, creyendo que, verdaderamente y no en apariencia, el Dios Verbo se hizo carne, lo cual es tan \u00fatil y provechoso, porque las cosas que se esclarecen mutuamente tienen sin duda una significaci\u00f3n rec\u00edproca (Cc. de Nicea II, a\u00f1o 787: COD 111).<\/p>

                                                  1161\u00a0 Todos los signos de la celebraci\u00f3n lit\u00fargica hacen referencia a Cristo: tambi\u00e9n las im\u00e1genes sagradas de la Sant\u00edsima Madre de Dios y de los santos. Significan, en efecto, a Cristo que es glorificado en ellos. Manifiestan \u00abla nube de testigos\u00bb (Hb 12,1) que contin\u00faan participando en la salvaci\u00f3n del mundo y a los que estamos unidos, sobre todo en la celebraci\u00f3n sacramental. A trav\u00e9s de sus iconos, es el hombre \u00aba imagen de Dios\u00bb, finalmente transfigurado \u00aba su semejanza\u00bb (cf Rm 8,29; 1 Jn 3,2), quien se revela a nuestra fe, e incluso los \u00e1ngeles, recapitulados tambi\u00e9n en Cristo:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Siguiendo la ense\u00f1anza divinamente inspirada de nuestros santos Padres y la tradici\u00f3n de la Iglesia cat\u00f3lica (pues reconocemos ser del Esp\u00edritu Santo que habita en ella), definimos con toda exactitud y cuidado que las venerables y santas im\u00e1genes, como tambi\u00e9n la imagen de la preciosa y vivificante cruz, tanto las pintadas como las de mosaico u otra materia conveniente, se expongan en las santas iglesias de Dios, en los vasos sagrados y ornamentos, en las paredes y en cuadros, en las casas y en los caminos: tanto las im\u00e1genes de nuestro Se\u00f1or Dios y Salvador Jesucristo, como las de nuestra Se\u00f1ora inmaculada la santa Madre de Dios, de los santos \u00e1ngeles y de todos los santos y justos (Cc. de Nicea II: DS 600).<\/p>

                                                  1162 \u00abLa belleza y el color de las im\u00e1genes estimulan mi oraci\u00f3n. Es una fiesta para mis ojos, del mismo modo que el espect\u00e1culo del campo estimula mi coraz\u00f3n para dar gloria a Dios\u00bb (S. Juan Damasceno, imag. 127). La contemplaci\u00f3n de las sagradas im\u00e1genes, unida a la meditaci\u00f3n de la Palabra de Dios y al canto de los himnos lit\u00fargicos, forma parte de la armon\u00eda de los signos de la celebraci\u00f3n para que el misterio celebrado se grabe en la memoria del coraz\u00f3n y se exprese luego en la vida nueva de los fieles.<\/p>

                                                  III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfCUANDO CELEBRAR?<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El tiempo lit\u00fargico<\/p>

                                                  1163 \u00abLa santa Madre Iglesia considera que es su deber celebrar la obra de salvaci\u00f3n de su divino Esposo con un sagrado recuerdo, en d\u00edas determinados a trav\u00e9s del a\u00f1o. Cada semana, en el d\u00eda que llam\u00f3 ‘del Se\u00f1or’, conmemora su resurrecci\u00f3n, que una vez al a\u00f1o celebra tambi\u00e9n, junto con su santa pasi\u00f3n, en la m\u00e1xima solemnidad de la Pascua. Adem\u00e1s, en el c\u00edrculo del a\u00f1o desarrolla todo el misterio de Cristo… Al conmemorar as\u00ed los misterios de la redenci\u00f3n, abre la riqueza de las virtudes y de los m\u00e9ritos de su Se\u00f1or, de modo que se los hace presentes en cierto modo, durante todo tiempo, a los fieles para que los alcancen y se llenen de la gracia de la salvaci\u00f3n\u00bb (SC 102)<\/p>

                                                  1164 El pueblo de Dios, desde la ley mosaica, tuvo fiestas fijas a partir de la Pascua, para conmemorar las acciones maravillosas del Dios Salvador, para darle gracias por ellas, perpetuar su recuerdo y ense\u00f1ar a las nuevas generaciones a conformar con ellas su conducta. En el tiempo de la Iglesia, situado entre la Pascua de Cristo, ya realizada una vez por todas, y su consumaci\u00f3n en el Reino de Dios, la liturgia celebrada en d\u00edas fijos est\u00e1 toda ella impregnada por la novedad del Misterio de Cristo.<\/p>

                                                  1165 Cuando la Iglesia celebra el Misterio de Cristo, hay una palabra que jalona su oraci\u00f3n: \u00a1Hoy!, como eco de la oraci\u00f3n que le ense\u00f1\u00f3 su Se\u00f1or (Mt 6,11) y de la llamada del Esp\u00edritu Santo (Hb 3,7-4,11; Sal 95,7). Este \u00abhoy\u00bb del Dios vivo al que el hombre est\u00e1 llamado a entrar, es la \u00abHora\u00bb de la Pascua de Jes\u00fas que es eje de toda la historia humana y la gu\u00eda:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La vida se ha extendido sobre todos los seres y todos est\u00e1n llenos de una amplia luz: el Oriente de los orientes invade el universo, y el que exist\u00eda \u00abantes del lucero de la ma\u00f1ana\u00bb y antes de todos los astros, inmortal e inmenso, el gran Cristo brilla sobre todos los seres m\u00e1s que el sol. Por eso, para nosotros que creemos en \u00e9l, se instaura un d\u00eda de luz, largo, eterno, que no se extingue: la Pascua m\u00edstica (S. Hip\u00f3lito, pasc. 1-2).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El d\u00eda del Se\u00f1or<\/p>

                                                  1166 \u00abLa Iglesia, desde la tradici\u00f3n apost\u00f3lica que tiene su origen en el mismo d\u00eda de la resurrecci\u00f3n de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho d\u00edas, en el d\u00eda que se llama con raz\u00f3n `d\u00eda del Se\u00f1or’ o domingo\u00bb (SC 106). El d\u00eda de la Resurrecci\u00f3n de Cristo es a la vez el \u00abprimer d\u00eda de la semana\u00bb, memorial del primer d\u00eda de la creaci\u00f3n, y el \u00aboctavo d\u00eda\u00bb en que Cristo, tras su \u00abreposo\u00bb del gran Sabbat, inaugura el D\u00eda \u00abque hace el Se\u00f1or\u00bb, el \u00abd\u00eda que no conoce ocaso\u00bb (Liturgia bizantina). El \u00abbanquete del Se\u00f1or\u00bb es su centro, porque es aqu\u00ed donde toda la comunidad de los fieles encuentra al Se\u00f1or resucitado que los invita a su banquete (cf Jn 21,12; Lc 24,30):<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El d\u00eda del Se\u00f1or, el d\u00eda de la Resurrecci\u00f3n, el d\u00eda de los cristianos, es nuestro d\u00eda. Por eso es llamado d\u00eda del Se\u00f1or: porque es en este d\u00eda cuando el Se\u00f1or subi\u00f3 victorioso junto al Padre. Si los paganos lo llaman d\u00eda del sol, tambi\u00e9n lo hacemos con gusto; porque hoy ha amanecido la luz del mundo, hoy ha aparecido el sol de justicia cuyos rayos traen la salvaci\u00f3n (S. Jer\u00f3nimo, pasch.).<\/p>

                                                  1167 El domingo es el d\u00eda por excelencia de la Asamblea lit\u00fargica, en que los fieles \u00abdeben reunirse para, escuchando loa palabra de Dios y participando en la Eucarist\u00eda, recordar la pasi\u00f3n, la resurrecci\u00f3n y la gloria del Se\u00f1or Jes\u00fas y dar gracias a Dios, que los ‘hizo renacer a la esperanza viva por la resurrecci\u00f3n de Jesucristo de entre los muertos'\u00bb (SC 106):<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando meditamos, oh Cristo, las maravillas que fueron realizadas en este d\u00eda del domingo de tu santa Resurrecci\u00f3n, decimos: Bendito es el d\u00eda del domingo, porque en \u00e9l tuvo comienzo la Creaci\u00f3n…la salvaci\u00f3n del mundo…la renovaci\u00f3n del g\u00e9nero humano…en \u00e9l el cielo y la tierra se regocijaron y el universo entero qued\u00f3 lleno de luz. Bendito es el d\u00eda del domingo, porque en \u00e9l fueron abiertas las puertas del para\u00edso para que Ad\u00e1n y todos los desterrados entraran en \u00e9l sin temor (Fanq\u00eeth, Oficio siriaco de Antioqu\u00eda, vol 6, 1\u00aa parte del verano, p.193b).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El a\u00f1o lit\u00fargico<\/p>

                                                  1168 A partir del \u00abTriduo Pascual\u00bb, como de su fuente de luz, el tiempo nuevo de la Resurrecci\u00f3n llena todo el a\u00f1o lit\u00fargico con su resplandor. De esta fuente, por todas partes, el a\u00f1o entero queda transfigurado por la Liturgia. Es realmente \u00aba\u00f1o de gracia del Se\u00f1or\u00bb (cf Lc 4,19). La Econom\u00eda de la salvaci\u00f3n act\u00faa en el marco del tiempo, pero desde su cumplimiento en la Pascua de Jes\u00fas y la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, el fin de la historia es anticipado, como pregustado, y el Reino de Dios irrumpe en el tiempo de la humanidad.<\/p>

                                                  1169 Por ello, la Pascua no es simplemente una fiesta entre otras: es la \u00abFiesta de las fiestas\u00bb, \u00abSolemnidad de las solemnidades\u00bb, como la Eucarist\u00eda es el Sacramento de los sacramentos (el gran sacramento). S. Atanasio la llama \u00abel gran domingo\u00bb (Ep. fest. 329), as\u00ed como la Semana santa es llamada en Oriente \u00abla gran semana\u00bb. El Misterio de la Resurrecci\u00f3n, en el cual Cristo ha aplastado a la muerte, penetra en nuestro viejo tiempo con su poderosa energ\u00eda, hasta que todo le est\u00e9 sometido.<\/p>

                                                  1170 En el Concilio de Nicea (a\u00f1o 325) todas las Iglesias se pusieron de acuerdo para que la Pascua cristiana fuese celebrada el domingo que sigue al plenilunio (14 del mes de Nis\u00e1n) despu\u00e9s del equinoccio de primavera.Por causa de los diversos m\u00e9todos utilizados para calcular el 14 del mes de Nis\u00e1n, en las Iglesias de Occidente y de Oriente no siempre coincide la fecha de la Pascua. Por eso, dichas Iglesias buscan hoy un acuerdo, para llegar de nuevo a celebrar en una fecha com\u00fan el d\u00eda de la Resurrecci\u00f3n del Se\u00f1or.<\/p>

                                                  1171\u00a0 El a\u00f1o lit\u00fargico es el desarrollo de los diversos aspectos del \u00fanico misterio pascual. Esto vale muy particularmente para el ciclo de las fiestas en torno al Misterio de la Encarnaci\u00f3n (Anunciaci\u00f3n, Navidad, Epifan\u00eda) que conmemoran el comienzo de nuestra salvaci\u00f3n y nos comunican las primicias del misterio de Pascua.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El santoral en el a\u00f1o lit\u00fargico<\/p>

                                                  1172\u00a0 \u00abEn la celebraci\u00f3n de este c\u00edrculo anual de los misterios de Cristo, la santa Iglesia venera con especial amor a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen Mar\u00eda, unida con un v\u00ednculo indisoluble a la obra salvadora de su Hijo; en ella mira y exalta el fruto excelente de la redenci\u00f3n y contempla con gozo, como en una imagen pur\u00edsima, aquello que ella misma, toda entera, desea y espera ser\u00bb (SC 103).<\/p>

                                                  1173\u00a0 Cuando la Iglesia, en el ciclo anual, hace memoria de los m\u00e1rtires y los dem\u00e1s santos \u00abproclama el misterio pascual cumplido en ellos, que padecieron con Cristo y han sido glorificados con El; propone a los fieles sus ejemplos, que atraen a todos por medio de Cristo al Padre, y por sus m\u00e9ritos implora los beneficios divinos\u00bb (SC 104; cf SC 108 y 111).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Liturgia de las Horas<\/p>

                                                  1174\u00a0 El Misterio de Cristo, su Encarnaci\u00f3n y su Pascua, que celebramos en la Eucarist\u00eda, especialmente en la Asamblea dominical, penetra y transfigura el tiempo de cada d\u00eda mediante la celebraci\u00f3n de la Liturgia de las Horas, \u00abel Oficio divino\u00bb (cf SC IV). Esta celebraci\u00f3n, en fidelidad a las recomendaciones apost\u00f3licas de \u00aborar sin cesar\u00bb (1 Ts 5,17; Ef 6,18), \u00abest\u00e1 estructurada de tal manera que la alabanza de Dios consagra el curso entero del d\u00eda y de la noche\u00bb (SC 84). Es \u00abla oraci\u00f3n p\u00fablica de la Iglesia\u00bb (SC 98) en la cual los fieles (cl\u00e9rigos, religiosos y laicos) ejercen el sacerdocio real de los bautizados. Celebrada \u00abseg\u00fan la forma aprobada\u00bb por la Iglesia, la Liturgia de las Horas \u00abrealmente es la voz de la misma Esposa la que habla al Esposo; m\u00e1s a\u00fan, es la oraci\u00f3n de Cristo, con su mismo Cuerpo, al Padre\u00bb (SC 84).<\/p>

                                                  1175\u00a0 La Liturgia de las Horas est\u00e1 llamada a ser la oraci\u00f3n de todo el Pueblo de Dios. En ella, Cristo mismo \u00absigue ejerciendo su funci\u00f3n sacerdotal a trav\u00e9s de su Iglesia\u00bb (SC 83); cada uno participa en ella seg\u00fan su lugar propio en la Iglesia y las circunstancias de su vida: los sacerdotes en cuanto entregados al ministerio pastoral, porque son llamados a permanecer asiduos en la oraci\u00f3n y el servicio de la Palabra (cf. SC 86 y 96; PO 5); los religiosos y religiosas por el carisma de su vida consagrada (cf SC 98); todos los fieles seg\u00fan sus posibilidades: \u00abLos pastores de almas debe procurar que las Horas principales, sobre todo las V\u00edsperas, los domingos y fiestas solemnes, se celebren en la en la Iglesia comunitariamente. Se recomienda que tambi\u00e9n los laicos recen el Oficio divino, bien con los sacerdotes o reunidos entre s\u00ed, e incluso solos\u00bb (SC 100).<\/p>

                                                  1176 Celebrar la Liturgia de las Horas exige no solamente armonizar la voz con el coraz\u00f3n que ora, sino tambi\u00e9n \u00abadquirir una instrucci\u00f3n lit\u00fargica y b\u00edblica m\u00e1s rica especialmente sobre los salmos\u00bb (SC 90).<\/p>

                                                  1177\u00a0 Los signos y las letan\u00edas de la Oraci\u00f3n de las Horas insertan la oraci\u00f3n de los salmos en el tiempo de la Iglesia, expresando el simbolismo del momento del d\u00eda, del tiempo lit\u00fargico o de la fiesta celebrada. Adem\u00e1s, la lectura de la Palabra de Dios en cada Hora (con los responsorios y los troparios que le siguen), y, a ciertas Horas, las lecturas de los Padres y maestros espirituales, revelan m\u00e1s profundamente el sentido del Misterio celebrado, ayudan a la inteligencia de los salmos y preparan para la oraci\u00f3n silenciosa. La lectio divina, en la que la Palabra de Dios es le\u00edda y meditada para convertirse en oraci\u00f3n, se enra\u00edza as\u00ed en la celebraci\u00f3n lit\u00fargica.<\/p>

                                                  1178 La Liturgia de las Horas, que es como una prolongaci\u00f3n de la celebraci\u00f3n eucar\u00edstica, no excluye sino acoge de manera complementaria las diversas devociones del Pueblo de Dios, particularmente la adoraci\u00f3n y el culto del Sant\u00edsimo Sacramento.<\/p>

                                                  IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfDONDE CELEBRAR?<\/p>

                                                  1179 El culto \u00aben esp\u00edritu y en verdad\u00bb (Jn 4,24) de la Nueva Alianza no est\u00e1 ligado a un lugar exclusivo. Toda la tierra es santa y ha sido confiada a los hijos de los hombres. Cuando los fieles se re\u00fanen en un mismo lugar, lo fundamental es que ellos son las \u00abpiedras vivas\u00bb, reunidas para \u00abla edificaci\u00f3n de un edificio espiritual\u00bb (1 P 2,4-5). El Cuerpo de Cristo resucitado es el templo espiritual de donde brota la fuente de agua viva. Incorporados a Cristo por el Esp\u00edritu Santo, \u00absomos el templo de Dios vivo\u00bb (2 Co 6,16).<\/p>

                                                  1180 Cuando el ejercicio de la libertad religiosa no es impedido (cf DH 4), los cristianos construyen edificios destinados al culto divino. Estas iglesias visibles no son simples lugares de reuni\u00f3n, sino que significan y manifiestan a la Iglesia que vive en ese lugar, morada de Dios con los hombres reconciliados y unidos en Cristo.<\/p>

                                                  1181\u00a0 \u00abEn la casa de oraci\u00f3n se celebra y se reserva la sagrada Eucarist\u00eda, se re\u00fanen los fieles y se venera para ayuda y consuelo los fieles la presencia del Hijo de Dios, nuestro Salvador, ofrecido por nosotros en el altar del sacrificio. Debe ser hermosa y apropiada para la oraci\u00f3n y para las celebraciones sagradas\u00bb (PO 5; cf SC 122-127). En esta \u00abcasa de Dios\u00bb, la verdad y la armon\u00eda de los signos que la constituyen deben manifestar a Cristo que est\u00e1 presente y act\u00faa en este lugar (cf SC 7):<\/p>

                                                  1182 El altar de la Nueva Alianza es la Cruz del Se\u00f1or (cf Hb 13,10), de la que manan los sacramentos del Misterio pascual. Sobre el altar, que es el centro de la Iglesia, se hace presente el sacrificio de la cruz bajo los signos sacramentales. El altar es tambi\u00e9n la mesa del Se\u00f1or, a la que el Pueblo de Dios es invitado (cf IGMR 259). En algunas liturgias orientales, el altar es tambi\u00e9n s\u00edmbolo del sepulcro (Cristo muri\u00f3 y resucit\u00f3 verdaderamente).<\/p>

                                                  1183 El tabern\u00e1culo debe estar situado \u00abdentro de las iglesias en un lugar de los m\u00e1s dignos con el mayor honor\u00bb (MF). La nobleza, la disposici\u00f3n y la seguridad del tabern\u00e1culo eucar\u00edstico (SC 128) deben favorecer la adoraci\u00f3n del Se\u00f1or realmente presente en el Sant\u00edsimo Sacramento del altar.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Santo Crisma (Myron), cuya unci\u00f3n es signo sacramental del sello del don del Esp\u00edritu Santo, es tradicionalmente conservado y venerado en un lugar seguro del santuario. Se puede colocar junto a \u00e9l el \u00f3leo de los catec\u00famenos y el de los enfermos.<\/p>

                                                  1184 La sede<\/em> del obispo (c\u00e1tedra) o del sacerdote \u00abdebe significar su oficio de presidente de la asamblea y director de la oraci\u00f3n\u00bb (IGMR 271).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El amb\u00f3n: \u00abLa dignidad de la Palabra de Dios exige que en la iglesia haya un sitio reservado para su anuncio, hacia el que, durante la liturgia de la Palabra, se vuelva espont\u00e1neamente la atenci\u00f3n de los fieles\u00bb (IGMR 272).<\/p>

                                                  1185 La reuni\u00f3n del pueblo de Dios comienza por el Bautismo; por tanto, el templo debe tener lugar apropiado para la celebraci\u00f3n del Bautismo y favorecer el recuerdo de las promesas del bautismo (agua bendita).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La renovaci\u00f3n de la vida bautismal exige la penitencia. Por tanto el templo debe estar preparado para que se pueda expresar el arrepentimiento y la recepci\u00f3n del perd\u00f3n, lo cual exige asimismo un lugar apropiado.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El templo tambi\u00e9n debe ser un espacio que invite al recogimiento y a la oraci\u00f3n silenciosa, que prolonga e interioriza la gran plegaria de la Eucarist\u00eda.<\/p>

                                                  1186 Finalmente, el templo tiene una significaci\u00f3n escatol\u00f3gica. Para entrar en la casa de Dios ordinariamente se franquea un umbral, s\u00edmbolo del paso desde el mundo herido por el pecado al mundo de la vida nueva al que todos los hombres son llamados. La Iglesia visible simboliza la casa paterna hacia la cual el pueblo de Dios est\u00e1 en marcha y donde el Padre \u00abenjugar\u00e1 toda l\u00e1grima de sus ojos\u00bb (Ap 21,4). Por eso tambi\u00e9n la Iglesia es la casa de todos los hijos de Dios, ampliamente abierta y acogedora.<\/p>

                                                  RESUMEN<\/p>

                                                  1187 La Liturgia es la obra de Cristo total, Cabeza y Cuerpo. Nuestro Sumo Sacerdote la celebra sin cesar en la Liturgia celestial, con la santa Madre de Dios, los Ap\u00f3stoles, todos los santos y la muchedumbre de seres humanos que han entrado ya en el Reino.<\/p>

                                                  1188 En una celebraci\u00f3n lit\u00fargica, toda la asamblea es \u00abliturgo\u00bb, cada cual seg\u00fan su funci\u00f3n. El sacerdocio bautismal es el sacerdocio de todo el Cuerpo de Cristo. Pero algunos fieles son ordenados por el sacramento del Orden sacerdotal para representar a Cristo como Cabeza del Cuerpo.<\/p>

                                                  1189 La celebraci\u00f3n lit\u00fargica comprende signos y s\u00edmbolos que se refieren a la creaci\u00f3n (luz, agua, fuego), a la vida humana (lavar, ungir, partir el pan) y a la historia de la salvaci\u00f3n (los ritos de la Pascua). Insertos en el mundo de la fe y asumidos por la fuerza del Esp\u00edritu Santo, estos elementos c\u00f3smicos, estos ritos humanos, estos gestos del recuerdo de Dios se hacen portadores de la acci\u00f3n salv\u00edfica y santificadora de Cristo.<\/p>

                                                  1190 La Liturgia de la Palabra es una parte integrante de la celebraci\u00f3n. El sentido de la celebraci\u00f3n es expresado por la Palabra de Dios que es anunciada y por el compromiso de la fe que responde a ella.<\/p>

                                                  1191\u00a0 El canto y la m\u00fasica est\u00e1n en estrecha conexi\u00f3n con la acci\u00f3n lit\u00fargica. Criterios para un uso adecuado de ellos son: la belleza expresiva de la oraci\u00f3n, la participaci\u00f3n un\u00e1nime de la asamblea, y el car\u00e1cter sagrado de la celebraci\u00f3n.<\/p>

                                                  1192 Las im\u00e1genes sagradas, presentes en nuestras iglesias y en nuestras casas, est\u00e1n destinadas a despertar y alimentar nuestra fe en el misterio de Cristo. A trav\u00e9s del icono de Cristo y de sus obras de salvaci\u00f3n, es a \u00e9l a quien adoramos. A trav\u00e9s de las sagradas im\u00e1genes de la Sant\u00edsima Madre de Dios, de los \u00e1ngeles y de los santos, veneramos a quienes en ellas son representados.<\/p>

                                                  1193 El domingo, \u00abd\u00eda del Se\u00f1or\u00bb, es el d\u00eda principal de la celebraci\u00f3n de la Eucarist\u00eda porque es el d\u00eda de la Resurrecci\u00f3n. Es el d\u00eda de la Asamblea lit\u00fargica por excelencia, el d\u00eda de la familia cristiana, el d\u00eda del gozo y de descanso del trabajo. El es \u00abfundamento y n\u00facleo de todo el a\u00f1o lit\u00fargico\u00bb (SC 106).<\/p>

                                                  1194 La Iglesia, \u00aben el c\u00edrculo del a\u00f1o desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnaci\u00f3n y la Navidad hasta la Ascensi\u00f3n, Pentecost\u00e9s y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del Se\u00f1or\u00bb (SC 102).<\/p>

                                                  1195 Haciendo memoria de los santos, en primer lugar de la santa Madre de Dios, luego de los Ap\u00f3stoles, los m\u00e1rtires y los otros santos, en d\u00edas fijos del a\u00f1o lit\u00fargico, la Iglesia de la tierra manifiesta que est\u00e1 unida a la liturgia del cielo; glorifica a Cristo por haber realizado su salvaci\u00f3n en sus miembros glorificados; su ejemplo la estimula en el camino hacia el Padre.<\/p>

                                                  1196 Los fieles que celebran la Liturgia de las Horas se unen a Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, por la oraci\u00f3n de los salmos, la meditaci\u00f3n de la Palabra de Dios, de los c\u00e1nticos y de las bendiciones, a fin de ser asociados a su oraci\u00f3n incesante y universal que da gloria al Padre e implora el don del Esp\u00edritu Santo sobre el mundo entero.<\/p>

                                                  1197 Cristo es el verdadero Templo de Dios, \u00abel lugar donde reside su gloria\u00bb; por la gracia de Dios los cristianos son tambi\u00e9n templos del Esp\u00edritu Santo, piedras vivas con las que se construye la Iglesia.<\/p>

                                                  1198 En su condici\u00f3n terrena, la Iglesia tiene necesidad de lugares donde la comunidad pueda reunirse: nuestras iglesias visibles, lugares santos, im\u00e1genes de la Ciudad santa, la Jerusal\u00e9n celestial hacia la cual caminamos como peregrinos.<\/p>

                                                  1199 En estos templos, la Iglesia celebra el culto p\u00fablico para gloria de la Sant\u00edsima Trinidad; en ellos escucha la Palabra de Dios y canta sus alabanzas, eleva su oraci\u00f3n y ofrece el Sacrificio de Cristo, sacramentalmente presente en medio de la asamblea. Estas iglesias son tambi\u00e9n lugares de recogimiento y de oraci\u00f3n personal.<\/p>

                                                  Art\u00edculo 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DIVERSIDAD LITURGICA Y UNIDAD DEL MISTERIO<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Tradiciones lit\u00fargicas y catolicidad de la Iglesia<\/p>

                                                  1200 Desde la primera comunidad de Jerusal\u00e9n hasta la Parus\u00eda, las Iglesias de Dios, fieles a la fe apost\u00f3lica, celebran en todo lugar el mismo Misterio pascual. El Misterio celebrado en la liturgia es uno, pero las formas de su celebraci\u00f3n son diversas.<\/p>

                                                  1201 La riqueza insondable del Misterio de Cristo es tal que ninguna tradici\u00f3n lit\u00fargica puede agotar su expresi\u00f3n. La historia del nacimiento y del desarrollo de estos ritos testimonia una maravillosa complementariedad. Cuando las iglesias han vivido estas tradiciones lit\u00fargicas en comuni\u00f3n en la fe y en los sacramentos de la fe, se han enriquecido mutuamente y crecen en la fidelidad a la tradici\u00f3n y a la misi\u00f3n com\u00fan a toda la Iglesia (cf EN 63-64).<\/p>

                                                  1202 Las diversas tradiciones lit\u00fargicas nacieron por raz\u00f3n misma de la misi\u00f3n de la Iglesia. Las Iglesias de una misma \u00e1rea geogr\u00e1fica y cultural llegaron a celebrar el Misterio de Cristo a trav\u00e9s de expresiones particulares, culturalmente tipificadas: en la tradici\u00f3n del \u00abdep\u00f3sito de la fe\u00bb (2 Tm 1,14), en el simbolismo lit\u00fargico, en la organizaci\u00f3n de la comuni\u00f3n fraterna, en la inteligencia teol\u00f3gica de los misterios, y en tipos de santidad. As\u00ed, Cristo, Luz y Salvaci\u00f3n de todos los pueblos, mediante la vida lit\u00fargica de una Iglesia, se manifiesta al pueblo y a la cultura a los cuales es enviada y en los que se enra\u00edza. La Iglesia es cat\u00f3lica: puede integrar en su unidad, purific\u00e1ndolas, todas las verdaderas riquezas de las culturas (cf LG 23; UR 4).<\/p>

                                                  1203 Las tradiciones lit\u00fargicas, o ritos, actualmente en uso en la Iglesia son el rito latino (principalmente el rito romano, pero tambi\u00e9n los ritos de algunas iglesias locales como el rito ambrosiano, el rito hisp\u00e1nico-visig\u00f3tico o los de diversas \u00f3rdenes religiosas) y los ritos bizantino, alejandrino o copto, siriaco, armenio, maronita y caldeo. \u00abEl sacrosanto Concilio, fiel a la Tradici\u00f3n, declara que la santa Madre Iglesia concede igual derecho y honor a todos los ritos leg\u00edtimamente reconocidos y quiere que en el futuro se conserven y fomenten por todos los medios\u00bb (SC 4).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Liturgia y culturas<\/p>

                                                  1204 Por tanto, la celebraci\u00f3n de la liturgia debe corresponder al genio y a la cultura de los diferentes pueblos (cf SC 37-40). Para que el Misterio de Cristo sea \u00abdado a conocer a todos los gentiles para obediencia de la fe\u00bb (Rm 16,26), debe ser anunciado, celebrado y vivido en todas las culturas, de modo que estas no son abolidas sino rescatadas y realizadas por \u00e9l (cf CT 53). La multitud de los hijos de Dios, mediante su cultura humana propia, asumida y transfigurada por Cristo, tiene acceso al Padre, para glorificarlo en un solo Esp\u00edritu.<\/p>

                                                  1205 \u00abEn la liturgia, sobre todo en la de los sacramentos, existe una parte inmutable\u00a0 \u2013por ser de instituci\u00f3n divina\u2013 de la que la Iglesia es guardiana, y partes susceptibles de cambio, que ella tiene el poder, y a veces incluso el deber, de adaptar a las culturas de los pueblos recientemente evangelizados (cf SC 21)\u00bb (Juan Pablo II, Lit. Ap. \u00abVicesimusquintus Annus\u00bb 16).<\/p>

                                                  1206 \u00abLa diversidad lit\u00fargica puede ser fuente de enriquecimiento, puede tambi\u00e9n provocar tensiones, incomprensiones rec\u00edprocas e incluso cismas. En este campo es preciso que la diversidad no perjudique a la unidad. S\u00f3lo puede expresarse en la fidelidad a la fe com\u00fan, a los signos sacramentales que la Iglesia ha recibido de Cristo, y a la comuni\u00f3n jer\u00e1rquica. La adaptaci\u00f3n a las culturas exige una conversi\u00f3n del coraz\u00f3n, y, si es preciso, rupturas con h\u00e1bitos ancestrales incompatibles con la fe cat\u00f3lica\u00bb (ibid.).<\/p>

                                                  RESUMEN<\/p>

                                                  1207 Conviene que la celebraci\u00f3n de la liturgia tienda a expresarse en la cultura del pueblo en que se encuentra la Iglesia, sin someterse a ella. Por otra aparte, la liturgia misma es generadora y formadora de culturas.<\/p>

                                                  1208 Las diversas tradiciones lit\u00fargicas, o ritos, leg\u00edtimamente reconocidas, por significar y comunicar el mismo Misterio de Cristo, manifiestan la catolicidad de la Iglesia.<\/p>

                                                  1209 El criterio que asegura la unidad en la pluriformidad de las tradiciones lit\u00fargicas es la fidelidad a la Tradici\u00f3n apost\u00f3lica, es decir: la comuni\u00f3n en la fe y los sacramentos recibidos de los Ap\u00f3stoles, comuni\u00f3n que est\u00e1 significada y garantizada por la sucesi\u00f3n apost\u00f3lica.<\/p>

                                                  SEGUNDA SECCION: LOS SIETE SACRAMENTOS DE LA IGLESIA<\/p>

                                                  1210 Los sacramentos de la Nueva Ley fueron instituidos por Cristo y son siete, a saber, Bautismo, Confirmaci\u00f3n, Eucarist\u00eda, Penitencia, Unci\u00f3n de los enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio. Los siete sacramentos corresponden a todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida del cristiano: dan nacimiento y crecimiento, curaci\u00f3n y misi\u00f3n a la vida de fe de los cristianos. Hay aqu\u00ed una cierta semejanza entre las etapas de la vida natural y las etapas de la vida espiritual (cf S. Tom\u00e1s de A.,s.th. 3, 65,1).<\/p>

                                                  1211\u00a0 Siguiendo esta analog\u00eda se explicar\u00e1n en primer lugar los tres sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana (cap\u00edtulo primero), luego los sacramentos de la curaci\u00f3n (cap\u00edtulo segundo), finalmente, los sacramentos que est\u00e1n al servicio de la comuni\u00f3n y misi\u00f3n de los fieles (cap\u00edtulo tercero). Ciertamente este orden no es el \u00fanico posible, pero permite ver que los sacramentos forman un organismo en el cual cada sacramento particular tiene su lugar vital. En este organismo, la Eucarist\u00eda ocupa un lugar \u00fanico, en cuanto \u00absacramento de los sacramentos\u00bb: \u00abtodos los otros sacramentos est\u00e1n ordenados a \u00e9ste como a su fin\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., s.th. 3, 65,3).<\/p>

                                                  CAPITULO PRIMERO: LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACION CRISTIANA<\/p>

                                                  1212\u00a0 Mediante los sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana, el Bautismo, la Confirmaci\u00f3n y la Eucarist\u00eda, se ponen los fundamentos\u00a0 de toda vida cristiana. \u00abLa participaci\u00f3n en la naturaleza divina que los hombres reciben como don mediante la gracia de Cristo, tiene cierta analog\u00eda con el origen, el crecimiento y el sustento de la vida natural. En efecto, los fieles renacidos en el Bautismo se fortalecen con el sacramento de la Confirmaci\u00f3n y finalmente, son alimentados en la Eucarist\u00eda con el manjar de la vida eterna, y, as\u00ed por medio de estos sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana, reciben cada vez con m\u00e1s abundancia los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfecci\u00f3n de la caridad\u00bb (Pablo VI, Const. apost. \u00abDivinae consortium naturae\u00bb; cf OICA, praen. 1-2).<\/p>

                                                  Art\u00edculo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO<\/p>

                                                  1213\u00a0 El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el p\u00f3rtico de la vida en el esp\u00edritu (\u00abvitae spiritualis ianua\u00bb) y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos part\u00edcipes de su misi\u00f3n (cf Cc. de Florencia: DS 1314; CIC, can 204,1; 849; CCEO 675,1): \u00abBaptismus est sacramentum regenerationis per aquam in verbo\u00bb (\u00abEl bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento por el agua y la palabra\u00bb, Cath. R. 2,2,5).<\/p>

                                                  I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL NOMBRE DE ESTE SACRAMENTO<\/p>

                                                  1214\u00a0 Este sacramento recibe el nombre de Bautismo en raz\u00f3n del car\u00e1cter del rito central mediante el que se celebra: bautizar (baptizein en griego) significa \u00absumergir\u00bb, \u00abintroducir dentro del agua\u00bb; la \u00abinmersi\u00f3n\u00bb en el agua simboliza el acto de sepultar al catec\u00fameno en la muerte de Cristo de donde sale por la resurrecci\u00f3n con El (cf Rm 6,3-4; Col 2,12) como \u00abnueva criatura\u00bb (2 Co 5,17; Ga 6,15).<\/p>

                                                  1215\u00a0 Este sacramento es llamado tambi\u00e9n \u201cba\u00f1o de regeneraci\u00f3n y de renovaci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo\u201d (Tt 3,5), porque significa y realiza ese nacimiento del agua y del Esp\u00edritu sin el cual \u00abnadie puede entrar en el Reino de Dios\u00bb (Jn 3,5).<\/p>

                                                  1216 \u00abEste ba\u00f1o es llamado iluminaci\u00f3n porque quienes reciben esta ense\u00f1anza (catequ\u00e9tica) su esp\u00edritu es iluminado…\u00bb (S. Justino, Apol. 1,61,12). Habiendo recibido en el Bautismo al Verbo, \u00abla luz verdadera que ilumina a todo hombre\u00bb (Jn 1,9), el bautizado, \u00abtras haber sido iluminado\u00bb (Hb 10,32), se convierte en \u00abhijo de la luz\u00bb (1 Ts 5,5), y en \u00abluz\u00bb \u00e9l mismo (Ef 5,8):<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Bautismo es el m\u00e1s bello y magn\u00edfico de los dones de Dios…lo llamamos don, gracia, unci\u00f3n, iluminaci\u00f3n, vestidura de incorruptibilidad, ba\u00f1o de regeneraci\u00f3n, sello y todo lo m\u00e1s precioso que hay. Don, porque es conferido a los que no aportan nada; gracia, porque, es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado en el agua; unci\u00f3n, porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos); iluminaci\u00f3n, porque es luz resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra verg\u00fcenza; ba\u00f1o, porque lava; sello, porque nos guarda y es el signo de la soberan\u00eda de Dios (S. Gregorio Nacianceno, Or. 40,3-4).<\/p>

                                                  II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL BAUTISMO EN LA ECONOMIA DE LA SALVACION<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las prefiguraciones del Bautismo en la Antigua Alianza<\/p>

                                                  1217\u00a0 En la Liturgia de la Noche Pascual, cuando se bendice el agua bautismal, la Iglesia hace solemnemente memoria de los grandes acontecimientos de la historia de la salvaci\u00f3n que prefiguraban ya el misterio del Bautismo:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a1Oh Dios!, que realizas en tus sacramentos obras admirables con tu poder invisible, y de diversos modos te has servido de tu criatura el agua para significar la gracia del bautismo (MR, Vigilia Pascual, bendici\u00f3n del agua bautismal, 42)<\/p>

                                                  1218 Desde el origen del mundo, el agua, criatura humilde y admirable, es la fuente de la vida y de la fecundidad. La Sagrada Escritura dice que el Esp\u00edritu de Dios \u00abse cern\u00eda\u00bb sobre ella (cf. Gn 1,2):<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a1Oh Dios!, cuyo esp\u00edritu, en los or\u00edgenes del mundo, se cern\u00eda sobre las aguas, para que ya desde entonces concibieran el poder de santificar (MR, ibid.).<\/p>

                                                  1219 La Iglesia ha visto en el Arca de No\u00e9 una prefiguraci\u00f3n de la salvaci\u00f3n por el bautismo. En efecto, por medio de ella \u00abunos pocos, es decir, ocho personas, fueron salvados a trav\u00e9s del agua\u00bb (1 P 3,20):<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a1Oh Dios!, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nacimiento de la nueva humanidad, de modo que una misma agua pusiera fin al pecado y diera origen a la santidad (MR, ibid.).<\/p>

                                                  1220 Si el agua de manantial simboliza la vida, el agua del mar es un s\u00edmbolo de la muerte. Por lo cual, pudo ser s\u00edmbolo del misterio de la Cruz. Por este simbolismo el bautismo significa la comuni\u00f3n con la muerte de Cristo.<\/p>

                                                  1221\u00a0 Sobre todo el paso del Mar Rojo, verdadera liberaci\u00f3n de Israel de la esclavitud de Egipto, es el que anuncia la liberaci\u00f3n obrada por el bautismo:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a1Oh Dios!, que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo s los hijos de Abraham, para que el pueblo liberado de la esclavitud del fara\u00f3n fuera imagen de la familia de los bautizados (MR, ibid.).<\/p>

                                                  1222 Finalmente, el Bautismo es prefigurado en el paso del Jord\u00e1n, por el que el pueblo de Dios recibe el don de la tierra prometida a la descendencia de Abraham, imagen de la vida eterna. La promesa de esta herencia bienaventurada se cumple en la nueva Alianza.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Bautismo de Cristo<\/p>

                                                  1223 Todas las prefiguraciones de la Antigua Alianza culminan en Cristo Jes\u00fas. Comienza su vida p\u00fablica despu\u00e9s de hacerse bautizar por S. Juan el Bautista en el Jord\u00e1n (cf. Mt 3,13 ), y, despu\u00e9s de su Resurrecci\u00f3n, confiere esta misi\u00f3n a sus Ap\u00f3stoles: \u00abId, pues, y haced disc\u00edpulos a todas las gentes bautiz\u00e1ndolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo, y ense\u00f1\u00e1ndoles a guardar todo lo que yo os he mandado\u00bb (Mt 28,19-20; cf Mc 16,15-16).<\/p>

                                                  1224 Nuestro Se\u00f1or se someti\u00f3 voluntariamente al Bautismo de S. Juan, destinado a los pecadores, para \u00abcumplir toda justicia\u00bb (Mt 3,15). Este gesto de Jes\u00fas es una manifestaci\u00f3n de su \u00abanonadamiento\u00bb (Flp 2,7). El Esp\u00edritu que se cern\u00eda sobre las aguas de la primera creaci\u00f3n desciende entonces sobre Cristo, como preludio de la nueva creaci\u00f3n, y el Padre manifiesta a Jes\u00fas como su \u00abHijo amado\u00bb (Mt 3,16-17).<\/p>

                                                  1225 En su Pascua, Cristo abri\u00f3 a todos los hombres las fuentes del Bautismo. En efecto, hab\u00eda hablado ya de su pasi\u00f3n que iba a sufrir en Jerusal\u00e9n como de un \u00abBautismo\u00bb con que deb\u00eda ser bautizado (Mc 10,38; cf Lc 12,50). La sangre y el agua que brotaron del costado traspasado de Jes\u00fas crucificado (cf. Jn 19,34) son figuras del Bautismo y de la Eucarist\u00eda, sacramentos de la vida nueva (cf 1 Jn 5,6-8): desde entonces, es posible \u00abnacer del agua y del Esp\u00edritu\u00bb para entrar en el Reino de Dios (Jn 3,5).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Considera donde eres bautizado, de donde viene el Bautismo: de la cruz de Cristo, de la muerte de Cristo. Ah\u00ed est\u00e1 todo el misterio: El padeci\u00f3 por ti. En \u00e9l eres rescatado, en \u00e9l eres salvado. (S. Ambrosio, sacr. 2,6).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El bautismo en la Iglesia<\/p>

                                                  1226 Desde el d\u00eda de Pentecost\u00e9s la Iglesia ha celebrado y administrado el santo Bautismo. En efecto, S. Pedro declara a la multitud conmovida por su predicaci\u00f3n: \u00abConvert\u00edos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisi\u00f3n de vuestros pecados; y recibir\u00e9is el don del Esp\u00edritu Santo\u00bb (Hch 2,38). Los Ap\u00f3stoles y sus colaboradores ofrecen el bautismo a quien crea en Jes\u00fas: jud\u00edos, hombres temerosos de Dios, paganos (Hch 2,41; 8,12-13; 10,48; 16,15). El Bautismo aparece siempre ligado a la fe: \u00abTen fe en el Se\u00f1or Jes\u00fas y te salvar\u00e1s t\u00fa y tu casa\u00bb, declara S. Pablo a su carcelero en Filipos. El relato contin\u00faa: \u00abel carcelero inmediatamente recibi\u00f3 el bautismo, \u00e9l y todos los suyos\u00bb (Hch 16,31-33).<\/p>

                                                  1227 Seg\u00fan el ap\u00f3stol S. Pablo, por el Bautismo el creyente participa en la muerte de Cristo; es sepultado y resucita con \u00e9l:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfO es que ignor\u00e1is que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jes\u00fas, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con \u00e9l sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, as\u00ed tambi\u00e9n nosotros vivamos una vida nueva (Rm 6,3-4; cf Col 2,12).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los bautizados se han \u00abrevestido de Cristo\u00bb (Ga 3,27). Por el Esp\u00edritu Santo, el Bautismo es un ba\u00f1o que purifica, santifica y justifica (cf 1 Co 6,11; 12,13).<\/p>

                                                  1228 El Bautismo es, pues, un ba\u00f1o de agua en el que la \u00absemilla incorruptible\u00bb de la Palabra de Dios produce su efecto vivificador (cf. 1 P 1,23; Ef 5,26). S. Agust\u00edn dir\u00e1 del Bautismo: \u00abAccedit verbum ad elementum, et fit sacramentum\u00bb (\u00abSe une la palabra a la materia, y se hace el sacramento\u00bb, ev. Io. 80,3).<\/p>

                                                  III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CELEBRACION DEL SACRAMENTO DEL BAUTISMO<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La iniciaci\u00f3n cristiana<\/p>

                                                  1229 Desde los tiempos apost\u00f3licos, para llegar a ser cristiano se sigue un camino y una iniciaci\u00f3n que consta de varias etapas. Este camino puede ser recorrido r\u00e1pida o lentamente. Y comprende siempre algunos elementos esenciales: el anuncio de la Palabra, la acogida del Evangelio que lleva a la conversi\u00f3n, la profesi\u00f3n de fe, el Bautismo, la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, el acceso a la comuni\u00f3n eucar\u00edstica.<\/p>

                                                  1230 Esta iniciaci\u00f3n ha variado mucho a lo largo de los siglos y seg\u00fan las circunstancias. En los primeros siglos de la Iglesia, la iniciaci\u00f3n cristiana conoci\u00f3 un gran desarrollo, con un largo periodo de catecumenado, y una serie de ritos preparatorios que jalonaban lit\u00fargicamente el camino de la preparaci\u00f3n catecumenal y que desembocaban en la celebraci\u00f3n de los sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana.<\/p>

                                                  1231\u00a0 Desde que el bautismo de los ni\u00f1os vino a ser la forma habitual de celebraci\u00f3n de este sacramento, \u00e9sta se ha convertido en un acto \u00fanico que integra de manera muy abreviada las etapas previas a la iniciaci\u00f3n cristiana. Por su naturaleza misma, el Bautismo de ni\u00f1os exige un catecumenado postbautismal. No se trata s\u00f3lo de la necesidad de una instrucci\u00f3n posterior al Bautismo, sino del desarrollo necesario de la gracia bautismal en el crecimiento de la persona. Es el momento propio de la catequesis.<\/p>

                                                  1232 El Concilio Vaticano II ha restaurado para la Iglesia latina, \u00abel catecumenado de adultos, dividido en diversos grados\u00bb (SC 64). Sus ritos se encuentran en el Ordo initiationis christianae adultorum (1972). Por otra parte, el Concilio ha permitido que \u00aben tierras de misi\u00f3n, adem\u00e1s de los elementos de iniciaci\u00f3n contenidos en la tradici\u00f3n cristiana, pueden admitirse tambi\u00e9n aquellos que se encuentran en uso en cada pueblo siempre que puedan acomodarse al rito cristiano\u00bb (SC 65; cf. SC 37-40).<\/p>

                                                  1233 Hoy, pues, en todos los ritos latinos y orientales la iniciaci\u00f3n cristiana de adultos comienza con su entrada en el catecumenado, para alcanzar su punto culminante en una sola celebraci\u00f3n de los tres sacramentos del Bautismo, de la Confirmaci\u00f3n y de la Eucarist\u00eda (cf. AG 14; CIC can.851.865.866). En los ritos orientales la iniciaci\u00f3n cristiana de los ni\u00f1os comienza con el Bautismo, seguido inmediatamente por la Confirmaci\u00f3n y la Eucarist\u00eda, mientras que en el rito romano se contin\u00faa durante unos a\u00f1os de catequesis, para acabar m\u00e1s tarde con la Confirmaci\u00f3n y la Eucarist\u00eda, cima de su iniciaci\u00f3n cristiana (cf. CIC can.851, 2\u00ba; 868).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La mistagogia de la celebraci\u00f3n<\/p>

                                                  1234 El sentido y la gracia del sacramento del Bautismo aparece claramente en los ritos de su celebraci\u00f3n. Cuando se participa atentamente en los gestos y las palabras de esta celebraci\u00f3n, los fieles se inician en las riquezas que este sacramento significa y realiza en cada nuevo bautizado.<\/p>

                                                  1235 La se\u00f1al de la cruz, al comienzo de la celebraci\u00f3n, se\u00f1ala la impronta de Cristo sobre el que le va a pertenecer y significa la gracia de la redenci\u00f3n que Cristo nos ha adquirido por su cruz.<\/p>

                                                  1236 El anuncio de la Palabra de Dios ilumina con la verdad revelada a los candidatos y a la asamblea y suscita la respuesta de la fe, inseparable del Bautismo. En efecto, el Bautismo es de un modo particular \u00abel sacramento de la fe\u00bb por ser la entrada sacramental en la vida de fe.<\/p>

                                                  1237 Puesto que el Bautismo significa la liberaci\u00f3n del pecado y de su instigador, el diablo, se pronuncian uno o varios exorcismos sobre el candidato. Este es ungido con el \u00f3leo de los catec\u00famenos o bien el celebrante le impone la mano y el candidato renuncia expl\u00edcitamente a Satan\u00e1s. As\u00ed preparado, puede confesar la fe de la Iglesia, a la cual ser\u00e1 \u00abconfiado\u00bb por el Bautismo (cf Rm 6,17).<\/p>

                                                  1238 El agua bautismal es entonces consagrada mediante una oraci\u00f3n de ep\u00edclesis (en el momento mismo o en la noche pascual). La Iglesia pide a Dios que, por medio de su Hijo, el poder del Esp\u00edritu Santo descienda sobre esta agua, a fin de que los que sean bautizados con ella \u00abnazcan del agua y del Esp\u00edritu\u00bb (Jn 3,5).<\/p>

                                                  1239 Sigue entonces el rito esencial del sacramento: el Bautismo propiamente dicho, que significa y realiza la muerte al pecado y la entrada en la vida de la Sant\u00edsima Trinidad a trav\u00e9s de la configuraci\u00f3n con el Misterio pascual de Cristo. El Bautismo es realizado de la manera m\u00e1s significativa mediante la triple inmersi\u00f3n en el agua bautismal. Pero desde la antig\u00fcedad puede ser tambi\u00e9n conferido derramando tres veces agua sobre la cabeza del candidato.<\/p>

                                                  1240 En la Iglesia latina, esta triple infusi\u00f3n va acompa\u00f1ada de las palabras del ministro: \u00abN, Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo\u00bb. En las liturgias orientales, estando el catec\u00fameno vuelto hacia el Oriente, el sacerdote dice: \u00abEl siervo de Dios, N., es bautizado en el nombre del Padre, y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo\u00bb. Y mientras invoca a cada persona de la Sant\u00edsima Trinidad, lo sumerge en el agua y lo saca de ella.<\/p>

                                                  1241\u00a0 La unci\u00f3n con el santo crisma, \u00f3leo perfumado y consagrado por el obispo, significa el don del Esp\u00edritu Santo al nuevo bautizado. Ha llegado a ser un cristiano, es decir, \u00abungido\u00bb por el Esp\u00edritu Santo, incorporado a Cristo, que es ungido sacerdote, profeta y rey (cf OBP n\u00ba 62).<\/p>

                                                  1242 En la liturgia de las Iglesias de Oriente, la unci\u00f3n postbautismal es el sacramento de la Crismaci\u00f3n (Confirmaci\u00f3n). En la liturgia romana, dicha unci\u00f3n anuncia una segunda unci\u00f3n del santo crisma que dar\u00e1 el obispo: el sacramento de la Confirmaci\u00f3n que, por as\u00ed decirlo, \u00abconfirma\u00bb y da plenitud a la unci\u00f3n bautismal.<\/p>

                                                  1243 La\u00a0 vestidura blanca simboliza que el bautizado se ha \u00abrevestido de Cristo\u00bb (Ga 3,27): ha resucitado con Cristo. El cirio que se enciende en el cirio pascual, significa que Cristo ha iluminado al ne\u00f3fito. En Cristo, los bautizados son \u00abla luz del mundo\u00bb (Mt 5,14; cf Flp 2,15).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El nuevo bautizado es ahora hijo de Dios en el Hijo Unico. Puede ya decir la oraci\u00f3n de los hijos de Dios: el Padre Nuestro.<\/p>

                                                  1244 La primera comuni\u00f3n eucar\u00edstica. Hecho hijo de Dios, revestido de la t\u00fanica nupcial, el ne\u00f3fito es admitido \u00abal fest\u00edn de las bodas del Cordero\u00bb y recibe el alimento de la vida nueva, el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Las Iglesias orientales conservan una conciencia viva de la unidad de la iniciaci\u00f3n cristiana por lo que dan la sagrada comuni\u00f3n a todos los nuevos bautizados y confirmados, incluso a los ni\u00f1os peque\u00f1os, recordando las palabras del Se\u00f1or: \u00abDejad que los ni\u00f1os vengan a m\u00ed, no se lo impid\u00e1is\u00bb (Mc 10,14). La Iglesia latina, que reserva el acceso a la Sagrada Comuni\u00f3n a los que han alcanzado el uso de raz\u00f3n, expresa c\u00f3mo el Bautismo introduce a la Eucarist\u00eda acercando al altar al ni\u00f1o reci\u00e9n bautizado para la oraci\u00f3n del Padre Nuestro.<\/p>

                                                  1245 La bendici\u00f3n solemne cierra la celebraci\u00f3n del Bautismo. En el Bautismo de reci\u00e9n nacidos, la bendici\u00f3n de la madre ocupa un lugar especial.<\/p>

                                                  IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 QUIEN PUEDE RECIBIR EL BAUTISMO<\/p>

                                                  1246 \u00abEs capaz de recibir el bautismo todo ser humano, a\u00fan no bautizado, y solo \u00e9l\u00bb (CIC, can. 864: CCEO, can. 679).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Bautismo de adultos<\/p>

                                                  1247 En los or\u00edgenes de la Iglesia, cuando el anuncio del evangelio est\u00e1 a\u00fan en sus primeros tiempos, el Bautismo de adultos es la pr\u00e1ctica m\u00e1s com\u00fan. El catecumenado (preparaci\u00f3n para el Bautismo) ocupa entonces un lugar importante. Iniciaci\u00f3n a la fe y a la vida cristiana, el catecumenado debe disponer a recibir el don de Dios en el Bautismo, la Confirmaci\u00f3n y la Eucarist\u00eda.<\/p>

                                                  1248 El catecumenado, o formaci\u00f3n de los catec\u00famenos, tiene por finalidad permitir a estos \u00faltimos, en respuesta a la iniciativa divina y en uni\u00f3n con una comunidad eclesial, llevar a madurez su conversi\u00f3n y su fe. Se trata de una \u00abformaci\u00f3n y noviciado debidamente prolongado de la vida cristiana, en que los disc\u00edpulos se unen con Cristo, su Maestro. Por lo tanto, hay que iniciar adecuadamente a los catec\u00famenos en el misterio de la salvaci\u00f3n, en la pr\u00e1ctica de las costumbres evang\u00e9licas y en los ritos sagrados que deben celebrarse en los tiempos sucesivos, e introducirlos en la vida de fe, la liturgia y la caridad del Pueblo de Dios\u00bb (AG 14; cf OICA 19 y 98).<\/p>

                                                  1249 Los catec\u00famenos \u00abest\u00e1n\u00a0 ya unidos a la Iglesia, pertenecen ya a la casa de Cristo y muchas veces llevan ya una una vida de fe, esperanza y\u00a0 caridad\u00bb (AG 14). \u00abLa madre Iglesia los abraza ya con amor tom\u00e1ndolos a sus cargo\u00bb (LG 14; cf CIC can. 206; 788,3)<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Bautismo de ni\u00f1os<\/p>

                                                  1250 Puesto que nacen con una naturaleza humana ca\u00edda y manchada por el pecado original, los ni\u00f1os necesitan tambi\u00e9n el nuevo nacimiento en el Bautismo (cf DS 1514) para ser librados del poder de las tinieblas y ser trasladados al dominio de la libertad de los hijos de Dios (cf Col 1,12-14), a la que todos los hombres est\u00e1n llamados. La pura gratuidad de la gracia de la salvaci\u00f3n se manifiesta particularmente en el bautismo de ni\u00f1os. Por tanto, la Iglesia y los padres privar\u00edan al ni\u00f1o de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le administraran el Bautismo poco despu\u00e9s de su nacimiento (cf CIC can. 867; CCEO, can. 681; 686,1).<\/p>

                                                  1251\u00a0 Los padres cristianos deben reconocer que esta pr\u00e1ctica corresponde tambi\u00e9n a su misi\u00f3n de alimentar la vida que Dios les ha confiado (cf LG 11; 41; GS 48; CIC can. 868).<\/p>

                                                  1252 La pr\u00e1ctica de bautizar a los ni\u00f1os peque\u00f1os es una tradici\u00f3n inmemorial de la Iglesia. Est\u00e1 atestiguada expl\u00edcitamente desde el siglo II. Sin embargo, es muy posible que, desde el comienzo de la predicaci\u00f3n apost\u00f3lica, cuando \u00abcasas\u00bb enteras recibieron el Bautismo (cf Hch 16,15.33; 18,8; 1 Co 1,16), se haya bautizado tambi\u00e9n a los ni\u00f1os (cf CDF, instr. \u00abPastoralis actio\u00bb: AAS 72 [1980] 1137-56).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Fe y Bautismo<\/p>

                                                  1253 El Bautismo es el sacramento de la fe (cf Mc 16,16). Pero la fe tiene necesidad de la comunidad de creyentes. S\u00f3lo en la fe de la Iglesia puede creer cada uno de los fieles. La fe que se requiere para el Bautismo no es una fe perfecta y madura, sino un comienzo que est\u00e1 llamado a desarrollarse. Al catec\u00fameno o a su padrino se le pregunta: \u00ab\u00bfQu\u00e9 pides a la Iglesia de Dios?\u00bb y \u00e9l responde: \u00ab\u00a1La fe!\u00bb.<\/p>

                                                  1254 En todos los bautizados, ni\u00f1os o adultos, la fe debe crecer despu\u00e9s del Bautismo. Por eso, la Iglesia celebra cada a\u00f1o en la noche pascual la renovaci\u00f3n de las promesas del Bautismo. La preparaci\u00f3n al Bautismo s\u00f3lo conduce al umbral de la vida nueva. El Bautismo es la fuente de la vida nueva en Cristo, de la cual brota toda la vida cristiana.<\/p>

                                                  1255 Para que la gracia bautismal pueda desarrollarse es importante la ayuda de los padres. Ese es tambi\u00e9n el papel del padrino o de la\u00a0 madrina, que deben ser creyentes s\u00f3lidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado, ni\u00f1o o adulto, en su camino de la vida cristiana (cf CIC can. 872-874). Su tarea es una verdadera funci\u00f3n eclesial (officium; cf SC 67). Toda la comunidad eclesial participa de la responsabilidad de desarrollar y guardar la gracia recibida en el Bautismo.<\/p>

                                                  V\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 QUIEN PUEDE BAUTIZAR<\/p>

                                                  1256 Son ministros ordinarios del Bautismo el obispo y el presb\u00edtero y, en la Iglesia latina, tambi\u00e9n el di\u00e1cono (cf CIC, can. 861,1; CCEO, can. 677,1). En caso de necesidad, cualquier persona, incluso no bautizada, puede bautizar (Cf CIC can. 861, \u00a7 2) si tiene la intenci\u00f3n requerida y utiliza la f\u00f3rmula bautismal trinitaria. La intenci\u00f3n requerida consiste en querer hacer lo que hace la Iglesia al bautizar. La Iglesia ve la raz\u00f3n de esta posibilidad en la voluntad salv\u00edfica universal de Dios (cf 1 Tm 2,4) y en la necesidad del Bautismo para la salvaci\u00f3n (cf Mc 16,16).<\/p>

                                                  VI\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA NECESIDAD DEL BAUTISMO<\/p>

                                                  1257 El Se\u00f1or mismo afirma que el Bautismo es necesario para la salvaci\u00f3n (cf Jn 3,5). Por ello mand\u00f3 a sus disc\u00edpulos a anunciar el Evangelio y bautizar a todas las naciones (cf Mt 28, 19-20; cf DS 1618; LG 14; AG 5). El Bautismo es necesario para la\u00a0 salvaci\u00f3n en aquellos a los que el Evangelio ha sido anunciado y han tenido la posibilidad de pedir este sacramento (cf Mc 16,16). La Iglesia no conoce otro medio que el Bautismo para asegurar la entrada en la bienaventuranza eterna; por eso est\u00e1 obligada a no descuidar la misi\u00f3n que ha recibido del Se\u00f1or de hacer \u00abrenacer del agua y del esp\u00edritu\u00bb a todos los que pueden ser bautizados. Dios ha vinculado la salvaci\u00f3n al sacramento del Bautismo, pero su intervenci\u00f3n salv\u00edfica no queda reducida a los sacramentos.<\/p>

                                                  1258 Desde siempre, la Iglesia posee la firme convicci\u00f3n de que quienes padecen la muerte por raz\u00f3n de la fe, sin haber recibido el Bautismo, son bautizados por su muerte con Cristo y por Cristo. Este Bautismo de sangre como el deseo del Bautismo, produce los frutos del Bautismo sin ser sacramento.<\/p>

                                                  1259 A los catec\u00famenos que mueren antes de su Bautismo, el deseo expl\u00edcito de recibir el bautismo unido al arrepentimiento de sus pecados y a la caridad, les asegura la salvaci\u00f3n que no han podido recibir por el sacramento.<\/p>

                                                  1260 \u00abCristo muri\u00f3 por todos y la vocaci\u00f3n \u00faltima del hombre en realmente una sola, es decir, la vocaci\u00f3n divina. En consecuencia, debemos mantener que el Esp\u00edritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo conocido s\u00f3lo por Dios, se asocien a este misterio pascual\u00bb (GS 22; cf LG 16; AG 7). Todo hombre que, ignorando el evangelio de Cristo y su Iglesia, busca la verdad y hace la voluntad de Dios seg\u00fan \u00e9l la conoce, puede ser salvado. Se puede suponer que semejantes personas habr\u00edan deseado expl\u00edcitamente el Bautismo si hubiesen conocido su necesidad.<\/p>

                                                  1261 En cuanto a los ni\u00f1os muertos sin Bautismo, la Iglesia s\u00f3lo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven (cf 1 Tm 2,4) y la ternura de Jes\u00fas con los ni\u00f1os, que le hizo decir: \u00abDejad que los ni\u00f1os se acerquen a m\u00ed, no se lo impid\u00e1is\u00bb (Mc 10,14), nos permiten confiar en que haya un camino de salvaci\u00f3n para los ni\u00f1os que mueren sin Bautismo. Por esto es m\u00e1s apremiante a\u00fan la llamada de la Iglesia a no impedir que los ni\u00f1os peque\u00f1os vengan a Cristo por el don del santo bautismo.<\/p>

                                                  VII\u00a0\u00a0\u00a0 LA GRACIA DEL BAUTISMO<\/p>

                                                  1262 Los distintos efectos del Bautismo son significados por los elementos sensibles del rito sacramental. La inmersi\u00f3n en el agua evoca los simbolismos de la muerte y de la purificaci\u00f3n, pero tambi\u00e9n los de la regeneraci\u00f3n y de la renovaci\u00f3n. Los dos efectos principales, por tanto, son la purificaci\u00f3n de los pecados y el nuevo nacimiento en el Esp\u00edritu Santo (cf Hch 2,38; Jn 3,5).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Para la remisi\u00f3n de los pecados…<\/p>

                                                  1263 Por el Bautismo, todos los pecados son perdonados, el pecado original y todos los pecados personales as\u00ed como todas las penas del pecado (cf DS 1316). En efecto, en los que han sido regenerados no permanece nada que les impida entrar en el Reino de Dios, ni el pecado de Ad\u00e1n, ni el pecado personal, ni las consecuencias del pecado, la m\u00e1s grave de las cuales es la separaci\u00f3n de Dios.<\/p>

                                                  1264 No obstante, en el bautizado permanecen ciertas consecuencias temporales del pecado, como los sufrimientos, la enfermedad, la muerte o las fragilidades inherentes a la vida como las debilidades de car\u00e1cter, etc., as\u00ed como una inclinaci\u00f3n al pecado que la Tradici\u00f3n llama concupiscencia, o \u00abfomes peccati\u00bb: \u00abLa concupiscencia, dejada para el combate, no puede da\u00f1ar a los que no la consienten y la resisten con coraje por la gracia de Jesucristo. Antes bien `el que leg\u00edtimamente luchare, ser\u00e1 coronado'(2 Tm 2,5)\u00bb (Cc de Trento: DS 1515).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cUna criatura nueva\u201d<\/p>

                                                  1265 El Bautismo no solamente purifica de todos los pecados, hace tambi\u00e9n del ne\u00f3fito \u00abuna nueva creaci\u00f3n\u00bb (2 Co 5,17), un hijo adoptivo de Dios (cf Ga 4,5-7) que ha sido hecho \u00abpart\u00edcipe de la naturaleza divina\u00bb ( 2 P 1,4), miembro de Cristo (cf 1 Co 6,15; 12,27), coheredero con \u00e9l (Rm 8,17) y templo del Esp\u00edritu Santo (cf 1 Co 6,19).<\/p>

                                                  1266 La Sant\u00edsima Trinidad da al bautizado la gracia santificante, la gracia de la justificaci\u00f3n que :<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 le hace capaz de creer en Dios, de esperar en \u00e9l y de amarlo mediante las virtudes teologales;<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 le concede poder vivir y obrar bajo la moci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo mediante los dones del Esp\u00edritu Santo;<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 le permite crecer en el bien mediante las virtudes morales.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 As\u00ed todo el organismo de la vida sobrenatural del cristiano tiene su ra\u00edz en el santo Bautismo.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Incorporados a la Iglesia, Cuerpo de Cristo<\/p>

                                                  1267 El Bautismo hace de nosotros miembros del Cuerpo de Cristo. \u00abPor tanto…somos miembros los unos de los otros\u00bb (Ef 4,25). El Bautismo incorpora a la Iglesia. De las fuentes bautismales nace el \u00fanico pueblo de Dios de la Nueva Alianza que trasciende todos los l\u00edmites naturales o humanos de las naciones, las culturas, las razas y los sexos: \u00abPorque en un solo Esp\u00edritu hemos sido todos bautizados, para no formar m\u00e1s que un cuerpo\u00bb (1 Co 12,13).<\/p>

                                                  1268 Los bautizados vienen a ser \u00abpiedras vivas\u00bb para \u00abedificaci\u00f3n de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo\u00bb (1 P 2,5). Por el Bautismo participan del sacerdocio de Cristo, de su misi\u00f3n prof\u00e9tica y real, son \u00ablinaje elegido, sacerdocio real, naci\u00f3n santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz\u00bb (1 P 2,9). El Bautismo hace participar en el sacerdocio com\u00fan de los fieles.<\/p>

                                                  1269 Hecho miembro de la Iglesia, el bautizado ya no se pertenece a s\u00ed mismo (1 Co 6,19), sino al que muri\u00f3 y resucit\u00f3 por nosotros (cf 2 Co 5,15). Por tanto, est\u00e1 llamado a someterse a los dem\u00e1s (Ef 5,21; 1 Co 16,15-16), a servirles (cf Jn 13,12-15) en la comuni\u00f3n de la Iglesia, y a ser \u00abobediente y d\u00f3cil\u00bb a los pastores de la Iglesia (Hb 13,17) y a considerarlos con respeto y afecto (cf 1 Ts 5,12-13). Del mismo modo que el Bautismo es la fuente de responsabilidades y deberes, el bautizado goza tambi\u00e9n de derechos en el seno de la Iglesia: recibir los sacramentos, ser alimentado con la palabra de Dios y ser sostenido por los otros auxilios espirituales de la Iglesia (cf LG 37; CIC can. 208-223; CCEO, can. 675,2).<\/p>

                                                  1270 Los bautizados \u00abpor su nuevo nacimiento como hijos de Dios est\u00e1n obligados a confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios por medio de la Iglesia\u00bb (LG 11) y de participar en la actividad apost\u00f3lica y misionera del Pueblo de Dios (cf LG 17; AG 7,23).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El v\u00ednculo sacramental de la unidad de los cristianos<\/p>

                                                  1271\u00a0 El Bautismo constituye el fundamento de la comuni\u00f3n entre todos los cristianos, e incluso con los que todav\u00eda no est\u00e1n en plena comuni\u00f3n con la Iglesia cat\u00f3lica: \u00abLos que creen en Cristo y han recibido ritualmente el bautismo est\u00e1n en una cierta comuni\u00f3n, aunque no perfecta, con la Iglesia cat\u00f3lica… justificados por la fe en el bautismo, se han incorporado a Cristo; por tanto, con todo derecho se honran con el nombre de cristianos y son reconocidos con raz\u00f3n por los hijos de la Iglesia Cat\u00f3lica como hermanos del Se\u00f1or\u00bb (UR 3). \u00abPor consiguiente, el bautismo constituye un v\u00ednculo sacramental de unidad, vigente entre los que han sido regenerados por \u00e9l\u00bb (UR 22).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Un sello espiritual indeleble…<\/p>

                                                  1272 Incorporado a Cristo por el Bautismo, el bautizado es configurado con Cristo (cf Rm 8,29). El Bautismo imprime en el cristiano\u00a0 un sello espiritual indeleble (character)\u00a0 de su pertenencia a Cristo. Este sello no es borrado por ning\u00fan pecado, aunque el pecado impida al Bautismo dar frutos de salvaci\u00f3n (cf DS 1609-1619). Dado una vez por todas, el Bautismo no puede ser reiterado.<\/p>

                                                  1273 Incorporados a la Iglesia por el Bautismo, los fieles han recibido el car\u00e1cter sacramental que los consagra para el culto religioso cristiano (cf LG 11). El sello bautismal capacita y compromete a los cristianos a servir a Dios mediante una participaci\u00f3n viva en la santa Liturgia de la Iglesia y a ejercer su sacerdocio bautismal por el testimonio de una vida santa y de una caridad eficaz (cf LG 10).<\/p>

                                                  1274 El \u00absello del Se\u00f1or\u00bb (Dominicus character: S. Agust\u00edn, Ep. 98,5), es el sello con que el Esp\u00edritu Santo nos ha marcado \u00abpara el d\u00eda de la redenci\u00f3n\u00bb (Ef 4,30; cf Ef 1,13-14; 2 Co 1,21-22). \u00abEl Bautismo, en efecto, es el sello de la vida eterna\u00bb (S. Ireneo, Dem.,3). El fiel que \u00abguarde el sello\u00bb hasta el fin, es decir, que permanezca fiel a las exigencias de su Bautismo, podr\u00e1 morir marcado con \u00abel signo de la fe\u00bb (MR, Canon romano, 97), con la fe de su Bautismo, en la espera de la visi\u00f3n bienaventurada de Dios \u2013consumaci\u00f3n de la fe\u2013 y en la esperanza de la resurrecci\u00f3n.<\/p>

                                                  RESUMEN<\/p>

                                                  1275 La iniciaci\u00f3n cristiana se realiza mediante el conjunto de tres sacramentos: el Bautismo, que es el comienzo de la vida nueva; la Confirmaci\u00f3n que es su afianzamiento; y la Eucarist\u00eda que alimenta al disc\u00edpulo con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para ser transformado en El.<\/p>

                                                  1276 \u00abId, pues, y haced disc\u00edpulos a todas las gentes, bautiz\u00e1ndolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo, ense\u00f1\u00e1ndoles a guardar todo lo que yo os he mandado\u00bb (Mt 28,19-20).<\/p>

                                                  1277 El Bautismo constituye el nacimiento a la vida nueva en Cristo. Seg\u00fan la voluntad del Se\u00f1or, es necesario para la salvaci\u00f3n, como lo es la Iglesia misma, a la que introduce el Bautismo.<\/p>

                                                  1278 El rito esencial del Bautismo consiste en sumergir en el agua al candidato o derramar agua sobre su cabeza, pronunciando la invocaci\u00f3n de la Sant\u00edsima Trinidad, es decir, del Padre, del Hijo y del Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                                  1279 El fruto del Bautismo, o gracia bautismal, es una realidad rica que comprende: el perd\u00f3n del pecado original y de todos los pecados personales; el nacimiento a la vida nueva, por la cual el hombre es hecho hijo adoptivo del Padre, miembro de Cristo, templo del Esp\u00edritu Santo. Por la acci\u00f3n misma del bautismo, el bautizado es incorporado a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y hecho part\u00edcipe del sacerdocio de Cristo.<\/p>

                                                  1280 El Bautismo imprime en el alma un signo espiritual indeleble, el car\u00e1cter, que consagra al bautizado al culto de la religi\u00f3n cristiana. Por raz\u00f3n del car\u00e1cter, el Bautismo no puede ser reiterado (cf DS 1609 y 1624).<\/p>

                                                  1281 Los que padecen la muerte a causa de la fe, los catec\u00famenos y todos los hombres que, bajo el impulso de la gracia, sin conocer la Iglesia, buscan sinceramente a Dios y se esfuerzan por cumplir su voluntad, pueden salvarse aunque no hayan recibido el Bautismo (cf LG 16).<\/p>

                                                  1282 Desde los tiempos m\u00e1s antiguos, el Bautismo es dado a los ni\u00f1os, porque es una gracia y un don de Dios que no suponen m\u00e9ritos humanos; los ni\u00f1os son bautizados en la fe de la Iglesia. La entrada en la vida cristiana da acceso a la verdadera libertad.<\/p>

                                                  1283 En cuanto a los ni\u00f1os muertos sin bautismo, la liturgia \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 de la Iglesia nos invita a tener confianza en la misericordia divina y a orar por su salvaci\u00f3n.<\/p>

                                                  1284 En caso de necesidad, toda persona puede bautizar, con tal que tenga la intenci\u00f3n de hacer lo que hace la Iglesia, y que derrame agua sobre la cabeza del candidato diciendo: \u00abYo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo\u00bb.<\/p>

                                                  Art\u00edculo 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACION<\/p>

                                                  1285 Con el Bautismo y la Eucarist\u00eda, el sacramento de la Confirmaci\u00f3n constituye el conjunto de los \u00absacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana\u00bb, cuya unidad debe ser salvaguardada. Es preciso, pues, explicar a los fieles que la recepci\u00f3n de este sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal (cf OCf, Praenotanda 1). En efecto, a los bautizados \u00abel sacramento de la confirmaci\u00f3n los une m\u00e1s \u00edntimamente a la Iglesia y los los enriquece con una fortaleza especial del Esp\u00edritu Santo. De esta forma se comprometen mucho m\u00e1s, como aut\u00e9nticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras\u00bb (LG 11; cf OCf, Praenotanda 2):<\/p>

                                                  I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CONFIRMACION EN LA ECONOMIA DE LA SALVACION<\/p>

                                                  1286 En el Antiguo Testamento, los profetas anunciaron que el Esp\u00edritu del Se\u00f1or reposar\u00eda sobre el Mes\u00edas esperado (cf. Is 11,2) para realizar su misi\u00f3n salv\u00edfica (cf Lc 4,16-22; Is 61,1). El descenso del Esp\u00edritu Santo sobre Jes\u00fas en su Bautismo por Juan fue el signo de que \u00e9l era el que deb\u00eda venir, el Mes\u00edas, el Hijo de Dios (Mt 3,13-17; Jn 1,33-34). Habiendo sido concedido por obra del Esp\u00edritu Santo, toda su vida y toda su misi\u00f3n se realizan en una comuni\u00f3n total con el Esp\u00edritu Santo que el Padre le da \u00absin medida\u00bb (Jn 3,34).<\/p>

                                                  1287 Ahora bien, esta plenitud del Esp\u00edritu no deb\u00eda permanecer \u00fanicamente en el Mes\u00edas, sino que deb\u00eda ser comunicada a\u00a0 todo el pueblo mesi\u00e1nico (cf Ez 36,25-27; Jl 3,1-2). En repetidas ocasiones Cristo prometi\u00f3 esta efusi\u00f3n del Esp\u00edritu (cf Lc 12,12; Jn 3,5-8; 7,37-39; 16,7-15; Hch 1,8), promesa que realiz\u00f3 primero el d\u00eda de Pascua (Jn 20,22) y luego, de manera m\u00e1s manifiesta el d\u00eda de Pentecost\u00e9s (cf Hch 2,1-4). Llenos del Esp\u00edritu Santo, los Ap\u00f3stoles comienzan a proclamar \u00ablas maravillas de Dios\u00bb (Hch 2,11) y Pedro declara que esta efusi\u00f3n del Esp\u00edritu es el signo de los tiempos mesi\u00e1nicos (cf Hch 2, 17-18). Los que creyeron en la predicaci\u00f3n apost\u00f3lica y se hicieron bautizar, recibieron a su vez el don del Esp\u00edritu Santo (cf Hch 2,38).<\/p>

                                                  1288 \u00abDesde aquel tiempo, los Ap\u00f3stoles, en cumplimiento de la voluntad de Cristo, comunicaban a los ne\u00f3fitos, mediante la imposici\u00f3n de las manos, el don del Esp\u00edritu Santo, destinado a completar la gracia del Bautismo (cf Hch 8,15-17; 19,5-6). Esto explica por qu\u00e9 en la Carta a los Hebreos se recuerda, entre los primeros elementos de la formaci\u00f3n cristiana, la doctrina del bautismo y de la la imposici\u00f3n de las manos (cf Hb 6,2). Es esta imposici\u00f3n de las manos la ha sido con toda raz\u00f3n considerada por la tradici\u00f3n cat\u00f3lica como el primitivo origen del sacramento de la Confirmaci\u00f3n, el cual perpet\u00faa, en cierto modo, en la Iglesia, la gracia de Pentecost\u00e9s\u00bb (Pablo VI, const. apost. \u00abDivinae consortium naturae\u00bb).<\/p>

                                                  1289 Muy pronto, para mejor significar el don del Esp\u00edritu Santo, se a\u00f1adi\u00f3 a la imposici\u00f3n de las manos una unci\u00f3n con \u00f3leo perfumado (crisma). Esta unci\u00f3n ilustra el nombre de \u00abcristiano\u00bb que significa \u00abungido\u00bb y que tiene su origen en el nombre de Cristo, al que \u00abDios ungi\u00f3 con el Esp\u00edritu Santo\u00bb (Hch 10,38). Y este rito de la unci\u00f3n existe hasta nuestros d\u00edas tanto en Oriente como en Occidente. Por eso en Oriente, se llama a este sacramento crismaci\u00f3n, unci\u00f3n con el crisma, o myron, que significa \u00abcrisma\u00bb. En Occidente el nombre de Confirmaci\u00f3n<\/em> sugiere que este sacramento al mismo tiempo confirma el Bautismo y robustece la gracia bautismal.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dos tradiciones: Oriente y Occidente<\/p>

                                                  1290 En los primeros siglos la Confirmaci\u00f3n constituye generalmente una \u00fanica celebraci\u00f3n con el Bautismo, y forma con \u00e9ste, seg\u00fan la expresi\u00f3n de S. Cipriano, un \u00absacramento doble. Entre otras razones, la multiplicaci\u00f3n de los bautismos de ni\u00f1os, durante todo el tiempo del a\u00f1o, y la multiplicaci\u00f3n de las parroquias (rurales), que agrandaron las di\u00f3cesis, ya no permite la presencia del obispo en todas las celebraciones bautismales. En Occidente, por el deseo de reservar al obispo el acto de conferir la plenitud al Bautismo, se establece la separaci\u00f3n temporal de ambos sacramentos. El Oriente ha conservado unidos los dos sacramentos, de modo que la Confirmaci\u00f3n es dada por el presb\u00edtero que bautiza. Este, sin embargo, s\u00f3lo puede hacerlo con el \u00abmyron\u00bb consagrado por un obispo (cf CCEO, can. 695,1; 696,1).<\/p>

                                                  1291 Una costumbre de la Iglesia de Roma facilit\u00f3 el desarrollo de la pr\u00e1ctica occidental; hab\u00eda una doble unci\u00f3n con el santo crisma despu\u00e9s del Bautismo: realizada ya una por el presb\u00edtero al ne\u00f3fito al salir del ba\u00f1o bautismal, es completada por una segunda unci\u00f3n hecha por el obispo en la frente de cada uno de los reci\u00e9n bautizados (v\u00e9ase S. Hip\u00f3lito de Roma, Trad. Ap. 21). La primera unci\u00f3n con el santo crisma, la que daba el sacerdote, qued\u00f3 unida al rito bautismal; significa la participaci\u00f3n del bautizado en las funciones prof\u00e9tica, sacerdotal y real de Cristo. Si el Bautismo es conferido a un adulto, s\u00f3lo hay una unci\u00f3n postbautismal: la de la Confirmaci\u00f3n.<\/p>

                                                  1292 La pr\u00e1ctica de las Iglesias de Oriente destaca m\u00e1s la unidad de la iniciaci\u00f3n cristiana. La de la Iglesia latina expresa m\u00e1s netamente la comuni\u00f3n del nuevo cristiano con su obispo, garante y servidor de la unidad de su Iglesia, de su catolicidad y su apostolicidad, y por ello, el v\u00ednculo con los or\u00edgenes apost\u00f3licos de la Iglesia de Cristo.<\/p>

                                                  II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS SIGNOS Y EL RITO DE LA CONFIRMACION<\/p>

                                                  1293 En el rito de este sacramento conviene considerar el signo de la\u00a0 unci\u00f3n y lo que la unci\u00f3n designa e imprime: el sello\u00a0 espiritual.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La unci\u00f3n, en el simbolismo b\u00edblico y antiguo, posee numerosas significaciones: el aceite es signo de abundancia (cf Dt 11,14, etc.) y de alegr\u00eda (cf Sal 23,5; 104,15); purifica (unci\u00f3n antes y despu\u00e9s del ba\u00f1o) y da agilidad (la unci\u00f3n de los atletas y de los luchadores); es signo de curaci\u00f3n, pues suaviza las contusiones y las heridas (cf Is 1,6; Lc 10,34) y el ungido irradia belleza, santidad y fuerza.<\/p>

                                                  1294 Todas estas significaciones de la unci\u00f3n con aceite se encuentran en la vida sacramental. La unci\u00f3n antes del Bautismo con el \u00f3leo de los catec\u00famenos significa purificaci\u00f3n y fortaleza; la unci\u00f3n de los enfermos expresa curaci\u00f3n y el consuelo. La unci\u00f3n del santo crisma despu\u00e9s del Bautismo, en la Confirmaci\u00f3n y en la Ordenaci\u00f3n, es el signo de una consagraci\u00f3n. Por la Confirmaci\u00f3n, los cristianos, es decir, los que son ungidos, participan m\u00e1s plenamente en la misi\u00f3n de Jesucristo y en la plenitud del Esp\u00edritu Santo que \u00e9ste posee, a fin de que toda su vida desprenda \u00abel buen olor de Cristo\u00bb (cf 2 Co 2,15).<\/p>

                                                  1295 Por medio de esta unci\u00f3n, el confirmando recibe \u00abla marca\u00bb, el sello del Esp\u00edritu Santo. El sello es el s\u00edmbolo de la persona (cf Gn 38,18; Ct 8,9), signo de su autoridad (cf Gn 41,42), de su propiedad sobre un objeto (cf. Dt 32,34) -por eso se marcaba a los soldados con el sello de su jefe y a los esclavos con el de su se\u00f1or-; autentifica un acto jur\u00eddico (cf 1 R 21,8) o un documento (cf Jr 32,10) y lo hace, si es preciso, secreto (cf Is 29,11).<\/p>

                                                  1296 Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (cf Jn 6,27). El cristiano tambi\u00e9n est\u00e1 marcado con un sello: \u00abY es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungi\u00f3, y el que nos marc\u00f3 con su sello y nos dio en arras el Esp\u00edritu en nuestros corazones\u00bb (2 Co 1,22; cf Ef 1,13; 4,30). Este sello del Esp\u00edritu Santo, marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre, pero indica tambi\u00e9n la promesa de la protecci\u00f3n divina en la gran prueba escatol\u00f3gica (cf Ap 7,2-3; 9,4; Ez 9,4-6).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La celebraci\u00f3n de la Confirmaci\u00f3n<\/p>

                                                  1297 Un momento importante que precede a la celebraci\u00f3n de la Confirmaci\u00f3n, pero que, en cierta manera forma parte de ella, es la consagraci\u00f3n del santo crisma. Es el obispo quien, el Jueves Santo, en el transcurso de la Misa crismal, consagra el santo crisma para toda su Di\u00f3cesis. En las Iglesias de Oriente, esta consagraci\u00f3n est\u00e1 reservada al Patriarca:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La liturgia de Antioqu\u00eda expresa as\u00ed la ep\u00edclesis de la consagraci\u00f3n del santo crisma (myron): \u00bb (Padre…env\u00eda tu Esp\u00edritu Santo) sobre nosotros y sobre este aceite que est\u00e1 delante de nosotros y cons\u00e1gralo, de modo que sea para todos los que sean ungidos y marcados con \u00e9l, myron santo, myron sacerdotal, myron real, unci\u00f3n de alegr\u00eda, vestidura de la luz, manto de salvaci\u00f3n, don espiritual, santificaci\u00f3n de las almas y de los cuerpos, dicha imperecedera, sello indeleble, escudo de la fe y casco terrible contra todas las obras del Adversario\u00bb.<\/p>

                                                  1298 Cuando la Confirmaci\u00f3n se celebra separadamente del Bautismo, como es el caso en el rito romano, la liturgia del sacramento comienza con la renovaci\u00f3n de las promesas del Bautismo y la profesi\u00f3n de fe de los confirmandos. As\u00ed aparece claramente que la Confirmaci\u00f3n constituye una prolongaci\u00f3n del Bautismo (cf SC 71). Cuando es bautizado un adulto, recibe inmediatamente la Confirmaci\u00f3n y participa en la Eucarist\u00eda (cf CIC can.866).<\/p>

                                                  1299 En el rito romano, el obispo extiende las manos sobre todos los confirmandos, gesto que, desde el tiempo de los ap\u00f3stoles, es el signo del don del Esp\u00edritu. Y el obispo invoca as\u00ed la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios Todopoderoso, Padre de nuestro Se\u00f1or Jesucristo, que regeneraste, por el agua y el Esp\u00edritu Santo, a estos siervos tuyos y los libraste del pecado: escucha nuestra oraci\u00f3n y env\u00eda sobre ellos el Esp\u00edritu Santo Par\u00e1clito; ll\u00e9nalos de esp\u00edritu de sabidur\u00eda y de inteligencia, de esp\u00edritu de consejo y de fortaleza, de esp\u00edritu de ciencia y de piedad; y c\u00f3lmalos del esp\u00edritu de tu santo temor. Por Jesucristo nuestro Se\u00f1or.<\/p>

                                                  1300 Sigue el rito esencial del sacramento. En el rito latino, \u00abel sacramento de la confirmaci\u00f3n es conferido por la unci\u00f3n del santo crisma en la frente, hecha imponiendo la mano, y con estas palabras: \u00abRecibe por esta se\u00f1al el don del Esp\u00edritu Santo\u00bb (Paulus VI, Const. Ap. Divinae consortium naturae<\/em>). En las Iglesias orientales, la unci\u00f3n del myron<\/em> se hace despu\u00e9s de una oraci\u00f3n de ep\u00edclesis, sobre las partes m\u00e1s significativas del cuerpo: la frente, los ojos, la nariz, los o\u00eddos, los labios, el pecho, la espalda, las manos y los pies, y cada unci\u00f3n va acompa\u00f1ada de la f\u00f3rmula: \u00abSfragi~ dwrea~ Pneumto~ \u00e6Agiou\u00bb (\u00abRituale per le Chiese orientali di rito bizantino in lingua greca, I -LEV 1954), p. 36\u00bb. (\u00abSignaculum doni Spiritus Sancti\u00bb – \u00abSello del don que es el Esp\u00edritu Santo\u00bb).<\/p>

                                                  1301 El beso de paz con el que concluye el rito del sacramento significa y manifiesta la comuni\u00f3n eclesial con el obispo y con todos los fieles (cf S. Hip\u00f3lito, Trad. ap. 21).<\/p>

                                                  III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS EFECTOS DE LA CONFIRMACION<\/p>

                                                  1302 De la celebraci\u00f3n se deduce que el efecto del sacramento es la efusi\u00f3n especial del Esp\u00edritu Santo, como fue concedida en otro tiempo a los Ap\u00f3stoles el d\u00eda de Pentecost\u00e9s.<\/p>

                                                  1303 Por este hecho, la Confirmaci\u00f3n confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal:<\/p>

                                                  \u2013 nos introduce m\u00e1s profundamente en la filiaci\u00f3n divina que nos hace decir \u00abAbb\u00e1, Padre\u00bb (Rm 8,15).;<\/p>

                                                  \u2013 nos une m\u00e1s firmemente a Cristo;<\/p>

                                                  \u2013 aumenta en nosotros los dones del Esp\u00edritu Santo;<\/p>

                                                  \u2013 hace m\u00e1s perfecto nuestro v\u00ednculo con la Iglesia (cf LG 11);<\/p>

                                                  \u2013 nos concede una fuerza especial del Esp\u00edritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jam\u00e1s verg\u00fcenza de la cruz (cf DS 1319; LG 11,12):<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Recuerda, pues, que has recibido el signo espiritual, el Esp\u00edritu de sabidur\u00eda e inteligencia, el Esp\u00edritu de consejo y de fortaleza, el Esp\u00edritu de conocimiento y de piedad, el Esp\u00edritu de temor santo, y guarda lo que has recibido. Dios Padre te ha marcado con su signo, Cristo Se\u00f1or te ha confirmado y ha puesto en tu coraz\u00f3n la prenda del Esp\u00edritu (S. Ambrosio, Myst. 7,42).<\/p>

                                                  1304 La Confirmaci\u00f3n, como el Bautismo del que es la plenitud, s\u00f3lo se da una vez. La Confirmaci\u00f3n, en efecto, imprime en el alma una marca espiritual indeleble, el \u00abcar\u00e1cter\u00bb (cf DS 1609), que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Esp\u00edritu revisti\u00e9ndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo (cf Lc 24,48-49).<\/p>

                                                  1305 El \u00abcar\u00e1cter\u00bb perfecciona el sacerdocio com\u00fan de los fieles, recibido en el Bautismo, y \u00abel confirmado recibe el poder de confesar la fe de Cristo p\u00fablicamente, y como en virtud de un cargo (quasi ex officio)\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., s.th. 3, 72,5, ad 2).<\/p>

                                                  IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 QUIEN PUEDE RECIBIR ESTE SACRAMENTO<\/p>

                                                  1306 Todo bautizado, a\u00fan no confirmado, puede y debe recibir el sacramento de la Confirmaci\u00f3n (cf CIC can. 889, 1). Puesto que Bautismo, Confirmaci\u00f3n y Eucarist\u00eda forman una unidad, de ah\u00ed se sigue que \u00ablos fieles tienen la obligaci\u00f3n de recibir este sacramento en tiempo oportuno\u00bb (CIC, can. 890), porque sin la Confirmaci\u00f3n y la Eucarist\u00eda el sacramento del Bautismo es ciertamente v\u00e1lido y eficaz, pero la iniciaci\u00f3n cristiana queda incompleta.<\/p>

                                                  1307 La costumbre latina, desde hace siglos, indica \u00abla edad del uso de raz\u00f3n\u00bb, como punto de referencia para recibir la Confirmaci\u00f3n. Sin embargo, en peligro de muerte, se debe confirmar a los ni\u00f1os incluso si no han alcanzado todav\u00eda la edad del uso de raz\u00f3n (cf CIC can. 891; 893,3).<\/p>

                                                  1308 Si a veces se habla de la Confirmaci\u00f3n como del \u00absacramento de la madurez cristiana\u00bb, es preciso, sin embargo, no confundir la edad adulta de la fe con la edad adulta del crecimiento natural, ni olvidar que la gracia bautismal es una gracia de elecci\u00f3n gratuita e inmerecida que no necesita una \u00abratificaci\u00f3n\u00bb para hacerse efectiva. Santo Tom\u00e1s lo recuerda:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La edad del cuerpo no constituye un prejuicio para el alma. As\u00ed, incluso en la infancia, el hombre puede recibir la perfecci\u00f3n de la edad espiritual de que habla la Sabidur\u00eda (4,8): `la vejez honorable no es la que dan los muchos d\u00edas, no se mide por el n\u00famero de los a\u00f1os’. As\u00ed numerosos ni\u00f1os, gracias a la fuerza del Esp\u00edritu Santo que hab\u00edan recibido, lucharon valientemente y hasta la sangre por Cristo (s.th. 3, 72,8,ad 2).<\/p>

                                                  1309 La preparaci\u00f3n para la Confirmaci\u00f3n debe tener como meta conducir al cristiano a una uni\u00f3n m\u00e1s \u00edntima con Cristo, a una familiaridad m\u00e1s viva con el Esp\u00edritu Santo, su acci\u00f3n, sus dones y sus llamadas, a fin de poder asumir mejor las responsabilidades apost\u00f3licas de la vida cristiana. Por ello, la catequesis de la Confirmaci\u00f3n se esforzar\u00e1 por suscitar el sentido de la pertenencia a la Iglesia de Jesucristo, tanto a la Iglesia universal como a la comunidad parroquial. Esta \u00faltima tiene una responsabilidad particular en la preparaci\u00f3n de los confirmandos (cf OCf, Praenotanda 3).<\/p>

                                                  1310 Para recibir la Confirmaci\u00f3n es preciso hallarse en estado de gracia. Conviene recurrir al sacramento de la Penitencia para ser purificado en atenci\u00f3n al don del Esp\u00edritu Santo. Hay que prepararse con una oraci\u00f3n m\u00e1s intensa para recibir con docilidad y disponibilidad la fuerza y las gracias del Esp\u00edritu Santo (cf Hch 1,14).<\/p>

                                                  1311\u00a0 Para la Confirmaci\u00f3n, como para el Bautismo, conviene que los candidatos busquen la ayuda espiritual de un padrino o de una\u00a0 madrina.\u00a0 Conviene que sea el mismo que para el Bautismo a fin de subrayar la unidad entre los dos sacramentos (cf OCf, Praenotanda 5.6; CIC can. 893, 1.2).<\/p>

                                                  V\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL MINISTRO DE LA CONFIRMACION<\/p>

                                                  1312\u00a0 El ministro originario\u00a0 de la Confirmaci\u00f3n es el obispo (LG 26).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En Oriente es ordinariamente el presb\u00edtero que bautiza quien da tambi\u00e9n inmediatamente la Confirmaci\u00f3n en una sola celebraci\u00f3n. Sin embargo, lo hace con el santo crisma consagrado por el patriarca o el obispo, lo cual expresa la unidad apost\u00f3lica de la Iglesia cuyos v\u00ednculos son reforzados por el sacramento de la Confirmaci\u00f3n. En la Iglesia latina se aplica la misma disciplina en los bautismos de adultos y cuando es admitido a la plena comuni\u00f3n con la Iglesia un bautizado de otra comunidad cristiana que no ha recibido v\u00e1lidamente el sacramento de la Confirmaci\u00f3n (cf CIC can 883,2).<\/p>

                                                  1313\u00a0 En el rito latino<\/em>, el ministro ordinario de la Conformaci\u00f3n es el obispo (CIC can. 882). Aunque el obispo puede, en caso de necesidad, conceder a presb\u00edteros la facultad de administrar el sacramento de la Confirmaci\u00f3n (CIC can. 884,2), conviene que lo confiera \u00e9l mismo, sin olvidar que por esta raz\u00f3n la celebraci\u00f3n de la Confirmaci\u00f3n fue temporalmente separada del Bautismo. Los obispos son los sucesores de los ap\u00f3stoles y han recibido la plenitud del sacramento del orden. Por esta raz\u00f3n, la administraci\u00f3n de este sacramento por ellos mismos pone de relieve que la Confirmaci\u00f3n tiene como efecto unir a los que la reciben m\u00e1s estrechamente a la Iglesia, a sus or\u00edgenes apost\u00f3licos y a su misi\u00f3n de dar testimonio de Cristo.<\/p>

                                                  1314\u00a0 Si un cristiano est\u00e1 en peligro de muerte, cualquier presb\u00edtero puede darle la Confirmaci\u00f3n (cf CIC can. 883,3). En efecto, la Iglesia quiere que ninguno de sus hijos, incluso en la m\u00e1s tierna edad, salga de este mundo sin haber sido perfeccionado por el Esp\u00edritu Santo con el don de la plenitud de Cristo.<\/p>

                                                  RESUMEN<\/p>

                                                  1315\u00a0 \u00abAl enterarse los ap\u00f3stoles que estaban en Jerusal\u00e9n de que Samar\u00eda hab\u00eda aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Esp\u00edritu Santo; pues todav\u00eda no hab\u00eda descendido sobre ninguno de ellos; \u00fanicamente hab\u00edan sido bautizados en el nombre del Se\u00f1or Jes\u00fas. Entonces les impon\u00edan las manos y recib\u00edan el Esp\u00edritu Santo\u00bb (Hch 8,14-17).<\/p>

                                                  1316 La Confirmaci\u00f3n perfecciona la gracia bautismal; es el sacramento que da el Esp\u00edritu Santo para enraizarnos m\u00e1s profundamente en la filiaci\u00f3n divina, incorporarnos m\u00e1s firmemente a Cristo, hacer m\u00e1s s\u00f3lido nuestro v\u00ednculo con la Iglesia, asociarnos todav\u00eda m\u00e1s a su misi\u00f3n y ayudarnos a dar testimonio de la fe cristiana por la palabra acompa\u00f1ada de las obras.<\/p>

                                                  1317\u00a0 La Confirmaci\u00f3n, como el Bautismo, imprime en el alma del cristiano un signo espiritual o car\u00e1cter indeleble; por eso este sacramento s\u00f3lo se puede recibir una vez en la vida.<\/p>

                                                  1318 En Oriente, este sacramento es administrado inmediatamente despu\u00e9s del Bautismo y es seguido de la participaci\u00f3n en la Eucarist\u00eda, tradici\u00f3n que pone de relieve la unidad de los tres sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana. En la Iglesia latina se administra este sacramento cuando se ha alcanzado el uso de raz\u00f3n, y su celebraci\u00f3n se reserva ordinariamente al obispo, significando as\u00ed que este sacramento robustece el v\u00ednculo eclesial.<\/p>

                                                  1319 El candidato a la Confirmaci\u00f3n que ya ha alcanzado el uso de raz\u00f3n debe profesar la fe, estar en estado de gracia, tener la intenci\u00f3n de recibir el sacramento y estar preparado para asumir su papel de disc\u00edpulo y de testigo de Cristo, en la comunidad eclesial y en los asuntos temporales.<\/p>

                                                  1320 El rito esencial de la Confirmaci\u00f3n es la unci\u00f3n con el Santo Crisma en la frente del bautizado (y en Oriente, tambi\u00e9n en los otros \u00f3rganos de los sentidos), con la imposici\u00f3n de la mano del ministro y las palabras: \u00abAccipe signaculum doni Spiritus Sancti\u00bb (\u00abRecibe por esta se\u00f1al el don del Esp\u00edritu Santo\u00bb), en el rito romano; \u00abSignaculum doni Spiritus Sancti\u00bb (\u00abSello del don del Esp\u00edritu Santo\u00bb), en el rito bizantino.<\/p>

                                                  1321 Cuando la Confirmaci\u00f3n se celebra separadamente del Bautismo, su conexi\u00f3n con el Bautismo se expresa entre otras cosas por la renovaci\u00f3n de los compromisos bautismales. La celebraci\u00f3n de la Confirmaci\u00f3n dentro de la Eucarist\u00eda contribuye a subrayar la unidad de los sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana.<\/p>

                                                  Art\u00edculo 3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTIA<\/p>

                                                  1322 La Sagrada Eucarist\u00eda culmina la iniciaci\u00f3n cristiana. Los que han sido elevados a la dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y configurados m\u00e1s profundamente con Cristo por la Confirmaci\u00f3n, participan por medio de la Eucarist\u00eda con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Se\u00f1or.<\/p>

                                                  1323 \u00abNuestro Salvador, en la \u00faltima Cena, la noche en que fue entregado, instituy\u00f3 el sacrificio eucar\u00edstico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar as\u00ed a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrecci\u00f3n, sacramento de piedad, signo de unidad, v\u00ednculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura\u00bb (SC 47).<\/p>

                                                  I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA EUCARISTIA – FUENTE Y CUMBRE DE LA VIDA ECLESIAL<\/p>

                                                  1324 La Eucarist\u00eda es \u00abfuente y cima de toda la vida cristiana\u00bb (LG 11). \u00abLos dem\u00e1s sacramentos, como tambi\u00e9n todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, est\u00e1n unidos a la Eucarist\u00eda y a ella se ordenan. La sagrada Eucarist\u00eda, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua\u00bb (PO 5).<\/p>

                                                  1325 \u00abLa Eucarist\u00eda significa y realiza la comuni\u00f3n de vida con Dios y la unidad del Pueblo de Dios por las que la Igle sia es ella misma. En ella se encuentra a la vez la cumbre de la acci\u00f3n por la que, en Cristo, Dios santifica al mundo, y del culto que en el Esp\u00edritu Santo los hombres dan a Cristo y por \u00e9l al Padre\u00bb (CdR, inst. \u00abEucharisticum mysterium\u00bb 6).<\/p>

                                                  1326 Finalmente, la celebraci\u00f3n eucar\u00edstica nos unimos ya a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna cuando Dios ser\u00e1 todo en todos (cf 1 Co 15,28).<\/p>

                                                  1327 En resumen, la Eucarist\u00eda es el compendio y la suma de nuestra fe: \u00abNuestra manera de pensar armoniza con la Eucarist\u00eda, y a su vez la Eucarist\u00eda confirma nuestra manera de pensar\u00bb (S. Ireneo, haer. 4, 18, 5).<\/p>

                                                  II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL NOMBRE DE ESTE SACRAMENTO<\/p>

                                                  1328 La riqueza inagotable de este sacramento se expresa mediante los distintos nombres que se le da. Cada uno de estos nombres evoca alguno de sus aspectos. Se le llama:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013Eucarist\u00eda porque es acci\u00f3n de gracias a Dios. Las palabras \u00abeucharistein\u00bb (Lc 22,19; 1 Co 11,24) y \u00abeulogein\u00bb (Mt 26,26; Mc 14,22) recuerdan las bendiciones jud\u00edas que proclaman -sobre todo durante la comida- las obras de Dios: la creaci\u00f3n, la redenci\u00f3n y la santificaci\u00f3n.<\/p>

                                                  1329 \u2013Banquete del Se\u00f1or (cf 1 Co 11,20) porque se trata de la Cena\u00a0 que el Se\u00f1or celebr\u00f3 con sus disc\u00edpulos la v\u00edspera de su pasi\u00f3n y de la anticipaci\u00f3n del banquete de bodas del Cordero (cf Ap 19,9) en la Jerusal\u00e9n celestial.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013Fracci\u00f3n del pan porque este rito, propio del banquete jud\u00edo, fue utilizado por Jes\u00fas cuando bendec\u00eda y distribu\u00eda el pan como cabeza de familia (cf Mt 14,19; 15,36; Mc 8,6.19), sobre todo en la \u00faltima Cena (cf Mt 26,26; 1 Co 11,24). En este gesto los disc\u00edpulos lo reconocer\u00e1n despu\u00e9s de su resurrecci\u00f3n (Lc 24,13-35), y con esta expresi\u00f3n los primeros cristianos designaron sus asambleas eucar\u00edsticas (cf Hch 2,42.46; 20,7.11). Con \u00e9l se quiere significar que todos los que comen de este \u00fanico pan, partido, que es Cristo, entran en comuni\u00f3n con \u00e9l y forman un solo cuerpo en \u00e9l (cf 1 Co 10,16-17).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013Asamblea eucar\u00edstica (synaxis), porque la Eucarist\u00eda es celebrada en la asamblea de los fieles, expresi\u00f3n visibl e de la Iglesia (cf 1 Co 11,17-34).<\/p>

                                                  1330 \u2013Memorial\u00a0 de la pasi\u00f3n y de la resurrecci\u00f3n del Se\u00f1or.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 Santo Sacrificio, porque actualiza el \u00fanico sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia; o tambi\u00e9n santo sacrificio de la misa, \u00absacrificio de alabanza\u00bb (Hch 13,15; cf Sal 116, 13.17),\u00a0 sacrificio espiritual (cf 1 P 2,5), sacrificio puro (cf Ml 1,11)\u00a0 y santo, puesto que completa y supera todos los sacrificios de la Antigua Alianza.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 Santa y divina Liturgia, porque toda la liturgia de la Iglesia encuentra su centro y su expresi\u00f3n m\u00e1s densa en la celebraci\u00f3n de este sacramento; en el mismo sentido se la llama tambi\u00e9n celebraci\u00f3n\u00a0 de los santos misterios. Se habla tambi\u00e9n del Sant\u00edsimo Sacramento porque es el Sacramento de los Sacramentos. Con este nombre se designan las especies eucar\u00edsticas guardadas en el sagrario.<\/p>

                                                  1331\u00a0 \u2013 Comuni\u00f3n, porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace part\u00edcipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo (cf 1 Co 10,16-17); se la llama tambi\u00e9n\u00a0 las cosas santas [ta hagia; sancta] (Const. Apost. 8, 13, 12; Didach\u00e9 9,5; 10,6) -es el sentido primero de la\u00a0 comuni\u00f3n de los santos de que habla el S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles-,\u00a0 pan de los \u00e1ngeles, pan del cielo, medicina de inmortalidad (S. Ignacio de Ant. Eph 20,2), vi\u00e1tico…<\/p>

                                                  1332 \u2013 Santa Misa porque la liturgia en la que se realiza el misterio de salvaci\u00f3n se termina con el env\u00edo de los fieles (missio)\u00a0 a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana.<\/p>

                                                  III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA EUCARISTIA EN LA ECONOMIA DE LA SALVACION<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los signos del pan y del vino<\/p>

                                                  1333 En el coraz\u00f3n de la celebraci\u00f3n de la Eucarist\u00eda se encuentran el pan y el vino que, por las palabras de Cristo y por la invocaci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiel a la orden del Se\u00f1or, la Iglesia contin\u00faa haciendo, en memoria de \u00e9l, hasta su retorno glorioso, lo que \u00e9l hizo la v\u00edspera de su pasi\u00f3n: \u00abTom\u00f3 pan…\u00bb, \u00abtom\u00f3 el c\u00e1liz lleno de vino…\u00bb. Al convertirse misteriosamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los signos del pan y del vino siguen significando tambi\u00e9n la bondad de la creaci\u00f3n. As\u00ed, en el ofertorio, damos gracias al Creador por el pan y el vino (cf Sal 104,13-15), fruto \u00abdel trabajo del hombre\u00bb, pero antes, \u00abfruto de la tierra\u00bb y \u00abde la vid\u00bb, dones del Creador. La Iglesia ve en en el gesto de Melquisedec, rey y sacerdote, que \u00abofreci\u00f3 pan y vino\u00bb (Gn 14,18) una prefiguraci\u00f3n de su propia ofrenda (cf MR, Canon Romano 95).<\/p>

                                                  1334 En la Antigua Alianza, el pan y el vino eran ofrecidos como sacrificio entre las primicias de la tierra en se\u00f1al de reconocimiento al Creador. Pero reciben tambi\u00e9n una nueva significaci\u00f3n en el contexto del Exodo: los panes \u00e1cimos que Israel come cada a\u00f1o en la Pascua conmemoran la salida apresurada y liberadora de Egipto. El recuerdo del man\u00e1 del desierto sugerir\u00e1 siempre a Israel que vive del pan de la Palabra de Dios (Dt 8,3). Finalmente, el pan de cada d\u00eda es el fruto de la Tierra prometida, prenda de la fidelidad de Dios a sus promesas. El \u00abc\u00e1liz de bendici\u00f3n\u00bb (1 Co 10,16), al final del banquete pascual de los jud\u00edos, a\u00f1ade a la alegr\u00eda festiva del vino una dimensi\u00f3n escatol\u00f3gica, la de la espera mesi\u00e1nica del restablecimiento de Jerusal\u00e9n. Jes\u00fas instituy\u00f3 su Eucarist\u00eda dando un sentido nuevo y definitivo a la bendici\u00f3n del pan y del c\u00e1liz.<\/p>

                                                  1335 Los milagros de la multiplicaci\u00f3n de los panes, cuando el Se\u00f1or dijo la bendici\u00f3n, parti\u00f3 y distribuy\u00f3 los panes por medio de sus disc\u00edpulos para alimentar la multitud, prefiguran la sobreabundancia de este \u00fanico pan de su Eucarist\u00eda (cf. Mt 14,13-21; 15, 32-29). El signo del agua convertida en vino en Can\u00e1 (cf Jn 2,11) anuncia ya la Hora de la glorificaci\u00f3n de Jes\u00fas. Manifiesta el cumplimiento del banquete de las bodas en el Reino del Padre, donde los fieles beber\u00e1n el vino nuevo (cf Mc 14,25) convertido en Sangre de Cristo.<\/p>

                                                  1336 El primer anuncio de la Eucarist\u00eda dividi\u00f3 a los disc\u00edpulos, igual que el anuncio de la pasi\u00f3n los escandaliz\u00f3: \u00abEs duro este lenguaje, \u00bfqui\u00e9n puede escucharlo?\u00bb (Jn 6,60). La Eucarist\u00eda y la cruz son piedras de tropiezo. Es el mismo misterio, y no cesa de ser ocasi\u00f3n de divisi\u00f3n. \u00ab\u00bfTambi\u00e9n vosotros quer\u00e9is marcharos?\u00bb (Jn 6,67): esta pregunta del Se\u00f1or, resuena a trav\u00e9s de las edades, invitaci\u00f3n de su amor a descubrir que s\u00f3lo \u00e9l tiene \u00abpalabras de vida eterna\u00bb (Jn 6,68), y que acoger en la fe el don de su Eucarist\u00eda es acogerlo a \u00e9l mismo.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La instituci\u00f3n de la Eucarist\u00eda<\/p>

                                                  1337 El Se\u00f1or, habiendo amado a los suyos, los am\u00f3 hasta el fin. Sabiendo que hab\u00eda llegado la hora de partir de este mundo para retornar a su Padre, en el transcurso de una cena, les lav\u00f3 los pies y les dio el mandamiento del amor (Jn 13,1-17). Para dejarles una prenda de este amor, para no alejarse nunca de los suyos y hacerles part\u00edcipes de su Pascua, instituy\u00f3 la Eucarist\u00eda como memorial de su muerte y de su resurrecci\u00f3n y orden\u00f3 a sus ap\u00f3stoles celebrarlo hasta su retorno, \u00abconstituy\u00e9ndoles entonces sacerdotes del Nuevo Testamento\u00bb (Cc. de Trento: DS 1740).<\/p>

                                                  1338 Los tres evangelios sin\u00f3pticos y S. Pablo nos han tran smitido el relato de la instituci\u00f3n de la Eucarist\u00eda; por su parte, S. Juan relata las palabras de Jes\u00fas en la sinagoga de Cafarna\u00fam, palabras que preparan la instituci\u00f3n de la Eucarist\u00eda: Cristo se designa a s\u00ed mismo como el pan de vida, bajado del cielo (cf Jn 6).<\/p>

                                                  1339 Jes\u00fas escogi\u00f3 el tiempo de la Pascua para realizar lo que hab\u00eda anunciado en Cafarna\u00fam: dar a sus disc\u00edpulos su Cuerpo y su Sangre:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Lleg\u00f3 el d\u00eda de los Azimos, en el que se hab\u00eda de inmolar el cordero de Pascua; (Jes\u00fas) envi\u00f3 a Pedro y a Juan, diciendo: `Id y preparadnos la Pascua para que la comamos’…fueron… y prepararon la Pascua. Llegada la hora, se puso a la mesa con los ap\u00f3stoles; y les dijo: `Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comer\u00e9 m\u00e1s hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios’…Y tom\u00f3 pan, dio gracias, lo parti\u00f3 y se lo dio diciendo: `Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros; haced esto en recuerdo m\u00edo’. De igual modo, despu\u00e9s de cenar, el c\u00e1liz, diciendo: `Este c\u00e1liz es la Nueva Alianza en mi sangre, que va a ser derramada por vosotros’ (Lc 22,7-20; cf Mt 26,17-29; Mc 14,12-25; 1 Co 11,23-26).<\/p>

                                                  1340 Al celebrar la \u00faltima Cena con sus ap\u00f3stoles en el transcurso del banquete pascual, Jes\u00fas dio su sentido definitivo a la pascua jud\u00eda. En efecto, el paso de Jes\u00fas a su Padre por su muerte y su resurrecci\u00f3n, la Pascua nueva, es anticipada en la Cena y celebrada en la Eucarist\u00eda que da cumplimiento a la pascua jud\u00eda y anticipa la pascua final de la Iglesia en la gloria del Reino.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abHaced esto en memoria m\u00eda\u00bb<\/p>

                                                  1341\u00a0 El mandamiento de Jes\u00fas de repetir sus gestos y sus palabras \u00abhasta que venga\u00bb (1 Co 11,26), no exige solamente acordarse de Jes\u00fas y de lo que hizo. Requiere la celebraci\u00f3n lit\u00fargica por los ap\u00f3stoles y sus sucesores del memorial de Cristo, de su vida, de su muerte, de su resurrecci\u00f3n y de su intercesi\u00f3n junto al Padre.<\/p>

                                                  1342 Desde el comienzo la Iglesia fue fiel a la orden del Se\u00f1or. De la Iglesia de Jerusal\u00e9n se dice:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Acud\u00edan asiduamente a la ense\u00f1anza de los ap\u00f3stoles, fieles a la comuni\u00f3n fraterna, a la fracci\u00f3n del pan y a las oraciones…Acud\u00edan al Templo todos los d\u00edas con perseverancia y con un mismo esp\u00edritu, part\u00edan el pan por las casas y tomaban el alimento con alegr\u00eda y con sencillez de coraz\u00f3n (Hch 2,42.46).<\/p>

                                                  1343 Era sobre todo \u00abel primer d\u00eda de la semana\u00bb, es decir, el domingo, el d\u00eda de la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas, cuando los cristianos se reun\u00edan para \u00abpartir el pan\u00bb (Hch 20,7). Desde entonces hasta nuestros d\u00edas la celebraci\u00f3n de la Eucarist\u00eda se ha perpetuado, de suerte que hoy la encontramos por todas partes en la Iglesia, con la misma estructura fundamental. Sigue siendo el centro de la vida de la Iglesia.<\/p>

                                                  1344 As\u00ed, de celebraci\u00f3n en celebraci\u00f3n, anunciando el misterio pascual de Jes\u00fas \u00abhasta que venga\u00bb (1 Co 11,26), el pueblo de Dios peregrinante \u00abcamina por la senda estrecha de la cruz\u00bb (AG 1) hacia el banquete celestial, donde todos los elegidos se sentar\u00e1n a la mesa del Reino.<\/p>

                                                  IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CELEBRACION LITURGICA DE LA EUCARISTIA<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La misa de todos los siglos<\/p>

                                                  1345 Desde el siglo II, seg\u00fan el testimonio de S. Justino m\u00e1rtir, tenemos las grandes l\u00edneas del desarrollo de la celebraci\u00f3n eucar\u00edstica. Estas han permanecido invariables hasta nuestros d\u00edas a trav\u00e9s de la diversidad de tradiciones rituales\u00a0 lit\u00fargicas. He aqu\u00ed lo que el santo escribe, hacia el a\u00f1o 155, para explicar al emperador pagano Antonino P\u00edo (138-161) lo que hacen los cristianos:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El d\u00eda que se llama d\u00eda del sol tiene lugar la reuni\u00f3n en un mismo sitio de todos los que habitan en la ciudad o en el campo.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Se leen las memorias de los Ap\u00f3stoles y los escritos de los profetas, tanto tiempo como es posible.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra para incitar y exhortar a la imitaci\u00f3n de tan bellas cosas.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Luego nos levantamos todos juntos y oramos por nosotros…y por todos los dem\u00e1s donde quiera que est\u00e9n a fin de que seamos hallados justos en nuestra vida y nuestras acciones y seamos fieles a los mandamientos para alcanzar as\u00ed la salvaci\u00f3n eterna.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando termina esta oraci\u00f3n nos besamos unos a otros:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Luego se lleva al que preside a los hermanos pan y una copa de agua y de vino mezclados.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El presidente los toma y eleva alabanza y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del Esp\u00edritu Santo y da gracias (en griego: eucharistian) largamente porque hayamos sido juzgados dignos de estos dones.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando terminan las oraciones y las acciones de gracias todo el pueblo presente pronuncia una aclamaci\u00f3n diciendo: Am\u00e9n.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando el que preside ha hecho la acci\u00f3n de gracias y el pueblo le ha respondido, los que entre nosotros se llaman di\u00e1conos distribuyen a todos los que est\u00e1n presentes pan, vino y agua \u00abeucaristizados\u00bb y los llevan a los ausentes (S. Justino, apol. 1, 65; 67).<\/p>

                                                  1346 La liturgia de la Eucarist\u00eda se desarrolla conforme a una estructura fundamental que se ha conservado a trav\u00e9s de los siglos hasta nosotros. Comprende dos grandes momentos que forman una unidad b\u00e1sica:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 La reuni\u00f3n, la liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homil\u00eda y la oraci\u00f3n universal;<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 la liturgia eucar\u00edstica, con la presentaci\u00f3n del pan y del vino, la acci\u00f3n de gracias consecratoria y la comuni\u00f3n.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Liturgia de la Palabra y Liturgia eucar\u00edstica constituyen juntas \u00abun solo acto de culto\u00bb (SC 56); en efecto, la mesa preparada para nosotros en la Eucarist\u00eda es a la vez la de la Palabra de Dios y la del Cuerpo del Se\u00f1or (cf. DV 21).<\/p>

                                                  1347 He aqu\u00ed el mismo dinamismo del banquete pascual de Jes\u00fas resucitado con sus disc\u00edpulos: en el camino les explicaba las Escrituras, luego, sent\u00e1ndose a la mesa con ellos, \u00abtom\u00f3 el pan, pronunci\u00f3 la bendici\u00f3n, lo parti\u00f3 y se lo dio\u00bb (cf Lc 24,13-35).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El desarrollo de la celebraci\u00f3n<\/p>

                                                  1348 Todos se re\u00fanen. Los cristianos acuden a un mismo lugar para la asamblea eucar\u00edstica. A su cabeza est\u00e1 Cristo mismo que es el actor principal de la Eucarist\u00eda. El es sumo sacerdote de la Nueva Alianza. El mismo es quien preside invisiblemente toda celebraci\u00f3n eucar\u00edstica. Como representante suyo, el obispo o el presb\u00edtero (actuando \u00abin persona Christi capitis\u00bb) preside la asamblea, toma la palabra despu\u00e9s de las lecturas, recibe las ofrendas y dice la plegaria eucar\u00edstica. Todos tienen parte activa en la celebraci\u00f3n, cada uno a su manera: los lectores, los que presentan las ofrendas, los que dan la comuni\u00f3n, y el pueblo entero cuyo \u00abAm\u00e9n\u00bb manifiesta su participaci\u00f3n.<\/p>

                                                  1349 La liturgia de la Palabra comprende \u00ablos escritos de los profetas\u00bb, es decir, el Antiguo Testamento, y \u00ablas memorias de los ap\u00f3stoles\u00bb, es decir sus cartas y los Evangelios; despu\u00e9s la homil\u00eda que exhorta a acoger esta palabra como lo que es verdaderamente, Palabra de Dios (cf 1 Ts 2,13), y a ponerla en pr\u00e1ctica; vienen luego las intercesiones por todos los hombres, seg\u00fan la palabra del Ap\u00f3stol: \u00abAnte todo, recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, s\u00faplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad\u00bb (1 Tm 2,1-2).<\/p>

                                                  1350 La presentaci\u00f3n de las ofrendas (el ofertorio): entonces se lleva al altar, a veces en procesi\u00f3n, el pan y el vino que ser\u00e1n ofrecidos por el sacerdote en nombre de Cristo en el sacrificio eucar\u00edstico en el que se convertir\u00e1n en su Cuerpo y en su Sangre. Es la acci\u00f3n misma de Cristo en la \u00faltima Cena, \u00abtomando pan y una copa\u00bb. \u00abS\u00f3lo la Iglesia presenta esta oblaci\u00f3n, pura, al Creador, ofreci\u00e9ndole con acci\u00f3n de gracias lo que proviene de su creaci\u00f3n\u00bb (S. Ireneo, haer. 4, 18, 4; cf. Ml 1,11). La presentaci\u00f3n de las ofrendas en el altar hace suyo el gesto de Melquisedec y pone los dones del Creador en las manos de Cristo. El es quien, en su sacrificio, lleva a la perfecci\u00f3n todos los intentos humanos de ofrecer sacrificios.<\/p>

                                                  1351\u00a0 Desde el principio, junto con el pan y el vino para la Eucarist\u00eda, los cristianos presentan tambi\u00e9n sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad. Esta costumbre de la colecta (cf 1 Co 16,1), siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos (cf 2 Co 8,9):<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los que son ricos y lo desean, cada uno seg\u00fan lo que se ha impuesto; lo que es recogido es entregado al que preside, y \u00e9l atiende a los hu\u00e9rfanos y viudas, a los que la enfermedad u otra causa priva de recursos, los presos, los inmigrantes y, en una palabra, socorre a todos los que est\u00e1n en necesidad (S. Justino, apol. 1, 67,6).<\/p>

                                                  1352 La An\u00e1fora: Con la plegaria eucar\u00edstica, oraci\u00f3n de acci\u00f3n de gracias y de consagraci\u00f3n llegamos al coraz\u00f3n y a la cumbre de la celebraci\u00f3n:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 En el prefacio, la Iglesia da gracias al Padre, por Cristo, en el Esp\u00edritu Santo, por todas sus obras , por la creaci\u00f3n, la redenci\u00f3n y la santificaci\u00f3n. Toda la asamblea se une entonces a la alabanza incesante que la Iglesia celestial, los \u00e1ngeles y todos los santos, cantan al Dios tres veces santo;<\/p>

                                                  1353 \u2013 En la ep\u00edclesis, la Iglesia pide al Padre que env\u00ede su Esp\u00edritu Santo (o el poder de su bendici\u00f3n (cf MR, canon romano, 90) sobre el pan y el vino, para que se conviertan por su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y que quienes toman parte en la Eucarist\u00eda sean un solo cuerpo y un solo esp\u00edritu (algunas tradiciones lit\u00fargicas colocan la ep\u00edclesis despu\u00e9s de la an\u00e1mnesis);<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 en el relato de la instituci\u00f3n, la fuerza de las palabras y de la acci\u00f3n de Cristo y el poder del Esp\u00edritu Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de vino su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez para siempre;<\/p>

                                                  1354 \u2013 en la an\u00e1mnesis que sigue, la Iglesia hace memoria de la pasi\u00f3n, de la resurrecci\u00f3n y del retorno glorioso de Cristo Jes\u00fas; presenta al Padre la ofrenda de su Hijo que nos reconcilia con \u00e9l;<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013\u00a0 en las intercesiones, la Iglesia expresa que la Eucarist\u00eda se celebra en comuni\u00f3n con toda la Iglesia del cielo y de la tierra, de los vivos y de los difuntos, y en comuni\u00f3n con los pastores de la Iglesia, el Papa, el obispo de la di\u00f3cesis, su presbiterio y sus di\u00e1conos y todos los obispos del mundo entero con sus iglesias.<\/p>

                                                  1355 En la comuni\u00f3n, precedida por la oraci\u00f3n del Se\u00f1or y de la fracci\u00f3n del pan, los fieles reciben \u00abel pan del cielo\u00bb y \u00abel c\u00e1liz de la salvaci\u00f3n\u00bb, el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se entreg\u00f3 \u00abpara la vida del mundo\u00bb (Jn 6,51):<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Porque este pan y este vino han sido, seg\u00fan la expresi\u00f3n antigua \u00abeucaristizados\u00bb, \u00abllamamos a este alimento Eucarist\u00eda y nadie puede tomar parte en \u00e9l si no cree en la verdad de lo que se ense\u00f1a entre nosotros, si no ha recibido el ba\u00f1o para el perd\u00f3n de los pecados y el nuevo nacimiento, y si no vive seg\u00fan los preceptos de Cristo\u00bb (S. Justino, apol. 1, 66,1-2).<\/p>

                                                  V\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL SACRIFICIO SACRAMENTAL: ACCION DE GRACIAS,<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 MEMORIAL, PRESENCIA.<\/p>

                                                  1356 Si los cristianos celebran la Eucarist\u00eda desde los or\u00edgenes, y de forma que, en su substancia, no ha cambiado a trav\u00e9s de la gran diversidad de \u00e9pocas y de liturgias, sucede porque sabemos que estamos sujetos al mandato del Se\u00f1or, dado la v\u00edspera de su pasi\u00f3n: \u00abhaced esto en memoria m\u00eda\u00bb (1 Co 11,24-25).<\/p>

                                                  1357 Cumplimos este mandato del Se\u00f1or celebrando el memorial de su sacrificio. Al hacerlo,\u00a0 ofrecemos al Padre lo que \u00e9l mismo nos ha dado: los dones de su Creaci\u00f3n, el pan y el vino, convertidos por el poder del Esp\u00edritu Santo y las palabras de Cristo, en el Cuerpo y la Sangre del mismo Cristo: As\u00ed Cristo se hace real y misteriosamente presente<\/p>

                                                  1358 Por tanto, debemos considerar la Eucarist\u00eda<\/p>

                                                  \u2013 como acci\u00f3n de gracias y alabanza al Padre<\/p>

                                                  \u2013 como memorial del sacrificio de Cristo y de su Cuerpo,<\/p>

                                                  \u2013 como presencia de Cristo por el poder de su Palabra y de su\u00a0 Esp\u00edritu.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La acci\u00f3n de gracias y la alabanza al Padre<\/p>

                                                  1359 La Eucarist\u00eda, sacramento de nuestra salvaci\u00f3n realizada por Cristo en la cruz, es tambi\u00e9n un sacrificio de alabanza en acci\u00f3n de gracias por la obra de la creaci\u00f3n. En el sacrificio eucar\u00edstico, toda la creaci\u00f3n amada por Dios es presentada al Padre a trav\u00e9s de la muerte y resurrecci\u00f3n de Cristo. Por Cristo, la Iglesia puede ofrecer el sacrificio de alabanza en acci\u00f3n de gracias por todo lo que Dios ha hecho de bueno, de bello y de justo en la creaci\u00f3n y en la humanidad.<\/p>

                                                  1360 La Eucarist\u00eda es un sacrificio de acci\u00f3n de gracias al Padre, una bendici\u00f3n por la cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha realizado mediante la creaci\u00f3n, la redenci\u00f3n y la santificaci\u00f3n. \u00abEucarist\u00eda\u00bb significa, ante todo, acci\u00f3n de gracias.<\/p>

                                                  1361 La Eucarist\u00eda es tambi\u00e9n el sacrificio de alabanza por medio del cual la Iglesia canta la gloria de Dios en nombre de toda la creaci\u00f3n. Este sacrificio de alabanza s\u00f3lo es posible a trav\u00e9s de Cristo: \u00e9l une los fieles a su persona, a su alabanza y a su intercesi\u00f3n, de manera que el sacrificio de alabanza al Padre es ofrecido por\u00a0 Cristo y con Cristo para ser aceptado en\u00a0 \u00e9l.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El memorial sacrificial de Cristo y de su Cuerpo, que es la Iglesia<\/p>

                                                  1362 La Eucarist\u00eda es el memorial de la Pascua de Cristo, la actualizaci\u00f3n y la ofrenda sacramental de su \u00fanico sacrificio, en la liturgia de la Iglesia que es su Cuerpo. En todas las plegarias eucar\u00edsticas encontramos, tras las palabras de la instituci\u00f3n, una oraci\u00f3n llamada an\u00e1mnesis o memorial.<\/p>

                                                  1363 En el sentido empleado por la Sagrada Escritura, el memorial no es solamente el recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino la proclamaci\u00f3n de las maravillas que Dios ha realizado en favor de los hombres (cf Ex 13,3). En la celebraci\u00f3n lit\u00fargica, estos acontecimientos se hacen, en cierta forma, presentes y actuales. De esta manera Israel entiende su liberaci\u00f3n de Egipto: cada vez que es celebrada la pascua, los acontecimientos del Exodo se hacen presentes a la memoria de los creyentes a fin de que conformen su vida a estos acontecimientos.<\/p>

                                                  1364 El memorial recibe un sentido nuevo en el Nuevo Testamento. Cuando la Iglesia celebra la Eucarist\u00eda, hace memoria de la Pascua de Cristo y esta se hace presente: el sacrificio que Cristo ofreci\u00f3 de una vez para siempre en la cruz, permanece siempre actual (cf Hb 7,25-27): \u00abCuantas veces se renueva en el altar el sacrificio de la cruz, en el que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado, se realiza la obra de nuestra redenci\u00f3n\u00bb (LG 3).\u00a0<\/p>

                                                  1365 Por ser memorial de la Pascua de Cristo, la Eucarist\u00eda es tambi\u00e9n un sacrificio. El car\u00e1cter sacrificial de la Eucarist\u00eda se manifiesta en las palabras mismas de la instituci\u00f3n: \u00abEsto es mi Cuerpo que ser\u00e1 entregado por vosotros\u00bb y \u00abEsta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que ser\u00e1 derramada por vosotros\u00bb (Lc 22,19-20). En la Eucarist\u00eda, Cristo da el mismo cuerpo que por nosotros entreg\u00f3 en la cruz, y la sangre misma que \u00abderram\u00f3 por muchos para remisi\u00f3n de los pecados\u00bb (Mt 26,28).<\/p>

                                                  1366 La Eucarist\u00eda es, pues, un sacrificio porque representa (= hace presente) el sacrificio de la cruz, porque es su memorial y aplica\u00a0 su fruto:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (Cristo), nuestro Dios y Se\u00f1or, se ofreci\u00f3 a Dios Padre una vez por todas, muriendo como intercesor sobre el altar de la cruz, a fin de realizar para ellos (los hombres) una redenci\u00f3n eterna. Sin embargo, como su muerte no deb\u00eda poner fin a su sacerdocio (Hb 7,24.27), en la \u00faltima Cena, \u00abla noche en que fue entregado\u00bb (1 Co 11,23), quiso dejar a la Iglesia, su esposa amada, un sacrificio visible (como lo reclama la naturaleza humana), donde ser\u00eda representado el sacrificio sangriento que iba a realizarse una \u00fanica vez en la cruz cuya memoria se perpetuar\u00eda hasta el fin de los siglos (1 Co 11,23) y cuya virtud saludable se aplicar\u00eda a la redenci\u00f3n de los pecados que cometemos cada d\u00eda (Cc. de Trento: DS 1740).<\/p>

                                                  1367 El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucarist\u00eda son, pues, un \u00fanico sacrificio: \u00abEs una y la misma v\u00edctima, que se ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, que se ofreci\u00f3 a si misma entonces sobre la cruz. S\u00f3lo difiere la manera de ofrecer\u00bb: (CONCILIUM TRIDENTINUM, Sess. 22a., Doctrina de ss. Missae sacrificio, c. 2: DS 1743) \u00abY puesto que en este divino sacrificio que se realiza en la Misa, se contiene e inmola incruentamente el mismo Cristo que en el altar de la cruz \u00abse ofreci\u00f3 a s\u00ed mismo una vez de modo cruento\u00bb; \u2026este sacrificio [es] verdaderamente propiciatorio\u00bb (Ibid).<\/p>

                                                  1368 La Eucarist\u00eda es igualmente el sacrificio de la Iglesia. La Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, participa en la ofrenda de su Cabeza. Con \u00e9l, ella se ofrece totalmente. Se une a su intercesi\u00f3n ante el Padre por todos los hombres. En la Eucarist\u00eda, el sacrificio de Cristo es tambi\u00e9n el sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oraci\u00f3n y su trabajo se unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren as\u00ed un valor nuevo. El sacrificio de Cristo, presente sobre el altar, da a todas alas generaciones de cristianos la posibilidad de unirse a su ofrenda.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En las catacumbas, la Iglesia es con frecuencia representada como una mujer en oraci\u00f3n, los brazos extendidos en actitud de orante. Como Cristo que extendi\u00f3 los brazos sobre la cruz, por \u00e9l, con \u00e9l y en \u00e9l, la Iglesia se ofrece e intercede por todos los hombres.<\/p>

                                                  1369 Toda la Iglesia se une a la ofrenda y a la intercesi\u00f3n de Cristo. Encargado del ministerio de Pedro en la Iglesia, el Papa es asociado a toda celebraci\u00f3n de la Eucarist\u00eda en la que es nombrado como signo y servidor de la unidad de la Iglesia universal. El obispo del lugar es siempre responsable de la Eucarist\u00eda, incluso cuando es presidida por un presb\u00edtero; el nombre del obispo se pronuncia en ella para significar su presidencia de la Iglesia particular en medio del presbiterio y con la asistencia de los di\u00e1conos. La comunidad intercede tambi\u00e9n por todos los ministros que, por ella y con ella, ofrecen el sacrificio eucar\u00edstico:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Que s\u00f3lo sea considerada como leg\u00edtima la eucarist\u00eda que se hace bajo la presidencia del obispo o de quien \u00e9l ha se\u00f1alado para ello (S. Ignacio de Antioqu\u00eda, Smyrn. 8,1).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por medio del ministerio de los presb\u00edteros, se realiza a la perfecci\u00f3n el sacrificio espiritual de los fieles en uni\u00f3n con el sacrificio de Cristo, \u00fanico Mediador. Este, en nombre de toda la Iglesia, por manos de los presb\u00edteros, se ofrece incruenta y sacramentalmente en la Eucarist\u00eda, hasta que el Se\u00f1or venga (PO 2).<\/p>

                                                  1370 A la ofrenda de Cristo se unen no s\u00f3lo los miembros que est\u00e1n todav\u00eda aqu\u00ed abajo, sino tambi\u00e9n los que est\u00e1n ya en la gloria del cielo: La Iglesia ofrece el sacrificio eucar\u00edstico en comuni\u00f3n con la sant\u00edsima Virgen Mar\u00eda y haciendo memoria de ella as\u00ed como de todos los santos y santas. En la Eucarist\u00eda, la Iglesia, con Mar\u00eda, est\u00e1 como al pie de la cruz, unida a la ofrenda y a la intercesi\u00f3n de Cristo.<\/p>

                                                  1371\u00a0 El sacrificio eucar\u00edstico es tambi\u00e9n ofrecido por los fieles difuntos \u00abque han muerto en Cristo y todav\u00eda no est\u00e1n plenamente purificados\u00bb (Cc. de Trento: DS 1743), para que puedan entrar en la luz y la paz de Cristo:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Enterrad este cuerpo en cualquier parte; no os preocupe m\u00e1s su cuidado; solamente os ruego que, dondequiera que os hallareis, os acord\u00e9is de mi ante el altar del Se\u00f1or (S. M\u00f3nica, antes de su muerte, a S. Agust\u00edn y\u00a0 su hermano; Conf. 9,9,27).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 A continuaci\u00f3n oramos (en la an\u00e1fora) por los santos padres y obispos difuntos, y en general por todos los que han muerto antes que nosotros, creyendo que ser\u00e1 de gran provecho para las almas, en favor de las cuales es ofrecida la s\u00faplica, mientras se halla presente la santa y adorable v\u00edctima…Presentando a Dios nuestras s\u00faplicas por los que han muerto, aunque fuesen pecadores,… presentamos a Cristo inmolado por nuestros pecados, haciendo propicio para ellos y para nosotros al Dios amigo de los hombres (s. Cirilo de Jerusal\u00e9n, Cateq. mist. 5, 9.10).<\/p>

                                                  1372 S. Agust\u00edn ha resumido admirablemente esta doctrina que nos impulsa a una participaci\u00f3n cada vez m\u00e1s completa en el sacrificio de nuestro Redentor que celebramos en la Eucarist\u00eda:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Esta ciudad plenamente rescatada, es decir, la asamblea y la sociedad de los santos, es ofrecida a Dios como un sacrificio universal por el Sumo Sacerdote que, bajo la forma de esclavo, lleg\u00f3 a ofrecerse por nosotros en su pasi\u00f3n, para hacer de nosotros el cuerpo de una tan gran Cabeza…Tal es el sacrificio de los cristianos: \u00absiendo muchos, no formamos m\u00e1s que un s\u00f3lo cuerpo en Cristo\u00bb (Rm 12,5). Y este sacrificio, la Iglesia no cesa de reproducirlo en el Sacramento del altar bien conocido de los fieles, donde se muestra que en lo que ella ofrece se ofrece a s\u00ed misma (civ. 10,6).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La presencia de Cristo por el poder de su Palabra y del Esp\u00edritu Santo<\/p>

                                                  1373 \u00abCristo Jes\u00fas que muri\u00f3, resucit\u00f3, que est\u00e1 a la derecha de Dios e intercede por nosotros\u00bb (Rm 8,34), est\u00e1 presente de m\u00faltiples maneras en su Iglesia (cf LG 48): en su Palabra, en la oraci\u00f3n de su Iglesia, \u00aball\u00ed donde dos o tres est\u00e9n reunidos en mi nombre\u00bb (Mt 18,20), en los pobres, los enfermos, los presos (Mt 25,31-46), en los sacramentos de los que \u00e9l es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, \u00absobre todo, (est\u00e1 presente) bajo las especies eucar\u00edsticas\u00bb (SC 7).<\/p>

                                                  1374 El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucar\u00edsticas es singular. Eleva la eucarist\u00eda por encima de todos los sacramentos y hace de ella \u00abcomo la perfecci\u00f3n de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., s.th. 3, 73, 3). En el sant\u00edsimo sacramento de la Eucarist\u00eda est\u00e1n \u00abcontenidos verdadera, real y substancialmente\u00bb el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Se\u00f1or Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero\u00bb (Cc. de Trento: DS 1651). \u00abEsta presencia se denomina `real’, no a t\u00edtulo exclusivo, como si las otras presencias no fuesen `reales’, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente\u00bb (MF 39).<\/p>

                                                  1375 Mediante la conversi\u00f3n del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo para obrar esta conversi\u00f3n. As\u00ed, S. Juan Cris\u00f3stomo declara que:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas (Prod. Jud. 1,6).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y S. Ambrosio dice respecto a esta conversi\u00f3n:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendici\u00f3n ha consagrado, y de que la fuerza de la bendici\u00f3n supera a la de la naturaleza, porque por la bendici\u00f3n la naturaleza misma resulta cambiada…La palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no exist\u00eda, \u00bfno podr\u00eda cambiar las cosas existentes en lo que no eran todav\u00eda? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambi\u00e1rsela (myst. 9,50.52).<\/p>

                                                  1376 El Concilio de Trento resume la fe cat\u00f3lica cuando afirma: \u00abPorque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrec\u00eda bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicci\u00f3n, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagraci\u00f3n del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Se\u00f1or y de toda la substancia del vino en la substancia de su sangre; la Iglesia cat\u00f3lica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciaci\u00f3n\u00bb (DS 1642).<\/p>

                                                  1377 La presencia eucar\u00edstica de Cristo comienza en el momento de la consagraci\u00f3n y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucar\u00edsticas. Cristo est\u00e1 todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracci\u00f3n del pan no divide a Cristo (cf Cc. de Trento: DS 1641).<\/p>

                                                  1378 El culto de la Eucarist\u00eda. En la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de vino, entre otras maneras, arrodill\u00e1ndonos o inclin\u00e1ndonos\u00a0 profundamente en se\u00f1al de adoraci\u00f3n al Se\u00f1or. \u00abLa Iglesia cat\u00f3lica ha dado y continua dando este culto de adoraci\u00f3n que se debe al sacramento de la Eucarist\u00eda no solamente durante la misa, sino tambi\u00e9n fuera de su celebraci\u00f3n: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, present\u00e1ndolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llev\u00e1ndolas en procesi\u00f3n\u00bb (MF\u00a0 56).<\/p>

                                                  1379 El Sagrario (tabern\u00e1culo) estaba primeramente destinado a guardar dignamente la Eucarist\u00eda para que pudiera ser llevada a los enfermos\u00a0 y ausentes fuera de la misa. Por la profundizaci\u00f3n de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucarist\u00eda, la Iglesia tom\u00f3 conciencia del sentido de la adoraci\u00f3n silenciosa del Se\u00f1or presente bajo las especies eucar\u00edsticas. Por eso, el sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de la presencia real de Cristo en el santo sacramento.<\/p>

                                                  1380 Es grandemente admirable que Cristo haya querido hacerse presente en su Iglesia de esta singular manera. Puesto que Cristo iba a dejar a los suyos bajo su forma visible, quiso darnos su presencia sacramental; puesto que iba a ofrecerse en la cruz por muestra salvaci\u00f3n, quiso que tuvi\u00e9ramos el memorial del amor con que nos hab\u00eda amado \u00abhasta el fin\u00bb (Jn 13,1), hasta el don de su vida. En efecto, en su presencia eucar\u00edstica permanece misteriosamente en medio de nosotros como quien nos am\u00f3 y se entreg\u00f3 por nosotros (cf Ga 2,20), y se queda bajo los signos que expresan y comunican este amor:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucar\u00edstico. Jes\u00fas nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoraci\u00f3n, en la contemplaci\u00f3n llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoraci\u00f3n. (Juan Pablo II, lit. Dominicae Cenae, 3).<\/p>

                                                  1381 \u00abLa presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento, `no se conoce por los sentidos, dice S. Tom\u00e1s, sino solo por la fe , la cual se apoya en la autoridad de Dios’. Por ello, comentando el texto de S. Lucas 22,19: `Esto es mi Cuerpo que ser\u00e1 entregado por vosotros’, S. Cirilo declara: `No te preguntes si esto es verdad, sino acoge m\u00e1s bien con fe las palabras del Se\u00f1or, porque \u00e9l, que es la Verdad, no miente\u00bb (S. Tom\u00e1s de Aquino, s.th. 3,75,1, citado por Pablo VI, MF 18):<\/p>

                                                  Adoro te devote, latens Deitas,<\/p>

                                                  Quae sub his figuris vere latitas:<\/p>

                                                  Tibi se cor meum totum subjicit,<\/p>

                                                  Quia te contemplans totum deficit.<\/p>

                                                  Visus, gustus, tactus in te fallitur,<\/p>

                                                  Sed auditu solo tuto creditur:<\/p>

                                                  Credo quidquod dixit Dei Filius:<\/p>

                                                  Nil hoc Veritatis verbo verius.<\/p>

                                                  (Ad\u00f3rote devotamente, oculta Deidad,<\/p>

                                                  que bajo estas sagradas especies te ocultas verdaderamente:<\/p>

                                                  A ti mi coraz\u00f3n totalmente se somete,<\/p>

                                                  pues al contemplarte, se siente desfallecer por completo.<\/p>

                                                  La vista, el tacto, el gusto, son aqu\u00ed falaces;<\/p>

                                                  s\u00f3lo con el o\u00eddo se llega a tener fe segura.<\/p>

                                                  Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios,<\/p>

                                                  nada m\u00e1s verdadero que esta palabra de Verdad.)<\/p>

                                                  VI\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL BANQUETE PASCUAL<\/p>

                                                  1382 La misa es, a la vez e inseparablemente, el memorial sacrificial en que se perpet\u00faa el sacrificio de la cruz, y el banquete sagrado de la comuni\u00f3n en el Cuerpo y la Sangre del Se\u00f1or. Pero la celebraci\u00f3n del sacrificio eucar\u00edstico est\u00e1 totalmente orientada hacia la uni\u00f3n \u00edntima de los fieles con Cristo por medio de la comuni\u00f3n. Comulgar es recibir a Cristo mismo que se ofrece por nosotros.<\/p>

                                                  1383 El altar, en torno al cual la Iglesia se re\u00fane en la celebraci\u00f3n de la Eucarist\u00eda, representa los dos aspectos de un mismo misterio: el altar del sacrificio y la mesa del Se\u00f1or, y esto, tanto m\u00e1s cuanto que el altar cristiano es el s\u00edmbolo de Cristo mismo, presente en medio de la asamblea de sus fieles, a la vez como la v\u00edctima ofrecida por nuestra reconciliaci\u00f3n y como alimento celestial que se nos da. \u00ab\u00bfQu\u00e9 es, en efecto, el altar de Cristo sino la imagen del Cuerpo de Cristo?\u00bb, dice S. Ambrosio (sacr. 5,7), y en otro lugar: \u00abEl altar representa el Cuerpo (de Cristo), y el Cuerpo de Cristo est\u00e1 sobre el altar\u00bb (sacr. 4,7). La liturgia expresa esta unidad del sacrificio y de la comuni\u00f3n en numerosas oraciones. As\u00ed, la Iglesia de Roma ora en su an\u00e1fora:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia hasta el altar del cielo, por manos de tu \u00e1ngel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aqu\u00ed de este altar, seamos colmados de gracia y bendici\u00f3n.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cTomad y comed todos de \u00e9l\u201d: la comuni\u00f3n<\/p>

                                                  1384 El Se\u00f1or nos dirige una invitaci\u00f3n urgente a recibirle en el sacramento de la Eucarist\u00eda: \u00abEn verdad en verdad os digo: si no com\u00e9is la carne del Hijo del hombre, y no beb\u00e9is su sangre, no tendr\u00e9is vida en vosotros\u00bb (Jn 6,53).<\/p>

                                                  1385 Para responder a esta invitaci\u00f3n, debemos prepararnos para este momento tan grande y\u00a0 santo. S. Pablo exhorta a un examen de conciencia: \u00abQuien coma el pan o beba el c\u00e1liz del Se\u00f1or indignamente, ser\u00e1 reo del Cuerpo y de la Sangre del Se\u00f1or. Exam\u00ednese, pues, cada cual, y coma entonces del pan y beba del c\u00e1liz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo\u00bb ( 1 Co 11,27-29). Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliaci\u00f3n antes de acercarse a comulgar.<\/p>

                                                  1386 Ante la grandeza de este sacramento, el fiel s\u00f3lo puede repetir humildemente y con fe ardiente las palabras del Centuri\u00f3n (cf Mt 8,8): \u00abSe\u00f1or, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastar\u00e1 para sanarme\u00bb. En la Liturgia de S. Juan Cris\u00f3stomo, los fieles oran con el mismo esp\u00edritu:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hazme comulgar hoy en tu cena m\u00edstica, oh Hijo de Dios. Porque no dir\u00e9 el secreto a tus enemigos ni te dar\u00e9 el beso de Judas. Sino que, como el buen ladr\u00f3n, te digo: Acu\u00e9rdate de m\u00ed, Se\u00f1or, en tu Reino.<\/p>

                                                  1387 Para prepararse convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben observar el ayuno prescrito por la Iglesia (cf CIC can. 919). Por la actitud corporal (gestos, vestido) se manifiesta el respeto, la solemnidad, el gozo de ese momento en que Cristo se hace nuestro hu\u00e9sped.<\/p>

                                                  1388 Es conforme al sentido mismo de la Eucarist\u00eda que los fieles, con las debidas disposiciones (cf CIC, can. 916), comulguen cuando participan en la misa (cf CIC, can 917. Los fieles, en el mismo d\u00eda, pueden recibir la Sant\u00edsima Eucarist\u00eda s\u00f3lo una segunda vez: Cf PONTIFICIA COMMISSIO CODICI IURIS CANONICI AUTHENTICE INTERPRETANDO, Responsa ad proposita dubia<\/em>, 1: AAS 76 (1984) 746): \u00abSe recomienda especialmente la participaci\u00f3n m\u00e1s perfecta en la misa, recibiendo los fieles, despu\u00e9s de la comuni\u00f3n del sacerdote, del mismo sacrificio, el cuerpo del Se\u00f1or\u00bb (SC 55).<\/p>

                                                  1389 La Iglesia obliga a los fieles a participar los domingos y d\u00edas de fiesta en la divina liturgia (cf OE 15) y a recibir al menos una vez al a\u00f1o la Eucarist\u00eda, si es posible en tiempo pascual (cf CIC, can. 920), preparados por el sacramento de la Reconciliaci\u00f3n. Pero la Iglesia recomienda vivamente a los fieles recibir la santa Eucarist\u00eda los domingos y los d\u00edas de fiesta, o con m\u00e1s frecuencia a\u00fan, incluso todos los d\u00edas.<\/p>

                                                  1390 Gracias a la presencia sacramental de Cristo bajo cada una de las especies, la comuni\u00f3n bajo la sola especie de pan ya hace que se reciba todo el fruto de gracia propio de la Eucarist\u00eda. Por razones pastorales, esta manera de comulgar se ha establecido leg\u00edtimamente como la m\u00e1s habitual en el rito latino. \u00abLa comuni\u00f3n tiene una expresi\u00f3n m\u00e1s plena por raz\u00f3n del signo cuando se hace bajo las dos especies. Ya que en esa forma es donde m\u00e1s perfectamente se manifiesta el signo del banquete eucar\u00edstico\u00bb (IGMR 240). Es la forma habitual de comulgar en los ritos orientales.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los frutos de la comuni\u00f3n<\/p>

                                                  1391 La comuni\u00f3n acrecienta nuestra uni\u00f3n con Cristo. Recibir la Eucarist\u00eda en la comuni\u00f3n da como fruto principal la uni\u00f3n \u00edntima con Cristo Jes\u00fas. En efecto, el Se\u00f1or dice: \u00abQuien come mi Carne y bebe mi Sangre habita en m\u00ed y yo en \u00e9l\u00bb (Jn 6,56). La vida en Cristo encuentra su fundamento en el banquete eucar\u00edstico: \u00abLo mismo que me ha enviado el Padre, que vive, y yo vivo por el Padre, tambi\u00e9n el que me coma vivir\u00e1 por m\u00ed\u00bb (Jn 6,57):<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando en las fiestas del Se\u00f1or los fieles reciben el Cuerpo del Hijo, proclaman unos a otros la Buena Nueva de que se dan las arras de la vida, como cuando el \u00e1ngel dijo a Mar\u00eda de Magdala: \u00ab\u00a1Cristo ha resucitado!\u00bb He aqu\u00ed que ahora tambi\u00e9n la vida y la resurrecci\u00f3n son comunicadas a quien recibe a Cristo (Fanq\u00eeth, Oficio siriaco de Antioqu\u00eda, vol. I, Commun, 237 a-b).<\/p>

                                                  1392 Lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comuni\u00f3n lo realiza de manera admirable en nuestra vida espiritual. La comuni\u00f3n con la Carne de Cristo resucitado, vivificada por el Esp\u00edritu Santo y vivificante (PO 5), conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el Bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita ser alimentado por la comuni\u00f3n eucar\u00edstica, pan de nuestra peregrinaci\u00f3n, hasta el momento de la muerte, cuando nos sea dada como vi\u00e1tico.<\/p>

                                                  1393 La comuni\u00f3n nos separa del pecado. El Cuerpo de Cristo que recibimos en la comuni\u00f3n es \u00abentregado por nosotros\u00bb, y la Sangre que bebemos es \u00abderramada por muchos para el perd\u00f3n de los pecados\u00bb. Por eso la Eucarist\u00eda no puede unirnos a Cristo sin purificarnos al mismo tiempo de los pecados cometidos y preservarnos de futuros pecados:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abCada vez que lo recibimos, anunciamos la muerte del Se\u00f1or\u00bb (1 Co 11,26). Si anunciamos la muerte del Se\u00f1or, anunciamos tambi\u00e9n el perd\u00f3n de los pecados . Si cada vez que su Sangre es derramada, lo es para el perd\u00f3n de los pecados, debo recibirle siempre, para que siempre me perdone los pecados. Yo que peco siempre, debo tener siempre un remedio (S. Ambrosio, sacr. 4, 28).<\/p>

                                                  1394 Como el alimento corporal sirve para restaurar la p\u00e9rdida de fuerzas, la Eucarist\u00eda fortalece la caridad que, en la vida cotidiana, tiende a debilitarse; y esta caridad vivificada borra los pecados veniales (cf Cc. de Trento: DS 1638). D\u00e1ndose a nosotros, Cristo reaviva nuestro amor y nos hace capaces de romper los lazos desordenados con las criaturas y de arraigarnos en \u00e9l:<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Porque Cristo muri\u00f3 por nuestro amor, cuando hacemos conmemoraci\u00f3n de su muerte en nuestro sacrificio, pedimos que venga el Esp\u00edritu Santo y nos comunique el amor; suplicamos fervorosamente que aquel mismo amor que impuls\u00f3 a Cristo a dejarse crucificar por nosotros sea infundido por el Esp\u00edritu Santo en nuestro propios corazones, con objeto de que consideremos al mundo como crucificado para nosotros, y sepamos vivir crucificados para el mundo…y, llenos de caridad, muertos para el pecado vivamos para Dios (S. Fulgencio de Ruspe, Fab. 28,16-19).<\/p>

                                                  1395 Por la misma caridad que enciende en nosotros, la Eucarist\u00eda nos preserva de futuros pecados mortales. Cuanto m\u00e1s participamos en la vida de Cristo y m\u00e1s progresamos en su amistad, tanto m\u00e1s dif\u00edcil se nos har\u00e1 romper con \u00e9l por el pecado mortal. La Eucarist\u00eda no est\u00e1 ordenada al perd\u00f3n de los pecados mortales. Esto es propio del sacramento de la Reconciliaci\u00f3n. Lo propio de la Eucarist\u00eda es ser el sacramento de los que est\u00e1n en plena comuni\u00f3n con la Iglesia.<\/p>

                                                  1396 La unidad del Cuerpo m\u00edstico: La Eucarist\u00eda hace la Iglesia. Los que reciben la Eucarist\u00eda se unen m\u00e1s estrechamente a Cristo. Por ello mismo, Cristo los une a todos los fieles en un solo cuerpo: la Iglesia. La comuni\u00f3n renueva, fortifica, profundiza esta incorporaci\u00f3n a la Iglesia realizada ya por el Bautismo. En el Bautismo fuimos llamados a no formar m\u00e1s que un solo cuerpo (cf 1 Co 12,13). La Eucarist\u00eda realiza esta llamada: \u00abEl c\u00e1liz de bendici\u00f3n que bendecimos \u00bfno es acaso comuni\u00f3n con la sangre de Cristo? y el pan que partimos \u00bfno es comuni\u00f3n con el Cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan\u00bb (1 Co 10,16-17):<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Si vosotros mismos sois Cuerpo y miembros de Cristo, sois el sacramento que es puesto sobre la mesa del Se\u00f1or, y recib\u00eds este sacramento vuestro. Respond\u00e9is \u00abAm\u00e9n\u00bb (es decir, \u00abs\u00ed\u00bb, \u00abes verdad\u00bb) a lo que recib\u00eds, con lo que, respondiendo, lo reafirm\u00e1is. Oyes decir \u00abel Cuerpo de Cristo\u00bb, y respondes \u00abam\u00e9n\u00bb. Por lo tanto, se t\u00fa verdadero miembro de Cristo para que tu \u00abam\u00e9n\u00bb sea tambi\u00e9n verdadero (S. Agust\u00edn, serm. 272).<\/p>

                                                  1397 La Eucarist\u00eda entra\u00f1a un compromiso en favor de los pobres: Para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregados por nosotros debemos reconocer a Cristo en los m\u00e1s pobres, sus hermanos (cf Mt 25,40):<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Has gustado la sangre del Se\u00f1or y no reconoces a tu hermano. Deshonras esta mesa, no juzgando digno de compartir tu alimento al que ha sido juzgado digno de participar en esta mesa. Dios te ha liberado de todos los pecados y te ha invitado a ella. Y t\u00fa, a\u00fan as\u00ed, no te has hecho m\u00e1s misericordioso (S. Juan Cris\u00f3stomo, hom. in 1 Co 27,4).<\/p>

                                                  1398 La Eucarist\u00eda y la unidad de los cristianos. Ante la grandeza de esta misterio, S. Agust\u00edn exclama: \u00abO sacramentum pietatis! O signum unitatis! O vinculum caritatis!\u00bb (\u00ab\u00a1Oh sacramento de piedad, oh signo de unidad, oh v\u00ednculo de caridad!\u00bb, Ev. Jo. 26,13; cf SC 47). Cuanto m\u00e1s dolorosamente se hacen sentir las divisiones de la Iglesia que rompen la participaci\u00f3n com\u00fan en la mesa del Se\u00f1or, tanto m\u00e1s apremiantes son las oraciones al Se\u00f1or para que lleguen los d\u00edas de la unidad completa de todos los que creen en \u00e9l.<\/p>

                                                  1399 Las Iglesias orientales que no est\u00e1n en plena comuni\u00f3n con la Iglesia cat\u00f3lica celebran la Eucarist\u00eda con gran amor. \u00abMas como estas Iglesias, aunque separadas, tienen verdaderos sacramentos, y sobre todo, en virtud de la sucesi\u00f3n apost\u00f3lica, el sacerdocio y la Eucarist\u00eda, con los que se unen a\u00fan m\u00e1s con nosotros con v\u00ednculo estrech\u00edsimo\u00bb (UR 15). Una cierta comuni\u00f3n in sacris, por tanto, en la Eucarist\u00eda, \u00abno solamente es posible, sino que se aconseja…en circunstancias oportunas y aprob\u00e1ndolo la autoridad eclesi\u00e1stica\u00bb (UR 15, cf CIC can. 844,3).<\/p>

                                                  1400\u00a0\u00a0 Las comunidades eclesiales nacidas de la Reforma, separadas de la Iglesia cat\u00f3lica, \u00absobre todo por defecto del sacramento del orden, no han conservado la sustancia genuina e \u00edntegra del Misterio eucar\u00edstico\u00bb (UR 22). Por esto, para la Iglesia cat\u00f3lica, la intercomuni\u00f3n eucar\u00edstica con estas comunidades no es posible. Sin embargo, estas comunidades eclesiales \u00abal conmemorar en la Santa Cena la muerte y la resurrecci\u00f3n del Se\u00f1or, profesan que en la comuni\u00f3n de Cristo se significa la vida, y esperan su venida gloriosa\u00bb (UR 22).<\/p>

                                                  1401 Si, a juicio del ordinario, se presenta una necesidad grave, los ministros cat\u00f3licos pueden administrar los sacramentos (eucarist\u00eda, penitencia, unci\u00f3n de los enfermos) a cristianos que no est\u00e1n en plena comuni\u00f3n con la Iglesia cat\u00f3lica, pero que piden estos sacramentos con deseo y rectitud: en tal caso se precisa que profesen la fe cat\u00f3lica respecto a estos sacramentos y est\u00e9n bien dispuestos (cf CIC, can. 844,4).<\/p>

                                                  VII\u00a0\u00a0\u00a0 LA EUCARISTIA,\u00a0 \u00abPIGNUS FUTURAE GLORIAE\u00bb<\/p>

                                                  1402 En una antigua oraci\u00f3n, la Iglesia aclama el misterio de la Eucarist\u00eda: \u00abO sacrum convivium in quo Christus sumitur. Recolitur memoria passionis eius; mens impletur gratia et futurae gloriae nobis pignus datur\u00bb (\u00ab\u00a1Oh sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida; se celebra el memorial de su pasi\u00f3n; el alma se llena de gracia, y se nos da la prenda de la gloria futura!\u00bb). Si la Eucarist\u00eda es el memorial de la Pascua del Se\u00f1or y si por nuestra comuni\u00f3n en el altar somos colmados \u00abde toda bendici\u00f3n celestial y gracia\u00bb (MR, Canon Romano 96: \u00abSupplices te rogamus\u00bb), la Eucarist\u00eda es tambi\u00e9n la anticipaci\u00f3n de la gloria celestial.<\/p>

                                                  1403 En la \u00faltima cena, el Se\u00f1or mismo atrajo la atenci\u00f3n de sus disc\u00edpulos hacia el cumplimiento de la Pascua en el reino de Dios: \u00abY os digo que desde ahora no beber\u00e9 de este fruto de la vid hasta el d\u00eda en que lo beba con vosotros, de nuevo, en el Reino de mi Padre\u00bb (Mt 26,29; cf. Lc 22,18; Mc 14,25). Cada vez que la Iglesia celebra la Eucarist\u00eda recuerda esta promesa y su mirada se dirige hacia \u00abel que viene\u00bb (Ap 1,4). En su oraci\u00f3n, implora su venida: \u00abMaran atha\u00bb (1 Co 16,22), \u00abVen, Se\u00f1or Jes\u00fas\u00bb (Ap 22,20), \u00abque tu gracia venga y que este mundo pase\u00bb (Didach\u00e9 10,6).<\/p>

                                                  1404 La Iglesia sabe que, ya ahora, el Se\u00f1or viene en su Eucarist\u00eda y que est\u00e1 ah\u00ed en medio de nosotros. Sin embargo, esta presencia est\u00e1 velada. Por eso celebramos la Eucarist\u00eda \u00abexpectantes beatam spem et adventum Salvatoris nostri Jesu Christi\u00bb (\u00abMientras esperamos la gloriosa venida de Nuestro Salvador Jesucristo\u00bb, Embolismo despu\u00e9s del Padre Nuestro; cf Tt 2,13), pidiendo entrar \u00aben tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; all\u00ed enjugar\u00e1s las l\u00e1grimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como t\u00fa eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas, por Cristo, Se\u00f1or Nuestro\u00bb (MR, Plegaria Eucar\u00edstica 3, 128: oraci\u00f3n por los difuntos).<\/p>

                                                  1405 De esta gran esperanza, la de los cielos nuevos y la tierra nueva en los que habitar\u00e1 la justicia (cf 2 P 3,13), no tenemos prenda m\u00e1s segura, signo m\u00e1s manifiesto que la Eucarist\u00eda. En efecto, cada vez que se celebra este misterio, \u00abse realiza la obra de nuestra redenci\u00f3n\u00bb (LG 3) y \u00abpartimos un mismo pan que es remedio de inmortalidad, ant\u00eddoto para no morir, sino para vivir en Jesucristo para siempre\u00bb (S. Ignacio de Antioqu\u00eda, Eph 20,2).<\/p>

                                                  RESUMEN<\/p>

                                                  1406\u00a0\u00a0 Jes\u00fas dijo: \u00abYo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivir\u00e1 para siempre…el que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna…permanece en m\u00ed y yo en \u00e9l\u00bb (Jn 6, 51.54.56).<\/p>

                                                  1407 La Eucarist\u00eda es el coraz\u00f3n y la cumbre de la vida de la Iglesia, pues en ella Cristo asocia su Iglesia y todos sus miembros a su sacrificio de alabanza y acci\u00f3n de gracias ofrecido una vez por todas en la cruz a su Padre; por medio de este sacrificio derrama las gracias de la salvaci\u00f3n sobre su Cuerpo, que es la Iglesia.<\/p>

                                                  1408\u00a0\u00a0 La celebraci\u00f3n eucar\u00edstica comprende siempre: la proclamaci\u00f3n de la Palabra de Dios, la acci\u00f3n de gracias a Dios Padre por todos sus beneficios, sobre todo por el don de su Hijo, la consagraci\u00f3n del pan y del vino y la participaci\u00f3n en el banquete lit\u00fargico por la recepci\u00f3n del Cuerpo y de la Sangre del Se\u00f1or: estos elementos constituyen un solo y mismo acto de culto.<\/p>

                                                  1409\u00a0\u00a0 La Eucarist\u00eda es el memorial de la Pascua de Cristo, es decir, de la obra de la salvaci\u00f3n realizada por la vida, la muerte y la resurrecci\u00f3n de Cristo, obra que se hace presente por la acci\u00f3n lit\u00fargica.<\/p>

                                                  1410 Es Cristo mismo, sumo sacerdote y eterno de la nueva Alianza, quien, por el ministerio de los sacerdotes, ofrece el sacrificio eucar\u00edstico. Y es tambi\u00e9n el mismo Cristo, realmente presente bajo las especies del pan y del vino, la ofrenda del sacrificio eucar\u00edstico.<\/p>

                                                  1411\u00a0 S\u00f3lo los presb\u00edteros v\u00e1lidamente ordenados pueden presidir la Eucarist\u00eda y consagrar el pan y el vino para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre del Se\u00f1or.<\/p>

                                                  1412\u00a0 Los signos esenciales del sacramento eucar\u00edstico son pan de trigo y vino de vid, sobre los cuales es invocada la bendici\u00f3n del Esp\u00edritu Santo y el presb\u00edtero pronuncia las palabras de la consagraci\u00f3n dichas por Jes\u00fas en la \u00faltima cena: \u00abEsto es mi Cuerpo entregado por vosotros…Este es el c\u00e1liz de mi Sangre…\u00bb<\/p>

                                                  1413\u00a0 Por la consagraci\u00f3n se realiza la transubstanciaci\u00f3n del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso, est\u00e1 presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad (cf Cc. de Trento: DS 1640; 1651).<\/p>

                                                  1414 En cuanto sacrificio, la Eucarist\u00eda es ofrecida tambi\u00e9n en reparaci\u00f3n de los pecados de los vivos y los difuntos, y para obtener de Dios beneficios espirituales o temporales.<\/p>

                                                  1415\u00a0 El que quiere recibir a Cristo en la Comuni\u00f3n eucar\u00edstica debe hallarse en estado de gracia. Si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente no debe acercarse a la Eucarist\u00eda sin haber recibido previamente la absoluci\u00f3n en el sacramento de la Penitencia.<\/p>

                                                  1416 La Sagrada Comuni\u00f3n del Cuerpo y de la Sangre de Cristo acrecienta la uni\u00f3n del comulgante con el Se\u00f1or, le perdona los pecados veniales y lo preserva de pecados graves. Puesto que los lazos de caridad entre el comulgante y Cristo son reforzados, la recepci\u00f3n de este sacramento fortalece la unidad de la Iglesia, Cuerpo m\u00edstico de Cristo.<\/p>

                                                  1417\u00a0 La Iglesia recomienda vivamente a los fieles que reciban la sagrada comuni\u00f3n cuando participan en la celebraci\u00f3n de la Eucarist\u00eda; y les impone la obligaci\u00f3n de hacerlo al menos una vez al a\u00f1o.<\/p>

                                                  1418 Puesto que Cristo mismo est\u00e1 presente en el Sacramento del Altar es preciso honrarlo con culto de adoraci\u00f3n. \u00abLa visita al Sant\u00edsimo Sacramento es una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoraci\u00f3n hacia Cristo, nuestro Se\u00f1or\u00bb (MF).<\/p>

                                                  1419 Cristo, que pas\u00f3 de este mundo al Padre, nos da en la Eucarist\u00eda la prenda de la gloria que tendremos junto a \u00e9l: la participaci\u00f3n en el Santo Sacrificio nos identifica con su Coraz\u00f3n, sostiene nuestras fuerzas a lo largo del peregrinar de esta vida, nos hace desear la Vida eterna y nos une ya desde ahora a la Iglesia del cielo, a la Santa Virgen Mar\u00eda y a todos los santos.<\/p>

                                                  CAPITULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE CURACION<\/p>

                                                  1420 Por los sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana, el hombre recibe la vida nueva de Cristo. Ahora bien, esta vida la llevamos en \u00abvasos de barro\u00bb (2 Co 4,7). Actualmente est\u00e1 todav\u00eda \u00abescondida con Cristo en Dios\u00bb (Col 3,3). Nos hallamos a\u00fan en \u00abnuestra morada terrena\u00bb (2 Co 5,1), sometida al sufrimiento, a la enfermedad y a la muerte. Esta vida nueva de hijo de Dios puede ser debilitada e incluso perdida por el pecado.<\/p>

                                                  1421\u00a0 El Se\u00f1or Jesucristo, m\u00e9dico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, que perdon\u00f3 los pecados al paral\u00edtico y le devolvi\u00f3 la salud del cuerpo (cf Mc 2,1-12), quiso que su Iglesia continuase, en la fuerza del Esp\u00edritu Santo, su obra de curaci\u00f3n y de salvaci\u00f3n, incluso en sus propios miembros. Este es finalidad de los dos sacramentos de curaci\u00f3n: del sacramento de la Penitencia y de la Unci\u00f3n de los enfermos.<\/p>

                                                  Art\u00edculo 4\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y DE LA RECONCILIACION<\/p>

                                                  1422 \u00abLos que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perd\u00f3n de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo,\u00a0 se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversi\u00f3n con su amor, su ejemplo y sus oraciones\u00bb (LG 11).<\/p>

                                                  I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL NOMBRE DE ESTE SACRAMENTO<\/p>

                                                  1423 Se le denomina sacramento de conversi\u00f3n porque realiza sacramentalmente la llamada de Jes\u00fas a la conversi\u00f3n (cf Mc 1,15), la vuelta al Padre (cf Lc 15,18) del que el hombre se hab\u00eda alejado por el pecado.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Se denomina sacramento de la Penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial de conversi\u00f3n, de arrepentimiento y de reparaci\u00f3n por parte del cristiano pecador.<\/p>

                                                  1424 Es llamado sacramento de la confesi\u00f3n porque la declaraci\u00f3n o manifestaci\u00f3n, la confesi\u00f3n de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. En un sentido profundo este sacramento es tambi\u00e9n una \u00abconfesi\u00f3n\u00bb, reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre pecador.<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Se le llama sacramento del perd\u00f3n porque, por la absoluci\u00f3n sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente \u00abel perd\u00f3n y la paz\u00bb (OP, f\u00f3rmula de la absoluci\u00f3n).<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Se le denomina sacramento de reconciliaci\u00f3n porque otorga al pecador el amor de Dios que reconcilia: \u00abDejaos reconciliar con Dios\u00bb (2 Co 5,20). El que vive del amor misericordioso de Dios est\u00e1 pronto a responder a la llamada del Se\u00f1or: \u00abVe primero a reconciliarte con tu hermano\u00bb (Mt 5,24).<\/p>

                                                  II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 POR QU\u00c9 UN SACRAMENTO DE LA RECONCILIACION<\/p>

                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0DESPUES DEL BAUTISMO<\/p>

                                                  1425 \u00abHab\u00e9is sido lavados, hab\u00e9is sido santificados, hab\u00e9is sido justificados en el nombre del Se\u00f1or Jesucristo y por el Esp\u00edritu de nuestro Dios\u00bb (1 Co 6,11). Es preciso darse cuenta de la grandeza del don de Dios que se nos hace en los sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana para comprender hasta qu\u00e9 punto el pecado es algo que no cabe en aqu\u00e9l que \u00abse ha revestido de Cristo\u00bb (Ga 3,27). Pero el ap\u00f3stol S. Juan dice tambi\u00e9n: \u00abSi decimos: `no tenemos pecado’, nos enga\u00f1amos y la verdad no est\u00e1 en nosotros\u00bb (1 Jn 1,8). Y el Se\u00f1or mismo nos ense\u00f1\u00f3 a orar: \u00abPerdona nuestras ofensas\u00bb (Lc 11,4) uniendo el perd\u00f3n mutuo de nuestras ofensas al perd\u00f3n que Dios conceder\u00e1 a nuestros pecados.<\/p>

                                                  1426 La conversi\u00f3n a Cristo, el nuevo nacimiento por el Bautismo, el don del Esp\u00edritu Santo, el Cuerpo y la Sangre de Cristo recibidos como alimento nos han hecho \u00absantos e inmaculados ante \u00e9l\u00bb (Ef 1,4), como la Iglesia misma, esposa de Cristo, es \u00absanta e inmaculada ante \u00e9l\u00bb (Ef 5,27). Sin embargo, la vida nueva recibida en la iniciaci\u00f3n cristiana no suprimi\u00f3 la fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana, ni la inclinaci\u00f3n al pecado que la tradici\u00f3n llama concupiscencia, y que permanece en los bautizados a fin de que sirva de prueba en ellos en el combate de la vida cristiana ayudados por la gracia de Dios (cf DS 1515). Esta lucha es la de la conversi\u00f3n\u00a0 con miras a la santidad y la vida eterna a la que el Se\u00f1or no cesa de llamarnos (cf DS 1545; LG 40).<\/p>

                                                  III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CONVERSION DE LOS BAUTIZADOS<\/p>

                                                  1427 Jes\u00fas llama a la conversi\u00f3n. Esta llamada es una parte esencial del anuncio del Reino: \u00abEl tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios est\u00e1 cerca; convert\u00edos y creed en la Buena Nueva\u00bb (Mc 1,15). En la predicaci\u00f3n de la Iglesia, esta llamada se dirige primeramente a los que no conocen todav\u00eda a Cristo y su Evangelio. As\u00ed, el Bautismo es el lugar principal de la conversi\u00f3n primera y fundamental. Por la fe en la Buena Nueva y por el Bautismo (cf. Hch 2,38) se renuncia al mal y se alcanza la salvaci\u00f3n, es decir, la remisi\u00f3n de todos los pecados y el don de la vida nueva.<\/p>

                                                  1428 Ahora bien, la llamada de Cristo a la conversi\u00f3n sigue resonando en la vida de los cristianos. Esta segunda conversi\u00f3n es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia que \u00abrecibe en su propio seno a los pecadores\u00bb y que siendo \u00absanta al mismo tiempo que necesitada de purificaci\u00f3n constante,busca sin cesar la penitencia y la renovaci\u00f3n\u00bb (LG 8). Este esfuerzo de conversi\u00f3n no es s\u00f3lo una obra humana. Es el movimiento del \u00abcoraz\u00f3n contrito\u00bb (Sal 51,19), atra\u00eddo y movido por la gracia (cf Jn 6,44; 12,32) a responder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero (cf 1 Jn 4,10).<\/p>

                                                  1429 De ello da testimonio la conversi\u00f3n de S. Pedro tras la triple negaci\u00f3n de su Maestro. La mirada de infinita misericordia de Jes\u00fas provoca las l\u00e1grimas del arrepentimiento (Lc 22,61) y, tras la resurrecci\u00f3n del Se\u00f1or, la triple afirmaci\u00f3n de su amor hacia \u00e9l (cf Jn 21,15-17). La segunda conversi\u00f3n tiene tambi\u00e9n una dimensi\u00f3n comunitaria. Esto aparece en la llamada del Se\u00f1or a toda la Iglesia: \u00ab\u00a1Arrepi\u00e9ntete!\u00bb (Ap 2,5.16).<\/p>

                                                  1. Ambrosio dice acerca de las dos conversiones que, en la Iglesia, \u00abexisten el agua y las l\u00e1grimas: el agua del Bautismo y las l\u00e1grimas de la Penitencia\u00bb (Ep. 41,12).<\/li><\/ol>

                                                    IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA PENITENCIA INTERIOR<\/p>

                                                    1430 Como ya en los profetas, la llamada de Jes\u00fas a la conversi\u00f3n y a la penitencia no mira, en primer lugar, a las obras exteriores \u00abel saco y la ceniza\u00bb, los ayunos y las mortificaciones, sino a la conversi\u00f3n del coraz\u00f3n, la penitencia interior. Sin ella, las obras de penitencia permanecen est\u00e9riles y enga\u00f1osas; por el contrario, la conversi\u00f3n interior impulsa a la expresi\u00f3n de esta actitud por medio de signos visibles, gestos y obras de penitencia (cf Jl 2,12-13; Is 1,16-17; Mt 6,1-6. 16-18).<\/p>

                                                    1431\u00a0 La penitencia interior es una reorientaci\u00f3n radical de toda la vida, un retorno, una conversi\u00f3n a Dios con todo nuestro coraz\u00f3n, una ruptura con el pecado, una aversi\u00f3n del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido. Al mismo tiempo, comprende el deseo y la resoluci\u00f3n de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su gracia. Esta conversi\u00f3n del coraz\u00f3n va acompa\u00f1ada de dolor y tristeza saludables que los Padres llamaron \u00abanimi cruciatus\u00bb (aflicci\u00f3n del esp\u00edritu), \u00abcompunctio cordis\u00bb (arrepentimiento del coraz\u00f3n) (cf Cc. de Trento: DS 1676-1678; 1705; Catech. R. 2, 5, 4).<\/p>

                                                    1432 El coraz\u00f3n del hombre es rudo y endurecido. Es preciso que Dios d\u00e9 al hombre un coraz\u00f3n nuevo (cf Ez 36,26-27). La conversi\u00f3n es primeramente\u00a0 una obra de la gracia de Dios que hace volver a \u00e9l nuestros corazones: \u00abConvi\u00e9rtenos, Se\u00f1or, y nos convertiremos\u00bb (Lc 5,21). Dios es quien nos da la fuerza para comenzar de nuevo. Al descubrir la grandeza del amor de Dios, nuestro coraz\u00f3n se estremece ante el horror y el peso del pecado y comienza a temer ofender a Dios por el pecado y verse separado de \u00e9l. El coraz\u00f3n humano se convierte mirando al que nuestros pecados traspasaron (cf Jn 19,37; Za 12,10).<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Tengamos los ojos fijos en la sangre de Cristo y comprendamos cu\u00e1n preciosa es a su Padre, porque, habiendo sido derramada para nuestra salvaci\u00f3n, ha conseguido para el mundo entero la gracia del arrepentimiento (S. Clem. Rom. Cor 7,4).<\/p>

                                                    1433 Despu\u00e9s de Pascua, el Esp\u00edritu Santo \u00abconvence al mundo en lo referente al pecado\u00bb (Jn 16, 8-9), a saber, que el mundo no ha cre\u00eddo en el que el Padre ha enviado. Pero este mismo Esp\u00edritu, que desvela el pecado, es el Consolador (cf Jn 15,26) que da al coraz\u00f3n del hombre la gracia del arrepentimiento y de la conversi\u00f3n (cf Hch 2,36-38; Juan Pablo II, DeV 27-48).<\/p>

                                                    V\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DIVERSAS FORMAS DE PENITENCIA EN LA VIDA CRISTIANA<\/p>

                                                    1434 La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres formas: el ayuno, la oraci\u00f3n, la limosna\u00a0 (cf. Tb 12,8; Mt 6,1-18), que expresan la conversi\u00f3n con relaci\u00f3n a s\u00ed mismo, con relaci\u00f3n a Dios y con relaci\u00f3n a los dem\u00e1s. Junto a la purificaci\u00f3n radical operada por el Bautismo o por el martirio, citan, como medio de obtener el perd\u00f3n de los pecados, los esfuerzos realizados para reconciliarse con el pr\u00f3jimo, las l\u00e1grimas de penitencia, la preocupaci\u00f3n por la salvaci\u00f3n del pr\u00f3jimo (cf St 5,20), la intercesi\u00f3n de los santos y la pr\u00e1ctica de la caridad \u00abque cubre multitud de pecados\u00bb (1 P 4,8).<\/p>

                                                    1435 La conversi\u00f3n se realiza en la vida cotidiana mediante gestos de reconciliaci\u00f3n, la atenci\u00f3n a los pobres, el ejercicio y la defensa de la justicia y del derecho (Am 5,24; Is 1,17), por el reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos, la correcci\u00f3n fraterna, la revisi\u00f3n de vida, el examen de conciencia, la direcci\u00f3n espiritual, la aceptaci\u00f3n de los sufrimientos, el padecer la persecuci\u00f3n a causa de la justicia. Tomar la cruz cada d\u00eda y seguir a Jes\u00fas es el camino m\u00e1s seguro de la penitencia (cf Lc 9,23).<\/p>

                                                    1436 Eucarist\u00eda y Penitencia. La conversi\u00f3n y la penitencia diarias encuentran su fuente y su alimento en la Eucarist\u00eda, pues en ella se hace presente el sacrificio de Cristo que nos reconcili\u00f3 con Dios; por ella son alimentados y fortificados los que viven de la vida de Cristo; \u00abes el ant\u00eddoto que nos libera de nuestras faltas cotidianas y nos preserva de pecados mortales\u00bb (Cc. de Trento: DS 1638).<\/p>

                                                    1437 La lectura de la Sagrada Escritura, la oraci\u00f3n de la Liturgia de las Horas y del Padre Nuestro, todo acto sincero de culto o de piedad reaviva en nosotros el esp\u00edritu de conversi\u00f3n y de penitencia y contribuye al perd\u00f3n de nuestros pecados.<\/p>

                                                    1438 Los tiempos y los d\u00edas de penitencia a lo largo del a\u00f1o lit\u00fargico (el tiempo de Cuaresma, cada viernes en memoria de la muerte del Se\u00f1or) son momentos fuertes de la pr\u00e1ctica penitencial de la Iglesia (cf SC 109-110; CIC can. 1249-1253; CCEO 880-883). Estos tiempos son particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicaci\u00f3n cristiana de bienes (obras caritativas y misioneras).<\/p>

                                                    1439 El proceso de la conversi\u00f3n y de la penitencia fue descrito maravillosamente por Jes\u00fas en la par\u00e1bola llamada \u00abdel hijo pr\u00f3digo\u00bb, cuyo centro es \u00abel Padre misericordioso\u00bb (Lc 15,11-24): la fascinaci\u00f3n de una libertad ilusoria, el abandono de la casa paterna; la miseria extrema en que el hijo se encuentra tras haber dilapidado su fortuna; la humillaci\u00f3n profunda de verse obligado a apacentar cerdos, y peor a\u00fan, la de desear alimentarse de las algarrobas que com\u00edan los cerdos; la reflexi\u00f3n sobre los bienes perdidos; el arrepentimiento y la decisi\u00f3n de declararse culpable ante su padre, el camino del retorno; la acogida generosa del padre; la alegr\u00eda del padre: todos estos son rasgos propios del proceso de conversi\u00f3n. El mejor vestido, el anillo y el banquete de fiesta son s\u00edmbolos de esta vida nueva, pura, digna, llena de alegr\u00eda que es la vida del hombre que vuelve a Dios y al seno de su familia, que es la Iglesia. S\u00f3lo el coraz\u00f3n de Cristo que conoce las profundidades del amor de su Padre, pudo revelarnos el abismo de su misericordia de una manera tan llena de simplicidad y de belleza.<\/p>

                                                    VI \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y DE LA RECONCILIACION<\/p>

                                                    1440 El pecado es, ante todo, ofensa a Dios, ruptura de la comuni\u00f3n con \u00e9l. Al mismo tiempo, atenta contra la comuni\u00f3n con la Iglesia. Por eso la conversi\u00f3n implica a la vez el perd\u00f3n de Dios y la reconciliaci\u00f3n con la Iglesia, que es lo que expresa y realiza lit\u00fargicamente el sacramento de la Penitencia y de la Reconciliaci\u00f3n (cf LG 11).<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 S\u00f3lo Dios perdona el pecado<\/p>

                                                    1441 S\u00f3lo Dios perdona los pecados (cf Mc 2,7). Porque Jes\u00fas es el Hijo de Dios, dice de s\u00ed mismo: \u00abEl Hijo del hombre tiene poder de perdonar los pecados en la tierra\u00bb (Mc 2,10) y ejerce ese poder divino: \u00abTus pecados est\u00e1n perdonados\u00bb (Mc 2,5; Lc 7,48). M\u00e1s a\u00fan, en virtud de su autoridad divina,\u00a0 Jes\u00fas confiere este poder a los hombres (cf Jn 20,21-23) para que lo ejerzan en su nombre.<\/p>

                                                    1442 Cristo quiso que toda su Iglesia, tanto en su oraci\u00f3n como en su vida y su obra, fuera el signo y el instrumento del perd\u00f3n y de la reconciliaci\u00f3n que nos adquiri\u00f3 al precio de su sangre. Sin embargo, confi\u00f3 el ejercicio del poder de absoluci\u00f3n al ministerio apost\u00f3lico, que est\u00e1 encargado del \u00abministerio de la reconciliaci\u00f3n\u00bb (2 Cor 5,18). El ap\u00f3stol es enviado \u00aben nombre de Cristo\u00bb, y \u00abes Dios mismo\u00bb quien, a trav\u00e9s de \u00e9l, exhorta y suplica: \u00abDejaos reconciliar con Dios\u00bb (2 Co 5,20).<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Reconciliaci\u00f3n con la Iglesia<\/p>

                                                    1443 Durante su vida p\u00fablica, Jes\u00fas no s\u00f3lo perdon\u00f3 los pecados, tambi\u00e9n manifest\u00f3 el efecto de este perd\u00f3n: a los pecadores que son perdonados los vuelve a integrar en la comunidad del pueblo de Dios, de donde el pecado los hab\u00eda alejado o incluso excluido. Un signo manifiesto de ello es el hecho de que Jes\u00fas admite a los pecadores a su mesa, m\u00e1s a\u00fan, \u00e9l mismo se sienta a su mesa, gesto que expresa de manera conmovedora, a la vez, el perd\u00f3n de Dios (cf Lc 15) y el retorno al seno del pueblo de Dios (cf Lc 19,9).<\/p>

                                                    1444 Al hacer part\u00edcipes a los ap\u00f3stoles de su propio poder de perdonar los pecados, el Se\u00f1or les da tambi\u00e9n la autoridad de reconciliar a los pecadores con la Iglesia. Esta dimensi\u00f3n eclesial de su tarea se expresa particularmente en las palabras solemnes de Cristo a Sim\u00f3n Pedro: \u00abA ti te dar\u00e9 las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedar\u00e1 atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedar\u00e1 desatado en los cielos\u00bb (Mt 16,19). \u00abEst\u00e1 claro que tambi\u00e9n el Colegio de los Ap\u00f3stoles, unido a su Cabeza (cf Mt 18,18; 28,16-20), recibi\u00f3 la funci\u00f3n de atar y desatar dada a Pedro (cf Mt 16,19)\u00bb LG 22).<\/p>

                                                    1445 Las palabras atar y desatar significan: aquel a quien excluy\u00e1is de vuestra comuni\u00f3n, ser\u00e1 excluido de la comuni\u00f3n con Dios; aquel a quien que recib\u00e1is de nuevo en vuestra comuni\u00f3n, Dios lo acoger\u00e1 tambi\u00e9n en la suya. La reconciliaci\u00f3n con la Iglesia es inseparable de la reconciliaci\u00f3n con Dios.<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El sacramento del perd\u00f3n<\/p>

                                                    1446 Cristo instituy\u00f3 el sacramento de la Penitencia en favor de todos los miembros pecadores de su Iglesia, ante todo para los que, despu\u00e9s del Bautismo, hayan ca\u00eddo en el pecado grave y as\u00ed hayan perdido la gracia bautismal y lesionado la comuni\u00f3n eclesial. El sacramento de la Penitencia ofrece a \u00e9stos una nueva posibilidad de convertirse y de recuperar la gracia de la justificaci\u00f3n. Los Padres de la Iglesia presentan este sacramento como \u00abla segunda tabla (de salvaci\u00f3n) despu\u00e9s del naufragio que es la p\u00e9rdida de la gracia\u00bb (Tertuliano, paen. 4,2; cf Cc. de Trento: DS 1542).<\/p>

                                                    1447 A lo largo de los siglos la forma concreta, seg\u00fan la cual la Iglesia ha ejercido este poder recibido del Se\u00f1or ha variado mucho. Durante los primeros siglos, la reconciliaci\u00f3n de los cristianos que hab\u00edan cometido pecados particularmente graves despu\u00e9s de su Bautismo (por ejemplo, idolatr\u00eda, homicidio o adulterio), estaba vinculada a una disciplina muy rigurosa, seg\u00fan la cual los penitentes deb\u00edan hacer penitencia p\u00fablica por sus pecados, a menudo, durante largos a\u00f1os, antes de recibir la reconciliaci\u00f3n. A este \u00aborden de los penitentes\u00bb (que s\u00f3lo concern\u00eda a ciertos pecados graves) s\u00f3lo se era admitido raramente y, en ciertas regiones, una sola vez en la vida. Durante el siglo VII, los misioneros irlandeses, inspirados en la tradici\u00f3n mon\u00e1stica de Oriente, trajeron a Europa continental la pr\u00e1ctica \u00abprivada\u00bb de la Penitencia, que no exig\u00eda la realizaci\u00f3n p\u00fablica y prolongada de obras de penitencia antes de recibir la reconciliaci\u00f3n con la Iglesia. El sacramento se realiza desde entonces\u00a0 de una manera m\u00e1s secreta entre el penitente y el sacerdote. Esta nueva pr\u00e1ctica preve\u00eda la posibilidad de la reiteraci\u00f3n del sacramento y abr\u00eda as\u00ed el camino a una recepci\u00f3n regular del mismo. Permit\u00eda integrar en una sola celebraci\u00f3n sacramental el perd\u00f3n de los pecados graves y de los pecados veniales. A grandes l\u00edneas, esta es la forma de penitencia que la Iglesia practica hasta nuestros d\u00edas.<\/p>

                                                    1448 A trav\u00e9s de los cambios que la disciplina y la celebraci\u00f3n de este sacramento han experimentado a lo largo de los siglos, se descubre una misma estructura fundamental. Comprende dos elementos igualmente esenciales: por una parte, los actos del hombre que se convierte bajo la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, a saber, la contrici\u00f3n, la confesi\u00f3n de los pecados y la satisfacci\u00f3n; y por otra parte, la acci\u00f3n de Dios por ministerio de la Iglesia. Por medio del obispo y de sus presb\u00edteros, la Iglesia en nombre de Jesucristo concede el perd\u00f3n de los pecados, determina la modalidad de la satisfacci\u00f3n, ora tambi\u00e9n por el pecador y hace penitencia con \u00e9l. As\u00ed el pecador es curado y restablecido en la comuni\u00f3n eclesial.<\/p>

                                                    1449 La f\u00f3rmula de absoluci\u00f3n en uso en la Iglesia latina expresa el elemento esencial de este sacramento: el Padre de la misericordia es la fuente de todo perd\u00f3n. Realiza la reconciliaci\u00f3n de los pecadores por la Pascua de su Hijo y el don de su Esp\u00edritu, a trav\u00e9s de la oraci\u00f3n y el ministerio de la Iglesia:<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios, Padre misericordioso, que reconcili\u00f3 consigo al mundo por la muerte y la resurrecci\u00f3n de su Hijo y derram\u00f3 el Esp\u00edritu Santo para la remisi\u00f3n de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perd\u00f3n y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo (OP 102).<\/p>

                                                    VII\u00a0\u00a0\u00a0 LOS ACTOS DEL PENITENTE<\/p>

                                                    1450 \u00abLa penitencia mueve al pecador a sufrir todo voluntariamente; en su coraz\u00f3n, contrici\u00f3n; en la boca, confesi\u00f3n; en la obra toda humildad y fruct\u00edfera satisfacci\u00f3n\u00bb (Catech. R. 2,5,21; cf Cc de Trento: DS 1673) .<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La contrici\u00f3n<\/p>

                                                    1451\u00a0 Entre los actos del penitente, la contrici\u00f3n aparece en primer lugar. Es \u00abun dolor del alma y una detestaci\u00f3n del pecado cometido con la resoluci\u00f3n de no volver a pecar\u00bb (Cc. de Trento: DS 1676).<\/p>

                                                    1452 Cuando brota del amor de Dios amado sobre todas las cosas, la contrici\u00f3n se llama \u00abcontrici\u00f3n perfecta\u00bb(contrici\u00f3n de caridad).\u00a0 Semejante contrici\u00f3n perdona las faltas veniales; obtiene tambi\u00e9n el perd\u00f3n de los pecados mortales si comprende la firme resoluci\u00f3n de recurrir tan pronto sea posible a la confesi\u00f3n sacramental (cf Cc. de Trento: DS 1677).<\/p>

                                                    1453 La contrici\u00f3n llamada \u00abimperfecta\u00bb (o \u00abatrici\u00f3n\u00bb) es tambi\u00e9n un don de Dios, un impulso del Esp\u00edritu Santo. Nace de la consideraci\u00f3n de la fealdad del pecado o del temor de la condenaci\u00f3n eterna y de las dem\u00e1s penas con que es amenazado el pecador. Tal conmoci\u00f3n de la conciencia puede ser el comienzo de una evoluci\u00f3n interior que culmina, bajo la acci\u00f3n de la gracia, en la absoluci\u00f3n sacramental. Sin embargo, por s\u00ed misma la contrici\u00f3n imperfecta no alcanza el perd\u00f3n de los pecados graves, pero dispone a obtenerlo en el sacramento de la Penitencia (cf Cc. de Trento: DS 1678, 1705).<\/p>

                                                    1454 Conviene preparar la recepci\u00f3n de este sacramento mediante un examen de conciencia<\/em> hecho a la luz de la Palabra de Dios. Para esto, los textos m\u00e1s aptos a este respecto se encuentran en el Dec\u00e1logo y en la catequesis moral de los evangelios y de las cartas de los ap\u00f3stoles: Serm\u00f3n de la monta\u00f1a y ense\u00f1anzas apost\u00f3licas (Rm 12-15; 1 Co 12-13; Ga 5; Ef 4-6, etc.).<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La confesi\u00f3n de los pecados<\/p>

                                                    1455 La confesi\u00f3n de los pecados, incluso desde un punto de vista simplemente humano, nos libera y facilita nuestra reconciliaci\u00f3n con los dem\u00e1s. Por la confesi\u00f3n, el hombre se enfrenta a los pecados de que se siente culpable; asume su responsabilidad y, por ello, se abre de nuevo a Dios y a la comuni\u00f3n de la Iglesia con el fin de hacer posible un nuevo futuro.<\/p>

                                                    1456 La confesi\u00f3n de los pecados hecha al sacerdote constituye una parte esencial del sacramento de la penitencia: \u00abEn la confesi\u00f3n, los penitentes deben enumerar todos los pecados mortales de que tienen conciencia tras haberse examinado seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido cometidos solamente contra los dos \u00faltimos mandamientos del Dec\u00e1logo (cf Ex 20,17; Mt 5,28), pues, a veces, estos pecados\u00a0 hieren m\u00e1s gravemente el alma y son m\u00e1s peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos\u00bb (Cc. de Trento: DS 1680):<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando los fieles de Cristo se esfuerzan por confesar todos los pecados que recuerdan, no se puede dudar que est\u00e1n presentando ante la misericordia divina para su perd\u00f3n todos los pecados que han cometido. Quienes act\u00faan de otro modo y callan conscientemente algunos pecados, no est\u00e1n presentando ante la bondad divina nada que pueda ser perdonado por mediaci\u00f3n del sacerdote. Porque `si el enfermo se averg\u00fcenza de descubrir su llaga al m\u00e9dico, la medicina no cura lo que ignora’ (S. Jer\u00f3nimo, Eccl. 10,11) (Cc. de Trento: DS 1680).<\/p>

                                                    1457 Seg\u00fan el mandamiento de la Iglesia \u00abtodo fiel llegado a la edad del uso de raz\u00f3n debe confesar al menos una vez la a\u00f1o, los pecados graves de que tiene conciencia\u00bb (CIC can. 989; cf. DS 1683; 1708). \u00abQuien tenga conciencia de hallarse en pecado grave que no celebre la misa ni comulgue el Cuerpo del Se\u00f1or sin acudir antes a la confesi\u00f3n sacramental a no ser que concurra un motivo grave y no haya posibilidad de confesarse; y, en este caso, tenga presente que est\u00e1 obligado a hacer un acto de contrici\u00f3n perfecta, que incluye el prop\u00f3sito de confesarse cuanto antes\u00bb (CIC, can. 916; cf Cc. de Trento: DS 1647; 1661; CCEO can. 711). Los ni\u00f1os deben acceder al sacramento de la penitencia antes de recibir por primera vez la sagrada comuni\u00f3n (CIC can.914).<\/p>

                                                    1458 Sin ser estrictamente necesaria, la confesi\u00f3n de los pecados veniales, sin embargo, se recomienda vivamente por la Iglesia (cf Cc. de Trento: DS 1680; CIC 988,2). En efecto, la confesi\u00f3n habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Esp\u00edritu. Cuando se recibe con frecuencia, mediante este sacramento, el don de la misericordia del Padre, el creyente se ve impulsado a ser \u00e9l tambi\u00e9n misericordioso\u00a0 (cf Lc 6,36):<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El que confiesa sus pecados act\u00faa ya con Dios. Dios acusa tus pecados, si t\u00fa tambi\u00e9n te acusas, te unes a Dios. El hombre y el pecador, son por as\u00ed decirlo, dos realidades: cuando oyes hablar del hombre, es Dios quien lo ha hecho; cuando oyes hablar del pecador, es el hombre mismo quien lo ha hecho. Destruye lo que t\u00fa has hecho para que Dios salve lo que \u00e9l ha hecho…Cuando comienzas a detestar lo que has hecho, entonces tus obras buenas comienzan porque reconoces tus obras malas. El comienzo de las obras buenas es la confesi\u00f3n de las obras malas. Haces la verdad y vienes a la Luz (S. Agust\u00edn, ev. Ioa. 12,13).<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La satisfacci\u00f3n<\/p>

                                                    1459 Muchos pecados causan da\u00f1o al pr\u00f3jimo. Es preciso hacer lo posible para repararlo (por ejemplo, restituir las cosas robadas, restablecer la reputaci\u00f3n del que ha sido calumniado, compensar las heridas). La simple justicia exige esto. Pero adem\u00e1s el pecado hiere y debilita al pecador mismo, as\u00ed como sus relaciones con Dios y con el pr\u00f3jimo. La absoluci\u00f3n quita el pecado, pero no remedia todos los des\u00f3rdenes que el pecado caus\u00f3 (cf Cc. de Trento: DS 1712). Liberado del pecado, el pecador debe todav\u00eda recobrar la plena salud espiritual. Por tanto, debe hacer algo m\u00e1s para reparar sus pecados: debe \u00absatisfacer\u00bb de manera apropiada o \u00abexpiar\u00bb sus pecados. Esta satisfacci\u00f3n se llama tambi\u00e9n \u00abpenitencia\u00bb.<\/p>

                                                    1460\u00a0\u00a0 La penitencia que el confesor impone debe tener en cuenta la situaci\u00f3n personal del penitente y buscar su bien espiritual. Debe corresponder todo lo posible a la gravedad y a la naturaleza de los pecados cometidos. Puede consistir en la oraci\u00f3n, en ofrendas, en obras de misericordia, servicios al pr\u00f3jimo, privaciones voluntarias, sacrificios, y sobre todo, la aceptaci\u00f3n paciente de la cruz que debemos llevar. Tales penitencias ayudan a configurarnos con Cristo que, el Unico que expi\u00f3 nuestros pecados (Rm 3,25; 1 Jn 2,1-2) una vez por todas. Nos permiten llegar a ser coherederos de Cristo resucitado, \u00abya que sufrimos con \u00e9l\u00bb (Rm 8,17; cf Cc. de Trento: DS 1690):<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pero nuestra satisfacci\u00f3n, la que realizamos por nuestros pecados, s\u00f3lo es posible por medio de Jesucristo: nosotros\u00a0 que, por nosotros mismos, no podemos nada, con la ayuda \u00abdel que nos fortalece, lo podemos todo\u00bb (Flp 4,13). As\u00ed el hombre no tiene nada de que pueda gloriarse sino que toda \u00abnuestra gloria\u00bb est\u00e1 en Cristo…en quien satisfacemos \u00abdando frutos dignos de penitencia\u00bb (Lc 3,8) que reciben su fuerza de \u00e9l, por \u00e9l son ofrecidos al Padre y gracias a \u00e9l son aceptados por el Padre (Cc. de Trento: DS 1691).<\/p>

                                                    VIII\u00a0\u00a0 EL MINISTRO DE ESTE SACRAMENTO<\/p>

                                                    1461 Puesto que Cristo confi\u00f3 a sus ap\u00f3stoles el ministerio de la reconciliaci\u00f3n (cf Jn 20,23; 2 Co 5,18), los obispos, sus sucesores, y los presb\u00edteros, colaboradores de los obispos, contin\u00faan ejerciendo este ministerio. En efecto, los obispos y los presb\u00edteros, en virtud del sacramento del Orden, tienen el poder de perdonar todos los pecados \u00aben el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo\u00bb.<\/p>

                                                    1462 El perd\u00f3n de los pecados reconcilia con Dios y tambi\u00e9n con la Iglesia. El obispo, cabeza visible de la Iglesia par ticular, es considerado, por tanto, con justo t\u00edtulo, desde los tiempos antiguos como el que tiene principalmente el poder y el ministerio de la reconciliaci\u00f3n: es el moderador de la disciplina penitencial (LG 26). Los presb\u00edteros, sus colaboradores, lo ejercen en la medida en que han recibido la tarea de administrarlo sea de su obispo (o de un superior religioso) sea del Papa, a trav\u00e9s del derecho de la Iglesia (cf CIC can 844; 967-969, 972; CCEO can. 722,3-4).<\/p>

                                                    1463 Ciertos pecados particularmente graves est\u00e1n sancionados con la excomuni\u00f3n, la pena eclesi\u00e1stica m\u00e1s severa, que impide la recepci\u00f3n de los sacramentos y el ejercicio de ciertos actos eclesi\u00e1sticos (cf CIC, can. 1331; CCEO, can. 1431. 1434), y cuya absoluci\u00f3n, por consiguiente, s\u00f3lo puede ser concedida, seg\u00fan el derecho de la Iglesia, al Papa, al obispo del lugar, o a sacerdotes autorizados por ellos (cf CIC can. 1354-1357; CCEO can. 1420). En caso de peligro de muerte, todo sacerdote, aun el que carece de la facultad de o\u00edr confesiones, puede absolver de cualquier pecado (cf CIC can. 976; para la absoluci\u00f3n de los pecados, CCEO can. 725) y de toda excomuni\u00f3n.<\/p>

                                                    1464 Los sacerdotes deben alentar a los fieles a acceder al sacramento de la penitencia y deben mostrarse disponibles a celebrar este sacramento cada vez que los cristianos lo pidan de manera razonable (cf CIC can. 986; CCEO, can 735; PO 13).<\/p>

                                                    1465 Cuando celebra el sacramento de la Penitencia, el sacerdote ejerce el ministerio del Buen Pastor que busca la oveja perdida, el del Buen Samaritano que cura las heridas, del Padre que espera al Hijo pr\u00f3digo y lo acoge a su vuelta, del justo Juez que no hace acepci\u00f3n de personas y cuyo juicio es a la vez justo y misericordioso. En una palabra, el sacerdote es el signo y el instrumento del amor misericordioso de Dios con el pecador.<\/p>

                                                    1466\u00a0\u00a0 El confesor no es due\u00f1o, sino el servidor del perd\u00f3n de Dios. El ministro de este sacramento debe unirse a la intenci\u00f3n y a la caridad de Cristo (cf PO 13). Debe tener un conocimiento probado del comportamiento cristiano, experiencia de las cosas humanas, respeto y delicadeza con el que ha ca\u00eddo; debe amar la verdad, ser fiel al magisterio de la Iglesia y conducir al penitente con paciencia hacia su curaci\u00f3n y su plena madurez. Debe orar y hacer penitencia por \u00e9l confi\u00e1ndolo a la misericordia del Se\u00f1or.<\/p>

                                                    1467 Dada la delicadeza y la grandeza de este ministerio y el respeto debido a las personas, la Iglesia declara que todo sacerdote que oye confesiones est\u00e1 obligado a guardar un secreto absoluto sobre los pecados que sus penitentes le han confesado, bajo penas muy severas (CIC can. 1388,1; CCEO can. 1456). Tampoco puede hacer uso de los conocimientos que la confesi\u00f3n le da sobre la vida de los penitentes. Este secreto, que no admite excepci\u00f3n, se llama \u00absigilo sacramental\u00bb, porque lo que el penitente ha manifestado al sacerdote queda \u00absellado\u00bb por el sacramento.<\/p>

                                                    IX\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS EFECTOS DE ESTE SACRAMENTO<\/p>

                                                    1468\u00a0\u00a0 \u00abToda la virtud de la penitencia reside en que nos restituye a la gracia de Dios y nos une con \u00e9l con profunda amistad\u00bb (Catech. R. 2, 5, 18). El fin y el efecto de este sacramento son, pues, la reconciliaci\u00f3n con Dios. En los que reciben el sacramento de la Penitencia con un coraz\u00f3n contrito y con una disposici\u00f3n religiosa, \u00abtiene como resultado la paz y la tranquilidad de la conciencia, a las que acompa\u00f1a un profundo consuelo espiritual\u00bb (Cc. de Trento: DS 1674). En efecto, el sacramento de la reconciliaci\u00f3n con Dios produce una verdadera \u00abresurrecci\u00f3n espiritual\u00bb, una restituci\u00f3n de la dignidad y de los bienes de la vida de los hijos de Dios, el m\u00e1s precioso de los cuales es la amistad de Dios (Lc 15,32).<\/p>

                                                    1469\u00a0\u00a0 Este sacramento reconcilia con la Iglesia al penitente. El pecado menoscaba o rompe la comuni\u00f3n fraterna. El sacramento de la Penitencia la repara o la restaura. En este sentido, no cura solamente al que se reintegra en la comuni\u00f3n eclesial, tiene tambi\u00e9n un efecto vivificante sobre la vida de la Iglesia que ha sufrido por el pecado de uno de sus miembros (cf 1 Co 12,26). Restablecido o afirmado en la comuni\u00f3n de los santos, el pecador es fortalecido por el intercambio de los bienes espirituales entre todos los miembros vivos del Cuerpo de Cristo, est\u00e9n todav\u00eda en situaci\u00f3n de peregrinos o que se hallen ya en la patria celestial (cf LG 48-50):<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pero hay que a\u00f1adir que tal reconciliaci\u00f3n con Dios tiene como consecuencia, por as\u00ed decir, otras reconciliaciones que reparan las rupturas causadas por el pecado: el penitente perdonado se reconcilia consigo mismo en el fondo m\u00e1s \u00edntimo de su propio ser, en el que recupera la propia verdad interior; se reconcilia con los hermanos, agredidos y lesionados por \u00e9l de alg\u00fan modo; se reconcilia con la Iglesia, se reconcilia con toda la creaci\u00f3n (RP 31).<\/p>

                                                    1470 En este sacramento, el pecador, confi\u00e1ndose al juicio misericordioso de Dios, anticipa en cierta manera el juicio al que ser\u00e1 sometido al fin de esta vida terrena. Porque es ahora, en esta vida, cuando nos es ofrecida la elecci\u00f3n entre la vida y la muerte, y s\u00f3lo por el camino de la conversi\u00f3n podemos entrar en el Reino del que el pecado grave nos aparta (cf 1 Co 5,11; Ga 5,19-21; Ap 22,15). Convirti\u00e9ndose a Cristo por la penitencia y la fe, el pecador pasa de la muerte a la vida \u00aby no incurre en juicio\u00bb (Jn 5,24)<\/p>

                                                    X\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS INDULGENCIAS<\/p>

                                                    1471\u00a0 La doctrina y la pr\u00e1ctica de las indulgencias en la Iglesia est\u00e1n estrechamente ligadas a los efectos del sacramento de la Penitencia (Pablo VI, const. ap. \u00abIndulgentiarum doctrina\u00bb, normas 1-3).<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Qu\u00e9 son las indulgencias<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abLa indulgencia es la remisi\u00f3n ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediaci\u00f3n de la Iglesia, la cual, como administradora de la redenci\u00f3n, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos\u00bb.<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abLa indulgencia es parcial o plenaria seg\u00fan libere de la pena temporal debida por los pecados en parte o totalmente\u00bb<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abTodo fiel puede lucrar para s\u00ed mismo o aplicar por los difuntos, a manera de sufragio, las indulgencias tanto parciales como plenarias\u00bb (CIC, can. 992-994)<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las penas del pecado<\/p>

                                                    1472 Para entender esta doctrina y esta pr\u00e1ctica de la Iglesia es preciso recordar que el pecado tiene una doble consecuencia. El pecado grave nos priva de la comuni\u00f3n con Dios y por ello nos hace incapaces de la vida eterna, cuya privaci\u00f3n se llama la \u00abpena eterna\u00bb del pecado. Por otra parte, todo pecado, incluso venial, entra\u00f1a apego desordenado a las criaturas que tienen necesidad de purificaci\u00f3n, sea aqu\u00ed abajo, sea despu\u00e9s de la muerte, en el estado que se llama Purgatorio. Esta purificaci\u00f3n libera de lo que se llama la \u00abpena temporal\u00bb del pecado. Estas dos penas no deben ser concebidas como una especie de venganza, infligida por Dios desde el exterior, sino como algo que brota de la naturaleza misma del pecado. Una conversi\u00f3n que procede de una ferviente caridad puede llegar a la total purificaci\u00f3n del pecador, de modo que no subsistir\u00eda ninguna pena (Cc. de Trento: DS 1712-13; 1820).<\/p>

                                                    1473 El perd\u00f3n del pecado y la restauraci\u00f3n de la comuni\u00f3n con Dios entra\u00f1an la remisi\u00f3n de las penas eternas del pecado. Pero las penas temporales del pecado permanecen. El cristiano debe esforzarse, soportando pacientemente los sufrimientos y las pruebas de toda clase y, llegado el d\u00eda, enfrent\u00e1ndose serenamente con la muerte, por aceptar como una gracia estas penas temporales del pecado; debe aplicarse, tanto mediante las obras de misericordia y de caridad, como mediante la oraci\u00f3n y las distintas pr\u00e1cticas de penitencia, a despojarse completamente del \u00abhombre viejo\u00bb y a revestirse del \u00abhombre nuevo\u00bb (cf. Ef 4,24).<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En la comuni\u00f3n de los santos<\/p>

                                                    1474 El cristiano que quiere purificarse de su pecado y santificarse con ayuda de la gracia de Dios no se encuentra s\u00f3lo. \u00abLa vida de cada uno de los hijos de Dios est\u00e1 ligada de una manera admirable, en Cristo y por Cristo, con la vida de todos los otros hermanos cristianos, en la unidad sobrenatural del Cuerpo m\u00edstico de Cristo, como en una persona m\u00edstica\u00bb (Pablo VI, Const. Ap. \u00abIndulgentiarum doctrina\u00bb, 5).<\/p>

                                                    1475 En la comuni\u00f3n de los santos, por consiguiente, \u00abexiste entre los fieles -tanto entre quienes ya son bienaventurados\u00a0 como entre los que exp\u00edan en el purgatorio o los que que peregrinan todav\u00eda en la tierra- un constante v\u00ednculo de amor y un abundante intercambio de todos los bienes\u00bb (Pablo VI, ibid). En este intercambio admirable, la santidad de uno aprovecha a los otros, m\u00e1s all\u00e1 del da\u00f1o que el pecado de uno pudo causar a los dem\u00e1s. As\u00ed, el recurso a la comuni\u00f3n de los santos permite al pecador contrito estar antes y m\u00e1s eficazmente purificado de las penas del pecado.<\/p>

                                                    1476 Estos bienes espirituales de la comuni\u00f3n de los santos, los llamamos tambi\u00e9n el tesoro de la Iglesia, \u00abque no es suma de bienes, como lo son las riquezas materiales acumuladas en el transcurso de los siglos, sino que es el valor infinito e inagotable que tienen ante Dios las expiaciones y los m\u00e9ritos de Cristo nuestro Se\u00f1or, ofrecidos para que la humanidad quedara libre del pecado y llegase a la comuni\u00f3n con el Padre. S\u00f3lo en Cristo, Redentor nuestro, se encuentran en abundancia las satisfacciones y los m\u00e9ritos de su redenci\u00f3n (cf Hb 7,23-25; 9, 11-28)\u00bb (Pablo VI, Const. Ap. \u00abIndulgentiarum doctrina\u00bb, ibid).<\/p>

                                                    1477 \u00abPertenecen igualmente a este tesoro el precio verdaderamente inmenso, inconmensurable y siempre nuevo que tienen ante Dios las oraciones y las buenas obras de la Bienaventurada Virgen Mar\u00eda\u00a0 y de todos los santos que se santificaron por la gracia de Cristo, siguiendo sus pasos, y realizaron una obra agradable al Padre, de manera que, trabajando en su propia salvaci\u00f3n, cooperaron igualmente a la salvaci\u00f3n de sus hermanos en la unidad del Cuerpo m\u00edstico\u00bb (Pablo VI, ibid).<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Obtener la indulgencia de Dios por medio de la Iglesia<\/p>

                                                    1478 Las indulgencias se obtienen por la Iglesia que, en virtud del poder de atar y desatar que le fue concedido por Cristo Jes\u00fas, interviene en favor de un cristiano y le abre el tesoro de los m\u00e9ritos de Cristo y de los santos para obtener del Padre de la misericordia la remisi\u00f3n de las penas temporales debidas por sus pecados. Por eso la Iglesia no quiere solamente acudir en ayuda de este cristiano, sino tambi\u00e9n impulsarlo a hacer a obras de piedad, de penitencia y de caridad (cf Pablo VI, ibid. 8; Cc. de Trento: DS 1835).<\/p>

                                                    1479 Puesto que los fieles difuntos en v\u00eda de purificaci\u00f3n son tambi\u00e9n miembros de la misma comuni\u00f3n de los santos, podemos ayudarles, entre otras formas, obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados.<\/p>

                                                    XI\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CELEBRACION DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA<\/p>

                                                    1480\u00a0\u00a0 Como todos los sacramentos, la Penitencia es una acci\u00f3n lit\u00fargica. Ordinariamente los elementos de su celebraci\u00f3n son: saludo y bendici\u00f3n del sacerdote, lectura de la Palabra de Dios para iluminar la conciencia y suscitar la contrici\u00f3n, y exhortaci\u00f3n al arrepentimiento; la confesi\u00f3n que reconoce los pecados y los manifiesta al sacerdote; la imposici\u00f3n y la aceptaci\u00f3n de la penitencia; la absoluci\u00f3n del sacerdote; alabanza de acci\u00f3n de gracias y despedida con la bendici\u00f3n del sacerdote.<\/p>

                                                    1481 La liturgia bizantina posee expresiones diversas de absoluci\u00f3n, en forma deprecativa, que expresan admirablemente el misterio del perd\u00f3n: \u00abQue el Dios que por el profeta Nat\u00e1n perdon\u00f3 a David cuando confes\u00f3 sus pecados, y a Pedro cuando llor\u00f3 amargamente y a la pecadora cuando derram\u00f3 l\u00e1grimas sobre sus pies, y al publicano, y al pr\u00f3digo, que este mismo Dios, por medio de m\u00ed, pecador, os perdone en esta vida y en la otra y que os haga comparecer sin condenaros en su temible tribunal. El que es bendito por los siglos de los siglos. Am\u00e9n.\u00bb<\/p>

                                                    1482 El sacramento de la penitencia puede tambi\u00e9n celebrarse en el marco de una celebraci\u00f3n comunitaria, en la que los penitentes se preparan a la confesi\u00f3n y juntos dan gracias por el perd\u00f3n recibido. As\u00ed la confesi\u00f3n personal de los pecados y la absoluci\u00f3n individual est\u00e1n insertadas en una liturgia de la Palabra de Dios, con lecturas y homil\u00eda, examen de conciencia dirigido en com\u00fan, petici\u00f3n comunitaria del perd\u00f3n, rezo del Padrenuestro y acci\u00f3n de gracias en com\u00fan. Esta celebraci\u00f3n comunitaria expresa m\u00e1s claramente el car\u00e1cter eclesial de la penitencia. En todo caso, cualquiera que sea la manera de su celebraci\u00f3n, el sacramento de la Penitencia es siempre, por su naturaleza misma, una acci\u00f3n lit\u00fargica, por tanto, eclesial y p\u00fablica (cf SC 26-27).<\/p>

                                                    1483 En casos de necesidad grave se puede recurrir a la celebraci\u00f3n comunitaria de la reconciliaci\u00f3n con confesi\u00f3n general y absoluci\u00f3n general. Semejante necesidad grave puede presentarse cuando hay un peligro inminente de muerte sin que el sacerdote o los sacerdotes tengan tiempo suficiente para o\u00edr la confesi\u00f3n de cada penitente. La necesidad grave puede existir tambi\u00e9n cuando, teniendo en cuenta el n\u00famero de penitentes, no hay bastantes confesores para o\u00edr debidamente las confesiones individuales en un tiempo razonable, de manera que los penitentes, sin culpa suya, se ver\u00edan privados durante largo tiempo de la gracia sacramental o de la sagrada comuni\u00f3n. En este caso, los fieles deben tener, para la validez de la absoluci\u00f3n, el prop\u00f3sito de confesar individualmente sus pecados graves en su debido tiempo (CIC can. 962,1). Al obispo diocesano corresponde juzgar si existen las condiciones requeridas para la absoluci\u00f3n general (CIC can. 961,2). Una gran concurrencia de fieles con ocasi\u00f3n de grandes fiestas o de peregrinaciones no constituyen por su naturaleza ocasi\u00f3n de la referida necesidad grave.<\/p>

                                                    1484 \u00abLa confesi\u00f3n individual e \u00edntegra y la absoluci\u00f3n contin\u00faan siendo el \u00fanico modo ordinario para que los fieles se reconcilien con Dios y la Iglesia, a no ser que una imposibilidad f\u00edsica o moral excuse de este modo de confesi\u00f3n\u00bb (OP 31). Y esto se establece as\u00ed por razones profundas. Cristo act\u00faa en cada uno de los sacramentos. Se dirige personalmente a cada uno de los pecadores: \u00abHijo, tus pecados est\u00e1n perdonados\u00bb (Mc 2,5); es el m\u00e9dico que se inclina sobre cada uno de los enfermos que tienen necesidad de \u00e9l (cf Mc 2,17) para curarlos; los restaura y los devuelve a la comuni\u00f3n fraterna. Por tanto, la confesi\u00f3n personal es la forma m\u00e1s significativa de la reconciliaci\u00f3n con Dios y con la Iglesia.<\/p>

                                                    RESUMEN<\/p>

                                                    1485 En la tarde de Pascua, el Se\u00f1or Jes\u00fas se mostr\u00f3 a sus ap\u00f3stoles y les dijo: \u00abRecibid el Esp\u00edritu Santo. A quienes perdon\u00e9is los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los reteng\u00e1is, les quedan retenidos\u00bb (Jn 20, 22-23).<\/p>

                                                    1486\u00a0\u00a0 El perd\u00f3n de los pecados cometidos despu\u00e9s del Bautismo es concedido por un sacramento propio llamado sacramento de la conversi\u00f3n, de la confesi\u00f3n, de la penitencia o de la reconciliaci\u00f3n.<\/p>

                                                    1487 Quien peca lesiona el honor de Dios y su amor, su propia dignidad de hombre llamado a ser hijo de Dios y el bien espiritual de la Iglesia, de la que cada cristiano debe ser una piedra viva.<\/p>

                                                    1488\u00a0\u00a0 A los ojos de la fe, ning\u00fan mal es m\u00e1s grave que el pecado y nada tiene peores consecuencias para los pecadores mismos, para la Iglesia y para el mundo entero.<\/p>

                                                    1489\u00a0\u00a0 Volver a la comuni\u00f3n con Dios, despu\u00e9s de haberla perdido por el pecado, es un movimiento que nace de la gracia de Dios, rico en misericordia y deseoso de la salvaci\u00f3n de los hombres. Es preciso pedir este don precioso para s\u00ed mismo y para los dem\u00e1s.<\/p>

                                                    1490\u00a0\u00a0 El movimiento de retorno a Dios, llamado conversi\u00f3n y arrepentimiento, implica un dolor y una aversi\u00f3n respecto a los pecados cometidos, y el prop\u00f3sito firme de no volver a pecar. La conversi\u00f3n, por tanto, mira al pasado y al futuro; se nutre de la esperanza en la misericordia divina.<\/p>

                                                    1491 El sacramento de la Penitencia est\u00e1 constituido por el conjunto de tres actos realizados por el penitente, y por la absoluci\u00f3n del sacerdote. Los actos del penitente son: el arrepentimiento, la confesi\u00f3n o manifestaci\u00f3n de los pecados al sacerdote y el prop\u00f3sito de realizar la reparaci\u00f3n y las obras de penitencia.<\/p>

                                                    1492 El arrepentimiento (llamado tambi\u00e9n contrici\u00f3n) debe estar inspirado en motivaciones que brotan de la fe. Si el arrepentimiento es concebido por amor de caridad hacia Dios, se le llama \u00abperfecto\u00bb; si est\u00e1 fundado en otros motivos se le llama \u00abimperfecto\u00bb.<\/p>

                                                    1493 El que quiere obtener la reconciliaci\u00f3n con Dios y con la Iglesia debe confesar al sacerdote todos los pecados graves que no ha confesado a\u00fan y de los que se acuerda tras examinar cuidadosamente su conciencia. Sin ser necesaria, de suyo, la confesi\u00f3n de las faltas veniales est\u00e1 recomendada vivamente por la Iglesia.<\/p>

                                                    1494 El confesor impone al penitente el cumplimiento de ciertos actos de \u00absatisfacci\u00f3n\u00bb o de \u00abpenitencia\u00bb, para reparar el da\u00f1o causado por el pecado y restablecer los h\u00e1bitos propios del disc\u00edpulo de Cristo.<\/p>

                                                    1495 S\u00f3lo los sacerdotes que han recibido de la autoridad de la Iglesia la facultad de absolver pueden ordinariamente perdonar los pecados en nombre de Cristo.<\/p>

                                                    1496\u00a0\u00a0 Los efectos espirituales del sacramento de la Penitencia son:<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 – la reconciliaci\u00f3n con Dios por la que el penitente\u00a0 recupera la gracia;<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 – la reconciliaci\u00f3n con la Iglesia;<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 – la remisi\u00f3n de la pena eterna contra\u00edda por los\u00a0 pecados mortales;<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 – la remisi\u00f3n, al menos en parte, de las penas\u00a0 temporales, consecuencia del pecado;<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 – la paz y la serenidad de la conciencia, y el\u00a0 consuelo espiritual;<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 – el acrecentamiento de las fuerzas espirituales para\u00a0 el combate cristiano.<\/p>

                                                    1497 La confesi\u00f3n individual e integra de los pecados graves seguida de la absoluci\u00f3n es el \u00fanico medio ordinario para la reconciliaci\u00f3n con Dios y con la Iglesia.<\/p>

                                                    1498\u00a0\u00a0 Mediante las indulgencias, los fieles pueden alcanzar para s\u00ed mismos y tambi\u00e9n para las almas del Purgatorio la remisi\u00f3n de las penas temporales, consecuencia de los pecados.<\/p>

                                                    Art\u00edculo 5\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA UNCION DE LOS ENFERMOS<\/p>

                                                    1499\u00a0\u00a0 \u00abCon la sagrada unci\u00f3n de los enfermos y con la oraci\u00f3n de los presb\u00edteros, toda la Iglesia entera encomienda a os enfermos al Se\u00f1or sufriente y glorificado para que los alivie y los salve. Incluso los anima a unirse libremente a la pasi\u00f3n y muerte de Cristo; y contribuir, as\u00ed, al bien del Pueblo de Dios\u00bb (LG 11).<\/p>

                                                    I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 FUNDAMENTOS EN LA ECONOMIA DE LA SALVACION<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La enfermedad en la vida humana<\/p>

                                                    1500 La enfermedad y el sufrimiento se han contado siempre entre los problemas m\u00e1s graves que aquejan la vida humana. En la enfermedad, el hombre experimenta su impotencia, sus l\u00edmites y su finitud. Toda enfermedad puede hacernos entrever la muerte.<\/p>

                                                    1501 La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre s\u00ed mismo, a veces incluso a la desesperaci\u00f3n y a la rebeli\u00f3n contra Dios. Puede tambi\u00e9n h acer a la persona m\u00e1s madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a una b\u00fasqueda de Dios, un retorno a \u00e9l.<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El enfermo ante Dios<\/p>

                                                    1502 El hombre del Antiguo Testamento vive la enfermedad de cara a Dios. Ante Dios se lamenta por su enfermedad (cf Sal 38) y de \u00e9l, que es el Se\u00f1or de la vida y de la muerte, implora la curaci\u00f3n (cf Sal 6,3; Is 38). La enfermedad se convierte en camino de conversi\u00f3n (cf Sal 38,5; 39,9.12) y el perd\u00f3n de Dios inaugura la curaci\u00f3n (cf Sal 32,5; 107,20; Mc 2,5-12). Israel experimenta que la enfermedad, de una manera misteriosa, se vincula al pecado y al mal; y que la fidelidad a Dios, seg\u00fan su Ley, devuelve la vida: \u00abYo, el Se\u00f1or, soy el que te sana\u00bb (Ex 15,26). El profeta entreve que el sufrimiento puede tener tambi\u00e9n un sentido redentor por los pecados de los dem\u00e1s (cf Is 53,11). Finalmente, Isa\u00edas anuncia que Dios har\u00e1 venir un tiempo para Si\u00f3n en que perdonar\u00e1 toda falta y curar\u00e1 toda enfermedad (cf Is 33,24).<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cristo, m\u00e9dico<\/p>

                                                    1503 La compasi\u00f3n de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase (cf Mt 4,24) son un signo maravilloso de que \u00abDios ha visitado a su pueblo\u00bb (Lc 7,16) y de que el Reino de Dios est\u00e1 muy cerca. Jes\u00fas<\/p>

                                                    no tiene solamente poder para curar, sino tambi\u00e9n de perdonar los pecados (cf Mc 2,5-12): vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo; es el m\u00e9dico que los enfermos necesitan (Mc 2,17). Su compasi\u00f3n hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos: \u00abEstuve enfermo y me visitasteis\u00bb (Mt 25,36). Su amor de predilecci\u00f3n para con los enfermos no ha cesado, a lo largo de los siglos, de suscitar la atenci\u00f3n muy particular de los cristianos hacia todos los que sufren en su cuerpo y en su alma. Esta atenci\u00f3n dio origen a infatigables esfuerzos por aliviar a los que sufren.<\/p>

                                                    1504 A menudo Jes\u00fas pide a los enfermos que crean (cf Mc 5,34.36; 9,23). Se sirve de signos para curar: saliva e imposici\u00f3n de manos (cf Mc 7,32-36; 8, 22-25), barro y abluci\u00f3n (cf Jn 9,6s). Los enfermos tratan de tocarlo (cf Mc 1,41; 3,10; 6,56) \u00abpues sal\u00eda de \u00e9l una fuerza que los curaba a todos\u00bb (Lc 6,19). As\u00ed, en los sacramentos, Cristo contin\u00faa \u00abtoc\u00e1ndonos\u00bb para sanarnos.<\/p>

                                                    1505 Conmovido por tantos sufrimientos, Cristo no s\u00f3lo se deja tocar por los enfermos, sino que hace suyas sus miserias: \u00abEl tom\u00f3 nuestras flaquezas y carg\u00f3 con nuestras enfermedades\u00bb (Mt 8,17; cf Is 53,4). No cur\u00f3 a todos los enfermos. Sus curaciones eran signos de la venida del Reino de Dios. Anunciaban una curaci\u00f3n m\u00e1s radical: la victoria sobre el pecado y la muerte por su Pascua. En la Cruz, Cristo tom\u00f3 sobre s\u00ed todo el peso del mal (cf Is 53,4-6) y quit\u00f3 el \u00abpecado del mundo\u00bb (Jn 1,29), del que la enfermedad no es sino una consecuencia. Por su pasi\u00f3n y su muerte en la Cruz, Cristo dio un sentido nuevo al sufrimiento: desde entonces \u00e9ste nos configura con \u00e9l y nos une a su pasi\u00f3n redentora.<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cSanad a los enfermos…\u201d<\/p>

                                                    1506 Cristo invita a sus disc\u00edpulos a seguirle tomando a su vez su cruz (cf Mt 10,38). Sigui\u00e9ndole adquieren una nueva visi\u00f3n sobre la enfermedad y sobre los enfermos. Jes\u00fas los asocia a su vida pobre y humilde. Les hace participar de su ministerio de compasi\u00f3n y de curaci\u00f3n: \u00abY, y\u00e9ndose de all\u00ed, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ung\u00edan con aceite a muchos enfermos y los curaban\u00bb (Mc 6,12-13).<\/p>

                                                    1507 El Se\u00f1or resucitado renueva este env\u00edo (\u00abEn mi nombre…impondr\u00e1n las manos sobre los enfermos y se pondr\u00e1n bien\u00bb; Mc 16,17-18) y lo confirma con los signos que la Iglesia realiza invocando su nombre (cf. Hch 9,34; 14,3). Estos signos manifiestan de una manera especial que Jes\u00fas es verdaderamente \u00abDios que salva\u00bb (cf Mt 1,21; Hch 4,12).<\/p>

                                                    1508 El Esp\u00edritu Santo da a algunos un carisma especial de curaci\u00f3n (cf 1 Co 12,9.28.30) para manifestar la fuerza de la gracia del Resucitado. Sin embargo, ni siquiera las oraciones m\u00e1s fervorosas obtienen la curaci\u00f3n de todas las enfermedades. As\u00ed S. Pablo aprende del Se\u00f1or que \u00abmi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza\u00bb (2 Co 12,9), y que los sufrimientos que tengo que padecer, tienen como sentido lo siguiente: \u00abcompleto en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia\u00bb (Col 1,24).<\/p>

                                                    1509 \u00ab\u00a1Sanad a los enfermos!\u00bb (Mt 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Se\u00f1or e intenta realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos como por la oraci\u00f3n de intercesi\u00f3n con la que los acompa\u00f1a. Cree en la presencia vivificante de Cristo, m\u00e9dico de las almas y de los cuerpos. Esta presencia act\u00faa particularmente a trav\u00e9s de los sacramentos, y de manera especial por la Eucarist\u00eda, pan que da la vida eterna (cf Jn 6,54.58) y cuya conexi\u00f3n con la salud corporal insin\u00faa S. Pablo (cf 1 Co 11,30).<\/p>

                                                    1510 No obstante la Iglesia apost\u00f3lica tuvo un rito propio en favor de los enfermos, atestiguado por Santiago: \u00abEst\u00e1 enfermo alguno de vosotros? Llame a los presb\u00edteros de la Iglesia, que oren sobre \u00e9l y le unjan con \u00f3leo en el nombre del Se\u00f1or. Y la oraci\u00f3n de la fe salvar\u00e1 al enfermo, y el Se\u00f1or har\u00e1 que se levante, y si hubiera cometido pecados, le ser\u00e1n perdonados\u00bb (St 5,14-15). La Tradici\u00f3n ha reconocido en este rito uno de los siete sacramentos de la Iglesia (cf DS 216; 1324-1325; 1695-1696; 1716-1717).<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Un sacramento de los enfermos<\/p>

                                                    1511\u00a0 La Iglesia cree y confiesa que, entre los siete sacramentos, existe un sacramento especialmente destinado a reconfortar a los atribulados por la enfermedad: la Unci\u00f3n de los enfermos:<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Esta unci\u00f3n santa de los enfermos fue instituida por Cristo nuestro Se\u00f1or como un sacramento del Nuevo Testamento, verdadero y propiamente dicho, insinuado por Mc (cf.Mc 6,13), y recomendado a los fieles y promulgado por Santiago, ap\u00f3stol y hermano del Se\u00f1or [cf. St 5,14-15] (Cc. de Trento: DS 1695).<\/p>

                                                    1512\u00a0 En la tradici\u00f3n lit\u00fargica, tanto en Oriente como en Occidente, se poseen desde la antig\u00fcedad testimonios de unciones de enfermos practicadas con aceite bendito. En el transcurso de los siglos, la Unci\u00f3n de los enfermos fue conferida, cada vez m\u00e1s exclusivamente, a los que estaban a punto de morir. A causa de esto, hab\u00eda recibido el nombre de \u00abExtremaunci\u00f3n\u00bb. A pesar de esta evoluci\u00f3n, la liturgia nunca dej\u00f3 de orar al Se\u00f1or a fin de que el enfermo pudiera recobrar su salud si as\u00ed conven\u00eda a su salvaci\u00f3n (cf. DS 1696).<\/p>

                                                    1519 La Constituci\u00f3n apost\u00f3lica \u00abSacram Unctionem Infirmorum\u00bb del 30 de Noviembre de 1972, de conformidad con el Concilio Vaticano II (cf SC 73) estableci\u00f3 que, en adelante, en el rito romano, se observara lo que sigue:<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El sacramento de la Unci\u00f3n de los enfermos se administra a los gravemente enfermos ungi\u00e9ndolos en la frente y en las manos con aceite de oliva debidamente bendecido o, seg\u00fan las circunstancias, con otro aceite de plantas, y pronunciando una sola vez estas palabras: \u00abper istam sanctam unctionem et suam piissimam misericordiam adiuvet te Dominus gratia spiritus sancti ut a peccatis liberatum te salvet atque propitius allevet\u00bb (\u00abPor esta santa Unci\u00f3n, y por su bondadosa misericordia te ayude el Se\u00f1or con la gracia del Esp\u00edritu Santo, para que, libre de tus pecados, te conceda la salvaci\u00f3n y te conforte en tu enfermedad\u00bb, cf. CIC, can. 847,1).<\/p>

                                                    II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 QUIEN RECIBE Y QUIEN ADMINISTRA ESTE SACRAMENTO<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En caso de grave enfermedad …<\/p>

                                                    1514\u00a0 La unci\u00f3n de los enfermos \u00abno es un sacramento s\u00f3lo para aquellos que est\u00e1n a punto de morir. Por eso, se considera tiempo oportuno para recibirlo cuando el fiel empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez\u00bb (SC 73; cf CIC, can. 1004,1; 1005; 1007; CCEO, can. 738).<\/p>

                                                    1515\u00a0 Si un enfermo que recibi\u00f3 la unci\u00f3n recupera la salud, puede, en caso de nueva enfermedad grave, recibir de nuevo este sacramento. En el curso de la misma enfermedad, el sacramento puede ser reiterado si la enfermedad se agrava. Es apropiado recibir la Unci\u00f3n de los enfermos antes de una operaci\u00f3n importante.\u00a0 Y esto mismo puede aplicarse a las personas de edad edad avanzada cuyas fuerzas se debilitan.<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00ab…llame a los presb\u00edteros de la Iglesia\u00bb<\/p>

                                                    1516 Solo los sacerdotes (obispos y presb\u00edteros) son ministros de la unci\u00f3n de los enfermos (cf Cc. de Trento: DS 1697; 1719; CIC, can. 1003; CCEO. can. 739,1). Es deber de los pastores instruir a los fieles sobre los beneficios de este sacramento. Los fieles deben animar a los enfermos a llamar al sacerdote para recibir este sacramento. Y que los enfermos se preparen para recibirlo en buenas disposiciones, con la ayuda de su pastor y de toda la comunidad eclesial a la cual se invita a acompa\u00f1ar muy especialmente a los enfermos con sus oraciones y sus atenciones fraternas.<\/p>

                                                    III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CELEBRACION DEL SACRAMENTO<\/p>

                                                    1517\u00a0 Como en todos los sacramentos, la unci\u00f3n de los enfermos se celebra de forma lit\u00fargica y comunitaria (cf SC 27), que tiene lugar en familia, en el hospital o en la iglesia, para un solo enfermo o para un grupo de enfermos. Es muy conveniente que se celebre dentro de la Eucarist\u00eda, memorial de la Pascua del Se\u00f1or. Si las circunstancias lo permiten, la celebraci\u00f3n del sacramento puede ir precedida del sacramento de la Penitencia y seguida del sacramento de la Eucarist\u00eda. En cuanto sacramento de la Pascua de Cristo, la Eucarist\u00eda deber\u00eda ser siempre el \u00faltimo sacramento de la peregrinaci\u00f3n terrenal, el \u00abvi\u00e1tico\u00bb para el \u00abpaso\u00bb a la vida eterna.<\/p>

                                                    1518 Palabra y sacramento forman un todo inseparable. La Liturgia de la Palabra, precedida de un acto de penitencia, abre la celebraci\u00f3n. Las palabras de Cristo y el testimonio de los ap\u00f3stoles suscitan la fe del enfermo y de la comunidad para pedir al Se\u00f1or la fuerza de su Esp\u00edritu.<\/p>

                                                    1519 La celebraci\u00f3n del sacramento comprende principalmente estos elementos: \u00ablos presb\u00edteros de la Iglesia\u00bb (St 5,14) imponen -en silencio- las manos a los enfermos; oran por los enfermos en la fe de la Iglesia (cf St 5,15); es la ep\u00edclesis propia de este sacramento; luego ungen al enfermo con \u00f3leo bendecido, si es posible, por el obispo.<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Estas acciones lit\u00fargicas indican la gracia que este sacramento confiere a los enfermos.<\/p>

                                                    IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EFECTOS DE LA CELEBRACION DE ESTE SACRAMENTO<\/p>

                                                    1520 Un don particular del Esp\u00edritu Santo. La gracia primera de este sacramento es un gracia de consuelo, de paz y de \u00e1nimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez. Esta gracia es un don del Esp\u00edritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del maligno, especialmente tentaci\u00f3n de desaliento y de angustia ante la muerte (cf. Hb 2,15). Esta asistencia del Se\u00f1or por la fuerza de su Esp\u00edritu quiere conducir al enfermo a la curaci\u00f3n del alma, pero tambi\u00e9n a la del cuerpo, si tal es la voluntad de Dios (cf Cc. de Florencia: DS 1325). Adem\u00e1s, \u00absi hubiera cometido pecados, le ser\u00e1n perdonados\u00bb (St 5,15; cf Cc. de Trento: DS 1717).<\/p>

                                                    1521\u00a0 La uni\u00f3n a la Pasi\u00f3n de Cristo. Por la gracia de este sacramento, el enfermo recibe la fuerza y el don de unirse m\u00e1s \u00edntimamente a la Pasi\u00f3n de Cristo: en cierta manera es consagrado para dar fruto por su configuraci\u00f3n con la Pasi\u00f3n redentora del Salvador. El sufrimiento, secuela del pecado original, recibe un sentido nuevo, viene a ser participaci\u00f3n en la obra salv\u00edfica de Jes\u00fas.<\/p>

                                                    1522 Una gracia eclesial. Los enfermos que reciben este sacramento, \u00abuni\u00e9ndose libremente a la pasi\u00f3n y muerte de Cristo, contribuyen al bien del Pueblo de Dios\u00bb (LG 11). Cuando celebra este sacramento, la Iglesia, en la comuni\u00f3n de los santos, intercede por el bien del enfermo. Y el enfermo, a su vez, por la gracia de este sacramento, contribuye a la santificaci\u00f3n de la Iglesia y al bien de todos los hombres por los que la Iglesia sufre y se ofrece, por Cristo, a Dios Padre.<\/p>

                                                    1523 Una preparaci\u00f3n para el \u00faltimo tr\u00e1nsito. Si el sacramento de la unci\u00f3n de los enfermos es concedido a todos los que sufren enfermedades y dolencias graves, lo es con mayor raz\u00f3n \u00aba los que est\u00e1n a punto de salir de esta vida\u00bb (\u00abin exitu viae constituti\u00bb; Cc. de Trento: DS 1698), de manera que se la llamado tambi\u00e9n \u00absacramentum exeuntium\u00bb (\u00absacramento de los que parten\u00bb, ibid.). La Unci\u00f3n de los enfermos acaba de conformarnos con la muerte y a la resurrecci\u00f3n de Cristo, como el Bautismo hab\u00eda comenzado a hacerlo. Es la \u00faltima de las sagradas unciones que jalonan toda la vida cristiana; la del Bautismo hab\u00eda sellado en nosotros la vida nueva; la de la Confirmaci\u00f3n nos hab\u00eda fortalecido para el combate de esta vida. Esta \u00faltima unci\u00f3n ofrece al t\u00e9rmino de nuestra vida terrena un s\u00f3lido puente levadizo para entrar en la Casa del Padre defendi\u00e9ndose en los \u00faltimos combates (cf ibid.: DS 1694).<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Vi\u00e1tico, \u00faltimo sacramento del cristiano<\/p>

                                                    1524 A los que van a dejar esta vida, la Iglesia ofrece, adem\u00e1s de la Unci\u00f3n de los enfermos, la Eucarist\u00eda como vi\u00e1tico. Recibida en este momento del paso hacia el Padre, la Comuni\u00f3n del Cuerpo y la Sangre de Cristo tiene una significaci\u00f3n y una importancia particulares. Es semilla de vida eterna y poder de resurrecci\u00f3n, seg\u00fan las palabras del Se\u00f1or: \u00abEl que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitar\u00e9 el \u00faltimo d\u00eda\u00bb (Jn 6,54). Puesto que es sacramento de Cristo muerto y resucitado, la Eucarist\u00eda es aqu\u00ed sacramento del paso de la muerte a la vida, de este mundo al Padre (Jn 13,1).<\/p>

                                                    1525 As\u00ed, como los sacramentos del Bautismo, de la Confirmaci\u00f3n y de la Eucarist\u00eda constituyen una unidad llamada \u00ablos sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana\u00bb, se puede decir que la Penitencia, la Santa Unci\u00f3n y la Eucarist\u00eda, en cuanto vi\u00e1tico, constituyen, cuando la vida cristiana toca a su fin, \u00ablos sacramentos que preparan para entrar en la Patria\u00bb o los sacramentos que cierran la peregrinaci\u00f3n.<\/p>

                                                    RESUMEN<\/p>

                                                    1526 \u00ab\u00bfEst\u00e1 enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presb\u00edteros de la Iglesia, que oren sobre \u00e9l y le unjan con \u00f3leo en el nombre del Se\u00f1or. Y la oraci\u00f3n de la fe salvar\u00e1 al enfermo, y el Se\u00f1or har\u00e1 que se levante, y si hubiera cometidos pecados, le ser\u00e1n perdonados\u00bb (St 5,14-15).<\/p>

                                                    1527 El sacramento de la Unci\u00f3n de los enfermos tiene por fin conferir una gracia especial al cristiano que experimenta las dificultades inherentes al estado de enfermedad grave o de vejez.<\/p>

                                                    1528 El tiempo oportuno para recibir la Santa Unci\u00f3n llega ciertamente cuando el fiel comienza a encontrarse en peligro de muerte por causa de enfermedad o de vejez.<\/p>

                                                    1529 Cada vez que un cristiano cae gravemente enfermo puede recibir la Santa Unci\u00f3n, y tambi\u00e9n cuando, despu\u00e9s de haberla recibido, la enfermedad se agrava.<\/p>

                                                    1530 S\u00f3lo los sacerdotes (presb\u00edteros y obispos) pueden administrar el sacramento de la Unci\u00f3n de los enfermos; para conferirlo emplean \u00f3leo bendecido por el Obispo, o, en caso necesario, por el mismo presb\u00edtero que celebra.<\/p>

                                                    1531\u00a0 Lo esencial de la celebraci\u00f3n de este sacramento consiste en la unci\u00f3n en la frente y las manos del enfermo (en el rito romano) o en otras partes del cuerpo (en Oriente), unci\u00f3n acompa\u00f1ada de la oraci\u00f3n lit\u00fargica del sacerdote celebrante que pide la gracia especial de este sacramento.<\/p>

                                                    1532 La gracia especial del sacramento de la Unci\u00f3n de los enfermos tiene como efectos:<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 la uni\u00f3n del enfermo a la Pasi\u00f3n de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia;<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 el consuelo, la paz y el \u00e1nimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o\u00a0 de la vejez;<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 el perd\u00f3n de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la penitencia;<\/p>

                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 el restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual;<\/p>

                                                    • la preparaci\u00f3n para el paso a la vida eterna.<\/li><\/ul>

                                                      CAPITULO TERCERO: LOS SACRAMENTOS AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD<\/p>

                                                      1. El Bautismo, la Confirmaci\u00f3n y la Eucarist\u00eda son los sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana. Fundamentan la vocaci\u00f3n com\u00fan de todos los disc\u00edpulos de Cristo, que es vocaci\u00f3n a la santidad y a la misi\u00f3n de evangelizar el mundo. Confieren las gracias necesarias para vivir seg\u00fan el Esp\u00edritu en esta vida de peregrinos en marcha hacia la patria.<\/li><\/ol>

                                                        1534 Otros dos sacramentos, el Orden y el Matrimonio, est\u00e1n ordenados a la salvaci\u00f3n de los dem\u00e1s. Contribuyen ciertamente a la propia salvaci\u00f3n, pero esto lo hacen mediante el servicio que prestan a los dem\u00e1s. Confieren una misi\u00f3n particular en la Iglesia y sirven a la edificaci\u00f3n del Pueblo de Dios.<\/p>

                                                        1535 En estos sacramentos, los que fueron ya consagrados por el Bautismo y la Confirmaci\u00f3n (LG 10) para el sacerdocio com\u00fan de todos los fieles, pueden recibir consagraciones particulares. Los que reciben el sacramento del orden son consagrados para \u00aben el nombre de Cristo ser los pastores de la Iglesia con la palabra y con la gracia de Dios\u00bb (LG 11). Por su parte, \u00ablos c\u00f3nyuges cristianos, son fortificados y como consagrados para los deberes y dignidad de su estado por este sacramento especial\u00bb (GS 48,2).<\/p>

                                                        Art\u00edculo 6\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL SACRAMENTO DEL ORDEN<\/p>

                                                        1536 El Orden es el sacramento gracias al cual la misi\u00f3n confiada por Cristo a sus Ap\u00f3stoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del ministerio apost\u00f3lico. Comprende tres grados: el episcopado, el presbiterado y el diaconado.<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (Sobre la instituci\u00f3n y la misi\u00f3n del ministerio apost\u00f3lico por Cristo ya se ha tratado en la primera parte. Aqu\u00ed s\u00f3lo se trata de la realidad sacramental mediante la que se transmite este ministerio)<\/p>

                                                        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL NOMBRE DE SACRAMENTO DEL ORDEN<\/p>

                                                        1537 La palabra Orden designaba, en la antig\u00fcedad romana, cuerpos constituidos en sentido civil, sobre todo el cuerpo de los que gobiernan. Ordinatio designa la integraci\u00f3n en un ordo. En la Iglesia hay cuerpos constituidos que la Tradici\u00f3n, no sin fundamentos en la Sagrada Escritura (cf Hb 5,6; 7,11; Sal 110,4), llama desde los tiempos antiguos con el nombre de taxeis (en griego), de ordines (en lat\u00edn): as\u00ed la liturgia habla del ordo episcoporum, del ordo presbyterorum, del ordo diaconorum. Tambi\u00e9n reciben este nombre de ordo<\/em> otros grupos: los catec\u00famenos, las v\u00edrgenes, los esposos, las viudas…<\/p>

                                                        1538 La integraci\u00f3n en uno de estos cuerpos de la Iglesia se hac\u00eda por un rito llamado ordinatio, acto religioso y lit\u00fargico que era una consagraci\u00f3n, una bendici\u00f3n o un sacramento. Hoy la palabra ordinatio est\u00e1 reservada al acto sacramental que incorpora al orden de los obispos, de los presb\u00edteros y de los di\u00e1conos y que va m\u00e1s all\u00e1 de una simple elecci\u00f3n, designaci\u00f3n, delegaci\u00f3n o instituci\u00f3n por la comunidad, pues confiere un don del Esp\u00edritu Santo que permite ejercer\u00a0 un \u00abpoder sagrado\u00bb (sacra potestas; cf LG 10) que s\u00f3lo puede venir de Cristo, a trav\u00e9s de su Iglesia. La ordenaci\u00f3n tambi\u00e9n es llamada consecratio porque es un \u00abponer a parte\u00bb y un \u00abinvestir\u00bb por Cristo mismo para su Iglesia. La imposici\u00f3n de manos del obispo, con la oraci\u00f3n consecratoria, constituye el signo visible de esta consagraci\u00f3n.<\/p>

                                                        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL SACRAMENTO DEL ORDEN<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EN LA ECONOMIA DE LA SALVACION<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El sacerdocio de la Antigua Alianza<\/p>

                                                        1539 El pueblo elegido fue constituido por Dios como \u00abun reino de sacerdotes y una naci\u00f3n consagrada\u00bb (Ex 19,6; cf Is 61,6). Pero dentro del pueblo de Israel, Dios escogi\u00f3 una de las doce tribus, la de Lev\u00ed, para el servicio lit\u00fargico (cf. Nm 1,48-53); Dios mismo es la parte de su herencia (cf. Jos 13,33). Un rito propio consagr\u00f3 los or\u00edgenes del sacerdocio de la Antigua Alianza (cf Ex 29,1-30; Lv 8). En ella los sacerdotes fueron establecidos \u00abpara intervenir en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados\u00bb (Hb 5,1).<\/p>

                                                        1540 Instituido para anunciar la palabra de Dios (cf Ml 2,7-9) y para restablecer la comuni\u00f3n con Dios mediante los sacrificios y la oraci\u00f3n, este sacerdocio de la Antigua Alianza, sin embargo, era incapaz de realizar la salvaci\u00f3n, por lo cual ten\u00eda necesidad de repetir sin cesar los sacrificios, y no pod\u00eda alcanzar una santificaci\u00f3n definitiva (cf. Hb 5,3; 7,27; 10,1-4), que s\u00f3lo podr\u00eda alcanzada por el sacrificio de Cristo.<\/p>

                                                        1541\u00a0 No obstante, la liturgia de la Iglesia ve en el sacerdocio de Aar\u00f3n y en el servicio de los levitas, as\u00ed como en la instituci\u00f3n de los setenta \u00abancianos\u00bb (cf Nm 11,24-25), prefiguraciones del ministerio ordenado de la Nueva Alianza. Por ello, en el rito latino la Iglesia se dirige a Dios en la oraci\u00f3n consecratoria de la ordenaci\u00f3n de los obispos de la siguiente manera:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios y Padre de nuestro Se\u00f1or Jesucristo…has establecido las reglas de la Iglesia: elegiste desde el principio un pueblo santo, descendiente de Abraham , y le diste reyes y sacerdotes que cuidaran del servicio de tu santuario…<\/p>

                                                        1542 En la ordenaci\u00f3n de presb\u00edteros, la Iglesia ora:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Se\u00f1or, Padre Santo…en la Antigua Alianza se fueron perfeccionando a trav\u00e9s de los signos santos los grados del sacerdocio…cuando a los sumos sacerdotes, elegidos para regir el pueblo, les diste compa\u00f1eros de menor orden y dignidad, para que les ayudaran como colaboradores…multiplicaste el esp\u00edritu de Mois\u00e9s, comunic\u00e1ndolo a los setenta varones prudentes con los cuales gobern\u00f3 f\u00e1cilmente un pueblo numeroso. As\u00ed tambi\u00e9n transmitiste a los hijos de Aar\u00f3n la abundante plenitud otorgada a su padre.<\/p>

                                                        1543 Y en la oraci\u00f3n consecratoria para la ordenaci\u00f3n de di\u00e1conos, la Iglesia confiesa:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios Todopoderoso…t\u00fa haces crecer a la Iglesia…la edificas como templo de tu gloria…as\u00ed estableciste que hubiera tres \u00f3rdenes de ministros para tu servicio, del mismo modo que en la Antigua Alianza hab\u00edas elegido a los hijos de Lev\u00ed para que sirvieran al templo, y, como herencia, poseyeran una bendici\u00f3n eterna.<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El \u00fanico sacerdocio de Cristo<\/p>

                                                        1544 Todas las prefiguraciones del sacerdocio de la Antigua Alianza encuentran su cumplimiento en Cristo Jes\u00fas, \u00ab\u00fanico mediador entre Dios y los hombres\u00bb (1 Tm 2,5). Melquisedec, \u00absacerdote del Alt\u00edsimo\u00bb (Gn 14,18), es considerado por la Tradici\u00f3n cristiana como una prefiguraci\u00f3n del sacerdocio de Cristo, \u00fanico \u00abSumo Sacerdote seg\u00fan el orden de Melquisedec\u00bb (Hb 5,10; 6,20), \u00absanto, inocente, inmaculado\u00bb (Hb 7,26), que, \u00abmediante una sola oblaci\u00f3n ha llevado a la perfecci\u00f3n para siempre a los santificados\u00bb (Hb 10,14), es decir, mediante el \u00fanico sacrificio de su Cruz.<\/p>

                                                        1545 El sacrificio redentor de Cristo es \u00fanico, realizado una vez por todas. Y por esto se hace\u00a0 presente en el sacrificio eucar\u00edstico de la Iglesia. Lo mismo acontece con el \u00fanico sacerdocio de Cristo: se hace presente por el sacerdocio ministerial sin que con ello se quebrante la unicidad del sacerdocio de Cristo: \u00abEt ideo solus Christus est verus sacerdos, alii autem ministri eius\u00bb (\u00abY por eso s\u00f3lo Cristo es el verdadero sacerdote; los dem\u00e1s son ministros suyos\u00bb, S. Tom\u00e1s de A. Hebr. VII, 4).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dos modos de participar en el \u00fanico sacerdocio de Cristo<\/p>

                                                        1546 Cristo, sumo sacerdote y \u00fanico mediador, ha hecho de la Iglesia \u00abun Reino de sacerdotes para su Dios y Padre\u00bb (Ap 1,6; cf. Ap 5,9-10; 1 P 2,5.9). Toda la comunidad de los creyentes es, como tal, sacerdotal. Los fieles ejercen su sacerdocio bautismal a trav\u00e9s de su participaci\u00f3n, cada uno seg\u00fan su vocaci\u00f3n propia, en la misi\u00f3n de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey. Por los sacramentos del Bautismo y de la Confirmaci\u00f3n los fieles son \u00abconsagrados para ser…un sacerdocio santo\u00bb (LG 10).<\/p>

                                                        1547 El sacerdocio ministerial o jer\u00e1rquico de los obispos y de los presb\u00edteros, y el sacerdocio com\u00fan de todos los fieles, \u00abaunque su diferencia es esencial y no s\u00f3lo en grado, est\u00e1n ordenados el uno al otro; ambos, en efecto, participan, cada uno a su manera, del \u00fanico sacerdocio de Cristo\u00bb (LG 10). \u00bfEn qu\u00e9 sentido? Mientras el sacerdocio com\u00fan de los fieles se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal (vida de fe, de esperanza y de caridad, vida seg\u00fan el Esp\u00edritu), el sacerdocio ministerial est\u00e1 al servicio del sacerdocio com\u00fan, en orden al desarrollo de la gracia bautismal de todos los cristianos. Es uno de los medios por los cuales Cristo no cesa de construir y de conducir a su Iglesia. Por esto es transmitido mediante un sacramento propio, el sacramento del Orden.<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 In persona Christi Capitis…<\/p>

                                                        1548 En el servicio eclesial del ministro ordenado es Cristo mismo quien est\u00e1 presente a su Iglesia como Cabeza de su cuerpo, Pastor de su reba\u00f1o, sumo sacerdote del sacrificio redentor, Maestro de la Verdad. Es lo que la Iglesia expresa al decir que el sacerdote, en virtud del sacramento del Orden, act\u00faa \u00abin persona Christi Capitis\u00bb (cf LG 10; 28; SC 33; CD 11; PO 2,6):<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El ministro posee en verdad el papel del mismo Sacerdote, Cristo Jes\u00fas. Si, ciertamente, aquel es asimilado al Sumo Sacerdote, por la consagraci\u00f3n sacerdotal recibida, goza de la facultad de actuar por el poder de Cristo mismo a quien representa (virtute ac persona ipsius Christi) (P\u00edo XII, enc. Mediator Dei).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abChristus est fons totius sacerdotii; nan sacerdos legalis erat figura ipsius, sacerdos autem novae legis in persona ipsius operatur\u00bb (\u00abCristo es la fuente de todo sacerdocio, pues el sacerdote de la antigua ley era figura de EL, y el sacerdote de la nueva ley act\u00faa en representaci\u00f3n suya\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., s.th. 3, 22, 4).<\/p>

                                                        1549 Por el ministerio ordenado, especialmente por el de los obispos y los presb\u00edteros, la presencia de Cristo como cabeza de la Iglesia se hace visible en medio de la comunidad de los creyentes. Seg\u00fan la bella expresi\u00f3n de San Ignacio de Antioqu\u00eda, el obispo es typos tou Patros, es imagen viva de Dios Padre (Trall. 3,1; cf Magn. 6,1).<\/p>

                                                        1550 Esta presencia de Cristo en el ministro\u00a0 no debe ser entendida como si \u00e9ste estuviese exento de todas las flaquezas humanas, del af\u00e1n de poder, de errores, es decir del pecado. No todos los actos del ministro son garantizado s de la misma manera por la fuerza del Esp\u00edritu Santo. Mientras que en los sacramentos esta garant\u00eda es dada de modo que ni siquiera el pecado del ministro puede impedir el fruto de la gracia, existen muchos otros actos en que la condici\u00f3n humana del ministro deja huellas que no son siempre el signo de la fidelidad al evangelio y que pueden da\u00f1ar por consiguiente a la fecundidad apost\u00f3lica de la Iglesia.<\/p>

                                                        1551\u00a0 Este sacerdocio es ministerial. \u00abEsta Funci\u00f3n, que el Se\u00f1or confi\u00f3\u00a0 a los pastores de su pueblo, es un verdadero servicio\u00bb (LG 24). Est\u00e1 enteramente referido a Cristo y a los hombres. Depende totalmente de Cristo y de su sacerdocio \u00fanico, y fue instituido en favor de los hombres y de la comunidad de la Iglesia. El sacramento del Orden comunica \u00abun poder sagrado\u00bb, que no es otro que el de Cristo. El ejercicio de esta autoridad debe, por tanto, medirse seg\u00fan el modelo de Cristo, que por amor se hizo el \u00faltimo y el servidor de todos (cf. Mc 10,43-45; 1 P 5,3). \u00abEl Se\u00f1or dijo claramente que la atenci\u00f3n prestada a su reba\u00f1o era prueba de amor a \u00e9l\u00bb (S. Juan Cris\u00f3stomo, sac. 2,4; cf. Jn 21,15-17)<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cEn nombre de toda la Iglesia\u201d<\/p>

                                                        1552 El sacerdocio ministerial no tiene solamente por tarea representar a Cristo\u00a0 \u2013Cabeza de la Iglesia\u2013 ante la asamblea de los fieles, act\u00faa tambi\u00e9n en nombre de toda la Iglesia cuando presenta a Dios la oraci\u00f3n de la Iglesia (cf SC 33) y sobre todo cuando ofrece el sacrificio eucar\u00edstico (cf LG 10).<\/p>

                                                        1553 \u00abEn nombre de toda la Iglesia\u00bb, expresi\u00f3n que no quiere decir que los sacerdotes sean los delegados de la comunidad. La oraci\u00f3n y la ofrenda de la Iglesia son inseparables de la oraci\u00f3n y la ofrenda de Cristo, su Cabeza. Se trata siempre del culto de Cristo en y por su Iglesia. Es toda la Iglesia, cuerpo de Cristo, la que ora y se ofrece, per ipsum et cum ipso et in ipso, en la unidad del Esp\u00edritu Santo, a Dios Padre. Todo el cuerpo, caput et membra, ora y se ofrece, y por eso quienes, en este cuerpo, son espec\u00edficamente sus ministros, son llamados ministros no s\u00f3lo de Cristo, sino tambi\u00e9n de la Iglesia. El sacerdocio ministerial puede representar a la Iglesia porque representa a Cristo.<\/p>

                                                        III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS TRES GRADOS DEL SACRAMENTO DEL ORDEN<\/p>

                                                        1554 \u00abEl ministerio eclesi\u00e1stico, instituido por Dios, est\u00e1 ejercido en diversos \u00f3rdenes que ya desde antiguo reciben los nombres de obispos, presb\u00edteros y di\u00e1conos\u00bb (LG 28). La doctrina cat\u00f3lica, expresada en la liturgia, el magisterio y la pr\u00e1ctica constante de la Iglesia, reconocen que existen dos grados de participaci\u00f3n ministerial en el sacerdocio de Cristo: el episcopado y el presbiterado. El diaconado est\u00e1 destinado a ayudarles y a servirles. Por eso, el t\u00e9rmino \u00absacerdos\u00bb designa, en el uso actual, a los obispos y a los presb\u00edteros, pero no a los di\u00e1conos. Sin embargo, la doctrina cat\u00f3lica ense\u00f1a que los grados de participaci\u00f3n sacerdotal (episcopado y presbiterado) y el grado de servicio (diaconado) son los tres conferidos por un acto sacramental llamado \u00abordenaci\u00f3n\u00bb, es decir, por el sacramento del Orden:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Que todos reverencien a los di\u00e1conos como a Jesucristo, como tambi\u00e9n al obispo, que es imagen del Padre, y a los presb\u00edteros como al senado de Dios y como a la asamblea de los ap\u00f3stoles: sin ellos no se puede hablar de Iglesia (S. Ignacio de Antioqu\u00eda, Trall. 3,1)<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La ordenaci\u00f3n episcopal, plenitud del sacramento del Orden<\/p>

                                                        1555 \u00abEntre los diversos ministerios que existen en la Iglesia, ocupa el primer lugar el ministerio de los obispos que, que a trav\u00e9s de una sucesi\u00f3n que se remonta hasta el principio, son los transmisores de la semilla apost\u00f3lica\u00bb (LG 20).<\/p>

                                                        1556 \u00abPara realizar estas funciones tan sublimes, los Ap\u00f3stoles se vieron enriquecidos por Cristo con la venida especial del Esp\u00edritu Santo que descendi\u00f3 sobre ellos. Ellos mismos comunicaron a sus colaboradores, mediante la imposici\u00f3n de las manos, el don espiritual que se ha transmitido hasta nosotros en la consagraci\u00f3n de los obispos\u00bb (LG 21).<\/p>

                                                        1557 El Concilio Vaticano II \u00abense\u00f1a que por la consagraci\u00f3n episcopal se recibe la plenitud del sacramento del Orden. De hecho se le llama, tanto en la liturgia de la Iglesia como en los Santos Padres, `sumo sacerdocio’ o `cumbre del ministerio sagrado'\u00bb (ibid.).<\/p>

                                                        1558 \u00abLa consagraci\u00f3n episcopal confiere, junto con la funci\u00f3n de santificar, tambi\u00e9n las funciones de ense\u00f1ar y gobernar… En efecto…por la imposici\u00f3n de las manos y por las palabras de la consagraci\u00f3n se confiere la gracia del Esp\u00edritu Santo y queda marcado con el car\u00e1cter sagrado. En consecuencia, los obispos, de manera eminente y visible, hacen las veces del mismo Cristo, Maestro, Pastor y Sacerdote, y act\u00faan en su nombre (in eius persona agant)\u00bb (ibid.). \u00abEl Esp\u00edritu Santo que han recibido ha hecho de los obispos los verdaderos y aut\u00e9nticos maestros de la fe, pont\u00edfices y pastores\u00bb (CD 2).<\/p>

                                                        1559 \u00abUno queda constituido miembro del Colegio episcopal en virtud de la consagraci\u00f3n episcopal y por la comuni\u00f3n jer\u00e1rquica con la Cabeza y con los miembros del Colegio\u00bb (LG 22). El car\u00e1cter y la naturaleza colegial del orden episcopal se manifiestan, entre otras cosas, en la antigua pr\u00e1ctica de la Iglesia que quiere que para la consagraci\u00f3n de un nuevo obispo participen varios obispos (cf ibid.). Para la ordenaci\u00f3n leg\u00edtima de un obispo se requiere hoy una intervenci\u00f3n especial del Obispo de Roma por raz\u00f3n de su cualidad de v\u00ednculo supremo visible de la comuni\u00f3n de las Iglesias particulares en la Iglesia una y de garante de libertad de la misma.<\/p>

                                                        1560 Cada obispo tiene, como vicario de Cristo, el oficio pastoral de la Iglesia particular que le ha sido confiada, pero al mismo tiempo tiene colegialmente con todos sus hermanos en el episcopado\u00a0 la solicitud de todas las Iglesias: \u00abM\u00e1s si todo obispo es propio solamente de la porci\u00f3n de grey confiada a sus cuidados, su cualidad de leg\u00edtimo sucesor de los ap\u00f3stoles por instituci\u00f3n divina, le hace solidariamente responsable de la misi\u00f3n apost\u00f3lica de la Iglesia\u00bb (P\u00edo XII, Enc. Fidei donum, 11; cf LG 23; CD 4,36-37; AG 5.6.38).<\/p>

                                                        1561 Todo lo que se ha dicho\u00a0 explica por qu\u00e9 la Eucarist\u00eda celebrada por el obispo tiene una significaci\u00f3n muy especial como expresi\u00f3n de la Iglesia reunida en torno al altar bajo la presidencia de quien representa visiblemente a Cristo, Buen Pastor y Cabeza de su Iglesia (cf SC 41; LG 26).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La ordenaci\u00f3n de los presb\u00edteros – cooperadores de los obispos<\/p>

                                                        1562 \u00abCristo, a quien el Padre santific\u00f3 y envi\u00f3 al mundo, hizo a los obispos part\u00edcipes de su misma consagraci\u00f3n y misi\u00f3n por medio de los Ap\u00f3stoles de los cuales son sucesores. Estos han confiado leg\u00edtimamente la funci\u00f3n de su ministerio en diversos grados a diversos sujetos en la Iglesia\u00bb (LG 28). \u00abLa funci\u00f3n ministerial de los obispos, en grado subordinado, fue encomendada a los presb\u00edteros para que, constituidos en el orden del presbiterado, fueran los colaboradores del Orden episcopal para realizar adecuadamente la misi\u00f3n apost\u00f3lica confiada por Cristo\u00bb (PO 2).<\/p>

                                                        1563 \u00abEl ministerio de los presb\u00edteros, por estar unido al Orden episcopal, participa de la autoridad con la que el propio Cristo construye, santifica y gobierna su Cuerpo. Por eso el sacerdocio de los presb\u00edteros supone ciertamente los sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana. Se confiere, sin embargo, por aquel sacramento peculiar que, mediante la unci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, marca a los sacerdotes con un car\u00e1cter especial. As\u00ed quedan identificados con Cristo Sacerdote, de tal manera que puedan actuar como representantes de Cristo Cabeza\u00bb (PO 2).<\/p>

                                                        1564 \u00abLos presb\u00edteros, aunque no tengan la plenitud del sacerdocio y dependan de los obispos en el ejercicio de sus poderes, sin embargo est\u00e1n unidos a \u00e9stos en el honor del sacerdocio y, en virtud del sacramento del Orden, quedan consagrados como verdaderos sacerdotes de la Nueva Alianza, a imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote (Hb 5,1-10; 7,24; 9,11-28), para anunciar el Evangelio a los fieles, para dirigirlos y para celebrar el culto divino\u00bb (LG 28).<\/p>

                                                        1565 En virtud del sacramento del Orden, los presb\u00edteros participan de la universalidad de la misi\u00f3n confiada por Cristo a los ap\u00f3stoles. El don espiritual que recibieron en la ordenaci\u00f3n los prepara, no para una misi\u00f3n limitada y restringida, \u00absino para una misi\u00f3n ampl\u00edsima y universal de salvaci\u00f3n `hasta los extremos del mundo'\u00bb (PO 10), \u00abdispuestos a predicar el evangelio por todas partes\u00bb (OT 20).<\/p>

                                                        1566 \u00abSu verdadera funci\u00f3n sagrada la ejercen sobre todo en el culto o en la comuni\u00f3n eucar\u00edstica. En ella, actuando en la persona de Cristo y proclamando su Misterio, unen la ofrenda de los fieles al sacrificio de su Cabeza; actualizan y aplican en el sacrificio de la misa, hasta la venida del Se\u00f1or, el \u00fanico Sacrificio de la Nueva Alianza: el de Cristo, que se ofrece al Padre de una vez para siempre como hostia inmaculada\u00bb (LG 28). De este sacrificio \u00fanico, saca su fuerza todo su ministerio sacerdotal (cf PO 2).<\/p>

                                                        1567 \u00abLos presb\u00edteros, como colaboradores diligentes de los obispos y ayuda e instrumento suyos, llamados para servir al Pueblo de Dios, forman con su obispo un \u00fanico presbiterio, dedicado a diversas tareas. En cada una de las comunidades locales de fieles hacen presente de alguna manera a su obispo, al que est\u00e1n unidos con confianza y magnanimidad; participan en sus funciones y preocupaciones y las llevan a la pr\u00e1ctica cada d\u00eda\u00bb (LG 28). Los presb\u00edteros s\u00f3lo pueden ejercer su ministerio en dependencia del obispo y en comuni\u00f3n con \u00e9l. La promesa de obediencia que hacen al obispo en el momento de la ordenaci\u00f3n y el beso de paz del obispo al fin de la liturgia de la ordenaci\u00f3n significa que el obispo los considera como sus colaboradores, sus hijos, sus hermanos y sus amigos y que a su vez ellos le deben amor y obediencia.<\/p>

                                                        1568 \u00abLos presb\u00edteros, instituidos por la ordenaci\u00f3n en el orden del presbiterado, est\u00e1n unidos todos entre s\u00ed por la \u00edntima fraternidad del sacramento. Forman un \u00fanico presbiterio especialmente en la di\u00f3cesis a cuyo servicio se dedican bajo la direcci\u00f3n de su obispo\u00bb (PO 8). La unidad del presbiterio encuentra una expresi\u00f3n lit\u00fargica en la costumbre de que los presb\u00edteros impongan a su vez las manos, despu\u00e9s del obispo, durante el rito de la ordenaci\u00f3n.<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La ordenaci\u00f3n de los di\u00e1conos, \u201cen orden al ministerio\u201d<\/p>

                                                        1569 \u00abEn el grado inferior de la jerarqu\u00eda est\u00e1n los di\u00e1con os, a los que se les imponen las ‘para realizar un servicio y no para ejercer el sacerdocio'\u00bb (LG 29; cf CD 15). En la ordenaci\u00f3n al diaconado, s\u00f3lo el obispo impone las manos , significando as\u00ed que el di\u00e1cono est\u00e1 especialmente vinculado al obispo en las tareas de su \u00abdiacon\u00eda\u00bb (cf S. Hip\u00f3lito, trad. ap. 8).<\/p>

                                                        1570 Los di\u00e1conos participan de una manera especial en la misi\u00f3n y la gracia de Cristo (cf LG 41; AA 16). El sacramento del Orden los marco con un sello (car\u00e1cter) que nadie puede hacer desaparecer y que los configura con Cristo que se hizo \u00abdi\u00e1cono\u00bb, es decir, el servidor de todos (cf Mc 10,45; Lc 22,27; S. Policarpo, Ep 5,2). Corresponde a los di\u00e1conos, entre otras cosas, asistir al obispo y a los presb\u00edteros en la celebraci\u00f3n de los divinos misterios sobre todo de la Eucarist\u00eda y en la distribuci\u00f3n de la misma, asistir a la celebraci\u00f3n del matrimonio y bendecirlo, proclamar el evangelio y predicar, presidir las exequias y entregarse a los diversos servicios de la caridad (cf LG 29; cf. SC 35,4; AG 16).<\/p>

                                                        1571\u00a0 Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia latina ha restablecido el diaconado \u00abcomo un grado particular dentro de la jerarqu\u00eda\u00bb (LG 29), mientras que las Iglesias de Oriente lo hab\u00edan mantenido siempre. Este diaconado permanente, que puede ser conferido a hombres casados, constituye un enriquecimiento importante para la misi\u00f3n de la Iglesia. En efecto, es apropiado y \u00fatil que hombres que realizan en la Iglesia un ministerio verdaderamente diaconal, ya en la vida lit\u00fargica y pastoral, ya en las obras sociales y caritativas, \u00absean fortalezcan por la imposici\u00f3n de las manos transmitida ya desde los Ap\u00f3stoles y se unan m\u00e1s estrechamente al servicio del altar, para que cumplan con mayor eficacia su ministerio por la gracia sacramental del diaconado\u00bb (AG 16).<\/p>

                                                        IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CELEBRACION DE ESTE SACRAMENTO<\/p>

                                                        1572 La celebraci\u00f3n de la ordenaci\u00f3n de un obispo, de presb\u00edteros o de di\u00e1conos, por su importancia para la vida de la Iglesia particular, exige el mayor concurso posible de fieles. Tendr\u00e1 lugar preferentemente el domingo y en la catedral, con una solemnidad adaptada a las circunstancias. Las tres ordenaciones, del obispo, del presb\u00edtero y del di\u00e1cono, tienen el mismo dinamismo. El lugar propio de su celebraci\u00f3n es dentro de la Eucarist\u00eda.<\/p>

                                                        1573 El rito esencial del sacramento del Orden est\u00e1 constituido, para los tres grados, por la imposici\u00f3n de manos del obispo sobre la cabeza del ordenando as\u00ed como por una oraci\u00f3n consecratoria espec\u00edfica que pide a Dios la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo y de sus dones apropiados al ministerio para el cual el candidato es ordenado (cf P\u00edo XII, const. ap. Sacramentum Ordinis, DS 3858).<\/p>

                                                        1574 Como en todos los sacramentos, ritos complementarios rodean la celebraci\u00f3n. Estos var\u00edan notablemente en las distintas tradiciones lit\u00fargicas, pero tienen en com\u00fan la expresi\u00f3n de m\u00faltiples aspectos de la gracia sacramental. As\u00ed, en el rito latino, los ritos iniciales – la presentaci\u00f3n y elecci\u00f3n del ordenando, la alocuci\u00f3n del obispo, el interrogatorio del ordenando, las letan\u00edas de los santos – ponen de relieve que la elecci\u00f3n del candidato se hace conforme al uso de la Iglesia y preparan el acto solemne de la consagraci\u00f3n; despu\u00e9s de \u00e9sta varios ritos vienen a expresar y completar de manera simb\u00f3lica el misterio que se ha realizado: para el obispo y el presb\u00edtero la unci\u00f3n con el santo crisma, signo de la unci\u00f3n especial del Esp\u00edritu Santo que hace fecundo su ministerio; la entrega del libro de los evangelios, del anillo, de la mitra y del b\u00e1culo al obispo en se\u00f1al de su misi\u00f3n apost\u00f3lica de anuncio de la palabra de Dios, de su fidelidad a la Iglesia, esposa de Cristo, de su cargo de pastor del reba\u00f1o del Se\u00f1or; entrega al presb\u00edtero de la patena y del c\u00e1liz, \u00abla ofrenda del pueblo santo\u00bb que es llamado a presentar a Dios; la entrega del libro de los evangelios al di\u00e1cono que acaba de recibir la misi\u00f3n de anunciar el evangelio de Cristo.<\/p>

                                                        V\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL MINISTRO DE ESTE SACRAMENTO<\/p>

                                                        1575 Fue Cristo quien eligi\u00f3 a los ap\u00f3stoles y les hizo part\u00edcipes de su misi\u00f3n y su autoridad. Elevado a la derecha del Padre, no abandona a su reba\u00f1o, sino que lo guarda por medio de los ap\u00f3stoles bajo su constante protecci\u00f3n y lo dirige tambi\u00e9n mediante estos mismos pastores que contin\u00faan hoy su obra (cf MR, Prefacio de Ap\u00f3stoles). Por tanto, es Cristo \u00abquien da\u00bb a unos el ser ap\u00f3stoles, a otros pastores (cf. Ef 4,11). Sigue actuando por medio de los obispos (cf LG 21).<\/p>

                                                        1576 Dado que el sacramento del Orden es el sacramento del ministerio apost\u00f3lico, corresponde a los obispos, en cuanto sucesores de los ap\u00f3stoles, transmitir \u00abel don espiritual\u00bb (LG 21), \u00abla semilla apost\u00f3lica\u00bb (LG 20). Los obispos v\u00e1lidamente ordenados, es decir, que est\u00e1n en la l\u00ednea de la sucesi\u00f3n apost\u00f3lica, confieren v\u00e1lidamente los tres grados del sacramento del Orden (cf DS 794 y 802; CIC, can. 1012; CCEO, can. 744; 747).<\/p>

                                                        VI\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 QUIEN PUEDE RECIBIR ESTE SACRAMENTO<\/p>

                                                        1577 \u00abS\u00f3lo el var\u00f3n (vir ) bautizado recibe v\u00e1lidamente la sagrada ordenaci\u00f3n\u00bb (CIC, can 1024). El Se\u00f1or Jes\u00fas eligi\u00f3 a hombres (viri) para formar el colegio de los doce ap\u00f3stoles (cf Mc 3,14-19; Lc 6,12-16), y los ap\u00f3stoles hicieron lo mismo cuando eligieron a sus colaboradores (1 Tm 3,1-13; 2 Tm 1,6; Tt 1,5-9) que les suceder\u00edan en su tarea (S.Clemente Romano Cor, 42,4; 44,3). El colegio de los obispos, con quienes los presb\u00edteros est\u00e1n unidos en el sacerdocio, hace presente y actualiza hasta el retorno de Cristo el colegio de los Doce. La Iglesia se reconoce vinculada por esta decisi\u00f3n del Se\u00f1or. Esta es la raz\u00f3n por la que las mujeres no reciben la ordenaci\u00f3n\u00a0 (cf Juan Pablo II, MD 26-27; CDF decl. \u00abInter insigniores\u00bb: AAs 69 [1977] 98-116).<\/p>

                                                        1578 Nadie tiene derecho\u00a0 a recibir el sacramento del Orden. En efecto, nadie se arroga para s\u00ed mismo este oficio. Al sacramento se es llamado por Dios (cf Hb 5,4). Quien cree reconocer las se\u00f1ales de la llamada de Dios al ministerio ordenado, debe someter humildemente su deseo a la autoridad de la Iglesia a la que corresponde la responsabilidad y el derecho de llamar a recibir este sacramento. Como toda gracia, el sacramento s\u00f3lo puede ser recibido como un don inmerecido.<\/p>

                                                        1579 Todos los ministros ordenados de la Iglesia latina, exceptuados los di\u00e1conos permanentes, son ordinariamente elegidos entre hombres creyentes que viven como c\u00e9libes y que tienen la voluntad de guardar el celibato \u00abpor el Reino de los cielos\u00bb (Mt 19,12). Llamados a consagrarse totalmente al Se\u00f1or y a sus \u00abcosas\u00bb (cf 1 Co 7,32), se entregan enteramente a Dios y a los hombres. El celibato es un signo de esta vida nueva al servicio de la cual es consagrado el ministro de la Iglesia; aceptado con un coraz\u00f3n alegre, anuncia de modo radiante el Reino de Dios (cf PO 16).<\/p>

                                                        1580 En las Iglesias Orientales, desde hace siglos est\u00e1 en vigor una disciplina distinta: mientras los obispos son elegidos \u00fanicamente entre los c\u00e9libes, hombres casados pueden ser ordenados di\u00e1conos y presb\u00edteros. Esta pr\u00e1ctica es considerada como leg\u00edtima desde tiempos remotos; estos presb\u00edteros ejercen un ministerio fructuoso en el seno de sus comunidades (cf PO 16). Por otra parte, el celibato de los presb\u00edteros goza de gran honor en las Iglesias Orientales, y son numerosos los presb\u00edteros que lo escogen libremente por el Reino de Dios. En Oriente como en Occidente, quien recibe el sacramento del Orden no puede contraer matrimonio.<\/p>

                                                        VII\u00a0\u00a0\u00a0 LOS EFECTOS DEL SACRAMENTO DEL ORDEN<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El car\u00e1cter indeleble<\/p>

                                                        1581 Este sacramento configura con Cristo mediante una gracia especial del Esp\u00edritu Santo a fin de servir de instrumento de Cristo en favor de su Iglesia. Por la ordenaci\u00f3n recibe la capacidad de actuar como representante de Cristo, Cabeza de la Iglesia, en su triple funci\u00f3n de sacerdote, profeta y rey.<\/p>

                                                        1582 Como en el caso del Bautismo y de la Confirmaci\u00f3n, esta participaci\u00f3n en la misi\u00f3n de Cristo es concedida de una vez para siempre. El sacramento del Orden confiere tambi\u00e9n un car\u00e1cter espiritual indeleble y no puede ser reiterado ni ser conferido para un tiempo determinado (cf Cc. de Trento: DS 1767; LG 21.28.29; PO 2).<\/p>

                                                        1583 Un sujeto v\u00e1lidamente ordenado puede ciertamente, por causas graves, ser liberado de las obligaciones y las funciones vinculadas a la ordenaci\u00f3n, o se le puede impedir ejercerlas (cf CIC, can. 290-293; 1336,1, nn 3\u00ba y 5\u00ba; 1338,2), pero no puede convertirse de nuevo en laico en sentido estricto (cf. CC. de Trento: DS 1774) porque el car\u00e1cter impreso por la ordenaci\u00f3n es para siempre. La vocaci\u00f3n y la misi\u00f3n recibidas el d\u00eda de su ordenaci\u00f3n, lo marcan de manera permanente.<\/p>

                                                        1584 Puesto que en \u00faltimo t\u00e9rmino es Cristo quien act\u00faa y realiza la salvaci\u00f3n a trav\u00e9s del ministro ordenado, la indignidad de \u00e9ste no impide a Cristo actuar (cf Cc. de Trento: DS 1612; 1154). S. Agust\u00edn lo dice con firmeza:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En cuanto al ministro orgulloso, hay que colocarlo con el diablo. Sin embargo, el don de Crist o no por ello es profanado: lo que llega a trav\u00e9s de \u00e9l conserva su pureza, lo que pasa por \u00e9l permanece limpio y llega a la tierra f\u00e9rtil…En efecto, la virtud espiritual del sacramento es semejante a la luz: los que deben ser iluminados la reciben en su pureza y, si atraviesa seres manchados, no se mancha (Ev. Ioa. 5, 15).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La gracia del Esp\u00edritu Santo<\/p>

                                                        1585 La gracia del Esp\u00edritu Santo propia de este sacramento es la de ser configurado con Cristo Sacerdote, Maestro y Pastor, de quien el ordenado es constituido ministro.<\/p>

                                                        1586 Para el obispo, es en primer lugar una gracia de fortaleza (\u00abEl Esp\u00edritu de soberan\u00eda\u00bb: Oraci\u00f3n de consagraci\u00f3n del obispo en el rito latino): la de guiar y defender con fuerza y prudencia a su Iglesia como padre y pastor, con amor gratuito para todos y con predilecci\u00f3n por los pobres, los enfermos y los necesitados (cf CD 13 y 16). Esta gracia le impulsa a anunciar el evangelio a todos, a ser el modelo de su reba\u00f1o, a precederlo en el camino de la santificaci\u00f3n identific\u00e1ndose en la Eucarist\u00eda con Cristo Sacerdote y V\u00edctima, sin miedo a dar la vida por sus ovejas:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Concede, Padre que conoces los corazones, a tu siervo que has elegido para el episcopado, que apaciente tu santo reba\u00f1o y que ejerza ante ti el supremo sacerdocio sin reproche sirvi\u00e9ndote noche y d\u00eda; que haga sin cesar propicio tu rostro y que ofrezca los dones de tu santa Iglesia, que en virtud del esp\u00edritu del supremo sacerdocio tenga poder de perdonar los pecados seg\u00fan tu mandamiento, que distribuya las tareas siguiendo tu orden y que desate de toda atadura en virtud del poder que t\u00fa diste a los ap\u00f3stoles; que te agrade por su dulzura y su coraz\u00f3n puro, ofreci\u00e9ndote un perfume agradable por tu Hijo Jesucristo… (S. Hip\u00f3lito, Trad. Ap. 3).<\/p>

                                                        1587 El don espiritual que confiere la ordenaci\u00f3n presbiteral est\u00e1 expresado en esta oraci\u00f3n propia del rito bizantino. El obispo, imponiendo la mano, dice:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Se\u00f1or, llena del don del Esp\u00edritu Santo al que te has dignado elevar al grado del sacerdocio para que sea digno de presentarse sin reproche ante tu altar, de anunciar el evangelio de tu Reino, de realizar el ministerio de tu palabra de verdad, de ofrecerte dones y sacrificios espirituales, de renovar tu pueblo mediante el ba\u00f1o de la regeneraci\u00f3n; de manera que vaya al encuentro de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, tu Hijo \u00fanico, el d\u00eda de su segunda venida, y reciba de tu inmensa bondad la recompensa de una fiel administraci\u00f3n de su orden (Euchologion).<\/p>

                                                        1588 En cuanto a los di\u00e1conos, \u00abfortalecidos, en efecto, con la gracia del sacramento, en comuni\u00f3n con el obispo y sus presb\u00edteros, est\u00e1n al servicio del Pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad\u00bb (LG 29).<\/p>

                                                        1589 Ante la grandeza de la gracia y del oficio sacerdotales, los santos doctores sintieron la urgente llamada a la conversi\u00f3n con el fin de corresponder mediante toda su vida a aquel de quien el sacramento los constituye ministros. As\u00ed, S. Gregorio Nazianceno, siendo joven sacerdote, exclama:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es preciso comenzar por purificarse antes de purificar a los otros; es preciso ser instruido para poder instruir; es preciso ser luz para iluminar, acercarse a Dios para acercarle a los dem\u00e1s, ser santificado para santificar, conducir de la mano y aconsejar con inteligencia (Or. 2, 71). S\u00e9 de qui\u00e9n somos ministros, donde nos encontramos y adonde nos dirigimos. Conozco la altura de Dios y la flaqueza del hombre, pero tambi\u00e9n su fuerza (ibid. 74) (Por tanto, \u00bfqui\u00e9n es el sacerdote? Es) el defensor de la verdad, se sit\u00faa junto a los \u00e1ngeles, glorifica con los arc\u00e1ngeles, hace subir sobre el altar de lo alto las v\u00edctimas de los sacrificios, comparte el sacerdocio de Cristo, restaura la criatura, restablece (en ella) la imagen (de Dios), la recrea para el mundo de lo alto, y, para decir lo m\u00e1s grande que hay en \u00e9l, es divinizado y diviniza (ibid. 73).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y el santo Cura de Ars dice: \u00abEl sacerdote continua la obra de redenci\u00f3n en la tierra\u00bb…\u00bbSi se comprendiese bien al sacerdote en la tierra se morir\u00eda no de pavor sino de amor\u00bb…\u00bbEl sacerdocio es el amor del coraz\u00f3n de Jes\u00fas\u00bb.<\/p>

                                                        RESUMEN<\/p>

                                                        1590 S. Pablo dice a su disc\u00edpulo Timoteo: \u00abTe recomiendo que reavives el carisma de Dios que est\u00e1 en ti por la imposici\u00f3n de mis manos\u00bb (2 Tm 1,6), y \u00absi alguno aspira al cargo de obispo, desea una noble funci\u00f3n\u00bb (1 Tm 3,1). A Tito dec\u00eda: \u00abEl motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presb\u00edteros en cada ciudad, como yo te orden\u00e9\u00bb (Tt 1,5).<\/p>

                                                        1591 La Iglesia entera es un pueblo sacerdotal. Por el bautismo, todos los fieles participan del sacerdocio de Cristo. Esta participaci\u00f3n se llama \u00absacerdocio com\u00fan de los fieles\u00bb. A partir de este sacerdocio y al servicio del mismo existe otra participaci\u00f3n en la misi\u00f3n de Cristo: la del ministerio conferido por el sacramento del Orden, cuya tarea es servir en nombre y en la representaci\u00f3n de Cristo-Cabeza en medio de la comunidad.<\/p>

                                                        1592 El sacerdocio ministerial difiere esencialmente del sacerdocio com\u00fan de los fieles porque confiere un poder sagrado para el servicio de los fieles. Los ministros ordenados ejercen su servicio en el pueblo de Dios mediante la ense\u00f1anza (munus docendi), el culto divino (munus liturgicum) y por el gobierno pastoral (munus regendi).<\/p>

                                                        1593 Desde los or\u00edgenes, el ministerio ordenado fue conferido y ejercido en tres grados: el de los Obispos, el de los presb\u00edteros y el de los di\u00e1conos. Los ministerios conferidos por la ordenaci\u00f3n son insustituibles para la estructura org\u00e1nica de la Iglesia: sin el obispo, los presb\u00edteros y los di\u00e1cono s no se puede hablar de Iglesia (cf. S. Ignacio de Antioqu\u00eda, Trall. 3,1).<\/p>

                                                        1594 El obispo recibe la plenitud del sacramento del Orden que lo incorpora al colegio episcopal y hace de \u00e9l la cabeza visible de la Iglesia particular que le es confiada. Los Obispos, en cuanto sucesores de los ap\u00f3stoles y miembros del colegio, participan en la responsabilidad apost\u00f3lica y en la misi\u00f3n de toda la Iglesia bajo la autoridad del Papa, sucesor de S. Pedro.<\/p>

                                                        1595 Los presb\u00edteros est\u00e1n unidos a los obispos en la dignidad sacerdotal y al mismo tiempo dependen de ellos en el ejercicio de sus funciones pastorales; son llamados a ser cooperadores diligentes de los obispos; forman en torno a su Obispo el presbiterio que asume con \u00e9l la responsabilidad de la Iglesia particular. Reciben del obispo el cuidado de una comunidad parroquial o de una funci\u00f3n eclesial determinada.<\/p>

                                                        1596 Los di\u00e1conos son ministros ordenados para las tareas de servicio de la Iglesia; no reciben el sacerdocio ministerial, pero la ordenaci\u00f3n les confiere funciones importantes en el ministerio de la palabra, del culto divino, del gobierno pastoral y del servicio de la caridad, tareas que deben cumplir bajo la autoridad pastoral de su Obispo.<\/p>

                                                        1597 El sacramento del Orden es conferido por la imposici\u00f3n de las manos seguida de una oraci\u00f3n consecratoria solemne que pide a Dios para el ordenando las gracias del Esp\u00edritu Santo requeridas para su ministerio. La ordenaci\u00f3n imprime un car\u00e1cter sacramental indeleble.<\/p>

                                                        1598 La Iglesia confiere el sacramento del Orden \u00fanicamente a varones (viris) bautizados, cuyas aptitudes para el ejercicio del ministerio han sido debidamente reconocidas. A la autoridad de la Iglesia corresponde la responsabilidad y el derecho de llamar a uno a recibir la ordenaci\u00f3n.<\/p>

                                                        1599 En la Iglesia latina, el sacramento del Orden para el presbiterado s\u00f3lo es conferido ordinariamente a candidatos que est\u00e1n dispuestos a abrazar libremente el celibato y que manifiestan p\u00fablicamente su voluntad de guardarlo por amor del Reino de Dios y el servicio de los hombres.<\/p>

                                                        1600\u00a0 Corresponde a los Obispos conferir el sacramento del Orden en los tres grados.<\/p>

                                                        Art\u00edculo 7\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO<\/p>

                                                        1601 \u00abLa alianza matrimonial, por la que el var\u00f3n y la mujer constituyen entre s\u00ed un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma \u00edndole natural al bien de los c\u00f3nyuges y a la generaci\u00f3n y educaci\u00f3n de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Se\u00f1or a la dignidad de sacramento entre bautizados\u00bb (CIC, can. 1055,1)<\/p>

                                                        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL MATRIMONIO EN EL PLAN DE DIOS<\/p>

                                                        1602 La Sagrada Escritura se abre con el relato de la creaci\u00f3n del hombre y de la mujer a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26-27) y se cierra con la visi\u00f3n de las \u00abbodas del Cordero\u00bb (Ap 19,7.9). De un extremo a otro la Escritura habla del matrimonio y de su \u00abmisterio\u00bb, de su instituci\u00f3n y del sentido que Dios le dio, de su origen y de su fin, de sus realizaciones diversas a lo largo de la historia de la salvaci\u00f3n, de sus dificultades nacidas del pecado y de su renovaci\u00f3n \u00aben el Se\u00f1or\u00bb (1 Co 7,39) todo ello en la perspectiva de la Nueva Alianza de Cristo y de la Iglesia (cf Ef 5,31-32).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El matrimonio en el orden de la creaci\u00f3n<\/p>

                                                        1603 \u00abLa \u00edntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias, se establece sobre la alianza del matrimonio… un v\u00ednculo sagrado… no depende del arbitrio humano. El mismo Dios es el autor del matrimonio\u00bb (GS 48,1). La vocaci\u00f3n al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer, seg\u00fan salieron de la mano del Creador. El matrimonio no es una instituci\u00f3n puramente humana a pesar de las numerosas variaciones que ha podido sufrir a lo largo de los siglos en las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes espirituales. Estas diversidades no deben hacer olvidar sus rasgos comunes y permanente. A pesar de que la dignidad de esta instituci\u00f3n no se trasluzca siempre con la misma claridad (cf GS 47,2), existe en todas las culturas un cierto sentido de la grandeza de la uni\u00f3n matrimonial. \u00abLa salvaci\u00f3n de la persona y de la sociedad humana y cristiana est\u00e1 estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar\u00bb (GS 47,1).<\/p>

                                                        1604\u00a0\u00a0 Dios que ha creado al hombre por amor lo ha llamado tambi\u00e9n al amor, vocaci\u00f3n fundamental e innata de todo ser humano. Porque el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,2), que es Amor (cf 1 Jn 4,8.16). Habi\u00e9ndolos creado Dios hombre y mujer, el amor mutuo entre ellos se convierte en imagen del amor absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre. Este amor es bueno, muy bueno, a los ojos del Creador (cf Gn 1,31). Y este amor que Dios bendice es destinado a ser fecundo y a realizarse en la obra com\u00fan del cuidado de la creaci\u00f3n. \u00abY los bendijo Dios y les dijo: \u00abSed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla'\u00bb (Gn 1,28).<\/p>

                                                        1605 La Sagrada escritura afirma que el hombre y la mujer fueron creados el uno para el otro: \u00abNo es bueno que el hombre est\u00e9 solo\u00bb. La mujer, \u00abcarne de su carne\u00bb, su igual, la criatura m\u00e1s semejante al hombre mismo, le es dada por Dios como una \u00abauxilio\u00bb, representando as\u00ed a Dios que es nuestro \u00abauxilio\u00bb (cf Sal 121,2). \u00abPor eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne\u00bb (cf Gn 2,18-25). Que esto significa una uni\u00f3n indefectible de sus dos vidas, el Se\u00f1or mismo lo muestra recordando cu\u00e1l fue \u00aben el principio\u00bb, el plan del Creador: \u00abDe manera que ya no son dos sino una sola carne\u00bb (Mt 19,6).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El matrimonio bajo la esclavitud del pecado<\/p>

                                                        1606\u00a0 Todo hombre, tanto en su entorno como en su propio coraz\u00f3n, vive la experiencia del mal. Esta experiencia se hace sentir tambi\u00e9n en las relaciones entre el hombre y la mujer. En todo tiempo, la uni\u00f3n del hombre y la mujer vive amenazada por la discordia, el esp\u00edritu de dominio, la infidelidad, los celos y conflictos que pueden conducir hasta el odio y la ruptura. Este desorden puede manifestarse de manera m\u00e1s o menos aguda, y puede ser m\u00e1s o menos superado, seg\u00fan las culturas, las \u00e9pocas, los individuos, pero siempre aparece como algo de car\u00e1cter universal.<\/p>

                                                        1607 Seg\u00fan la fe, este desorden que constatamos dolorosamente, no se origina en la naturaleza del hombre y de la mujer, ni en la naturaleza de sus relaciones, sino en el pecado. El primer pecado, ruptura con Dios, tiene como consecuencia primera la ruptura de la comuni\u00f3n original entre el hombre y la mujer. Sus relaciones quedan distorsionadas por agravios rec\u00edprocos (cf Gn 3,12); su atractivo mutuo, don propio del creador (cf Gn 2,22), se cambia en relaciones de dominio y de concupiscencia (cf Gn 3,16b); la hermosa vocaci\u00f3n del hombre y de la mujer de ser fecundos, de multiplicarse y someter la tierra (cf Gn 1,28) queda sometida a los dolores del parto y los esfuerzos de ganar el pan (cf Gn 3,16-19).<\/p>

                                                        1608\u00a0 Sin embargo, el orden de la Creaci\u00f3n subsiste aunque gravemente perturbado. Para sanar las heridas del pecado, el hombre y la mujer necesitan la ayuda de la gracia que Dios, en su misericordia infinita, jam\u00e1s les ha negado (cf Gn 3,21). Sin esta ayuda, el hombre y la mujer no pueden llegar a realizar la uni\u00f3n de sus vidas en orden a la cual Dios los cre\u00f3 \u00abal comienzo\u00bb.<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El matrimonio bajo la pedagog\u00eda de la antigua Ley<\/p>

                                                        1609\u00a0 En su misericordia, Dios no abandon\u00f3 al hombre pecador. Las penas que son consecuencia del pecado, \u00ablos dolores del parto\u00bb (Gn 3,16), el trabajo \u00abcon el sudor de tu frente\u00bb (Gn 3,19), constituyen tambi\u00e9n remedios que limitan los da\u00f1os del pecado. Tras la ca\u00edda, el matrimonio ayuda a vencer el repliegue sobre s\u00ed mismo, el ego\u00edsmo, la b\u00fasqueda del propio placer, y a abrirse al otro, a la ayuda mutua, al don de si.<\/p>

                                                        1610 La conciencia moral relativa a la unidad e indisolubilidad del matrimonio se desarroll\u00f3 bajo la pedagog\u00eda de la Ley antigua. La poligamia de los patriarcas y de los reyes no es todav\u00eda prohibida de una manera expl\u00edcita. No obstante, la Ley dada por Mois\u00e9s se orienta a proteger a la mujer contra un dominio arbitrario del hombre, aunque ella lleve tambi\u00e9n, seg\u00fan la palabra del Se\u00f1or, las huellas de \u00abla dureza del coraz\u00f3n\u00bb de la persona humana, raz\u00f3n por la cual Mois\u00e9s permiti\u00f3 el repudio de la mujer (cf Mt 19,8; Dt 24,1).<\/p>

                                                        1611\u00a0 Contemplando la Alianza de Dios con Israel bajo la imagen de un amor conyugal exclusivo y fiel (cf Os 1-3; Is 54.62; Jr 2-3. 31; Ez 16,62;23), los profetas fueron preparando la conciencia del Pueblo elegido para una comprensi\u00f3n m\u00e1s profunda de la unidad y de la indisolubilidad del matrimonio (cf Mal 2,13-17). Los libros de Rut y de Tob\u00edas dan testimonios conmovedores del sentido hondo del matrimonio, de la fidelidad y de la ternura de los esposos. La Tradici\u00f3n ha visto siempre en el Cantar de los Cantares una expresi\u00f3n \u00fanica del amor humano, en cuanto que \u00e9ste es reflejo del amor de Dios, amor \u00abfuerte como la muerte\u00bb que \u00ablas grandes aguas no pueden anegar\u00bb (Ct 8,6-7).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El matrimonio en el Se\u00f1or<\/p>

                                                        1612 La alianza nupcial entre Dios y su pueblo Israel hab\u00eda preparado la nueva y eterna alianza mediante la que el Hijo de Dios, encarn\u00e1ndose y dando su vida, se uni\u00f3 en cierta manera con toda la humanidad salvada por \u00e9l (cf. GS 22), preparando as\u00ed \u00ablas bodas del cordero\u00bb (Ap 19,7.9).<\/p>

                                                        1613 En el umbral de su vida p\u00fablica, Jes\u00fas realiza su primer signo -a petici\u00f3n de su Madre- con ocasi\u00f3n de un banquete de boda (cf Jn 2,1-11). La Iglesia concede una gran importancia a la presencia de Jes\u00fas en las bodas de Can\u00e1. Ve en ella la confirmaci\u00f3n de la bondad del matrimonio\u00a0 y el anuncio de que en adelante el matrimonio ser\u00e1 un signo eficaz de la presencia de Cristo.<\/p>

                                                        1614 En su predicaci\u00f3n, Jes\u00fas ense\u00f1\u00f3 sin ambig\u00fcedad el sentido original de la uni\u00f3n del hombre y la mujer, tal como el Creador la quiso al comienzo: la autorizaci\u00f3n, dada por Mois\u00e9s, de repudiar a su mujer era una concesi\u00f3n a la dureza del coraz\u00f3n (cf Mt 19,8); la uni\u00f3n matrimonial del hombre y la mujer es indisoluble: Dios mismo la estableci\u00f3: \u00ablo que Dios uni\u00f3, que no lo separe el hombre\u00bb (Mt 19,6).<\/p>

                                                        1615 Esta insistencia, inequ\u00edvoca, en la indisolubilidad del v\u00ednculo matrimonial pudo causar perplejidad y aparecer como una exigencia irrealizable (cf Mt 19,10). Sin embargo, Jes\u00fas no impuso a los esposos una carga imposible de llevar y demasiado pesada (cf Mt 11,29-30), m\u00e1s pesada que la Ley de Mois\u00e9s. Viniendo para restablecer el orden inicial de la creaci\u00f3n perturbado por el pecado, da la fuerza y la gracia para vivir el matrimonio en la dimensi\u00f3n nueva del Reino de Dios. Siguiendo a Cristo, renunciando a s\u00ed mismos, tomando sobre s\u00ed sus cruces (cf Mt 8,34), los esposos podr\u00e1n \u00abcomprender\u00bb (cf Mt 19,11) el sentido original del matrimonio y vivirlo con la ayuda de Cristo. Esta gracia del Matrimonio cristiano es un fruto de la Cruz de Cristo, fuente de toda la vida cristiana.<\/p>

                                                        1616 Es lo que el ap\u00f3stol Pablo da a entender diciendo: \u00abMaridos, amad a vuestras mujeres como Cristo am\u00f3 a la Iglesia y se entreg\u00f3 a s\u00ed mismo por ella, para santificarla\u00bb (Ef 5,25-26), y a\u00f1adiendo enseguida: \u00ab`Por es o dejar\u00e1 el hombre a su padre y a su madre y se unir\u00e1 a su mujer, y los dos se har\u00e1n una sola carne’. Gran misterio es \u00e9ste, lo digo respecto a Cristo y a la Iglesia\u00bb (Ef 5,31-32).<\/p>

                                                        1617 Toda la vida cristiana est\u00e1 marcada por el amor esponsal de Cristo y de la Iglesia. Ya el Bautismo, entrada en el Pueblo de Dios, es un misterio nupcial. Es, por as\u00ed decirlo, como el ba\u00f1o de bodas (cf Ef 5,26-27) que precede al banquete de bodas, la Eucarist\u00eda. El Matrimonio cristiano viene a ser por su parte signo eficaz, sacramento de la alianza de Cristo y de la Iglesia. Puesto que es signo y comunicaci\u00f3n de la gracia, el matrimonio entre bautizados es un verdadero sacramento de la Nueva Alianza (cf DS 1800; CIC, can. 1055,2).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La virginidad por el Reino de Dios<\/p>

                                                        1618 Cristo es el centro de toda vida cristiana. El v\u00ednculo con El ocupa el primer lugar entre todos los dem\u00e1s v\u00ednculos, familiares o sociales (cf Lc 14,26; Mc 10,28-31). Desde los comienzos de la Iglesia ha habido hombres y mujeres que han renunciado al gran bien del matrimonio para seguir al Cordero dondequiera que vaya (cf Ap 14,4), para ocuparse de las cosas del Se\u00f1or, para tratar de agradarle (cf 1 Co 7,32), para ir al encuentro del Esposo que viene (cf Mt 25,6). Cristo mismo invit\u00f3 a algunos a seguirle en este modo de vida del que El es el modelo:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hay eunucos que nacieron as\u00ed del seno materno, y hay eunucos hechos por los hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a s\u00ed mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda (Mt 19,12).<\/p>

                                                        1619 La virginidad por el Reino de los Cielos es un desarrollo de la gracia bautismal, un signo poderoso de la preeminencia del v\u00ednculo con Cristo, de la ardiente espera de su retorno, un signo que recuerda tambi\u00e9n que el matrimonio es una realidad que manifiesta el car\u00e1cter pasajero de este mundo (cf 1 Co 7,31; Mc 12,25).<\/p>

                                                        1620 Estas dos realidades, el sacramento del Matrimonio y la virginidad por el Reino de Dios, vienen del Se\u00f1or mismo. Es \u00e9l quien les da sentido y les concede la gracia indispensable para vivirlos conforme a su voluntad (cf Mt 19,3-12). La estima de la virginidad por el Reino (cf LG 42; PC 12; OT 10) y el sentido cristiano del Matrimonio son inseparables y se apoyan mutuamente:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Denigrar el matrimonio es reducir a la vez la gloria de la virginidad; elogiarlo es realzar a la vez la admiraci\u00f3n que corresponde a la virginidad… (S. Juan Cris\u00f3stomo, virg. 10,1; cf FC, 16).<\/p>

                                                        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CELEBRACION DEL MATRIMONIO<\/p>

                                                        1621 En el rito latino, la celebraci\u00f3n del matrimonio entre dos fieles cat\u00f3licos tiene lugar ordinariamente dentro de la Santa Misa, en virtud del v\u00ednculo que tienen todos los sacramentos con el Misterio Pascual de Cristo (cf SC 61). En la Eucarist\u00eda se realiza el memorial de la Nueva Alianza, en la que Cristo se uni\u00f3 para siempre a la Iglesia, su esposa amada por la que se entreg\u00f3 (cf LG 6). Es, pues, conveniente que los esposos sellen su consentimiento en darse el uno al otro mediante la ofrenda de sus propias vidas, uni\u00e9ndose a la ofrenda de Cristo por su Iglesia, hecha presente en el sacrificio eucar\u00edstico, y recibiendo la Eucarist\u00eda, para que, comulgando en el mismo Cuerpo y en la misma Sangre de Cristo, \u00abformen un solo cuerpo\u00bb en Cristo (cf 1 Co 10,17).<\/p>

                                                        1622 \u00abEn cuanto gesto sacramental de santificaci\u00f3n, la celebraci\u00f3n del matrimonio…debe ser por s\u00ed misma v\u00e1lida, digna y fructuosa\u00bb (FC 67). Por tanto, conviene que los futuros esposos se dispongan a la celebraci\u00f3n de su matrimonio recibiendo el sacramento de la penitencia.<\/p>

                                                        1623 Seg\u00fan la tradici\u00f3n latina, los esposos, como ministros de la gracia de Cristo, manifestando su consentimiento ante la Iglesia, se confieren mutuamente el sacramento del matrimonio. En las tradiciones de las Iglesias orientales, los sacerdotes \u2013Obispos o presb\u00edteros\u2013 son testigos del rec\u00edproco consentimiento expresado por los esposos (cf. CCEO, can. 817), pero tambi\u00e9n su bendici\u00f3n es necesaria para la validez del sacramento (cf CCEO, can. 828).<\/p>

                                                        1624 Las diversas liturgias son ricas en oraciones de bendici\u00f3n y de ep\u00edclesis pidiendo a Dios su gracia y la bendici\u00f3n sobre la nueva pareja, especialmente sobre la esposa. En la ep\u00edclesis de este sacramento los esposos reciben el Esp\u00edritu Santo como Comuni\u00f3n de amor de Cristo y de la Iglesia (cf. Ef 5,32). El Esp\u00edritu Santo es el sello de la alianza de los esposos, la fuente siempre generosa de su amor, la fuerza con que se renovar\u00e1 su fidelidad.<\/p>

                                                        III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL<\/p>

                                                        1625 Los protagonistas de la alianza matrimonial son un hombre y una mujer bautizados, libres para contraer el matrimonio y que expresan libremente su consentimiento. \u00abSer libre\u00bb quiere decir:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 no obrar por coacci\u00f3n;<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 no estar impedido por una ley natural o eclesi\u00e1stica.<\/p>

                                                        1626 La Iglesia considera el intercambio de los consentimientos entre los esposos como el elemento indispensable \u00abque hace el matrimonio\u00bb (CIC, can. 1057,1). Si el consentimiento falta, no hay matrimonio.<\/p>

                                                        1627 El consentimiento consiste en \u00abun acto humano, por el cual los esposos se dan y se reciben mutuamente\u00bb (GS 48,1; cf CIC, can. 1057,2): \u00abYo te recibo como esposa\u00bb – \u00abYo te recibo como esposo\u00bb (OcM 45). Este consentimiento que une a los esposos entre s\u00ed, encuentra su plenitud en el hecho de que los dos \u00abvienen a ser una sola carne\u00bb (cf Gn 2,24; Mc 10,8; Ef 5,31).<\/p>

                                                        1628 El consentimiento debe ser un acto de la voluntad de cada uno de los contrayentes, libre de violencia o de temor grave externo (cf CIC, can. 1103). Ning\u00fan poder humano puede reemplazar este consentimiento (CIC, can. 1057, 1). Si esta libertad falta, el matrimonio es inv\u00e1lido.<\/p>

                                                        1629 Por esta raz\u00f3n (o por otras razones que hacen nulo e inv\u00e1lido el matrimonio; cf. CIC, can. 1095-1107), la Iglesia, tras\u00a0 examinar la situaci\u00f3n por el tribunal eclesi\u00e1stico competente, puede declarar \u00abla nulidad del matrimonio\u00bb, es decir, que el matrimonio no ha existido. En este caso, los contrayentes quedan libres para casarse, aunque deben cumplir las obligaciones naturales nacidas de una uni\u00f3n precedente precedente (cf CIC, can. 1071).<\/p>

                                                        1630 El sacerdote ( o el di\u00e1cono) que asiste a la celebraci \u00f3n del matrimonio, recibe el consentimiento de los esposos en nombre de la Iglesia y da la bendici\u00f3n de la Iglesia. La presencia del ministro de la Iglesia (y tambi\u00e9n de los testigos) expresa visiblemente que el matrimonio es una realidad eclesial.<\/p>

                                                        1631 Por esta raz\u00f3n, la Iglesia exige ordinariamente para sus fieles la forma eclesi\u00e1stica de la celebraci\u00f3n del matrimonio (cf Cc. de Trento: DS 1813-1816; CIC, can. 1108). Varias razones concurren para explicar esta determinaci\u00f3n:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 El matrimonio sacramental es un acto lit\u00fargico. Por tanto, es conveniente que sea celebrado en la liturgia p\u00fablica de la Iglesia.<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 El matrimonio introduce en un ordo eclesial, crea derechos y deberes en la Iglesia entre los esposos y para con los hijos.<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 Por ser el matrimonio un estado de vida en la Iglesia, es preciso que exista certeza sobre \u00e9l (de ah\u00ed la obligaci\u00f3n de tener testigos).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 El car\u00e1cter p\u00fablico del consentimiento protege el \u00abS\u00ed\u00bb una vez dado y ayuda a permanecer fiel a \u00e9l.<\/p>

                                                        1632 Para que el \u00abS\u00ed\u00bb de los esposos sea un acto libre y responsable, y para que la alianza matrimonial tenga fundamentos humanos y cristianos s\u00f3lidos y estables, la preparaci\u00f3n para el matrimonio es de primera importancia:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 – El ejemplo y la ense\u00f1anza dados por los padres y por las familias son el camino privilegiado de esta preparaci\u00f3n.<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 – El papel de los pastores y de la comunidad cristiana como \u00abfamilia de Dios\u00bb es indispensable para la transmisi\u00f3n de los valores humanos y cristianos del matrimonio y de la familia (cf. CIC, can. 1063), y esto con mayor raz\u00f3n en nuestra \u00e9poca en la que muchos j\u00f3venes conocen la experiencia de hogares rotos que ya no aseguran suficientemente esta iniciaci\u00f3n:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los j\u00f3venes deben ser instruidos adecuada y oportunamente sobre la dignidad, dignidad , tareas y ejercicio del amor conyugal, sobre todo en el seno de la misma familia, para que, educados en el cultivo de la castidad, puedan pasar, a la edad conveniente, de un honesto noviazgo vivido al matrimonio (GS 49,3).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Matrimonios mixtos y disparidad de culto<\/p>

                                                        1633 En numerosos pa\u00edses, la situaci\u00f3n del matrimonio mixto (entre cat\u00f3lico y bautizado no cat\u00f3lico) se presenta con bastante frecuencia. Exige una atenci\u00f3n particular de los c\u00f3nyuges y de los pastores. El caso de matrimonios con disparidad de culto (entre cat\u00f3lico y no bautizado) exige una a\u00fan mayor atenci\u00f3n.<\/p>

                                                        1634 La diferencia de confesi\u00f3n entre los c\u00f3nyuges no constituye un obst\u00e1culo insuperable para el matrimonio, cuando llegan a poner en com\u00fan lo que cada uno de ellos ha recibido en su comunidad, y a aprender el uno del otro el modo como cada uno vive su fidelidad a Cristo. Pero las dificultades de los matrimonios mixtos no deben tampoco ser subestimadas. Se deben al hecho de que la separaci\u00f3n de los cristianos no se ha superado todav\u00eda. Los esposos corren el peligro de vivir en el seno de su hogar el drama de la desuni\u00f3n de los cristianos. La disparidad de culto puede agravar a\u00fan m\u00e1s estas dificultades. Divergencias en la fe, en la concepci\u00f3n misma del matrimonio, pero tambi\u00e9n mentalidades religiosas distintas pueden constituir una fuente de tensiones en el matrimonio, principalmente a prop\u00f3sito de la educaci\u00f3n de los hijos. Una tentaci\u00f3n que puede presentarse entonces es la indiferencia religiosa.<\/p>

                                                        1635 Seg\u00fan el derecho vigente en la Iglesia latina, un matrimonio mixto necesita, para su licitud, el permiso expreso de la autoridad eclesi\u00e1stica (cf CIC, can. 1124). En caso de disparidad de culto se requiere una dispensa expresa del impedimento para la validez del matrimonio (cf CIC, can. 1086). Este permiso o esta dispensa supone que ambas partes conozcan y no excluyan los fines y las propiedades esenciales del matrimonio; adem\u00e1s, que la parte cat\u00f3lica confirme los compromisos \u2013tambi\u00e9n haci\u00e9ndolos conocer a la parte no cat\u00f3lica\u2013 de conservar la propia fe y de asegurar el Bautismo y la educaci\u00f3n de los hijos en la Iglesia Cat\u00f3lica (cf CIC, can. 1125).<\/p>

                                                        1636 En muchas regiones, gracias al di\u00e1logo ecum\u00e9nico, las comunidades cristianas interesadas han podido llevar a cabo una pastoral com\u00fan para los matrimonios mixtos. Su objetivo es ayudar a estas parejas a vivir su situaci\u00f3n particular a la luz de la fe. Debe tambi\u00e9n ayudarles a superar las tensiones entre las obligaciones de los c\u00f3nyuges, el uno con el otro, y con sus comunidades eclesiales. Debe alentar el desarrollo de lo que les es com\u00fan en la fe, y el respeto de lo que los separa.<\/p>

                                                        1637 En los matrimonios con disparidad de culto, el esposo cat\u00f3lico tiene una tarea particular: \u00abPues el marido no creyente queda santificado por su mujer, y la mujer no creyente queda santificada por el marido creyente\u00bb ( 1 Co 7,14). Es un gran gozo para el c\u00f3nyuge cristiano y para la Iglesia el que esta \u00absantificaci\u00f3n\u00bb conduzca a la conversi\u00f3n libre del otro c\u00f3nyuge a la fe cristiana (cf. 1 Co 7,16). El amor conyugal sincero, la pr\u00e1ctica humilde y paciente de las virtudes familiares, y la oraci\u00f3n perseverante pueden preparar al c\u00f3nyuge no creyente a recibir la gracia de la conversi\u00f3n.<\/p>

                                                        IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS EFECTOS DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO<\/p>

                                                        1638 \u00abDel matrimonio v\u00e1lido se origina entre los c\u00f3nyuges un v\u00ednculo perpetuo y exclusivo por su misma naturaleza; adem\u00e1s, en el matrimonio cristiano los c\u00f3nyuges son fortalecidos y quedan como consagrados por un sacramento peculiar para los deberes y la dignidad de su estado\u00bb (CIC, can. 1134).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El v\u00ednculo matrimonial<\/p>

                                                        1639 El consentimiento por el que los esposos se dan y se reciben mutuamente es sellado por el mismo Dios (cf Mc 10,9). De su alianza \u00abnace una instituci\u00f3n estable por ordenaci\u00f3n divina, tambi\u00e9n ante la sociedad\u00bb (GS 48,1). La alianza de los esposos est\u00e1 integrada en la alianza de Dios con los hombres: \u00abel aut\u00e9ntico amor conyugal es asumido en el amor divino\u00bb (GS 48,2).<\/p>

                                                        1640\u00a0\u00a0 Por tanto, el v\u00ednculo matrimonial es establecido por Dios mismo, de modo que el matrimonio celebrado y consumado entre bautizados no puede ser disuelto jam\u00e1s. Este v\u00ednculo que resulta del acto humano libre de los esposos y de la consumaci\u00f3n del matrimonio es una realidad ya irrevocable y da origen a una alianza garantizada por la fidelidad de Dios. La Iglesia no tiene poder para pronunciarse contra esta disposici\u00f3n de la sabidur\u00eda divina (cf CIC, can. 1141).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La gracia del sacramento del matrimonio<\/p>

                                                        1641 \u00abEn su modo y estado de vida, (los c\u00f3nyuges cristianos) tienen su carisma propio en el Pueblo de Dios\u00bb (LG 11). Esta gracia propia del sacramento del matrimonio est\u00e1 destinada a perfeccionar el amor de los c\u00f3nyuges, a fortalecer su unidad indisoluble. Por medio de esta gracia \u00abse ayudan mutuamente a santificarse con la vida matrimonial conyugal y en la acogida y educaci\u00f3n de los hijos\u00bb (LG 11; cf LG 41).<\/p>

                                                        1642 Cristo es la fuente de esta gracia. \u00abPues de la misma manera que Dios en otro tiempo sali\u00f3 al encuentro de su pueblo por una alianza de amor y fidelidad, ahora el Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia, mediante el sacramento del matrimonio, sale al encuentro de los esposos cristianos\u00bb (GS 48,2). Permanece con ellos, les da la fuerza de seguirle \u00a0tomando su cruz, de levantarse despu\u00e9s de sus ca\u00eddas, de perdonarse mutuamente, de llevar unos las cargas de los otros (cf Ga 6,2), de estar \u00absometidos unos a otros en el temor de Cristo\u00bb (Ef 5,21) y de amarse con un amor sobrenatural, delicado y fecundo. En las alegr\u00edas de su amor y de su vida familiar les da, ya aqu\u00ed, un gusto anticipado del banquete de las bodas del Cordero:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfDe d\u00f3nde voy a sacar la fuerza para describir de manera satisfactoria la dicha del matrimonio que celebra la Iglesia, que confirma la ofrenda, que sella la bendici\u00f3n? Los \u00e1ngeles lo proclaman, el Padre celestial lo ratifica…\u00a1Qu\u00e9 matrimonio el de dos cristianos, unidos por una sola esperanza, un solo deseo, una sola disciplina, el mismo servicio! Los dos hijos de un mismo Padre, servidores de un mismo Se\u00f1or; nada los separa, ni en el esp\u00edritu ni en la carne; al contrario, son verdaderamente dos en una sola carne. Donde la carne es una, tambi\u00e9n es uno el esp\u00edritu (Tertuliano, ux. 2,9; cf. FC 13).<\/p>

                                                        V\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS BIENES Y LAS EXIGENCIAS DEL AMOR CONYUGAL<\/p>

                                                        1643 \u00abEl amor conyugal comporta una totalidad en la que entran todos los elementos de la persona -reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del sentimiento y de la afectividad, aspiraci\u00f3n del esp\u00edritu y de la voluntad-; mira una unidad profundamente personal que, m\u00e1s all\u00e1 de la uni\u00f3n en una sola carne, conduce a no tener m\u00e1s que un coraz\u00f3n y un alma; exige la indisolubilidad y la fidelidad de la donaci\u00f3n rec\u00edproca definitiva; y se abre a fecundidad. En una palabra: se trata de caracter\u00edsticas normales de todo amor conyugal natural, pero con un significado nuevo que no s\u00f3lo las purifica y consolida, sino las eleva hasta el punto de hacer de ellas la expresi\u00f3n de valores propiamente cristianos\u00bb (FC 13).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Unidad e indisolubilidad del matrimonio<\/p>

                                                        1644 El amor de los esposos exige, por su misma naturaleza, la unidad y la indisolubilidad de la comunidad de personas que abarca la vida entera de los esposos: \u00abDe manera que ya no son dos sino una sola carne\u00bb (Mt 19,6; cf Gn 2,24). \u00abEst\u00e1n llamados a crecer continuamente en su comuni\u00f3n a trav\u00e9s de la fidelidad cotidiana a la promesa matrimonial de la rec\u00edproca donaci\u00f3n total\u00bb (FC 19). Esta comuni\u00f3n humana es confirmada, purificada y perfeccionada por la comuni\u00f3n en Jesucristo dada mediante el sacramento del matrimonio. Se profundiza por la vida de la fe com\u00fan y por la Eucarist\u00eda recibida en com\u00fan.<\/p>

                                                        1645 \u00abLa unidad del matrimonio aparece ampliamente confirmada por la igual dignidad personal que hay que reconocer a la mujer y el var\u00f3n en el mutuo y pleno amor\u00bb (GS 49,2). La poligamia es contraria a esta igual dignidad de uno y otro y al amor conyugal que es \u00fanico y exclusivo.<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La fidelidad del amor conyugal<\/p>

                                                        1646\u00a0\u00a0 El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad inviolable. Esto es\u00a0 consecuencia del don de s\u00ed mismos que se hacen mutuamente los esposos. El aut\u00e9ntico amor tiende por s\u00ed mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero. \u00abEsta \u00edntima uni\u00f3n, en cuanto donaci\u00f3n mutua de dos personas, como el bien de los hijos exigen la fidelidad de los c\u00f3nyuges y urgen su indisoluble unidad\u00bb (GS 48,1).<\/p>

                                                        1647 Su motivo m\u00e1s profundo consiste en la fidelidad de Dios a su alianza, de Cristo a su Iglesia. Por el sacramento del matrimonio los esposos son capacitados para representar y testimoniar esta fidelidad. Por el sacramento, la indisolubilidad del matrimonio adquiere un sentido nuevo y m\u00e1s profundo.<\/p>

                                                        1648\u00a0\u00a0 Puede parecer dif\u00edcil, incluso imposible, atarse para toda la vida a un ser humano. Por ello es tanto m\u00e1s importante anunciar la buena nueva de que Dios nos ama con un amor definitivo e irrevocable, de que los esposos participan de este amor, que les conforta y mantiene, y de que por su fidelidad se convierten en testigos del amor fiel de Dios. Los esposos que, con la gracia de Dios, dan este testimonio, con frecuencia en condiciones muy dif\u00edciles, merecen la gratitud y el apoyo de la comunidad eclesial (cf FC 20).<\/p>

                                                        1649\u00a0\u00a0 Existen, sin embargo, situaciones en que la convivencia matrimonial se hace pr\u00e1cticamente imposible por razones muy diversas. En tales casos, la Iglesia admite la separaci\u00f3n f\u00edsica de los esposos y el fin de la cohabitaci\u00f3n. Los esposos no cesan de ser marido y mujer delante de Dios; ni son libres para contraer una nueva uni\u00f3n. En esta situaci\u00f3n dif\u00edcil, la mejor soluci\u00f3n ser\u00eda, si es posible, la reconciliaci\u00f3n. La comunidad cristiana est\u00e1 llamada a ayudar a estas personas a vivir cristianamente su situaci\u00f3n en la fidelidad al v\u00ednculo de su matrimonio que permanece indisoluble (cf FC; 83; CIC, can. 1151-1155).<\/p>

                                                        1650 Hoy son numerosos en muchos pa\u00edses los cat\u00f3licos que recurren al divorcio seg\u00fan las leyes civiles y que contraen tambi\u00e9n civilmente una nueva uni\u00f3n. La Iglesia mantiene, por fidelidad a la palabra de Jesucristo (\u00abQuien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquella; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio\u00bb: Mc 10,11-12), que no puede reconocer como v\u00e1lida esta nueva uni\u00f3n, si era v\u00e1lido el primer matrimonio. Si los divorciados se vuelven a casar civilmente,\u00a0 se ponen en una situaci\u00f3n que contradice objetivamente a la ley de Dios. Por lo cual no pueden acceder a la comuni\u00f3n eucar\u00edstica mientras persista esta situaci\u00f3n, y por la misma raz\u00f3n no pueden ejercer ciertas responsabilidades eclesiales. La reconciliaci\u00f3n mediante el sacramento de la penitencia no puede ser concedida\u00a0 m\u00e1s que aquellos que se arrepientan de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo y que se comprometan a vivir en total continencia.<\/p>

                                                        1651 Respecto a los cristianos que viven en esta situaci\u00f3n y que con frecuencia conservan la fe y desean educar cristianamente a sus hijos, los sacerdotes y toda la comunidad deben dar prueba de una atenta solicitud, a fin de aquellos no se consideren como separados de la Iglesia, de cuya vida pueden y deben participar en cuanto bautizados:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Se les exhorte a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la misa, a perseverar en la oraci\u00f3n, a incrementar las obras de caridad y\u00a0 las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar sus hijos en la fe cristiana, a cultivar el esp\u00edritu y las obras de penitencia para implorar de este modo, d\u00eda a d\u00eda, la gracia de Dios (FC 84).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La apertura a la fecundidad<\/p>

                                                        1652 \u00abPor su naturaleza misma, la instituci\u00f3n misma del matrimonio y el amor conyugal est\u00e1n ordenados a la procreaci\u00f3n y a la educaci\u00f3n de la prole y con ellas son coronados como su culminaci\u00f3n\u00bb (GS 48,1):<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los hijos son el don m\u00e1s excelente del matrimonio y contribuyen mucho al bien de sus mismos padres. El mismo Dios, que dijo: \u00abNo es bueno que el hombre est\u00e9 solo (Gn 2,18), y que hizo desde el principio al hombre, var\u00f3n y mujer\u00bb (Mt 19,4), queriendo comunicarle cierta participaci\u00f3n especial en su propia obra creadora, bendijo al var\u00f3n y a la mujer diciendo: \u00abCreced y multiplicaos\u00bb (Gn 1,28). De ah\u00ed que el cultivo verdadero del amor conyugal y todo el sistema de vida familiar que de \u00e9l procede, sin dejar posponer los otros fines del matrimonio, tienden a que los esposos est\u00e9n dispuestos con fortaleza de \u00e1nimo a cooperar con el amor del Creador y Salvador, que por medio de ellos aumenta y enriquece su propia familia cada d\u00eda m\u00e1s (GS 50,1).<\/p>

                                                        1653 La fecundidad del amor conyugal se extiende a los frutos de la vida moral, espiritual y sobrenatural que los padres transmiten a sus hijos por medio de la educaci\u00f3n. Los padres son los principales y primeros educadores de sus hijos (cf. GE 3). En este sentido, la tarea fundamental del matrimonio y de la familia es estar al servicio de la vida (cf FC 28).<\/p>

                                                        1654 Sin embargo, los esposos a los que Dios no ha concedido tener hijos pueden llevar una vida conyugal plena de sentido, humana y cristianamente. Su matrimonio puede irradiar una fecundidad de caridad, de acogida y de sacrificio.<\/p>

                                                        VI\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA DOMESTICA<\/p>

                                                        1655 Cristo quiso nacer y crecer en el seno de la Sagrada Familia de Jos\u00e9 y de Mar\u00eda. La Iglesia no es otra cosa que la \u00abfamilia de Dios\u00bb. Desde sus or\u00edgenes, el n\u00facleo de la Iglesia estaba a menudo constituido por los que, \u00abcon toda su casa\u00bb, hab\u00edan llegado a ser creyentes (cf Hch 18,8). Cuando se convert\u00edan deseaban tambi\u00e9n que se salvase \u00abtoda su casa\u00bb (cf Hch 16,31 y 11,14). Estas familias convertidas eran islotes de vida cristiana en un mundo no creyente.<\/p>

                                                        1656 En nuestros d\u00edas, en un mundo frecuentemente extra\u00f1o e incluso hostil a la fe, las familias creyentes tienen una importancia primordial en cuanto faros de una fe viva e irradiadora. Por eso el Concilio Vaticano II llama a la familia, con una antigua expresi\u00f3n, \u00abEcclesia domestica\u00bb (LG 11; cf. FC 21). En el seno de la familia, \u00ablos padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, y han de fomentar la vocaci\u00f3n personal de cada uno y, con especial cuidado, la vocaci\u00f3n a la vida consagrada\u00bb (LG 11).<\/p>

                                                        1657 Aqu\u00ed es donde se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio bautismal del padre de familia, de la madre, de los hijos, de todos los miembros de la familia, \u00aben la recepci\u00f3n de los sacramentos, en la oraci\u00f3n y en la acci\u00f3n de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la renuncia y el amor que se traduce en obras\u00bb (LG 10). El hogar es as\u00ed la primera escuela de vida cristiana y \u00abescuela del m\u00e1s rico humanismo\u00bb (GS 52,1). Aqu\u00ed se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perd\u00f3n generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la oraci\u00f3n y la ofrenda de su vida.<\/p>

                                                        1658 Es preciso recordar asimismo a un gran n\u00famero de personas que permanecen solteras a causa de las concretas condiciones en que deben vivir, a menudo sin haberlo querido ellas mismas. Estas personas se encuentran particularmente cercanas al coraz\u00f3n de Jes\u00fas; y, por ello, merecen afecto y solicitud diligentes de la Iglesia, particularmente de sus pastores. Muchas de ellas viven sin familia humana, con frecuencia a causa de condiciones de pobreza. Hay quienes viven su situaci\u00f3n seg\u00fan el esp\u00edritu de las bienaventuranzas sirviendo a Dios y al pr\u00f3jimo de manera ejemplar. A todas ellas es preciso abrirles las puertas de los hogares, \u00abiglesias dom\u00e9sticas\u00bb y las puertas de la gran familia que es la Iglesia. \u00abNadie se sienta sin familia en este mundo: la Iglesia es casa y familia de todos, especialmente para cuantos est\u00e1n `fatigados y agobiados’ (Mt 11,28)\u00bb (FC 85).<\/p>

                                                        RESUMEN<\/p>

                                                        1659 S. Pablo dice: \u00abMaridos, amad a vuestras mujeres como Cristo am\u00f3 a la Iglesia…Gran misterio es \u00e9ste, lo digo con respecto a Cristo y la Iglesia\u00bb (Ef 5,25.32).<\/p>

                                                        1660\u00a0 La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una \u00edntima comunidad de vida y de amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador. Por su naturaleza est\u00e1 ordenada al bien de los c\u00f3nyuges as\u00ed como a la generaci\u00f3n y educaci\u00f3n de los hijos. Entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado por Cristo Se\u00f1or a la dignidad de sacramento (cf. GS 48,1; CIC, can. 1055,1).<\/p>

                                                        1661 El sacramento del matrimonio significa la uni\u00f3n de Cristo con la Iglesia. Da a los esposos la gracia de amarse con el amor con que Cristo am\u00f3 a su Iglesia; la gracia del sacramento perfecciona as\u00ed el amor humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna (cf. Cc. de Trento: DS 1799).<\/p>

                                                        1662 El matrimonio se funda en el consentimiento de los contrayentes, es decir, en la voluntad de darse mutua y definitivamente con el fin de vivir una alianza de amor fiel y fecundo.<\/p>

                                                        1663 Dado que el matrimonio establece a los c\u00f3nyuges en un estado p\u00fablico de vida en la Iglesia, la celebraci\u00f3n del mismo se hace ordinariamente de modo p\u00fablico, en el marco de una celebraci\u00f3n lit\u00fargica, ante el sacerdote (o el testigo cualificado de la Iglesia), los testigos y la asamblea de los fieles.<\/p>

                                                        1664\u00a0\u00a0 La unidad, la indisolubilidad, y la apertura a la fecundidad son esenciales al matrimonio. La poligamia es incompatible con la unidad del matrimonio; el divorcio separa lo que Dios ha unido; el rechazo de la fecundidad priva la vida conyugal de su \u00abdon m\u00e1s excelente\u00bb, el hijo (GS 50,1).<\/p>

                                                        1665 Contraer un nuevo matrimonio por parte de los divorciados\u00a0 mientras viven sus c\u00f3nyuges leg\u00edtimos contradice el plan y la ley de Dios ense\u00f1ados por Cristo. Los que viven en esta situaci\u00f3n no est\u00e1n separados de la Iglesia pero no pueden acceder a la comuni\u00f3n eucar\u00edstica. Pueden vivir su vida cristiana sobre todo educando a sus hijos en la fe.<\/p>

                                                        1666\u00a0 El hogar cristiano es el lugar en que los hijos reciben el primer anuncio de la fe. Por eso la casa familiar es llamada justamente \u00abIglesia dom\u00e9stica\u00bb, comunidad de gracia y de oraci\u00f3n, escuela de virtudes humanas y de caridad cristiana.<\/p>

                                                        CAPITULO CUARTO: OTRAS CELEBRACIONES LITURGICAS<\/p>

                                                        Art\u00edculo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS SACRAMENTALES<\/p>

                                                        1667 \u00abLa santa Madre Iglesia instituy\u00f3, adem\u00e1s, los sacramentales. Estos son signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesi\u00f3n de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida\u00bb (SC 60; CIC can 1166; CO can 867)<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Caracter\u00edsticas de los sacramentales<\/p>

                                                        1668\u00a0 Han sido instituidos por la Iglesia en orden a la santificaci\u00f3n de ciertos ministerios eclesiales, de ciertos estados de vida, de circunstancias muy variadas de la vida cristiana, as\u00ed como del uso de cosas \u00fatiles al hombre. Seg\u00fan las decisiones pastorales de los obispos pueden tambi\u00e9n responder a las necesidades, a la cultura, y a la historia propias del pueblo cristiano de una regi\u00f3n o de una \u00e9poca. Comprenden siempre una oraci\u00f3n, con frecuencia acompa\u00f1ada de un signo determinado, como la imposici\u00f3n de la mano, la se\u00f1al de la cruz, la aspersi\u00f3n con agua bendita (que recuerda el Bautismo).<\/p>

                                                        1669\u00a0 Los sacramentales proceden del sacerdocio bautismal: todo bautizado es llamado a ser una \u00abbendici\u00f3n\u00bb (cf Gn 12,2) y a bendecir (cf Lc 6,28; Rm 12,14; 1 P 3,9). Por eso los laicos pueden presidir ciertas bendiciones (cf SC 79; CIC can. 1168); la presidencia de una bendici\u00f3n se reserva al ministerio ordenado (obispos, presb\u00edteros o di\u00e1conos, cf. De benedictionibus, 16,18), en la medida en que dicha bendici\u00f3n afecte m\u00e1s a la vida eclesial y sacramental.<\/p>

                                                        1670 Los sacramentales no confieren la gracia del Esp\u00edritu Santo a la manera de los sacramentos, pero por la oraci\u00f3n de la Iglesia preparan a recibirla y disponen a cooperar con a ella. \u00abLa liturgia de los sacramentos y de los sacramentales\u00a0 hace que, en los fieles bien dispuestos, casi todos los acontecimientos de la vida sean santificados por la gracia divina que emana del misterio pascual de la pasi\u00f3n, muerte y resurrecci\u00f3n de Cristo, de quien reciben su poder todos los sacramentos y sacramentales, y que todo uso honesto de las cosas materiales pueda estar ordenado a la santificaci\u00f3n del hombre y a la alabanza de Dios\u00bb (SC 61).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Diversas formas de sacramentales<\/p>

                                                        1671 Entre los sacramentales figuran en primer lugar las bendiciones ( de personas, de la mesa, de objetos, de lugares). Toda bendici\u00f3n es alabanza de Dios y oraci\u00f3n para obtener sus dones. En Cristo, los cristianos son bendecidos por Dios Padre \u00abcon toda clase de bendiciones espirituales\u00bb (Ef 1,3). Por eso la Iglesia da la bendici\u00f3n invocando el nombre de Jes\u00fas y haciendo habitualmente la se\u00f1al santa de la cruz de Cristo.<\/p>

                                                        1672 Ciertas bendiciones tienen un alcance permanente: su efecto es consagrar personas a Dios y reservar para el uso lit\u00fargico objetos y lugares. Entre las que est\u00e1n destinadas a personas – que no se han de confundir con la ordenaci\u00f3n sacramental – figuran la bendici\u00f3n del abad o de la abadesa de un monasterio, la consagraci\u00f3n de v\u00edrgenes y de viudas, el rito de la profesi\u00f3n religiosa y las bendiciones para ciertos ministerios de la Iglesia (lectores, ac\u00f3litos, catequistas, etc.). Como ejemplo de las que se refieren a objetos, se puede se\u00f1alar la dedicaci\u00f3n o bendici\u00f3n de una iglesia o de un altar, la bendici\u00f3n de los santos \u00f3leos, de los vasos y ornamentos sagrados, de las campanas, etc.<\/p>

                                                        1673 Cuando la Iglesia pide p\u00fablicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustra\u00edda a su dominio, se habla de exorcismo. Jes\u00fas lo practic\u00f3 (cf Mc 1,25s; etc.), de \u00e9l tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar (cf Mc 3,15; 6,7.13; 16,17). En forma simple, el exorcismo tiene lugar en la celebraci\u00f3n del Bautismo. El exorcismo solemne s\u00f3lo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso del obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demon\u00edaco gracias a la autoridad espiritual que Jes\u00fas ha confiado a su Iglesia. Muy distinto es el caso de las enfermedades, sobre todo s\u00edquicas, cuyo cuidado pertenece a la ciencia m\u00e9dica. Por tanto, es importante, asegurarse , antes de celebrar el exorcismo, de que se trata de un presencia del Maligno y no de una enfermedad (cf. CIC, can. 1172).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La religiosidad popular<\/p>

                                                        1674 Adem\u00e1s de la liturgia sacramental y de los sacramentales, la catequesis debe tener en cuenta las formas de piedad de los fieles y de religiosidad popular. El sentido religioso del pueblo cristiano ha encontrado, en todo tiempo, su expresi\u00f3n en formas variadas de piedad en torno a la vida sacramental de la Iglesia: tales como la veneraci\u00f3n de las reliquias, las visitas a santuarios, las peregrinaciones, las procesiones, el via crucis, las danzas religiosas, el rosario, las medallas, etc. (cf Cc. de Nicea II: DS 601;603; Cc. de Trento: DS 1822).<\/p>

                                                        1675 Estas expresiones prolongan la vida lit\u00fargica de la Iglesia, pero no la sustituyen: \u00abPero conviene que estos ejercicios se organicen teniendo en cuenta los tiempos lit\u00fargicos para que est\u00e9n de acuerdo con la sagrada liturgia, deriven en cierto modo de ella y conduzcan al pueblo a ella, ya que la liturgia, por su naturaleza, est\u00e1 muy por encima de ellos\u00bb (SC 13).<\/p>

                                                        1676 Se necesita un discernimiento pastoral para sostener y apoyar la religiosidad popular y, llegado el caso, para purificar y rectificar el sentido religioso que subyace en estas devociones y para hacerlas progresar en el conocimiento del Misterio de Cristo (cf CT 54). Su ejercicio est\u00e1 sometido al cuidado y al juicio de los obispos y a las normas generales de la Iglesia.<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La religiosidad del pueblo, en su n\u00facleo, es un acervo de valores que responde con sabidur\u00eda cristiana a los grandes interrogantes de la existencia. La sapiencia popular cat\u00f3lica tiene una capacidad de s\u00edntesis vital; as\u00ed conlleva creadoramente lo divino y lo humano; Cristo y Mar\u00eda, esp\u00edritu y cuerpo; comuni\u00f3n e instituci\u00f3n; persona y comunidad; fe y patria, inteligencia y afecto. Esa sabidur\u00eda es un humanismo cristiano que afirma radicalmente la dignidad de toda persona como hijo de Dios, establece una fraternidad fundamental, ense\u00f1a a encontrar la naturaleza y a comprender el trabajo y proporciona las razones para la alegr\u00eda y el humor, aun en medio de una vida muy dura. Esa sabidur\u00eda es tambi\u00e9n para el pueblo un principio de discernimiento, un instinto evang\u00e9lico por el que capta espont\u00e1neamente cu\u00e1ndo se sirve en la Iglesia al Evangelio y cu\u00e1ndo se lo vac\u00eda y asfixia con otros intereses (Documento de Puebla, 1979, n\u00ba 448; cf EN 48).<\/p>

                                                        RESUMEN<\/p>

                                                        1677 Se llaman sacramentales los signos sagrados instituidos por la Iglesia cuyo fin es preparar a los hombres para recibir el fruto de los sacramentos y santificar las diversas circunstancias de la vida.<\/p>

                                                        1678 Entre los sacramentales, las bendiciones ocupan un lugar importante. Comprenden a la vez la alabanza de Dios por sus obras y sus dones, y la intercesi\u00f3n de la Iglesia para que los hombres puedan hacer uso de los dones de Dios seg\u00fan el esp\u00edritu de los evangelios.<\/p>

                                                        1679 Adem\u00e1s de la liturgia, la vida cristiana se nutre de formas variadas de piedad popular, enraizadas en las distintas culturas. Esclareci\u00e9ndolas a la luz de la fe, la Iglesia favorece aquellas formas de religiosid ad popular que expresan mejor un sentido evang\u00e9lico y una sabidur\u00eda humana, y que enriquecen la vida cristiana.<\/p>

                                                        Art\u00edculo 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS EXEQUIAS CRISTIANAS<\/p>

                                                        1680\u00a0 Todos los sacramentos, principalmente los de la iniciaci\u00f3n cristiana, tienen como fin \u00faltimo la Pascua definitiva del cristiano, es decir, la que a trav\u00e9s de la muerte hace entrar al creyente en la vida del Reino. Entonces se cumple en \u00e9l lo que la fe y la esperanza han confesado: \u00abEspero la resurrecci\u00f3n de los muertos y la vida del mundo futuro\u00bb (S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 I \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA ULTIMA PASCUA DEL CRISTIANO<\/p>

                                                        1681 El sentido cristiano de la muerte es revelado a la luz del Misterio pascual de la muerte y de la resurrecci\u00f3n de Cristo, en quien radica nuestra \u00fanica esperanza. El cristiano que muere en Cristo Jes\u00fas \u00absale de este cuerpo para vivir con el Se\u00f1or\u00bb (2 Co 5,8).<\/p>

                                                        1682 El d\u00eda de la muerte inaugura para el cristiano, al t\u00e9rmino de su vida sacramental, la plenitud de su nuevo nacimiento comenzado en el Bautismo, la \u00absemejanza\u00bb definitiva a \u00abimagen del Hijo\u00bb, conferida por la Unci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo y la participaci\u00f3n en el Banquete del Reino anticipado en la Eucarist\u00eda, aunque pueda todav\u00eda necesitar \u00faltimas purificaciones para revestirse de la t\u00fanica nupcial.<\/p>

                                                        1683 La Iglesia que, como Madre, ha llevado sacramentalmente en su seno al cristiano durante su peregrinaci\u00f3n terrena, lo acompa\u00f1a al t\u00e9rmino de su caminar para entregarlo \u00aben las manos del Padre\u00bb. La Iglesia ofrece al Padre, en Cristo, al hijo de su gracia, y deposita en la tierra, con esperanza, el germen del cuerpo que resucitar\u00e1 en la gloria (cf 1 Co 15,42-44). Esta ofrenda es plenamente celebrada en el Sacrificio eucar\u00edstico; las bendiciones que preceden y que siguen son sacramentales.<\/p>

                                                        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CELEBRACION DE LAS EXEQUIAS<\/p>

                                                        1684\u00a0\u00a0 Las exequias cristianas son una celebraci\u00f3n lit\u00fargica de la Iglesia. El ministerio de la Iglesia pretende expresar tambi\u00e9n aqu\u00ed la comuni\u00f3n eficaz con el difunto, hacer participar en esa comuni\u00f3n a la asamblea\u00a0 reunida para las exequias y anunciarle la vida eterna.<\/p>

                                                        1685 Los diferentes ritos de las exequias\u00a0 expresan el car\u00e1cter pascual de la muerte cristiana y responden a las situaciones y a las tradiciones de cada regi\u00f3n, aun en lo referente al color lit\u00fargico (cf SC 81).<\/p>

                                                        1686\u00a0 El Ordo exequiarum (OEx) o Ritual de los funerales de la liturgia romana propone tres tipos de celebraci\u00f3n de las exequias, correspondientes a tres lugares de su desarrollo (la casa, la iglesia, el cementerio), y seg\u00fan la importancia que les presten la familia, las costumbres locales, la cultura y la piedad popular. Por otra parte, este desarrollo es com\u00fan a todas las tradiciones lit\u00fargicas y comprende cuatro momentos principales:<\/p>

                                                        1687 La acogida de la comunidad. El saludo de fe abre la celebraci\u00f3n. Los familiares del difunto son acogidos con una palabra de \u00abconsolaci\u00f3n\u00bb (en el sentido del Nuevo Testamento: la fuerza del Esp\u00edritu Santo en la esperanza; cf 1 Ts 4,18). La comunidad orante que se re\u00fane espera tambi\u00e9n \u00ablas palabras de vida eterna\u00bb. La muerte de un miembro de la comunidad (o el aniversario, el s\u00e9ptimo o el trig\u00e9simo d\u00eda) es un acontecimiento que debe hacer superar las perspectivas de \u00abeste mundo\u00bb y atraer a los fieles, a las verdaderas perspectivas de la fe en Cristo resucitado.<\/p>

                                                        1688\u00a0 La Liturgia de la Palabra. La celebraci\u00f3n de la Liturgia de la Palabra en las exequias exige una preparaci\u00f3n, tanto m\u00e1s atenta cuanto que la asamblea all\u00ed presente puede incluir fieles poco asiduos a la liturgia y amigos del difunto que no son cristianos. La homil\u00eda, en particular, debe \u00abevitar\u00bb el g\u00e9nero literario de elogio f\u00fanebre (OE 41) y debe iluminar el misterio de la muerte cristiana a la luz de Cristo resucitado.<\/p>

                                                        1689\u00a0 El Sacrificio eucar\u00edstico. Cuando la celebraci\u00f3n tiene lugar en la Iglesia, la Eucarist\u00eda es el coraz\u00f3n de la realidad pascual de la muerte cristiana (cf OEx 1). La Iglesia expresa entonces su comuni\u00f3n eficaz con el difunto: ofreciendo al Padre, en el Esp\u00edritu Santo, el sacrificio de la muerte y resurrecci\u00f3n de Cristo, pide que su hijo sea purificado\u00a0 de sus pecados y de sus consecuencias y que sea admitido a la plenitud pascual de la mesa del Reino (cf. OEx 57). As\u00ed celebrada la Eucarist\u00eda, la comunidad de fieles, especialmente la familia del\u00a0 difunto, aprende a vivir en comuni\u00f3n con quien \u00abse durmi\u00f3 en el Se\u00f1or\u00bb , comulgando con el Cuerpo de Cristo, de quien es miembro vivo, y orando luego por \u00e9l y con \u00e9l.<\/p>

                                                        1690\u00a0 El adi\u00f3s (\u00aba Dios\u00bb) al difunto es \u00absu recomendaci\u00f3n a Dios\u00bb por la Iglesia. Es el \u00ab\u00faltimo adi\u00f3s por el que la comunidad cristiana despide a uno de sus miembros antes que su cuerpo sea llevado a su sepulcro\u00bb (OE 10). La tradici\u00f3n bizantina lo expresa con el beso de adi\u00f3s al difunto:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0\u00a0 Con este saludo final \u00abse canta por su partida de esta vida y por su separaci\u00f3n, pero tambi\u00e9n porque existe una comuni\u00f3n y una reuni\u00f3n. En efecto, una vez muertos no estamos en absoluto separados unos de otros, pues todos recorremos el mismo camino y nos volveremos a encontrar en un mismo lugar. No nos separaremos jam\u00e1s, porque vivimos para Cristo y ahora estamos unidos a Cristo, yendo hacia \u00e9l…estaremos todos juntos en Cristo\u00bb (S. Sime\u00f3n de Tesal\u00f3nica, De ordine sep).<\/p>

                                                        Tercera parte: La vida en Cristo<\/p>

                                                        1691 \u00abCristiano, reconoce tu dignidad. Puesto que ahora participas de la naturaleza divina, no degeneres volviendo a la bajeza de tu vida pasada. Recuerda a qu\u00e9 Cabeza perteneces y de qu\u00e9 Cuerpo eres miembro. Acu\u00e9rdate de que has sido arrancado del poder de las tinieblas para ser trasladado a la luz del Reino de Dios\u00bb (S. Le\u00f3n Magno, serm. 21, 2-3).<\/p>

                                                        1692 El S\u00edmbolo de la fe profesa la grandeza de los dones de Dios al hombre por la obra de su creaci\u00f3n, y m\u00e1s a\u00fan, por la redenci\u00f3n y la santificaci\u00f3n. Lo que confiesa la fe, los sacramentos lo comunican: por \u00ablos sacramentos que les han hecho renacer\u00bb, los cristianos han llegado a ser \u00abhijos de Dios\u00bb (Jn 1,12; 1 Jn 3,1), \u00abpart\u00edcipes de la naturaleza divina\u00bb (2 P 1,4). Reconociendo en la fe su nueva dignidad, los cristianos son llamados a llevar en adelante una \u00abvida digna del Evangelio de Cristo\u00bb (Flp 1,27). Por los sacramentos y la oraci\u00f3n reciben la gracia de Cristo y los dones de su Esp\u00edritu que les capacitan para ello.<\/p>

                                                        1693 Cristo Jes\u00fas hizo siempre lo que agradaba al Padre (cf Jn 8,29). Vivi\u00f3 siempre en perfecta comuni\u00f3n con \u00e9l. De igual modo sus disc\u00edpulos son invitados a vivir bajo la mirada del Padre \u00abque ve en lo secreto\u00bb (cf Mt 6,6) para ser \u00abperfectos como el Padre celestial es perfecto\u00bb (Mt 5,48).<\/p>

                                                        1694\u00a0\u00a0 Incorporados a Cristo por el bautismo (cf Rom 6,5), los cristianos est\u00e1n \u00abmuertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jes\u00fas\u00bb (Rom 6,11), participando as\u00ed en la vida del Resucitado (cf Col 2,12). Siguiendo a Cristo y en uni\u00f3n con \u00e9l (cf Jn 15,5), los cristianos pueden ser \u00abimitadores de Dios, como hijos queridos y vivir en el amor\u00bb (Ef 5,1), conformando sus pensamientos, sus palabras y sus acciones con \u00ablos sentimientos que tuvo Cristo\u00bb (Flp 2,5) y siguiendo sus ejemplos (cf Jn 13,12-16).<\/p>

                                                        1695 \u00abJustificados en el nombre del Se\u00f1or Jesucristo y en el Esp\u00edritu de nuestro Dios\u00bb (1 Co 6,11), \u00absantificados y llamados a ser santos\u00bb (1 Co 1,2), los cristianos se convierten en \u00abel templo del Esp\u00edritu Santo\u00bb (cf 1 Co 6,19). Este \u00abEsp\u00edritu del Hijo\u00bb les ense\u00f1a a orar al Padre (cf G\u00e1l 4,6) y, haci\u00e9ndose vida en ellos, les hace obrar (cf Gal 5,25) para dar \u00ablos frutos del Esp\u00edritu\u00bb (Gal 5,22) por la caridad operante. Curando las heridas del pecado, el Esp\u00edritu Santo nos renueva interiormente por una transformaci\u00f3n espiritual (cf Ef 4,23), nos ilumina y nos fortalece para vivir como \u00abhijos de la luz\u00bb (Ef 5,8), \u00abpor la bondad, la justicia y la verdad\u00bb en todo (Ef 5,9).<\/p>

                                                        1696\u00a0 El camino de Cristo \u00ablleva a la vida\u00bb, un camino contrario \u00ablleva a la perdici\u00f3n\u00bb (Mt 7,13; cf Dt 30,15-20). La par\u00e1bola evang\u00e9lica de los dos caminos est\u00e1 siempre presente en la catequesis de la Iglesia. Significa la importancia de las decisiones morales para nuestra salvaci\u00f3n. \u00abHay dos caminos, el uno de la vida, el otro de la muerte; pero entre los dos, una gran diferencia\u00bb (Didaj\u00e9, 1,1).<\/p>

                                                        1697 En la catequesis es importante destacar con toda claridad el gozo y las exigencias de la vida de Cristo (cf CT 29). La catequesis de la \u00abvida nueva\u00bb en \u00e9l (Rom 6,4) ser\u00e1:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013una catequesis del Esp\u00edritu Santo, Maestro interior de la vida seg\u00fan Cristo, dulce hu\u00e9sped del alma que inspira, conduce, rectifica y fortalece esta vida;<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013una catequesis de la gracia, pues por la gracia somos salvados, y por la gracia tambi\u00e9n nuestras obras pueden dar fruto para la vida eterna;<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013una catequesis de las bienaventuranzas, porque el camino de Cristo est\u00e1 resumido en las bienaventuranzas, \u00fanico camino hacia la dicha eterna a la que aspira el coraz\u00f3n del hombre;<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013una catequesis del pecado y del perd\u00f3n, porque sin reconocerse pecador, el hombre no puede conocer la verdad sobre s\u00ed mismo, condici\u00f3n del obrar justo, y sin la oferta del perd\u00f3n no podr\u00eda soportar esta verdad;<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013una catequesis de las virtudes humanas que haga captar la belleza y el atractivo de las rectas disposiciones para el bien;<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013una catequesis de las virtudes cristianas de fe, esperanza y caridad que se inspire ampliamente en el ejemplo de los santos;<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013una catequesis del doble mandamiento de la caridad desarrollado en el Dec\u00e1logo;<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013una catequesis eclesial, pues es en los m\u00faltiples intercambios de los \u00abbienes espirituales\u00bb en la \u00abcomuni\u00f3n de los santos\u00bb donde la vida cristiana puede crecer, desplegarse y comunicarse.<\/p>

                                                        1698\u00a0 La referencia primera y \u00faltima de esta catequesis ser\u00e1 siempre Jesucristo que es \u00abel camino, la verdad y la vida\u00bb (Jn 14,6). Contempl\u00e1ndole en la fe, los fieles de Cristo pueden esperar que \u00e9l realice en ellos sus promesas, y que am\u00e1ndolo con el amor con que \u00e9l nos ha amado hagan las obras que corresponden a su dignidad:<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Os ruego que pens\u00e9is que Jesucristo, Nuestro Se\u00f1or, es vuestra verdadera Cabeza, y que vosotros sois uno de sus miembros. El es con relaci\u00f3n a vosotros lo que la cabeza es con relaci\u00f3n a sus miembros; todo lo que es suyo es vuestro, su esp\u00edritu, su Coraz\u00f3n, su cuerpo, su alma y todas sus facultades, y deb\u00e9is usar de ellos como de cosas que son vuestras, para servir, alabar, amar y glorificar a Dios. Vosotros y \u00e9l sois como los miembros y su cabeza. As\u00ed desea \u00e9l ardientemente usar de todo lo que hay en vosotros, para el servicio y la gloria de su Padre, como de cosas que son de \u00e9l (S. Juan Eudes, cord. 1,5).<\/p>

                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Mi vida es Cristo (Flp 1,21).<\/p>

                                                        PRIMERA SECCION: LA VOCACION DEL HOMBRE: LA VIDA EN EL ESPIRITU<\/p>

                                                        1. La vida en el Esp\u00edritu Santo realiza la vocaci\u00f3n del hombre (cap\u00edtulo primero). Est\u00e1 hecha de caridad divina y solidaridad humana (cap\u00edtulo segundo). Es concedida gratuitamente como una Salvaci\u00f3n (cap\u00edtulo tercero).<\/li><\/ol>

                                                          CAPITULO PRIMERO: LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA<\/p>

                                                          1. La dignidad de la persona humana est\u00e1 enraizada en su creaci\u00f3n a imagen y semejanza de Dios (art\u00edculo 1); se realiza en su vocaci\u00f3n a la bienaventuranza divina (art\u00edcul o 2). Corresponde al ser humano llegar libremente a esta realizaci\u00f3n (art\u00edculo 3). Por sus actos deliberados (art\u00edculo 4), la persona humana se conforma, o no se conforma, al bien prometido por Dios y atestiguado por la conciencia moral (art\u00edculo 5). Los seres humanos se edifican a s\u00ed mismos y crecen desde el interior: hacen de toda su vida sensible y espiritual un material de su crecimiento (art\u00edculo 6). Con la ayuda de la gracia crecen en la virtud (art\u00edculo 7), evitan el pecado y, si lo cometen, recurren como el hijo pr\u00f3digo (cf. Lc 15,11-31) a la misericordia de nuestro Padre del cielo (art\u00edculo 8). As\u00ed acceden a la perfecci\u00f3n de la caridad.<\/li><\/ol>

                                                            Art\u00edculo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL HOMBRE IMAGEN DE DIOS<\/p>

                                                            1701 \u00abCristo, el nuevo Ad\u00e1n, en la misma revelaci\u00f3n del misterio de Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocaci\u00f3n\u00bb (GS 22,1). En Cristo, \u00abimagen del Dios invisible\u00bb (Col 1,15; cf 2 Co 4,4), el hombre ha sido creado \u00aba imagen y semejanza\u00bb del Creador. En Cristo, redentor u salvador, la imagen divina alterada en el hombre por el primer pecado ha sido restaurada en su belleza original y ennoblecida con la gracia de Dios (cf GS 22,2).<\/p>

                                                            1702 La imagen divina est\u00e1 presente en todo hombre. Resplandece en la comuni\u00f3n de las personas a semejanza de la unidad de las personas divinas entre s\u00ed (cf cap\u00edtulo segundo).<\/p>

                                                            1703 Dotada de un alma \u00abespiritual e inmortal\u00bb (GS 14), la persona humana es la \u00ab\u00fanica criatura en la tierra a la que Dios ha amado por s\u00ed misma\u00bb (GS 24,3). Desde su concepci\u00f3n est\u00e1 destinada a la bienaventuranza eterna.<\/p>

                                                            1704 La persona humana participa de la luz y la fuerza del Esp\u00edritu divino. Por la raz\u00f3n es capaz de comprender el orden de las cosas establecido por el Creador. Por su voluntad es capaz de dirigirse por s\u00ed misma a su bien verdadero. Encuentra su perfecci\u00f3n en la b\u00fasqueda y el amor de la verdad y del bien (cf GS 15,2).<\/p>

                                                            1705 En virtud de su alma y de sus potencias espirituales de entendimiento y de voluntad, el hombre est\u00e1 dotado de libertad, \u00absigno eminente de la imagen divina\u00bb (GS 17).<\/p>

                                                            1706 Mediante su raz\u00f3n, el hombre conoce la voz de Dios que le impulsa \u00aba hacer el bien y a evitar el mal\u00bb (GS 16). Todo hombre debe seguir esta ley que resuena en la conciencia y que se realiza en el amor de Dios y del pr\u00f3jimo. El ejercicio de la vida moral proclama la dignidad de la persona humana.<\/p>

                                                            1707 \u00abEl hombre, persuadido por el Maligno, abus\u00f3 de su libertad, desde el comienzo de la historia\u00bb (GS 13,1). Sucumbi\u00f3 a la tentaci\u00f3n y cometi\u00f3 el mal. Conserva el deseo del bien, pero su naturaleza lleva la herida del pecado original. Qued\u00f3 inclinado al mal y sujeto al error.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 De ah\u00ed que el hombre est\u00e9 dividido en su interior. Por esto, toda vida humana, singular o colectiva, aparece como una lucha, ciertamente dram\u00e1tica, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas (GS 13,2).<\/p>

                                                            1708 Por su pasi\u00f3n, Cristo nos libr\u00f3 de Sat\u00e1n y del pecado. Nos mereci\u00f3 la vida nueva en el Esp\u00edritu Santo. Su gracia restaura lo que el pecado hab\u00eda deteriorado en nosotros.<\/p>

                                                            1709 El que cree en Cristo se hace hijo de Dios. Esta adopci\u00f3n filial lo transforma d\u00e1ndole la posibilidad de seguir el ejemplo de Cristo. Le hace capaz de obrar rectamente y de practicar el bien. En la uni\u00f3n con su Salvador el disc\u00edpulo alcanza la perfecci\u00f3n de la caridad, la santidad. La vida moral, madurada en la gracia, culmina en vida eterna, en la gloria del cielo.<\/p>

                                                            RESUMEN<\/p>

                                                            1710 \u00abCristo manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocaci\u00f3n\u00bb (GS 22,1).<\/p>

                                                            1711\u00a0 Dotada de alma espiritual, de entendimiento y de voluntad, la persona humana est\u00e1 desde su concepci\u00f3n ordenada a Dios y destinada a la bienaventuranza eterna. Camina hacia su perfecci\u00f3n en la b\u00fasqueda y el amor de la verdad y del bien (cf GS 15,2).<\/p>

                                                            1712\u00a0 La libertad verdadera es en el hombre el \u00absigno \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 eminente de la imagen divina\u00bb (GS 17).<\/p>

                                                            1713\u00a0 El hombre debe seguir la ley moral que le impulsa\u00a0 \u00aba hacer el bien y a evitar el mal\u00bb (GS 16). Esta ley resuena en su conciencia.<\/p>

                                                            1714\u00a0 El hombre, herido en su naturaleza por el pecado original, est\u00e1 sujeto al error e inclinado al mal en el ejercicio de su libertad.<\/p>

                                                            1715\u00a0 El que cree en Cristo tiene la vida nueva en el Esp\u00edritu Santo. La vida moral, desarrollada y madurada en la gracia, culmina en la gloria del cielo.<\/p>

                                                            Art\u00edculo 2 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 NUESTRA VOCACION A LA BIENAVENTURANZA<\/p>

                                                            I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS BIENAVENTURANZAS<\/p>

                                                            1716 Las bienaventuranzas est\u00e1n en el centro de la predicaci\u00f3n de Jes\u00fas. Con ellas Jes\u00fas recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona orden\u00e1ndolas no s\u00f3lo a la posesi\u00f3n de una tierra, sino al Reino de los cielos:<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Bienaventurados los pobres de esp\u00edritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Bienaventurados los mansos porque ellos poseer\u00e1n en herencia la tierra.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Bienaventurados los que lloran, porque ellos ser\u00e1n consolados.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos ser\u00e1n saciados.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzar\u00e1n misericordia.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Bienaventurados los limpios de coraz\u00f3n, porque ellos ver\u00e1n a Dios.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos ser\u00e1n llamados hijos de Dios.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 cielos.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Bienaventurados ser\u00e9is cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 contra vosotros por mi causa.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa ser\u00e1 grande en los cielos.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (Mt 5,3-12).<\/p>

                                                            1717\u00a0 Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocaci\u00f3n de los fieles asociados a la gloria de su Pasi\u00f3n y de su Resurrecci\u00f3n; iluminan las acciones y las actitudes caracter\u00edsticas de la vida cristiana; son promesas parad\u00f3jicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los disc\u00edpulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen Mar\u00eda y de todos los santos.<\/p>

                                                            II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL DESEO DE FELICIDAD<\/p>

                                                            1718 Las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad. Este deseo es de origen divino: Dios lo ha puesto en el coraz\u00f3n del hombre a fin de atraerlo hacia \u00e9l, el \u00fanico que lo puede satisfacer:<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ciertamente todos nosotros queremos vivir felices, y en el g\u00e9nero humano no hay nadie que no d\u00e9 su asentimiento a esta proposici\u00f3n incluso antes de que sea plenamente enunciada (S. Agust\u00edn, mor. eccl. 1,3,4).<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfC\u00f3mo es, Se\u00f1or, que yo te busco? Porque al busc arte, Dios m\u00edo, busco la vida feliz, haz que te busque para que viva mi alma, porque mi cuerpo vive de mi alma y mi alma vive de ti (S. Agust\u00edn, conf. 10,20.29).<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 S\u00f3lo Dios sacia (S. Tom\u00e1s de Aquino, symb. 1).<\/p>

                                                            1719 Las bienaventuranzas descubren la meta de la existencia humana, el fin \u00faltimo de los actos humanos: Dios nos llama a su propia bienaventuranza. Esta vocaci\u00f3n se dirige a cada uno personalmente, pero tambi\u00e9n al conjunto de la Iglesia, pueblo nuevo de los que han acogido la promesa y viven de ella en la fe.<\/p>

                                                            Art\u00edculo 3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA BIENAVENTURANZA CRISTIANA<\/p>

                                                            1720 El Nuevo Testamento utiliza varias expresiones para caracterizar la bienaventuranza a la que Dios llama al hombre: la venida del Reino de Dios (cf Mt 4,17); la visi\u00f3n de Dios: \u00abDichosos los limpios de coraz\u00f3n porque ellos ver\u00e1n a Dios\u00bb (Mt 5,8; cf 1 Jn 3,2; 1 Co 13,12); la entrada en el gozo del Se\u00f1or (cf Mt 25,21.23); la entrada en el Descanso de Dios (He 4,7-11):<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 All\u00ed descansaremos y veremos; veremos y nos amaremos;\u00a0 amaremos y alabaremos. He aqu\u00ed lo que acontecer\u00e1 al fin sin fin. \u00bfY qu\u00e9 otro fin tenemos, sino llegar al Reino que no tendr\u00e1 fin? (S. Agust\u00edn, civ. 22,30)<\/p>

                                                            1721\u00a0 Porque Dios nos ha puesto en el mundo para conocerle, servirle y amarle, y as\u00ed ir al cielo. La bienaventuranza nos hace participar de la naturaleza divina (2 P 1,4) y de la Vida eterna (cf Jn 17,3). Con ella, el hombre entra en la gloria de Cristo (cf Rom 8,18) y en el gozo de la vida trinitaria.<\/p>

                                                            1722 Semejante bienaventuranza supera la inteligencia y las solas fuerzas humanas. Es fruto del don gratuito de Dios. Por eso la llamamos sobrenatural, as\u00ed como la gracia que dispone al hombre a entrar en el gozo divino.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abBienaventurados los limpios de coraz\u00f3n porque ellos ver\u00e1n a Dios\u00bb. Ciertamente, seg\u00fan su grandeza y su inexpresable gloria, \u00abnadie ver\u00e1 a Dios y vivir\u00e1\u00bb, porque el Padre es inasequible; pero seg\u00fan su amor, su bondad hacia los hombres y su omnipotencia llega hasta conceder a los que lo aman el privilegio de ver a Dios… \u00abporque lo que es imposible para los hombres es posible para Dios\u00bb (S. Ireneo, haer. 4,20,5).<\/p>

                                                            1723 La bienaventuranza prometida nos coloca ante elecciones morales decisivas. Nos invita a purificar nuestro coraz\u00f3n de sus instintos malvados y a buscar el amor de Dios por encima de todo. Nos ense\u00f1a que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra humana, por \u00fatil que sea, como las ciencias, las t\u00e9cnicas y las artes, ni en ninguna criatura, sino en Dios solo, fuente de todo bien y de todo amor:<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El dinero es el \u00eddolo de nuestro tiempo. A \u00e9l rinde homenaje \u00abinstintivo\u00bb la multitud, la masa de los hombres. Estos miden la dicha seg\u00fan la fortuna, y, seg\u00fan la fortuna tambi\u00e9n, miden la honorabilidad…Todo esto se debe a la convicci\u00f3n de que con la riqueza se puede todo. La riqueza por tanto es uno de los \u00eddolos de nuestros d\u00edas, y la notoriedad es otro…La notoriedad, el hecho de ser reconocido y de hacer ruido en el mundo (lo que podr\u00eda llamarse una fama de prensa) ha llegado a ser considerada como un bien en s\u00ed misma, un bien soberano, un objeto de verdadera veneraci\u00f3n (Newman, mix. 5, sobre la santidad).<\/p>

                                                            1724 El Dec\u00e1logo, el Serm\u00f3n de la Monta\u00f1a y la catequesis apost\u00f3lica nos describen los caminos que conducen al Reino de los Cielos. Por ellos avanzamos paso a paso mediante actos cotidianos, sostenidos por la gracia del Esp\u00edritu Santo. Fecundados por la Palabra de Cristo, damos lentamente frutos en la Iglesia para la gloria de Dios (cf La par\u00e1bola del sembrador: Mt 13,3-23).<\/p>

                                                            RESUMEN<\/p>

                                                            1725 Las bienaventuranzas recogen y perfeccionan las promesas de Dios desde Abraham orden\u00e1ndolas al Reino de los Cielos. Responden al deseo de felicidad que Dios ha puesto en el coraz\u00f3n del hombre.<\/p>

                                                            1726 Las bienaventuranzas nos ense\u00f1an el fin \u00faltimo al que Dios nos llama: el Reino, la visi\u00f3n de Dios, la participaci\u00f3n en la naturaleza divina, la vida eterna, la filiaci\u00f3n, el descanso en Dios.<\/p>

                                                            1727 La bienaventuranza de la vida eterna es un don gratuito de Dios; es sobrenatural como la gracia que conduce a ella.<\/p>

                                                            1728 Las bienaventuranzas nos colocan ante elecciones decisivas respecto a los bienes terrenos; purifican nuestro coraz\u00f3n para ense\u00f1arnos a amar a Dios por encima de todo.<\/p>

                                                            1729 La bienaventuranza del Cielo determina los criterios de discernimiento en el uso de los bienes terrenos conforme a la Ley de Dios.<\/p>

                                                            Art\u00edculo 3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA LIBERTAD DEL HOMBRE<\/p>

                                                            1730 Dios ha creado al hombre racional confiri\u00e9ndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos. \u00abQuiso Dios `dejar al hombre en manos de su propia decisi\u00f3n’ (Si 15,14), de modo que busque sin coacciones a su Creador y, adhiri\u00e9ndose a \u00e9l, llegue libremente a la plena y feliz perfecci\u00f3n\u00bb (GS 17):<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El hombre es racional, y por ello semejante a Dios, creado libre y due\u00f1o de sus actos (S. Ireneo, haer. 4,4,3).<\/p>

                                                            I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD<\/p>

                                                            1731\u00a0 La libertad es el poder, radicado en la raz\u00f3n y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar as\u00ed por s\u00ed mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio\u00a0 cada uno dispone de s\u00ed. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduraci\u00f3n en la verdad y la bondad. La libertad alcanza su perfecci\u00f3n cuando est\u00e1 ordenada a Dios, nuestra bienaventuranza.<\/p>

                                                            1732 Mientras no est\u00e1 centrada definitivamente en su bien \u00faltimo que es Dios, la libertad implica la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, por tanto, de crecer en perfecci\u00f3n o de fracasar y pecar. Caracteriza a los actos propiamente humanos. Se convierte en fuente de alabanza o de reproche, de m\u00e9rito o de dem\u00e9rito.<\/p>

                                                            1733 En la medida en que el hombre hace m\u00e1s el bien, se va haciendo tambi\u00e9n m\u00e1s libre. No hay libertad verdadera m\u00e1s que en el servicio del bien y de la justicia. La elecci\u00f3n de la desobediencia y del mal es un abuso de la libertad y conduce a \u00abla esclavitud del pecado\u00bb (cf Rom 6,17).<\/p>

                                                            1734 La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida en que estos son voluntarios. El progreso en la virtud, el conocimiento del bien, y la ascesis acrecientan el dominio de la voluntad sobre los propios actos.<\/p>

                                                            1735 La imputabilidad y la responsabilidad de una acci\u00f3n pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas por la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los h\u00e1bitos, las afecciones desordenadas y otros factores s\u00edquicos o sociales.<\/p>

                                                            1736 Todo acto directamente querido es imputable a su autor:<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 As\u00ed el Se\u00f1or pregunta a Ad\u00e1n tras el pecado en el para\u00edso: \u00ab\u00bfQu\u00e9 has hecho?\u00bb (Gn 3,13). Igualmente a Ca\u00edn (cf Gn 4,10). As\u00ed tambi\u00e9n el profeta Nat\u00e1n al rey David, tras el adulterio con la mujer de Ur\u00edas y la muerte de \u00e9ste (cf 2 S 12,7-15).<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Una acci\u00f3n puede ser indirectamente voluntaria cuando resulta de una negligencia respecto a lo que se habr\u00eda debido conocer o hacer, por ejemplo, un accidente provocado por la ignorancia del c\u00f3digo de la circulaci\u00f3n.<\/p>

                                                            1737 Un efecto puede ser tolerado sin ser querido por el que obra, por ejemplo, el agotamiento de una madre a la cabecera de su hijo enfermo. El efecto malo no es imputable si no ha sido querido ni como fin ni como medio de la acci\u00f3n, como la muerte acontecida al auxiliar a una persona en peligro. Para que el efecto malo sea imputable, es preciso que sea previsible y que el que act\u00faa tenga la posibilidad de evitarlo, por ejemplo, en el caso de un homicidio cometido por un conductor en estado de embriaguez.<\/p>

                                                            1738 La libertad se ejerce en las relaciones entre los seres humanos. Toda persona humana, creada a imagen de Dios, tiene el derecho natural de ser reconocida como un ser libre y responsable. Todos est\u00e1n obligados a no conculcar el derecho que cada uno tiene a ser perfecto. El derecho al ejercicio de la libertad es una exigencia inseparable de la dignidad de la persona humana, especialmente en materia moral y religiosa (cf DH 2). Este derecho debe ser reconocido y protegido civilmente dentro de los l\u00edmites del bien com\u00fan y del orden p\u00fablico (cf DH 7).<\/p>

                                                            II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA LIBERTAD HUMANA EN LA<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 ECONOMIA DE LA SALVACION<\/p>

                                                            1739 Libertad y pecado. La libertad del hombre es finita y falible. De hecho el hombre err\u00f3. Libremente pec\u00f3. Al rechazar el proyecto del amor de Dios se enga\u00f1\u00f3 a s\u00ed mismo; se hizo esclavo del pecado. Esta alienaci\u00f3n primera engendr\u00f3 una multitud de otras alienaciones. La historia de la humanidad, desde sus or\u00edgenes, testimonia desgracias y opresiones nacidas del coraz\u00f3n del hombre a consecuencia de un mal uso de la libertad.<\/p>

                                                            1740 Amenazas para la libertad. El ejercicio de la libertad no implica el derecho a decir y hacer todo. Es falso concebir al hombre \u00absujeto de esa libertad como un individuo autosuficiente que busca la satisfacci\u00f3n de su inter\u00e9s propio en el goce de los bienes terrenales\u00bb (CDF, instr. \u00abLibertatis Conscientia\u00bb 13). Por otra parte, las condiciones de orden econ\u00f3mico y social, pol\u00edtico y cultural requeridas para un justo ejercicio de la libertad son, con mucha frecuencia, desconocidas y violadas. Estas situaciones de ceguera y de injusticia gravan la vida moral y colocan tanto a los fuertes como a los d\u00e9biles en la tentaci\u00f3n de pecar contra la caridad. Apart\u00e1ndose de la ley moral, el hombre atenta contra su propia libertad, se encadena a s\u00ed mismo, rompe la fraternidad de sus semejantes y se rebela contra la verdad divina.<\/p>

                                                            1741\u00a0 Liberaci\u00f3n y salvaci\u00f3n. Por su Cruz gloriosa, Cristo alcanz\u00f3 la salvaci\u00f3n para todos los hombres. Los rescat\u00f3 del pecado que los ten\u00eda sometidos a esclavitud. \u00abPara ser libres nos libert\u00f3 Cristo\u00bb (Gal 5,1). En \u00e9l participamos de \u00abla verdad que nos hace libres\u00bb (Jn 8,32). El Esp\u00edritu Santo nos ha sido dado, y, como ense\u00f1a el ap\u00f3stol, \u00abdonde est\u00e1 el Esp\u00edritu, all\u00ed est\u00e1 la libertad\u00bb (2 Co 3,17). Desde ahora nos gloriamos de la \u00ablibertad de los hijos de Dios\u00bb (Rom 8,21).<\/p>

                                                            1742 Libertad y gracia. La gracia de Cristo no se opone de ninguna manera a nuestra libertad cuando \u00e9sta corresponde al sentido de la libertad y del bien que Dios ha puesto en el coraz\u00f3n del hombre. Al contrario, como lo atestigua la experiencia cristiana, especialmente en la oraci\u00f3n, a medida que somos m\u00e1s d\u00f3ciles a los impulsos de la gracia, se acrecientan nuestra \u00edntima libertad y nuestra seguridad en las pruebas, como ante las presiones y coacciones del mundo exterior. Por el trabajo de la gracia, el Esp\u00edritu Santo nos educa en la libertad espiritual para hacer de nosotros colaboradores libres de su obra en la Iglesia y en el mundo.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros los males, para que, bien dispuesto nuestro cuerpo nuestro esp\u00edritu, podamos libremente cumplir tu voluntad (MR, colecta del domingo 32).<\/p>

                                                            RESUMEN<\/p>

                                                            1743 Dios ha querido \u00abdejar al hombre en manos de su propia decisi\u00f3n\u00bb (Si 15,14). Para que pueda adherirse libremente a su Creador y llegar as\u00ed a la bienaventurada perfecci\u00f3n (cf GS 17,1).<\/p>

                                                            1744 La libertad es el poder de obrar o de no obrar y de \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 ejecutar as\u00ed por s\u00ed mismo acciones deliberadas. La libertad alcanza su perfecci\u00f3n, cuando est\u00e1 ordenada a Dios, el supremo Bien.<\/p>

                                                            1745 La libertad caracteriza los actos propiamente humanos. Hace al ser humano responsable de los actos de que es autor voluntario. Es propio del hombre actuar deliberadamente.<\/p>

                                                            1746 La imputabilidad o la responsabilidad de una acci\u00f3n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 puede quedar disminuida o incluso anulada por la ignorancia, la violencia, el temor y otros factores s\u00edquicos o sociales.<\/p>

                                                            1747 El derecho al ejercicio de la libertad es una exigencia inseparable de la dignidad del hombre, especialmente en materia religiosa y moral. Pero el ejercicio de la libertad no implica el supuesto derecho de decir ni de hacer todo.<\/p>

                                                            1748 \u00abPara ser libres nos libert\u00f3 Cristo\u00bb (Gal 5,1).<\/p>

                                                            Art\u00edculo 4\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA MORALIDAD DE LOS ACTOS HUMANOS<\/p>

                                                            1749 La libertad hace del hombre un sujeto moral. Cuando act\u00faa de manera deliberada, el hombre es, por as\u00ed decirlo, el padre de sus actos. Los actos humanos, es decir, libremente elegidos tras un juicio de conciencia, son calificables moralmente. Son buenos o malos.<\/p>

                                                            I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS FUENTES DE LA MORALIDAD<\/p>

                                                            1750 La moralidad de los actos humanos depende :<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 del objeto elegido;<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 del fin que se busca o la intenci\u00f3n;<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 de las circunstancias de la acci\u00f3n.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El objeto, la intenci\u00f3n y las circunstancias forman las \u00abfuentes\u00bb o elementos constitutivos de la moralidad de los actos humanos.<\/p>

                                                            1751\u00a0 El objeto elegido es un bien hacia el cual tiende deliberadamente la voluntad. Es la materia de un acto humano. El objeto elegido especifica moralmente el acto del querer, seg\u00fan que la raz\u00f3n lo reconozca y lo juzgue conforme o no conforme al bien verdadero. Las reglas objetivas de la moralidad enuncian el orden racional del bien y del mal, atestiguado por la conciencia.<\/p>

                                                            1752 Frente al objeto, la intenci\u00f3n se sit\u00faa del lado del sujeto que act\u00faa. La intenci\u00f3n, por estar ligada a la fuente voluntaria de la acci\u00f3n y determinarla por el fin, es un elemento esencial en la calificaci\u00f3n moral de la acci\u00f3n. El fin es el t\u00e9rmino primero de la intenci\u00f3n y designa el objetivo buscado en la acci\u00f3n. La intenci\u00f3n es un movimiento de la voluntad hacia un fin; mira al t\u00e9rmino del obrar. Apunta al bien esperado de la acci\u00f3n emprendida. No se limita a la direcci\u00f3n de cada una de nuestras acciones tomadas aisladamente, sino que puede tambi\u00e9n ordenar varias acciones hacia un mismo objetivo; puede orientar toda la vida hacia el fin \u00faltimo. Por ejemplo, un servicio que se hace a alguien tiene por fin ayudar al pr\u00f3jimo, pero puede estar inspirado al mismo tiempo por el amor de Dios como fin \u00faltimo de todas nuestras acciones. Una misma acci\u00f3n puede tambi\u00e9n estar inspirada por varias intenciones como hacer un servicio para obtener un favor o para satisfacer la vanidad.<\/p>

                                                            1753 Una intenci\u00f3n buena (por ejemplo: ayudar al pr\u00f3jimo) no hace ni bueno ni justo un comportamiento en s\u00ed mismo desordenado (como la mentira y la maledicencia). El fin no justifica los medios. As\u00ed, no se puede justificar la condena de un inocente como un medio leg\u00edtimo para salvar al pueblo. Por el contrario, una intenci\u00f3n mala sobrea\u00f1adida (como la vanagloria) convierte en malo un acto que, de suyo, puede ser bueno (como la limosna; cf Mt 6,2-4).<\/p>

                                                            1754 Las circunstancias, comprendidas las consecuencias, son los elementos secundarios de un acto moral. Contribuyen a agravar o a disminuir la bondad o la malicia moral de los actos humanos (por ejemplo, la cantidad de dinero robado). Pueden tambi\u00e9n atenuar o aumentar la responsabilidad del que obra (como actuar por miedo a la muerte). Las circunstancias no pueden de suyo modificar la cualidad moral de los actos; no pueden hacer ni buena ni justa una acci\u00f3n que de suyo es mala.<\/p>

                                                            II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS ACTOS BUENOS Y LOS ACTOS MALOS<\/p>

                                                            1755 El acto moralmente bueno supone a la vez la bondad del objeto, del fin y de las circunstancias. Un fin malo corrompe la acci\u00f3n, aunque su objeto sea de suyo bueno (como orar y ayunar \u00abpara ser visto por los hombres\u00bb).<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El objeto de la elecci\u00f3n puede por s\u00ed solo viciar el conjunto de todo el acto. Hay comportamientos concretos -como la fornicaci\u00f3n- que son siempre errados, porque su elecci\u00f3n comporta un desorden de la voluntad, es decir, un mal moral.<\/p>

                                                            1756 Es, por tanto, err\u00f3neo juzgar de la moralidad de los actos humanos considerando s\u00f3lo la intenci\u00f3n que los inspira o las circunstancias (ambiente, presi\u00f3n social, coacci\u00f3n o necesidad de obrar, etc.) que son su marco. Hay actos que, por s\u00ed y en s\u00ed mismos, independientemente de las circunstancias y de las intenciones, son siempre gravemente il\u00edcitos por raz\u00f3n de su objeto; por ejemplo, la blasfemia y el perjurio, el homicidio y el adulterio. No est\u00e1 permitido hacer el mal para obtener un bien.<\/p>

                                                            RESUMEN<\/p>

                                                            1757 El objeto, la intenci\u00f3n y las circunstancias constituyen las tres \u00abfuentes\u00bb de la moralidad de los actos humanos.<\/p>

                                                            1758 El objeto elegido especifica moralmente el acto de la voluntad seg\u00fan que la raz\u00f3n lo reconozca y lo juzgue bueno o malo.<\/p>

                                                            1759 \u00abNo se puede justificar una acci\u00f3n mala hecha con una intenci\u00f3n buena\u00bb (S. Tom\u00e1s de Aquino, dec. praec. 6). El fin no justifica los medios.<\/p>

                                                            1760 El acto moralmente bueno supone a la vez la bondad del objeto, del fin y de las circunstancias.<\/p>

                                                            1761 Hay comportamientos concretos cuya elecci\u00f3n es siempre errada porque comporta un desorden de la voluntad, es decir, un mal moral. No est\u00e1 permitido hacer un mala para obtener un bien.<\/p>

                                                            Art\u00edculo 5\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA MORALIDAD DE LAS PASIONES<\/p>

                                                            1762 La persona humana se ordena a la bienaventuranza por sus actos deliberados: las pasiones o sentimientos que experimenta pueden disponerla y contribuir a ellos.<\/p>

                                                            I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS PASIONES<\/p>

                                                            1763 El t\u00e9rmino \u00abpasiones\u00bb pertenece al patrimonio del pensamiento cristiano. Los sentimientos o pasiones designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que inclinan a obrar o a no obrar en raz\u00f3n de lo que es sentido o imaginado como bueno o como malo.<\/p>

                                                            1764 Las pasiones son componentes naturales del siquismo humano, constituyen el lugar de paso y aseguran el v\u00ednculo entre la vida sensible y la vida del esp\u00edritu. Nuestro Se\u00f1or se\u00f1ala al coraz\u00f3n del hombre como la fuente de donde brota el movimiento de las pasiones (cf Mc 7,21).<\/p>

                                                            1765 Las pasiones son numerosas. La m\u00e1s fundamental es el amor que la atracci\u00f3n del bien despierta. El amor causa el deseo del bien ausente y la esperanza de obtenerlo. Este movimiento culmina en el placer y el gozo del bien pose\u00eddo. La aprehensi\u00f3n del mal causa el odio, la aversi\u00f3n y el temor ante el mal que puede venir. Este movimiento culmina en la tristeza del mal presente o la ira que se opone a \u00e9l.<\/p>

                                                            1766 \u00abAmar es desear el bien a alguien\u00bb (S. Tom\u00e1s de Aquino, s. th. 1-2,26,4). Las dem\u00e1s afecciones tienen su fuerza en este movimiento original del coraz\u00f3n del hombre hacia el bien. S\u00f3lo el bien es amado (cf. S. Agust\u00edn, Trin. 8,3,4). \u00abLas pasiones son malas si el amor es malo, buenas si es bueno\u00bb (S. Agust\u00edn, civ. 14,7).<\/p>

                                                            II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 PASIONES Y VIDA MORAL<\/p>

                                                            1767 En s\u00ed mismas, las pasiones no son buenas ni malas. Solo reciben calificaci\u00f3n moral en la medida en que dependen de la raz\u00f3n y de la voluntad. Las pasiones se llaman voluntarias \u00abo porque est\u00e1n ordenadas por la voluntad, o porque la voluntad no se opone a ellas\u00bb (S. Tom\u00e1s de Aquino, s. th. 1-2,24,1). Pertenece a la perfecci\u00f3n del bien moral o humano el que las pasiones est\u00e9n reguladas por la raz\u00f3n (cf s.th. 1-2, 24,3).<\/p>

                                                            1768 Los sentimientos m\u00e1s profundos no deciden ni la moralidad, ni la santidad de las personas; son el dep\u00f3sito inagotable de las im\u00e1genes y de las afecciones en que se expresa la vida moral. Las pasiones son moralmente buenas cuando contribuyen a una acci\u00f3n buena, y malas en el caso contrario. La voluntad recta ordena al bien y a la bienaventuranza los movimientos sensibles que asume; la voluntad mala sucumbe a las pasiones desordenadas y las exacerba. Las emociones y los sentimientos pueden ser asumidos en las virtudes, o pervertidos en los vicios.<\/p>

                                                            1769 En la vida cristiana, el Esp\u00edritu Santo realiza su obra movilizando el ser entero incluidos sus dolores, temores y tristezas, como aparece en la agon\u00eda y la pasi\u00f3n del Se\u00f1or. Cuando se vive en Cristo, los sentimientos humanos pueden alcanzar su consumaci\u00f3n en la caridad y la bienaventuranza divina.<\/p>

                                                            1770 La perfecci\u00f3n moral consiste en que el hombre no sea movido al bien s\u00f3lo por su voluntad sino tambi\u00e9n por su apetito sensible seg\u00fan estas palabras del salmo: \u00abMi coraz\u00f3n y mi carne gritan de alegr\u00eda hacia el Dios vivo\u00bb (Sal 84,3).<\/p>

                                                            RESUMEN<\/p>

                                                            1771\u00a0 El t\u00e9rmino \u00abpasiones\u00bb designa los afectos y los sentimientos. Por medio de sus emociones, el hombre intuye lo bueno y lo malo.<\/p>

                                                            1772 Ejemplos eminentes de pasiones son el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegr\u00eda, la tristeza y la ira.<\/p>

                                                            1773 En las pasiones, en cuanto impulsos de la sensibilidad , no hay ni bien ni mal moral. Pero seg\u00fan dependan o no de la raz\u00f3n y de la voluntad, hay en ellas bien o mal moral.<\/p>

                                                            1774 Las emociones y los sentimientos pueden ser asumidos por las virtudes, o pervertidos en los vicios.<\/p>

                                                            1775 La perfecci\u00f3n del bien moral consiste en que el hombre no sea movido al bien s\u00f3lo por su voluntad, sino tambi\u00e9n por su \u00abcoraz\u00f3n\u00bb.<\/p>

                                                            Art\u00edculo 6\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CONCIENCIA MORAL<\/p>

                                                            1776 \u00abEn lo m\u00e1s profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que \u00e9l no se da a s\u00ed mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los o\u00eddos de su coraz\u00f3n, llam\u00e1ndole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal…El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su coraz\u00f3n…La conciencia es el n\u00facleo m\u00e1s secreto y el sagrario del hombre, en el que est\u00e1 solo con Dios, cuya voz resuena en lo m\u00e1s \u00edntimo de ella\u00bb (GS 16).<\/p>

                                                            I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL DICTAMEN DE LA CONCIENCIA<\/p>

                                                            1777 Presente en el coraz\u00f3n de la persona, la conciencia moral (cf Rom 2,14-16) le ordena, en el momento oportuno, practicar el bien y evitar el mal. Juzga tambi\u00e9n las elecciones concretas aprobando las que son buenas y denunciando las que son malas (cf Rom 1,32). Atestigua la autoridad de la verdad con referencia al Bien supremo por el cual la persona humana se siente atra\u00edda y cuyos mandamientos acoge. El hombre prudente, cuando escucha la conciencia moral, oye a Dios que habla.<\/p>

                                                            1778 La conciencia moral es un juicio de la raz\u00f3n por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, est\u00e1 haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace, el hombre est\u00e1 obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina:<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La conciencia es una ley de nuestro esp\u00edritu, pero que va m\u00e1s all\u00e1 de \u00e9l, nos da \u00f3rdenes, significa responsabilidad y deber, temor y esperanza…La conciencia es la mensajera del que, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de la gracia, a trav\u00e9s de un velo nos habla, nos instruye y nos gobierna. La conciencia es el primero de todos los vicarios de Cristo (Newman, carta al duque de Norfolk 5).<\/p>

                                                            1779 Es preciso que cada uno preste mucha atenci\u00f3n a s\u00ed mismo para o\u00edr y seguir la voz de su conciencia. Esta exigencia de interioridad es tanto m\u00e1s necesaria cuanto que la vida nos impulsa con frecuencia a prescindir de toda reflexi\u00f3n, examen o interiorizaci\u00f3n:<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Retorna a tu conciencia, interr\u00f3gala…retornad, hermanos, al interior, y en todo lo que hag\u00e1is mirad al Testigo, Dios (S. Agust\u00edn, ep.Jo. 8,9).<\/p>

                                                            1780 La dignidad de la persona humana implica y exige la rectitud de la conciencia moral. La conciencia moral comprende la percepci\u00f3n de los principios de la moralidad (\u00absind\u00e9resis\u00bb), su aplicaci\u00f3n en las circunstancias dadas mediante un discernimiento pr\u00e1ctico de las razones y de los bienes, y en conclusi\u00f3n el juicio formado sobre los actos concretos que se van a realizar o se han realizado. La verdad sobre el bien moral, declarada en la ley de la raz\u00f3n, es reconocida pr\u00e1ctica y concretamente por el dictamen prudente de la conciencia. Se llama prudente al hombre que elige conforme a este dictamen o juicio.<\/p>

                                                            1781 La conciencia hace posible que se asuma la responsabilidad de los actos realizados. Si el hombre comete el mal, el justo juicio de la conciencia puede ser en \u00e9l el testigo de la verdad universal del bien, al mismo tiempo que de la malicia de su elecci\u00f3n concreta. El veredicto del dictamen de conciencia constituye una garant\u00eda de esperanza y de misericordia. Al hacer patente la falta cometida recuerda el perd\u00f3n que se ha de pedir, el bien que se ha de practicar todav\u00eda y la virtud que se ha de cultivar sin cesar con la gracia de Dios:<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Tranquilizaremos nuestra conciencia ante \u00e9l, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo (1 Jn 3,19-20).<\/p>

                                                            1782 El hombre tiene el derecho de actuar en conciencia y en libertad a fin de tomar personalmente las decisiones morales. \u00abNo debe ser obligado a actuar contra su conciencia. Ni se le debe impedir que act\u00fae seg\u00fan su conciencia, sobre todo en materia religiosa\u00bb (DH 3).<\/p>

                                                            II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA FORMACION DE LA CONCIENCIA<\/p>

                                                            1783 Hay que formar la conciencia, y esclarecer el juicio moral. Una conciencia bien formada es recta y veraz. Formula sus juicios seg\u00fan la raz\u00f3n, conforme al bien verdadero querido por la sabidur\u00eda del Creador. La educaci\u00f3n de la conciencia es indispensable a seres humanos sometidos a influencias negativas y tentados por el pecado de preferir su juicio propio y de rechazar las ense\u00f1anzas autorizadas.<\/p>

                                                            1784 La educaci\u00f3n de la conciencia es una tarea de toda la vida. Desde los primeros a\u00f1os despierta al ni\u00f1o al conocimiento y la pr\u00e1ctica de la ley interior reconocida por la conciencia moral. Una educaci\u00f3n prudente ense\u00f1a la virtud; preserva o cura del miedo, del ego\u00edsmo y del orgullo, de los insanos sentimientos de\u00a0 culpabilidad y de los movimientos de complacencia, nacidos de la debilidad y de las faltas humanas. La educaci\u00f3n de la conciencia garantiza la libertad y engendra la paz del coraz\u00f3n.<\/p>

                                                            1785 En la formaci\u00f3n de la conciencia, la Palabra de Dios es la luz que nos ilumina; es preciso que la asimilemos en la fe y la oraci\u00f3n, y la pongamos en pr\u00e1ctica. Es preciso tambi\u00e9n que examinemos nuestra conciencia atendiendo a la cruz del Se\u00f1or. Estamos asistidos por los dones del Esp\u00edritu Santo, ayudados por el testimonio o los consejos de otros y guiados por la ense\u00f1anza autorizada de la Iglesia (cf DH 14).<\/p>

                                                            III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DECIDIR EN CONCIENCIA<\/p>

                                                            1786 Ante la necesidad de decidir moralmente, la conciencia puede formular un juicio recto de acuerdo con la raz\u00f3n y con la ley divina, o al contrario un juicio err\u00f3neo que se aleja de ellas.<\/p>

                                                            1787 El hombre se ve a veces enfrentado con situaciones que hacen el juicio moral menos seguro, y la decisi\u00f3n dif\u00edcil. Pero debe buscar siempre lo que es justo y bueno y discernir la voluntad de Dios expresada en la ley divina.<\/p>

                                                            1788 Para esto, el hombre se esfuerza por interpretar los datos de la experiencia y los signos de los tiempos gracias a la virtud de la prudencia, los consejos de las personas entendidas y la ayuda del Esp\u00edritu Santo y de sus dones.<\/p>

                                                            1789 En todos los casos son aplicables las siguientes reglas:<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013Nunca est\u00e1 permitido hacer el mal para obtener un bien.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013La \u00abregla de oro\u00bb: \u00abTodo cuanto quer\u00e1is que os hagan los hombres, hac\u00e9dselo tambi\u00e9n vosotros\u00bb (Mt 7,12; cf. Lc 6,31; Tb 4,15).<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013La caridad act\u00faa siempre en el respeto del pr\u00f3jimo y de su conciencia: \u00abPecando as\u00ed contra vuestros hermanos, hiriendo su conciencia…pec\u00e1is contra Cristo\u00bb (1 Co 8,12). \u00abLo bueno es…no hacer cosa que sea para tu hermano ocasi\u00f3n de ca\u00edda, tropiezo o debilidad\u00bb (Rom 14,21).<\/p>

                                                            IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL JUICIO ERRONEO<\/p>

                                                            1790 La persona humana debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia. Si obrase deliberadamente contra este \u00faltimo, se condenar\u00eda a s\u00ed mismo. Pero sucede que la conciencia moral puede estar en la ignorancia y formar juicios err\u00f3neos sobre\u00a0 actos proyectados o ya cometidos.<\/p>

                                                            1791 Esta ignorancia puede con frecuencia ser imputada a la responsabilidad personal. As\u00ed sucede \u00abcuando el hombre no se preocupa de buscar la verdad y el bien y, poco a poco, por el h\u00e1bito del pecado, la conciencia se queda casi ciega\u00bb (GS 16). En estos casos, la persona es culpable del mal que comete.<\/p>

                                                            1792 La desconocimiento de Cristo y de su evangelio, los malos ejemplos recibidos de otros, la servidumbre de las pasiones, la pretensi\u00f3n de una mal entendida autonom\u00eda de la conciencia, el rechazo de la autoridad de la Iglesia y de su ense\u00f1anza, la falta de conversi\u00f3n y de caridad pueden conducir a desviaciones del juicio en la conducta moral.<\/p>

                                                            1793 Si por el contrario, la ignorancia es invencible, o el juicio err\u00f3neo sin responsabilidad del sujeto moral, el mal cometido por la persona no puede serle imputado. Pero no deja de ser un mal, una privaci\u00f3n, un desorden. Por tanto, es preciso trabajar por corregir la conciencia moral de sus errores.<\/p>

                                                            1794 La conciencia buena y pura es iluminada por la fe verdadera. Porque la caridad procede al mismo tiempo \u00abde un coraz\u00f3n limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera\u00bb (1 Tim 1,5; 3,9; 2 Tim 1,3; 1 P 3,21; Hch 24,16).<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuanto mayor es el predominio de la conciencia recta, tanto m\u00e1s las personas y los grupos se apartan del arbitrio ciego y se esfuerzan por adaptarse a las normas objetivas de moralidad (GS 16).<\/p>

                                                            RESUMEN<\/p>

                                                            1795 \u00abLa conciencia es el n\u00facleo m\u00e1s secreto y el sagrario del hombre, en el que est\u00e1 solo con Dios, cuya voz resuena en lo m\u00e1s \u00edntimo de ella\u00bb (GS 16).<\/p>

                                                            1796 La conciencia moral es un juicio de la raz\u00f3n por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto.<\/p>

                                                            1797 Para el hombre que ha cometido el mal, el veredicto de su conciencia constituye una garant\u00eda de conversi\u00f3n y de esperanza.<\/p>

                                                            1798 Una conciencia bien formada es recta y veraz.Formula sus juicios seg\u00fan la raz\u00f3n, conforme al bien verdadero querido por la sabidur\u00eda del Creador. Cada uno debe poner los medios para formar su conciencia.<\/p>

                                                            1799 Ante una decisi\u00f3n moral, la conciencia puede formar un juicio recto de acuerdo con la raz\u00f3n y la ley divina o, al contrario, un juicio err\u00f3neo que se aleja de ellas.<\/p>

                                                            1800\u00a0 El ser humano debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia.<\/p>

                                                            1801 La conciencia moral puede permanecer en la ignorancia o formar juicios err\u00f3neos. Estas ignorancias y estos errores no est\u00e1n siempre exentos de culpabilidad.<\/p>

                                                            1802 La Palabra de Dios es una luz para nuestros pasos. Es preciso que la asimilemos en la fe y en la oraci\u00f3n, y la pongamos en pr\u00e1ctica. As\u00ed se forma la conciencia moral.<\/p>

                                                            Art\u00edculo 7\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS VIRTUDES<\/p>

                                                            1803 \u00abTodo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta\u00bb (Flp 4,8).<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La virtud es una disposici\u00f3n habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no s\u00f3lo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de s\u00ed misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige en acciones concretas.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El objetivo de una vida virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios (S. Gregorio de Nisa, beat. 1).<\/p>

                                                            I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS VIRTUDES HUMANAS<\/p>

                                                            1804\u00a0\u00a0 Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y gu\u00edan nuestra conducta seg\u00fan la raz\u00f3n y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las virtudes morales son adquiridas mediante las fuerzas humanas. Son los frutos y los g\u00e9rmenes de los actos moralmente buenos. Disponen todas las potencias del ser humano para comulgar en el amor divino.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Distinci\u00f3n de las virtudes cardinales<\/p>

                                                            1805 Cuatro virtudes desempe\u00f1an un papel fundamental. Por eso se las llama \u00abcardinales\u00bb; todas las dem\u00e1s se agrupan en torno a ellas. Estas son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. \u00ab\u00bfAmas la justicia? Las virtudes son el fruto de sus esfuerzos, pues ella ense\u00f1a la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza\u00bb (Sb 8,7). Bajo otros nombres, estas virtudes son alabadas en numerosos pasajes de la Escritura.<\/p>

                                                            1806\u00a0 La prudencia es la virtud que dispone la raz\u00f3n pr\u00e1ctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. \u00abEl hombre cauto medita sus pasos\u00bb (Prov 14,15). \u00abSed sensatos y sobrios para daros a la oraci\u00f3n\u00bb (1 P 4,7). La prudencia es la \u00abregla recta de la acci\u00f3n\u00bb, escribe S. Tom\u00e1s (s.th. 2-2, 47,2, siguiendo a Arist\u00f3teles). No se confunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o la disimulaci\u00f3n. Es llamada \u00abauriga virtutum\u00bb: Conduce las otras virtudes indic\u00e1ndoles regla y medida. Es la prudencia quien gu\u00eda directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente decide y ordena su conducta seg\u00fan este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.<\/p>

                                                            1807 La justicia\u00a0 es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al pr\u00f3jimo lo que les es debido. La justicia para con Dios es llamada \u00abla virtud de la religi\u00f3n\u00bb. Para con los hombres, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armon\u00eda que promueve la equidad respecto a las personas y al bien com\u00fan. El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el pr\u00f3jimo. \u00abSiendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgar\u00e1s a tu pr\u00f3jimo\u00bb (Lv 19,15). \u00abAmos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo, teniendo presente que tambi\u00e9n vosotros ten\u00e9is un Amo en el cielo\u00bb (Col 4,1).<\/p>

                                                            1808\u00a0 La fortaleza\u00a0 es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la b\u00fasqueda del bien. Reafirma la resoluci\u00f3n de resistir a las tentaciones y de superar los obst\u00e1culos en la vida moral. La virtud de la fortaleza hace capaz de vencer el temor, incluso la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones. Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida por defender una causa justa. \u00abMi fuerza y mi c\u00e1ntico es el Se\u00f1or\u00bb (Sal 118,14). \u00abEn el mundo tendr\u00e9is tribulaci\u00f3n. Pero \u00a1\u00e1nimo!: Yo he vencido al mundo\u00bb (Jn 16,33).<\/p>

                                                            1809\u00a0 La templanza es la virtud moral que modera la atracci\u00f3n de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los l\u00edmites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreci\u00f3n y no se deja arrastrar \u00abpara seguir la pasi\u00f3n de su coraz\u00f3n\u00bb (Si 5,2; cf. 37,27-31). La templanza es tambi\u00e9n alabada en el Antiguo Testamento: \u00abNo vayas detr\u00e1s de tus pasiones, tus deseos refrena\u00bb (Si 18,30). En el Nuevo Testamento es llamada \u00abmoderaci\u00f3n\u00bb o \u00absobriedad\u00bb. Debemos \u00abvivir moderaci\u00f3n, justicia y piedad en el siglo presente\u00bb (Tt 2,12).<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Vivir bien no es otra cosa que amar a Dios con todo el coraz\u00f3n, con toda el alma y con todo el obrar. Quien no obedece m\u00e1s que a \u00e9l (lo cual pertenece a la justicia), quien vela para discernir todas las cosas por miedo a dejarse sorprender por la astucia y la mentira (lo cual pertenece a la prudencia), le entrega un amor entero (por la templanza), que ninguna desgracia puede derribar (lo cual pertenece a la fortaleza) (S. Agust\u00edn, mor. eccl. 1,25,46).<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las virtudes y la gracia<\/p>

                                                            1810 Las virtudes humanas adquiridas mediante la educaci\u00f3n, mediante actos deliberados, y una perseverancia, reanudada siempre en el esfuerzo, son purificadas y elevadas por la gracia divina. Con la ayuda de Dios forjan el car\u00e1cter y dan soltura en la pr\u00e1ctica del bien. El hombre virtuoso es feliz al practicarlas.<\/p>

                                                            1811\u00a0 Para el hombre herido por el pecado no es f\u00e1cil guardar el equilibrio moral. El don de la salvaci\u00f3n por Cristo nos otorga la gracia necesaria para perseverar en la b\u00fasqueda de las virtudes. Cada uno debe siempre pedir esta gracia de luz y de fortaleza, recurrir a los sacramentos, cooperar con el Esp\u00edritu Santo, seguir sus invitaciones a amar el bien y guardarse del mal.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS VIRTUDES TEOLOGALES<\/p>

                                                            1812 Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que adaptan las facultades del hombre a la participaci\u00f3n de la naturaleza divina (cf 2 P 1,4). Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relaci\u00f3n con la Sant\u00edsima Trinidad. Tienen a Dios uno y trino como origen, motivo y objeto.<\/p>

                                                            1813 Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican\u00a0 todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garant\u00eda de la presencia y la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo en las facultades del ser humano. Hay tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad (cf 1 Co 13,13).<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La fe<\/p>

                                                            1814 La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que El nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque El es la verdad misma. Por la fe \u00abel hombre se entrega entera y libremente a Dios\u00bb (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. \u00abEl justo vivir\u00e1 por la fe\u00bb (Rom 1,17). La fe viva \u00abact\u00faa por la caridad\u00bb (G\u00e1l 5,6).<\/p>

                                                            1815 El don de la fe permanece en el que no ha pecado contra ella (cf Cc Trento: DS 1545). Pero, \u00abla fe sin obras est\u00e1 muerta\u00bb (St 2,26): Privada de la esperanza y de la caridad, la fe no une plenamente el fiel a Cristo ni hace de \u00e9l un miembro vivo de su Cuerpo.<\/p>

                                                            1816 El disc\u00edpulo de Cristo no debe s\u00f3lo guardar la fe y vivir de ella, sino tambi\u00e9n profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: \u00abTodos vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia\u00bb (LG 42; cf DH 14). El servicio y el testimonio de la fe son requeridos para la salvaci\u00f3n: \u00abPor todo aqu\u00e9l que se declare por m\u00ed ante los hombres, yo tambi\u00e9n me declarar\u00e9 por \u00e9l ante mi Padre que est\u00e1 en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negar\u00e9 yo tambi\u00e9n ante mi Padre que est\u00e1 en los cielos\u00bb (Mt 10,32-33).<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La esperanza<\/p>

                                                            1817 La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramo s al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoy\u00e1ndonos no en nuestras fuerzas sino en los auxilios de la gracia del Esp\u00edritu Santo. \u00abMantengamos firme la confesi\u00f3n de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa\u00bb (Hb 10,23). \u00abEl Esp\u00edritu Santo que \u00e9l derram\u00f3 sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fu\u00e9semos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna\u00bb (Tt 3,6-7).<\/p>

                                                            1818 La virtud de la esperanza responde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el coraz\u00f3n de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el coraz\u00f3n en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del ego\u00edsmo y conduce a la dicha de la caridad.<\/p>

                                                            1819 La esperanza cristiana recoge y perfecciona la esperanza del pueblo elegido que tiene su origen y su modelo en la esperanza de Abraham, colmada en Isaac, de las promesas de Dios y purificada por la prueba del sacrificio (cf Gn 17,4-8; 22,1-18). \u00abEsperando contra toda esperanza, crey\u00f3 y fue hecho padre de muchas naciones\u00bb (Rm 4,18).<\/p>

                                                            1820 La esperanza cristiana se manifiesta desde el comienzo de la predicaci\u00f3n de Jes\u00fas en la proclamaci\u00f3n de las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas elevan nuestra esperanza hacia el cielo como hacia la nueva tierra prometida; trazan el camino hacia ella a trav\u00e9s de las pruebas que esperan a los disc\u00edpulos de Jes\u00fas. Pero por los m\u00e9ritos de Jesucristo y de su pasi\u00f3n, Dios nos guarda en \u00abla esperanza que no falla\u00bb (Rom 5,5). La esperanza es \u00abel ancla del alma\u00bb, segura y firme, \u00abque penetra…adonde entr\u00f3 por nosotros como precursor Jes\u00fas\u00bb (Hb 6,19-20). Es tambi\u00e9n un arma que nos protege en el combate de la salvaci\u00f3n: \u00abRevistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvaci\u00f3n\u00bb (1 Ts 5,8). Nos procura el gozo en la prueba misma: \u00abCon la alegr\u00eda de la esperanza; constantes en la tribulaci\u00f3n\u00bb (Rm 12,12). Se expresa y se alimenta en la oraci\u00f3n, particularmente en la del Padre Nuestro, resumen de todo lo que la esperanza nos hace desear.<\/p>

                                                            1821 Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf Rm 8,28-30) y hacen su voluntad (cf Mt 7,21). En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, \u00abperseverar hasta el fin\u00bb (cf Mt 10,22; cf Cc de Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo, como eterna recompensa de Dios por las obras buenas realizadas con la gracia de Cristo. En la esperanza, la Iglesia implora que \u00abtodos los hombres se salven\u00bb (1 Tm 2,4). Espera estar en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo:<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Espera, espera, que no sabes cu\u00e1ndo vendr\u00e1 el d\u00eda ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo. Mira que mientras m\u00e1s peleares, m\u00e1s mostrar\u00e1s el amor que tienes a tu Dios y m\u00e1s te gozar\u00e1s con tu Amado con gozo y deleite que no puede tener fin (S. Teresa de Jes\u00fas, excl. 15,3).<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La caridad<\/p>

                                                            1822 La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por \u00e9l mismo y a nuestro pr\u00f3jimo como a nosotros mismos por amor de Dios.<\/p>

                                                            1823 Jes\u00fas hace de la caridad el mandamiento nuevo (cf Jn 13,34). Amando a los suyos \u00abhasta el fin\u00bb (Jn 13,1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Am\u00e1ndose unos a otros, los disc\u00edpulos imitan el amor de Jes\u00fas que reciben tambi\u00e9n en ellos. Por eso Jes\u00fas dice: \u00abComo el Padre me am\u00f3, yo tambi\u00e9n os he amado a vosotros; permaneced en mi amor\u00bb (Jn 15,9). Y tambi\u00e9n: \u00abEste es el mandamiento m\u00edo: que os am\u00e9is unos a otros como yo os he amado\u00bb (Jn 15,12).<\/p>

                                                            1824 Fruto del Esp\u00edritu y plenitud de la ley, la caridad guarda los mandamientos de Dios y de Cristo: \u00abPermaneced en mi amor. Si guard\u00e1is mis mandamientos, permanecer\u00e9is en mi amor\u00bb (Jn 15,9-10; cf Mt 22,40; Rm 13,8-10).<\/p>

                                                            1825 Cristo muri\u00f3 por amor a nosotros cuando \u00e9ramos todav\u00eda enemigos (cf Rm 5,10). El Se\u00f1or nos pide que amemos como \u00e9l hasta nuestros enemigos (cf Mt 5,44), que nos hagamos pr\u00f3jimos del m\u00e1s lejano (cf Lc 10,27-37), que amemos a los ni\u00f1os (cf Mc 9,37) y a los pobres como a \u00e9l mismo (cf Mt 25,40.45).<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El ap\u00f3stol S. Pablo ofrece una descripci\u00f3n incomparable de la caridad: \u00abLa caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa. no es jactanciosa, no se engr\u00ede; es decorosa; no busca su inter\u00e9s; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta (1 Co 13,4-7).<\/p>

                                                            1826 \u00abSi no tengo caridad -dice tambi\u00e9n el ap\u00f3stol- nada soy…\u00bb. Y todo lo que es privilegio, servicio, virtud misma…\u00bbsi no tengo caridad, nada me aprovecha\u00bb (1 Co 13,1-4). La caridad es superior a todas las virtudes. Es la primera de las virtudes teologales: \u00abAhora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad\u00bb (1 Co 13,13).<\/p>

                                                            1827 El ejercicio de todas las virtudes est\u00e1 animado e inspirado por la caridad. Esta es \u00abel v\u00ednculo de la perfecci\u00f3n\u00bb (Col 3,14); es la forma de las virtudes; las articula y las ordena entre s\u00ed; es fuente y t\u00e9rmino de su pr\u00e1ctica cristiana. La caridad asegura y purifica nuestra facultad humana de amar. La eleva a la perfecci\u00f3n sobrenatural del amor divino.<\/p>

                                                            1828 La pr\u00e1ctica de la vida moral animada por la caridad da al cristiano la libertad espiritual de los hijos de Dios. Este no se halla ante Dios como un esclavo, en el temor servil, ni como el mercenario en busca de un jornal, sino como un hijo que responde al amor del \u00abque nos am\u00f3 primero\u00bb (1 Jn 4,19):<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 O nos apartamos del mal por temor del castigo y estamos en la disposici\u00f3n del esclavo, o buscamos el incentivo de la recompensa y nos parecemos a mercenarios, o finalmente obedecemos por el bien mismo del amor del que manda…y entonces estamos en la disposici\u00f3n de hijos (S. Basilio, reg. fus. prol. 3).<\/p>

                                                            1829 La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la pr\u00e1ctica del bien y la correcci\u00f3n fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comuni\u00f3n:<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La culminaci\u00f3n de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; haci a \u00e9l corremos; una vez llegados, en \u00e9l reposamos (S. Agust\u00edn, ep. Jo. 10,4).<\/p>

                                                            III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DONES Y FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO<\/p>

                                                            1830 La vida moral de los cristianos est\u00e1 sostenida por los dones del Esp\u00edritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre d\u00f3cil para seguir los impulsos del Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                                            1831 Los siete dones del Esp\u00edritu Santo son: sabidur\u00eda, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf Is 11,1-2). Completan y llevan a su perfecci\u00f3n las virtud de quienes los reciben. Hacen a los fieles d\u00f3ciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Tu esp\u00edritu bueno me gu\u00ede por una tierra llana (Sal 143,10)<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Todos los que son guiados por el Esp\u00edritu de Dio s son hijos de Dios…Y, si hijos, tambi\u00e9n herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo (Rm 8,14.17).<\/p>

                                                            1832 Los frutos del Esp\u00edritu son perfecciones que forma en nosotros el Esp\u00edritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradici\u00f3n de la Iglesia enumera doce: \u00abcaridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad\u00bb (G\u00e1l 5,22-23, vulg.).<\/p>

                                                            RESUMEN<\/p>

                                                            1833 La virtud es una disposici\u00f3n habitual y firme para hacer el bien.<\/p>

                                                            1834 Las virtudes humanas son disposiciones estables del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y gu\u00edan nuestra conducta seg\u00fan la raz\u00f3n y la fe. Pueden agruparse en torno a cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.<\/p>

                                                            1835 La prudencia dispone la raz\u00f3n pr\u00e1ctica para discernir, en toda circunstancia, nuestro verdadero bien y elegir los medios justos para realizarlo.<\/p>

                                                            1836 La justicia consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al pr\u00f3jimo lo que les es debido.<\/p>

                                                            1837 La fortaleza asegura, en las dificultades, la firmeza y la constancia en la pr\u00e1ctica del bien.<\/p>

                                                            1838 La templanza modera la atracci\u00f3n hacia los placeres sensibles y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados.<\/p>

                                                            1839 Las virtudes morales crecen mediante la educaci\u00f3n, mediante actos deliberados y la perseverancia en el esfuerzo. La gracia divina las purifica y las eleva.<\/p>

                                                            1840\u00a0\u00a0 Las virtudes teologales disponen a los cristianos a vivir en relaci\u00f3n con la sant\u00edsima Trinidad. Tienen a Dios por origen, motivo y objeto, Dios conocido por la fe, esperado y amado por \u00e9l mismo.<\/p>

                                                            1841 Hay tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad (cf. 1 Co 13,13). Informan y vivifican todas las virtudes morales.<\/p>

                                                            1842 Por la fe creemos en Dios y creemos todo lo que \u00e9l nos ha revelado y que la santa Iglesia nos propone creer.<\/p>

                                                            1843 Por la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla.<\/p>

                                                            1844 Por la caridad amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro pr\u00f3jimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Es el \u00abv\u00ednculo de la perfecci\u00f3n\u00bb (Col 3,14) y la forma de todas las virtudes.<\/p>

                                                            1845 Los siete dones del Esp\u00edritu Santo concedidos a los cristianos son: sabidur\u00eda, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.<\/p>

                                                            Art\u00edculo 8\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL PECADO<\/p>

                                                            I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA MISERICORDIA Y EL PECADO<\/p>

                                                            1846\u00a0\u00a0 El Evangelio es la revelaci\u00f3n, en Jesucristo, de la misericordia de Dios con los pecadores (cf Lc 15). El \u00e1ngel anuncia a Jos\u00e9: \u00abT\u00fa le pondr\u00e1s por nombre Jes\u00fas, porque \u00e9l salvar\u00e1 a su pueblo de sus pecados\u00bb (Mt 1,21). Y en la instituci\u00f3n de la Eucarist\u00eda, sacramento de la redenci\u00f3n, Jes\u00fas dice: \u00abEsta es mi sangre de la alianza, que va a ser derramada por muchos para remisi\u00f3n de los pecados\u00bb (Mt 26,28).<\/p>

                                                            1847 \u00abDios nos ha creado sin nosotros, pero no ha querido salvarnos sin nosotros\u00bb (S. Agust\u00edn, serm. 169,11,13). La acogida de su misericordia exige de nosotros la confesi\u00f3n de nuestras faltas. \u00abSi decimos: `no tenemos pecado’, nos enga\u00f1amos y la verdad no est\u00e1 en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es \u00e9l para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia\u00bb (1 Jn 1,8-9).<\/p>

                                                            1848\u00a0\u00a0 Como afirma S. Pablo, \u00abdonde abund\u00f3 el pecado, sobreabund\u00f3 la gracia\u00bb (Rm 5,20). Pero para hacer su obra, la gracia debe descubrir el pecado para convertir nuestro coraz\u00f3n y conferirnos \u00abla justicia para vida eterna por Jesucristo nuestro Se\u00f1or\u00bb (Rm 5,20-21). Como un m\u00e9dico que descubre la herida antes de curarla, Dios, mediante su palabra y su esp\u00edritu, proyecta una luz viva sobre el pecado:<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La conversi\u00f3n exige la convicci\u00f3n del pecado, y \u00e9ste, siendo una verificaci\u00f3n de la acci\u00f3n del Esp\u00edritu de la verdad en la intimidad del hombre, llega a ser al mismo tiempo el nuevo comienzo de la d\u00e1diva de la gracia y del amor: \u00abRecibid el Esp\u00edritu Santo\u00bb. As\u00ed, pues, en este \u00abconvencer en lo referente al pecado\u00bb descubrimos una \u00abdoble d\u00e1diva\u00bb: el don de la verdad de la conciencia y el don de la certeza de la redenci\u00f3n. El Esp\u00edritu de la verdad es el Par\u00e1clito (DeV 31).<\/p>

                                                            II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DEFINICION DE PECADO<\/p>

                                                            1849\u00a0\u00a0 El pecado es una falta contra la raz\u00f3n, la verdad, la conciencia recta; es un faltar al amor verdadero para con Dios y para con el pr\u00f3jimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido definido como \u00abuna palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna\u00bb (S. Agust\u00edn, Faust. 22,27; S. Tom\u00e1s de Aquino, s.th., 1-2, 71,6).<\/p>

                                                            1850 El pecado es una ofensa a Dios: \u00abContra ti, contra ti solo he pecado, lo malo a tus ojos comet\u00ed\u00bb (Sal 51,6). El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de \u00e9l nuestros corazones. Como el primer pecado, es una desobediencia, una rebeli\u00f3n contra Dios por el deseo de hacerse \u00abcomo dioses\u00bb, pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal (Gn 3,5). El pecado es as\u00ed \u00abamor de s\u00ed hasta el desprecio de Dios\u00bb (S. Agust\u00edn, civ. 1,14,28). Por esta exaltaci\u00f3n orgullosa de s\u00ed, el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jes\u00fas que realiza la salvaci\u00f3n (cf Flp 2,6-9).<\/p>

                                                            1851 En la Pasi\u00f3n, la misericordia de Cristo vence al pecado. En ella, es donde \u00e9ste manifiesta mejor su violencia y su multiplicidad: incredulidad, rechazo y burlas por parte de los jefes y del pueblo, debilidad de Pilato y crueldad de los soldados, traici\u00f3n de Judas tan dura a Jes\u00fas, negaciones de Pedro y abandono de los disc\u00edpulos. Sin embargo, en la hora misma de las tinieblas y del pr\u00edncipe de este mundo (cf Jn 14,30), el sacrificio de Cristo se convierte secretamente en la fuente de la que brotar\u00e1 inagotable el perd\u00f3n de nuestros pecados.<\/p>

                                                            III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DIVERSIDAD DE PECADOS<\/p>

                                                            1852 La variedad de pecados es grande. La Escritura contiene varias listas. La carta a los G\u00e1latas opone las obras de la carne al fruto del Esp\u00edritu: \u00abLas obras de la carne son conocidas: fornicaci\u00f3n, impureza, libertinaje, idolatr\u00eda, hechicer\u00eda, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, org\u00edas y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredar\u00e1n el Reino de Dios\u00bb (5,19-21; cf Rm 1,28-32; 1 Co 6,9-10; Ef 5, 3-5; Col 3, 5-8; 1 Tm 1, 9-10; 2 Tm 3, 2-5).<\/p>

                                                            1853 Se pueden distinguir los pecados seg\u00fan su objeto, como en todo acto humano, o seg\u00fan las virtudes a las que se oponen, por exceso o por defecto, o seg\u00fan los mandamientos que quebrantan. Se los puede agrupar tambi\u00e9n seg\u00fan que se refieran a Dios, al pr\u00f3jimo o a s\u00ed mismo; se los puede dividir en pecados espirituales y carnales, o tambi\u00e9n en pecados de pensamiento, palabra, acci\u00f3n u omisi\u00f3n. La ra\u00edz del pecado est\u00e1 en el coraz\u00f3n del hombre, en su libre voluntad, seg\u00fan la ense\u00f1anza del Se\u00f1or: \u00abDe dentro del coraz\u00f3n salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. Esto es lo que hace impuro al hombre\u00bb (Mt 15,19-20). En el coraz\u00f3n reside tambi\u00e9n la caridad, principio de las obras buenas y puras, que es herida por el pecado.<\/p>

                                                            IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA GRAVEDAD DEL PECADO: PECADO MORTAL Y VENIAL<\/p>

                                                            1854 Conviene valorar los pecados seg\u00fan su gravedad. La distinci\u00f3n entre pecado mortal y venial, perceptible ya en la Escritura (cf 1 Jn 5,16-17) se ha impuesto en la tradici\u00f3n de la Iglesia. La experiencia de los hombres la corroboran.<\/p>

                                                            1855 El pecado mortal destruye la caridad en el coraz\u00f3n del hombre por una infracci\u00f3n grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin \u00faltimo y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior.<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El pecado venial\u00a0 deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere.<\/p>

                                                            1856 El pecado mortal, que ataca en nosotros el principio vital que es la caridad, necesita una nueva iniciativa de la misericordia de Dios y una conversi\u00f3n del coraz\u00f3n que se realiza ordinariamente en el marco del sacramento de la reconciliaci\u00f3n:<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando la voluntad se dirige a una cosa de suyo contraria a la caridad por la que estamos ordenados al fin \u00faltimo, el pecado, por su objeto mismo, tiene causa para ser mortal…sea contra el amor de Dios, como la blasfemia, el perjurio, etc., o contra el amor del pr\u00f3jimo, como el homicidio, el adulterio, etc…En cambio, cuando la voluntad del pecador se dirige a veces a una cosa que contiene en s\u00ed un desorden, pero que sin embargo no es contraria al amor de Dios y del pr\u00f3jimo, como una palabra ociosa, una risa superflua, etc. tales pecados son veniales (S. Tom\u00e1s de Aquino, s.th. 1-2, 88, 2).<\/p>

                                                            1857 Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: \u00abEs pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave y que, adem\u00e1s, es cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento\u00bb (RP 17).<\/p>

                                                            1858 La materia grave\u00a0 es precisada por los Diez mandamientos seg\u00fan la respuesta de Jes\u00fas al joven rico: \u00abNo mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre\u00bb (Mc 10,19). La gravedad de los pecados es mayor o menor: un asesinato es m\u00e1s grave que un robo. La cualidad de las personas lesionadas cuenta tambi\u00e9n: la violencia ejercida contra los padres es m\u00e1s grave que la ejercida contra un extra\u00f1o.<\/p>

                                                            1859 El pecado mortal requiere plena conciencia y entero consentimiento. Presupone el conocimiento del car\u00e1cter pecaminoso del acto, de su oposici\u00f3n a la Ley de Dios. Implica tambi\u00e9n un consentimiento suficientemente deliberado para ser una elecci\u00f3n personal. La ignorancia afectada y el endurecimiento del coraz\u00f3n (cf Mc 3,5-6; Lc 16,19-31) no disminuyen, sino aumentan, el car\u00e1cter voluntario del pecado.<\/p>

                                                            1860\u00a0 La ignorancia involuntaria puede disminuir, si no excusar, la imputabilidad de una falta grave, pero se supone que nadie ignora los principios de la ley moral que est\u00e1n inscritos en la conciencia de todo hombre. Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones pueden igualmente reducir el car\u00e1cter voluntario y libre de la falta, lo mismo que las presiones exteriores o los trastornos patol\u00f3gicos. El pecado por malicia, por elecci\u00f3n deliberada del mal, es el m\u00e1s grave.<\/p>

                                                            1861 El pecado mortal es una posibilidad radical de la libertad humana contra el amor. Entra\u00f1a la p\u00e9rdida de la caridad y la privaci\u00f3n de la gracia santificante, es decir, del estado de gracia. Si no es eliminado por el arrepentimiento y el perd\u00f3n de Dios, causa la exclusi\u00f3n del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno; de modo que nuestra libertad tiene poder de hacer elecciones para siempre, sin retorno. Sin embargo, aunque\u00a0 podamos juzgar que un acto es en s\u00ed una falta grave, el juicio sobre las personas debemos confiarlo a la justicia y a la misericordia de Dios.<\/p>

                                                            1862 Se comete un pecado venial\u00a0 cuando no se observa en una materia leve la medida prescrita por la ley moral, o cuando se desobedece a la ley moral en materia grave pero sin pleno conocimiento y sin entero consentimiento.<\/p>

                                                            1863 El pecado venial debilita la caridad; entra\u00f1a un afecto desordenado a bienes creados; impide el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y la pr\u00e1ctica del bien moral; merece penas temporales. El pecado venial deliberado, que permanece sin arrepentimiento, nos dispone poco a poco a cometer el pecado mortal. No obstante, el pecado venial no rompe la Alianza con Dios. Es humanamente reparable con la gracia de Dios. \u00abNo priva de la gracia santificante, de la amistad con Dios, de la caridad, ni, por tanto, de la bienaventuranza eterna\u00bb (RP 17):<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El hombre, mientras permanece en la carne, no puede evitar todo pecado, al menos los pecados leves. Pero estos pecados, que llamamos leves, no los consideres poca cosa: si los tienes por tales cuando los pesas, tiembla cuando los cuentas. Muchos objetos leves hacen una gran masa; muchas gotas de agua llenan un r\u00edo. Muchos granos hacen un mont\u00f3n. \u00bfCu\u00e1l es entonces nuestra esperanza? Ante todo, la confesi\u00f3n…(S. Agust\u00edn, ep. Jo. 1,6).<\/p>

                                                            1864\u00a0\u00a0 \u00abTodo pecado y blasfemia ser\u00e1 perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Esp\u00edritu no ser\u00e1 perdonada\u00bb (Mc 3,29; Lc 12,10). No hay l\u00edmites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perd\u00f3n de sus pecados y la salvaci\u00f3n ofrecida por el Esp\u00edritu Santo (cf DeV 46). Semejante endurecimiento puede conducir a la condenaci\u00f3n final y a la perdici\u00f3n eterna.<\/p>

                                                            V\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA PROLIFERACION DEL PECADO<\/p>

                                                            1865 El pecado crea una facilidad para el pecado, engendra el vicio por la repetici\u00f3n de actos. De ah\u00ed resultan inclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia y corrompen la valoraci\u00f3n concreta del bien y del mal. As\u00ed el pecado tiende a reproducirse y a reforzarse, pero no puede destruir el sentido moral hasta su ra\u00edz.<\/p>

                                                            1866\u00a0 Los vicios pueden ser catalogados seg\u00fan las virtudes a que se oponen, o tambi\u00e9n pueden ser comprendidos en los pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a S. Juan Casiano y a S. Gregorio Magno (mor. 31,45). Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Entre ellos soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula, pereza.<\/p>

                                                            1867 La tradici\u00f3n catequ\u00e9tica recuerda tambi\u00e9n que existen \u00abpecados que claman al cielo\u00bb. Claman al cielo: la sangre de Abel (cf Gn 4,10); el pecado de los Sodomitas (cf Gn 18,20; 19,13); el clamor del pueblo oprimido en Egipto (cf Ex 3,7-10); el lamento del extranjero, de la viuda y el hu\u00e9rfano (cf Ex 22,20-22); la injusticia para con el asalariado (cf Dt 24,14-15; Jc 5,4).<\/p>

                                                            1868\u00a0 El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una responsabilidad en los pecados cometidos por otros cuando cooperamos a ellos:<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 participando directa y voluntariamente;<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 orden\u00e1ndolos, aconsej\u00e1ndolos, alab\u00e1ndolos o aprob\u00e1ndolos;<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 no revel\u00e1ndolos o no impidi\u00e9ndolos cuando se tiene obligaci\u00f3n de hacerlo;<\/p>

                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u2013 protegiendo a los que hacen el mal.<\/p>

                                                            1869\u00a0 As\u00ed el pecado convierte a los hombres en c\u00f3mplices unos de otros, hace reinar entre ellos la concupiscencia, la violencia y la injusticia. Los pecados provocan situaciones sociales e instituciones contrarias a la Bondad divina. Las \u00abestructuras de pecado\u00bb son expresi\u00f3n y efecto de los pecados personales. Inducen a sus v\u00edctimas a cometer a su vez el mal. En un sentido anal\u00f3gico constituyen un \u00abpecado social\u00bb (cf RP 16).<\/p>

                                                            RESUMEN<\/p>

                                                            1870 \u00abDios encerr\u00f3 a todos los hombres en la rebeld\u00eda para usar con todos ellos de misericordia\u00bb (Rm 11,32).<\/p>

                                                            1871 El pecado es \u00abuna palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna\u00bb(S. Agust\u00edn, Faust. 22). Es una ofensa a Dios. Se alza contra Dios en una desobediencia contraria a la obediencia de Cristo.<\/p>

                                                            1872 El pecado es un acto contrario a la raz\u00f3n. Lesiona la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana.<\/p>

                                                            1873 La ra\u00edz de todos los pecados est\u00e1 en el coraz\u00f3n del hombre. Sus especies y su gravedad se miden principalmente por su objeto.<\/p>

                                                            1874 Elegir deliberadamente, es decir sabi\u00e9ndolo y queri\u00e9ndolo, una cosa gravemente contraria a la ley divina y al fin \u00faltimo del hombre es cometer un pecado mortal. Este destruye en nosotros la caridad sin la cual la bienaventuranza eterna es imposible. Sin arrepentimiento, tal pecado conduce a la muerte eterna.<\/p>

                                                            1875 El pecado venial constituye un desorden moral reparable por la caridad que deja subsistir en nosotros.<\/p>

                                                            1876 La reiteraci\u00f3n de pecados, incluso veniales, engendra vicios entre los cuales se distinguen los pecados capitales.<\/p>

                                                            CAPITULO SEGUNDO: LA COMUNIDAD HUMANA<\/p>

                                                            1. La vocaci\u00f3n de la humanidad es manifestar la imagen de Dios y ser transformada a imagen del Hijo Unico del Padre. Esta vocaci\u00f3n reviste una forma personal, puesto que cada uno es llamado a entrar en la bienaventuranza divina; concierne tambi\u00e9n al conjunto de la comunidad humana.<\/li><\/ol>

                                                              Art\u00edculo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA PERSONA Y LA SOCIEDAD<\/p>

                                                              I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL CARACTER COMUNITARIO DE LA VOCACION HUMANA<\/p>

                                                              1878 Todos los hombres son llamados al mismo fin: Dios. Existe cierta semejanza entre la unidad de las personas divinas y la fraternidad que los hombres deben instaurar entre ellos, en la verdad y el amor (cf GS 24,3). El amor al pr\u00f3jimo es inseparable del amor a Dios.<\/p>

                                                              1879 La persona humana necesita la vida social. Esta no constituye para ella algo sobrea\u00f1adido sino una exigencia de su naturaleza. Por el intercambio con otros, la reciprocidad de servicios y el di\u00e1logo con sus hermanos, el hombre desarrolla sus capacidades; as\u00ed responde a su vocaci\u00f3n (cf GS 25,1).<\/p>

                                                              1880\u00a0 Una sociedad\u00a0 es un conjunto de personas ligadas de manera org\u00e1nica por un principio de unidad que supera a cada una de ellas. Asamblea a la vez visible y espiritual, una sociedad perdura en el tiempo: recoge el pasado y prepara el porvenir. Mediante ella, cada hombre es constituido \u00abheredero\u00bb, recibe \u00abtalentos\u00bb que enriquecen su identidad y a los que debe hacer fructificar (cf Lc 19,13.15). En verdad, se debe afirmar que cada uno tiene deberes para con las comunidades de que forma parte y est\u00e1 obligado a respetar a las autoridades encargadas del bien com\u00fan de las mismas.<\/p>

                                                              1881 Cada comunidad se define por su fin y obedece en consecuencia a reglas espec\u00edficas pero \u00abel principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana\u00bb (GS 25,1).<\/p>

                                                              1882 Ciertas sociedades, como la familia y la ciudad, corresponden m\u00e1s inmediatamente a la naturaleza del hombre. Le son necesarias. Con el fin de favorecer la participaci\u00f3n del mayor n\u00famero de personas en la vida social, es preciso impulsar alentar la creaci\u00f3n de asociaciones e instituciones de libre iniciativa \u00abpara fines econ\u00f3micos, sociales, culturales, recreativos, deportivos, profesionales y pol\u00edticos, tanto dentro de cada una de las naciones como en el plano mundial\u00bb (MM 60). Esta \u00absocializaci\u00f3n\u00bb expresa igualmente la tendencia natural que impulsa a los seres humanos a asociarse con el fin de alcanzar objetivos que exceden las capacidades individuales. Desarrolla las cualidades de la persona, en particular, su sentido de iniciativa y de responsabilidad. Ayuda a garantizar sus derechos (cf GS 25,2; CA 12).<\/p>

                                                              1883 La socializaci\u00f3n presenta tambi\u00e9n peligros. Una intervenci\u00f3n demasiado fuerte del Estado puede amenazar la libertad y la iniciativa personales. La doctrina de la Iglesia ha elaborado el principio llamado de subsidiaridad. Seg\u00fan \u00e9ste, \u00abuna estructura social de orden superior no debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior, priv\u00e1ndola de sus competencias, sino que m\u00e1s bien debe sostenerla en caso de necesidad y ayudarla a coordinar su acci\u00f3n con la de los dem\u00e1s componentes sociales, con miras al bien com\u00fan\u00bb (CA 48; P\u00edo XI, enc. \u00abQuadragesimo anno\u00bb).<\/p>

                                                              1884\u00a0\u00a0 Dios no ha querido retener para \u00e9l solo el ejercicio de todos los poderes. Entrega a cada criatura las funciones que es capaz de ejercer, seg\u00fan las capacidades de su naturaleza. Este modo de gobierno debe ser imitado en la vida social. El comportamiento de Dios en el gobierno del mundo, que manifiesta tanto respeto a la libertad humana, debe inspirar la sabidur\u00eda de los que gobiernan las comunidades humanas. Estos deben comportarse como ministros de la providencia divina.<\/p>

                                                              1885 El principio de subsidiaridad se opone a toda forma de colectivismo. Traza los l\u00edmites de la intervenci\u00f3n del Estado. Intenta armonizar las relaciones entre individuos y sociedad. Tiende a instaurar un verdadero orden internacional.<\/p>

                                                              II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CONVERSION Y LA SOCIEDAD<\/p>

                                                              1886\u00a0 La sociedad es indispensable para la realizaci\u00f3n de la vocaci\u00f3n humana. Para alcanzar este objetivo es preciso que sea respetada la justa jerarqu\u00eda de los valores que subordina las dimensiones \u00abmateriales e instintivas\u00bb del ser del hombre \u00aba las interiores y espirituales\u00bb (CA 36):<\/p>

                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La sociedad humana…tiene que\u00a0 ser considerada, ante todo, como una realidad de orden principalmente espiritual: que impulse a los hombres, iluminados por la verdad, a comunicarse entre s\u00ed los m\u00e1s diversos conocimientos; a defender sus derechos y cumplir sus deberes; a desear los bienes del esp\u00edritu; a disfrutar en com\u00fan del justo placer de la belleza en todas sus manifestaciones; a sentirse inclinados continuamente a compartir con los dem\u00e1s lo mejor de s\u00ed mismos; a asimilar con af\u00e1n, en provecho propio, los bienes espirituales del pr\u00f3jimo. Todos estos valores informan y, al mismo tiempo, dirigen las manifestaciones de la cultura, de la econom\u00eda, de la convivencia social, del progreso y del orden pol\u00edtico, del ordenamiento jur\u00eddico y, finalmente, de cuantos elementos constituyen la expresi\u00f3n externa de la comunidad humana en su incesante desarrollo (PT 36).<\/p>

                                                              1887 La inversi\u00f3n de los medios y de los fines (cf CA 41), que lleva a dar valor de fin \u00faltimo a lo que s\u00f3lo es medio para alcanzarlo, o a considerar las personas como puros medios para un fin, engendra estructuras injustas que \u00abhacen ardua y pr\u00e1cticamente imposible una conducta cristiana, conforme a los mandamientos del Legislador Divino\u00bb (P\u00edo XII, discurso 1 Junio 1941).<\/p>

                                                              1888\u00a0 Es preciso entonces apelar a las capacidades espirituales y morales de la persona y a la exigencia permanente de su conversi\u00f3n interior para obtener cambios sociales que est\u00e9n realmente a su servicio. La prioridad reconocida a la conversi\u00f3n del coraz\u00f3n no elimina en modo alguno, sino al contrario, impone la obligaci\u00f3n de introducir en las instituciones y condiciones de vida, cuando inducen al pecado, las mejoras convenientes para que aquellas se conformen a las normas de la justicia y favorezcan el bien en lugar de oponerse a \u00e9l (cf LG 36).<\/p>

                                                              1889\u00a0 Sin la ayuda de la gracia, los hombres no sabr\u00edan \u00abacertar con el sendero a veces estrecho entre la mezquindad que cede al mal y la violencia que, creyendo ilusoriamente combatirlo, lo agrava\u00bb (CA 25). Es el camino de la caridad, es decir, del amor de Dios y del pr\u00f3jimo. La caridad representa el mayor mandamiento social. Respeta al otro y sus derechos. Exige la pr\u00e1ctica de la justicia y es la \u00fanica que nos hace capaces de \u00e9sta. Inspira una vida de entrega de s\u00ed mismo: \u00abQuien intente guardar su vida la perder\u00e1; y quien la pierda la conservar\u00e1\u00bb (Lc 17,33)<\/p>

                                                              RESUMEN<\/p>

                                                              1890\u00a0 Existe una cierta semejanza entre la unidad de las personas divinas y la fraternidad que los hombres deben instaurar entre s\u00ed.<\/p>

                                                              1891 Para desarrollarse en conformidad con su naturaleza, la persona humana necesita la vida social. Ciertas sociedades como la familia y la ciudad, corresponden m\u00e1s inmediatamente a la naturaleza del hombre.<\/p>

                                                              1892 \u00abEl principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana\u00bb (GS 25,1).<\/p>

                                                              1893 Es preciso promover una amplia y libre participaci\u00f3n en asociaciones e instituciones.<\/p>

                                                              1894\u00a0\u00a0 Seg\u00fan el principio de subsidiaridad, ni el Estado ni ninguna sociedad m\u00e1s amplia deben suplantar la iniciativa y la responsabilidad de las personas y de las corporaciones intermedias.<\/p>

                                                              1895 La sociedad debe favorecer el ejercicio de las virtudes, no ser obst\u00e1culo para ellas. Debe inspirarse en una justa jerarqu\u00eda de valores.<\/p>

                                                              1896\u00a0 Donde el pecado pervierte el clima social es preciso apelar a la conversi\u00f3n de los corazones y a la gracia de Dios. La caridad empuja a reformas justas. No hay soluci\u00f3n a la cuesti\u00f3n social fuera del evangelio (cf CA 3).<\/p>

                                                              \u00a0Art\u00edculo 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA PARTICIPACION EN LA VIDA SOCIAL<\/p>

                                                              I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA AUTORIDAD<\/p>

                                                              1897 \u00abUna sociedad bien ordenada y fecunda requiere gobernantes, investidos de leg\u00edtima autoridad, que defiendan las instituciones y consagren, en la medida suficiente, su actividad y sus desvelos al provecho com\u00fan del pa\u00eds\u00bb (PT 46).<\/p>

                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Se llama \u00abautoridad\u00bb la cualidad en virtud de la cual personas o instituciones dan leyes y \u00f3rdenes a los hombres y esperan la correspondiente obediencia.<\/p>

                                                              1898\u00a0 Toda comunidad humana necesita una autoridad que la rija (cf Le\u00f3n XIII, enc. \u00abInmortale Dei\u00bb; enc. \u00abDiuturnum illud\u00bb). Esta tiene su fundamento en la naturaleza humana. Es necesaria para la unidad de la sociedad. Su misi\u00f3n consiste en asegurar en cuanto sea posible el bien com\u00fan de la sociedad.<\/p>

                                                              1899\u00a0 La autoridad exigida por el orden moral emana de Dios: \u00abSom\u00e9tanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas. De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino, y los rebeldes se atraer\u00e1n sobre s\u00ed mismos la condenaci\u00f3n\u00bb (Rm 13,1-2; cf 1 P 2,13-17).<\/p>

                                                              1900\u00a0 El deber de obediencia impone a todos la obligaci\u00f3n de dar a la autoridad los honores que le son debidos, y de rodear de respeto y, seg\u00fan su m\u00e9rito, de gratitud y de benevolencia a las personas que la ejercen.<\/p>

                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La m\u00e1s antigua oraci\u00f3n de la Iglesia por la autoridad pol\u00edtica tiene como autor a S. Clemente Romano:<\/p>

                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abConc\u00e9deles, Se\u00f1or, la salud, la paz, la concordia, la estabilidad, para que ejerzan sin tropiezo la\u00a0 soberan\u00eda que t\u00fa les has entregado. Eres t\u00fa, Se\u00f1or, rey celestial de los siglos, quien da a los hijos de los hombres gloria, honor y poder sobre las cosas de la tierra. Dirige, Se\u00f1or, su consejo seg\u00fan lo que es bueno, seg\u00fan lo que es agradable a tus ojos, para que ejerciendo con piedad, en la paz y la mansedumbre, el poder que les has dado, te encuentren propicio\u00bb (S. Clemente Romano, Cor. 61,1-2).<\/p>

                                                              1901 Si la autoridad responde a un orden fijado por Dios, \u00abla determinaci\u00f3n del r\u00e9gimen y la designaci\u00f3n de los gobernantes han de dejarse a la libre voluntad de los ciudadanos\u00bb (GS 74,3).<\/p>

                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La diversidad de los reg\u00edmenes pol\u00edticos es moralmente admisible con tal que promuevan el bien leg\u00edtimo de la comunidad que los adopta. Los reg\u00edmenes cuya naturaleza es contraria a la ley natural, al orden p\u00fablico y a los derechos fundamentales de las personas, no pueden realizar el bien com\u00fan de las naciones a las que se han impuesto.<\/p>

                                                              1902 La autoridad no saca de s\u00ed misma su legitimidad moral. No debe comportarse de manera desp\u00f3tica, sino actuar para el bien com\u00fan como una \u00abfuerza moral, que se basa en la libertad y en la conciencia de la tarea y obligaciones que ha recibido\u00bb (GS 74,2).<\/p>

                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La legislaci\u00f3n humana s\u00f3lo posee car\u00e1cter de ley cuando se conforma a la justa raz\u00f3n; lo cual dice que recibe su vigor de la ley eterna. En la medida en que ella se apartase de la raz\u00f3n, ser\u00eda preciso declararla injusta, pues no verificar\u00eda la noci\u00f3n de ley; ser\u00eda m\u00e1s bien una forma de violencia (S. Tom\u00e1s de Aquino, s.th. 1-2, 93, 3 ad 2).<\/p>

                                                              1903 La autoridad s\u00f3lo se ejerce leg\u00edtimamente si busca el bien com\u00fan del grupo considerado y si, para alcanzarlo, emplea medios moralmente l\u00edcitos. Si los dirigentes proclamasen leyes injustas o tomasen medidas contrarias al orden moral, estas disposiciones no pueden obligar en conciencia. \u00abEn semejante situaci\u00f3n, la propia autoridad se desmorona por completo y se origina una iniquidad espantosa\u00bb (PT 51).<\/p>

                                                              1904\u00a0\u00a0 \u00abEs preferible que un poder est\u00e9 equilibrado por otros poderes y otras esferas de competencia que lo mantengan en su justo l\u00edmite. Es este el principio del `Estado de derecho’ en el cual es soberana la ley y no la voluntad arbitraria de los hombres\u00bb (CA 44).<\/p>

                                                              II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL BIEN COMUN<\/p>

                                                              1905 Conforme a la naturaleza social del hombre, el bien de cada uno est\u00e1 necesariamente relacionado con el bien com\u00fan. Este s\u00f3lo puede ser definido con referencia a la persona humana:<\/p>

                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No viv\u00e1is aislados, cerrados en vosotros mismos, como si estuvieseis ya justificados sino reun\u00edos para buscar juntos lo que constituye el inter\u00e9s com\u00fan (Bernab\u00e9, ep. 4,10).<\/p>

                                                              1906\u00a0 Por bien com\u00fan, es preciso entender \u00abel conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir m\u00e1s plena y f\u00e1cilmente su propia perfecci\u00f3n\u00bb (GS 26,1; cf GS 74,1). El bien com\u00fan afecta a la vida de todos. Exige la prudencia por parte de cada uno, y m\u00e1s a\u00fan por la de aquellos que ejercen la autoridad. Comporta tres elementos esenciales:<\/p>

                                                              1907 Supone, en primer lugar, el respeto a la persona\u00a0 en cuanto tal. En nombre del bien com\u00fan, las autoridades est\u00e1n obligadas a respetar los derechos fundamentales e inalienables de la persona humana. La sociedad debe permitir a cada uno de sus miembros realizar su vocaci\u00f3n. En particular, el bien com\u00fan reside en las condiciones de ejercicio de las libertades naturales que son indispensables para el desarrollo de la vocaci\u00f3n humana: \u00abderecho a…actuar de acuerdo con la recta norma de su conciencia, a la protecci\u00f3n de la vida privada y a la justa libertad, tambi\u00e9n en materia religiosa\u00bb (GS 26,2).<\/p>

                                                              1908\u00a0 En segundo lugar, el bien com\u00fan exige el bienestar social y el desarrollo del grupo mismo. El desarrollo es el resumen de todos los deberes sociales. Ciertamente corresponde a la autoridad decidir, en nombre del bien com\u00fan, entre los diversos intereses particulares; pero debe facilitar a cada uno lo que necesita para llevar una vida verdaderamente humana: alimento, vestido, salud, trabajo, educaci\u00f3n y cultura, informaci\u00f3n adecuada, derecho de fundar una familia, etc. (cf. GS 26,2).<\/p>

                                                              1909\u00a0 El bien com\u00fan implica, finalmente, la paz, es decir, la estabilidad y la seguridad de un orden justo. Supone, por tanto, que la autoridad asegura, por medios honestos, la seguridad\u00a0 de la sociedad y la de sus miembros, y fundamenta el derecho a la leg\u00edtima defensa individual y colectiva.<\/p>

                                                              1910 Si toda comunidad humana posee un bien com\u00fan que la configura en cuanto tal, la realizaci\u00f3n m\u00e1s completa de este bien com\u00fan se verifica en la comunidad pol\u00edtica. Corresponde al Estado defender y promover el bien com\u00fan de la sociedad civil, de los ciudadanos y de las corporaciones intermedias.<\/p>

                                                              1911\u00a0 Las dependencias humanas se intensifican. Se extienden poco a poco a la tierra entera. La unidad de la familia humana que agrupa a seres que poseen una misma dignidad natural, implica un bien com\u00fan universal. Este requiere una organizaci\u00f3n de la comunidad de naciones capaz de \u00abproveer a las diferentes necesidades de los hombres, tanto en los campos de la vida social a los que pertenecen la alimentaci\u00f3n, la sanidad, la educaci\u00f3n…como no pocas situaciones particulares que pueden surgir en algunas partes, como son…socorrer en sus sufrimientos a los pr\u00f3fugos dispersos por todo el mundo o de ayudar a los emigrantes y a sus familias\u00bb (GS 84,2)<\/p>

                                                              1912 El bien com\u00fan est\u00e1 siempre orientado hacia el progreso de las personas: \u00abEl orden social y su progreso deben subordinarse al bien de las personas…y no al contrario\u00bb (GS 26,3). Este orden tiene por base la verdad, se edifica en la justicia, es vivificado por el amor.<\/p>

                                                              III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 RESPONSABILIDAD Y PARTICIPACION<\/p>

                                                              1913 La participaci\u00f3n es el compromiso voluntario y generoso de la persona en las tareas sociales. Es necesario que todos participen, cada uno seg\u00fan el lugar que ocupa y el papel que desempe\u00f1a, en promover el bien com\u00fan. Este deber es inherente a la dignidad de la persona humana.<\/p>

                                                              1914 La participaci\u00f3n se realiza primero en la dedicaci\u00f3n a campos cuya responsabilidad personal se asume: por la atenci\u00f3n prestada a la educaci\u00f3n de su familia, por la conciencia en su trabajo, el hombre participa en el bien de los otros y de la sociedad (cf CA 43).<\/p>

                                                              1915 Los ciudadanos deben cuanto sea posible tomar parte activa en la vida p\u00fablica. Las modalidades de esta participaci\u00f3n pueden variar de un pa\u00eds a otro o de una cultura a otra. \u00abEs de alabar la conducta de las naciones en las que la mayor parte posible de los ciudadanos participa con verdadera libertad en la vida p\u00fablica\u00bb (GS 31,3).<\/p>

                                                              1916 La participaci\u00f3n de todos en la promoci\u00f3n del bien com\u00fan implica, como todo deber \u00e9tico, una conversi\u00f3n, renovada sin cesar, de los miembros de la sociedad. El fraude y otros subterfugios mediante los cuales algunos escapan a la obligaci\u00f3n de la ley y a las prescripciones del deber social deben ser firmemente condenados por incompatibles con las exigencias de la justicia. Es preciso ocuparse del desarrollo de instituciones que mejoran las condiciones de la vida humana (cf GS 30,1).<\/p>

                                                              1917 Corresponde a los que ejercen la autoridad reafirmar los valores que engendran confianza en los miembros del grupo y los estimulan a ponerse al servicio de sus semejantes. La participaci\u00f3n comienza por la educaci\u00f3n y la cultura. \u00abPodemos pensar, con raz\u00f3n, que la suerte futura de la humanidad est\u00e1 en manos de aquellos que sean capaces de transmitir a las generaciones venideras razones para vivir y para esperar\u00bb (GS 31,3).<\/p>

                                                              RESUMEN<\/p>

                                                              1918 \u00abNo hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas\u00bb (Rm 13,1).<\/p>

                                                              1919 Toda comunidad humana necesita una autoridad para mantenerse y desarrollarse.<\/p>

                                                              1920 \u00abLa comunidad pol\u00edtica y la autoridad p\u00fablica se fundan \u00a0 en la naturaleza humana y por ello pertenecen al orden querido por Dios\u00bb (GS 74,3).<\/p>

                                                              1921 La autoridad se ejerce de manera leg\u00edtima si se aplica a la prosecuci\u00f3n del bien com\u00fan de la sociedad. Para alcanzarlo debe emplear medios moralmente l\u00edcitos.<\/p>

                                                              1922 La diversidad de reg\u00edmenes pol\u00edticos es leg\u00edtima, con tal que promuevan el bien de la comunidad.<\/p>

                                                              1923 La autoridad pol\u00edtica debe actuar en los l\u00edmites del orden moral y garantizar las condiciones del ejercicio de la libertad.<\/p>

                                                              1924 El bien com\u00fan comprende \u00abel conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir m\u00e1s plena y f\u00e1cilmente su propia perfecci\u00f3n\u00bb (GS 26,1).<\/p>

                                                              1925 El bien com\u00fan comporta tres elementos esenciales: el respeto y la promoci\u00f3n de los derechos fundamentales de la persona; la prosperidad o el desarrollo de los bienes espirituales y temporales de la sociedad; la paz y la seguridad del grupo y de sus miembros.<\/p>

                                                              1926 La dignidad de la persona humana implica la b\u00fasqueda del bien com\u00fan. Cada uno debe preocuparse por suscitar y sostener instituciones que mejoren las condiciones de la vida humana.<\/p>

                                                              1927 Corresponde al Estado defender y promover el bien com\u00fan de la sociedad civil. El bien com\u00fan de toda la familia humana requiere una organizaci\u00f3n de la sociedad internacional.<\/p>

                                                              Art\u00edculo 3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA JUSTICIA SOCIAL<\/p>

                                                              1928 La sociedad asegura la justicia social cuando realiza las condiciones que permiten a las asociaciones y a cada uno conseguir lo que les es debido seg\u00fan su naturaleza y su vocaci\u00f3n. La justicia social est\u00e1 ligada al bien com\u00fan y al ejercicio de la autoridad.<\/p>

                                                              I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL RESPETO DE LA PERSONA HUMANA<\/p>

                                                              1929 La justicia social s\u00f3lo puede ser conseguida en el respeto de la dignidad transcendente del hombre. La persona representa el fin \u00faltimo de la sociedad, que le est\u00e1 ordenada:<\/p>

                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La defensa y la promoci\u00f3n de la dignidad humana \u00abnos han sido confiadas por el Creador, y de las que son rigurosa y responsablemente deudores los hombres y mujeres en cada coyuntura de la historia\u00bb (SRS 47).<\/p>

                                                              1930 El respeto de la persona humana implica el de los derechos que se derivan de su dignidad de criatura. Estos derechos son anteriores a la sociedad y se imponen a ella. Fundan la legitimidad moral de toda autoridad: menospreci\u00e1ndolos o neg\u00e1ndose a reconocerlos en su legislaci\u00f3n positiva, una sociedad mina su propia legitimidad moral (cf PT 65). Sin este respeto, una autoridad s\u00f3lo puede apoyarse en la fuerza o en la violencia para obtener la obediencia de sus s\u00fabditos. Corresponde a la Iglesia recordar estos derechos a los hombres de buena voluntad y distinguirlos de reivindicaciones abusivas o falsas.<\/p>

                                                              1931 El respeto a la persona humana pasa por el respeto del principio: \u00abque cada uno, sin ninguna excepci\u00f3n, debe considerar al pr\u00f3jimo como ‘otro yo’, cuidando, en primer lugar, de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente\u00bb (GS 27,1). Ninguna legislaci\u00f3n podr\u00eda por s\u00ed misma hacer desaparecer los temores, los prejuicios, las actitudes de soberbia y de ego\u00edsmo que obstaculizan el establecimiento de sociedades verdaderamente fraternas. Estos comportamientos s\u00f3lo cesan con la caridad que ve en cada hombre un \u00abpr\u00f3jimo\u00bb, un hermano.<\/p>

                                                              1932 El deber de hacerse pr\u00f3jimo de otro y de servirle activamente se hace m\u00e1s acuciante todav\u00eda cuando \u00e9ste est\u00e1 m\u00e1s necesitado en cualquier sector de la vida humana. \u00abCuanto hicisteis a uno de estos hermanos m\u00edos m\u00e1s peque\u00f1os, a m\u00ed me lo hicisteis\u00bb (Mt 25,40).<\/p>

                                                              1933 Este deber se extiende a los que no piensan ni act\u00faan como nosotros. La ense\u00f1anza de Cristo exige incluso el perd\u00f3n de las ofensas. Extiende el mandamiento del amor que es el de la nueva ley a todos los enemigos (cf Mt 5,43-44). La liberaci\u00f3n en el esp\u00edritu del evangelio es incompatible con el odio al enemigo en cuanto persona, pero no con el odio al mal que hace en cuanto enemigo.<\/p>

                                                              II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 IGUALDAD Y DIFERENCIAS ENTRE LOS HOMBRES<\/p>

                                                              1934 Creados a imagen del Dios \u00fanico, dotados de una misma alma racional, todos los hombres poseen una misma naturaleza y un mismo origen. Rescatados por el sacrificio de Cristo, todos son llamados a participar en la misma bienaventuranza divina: todos gozan por tanto de una misma dignidad.<\/p>

                                                              1935 La igualdad entre los hombres se deriva esencialmente de su dignidad personal y de los derechos que dimanan de ella:<\/p>

                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hay que superar y eliminar, como contraria al plan de Dios, toda forma de discriminaci\u00f3n en los derechos fundamentales de la persona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condici\u00f3n social, lengua o religi\u00f3n. (GS 29,2).<\/p>

                                                              1936 Al venir al mundo, el hombre no dispone de todo lo que es necesario para el desarrollo de su vida corporal y espiritual. Necesita de los dem\u00e1s. Ciertamente hay diferencias entre los hombres por lo que se refiere a la edad, a las capacidades f\u00edsicas, a las aptitudes intelectuales o morales, a las circunstancias de que cada uno se pudo beneficiar, a la distribuci\u00f3n de las riquezas (cf GS 29,2). Los \u00abtalentos\u00bb no est\u00e1n distribuidos por igual (cf Mt 25,14-30; Lc 19,11-27).<\/p>

                                                              1937 Estas diferencias pertenecen al plan de Dios, que quiere que cada uno reciba de otro aquello que necesita, y que quienes disponen de \u00abtalentos\u00bb particulares comuniquen sus beneficios a los que los necesiten. Las diferencias alientan y con frecuencia obligan a las personas a la magnanimidad, a la benevolencia y a la comunicaci\u00f3n. Incitan a las culturas a enriquecerse unas a otras:<\/p>

                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Yo no doy todas las virtudes por igual a cada uno…hay muchos a los que distribuyo de tal manera, esto a uno aquello a otro…A uno la caridad, a otro la justicia, a \u00e9ste la humildad, a aqu\u00e9l una fe viva…En cuanto a los bienes temporales las cosas necesarias para la vida humana las he distribuido con la mayor desigualdad, y no he querido que cada uno posea todo lo que le era necesario para que los hombres tengan as\u00ed ocasi\u00f3n, por necesidad, de practicar la caridad unos con otros…He querido que unos necesitasen de otros y que fuesen mis servidores para la distribuci\u00f3n de las gracias y de las liberalidades que han recibido de m\u00ed (S. Catalina de Siena, Dial. 1,7).<\/p>

                                                              1938 Existen tambi\u00e9n desigualdades escandalosas que afectan a millones de hombres y mujeres. Est\u00e1n en abierta contradicci\u00f3n con el evangelio:<\/p>

                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La igual dignidad de las personas exige que se llegue a una situaci\u00f3n de vida m\u00e1s humana y m\u00e1s justa. Pues las excesivas desigualdades econ\u00f3micas y sociales entre los miembros o los pueblos de una \u00fanica familia humana resultan escandalosas y se oponen a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana y tambi\u00e9n a la paz social e internacional (GS 29,3).<\/p>

                                                              III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA SOLIDARIDAD HUMANA<\/p>

                                                              1939 El principio de solidaridad, enunciado tambi\u00e9n con el nombre de \u00abamistad\u00bb o \u00abcaridad social\u00bb, es una exigencia directa de la fraternidad humana y cristiana (cf SRS 38-40; CA 10):<\/p>

                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Un error, \u00abhoy ampliamente extendido, es el olvido de esta ley de solidaridad humana y de caridad, dictada e impuesta tanto por la comunidad de origen y la igualdad de la naturaleza racional en todos los hombres, cualquiera que sea el pueblo a que pertenezca, como por el sacrificio de redenci\u00f3n ofrecido por Jesucristo en el altar de la cruz a su Padre del cielo, en favor de la humanidad pecadora\u00bb (P\u00edo XII, enc. \u00abSummi pontificatus\u00bb).<\/p>

                                                              1940\u00a0\u00a0 La solidaridad se manifiesta en primer lugar en la distribuci\u00f3n de bienes y la remuneraci\u00f3n del trabajo. Supone tambi\u00e9n el esfuerzo en favor de un orden social m\u00e1s justo en el que las tensiones puedan ser mejor resueltas, y donde los conflictos encuentren m\u00e1s f\u00e1cilmente su salida negociada.<\/p>

                                                              1941 Los problemas socio-econ\u00f3micos s\u00f3lo pueden ser resueltos con la ayuda de todas las formas de solidaridad: solidaridad de los pobres entre s\u00ed, de los ricos y los pobres, de los trabajadores entre s\u00ed, de los empresarios y los empleados, solidaridad entre las naciones y entre los pueblos. La solidaridad internacional es una exigencia del orden moral. En buena medida, la paz del mundo depende de ella.<\/p>

                                                              1942 La virtud de la solidaridad va m\u00e1s all\u00e1 de los bienes materiales. Difundiendo los bienes espirituales de la fe, la Iglesia ha favorecido a la vez el desarrollo de los bienes temporales, al cual con frecuencia ha abierto v\u00edas nuevas. As\u00ed se han verificado a lo largo de los siglos las palabras del Se\u00f1or: \u00abBuscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os dar\u00e1n por a\u00f1adidura\u00bb (Mt 6,33):<\/p>

                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Desde hace dos mil a\u00f1os vive y persevera en el alma de la Iglesia ese sentimiento que ha impulsado e impulsa todav\u00eda a las almas hasta el hero\u00edsmo caritativo de los monjes agricultores, de los libertadores de esclavos, de los que atienden enfermos, de los mensajeros de fe, de civilizaci\u00f3n, de ciencia, a todas las generaciones y a todos los pueblos con el fin de crear condiciones sociales capaces de hacer posible a todos una vida digna del hombre y del cristiano (P\u00edo XII, discurso de 1 Junio 1941).<\/p>

                                                              RESUMEN<\/p>

                                                              1943 La sociedad asegura la justicia social procurando las condiciones que permitan a las asociaciones y a los individuos obtener lo que les es debido.<\/p>

                                                              1944 El respeto de la persona humana considera al pr\u00f3jimo como \u00abotro yo\u00bb. Supone el respeto de los derechos fundamentales que se derivan de la dignidad intr\u00ednseca de la persona.<\/p>

                                                              1945 La igualdad entre los hombres depende de su dignidad personal y de los derechos que de ella se derivan.<\/p>

                                                              1946\u00a0\u00a0 Las diferencias entre las personas obedecen al plan de Dios que quiere que nos necesitemos los unos a los otros. Deben alentar la caridad.<\/p>

                                                              1947 La igual dignidad de las personas humanas exige el esfuerzo para reducir las desigualdades sociales y econ\u00f3micas excesivas. Mueve a la desaparici\u00f3n de las desigualdades injustas.<\/p>

                                                              1948\u00a0\u00a0 La solidaridad es una virtud eminentemente cristiana. Es ejercicio de la comunicaci\u00f3n de bienes espirituales a\u00fan m\u00e1s que comunicaci\u00f3n de bienes materiales.<\/p>

                                                              CAPITULO TERCERO: LA SALVACION DE DIOS: LA LEY Y LA GRACIA<\/p>

                                                              1. El hombre, llamado a la bienaventuranza, pero herido por el pecado, necesita la salvaci\u00f3n de Dios. La ayuda divina le viene en Cristo por la ley que le dirige y en la gracia que le sostiene:<\/li><\/ol>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Trabajad con temor y temblor por vuestra salvaci\u00f3n, pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar como bien parece (Flp 2,12-23).<\/p>

                                                                Art\u00edculo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA LEY MORAL<\/p>

                                                                1950 La ley moral es obra de la Sabidur\u00eda divina. Se la puede definir, en el sentido b\u00edblico, como una instrucci\u00f3n paternal, una pedagog\u00eda de Dios. Prescribe al hombre los caminos, las reglas de conducta que llevan a la bienaventuranza prometida; proscribe los caminos del mal que apartan de Dios y de su amor. Es a la vez firme en sus preceptos y amable en sus promesas.<\/p>

                                                                1951 La ley es una regla de conducta proclamada por la autoridad competente para el bien com\u00fan. La ley moral supone el orden racional establecido entre las criaturas, para su bien y con miras a su fin, por el poder, la sabidur\u00eda y la bondad del Creador. Toda ley tiene en la ley eterna su verdad primera y \u00faltima. La ley es declarada y establecida por la raz\u00f3n como una participaci\u00f3n en la providencia del Dios vivo, Creador y Redentor de todos. \u00abEsta ordenaci\u00f3n de la raz\u00f3n es lo que se llama la ley\u00bb (Le\u00f3n XIII, enc. \u00abLibertas praestantissimum\u00bb citando a S. Tom\u00e1s de Aquino, s. th. 1-2, 90,1):<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El hombre es el \u00fanico entre todos los seres animados que puede gloriarse de haber sido digno de recibir de Dios una ley: Animal dotado de raz\u00f3n, capaz de comprender y de discernir, regular su conducta disponiendo de su libertad y de su raz\u00f3n, en la sumisi\u00f3n al que le ha entregado todo (Tertuliano, Marc. 2,4).<\/p>

                                                                1952 Las expresiones de la ley moral son diversas, y todas est\u00e1n coordinadas entre s\u00ed: La ley eterna, fuente en Dios de todas las leyes; la ley natural; la ley revelada, que comprende la Ley antigua y la Ley nueva o evang\u00e9lica; finalmente, las leyes civiles y eclesi\u00e1sticas.<\/p>

                                                                1953 La ley moral tiene en Cristo su plenitud y su unidad. Jesucristo es en persona el camino de la perfecci\u00f3n. Es el fin de la Ley, porque s\u00f3lo \u00e9l ense\u00f1a y da la justicia de Dios: \u00abPorque el fin de la ley es Cristo para justificaci\u00f3n de todo creyente\u00bb (Rm 10,4).<\/p>

                                                                I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA LEY MORAL NATURAL<\/p>

                                                                1954 El hombre participa de la sabidur\u00eda y la bondad del Creador que le confiere el dominio de sus actos y la capacidad de gobernarse con miras a la verdad y al bien. La ley natural expresa el sentido moral original que permite al hombre discernir mediante la raz\u00f3n lo que son el bien y el mal, la verdad y la mentira:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La ley natural est\u00e1 escrito y grabada en el alma de todos y cada uno de los hombres porque es la raz\u00f3n humana que ordena hacer el bien y prohibe pecar…Pero esta prescripci\u00f3n de la raz\u00f3n humana no podr\u00eda tener fuerza de ley si no fuese la voz y el int\u00e9rprete de una raz\u00f3n m\u00e1s alta a la que nuestro esp\u00edritu y nuestra libertad deben estar sometidos (Le\u00f3n XIII, enc. \u00abLibertas praestantissimum\u00bb).<\/p>

                                                                1955 La ley \u00abdivina y natural\u00bb (GS 89,1), muestra al hombre el camino que debe seguir para practicar el bien y alcanzar su fin. La ley natural contiene los preceptos primeros y esenciales que rigen la vida moral. Tiene por ra\u00edz la aspiraci\u00f3n y la sumisi\u00f3n a Dios, fuente y juez de todo bien, as\u00ed como el sentido del pr\u00f3jimo como igual a s\u00ed mismo. Est\u00e1 expuesta, en sus principales preceptos, en el Dec\u00e1logo. Esta ley se llama natural no por referencia a la naturaleza de los seres irracionales, sino porque la raz\u00f3n que la proclama pertenece propiamente a la naturaleza humana:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfD\u00f3nde, pues, est\u00e1n inscritas estas normas sino en el libro de esa luz que se llama la Verdad? All\u00ed est\u00e1 escrita toda ley justa, de all\u00ed pasa al coraz\u00f3n del hombre que cumple la justicia; no que ella emigre a \u00e9l, sino que en \u00e9l pone su impronta a la manera de un sello que de un anillo pasa a la cera, pero sin dejar el anillo (S. Agust\u00edn, Trin. 14,15,21).<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La ley natural no es otra cosa que la luz de la inteligencia puesta en nosotros por Dios; por ella conocemos lo que es preciso hacer y lo que es preciso evitar. Esta luz o esta ley, Dios la ha dado a la creaci\u00f3n (S. Tom\u00e1s de Aquino, dec. praec. 1)<\/p>

                                                                1956 La ley natural, presente en el coraz\u00f3n de todo hombre y establecida por la raz\u00f3n, es universal en sus preceptos, y su autoridad se extiende a todos los hombres. Expresa la dignidad de la persona y determina la base de sus derechos y sus deberes fundamentales:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Existe ciertamente una verdadera ley: la recta raz\u00f3n. Es conforme a la naturaleza, extendida a todos los hombres; es inmutable y eterna; sus \u00f3rdenes imponen deber; sus prohibiciones apartan de la falta…Es un sacrilegio sustituirla por una ley contraria; Est\u00e1 prohibido dejar de aplicar una sola de sus disposiciones; en cuanto a abrogarla enteramente, nadie tiene la posibilidad de ello (Cicer\u00f3n, rep. 3, 22,33).<\/p>

                                                                1957 La aplicaci\u00f3n de la ley natural var\u00eda mucho; puede exigir una reflexi\u00f3n adaptada a la multiplicidad de las condiciones de vida seg\u00fan los lugares, las \u00e9pocas, y las circunstancias. Sin embargo, en la diversidad de culturas, la ley natural permanece como una norma que une entre s\u00ed a los hombres y les impone, por encima de las diferencias inevitables, principios comunes.<\/p>

                                                                1958 La ley natural es inmutable (cf GS 10) y permanente a trav\u00e9s de las variaciones de la historia; subsiste bajo el flujo de ideas y costumbres y sostiene su progreso. Las normas que la expresan permanecen sustancialmente valederas. Incluso cuando se llega a rechazar sus principios, no se la puede destruir ni arrancar del coraz\u00f3n del hombre. Resurge siempre en la vida de individuos y sociedades:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El robo est\u00e1 ciertamente sancionado por tu ley, Se\u00f1or, y por la ley que est\u00e1 escrita en el coraz\u00f3n del hombre, y que la misma iniquidad no puede borrar (S. Agust\u00edn, conf. 2,4,9).<\/p>

                                                                1959 La ley natural, obra maravillosa del Creador, proporciona los fundamentos s\u00f3lidos sobre los que el hombre puede construir el edificio de las normas morales que gu\u00edan sus decisiones. Establece tambi\u00e9n la base moral indispensable para la edificaci\u00f3n de la comunidad de los hombres. Finalmente proporciona la base necesaria a la ley civil que se adhiere a ella, bien mediante una reflexi\u00f3n que extrae las conclusiones de sus principios, bien mediante adiciones de naturaleza positiva y jur\u00eddica.<\/p>

                                                                1960\u00a0 Los preceptos de la ley natural no son percibidos por todos de una manera clara e inmediata. En la situaci\u00f3n actual, la gracia y la revelaci\u00f3n son necesarias al hombre pecador para que las verdades religiosas y morales puedan ser conocidas \u00abde todos y sin dificultad, con una firme certeza y sin mezcla de error\u00bb (P\u00edo XII, enc. \u00abHumani generis\u00bb: DS 3876). La ley natural proporciona a la Ley revelada y a la gracia un cimiento preparado por Dios y otorgado a la obra del Esp\u00edritu.<\/p>

                                                                II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA LEY ANTIGUA<\/p>

                                                                1961 Dios, nuestro Creador y Redentor, eligi\u00f3 a Israel como su pueblo y le revel\u00f3 su Ley, preparando as\u00ed la venida de Cristo. La Ley de Mois\u00e9s contiene muchas verdades naturalmente accesibles a la raz\u00f3n. Estas est\u00e1n declaradas y autentificadas en el interior de la Alianza de la salvaci\u00f3n.<\/p>

                                                                1962 La Ley antigua es el primer estado de la Ley revelada. Sus prescripciones morales est\u00e1n resumidas en los Diez mandamientos. Los preceptos del Dec\u00e1logo establecen los fundamentos de la vocaci\u00f3n del hombre, formado a imagen de Dios. Prohiben lo que es contrario al amor de Dios y del pr\u00f3jimo, y prescriben lo que le es esencial. El Dec\u00e1logo es una luz ofrecida a la conciencia de todo hombre para manifestarle la llamada y los caminos de Dios, y para protegerle contra el mal:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios escribi\u00f3 en las tablas de la ley lo que los hombres no le\u00edan en sus corazones (S. Agust\u00edn, Sal. 57,1).<\/p>

                                                                1963 Seg\u00fan la tradici\u00f3n cristiana, la Ley santa (cf. Rm 7,12), espiritual (cf Rm 7,14) y buena (cf Rm 7,16) es todav\u00eda imperfecta. Como un pedagogo (cf Gal 3,24) muestra lo que es preciso hacer, pero no da de suyo la fuerza, la gracia del Esp\u00edritu para cumplirlo. A causa del pecado, que ella no puede quitar, no deja de ser una ley de servidumbre. Seg\u00fan S. Pablo tiene por funci\u00f3n principal denunciar y manifestar el pecado, que forma una \u00abley de concupiscencia\u00bb (cf Rm 7) en el coraz\u00f3n del hombre. No obstante, la Ley constituye la primera etapa en el camino del Reino. Prepara y dispone al pueblo elegido y a cada cristiano a la conversi\u00f3n y a la fe en el Dios Salvador. Proporciona una ense\u00f1anza que subsiste para siempre, como la Palabra de Dios.<\/p>

                                                                1964\u00a0\u00a0 La Ley antigua es una preparaci\u00f3n para el Evangelio. \u00abLa ley es profec\u00eda y pedagog\u00eda de las realidades venideras\u00bb (S. Ireneo, haer. 4, 15, 1). Profetiza y presagia la obra de liberaci\u00f3n del pecado que se realizar\u00e1 con Cristo; suministra al Nuevo Testamento las im\u00e1genes los \u00abtipos\u00bb, los s\u00edmbolos para expresar la vida seg\u00fan el Esp\u00edritu. La Ley se completa mediante la ense\u00f1anza de los libros sapienciales y de los profetas, que la orientan hacia la Nueva Alianza y el Reino de los Cielos.<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hubo…, bajo el r\u00e9gimen de la antigua alianza, gentes que pose\u00edan la caridad y la gracia del Esp\u00edritu Santo y aspiraban ante todo a las promesas espirituales y eternas, en lo cual se adher\u00edan a la ley nueva. Y al contrario, existen, en la nueva alianza, hombres carnales, alejados todav\u00eda de la perfecci\u00f3n de la ley nueva: para incitarlos a las obras virtuosas, el temor del castigo y ciertas promesas temporales han sido necesarias, incluso bajo la nueva alianza. En todo caso, aunque la ley antigua prescrib\u00eda la caridad, no daba el Esp\u00edritu Santo, por el cual \u00abla caridad es difundida en nuestros corazones\u00bb (Rm 5,5) (S. Tom\u00e1s de Aquino, s. th. 1-2, 107,1 ad 2).<\/p>

                                                                III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA LEY NUEVA O LEY EVANGELICA<\/p>

                                                                1965 La ley nueva o Ley evang\u00e9lica es la perfecci\u00f3n aqu\u00ed abajo de la ley divina, natural y revelada. Es obra de Cristo y se expresa particularmente en el Serm\u00f3n de la monta\u00f1a. Es tambi\u00e9n obra del Esp\u00edritu Santo, y por \u00e9l viene a ser la ley interior de la caridad: \u00abConcertar\u00e9 con la casa de Israel una alianza nueva…pondr\u00e9 mis leyes en su mente, en sus corazones las grabar\u00e9; y yo ser\u00e9 su Dios y ellos ser\u00e1n mi pueblo\u00bb (Hb 8,8-10; cf Jr 31,31-34).<\/p>

                                                                1966\u00a0 La ley nueva es la gracia del Esp\u00edritu Santo dada a los fieles mediante la fe en Cristo. Obra por la caridad, utiliza el Serm\u00f3n del Se\u00f1or para ense\u00f1arnos lo que hay que hacer, y los sacramentos para comunicarnos la gracia de hacerlo:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El que quiera meditar con piedad y perspicacia el Serm\u00f3n que nuestro Se\u00f1or pronunci\u00f3 en la monta\u00f1a, seg\u00fan lo leemos en el Evangelio de S. Mateo, encontrar\u00e1 en \u00e9l sin duda alguna la carta perfecta de la vida cristiana…Este Serm\u00f3n contiene todos los preceptos propios para guiar la vida cristiana (S. Agust\u00edn, serm. Dom. 1,1):<\/p>

                                                                1967 La Ley evang\u00e9lica \u00abda cumplimiento\u00bb (cf Mt 5,17-19), purifica, supera, y lleva a su perfecci\u00f3n la Ley antigua. En las \u00abBienaventuranzas\u00bb da cumplimiento a las promesas divinas elev\u00e1ndolas y orden\u00e1ndolas al \u00abReino de los Cielos\u00bb. Se dirige a los que est\u00e1n dispuestos a acoger con fe esta esperanza nueva: los pobres, los humildes, los afligidos, los limpios de coraz\u00f3n, los perseguidos a causa de Cristo, trazando as\u00ed los caminos sorprendentes del Reino.<\/p>

                                                                1968\u00a0 La Ley evang\u00e9lica lleva a plenitud los mandamientos de la Ley. El Serm\u00f3n del monte, lejos de abolir o devaluar las prescripciones morales de la Ley antigua, extrae de ella las virtualidades ocultas y hace surgir de ella nuevas exigencias: revela toda su verdad divina y humana. No a\u00f1ade preceptos exteriores nuevos, pero llega a reformar la ra\u00edz de los actos, el coraz\u00f3n, donde el hombre elige entre lo puro y lo impuro (cf Mt 15,18-19), donde se forman la fe, la esperanza y la caridad, y con ellas las otras virtudes. El Evangelio conduce as\u00ed la Ley a su plenitud mediante la imitaci\u00f3n de la perfecci\u00f3n del Padre celestial (cf Mt 5,48), mediante el perd\u00f3n de los enemigos y la oraci\u00f3n por los perseguidores, seg\u00fan el modelo de la generosidad divina (cf Mt 5,44).<\/p>

                                                                1969\u00a0 La Ley nueva practica los actos de la religi\u00f3n: la limosna, la oraci\u00f3n y el ayuno, orden\u00e1ndolos al \u00abPadre que ve en lo secreto\u00bb por oposici\u00f3n al deseo \u00abde ser visto por los hombres\u00bb (cf Mt 6,1-6. 16-18). Su oraci\u00f3n es el Padre Nuestro (Mt 6,9-13).<\/p>

                                                                1970 La Ley evang\u00e9lica entra\u00f1a la elecci\u00f3n decisiva entre \u00ablos dos caminos\u00bb (cf Mt 7,13-14) y la pr\u00e1ctica de las palabras del Se\u00f1or (cf Mt 7,21-27); est\u00e1 resumida en la regla de oro: \u00abTodo cuanto quer\u00e1is que os hagan los hombres, hac\u00e9dselo tambi\u00e9n vosotros; porque esta es la Ley y los profetas\u00bb (Mt 7,12; cf Lc 6,31).<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Toda la Ley evang\u00e9lica est\u00e1 contenida en el \u00abmandamiento nuevo\u00bb de Jes\u00fas (Jn 13,34): amarnos los unos a los otros como \u00e9l nos ha amado (cf Jn 15,12).<\/p>

                                                                1971 Al Serm\u00f3n del monte conviene a\u00f1adir la catequesis mora l de las ense\u00f1anzas apost\u00f3licas, como Rm 12-15; 1 Co 12-13; Col 3-4; Ef 4-5, etc. Esta doctrina trasmite la ense\u00f1anza del Se\u00f1or con la autoridad de los ap\u00f3stoles, especialmente exponiendo las virtudes que se derivan de la fe en Cristo y que anima la caridad, el principal don del Esp\u00edritu Santo. \u00abVuestra caridad se sin fingimiento…am\u00e1ndoos cordialmente los unos a los otros…con la alegr\u00eda de la esperanza; constantes en la tribulaci\u00f3n; perseverantes en la oraci\u00f3n; compartiendo las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad\u00bb (Rm 12,9-13). Esta catequesis nos ense\u00f1a tambi\u00e9n a tratar los casos de conciencia a la luz de nuestra relaci\u00f3n con Cristo y con la Iglesia (cf Rm 14; 1 Co 5-10).<\/p>

                                                                1972 La Ley nueva es llamada ley de amor, porque hace obrar por el amor que infunde el Esp\u00edritu Santo m\u00e1s que por el temor; ley de gracia, porque confiere la fuerza de la gracia para obrar mediante la fe y los sacramentos; ley de libertad (cf St 1,25; 2,12), porque nos libera de las observancias rituales y jur\u00eddicas de la Ley antigua, nos inclina a obrar espont\u00e1neamente bajo el impulso de la caridad y nos hace pasar de la condici\u00f3n del siervo \u00abque ignora lo que hace su se\u00f1or\u00bb, a la de amigo de Cristo, \u00abporque todo lo que he o\u00eddo a mi Padre os lo he dado a conocer\u00bb (Jn 15,15), o tambi\u00e9n a la condici\u00f3n de hijo heredero (cf G\u00e1l 4,1-7. 21-31; Rm 8,15).<\/p>

                                                                1973 M\u00e1s all\u00e1 de los preceptos, la Ley nueva contiene los consejos evang\u00e9licos. La distinci\u00f3n tradicional entre mandamientos de Dios y consejos evang\u00e9licos se establece por relaci\u00f3n a la caridad, perfecci\u00f3n de la vida cristiana. Los preceptos est\u00e1n destinados a apartar loo que es incompatible con la caridad. Los consejos tienen por fin apartar lo que, incluso sin serle contrario, puede constituir un impedimento al desarrollo de la caridad (cf S. Tom\u00e1s de Aquino, s.th. 2-2, 184,3).<\/p>

                                                                1974 Los consejos evang\u00e9licos manifiestan la plenitud viva de una caridad que nunca se sacia. Atestiguan su fuerza y estimulan nuestra prontitud espiritual. La perfecci\u00f3n de la Ley nueva consiste esencialmente en los preceptos del amor de Dios y del pr\u00f3jimo. Los consejos indican v\u00edas m\u00e1s directas, medios m\u00e1s apropiados, y han de practicarse seg\u00fan la vocaci\u00f3n de cada uno:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (Dios) no quiere que cada uno observe todos los consejos, sino solamente los que son convenientes seg\u00fan la diversidad de las personas, los tiempos, las ocasiones, y las fuerzas, como la caridad lo requiera. Porque es \u00e9sta la que, como reina de todas las virtudes, de todos los mandamientos, de todos los consejos, y en suma de todas leyes y de todas las acciones cristianas, la que da a todos y a todas rango, orden, tiempo y valor (S. Francisco de Sales, amor 8,6).<\/p>

                                                                RESUMEN<\/p>

                                                                1975 Seg\u00fan la Escritura, la ley es una instrucci\u00f3n paternal de Dios que prescribe al hombre los caminos que llevan a la bienaventuranza prometida y proscribe los caminos del mal.<\/p>

                                                                1976 \u00abLa ley es una ordenaci\u00f3n de la raz\u00f3n al bien com\u00fan, promulgada por el que est\u00e1 a cargo de la comunidad\u00bb (S. Tom\u00e1s de Aquino, s.th. 1-2, 90, 4).<\/p>

                                                                1977 Cristo es el fin de la ley (cf Rm 10,4); s\u00f3lo \u00e9l ense\u00f1a y otorga la justicia de Dios.<\/p>

                                                                1978 La ley natural es una participaci\u00f3n en la sabidur\u00eda y la bondad de Dios por parte del hombre, formado a imagen de su Creador. Expresa la dignidad de la persona humana y constituye la base de sus derechos y sus deberes fundamentales.<\/p>

                                                                1979 La ley natural es inmutable, permanente a trav\u00e9s de la historia. Las normas que la expresan son siempre sustancialmente v\u00e1lidas. Es una base necesaria para la edificaci\u00f3n de las normas morales y la ley civil.<\/p>

                                                                1980\u00a0 La Ley antigua es la primera etapa de la Ley revelada. Sus prescripciones morales se resumen en los Diez mandamientos.<\/p>

                                                                1981 La Ley de Mois\u00e9s contiene muchas verdades naturalmente accesibles a la raz\u00f3n. Dios las ha revelado porque los hombres no las le\u00edan en su coraz\u00f3n.<\/p>

                                                                1982 La Ley antigua es una preparaci\u00f3n para el Evangelio.<\/p>

                                                                1983 La Ley nueva es la gracia del Esp\u00edritu Santo recibida mediante la fe en Cristo, que opera por la caridad. Se expresa especialmente en el Serm\u00f3n del Se\u00f1or en la monta\u00f1a y utiliza los sacramentos para comunicarnos la gracia.<\/p>

                                                                1984\u00a0\u00a0 La Ley evang\u00e9lica cumple, supera y lleva a su perfecci\u00f3n la Ley antigua: sus promesas mediante las bienaventuranzas del Reino de los cielos, sus mandamientos, reformando la ra\u00edz de los actos, el cor az\u00f3n.<\/p>

                                                                1985 La Ley nueva es una ley de amor, una ley de gracia, una ley de libertad.<\/p>

                                                                1986\u00a0 M\u00e1s all\u00e1 de sus preceptos, la Ley nueva comprende los consejos evang\u00e9licos. \u00abLa santidad de la Iglesia tambi\u00e9n se fomenta de manera especial con los m\u00faltiples consejos que el Se\u00f1or propone en el Evangelio a sus disc\u00edpulos para que los practiquen\u00bb (LG 42).<\/p>

                                                                Art\u00edculo 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 GRACIA Y JUSTIFICACION<\/p>

                                                                I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA JUSTIFICACION<\/p>

                                                                1987 La gracia del Esp\u00edritu Santo tiene el poder de santificarnos, es decir, de lavarnos de nuestros pecados y comunicarnos \u00abla justicia de Dios por la fe en Jesucristo\u00bb (Rm 3,22) y por el Bautismo (cf Rm 6,3-4):<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y si hemos muerto con Cristo, creemos que tambi\u00e9n viviremos con \u00e9l, sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere m\u00e1s, y que la muerte no tiene ya se\u00f1or\u00edo sobre \u00e9l. Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre; mas su vida, es un vivir para Dios. As\u00ed tambi\u00e9n vosotros, consideraos como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jes\u00fas (Rm 6, 8-11).<\/p>

                                                                1988\u00a0 Por el poder del Esp\u00edritu Santo participamos en la Pasi\u00f3n de Cristo, muriendo al pecado, y en su Resurrecci\u00f3n, naciendo a una vida nueva; somos miembros de su Cuerpo que es la Iglesia (cf 1 Co 12), sarmientos unidos a la Vid que es \u00e9l mismo (cf Jn 15,1-4):<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por el Esp\u00edritu Santo participamos de Dios. Por la participaci\u00f3n del Esp\u00edritu venimos a ser part\u00edcipes de la naturaleza divina…Por eso, aquellos en quienes habita el Esp\u00edritu est\u00e1n divinizados (S. Atanasio, ep. Serap. 1,24).<\/p>

                                                                1989\u00a0 La primera obra de la gracia del Esp\u00edritu Santo es la conversi\u00f3n, que obra la justificaci\u00f3n seg\u00fan el anuncio de Jes\u00fas al comienzo del evangelio: \u00abConvert\u00edos porque el Reino de los Cielos est\u00e1 cerca\u00bb (Mt 4,17). Movido por la gracia, el hombre se vuelve a Dios y se aparta del pecado, acogiendo as\u00ed el perd\u00f3n y la justicia de lo alto. \u00abLa justificaci\u00f3n entra\u00f1a, por tanto, el perd\u00f3n de los pecados, la santificaci\u00f3n y la renovaci\u00f3n del hombre interior (Cc. de Trento: DS 1528).<\/p>

                                                                1990\u00a0 La justificaci\u00f3n separa al hombre del pecado que contradice al amor de Dios, y purifica su coraz\u00f3n. La justificaci\u00f3n sigue a la iniciativa de la misericordia de Dios que ofrece el perd\u00f3n. Reconcilia al hombre con Dios, libera de la servidumbre del pecado y cura.<\/p>

                                                                1991 La justificaci\u00f3n es al mismo tiempo la acogida de la justicia de Dios por la fe en Jesucristo. La justicia designa aqu\u00ed la rectitud del amor divino. Con la justificaci\u00f3n son difundidas en nuestros corazones la fe, la esperanza y la caridad, y nos es concedida la obediencia a la voluntad divina.<\/p>

                                                                1992 La justificaci\u00f3n nos fue merecida por la pasi\u00f3n de Cristo, que se ofreci\u00f3 en la cruz como hostia viva, santa y agradable a Dios y cuya sangre vino a ser instrumento de propiciaci\u00f3n por los pecados de todos los hombres. La justificaci\u00f3n es concedida por el bautismo, sacramento de la fe. Nos conforma a la justicia de Dios que nos hace interiormente justos por el poder de su misericordia. Tiene por fin la gloria de Dios y de Cristo, y el don de la vida eterna (cf Cc. de Trento: DS 1529):<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pero ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para todos los que creen -pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y est\u00e1n privados de la gloria de Dios- y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redenci\u00f3n realizada en Cristo Jes\u00fas, a quien Dios exhibi\u00f3 como instrumento de propiciaci\u00f3n por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente, en el tiempo de la paciencia de Dios; en orden a mostrar su justicia en el tiempo presente, para ser \u00e9l justo y justificador del que cree en Jes\u00fas (Rm 3,21-26).<\/p>

                                                                1993 La justificaci\u00f3n establece la colaboraci\u00f3n entre la gracia de Dios y la libertad del hombre. Por parte del hombre se expresa en el asentimiento de la fe a la Palabra de Dios que lo invita a la conversi\u00f3n, y en la cooperaci\u00f3n de la caridad al impulso del Esp\u00edritu Santo que lo previene y lo guarda:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando Dios toca el coraz\u00f3n del hombre mediante la iluminaci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, el hombre no est\u00e1 sin hacer nada al recibir esta inspiraci\u00f3n, que por otra parte puede rechazar; y, sin embargo, sin la gracia de Dios, tampoco puede dirigirse, por su voluntad libre, hacia la justicia delante de \u00e9l (Cc. de Trento: DS 1525).<\/p>

                                                                1994\u00a0\u00a0 La justificaci\u00f3n es la obra m\u00e1s excelente del amor de Dios, manifestado en Cristo Jes\u00fas y concedido por el Esp\u00edritu Santo. S. Agust\u00edn afirma que \u00abla justificaci\u00f3n del imp\u00edo es una obra m\u00e1s grande que la creaci\u00f3n del cielo y de la tierra\u00bb, porque \u00abel cielo y la tierra pasar\u00e1n, mientras la salvaci\u00f3n y la justificaci\u00f3n de los elegidos permanecer\u00e1n\u00bb (ev. Jo. 72,3). Dice incluso que la justificaci\u00f3n de los pecadores supera a la creaci\u00f3n de los \u00e1ngeles en la justicia porque manifiesta una misericordia mayor.<\/p>

                                                                1995 El Esp\u00edritu Santo es el maestro interior. Haciendo nacer al \u00abhombre interior\u00bb (Rm 7,22; Ef 3,16), la justificaci\u00f3n implica la santificaci\u00f3n de todo el ser:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Si en otros tiempos ofrecisteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y al desorden hasta desordenaros, ofrecedlos igualmente ahora a la justicia para la santidad…al presente, libres del pecado y esclavos de Dios, fructific\u00e1is para la santidad; y el fin, la vida eterna (Rm 6, 19.22).<\/p>

                                                                II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA GRACIA<\/p>

                                                                1996\u00a0 Nuestra justificaci\u00f3n es obra de la gracia de Dios. La gracia es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada, ser hijos de Dios (cf Jn 1,12-18), hijos adoptivos (cf Rm 8, 14-17), part\u00edcipes de la naturaleza divina (cf 2 P 1,3-4), de la vida eterna (cf Jn 17,3).<\/p>

                                                                1997 La gracia es una participaci\u00f3n en la vida de Dios. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria: por el Bautismo el cristiano participa de la gracia de Cristo, Cabeza de su Cuerpo. Como \u00abhijo adoptivo\u00bb puede ahora llamar \u00abPadre\u00bb a Dios, en uni\u00f3n con el Hijo \u00fanico. Recibe la vida del Esp\u00edritu que le infunde la caridad y que forma la Iglesia.<\/p>

                                                                1998\u00a0 Esta vocaci\u00f3n a la vida eterna es sobrenatural. Depende enteramente de la iniciativa gratuita de Dios, porque s\u00f3lo \u00e9l puede revelarse y darse a s\u00ed mismo. Sobrepasa las capacidades de la inteligencia y las fuerzas de la voluntad humana, como de toda criatura (1 Co 2,7-9).<\/p>

                                                                1999\u00a0 La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el Esp\u00edritu Santo en nuestra alma para curarla del pecado y santificarla: es la gracia santificante o deificante, recibida en el Bautismo. Es en nosotros la fuente de la obra de santificaci\u00f3n (cf Jn 4,14; 7,38-39):<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por tanto, el que est\u00e1 en Cristo es una nueva creaci\u00f3n; pas\u00f3 lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos reconcili\u00f3 consigo por Cristo (2 Co 5,17-18).<\/p>

                                                                2000\u00a0 La gracia santificante es un don habitual, una disposici\u00f3n estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor. Se debe distinguir entre la gracia habitual, disposici\u00f3n permanente para vivir y obrar seg\u00fan la llamada divina, y las gracias actuales, que designan las intervenciones divinas sea en el origen de la conversi\u00f3n o en el curso de la obra de la santificaci\u00f3n.<\/p>

                                                                2001 La preparaci\u00f3n del hombre para acoger la gracia es ya una obra de la gracia. Esta es necesaria para suscitar y sostener nuestra colaboraci\u00f3n a la justificaci\u00f3n mediante la fe y a la santificaci\u00f3n mediante la caridad. Dios acaba en nosotros lo que \u00e9l mismo comenz\u00f3, \u00abporque \u00e9l, por su operaci\u00f3n, comienza haciendo\u00a0 que nosotros queramos; acaba cooperando con nuestra voluntad ya convertida\u00bb (S. Agust\u00edn, grat. 17):<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ciertamente nosotros trabajamos tambi\u00e9n, pero no hacemos m\u00e1s que trabajar con Dios que trabaja. Porque su misericordia se nos adelant\u00f3 para que fu\u00e9semos curados; nos sigue todav\u00eda para que, una vez curados, seamos vivificados; se nos adelanta para que seamos llamados, nos sigue para que seamos glorificados; se nos adelanta para que vivamos seg\u00fan la piedad, nos sigue para que vivamos por siempre con Dios, pues sin \u00e9l no podemos hacer nada (S. Agust\u00edn, nat. et grat. 31).<\/p>

                                                                2002\u00a0 La libre iniciativa de Dios exige la libre respuesta del hombre, porque Dios cre\u00f3 al hombre a su imagen concedi\u00e9ndole, con la libertad, el poder de conocerle y amarle. El alma s\u00f3lo libremente entra en la comuni\u00f3n del amor. Dios toca inmediatamente y mueve directamente el coraz\u00f3n del hombre. Puso en el hombre una aspiraci\u00f3n a la verdad y al bien que s\u00f3lo \u00e9l puede colmar. Las promesas de la \u00abvida eterna\u00bb responden, por encima de toda esperanza, a esta aspiraci\u00f3n:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Si t\u00fa descansaste el d\u00eda s\u00e9ptimo, al t\u00e9rmino de todas tus obras muy buenas, fue para decirnos por la voz de tu libro que al t\u00e9rmino de nuestras obras, \u00abque son muy buenas\u00bb por el hecho de que eres t\u00fa quien nos las ha dado, tambi\u00e9n nosotros en el s\u00e1bado de la vida eterna descansaremos en ti (S. Agust\u00edn, conf. 13, 36, 51).<\/p>

                                                                2003\u00a0 La gracia es primera y principalmente el don del Esp\u00edritu que nos justifica y nos santifica. Pero la gracia comprende tambi\u00e9n los dones que el Esp\u00edritu Santo nos concede para asociarnos a su obra, para hacernos capaces de colaborar a la salvaci\u00f3n de los otros y al crecimiento del Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Estas son las gracias sacramentales, dones propios de los distintos sacramentos. Son adem\u00e1s las gracias especiales, llamadas tambi\u00e9n \u00abcarismas\u00bb, seg\u00fan el t\u00e9rmino griego empleado por S. Pablo, y que significa favor, don gratuito, beneficio (cf LG 12). Cualquiera que sea su car\u00e1cter, a veces extraordinario, como el don de milagros o de lenguas, los carismas est\u00e1n ordenados a la gracia santificante y tienen por fin el bien com\u00fan de la Iglesia. Est\u00e1n al servicio de la caridad, que edifica la Iglesia (cf 1 Co 12).<\/p>

                                                                2004\u00a0 Entre las gracias especiales conviene mencionar las gracias de estado, que acompa\u00f1an el ejercicio de las responsabilidades de la vida cristiana y de los ministerios en el seno de la Iglesia:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Teniendo dones diferentes, seg\u00fan la gracia que nos ha sido dada, si es el don de profec\u00eda, ejerz\u00e1moslo en la medida de nuestra fe; si es el ministerio, en el ministerio; la ense\u00f1anza, ense\u00f1ando; la exhortaci\u00f3n, exhortando. El que da, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad (Rm 12,6-8).<\/p>

                                                                2005\u00a0 Siendo de orden sobrenatural, la gracia escapa a nuestra experiencia y s\u00f3lo puede ser conocida por la fe. Por tanto, no podemos fundarnos en nuestros sentimientos o nuestras obras para deducir de ellos que estamos justificados y salvados (cf Cc. de Trento: DS 1533-34). Sin embargo, seg\u00fan las palabras del Se\u00f1or: \u00abPor sus frutos los conocer\u00e9is\u00bb (Mt 7,20), la consideraci\u00f3n de los beneficios de Dios en nuestra vida y en la vida de los santos nos ofrece una garant\u00eda de que la gracia est\u00e1 actuando en nosotros y nos incita a una fe cada vez mayor y a una actitud de pobreza confiada:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Una de las m\u00e1s bellas ilustraciones de esta actitud se encuentra en la respuesta de Santa Juana de Arco a una pregunta capciosa de sus jueces eclesi\u00e1sticos: \u00abInterrogada si sab\u00eda que estaba en gracia en Dios, responde: `si no lo estoy, que Dios me quiera poner en ella; si estoy, que Dios me quiera guardar en ella'\u00bb (Juana de Arco, proc.).<\/p>

                                                                III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL MERITO<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Manifiestas tu gloria en la asamblea de los santos, y, al coronar sus m\u00e9ritos, coronas tu propia obra (MR, prefacio de los santos, citando al \u00abDoctor de la gracia\u00bb, S. Agust\u00edn, Sal. 102,7).<\/p>

                                                                2006\u00a0 El t\u00e9rmino \u00abm\u00e9rito\u00bb designa en general la retribuci\u00f3n debida por parte de una comunidad o una sociedad por la acci\u00f3n de uno de sus miembros, experimentada como obra buena u obra mala, digna de recompensa o de sanci\u00f3n. El m\u00e9rito depende de la virtud de la\u00a0 justicia conforme al principio de igualdad que la rige.<\/p>

                                                                2007\u00a0 Frente a Dios no hay, en el sentido de un derecho estricto, m\u00e9rito por parte del hombre. Entre \u00e9l y nosotros, la desigualdad no tiene medida, porque nosotros lo hemos recibido todo de \u00e9l, nuestro Creador.<\/p>

                                                                2008\u00a0 El m\u00e9rito del hombre ante Dios en la vida cristiana proviene de que Dios ha dispuesto libremente asociar al hombre a la obra de su gracia. La acci\u00f3n paternal de Dios es lo primero, en cuanto que \u00e9l impulsa, y el libre obrar del hombre es lo segundo en cuanto que \u00e9ste colabora, de suerte que los m\u00e9ritos de las obras buenas tengan que atribuirse a la gracia de Dios en primer lugar, y al fiel en segundo lugar. Por otra parte el m\u00e9rito del hombre recae tambi\u00e9n en Dios, pues sus buenas acciones proceden, en Cristo, de las gracias prevenientes y de los auxilios del Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                                                2009\u00a0 La adopci\u00f3n filial, haci\u00e9ndonos part\u00edcipes por la gracia de la naturaleza divina, puede conferirnos, seg\u00fan la justicia gratuita de Dios, un verdadero m\u00e9rito. Se trata de un derecho por gracia, el pleno derecho del amor, que nos hace \u00abcoherederos\u00bb de Cristo y dignos de obtener la \u00abherencia prometida de la vida eterna\u00bb (Cc. de Trento: DS 1546). Los m\u00e9ritos de nuestras buenas obras son dones de la bondad divina (cf. Cc. de Trento: DS 1548). \u00abLa gracia ha precedido; ahora se da lo que es debido…los m\u00e9ritos son dones de Dios\u00bb (S. Agust\u00edn, serm. 298,4-5).<\/p>

                                                                2010 Por pertenecer a Dios la iniciativa en el orden de la gracia, nadie puede merecer la gracia primera, en el inicio de la conversi\u00f3n, del perd\u00f3n y de la justificaci\u00f3n. Bajo la moci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo y de la caridad, podemos despu\u00e9s merecer en favor nuestro y de los dem\u00e1s gracias \u00fatiles para nuestra santificaci\u00f3n, para el crecimiento de la gracia y de la caridad, y para la obtenci\u00f3n de la vida eterna. Los mismos bienes temporales, como la salud, la amistad, pueden ser merecidos seg\u00fan la sabidur\u00eda de Dios. Estas gracias y estos bienes son objeto de la oraci\u00f3n cristiana. Esta remedia nuestra necesidad de la gracia para las acciones meritorias.<\/p>

                                                                2011 La caridad de Cristo es en nosotros la fuente de todos nuestros m\u00e9ritos ante Dios. La gracia, uni\u00e9ndonos a Cristo con un amor activo, asegura la cualidad sobrenatural de nuestros actos y por consiguiente su m\u00e9rito tanto ante Dios como ante los hombres. Los santos han tenido siempre una conciencia viva de que sus m\u00e9ritos eran pura gracia.<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Tras el destierro en la tierra espero gozar de ti en la Patria, pero no quiero amontonar m\u00e9ritos para el Cielo, quiero trabajar s\u00f3lo por vuestro amor…En el atardecer de esta vida comparecer\u00e9 ante ti con las manos vac\u00edas, Se\u00f1or, porque no te pido que cuentes mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso, quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesi\u00f3n eterna de ti mismo…(S. Teresa del Ni\u00f1o Jes\u00fas, ofr.).<\/p>

                                                                IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA SANTIDAD CRISTIANA<\/p>

                                                                2012 \u00abSabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman…a los que de antemano conoci\u00f3, tambi\u00e9n los predestin\u00f3 a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera \u00e9l el primog\u00e9nito entre muchos hermanos; y a los que predestin\u00f3, a \u00e9sos tambi\u00e9n los llam\u00f3; y a los que llam\u00f3, a \u00e9sos tambi\u00e9n los justific\u00f3; a los que justific\u00f3, a )sos tambi\u00e9n los glorific\u00f3\u00bb (Rm 8,28-30).<\/p>

                                                                2013 \u00abTodos los fieles, de cualquier estado o r\u00e9gimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfecci\u00f3n de la caridad\u00bb (LG 40). Todos son llamados a la santidad: \u00abSed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto\u00bb (Mt 5,48):<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Para alcanzar esta perfecci\u00f3n, los creyentes han de emplear sus fuerzas, seg\u00fan la medida del don de Cristo, para entregarse totalmente a la gloria de Dios y al servicio del pr\u00f3jimo. Lo har\u00e1n siguiendo las huellas de Cristo, haci\u00e9ndose conformes a su imagen, y siendo obedientes en todo a la voluntad del Padre. De esta manera, la santidad del Pueblo de Dios producir\u00e1 frutos abundantes, como lo muestra claramente en la historia de la Iglesia la vida de los santos (LG 40).<\/p>

                                                                2014 El progreso espiritual tiende a la uni\u00f3n cada vez m\u00e1s \u00edntima con Cristo. Esta uni\u00f3n se llama \u00abm\u00edstica\u00bb, porque participa en el misterio de Cristo mediante los sacramentos -\u00ablos santos misterios\u00bb- y, en \u00e9l, en el misterio de la Santa Trinidad. Dios nos llama a todos a esta uni\u00f3n \u00edntima con \u00e9l, aunque gracias especiales o signos extraordinarios de esta vida m\u00edstica sean concedidos solamente a algunos para as\u00ed manifestar el don gratuito hecho a todos.<\/p>

                                                                2015 El camino de la perfecci\u00f3n pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual (cf 2 Tm 4). El progreso espiritual implica la ascesis y la mortificaci\u00f3n que conducen gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El que asciende no cesa nunca de ir de comienzo en comienzo mediante comienzos que no tienen fin. Jam\u00e1s el que asciende deja de desear lo que ya conoce (S. Gregorio de Nisa, hom. in Cant. 8).<\/p>

                                                                2016 Los hijos de nuestra madre la Santa Iglesia esperan justamente la gracia de la perseverancia final y de la recompensa de Dios, su Padre, por las obras buenas realizadas con su gracia en comuni\u00f3n con Jes\u00fas (cf Cc. de Trento: DS 1576). Siguiendo la misma norma de vida, los creyentes comparten la \u00abbienaventurada esperanza\u00bb de aquellos a los que la misericordia divina congrega en la \u00abCiudad Santa, la nueva Jerusal\u00e9n, que baja del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo\u00bb (Ap 21,2).<\/p>

                                                                RESUMEN<\/p>

                                                                2017 La gracia del Esp\u00edritu Santo nos confiere la justicia de Dios. Uni\u00e9ndonos por la fe y el Bautismo a la Pasi\u00f3n y a la Resurrecci\u00f3n de Cristo, el Esp\u00edritu nos hace participar en su vida.<\/p>

                                                                2018 La justificaci\u00f3n, como la conversi\u00f3n, presenta dos aspectos. Bajo la moci\u00f3n de la gracia, el hombre se vuelve a Dios y se aparta del pecado, acogiendo as\u00ed el perd\u00f3n y la justicia de lo Alto.<\/p>

                                                                2019 La justificaci\u00f3n entra\u00f1a la remisi\u00f3n de los pecados, la santificaci\u00f3n y la renovaci\u00f3n del hombre interior.<\/p>

                                                                2020\u00a0 La justificaci\u00f3n nos fue merecida por la Pasi\u00f3n de Cristo. Nos es concedida mediante el Bautismo. Nos conforma con la justicia de Dios que nos hace justos. Tiene su fin en la gloria de Dios y de Cristo y el don de la vida eterna. Es la obra m\u00e1s excelente de la misericordia de Dios.<\/p>

                                                                2021 La gracia es el auxilio que Dios nos da para responder a nuestra vocaci\u00f3n de llegar a ser sus hijos adoptivos. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria.<\/p>

                                                                2022\u00a0\u00a0 La iniciativa divina en la obra de la gracia previene, prepara y suscita la respuesta libre del hombre. La gracia responde a las aspiraciones profundas de la libertad humana; llama al hombre a cooperar con ella y la perfecciona.<\/p>

                                                                2023\u00a0\u00a0 La gracia santificante es el don gratuito que Dios nos hace de su vida, infundida por el Esp\u00edritu Santo en nuestra alma para curarla del pecado y santificarla.<\/p>

                                                                2024\u00a0 La gracia santificante nos hace \u00abagradables a Dios\u00bb. Los carismas, gracias especiales del Esp\u00edritu Santo, est\u00e1n ordenados a la gracia santificante y tienen por fin el bien com\u00fan de la Iglesia. Dios act\u00faa as\u00ed mediante gracias actuales m\u00faltiples que se distinguen de la gracia habitual, permanente en nosotros.<\/p>

                                                                2025\u00a0\u00a0 El hombre no tiene, por s\u00ed mismo, m\u00e9rito ante Dios sino como consecuencia del libre designio divino de asociarlo a la obra de su gracia. El m\u00e9rito pertenece a la gracia de Dios en primer lugar, y a la colaboraci\u00f3n del hombre en segundo lugar. El m\u00e9rito del hombre recae en Dios.<\/p>

                                                                2026\u00a0 La gracia del Esp\u00edritu Santo, en virtud de nuestra filiaci\u00f3n adoptiva, puede conferirnos un verdadero m\u00e9rito seg\u00fan la justicia gratuita de Dios. La caridad es en nosotros la fuente principal del m\u00e9rito ante Dios.<\/p>

                                                                2027\u00a0\u00a0 Nadie puede merecer la gracia primera que est\u00e1 en el inicio de la conversi\u00f3n. Bajo la moci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo podemos merecer en favor nuestro y de los dem\u00e1s todas las gracias \u00fatiles para llegar a la vida eterna, como tambi\u00e9n los necesarios bienes temporales.<\/p>

                                                                2028\u00a0 \u00abTodos los fieles…son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfecci\u00f3n de la caridad\u00bb (LG 40). \u00abLa perfecci\u00f3n cristiana s\u00f3lo tiene un l\u00edmite: el de no tener l\u00edmite\u00bb (S. Gregorio de Nisa, v. Mos.).<\/p>

                                                                2029\u00a0 \u00abSi alguno quiere venir en pos de m\u00ed, ni\u00e9guese a s\u00ed mismo, tome su cruz y s\u00edgame\u00bb (Mt 16,24).<\/p>

                                                                Art\u00edculo 3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA, MADRE Y EDUCADORA<\/p>

                                                                2030\u00a0 El cristiano realiza su vocaci\u00f3n en la Iglesia, en comuni\u00f3n con todos los bautizados. De la Iglesia recibe la Palabra de Dios, que contiene las ense\u00f1anzas de la ley de Cristo (Gal 6,2). De la Iglesia recibe la gracia de los sacramentos que le sostienen en el camino. De la Iglesia aprende el ejemplo de la santidad; reconoce en la Bienaventurada Virgen Mar\u00eda la figura y la fuente de esa santidad; la discierne en el testimonio aut\u00e9ntico de los que la viven; la descubre en la tradici\u00f3n espiritual y en la larga historia de los santos que le han precedido y que la liturgia celebra a lo largo del santoral.<\/p>

                                                                2031 La vida moral es un culto espiritual. Ofrecemos nuestros cuerpos \u00abcomo una hostia viva, santa, agradable a Dios\u00bb (Rm 12,1) en el seno del Cuerpo de Cristo que formamos y en comuni\u00f3n con la ofrenda de su Eucarist\u00eda. En la liturgia y la celebraci\u00f3n de los sacramentos, plegaria y ense\u00f1anza se conjugan con la gracia de Cristo para iluminar y alimentar el obrar cristiano. Como el conjunto de la vida cristiana, la vida moral tiene su fuente y su cumbre en el sacrificio eucar\u00edstico.<\/p>

                                                                I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 VIDA MORAL Y MAGISTERIO DE LA IGLESIA<\/p>

                                                                2032\u00a0\u00a0 La Iglesia, \u00abcolumna y fundamento de la verdad\u00bb (1 Tm 3,15), \u00abrecibi\u00f3 de los ap\u00f3stoles este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad que nos salva\u00bb (LG 17). \u00abCompete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, as\u00ed como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o la salvaci\u00f3n de las almas\u00bb (CIC, can. 747,2).<\/p>

                                                                2033\u00a0\u00a0 El magisterio de los pastores de la Iglesia en materia moral se ejerce ordinariamente en la catequesis y en la predicaci\u00f3n, con la ayuda de las obras de los te\u00f3logos y de los autores espirituales. As\u00ed se ha trasmitido de generaci\u00f3n en generaci\u00f3n, bajo la direcci\u00f3n y vigilancia de los pastores, el \u00abdep\u00f3sito\u00bb de la moral cristiana, compuesto de un conjunto caracter\u00edstico de normas, de mandamientos y de virtudes que proceden de la fe en Cristo y est\u00e1n vivificados por la caridad. Esta catequesis ha tomado tradicionalmente como base, junto al Credo y el Padrenuestro, el Dec\u00e1logo que enuncia los principios de la vida moral v\u00e1lidos para todos los hombres.<\/p>

                                                                2034\u00a0 El romano pont\u00edfice y los obispos como \u00abmaestros aut\u00e9nticos por estar dotados de la autoridad de Cristo… predican al pueblo que tienen confiado la fe que hay que creer y que hay que llevar a la pr\u00e1ctica\u00bb (LG 25). El magisterio ordinario y universal del Papa y de los obispos en comuni\u00f3n con \u00e9l ense\u00f1a a los fieles la verdad que han de creer, la caridad que han de practicar, la bienaventuranza que han de esperar.<\/p>

                                                                2035\u00a0\u00a0 El grado supremo de la participaci\u00f3n en la autoridad de Cristo est\u00e1 asegurado por el carisma de la infalibilidad. Esta se extiende a todo el dep\u00f3sito de la revelaci\u00f3n divina (cf LG 25); se extiende tambi\u00e9n a todos los elementos de doctrina, comprendida la moral, sin los cuales las verdades salv\u00edficas de la fe no pueden ser guardadas, expuestas u observadas (cf CDF, decl. \u00abMysterium ecclesiae\u00bb 3).<\/p>

                                                                2036\u00a0 La autoridad del Magisterio se extiende tambi\u00e9n a los preceptos espec\u00edficos de la ley natural, porque su observancia, exigida por el Creador, es necesaria para la salvaci\u00f3n. Recordando las precripciones de la ley natural, el Magisterio de la Iglesia ejerce una parte esencial de su funci\u00f3n prof\u00e9tica de anunciar a los hombres lo que son en verdad y de recordarles lo que deben ser ante Dios (cf. DH 14).<\/p>

                                                                2037\u00a0\u00a0 La ley de Dios, confiada a la Iglesia, es ense\u00f1ada a los fieles como camino de vida y de verdad. Los fieles, por tanto, tienen el derecho (cf CIC can. 213) de ser instruidos en los preceptos divinos salv\u00edficos que purifican el juicio y, con la gracia, curan la raz\u00f3n humana herida. Tienen el deber de observar las constituciones y los decretos promulgados por la autoridad leg\u00edtima de la Iglesia. Aunque sean disciplinares, estas determinaciones requieren la docilidad en la caridad.<\/p>

                                                                2038\u00a0 En la obra de ense\u00f1anza y de aplicaci\u00f3n de la moral cristiana, la Iglesia necesita la dedicaci\u00f3n de los pastores, la ciencia de los te\u00f3logos, la contribuci\u00f3n de todos los cristianos y de los hombres de buena voluntad. La fe y la pr\u00e1ctica del Evangelio procuran a cada uno una experiencia de la vida \u00aben Cristo\u00bb que ilumina y da capacidad para estimar las realidades divinas y humanas seg\u00fan el Esp\u00edritu de Dios (cf 1 Co 10-15). As\u00ed el Esp\u00edritu Santo puede servirse de los m\u00e1s humildes para iluminar a los sabios y los m\u00e1s elevados en dignidad.<\/p>

                                                                2039\u00a0 Los ministerios deben ejercerse en un esp\u00edritu de servicio fraternal y de dedicaci\u00f3n a la Iglesia en nombre del Se\u00f1or (cf Rm 12,8.11). Al mismo tiempo, la conciencia de cada uno en su juicio moral sobre sus actos personales, debe evitar encerrarse en una consideraci\u00f3n individual. Con mayor empe\u00f1o debe abrirse a ala consideraci\u00f3n del bien de todos seg\u00fan se expresa en la ley moral, natural y revelada, y consiguientemente en la ley de la Iglesia y en la ense\u00f1anza autorizada del Magisterio sobre las cuestiones morales. No se ha de oponer la conciencia personal y la raz\u00f3n a la ley moral o al Magisterio de la Iglesia.<\/p>

                                                                2040\u00a0 As\u00ed puede crearse entre los cristianos un verdadero esp\u00edritu filial frente a la Iglesia. Es el desarrollo normal de la gracia bautismal, que nos engendr\u00f3 en el seno de la Iglesia y nos hizo miembros del Cuerpo de Cristo. En su solicitud materna, la Iglesia nos concede la misericordia de Dios que desborda todos nuestros pecados y act\u00faa especialmente en el sacramento de la reconciliaci\u00f3n. Como una madre previsora nos prodiga tambi\u00e9n en su liturgia, d\u00eda tras d\u00eda, el alimento de la Palabra y de la Eucarist\u00eda del Se\u00f1or.<\/p>

                                                                II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS MANDAMIENTOS DE LA IGLESIA<\/p>

                                                                2041 Los mandamientos de la Iglesia se sit\u00faan en esta l\u00ednea de una vida moral ligada a la vida lit\u00fargica y que se alimenta de ella. El car\u00e1cter obligatorio de estas leyes positivas promulgadas por la autoridad eclesi\u00e1stica tiene por fin garantizar a los fieles el m\u00ednimo indispensable en el esp\u00edritu de oraci\u00f3n y en el esfuerzo moral, en el crecimiento del amor de Dios y del pr\u00f3jimo. Los mandamientos m\u00e1s generales de la santa Madre Iglesia son cinco:<\/p>

                                                                2042\u00a0 El primer mandamiento (o\u00edr misa entera y los domingos y dem\u00e1s fiestas de precepto y no realizar trabajos serviles\u00bb) exige a los fieles que santifiquen el d\u00eda en el cual se conmemora la Resurrecci\u00f3n del Se\u00f1or y las fiestas lit\u00fargicas principales en honor de los misterios del Se\u00f1or, de la Sant\u00edsima Virgen Mar\u00eda y de los santos, en primer lugar participando en la celebraci\u00f3n eucar\u00edstica, y descansando de aquellos trabajos y ocupaciones que puedan impedir esa santificaci\u00f3n de estos d\u00edas (cf CIC can. 1246-1248; CCEO, can. 880, \u00a7 3; 881, \u00a7\u00a7 1. 2. 4).<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El segundo mandamiento (\u00abconfesar los pecados mortales al menos una vez al a\u00f1o\u00bb) asegura la preparaci\u00f3n para la Eucarist\u00eda mediante la recepci\u00f3n del sacramento de la Reconciliaci\u00f3n, que contin\u00faa la obra de conversi\u00f3n y de perd\u00f3n del Bautismo (cf CIC can. 989; CCEO can.719).<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El tercer mandamiento (\u00abrecibir el sacramento de la Eucarist\u00eda al menos por Pascua\u00bb) garantiza un m\u00ednimo en la recepci\u00f3n del Cuerpo y la Sangre del Se\u00f1or en conexi\u00f3n con el tiempo de Pascua, origen y centro de la liturgia cristiana (cf CIC can. 920; CCEO can. 708. 881, \u00a7 3).<\/p>

                                                                2043\u00a0 El cuarto mandamiento (abstenerse de comer carne y ayunar en los d\u00edas establecidos por la Iglesia) asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas lit\u00fargicas y para adquirir el dominio sobre nuestros instintos, y la libertad del coraz\u00f3n (cf CIC can. 1249-51; CCEO can. 882).<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El quinto mandamiento (ayudar a las necesidades de la Iglesia) enuncia que los fieles est\u00e1n adem\u00e1s obligados a ayudar, cada uno seg\u00fan su posibilidad, a las necesidades materiales de la Iglesia (cf CIC can. 222; CCEO, can. 25. Las Conferencias Episcopales pueden adem\u00e1s establecer otros preceptos eclesi\u00e1sticos para el propio territorio. Cf CIC, can. 455).<\/p>

                                                                III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 VIDA MORAL Y TESTIMONIO MISIONERO<\/p>

                                                                2044\u00a0 La fidelidad de los bautizados es una condici\u00f3n primordial para el anuncio del evangelio y para la misi\u00f3n de la Iglesia en el mundo. Para manifestar ante los hombres su fuerza de verdad y de irradiaci\u00f3n, el mensaje de la salvaci\u00f3n debe ser autentificado por el testimonio de vida de los cristianos. \u00abEl mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas realizadas con esp\u00edritu sobrenatural son eficaces para atraer a los hombres a la fe y a Dios\u00bb (AA 6).<\/p>

                                                                2045\u00a0 Los cristianos, por ser miembros del Cuerpo, cuya Cabeza es Cristo (cf Ef 1,22), contribuyen, mediante la constancia de sus convicciones y de sus costumbres, a la edificaci\u00f3n de la Iglesia. La Iglesia aumenta, crece y se desarrolla por la santidad de sus fieles (cf LG 39), \u00abhasta que lleguemos al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud en Cristo\u00bb (Ef 4,13).<\/p>

                                                                2046\u00a0 Mediante un vivir seg\u00fan Cristo, los cristianos apresuran la venida del Reino de Dios, \u00abReino de justicia, de verdad y de paz\u00bb (MR, Prefacio de Jesucristo Rey). Sin embargo, no abandonan sus tareas terrenas; fieles al Maestro, las cumplen con rectitud, paciencia y amor.<\/p>

                                                                RESUMEN<\/p>

                                                                2047\u00a0 La vida moral es un culto espiritual. El obrar cristiano se alimenta en la liturgia y la celebraci\u00f3n de los sacramentos.<\/p>

                                                                2048\u00a0 Los mandamientos de la Iglesia se refieren a la vida moral y cristiana, unida a la liturgia, y que se alimenta de ella.<\/p>

                                                                2049\u00a0 El Magisterio de los pastores de la Iglesia en materia moral se ejerce ordinariamente en la catequesis y la predicaci\u00f3n sobre la base del Dec\u00e1logo que enuncia los principios de la vida moral v\u00e1lidos para todo hombre.<\/p>

                                                                2050\u00a0 El romano pont\u00edfice y los obispos, como Maestros aut\u00e9nticos, predican al pueblo de Dios la fe que debe ser cre\u00edda y aplicada en las costumbres. A ellos corresponde tambi\u00e9n pronunciarse sobre las cuestiones morales que ata\u00f1en a la ley moral y a la raz\u00f3n.<\/p>

                                                                2051 La infalibilidad del Magisterio de los pastores se extiende a todos los elementos de doctrina, comprendida la moral, sin el cual las verdades salv\u00edficas de la fe no pueden ser custodiadas, expuestas u observadas.<\/p>

                                                                LOS DIEZ MANDAMIENTOS<\/p>

                                                                Exodo 20, 2-17\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Deuteronomio 5,6-21<\/p>

                                                                Yo soy el Se\u00f1or tu \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Yo soy el Se\u00f1or, tu<\/p>

                                                                Dios que te ha sacado \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios, que te ha<\/p>

                                                                del pa\u00eds de Egipto, \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 sacado de Egipto,<\/p>

                                                                de la casa de servidumbre.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 de la servidumbre.<\/p>

                                                                No habr\u00e1 para ti otros \u00a0\u00a0\u00a0 No habr\u00e1 para t\u00ed otros\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Amar\u00e1s a Dios sobre<\/p>

                                                                dioses delante de m\u00ed. \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 dioses delante de m\u00ed…\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 todas las cosas.<\/p>

                                                                No te har\u00e1s escultura<\/p>

                                                                ni imagen alguna, ni<\/p>

                                                                de lo que hay arriba<\/p>

                                                                en los cielos, ni de lo<\/p>

                                                                que hay abajo en la<\/p>

                                                                tierra. No te postrar\u00e1s<\/p>

                                                                ante ellas ni les dar\u00e1s<\/p>

                                                                culto, porque el<\/p>

                                                                Se\u00f1or, tu Dios, soy<\/p>

                                                                un Dios celoso, que<\/p>

                                                                castigo la iniquidad<\/p>

                                                                de los padres en los<\/p>

                                                                hijos, hasta la tercera<\/p>

                                                                y cuarta generaci\u00f3n<\/p>

                                                                de los que me odian,<\/p>

                                                                y tengo misericordia<\/p>

                                                                por millares con los<\/p>

                                                                que me aman y<\/p>

                                                                guardan mis<\/p>

                                                                mandamientos.<\/p>

                                                                No tomar\u00e1s en falso \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No tomar\u00e1s en falso\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No tomar\u00e1s el<\/p>

                                                                el nombre del Se\u00f1or, \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 el nombre del Se\u00f1or\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 nombre de Dios en<\/p>

                                                                tu Dios, porque el \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 tu Dios…\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 vano.<\/p>

                                                                Se\u00f1or no dejar\u00e1 sin<\/p>

                                                                castigo a quien toma<\/p>

                                                                su nombre en falso.<\/p>

                                                                Recuerda el d\u00eda del \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Guardar\u00e1s el d\u00eda del\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0 Santificar\u00e1s<\/p>

                                                                s\u00e1bado para \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 s\u00e1bado para\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 las fiestas.<\/p>

                                                                santificarlo. Seis d\u00edas \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 santificarlo.<\/p>

                                                                trabajar\u00e1s y har\u00e1s<\/p>

                                                                todos tus trabajos,<\/p>

                                                                pero el d\u00eda s\u00e9ptimo es<\/p>

                                                                d\u00eda de descanso para<\/p>

                                                                el Se\u00f1or, tu Dios. No<\/p>

                                                                har\u00e1s ning\u00fan trabajo,<\/p>

                                                                ni t\u00fa, ni tu hijo, ni tu<\/p>

                                                                hija, ni tu siervo, ni tu<\/p>

                                                                sierva, ni tu ganado,<\/p>

                                                                ni el forastero que<\/p>

                                                                habita en tu ciudad.<\/p>

                                                                Pues en seis d\u00edas hizo<\/p>

                                                                el Se\u00f1or el cielo y la<\/p>

                                                                tierra, el mar y todo<\/p>

                                                                cuanto contienen, y el<\/p>

                                                                s\u00e9ptimo descans\u00f3; por<\/p>

                                                                eso bendijo el Se\u00f1or<\/p>

                                                                el d\u00eda del s\u00e1bado.<\/p>

                                                                Honra a tu padre y a \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Honra a tu padre y a\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Honrar\u00e1s a tu padre y<\/p>

                                                                tu madre para que se \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 tu madre.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 a tu madre.<\/p>

                                                                prolonguen tus d\u00edas<\/p>

                                                                sobre la tierra que el<\/p>

                                                                Se\u00f1or, tu Dios, te va a<\/p>

                                                                dar.<\/p>

                                                                No matar\u00e1s.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No matar\u00e1s.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No matar\u00e1s.<\/p>

                                                                No cometer\u00e1s \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No cometer\u00e1s\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No cometer\u00e1s actos<\/p>

                                                                adulterio.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 adulterio.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 impuros.<\/p>

                                                                No robar\u00e1s.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No robar\u00e1s.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No robar\u00e1s<\/p>

                                                                No dar\u00e1s falso \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No dar\u00e1s testimonio\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No dir\u00e1s falso<\/p>

                                                                testimonio contra tu pr\u00f3jimo\u00a0\u00a0 falso contra tu\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 pr\u00f3jimo.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Testimonio ni mentir\u00e1s.<\/p>

                                                                .\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0<\/p>

                                                                No codiciar\u00e1s la casa \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No desear\u00e1s la mujer\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No consentir\u00e1s<\/p>

                                                                de tu pr\u00f3jimo. No \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 de tu pr\u00f3jimo.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0 pensamientos ni<\/p>

                                                                codiciar\u00e1s la mujer de \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 deseos impuros<\/p>

                                                                tu pr\u00f3jimo, ni su \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No codiciar\u00e1s…<\/p>

                                                                siervo, ni su sierva, ni \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 nada que sea de tu\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No codiciar\u00e1s los<\/p>

                                                                su buey ni su asno, \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 pr\u00f3jimo.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 bienes ajenos.<\/p>

                                                                ni nada que sea de tu<\/p>

                                                                pr\u00f3jimo.<\/p>

                                                                SEGUNDA SECCION: LOS DIEZ MANDAMIENTOS<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cMaestro, \u00bfqu\u00e9 he de hacer…?\u201d<\/p>

                                                                2052\u00a0\u00a0 \u00abMaestro, \u00bfqu\u00e9 he de hacer yo de bueno para conseguir la vida eterna?\u00bb Al joven que le hace esta pregunta, Jes\u00fas responde primero invocando la necesidad de reconocer a Dios como \u00abel \u00fanico Bueno\u00bb, como el Bien por excelencia y como la fuente de todo bien. Luego Jes\u00fas le declara: \u00abSi quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos\u00bb. Y cita a su interlocutor los preceptos que se refieren al amor del pr\u00f3jimo: \u00abNo matar\u00e1s, no cometer\u00e1s adulterio, no robar\u00e1s, no levantar\u00e1s testimonio falso, honra a tu padre y a tu madre\u00bb. Finalmente, Jes\u00fas resume estos mandamientos de una manera positiva: \u00abAmar\u00e1s a tu pr\u00f3jimo como a ti mismo\u00bb (Mt 19,16-19).<\/p>

                                                                2053\u00a0\u00a0 A esta primera respuesta se a\u00f1ade una segunda: \u00abSi quieres ser perfecto, vete, vende lo que tienes y d\u00e1selo a los pobres, y tendr\u00e1s un tesoro en los cielos; luego ven, y s\u00edgueme\u00bb (Mt 19,21). Esta respuesta no anula la primera. El seguimiento de Jesucristo comprende el cumplir los mandamientos. La Ley no es abolida (cf Mt 5,17), sino que el hombre es invitado a encontrarla en la Persona de su Maestro, que es quien le da la plenitud perfecta. En los tres evangelios sin\u00f3pticos la llamada de Jes\u00fas, dirigida al joven rico, de seguirle en la obediencia del disc\u00edpulo, y en la observancia de los preceptos, es relacionada con el llamamiento a la pobreza y a la castidad (cf Mt 19,6-12. 21. 23-29). Los consejos evang\u00e9licos son inseparables de los mandamientos.<\/p>

                                                                2054\u00a0 Jes\u00fas recogi\u00f3 los diez mandamientos, pero manifest\u00f3 la fuerza del Esp\u00edritu operante ya en su letra. Predic\u00f3 la \u00abjusticia que sobrepasa la de los escribas y fariseos\u00bb (Mt 5,20), as\u00ed como la de los paganos (cf Mt 5,46-47). Desarroll\u00f3 todas las exigencias de los mandamientos: \u00abhab\u00e9is o\u00eddo que se dijo a los antepasados: No matar\u00e1s…Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, ser\u00e1 reo ante el tribunal\u00bb (Mt 5,21-22).<\/p>

                                                                2055\u00a0\u00a0 Cuando le hacen la pregunta \u00ab\u00bfcu\u00e1l es el mandamiento mayor de la Ley?\u00bb (Mt 22,36), Jes\u00fas responde: \u00abAmar\u00e1s al Se\u00f1or tu Dios con todo tu coraz\u00f3n, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a \u00e9ste: Amar\u00e1s a tu pr\u00f3jimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas\u00bb (Mt 22,37-40; cf Dt 6,5; Lv 19,18). El Dec\u00e1logo debe ser interpretado a la luz de este doble y \u00fanico mandamiento de la caridad, plenitud de la Ley:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En efecto, lo de: No adulterar\u00e1s, no matar\u00e1s, no robar\u00e1s, no codiciar\u00e1s y todos los dem\u00e1s preceptos, se resumen en esta f\u00f3rmula: Amar\u00e1s a tu pr\u00f3jimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al pr\u00f3jimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud (Rm 13,9-10).<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Dec\u00e1logo en la Sagrada Escritura<\/p>

                                                                2056\u00a0 La palabra \u00abDec\u00e1logo\u00bb significa literalmente \u00abdiez palabras\u00bb (Ex 34,28; Dt 4,13; 10,4). Estas \u00abdiez palabras\u00bb Dios las revel\u00f3 a su pueblo en la monta\u00f1a santa. Las escribi\u00f3 \u00abcon su Dedo\u00bb (Ex 31,18; Dt 5,22), a diferencia de los otros preceptos escritos por Mois\u00e9s (cf Dt 31,9.24). Constituyen palabras de Dios en un sentido eminente. Son trasmitidas en los libros del Exodo (cf Ex 20,1-17) y del Deuteronomio (cf Dt 5,6-22). Ya en el Antiguo Testamento, los libros santos hablan de las \u00abdiez palabras\u00bb (cf por ejemplo, Os 4,2; Jr 7,9; Ez 18,5-9); pero es en la nueva Alianza en Jesucristo donde ser\u00e1 revelado su pleno sentido.<\/p>

                                                                2057\u00a0\u00a0 El Dec\u00e1logo se comprende mejor cuando se lee en el contexto del Exodo, que es el gran acontecimiento liberador de Dios en el centro de la antigua Alianza. Las \u00abdiez palabras\u00bb, bien sean formuladas como preceptos negativos, prohibiciones o bien como mandamientos positivos (como \u00abhonra a tu padre y a tu madre\u00bb), indican las condiciones de una vida liberada de la esclavitud del pecado. El Dec\u00e1logo es un camino de vida:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Si amas a tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, sus preceptos y sus normas, vivir\u00e1s y te multiplicar\u00e1s\u00bb (Dt 30,16).<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Esta fuerza liberadora del Dec\u00e1logo aparece, por ejemplo, en el mandamiento del descanso del s\u00e1bado, destinado tambi\u00e9n a los extranjeros y a los esclavos:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Acu\u00e9rdate de que fuiste esclavo en el pa\u00eds de Egipto y de que tu Dios te sac\u00f3 de all\u00ed con mano fuerte y con tenso brazo (Dt 5,15).<\/p>

                                                                2058\u00a0 Las \u00abdiez palabras\u00bb resumen y proclaman la ley de Dios: \u00abEstas palabras dijo el Se\u00f1or a toda vuestra asamblea, en la monta\u00f1a, de en medio del fuego, la nube y la densa niebla, con voz potente, y nada m\u00e1s a\u00f1adi\u00f3. Luego las escribi\u00f3 en dos tablas de piedra y me las entreg\u00f3 a m\u00ed\u00bb (Dt 5,22). Por eso estas dos tablas son llamadas \u00abel Testimonio\u00bb (Ex 25,16), pues contienen las cl\u00e1usulas de la Alianza establecida entre Dios y su pueblo. Estas \u00abtablas del Testimonio\u00bb (Ex 31,18; 32,15; 34,29) se deben depositar en el \u00abarca\u00bb (Ex 25,16; 40,1-2).<\/p>

                                                                2059\u00a0 Las \u00abdiez palabras\u00bb son pronunciadas por Dios dentro de una teofan\u00eda (\u00abel Se\u00f1or os habl\u00f3 cara a cara en la monta\u00f1a, en medio del fuego\u00bb: Dt 5,4). Pertenecen a la revelaci\u00f3n que Dios hace de s\u00ed mismo y de su gloria. El don de los mandamientos es don de Dios y de su santa voluntad. Dando a conocer su voluntad, Dios se revela a su pueblo.<\/p>

                                                                2060\u00a0 El don de los mandamientos de la ley forma parte de la Alianza sellada por Dios con los suyos. Seg\u00fan el libro del Exodo, la revelaci\u00f3n de las \u00abdiez palabras\u00bb es concedida entre la proposici\u00f3n de la Alianza (cf Ex 19) y su conclusi\u00f3n (cf. Ex 24), despu\u00e9s que el pueblo se comprometi\u00f3 a \u00abhacer\u00bb todo lo que el Se\u00f1or hab\u00eda dicho y a \u00abobedecerlo\u00bb (Ex 24,7). El Dec\u00e1logo es siempre transmitido tras el recuerdo de la Alianza (\u00abel Se\u00f1or, nuestro Dios, estableci\u00f3 con nosotros una alianza en Horeb\u00bb: Dt 5,2).<\/p>

                                                                2061 Los mandamientos reciben su plena significaci\u00f3n en el interior de la Alianza. Seg\u00fan la Escritura, el obrar moral del hombre adquiere todo su sentido en y por la Alianza. La primera de las \u00abdiez palabras\u00bb recuerda el amor primero de Dios hacia su pueblo:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Como hab\u00eda habido, en castigo del pecado, paso del para\u00edso de la libertad a la servidumbre de este mundo, por eso la primera frase del Dec\u00e1logo, primera palabra de los mandamientos de Dios, se refiere a la libertad: \u00abyo soy el Se\u00f1or tu Dios, que te sac\u00f3 de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre\u00bb (Ex 20,2; Dt 5,6) (Or\u00edgenes, hom. in Ex. 8,1).<\/p>

                                                                2062\u00a0 Los mandamientos propiamente dichos vienen en segundo lugar. Expresan las implicaciones de la pertenencia a Dios instituida por la Alianza. La existencia moral es respuesta a la iniciativa amorosa del Se\u00f1or. Es reconocimiento, homenaje a Dios y culto de acci\u00f3n de gracias. Es cooperaci\u00f3n al plan que Dios realiza en la historia.<\/p>

                                                                2063\u00a0 La alianza y el di\u00e1logo entre Dios y el hombre est\u00e1n tambi\u00e9n confirmados por el hecho de que todas las obligaciones se enuncian en primera persona (\u00abYo soy el Se\u00f1or…\u00bb) y est\u00e1n dirigidas a otro sujeto (\u00abt\u00fa\u00bb). En todos los mandamientos de Dios hay un pronombre personal singular que designa el destinatario. Al mismo tiempo que a todo el pueblo, Dios da a conocer su voluntad a cada uno en particular:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Se\u00f1or prescribi\u00f3 el amor a Dios y ense\u00f1\u00f3 la justicia para con el pr\u00f3jimo a fin de que el hombre no fuese ni injusto, ni indigno de Dios. As\u00ed, por el Dec\u00e1logo, Dios preparaba al hombre para ser su amigo y tener un solo coraz\u00f3n con su pr\u00f3jimo…Las palabras del Dec\u00e1logo persisten tambi\u00e9n entre nosotros (cristianos). Lejos de ser abolidas, han recibido amplificaci\u00f3n y desarrollo por el hecho de la venida del Se\u00f1or en la carne (S. Ireneo, haer. 4,16,3-4).<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Dec\u00e1logo en la Tradici\u00f3n de la Iglesia<\/p>

                                                                2064\u00a0 Fiel a la Escritura y siguiendo el ejemplo de Jes\u00fas, la Tradici\u00f3n de la Iglesia ha reconocido en el Dec\u00e1logo una importancia y una significaci\u00f3n primordiales.<\/p>

                                                                2065\u00a0 Desde S. Agust\u00edn, los \u00abdiez mandamientos\u00bb ocupan un lugar preponderante en la catequesis de los futuros bautizados y de los fieles. En el siglo quince se tom\u00f3 la costumbre de expresar los preceptos del Dec\u00e1logo en f\u00f3rmulas rimadas, f\u00e1ciles de memorizar, y positivas. Estas f\u00f3rmulas est\u00e1n todav\u00eda en uso hoy. Los catecismos de la Iglesia han expuesto con frecuencia la moral cristiana siguiendo el orden de los \u00abdiez mandamientos\u00bb.<\/p>

                                                                2066\u00a0 La divisi\u00f3n y numeraci\u00f3n de los mandamientos ha variado en el curso de la historia. El presente catecismo sigue la divisi\u00f3n de los mandamientos establecida por S. Agust\u00edn y que se hizo tradicional en la Iglesia cat\u00f3lica. Es tambi\u00e9n la de las confesiones luteranas. Los Padres griegos realizaron una divisi\u00f3n algo distinta que se encuentra en las Iglesias ortodoxas y las comunidades reformadas.<\/p>

                                                                2067\u00a0 Los diez mandamientos enuncian las exigencias del amor de Dios y del pr\u00f3jimo. Los tres primeros se refieren m\u00e1s al amor de Dios y los otros siete m\u00e1s al amor del pr\u00f3jimo.<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Como la caridad comprende dos preceptos en los que el Se\u00f1or condensa toda la ley y los profetas…, as\u00ed los diez preceptos se dividen en dos tablas: tres est\u00e1n escritos en una tabla y siete en la otra (S. Agust\u00edn, serm. 33,2,2).<\/p>

                                                                2068\u00a0 El Concilio de Trento ense\u00f1a que los diez mandamientos obligan a los cristianos y que el hombre justificado est\u00e1 tambi\u00e9n obligado a observarlos (cf DS 1569-70). Y el Concilio Vaticano II lo afirma: \u00abLos obispos, como sucesores de los ap\u00f3stoles, reciben del Se\u00f1or…la misi\u00f3n de ense\u00f1ar a todos los pueblos y de predicar el Evangelio a todo el mundo para que todos los hombres, por la fe, el bautismo y el cumplimiento de los mandamientos, consigan la salvaci\u00f3n\u00bb (LG 24).<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La unidad del Dec\u00e1logo<\/p>

                                                                2069\u00a0 El Dec\u00e1logo forma un todo indisociable. Cada una de las \u00abdiez palabras\u00bb\u00a0 remite a cada una de las dem\u00e1s y al conjunto; se condicionan rec\u00edprocamente. Las dos tablas se iluminan mutuamente; forman una unidad org\u00e1nica. Transgredir un mandamiento es quebrantar todos los otros (cf St 2,10-11). No se puede honrar a otro sin bendecir a Dios su Creador. No se podr\u00eda adorar a Dios sin amar a todos los hombres, sus criaturas. El Dec\u00e1logo unifica la vida teologal y la vida social del hombre.<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Dec\u00e1logo y la ley natural<\/p>

                                                                2070\u00a0 Los diez mandamientos pertenecen a la revelaci\u00f3n de Dios. Nos ense\u00f1an al mismo tiempo la verdadera humanidad del hombre. Ponen de relieve los deberes esenciales y, por tanto, indirectamente los derechos fundamentales, inherentes a la naturaleza de la persona humana. El Dec\u00e1logo contiene una expresi\u00f3n privilegiada de la \u00abley natural\u00bb:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Desde el comienzo, Dios hab\u00eda puesto en el coraz\u00f3n de los hombres los preceptos de la ley natural. Primeramente se content\u00f3 con record\u00e1rselos. Esto fue el Dec\u00e1logo (S. Ireneo, haer. 4, 15, 1).<\/p>

                                                                2071 Aunque accesibles a la sola raz\u00f3n, los preceptos del Dec\u00e1logo han sido revelados. Para alcanzar un conocimiento completo y cierto de las exigencias de la ley natural, la humanidad pecadora necesitaba esta revelaci\u00f3n:<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En el estado de pecado, una explicaci\u00f3n plena de los mandamientos del Dec\u00e1logo result\u00f3 necesaria a causa del oscurecimiento de la luz de la raz\u00f3n y la desviaci\u00f3n de la voluntad (S. Buenaventura, sent. 4, 37, 1, 3).<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Conocemos los mandamientos de la ley de Dios por la revelaci\u00f3n divina que nos es propuesta en la Iglesia, y por la voz de la conciencia moral.<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La obligaci\u00f3n del Dec\u00e1logo<\/p>

                                                                2072\u00a0\u00a0 Los diez mandamientos, por expresar los deberes fundamentales del hombre hacia Dios y hacia su pr\u00f3jimo, revelan en su contenido primordial obligaciones graves. Son b\u00e1sicamente inmutables y su obligaci\u00f3n vale siempre y en todas partes. Nadie podr\u00eda dispensar de ellos. Los diez mandamientos est\u00e1n gravados por Dios en el coraz\u00f3n del ser humano.<\/p>

                                                                2073\u00a0\u00a0 La obediencia a los mandamientos implica tambi\u00e9n obligaciones cuya materia es en s\u00ed misma leve. As\u00ed, la injuria en palabra est\u00e1 prohibida por el quinto mandamiento, pero s\u00f3lo podr\u00eda ser una falta grave en funci\u00f3n de las circunstancias o de la intenci\u00f3n del que la profiere.<\/p>

                                                                \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abSin m\u00ed no pod\u00e9is hacer nada\u00bb<\/p>

                                                                2074\u00a0 Jes\u00fas dice: \u00abYo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en m\u00ed como yo en \u00e9l, \u00e9se da mucho fruto; porque sin m\u00ed no pod\u00e9is hacer nada\u00bb (Jn 15,5). El fruto evocado en estas palabras es la santidad de una vida fecundada por la uni\u00f3n con Cristo. Cuando creemos en Jesucristo, participamos en sus misterios y guardamos sus mandamientos, el Salvador mismo ama en nosotros a su Padre y a sus hermanos, nuestro Padre y nuestros hermanos. Su persona viene a ser, por obra del Esp\u00edritu, la norma viva e interior de nuestro obrar. \u00abEste es el mandamiento m\u00edo: que os am\u00e9is los unos a los otros como yo os he amado\u00bb (Jn 15,12).<\/p>

                                                                RESUMEN<\/p>

                                                                2075\u00a0\u00a0 \u00ab\u00bfQu\u00e9 he de hacer yo de bueno para conseguir la vida eterna?\u00bb – \u00abSi quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos\u00bb (Mt 19,16-17).<\/p>

                                                                2076\u00a0 Mediante su pr\u00e1ctica y su predicaci\u00f3n, Jes\u00fas manifest\u00f3 la perennidad del Dec\u00e1logo.<\/p>

                                                                2077\u00a0\u00a0 El don del Dec\u00e1logo fue concedido en el marco de la alianza establecida por Dios con su pueblo. Los mandamientos de Dios reciben su significado verdadero en y por esta Alianza.<\/p>

                                                                2078\u00a0 Fiel a la Escritura y siguiendo el ejemplo de Jes\u00fas, la Tradici\u00f3n de la Iglesia ha reconocido en el Dec\u00e1logo una importancia y una significaci\u00f3n primordial.<\/p>

                                                                2079\u00a0 El Dec\u00e1logo forma una unidad org\u00e1nica en que cada \u00abpalabra\u00bb o \u00abmandamiento\u00bb remite a todo el conjunto. Transgredir un mandamiento es quebrantar toda la ley (cf St 2,10-11).<\/p>

                                                                2080\u00a0 El Dec\u00e1logo contiene una expresi\u00f3n privilegiada de la ley natural. Lo conocemos por la revelaci\u00f3n divina y por la raz\u00f3n humana.<\/p>

                                                                2081 Los diez mandamientos, en su contenido fundamental, enuncian obligaciones graves. Sin embargo, la obediencia a estos preceptos implica tambi\u00e9n obligaciones cuya materia es, en s\u00ed misma, leve.<\/p>

                                                                2082\u00a0 Lo que Dios manda lo hace posible por su gracia.<\/p>

                                                                CAPITULO PRIMERO: \u201cAMARAS AL SE\u00d1OR TU DIOS CON TODO TU CORAZON, CON TODA TU ALMA Y CON TODAS TUS FUERZAS\u201d<\/p>

                                                                1. Jes\u00fas resumi\u00f3 los deberes del hombre para con Dios en estas palabras: \u00abAmar\u00e1s al Se\u00f1or tu Dios con todo tu coraz\u00f3n, con toda tu alma y con toda tu mente\u00bb (Mt 22,37; cf Lc 10,27: \u00ab…y con todas tus fuerzas\u00bb). Estas palabras siguen inmediatamente a la llamada solemne: \u00abEscucha, Israel: el Se\u00f1or nuestro Dios es el \u00fanico Se\u00f1or\u00bb (Dt 6,4).<\/li><\/ol>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios am\u00f3 primero. El amor del Dios Unico es recordado en la primera de las \u00abdiez palabras\u00bb. Los mandamientos explicitan a continuaci\u00f3n la respuesta de amor que el hombre est\u00e1 llamado a dar a su Dios.<\/p>

                                                                  Art\u00edculo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL PRIMER MANDAMIENTO<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Yo, el Se\u00f1or, soy tu Dios, que te ha sacado del pa\u00eds de Egipto, de la casa de servidumbre. No habr\u00e1 para ti otros dioses delante de m\u00ed. No te har\u00e1s escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni en lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrar\u00e1s ante ellas ni les dar\u00e1s culto\u00bb (Ex 20,2-5; cf Dt 5,6-9).<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Est\u00e1 escrito: Al Se\u00f1or tu Dios adorar\u00e1s, s\u00f3lo a \u00e9l dar\u00e1s culto (Mt 4,10).<\/p>

                                                                  I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cADORARAS AL SE\u00d1OR TU DIOS, Y LE DARAS CULTO\u201d<\/p>

                                                                  2084\u00a0 Dios se da a conocer recordando su acci\u00f3n todopoderosa, bondadosa y liberadora en la historia de aquel a quien se dirige: \u00abYo te saqu\u00e9 del pa\u00eds de Egipto, de la casa de servidumbre\u00bb. La primera palabra contiene el primer mandamiento de la ley: \u00abAdorar\u00e1s al Se\u00f1or tu Dios y le servir\u00e1s…no vay\u00e1is en pos de otros dioses\u00bb (Dt 6,13-14). La primera llamada y la justa exigencia de Dios consiste en que el hombre lo acoja y lo adore.<\/p>

                                                                  2085\u00a0 El Dios \u00fanico y verdadero revela primero su gloria a Israel (cf Ex 19,16-25; 24,15-18). La revelaci\u00f3n de la vocaci\u00f3n y de la verdad del hombre est\u00e1 ligada a la revelaci\u00f3n de Dios. El hombre tiene la vocaci\u00f3n de manifestar a Dios mediante su obrar en conformidad con su creaci\u00f3n \u00aba imagen y semejanza de Dios\u00bb:<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No habr\u00e1 jam\u00e1s otro Dios, Trif\u00f3n, y no ha habido otro desde los siglos sino el que ha hecho y ordenado el universo. Nosotros no pensamos que nuestro Dios es distinto del vuestro. Es el mismo que sac\u00f3 a vuestros padres de Egipto \u00abcon su mano poderosa y su brazo extendido\u00bb. Nosotros no ponemos nuestras esperanzas en otro, que no existe, sino en el mismo que vosotros, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob (S. Justino, dial. 11,1).<\/p>

                                                                  2086\u00a0 \u00abEl primero de los preceptos abarca la fe, la esperanza y la caridad. En efecto, quien dice Dios, dice un ser constante, inmutable, siempre el mismo, fiel, perfectamente justo. De ah\u00ed se sigue que nosotros debemos necesariamente aceptar sus Palabras y tener en \u00e9l una fe y una confianza completas. El es todopoderoso, clemente, infinitamente inclinado a hacer el bien. \u00bfQui\u00e9n podr\u00eda no poner en \u00e9l todas sus esperanzas? \u00bfY qui\u00e9n podr\u00e1 no amarlo contemplando todos los tesoros de bondad y de ternura que ha derramado en nosotros? De ah\u00ed esa f\u00f3rmula que Dios emplea en la Sagrada Escritura tanto al comienzo como al final de sus preceptos: `Yo soy el Se\u00f1or'\u00bb (Catec. R. 3,2,4).<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La fe<\/p>

                                                                  2087\u00a0 Nuestra vida moral tiene su fuente en la fe en Dios que nos revela su amor. S. Pablo habla de la \u00abobediencia de la fe\u00bb (Rm 1,5; 16,26) como de la primera obligaci\u00f3n. Hace ver en el \u00abdesconocimiento de Dios\u00bb el principio y la explicaci\u00f3n de todas las desviaciones morales (cf Rm 1,18-32). Nuestro deber para con Dios es creer en \u00e9l y dar testimonio de \u00e9l.<\/p>

                                                                  2088\u00a0 El primer mandamiento nos pide que alimentemos y guardemos con prudencia y vigilancia nuestra fe y que rechacemos todo lo que se opone a ella. Hay diversas maneras de pecar contra la fe:<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La duda voluntaria respecto a la fe descuida o rechaza tener por verdadero lo que Dios ha revelado y que la Iglesia propone creer. La duda involuntaria designa la vacilaci\u00f3n en creer, la dificultad de superar las objeciones ligadas a la fe o tambi\u00e9n la ansiedad suscitada por la oscuridad de \u00e9sta. Si es cultivada deliberadamente, la duda puede conducir a la ceguera del esp\u00edritu.<\/p>

                                                                  2089\u00a0 La incredulidad es la menosprecio de la verdad revelada o el rechazo voluntario de prestarle asentimiento. \u00abSe llama herej\u00eda la negaci\u00f3n pertinaz, despu\u00e9s de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y cat\u00f3lica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostas\u00eda es el rechazo total de la fe cristiana; cisma, el rechazo de la sujeci\u00f3n al Sumo Pont\u00edfice o de la comuni\u00f3n con los miembros de la Iglesia a \u00e9l sometidos\u00bb (CIC, can. 751).<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La esperanza<\/p>

                                                                  2090\u00a0 Cuando Dios se revela y llama al hombre, \u00e9ste no puede responder plenamente al amor divino por sus propias fuerzas. Debe esperar que Dios le d\u00e9 la capacidad de devolverle el amor y de obrar conforme a los mandamientos de la caridad. La esperanza es la espera confiada de la bendici\u00f3n divina y de la visi\u00f3n bienaventurada de Dios; es tambi\u00e9n el temor de ofender al amor de Dios y de provocar el castigo.<\/p>

                                                                  2091 El primer mandamiento condena tambi\u00e9n los pecados contra la esperanza, que son la desesperaci\u00f3n y la presunci\u00f3n:<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por la desesperaci\u00f3n, el hombre deja de esperar de Dios su salvaci\u00f3n personal, el auxilio para llegar a ella o el perd\u00f3n de sus pecados. Se opone a la Bondad de Dios, a su Justicia -porque el Se\u00f1or es fiel a sus promesas- y a su Misericordia.<\/p>

                                                                  2092\u00a0 Hay dos clases de presunci\u00f3n. O bien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de la omnipotencia o de la mise ricordia divinas, (esperando obtener su perd\u00f3n sin conversi\u00f3n y la gloria sin m\u00e9rito).<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La caridad<\/p>

                                                                  2093\u00a0 La fe en el amor de Dios encierra la llamada y la obligaci\u00f3n de responder a la caridad divina mediante un amor sincero. El primer mandamiento nos ordena amar a Dios sobre todas las criaturas por \u00e9l y a causa de \u00e9l (cf Dt 6,4-5).<\/p>

                                                                  2094\u00a0 Se puede pecar de diversas maneras contra el amor de Dios. La indiferencia olvida o rechaza la consideraci\u00f3n de la caridad divina; desprecia su acci\u00f3n preveniente y niega su fuerza. La ingratitud omite o se niega a reconocer la caridad divina y devolverle amor por amor. La tibieza es una vacilaci\u00f3n o una negligencia en responder al amor divino; puede implicar la negaci\u00f3n a entregarse al movimiento de la caridad. La acedia\u00a0 o pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentir horror por el bien divino. El odio de Dios tiene su origen en el orgullo; se opone al amor de Dios cuya bondad niega y lo maldice porque condena el pecado e inflige penas.<\/p>

                                                                  II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cA EL SOLO DARAS CULTO\u201d<\/p>

                                                                  2095\u00a0 Las virtudes teologales, fe esperanza y caridad, informan y vivifican las virtudes morales. As\u00ed, la caridad nos lleva a dar a Dios lo que en toda justicia le debemos en cuanto criaturas. La virtud de la religi\u00f3n nos dispone a esta actitud.<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La adoraci\u00f3n<\/p>

                                                                  2096\u00a0 La adoraci\u00f3n es el primer acto de la virtud de la religi\u00f3n. Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Se\u00f1or y Due\u00f1o de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso. \u00abAdorar\u00e1s al Se\u00f1or tu Dios y s\u00f3lo a \u00e9l dar\u00e1s culto\u00bb (Lc 4,8), dice Jes\u00fas citando el Deuteronomio (6,13).<\/p>

                                                                  2097\u00a0 Adorar a Dios es reconocer, en el respeto y la sumisi\u00f3n absoluta, la \u00abnada de la criatura\u00bb, que s\u00f3lo existe por Dios. Adorar a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse a s\u00ed mismo, como hace Mar\u00eda en el Magnificat, confesando con gratitud que \u00e9l ha hecho grandes cosas y que su nombre es santo (cf Lc 1,46-49). La adoraci\u00f3n del Dios \u00fanico libera al hombre del repliegue sobre s\u00ed mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatr\u00eda del mundo.<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n<\/p>

                                                                  2098\u00a0 Los actos de fe, esperanza y caridad que ordena el primer mandamiento se realizan en la oraci\u00f3n. La elevaci\u00f3n del esp\u00edritu hacia Dios es una expresi\u00f3n de nuestra adoraci\u00f3n a Dios: oraci\u00f3n de alabanza y de acci\u00f3n de gracia s, de intercesi\u00f3n y de s\u00faplica. La oraci\u00f3n es una condici\u00f3n indispensable para poder obedecer los mandamientos de Dios. \u00abEs preciso orar siempre sin desfallecer\u00bb (Lc 18,1).<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El sacrificio<\/p>

                                                                  2099\u00a0 Es justo ofrecer a Dios sacrificios en se\u00f1al de adoraci\u00f3n y de gratitud, de s\u00faplica y de comuni\u00f3n: \u00abToda acci\u00f3n realizada para unirse a Dios en la santa comuni\u00f3n y poder ser bienaventurado es un verdadero sacrificio\u00bb (S. Agust\u00edn, civ. 10,6).<\/p>

                                                                  2100 El sacrificio exterior, para ser aut\u00e9ntico, debe ser expresi\u00f3n del sacrificio espiritual. \u00abMi sacrificio es un esp\u00edritu contrito…\u00bb (Sal 51,19). Los profetas de la Antigua Alianza denunciaron con frecuencia los sacrificios hechos sin participaci\u00f3n interior (cf Am 5,21-25) o sin amor al pr\u00f3jimo (cf Is 1,10-20). Jes\u00fas recuerda las palabras del profeta Oseas: \u00abMisericordia quiero, que no sacrificio\u00bb (Mt 9,13; 12,7; cf Os 6,6). El \u00fanico sacrificio perfecto es el que ofreci\u00f3 Cristo en la cruz en ofrenda total al amor del Padre y por nuestra salvaci\u00f3n (cf Hb 9,13-14). Uni\u00e9ndonos a su sacrificio, podemos hacer de nuestra vida un sacrificio para Dios.<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Promesas y votos<\/p>

                                                                  2101 En varias circunstancias, el cristiano es llamado a hacer promesas a Dios. El bautismo y la confirmaci\u00f3n, el matrimonio y la ordenaci\u00f3n las exigen siempre. Por devoci\u00f3n personal, el cristiano puede tambi\u00e9n prometer a Dios un acto, una oraci\u00f3n, una limosna, una peregrinaci\u00f3n, etc. La fidelidad a las promesas hechas a Dios es una manifestaci\u00f3n de respeto a la Majestad divina y de amor hacia el Dios fiel.<\/p>

                                                                  2102 \u00abEl voto, es decir, la promesa deliberada y libre hecha a Dios acerca de un bien posible y mejor, debe cumplirse por la virtud de la religi\u00f3n\u00bb (CIC can.1191,1). El voto es un acto de devoci\u00f3n en el que el cristiano se consagra a Dios o le promete una obra buena. Por tanto, mediante el cumplimiento de sus votos da a Dios lo que le ha prometido y consagrado. Los Hechos de los Ap\u00f3stoles nos muestran a S. Pablo cumpliendo los votos que hab\u00eda hecho (cf Hch 18,18; 21,23-24).<\/p>

                                                                  2103 La Iglesia reconoce un valor ejemplar al voto de practicar los consejos evang\u00e9licos (cf CIC, can 654).<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La santa Iglesia se alegra de que haya en su seno muchos hombres y mujeres que siguen m\u00e1s de cerca y muestran m\u00e1s claramente el anonadamiento de Cristo, escogiendo la pobreza con la libertad de los hijos de Dios y renunciando a su voluntad propia. Estos, pues, se someten a los hombres por Dios en la b\u00fasqueda de la perfecci\u00f3n m\u00e1s all\u00e1 de lo que est\u00e1 mandado, para parecerse m\u00e1s a Cristo obediente (LG 42).<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En algunos casos, la Iglesia puede, por razones proporcionadas, dispensar de los votos y las promesas (cf CIC can.692; 1196-97).<\/p>

                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El deber social de la religi\u00f3n y el derecho a la libertad religiosa<\/p>

                                                                  1. \u00abTodos los hombres est\u00e1n obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo que se refiere a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y practicarla\u00bb (DH 1). Este deber se desprende de \u00absu misma naturaleza\u00bb (DH 2). No contradice al \u00abrespeto sincero\u00bb hacia las diversas religiones, que \u00abno pocas veces reflejan, sin embargo, un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres\u00bb (NA 2), ni a la exigencia de la caridad que empuja a los cristianos \u00aba tratar con amor, prudencia y paciencia a los hombres que viven en el error o en la ignorancia de la fe\u00bb (DH 14).<\/li><\/ol>
                                                                    1. El deber de dar a Dios un culto aut\u00e9ntico corresponde al hombre individual y socialmente. Esa es \u00abla doctrina tradicional cat\u00f3lica sobre el deber moral de los hombres y de las sociedades respecto a la religi\u00f3n verdadera y a la \u00fanica Iglesia de Cristo\u00bb (DH 1). Al evangelizar sin cesar a los hombres, la Iglesia trabaja para que puedan \u00abinformar con el esp\u00edritu cristiano el pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en la que cada uno vive\u00bb (AA 13). Deber social de los cristianos es respetar y suscitar en cada hombre el amor de la verdad y del bien. Les exige dar a conocer el culto de la \u00fanica verdadera religi\u00f3n, que subsiste en la Iglesia cat\u00f3lica y apost\u00f3lica (cf DH 1). Los cristianos son llamados a ser la luz del mundo (cf AA 13). La Iglesia manifiesta as\u00ed la realeza de Cristo sobre toda la creaci\u00f3n y, en particular, sobre las sociedades humanas (cf Le\u00f3n XIII, enc. \u00abInmortale Dei\u00bb; P\u00edo XI \u00abQuas primas\u00bb).<\/li><\/ol>

                                                                      2106 \u00abEn materia religiosa, ni se obligue a nadie a actuar contra su conciencia, ni se le impida que act\u00fae conforme a ella, p\u00fablica o privadamente, solo o asociado con otros\u00bb (DH 2). Este derecho se funda en la naturaleza misma de la persona humana, cuya dignidad le hace adherirse libremente a la verdad divina, que transciende el orden temporal. Por eso, \u00abpermanece a\u00fan en aquellos que no cumplen la obligaci\u00f3n de buscar la verdad y\u00a0 adherirse a ella\u00bb (DH 2).<\/p>

                                                                      2107 \u00abSi, teniendo en cuenta las circunstancias peculiares de los pueblos, se concede a una comunidad religiosa un reconocimiento civil especial en el ordenamiento jur\u00eddico de la sociedad, es necesario que al mismo tiempo se reconozca y se respete el derecho a la libertad en materia religiosa a todos los ciudadanos y comunidades religiosas\u00bb (DH 6).<\/p>

                                                                      2108 El derecho a la libertad religiosa no es ni la permisi\u00f3n moral de adherirse al error (cf Le\u00f3n XIII, enc. \u00abLibertas praestantissimum\u00bb), ni un derecho supuesto al error (cf P\u00edo XII, discurso 6 Diciembre 1953), sino un derecho natural de la persona humana a la libertad civil, es decir, a la inmunidad de coacci\u00f3n exterior, en los justos l\u00edmites, en materia religiosa por parte del poder pol\u00edtico. Este derecho natural debe ser reconocido en el orden jur\u00eddico de la sociedad de manera que constituya un derecho civil (cf DH 2).<\/p>

                                                                      2109 El derecho a la libertad religiosa no puede ser de suyo ni ilimitado (cf P\u00edo VI, breve \u00abQuod aliquantum\u00bb), ni limitado solamente por un \u00aborden p\u00fablico\u00bb concebido de manera positivista o naturalista (cf P\u00edo IX, enc. \u00abQuanta cura\u00bb). Los \u00abjustos l\u00edmites\u00bb que le son inherentes deben ser determinados para cada situaci\u00f3n social por la prudencia pol\u00edtica, seg\u00fan las exigencias del bien com\u00fan, y ratificados por la autoridad civil seg\u00fan \u00abnormas jur\u00eddicas, conforme con el orden objetivo moral\u00bb (DH 7).<\/p>

                                                                      III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cNO HABRA PARA TI OTROS DIOSES DELANTE DE MI\u201d<\/p>

                                                                      2110 El primer mandamiento proh\u00edbe honrar a dioses distintos del Unico Se\u00f1or que se revel\u00f3 a su pueblo. Proscribe la superstici\u00f3n y la irreligi\u00f3n. La superstici\u00f3n representa en cierta manera un exceso perverso de religi\u00f3n. La irreligi\u00f3n es un vicio opuesto por defecto a la virtud de la religi\u00f3n.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La superstici\u00f3n<\/p>

                                                                      2111\u00a0 La superstici\u00f3n es la desviaci\u00f3n del sentimiento religioso y de las pr\u00e1cticas que impone. Puede afectar tambi\u00e9n al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se atribuye una importancia, de alg\u00fan modo, m\u00e1gica a ciertas pr\u00e1cticas, por otra parte, leg\u00edtimas o necesarias. Atribuir su eficacia a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones interiores que exigen, es caer en la superstici\u00f3n (cf Mt 23,16-22).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La idolatr\u00eda<\/p>

                                                                      2112\u00a0 El primer mandamiento condena el polite\u00edsmo. Exige al hombre no creer en m\u00e1s dioses que el Dios verdadero. Y no venerar otras divinidades que al \u00fanico Dios. La Escritura recuerda constantemente este rechazo de los \u00ab\u00eddolos, oro y plata, obra de las manos de los hombres\u00bb, que \u00abtienen boca y no hablan, ojos y no ven…\u00bb Estos \u00eddolos vanos hacen vano al que les da culto: \u00abComo ellos ser\u00e1n los que los hacen, cuantos en ellos ponen su confianza\u00bb (Sal 115,4-5.8; cf. Is 44,9-20; Jr 10,1-16; Dn 14,1-30; Ba 6; Sb 13,1-15,19). Dios, por el contrario, es el \u00abDios vivo\u00bb (Jos 3,10; Sal 42,3, etc.), que da vida e interviene en la historia.<\/p>

                                                                      2113\u00a0 La idolatr\u00eda no se refiere s\u00f3lo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentaci\u00f3n constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios. Hay idolatr\u00eda desde que el hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios. Tr\u00e1tese de dioses o de demonios (por ejemplo, el satanismo), de poder, de placer, de la raza, de los antepasados, del Estado, del dinero, etc. \u00abNo pod\u00e9is servir a Dios y al dinero\u00bb, dice Jes\u00fas (Mt 6,24). Numerosos m\u00e1rtires han muerto por no adorar a \u00abla Bestia\u00bb (cf Ap 13-14), neg\u00e1ndose incluso a simular su culto. La idolatr\u00eda rechaza el \u00fanico Se\u00f1or\u00edo de Dios; es, por tanto, incompatible con la comuni\u00f3n divina (cf G\u00e1l 5,20; Ef 5,5).<\/p>

                                                                      2114\u00a0 La vida humana se unifica en la adoraci\u00f3n del Dios Unico. El mandamiento de adorar al \u00fanico Se\u00f1or da unidad al hombre y lo salva de una dispersi\u00f3n infinita. La idolatr\u00eda es una perversi\u00f3n del sentido religioso innato en el hombre. El id\u00f3latra es el que \u00abaplica a cualquier cosa en lugar de Dios su indestructible noci\u00f3n de Dios\u00bb (Or\u00edgenes, Cels. 2,40).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Adivinaci\u00f3n y magia<\/p>

                                                                      2115\u00a0 Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste en ponerse con confianza en las manos de la Providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto. La imprevisi\u00f3n puede constituir una falta de responsabilidad.<\/p>

                                                                      2116 Todas las formas de adivinaci\u00f3n deben rechazarse: recurso a Sat\u00e1n o a los demonios, evocaci\u00f3n de los muertos, y otras pr\u00e1cticas que equivocadamente se supone \u00abdesvelan\u00bb el porvenir (cf Dt 18,10; Jr 29,8). La consulta de hor\u00f3scopos, la astrolog\u00eda, la quiromancia, la interpretaci\u00f3n de presagios y de suertes, los fen\u00f3menos de visi\u00f3n, el recurso a \u00abmediums\u00bb encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de conciliarse los poderes ocultos. Est\u00e1n en contradicci\u00f3n con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios.<\/p>

                                                                      2117\u00a0 Todas las pr\u00e1cticas de magia o de hechicer\u00eda mediante las que se pretende domesticar las potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el pr\u00f3jimo -aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religi\u00f3n. Estas pr\u00e1cticas son m\u00e1s condenables a\u00fan cuando van acompa\u00f1adas de una intenci\u00f3n de da\u00f1ar a otro o recurren a la intervenci\u00f3n de los demonios. El llevar amuletos es tambi\u00e9n reprensible. El espiritismo implica con frecuencia pr\u00e1cticas adivinatorias o m\u00e1gicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de \u00e9l. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legitima ni la invocaci\u00f3n de las potencias malignas, ni la explotaci\u00f3n de la credulidad del pr\u00f3jimo.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La irreligi\u00f3n<\/p>

                                                                      2118 El primer mandamiento de Dios reprueba los principales pecados de irreligi\u00f3n, la acci\u00f3n de tentar a Dios en palabras o en obras, el sacrilegio y la simon\u00eda.<\/p>

                                                                      2119 La acci\u00f3n de tentar a Dios consiste en poner a prueba de palabra o de obra, su bondad y su omnipotencia. As\u00ed es como Sat\u00e1n quer\u00eda conseguir de Jes\u00fas que se arrojara del templo y obligase a Dios, mediante este gesto, a actuar (cf Lc 4,9). Jes\u00fas le opone las palabras de Dios: \u00abNo tentar\u00e1s al Se\u00f1or tu Dios\u00bb (Dt 6,16). El reto que contiene este tentar a Dios lesiona el respeto y la confianza que debemos a nuestro Criador y Se\u00f1or. Incluye siempre una duda respecto a su amor, su providencia y su poder (cf 1 Co 10.9; Ex 17,2-7; Sal 95,9).<\/p>

                                                                      2120 El sacrilegio consiste en profanar o tratar indignamente los sacramentos y las otras acciones lit\u00fargicas, as\u00ed como las personas, las cosas y los lugares consagrados a Dios. El sacrilegio es un pecado grave sobre todo cuando es cometido contra la Eucarist\u00eda, pues en este sacramento el Cuerpo de Cristo se nos hace presente sustancialmente (cf CIC, can. 1367; 1376).<\/p>

                                                                      2121\u00a0 La simon\u00eda (cf Hch 8,9-24) se define como la compra o venta de las realidades espirituales. A Sim\u00f3n el mago, que quiso comprar el poder espiritual del que vio dotado a los ap\u00f3stoles, Pedro le responde: \u00abVaya tu dinero a la perdici\u00f3n y t\u00fa con \u00e9l, pues has pensado que el don de Dios se compra con dinero\u00bb (Hch 8,20). As\u00ed se ajustaba a las palabras de Jes\u00fas: \u00abGratis lo recibisteis, dadlo gratis\u00bb (Mt 10,8; cf Is 55,1). Es imposible apropiarse de los bienes espirituales y de comportarse respecto a ellos como un posesor o un due\u00f1o, pues tienen su fuente en Dios. S\u00f3lo es posible recibirlos gratuitamente de \u00e9l.<\/p>

                                                                      2122 \u00abFuera de las ofrendas determinadas por la autoridad competente, el ministro no debe pedir nada por la administraci\u00f3n de los sacramentos, y ha de procurar siempre que los necesitados no queden privados de la ayuda de los sacramentos por raz\u00f3n de su pobreza\u00bb (CIC, can. 848). La autoridad competente puede fijar estas \u00abofrendas\u00bb atendiendo al principio de que el pueblo cristiano debe subvenir al sostenimiento de los ministros de la Iglesia. \u00abEl obrero merece su sustento\u00bb (Mt 10,10; cf Lc 10,7; 1 Co 9,5-18; 1 Tm 5,17-18).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El ate\u00edsmo<\/p>

                                                                      2123 \u00abMuchos de nuestros contempor\u00e1neos no perciben de ninguna manera esta uni\u00f3n \u00edntima y vital con Dios o la rechazan expl\u00edcitamente , hasta tal punto que el ate\u00edsmo debe ser considerado entre los problemas m\u00e1s graves de esta \u00e9poca\u00bb (GS 19,1).<\/p>

                                                                      2124 El nombre de ate\u00edsmo abarca fen\u00f3menos muy diversos. Una forma frecuente del mismo es el materialismo pr\u00e1ctico, que limita sus necesidades y sus ambiciones al espacio y al tiempo. El humanismo ateo considera falsamente que el hombre es \u00abel fin de s\u00ed mismo, el art\u00edfice y demiurgo \u00fanico de su propia historia\u00bb (GS 20,1). Otra forma del ate\u00edsmo contempor\u00e1neo espera la liberaci\u00f3n del hombre de una liberaci\u00f3n econ\u00f3mica y social a la que \u00abla religi\u00f3n, por su propia naturaleza, es un obst\u00e1culo para esta liberaci\u00f3n, porque, al orientar la esperanza del hombre hacia una vida futura ilusoria, lo apartar\u00eda de la construcci\u00f3n de la ciudad terrena\u00bb (GS 20,2).<\/p>

                                                                      2125 En cuanto rechaza o niega la existencia de Dios, el ate\u00edsmo es un pecado contra la virtud de la religi\u00f3n (cf Rm 1,18). La imputabilidad de esta falta puede quedar ampliamente disminuida en virtud de las intenciones y de las circunstancias. En la g\u00e9nesis y difusi\u00f3n del ate\u00edsmo \u00abpuede corresponder a los creyentes una parte no peque\u00f1a; en cuanto que, por descuido en la educaci\u00f3n para la fe, por una exposici\u00f3n falsificada de la doctrina, o tambi\u00e9n por los defectos de su vida religiosa, moral y social, puede decirse que han velado el verdadero rostro de Dios y de la religi\u00f3n, m\u00e1s que revelarlo\u00bb (GS 19,3).<\/p>

                                                                      2126 Con frecuencia el ate\u00edsmo se funda en una concepci\u00f3n falsa de la autonom\u00eda humana, llevada hasta el rechazo de toda dependencia respecto a Dios (cf GS 20,1). Sin embargo, \u00abel reconocimiento de Dios no se opone en ning\u00fan modo a la dignidad del hombre, ya que esta dignidad se funda y se perfecciona en el mismo Dios\u00bb (GS 21,3). \u00abLa Iglesia sabe muy bien que su mensaje conecta con los los deseos m\u00e1s profundos del coraz\u00f3n humano\u00bb (GS 21,7).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El agnosticismo<\/p>

                                                                      2127 El agnosticismo reviste varias formas. En ciertos casos, el agn\u00f3stico se resiste a negar a Dios; al contrario, postula la existencia de un ser transcendente que no podr\u00eda revelarse y del que nadie podr\u00eda decir nada. En otros casos, el agn\u00f3stico no se pronuncia sobre la existencia de Dios, declarando que es imposible probarla e incluso afirmarla o negarla.<\/p>

                                                                      2128 El agnosticismo puede a veces contener una cierta b\u00fasqueda de Dios, pero puede igualmente representar un indiferentismo, una huida ante la cuesti\u00f3n \u00faltima de la existencia, y una pereza de la conciencia moral. El agnosticismo equivale con mucha frecuencia a un ate\u00edsmo pr\u00e1ctico.<\/p>

                                                                      IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cNO TE HARAS ESCULTURA NI IMAGEN ALGUNA…\u201d<\/p>

                                                                      2129 El mandamiento divino entra\u00f1aba la prohibici\u00f3n de toda representaci\u00f3n de Dios por mano del hombre. El Deuteronomio lo explica as\u00ed: \u00abPuesto que no visteis figura alguna el d\u00eda en que el Se\u00f1or os habl\u00f3 en el Horeb de en medio del fuego, no vay\u00e1is a prevaricar y os hag\u00e1is alguna escultura de cualquier representaci\u00f3n que sea…\u00bb (Dt 4,15-16). Quien se revela a Israel es el Dios absolutamente Transcendente. \u00abEl lo es todo\u00bb, pero al mismo tiempo \u00abest\u00e1 por encima de todas sus obras\u00bb (Si 43,27-28). Es la fuente de toda belleza creada (cf Sb 13,3).<\/p>

                                                                      2130 Sin embargo, ya en el Antiguo Testamento Dios orden\u00f3 o permiti\u00f3 la instituci\u00f3n de im\u00e1genes que conducir\u00edan simb\u00f3licamente a la salvaci\u00f3n por el Verbo encarnado: la serpiente de bronce (cf Nm 21,4-9; Sb 16,5-14; Jn 3,14-15), el arca de la Alianza y los querubines (cf Ex 25, 10-12; 1 R 6,23-28; 7,23-26).<\/p>

                                                                      2131\u00a0 Fund\u00e1ndose en el misterio del Verbo encarnado, el s\u00e9ptimo Concilio ecum\u00e9nico (celebrado en Nicea en 787), justific\u00f3 contra los iconoclastas el culto de las im\u00e1genes: las de Cristo, pero tambi\u00e9n las de la Madre de Dios, de los \u00e1ngeles y de todos los santos. Encarn\u00e1ndose, el Hijo de Dios inaugur\u00f3 una nueva \u00abeconom\u00eda\u00bb de las im\u00e1genes.<\/p>

                                                                      2132 El culto cristiano de las im\u00e1genes no es contrario al primer mandamiento que proscribe los \u00eddolos. En efecto, \u00abel honor dado a una imagen se remonta al modelo original\u00bb (S. Basilio, spir. 18,45), \u00abel que venera una imagen, venera en ella la persona que en ella est\u00e1 representada\u00bb (Cc. de Nicea II: DS 601; cf Cc. de Trento: DS 1821-25; Cc. Vaticano II: SC 126; LG 67). El honor tributado a las im\u00e1genes sagradas es una \u00abveneraci\u00f3n respetuosa\u00bb, no una adoraci\u00f3n, que s\u00f3lo corresponde a Dios:<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El culto de la religi\u00f3n no se dirige a las im\u00e1genes en s\u00ed mismas como realidades, sino que las mira bajo su aspecto propio de im\u00e1genes que nos conducen a Dios encarnado. Ahora bien, el movimiento que se dirige a la imagen en cuanto tal, no se detiene en ella sino que tiende a la realidad de que ella es imagen (S. Tom\u00e1s de Aquino, s. th. 2-2, 81, 3, ad 3).<\/p>

                                                                      RESUMEN<\/p>

                                                                      2133 \u00abAmar\u00e1s al Se\u00f1or tu Dios con todo tu coraz\u00f3n, con toda tu alma y con todas tus fuerzas\u00bb (Dt 6,5).<\/p>

                                                                      2134 El primer mandamiento llama al hombre para que crea en Dios, espere en \u00e9l y lo ame sobre todas las cosas.<\/p>

                                                                      2135 \u00abAl Se\u00f1or tu Dios adorar\u00e1s\u00bb (Mt 4,10). Adorar a Dios, orar a \u00e9l, ofrecerle el culto que le corresponde, cumplir las promesas y los votos que se le han hecho, son actos de la virtud de la religi\u00f3n que constituyen la obediencia al primer mandamiento.<\/p>

                                                                      2136 El deber de dar a Dios un culto aut\u00e9ntico concierne al hombre individual y socialmente.<\/p>

                                                                      2137 El hombre debe \u00abpoder profesar libremente la religi\u00f3n en p\u00fablico y en privado\u00bb (DH 15).<\/p>

                                                                      2138 La superstici\u00f3n es una desviaci\u00f3n del culto que debemos al verdadero Dios. Desemboca en la idolatr\u00eda y en las distintas formas de adivinaci\u00f3n y de magia.<\/p>

                                                                      2139 La acci\u00f3n de tentar a Dios de palabra o de obra, el \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 sacrilegio, la simon\u00eda, son pecados de irreligi\u00f3n, prohibidos por el primer mandamiento.<\/p>

                                                                      2140 En cuanto niega o rechaza la existencia de Dios, el ate\u00edsmo es un pecado contra el primer mandamiento.<\/p>

                                                                      2141\u00a0 El culto de las im\u00e1genes sagradas est\u00e1 fundado en el misterio de la Encarnaci\u00f3n del Verbo de Dios. No es contrario al primer mandamiento.<\/p>

                                                                      Art\u00edculo 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL SEGUNDO MANDAMIENTO<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abNo tomar\u00e1s en falso el nombre del Se\u00f1or tu Dios\u00bb (Ex 20,7; Dt 5,11).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abSe dijo a los antepasados: `No perjurar\u00e1s’…Pues yo os digo que no jur\u00e9is en modo alguno\u00bb (Mt 5,33-34).<\/p>

                                                                      I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL NOMBRE DEL SE\u00d1OR ES SANTO<\/p>

                                                                      2142 El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre del Se\u00f1or. Pertenece, como el primer mandamiento, a la virtud de la religi\u00f3n y regula m\u00e1s particularmente nuestro uso de la palabra en las cosas santas.<\/p>

                                                                      2143 Entre todas las palabras de la revelaci\u00f3n hay una, singular, que es la revelaci\u00f3n de su Nombre. Dios conf\u00eda su nombre a los que creen en \u00e9l; se revela a ellos en su misterio personal. El don del Nombre pertenece al orden de la confidencia y la intimidad. \u00abEl nombre del Se\u00f1or es santo\u00bb. Por eso el hombre no puede usar mal de \u00e9l. Lo debe guardar en la memoria en un silencio de adoraci\u00f3n amorosa (cf Za 2,17). No lo har\u00e1 intervenir en sus propias palabras sino para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo (cf Sal 29,2; 96,2; 113, 1-2).<\/p>

                                                                      2144 La deferencia respecto a su Nombre expresa la que es debida al misterio de Dios mismo y a toda la realidad sagrada que evoca. El sentido de lo sagrado pertenece a la virtud de la religi\u00f3n:<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los sentimientos de temor y de \u00ablo sagrado\u00bb \u00bfson sentimientos cristianos o no? Nadie puede dudar razonablemente de ello. Son los sentimientos que tend r\u00edamos, y en un grado intenso, si tuvi\u00e9semos la visi\u00f3n del Dios soberano. Son los sentimientos que tendr\u00edamos si verific\u00e1semos su presencia. En la medida en que creemos que est\u00e1 presente, debemos tenerlos. No tenerlos es no verificar, no creer que est\u00e1 presente (Newman, par. 5,2).<\/p>

                                                                      2145 El fiel debe dar testimonio del nombre del Se\u00f1or confesando su fe sin ceder al temor (cf Mt 10,32; 1 Tm 6,12). La predicaci\u00f3n y la catequesis deben estar penetradas de adoraci\u00f3n y de respeto hacia el nombre de Nuestro Se\u00f1or Jesucristo.<\/p>

                                                                      2146 El segundo mandamiento proh\u00edbe usar mal del nombre de Dios, es decir, todo uso inconveniente del nombre de Dios, de Jesucristo, de la Virgen Mar\u00eda y de todos los santos.<\/p>

                                                                      2147 Las promesas hechas a otro en nombre de Dios comprometen el honor, la fidelidad, la veracidad y la autoridad divinas. Deben ser respetadas en justicia. Ser infiel a ellas es usar mal el nombre de Dios y, en cierta manera, hacer de Dios un mentiroso (cf 1 Jn 1,10).<\/p>

                                                                      2148 La blasfemia se opone directamente al segundo mandamiento. Consiste en proferir contra Dios -interior o exteriormente- palabras de odio, de reproche, de desaf\u00edo; en decir mal de Dios, faltarle al respeto, en las conversaciones, usar mal el nombre de Dios. Santiago reprueba a \u00ablos que blasfeman el hermoso Nombre (de Jes\u00fas) que ha sido invocado sobre ellos\u00bb (St 2,7). La prohibici\u00f3n de la blasfemia se extiende a las palabras contra la Iglesia de Cristo, los santos y las cosas sagradas. Es tambi\u00e9n blasfemo recurrir al nombre de Dios para justificar pr\u00e1cticas criminales, reducir pueblos a servidumbre, torturar o dar muerte. El abuso del nombre de Dios para cometer un crimen provoca el rechazo de la religi\u00f3n.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La blasfemia es contraria al respeto debido a Dios y a su santo nombre. Es de suyo un pecado grave (cf CIC, can 1369).<\/p>

                                                                      2149 Los palabras mal sonantes que emplean el nombre de Dios sin intenci\u00f3n de blasfemar son una falta de respeto hacia el Se\u00f1or. El segundo mandamiento proh\u00edbe tambi\u00e9n el uso m\u00e1gico del Nombre divino.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Nombre de Dios es grande donde se pronuncia con el respeto debido a su grandeza y a su Majestad. El nombre de Dios es santo donde se le nombra con veneraci\u00f3n y el temor de ofenderle (S. Agust\u00edn, serm. Dom. 2, 45, 19).<\/p>

                                                                      II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 TOMAR EL NOMBRE DEL SE\u00d1OR EN VANO<\/p>

                                                                      2150 El segundo mandamiento prohibe el falso juramento . Hacer juramento o jurar es tomar a Dios por testigo de lo que se afirma. Es invocar la veracidad divina como garant\u00eda de la propia veracidad. El juramento compromete el nombre del Se\u00f1or. \u00abAl Se\u00f1or tu Dios temer\u00e1s, a \u00e9l le servir\u00e1s, por su nombre jurar\u00e1s\u00bb (Dt 6,13).<\/p>

                                                                      2151\u00a0 La reprobaci\u00f3n del falso juramento es un deber para con Dios. Como Creador y Se\u00f1or, Dios es la norma de toda verdad. La palabra humana est\u00e1 de acuerdo o en oposici\u00f3n con Dios que es la Verdad misma. El juramento, cuando es veraz y leg\u00edtimo, pone de relieve la relaci\u00f3n de la palabra humana con la verdad de Dios. El falso juramento invoca a Dios como testigo de una mentira.<\/p>

                                                                      2152 Es perjuro quien, bajo juramento, hace una promesa que no tiene intenci\u00f3n de cumplir, o que, despu\u00e9s de haber prometido bajo juramento, no la mantiene. El perjurio constituye una grave falta de respeto hacia el Se\u00f1or de toda palabra. Comprometerse mediante juramento a hacer una obra mala es contrario a la santidad del Nombre divino.<\/p>

                                                                      2153 Jes\u00fas expuso el segundo mandamiento en el Serm\u00f3n de la Monta\u00f1a: \u00abHab\u00e9is o\u00eddo que se dijo a los antepasados: `no perjurar\u00e1s, sino que cumplir\u00e1s al Se\u00f1or tus juramentos’. Pues yo os digo que no jur\u00e9is en modo alguno…sea vuestro lenguaje: `s\u00ed, s\u00ed’; `no, no’: que lo que pasa de aqu\u00ed viene del Maligno\u00bb (Mt 5,33-34. 37; cf St 5,12). Jes\u00fas ense\u00f1a que todo juramento implica una referencia a Dios y que la presencia de Dios y de su verdad debe ser honrada en toda palabra. La discreci\u00f3n del recurso a Dios al hablar va unida a la atenci\u00f3n respetuosa a su presencia, reconocida o menospreciada en cada una de nuestras afirmaciones.<\/p>

                                                                      2154 Siguiendo a San Pablo (cf 2 Co 1,23; Gal 1,20), la tradici\u00f3n de la Iglesia ha comprendido las palabras de Jes\u00fas en el sentido de que no se oponen al juramento cuando \u00e9ste se hace por una causa grave y justa (por ejemplo, ante el tribunal). \u00abEl juramento, es decir, la invocaci\u00f3n del Nombre de Dios como testigo de la verdad, s\u00f3lo puede prestarse con verdad, con sensatez y con justicia\u00bb (CIC, can. 1199,1).<\/p>

                                                                      2155 La santidad del nombre divino exige no recurrir a \u00e9l para cosas f\u00fatiles, y no prestar juramento en circunstancias que pudieran hacerlo interpretar como una aprobaci\u00f3n del poder que lo exigiese injustamente. Cuando el juramento es exigido por autoridades civiles ileg\u00edtimas, puede ser rechazado. Debe serlo, cuando es impuesto con fines contrarios a la dignidad de las personas o a la comuni\u00f3n de la Iglesia.<\/p>

                                                                      III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL NOMBRE CRISTIANO<\/p>

                                                                      2156 El sacramento del Bautismo es conferido \u00aben el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo\u00bb (Mt 28,19). En el bautismo, el nombre del Se\u00f1or santifica al hombre, y el cristiano recibe su nombre en la Iglesia. Este puede ser el de un santo, es decir, de un disc\u00edpulo que vivi\u00f3 una vida de fidelidad ejemplar a su Se\u00f1or. Al ser puesto bajo el patrocinio de un santo, se le ofrece un modelo de caridad y se le asegura su intercesi\u00f3n. El \u00abnombre de bautismo\u00bb puede expresar tambi\u00e9n un misterio cristiano o una virtud cristiana. \u00abProcuren los padres, los padrinos y el p\u00e1rroco que no se imponga un nombre ajeno al sentir cristiano\u00bb (CIC, can. 855).<\/p>

                                                                      2157 El cristiano comienza su jornada, sus oraciones y sus acciones con la se\u00f1al de la cruz, \u00aben el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo. Am\u00e9n\u00bb. El bautizado consagra la jornada a la gloria de Dios e invoca la gracia del Se\u00f1or que le permite actuar en el Esp\u00edritu como hijo del Padre. La se\u00f1al de la cruz nos fortalece en las tentaciones y en las dificultades.<\/p>

                                                                      2158 Dios llama a cada uno por su nombre (cf Is 43,1; Jn 10,3). El nombre de todo hombre es sagrado. El nombre es la imagen de la persona. Exige respeto en se\u00f1al de la dignidad del que lo lleva.<\/p>

                                                                      2159 El nombre recibido es un nombre de eternidad. En el reino, el car\u00e1cter misterioso y \u00fanico de cada persona marcada con el nombre de Dios brillar\u00e1 en plena luz. \u00abAl vencedor…le dar\u00e9 una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita, un nombre nuevo que nadie conoce, sino el que lo recibe\u00bb (Ap 2,17). \u00abMir\u00e9 entonces y hab\u00eda un Cordero, que estaba en pie sobre el monte Si\u00f3n, y con \u00e9l ciento cuarenta y cuatro mil, que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre\u00bb (Ap 14,1).<\/p>

                                                                      RESUMEN<\/p>

                                                                      2160 \u00abSe\u00f1or, Dios Nuestro, \u00a1qu\u00e9 admirable es tu nombre por toda la tierra!\u00bb (Sal 8,2).<\/p>

                                                                      2161 El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre del Se\u00f1or. El nombre del Se\u00f1or es santo.<\/p>

                                                                      2162 El segundo mandamiento proh\u00edbe todo uso inconveniente del Nombre de Dios. La blasfemia consiste en usar de una manera injuriosa el nombre de Dios, de Jesucristo , de la Virgen Mar\u00eda y de los santos.<\/p>

                                                                      2163 El falso juramento invoca a Dios como testigo de una mentira. El perjurio es una falta grave contra el Se\u00f1or, siempre fiel a sus promesas.<\/p>

                                                                      2164 \u00abNo jurar ni por Criador ni por criatura, si no fuere con verdad, necesidad y reverencia\u00bb (S. Ignacio de Loyola, ex. spir. 38).<\/p>

                                                                      2165 En el Bautismo, la Iglesia da un nombre al cristiano. Los padres, los padrinos y el p\u00e1rroco deben procurar que se d\u00e9 un nombre cristiano al que es bautizado. El patrocinio de un santo ofrece un modelo de caridad y asegura su intercesi\u00f3n.<\/p>

                                                                      2166 El cristiano comienza sus oraciones y sus acciones con la se\u00f1al de la cruz \u00aben el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo. Am\u00e9n\u00bb.<\/p>

                                                                      2167 Dios llama a cada uno por su nombre (cf. Is 43,1).<\/p>

                                                                      Art\u00edculo 3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL TERCER MANDAMIENTO<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abRecuerda el d\u00eda del s\u00e1bado para santificarlo. Seis d\u00edas trabajar\u00e1s y har\u00e1s todos tus trabajos, pero el d\u00eda s\u00e9ptimo es d\u00eda de descanso para el Se\u00f1or, tu Dios. No har\u00e1s ning\u00fan trabajo\u00bb (Ex 20,8-10; cf. Dt 5,12-15).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abEl s\u00e1bado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el s\u00e1bado. De suerte que el Hijo del hombre tambi\u00e9n es se\u00f1or del s\u00e1bado\u00bb (Mc 2,27-28).<\/p>

                                                                      I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL DIA DEL SABADO<\/p>

                                                                      2168 El tercer mandamiento del Dec\u00e1logo proclama la santidad del s\u00e1bado: \u00abEl d\u00eda s\u00e9ptimo ser\u00e1 d\u00eda de descanso completo, consagrado al Se\u00f1or\u00bb (Ex 31,15).<\/p>

                                                                      2169 La Escritura hace a este prop\u00f3sito memoria de la creaci\u00f3n: \u00abPues en seis d\u00edas hizo el Se\u00f1or el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el s\u00e9ptimo descans\u00f3; por eso bendijo el Se\u00f1or el d\u00eda del s\u00e1bado y lo hizo sagrado\u00bb (Ex 20,11).<\/p>

                                                                      2170 La Escritura ve tambi\u00e9n en el d\u00eda del Se\u00f1or un memorial de la liberaci\u00f3n de Israel de la esclavitud de Egipto: \u00abAcu\u00e9rdate de que fuiste esclavo en el pa\u00eds de Egipto y de que el Se\u00f1or tu Dios te sac\u00f3 de all\u00ed con mano fuerte y tenso brazo; por eso el Se\u00f1or tu Dios te ha mandado guardar el d\u00eda del s\u00e1bado\u00bb (Dt 5,15).<\/p>

                                                                      2171\u00a0 Dios confi\u00f3 a Israel el S\u00e1bado para que lo guardara como signo de la alianza inquebrantable (cf Ex 31,16). El S\u00e1bado es para el Se\u00f1or, santamente reservado a la alabanza de Dios, de su obra de creaci\u00f3n y de sus acciones salv\u00edficas en favor de Israel.<\/p>

                                                                      2172 El obrar de Dios es el modelo del obrar humano. Si Dios \u00abtom\u00f3 respiro\u00bb el d\u00eda s\u00e9ptimo (Ex 31,17), tambi\u00e9n el hombre debe \u00abholgar\u00bb y hacer que los otros, sobre todo los pobres, \u00abrecobren aliento\u00bb (Ex 23,12). El S\u00e1bado interrumpe los trabajos cotidianos y concede un respiro. Es un d\u00eda de protesta contra las servidumbres del trabajo y el culto al dinero (cf Ne 13, 15-22; 2 Cro 36,21).<\/p>

                                                                      2173 El evangelio relata numerosos incidentes en que Jes\u00fas es acusado de quebrantar la ley del s\u00e1bado. Pero Jes\u00fas nunca falta a la santidad de este d\u00eda (cf Mc 1,21; Jn 9,16). Da con autoridad la interpretaci\u00f3n aut\u00e9ntica de la misma: \u00abEl s\u00e1bado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el s\u00e1bado\u00bb (Mc 2,27). Con compasi\u00f3n, Cristo proclama que \u00abes l\u00edcito en s\u00e1bado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla\u00bb (Mc 3,4). El s\u00e1bado es el d\u00eda del Se\u00f1or de las misericordias y del honor de Dios (cf Mt 12,5; Jn 7,23). \u00abEl Hijo del hombre es se\u00f1or del s\u00e1bado\u00bb (Mc 2,28).<\/p>

                                                                      II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL DIA DEL SE\u00d1OR<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a1Este es el d\u00eda que ha hecho el Se\u00f1or, exultemos y goc\u00e9monos en \u00e9l! (Sal 118,24).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El d\u00eda de la Resurrecci\u00f3n: la nueva creaci\u00f3n<\/p>

                                                                      2174 Jes\u00fas resucit\u00f3 de entre los muertos \u00abel primer d\u00eda de la semana\u00bb (Mt 28,1; Mc 16,2; Lc 24,1; Jn 20,1). En cuanto \u00abprimer d\u00eda\u00bb, el d\u00eda de la Resurrecci\u00f3n de Cristo recuerda la primera creaci\u00f3n. En cuanto \u00aboctavo d\u00eda\u00bb, que sigue al s\u00e1bado (cf Mc 16,1; Mt 28,1), significa la nueva creaci\u00f3n inaugurada con la resurrecci\u00f3n de Cristo. Para los cristianos vino a ser el primero de todos los d\u00edas, la primera de todas las fiestas, el d\u00eda del Se\u00f1or (\u00abH\u00e8 kyriak\u00e8 h\u00e8mera\u00bb, \u00abdies dominica\u00bb), el \u00abdomingo\u00bb:<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Nos reunimos todos el d\u00eda del sol porque es el primer d\u00eda (despu\u00e9s del s\u00e1bado jud\u00edo, pero tambi\u00e9n el primer d\u00eda), en que Dios, sacando la materia de las tinieblas, cre\u00f3 al mundo; ese mismo d\u00eda, Jesucristo nuestro Salvador resucit\u00f3 de entre los muertos (S. Justino, Apol. 1,67).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El domingo, plenitud del s\u00e1bado<\/p>

                                                                      2175 El Domingo se distingue expresamente del s\u00e1bado, al que sucede cronol\u00f3gicamente cada semana, y cuya prescripci\u00f3n lit\u00fargica reemplaza para los cristianos. Realiza plenamente, en la Pascua de Cristo, la verdad espiritual del s\u00e1bado jud\u00edo y anuncia el descanso eterno del hombre en Dios. Porque el culto de la ley preparaba el misterio de Cristo, y lo que se practicaba en ella prefiguraba alg\u00fan rasgo relativo a Cristo (cf 1 Co 10,11):<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los que viv\u00edan seg\u00fan el orden de cosas antiguo han venido a la nueva esperanza, no observando ya el s\u00e1bado, sino el d\u00eda del Se\u00f1or, en el que nuestra vida es bendecida por \u00e9l y por su muerte (S. Ignacio de Antioqu\u00eda, Magn. 9,1).<\/p>

                                                                      2176 La celebraci\u00f3n del domingo observa la prescripci\u00f3n moral, inscrita en el coraz\u00f3n del hombre, de \u00bb dar a Dios un culto exterior, visible, p\u00fablico y regular bajo el signo de su bondad universal hacia los hombres\u00bb (S. Tom\u00e1s de Aquino, s. th. 2-2, 122,4). El culto dominical realiza el precepto moral de la Antigua Alianza, cuyo ritmo y esp\u00edritu recoge celebrando cada semana al Creador y Redentor de su pueblo.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La eucarist\u00eda dominical<\/p>

                                                                      2177 La celebraci\u00f3n dominical del D\u00eda y de la Eucarist\u00eda del Se\u00f1or tiene un papel principal\u00edsimo en la vida de la Iglesia. \u00abEl domingo en el que se celebra el misterio pascual, por tradici\u00f3n apost\u00f3lica, ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto\u00bb (CIC, can. 1246,1).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abIgualmente deben observarse los d\u00edas de Navidad, Epifan\u00eda, Ascensi\u00f3n, Sant\u00edsimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Santa Mar\u00eda Madre de Dios, Inmaculada Concepci\u00f3n y Asunci\u00f3n, San Jos\u00e9, Santos Ap\u00f3stoles Pedro y Pablo y, finalmente, todos los Santos\u00bb (CIC, can. 1246,1).<\/p>

                                                                      2178 Esta pr\u00e1ctica de la asamblea cristiana se remonta a los comienzos de la edad apost\u00f3lica (cf Hch 2,42-46; 1 Co 11,17). La carta a los Hebreos dice: \u00abno abandon\u00e9is vuestra asamblea, como algunos acostumbran hacerlo, antes bien, animaos mutuamente\u00bb (Hb 10,25).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La tradici\u00f3n conserva el recuerdo de una exhortaci\u00f3n siempre actual: \u00abVenir temprano a la Iglesia, acercarse al Se\u00f1or y confesar sus pecados, arrepentirse en la oraci\u00f3n…Asistir a la sagrada y divina liturgia, acabar su oraci\u00f3n y no marchar antes de la despedida…Lo hemos dicho con frecuencia: este d\u00eda os es dado para la oraci\u00f3n y el descanso. Es el d\u00eda que ha hecho el Se\u00f1or. En \u00e9l exultamos y nos gozamos (Autor an\u00f3nimo, serm. dom.).<\/p>

                                                                      2179 \u00abLa parroquia es una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia particular, cuya cura pastoral, bajo la autoridad del Obispo diocesano, se encomienda a un p\u00e1rroco, como su pastor propio\u00bb (CIC, can. 515,1). Es el lugar donde todos los fieles pueden reunirse para la celebraci\u00f3n dominical de la eucarist\u00eda. La parroquia inicia al pueblo cristiano en la expresi\u00f3n ordinaria de la vida lit\u00fargica, la congrega en esta celebraci\u00f3n; le ense\u00f1a la doctrina salv\u00edfica de Cristo. Practica la caridad del Se\u00f1or en obras buenas y fraternas:<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No puedes orar en casa como en la Iglesia, donde son muchos los reunidos, donde el grito de todos se dirige a Dios como desde un solo coraz\u00f3n. Hay en ella algo m\u00e1s: la uni\u00f3n de los esp\u00edritus, la armon\u00eda de las almas, el v\u00ednculo de la caridad, las oraciones de los sacerdotes (S. Juan Cris\u00f3stomo, incomprehens. 3,6).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La obligaci\u00f3n del Domingo<\/p>

                                                                      2180 El mandamiento de la Iglesia determina y precisa la ley del Se\u00f1or: \u00abEl domingo y las dem\u00e1s fiestas de precepto los fieles tienen obligaci\u00f3n de participar en la Misa\u00bb (CIC, can. 1247). \u00abCumple el precepto de participar en la Misa quien asiste a ella, dondequiera que se celebre en un rito cat\u00f3lico, tanto el d\u00eda de la fiesta como el d\u00eda anterior por la tarde\u00bb (CIC, can. 1248,1)<\/p>

                                                                      2181 La eucarist\u00eda del Domingo fundamenta y ratifica toda la pr\u00e1ctica cristiana. Por eso los fieles est\u00e1n obligados a participar en la eucarist\u00eda los d\u00edas de precepto, a no ser que est\u00e9n excusados por una raz\u00f3n seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de ni\u00f1os peque\u00f1os) o dispensados por su pastor propio (cf CIC, can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta obligaci\u00f3n cometen un pecado grave.<\/p>

                                                                      2182 La participaci\u00f3n en la celebraci\u00f3n com\u00fan de la eucarist\u00eda dominical es un testimonio de pertenencia y de fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Los fieles proclaman as\u00ed su comuni\u00f3n en la fe y la caridad. Testimonian a la vez la santidad de Dios y su esperanza de la salvaci\u00f3n. Se reconfortan mutuamente, guiados por el Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                                                      2183 \u00abCuando falta el ministro sagrado u otra causa grave hace imposible la participaci\u00f3n en la celebraci\u00f3n eucar\u00edstica, se recomienda vivamente que los fieles participen en la liturgia de la palabra, si \u00e9sta se celebra en la iglesia parroquial o en otro lugar sagrado conforme a lo prescrito por el Obispo diocesano, o permanezcan en oraci\u00f3n durante un tiempo conveniente, solos o en familia, o, si es oportuno, en grupos de familias\u00bb (CIC, can. 1248,2).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 D\u00eda de gracia y de descanso<\/p>

                                                                      2184 As\u00ed como Dios \u00abces\u00f3 el d\u00eda s\u00e9ptimo de toda la tarea que hab\u00eda hecho\u00bb (Gn 2,2), la vida humana sigue un ritmo de trabajo y descanso. La instituci\u00f3n del D\u00eda del Se\u00f1or contribuye a que todos disfruten del tiempo de descanso y de solaz suficiente que les permita cultivar su vida familiar, cultural, social y religiosa (cf GS 67,3).<\/p>

                                                                      2185 Durante el domingo y las otras fiestas de precepto, los fieles se abstendr\u00e1n de entregarse a trabajos o actividades que impidan el culto debido a Dios, la alegr\u00eda propia el d\u00eda del Se\u00f1or, la pr\u00e1ctica de las obras de misericordia, la distensi\u00f3n necesaria del esp\u00edritu y del cuerpo (cf CIC, can. 1247). Las necesidades familiares o una gran utilidad social constituyen excusas leg\u00edtimas respecto al precepto del descanso dominical. Los fieles deben cuidar que leg\u00edtimas excusas no introduzcan h\u00e1bitos perjudiciales a la religi\u00f3n, a la vida de familia y a la salud.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El amor de la verdad busca el santo ocio, la necesidad del amor acoge el justo trabajo (S. Agust\u00edn, civ. 19,19).<\/p>

                                                                      2186 Los cristianos que disponen de ocio deben acordarse de sus hermanos que tienen las mismas necesidades y los mismos derechos y no pueden descansar a causa de la pobreza y la miseria. El domingo est\u00e1 tradicionalmente consagrado por la piedad cristiana a obras buenas y a servicios humildes con los enfermos, d\u00e9biles y ancianos. Los cristianos deben santificar tambi\u00e9n el domingo dedicando a su familia el tiempo y los cuidados dif\u00edciles de prestar los otros d\u00edas de la semana. El domingo es un tiempo de reflexi\u00f3n, de silencio, de cultura y de meditaci\u00f3n, que favorecen el crecimiento de la vida interior y cristiana.<\/p>

                                                                      2187 Santificar los domingos y los d\u00edas de fiesta exige un esfuerzo com\u00fan. Cada cristiano debe evitar imponer sin necesidad a otro lo que le impedir\u00eda guardar el d\u00eda del Se\u00f1or. Cuando las costumbres (deportes, restaurantes, etc.) y los compromisos sociales (servicios p\u00fablicos, etc.) requieren de algunos un trabajo dominical, cada uno tiene la responsabilidad de un tiempo suficiente de descanso. Los fieles cuidar\u00e1n con moderaci\u00f3n y caridad evitar los excesos y las violencias engendrados a veces por espect\u00e1culos multitudinarios. A pesar de las presiones econ\u00f3micas, los poderes p\u00fablicos deben asegurar a los ciudadanos un tiempo destinado al descanso y al culto divino. Los patronos tienen una obligaci\u00f3n an\u00e1loga respecto a sus empleados.<\/p>

                                                                      2188 En el respeto de la libertad religiosa y del bien com\u00fan de todos, los cristianos deben reclamar el reconocimiento de los domingos y d\u00edas de fiesta de la Iglesia como d\u00edas festivos legales. Deben dar a todos un ejemplo p\u00fablico de oraci\u00f3n, de respeto y de alegr\u00eda, y defender sus tradiciones como una contribuci\u00f3n preciosa a la vida espiritual de la sociedad humana. Si la legislaci\u00f3n del pa\u00eds u otras razones obligan a trabajar el domingo, este d\u00eda debe ser al menos vivido como el d\u00eda de nuestra liberaci\u00f3n que nos hace participar en esta \u00abreuni\u00f3n de fiesta\u00bb, en esta \u00abasamblea de los primog\u00e9nitos inscritos en los cielos\u00bb (Hb 12,22-23).<\/p>

                                                                      RESUMEN<\/p>

                                                                      2189 \u00abGuardar\u00e1s el d\u00eda del s\u00e1bado para santificarlo\u00bb (Dt 5,12). \u00abEl d\u00eda s\u00e9ptimo ser\u00e1 d\u00eda de descanso completo, consagrado al Se\u00f1or\u00bb (Ex 31,15).<\/p>

                                                                      2190 El s\u00e1bado, que representaba la coronaci\u00f3n de la primera creaci\u00f3n, es sustituido por el domingo que recuerda la nueva creaci\u00f3n, inaugurada en la resurrecci\u00f3n de Cristo.<\/p>

                                                                      2191 La Iglesia celebra el d\u00eda de la Resurrecci\u00f3n de Cristo el octavo d\u00eda, que es llamado con pleno derecho d\u00eda del Se\u00f1or, o domingo (cf SC 106).<\/p>

                                                                      2192 \u00abEl domingo…ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto\u00bb (CIC, can 1246,1). \u00abEl domingo y las dem\u00e1s fiestas de precepto, los fieles tienen obligaci\u00f3n de participar en la Misa\u00bb (CIC, can. 1247).<\/p>

                                                                      2193 \u00abEl domingo y las dem\u00e1s fiestas de precepto…los fieles se abstendr\u00e1n de aquellos trabajos y actividades que impidan dar culto a Dios, gozar de la alegr\u00eda propia del d\u00eda del Se\u00f1or o disfrutar del debido descanso de la mente y del cuerpo\u00bb (CIC, can 1247).<\/p>

                                                                      2194 La instituci\u00f3n del domingo contribuye a que todos disfruten de un \u00abreposo y ocio suficientes para cultivar la vida familiar, cultural, social y religiosa\u00bb (GS 67,3).<\/p>

                                                                      2195 Todo cristiano debe evitar imponer, sin necesidad, a otro impedimentos para guardar el D\u00eda del Se\u00f1or.<\/p>

                                                                      CAPITULO SEGUNDO: \u201cAMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO\u201d<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Jes\u00fas dice a sus disc\u00edpulos: \u00abAmaos los unos a los otros como yo os he amado\u00bb (Jn 13,34).<\/p>

                                                                      2196 En respuesta a la pregunta que le hacen sobre cu\u00e1l es el primero de los mandamientos, Jes\u00fas responde: \u00abEl primero es: `Escucha Israel, el Se\u00f1or, nuestro Dios, es el \u00fanico Se\u00f1or, y amar\u00e1s al Se\u00f1or tu Dios con todo tu coraz\u00f3n, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: `Amar\u00e1s a tu pr\u00f3jimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que estos\u00bb (Mc 12,29-31).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El ap\u00f3stol S. Pablo lo recuerda: \u00abEl que ama al pr\u00f3jimo ha cumplido la ley. En efecto, lo de: no adulterar\u00e1s, no matar\u00e1s, no robar\u00e1s, no codiciar\u00e1s y todos los dem\u00e1s preceptos, se resumen en esta f\u00f3rmula: amar\u00e1s a tu pr\u00f3jimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al pr\u00f3jimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud\u00bb (Rm 13,8-10).<\/p>

                                                                      Art\u00edculo 4\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL CUARTO MANDAMIENTO<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus d\u00edas sobre la tierra que el Se\u00f1or, tu Dios, te va a dar (Ex 20,12).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Viv\u00eda sujeto a ellos (Lc 2,51).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Se\u00f1or Jes\u00fas record\u00f3 tambi\u00e9n la fuerza de este \u00abmandamiento de Dios\u00bb (Mc 7,8-13). El ap\u00f3stol ense\u00f1a: \u00abHijos, obedeced a vuestros padres en el Se\u00f1or; porque esto es justo. `Honra a tu padre y a tu madre’, tal es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa: `para que seas feliz y se prolongue tu vida sobre la tierra'\u00bb (Ef 6,1-3; cf Dt 5,16).<\/p>

                                                                      2197 El cuarto mandamiento encabeza la segunda tabla. Indica el orden de la caridad. Dios quiso que, despu\u00e9s de \u00e9l, honr\u00e1semos a nuestros padres, a los que debemos la vida y que nos han transmitido el conocimiento de Dios. Estamos obligados a honrar y respetar a todos los que Dios, para nuestro bien, ha investido de su autoridad.<\/p>

                                                                      2198 Este precepto se expresa de forma positiva, indicando los deberes que se han de cumplir. Anuncia los mandamientos siguientes que contienen un respeto particular de la vida, del matrimonio, de los bienes terrenos, de la palabra. Constituye uno de los fundamentos de la doctrina social de la Iglesia.<\/p>

                                                                      2199 El cuarto mandamiento se dirige expresamente a los hijos en sus relaciones con sus padres, porque esta relaci\u00f3n es la m\u00e1s universal. Se refiere tambi\u00e9n a las relaciones de parentesco con los miembros del grupo familiar. Exige que se d\u00e9 honor, afecto y reconocimiento a los ancianos y antepasados. Finalmente se extiende a los deberes de los alumnos respecto a los maestros, de los empleados respecto a los patronos, de los subordinados respecto a sus jefes, de los ciudadanos respecto a su patria, a los que la administran o la gobiernan.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Este mandamiento implica y sobreentiende los deberes de los padres, tutores, maestros, jefes, magistrados, gobernantes, de todos los que ejercen una autoridad sobre otros o sobre una comunidad de personas.<\/p>

                                                                      2200\u00a0 El cumplimiento del cuarto mandamiento comporta su recompensa: \u00abHonra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus d\u00edas sobre la tierra que el Se\u00f1or, tu Dios, te va a dar\u00bb (Ex 20,12; Dt 5,16). La observancia de este mandamiento procura, con los frutos espirituales, frutos temporales de paz y de prosperidad. Y al contrario, la no observancia de este mandamiento entra\u00f1a grandes da\u00f1os para las comunidades y las personas humanas.<\/p>

                                                                      I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA FAMILIA EN EL PLAN DE DIOS<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Naturaleza de la familia<\/p>

                                                                      2201 La comunidad conyugal est\u00e1 establecida sobre el consentimiento de los esposos. El matrimonio y la familia est\u00e1n ordenados al bien de los esposos y a la procreaci\u00f3n y educaci\u00f3n de los hijos. El amor de los esposos y la generaci\u00f3n de los hijos establecen entre los miembros de una familia relaciones personales y responsabilidades primordiales.<\/p>

                                                                      2202\u00a0\u00a0 Un hombre y una mujer unidos en matrimonio forman con sus hijos una familia. Esta disposici\u00f3n es anterior a todo reconocimiento por la autoridad p\u00fablica; se impone a ella. Se la considerar\u00e1 como la referencia normal en funci\u00f3n de la cual deben ser apreciadas las diversas formas de parentesco.<\/p>

                                                                      2203\u00a0\u00a0 Al crear al hombre y a la mujer, Dios instituy\u00f3 la familia humana y la dot\u00f3 de su constituci\u00f3n fundamental. Sus miembros son personas iguales en dignidad. Para el bien com\u00fan de sus miembros y de la sociedad, la familia implica una diversidad de responsabilidades, de derechos y de deberes.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La familia cristiana<\/p>

                                                                      2204\u00a0 \u00abLa familia cristiana constituye una revelaci\u00f3n y una actuaci\u00f3n espec\u00edficas de la comuni\u00f3n eclesial; por eso…puede y debe decirse iglesia dom\u00e9stica\u00bb (FC 21, cf LG 11). Es una comunidad de fe, esperanza y caridad, posee en la Iglesia una importancia singular como aparece en el Nuevo Testamento (cf Ef 5,21-6,4; Col 3,18-21; 1 P 3, 1-7).<\/p>

                                                                      2205\u00a0\u00a0 La familia cristiana es una comuni\u00f3n de personas, reflejo e imagen de la comuni\u00f3n del Padre y del Hijo en el Esp\u00edritu Santo. Su actividad procreadora y educativa es reflejo de la obra creadora de Dios. Es llamada a participar en la oraci\u00f3n y el sacrificio de Cristo. La oraci\u00f3n cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad. La familia cristiana es evangelizadora y misionera.<\/p>

                                                                      2206\u00a0 Las relaciones en el seno de la familia entra\u00f1an una afinidad de sentimientos, afectos e intereses que provienen sobre todo del mutuo respeto de las personas. La familia es una \u00abcomunidad privilegiada\u00bb llamada a realizar un \u00abprop\u00f3sito com\u00fan de los esposos y una cooperaci\u00f3n diligente de los padres en la educaci\u00f3n de los hijos\u00bb (GS 52,1).<\/p>

                                                                      II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA FAMILIA Y LA SOCIEDAD<\/p>

                                                                      2207\u00a0\u00a0 La familia es la \u00abc\u00e9lula original de la vida social\u00bb. Es la sociedad natural donde el hombre y la mujer son llamados al don de s\u00ed en el amor y en el don de la vida. La autoridad, la estabilidad y la vida de relaci\u00f3n en el seno de la familia constituyen los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad en el seno de la sociedad. La familia es la comunidad en la que, desde la infancia, se puede aprender los valores morales, comenzar a honrar a Dios y a usar bien de la libertad. La vida de familia es iniciaci\u00f3n a la vida en sociedad.<\/p>

                                                                      2208\u00a0 La familia debe vivir de manera que sus miembros aprendan el cuidado y la atenci\u00f3n de los j\u00f3venes y ancianos, de los enfermos o disminuidos, y de los pobres. Numerosas son las familias que en ciertos momentos no se hallan en condiciones de prestar esta ayuda. Corresponde entonces a otras personas, a otras familias, y subsidiariamente a la sociedad, proveer a sus necesidades. \u00abLa religi\u00f3n pura e intachable ante Dios Padre es \u00e9sta: visitar a los hu\u00e9rfanos y a las viudas en su tribulaci\u00f3n y conservarse incontaminado del mundo\u00bb (St 1,27).<\/p>

                                                                      2209\u00a0 La familia debe ser ayudada y defendida mediante medidas sociales apropiadas. Donde las familias no son capaces de realizar sus funciones, los otros cuerpos sociales tienen el deber de ayudarlas y de sostener la instituci\u00f3n familiar. De conformidad con el principio de subisidiariedad, las comunidades m\u00e1s vastas deben abstenerse de privar a las familias de sus propios derechos y de inmiscuirse en sus vidas.<\/p>

                                                                      2210 La importancia de la familia para la vida y el bienestar de la sociedad (cf GS 47,1) entra\u00f1a una responsabilidad particular de \u00e9sta en el sost\u00e9n y fortalecimiento del matrimonio y de la familia. El poder civil ha de considerar como deber grave \u00abel reconocimiento de la aut\u00e9ntica naturaleza del matrimonio y de la familia, protegerla y fomentarla, asegurar la moralidad p\u00fablica y favorecer la prosperidad dom\u00e9stica\u00bb (GS 52,2).<\/p>

                                                                      2211\u00a0 La comunidad pol\u00edtica tiene el deber de honrar a la familia, asistirla, y asegurarle especialmente:<\/p>

                                                                      \u2013 la libertad de fundar un hogar, de tener hijos y de educarlos de acuerdo con sus propias convicciones morales y religiosas;<\/p>

                                                                      \u2013 la protecci\u00f3n de la estabilidad del v\u00ednculo conyugal y de la instituci\u00f3n familiar;<\/p>

                                                                      \u2013 la libertad de profesar su fe, transmitirla, educar a sus hijos en ella, con los medios y las instituciones necesarios;<\/p>

                                                                      \u2013 el derecho a la propiedad privada, la libertad de iniciativa, de tener un trabajo, una vivienda, el derecho a emigrar;<\/p>

                                                                      \u2013 conforme a las instituciones del pa\u00eds, el derecho a la atenci\u00f3n m\u00e9dica, a la asistencia de las personas de edad, a los subsidios familiares;<\/p>

                                                                      \u2013 la protecci\u00f3n de la seguridad y la higiene, especialmente por lo que se refiere a peligros como la droga, la pornograf\u00eda, el alcoholismo, etc;<\/p>

                                                                      \u2013 la libertad para formar asociaciones con otras familias y de estar as\u00ed representadas ante las autoridades civiles (cf FC 46).<\/p>

                                                                      2212 El cuarto mandamiento ilumina las dem\u00e1s relaciones en la sociedad. En nuestros hermanos y hermanas vemos a los hijos de nuestros padres; en nuestros primos, los descendientes de nuestros abuelos; en nuestros conciudadanos, los hijos de nuestra patria; en los bautizados, los hijos de nuestra madre, la Iglesia; en toda persona humana, un hijo o una hija del que quiere ser llamado \u00abPadre nuestro\u00bb. As\u00ed, nuestras relaciones con nuestro pr\u00f3jimo son reconocidas como de orden personal. El pr\u00f3jimo no es un \u00abindividuo\u00bb de la colectividad humana; es \u00abalguien\u00bb que por sus or\u00edgenes, siempre \u00abpr\u00f3ximos\u00bb por una u otra raz\u00f3n, merece una atenci\u00f3n y un respeto singulares.<\/p>

                                                                      2213 Las comunidades humanas est\u00e1n compuestas de personas. Gobernarlas bien no puede limitarse simplemente a garantizar los derechos y el cumplimiento de deberes, como tampoco a la fidelidad a los compromisos. Las justas relacione entre patronos y empleados, gobernantes y ciudadanos, suponen la benevolencia natural conforme a la dignidad de las personas humanas deseosas de justicia y fraternidad.<\/p>

                                                                      II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DEBERES DE LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Deberes de los hijos<\/p>

                                                                      2214 La paternidad divina es la fuente de la paternidad humana (cf. Ef 3,14); es el fundamento del honor de los padres. El respeto de los hijos, menores o mayores de edad, hacia su padre y hacia su madre (cf Pr 1,8; Tb 4,3-4), se nutre del afecto natural nacido del v\u00ednculo que los une. Es exigido por el precepto divino (cf Ex 20,12).<\/p>

                                                                      2215 El respeto a los padres (piedad filial) est\u00e1 hecho de gratitud para quienes, mediante el don de la vida, su amor y su trabajo, han tra\u00eddo sus hijos al mundo y les han ayudado a crecer en estatura, en sabidur\u00eda y en gracia. \u00abCon todo tu coraz\u00f3n honra a tu padre, y no olvides los dolores de tu madre. Recuerda que por ellos has nacido, \u00bfc\u00f3mo les pagar\u00e1s lo que contigo han hecho?\u00bb (Si 7,27-28).<\/p>

                                                                      2216 El respeto filial se revela en la docilidad y la obediencia verdaderas. \u00abGuarda, hijo m\u00edo, el mandato de tu padre y no desprecies la lecci\u00f3n de tu madre…en tus pasos ellos ser\u00e1n tu gu\u00eda; cuando te acuestes, velar\u00e1n por ti; conversar\u00e1n contigo al despertar\u00bb (Pr 6,20-22). \u00abEl hijo sabio ama la instrucci\u00f3n, el arrogante no escucha la reprensi\u00f3n\u00bb (Pr 13,1).<\/p>

                                                                      2217 Mientras vive en el domicilio de sus padres, el hijo debe obedecer a todo lo que estos dispongan para su bien o el de la familia. \u00abHijos, obedeced en todo a vuestros padres, porque esto es grato a Dios en el Se\u00f1or\u00bb (Col 3,20; cf Ef 6,1). Los hijos deben obedecer tambi\u00e9n las prescripciones razonables de sus educadores y de todos aquellos a quienes sus padres los han confiado. Pero si el hijo est\u00e1 persuadido en conciencia de que es moralmente malo obedecer esa orden, no debe seguirla.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando sean mayores, los hijos deben seguir respetando a sus padres. Deben prever sus deseos, solicitar d\u00f3cilmente sus consejos y aceptar sus amonestaciones justificadas. La obediencia a los padres cesa con la emancipaci\u00f3n de los hijos, pero no el respeto que permanece para siempre. Este, en efecto, tiene su ra\u00edz en el temor de Dios, uno de los dones del Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                                                      2218 El cuarto mandamiento recuerda a los hijos mayores de edad sus responsabilidades para con los padres. En cuanto puedan deben prestarles ayuda material y moral en los a\u00f1os de vejez y durante los tiempos de enfermedad, de soledad o de abatimiento. Jes\u00fas recuerda este deber de gratitud (cf Mc 7,10-12).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Se\u00f1or glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole. Quien honra a su padre exp\u00eda sus pecados; como el que atesora es quien da gloria a su madre. Quien honra a su padre recibir\u00e1 contento de sus hijos, y en el d\u00eda de su oraci\u00f3n ser\u00e1 escuchado. Quien da gloria al padre vivir\u00e1 largos d\u00edas, obedece al Se\u00f1or quien da sosiego a su madre (Si 3,12-13.16).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hijo, cuida de tu padre en su vejez, y en su vida no le causes tristeza. Aunque haya perdido la cabeza, se indulgente, no le desprecies en la plenitud de tu vigor…Como blasfemo es el que abandona a su padre, maldito del Se\u00f1or quien irrita a su madre (Si 3,12.16).<\/p>

                                                                      2219 El respeto filial favorece la armon\u00eda de toda la vida familiar; ata\u00f1e tambi\u00e9n a las relaciones entre hermanos y hermanas. El respeto a los padres irradia en todo el ambiente familiar. \u00abCorona de los ancianos son los hijos de los hijos\u00bb (Pr 17,6). \u00abSoportaos unos a otros en la caridad, en toda humildad, dulzura y paciencia\u00bb (Ef 4,2).<\/p>

                                                                      2220\u00a0\u00a0 Los cristianos est\u00e1n obligados a una especial gratitud para con aquellos de quienes recibieron el don de la fe, la gracia del bautismo y la vida en la Iglesia. Puede tratarse de los padres, de otros miembros de la familia, de los abuelos, de los pastores, de los catequistas, de otros maestros o amigos. \u00abEvoco el recuerdo de la fe sincera que t\u00fa tienes, fe que arraig\u00f3 primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y s\u00e9 que tambi\u00e9n ha arraigado en ti\u00bb (2 Tm 1,5).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Deberes de los padres<\/p>

                                                                      2221 La fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreaci\u00f3n de los hijos, sino que debe extenderse tambi\u00e9n a su educaci\u00f3n moral y a su formaci\u00f3n espiritual. El papel de los padres en la educaci\u00f3n \u00abtiene tanto peso que, cuando falta, dif\u00edcilmente puede suplirse\u00bb (GE 3). El derecho y el deber de la educaci\u00f3n son para los padres primordiales e inalienables (cf FC 36).<\/p>

                                                                      2222 Los padres deben mirar a sus hijos como a hijos de Dios y respetarlos como a personas humanas. Han de educar a sus hijos en el cumplimiento de la ley de Dios, mostr\u00e1ndose ellos mismos obedientes a la voluntad del Padre del cielo.<\/p>

                                                                      2223 Los padres son los primeros responsables de la educaci\u00f3n de sus hijos. Testimonian esta responsabilidad ante todo por la creaci\u00f3n de un hogar, donde la ternura, el perd\u00f3n, el respeto, la fidelidad y el servicio desinteresado son norma. El hogar es un lugar apropiado para la educaci\u00f3n de las virtudes. Esta requiere el aprendizaje de la abnegaci\u00f3n, de un sano juicio, del dominio de s\u00ed, condiciones de toda libertad verdadera. Los padres han de ense\u00f1ar a los hijos a subordinar las dimensiones \u00abmateriales e instintivas a las interiores y espirituales\u00bb (CA 36). Es una grave responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus hijos. Sabiendo reconocer ante sus hijos sus propios defectos, se hacen m\u00e1s aptos para guiarlos y corregirlos:<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El que ama a su hijo, le azota sin cesar…el que ense\u00f1a a su hijo, sacar\u00e1 provecho de \u00e9l (Si 30, 1-2).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Padres, no exasper\u00e9is a vuestros hijos, sino formadlos m\u00e1s bien mediante la instrucci\u00f3n y la correcci\u00f3n seg\u00fan el Se\u00f1or (Ef 6,4).<\/p>

                                                                      2224 El hogar constituye un medio natural para la iniciaci\u00f3n del ser humano en la solidaridad y en las responsabilidades comunitarias. Los padres deben ense\u00f1ar a los hijos a guardarse de los riesgos y las degradaciones que amenazan a las sociedades humanas.<\/p>

                                                                      2225 Por la gracia del sacramento del matrimonio, los padres han recibido la responsabilidad y el privilegio de evangelizar a sus hijos. Desde su primera edad, deber\u00e1n iniciarlos en los misterios de la fe de los que ellos son para sus hijos los \u00abprimeros anunciadores de la fe\u00bb (LG 11). Desde su m\u00e1s tierna infancia, deben asociarlos a la vida de la Iglesia. La forma de vida en la familia puede alimentar las disposiciones afectivas que, durante la vida entera, ser\u00e1n aut\u00e9nticos pre\u00e1mbulos y apoyos de una fe viva.<\/p>

                                                                      2226\u00a0\u00a0 La educaci\u00f3n en la fe por los padres debe comenzar desde la m\u00e1s tierna infancia. Esta educaci\u00f3n se hace ya cuando los miembros de la familia se ayudan a crecer en la fe mediante el testimonio de una vida cristiana de acuerdo con el evangelio. La catequesis familiar precede, acompa\u00f1a y enriquece las otras formas de ense\u00f1anza de la fe. Los padres tienen la misi\u00f3n de ense\u00f1ar a sus hijos a orar y a descubrir su vocaci\u00f3n de hijos de Dios (cf LG 11). La parroquia es la comunidad eucar\u00edstica y el coraz\u00f3n de la vida lit\u00fargica de las familias cristianas; es un lugar privilegiado para la catequesis de los ni\u00f1os y de los padres.<\/p>

                                                                      2227 Los hijos, a su vez, contribuyen al crecimiento de sus padres en la santidad (cf GS 48,4). Todos y cada uno se conceder\u00e1n generosamente y sin cansarse los perdones mutuos exigidos por las ofensas, las querellas, las injusticias, y las omisiones. El afecto mutuo lo sugiere. La caridad de Cristo lo exige (cf Mt 18,21-22; Lc 17,4).<\/p>

                                                                      2228\u00a0\u00a0 Durante la infancia, el respeto y el afecto de los padres se traducen ante todo por el cuidado y la atenci\u00f3n que consagran en educar a sus hijos, en proveer a sus necesidades f\u00edsicas y espirituales. En el transcurso del crecimiento, el mismo respeto y la misma dedicaci\u00f3n llevan a los padres a ense\u00f1ar a sus hijos a usar rectamente de su raz\u00f3n y de su libertad.<\/p>

                                                                      2229\u00a0\u00a0 Los padres, como primeros responsables de la educaci\u00f3n de sus hijos, tienen el derecho de elegir para ellos una escuela que corresponda a sus propias convicciones. Este derecho es fundamental. En cuanto sea posible, los padres tienen el deber de elegir las escuelas que mejor les ayuden en su tarea de educadores cristianos (cf GE 6). Los poderes p\u00fablicos tienen el deber de garantizar este derecho de los padres y de asegurar las condiciones reales de su ejercicio.<\/p>

                                                                      2230\u00a0\u00a0 Cuando llegan a la edad correspondiente, los hijos tienen el deber y el derecho de elegir su profesi\u00f3n y su estado de vida. Estas nuevas responsabilidades deber\u00e1n asumirlas en una relaci\u00f3n confiada con sus padres, cuyo parecer y consejo pedir\u00e1n y recibir\u00e1n d\u00f3cilmente. Los padres deben cuidar no violentar a sus hijos ni en la elecci\u00f3n de una profesi\u00f3n ni en la de su futuro c\u00f3nyuge. Este deber de no inmiscuirse no les impide, sino al contrario, ayudarles con consejos juiciosos, particularmente cuando se proponen fundar un hogar.<\/p>

                                                                      2231 Hay quienes no se casan para poder cuidar a sus padres, o sus hermanos y hermanas, para dedicarse m\u00e1s exclusivamente a una profesi\u00f3n o por otros motivos dignos. Estas personas pueden contribuir grandemente al bien de la familia humana.<\/p>

                                                                      IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA FAMILIA Y EL REINO DE DIOS<\/p>

                                                                      2232 Los v\u00ednculos familiares, aunque son muy importantes, no son absolutos. A la par el hijo crece, hacia una madurez y\u00a0 autonom\u00eda humanas y espirituales, la vocaci\u00f3n singular que viene de Dios se afirma con m\u00e1s claridad y fuerza. Los padres deben respetar esta llamada y favorecer la respuesta de sus hijos para seguirla. Es preciso convencerse de que la vocaci\u00f3n primera del cristiano es seguir a Jes\u00fas (cf Mt 16,25): \u00abEl que ama a su padre o a su madre m\u00e1s que a m\u00ed, no es digno de m\u00ed; el que ama a su hijo o a su hija m\u00e1s que a m\u00ed, no es digno de mi\u00bb (Mt 10,37).<\/p>

                                                                      2233 Hacerse disc\u00edpulo de Jes\u00fas es aceptar la invitaci\u00f3n a pertenecer a la familia de Dios, a vivir en conformidad con su manera de vivir: \u00abEl que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, \u00e9ste es mi hermano, mi hermana y mi madre\u00bb (Mt 12,49).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los padres deben acoger y respetar con alegr\u00eda y acci\u00f3n de gracias el llamamiento del Se\u00f1or a uno de sus hijos para que le siga en la virginidad por el Reino, en la vida consagrada o en el ministerio sacerdotal.<\/p>

                                                                      V\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS AUTORIDADES EN LA SOCIEDAD CIVIL<\/p>

                                                                      2234 El cuarto mandamiento de Dios nos ordena tambi\u00e9n honrar a todos los que, para nuestro bien, han recibido de Dios una autoridad en la sociedad. Este mandamiento determina los deberes de quienes ejercen la autoridad y de quienes est\u00e1n sometidos a ella.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Deberes de las autoridades civiles<\/p>

                                                                      2235 Los que ejercen una autoridad deben ejercerla como un servicio. \u00abEl que quiera llegar a ser grande entre vosotros, ser\u00e1 vuestro esclavo\u00bb (Mt 20,26). El ejercicio de una autoridad est\u00e1 moralmente regulado por su origen divino, su naturaleza racional y su objeto espec\u00edfico. Nadie puede ordenar o instituir lo que es contrario a la dignidad de las personas y a la ley natural.<\/p>

                                                                      2236\u00a0\u00a0 El ejercicio de la autoridad ha de manifestar una justa jerarqu\u00eda de valores con el fin de facilitar el ejercicio de la libertad y de la responsabilidad de todos. Los superiores deben ejercer la justicia distributiva con sabidur\u00eda teniendo en cuenta las necesidades y la contribuci\u00f3n de cada uno y atendiendo a la concordia y la paz. Deben velar porque las normas y disposiciones que establezcan no induzcan a tentaci\u00f3n oponiendo el inter\u00e9s personal al de la comunidad (cf CA 25).<\/p>

                                                                      2237 El poder pol\u00edtico\u00a0 est\u00e1 obligado a respetar los derechos fundamentales de la persona humana. Y administrar humanamente justicia en el respeto al derecho de cada uno, especialmente de las familias y de los desheredados.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los derechos pol\u00edticos inherentes a la ciudadan\u00eda pueden y deben ser concedidos seg\u00fan las exigencias del bien com\u00fan. No pueden ser suspendidos por los poderes p\u00fablicos sin motivo leg\u00edtimo y proporcionado. El ejercicio de los derechos pol\u00edticos est\u00e1 destinado al bien com\u00fan de la naci\u00f3n y de la comunidad humana.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Deberes de los ciudadanos<\/p>

                                                                      2238\u00a0\u00a0 Los que est\u00e1n sometidos a la autoridad deben mirar a sus superiores como representantes de Dios que los ha instituido ministros de sus dones (cf Rm 13,1-2): \u00abSed sumisos, a causa del Se\u00f1or, a toda instituci\u00f3n humana… Obrad como hombres libres, y no como quienes hacen de la libertad un pretexto para la maldad, sino como siervos de Dios\u00bb (1 P 2,13.16). Su colaboraci\u00f3n leal entra\u00f1a el derecho, a veces el deber, de ejercer una justa reprobaci\u00f3n de lo que les parece perjudicial para la dignidad de las personas o el bien de la comunidad.<\/p>

                                                                      2239\u00a0\u00a0 Deber de los ciudadanos\u00a0 es contribuir con la autoridad civil al bien de la sociedad en un esp\u00edritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad. El amor y el servicio de la patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad. La sumisi\u00f3n a las autoridades leg\u00edtimas y el servicio del bien com\u00fan exigen de los ciudadanos que cumplan con su responsabilidad en la vida de la comunidad pol\u00edtica.<\/p>

                                                                      2240\u00a0 La sumisi\u00f3n a la autoridad y la corresponsabilidad en el bien com\u00fan exigen moralmente el pago de los impuestos, el ejercicio del derecho al voto, la defensa del pa\u00eds:<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dad a cada cual lo que se le debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor (Rm 13,7).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los cristianos residen en su propia patria, pero como extranjeros domiciliados. Cumplen todos sus debe res de ciudadanos y soportan todas sus cargas como extranjeros…Obedecen a las leyes establecidas, y su manera de vivir est\u00e1 por encima de las leyes…Tan noble es el puesto que Dios les ha asignado, que no les est\u00e1 permitido desertar (Ep\u00edstola a Diogneto, 5,5.10; 6,10).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El ap\u00f3stol nos exhorta a ofrecer oraciones y acciones de gracias por los reyes y por todos los que ejercen la autoridad, \u00abpara que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad\u00bb (1 Tm 2,2).<\/p>

                                                                      2241 Las naciones m\u00e1s pr\u00f3speras tienen obligaci\u00f3n de acoger, en cuanto sea posible, al extranjero que busca la seguridad y los medios de vida que no puede encontrar en su pa\u00eds de origen. Los poderes p\u00fablicos deben velar para que se respete el derecho natural que coloca al hu\u00e9sped bajo la protecci\u00f3n de quienes lo reciben.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las autoridades civiles, atendiendo al bien com\u00fan de aquellos que tienen a su cargo, pueden subordinar el ejercicio del derecho de inmigraci\u00f3n a diversas condiciones jur\u00eddicas, especialmente en lo que concierne a los deberes de los emigrantes respecto al pa\u00eds de adopci\u00f3n. El inmigrante est\u00e1 obligado a respetar con gratitud el patrimonio material y espiritual del pa\u00eds que lo acoge, a obedecer sus leyes y contribuir a sus cargas.<\/p>

                                                                      2242 El ciudadano tiene obligaci\u00f3n en conciencia de no seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando estos preceptos son contrarios a las exigencias del orden moral, a los derechos fundamentales de las personas o a las ense\u00f1anzas del evangelio. El rechazo de la obediencia a las autoridades civiles, cuando sus exigencias son contrarias a las de la recta conciencia, tiene su justificaci\u00f3n en la distinci\u00f3n entre el servicio de Dios y el servicio de la comunidad pol\u00edtica. \u00abDad al C\u00e9sar lo que es del C\u00e9sar y a Dios lo que es de Dios\u00bb (Mt 22,21). \u00abHay que obedecer a Dios antes que a los hombres\u00bb (Hch 5,29):<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando la autoridad p\u00fablica, excedi\u00e9ndose en sus competencias, oprime a los ciudadanos, \u00e9stos no deben rechazar las exigencias objetivas del bien com\u00fan; pero les es l\u00edcito defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el abuso de esta autoridad, guardando los l\u00edmites que se\u00f1ala la ley natural y evang\u00e9lica (GS 74,5).<\/p>

                                                                      2243 La resistencia a la opresi\u00f3n de quienes gobiernan no podr\u00e1 recurrir leg\u00edtimamente a las armas sino cuando se re\u00fanan las condiciones siguientes: (1) en caso de violaciones ciertas, graves y prolongadas de los derechos fundamentales; (2) despu\u00e9s de haber agotado todos los otros recursos; (3) sin provocar des\u00f3rdenes peores; (4) que haya esperanza fundada de \u00e9xito; (5) si es imposible prever razonablemente soluciones mejores.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La comunidad pol\u00edtica y la Iglesia<\/p>

                                                                      2044\u00a0 Toda instituci\u00f3n se inspira, al menos impl\u00edcitamente, en una visi\u00f3n del hombre y de su destino, de la que saca sus referencias de juicio, su jerarqu\u00eda de valores, su l\u00ednea de conducta. La mayor\u00eda de las sociedades han configurado sus instituciones conforme a una cierta preeminencia del hombre sobre las cosas. S\u00f3lo la religi\u00f3n divinamente revelada ha reconocido claramente en Dios, Creador y Redentor, el origen y el destino del hombre. La Iglesia invita a las autoridades civiles a juzgar y decidir a la luz de la Verdad sobre Dios y sobre el hombre:<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las sociedades que ignoran esta inspiraci\u00f3n o la rechazan en nombre de su independencia respecto a Dios se ven obligadas a buscar en s\u00ed mismas o a tomar de una ideolog\u00eda sus referencias y finalidades; y, al no admitir un criterio objetivo del bien y del mal, ejercen sobre el hombre y sobre su destino, un poder totalitario, declarado o velado, como lo muestra la historia (cf CA 45; 46).<\/p>

                                                                      2245 La Iglesia, que por raz\u00f3n de su misi\u00f3n y su competencia, no se confunde en modo alguno con la comunidad pol\u00edtica, es a la vez signo y salvaguarda del car\u00e1cter transcendente de la persona humana. La Iglesia \u00abrespeta y promueve tambi\u00e9n la libertad y la responsabilidad pol\u00edtica de los ciudadanos\u00bb (GS 76,3).<\/p>

                                                                      2246\u00a0 Pertenece a la misi\u00f3n de la Iglesia \u00abemitir un juicio moral tambi\u00e9n sobre cosas que afectan al orden pol\u00edtico cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvaci\u00f3n de las almas, aplicando todos y s\u00f3lo aquellos medios que sean conformes al evangelio y al bien de todos seg\u00fan la diversidad de tiempos y condiciones\u00bb (GS 76,5).<\/p>

                                                                      RESUMEN<\/p>

                                                                      2247 \u00abHonra a tu padre y a tu madre\u00bb (Dt 5,16; Mc 7,10).<\/p>

                                                                      2248\u00a0 Seg\u00fan el cuarto mandamiento, Dios quiere que, despu\u00e9s que a \u00e9l, honremos a nuestros padres y a los que \u00e9l reviste de autoridad para nuestro bien.<\/p>

                                                                      2249\u00a0 La comunidad conyugal est\u00e1 establecida sobre la alianza y el consentimiento de los esposos. El matrimonio y la familia est\u00e1n ordenados al bien de los c\u00f3nyuges, a la procreaci\u00f3n y a la educaci\u00f3n de los hijos.<\/p>

                                                                      2250\u00a0\u00a0 \u00abLa salvaci\u00f3n de la persona y de la sociedad humana y cristiana est\u00e1 estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar\u00bb (GS 47,1).<\/p>

                                                                      2251 Los hijos deben a sus padres respeto, gratitud, justa obediencia y ayuda. El respeto filial favorece la armon\u00eda de toda la vida familiar.<\/p>

                                                                      2252 Los padres son los primeros responsables de la educaci\u00f3n de sus hijos en la fe, en la oraci\u00f3n y en todas las virtudes. Tienen el deber de atender, en la medida de lo posible, las necesidades f\u00edsicas y espirituales de sus hijos.<\/p>

                                                                      2253 Los padres deben respetar y favorecer la vocaci\u00f3n de sus hijos. Han de recordar y ense\u00f1ar que el primer mandamiento del cristiano es seguir a Jes\u00fas.<\/p>

                                                                      2254 La autoridad p\u00fablica est\u00e1 obligada a respetar los derechos fundamentales de la persona humana y las condiciones de ejercicio de su libertad.<\/p>

                                                                      2255 El deber de los ciudadanos es trabajar con las autoridades civiles en la edificaci\u00f3n de la sociedad en un esp\u00edritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad.<\/p>

                                                                      2256\u00a0\u00a0 El ciudadano est\u00e1 obligado en conciencia a no seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando son contrarias a las exigencias del orden moral. \u00abHay que obedecer a Dios antes que a los hombres\u00bb (Hch 5,29).<\/p>

                                                                      2257 Toda sociedad refiere sus juicios y su conducta a una visi\u00f3n del hombre y de su destino. Sin la luz del evangelio sobre Dios y sobre el hombre, las sociedades se hacen f\u00e1cilmente totalitarias.<\/p>

                                                                      Art\u00edculo 5\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL QUINTO MANDAMIENTO<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No matar\u00e1s (Ex 20,13)<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hab\u00e9is o\u00eddo que se dijo a los antepasados: \u00abNo matar\u00e1s\u00bb; y aqu\u00e9l que mate ser\u00e1 reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, ser\u00e1 reo ante el tribunal (Mt 5,21-22).<\/p>

                                                                      2258\u00a0\u00a0 \u00abLa vida humana es sagrada, porque desde su inicio comporta la acci\u00f3n creadora de Dios y permanece siempre en una especial relaci\u00f3n con el Creador, su \u00fanico fin. S\u00f3lo Dios es Se\u00f1or de la vida desde su comienzo hasta su t\u00e9rmino ; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente\u00bb (CDF, instr. \u00abDonum vitae\u00bb, 22).<\/p>

                                                                      I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL RESPETO DE LA VIDA HUMANA<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El testimonio de la historia santa<\/p>

                                                                      2259\u00a0\u00a0 La Escritura, en el relato de la muerte de Abel a manos de su hermano Ca\u00edn (cf Gn 4,8-12), revela, desde los comienzos de la historia humana, la presencia en el hombre de la ira y la codicia, consecuencias del pecado original. El hombre se convirti\u00f3 en el enemigo de sus semejantes. Dios manifiesta la maldad de este fratricidio: \u00ab\u00bfQu\u00e9 has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a m\u00ed desde el suelo. Pues bien: maldito seas, lejos de este suelo que abri\u00f3 su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano\u00bb (Gn 4,10-11).<\/p>

                                                                      2260\u00a0 La alianza de Dios y de la humanidad est\u00e1 tejida de llamamientos a reconocer la vida humana como don divino y de la existencia de una violencia fratricida en el coraz\u00f3n del hombre:<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y yo os prometo reclamar vuestra propia sangre…Quien vertiere sangre de hombre, por otro hombre ser\u00e1 su sangre vertida, porque a imagen de Dios hizo \u00e9l al hombre (Gn 9,5-6).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Antiguo Testamento consider\u00f3 siempre la sangre como un signo sagrado de la vida (cf Lv 17,14). La necesidad de esta ense\u00f1anza es de todos los tiempos.<\/p>

                                                                      2261 La Escritura precisa lo que el quinto mandamiento proh\u00edbe: \u00abNo quites la vida del inocente y justo\u00bb (Ex 23,7). El homicidio voluntario de un inocente es gravemente contrario a la dignidad del ser humano, a la regla de oro y a la santidad del Creador. La ley que lo proscribe posee una validez universal: Obliga a todos y a cada uno, siempre y en todas partes.<\/p>

                                                                      2262\u00a0\u00a0 En el Serm\u00f3n de la Monta\u00f1a, el Se\u00f1or recuerda el precepto: \u00abNo matar\u00e1s\u00bb (Mt 5,21), y a\u00f1ade el rechazo absoluto de la ira, del odio y de la venganza. M\u00e1s a\u00fan, Cristo exige a sus disc\u00edpulos presentar la otra mejilla (cf Mt 5,22-39), amar a los enemigos (cf Mt 5,44). El mismo no se defendi\u00f3 y dijo a Pedro que guardase la espada en la vaina (cf Mt 26,52).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La leg\u00edtima defensa<\/p>

                                                                      2263\u00a0\u00a0 La leg\u00edtima defensa de las personas y las sociedades no es una excepci\u00f3n a la prohibici\u00f3n de la muerte del inocente que constituye el homicidio voluntario. \u00abLa acci\u00f3n de defenderse puede entra\u00f1ar un doble efecto: el uno es la conservaci\u00f3n de la propia vida; el otro, la muerte del agresor…solamente es querido el uno; el otro, no\u00bb (S. Tom\u00e1s de Aquino, s.th. 2-2, 64,7).<\/p>

                                                                      2264\u00a0 El amor a s\u00ed mismo constituye un principio fundamental de la moralidad. Es, por tanto, leg\u00edtimo hacer respetar el propio derecho a la vida. El que defiende su vida no es culpable de homicidio, incluso cuando se ve obligado a asestar a su agresor un golpe mortal:<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Si para defenderse se ejerce una violencia mayor que la necesaria, se tratar\u00eda de una acci\u00f3n il\u00edcita. Pero si se rechaza la violencia de forma mesurada, la acci\u00f3n ser\u00eda l\u00edcita…y no es necesario para la salvaci\u00f3n que se omita este acto de protecci\u00f3n mesurada para evitar matar al otro, pues es mayor la obligaci\u00f3n que se tiene de velar por la propia vida que por la de otro (S. Tom\u00e1s de Aquino, s.th. 2-2, 64,7).<\/p>

                                                                      2265\u00a0\u00a0 La leg\u00edtima defensa puede ser no solamente un derecho, sino un deber grave, para el que es responsable de la vida de otro. La defensa del bien com\u00fan exige colocar al agresor en la situaci\u00f3n de no poder causar perjuicio. Por este motivo, los que tienen autoridad leg\u00edtima tienen tambi\u00e9n el derecho de rechazar, incluso con el uso de las armas, a los agresores de la sociedad civil confiada a su responsabilidad.<\/p>

                                                                      2266\u00a0 A la exigencia de tutela del bien com\u00fan corresponde el esfuerzo del Estado para contener la difusi\u00f3n de comportamientos lesivos de los derechos humanos y de las normas fundamentales de la convivencia civil. La leg\u00edtima autoridad p\u00fablica tiene el derecho y el deber de aplicar penas proporcionadas a la gravedad del delito. La pena tiene, ante todo, la finalidad de reparar el desorden introducido por la culpa. Cuando la pena es aceptada voluntariamente por el culpable, adquiere un valor de expiaci\u00f3n. La pena finalmente, adem\u00e1s de la defensa del orden p\u00fablico y la tutela de la seguridad de las personas, tiene una finalidad medicinal: en la medida de lo posible debe contribuir a la enmienda del culpable (cf Lc 23, 40-43).<\/p>

                                                                      2267\u00a0\u00a0 La ense\u00f1anza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobaci\u00f3n de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte, si \u00e9sta fuera el \u00fanico camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pero si los medios incruentos bastan para proteger y defender del agresor la seguridad de las personas, la autoridad se limitar\u00e1 a esos medios, porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien com\u00fan y son m\u00e1s conformes con la dignidad de la persona humana.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hoy, en efecto, como consecuencia de las posibilidades que tiene el Estado para reprimir eficazmente el crimen, haciendo inofensivo a aqu\u00e9l que lo ha cometido sin quitarle definitivamente la posibilidad de redimirse, los casos en los que sea absolutamente necesario suprimir al reo \u00absuceden muy rara vez, si es que ya en realidad se dan algunos\u00bb (Evangelium vitae, 56<\/em>).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El homicidio voluntario<\/p>

                                                                      2268\u00a0 El quinto mandamiento condena como gravemente pecaminoso el homicidio directo y voluntario. El que mata y los que cooperan voluntariamente con \u00e9l cometen un pecado que clama venganza al cielo (cf Gn 4,10).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El infanticidio (cf GS 51,3), el fratricidio, el parricidio, el homicidio del c\u00f3nyuge son cr\u00edmenes especialmente graves a causa de los v\u00ednculos naturales que rompen. Preocupaciones de eugenismo o de salud p\u00fablica no pueden justificar ning\u00fan homicidio, aunque fuera ordenado por las propias autoridades.<\/p>

                                                                      2269\u00a0 El quinto mandamiento proh\u00edbe hacer algo con intenci\u00f3n de provocar indirectamente la muerte de una persona. La ley moral proh\u00edbe exponer a alguien sin raz\u00f3n grave a un riesgo mortal as\u00ed como negar la asistencia a una persona en peligro.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La aceptaci\u00f3n por parte de la sociedad de hambres que provocan la muerte\u00a0 sin esforzarse por remediarlas es una escandalosa injusticia y una falta grave. Los traficantes cuyas pr\u00e1cticas usureras y mercantiles provocan el hambre y la muerte de sus hermanos los hombres, cometen indirectamente un homicidio. Este les es imputable (cf. Am 8,4-10).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El homicidio involuntario no es imputable moralmente. Pero no se est\u00e1 libre de falta grave cuando, sin razones proporcionadas, se ha obrado de manera que se ha seguido la muerte, incluso sin intenci\u00f3n de darla.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El aborto<\/p>

                                                                      2270\u00a0\u00a0 La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepci\u00f3n. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos los derechos de la persona, entre los cuales est\u00e1 el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida (cf CDF, instr. \u00abDonum vitae\u00bb 25).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conoc\u00eda, y antes que nacieses te ten\u00eda consagrado (Jr 1,5; Jb 10,8-12; Sal 22, 10-11).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo hecho en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra (Sal 139,15)<\/p>

                                                                      2271 Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta ense\u00f1anza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No matar\u00e1s el embri\u00f3n mediante el aborto, no dar\u00e1s muerte al reci\u00e9n nacido (Didaj\u00e9, 2,2; Bernab\u00e9, ep. 19,5; Ep\u00edstola a Diogneto 5,5; Tertuliano, apol. 9).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios, Se\u00f1or de la vida, ha confiado a los hombres la excelsa misi\u00f3n de conservar la vida, misi\u00f3n que deben cumplir de modo digno del hombre. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el m\u00e1ximo cuidado desde la concepci\u00f3n; tanto el aborto como el infanticidio son cr\u00edmenes nefandos (GS 51,3).<\/p>

                                                                      2272 La cooperaci\u00f3n formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena can\u00f3nica de excomuni\u00f3n este delito contra la vida humana. \u00abQuien procura el aborto, si \u00e9ste se produce, incurre en excomuni\u00f3n latae sententiae\u00bb (CIC, can. 1398) es decir, \u00abde modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito\u00bb (CIC, can 1314), en las condiciones previstas por el Derecho (cf CIC, can. 1323-24). Con esto la Iglesia no pretende restringir el \u00e1mbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el da\u00f1o irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad.<\/p>

                                                                      2273 El derecho inalienable a la vida de todo individuo humano inocente constituye un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislaci\u00f3n:<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abLos derechos inalienables de la persona deben ser reconocidos y respetados por parte de la sociedad civil y de la autoridad pol\u00edtica. Estos derechos del hombre no est\u00e1n subordinados ni a los individuos ni a los padres, y tampoco son una concesi\u00f3n de la sociedad o del Estado: pertenecen a la naturaleza humana y son inherentes a la persona en virtud de la acto creador que la ha originado. Entre esos derechos fundamentales es preciso recordar a este prop\u00f3sito el derecho de todo ser humano a la vida y a integridad f\u00edsica desde la concepci\u00f3n hasta la muerte\u00bb (CDF, instr. \u00abDonum vitae\u00bb\u00a0 101-102) .<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abCuando una ley positiva priva a una categor\u00eda de seres humanos de la protecci\u00f3n que el ordenamiento civil les debe, el Estado niega la igualdad de todos ante la ley. Cuando el Estado no pone su poder al servicio de los derechos de todo ciudadano, y particularmente de quien es m\u00e1s d\u00e9bil, se quebrantan los fundamentos mismos del Estado de derecho…El respeto y la protecci\u00f3n que se han de garantizar, desde su misma concepci\u00f3n, a quien debe nacer, exige que la ley prevea sanciones penales apropiadas para toda deliberada violaci\u00f3n de sus derechos\u00bb (CDF, instr. \u00abDonum vitae\u00bb 103.104).<\/p>

                                                                      2274 Puesto que debe ser tratado como una persona desde la concepci\u00f3n, el embri\u00f3n deber\u00e1 ser defendido en su integridad, cuidado y curado en la medida de lo posible, como todo otro ser humano.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El diagn\u00f3stico prenatal es moralmente l\u00edcito, \u00absi respeta la vida e integridad del embri\u00f3n y del feto humano, y si se orienta hacia su custodia o hacia su curaci\u00f3n… Pero se opondr\u00e1 gravemente a la ley moral cuando contempla la posibilidad, en dependencia de sus resultados, de provocar un aborto: un diagn\u00f3stico que atestigua la existencia de una malformaci\u00f3n o de una enfermedad hereditaria no debe equivaler a una sentencia de muerte\u00bb (CDF, instr. \u00abDonum vitae\u00bb 34).<\/p>

                                                                      2275 Se deben considerar \u00abl\u00edcitas las intervenciones sobre el embri\u00f3n humano, siempre que respeten la vida y la integridad del embri\u00f3n, que no lo expongan a riesgos desproporcionados, que tengan como fin su curaci\u00f3n, la mejora de sus condiciones de salud o su supervivencia individual\u00bb (CDF, instr. \u00abDonum vitae\u00bb\u00a0 36).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abEs inmoral producir embriones humanos destinados a ser explotados como `material biol\u00f3gico’ disponible\u00bb (CDF, instr. \u00abDonum vitae\u00bb\u00a0 45).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abAlgunos intentos de intervenir en el patrimonio cromos\u00f3mico y gen\u00e9tico no son terap\u00e9uticos, sino que miran a la producci\u00f3n de seres humanos seleccionados en cuanto al sexo u otras cualidades prefijadas. Estas manipulaciones son contrarias a la dignidad personal del ser humano, a su integridad y a su identidad\u00bb (CDF, Inst. \u00abDonum vitae\u00bb\u00a0 50).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La eutanasia<\/p>

                                                                      2276\u00a0\u00a0 Aquellos cuya vida se encuentra disminuida o debilitada tienen derecho a un respeto especial. Las personas enfermas o disminuidas deben ser atendidas para que lleven una vida tan normal como sea posible.<\/p>

                                                                      2277 Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eut anasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente reprobable.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por tanto, una acci\u00f3n o una omisi\u00f3n que, de suyo o en la intenci\u00f3n, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se puede haber ca\u00eddo de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de proscribir y excluir siempre.<\/p>

                                                                      2278\u00a0\u00a0 La interrupci\u00f3n de tratamientos m\u00e9dicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a los resultados puede ser leg\u00edtimo. Interrumpir estos tratamientos es rechazar el \u00abencarnizamiento terap\u00e9utico\u00bb. Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene competencia y capacidad o si no por los que tienen los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses leg\u00edtimos del paciente.<\/p>

                                                                      2279\u00a0\u00a0 Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden leg\u00edtimamente ser interrumpidos. El uso de analg\u00e9sicos para aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus d\u00edas, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es buscada, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta raz\u00f3n deben ser alentados.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El suicidio<\/p>

                                                                      2280\u00a0 Cada uno es responsable de su vida delante de Dios que se la ha dado. El sigue siendo su soberano Due\u00f1o. Nosotros estamos obligados a recibirla con gratitud y preservarla para su honor y la salvaci\u00f3n de nuestras almas. Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No disponemos de ella.<\/p>

                                                                      2281 El suicidio contradice la inclinaci\u00f3n natural del ser humano a conservar y perpetuar su vida. Es gravemente contrario al justo amor de s\u00ed mismo. Ofende tambi\u00e9n al amor del pr\u00f3jimo porque rompe injustamente los lazos de solidaridad con las sociedades familiar, nacional y humana con las cuales estamos obligados. El suicidio es contrario al amor del Dios vivo.<\/p>

                                                                      2282\u00a0\u00a0 Si es cometido con intenci\u00f3n de servir de ejemplo, especialmente a los j\u00f3venes, el suicidio adquiere adem\u00e1s la gravedad del esc\u00e1ndalo. La cooperaci\u00f3n voluntaria al suicidio es contraria a la ley moral.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Trastornos s\u00edquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida.<\/p>

                                                                      2283\u00a0\u00a0 No se debe desesperar de la salvaci\u00f3n eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por v\u00edas que \u00e9l solo conoce la ocasi\u00f3n de un arrepentimiento saludable. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida.<\/p>

                                                                      II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL RESPETO DE LA DIGNIDAD DE LAS PERSONAS<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El respeto del alma del pr\u00f3jimo: el esc\u00e1ndalo<\/p>

                                                                      2284\u00a0 El esc\u00e1ndalo es la actitud o el comportamiento que llevan a otro a hacer el mal. El que escandaliza se convierte en tentador de su pr\u00f3jimo. Atenta contra la virtud y el derecho; puede ocasionar a su hermano la muerte espiritual. El esc\u00e1ndalo constituye una falta grave, si por acci\u00f3n u omisi\u00f3n, arrastra deliberadamente a otro a una falta grave.<\/p>

                                                                      2285\u00a0\u00a0 El esc\u00e1ndalo adquiere una gravedad particular seg\u00fan la autoridad de quienes lo causan o de la debilidad de quienes lo padecen. Inspir\u00f3 a nuestro Se\u00f1or esta maldici\u00f3n: \u00abal que escandalice a uno de estos peque\u00f1os que creen en m\u00ed, m\u00e1s le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar\u00bb (Mt 18,6; cf 1 Co 8,10-13). El esc\u00e1ndalo es grave cuando es causado por quienes, por naturaleza o por funci\u00f3n, est\u00e1n obligados a ense\u00f1ar y educar a los otros. Jes\u00fas, en efecto, lo reprocha a los escribas y fariseos: los compara a lobos disfrazados de corderos (cf Mt 7,15).<\/p>

                                                                      2286\u00a0 El esc\u00e1ndalo puede ser provocado por la ley o por las instituciones, por la moda o por la opini\u00f3n.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 As\u00ed se hacen culpables de esc\u00e1ndalo quienes instituyen leyes o estructuras sociales que llevan a la degradaci\u00f3n de las costumbres y a la corrupci\u00f3n de la vida religiosa, o a \u00abcondiciones sociales que, voluntaria o involuntariamente, hacen ardua y pr\u00e1cticamente imposible una conducta cristiana conforme a los mandamientos\u00bb (P\u00edo XII, discurso 1 Junio 1941). Lo mismo ha de decirse de los empresarios que imponen procedimientos que incitan al fraude, de los educadores que \u00abexasperan\u00bb a sus alumnos (cf Ef 6,4; Col 3,21), o los que, manipulando la opini\u00f3n p\u00fablica, la desv\u00edan de los valores morales.<\/p>

                                                                      2287\u00a0\u00a0 El que usa los poderes de que dispone en condiciones que arrastran a hacer el mal se hace culpable de esc\u00e1ndalo y responsable del mal que directa o indirectamente ha favorecido. \u00abEs imposible que no vengan esc\u00e1ndalos; pero, \u00a1ay de aquel por quien vienen!\u00bb (Lc 17,1).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El respeto de la salud<\/p>

                                                                      2288\u00a0 La vida y la salud f\u00edsica son bienes preciosos confiados por Dios. Debemos cuidar de ellos racionalmente teniendo en cuenta las necesidades de los dem\u00e1s y el bien com\u00fan.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El cuidado de la salud de los ciudadanos requiere la ayuda de la sociedad para lograr las condiciones de existencia que permiten crecer y llegar a la madurez: alimento y vestido, vivienda, cuidados sanitarios, ense\u00f1anza b\u00e1sica, empleo, asistencia social.<\/p>

                                                                      2289\u00a0 La moral exige el respeto de la vida corporal, pero no hace de ella un valor absoluto. Se opone a una concepci\u00f3n neopagana que tiende a promover el culto del cuerpo, a sacrificar todo a \u00e9l, a idolatrar la perfecci\u00f3n f\u00edsica y el \u00e9xito deportivo. Semejante concepci\u00f3n, por la selecci\u00f3n que opera entre los fuertes y los d\u00e9biles, puede conducir a la perversi\u00f3n de las relaciones humanas.<\/p>

                                                                      2290\u00a0 La virtud de la templanza recomienda evitar toda clase de excesos, el abuso de la comida, del alcohol, del tabaco y de las medicinas. Quienes en estado de embriaguez, o por afici\u00f3n inmoderada de velocidad, ponen en peligro la seguridad de los dem\u00e1s y la suya propia en las carreteras, en el mar o en el aire, se hacen gravemente culpables.<\/p>

                                                                      2291 El uso de la droga inflige muy graves da\u00f1os a la salud y a la vida humana. A excepci\u00f3n de los casos en que se recurre a ello por prescripciones estrictamente terap\u00e9uticas, es una falta grave. La producci\u00f3n clandestina y el tr\u00e1fico de drogas son pr\u00e1cticas escandalosas; constituyen una cooperaci\u00f3n directa, porque incitan a ellas, a pr\u00e1cticas gravemente contrarias a la ley moral.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El respeto de la persona y la investigaci\u00f3n cient\u00edfica<\/p>

                                                                      2292\u00a0\u00a0 Los experimentos cient\u00edficos, m\u00e9dicos o sicol\u00f3gicos, en personas o grupos humanos, pueden contribuir a la curaci\u00f3n de los enfermos y al progreso de la salud p\u00fablica.<\/p>

                                                                      2293\u00a0\u00a0 Tanto la investigaci\u00f3n cient\u00edfica de base como la investigaci\u00f3n aplicada constituyen una expresi\u00f3n significativa del dominio del hombre sobre la creaci\u00f3n. La ciencia y la t\u00e9cnica son recursos preciosos cuando son puestos al servicio del hombre y promueven su desarrollo integral en beneficio de todos; sin embargo, por s\u00ed solas no pueden indicar el sentido de la existencia y del progreso humano. La ciencia y la t\u00e9cnica est\u00e1n ordenadas al hombre que les ha dado origen y crecimiento; tienen por tanto en la persona y sus valores morales la indicaci\u00f3n de su finalidad y la conciencia de sus l\u00edmites.<\/p>

                                                                      2294\u00a0 Es ilusorio reivindicar la neutralidad moral de la investigaci\u00f3n cient\u00edfica y de sus aplicaciones. Por otra parte, los criterios de orientaci\u00f3n no pueden ser deducidos ni de la simple eficacia t\u00e9cnica, ni de la utilidad que puede resultar de ella para unos con detrimento de los otros, ni, pero a\u00fan, de las ideolog\u00edas dominantes. La ciencia y la t\u00e9cnica requieren por su significaci\u00f3n intr\u00ednseca el respeto incondicionado de los criterios fundamentales de la moralidad; deben estar al servicio de la persona humana, de sus derechos inalienables, de su bien verdadero e integral, conforme al designio y la voluntad de Dios.<\/p>

                                                                      2295\u00a0\u00a0 Las investigaciones o experimentos en el ser humano no pueden legitimar actos que en s\u00ed mismos son contrarios a la dignidad de las personas y a la ley moral. El consentimiento eventual de los sujetos no justifica tales actos. La experimentaci\u00f3n en el ser humano no es moralmente leg\u00edtima si hace correr riesgos desproporcionados o evitables a la vida o a la integridad f\u00edsica o s\u00edquica del sujeto. La experimentaci\u00f3n en seres humanos no es conforme a la dignidad de la persona si, por a\u00f1adidura, se hace sin el consentimiento consciente del sujeto o de quienes tienen derecho sobre ellos.<\/p>

                                                                      2296\u00a0 El trasplante de \u00f3rganos<\/em>\u00a0 es conforme a la ley moral si los da\u00f1os y los riesgos f\u00edsicos y ps\u00edquicos que padece el donante son proporcionados al bien que se busca para el destinatario. La donaci\u00f3n de \u00f3rganos despu\u00e9s de la muerte es un acto noble y meritorio, que debe ser alentado como manifestaci\u00f3n de solidaridad generosa. Es moralmente inadmisible si el donante o sus leg\u00edtimos representantes no han dado su expl\u00edcito consentimiento. Adem\u00e1s, no se puede admitir moralmente la mutilaci\u00f3n que deja inv\u00e1lido, o provocar directamente la muerte, aunque se haga para retrasar la muerte de otras personas.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El respeto de la integridad corporal<\/p>

                                                                      2297\u00a0\u00a0 Los secuestros y el tomar rehenes hacen que impere el terror y, mediante la amenaza, ejercen intolerables presiones sobre las v\u00edctimas. Son moralmente ileg\u00edtimos. El terrorismo<\/em> amenaza, hiere y mata sin discriminaci\u00f3n; es gravemente contrario a la justicia y a la caridad. La tortura, que usa de violencia f\u00edsica o moral, para arrancar confesiones, para castigar a los culpables, intimidar a los que se oponen, satisfacer el odio, es contraria al respeto de la persona y de la dignidad humana. Exceptuados los casos de precripciones m\u00e9dicas de orden estrictamente terap\u00e9utico, las amputaciones, mutilaciones o esterilizaciones directamente voluntarias de personas inocentes son contrarias a la ley moral (cf Dz 3722).<\/p>

                                                                      2298\u00a0 En tiempos pasados, se recurri\u00f3 de modo ordinario a pr\u00e1cticas crueles por parte de autoridades leg\u00edtimas para mantener la ley y el orden, con frecuencia sin protesta de los pastores de la Iglesia, que incluso adoptaron, en sus propios tribunales las prescripciones del derecho romano sobre la tortura. Junto a estos hechos lamentables, la Iglesia ha ense\u00f1ado siempre el deber de clemencia y misericordia; prohibi\u00f3 a los cl\u00e9rigos derramar sangre. En tiempos recientes se ha hecho evidente que estas pr\u00e1cticas crueles no eran ni necesarias para el orden p\u00fablico ni conformes a los derechos leg\u00edtimos de la persona humana. Al contrario, estas pr\u00e1cticas conducen a peores degradaciones. Es preciso esforzarse por su abolici\u00f3n, y orar por las v\u00edctimas y sus verdugos.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El respeto a los muertos<\/p>

                                                                      2299\u00a0 A los moribundos se han de prestar todas las atenciones necesarias para ayudarles a vivir sus \u00faltimos momentos en la dignidad y la paz. Ser\u00e1n ayudados por la oraci\u00f3n de sus parientes, los cuales velar\u00e1n para que los enfermos reciban a tiempo los sacramentos que preparan para el encuentro con el Dios vivo.<\/p>

                                                                      2300\u00a0 Los cuerpos de los difuntos deben ser tratados con respeto y caridad en la fe y la esperanza de la resurrecci\u00f3n. Enterrar a los muertos es una obra de misericordia corporal (cf Tb 1,16-18), que honra a los hijos de Dios, templos del Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                                                      2301 La autopsia de los cad\u00e1veres es admisible moralmente cuando hay razones de orden legal o de investigaci\u00f3n cient\u00edfica. El don gratuito de \u00f3rganos despu\u00e9s de la muerte es leg\u00edtimo y puede ser meritorio.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia permite la incineraci\u00f3n cuando con ella no se cuestiona la fe en la resurrecci\u00f3n del cuerpo (cf CIC, can. 1176,3).<\/p>

                                                                      III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA DEFENSA DE LA PAZ<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La paz<\/p>

                                                                      2302\u00a0\u00a0 Recordando el precepto: \u00abno matar\u00e1s\u00bb (Mt 5,21), nuestro Se\u00f1or exige la paz del coraz\u00f3n y denuncia la inmoralidad de la c\u00f3lera homicida y del odio:<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La c\u00f3lera es un deseo de venganza. \u00abDesear la venganza para el mal de aquel a quien es preciso castigar, es il\u00edcito\u00bb; pero es loable imponer una reparaci\u00f3n \u00abpara la correcci\u00f3n de los vicios y el mantenimiento de la justicia\u00bb (S. Tom\u00e1s de Aquino, s. th. 2-2, 158, 1 ad 3). Si la c\u00f3lera llega hasta el desear deliberado de matar al pr\u00f3jimo o de herirlo gravemente, constituye una falta grave contra la caridad; es pecado mortal. El Se\u00f1or dice: \u00abTodo aquel que se encolerice contra su hermano, ser\u00e1 reo ante el tribunal\u00bb (Mt 5,22).<\/p>

                                                                      2303\u00a0\u00a0 El odio\u00a0 voluntario es contrario a la caridad. El odio al pr\u00f3jimo es pecado cuando el hombre le desea deliberadamente un mal. El odio al pr\u00f3jimo es un pecado grave cuando se le desea deliberadamente un da\u00f1o grave. \u00abPues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que se\u00e1is hijos de vuestro Padre celestial…\u00bb (Mt 5,44-45).<\/p>

                                                                      2304\u00a0 El respeto y el crecimiento de la vida humana exigen la paz. La paz no es s\u00f3lo ausencia de guerra y no se limita a asegurar el equilibrio de fuerzas adversas. La paz no puede alcanzarse en la tierra, sin la salvaguarda de los bienes de las personas, la libre comunicaci\u00f3n entre los seres humanos, el respeto de la dignidad de las personas y de los pueblos, la pr\u00e1ctica asidua de la fraternidad. Es \u00abtranquilidad del orden\u00bb (S. Agust\u00edn, civ. 19,13). Es obra de la justicia (cf Is 32,17) y efecto de la caridad (cf GS 78, 1-2).<\/p>

                                                                      2305\u00a0\u00a0 La paz terrena es imagen y fruto de la paz de Cristo, el \u00abPr\u00edncipe de la paz\u00bb mesi\u00e1nica (Is 9,5). Por la sangre de su cruz, \u00abdio muerte al odio en su carne\u00bb (Ef 2,16; cf. Col 1,20-22), reconcili\u00f3 con Dios a los hombres e hizo de su Iglesia el sacramento de la unidad del g\u00e9nero humano y de su uni\u00f3n con Dios. \u00abEl es nuestra paz\u00bb (Ef 2,14). Declara \u00abbienaventurados a los que obran la paz\u00bb (Mt 5,9).<\/p>

                                                                      2306\u00a0 Los que renuncian a la acci\u00f3n violenta y sangrienta y recurren para la defensa de los derechos del hombre a medios que est\u00e1n al alcance de los m\u00e1s d\u00e9biles, dan testimonio de caridad evang\u00e9lica, siempre que esto se haga sin lesionar los derechos y obligaciones de los otros hombres y de las sociedades. Atestiguan leg\u00edtimamente la gravedad de los riesgos f\u00edsicos y morales del recurso a la violencia con sus ruinas y sus muertes (cf GS 78,5).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Evitar la guerra<\/p>

                                                                      2307\u00a0\u00a0 El quinto mandamiento condena la destrucci\u00f3n voluntaria de la vida humana. A causa de los males y de las injusticias que ocasiona toda guerra, la Iglesia insta constantemente a todos a orar y actuar para que la Bondad divina nos libre de la antigua servidumbre de la guerra (cf GS 81, 4).<\/p>

                                                                      2308\u00a0 Todo ciudadano y todo gobernante est\u00e1 obligado a trabajar para evitar las guerras.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Sin embargo, \u00abmientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad internacional competente y provista de la fuerza correspondiente, una vez agotados todos los medios de acuerdo pac\u00edfico, no se podr\u00e1 negar a los gobiernos el derecho a la leg\u00edtima defensa\u00bb (GS 79,4).<\/p>

                                                                      2309\u00a0 Se han de considerar con rigor las condiciones estrictas de una leg\u00edtima defensa mediante la fuerza militar. La gravedad de semejante decisi\u00f3n somete a \u00e9sta a condiciones rigurosas de legitimidad moral. Es preciso a la vez:<\/p>

                                                                      \u2013 Que el da\u00f1o infringido por el agresor a la naci\u00f3n o a la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto.<\/p>

                                                                      \u2013 Que los restantes medios para ponerle fin hayan resultado impracticables o ineficaces.<\/p>

                                                                      \u2013 Que se re\u00fanan las condiciones serias de \u00e9xito.<\/p>

                                                                      \u2013 Que el empleo de las armas no entra\u00f1e males y des\u00f3rdenes m\u00e1s graves que el mal que se pretende eliminar. El poder de los medios modernos de destrucci\u00f3n obliga a una prudencia extrema en la apreciaci\u00f3n de esta condici\u00f3n.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Estos son los elementos tradicionales enumerados en la doctrina llamada de la \u00abguerra justa\u00bb.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La apreciaci\u00f3n de estas condiciones de legitimidad moral pertenece al juicio prudente de los responsables del bien com\u00fan.<\/p>

                                                                      2310 Los poderes p\u00fablicos tienen en este caso el derecho y el deber de imponer a los ciudadanos las obligaciones necesarias para la defensa nacional.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los que se dedican al servicio de la patria en la vida militar son servidores de la seguridad y de la libertad de los pueblos. Si realizan correctamente su tarea, colaboran verdaderamente al bien com\u00fan de la naci\u00f3n y al mantenimiento de la paz (cf GS 79,5).<\/p>

                                                                      2311\u00a0 Los poderes p\u00fablicos atender\u00e1n equitativamente a los que, por motivos de conciencia, rechazan el empleo de las armas; estos siguen obligados a servir de otra forma a la comunidad humana (cf GS 79,3).<\/p>

                                                                      2312 La Iglesia y la raz\u00f3n humana declaran la validez permanente de la ley moral durante los conflictos armados. \u00abNi, una vez estallada desgraciadamente la guerra, es todo l\u00edcito entre los contendientes\u00bb (GS 79,4).<\/p>

                                                                      2313 Es preciso respetar y tratar con humanidad a los no combatientes, los soldados heridos y los prisioneros.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las acciones deliberadamente contrarias al derecho de gentes y a sus principios universales, como las disposiciones que las ordenan son cr\u00edmenes. Una obediencia ciega no basta para excusar a los que se someten a ellas. As\u00ed, la exterminaci\u00f3n de un pueblo, de una naci\u00f3n o de una minor\u00eda \u00e9tnica debe ser condenada como un pecado mortal. Existe la obligaci\u00f3n moral de desobedecer aquellas disposiciones que ordenan genocidios .<\/p>

                                                                      2314 \u00abToda acci\u00f3n b\u00e9lica que tiende indiscriminadamente a la destrucci\u00f3n de ciudades enteras o de amplias regiones con sus habitantes, es un crimen contra Dios y contra el hombre mismo, que hay que condenar con firmeza y sin vacilaciones\u00bb (GS 80,4). Un riesgo de la guerra moderna consiste en facilitar a los que poseen armas cient\u00edficas, especialmente at\u00f3micas, biol\u00f3gicas o qu\u00edmicas, la ocasi\u00f3n de cometer semejantes cr\u00edmenes.<\/p>

                                                                      2315 La acumulaci\u00f3n de armas\u00a0 es para muchos como una manera parad\u00f3gica de apartar de la guerra a posibles adversarios. Ven en ella el m\u00e1s eficaz de los medios, para asegurar la paz entre las naciones. Este procedimiento de disuasi\u00f3n merece severas reservas morales. La carrera de armamentos no asegura la paz. En lugar de eliminar las causas de guerra, corre el riesgo de agravarlas. La inversi\u00f3n de riquezas fabulosas en la fabricaci\u00f3n de armas siempre nuevas impide la ayuda a los pueblos necesitados (cf PP 53), y obstaculiza su desarrollo. El exceso de armamento multiplica las razones de conflictos y aumenta el riesgo de contagio.<\/p>

                                                                      2316 La producci\u00f3n y el comercio de armas\u00a0 ata\u00f1en hondament e al bien com\u00fan de las naciones y de la comunidad internacional. Por tanto, las autoridades p\u00fablicas tienen el derecho y el deber de regularlas. La b\u00fasqueda de intereses privados o colectivos a corto plazo no legitima iniciativas que fomentan violencias y\u00a0 conflictos entre las naciones, y que comprometen el orden jur\u00eddico internacional.<\/p>

                                                                      2317 Las injusticias, las desigualdades excesivas de orden econ\u00f3mico o social, la envidia, la desconfianza y el orgullo, que existen entre los hombres y las naciones, amenazan sin cesar la paz y causan las guerras. Todo lo que se hace para superar estos des\u00f3rdenes contribuye a edificar la paz y evitar la guerra:<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En la medida en que los hombres son pecadores, les amenaza y les amenazar\u00e1 hasta la venida de Cristo, el peligro de guerra; en la medida en que, unidos por la caridad, superan el pecado, se superan tambi\u00e9n las violencias hasta que se cumpla la palabra: \u00abDe sus espadas forjar\u00e1n arados y de sus lanzas podaderas. Ninguna naci\u00f3n levantar\u00e1 ya m\u00e1s la espada contra otra y no se adiestrar\u00e1n m\u00e1s para el combate\u00bb (Is 2,4) (GS 78,6).<\/p>

                                                                      RESUMEN<\/p>

                                                                      2318 \u00abDios tiene en su mano el alma de todo ser viviente y el soplo de toda carne de hombre\u00bb (Jb 12,10).<\/p>

                                                                      2319 Toda vida humana, desde el momento de la concepci\u00f3n hasta la muerte, es sagrada, pues la persona humana ha sido amada por s\u00ed misma a imagen y semejanza del Dios vivo y santo.<\/p>

                                                                      2320\u00a0\u00a0 Causar la muerte a un ser humano es gravemente contrario a la dignidad de la persona y a la santidad del Creador.<\/p>

                                                                      2321 La prohibici\u00f3n de causar la muerte no suprime el derecho de impedir que un injusto agresor cause da\u00f1o. La leg\u00edtima defensa es un deber grave para quien es responsable de la vida de otro o del bien com\u00fan.<\/p>

                                                                      2322 Desde su concepci\u00f3n, el ni\u00f1o tiene el derecho a la vida. El aborto directo, es decir, buscado como un fin o como un medio, es una pr\u00e1ctica infame (cf GS 27,3) gravemente contraria a la ley moral. La Iglesia sanciona con pena can\u00f3nica de excomuni\u00f3n este delito contra la vida humana.<\/p>

                                                                      2323 Porque ha de ser tratado como una persona desde su concepci\u00f3n, el embri\u00f3n debe ser defendido en su integridad, atendido y curado como todo otro ser humano.<\/p>

                                                                      2324 La eutanasia voluntaria, cualesquiera que sean sus formas y sus motivos, constituye un homicidio. Es gravemente contraria a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador.<\/p>

                                                                      2325 El suicidio es gravemente contrario a la justicia, a la esperanza y a la caridad. Est\u00e1 prohibido por el quinto mandamiento.<\/p>

                                                                      2326\u00a0\u00a0 El esc\u00e1ndalo constituye una falta grave cuando por acci\u00f3n u omisi\u00f3n arrastra deliberadamente a otro a pecar gravemente.<\/p>

                                                                      2327 A causa de los males y de las injusticias que ocasiona toda guerra, debemos hacer todo lo que es razonablemente posible para evitarla. La Iglesia implora as\u00ed: \u00abdel hambre, de la peste y de la guerra, l\u00edbranos Se\u00f1or\u00bb.<\/p>

                                                                      2328\u00a0\u00a0 La Iglesia y la raz\u00f3n humana afirman la validez permanente de la ley moral durante los conflictos armados. Las pr\u00e1cticas deliberadamente contrarias al derecho de gentes y a sus principios universales son cr\u00edmenes.<\/p>

                                                                      2329\u00a0\u00a0 \u00abLa carrera de armamentos es una plaga grav\u00edsima de la humanidad\u00a0 y perjudica a los pobres de modo intolerable\u00bb (GS 81,3).<\/p>

                                                                      2330\u00a0\u00a0 \u00abBienaventurados los que obran la paz, porque ellos ser\u00e1n llamados hijos de Dios\u00bb (Mt 5,9).<\/p>

                                                                      Art\u00edculo 6\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL SEXTO MANDAMIENTO<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abNo cometer\u00e1s adulterio\u00bb (Ex 20,14; Dt 5,17).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abHab\u00e9is o\u00eddo que se dijo: \u00abNo cometer\u00e1s adulterio\u00bb. Pues yo os digo: Todo el que<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 mira a una mujer dese\u00e1ndola, ya cometi\u00f3 adulterio con ella en su coraz\u00f3n (Mt 5,27-28).<\/p>

                                                                      I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cHOMBRE Y MUJER LOS CREO…\u201d<\/p>

                                                                      2331 \u00abDios es amor y vive en s\u00ed mismo un misterio de comuni\u00f3n personal de amor. Cre\u00e1ndola a su imagen … Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocaci\u00f3n, y\u00a0 consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comuni\u00f3n\u00bb (FC 11).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abDios cre\u00f3 el hombre a imagen suya…hombre y mujer los cre\u00f3\u00bb (Gn 1,27). \u00abCreced y multiplicaos\u00bb (Gn 1,28); \u00abel d\u00eda en que Dios cre\u00f3 al hombre, le hizo a imagen de Dios. Los cre\u00f3 var\u00f3n y hembra, los bendijo, y los llam\u00f3 \u00abHombre\u00bb en el d\u00eda de su creaci\u00f3n\u00bb (Gn 5,1-2).<\/p>

                                                                      2332 La sexualidad\u00a0 afecta a todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y su alma. Concierne particularmente a la afectividad, la capacidad de amar y de procrear y, de manera m\u00e1s general, a la aptitud para establecer v\u00ednculos de comuni\u00f3n con otro.<\/p>

                                                                      2333 Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. La diferencia y la complementariedad\u00a0 f\u00edsicas, morales y espirituales, est\u00e1n orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. La armon\u00eda de la pareja y de la sociedad depende en parte de la manera en que son vividas entre los sexos la complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuos.<\/p>

                                                                      2334 \u00abCreando al hombre \u2018var\u00f3n y mujer\u2019, Dios da la dignidad personal de igual modo al hombre y a la mujer\u00bb (FC 22; cf GS 49,2). \u00abEl hombre es una persona, y esto se aplica en la misma medida al hombre y a la mujer, porque los dos fueron creados a imagen y semejanza de un Dios personal\u00bb (MD 6).<\/p>

                                                                      2335 Cada uno de los sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera distinta, imagen del poder y de la ternura de Dios. La uni\u00f3n del hombre y de la mujer en el matrimonio es una manera de imitar en la carne la generosidad y la fecundidad del Creador: \u00abel hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne\u00bb (Gn 2,24). De esta uni\u00f3n proceden todas las generaciones humanas (cf Gn 4,1-2.25-26; 5,1).<\/p>

                                                                      2336\u00a0\u00a0 Jes\u00fas vino a restaurar la creaci\u00f3n en la pureza de sus or\u00edgenes. En el Serm\u00f3n de la monta\u00f1a interpreta de manera rigurosa el plan de Dios: \u00abHab\u00e9is o\u00eddo que se dijo: `no cometer\u00e1s adulterio’. Pues yo os digo: `todo el que mira a una mujer dese\u00e1ndola, ya cometi\u00f3 adulterio con ella en su coraz\u00f3n'\u00bb (Mt 5,27-28). El hombre no debe separar lo que Dos ha unido (cf Mt 19,6).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Tradici\u00f3n de la Iglesia ha entendido el sexto mandamiento como una regulaci\u00f3n completa de la sexualidad humana.<\/p>

                                                                      II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA VOCACION A LA CASTIDAD<\/p>

                                                                      2337 La castidad significa la integraci\u00f3n lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biol\u00f3gico, se hace personal y verdaderamente humana cuando est\u00e1 integrada en la relaci\u00f3n de persona a persona, en el don mutuo entero y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La virtud de la castidad, por tanto, entra\u00f1a la integridad de la persona y la integralidad del don.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La integridad de la persona<\/p>

                                                                      2338\u00a0\u00a0 La persona casta mantiene la integridad de las fuerzas de vida y de amor depositadas en ella. Esta integridad asegura la unidad de la persona; se opone a todo comportamiento que la lesionar\u00eda. No tolera ni la doble vida ni el doble lenguaje (cf Mt 5,37).<\/p>

                                                                      2339\u00a0\u00a0 La castidad comporta un aprendizaje del dominio de s\u00ed, que es una pedagog\u00eda de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado (cf Si 1,22). \u00abLa dignidad del hombre requiere, en efecto, que act\u00fae seg\u00fan una elecci\u00f3n consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presi\u00f3n de un ciego impulso interior o de la mera coacci\u00f3n externa. El hombre logra esta dignidad cuando, liber\u00e1ndose de toda esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libre elecci\u00f3n del bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados\u00bb (GS 17).<\/p>

                                                                      2340\u00a0 El que quiere permanecer fiel a las promesas de su bautismo y resistir las tentaciones debe poner los medios para ello: el conocimiento de s\u00ed, la pr\u00e1ctica de una ascesis adaptada a las situaciones encontradas, la obediencia a los mandamientos divinos, la pr\u00e1ctica de las virtudes morales y la fidelidad a la la oraci\u00f3n. \u00abLa castidad nos recompone; nos devuelve a la unidad que hab\u00edamos perdido dispers\u00e1ndonos\u00bb (S. Agust\u00edn, conf. 10,29; 40).<\/p>

                                                                      2341 La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar de raz\u00f3n las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana.<\/p>

                                                                      2342 El dominio de s\u00ed es una obra que dura toda la vida. Nunca se la considerar\u00e1 adquirida de una vez para siempre. Supone un esfuerzo repetido en todas las edades de la vida (cf Tt 2,1-6). El esfuerzo requerido puede ser m\u00e1s intenso en ciertas \u00e9pocas, como cuando se forma la personalidad, durante la infancia y la adolescencia.<\/p>

                                                                      2343 La castidad tiene unas leyes de crecimiento; \u00e9ste pasa por grados marcados por la imperfecci\u00f3n y, muy a menudo, por el pecado. \u00abPero, el hombre, llamado a vivir responsablemente el designio sabio y amoroso de Dios, es un ser hist\u00f3rico que se construye d\u00eda a d\u00eda con sus opciones numerosas y libres; por esto \u00e9l conoce, ama y realiza el bien moral seg\u00fan las diversas etapas de crecimiento\u00bb (FC 34).<\/p>

                                                                      2344\u00a0\u00a0 La castidad representa una tarea eminentemente personal; implica tambi\u00e9n un esfuerzo cultural pues \u00abel desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la sociedad misma est\u00e1n mutuamente condicionados\u00bb (GS 25,1). La castidad supone el respeto de los derechos de la persona, en particular, el de recibir una informaci\u00f3n y una educaci\u00f3n que respeten las dimensiones morales y espirituales de la vida humana.<\/p>

                                                                      2345 La castidad es una virtud moral. Es tambi\u00e9n un don de Dios, una gracia, un fruto de la obra espiritual (cf G\u00e1l 5,22). El Esp\u00edritu Santo concede, al que ha sido regenerado por el agua del bautismo, imitar la pureza de Cristo (cf 1 Jn 3,3).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La integralidad del don de s\u00ed<\/p>

                                                                      2346\u00a0 La caridad es la forma de todas las virtudes. Bajo su influencia, la castidad aparece como una escuela de donaci\u00f3n de la persona. El dominio de s\u00ed est\u00e1 ordenado al don de s\u00ed mismo. La castidad conduce al que la practica a ser ante el pr\u00f3jimo un testigo de la fidelidad y de la ternura de Dios.<\/p>

                                                                      2347 La virtud de la castidad se desarrolla en la amistad. Indica al disc\u00edpulo c\u00f3mo seguir e imitar al que nos eligi\u00f3 como sus amigos (cf Jn 15,15), se dio totalmente a nosotros y nos hace participar de su condici\u00f3n divina. La castidad es promesa de inmortalidad.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La castidad se expresa especialmente en la amistad con el pr\u00f3jimo. Desarrollada entre personas del mismo sexo o de sexos distintos, la amistad representa un gran bien para todos. Conduce a la comuni\u00f3n espiritual.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los diversos reg\u00edmenes de la castidad<\/p>

                                                                      2348\u00a0 Todo bautizado es llamada a la castidad. El cristiano se ha \u00abrevestido de Cristo\u00bb (Gal 3,27), modelo de toda castidad. Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta seg\u00fan su estado de vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se compromete a dirigir su afectividad en la castidad.<\/p>

                                                                      2349\u00a0 La castidad \u00abdebe calificar a las personas seg\u00fan los diferentes estados de vida: a unas, en la virginidad o en el celibato consagrado, manera eminente de dedicarse m\u00e1s f\u00e1cilmente a Dios solo con coraz\u00f3n indiviso; a otras, de la manera que determina para ellas la ley moral, seg\u00fan sean casadas o celibatarias\u00bb (CDF, decl. \u00abPersona humana\u00bb 11). Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la castidad en la continencia.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Existen tres formas de la virtud de la castidad: una de los esposos, otra de las viudas, la tercera de la virginidad. No alabamos a una con exclusi\u00f3n de las otras. En esto la disciplina de la Iglesia es rica (S. Ambrosio, vid. 23).<\/p>

                                                                      2350\u00a0\u00a0 Los novios est\u00e1n llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservar\u00e1n para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura espec\u00edficas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las ofensas a la castidad<\/p>

                                                                      2351 La lujuria es un deseo o un goce desordenados del placer ven\u00e9reo. El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por s\u00ed mismo, separado de las finalidades de procreaci\u00f3n y de uni\u00f3n.<\/p>

                                                                      2352 Por la masturbaci\u00f3n se ha de entender la excitaci\u00f3n voluntaria de los \u00f3rganos genitales a fin de obtener un placer ven\u00e9reo. \u00abTanto el Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradici\u00f3n constante, como el sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbaci\u00f3n es un acto intr\u00ednseca y gravemente desordenado\u00bb. \u00abEl uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine\u00bb. As\u00ed, el goce sexual es buscado aqu\u00ed al margen de \u00abla relaci\u00f3n sexual requerida por el orden moral; aquella relaci\u00f3n que realiza el sentido \u00edntegro de la mutua entrega y de la procreaci\u00f3n humana en el contexto de un amor verdadero\u00bb (CDF, decl. \u00abPersona humana\u00bb 9).<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Para emitir un juicio justo sobre la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la acci\u00f3n pastoral, ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de los h\u00e1bitos contra\u00eddos, el estado de angustia u otros factores s\u00edquicos o sociales que pueden atenuar o tal vez reducir al m\u00ednimo la culpabilidad moral.<\/p>

                                                                      2353 La fornicaci\u00f3n es la uni\u00f3n carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio. Es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana, naturalmente ordenada al bien de los esposos as\u00ed como a la generaci\u00f3n y educaci\u00f3n de los hijos. Adem\u00e1s, es un esc\u00e1ndalo grave cuando se da corrupci\u00f3n de menores.<\/p>

                                                                      2354 La pornograf\u00eda consiste en dar a conocer actos sexuales, reales o simulados, fuera de la intimidad de los protagonistas, exhibi\u00e9ndolos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, p\u00fablico), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia il\u00edcita. Introduce a unos y a otros en la ilusi\u00f3n de un mundo ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producci\u00f3n y la distribuci\u00f3n de material pornogr\u00e1fico.<\/p>

                                                                      2355 La prostituci\u00f3n atenta contra la dignidad de la persona que se prostituye, reducida al placer ven\u00e9reo que se saca de ella. El que paga peca gravemente contra s\u00ed mismo: quebranta la castidad a la que lo comprometi\u00f3 su bautismo y mancha su cuerpo, templo del Esp\u00edritu Santo (cf 1 Co 6, 15-20). La prostituci\u00f3n constituye una lacra social. Habitualmente afecta a las mujeres, pero tambi\u00e9n a los hombres, los ni\u00f1os y los adolescentes (en estos dos \u00faltimos casos el pecado entra\u00f1a tambi\u00e9n un esc\u00e1ndalo). Es siempre gravemente pecaminoso dedicarse a la prostituci\u00f3n, pero la miseria, el chantaje, y la presi\u00f3n social pueden atenuar la imputabilidad de la falta.<\/p>

                                                                      2356\u00a0\u00a0 La violaci\u00f3n es forzar o agredir con violencia la intimidad sexual de una persona. Atenta contra la justicia y la caridad. La violaci\u00f3n lesiona profundamente el derecho de cada uno al respeto, a la libertad, a la integridad f\u00edsica y moral. Produce un da\u00f1o grave que puede marcar a la v\u00edctima para toda la vida. Es siempre un acto intr\u00ednsecamente malo. M\u00e1s grave todav\u00eda es la violaci\u00f3n cometida por parte de los padres (cf incesto) o de educadores con los ni\u00f1os que les est\u00e1n confiados.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Castidad y homosexualidad<\/p>

                                                                      2357 La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracci\u00f3n sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a trav\u00e9s de los siglos y las culturas. Su origen s\u00edquico permanece ampliamente inexplicado. Apoy\u00e1ndose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19,1-29; Rm 1,24-27; 1 Co 6,10; 1 Tm 1,10), la Tradici\u00f3n ha declarado siempre que \u00ablos actos homosexuales son intr\u00ednsecamente desordenados\u00bb (CDF, decl. \u00abPersona humana\u00bb 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una complementariedad afectiva y sexual verdadera. No pueden recibir aprobaci\u00f3n en ning\u00fan caso.<\/p>

                                                                      2358\u00a0\u00a0 Un n\u00famero apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente radicadas. Esta inclinaci\u00f3n, objetivamente desordenada, constituye para la mayor\u00eda de ellos una aut\u00e9ntica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasi\u00f3n y delicadeza. Se evitar\u00e1, respecto a ellos, todo signo de discriminaci\u00f3n injusta. Estas personas est\u00e1n llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Se\u00f1or, las dificultades que pueden encontrar a causa de su condici\u00f3n.<\/p>

                                                                      2359\u00a0\u00a0 Las personas homosexuales est\u00e1n llamadas a la castidad. Mediante las virtudes de dominio, educadoras de la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oraci\u00f3n y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfecci\u00f3n cristiana.<\/p>

                                                                      III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL AMOR DE LOS ESPOSOS<\/p>

                                                                      2360\u00a0 La sexualidad est\u00e1 ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer. En el matrimonio, la intimidad corporal de los esposos viene a ser un signo y una garant\u00eda de comuni\u00f3n espiritual. Entre bautizados, los v\u00ednculos del matrimonio est\u00e1n santificados por el sacramento.<\/p>

                                                                      2361 \u00abLa sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se dan uno a otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biol\u00f3gico, sino que afecta al n\u00facleo \u00edntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre s\u00ed hasta la muerte\u00bb (FC 11):<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Tob\u00edas se levant\u00f3 del lecho y dijo a Sara: \u00abLev\u00e1ntate, hermana, y oremos y pidamos a nuestro Se\u00f1or que se apiade de nosotros y nos salve\u00bb. Ella se levant\u00f3 y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a salvo. Comenz\u00f3 \u00e9l diciendo: \u00ab\u00a1Bendito seas t\u00fa, Dios de nuestros padres…t\u00fa creaste a Ad\u00e1n, y para \u00e9l creaste a Eva, su mujer, para sost\u00e9n y ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los hombres. T\u00fa mismo dijiste: `no es bueno que el hombre se halle solo; hag\u00e1mosle una ayuda semejante a \u00e9l’. Yo no tomo a esta mi hermana con deseo impuro, mas con recta intenci\u00f3n. Ten piedad de m\u00ed y de ella y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad\u00bb. Y dijeron a coro: \u00abAm\u00e9n, am\u00e9n\u00bb. Y se acostaron para pasar la noche (Tb 8, 4-9).<\/p>

                                                                      2362\u00a0\u00a0 \u00abLos actos con los que los esposos se unen \u00edntima y castamente entre s\u00ed son honestos y dignos, y, realizados de modo verdaderamente humano, significan y fomentan la rec\u00edproca donaci\u00f3n, con la que se enriquecen mutuamente con alegr\u00eda y gratitud\u00bb (GS 49,2). La sexualidad es fuente de alegr\u00eda y de placer:<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Creador…estableci\u00f3 que en esta funci\u00f3n (de generaci\u00f3n) los esposos experimentasen un placer y una satisfacci\u00f3n del cuerpo y del esp\u00edritu. Por tanto, los esposos no hacen nada malo procurando este placer y gozando de \u00e9l. Aceptan lo que el Creador les ha destinado. Sin embargo, los esposos deben saber mantenerse en los l\u00edmites de una justa moderaci\u00f3n (P\u00edo XII, discurso 29 Octubre 1951).<\/p>

                                                                      2363\u00a0\u00a0 Por la uni\u00f3n de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la transmisi\u00f3n de la vida. No se pueden separar estas dos significaciones o valores del matrimonio sin alterar la vida espiritual de la pareja ni comprometer los bienes del matrimonio y el porvenir de la familia.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 As\u00ed, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda situado bajo la doble exigencia de la fidelidad y la fecundidad.<\/p>

                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La fidelidad conyugal<\/p>

                                                                      2364\u00a0 El matrimonio constituye una \u00ab\u00edntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias\u00bb. Esta comunidad \u00abse establece con la alianza del matrimonio, es decir, con un consentimiento personal e irrevocable\u00bb (GS 48,1). Los dos se dan definitiva y totalmente el uno al otro. Ya no son dos, ahora forman una sola carne. La alianza contra\u00edda libremente por los esposos les impone la obligaci\u00f3n de mantenerla una e indisoluble (cf CIC, can. 1056). \u00abLo que Dios uni\u00f3, no lo separe el hombre\u00bb (Mc 10,9; cf Mt 19,1-12; 1 Co 7,10-11).<\/p>

                                                                      2365\u00a0\u00a0 La fidelidad expresa la constancia en el mantenimiento de la palabra dada. Dios es fiel. El sacramento del matrimonio hace entrar al hombre y la mujer en la fidelidad de Cristo para con su Iglesia. Por la castidad conyugal dan testimonio de este misterio ante el mundo.<\/p>

                                                                      1. Juan Cris\u00f3stomo sugiere a los j\u00f3venes esposos hacer este razonamiento a sus esposas: \u00abte he tomado en mis brazos, te amo y te prefiero a mi vida. Porque la vida presente no es nada, mi deseo m\u00e1s ardiente es pasarla contigo de tal manera que estemos seguros de no estar separados en la vida que nos est\u00e1 reservada… pongo tu amor por encima de todo, y nada me ser\u00e1 m\u00e1s penoso que no tener los mismos pensamientos que t\u00fa tienes\u00bb (hom. in Eph. 20,8).<\/li><\/ol>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La fecundidad del matrimonio<\/p>

                                                                        2366\u00a0 La fecundidad es un don, un fin del matrimonio, pues el amor conyugal tiende naturalmente a ser fecundo. El ni\u00f1o no viene de fuera a a\u00f1adirse al amor mutuo de los esposos; brota del coraz\u00f3n mismo de ese don mutuo, del que es fruto y cumplimiento. Por eso la Iglesia, que \u00abest\u00e1 en favor de la vida\u00bb (FC 30), ense\u00f1a que todo \u00abacto matrimonial, en s\u00ed mismo, debe quedar abierto a la transmisi\u00f3n de la vida\u00bb (HV 11). \u00abEsta doctrina, muchas veces expuesta por el magisterio, est\u00e1 fundada sobre la inseparable conexi\u00f3n que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador\u00bb (HV 12; cf P\u00edo XI, enc. \u00abCasti connubii\u00bb).<\/p>

                                                                        2367\u00a0\u00a0 Llamados a dar la vida, los esposos participan del poder creador y de la paternidad de Dios (cf Ef 3,14; Mt 23,9). \u00abEn el deber de transmitir la vida humana y educarla, que han de considerar como su misi\u00f3n propia, los c\u00f3nyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y en cierta manera sus int\u00e9rpretes. Por ello, cumplir\u00e1n su tarea con responsabilidad humana y cristiana\u00bb (GS 50,2).<\/p>

                                                                        2368\u00a0 Un aspecto particular de esta responsabilidad concierne a la \u00abregulaci\u00f3n de la procreaci\u00f3n\u00bb. Por razones justificadas, los esposos pueden querer espaciar los nacimientos de sus hijos. En este caso, deben cerciorarse de que su deseo no nace del ego\u00edsmo, sino que es conforme a la justa generosidad de una paternidad responsable. Por otra parte, ordenar\u00e1n su comportamiento seg\u00fan los criterios objetivos de la moralidad:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El car\u00e1cter moral de la conducta, cuando se trata de conciliar el amor conyugal con la transmisi\u00f3n responsable de la vida, no depende s\u00f3lo de la sincera intenci\u00f3n y la apreciaci\u00f3n de los motivos, sino que debe determinarse a partir de criterios objetivos, tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos; criterios que conserven \u00edntegro el sentido de la donaci\u00f3n mutua y de la procreaci\u00f3n humana en el contexto del amor verdadero; esto es imposible si no se cultiva con sinceridad la virtud de la castidad conyugal (GS 51,3).<\/p>

                                                                        2369\u00a0 \u00abSalvaguardando ambos aspectos esenciales, unitivo y procreador, el acto conyugal conserva \u00edntegro el sentido de amor mutuo y verdadero y su ordenaci\u00f3n a la alt\u00edsima vocaci\u00f3n del hombre a la paternidad\u00bb (HV 12).<\/p>

                                                                        2370\u00a0\u00a0 La continencia peri\u00f3dica, los m\u00e9todos de regulaci\u00f3n de nacimientos fundados en la autoobservaci\u00f3n y el recurso a los per\u00edodos infecundos (cf HV 16) son conformes a los criterios objetivos de la moralidad. Estos m\u00e9todos respetan el cuerpo de los esposos, fomentan el afecto entre ellos y favorecen la educaci\u00f3n de una libertad aut\u00e9ntica. Por el contrario, es intr\u00ednsecamente mala \u00abtoda acci\u00f3n que, o en previsi\u00f3n del acto conyugal, o en su realizaci\u00f3n, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga como fin o como medio, hacer imposible la procreaci\u00f3n\u00bb (HV 14):<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abAl lenguaje natural que expresa la rec\u00edproca donaci\u00f3n total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce no s\u00f3lo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino tambi\u00e9n una falsificaci\u00f3n de la verdad interior del amor conyugal, llamado a entregarse en plenitud personal\u00bb. Esta diferencia antropol\u00f3gica y moral entre la anticoncepci\u00f3n y el recurso a los ritmos peri\u00f3dicos \u00abimplica… dos concepciones de la persona y de la sexualidad humana irreconciliables entre s\u00ed\u00bb (FC 32).<\/p>

                                                                        2371 Por otra parte, \u00absea claro a todos que la vida de los hombres y la tarea de transmitirla no se limita a este mundo s\u00f3lo y no se puede medir ni entender s\u00f3lo por \u00e9l, sino que mira siempre al destino eterno de los hombres\u00bb (GS 51,4).<\/p>

                                                                        2372 El Estado es responsable del bienestar de los ciudadanos. Por eso es leg\u00edtimo que intervenga para orientar el incremento de la poblaci\u00f3n. Puede hacerlo mediante una informaci\u00f3n objetiva y respetuosa, pero no mediante una decisi\u00f3n autoritaria y coaccionante. No puede leg\u00edtimamente suplantar la iniciativa de los esposos, primeros responsables de la procreaci\u00f3n y educaci\u00f3n de sus hijos (cf HV 23; PP 37). E Estado no est\u00e1 autorizado a favorecer medios de regulaci\u00f3n demogr\u00e1fica contrarios a la moral.<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El don del hijo<\/p>

                                                                        2373 La Sagrada Escritura y la pr\u00e1ctica tradicional de la Iglesia ven en las familias numerosas un signo de la bendici\u00f3n divina y de la generosidad de los padres (cf GS 50,2).<\/p>

                                                                        2374 Grande es el sufrimiento de los esposos que se descubren est\u00e9riles. Abraham pregunta a Dios: \u00ab\u00bfqu\u00e9 me vas a dar, si me voy sin hijos…?\u00bb (Gn 15,2). Y Raquel dice a su marido Jacob: \u00abDame hijos, o si no me muero\u00bb (Gn 30,1).<\/p>

                                                                        2375 Las investigaciones que intentan reducir la esterilidad humana deben alentarse, a condici\u00f3n de que se pongan \u00abal servicio de la persona humana, de sus derechos inalienables, de su bien verdadero e integral, seg\u00fan el plan y la voluntad de Dios\u00bb (CDF, instr. \u00abDonum vitae\u00bb, 9).<\/p>

                                                                        2376\u00a0\u00a0 Las t\u00e9cnicas que provocan una disociaci\u00f3n de la paternidad por intervenci\u00f3n de una persona extra\u00f1a a los c\u00f3nyuges (donaci\u00f3n del esperma o del \u00f3vulo, pr\u00e9stamo de \u00fatero) son gravemente deshonestas. Estas t\u00e9cnicas (inseminaci\u00f3n y fecundaci\u00f3n artificiales heter\u00f3logas) lesionan el derecho del ni\u00f1o a nacer de un padre y una madre conocidos de \u00e9l y ligados entre s\u00ed por el matrimonio. Quebrantan \u00absu derecho a llegar a ser padre y madre exclusivamente el uno a trav\u00e9s del otro\u00bb (CDF, instr. \u00abDonum vitae\u00bb 58).<\/p>

                                                                        2377 Practicadas dentro de la pareja, estas t\u00e9cnicas (inseminaci\u00f3n y fecundaci\u00f3n artificiales hom\u00f3logas) son quiz\u00e1 menos perjudiciales, pero no dejan de ser moralmente reprobables. Disocian el acto sexual del acto procreador. El acto fundador de la existencia del hijo ya no es un acto por el que dos personas se dan una a otra, \u00abconf\u00eda la vida y la identidad del embri\u00f3n al poder de los m\u00e9dicos y de los bi\u00f3logos, e instaura un dominio de la t\u00e9cnica sobre el origen y sobre el destino de la persona humana. Una tal relaci\u00f3n de dominio es en s\u00ed contraria a la dignidad e igualdad que debe ser com\u00fan a padres e hijos\u00bb (cf CDF, instr. \u00abDonum vitae\u00bb 82). \u00abLa procreaci\u00f3n queda privada de su perfecci\u00f3n propia, desde el punto de vista moral, cuando no es querida como el fruto del acto conyugal, es decir, del gesto espec\u00edfico de la uni\u00f3n de los esposos…solamente el respeto de la conexi\u00f3n existente entre los significados del acto conyugal y el respeto de la unidad del ser humano, consiente una procreaci\u00f3n conforme con la dignidad de la persona\u00bb (CDF, instr. \u00abDonum vitae\u00bb 74.76).<\/p>

                                                                        2378\u00a0\u00a0 El hijo no es un derecho sino un don. El \u00abdon m\u00e1s excelente del matrimonio\u00bb es una persona humana. El hijo no puede ser considerado como un objeto de propiedad, a lo que conducir\u00eda el reconocimiento de un pretendido \u00abderecho al hijo\u00bb. A este respecto, s\u00f3lo el hijo posee verdaderos derechos: El de \u00abser el fruto del acto espec\u00edfico del amor conyugal de sus padres, y tiene tambi\u00e9n el derecho a ser respetado como persona desde el momento de su concepci\u00f3n\u00bb (CDF, instr. \u00abDonum vitae\u00bb 96).<\/p>

                                                                        2379\u00a0\u00a0 El evangelio ense\u00f1a que la esterilidad f\u00edsica no es un mal absoluto. Los esposos que, tras haber agotado los recursos leg\u00edtimos de la medicina, padecen de esterilidad, deben asociarse a la Cruz del Se\u00f1or, fuente de toda fecundidad espiritual. Pueden manifestar su generosidad adoptando hijos abandonados o realizando servicios sacrificados en beneficio del pr\u00f3jimo.<\/p>

                                                                        IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS OFENSAS A LA DIGNIDAD DEL MATRIMONIO<\/p>

                                                                        2380\u00a0 El adulterio. Esta palabra designa la infidelidad conyugal. Cuando un hombre y una mujer, de los cuales al menos uno est\u00e1 casado, establecen una relaci\u00f3n sexual, aunque ocasional, cometen un adulterio. Cristo condena incluso el deseo del adulterio (cf Mt 5,27-28). El sexto mandamiento y el Nuevo Testamento proscriben absolutamente el adulterio (cf Mt 5,32; 19,6; Mc 10,11; 1 Co 6,9-10). Los profetas denuncian su gravedad; ven en el adulterio la figura del pecado de idolatr\u00eda (cf Os 2,7; Jr 5,7; 13,27).<\/p>

                                                                        2381 El adulterio es una injusticia. El que lo comete falta a sus compromisos. Lesiona el signo de la Alianza que es el v\u00ednculo matrimonial. Quebranta el derecho del otro c\u00f3nyuge y atenta contra la instituci\u00f3n del matrimonio, violando el contrato que le da origen. Compromete el bien de la generaci\u00f3n humana y de los hijos, que necesitan la uni\u00f3n estable de los padres.<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El divorcio<\/p>

                                                                        2382\u00a0\u00a0 El Se\u00f1or Jes\u00fas insiste en la intenci\u00f3n original del Creador que quer\u00eda un matrimonio indisoluble (cf Mt 5,31-32; 19,3-9; Mc 10,9; Lc 16,18; 1 Co 7,10-11), y abroga la tolerancia que se hab\u00eda introducido en la ley antigua (cf Mt 19,7-9).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Entre bautizados, \u00abel matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ning\u00fan poder humano ni por ninguna causa fuera de la muerte\u00bb (CIC, can 1141).<\/p>

                                                                        2383\u00a0\u00a0 La separaci\u00f3n de los esposos con mantenimiento del v\u00ednculo matrimonial puede ser leg\u00edtima en ciertos casos previstos por el Derecho can\u00f3nico (cf CIC, can. 1151-55).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Si el divorcio civil representa la \u00fanica manera posible de asegurar ciertos derechos leg\u00edtimos, el cuidado de los hijos o la defensa del patrimonio, puede ser tolerado sin constituir una falta moral.<\/p>

                                                                        2384\u00a0 El divorcio\u00a0 es una ofensa grave a la ley natural. Pretende romper el contrato, aceptado libremente por los esposos, de vivir juntos hasta la muerte. El divorcio atenta contra la Alianza de salvaci\u00f3n de la cual el matrimonio sacramental es un signo. El hecho de contraer una nueva uni\u00f3n, aunque reconocida por la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura: el c\u00f3nyuge casado de nuevo se haya entonces en situaci\u00f3n de adulterio p\u00fablico y permanente:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Si el marido, tras haberse separado de su mujer, se une a otra mujer, es ad\u00faltero, porque hace cometer un adulterio a esta mujer; y la mujer que habita con \u00e9l es ad\u00faltera, porque ha atra\u00eddo a s\u00ed al marido de otra (S. Basilio, moral. regla 73).<\/p>

                                                                        2385\u00a0\u00a0 El divorcio adquiere tambi\u00e9n su car\u00e1cter inmoral por el desorden que introduce en la c\u00e9lula familiar y en la sociedad. Este desorden entra\u00f1a da\u00f1os graves: para el c\u00f3nyuge, que se ve abandonado; para los hijos, traumatizados por la separaci\u00f3n de los padres, y a menudo viviendo en tensi\u00f3n a causa de sus padres; por su efecto de contagio, que hace de \u00e9l una verdadera plaga social.<\/p>

                                                                        2386\u00a0 Puede ocurrir que uno de los c\u00f3nyuges sea la v\u00edctima inocente del divorcio dictado por la ley civil; entonces no contradice el precepto moral. Existe una diferencia considerable entre el c\u00f3nyuge que se ha esforzado con sinceridad por ser fiel al sacramento del matrimonio y se ve injustamente abandonado y el que, por una falta grave de su parte, destruye un matrimonio can\u00f3nicamente v\u00e1lido (cf FC 84).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Otras ofensas a la dignidad del matrimonio<\/p>

                                                                        2387\u00a0\u00a0 Es comprensible el drama del que, deseoso de convertirse al evangelio, se ve obligado a repudiar una o varias mujeres con las que ha compartido a\u00f1os de vida conyugal. Sin embargo, la poligamia no se ajusta a la ley moral, pues contradice radicalmente la comuni\u00f3n conyugal. La poligamia \u00abniega directamente el designio de Dios, tal como es revelado desde los or\u00edgenes, porque es contraria a la igual dignidad personal del hombre y de la mujer, que en el matrimonio se dan con un amor total y por lo mismo \u00fanico y exclusivo\u00bb (FC 19; cf GS 47,2). El cristiano que hab\u00eda sido pol\u00edgamo est\u00e1 gravemente obligado en justicia a cumplir los deberes contra\u00eddos respecto a sus antiguas mujeres y sus hijos.<\/p>

                                                                        2388\u00a0 Incesto\u00a0 es la relaci\u00f3n carnal entre parientes dentro de los grados en que est\u00e1 prohibido el matrimonio (cf Lv 18,7-20). S. Pablo condena esta falta particularmente grave: \u00abSe oye hablar de que hay inmoralidad entre vosotros… hasta el punto de que uno de vosotros vive con la mujer de su padre…en nombre del Se\u00f1or Jes\u00fas…sea entregado ese individuo a Satan\u00e1s para destrucci\u00f3n de la carne…\u00bb (1 Co 5,1.4-5). El incesto corrompe las relaciones familiares y representa una regresi\u00f3n a la animalidad.<\/p>

                                                                        2389\u00a0 Se puede equiparar al incesto los abusos sexuales perpetrados por adultos en ni\u00f1os o adolescentes confiados a su guarda. Entonces esta falta adquiere una mayor gravedad por atentar escandalosamente contra la integridad f\u00edsica y moral de los j\u00f3venes que quedar\u00e1n as\u00ed marcados para toda la vida, y por ser una violaci\u00f3n de la responsabilidad educativa.<\/p>

                                                                        2390\u00a0 Hay uni\u00f3n libre\u00a0 cuando el hombre y la mujer se niegan a dar forma jur\u00eddica y p\u00fablica a una uni\u00f3n que implica la intimidad sexual.<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La expresi\u00f3n en s\u00ed misma es enga\u00f1osa: \u00bfqu\u00e9 puede significar una uni\u00f3n en la que las personas no se comprometen entre s\u00ed y testimonian con ello una falta de confianza en el otro, en s\u00ed mismo, o en el porvenir?<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Esta expresi\u00f3n abarca situaciones distintas: concubinato, rechazo del matrimonio en cuanto tal, incapacidad de unirse mediante compromisos a largo plazo (cf FC 81). Todas estas situaciones ofenden la dignidad del matrimonio; destruyen la idea misma de la familia; debilitan el sentido de la fidelidad. Son contrarias a la ley moral: el acto sexual debe tener lugar exclusivamente en el matrimonio; fuera de \u00e9ste constituye siempre un pecado grave y excluye de la comuni\u00f3n sacramental.<\/p>

                                                                        2391 Muchos reclaman hoy una especie de \u00abuni\u00f3n a prueba\u00bb cuando existe intenci\u00f3n de casarse. Cualquiera que sea la firmeza del prop\u00f3sito de los que se comprometen en relaciones sexuales prematuras, \u00e9stas \u00abno garantizan que la sinceridad y la fidelidad de la relaci\u00f3n interpersonal entre un hombre y una mujer queden aseguradas, y sobre todo protegidas, contra los vaivenes y las veleidades de las pasiones\u00bb (CDF, decl. \u00abPersona humana\u00bb 7). La uni\u00f3n carnal s\u00f3lo es moralmente leg\u00edtima cuando se ha instaurado una comunidad de vida definitiva entre el hombre y la mujer. El amor humano no tolera la \u00abprueba\u00bb. Exige un don total y definitivo de las personas entre s\u00ed (cf FC 80).<\/p>

                                                                        RESUMEN<\/p>

                                                                        2392\u00a0\u00a0 \u00abEl amor es la vocaci\u00f3n fundamental e innata de todo ser humano\u00bb (FC 11).<\/p>

                                                                        2393\u00a0\u00a0 Al crear al ser humano hombre y mujer, Dios confiere la dignidad personal de manera id\u00e9ntica a uno y a otra. A cada uno, hombre y mujer, corresponde reconocer y aceptar su identidad sexual.<\/p>

                                                                        2394\u00a0 Cristo es el modelo de la castidad. Todo bautizado es llamado a llevar una vida casta, cada uno seg\u00fan su estado de vida.<\/p>

                                                                        2395\u00a0\u00a0 La castidad significa la integraci\u00f3n de la sexualidad en la persona. Entra\u00f1a el aprendizaje del dominio personal.<\/p>

                                                                        2396\u00a0 Entre los pecados gravemente contrarios a la castidad se deben citar la masturbaci\u00f3n, la fornicaci\u00f3n, las actividades pornogr\u00e1ficas, y las pr\u00e1cticas homosexuales.<\/p>

                                                                        2397\u00a0\u00a0 La alianza que los esposos contraen libremente implica un amor fiel. Les confiere la obligaci\u00f3n de guardar indisoluble su matrimonio.<\/p>

                                                                        2398\u00a0 La fecundidad es un bien, un don, un fin del matrimonio. Dando la vida, los esposos participan de la paternidad de Dios.<\/p>

                                                                        2399\u00a0 La regulaci\u00f3n de la natalidad representa uno de los aspectos de la paternidad y la maternidad responsables. La legitimidad de las intenciones de los esposos no justifica el recurso a medios moralmente reprobables (p.e., la esterilizaci\u00f3n directa o la anticoncepci\u00f3n).<\/p>

                                                                        2400\u00a0 El adulterio y el divorcio, la poligamia y la uni\u00f3n libre son ofensas graves a la dignidad del matrimonio.<\/p>

                                                                        Art\u00edculo 7\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL SEPTIMO MANDAMIENTO<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No robar\u00e1s (Ex 20,15; Dt 5,19).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No robar\u00e1s (Mt 19,18).<\/p>

                                                                        2401 El s\u00e9ptimo mandamiento proh\u00edbe tomar o retener el bien del pr\u00f3jimo injustamente y hacer da\u00f1o al pr\u00f3jimo en sus bienes de cualquier manera. Prescribe la justicia y la caridad en la gesti\u00f3n de los bienes terrenos y los frutos del trabajo de los hombres. Con miras al bien com\u00fan exige el respeto del destino universal de los bienes y del derecho de propiedad privada. La vida cristiana se esfuerza por ordenar a Dios y a la caridad fraterna los bienes de este mundo.<\/p>

                                                                        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL DESTINO UNIVERSAL Y LA PROPIEDAD PRIVADA DE LOS \u00a0\u00a0\u00a0 BIENES<\/p>

                                                                        2402\u00a0 Al comienzo Dios confi\u00f3 la tierra y sus recursos a la administraci\u00f3n com\u00fan de la humanidad para que tenga cuidado de ellos, los domine mediante su trabajo y se beneficie de sus frutos (cf Gn 1,26-29). Los bienes de la creaci\u00f3n est\u00e1n destinados a todo el g\u00e9nero humano. Sin embargo, la tierra est\u00e1 repartida entre los hombres para dar seguridad a su vida, expuesta a la penuria y amenazada por la violencia. La apropiaci\u00f3n de bienes es leg\u00edtima para garantizar la libertad y la dignidad de las personas, para ayudar a cada uno a atender sus necesidades fundamentales y las necesidades de los que est\u00e1n a su cargo. Debe hacer posible que se viva una solidaridad natural entre los hombres.<\/p>

                                                                        2403\u00a0 El derecho a la propiedad privada<\/em>, adquirida o recibida de modo justo, no anula la donaci\u00f3n original de la tierra al conjunto de la humanidad. El destino universal de los bienes contin\u00faa siendo primordial, aunque la promoci\u00f3n del bien com\u00fan exija el respeto de la propiedad privada, de su derecho y de su ejercicio.<\/p>

                                                                        2404\u00a0 \u00abEl hombre, al servirse de esos bienes , debe considerar las cosas externas que posee leg\u00edtimamente, no s\u00f3lo como suyas, sino tambi\u00e9n como comunes, en el sentido de que han de aprovechar no s\u00f3lo a \u00e9l, sino tambi\u00e9n a los dem\u00e1s\u00bb (GS 69,1). La propiedad de un bien hace de su due\u00f1o un administrador de la providencia para hacerlo fructificar y comunicar sus beneficios a otros, ante todo a sus pr\u00f3ximos.<\/p>

                                                                        2405\u00a0 Los bienes de producci\u00f3n -materiales o inmateriales- como tierras o f\u00e1bricas, profesiones o artes, requieren los cuidados de sus posesores para que su fecundidad aproveche al mayor n\u00famero de personas. Los poseedores de bienes de uso y consumo deben usarlos con templanza reservando la mejor parte al hu\u00e9sped, al enfermo, al pobre.<\/p>

                                                                        2406\u00a0 La autoridad pol\u00edtica tiene el derecho y el deber de regular en funci\u00f3n del bien com\u00fan el ejercicio leg\u00edtimo del derecho de propiedad (cf GS 71,4; SRS 42; CA 40; 48).<\/p>

                                                                        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL RESPETO DE LAS PERSONAS Y DE SUS BIENES<\/p>

                                                                        2407\u00a0 En materia econ\u00f3mica el respeto de la dignidad humana exige la pr\u00e1ctica de la virtud de la templanza, para moderar el apego a los bienes de este mundo; de la justicia, para preservar los derechos del pr\u00f3jimo y darle lo que le es debido; y de la solidaridad, siguiendo la regla de oro y seg\u00fan la liberalidad del Se\u00f1or, que \u00absiendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza\u00bb (2 Co 8,9).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El respeto de los bienes ajenos<\/p>

                                                                        2408\u00a0 El s\u00e9ptimo mandamiento proh\u00edbe el robo, es decir, la usurpaci\u00f3n del bien ajeno contra la voluntad razonable de su due\u00f1o. No hay robo si el consentimiento puede ser presumido o si el rechazo es contrario a la raz\u00f3n y al destino universal de los bienes. Es el caso de la necesidad urgente y evidente en que el \u00fanico medio de remediar las necesidades inmediatas y esenciales (alimento, vivienda, vestido…) es disponer y usar de los bienes ajenos (cf GS 69,1).<\/p>

                                                                        2409\u00a0 Toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las disposiciones de la ley civil, es contraria al s\u00e9ptimo mandamiento. As\u00ed, retener deliberadamente bienes prestados u objetos perdidos, defraudar en el ejercicio del comercio (cf Dt 25, 13-16), pagar salarios injustos (cf Dt 24,14-15; St 5,4), elevar los precios especulando con la ignorancia o la necesidad ajenas (cf Am 8,4-6).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Son tambi\u00e9n moralmente il\u00edcitos, la especulaci\u00f3n mediante la cual se pretende hacer variar artificialmente la valoraci\u00f3n de los bienes con el fin de obtener un beneficio en detrimento ajeno; la corrupci\u00f3n mediante la cual se vicia el juicio de los que deben tomar decisiones conforme a derecho; la apropiaci\u00f3n y el uso privados de los bienes sociales de una empresa; los trabajos mal hechos, el fraude fiscal, la falsificaci\u00f3n de cheques y facturas, los gastos excesivos, el despilfarro. Infligir voluntariamente un da\u00f1o a las propiedades privadas o p\u00fablicas es contrario a la ley moral y exige reparaci\u00f3n.<\/p>

                                                                        2410 Las promesas deben ser cumplidas, y los contratos rigurosamente observados en la medida en que el compromiso adquirido es moralmente justo. Una parte notable de la vida econ\u00f3mica y social depende del valor de los contratos entre personas f\u00edsicas o morales. As\u00ed, los contratos comerciales de venta o compra, los contratos de alquiler o de trabajo. Todo contrato debe ser hecho y ejecutado de buena fe.<\/p>

                                                                        2411\u00a0 Los contratos est\u00e1n sometidos a la justicia conmutativa<\/em>, que regula los intercambios entre las personas y entre las instituciones, en el respeto exacto de sus derechos. La justicia conmutativa obliga estrictamente; exige la salvaguarda de los derechos de propiedad, el pago de las deudas y la prestaci\u00f3n de obligaciones libremente contra\u00eddas. Sin justicia conmutativa no es posible ninguna otra forma de justicia.<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La justicia conmutativa se distingue de la justicia legal, que se refiere a lo que el ciudadano debe equitativamente a la comunidad, y de la justicia distributiva\u00a0 que regula lo que la comunidad debe a los ciudadanos en proporci\u00f3n a sus contribuciones y a sus necesidades.<\/p>

                                                                        2412 En virtud de la justicia conmutativa, la reparaci\u00f3n de la injusticia cometida exige la restituci\u00f3n del bien robado a su propietario:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Jes\u00fas bendijo a Zaqueo por su resoluci\u00f3n: \u00absi en algo defraud\u00e9 a alguien, le devolver\u00e9 el cu\u00e1druplo\u00bb (Lc 19,8). Los que, de manera directa o indirecta, se han apoderado de un bien ajeno, est\u00e1n obligados a restituirlo o a devolver el equivalente en naturaleza o en especie si la cosa ha desaparecido, as\u00ed como los frutos y beneficios que su propietario hubiera obtenido leg\u00edtimamente. Est\u00e1n igualmente obligados a restituir, en proporci\u00f3n a su responsabilidad y al beneficio obtenido, todos los que han participado de alguna manera en el robo, o se han aprovechado de \u00e9l a sabiendas; por ejemplo, quienes lo hayan ordenado o ayudado o encubierto.<\/p>

                                                                        2413 Los juegos de azar (de cartas, etc.) o las apuestas no son en s\u00ed mismos contrarios a la justicia. No obstante, resultan moralmente inaceptables cuando privan a la persona de lo que le es necesario para atender a sus necesidades o las de los dem\u00e1s. La pasi\u00f3n del juego corre peligro de convertirse en una grave servidumbre. Apostar injustamente o hacer trampas en los juegos constituye una materia grave, a no ser que el da\u00f1o infligido sea tan leve que quien lo padece no pueda razonablemente considerarlo significativo.<\/p>

                                                                        2414 El s\u00e9ptimo mandamiento proscribe los actos o empresas que, por una u otra raz\u00f3n, ego\u00edsta o ideol\u00f3gica, mercantil o totalitaria, conduce a esclavizar seres humanos, a menospreciar su dignidad personal, a comprarlos, a venderlos y a cambiarlos como mercanc\u00eda. Es un pecado contra la dignidad de las personas y sus derechos fundamentales reducirlos por la violencia a un objeto de consumo o a una fuente de beneficio. S. Pablo ordenaba a un amo cristiano que tratase a su esclavo cristiano \u00abno como esclavo, sino…como un hermano…en el Se\u00f1or\u00bb (Flm 16).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El respeto de la integridad de la creaci\u00f3n<\/p>

                                                                        2415 El s\u00e9ptimo mandamiento exige el respeto de la integridad de la creaci\u00f3n. Los animales, como las plantas y los seres inanimados, est\u00e1n naturalmente destinados al bien com\u00fan de la humanidad pasada, presente y futura (cf Gn 1,28-31). El uso de los recursos minerales, vegetales y animales del universo no puede ser separado del respeto a las exigencias morales. El dominio concedido por el Creador al hombre sobre los seres inanimados y los seres vivos no es absoluto; est\u00e1 regulado por el cuidado de la calidad de la vida del pr\u00f3jimo comprendidas las generaciones venideras; exige un respeto religioso de la integridad de la creaci\u00f3n (cf CA 37-38).<\/p>

                                                                        2416 Los animales\u00a0 son criaturas de Dios, que los rodea de su solicitud providencial (cf Mt 6,16). Por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria (cf Dn 3,57-58). Tambi\u00e9n los hombres les deben aprecio. Recu\u00e9rdese con qu\u00e9 delicadeza trataban a los animales\u00a0 S. Francisco de As\u00eds o S. Felipe Neri.<\/p>

                                                                        2417 Dios confi\u00f3 los animales a la administraci\u00f3n del que fue creado por \u00e9l a su imagen (cf Gn 2,19-20; 9,1-4). Por tanto, es leg\u00edtimo servirse de los animales para el alimento y la confecci\u00f3n de vestidos. Se los puede domesticar para que ayuden al hombre en sus trabajos y en sus ocios. Los experimentos m\u00e9dicos y cient\u00edficos en animales son pr\u00e1cticas moralmente aceptables, si se mantienen dentro de l\u00edmites razonables y contribuyen a curar o salvar vidas humanas.<\/p>

                                                                        2418 Es contrario a la dignidad humana hacer sufrir in\u00fatilmente a los animales y gastar sin necesidad sus vidas. Es tambi\u00e9n indigno invertir en ellos sumas que deber\u00edan m\u00e1s bien remediar la miseria de los hombres. Se puede amar a los animales; pero no se puede desviar hacia ellos el afecto debido \u00fanicamente a los seres humanos.<\/p>

                                                                        III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA<\/p>

                                                                        2419 \u00abLa revelaci\u00f3n cristiana…nos conduce a una comprensi\u00f3n m\u00e1s profunda de las leyes de la vida social\u00bb (GS 23,1). La Iglesia recibe del evangelio la plena revelaci\u00f3n de la verdad del hombre. Cuando cumple su misi\u00f3n de anunciar el evangelio, ense\u00f1a al hombre, en nombre de Cristo, su dignidad propia y su vocaci\u00f3n a la comuni\u00f3n de las personas; y le descubre las exigencias de la justicia y de la paz, conformes a la sabidur\u00eda divina.<\/p>

                                                                        2420\u00a0 La Iglesia expresa un juicio moral, en materia econ\u00f3mi ca y social, \u00abcuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvaci\u00f3n de las almas\u00bb (GS 76,5). En el orden de la moralidad, la Iglesia ejerce una misi\u00f3n distinta de la que ejercen las autoridades pol\u00edticas: ella se ocupa de los aspectos temporales del bien com\u00fan a causa de su ordenaci\u00f3n al soberano Bien, nuestro fin \u00faltimo. Se esfuerza por inspirar las actitudes justas en el uso de los bienes terrenos y en las relaciones socioecon\u00f3micas.<\/p>

                                                                        2421 La doctrina social de la Iglesia se desarroll\u00f3 en el siglo XIX cuando se produce el encuentro entre el evangelio y la sociedad industrial moderna, sus nuevas estructuras para producci\u00f3n de bienes de consumo, su nueva concepci\u00f3n de la sociedad, del Estado y de la autoridad, sus nuevas formas de trabajo y de propiedad. El desarrollo de la doctrina de la Iglesia en materia econ\u00f3mica y social da testimonio del valor permanente de la ense\u00f1anza de la Iglesia, al mismo tiempo que del sentido verdadero de su Tradici\u00f3n siempre viva y activa (cf. CA 3).<\/p>

                                                                        2422 La ense\u00f1anza social de la Iglesia comprende un cuerpo de doctrina que se articula a medida que la Iglesia interpreta los acontecimientos a lo largo de la historia, a la luz del conjunto de la palabra revelada por Cristo Jes\u00fas con la asistencia del Esp\u00edritu Santo (cf SRS 1; 41). Esta ense\u00f1anza resulta tanto m\u00e1s aceptable para los hombres de buena voluntad cuanto m\u00e1s inspira la conducta de los fieles.<\/p>

                                                                        2423 La doctrina social de la Iglesia propone principios de reflexi\u00f3n, extrae criterios de juicio, da orientaciones para la acci\u00f3n:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Todo sistema, seg\u00fan el cual las relaciones socia les estar\u00edan determinadas enteramente por los factores econ\u00f3micos es contrario a la naturaleza de la persona humana y de sus actos (cf CA 24).<\/p>

                                                                        2424\u00a0\u00a0 Una teor\u00eda que hace del lucro la norma exclusiva y el fin \u00faltimo de la actividad econ\u00f3mica es moralmente inaceptable. El apetito desordenado de dinero no deja de producir efectos perniciosos. Es una de las causas de los numerosos conflictos que perturban el orden social (cf GS 63,3; LE 7; CA 35).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Un sistema que \u00absacrifica los derechos fundamentales de la persona y de los grupos en aras de la organizaci\u00f3n colectiva de la producci\u00f3n\u00bb es contrario a la dignidad del hombre (cf GS 65). Toda pr\u00e1ctica que reduce a las personas a no ser m\u00e1s que medios de lucro esclaviza al hombre, conduce a la idolatr\u00eda del dinero y contribuye a difundir el ate\u00edsmo. \u00abNo pod\u00e9is servir a Dios y al Dinero\u00bb (Mt 6,24; Lc 16,13).<\/p>

                                                                        2425 La Iglesia ha rechazado las ideolog\u00edas totalitarias y ateas asociadas en los tiempos modernos al \u00abcomunismo\u00bb o \u00absocialismo\u00bb. \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por otra parte, ha reprobado en la pr\u00e1ctica del \u00abcapitalismo\u00bb el individualismo y la primac\u00eda absoluta de la ley de mercado sobre el trabajo humano (cf CA 10, 13.44). La regulaci\u00f3n de la econom\u00eda \u00fanicamente por la planificaci\u00f3n centralizada pervierte en la base los v\u00ednculos sociales; su regulaci\u00f3n \u00fanicamente por la ley de mercado quebranta la justicia social, porque \u00abexisten numerosas necesidades humanas que no tienen salida en el mercado\u00bb (CA 34).\u00a0 Es preciso promover una regulaci\u00f3n razonable del mercado y de las iniciativas econ\u00f3micas, seg\u00fan una justa jerarqu\u00eda de valores y atendiendo al bien com\u00fan.<\/p>

                                                                        IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA ACTIVIDAD ECONOMICA Y LA JUSTICIA SOCIAL<\/p>

                                                                        2426\u00a0 El desarrollo de las actividades econ\u00f3micas y el crecimiento de la producci\u00f3n est\u00e1n destinados a remediar las necesidades de los seres humanos. La vida econ\u00f3mica no tiende solamente a multiplicar los bienes producidos y a aumentar el lucro o el poder; est\u00e1 ante todo ordenada al servicio de las personas, del hombre entero y de toda la comunidad humana. La actividad econ\u00f3mica dirigida seg\u00fan sus propios m\u00e9todos, debe moverse dentro de los l\u00edmites del orden moral, seg\u00fan la justicia social, a fin de responder al plan de Dios sobre el hombre (cf GS 64).<\/p>

                                                                        2427 El trabajo humano\u00a0 procede directamente de personas creadas a imagen de Dios y llamadas a prolongar, unidas y para mutuo beneficio, la obra de la creaci\u00f3n dominando la tierra (cf Gn 1,28; GS 34; CA 31). El trabajo es, por tanto, un deber: \u00abSi alguno no quiere trabajar, que tampoco coma\u00bb (2 Ts 3,10; cf. 1 Ts 4,11). El trabajo honra los dones del Creador y los talentos recibidos. Puede ser tambi\u00e9n redentor. Soportando el peso del trabajo (cf Gn 3,14-19), en uni\u00f3n con Jes\u00fas, el carpintero de Nazaret y el crucificado del Calvario, el hombre colabora en cierta manera con el Hijo de Dios en su Obra redentora. Se muestra disc\u00edpulo de Cristo llevando la Cruz cada d\u00eda, en la actividad que est\u00e1 llamado a realizar (cf LE 27). El trabajo puede ser un medio de santificaci\u00f3n y una animaci\u00f3n de las realidades terrenas en el esp\u00edritu de Cristo.<\/p>

                                                                        2428\u00a0 En el trabajo, la persona ejerce y aplica una parte de las capacidades inscritas en su naturaleza. El valor primordial del trabajo pertenece al hombre mismo, que es su autor y su destinatario. El trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo (cf LE 6).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cada uno debe poder sacar del trabajo los medios para sustentar su vida y la de los suyos, y para prestar servicio a la comunidad humana.<\/p>

                                                                        2429\u00a0 Cada uno tiene el derecho de iniciativa econ\u00f3mica, y podr\u00e1 usar leg\u00edtimamente de sus talentos para contribuir a una abundancia provechosa para todos, y para recoger los justos frutos de sus esfuerzos. Deber\u00e1 ajustarse a las reglamentaciones dictadas por las autoridades leg\u00edtimas con miras al bien com\u00fan (cf CA 32; 34).<\/p>

                                                                        2430\u00a0 La vida econ\u00f3mica se ve afectada por intereses diversos, con frecuencia opuestos entre s\u00ed. As\u00ed se explica el surgimiento de conflictos que la caracterizan (cf LE 11). Ser\u00e1 preciso esforzarse para reducir estos \u00faltimos mediante la negociaci\u00f3n, que respete los derechos y los deberes de cada parte: los responsables de las empresas, los representantes de los trabajadores, por ejemplo, organizaciones sindicales y, en caso necesario, los poderes p\u00fablicos.<\/p>

                                                                        2431 La responsabilidad del Estado. \u00abLa actividad econ\u00f3mica, en particular la econom\u00eda de mercado, no puede desenvolverse en medio de un vac\u00edo institucional, jur\u00eddico y pol\u00edtico. Por el contrario supone una seguridad que garantiza la libertad individual y la propiedad, adem\u00e1s de un sistema monetario estable y servicios p\u00fablicos eficientes. La primera incumbencia del Estado es, pues, la de garantizar esa seguridad, de manera que quien trabaja y produce pueda gozar de los frutos de su trabajo y, por tanto, se sienta estimulado a realizarlo eficiente y honestamente…Otra incumbencia del Estado es la de vigilar y encauzar el ejercicio de los derechos humanos en el sector econ\u00f3mico; pero en este campo la primera responsabilidad no es del Estado, sino de cada persona y de los diversos grupos y asociaciones en que se articula la sociedad\u00bb (CA 48).<\/p>

                                                                        2432 Los responsables de las empresas ostentan ante la sociedad la responsabilidad econ\u00f3mica y ecol\u00f3gica de sus operaciones (CA 37). Est\u00e1n obligados a considerar el bien de las personas y no solamente el aumento de las ganancias. Sin embargo, estas son necesarias; permiten realizar las inversiones que aseguran el porvenir de las empresas, y garantizan los puestos de trabajo.<\/p>

                                                                        2433 El acceso al trabajo\u00a0 y a la profesi\u00f3n debe estar abierto a todos sin discriminaci\u00f3n injusta, hombres y mujeres, sanos y disminuidos, aut\u00f3ctonos e inmigrados (cf. LE 19; 22-23). En funci\u00f3n de las circunstancias, la sociedad debe por su parte ayudar a los ciudadanos a procurarse un trabajo y un empleo (cf. CA 48).<\/p>

                                                                        2434\u00a0\u00a0 El salario justo es el fruto leg\u00edtimo del trabajo. Negarlo o retenerlo puede constituir una grave injusticia (cf Lv 19,13; Dt 24,14-15; St 5,4). Para determinar la remuneraci\u00f3n justa se han de tener en cuenta a la vez las necesidades y las contribuciones de cada uno. \u00abEl trabajo debe ser remunerado de tal modo que se den al hombre posibilidades de que \u00e9l y los suyos vivan dignamente su vida material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y la productividad de cada uno, as\u00ed como las condiciones de la empresa y el bien com\u00fan\u00bb (GS 67,2). El acuerdo de las partes no basta para justificar moralmente el importe del salario.<\/p>

                                                                        2435 La huelga es moralmente leg\u00edtima cuando se presenta como un recurso inevitable, si no necesario para obtener un beneficio proporcionado. Resulta moralmente inaceptable cuando va acompa\u00f1ada de violencias o tambi\u00e9n cuando se lleva a cabo en funci\u00f3n de objetivos no directamente vinculados a las condiciones de trabajo o contrarios al bien com\u00fan.<\/p>

                                                                        2436\u00a0 Es injusto no pagar a los organismos de seguridad social las cotizaciones\u00a0 establecidas por las autoridades leg\u00edtimas.<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La privaci\u00f3n de empleo\u00a0 a causa de la huelga es casi siempre para su v\u00edctima un atentado contra su dignidad y una amenaza para el equilibrio de la vida. Adem\u00e1s del da\u00f1o personal padecido, de esa privaci\u00f3n se derivan riesgos numerosos para su hogar (cf. LE 18).<\/p>

                                                                        V\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JUSTICIA Y SOLIDARIDAD ENTRE LAS NACIONES<\/p>

                                                                        2437 En el plano internacional la desigualdad de los recursos y de los medios econ\u00f3micos es tal que crea entre las naciones un verdadero \u00ababismo\u00bb (SRS 14). Por un lado est\u00e1n los que poseen y desarrollan los medios de crecimiento, y por otro, los que acumulan deudas.<\/p>

                                                                        2438\u00a0 Diversas causas, de naturaleza religiosa, pol\u00edtica, econ\u00f3mica y financiera, confieren hoy a la cuesti\u00f3n social \u00abuna dimensi\u00f3n mundial\u00bb (SRS 9). La solidaridad es necesaria entre las naciones cuyas pol\u00edticas son ya interdependientes. Es todav\u00eda m\u00e1s indispensable cuando se trata de acabar con los \u00abmecanismos perversos\u00bb que obstaculizan el desarrolla de los pa\u00edses menos avanzados (cf SRS 17; 45). Es preciso sustituir los sistemas financieros abusivos, si no usureros (cf CA 35), las relaciones comerciales inicuas entre las naciones, la carrera de armamentos, por un esfuerzo com\u00fan para movilizar los recursos hacia objetivos de desarrollo moral, cultural y econ\u00f3mico \u00abfijando de nuevo las prioridades y las escalas de valores\u00bb (CA 28).<\/p>

                                                                        2439\u00a0 Las naciones ricas\u00a0 tienen una responsabilidad moral grave respecto a las que no pueden por s\u00ed mismas asegurar los medios de su desarrollo, o han sido impedidas de realizarlo por tr\u00e1gicos acontecimientos hist\u00f3ricos. Es un deber de solidaridad y de caridad; es tambi\u00e9n una obligaci\u00f3n de justicia si el bienestar de las naciones ricas procede de recursos que no han sido pagados justamente.<\/p>

                                                                        2440\u00a0 La ayuda directa constituye una respuesta apropiada a necesidades inmediatas, extraordinarias, causadas por ejemplo por cat\u00e1strofes naturales, epidemias, etc. Pero no basta para reparar los graves da\u00f1os que resultan de situaciones de indigencia ni para remediar de forma duradera las necesidades. Es preciso tambi\u00e9n reformar las instituciones econ\u00f3micas y financieras internacionales para que promuevan mejor relaciones equitativas con los pa\u00edses menos desarrollados (cf SRS 16). Es preciso sostener el esfuerzo de los pa\u00edses pobres que trabajan por su crecimiento y su liberaci\u00f3n (cf CA 26). Esta doctrina exige ser aplicada de manera muy particular en el \u00e1mbito del trabajo agr\u00edcola. Los campesinos, sobre todo en el Tercer Mundo, forman la masa preponderante de los pobres.<\/p>

                                                                        2441 Acrecentar el sentido de Dios y el conocimiento de s\u00ed mismo constituye la base de todo desarrollo completo de la sociedad humana. Este multiplica los bienes materiales y los pone al servicio de la persona y de su libertad. Disminuye la miseria y la explotaci\u00f3n econ\u00f3micas. Hace crecer el respeto de las identidades culturales y la apertura a la transcendencia (cf SRS 32; CA 51).<\/p>

                                                                        2442\u00a0\u00a0 No corresponde a los pastores de la Iglesia intervenir directamente en la actividad pol\u00edtica y en la organizaci\u00f3n de la vida social. Esta tarea forma parte de la vocaci\u00f3n de los fieles laicos, que act\u00faan por su propia iniciativa con sus conciudadanos. La acci\u00f3n social puede implicar una pluralidad de v\u00edas concretas. Deber\u00e1 atender siempre al bien com\u00fan y ajustarse al mensaje evang\u00e9lico y a la ense\u00f1anza de la Iglesia. Pertenece a los fieles laicos \u00abanimar, con su compromiso cristiano, las realidades y, en ellas, procurar ser testigos y operadores de paz y de justicia\u00bb (SRS 47; cf 42).<\/p>

                                                                        VI\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL AMOR DE LOS POBRES<\/p>

                                                                        2443\u00a0\u00a0 Dios bendice a los que ayudan a los pobres y reprueba a los que se niegan a hacerlo: \u00aba quien te pide da, al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda\u00bb (Mt 5,42). \u00abGratis lo recibisteis, dadlo gratis\u00bb (Mt 10,8). Jesucristo reconocer\u00e1 a sus elegidos en lo que hayan hecho por los pobres (cf Mt 25,31-36). La buena nueva \u00abanunciada a los pobres\u00bb (Mt 11,5; Lc 4,18) es el signo de la presencia de Cristo.<\/p>

                                                                        2444\u00a0 \u00abEl amor de la Iglesia por los pobres…pertenece a su constante tradici\u00f3n \u00bb (CA 57). Est\u00e1 inspirado en el Evangelio de las bienaventuranzas (cf Lc 6,20-22), en la pobreza de Jes\u00fas (cf Mt 8,20), y en su atenci\u00f3n a los pobres (cf Mc 12,41-44). El amor a los pobres es tambi\u00e9n uno de los motivos del deber de trabajar, con el fin de \u00abhacer part\u00edcipe al que se halle en necesidad\u00bb (Ef 4,28). No abarca s\u00f3lo la pobreza material, sino tambi\u00e9n las numerosas formas de pobreza cultural y religiosa (cf CA 57).<\/p>

                                                                        2445\u00a0\u00a0 El amor a los pobres es incompatible con el amor desordenado de las riquezas o su uso ego\u00edsta:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que est\u00e1n para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza est\u00e1 podrida y vuestros vestidos est\u00e1n apolillados; vuestro oro y vuestra plata est\u00e1n tomados de herrumbre y su herrumbre ser\u00e1 testimonio contra vosotros y devorar\u00e1 vuestras carnes como fuego. Hab\u00e9is acumulado riquezas en estos d\u00edas que son los \u00faltimos. Mirad: el salario que no hab\u00e9is pagado a los obreros que segaron vuestros campos est\u00e1 gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los o\u00eddos del Se\u00f1or de los ej\u00e9rcitos. Hab\u00e9is vivido sobre la tierra regaladamente y os hab\u00e9is entregado a a los placeres; hab\u00e9is hartado vuestros corazones en el d\u00eda de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; \u00e9l no os resiste (St 5,1-6).<\/p>

                                                                        2446\u00a0 S. Juan Cris\u00f3stomo lo recuerda vigorosamente: \u00abNo hacer participar a los pobres de los propios bienes es robarles y quitarles la vida. Lo que tenemos no son nuestros bienes, sino los suyos\u00bb (Laz. 1,6). \u00abSatisfacer ante todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de caridad lo que ya se debe a t\u00edtulo de justicia\u00bb (AA 8):<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando damos a los pobres las cosas indispensables no les hacemos liberalidades personales, sino que les devolvemos lo que es suyo. M\u00e1s que realizar un acto de caridad, lo que hacemos es cumplir un deber de justicia (S. Gregorio Magno, past. 3,21).<\/p>

                                                                        2447\u00a0\u00a0 Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro pr\u00f3jimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf. Is 58,6-7; Hb 13,3). Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras de misericordia espiritual, como perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporal consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (cf Mt 25,31-46). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres (cf Tb 4, 5-11; Si 17,22) es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es tambi\u00e9n una pr\u00e1ctica de justicia que agrada a Dios (cf Mt 6,2-4):<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El que tenga dos t\u00fanicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer que haga lo mismo (Lc 3,11). Dad m\u00e1s bien en limosna lo que ten\u00e9is, y as\u00ed todas las cosas ser\u00e1n puras para vosotros (Lc 11,41). Si un hermano o una hermana est\u00e1n desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: \u00abid en paz, calentaos o hartaos\u00bb, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, \u00bfde qu\u00e9 sirve? (St 2,15-16; cf. 1 Jn 3,17).<\/p>

                                                                        2448\u00a0 \u00abBajo sus m\u00faltiples formas -indigencia material, opresi\u00f3n injusta, enfermedades f\u00edsicas o s\u00edquicas y, por \u00faltimo, la muerte- la miseria humana es el signo manifiesto de la debilidad cong\u00e9nita en que se encuentra el hombre tras el primer pecado y de la necesidad de salvaci\u00f3n. Por ello, la miseria humana atrae la compasi\u00f3n de Cristo Salvador, que la ha querido cargar sobre s\u00ed e identificarse con los `m\u00e1s peque\u00f1os de sus hermanos’ . Tambi\u00e9n por ello, los oprimidos por la miseria son objeto de un amor de preferencia por parte de la Iglesia, que, desde los or\u00edgenes, y a pesar de los fallos de muchos de sus miembros, no ha cesado de trabajar para aliviarlos, defenderlos y liberarlos. Lo ha hecho mediante innumerables obras de beneficencia, que siempre y en todo lugar contin\u00faan siendo indispensables\u00bb (CDF, instr. \u00abLibertatis conscientia\u00bb 68).<\/p>

                                                                        2449\u00a0 En el Antiguo Testamento, toda una serie de medidas jur\u00eddicas (a\u00f1o jubilar, prohibici\u00f3n del pr\u00e9stamo a inter\u00e9s, retenci\u00f3n de la prenda, obligaci\u00f3n del diezmo, pago del jornalero, derecho de rebusca despu\u00e9s de la vendimia y la siega) responden a la exhortaci\u00f3n del Deuteronomio: \u00abCiertamente nunca faltar\u00e1n pobres en este pa\u00eds; por esto te doy yo este mandamiento: debes abrir tu mano a tu hermano, a aquel de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra\u00bb (Dt 15,11). Jes\u00fas hace suyas estas palabras: \u00abPorque pobres siempre tendr\u00e9is con vosotros; pero a m\u00ed no siempre me tendr\u00e9is\u00bb (Jn 12,8). Con esto, no hace caduca la vehemencia de los or\u00e1culos antiguos: \u00abcomprando por dinero a los d\u00e9biles y al pobre por un par de sandalias…\u00bb (Am 8,6), sino nos invita a reconocer su presencia en los pobres que son sus hermanos (cf Mt 25,40):<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El d\u00eda en que su madre le reprendi\u00f3 por atender en la casa a pobres y enfermos, Santa Rosa de Lima le contest\u00f3: \u00abcuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jes\u00fas. No debemos cansarnos de ayudar a nuestro pr\u00f3jimo, porque en ellos servimos a Jes\u00fas\u00bb.<\/p>

                                                                        RESUMEN<\/p>

                                                                        2450\u00a0 \u00abNo robar\u00e1s\u00bb (Dt 5,19). \u00abNi los ladrones, ni los avaros…ni los rapaces heredar\u00e1n el Reino de Dios\u00bb (1 Co 6,10).<\/p>

                                                                        2451 El s\u00e9ptimo mandamiento prescribe la pr\u00e1ctica de la justicia y de la caridad en el uso de los bienes terrenos y los frutos del trabajo de los hombres.<\/p>

                                                                        2452 Los bienes de la creaci\u00f3n est\u00e1n destinados a todo el g\u00e9nero humano. El derecho a la propiedad privada no anula el destino universal de los bienes.<\/p>

                                                                        2453 El s\u00e9ptimo mandamiento proh\u00edbe el robo. El robo es la usurpaci\u00f3n del bien ajeno contra la voluntad razonable del due\u00f1o.<\/p>

                                                                        2454\u00a0\u00a0 Toda manera de tomar y de usar injustamente el bien ajeno es contraria al s\u00e9ptimo mandamiento. La injusticia cometida exige reparaci\u00f3n. La justicia conmutativa impone la restituci\u00f3n del bien robado.<\/p>

                                                                        2455 La ley moral proscribe los actos que, con fines mercantiles o totalitarios, llevan a esclavizar a los seres humanos, a comprarlos, venderlos y cambiarlos como mercanc\u00edas.<\/p>

                                                                        2456\u00a0 El dominio, concedido por el Creador, sobre los recursos minerales, vegetales y animales del universo, no puede ser separado del respeto de las obligaciones morales frente a todos los hombres, incluidos los de las generaciones venideras.<\/p>

                                                                        2457 Los animales est\u00e1n confiados a la administraci\u00f3n del hombre que les debe aprecio. Pueden servir a la justa satisfacci\u00f3n de las necesidades del hombre.<\/p>

                                                                        2458\u00a0 La Iglesia pronuncia un juicio en materia econ\u00f3mica y social cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona o la salvaci\u00f3n de las almas. Se cuida del bien com\u00fan temporal de los hombres en raz\u00f3n de su ordenaci\u00f3n al soberano Bien, nuestro fin \u00faltimo.<\/p>

                                                                        2459\u00a0 El hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida econ\u00f3mica y social. El punto decisivo de la cuesti\u00f3n social consiste en que los bienes creados por Dios para todos lleguen de hecho a todos, seg\u00fan la justicia y con la ayuda de la caridad.<\/p>

                                                                        2460\u00a0 El valor primordial del trabajo ata\u00f1e al hombre mismo \u00a0 que es su autor y su destinatario. Mediante su trabajo, el hombre participa en la obra de la creaci\u00f3n. Unido a Cristo, el trabajo puede ser redentor.<\/p>

                                                                        2461 El desarrollo verdadero es el del hombre entero. Se trata de hacer crecer la capacidad de cada persona de responder a su vocaci\u00f3n, por tanto, a la llamada de Dios (cf CA 29).<\/p>

                                                                        2462\u00a0 La limosna hecha a los pobres es un testimonio de caridad fraterna; es tambi\u00e9n una pr\u00e1ctica de justicia que agrada a Dios.<\/p>

                                                                        2463\u00a0 En la multitud de seres humanos sin pan, sin techo, sin patria, hay que reconocer a L\u00e1zaro, el mendigo hambriento de la par\u00e1bola (cf Lc 16,19-31). En dicha multitud hay que o\u00edr a Jes\u00fas que dice: \u00abCuanto dej\u00e1steis de hacer con uno de estos, tambi\u00e9n conmigo dej\u00e1steis de hacerlo\u00bb (Mt 25,45).<\/p>

                                                                        Art\u00edculo 8\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL OCTAVO MANDAMIENTO<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No dar\u00e1s testimonio falso contra tu pr\u00f3jimo (Ex 20,16)<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Se dijo a los antepasados: No perjurar\u00e1s sino que cumplir\u00e1s al Se\u00f1or tus juramentos (Mt 5,33).<\/p>

                                                                        2464\u00a0 El octavo mandamiento proh\u00edbe falsear la verdad en las relaciones con el pr\u00f3jimo. Este precepto moral se deriva de la vocaci\u00f3n del pueblo santo a ser testigo de su Dios, que es y que quiere la verdad. Las ofensas a la verdad expresan, mediante palabras o actos, una negaci\u00f3n a comprometerse en la rectitud moral: son infidelidades fundamentales frente a Dios y, en este sentido, socavan las bases de la Alianza.<\/p>

                                                                        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 VIVIR EN LA VERDAD<\/p>

                                                                        2465\u00a0 El Antiguo Testamento lo proclama: Dios es fuente de toda verdad. Su Palabra es verdad (cf Pr 8,7; 2 S 7,28). Su ley es verdad (cf Sal 119, 142). \u00abTu verdad, de edad en edad\u00bb (Sal 119,90; Lc 1,50). Porque Dios es el \u00abVeraz\u00bb (Rm 3,4), los miembros de su Pueblo son llamados a vivir en la verdad (cf Sal 119,30).<\/p>

                                                                        2466\u00a0 En Jesucristo la verdad de Dios se manifest\u00f3 toda entera. \u00abLleno de gracia y de verdad\u00bb (Jn 1,14), \u00e9l es la \u00abluz del mundo\u00bb (Jn 8,12), la Verdad (cf Jn 14,6). El que cree en \u00e9l, no permanece en las tinieblas (cf Jn 12,46). El disc\u00edpulo de Jes\u00fas, \u00abpermanece en su palabra\u00bb, para conocer \u00abla verdad que hace libre\u00bb (cf Jn 8,31-32) y que santifica (cf Jn 17,17). Seguir a Jes\u00fas es vivir del \u00abEsp\u00edritu de verdad\u00bb (Jn 14,17) que el Padre env\u00eda en su nombre (cf Jn 14,26) y que conduce \u00aba la verdad completa\u00bb (Jn 16,13). Jes\u00fas ense\u00f1a a sus disc\u00edpulos el amor incondicional de la Verdad: \u00abSea vuestro lenguaje: `s\u00ed, s\u00ed’; `no, no'\u00bb (Mt 5,37).<\/p>

                                                                        2467\u00a0 El hombre busca naturalmente la verdad. Est\u00e1 obligado a honrarla y testimoniarla: \u00abTodos los hombres, conforme a su dignidad, por ser personas… se ven impulsados, por su misma naturaleza, a buscar la verdad y, adem\u00e1s, tienen la obligaci\u00f3n moral de hacerlo, sobre todo la verdad religiosa. Est\u00e1n obligados tambi\u00e9n a adherirse a la verdad conocida y a ordenar toda su vida seg\u00fan sus exigencias\u00bb (DH 2).<\/p>

                                                                        2468\u00a0 La verdad como rectitud de la acci\u00f3n y de la palabra humana tiene por nombre veracidad, sinceridad o franqueza. La verdad o veracidad es la virtud que consiste en mostrarse verdadero en sus actos y en decir verdad en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulaci\u00f3n y la hipocres\u00eda.<\/p>

                                                                        2469\u00a0 \u00abLos hombres no podr\u00edan vivir juntos si no tuvieran confianza rec\u00edproca, es decir, si no se manifestasen la verdad\u00bb (S. Tom\u00e1s de Aquino, s. th. 2-2, 109, 3 ad 1). La virtud de la veracidad da justamente al pr\u00f3jimo lo que le es debido; observa un justo medio entre lo que debe ser expresado y el secreto que debe ser guardado: implica la honradez y la discreci\u00f3n. En justicia, \u00abun hombre debe honestamente a otro la manifestaci\u00f3n de la verdad\u00bb (S. Tom\u00e1s de Aquino, s.th. 2-2, 109,3).<\/p>

                                                                        2470\u00a0 El disc\u00edpulo de Cristo acepta \u00abvivir en la verdad\u00bb, es decir, en la simplicidad de una vida conforme al ejemplo del Se\u00f1or y permaneciendo en su Verdad. \u00abSi decimos que estamos en comuni\u00f3n con \u00e9l, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos conforme a la verdad\u00bb (1 Jn 1,6).<\/p>

                                                                        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abDAR TESTIMONIO DE LA VERDAD\u00bb<\/p>

                                                                        2471 Ante Pilato, Cristo proclama que hab\u00eda \u00abvenido al mundo: para dar testimonio de la verdad\u00bb (Jn 18,37). El cristiano no debe \u00abavergonzarse de dar testimonio del Se\u00f1or\u00bb (2 Tm 1,8). En las situaciones que exigen dar testimonio de la fe, el cristiano debe profesarla sin ambig\u00fcedad, a ejemplo de S. Pablo ante sus jueces. Debe guardar una \u00abconciencia limpia ante Dios y ante los hombres\u00bb (Hch 24,16).<\/p>

                                                                        2472 El deber de los cristianos de tomar parte en la vida de la Iglesia los impulsa a actuar como testigos del evangelio y de las obligaciones que de ello se derivan. Este testimonio es trasmisi\u00f3n de la fe en palabras y obras. El testimonio es un acto de justicia que establece o da a conocer la verdad (cf Mt 18,16):<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Todos los fieles cristianos, dondequiera que vivan, est\u00e1n obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra al hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo y la fuerza del Esp\u00edritu Santo que les ha fortalecido con la confirmaci\u00f3n (AG 11).<\/p>

                                                                        2473 El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. El m\u00e1rtir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual est\u00e1 unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana. Soporta la muerte mediante un acto de fortaleza. \u00abDejadme ser pasto de las fieras. Por ellas me ser\u00e1 dado llegar a Dios\u00bb (S. Ignacio de Antioqu\u00eda, Rom 4,1).<\/p>

                                                                        2474\u00a0\u00a0 Con el m\u00e1s exquisito cuidado, la Iglesia ha recogido los recuerdos de quienes llegaron al final para dar testimonio de su fe. Son las actas de los M\u00e1rtires, que constituyen los archivos de la Verdad escritos con letras de sangre:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No me servir\u00e1 nada de los atractivos del mundo ni de los reinos de este siglo. Es mejor para m\u00ed mori r (para unirme) a Cristo Jes\u00fas que reinar hasta las extremidades de la tierra. Es a \u00e9l a quien busco, a quien muri\u00f3 por nosotros. A \u00e9l quiero, al que resucit\u00f3 por nosotros. Mi nacimiento se acerca…(S. Ignacio de Antioqu\u00eda, Rom. 6,1-2).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Te bendigo por haberme juzgado digno de este d\u00eda y esta hora, digno de ser contado en el n\u00famero de tus m\u00e1rtires…Has cumplido tu promesa, Dios de la fidelidad y de la verdad. Por esta gracia y por todo te alabo, te bendigo, te glorifico por el eterno y celestial Sumo Sacerdote, Jesucristo, tu Hijo amado. Por \u00e9l, que est\u00e1 contigo y con el Esp\u00edritu, te sea dada gloria ahora y en los siglos venideros. Am\u00e9n. (S. Policarpo, mart. 14,2-3).<\/p>

                                                                        III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS OFENSAS A LA VERDAD<\/p>

                                                                        2475 Los disc\u00edpulos de Cristo se han \u00abrevestido del Hombre Nuevo, creado seg\u00fan Dios en la justicia y santidad de la verdad\u00bb (Ef 4,28). \u00abDesechando la mentira\u00bb (Ef 5,25), deben \u00abrechazar toda malicia y todo enga\u00f1o, hipocres\u00edas, envidias y toda clase de maledicencias\u00bb (1 P 2,1).<\/p>

                                                                        2476\u00a0 Falso testimonio y perjurio. Una afirmaci\u00f3n contraria a la verdad posee una gravedad particular cuando se hace p\u00fablicamente. Ante un tribunal viene a ser un falso testimonio (cf. Pr 19,9). Cuando es pronunciada bajo juramento se trata de perjurio. Estas maneras de obrar contribuyen a condenar a un inocente, a disculpar a un culpable o a aumentar la sanci\u00f3n en que ha incurrido el acusado (cf Pr 18,5); comprometen gravemente el ejercicio de la justicia y la equidad de la sentencia pronunciada por los jueces.<\/p>

                                                                        2477 El respeto de la reputaci\u00f3n de las personas proh\u00edbe toda actitud y toda palabra susceptibles de causarles un da\u00f1o injusto (cf CIC, can. 220). Se hace culpable<\/p>

                                                                        \u2013 de juicio temerario el que, incluso t\u00e1citamente, admite como verdadero, sin fundamento suficiente, un defecto moral en el pr\u00f3jimo.<\/p>

                                                                        \u2013 de maledicencia el que, sin raz\u00f3n objetivamente v\u00e1lida, manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran (cf Si 21,28).<\/p>

                                                                        \u2013 de calumnia el que, mediante palabras contrarias a la verdad, da\u00f1a la reputaci\u00f3n de otros y da ocasi\u00f3n a juicios falsos respecto a ellos.<\/p>

                                                                        2478\u00a0 Para evitar el juicio temerario, cada uno deber\u00e1 interpretar en cuanto sea posible en un sentido favorable los pensamientos, palabras y acciones de su pr\u00f3jimo:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Todo buen cristiano ha de ser m\u00e1s pronto a salvar la proposici\u00f3n del pr\u00f3jimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirir\u00e1 c\u00f3mo la entiende, y si mal la entiende, corr\u00edjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendi\u00e9ndola, se salve (S. Ignacio de Loyola, ex. spir. 22).<\/p>

                                                                        2479\u00a0 Maledicencia y calumnia destruyen la reputaci\u00f3n\u00a0 y el honor del pr\u00f3jimo. Ahora bien, el honor es el testimonio social dado a la dignidad humana y cada uno posee un derecho natural al honor de su nombre, a su reputaci\u00f3n y a su respeto. As\u00ed, la maledicencia y la calumnia lesionan las virtudes de la justicia y la caridad.<\/p>

                                                                        2480\u00a0 Debe proscribirse toda palabra o actitud que, por halago, adulaci\u00f3n, o complacencia, alienta y confirma a otro en la malicia de sus actos y la perversidad de su conducta. La adulaci\u00f3n es una falta grave si se hace c\u00f3mplice de vicios o pecados graves. El deseo de prestar servicio o la amistad no justifican una doblez del lenguaje. La adulaci\u00f3n es un pecado venial cuando s\u00f3lo desea ser agradable, evitar un mal, remediar una necesidad u obtener ventajas leg\u00edtimas.<\/p>

                                                                        2481 La vanagloria o jactancia constituye una falta contra la verdad. Lo mismo sucede con la iron\u00eda que busca ridiculizar a uno caricaturizando de manera mal\u00e9vola un aspecto de su comportamiento.<\/p>

                                                                        2482\u00a0 \u00abLa mentira consiste en decir falsedad con intenci\u00f3n de enga\u00f1ar\u00bb (S. Agust\u00edn, mend. 4,5). El Se\u00f1or denuncia en la mentira una obra diab\u00f3lica: \u00abvuestro padre es el diablo…porque no hay verdad en \u00e9l; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira\u00bb (Jn 8,44).<\/p>

                                                                        2483\u00a0 La mentira es la ofensa m\u00e1s directa contra la verdad. Mentir es hablar u obrar contra la verdad para inducir a error. Lesionando la relaci\u00f3n del hombre con la verdad y el pr\u00f3jimo, la mentira ofende la relaci\u00f3n fundamental del hombre y de su palabra con el Se\u00f1or.<\/p>

                                                                        2484\u00a0 La gravedad de la mentira se mide seg\u00fan la naturaleza de la verdad que deforma, seg\u00fan las circunstancias, las intenciones del que la comete, los perjuicios padecidos por sus v\u00edctimas. Si la mentira en s\u00ed s\u00f3lo constituye un pecado venial, llega a ser mortal cuando da\u00f1a gravemente las virtudes de la justicia y la caridad.<\/p>

                                                                        2485\u00a0 La mentira es condenable en su naturaleza. Es una profanaci\u00f3n de la palabra cuyo objeto es comunicar a otros la verdad conocida. La intenci\u00f3n deliberada de inducir al pr\u00f3jimo a error mediante palabras contrarias a la verdad constituye una falta contra la justicia y la caridad. La culpabilidad es mayor cuando la intenci\u00f3n de enga\u00f1ar corre el riesgo de tener consecuencias funestas para los que son desviados de la verdad.<\/p>

                                                                        2486\u00a0 La mentira, por ser una violaci\u00f3n de la virtud de la veracidad, es una verdadera violencia hecha a otro. Atenta contra \u00e9l en su capacidad de conocer, que es la condici\u00f3n de todo juicio y de toda decisi\u00f3n. Contiene en germen la divisi\u00f3n de los esp\u00edritus y todos los males que \u00e9sta suscita. La mentira es funesta para toda sociedad: socava la confianza entre los hombres y rompe el tejido de las relaciones sociales.<\/p>

                                                                        2487\u00a0 Toda falta cometida contra la justicia y la verdad entra\u00f1a el deber de reparaci\u00f3n aunque su autor haya sido perdonado. Cuando es imposible reparar un da\u00f1o p\u00fablicamente, es preciso hacerlo en secreto; si el que ha sufrido un perjuicio no pude ser indemnizado directamente, es preciso darle satisfacci\u00f3n moralmente, en nombre de la caridad. Este deber de reparaci\u00f3n concierne tambi\u00e9n a las faltas cometidas contra la reputaci\u00f3n del pr\u00f3jimo. Esta reparaci\u00f3n, moral y a veces material, debe apreciarse seg\u00fan la medida del da\u00f1o causado. Obliga en conciencia.<\/p>

                                                                        IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL RESPETO DE LA VERDAD<\/p>

                                                                        2488\u00a0 El derecho a la comunicaci\u00f3n de la verdad no es incondicional. Todos deben conformar su vida al precepto evang\u00e9lico del amor fraterno. Este exige, en las situaciones concretas, estimar si conviene o no revelar la verdad al que la pide.<\/p>

                                                                        2489\u00a0 La caridad y el respeto de la verdad deben dictar la respuesta a toda petici\u00f3n de informaci\u00f3n o de comunicaci\u00f3n. El bien y la seguridad del pr\u00f3jimo, el respeto de la vida privada, el bien com\u00fan, son razones suficientes para callar lo que no debe ser conocido, o para usar un lenguaje discreto. El deber de evitar el esc\u00e1ndalo obliga con frecuencia a una estricta discreci\u00f3n. Nadie esta obligado a revelar una verdad a quien no tiene derecho a conocerla (cf Si 27,16; Pr 25,9-10).<\/p>

                                                                        2490\u00a0 El secreto del sacramento de la reconciliaci\u00f3n es sagrado y no puede ser revelado bajo ning\u00fan pretexto. \u00abEl sigilo sacramental es inviolable; por lo cual est\u00e1 terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ning\u00fan motivo\u00bb (CIC, can. 983,1).<\/p>

                                                                        2491 Los secretos profesionales -que obligan, por ejemplo, a pol\u00edticos, militares, m\u00e9dicos, juristas- o las confidencias hechas bajo secreto deben ser guardados, exceptuados los casos excepcionales en que el no revelarlos podr\u00eda causar al que los ha confiado, al que los ha recibido o a un tercero da\u00f1os muy graves y evitables \u00fanicamente mediante la divulgaci\u00f3n de la verdad. Las informaciones privadas perjudiciales al pr\u00f3jimo, aunque no hayan sido confiadas bajo secreto, no deben ser divulgadas sin una raz\u00f3n grave y proporcionada.<\/p>

                                                                        2492\u00a0 Se debe guardar la justa reserva respecto a la vida privada de la gente. Los responsables de la comunicaci\u00f3n deben mantener una justa proporci\u00f3n entre las exigencias del bien com\u00fan y el respeto de los derechos particulares. La ingerencia de la informaci\u00f3n en la vida privada de personas que realizan una actividad pol\u00edtica o p\u00fablica, es condenable en la medida en que atenta contra la intimidad y libertad de \u00e9stas.<\/p>

                                                                        V\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL USO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION SOCIAL<\/p>

                                                                        2493\u00a0 Dentro de la sociedad moderna, los medios de comunicaci\u00f3n social desempe\u00f1an un papel importante en la informaci\u00f3n, la promoci\u00f3n cultural y la formaci\u00f3n. Su acci\u00f3n aumenta en importancia por raz\u00f3n de los progresos t\u00e9cnicos, de la amplitud y la diversidad de las noticias transmitidas, y la influencia ejercida sobre la opini\u00f3n p\u00fablica.<\/p>

                                                                        2494\u00a0 La informaci\u00f3n de estos medios es un servicio del bien com\u00fan (cf IM 11). La sociedad tiene derecho a una informaci\u00f3n fundada en la verdad, la libertad, la justicia y la solidaridad:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El recto ejercicio de este derecho exige que, en cuanto a su contenido, la comunicaci\u00f3n sea siempre verdadera e \u00edntegra, salvadas la justicia y la caridad; adem\u00e1s, en cuanto al modo, ha de ser honesta y conveniente, es decir, debe respetar escrupulosamente las leyes morales, los derechos leg\u00edtimos y la dignidad del hombre, tanto en la b\u00fasqueda de la noticia como en su divulgaci\u00f3n (IM 5,2).<\/p>

                                                                        2495\u00a0 \u00abEs necesario que todos los miembros de la sociedad cumplan sus deberes de caridad y justicia tambi\u00e9n en este campo, y, as\u00ed, con ayuda de estos medios, se esfuercen por formar y difundir una recta opini\u00f3n p\u00fablica\u00bb (IM 8). La solidaridad aparece como una consecuencia de una informaci\u00f3n verdadera y justa, y de la libre circulaci\u00f3n de las ideas, que favorecen el conocimiento y el respeto del pr\u00f3jimo.<\/p>

                                                                        2496\u00a0 Los medios de comunicaci\u00f3n social (en particular, los mass-media) pueden engendrar cierta pasividad en los usuarios, haciendo de estos consumidores poco vigilantes de mensajes o de espect\u00e1culos. Los usuarios deben imponerse moderaci\u00f3n y disciplina respecto a los mass-media. Han de formarse una conciencia clara y recta para resistir m\u00e1s f\u00e1cilmente las influencias menos honestas.<\/p>

                                                                        2497\u00a0 Por raz\u00f3n de su profesi\u00f3n en la prensa, sus responsables tienen la obligaci\u00f3n, en la difusi\u00f3n de la informaci\u00f3n, de servir a la verdad y de no ofender a la caridad. Han de forzarse por respetar con una delicadeza igual, la naturaleza de los hechos y los l\u00edmites y el juicio cr\u00edtico respecto a las personas. Deben evitar ceder a la difamaci\u00f3n.<\/p>

                                                                        2498\u00a0 \u00abLa autoridad civil tiene en esta materia deberes peculiares en raz\u00f3n del bien com\u00fan, al que se ordenan estos medios. Corresponde, pues, a dicha autoridad… defender y asegurar la verdadera y justa libertad\u00bb (IM 12). Promulgando leyes y velando por su aplicaci\u00f3n, los poderes p\u00fablicos se asegurar\u00e1n de que el mal uso de los medios no lleguen a causar\u00a0 \u00abgraves peligros para las costumbres p\u00fablicas y el progreso de la sociedad\u00bb (IM 12). Deber\u00e1n sancionar la violaci\u00f3n de los derechos de cada uno a la reputaci\u00f3n y al secreto de la vida privada. Tienen obligaci\u00f3n de dar a tiempo y honestamente las informaciones que se refieren al bien general y responden a las inquietudes fundadas de la poblaci\u00f3n. Nada puede justificar el recurso a falsas informaciones para manipular la opini\u00f3n p\u00fablica mediante los mass-media. Estas intervenciones no deber\u00e1n atentar contra la libertad de los individuos y de los grupos.<\/p>

                                                                        2499\u00a0 La moral denuncia la plaga de los estados totalitarios que falsifican sistem\u00e1ticamente la verdad, ejercen mediante los mass-media un dominio pol\u00edtico de la opini\u00f3n, manipulan a los acusados y a los testigos en los procesos p\u00fablicos y tratan de asegurar su tiran\u00eda yugulando y reprimiendo todo lo que consideran \u00abdelitos de opini\u00f3n\u00bb.<\/p>

                                                                        VI\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 VERDAD, BELLEZA Y ARTE SACRO<\/p>

                                                                        2500\u00a0 La pr\u00e1ctica del bien va acompa\u00f1ada de un placer espiritual gratuito y de la belleza moral. De igual modo, la verdad entra\u00f1a el gozo y el esplendor de la belleza espiritual. La verdad es bella por s\u00ed misma. La verdad de la palabra, expresi\u00f3n racional del conocimiento de la realidad creada e increada, es necesaria al hombre dotado de inteligencia, pero la verdad puede tambi\u00e9n encontrar tambi\u00e9n otras formas de expresi\u00f3n humana, complementarias, sobre todo cuando se trata de evocar lo que entra\u00f1a de indecible, las profundidades del coraz\u00f3n humano, las elevaciones del alma, el Misterio de Dios. Antes de revelarse al hombre en palabras de verdad, Dios se revela a \u00e9l, mediante el lenguaje universal de la Creaci\u00f3n, obra de su Palabra, de su Sabidur\u00eda: el orden y la armon\u00eda del cosmos, que percibe tanto el ni\u00f1o como el hombre de ciencia, \u00abpues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analog\u00eda, a contemplar a su Autor\u00bb (Sb 13,5), \u00abpues fue el Autor mismo de la belleza quien las cre\u00f3\u00bb (Sb 13,3).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La sabidur\u00eda es un h\u00e1lito del poder de Dios, una emanaci\u00f3n pura de la gloria del Omnipotente, por lo que nada manchado llega a alcanzarla. Es un reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios, una imagen de su bondad (Sb 7,25-26). La sabidur\u00eda es m\u00e1s bella que el sol, supera a todas las constelaciones; comparada con la luz, sale vencedora, porque a la luz sucede la noche, pero contra la sabidur\u00eda no prevalece la maldad (Sb 7,29-30). Yo me constitu\u00ed en el amante de su belleza (Sb 8,2).<\/p>

                                                                        2501 El hombre, \u00abcreado a imagen de Dios\u00bb (Gn 1,26), expresa tambi\u00e9n la verdad de su relaci\u00f3n con Dios Creador mediante la belleza de sus obras art\u00edsticas. El arte, en efecto, es una forma de expresi\u00f3n propiamente humana; por encima de la satisfacci\u00f3n de las necesidades vitales, com\u00fan a todas las criaturas vivas, el arte es una sobreabundancia gratuita de la riqueza interior del ser humano. Este brota de un talento concedido por el Creador y del esfuerzo del hombre, y es un g\u00e9nero de sabidur\u00eda pr\u00e1ctica, que une conocimiento y habilidad para dar forma a la verdad de una realidad en el lenguaje accesible a la vista y al o\u00eddo. El arte entra\u00f1a as\u00ed cierta semejanza con la actividad de Dios en lo creado, en la medida en que se inspira en la verdad y el amor de los seres. Como cualquier otra actividad humana, el arte no tiene en s\u00ed mismo su fin absoluto, sino que est\u00e1 ordenado y ennoblecido por el fin \u00faltimo del hombre (cf. P\u00edo XII, discurso 25 Diciembre 1955 y discurso 3 Septiembre 1950).<\/p>

                                                                        2502\u00a0\u00a0 El arte sacro es verdadero y bello cuando corresponde por su forma a su vocaci\u00f3n propia: evocar y glorificar, en la fe y la adoraci\u00f3n, el Misterio trascendente de Dios, Belleza Sobreeminente Invisible de Verdad y de Amor, manifestado en Cristo, \u00abResplandor de su gloria e Impronta de su esencia\u00bb (Hb 1,3), en quien \u00abreside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente\u00bb (Col 2,9), belleza espiritual reflejada en la Sant\u00edsima Virgen Madre de Dios, los Angeles y los Santos. El arte sacro verdadero lleva al hombre a la adoraci\u00f3n, a la oraci\u00f3n y al amor de Dios Creador y Salvador, Santo y Santificador.<\/p>

                                                                        2503\u00a0\u00a0 Por eso los obispos deben personalmente o por delegaci\u00f3n vigilar y promover el arte sacro antiguo y nuevo en todas sus formas, y apartar con la misma atenci\u00f3n religiosa de la liturgia y de los edificios de culto todo lo que no est\u00e1 de acuerdo con la verdad de la fe y la aut\u00e9ntica belleza del arte sacro (cf SC 122-127).<\/p>

                                                                        RESUMEN<\/p>

                                                                        2504\u00a0 \u00abNo dar\u00e1s falso testimonio contra tu pr\u00f3jimo\u00bb (Ex 20,16). Los disc\u00edpulos de Cristo se han \u00abrevestido del Hombre Nuevo, creado seg\u00fan Dios, en la justicia y santidad de la verdad\u00bb (Ef 4,24).<\/p>

                                                                        2505\u00a0\u00a0 La verdad o veracidad es la virtud que consiste en mostrarse verdadero en sus juicios y en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulaci\u00f3n y la hipocres\u00eda.<\/p>

                                                                        2506\u00a0 El cristiano no debe \u00abavergonzarse de dar testimonio del Se\u00f1or\u00bb (2 Tm 1,8) en obras y palabras. El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe.<\/p>

                                                                        2507\u00a0\u00a0 El respeto de la reputaci\u00f3n y el honor de las personas proh\u00edbe toda actitud y toda palabra de maledicencia o de calumnia.<\/p>

                                                                        2508\u00a0 La mentira consiste en decir lo falso con intenci\u00f3n de enga\u00f1ar al pr\u00f3jimo.<\/p>

                                                                        2509\u00a0 Una falta cometida contra la verdad exige reparaci\u00f3n.<\/p>

                                                                        2510 La regla de oro ayuda a discernir en las situaciones concretas si conviene o no revelar la verdad al que la pide.<\/p>

                                                                        2511\u00a0 \u00abEl sigilo sacramental es inviolable\u00bb (CIC, can. 983,1). Los secretos profesionales deben ser guardados. Las confidencias perjudiciales a otros no deben ser divulgadas.<\/p>

                                                                        2512 La sociedad tiene derecho a una informaci\u00f3n fundada en la verdad, la libertad, la justicia. Es preciso imponerse moderaci\u00f3n y disciplina en el uso de los medios de comunicaci\u00f3n social.<\/p>

                                                                        2513 Las bellas artes, sobre todo el arte sacro, \u00abest\u00e1n relacionados, por su naturaleza, con la infinita belleza divina, que se intenta expresar, de alg\u00fan modo, en las obras humanas. Y tanto m\u00e1s se dedican a Dios y contribuyen a su alabanza y a su gloria cuanto m\u00e1s lejos est\u00e1n de todo prop\u00f3sito que no sea colaborar lo m\u00e1s posible con sus obras a dirigir las almas de los hombres piadosamente hacia Dios\u00bb (SC 122).<\/p>

                                                                        Art\u00edculo 9\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL NOVENO MANDAMIENTO<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No codiciar\u00e1s la casa de tu pr\u00f3jimo, ni codiciar\u00e1s la mujer de tu pr\u00f3jimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey ni su asno, ni nada que sea de tu pr\u00f3jimo (Ex 20,17).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El que mira a una mujer dese\u00e1ndola, ya cometi\u00f3 adulterio con ella en su coraz\u00f3n (Mt 5,28)<\/p>

                                                                        2514 San Juan distingue tres especies de codicia o concupiscencia: la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida (cf 1 Jn 2,16). Siguiendo la tradici\u00f3n catequ\u00e9tica cat\u00f3lica, el noveno mandamiento proscribe la concupiscencia de la carne; el d\u00e9cimo proh\u00edbe la codicia del bien ajeno.<\/p>

                                                                        2515 En sentido etimol\u00f3gico, la \u00abconcupiscencia\u00bb puede designar toda forma vehemente de deseo humano. La teolog\u00eda cristiana le ha dado el sentido particular del movimiento del apetito sensible que contrar\u00eda la obra de la raz\u00f3n humana. El ap\u00f3stol S. Pablo la identifica a la lucha que la \u00abcarne\u00bb sostiene contra el \u00abesp\u00edritu\u00bb (cf Gal 5,16.17.24; Ef 2,3). Procede de la desobediencia del primer pecado (Gn 3,11). Trastorna las facultades morales del hombre y, sin ser una falta en s\u00ed misma,\u00a0 le inclina a cometer pecados (cf Cc Trento: DS 1515).<\/p>

                                                                        2516 En el hombre, por que es un ser compuesto de esp\u00edritu y cuerpo, existe cierta tensi\u00f3n, tiene lugar una lucha de tendencias entre el \u00abesp\u00edritu\u00bb y la \u00abcarne\u00bb. Pero, en realidad, esta lucha pertenece a la herencia del pecado. Es una consecuencia de \u00e9l, y al mismo tiempo una confirmaci\u00f3n. Forma parte de la experiencia cotidiana del combate espiritual:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Para el Ap\u00f3stol no se trata de discriminar o condenar el cuerpo, que con el alma espiritual constituye la naturaleza del hombre y su subjetividad personal, sino que trata de las obras -mejor dicho, de las disposiciones estables-, virtudes y vicios, moralmente buenas o malas, que son fruto de sumisi\u00f3n (en el primer caso) o bien de resistencia (en el segundo caso) a la acci\u00f3n salv\u00edfica del Esp\u00edritu Santo. Por ello el ap\u00f3stol escribe: \u00absi vivimos seg\u00fan el Esp\u00edritu, obremos tambi\u00e9n seg\u00fan el Esp\u00edritu\u00bb (G\u00e1l 5,25) (Juan Pablo II, DeV 55).<\/p>

                                                                        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA PURIFICACION DEL CORAZON<\/p>

                                                                        2517 El coraz\u00f3n es la sede de la personalidad moral: \u00abde dentro del coraz\u00f3n salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones\u00bb (Mt 15,19). La lucha contra la codicia de la carne pasa por la purificaci\u00f3n del coraz\u00f3n:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Mantente en la simplicidad, la inocencia y ser\u00e1s como los ni\u00f1os peque\u00f1os que ignoran el mal destructor de la vida de los hombres (Hermas, mand. 2,1).<\/p>

                                                                        2518 La sexta bienaventuranza proclama: \u00abBienaventurados los limpios de coraz\u00f3n porque ellos ver\u00e1n a Dios\u00bb (Mt 5,8). Los \u00abcorazones limpios\u00bb designan a los que han ajustado su inteligencia y su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente en tres dominios: la caridad (cf 1 Tm 4,3-9; 2 Tm 2,22), la castidad o rectitud sexual (cf 1 Ts 4,7; Col 3,5; Ef 4,19), el amor de la verdad y la ortodoxia de la fe (cf Tt 1,15; 1 Tm 3-4; 2 Tm 2, 23-26). Existe un v\u00ednculo entre la pureza del coraz\u00f3n, del cuerpo y de la fe:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los fieles deben creer los art\u00edculos del S\u00edmbolo \u00abpara que, creyendo, obedezcan a Dios; obedeci\u00e9ndole, vivan bien; viviendo bien, purifiquen su coraz\u00f3n; y purificando su coraz\u00f3n, comprendan lo que creen\u00bb (S. Agust\u00edn, fid. et symb. 10,25).<\/p>

                                                                        2519 A los \u00ablimpios de coraz\u00f3n\u00bb se les promete que ver\u00e1n a Dios cara a cara y que ser\u00e1n semejantes a \u00e9l (cf 1 Co 13,12; 1 Jn 3,2). La pureza de coraz\u00f3n es el pre\u00e1mbulo de la visi\u00f3n. Ya desde ahora esta pureza nos concede ver seg\u00fan Dios, recibir a otro como un \u00abpr\u00f3jimo\u00bb; nos permite considerar el cuerpo humano, el nuestro y el del pr\u00f3jimo, como un templo del Esp\u00edritu Santo, una manifestaci\u00f3n de la belleza divina.<\/p>

                                                                        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL COMBATE POR LA PUREZA<\/p>

                                                                        2520\u00a0\u00a0 El Bautismo confiere al que lo recibe la gracia de la purificaci\u00f3n de todos los pecados. Pero el bautizado debe seguir luchando contra la concupiscencia de la carne y los apetitos desordenados. Con la gracia de Dios lo consigue<\/p>

                                                                        \u2013 mediante la virtud y\u00a0 el don de la castidad, pues la castidad permite amar con un coraz\u00f3n recto e indiviso,<\/p>

                                                                        \u2013 mediante la pureza de intenci\u00f3n, que consiste en buscar el fin verdadero del hombre: con un ojo simple el bautizado se afana por encontrar y realizar en todo la voluntad de Dios (cf Rm 12,2; Col 1,10);<\/p>

                                                                        \u2013 mediante la pureza de la mirada exterior e interior; mediante la disciplina de los sentidos y la imaginaci\u00f3n; mediante el rechazo de toda complacencia en los pensamientos impuros que inclinan a apartarse del camino de los mandamientos divinos: \u00abla vista despierta la pasi\u00f3n de los insensatos\u00bb (Sb 15,5);<\/p>

                                                                        \u2013 mediante la oraci\u00f3n:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cre\u00eda que la continencia depend\u00eda de las propias fuerzas, las cuales no sent\u00eda en m\u00ed; siendo tan necio que no entend\u00eda lo que estaba escrito (Sb 8,21): que nadie puede ser continente, si t\u00fa no se lo das. Y cierto que t\u00fa me lo dieras, si con interior gemido llamase a tus o\u00eddos, y con fe s\u00f3lida arrojase en ti mi cuidado (S. Agust\u00edn, conf. 6,11,20).<\/p>

                                                                        2521 La pureza exige el pudor. Este es una parte integrante de la templanza. El pudor preserva la intimidad de la persona. Designa la negativa a mostrar lo que debe permanecer oculto. Est\u00e1 ordenado a la castidad, cuya delicadeza proclama. Ordena las miradas y los gestos seg\u00fan la dignidad de las personas y de su uni\u00f3n.<\/p>

                                                                        2522 El pudor protege el misterio de las personas y de su amor. Invita a la paciencia y a la moderaci\u00f3n en la relaci\u00f3n amorosa; exige que se cumplan las condiciones del don y del compromiso definitivo del hombre y de la mujer entre s\u00ed. El pudor es modestia, inspira la elecci\u00f3n del vestido. Mantiene el silencio o la reserva donde se adivina el riesgo de una curiosidad malsana; se convierte en discreci\u00f3n.<\/p>

                                                                        2523 Existe un pudor de los sentimientos como tambi\u00e9n un pudor del cuerpo. Este pudor rechaza, por ejemplo, los exhibicionismos del cuerpo humano propios de cierta publicidad o las incitaciones de algunos medios de comunicaci\u00f3n a hacer p\u00fablica toda confidencia \u00edntima. El pudor inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda y a la presi\u00f3n de las ideolog\u00edas dominantes.<\/p>

                                                                        2524 Las formas que adquiere el pudor var\u00edan de una cultura a otra. Sin embargo, en todas partes constituye la intuici\u00f3n de una dignidad espiritual propia al hombre. Nace con el despertar de la conciencia del sujeto. Educar en el pudor a ni\u00f1os y adolescentes es despertar en ellos el respeto de la persona humana.<\/p>

                                                                        2525 La pureza cristiana exige una purificaci\u00f3n del clima social. Obliga a los medios de comunicaci\u00f3n social a una informaci\u00f3n cuidadosa del respeto y de la discreci\u00f3n. La pureza de coraz\u00f3n libera del erotismo difuso y aparta de los espect\u00e1culos que favorecen el exhibicionismo y la ilusi\u00f3n.<\/p>

                                                                        2526\u00a0\u00a0 Lo que se llama permisividad de las costumbres se basa en una concepci\u00f3n err\u00f3nea de la libertad humana; para edificarse, \u00e9sta necesita dejarse educar previamente por la ley moral. Conviene pedir a los responsables de la educaci\u00f3n que impartan a la juventud una ense\u00f1anza respetuosa de la verdad, de las cualidades del coraz\u00f3n y de la dignidad moral y espiritual del hombre.<\/p>

                                                                        2527 \u00abLa buena nueva de Cristo renueva continuamente la vida y la cultura del hombre ca\u00eddo; combate y elimina los errores y males que brotan de la seducci\u00f3n, siempre amenazadora, del pecado. Purifica y eleva sin cesar las costumbres de los pueblos. Con las riquezas de lo alto fecunda, consolida, completa y restaura en Cristo, como desde dentro, las bellezas y cualidades espirituales de cada pueblo o edad\u00bb (GS 58,4).<\/p>

                                                                        RESUMEN<\/p>

                                                                        2528\u00a0\u00a0 \u00abTodo el que mira a una mujer dese\u00e1ndola, ya cometi\u00f3 adulterio con ella en su coraz\u00f3n\u00bb (Mt 5,28).<\/p>

                                                                        2529\u00a0\u00a0 El noveno mandamiento pone en guardia contra la codicia o concupiscencia de la carne.<\/p>

                                                                        2530\u00a0\u00a0 La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la purificaci\u00f3n del coraz\u00f3n y la pr\u00e1ctica de la templanza.<\/p>

                                                                        2531 La pureza del coraz\u00f3n nos alcanzar\u00e1 el ver a Dios: nos da desde ahora la posibilidad de ver todo seg\u00fan Dios.<\/p>

                                                                        2532 La purificaci\u00f3n del coraz\u00f3n exige la oraci\u00f3n, la pr\u00e1ctica de la castidad, la pureza de intenci\u00f3n y de mirada.<\/p>

                                                                        2533 La pureza del coraz\u00f3n requiere el pudor, que es paciencia, modestia y discreci\u00f3n. El pudor preserva la intimidad de la persona.<\/p>

                                                                        Art\u00edculo 10\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL DECIMO MANDAMIENTO<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No codiciar\u00e1s…nada que sea de tu pr\u00f3jimo (Ex 20,17)<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No desear\u00e1s…su casa, su campo, su siervo o su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu pr\u00f3jimo (Dt 5,21).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Donde est\u00e9 tu tesoro, all\u00ed estar\u00e1 tambi\u00e9n tu coraz\u00f3n (Mt 6,21).<\/p>

                                                                        2534 El d\u00e9cimo mandamiento desdobla y completa el noveno, que versa sobre la concupiscencia de la carne. Proh\u00edbe la codicia del bien ajeno, ra\u00edz del robo, de la rapi\u00f1a y del fraude, proscritos por el s\u00e9ptimo mandamiento. La \u00abconcupiscencia de los ojos\u00bb (cf 1 Jn 2,16) lleva a la violencia y la injusticia prohibidas por el quinto precepto (cf Mi 2,2). La codicia tiene su origen, como la fornicaci\u00f3n, en la idolatr\u00eda condenada en las tres primeras prescripciones de la ley (cf Sb 14,12). El d\u00e9cimo mandamiento ata\u00f1e a la intenci\u00f3n del coraz\u00f3n; resume, con el noveno, todos los preceptos de la Ley.<\/p>

                                                                        I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL DESORDEN DE LA CODICIA<\/p>

                                                                        2535 El apetito sensible nos impulsa a desear las cosas agradables que no tenemos. As\u00ed, desear comer cuando se tiene hambre, o calentarse cuando se tiene fr\u00edo. Estos deseos son buenos en s\u00ed mismos; pero con frecuencia no guardan la medida de la raz\u00f3n y nos empujan a codiciar injustamente lo que no es nuestro y pertenece, o es debido a otro.<\/p>

                                                                        2536\u00a0\u00a0 El d\u00e9cimo mandamiento proscribe la avaricia y el deseo de una apropiaci\u00f3n inmoderada de los bienes terrenos. Proh\u00edbe el deseo desordenado\u00a0 nacido de lo pasi\u00f3n inmoderada de las riquezas y de su poder. Proh\u00edbe tambi\u00e9n el deseo de cometer una injusticia mediante la cual se da\u00f1ar\u00eda al pr\u00f3jimo en sus bienes temporales:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando la Ley nos dice: \u00abNo codiciar\u00e1s\u00bb, nos dice, en otros t\u00e9rminos, que apartemos nuestros deseos de todo lo que no nos pertenece. Porque la sed del bien del pr\u00f3jimo es inmensa, infinita y jam\u00e1s saciada, como est\u00e1 escrito: \u00abEl ojo del avaro no se satisface con su suerte\u00bb (Si 14,9) (Catec. R. 3,37)<\/p>

                                                                        2537 No se quebranta este mandamiento deseando obtener cosas que pertenecen al pr\u00f3jimo siempre que sea por justos medios. La catequesis tradicional se\u00f1ala con realismo \u00abqui\u00e9nes son los que m\u00e1s deben luchar contra sus codicias pecaminosas\u00bb y a los que, por tanto, es preciso \u00abexhortar m\u00e1s a observar este precepto\u00bb:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los comerciantes, que desean la escasez o la carest\u00eda de las mercanc\u00edas, que ven con tristeza que no son los \u00fanicos en comprar y vender, pues de lo contrario podr\u00edan vender m\u00e1s caro y comprar a precio m\u00e1s bajo; los que desean que sus semejantes est\u00e9n en la miseria para lucrarse vendi\u00e9ndoles o compr\u00e1ndoles…Los m\u00e9dicos, que desean tener enfermos; los abogados que anhelan causas y procesos importantes y numerosos… (Cat. R. 3,37).<\/p>

                                                                        2538\u00a0\u00a0 El d\u00e9cimo mandamiento exige que se destierre del coraz\u00f3n humano la envidia. Cuando el profeta Nat\u00e1n quiso estimular el arrepentimiento del rey David, le cont\u00f3 la historia del pobre que s\u00f3lo pose\u00eda una oveja, a la que trataba como una hija, y del rico, a pesar de sus numerosos reba\u00f1os, envidiaba al primero y acab\u00f3 por robarle la cordera (cf 2 S 12,1-4). La envidia puede conducir a las peores fechor\u00edas (cf Gn 4,3-7; 1 R 21,1-29). La muerte entr\u00f3 en el mundo por la envidia del diablo (cf Sb 2,24).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Luchamos entre nosotros, y es la envidia la que nos arma unos contra otros…Si todos se afanan as\u00ed por perturbar el Cuerpo de Cristo, \u00bfa d\u00f3nde llegaremos? Estamos debilitando el Cuerpo de Cristo…Nos declaramos miembros de un mismo organismo y nos devoramos como lo har\u00edan las fieras (S. Juan Cris\u00f3stomo, hom. in 2 Co, 28,3-4).<\/p>

                                                                        2539\u00a0\u00a0 La envidia es un pecado capital. Designa la tristeza experimentada ante el bien del pr\u00f3jimo y el deseo desordenado de poseerlo, aunque sea indebidamente. Cuando desea al pr\u00f3jimo un mal grave es un pecado mortal:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 San Agust\u00edn ve\u00eda en la envidia el \u00abpecado diab\u00f3lico por excelencia\u00bb (ctech. 4,8). \u00abDe la envidia nacen el odio, la maledicencia, la calumnia, la alegr\u00eda causada por el mal del pr\u00f3jimo y la tristeza causada por su prosperidad\u00bb (s. Gregorio Magno, mor. 31,45).<\/p>

                                                                        2540\u00a0 La envidia representa una de las formas de la tristeza y, por tanto, un rechazo de la caridad; el bautizado debe luchar contra ella mediante la benevolencia. La envidia procede con frecuencia del orgullo; el bautizado ha de esforzarse por vivir en la humildad:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfQuerr\u00edais ver a Dios glorificado por vosotros? Pues bien, alegraos del progreso de vuestro hermano y con ello Dios ser\u00e1 glorificado por vosotros. Dios ser\u00e1 alabado -se dir\u00e1- porque su siervo ha sabido vencer la envidia poniendo su alegr\u00eda en los m\u00e9ritos de otros (S. Juan Cris\u00f3stomo, hom. in Rom. 7,3).<\/p>

                                                                        II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS DESEOS DEL ESPIRITU<\/p>

                                                                        2541 La econom\u00eda de la Ley y de la Gracia aparta el coraz\u00f3n de los hombres de la codicia y de la envidia: lo inicia en el deseo del Soberano Bien; lo instruye en los deseos del Esp\u00edritu Santo, que sacia el coraz\u00f3n del hombre.<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Dios de las promesas puso desde el comienzo al hombre en guardia contra la seducci\u00f3n desde lo que ya entonces, aparece como \u00abbueno para comer, apetecib le a la vista y excelente para lograr sabidur\u00eda\u00bb (Gn 3,6).<\/p>

                                                                        2542 La Ley confiada a Israel nunca bast\u00f3 para justificar a los que le estaban sometidos; incluso vino a ser instrumento de la \u00abconcupiscencia\u00bb (cf Rm 7,7). La inadecuaci\u00f3n entre el querer y el hacer (cf Rm 7,10) manifiesta el conflicto entre la \u00abley de Dios\u00bb que es la \u00abley de la raz\u00f3n\u00bb y otra ley que \u00abme esclaviza a la ley del pecado que est\u00e1 en mis miembros\u00bb (Rm 7,23).<\/p>

                                                                        2543 \u00abPero ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para todos los que creen\u00bb (Rm 3,21-22). Por eso, los fieles de Cristo \u00abhan crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias\u00bb (G\u00e1l 5,24); \u00abson guiados por el Esp\u00edritu\u00bb (Rm 8,14) y siguen los deseos del Esp\u00edritu (cf Rm 8,27).<\/p>

                                                                        III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA POBREZA DE CORAZON<\/p>

                                                                        2544\u00a0\u00a0 Jes\u00fas exhorta a sus disc\u00edpulos a preferirle a todo y a todos y les propone \u00abrenunciar a todos sus bienes\u00bb (Lc 14,33) por \u00e9l y por el Evangelio (cf Mc 8,35). Poco antes de su pasi\u00f3n les mostr\u00f3 como ejemplo la pobre viuda de Jerusal\u00e9n que, de su indigencia, dio todo lo que ten\u00eda para vivir (cf Lc 21,4). El precepto del desprendimiento de las riquezas es obligatorio para entrar en el Reino de los cielos.<\/p>

                                                                        2545 \u00abTodos los cristianos…han de intentar orientar rectamente sus deseos para que el uso de las cosas de este mundo y el apego a las riquezas no les impidan, en contra del esp\u00edritu de pobreza evang\u00e9lica, buscar el amor perfecto\u00bb (LG 42).<\/p>

                                                                        2546\u00a0 \u00abBienaventurados los pobres en el esp\u00edritu\u00bb (Mt 5,3). Las bienaventuranzas revelan un orden de felicidad y de gracia, de belleza y de paz. Jes\u00fas celebra la alegr\u00eda de los pobres de quienes es ya el Reino (Lc 6,20):<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Verbo llama \u00abpobreza en el Esp\u00edritu\u00bb a la humildad voluntaria de un esp\u00edritu humano y su renuncia; el Ap\u00f3stol nos da como ejemplo la pobreza de Dios cuando dice: \u00abSe hizo pobre por nosotros\u00bb (2 Co 8,9) (S. Gregorio de Nisa, beat, 1).<\/p>

                                                                        2547 El Se\u00f1or se lamenta de los ricos porque encuentran su consuelo en la abundancia de bienes (Lc 6,24). \u00abEl orgulloso busca el poder terreno, mientras el pobre en esp\u00edritu busca el Reino de los Cielos\u00bb (S. Agust\u00edn, serm. Dom. 1,1). El abandono en la Providencia del Padre del Cielo libera de la inquietud por el ma\u00f1ana (cf Mt 6,25-34). La confianza en Dios dispone a la bienaventuranza de los pobres:\u00a0 ellos ver\u00e1n a Dios.<\/p>

                                                                        IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abQUIERO VER A DIOS\u00bb<\/p>

                                                                        2548\u00a0 El deseo de la felicidad verdadera aparta al hombre del apego desordenado a los bienes de este mundo, y se realizar\u00e1 en la visi\u00f3n y la bienaventuranza de Dios. \u00abLa promesa de ver a Dios supera toda felicidad. En la Escritura, ver es poseer. El que ve a Dios obtiene todos los bienes que se pueden concebir\u00bb (S. Gregorio de Nisa, beat. 6).<\/p>

                                                                        2549\u00a0 Corresponde, por tanto, al pueblo santo luchar, con la gracia de lo alto, para obtener los bienes que Dios promete. Para poseer y contemplar a Dios, los fieles cristianos mortifican sus concupiscencias y, con la ayuda de Dios, vencen las seducciones del placer y del poder.<\/p>

                                                                        2550\u00a0\u00a0 En el camino de la perfecci\u00f3n, el Esp\u00edritu y la Esposa llaman a quienes les escuchan (cf Ap 22,17), a la comuni\u00f3n perfecta con Dios:<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 All\u00ed se dar\u00e1 la gloria verdadera; nadie ser\u00e1 alabado all\u00ed por error o por adulaci\u00f3n; los verdaderos honores no ser\u00e1n ni negados a quienes los merecen ni concedidos a los indignos; por otra parte, all\u00ed nadie indigno pretender\u00e1 honores, pues all\u00ed s\u00f3lo ser\u00e1n admitidos los dignos. All\u00ed reinar\u00e1 la verdadera paz, donde nadie experimentar\u00e1 oposici\u00f3n ni de s\u00ed mismo ni de otros. La recompensa de la virtud ser\u00e1 Dios mismo, que ha dado la virtud y se prometi\u00f3 a ella como la recompensa mejor y m\u00e1s grande que puede existir: \u00abYo ser\u00e9 su Dios, y ellos ser\u00e1n mi pueblo\u00bb (Lv 26,12)…Este es tambi\u00e9n el sentido de las palabras del ap\u00f3stol: \u00abpara que Dios sea todo en todos\u00bb (1 Co 15,28). El ser\u00e1 el fin de nuestros deseos, a quien contemplaremos sin fin, amaremos sin saciedad, alabaremos sin cansancio. Y este don, este amor, esta ocupaci\u00f3n ser\u00e1n ciertamente, como la vida eterna, comunes a todos (S. Agust\u00edn, civ. 22,30).<\/p>

                                                                        RESUMEN<\/p>

                                                                        2551 \u00abDonde est\u00e1 tu tesoro all\u00ed estar\u00e1 tu coraz\u00f3n\u00bb (Mt \u00a0 6,21).<\/p>

                                                                        2552 El d\u00e9cimo mandamiento proh\u00edbe el deseo desordenado, nacido de la pasi\u00f3n inmoderada de las riquezas y del poder.<\/p>

                                                                        2553 La envidia es la tristeza experimentada ante el bien del pr\u00f3jimo y el deseo desordenado de apropi\u00e1rselo. Es un pecado capital.<\/p>

                                                                        2554 El bautizado combate la envidia mediante la caridad, \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la humildad y el abandono en la providencia de Dios.<\/p>

                                                                        2555 Los fieles cristianos \u00abhan crucificado la carne con sus pasiones y sus concupiscencias\u00bb (Gal 5,24); son guiados por el Esp\u00edritu y siguen sus deseos.<\/p>

                                                                        2556\u00a0\u00a0 El desprendimiento de las riquezas es necesario para entrar en el Reino de los cielos. \u00abBienaventurados los pobres de coraz\u00f3n\u00bb.<\/p>

                                                                        2557 El hombre que anhela dice: \u00abQuiero ver a Dios\u00bb. La sed de Dios es saciada por el agua de la vida (cf Jn 4,14).<\/p>

                                                                        PRIMERA SECCION: LA ORACION EN LA VIDA CRISTIANA<\/p>

                                                                        2558\u00a0\u00a0 \u00abEste es el Misterio de la fe\u00bb. La Iglesia lo profesa en el S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles (Primera Parte del Catecismo) y lo celebra en la Liturgia sacramental (Segunda Parte), para que la vida de los fieles se conforme con Cristo en el Esp\u00edritu Santo para gloria de Dios Padre (Tercera Parte). Por tanto, este Misterio exige que los fieles crean en \u00e9l, lo celebren y vivan de \u00e9l en una relaci\u00f3n viviente y personal con Dios vivo y verdadero. Esta relaci\u00f3n es la oraci\u00f3n.<\/p>

                                                                        QUE ES LA ORACION<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Para m\u00ed, la oraci\u00f3n es un impulso del coraz\u00f3n, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegr\u00eda (Santa Teresa del Ni\u00f1o Jes\u00fas, ms autob. C 25r).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n como don de Dios<\/p>

                                                                        2559\u00a0\u00a0 \u00abLa oraci\u00f3n es la elevaci\u00f3n del alma a Dios o la petici\u00f3n a Dios de bienes convenientes\u00bb(San Juan Damasceno, f. o. 3, 24). \u00bfDesde d\u00f3nde hablamos cuando oramos?\u00a0 \u00bfDesde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde \u00ablo m\u00e1s profundo\u00bb (Sal 130, 14) de un coraz\u00f3n humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado (cf Lc 18, 9-14). La humildad es la base de la oraci\u00f3n. \u00abNosotros no sabemos pedir como conviene\u00bb(Rom 8, 26). La humildad es una disposici\u00f3n necesaria para recibir gratuitamente el don de la oraci\u00f3n: el hombre es un mendigo de Dios (cf San Agust\u00edn, serm 56, 6, 9).<\/p>

                                                                        2560\u00a0 \u00abSi conocieras el don de Dios\u00bb(Jn 4, 10). La maravilla de la oraci\u00f3n se revela precisamente all\u00ed, junto al pozo donde vamos a buscar nuestra agua: all\u00ed Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber. Jes\u00fas tiene sed, su petici\u00f3n llega desde las profundidades de Dios que nos desea. La oraci\u00f3n, sep\u00e1moslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de El (cf San Agust\u00edn, quaest. 64, 4).<\/p>

                                                                        2561 \u00abT\u00fa le habr\u00edas rogado a \u00e9l, y \u00e9l te habr\u00eda dado agua viva\u00bb (Jn 4, 10). Nuestra oraci\u00f3n de petici\u00f3n es parad\u00f3jicamente una respuesta. Respuesta a la queja del Dios vivo: \u00abA m\u00ed me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas\u00bb (Jr 2, 13), respuesta de fe a la promesa gratuita de salvaci\u00f3n (cf Jn 7, 37-39; Is 12, 3; 51, 1), respuesta de amor a la sed del Hijo \u00fanico (cf Jn 19, 28; Za 12, 10; 13, 1).<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n como Alianza<\/p>

                                                                        2562\u00a0\u00a0 \u00bfDe d\u00f3nde viene la oraci\u00f3n del hombre? Cualquiera que sea el lenguaje de la oraci\u00f3n (gestos y palabras), el que ora es todo el hombre. Sin embargo, para designar el lugar de donde brota la oraci\u00f3n, las Escrituras hablan a veces del alma o del esp\u00edritu, y con m\u00e1s frecuencia del coraz\u00f3n (m\u00e1s de mil veces). Es el coraz\u00f3n el que ora. Si \u00e9ste est\u00e1 alejado de Dios, la expresi\u00f3n de la oraci\u00f3n es vana.<\/p>

                                                                        2563\u00a0\u00a0 El coraz\u00f3n es la morada donde yo estoy, o donde yo habito (seg\u00fan la expresi\u00f3n sem\u00edtica o b\u00edblica: donde yo \u00abme adentro\u00bb). Es nuestro centro escondido, inaprensible, ni por nuestra raz\u00f3n ni por la de nadie; s\u00f3lo el Esp\u00edritu de Dios puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la decisi\u00f3n, en lo m\u00e1s profundo de nuestras tendencias ps\u00edquicas. Es el lugar de la verdad, all\u00ed donde elegimos entre la vida y la muerte. Es el lugar del encuentro, ya que a imagen de Dios, vivimos en relaci\u00f3n: es el lugar de la Alianza.<\/p>

                                                                        2564\u00a0 La oraci\u00f3n cristiana es una relaci\u00f3n de Alianza entre Dios y el hombre en Cristo. Es acci\u00f3n de Dios y del hombre; brota del Esp\u00edritu Santo y de nosotros, dirigida por completo al Padre, en uni\u00f3n con la voluntad humana del Hijo de Dios hecho hombre.<\/p>

                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n como Comuni\u00f3n<\/p>

                                                                        2565\u00a0\u00a0 En la nueva Alianza, la oraci\u00f3n es la relaci\u00f3n viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Esp\u00edritu Santo. La gracia del Reino es \u00abla uni\u00f3n de la Sant\u00edsima Trinidad toda entera con el esp\u00edritu todo entero\u00bb (San Gregorio Nac., or. 16, 9). As\u00ed, la vida de oraci\u00f3n es estar habitualmente en presencia de Dios, tres veces Santo, y en comuni\u00f3n con El. Esta comuni\u00f3n de vida es posible siempre porque, mediante el Bautismo, nos hemos convertido en un mismo ser con Cristo (cf Rm 6, 5). La oraci\u00f3n es cristiana en tanto en cuanto es comuni\u00f3n con Cristo y se extiende por la Iglesia que es su Cuerpo. Sus dimensiones son las del Amor de Cristo (cf Ef 3, 18-21).<\/p>

                                                                        CAPITULO PRIMERO: LA REVELACION DE LA ORACION: LA LLAMADA UNIVERSAL A LA ORACION<\/p>

                                                                        1. El hombre busca a Dios. Por la creaci\u00f3n Dios llama a todo ser desde la nada a la existencia. \u00abCoronado de gloria y esplendor\u00bb (Sal 8, 6), el hombre es, despu\u00e9s de los \u00e1ngeles, capaz de reconocer \u00ab\u00a1qu\u00e9 glorioso es el Nombre del Se\u00f1or por toda la tierra!\u00bb (Sal 8, 2). Incluso despu\u00e9s de haber perdido, por su pecado, su semejanza con Dios, el hombre sigue siendo imagen de su Creador. Conserva el deseo de Aqu\u00e9l que le llama a la existencia. Todas las religiones dan testimonio de esta b\u00fasqueda esencial de los hombres (cf Hch. 17, 27).<\/li><\/ol>

                                                                          2567\u00a0\u00a0 Dios es quien primero llama al hombre. Olvide el hombre a s u Creador o se esconda lejos de su Faz, corra detr\u00e1s de sus \u00eddolos o acuse a la divinidad de haberlo abandonado, el Dios vivo y verdadero llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oraci\u00f3n. Esta iniciativa de amor del Dios fiel es siempre lo primero en la oraci\u00f3n, el caminar del hombre es siempre una respuesta. A medida que Dios se revela, y revela al hombre a s\u00ed mismo, la oraci\u00f3n aparece como un llamamiento rec\u00edproco, un hondo acontecimiento de Alianza. A trav\u00e9s de palabras y de actos, tiene lugar un trance que compromete el coraz\u00f3n humano. Este se revela a trav\u00e9s de toda la historia de la salvaci\u00f3n.<\/p>

                                                                          Art\u00edculo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EN EL ANTIGUO TESTAMENTO<\/p>

                                                                          2568\u00a0 La revelaci\u00f3n de la oraci\u00f3n en el Antiguo Testamento se inscribe entre la ca\u00edda y la elevaci\u00f3n del hombre, entre la llamada dolorosa de Dios a sus primeros hijos: \u00ab\u00bfD\u00f3nde est\u00e1s?… \u00bfPor qu\u00e9 lo has hecho?\u00bb (Gn 3, 9. 13) y la respuesta del Hijo \u00fanico al entrar en el mundo: \u00abHe aqu\u00ed que vengo… a hacer, oh Dios, tu voluntad\u00bb (Hb 10, 5-7). As\u00ed, la oraci\u00f3n est\u00e1 ligada con la historia de los hombres, es la relaci\u00f3n con Dios en los acontecimientos de la historia.<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La creaci\u00f3n – fuente de la oraci\u00f3n<\/p>

                                                                          2569\u00a0 La oraci\u00f3n se vive primeramente a partir de las realidades de la creaci\u00f3n. Los nueve primeros cap\u00edtulos del G\u00e9nesis describen esta relaci\u00f3n con Dios como ofrenda por Abel de los primog\u00e9nitos de su reba\u00f1o (cf Gn 4, 4), como invocaci\u00f3n del nombre divino por En\u00f3s (cf Gn 4, 26), como \u00abmarcha con Dios\u00bb (Gn 5, 24). La ofrenda de No\u00e9 es \u00abagradable\u00bb a Dios que le bendice y, a trav\u00e9s de \u00e9l, bendice a toda la creaci\u00f3n (cf Gn 8, 20-9, 17), porque su coraz\u00f3n es justo e \u00edntegro; \u00e9l tambi\u00e9n \u00abmarcha con Dios\u00bb (Gn 6, 9). Una muchedumbre de hombres pertenecientes a todas las religiones siempre han vivido esta caracter\u00edstica de la oraci\u00f3n.<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En su alianza indefectible con todos los seres vivientes (cf Gn 9, 8-16), Dios llama siempre a los hombres a orar. Pero, en el Antiguo Testamento, la oraci\u00f3n se revela sobre todo a partir de nuestro padre Abraham.<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Promesa y la oraci\u00f3n de la fe<\/p>

                                                                          2570 \u00a0 Cuando Dios le llama, Abraham parte \u00abcomo se lo hab\u00eda dicho el Se\u00f1or\u00bb (Gn 12, 4): todo su coraz\u00f3n se somete a la Palabra y obedece. La obediencia del coraz\u00f3n a Dios que llama es esencial a la oraci\u00f3n, las palabras tienen un valor relativo. Por eso, la oraci\u00f3n de Abraham se expresa primeramente con hechos: hombre de silencio, en cada etapa construye un altar al Se\u00f1or. Solamente m\u00e1s tarde aparece su primera oraci\u00f3n con palabras: una queja velada recordando a Dios sus promesas que no parecen cumplirse (cf Gn 15, 2-3). De este modo surge desde los comienzos uno de los aspectos de la tensi\u00f3n dram\u00e1tica de la oraci\u00f3n: la prueba de la fe en la fidelidad a Dios.<\/p>

                                                                          2571 Habiendo cre\u00eddo en Dios (cf Gn 15, 6), marchando en su presencia y en alianza con \u00e9l (cf Gn 17, 2), el patriarca est\u00e1 dispuesto a acoger en su tienda al Hu\u00e9sped misterioso: es la admirable hospitalidad de Mambr\u00e9, preludio a la anunciaci\u00f3n del verdadero Hijo de la promesa (cf Gn 18, 1-15; Lc 1, 26-38). Desde entonces, habi\u00e9ndole confiado Dios su Plan, el coraz\u00f3n de Abraham est\u00e1 en consonancia con la compasi\u00f3n de su Se\u00f1or hacia los hombres y se atreve a interceder por ellos con una audaz confianza (cf Gn 18, 16-33).<\/p>

                                                                          2572 Como \u00faltima purificaci\u00f3n de su fe, se le pide al \u00abque hab\u00eda recibido las promesas\u00bb (Hb 11, 17) que sacrifique al hijo que Dios le ha dado. Su fe no vacila: \u00abDios proveer\u00e1 el cordero para el holocausto\u00bb (Gn 22, 8), \u00abpensaba que poderoso era Dios aun para resucitar de entre los muertos\u00bb (Hb 11, 19). As\u00ed, el padre de los creyentes se hace semejante al Padre que no perdonar\u00e1 a su propio Hijo sino que lo entregar\u00e1 por todos nosotros (cf Rm 8, 32). La oraci\u00f3n restablece al hombre en la semejanza con Dios y le hace participar en la potencia del amor de Dios que salva a la multitud (cf Rm 4, 16-21).<\/p>

                                                                          2573 Dios renueva su promesa a Jacob, cabeza de las doce tribus de Israel (cf Gn 28, 10-22). Antes de enfrentarse con su hermano Esa\u00fa, lucha una noche entera con \u00abalguien\u00bb misterioso que reh\u00fasa revelar su nombre pero que le bendice antes de dejarle, al alba. La tradici\u00f3n espiritual de la Iglesia ha tomado de este relato el s\u00edmbolo de la oraci\u00f3n como un combate de la fe y una victoria de la perseverancia (cf Gn 32, 25-31; Lc 18, 1-8).<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Mois\u00e9s y la oraci\u00f3n del mediador<\/p>

                                                                          2574 Cuando comienza a realizarse la promesa (Pascua, Exodo, entrega de la Ley y conclusi\u00f3n de la Alianza), la oraci\u00f3n de Mois\u00e9s es la figura cautivadora de la oraci\u00f3n de intercesi\u00f3n que tiene su cumplimiento en \u00abel \u00fanico Mediador entre Dios y los hombres, Cristo-Jes\u00fas\u00bb (1 Tm 2, 5).<\/p>

                                                                          2575 Tambi\u00e9n aqu\u00ed, Dios interviene, el primero. Llama a Mois\u00e9s desde la zarza ardiendo (cf Ex 3, 1-10). Este acontecimiento quedar\u00e1 como una de las figuras principales de la oraci\u00f3n en la tradici\u00f3n espiritual jud\u00eda y cristiana. En efecto, si \u00abel Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob\u00bb llama a su servidor Mois\u00e9s es que \u00e9l es el Dios vivo que quiere la vida de los hombres. El se revela para salvarlos, pero no lo hace solo ni contra la voluntad de los hombres: llama a Mois\u00e9s para enviarlo, para asociarlo a su compasi\u00f3n, a su obra de salvaci\u00f3n. Hay como una imploraci\u00f3n divina en esta misi\u00f3n, y Mois\u00e9s, despu\u00e9s de debatirse, acomodar\u00e1 su voluntad a la de Dios salvador. Pero en este di\u00e1logo en el que Dios se conf\u00eda, Mois\u00e9s aprende tambi\u00e9n a orar: se humilla, objeta, y sobre todo pide y, en respuesta a su petici\u00f3n, el Se\u00f1or le conf\u00eda su Nombre inefable que se revelar\u00e1 en sus grandes gestas.<\/p>

                                                                          2576\u00a0\u00a0 Pues bien, \u00abDios hablaba con Mois\u00e9s cara a cara, como habla un hombre con su amigo\u00bb (Ex 33, 11). La oraci\u00f3n de Mois\u00e9s es t\u00edpica de la oraci\u00f3n contemplativa gracias a la cual el servidor de Dios es fiel a su misi\u00f3n. Mois\u00e9s \u00abhabla\u00bb con Dios frecuentemente y durante largo rato, subiendo a la monta\u00f1a para escucharle e implorarle, bajando hacia el pueblo para transmitirle las palabras de su Dios y guiarlo. \u00abEl es de toda confianza en mi casa; boca a boca hablo con \u00e9l, abiertamente\u00bb (Nm 12, 7-8), porque \u00abMois\u00e9s era un hombre humilde m\u00e1s que hombre alguno sobre la haz de la tierra\u00bb (Nm 12, 3).<\/p>

                                                                          2577 De esta intimidad con el Dios fiel, tardo a la c\u00f3lera y rico en amor (cf Ex 34, 6), Mois\u00e9s ha sacado la fuerza y la tenacidad de su intercesi\u00f3n. No pide por \u00e9l, sino por el pueblo que Dios ha adquirido. Mois\u00e9s intercede ya durante el combate con los amalecitas (cf Ex 17, 8-13) o para obtener la curaci\u00f3n de Myriam (cf Nm 12, 13-14). Pero es sobre todo despu\u00e9s de la apostas\u00eda del pueblo cuando \u00abse mantiene en la brecha\u00bb ante Dios (Sal 106, 23) para salvar al pueblo (cf Ex 32, 1-34, 9). Los argumentos de su oraci\u00f3n (la intercesi\u00f3n es\u00a0 tambi\u00e9n un combate misterioso) inspirar\u00e1n la audacia de los grandes orantes tanto del pueblo jud\u00edo como de la Iglesia. Dios es amor, por tanto es justo y fiel; no puede contradecirse, debe acordarse de sus acciones maravillosas, su Gloria est\u00e1 en juego, no puede abandonar al pueblo que lleva su Nombre.<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 David y la oraci\u00f3n del rey<\/p>

                                                                          2578\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n del pueblo de Dios se desarrolla a la sombra de la Morada de Dios, el Arca de la Alianza y m\u00e1s tarde el Templo. Los gu\u00edas del pueblo – pastores y profetas – son los primeros que le ense\u00f1an a orar. El ni\u00f1o Samuel aprendi\u00f3 de su madre Ana c\u00f3mo \u00abestar ante el Se\u00f1or\u00bb (cf 1 S 1, 9-18) y del sacerdote El\u00ed c\u00f3mo escuchar Su Palabra: \u00abHabla, Se\u00f1or, que tu siervo escucha\u00bb (cf 1 S 3, 9-10). M\u00e1s tarde, tambi\u00e9n \u00e9l conocer\u00e1 el precio y el peso de la intercesi\u00f3n: \u00abPor mi parte, lejos de m\u00ed pecar contra el Se\u00f1or dejando de suplicar por vosotros y de ense\u00f1aros el camino bueno y recto\u00bb (1 S 12, 23).<\/p>

                                                                          2579\u00a0\u00a0 David es, por excelencia, el rey \u00abseg\u00fan el coraz\u00f3n de Dios\u00bb, el pastor que ruega por su pueblo y en su nombre, aqu\u00e9l cuya sumisi\u00f3n a la voluntad de Dios, cuya alabanza y arrepentimiento ser\u00e1n modelo de la oraci\u00f3n del pueblo. Ungido de Dios, su oraci\u00f3n es adhesi\u00f3n fiel a la promesa divina (cf 2 S 7, 18-29), confianza amante y alegre en aqu\u00e9l que es el \u00fanico Rey y Se\u00f1or. En los Salmos, David, inspirado por el Esp\u00edritu Santo, es el primer profeta de la oraci\u00f3n jud\u00eda y cristiana. La oraci\u00f3n de Cristo, verdadero Mes\u00edas e hijo de David, revelar\u00e1 y llevar\u00e1 a su plenitud el sentido de esta oraci\u00f3n.<\/p>

                                                                          2580\u00a0 El Templo de Jerusal\u00e9n, la casa de oraci\u00f3n que David quer\u00eda construir, ser\u00e1 la obra de su hijo, Salom\u00f3n. La oraci\u00f3n de la Dedicaci\u00f3n del Templo (cf 1 R 8, 10-61) se apoya en la Promesa de Dios y su Alianza, la presencia activa de su Nombre entre su Pueblo y el recuerdo de los grandes hechos del Exodo. El rey eleva entonces las manos al cielo y ruega al Se\u00f1or por \u00e9l, por todo el pueblo, por las generaciones futuras, por el perd\u00f3n de sus pecados y sus necesidades diarias, para que todas las naciones sepan que Dios es el \u00fanico Dios y que el coraz\u00f3n del pueblo le pertenece por entero a El.<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El\u00edas, los profetas y la conversi\u00f3n del coraz\u00f3n<\/p>

                                                                          2581 Para el pueblo de Dios, el Templo deb\u00eda ser el lugar donde aprender a orar: las peregrinaciones, las fiestas, los sacrificios, la ofrenda de la tarde, el incienso, los panes de \u00abla proposici\u00f3n\u00bb, todos estos signos de la Santidad y de la Gloria de Dios, Alt\u00edsimo pero muy cercano, eran llamadas y caminos de la oraci\u00f3n. Sin embargo, el ritualismo arrastraba al pueblo con frecuencia hacia un culto demasiado exterior. Era necesaria la educaci\u00f3n de la fe, la conversi\u00f3n del coraz\u00f3n. Esta fue la misi\u00f3n de los profetas, antes y despu\u00e9s del Destierro.<\/p>

                                                                          2582\u00a0\u00a0 El\u00edas es el padre de los profetas, \u00abde la raza de los que buscan a Dios, de los que persiguen su Faz\u00bb (Sal 24, 6). Su nombre, \u00abEl Se\u00f1or es mi Dios\u00bb, anuncia el grito del pueblo en respuesta a su oraci\u00f3n sobre el Monte Carmelo (cf 1 R 18, 39). Santiago nos remite a \u00e9l para incitarnos a orar: \u00abLa oraci\u00f3n ferviente del justo tiene mucho poder\u00bb (St 5, 16b-18).<\/p>

                                                                          2583\u00a0\u00a0 Despu\u00e9s de haber aprendido la misericordia en su retirada al torrente de K\u00e9rit, aprende junto a la viuda de Sarepta la fe en la palabra de Dios, fe que confirma con su oraci\u00f3n insistente: Dios devuelve la vida al hijo de la viuda (cf 1 R 17, 7-24).<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En el sacrificio sobre el Monte Carmelo, prueba decisiva para la fe del pueblo de Dios, el fuego del Se\u00f1or es la respuesta a su s\u00faplica de que se consume el holocausto \u00aba la hora de la ofrenda de la tarde\u00bb: \u00ab\u00a1Resp\u00f3ndeme, Se\u00f1or, resp\u00f3ndeme!\u00bb son las palabras de El\u00edas que repiten exactamente las liturgias orientales en la ep\u00edclesis eucar\u00edstica (cf 1 R 18, 20-39).<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Finalmente, repitiendo el camino del desierto hacia el lugar donde el Dios vivo y verdadero se revel\u00f3 a su pueblo, El\u00edas se recoge como Mois\u00e9s \u00aben la hendidura de la roca\u00bb hasta que \u00abpasa\u00bb la presencia misteriosa de Dios (cf 1 R 19, 1-14; Ex 33, 19-23). Pero solamente en el monte de la Transfiguraci\u00f3n se dar\u00e1 a conocer Aqu\u00e9l cuyo Rostro buscan (cf. Lc 9, 30-35): el conocimiento de la Gloria de Dios est\u00e1 en la rostro de Cristo crucificado y resucitado (cf 2 Co 4, 6).<\/p>

                                                                          2584\u00a0 En el \u00abcara a cara\u00bb con Dios, los profetas sacan luz y fuerza para su misi\u00f3n. Su oraci\u00f3n no es una huida del mundo infiel, sino una escucha de la palabra de Dios, a veces un litigio o una queja, siempre una intercesi\u00f3n que espera y prepara la intervenci\u00f3n del Dios salvador, Se\u00f1or de la historia (cf Am 7, 2. 5; Is 6, 5. 8. 11; Jr 1, 6; 15, 15-18; 20, 7-18).<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los Salmos, oraci\u00f3n de la Asamblea<\/p>

                                                                          2585\u00a0\u00a0 Desde David hasta la venida del Mes\u00edas, las Sagradas Escrituras contienen textos de oraci\u00f3n que atestiguan el sentido profundo de la oraci\u00f3n para s\u00ed mismo y para los dem\u00e1s (cf Esd 9, 6-15; Ne 1, 4-11; Jon 2, 3-10; Tb 3, 11-16; Jdt 9, 2-14). Los salmos fueron reunidos poco a poco en un conjunto de cinco libros: los Salmos (o \u00abalabanzas\u00bb), son la obra maestra de la oraci\u00f3n en el Antiguo Testamento.<\/p>

                                                                          2586\u00a0 Los Salmos alimentan y expresan la oraci\u00f3n del pueblo de Dios como Asamblea, con ocasi\u00f3n de las grandes fiestas en Jerusal\u00e9n y los s\u00e1bados en las sinagogas. Esta oraci\u00f3n es indisociablemente individual y comunitaria; concierne a los que oran y a todos los hombres; asciende desde la Tierra santa y desde las comunidades de la Di\u00e1spora, pero abarca a toda la creaci\u00f3n; recuerda los acontecimientos salvadores del pasado y se extiende hasta la consumaci\u00f3n de la historia; hace memoria de las promesas de Dios ya realizadas y espera al Mes\u00edas que les dar\u00e1 cumplimiento definitivo. Los Salmos, usados por Cristo en su oraci\u00f3n y que en \u00e9l encuentran su cumplimiento, contin\u00faan siendo esenciales en la oraci\u00f3n de su Iglesia (cf IGLH 100-109).<\/p>

                                                                          2587 \u00a0 El Salterio es el libro en el que la Palabra de Dios se convierte en oraci\u00f3n del hombre. En los dem\u00e1s libros del Antiguo Testamento \u00ablas palabras proclaman las obras\u00bb (de Dios por los hombres) \u00aby explican su misterio\u00bb (DV 2). En el salterio, las palabras del salmista expresan, cant\u00e1ndolas para Dios, sus obras de salvaci\u00f3n. El mismo Esp\u00edritu inspira la obra de Dios y la respuesta del hombre. Cristo unir\u00e1 ambas. En El, los salmos no cesan de ense\u00f1arnos a orar.<\/p>

                                                                          2588\u00a0 Las m\u00faltiples expresiones de oraci\u00f3n de los Salmos se encarnan a la vez en la liturgia del templo y en el coraz\u00f3n del hombre. Tanto si se trata de un himno como de una oraci\u00f3n de desamparo o de acci\u00f3n de gracias, de s\u00faplica individual o comunitaria, de canto real o de peregrinaci\u00f3n o de meditaci\u00f3n sapiencial, los salmos son el espejo de las maravillas de Dios en la historia de su pueblo y en las situaciones humanas vividas por el salmista. Un salmo puede reflejar un acontecimiento pasado, pero es de una sobriedad tal que se puede rezar verdaderamente por los hombres de toda condici\u00f3n y de todo tiempo.<\/p>

                                                                          2589\u00a0 Hay unos rasgos constantes en los Salmos: la simplicidad y la espontaneidad de la oraci\u00f3n, el deseo de Dios mismo a trav\u00e9s de su creaci\u00f3n, y con todo lo que hay de bueno en ella, la situaci\u00f3n inc\u00f3moda del creyente que, en su amor preferente por el Se\u00f1or, se enfrenta con una multitud de enemigos y de tentaciones; y que, en la espera de lo que har\u00e1 el Dios fiel, mantiene la certeza del amor de Dios, y la entrega a la voluntad divina. La oraci\u00f3n de los salmos est\u00e1 siempre orientada a la alabanza; por lo cual, corresponde bien al conjunto de los salmos el t\u00edtulo de \u00abLas Alabanzas\u00bb. Reunidos los Salmos en funci\u00f3n del culto de la Asamblea, son invitaci\u00f3n a la oraci\u00f3n y respuesta a la misma: \u00abHallelu-Ya!\u00bb (Aleluya), \u00ab\u00a1Alabad al Se\u00f1or!\u00bb<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfQu\u00e9 hay mejor que un Salmo? Por eso, David dice muy bien: \u00ab\u00a1Alabad al Se\u00f1or, porque es bueno salmodiar: a nuestro Dios alabanza dulce y bella!\u00bb. Y es verdad. Porque el salmo es bendici\u00f3n pronunciada por el pueblo, alabanza de Dios por la Asamblea, aclamaci\u00f3n de todos, palabra dicha por el universo, voz de la Iglesia, melodiosa profesi\u00f3n de fe, … (San Ambrosio, Sal. 1, 9).<\/p>

                                                                          RESUMEN<\/p>

                                                                          2590\u00a0 \u00abLa oraci\u00f3n es la elevaci\u00f3n del alma hacia Dios o la petici\u00f3n a Dios de bienes convenientes\u00bb (San Juan Damasceno, f. o. 3, 24).<\/p>

                                                                          2591 Dios llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso con El. La oraci\u00f3n acompa\u00f1a a toda la historia de la salvaci\u00f3n como una llamada rec\u00edproca entre Dios y el hombre.<\/p>

                                                                          2592\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n de Abraham y de Jacob aparece como una lucha de fe vivida en la confianza a la fidelidad de Dios, y en la certeza de la victoria prometida a quienes perseveran.<\/p>

                                                                          2593\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n de Mois\u00e9s responde a la iniciativa del Dios vivo para la salvaci\u00f3n de su pueblo. Prefigura la oraci\u00f3n de intercesi\u00f3n del \u00fanico mediador, Cristo Jes\u00fas.<\/p>

                                                                          2594\u00a0 La oraci\u00f3n del pueblo de Dios se desarrolla a la sombra de la\u00a0 Morada de Dios, el arca de la alianza y el Templo, bajo la gu\u00eda de los pastores, especialmente el rey David, y de los profetas.<\/p>

                                                                          2595\u00a0\u00a0 Los profetas llaman a la conversi\u00f3n del coraz\u00f3n y, buscando siempre el rostro de Dios, como El\u00edas, inter ceden por el pueblo.<\/p>

                                                                          2596\u00a0 Los salmos constituyen la obra maestra de la oraci\u00f3n en el Antiguo Testamento. Presentan dos componentes inseparables: individual y comunitario. Abarcan todas las dimensiones de la historia, conmemorando las promesas de Dios ya cumplidas y esperando la venida del Mes\u00edas.<\/p>

                                                                          2597\u00a0\u00a0 Rezados y cumplidos en Cristo, los Salmos son un elemento esencial y permanente de la oraci\u00f3n de su Iglesia. Se adaptan a los hombres de toda condici\u00f3n y de todo tiempo.<\/p>

                                                                          Art\u00edculo 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EN LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS<\/p>

                                                                          2598\u00a0 El drama de la oraci\u00f3n se nos revela plenamente en el Verbo que se ha hecho carne y que habita entre nosotros. Intentar comprender su oraci\u00f3n, a trav\u00e9s de lo que sus testigos nos dicen en el Evangelio, es aproximarnos al Santo Se\u00f1or Jes\u00fas como a la Zarza ardiendo: primero contemplando a \u00e9l mismo en oraci\u00f3n y despu\u00e9s escuchando c\u00f3mo nos ense\u00f1a a orar, para conocer finalmente c\u00f3mo acoge nuestra plegaria.<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Jes\u00fas ora<\/p>

                                                                          2599 El Hijo de Dios hecho hombre tambi\u00e9n aprendi\u00f3 a orar conforme a su coraz\u00f3n de hombre. El aprende de su madre las f\u00f3rmulas de oraci\u00f3n; de ella, que conservaba toas las \u00abmaravillas \u00bb del Todopoderoso y las meditaba en su coraz\u00f3n (cf Lc 1, 49; 2, 19; 2, 51). Lo aprende en las palabras y en los ritmos de la oraci\u00f3n de su pueblo, en la sinagoga de Nazaret y en el Templo. Pero su oraci\u00f3n brota de una fuente secreta distinta, como lo deja presentir a la edad de los doce a\u00f1os: \u00abYo deb\u00eda estar en las cosas de mi Padre\u00bb (Lc 2, 49). Aqu\u00ed comienza a revelarse la novedad de la oraci\u00f3n en la plenitud de los tiempos: la oraci\u00f3n filial, que el Padre esperaba de sus hijos va a ser vivida por fin por el propio Hijo \u00fanico en su Humanidad, con y para los hombres.<\/p>

                                                                          2600\u00a0 El Evangelio seg\u00fan San Lucas subraya la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo y el sentido de la oraci\u00f3n en el ministerio de Cristo. Jes\u00fas ora antes de los momentos decisivos de su misi\u00f3n: antes de que el Padre d\u00e9 testimonio de \u00e9l en su Bautismo (cf Lc 3, 21) y de su Transfiguraci\u00f3n (cf Lc 9, 28), y antes de dar cumplimiento con su Pasi\u00f3n al Plan amoroso del Padre (cf Lc 22, 41-44); ora tambi\u00e9n ante los momentos decisivos que van a comprometer la misi\u00f3n de sus Ap\u00f3stoles: antes de elegir y de llamar a los Doce (cf Lc 6, 12), antes de que Pedro lo confiese como \u00abel Cristo de Dios\u00bb (Lc 9, 18-20) y para que la fe del pr\u00edncipe de los Ap\u00f3stoles no desfallezca ante la tentaci\u00f3n (cf Lc 22, 32). La oraci\u00f3n de Jes\u00fas ante los acontecimientos de salvaci\u00f3n que el Padre le pide es una entrega, humilde y confiada, de su voluntad humana a la voluntad amorosa del Padre.<\/p>

                                                                          2601 \u00abEstando \u00e9l orando en cierto lugar, cuando termin\u00f3, le dijo uno de sus disc\u00edpulos: `Maestro, ens\u00e9\u00f1anos a orar'\u00bb (Lc 11, 1). Es, sobre todo, al contemplar a su Maestro en oraci\u00f3n, cuando el disc\u00edpulo de Cristo desea orar. Entonces, puede aprender del Maestro de la oraci\u00f3n. Contemplando y escuchando al Hijo, los hijos aprenden a orar al Padre.<\/p>

                                                                          2602\u00a0 Jes\u00fas se aparta con frecuencia a la soledad en la monta\u00f1a, con preferencia por la noche, para orar (cf Mc 1, 35; 6, 46; Lc 5, 16). Lleva a los hombres en su oraci\u00f3n, ya que tambi\u00e9n asume la humanidad en la Encarnaci\u00f3n, y los ofrece al Padre, ofreci\u00e9ndose a s\u00ed mismo. El, el Verbo que ha \u00abasumido la carne\u00bb, comparte en su oraci\u00f3n humana todo lo que viven \u00absus hermanos\u00bb (Hb 2, 12); comparte sus debilidades para librarlos de ellas (cf Hb 2, 15; 4, 15). Para eso le ha enviado el Padre. Sus palabras y sus obras aparecen entonces como la manifestaci\u00f3n visible de su oraci\u00f3n \u00aben lo secreto\u00bb.<\/p>

                                                                          2603\u00a0 Los evangelistas han conservado dos oraciones m\u00e1s expl\u00edcitas de Cristo durante su ministerio. Cada una de el las comienza precisamente con la acci\u00f3n de gracias. En la primera (cf Mt 11, 25-27 y Lc 10, 21-23), Jes\u00fas confiesa al Padre, le da gracias y lo bendice porque ha escondido los misterios del Reino a los que se creen doctos y los ha revelado a los \u00abpeque\u00f1os\u00bb (los pobres de las Bienaventuranzas). Su conmovedor \u00ab\u00a1S\u00ed, Padre!\u00bb expresa el fondo de su coraz\u00f3n, su adhesi\u00f3n al querer del Padre, de la que fue un eco el \u00abFiat\u00bb de Su Madre en el momento de su concepci\u00f3n y que preludia lo que dir\u00e1 al Padre en su agon\u00eda. Toda la oraci\u00f3n de Jes\u00fas est\u00e1 en esta adhesi\u00f3n amorosa de su coraz\u00f3n de hombre al \u00abmisterio de la voluntad\u00bb del Padre (Ef 1, 9).<\/p>

                                                                          2604\u00a0 La segunda oraci\u00f3n es narrada por San Juan (cf Jn 11, 41-42) en el pasaje de la resurrecci\u00f3n de L\u00e1zaro. La acci\u00f3n de gracias precede al acontecimiento: \u00abPadre, yo te doy gracias por haberme escuchado\u00bb, lo que implica que el Padre escucha siempre su s\u00faplica; y Jes\u00fas a\u00f1ade a continuaci\u00f3n: \u00abYo sab\u00eda bien que t\u00fa siempre me escuchas\u00bb, lo que implica que Jes\u00fas, por su parte, pide de una manera constante. As\u00ed, apoyada en la acci\u00f3n de gracias, la oraci\u00f3n de Jes\u00fas nos revela c\u00f3mo pedir: antes de que la petici\u00f3n sea otorgada, Jes\u00fas se adhiere a Aqu\u00e9l que da y que se da en sus dones. El Dador es m\u00e1s precioso que el don otorgado, es el \u00abtesoro\u00bb, y en El est\u00e1 el coraz\u00f3n de su Hijo; el don se otorga como \u00abpor a\u00f1adidura\u00bb (cf Mt 6, 21. 33).<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n \u00absacerdotal\u00bb de Jes\u00fas (cf. Jn 17) ocupa un lugar \u00fanico en la Econom\u00eda de la salvaci\u00f3n. (Su explicaci\u00f3n se hace al final de esta primera secci\u00f3n) Esta oraci\u00f3n, en efecto, muestra el car\u00e1cter permanente de la plegaria de nuestro Sumo Sacerdote, y al mismo tiempo contiene lo que Jes\u00fas nos ense\u00f1a en la oraci\u00f3n del Padrenuestro (la cual se explica en la secci\u00f3n segunda).<\/p>

                                                                          2605\u00a0 Cuando llega la hora de realizar el plan amoroso del Padre, Jes\u00fas deja entrever la profundidad insondable de su plegaria filial, no solo antes de entregarse libremente (\u00abAbb\u00e1 …no mi voluntad, sino la tuya\u00bb: Lc 22, 42), sino hasta en sus \u00faltimas palabras en la Cruz, donde orar y entregarse son una sola cosa: \u00abPadre, perd\u00f3nales, porque no saben lo que hacen\u00bb (Lc 23, 34); \u00abYo te aseguro: hoy estar\u00e1s conmigo en el Para\u00edso\u00bb (Lc 24,43); \u00abMujer, ah\u00ed tienes a tu Hijo\u00bb – \u00abAh\u00ed tienes a tu madre\u00bb (Jn 19, 26-27); \u00abTengo sed\u00bb (Jn 19, 28); \u00ab\u00a1Dios m\u00edo, Dios m\u00edo! \u00bfPor qu\u00e9 me has abandonado?\u00bb (Mc 15, 34; cf Sal 22, 2); \u00abTodo est\u00e1 cumplido\u00bb (Jn 19, 30); \u00abPadre, en tus manos pongo mi esp\u00edritu\u00bb (Lc 23, 46), hasta ese \u00abfuerte grito\u00bb cuando expira entregando el esp\u00edritu (cf Mc 15, 37; Jn 19, 30b).<\/p>

                                                                          2606\u00a0 Todos los infortunios de la humanidad de todos los tiempos, esclava del pecado y de la muerte, todas las s\u00faplicas y las intercesiones de la historia de la salvaci\u00f3n est\u00e1n recogidas en este grito del Verbo encarnado. He aqu\u00ed que el Padre las acoge y, por encima de toda esperanza, las escucha al resucitar a su Hijo. As\u00ed se realiza y se consuma el drama de la oraci\u00f3n en la Econom\u00eda de la creaci\u00f3n y de la salvaci\u00f3n. El salterio nos da la clave para su comprensi\u00f3n en Cristo. Es en el \u00abhoy\u00bb de la Resurrecci\u00f3n cuando dice el Padre: \u00abT\u00fa eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy. P\u00eddeme, y te dar\u00e9 en herencia las naciones, en propiedad los confines de la tierra\u00bb (Sal 2, 7-8; cf Hch 13, 33).<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La carta a los Hebreos expresa en t\u00e9rminos dram\u00e1ticos c\u00f3mo act\u00faa la plegaria de Jes\u00fas en la victoria de la salvaci\u00f3n: \u00abEl cual, habiendo ofrecido en los d\u00edas de su vida mortal ruegos y s\u00faplicas con poderoso clamor y l\u00e1grimas al que pod\u00eda salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente, y aun siendo Hijo, con lo que padeci\u00f3 experiment\u00f3 la obediencia; y llegado a la perfecci\u00f3n, se convirti\u00f3 en causa de salvaci\u00f3n eterna para todos los que le obedecen\u00bb (Hb 5, 7-9).<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Jes\u00fas ense\u00f1a a orar<\/p>

                                                                          2607\u00a0 Cuando Jes\u00fas ora, ya nos ense\u00f1a a orar. El camino teologal de nuestra oraci\u00f3n es su oraci\u00f3n a su Padre. Pero el Evangelio nos entrega una ense\u00f1anza expl\u00edcita de Jes\u00fas sobre la oraci\u00f3n. Como un pedagogo, nos toma donde estamos y, progresivamente, nos conduce al Padre. Dirigi\u00e9ndose a las multitudes que le siguen, Jes\u00fas comienza con lo que ellas ya saben de la oraci\u00f3n por la Antigua Alianza y las prepara para la novedad del Reino que est\u00e1 viniendo. Despu\u00e9s les revela en par\u00e1bolas esta novedad. Por \u00faltimo, a sus disc\u00edpulos que deber\u00e1n ser los pedagogos de la oraci\u00f3n en su Iglesia, les hablar\u00e1 abiertamente del Padre y del Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                                                          2608\u00a0 Ya en el Serm\u00f3n de la Monta\u00f1a, Jes\u00fas insiste en la conversi\u00f3n del coraz\u00f3n: la reconciliaci\u00f3n con el hermano antes de presentar una ofrenda sobre el altar (cf Mt 5, 23-24), el amor a los enemigos y la oraci\u00f3n por los perseguidores (cf Mt 5, 44-45), orar al Padre \u00aben lo secreto\u00bb (Mt 6, 6), no gastar muchas palabras (cf Mt 6, 7), perdonar desde el fondo del coraz\u00f3n al orar (cf, Mt 6, 14-15), la pureza del coraz\u00f3n y la b\u00fasqueda del Reino (cf Mt 6, 21. 25. 33). Esta conversi\u00f3n est\u00e1 toda ella polarizada hacia el Padre, es filial.<\/p>

                                                                          2609\u00a0 Decidido as\u00ed el coraz\u00f3n a convertirse, aprende a orar en la fe. La fe es una adhesi\u00f3n filial a Dios, m\u00e1s all\u00e1 de lo que nosotros sentimos y comprendemos. Se ha hecho posible porque el Hijo amado nos abre el acceso al Padre. Puede pedirnos que \u00abbusquemos\u00bb y que \u00abllamemos\u00bb porque \u00e9l es la puerta y el camino (cf Mt 7, 7-11. 13-14).<\/p>

                                                                          2610 Del mismo modo que Jes\u00fas ora al Padre y le da gracias antes de recibir sus dones, nos ense\u00f1a esta audacia filial: \u00abtodo cuanto pid\u00e1is en la oraci\u00f3n, creed que ya lo hab\u00e9is recibido\u00bb (Mc 11, 24). Tal es la fuerza de la oraci\u00f3n, \u00abtodo es posible para quien cree\u00bb (Mc 9, 23), con una fe \u00abque no duda\u00bb (Mt 21, 22). Tanto como Jes\u00fas se entristece por la \u00abfalta de fe\u00bb de los de Nazaret (Mc 6, 6) y la \u00abpoca fe\u00bb de sus disc\u00edpulos (Mt 8, 26), as\u00ed se admira ante la \u00abgran fe\u00bb del centuri\u00f3n romano (cf Mt 8, 10) y de la cananea (cf Mt 15, 28).<\/p>

                                                                          2611 La oraci\u00f3n de fe no consiste solamente en decir \u00abSe\u00f1or, Se\u00f1or\u00bb, sino en disponer el coraz\u00f3n para hacer la voluntad del Padre (Mt 7, 21). Jes\u00fas invita a sus disc\u00edpulos a llevar a la oraci\u00f3n esta voluntad de cooperar con el plan divino (cf Mt 9, 38; Lc 10, 2; Jn 4, 34).<\/p>

                                                                          2612 En Jes\u00fas \u00abel Reino de Dios est\u00e1 pr\u00f3ximo\u00bb, llama a la conversi\u00f3n y a la fe pero tambi\u00e9n a la vigilancia. En la oraci\u00f3n, el disc\u00edpulo espera atento a aqu\u00e9l que \u00abes y que viene\u00bb, en el recuerdo de su primera venida en la humildad de la carne, y en la esperanza de su segundo advenimiento en la gloria (cf Mc 13; Lc 21, 34-36). En comuni\u00f3n con su Maestro, la oraci\u00f3n de los disc\u00edpulos es un combate, y velando en la oraci\u00f3n es como no se cae en la tentaci\u00f3n (cf Lc 22, 40. 46).<\/p>

                                                                          2613 S. Lucas nos ha trasmitido tres par\u00e1bolas principales sobre la oraci\u00f3n:<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La primera, \u00abel amigo importuno\u00bb (cf Lc 11, 5-13), invita a una oraci\u00f3n insistente: \u00abLlamad y se os abrir\u00e1\u00bb. Al que ora as\u00ed, el Padre del cielo \u00able dar\u00e1 todo lo que necesite\u00bb, y sobre todo el Esp\u00edritu Santo que contiene todos los dones.<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La segunda, \u00abla viuda importuna\u00bb (cf Lc 18, 1-8), est\u00e1 centrada en una de las cualidades de la oraci\u00f3n: es necesario orar siempre, sin cansarse, con la paciencia de la fe. \u00abPero, cuando el Hijo del hombre venga, \u00bfencontrar\u00e1 fe sobre la tierra?\u00bb<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La tercera par\u00e1bola, \u00abel fariseo y el publicano\u00bb (cf Lc 18, 9-14), se refiere a la humildad del coraz\u00f3n que ora. \u00abOh Dios, ten compasi\u00f3n de m\u00ed que soy pecador\u00bb. La Iglesia no cesa de hacer suya esta oraci\u00f3n: \u00ab\u00a1Kyrie eleison!\u00bb.<\/p>

                                                                          2614 Cuando Jes\u00fas conf\u00eda abiertamente a sus disc\u00edpulos el misterio de la oraci\u00f3n al Padre, les desvela lo que deber\u00e1 ser su oraci\u00f3n, y la nuestra, cuando haya vuelto, con su humanidad glorificada, al lado del Padre. Lo que es nuevo ahora es \u00abpedir en su Nombre\u00bb (Jn 14, 13). La fe en El introduce a los disc\u00edpulos en el conocimiento del Padre porque Jes\u00fas es \u00abel Camino, la Verdad y la Vida\u00bb (Jn 14, 6). La fe da su fruto en el amor: guardar su Palabra, sus mandamientos, permanecer con El en el Padre que nos ama en El hasta permanecer en nosotros. En esta nueva Alianza, la certeza de ser escuchados en nuestras peticiones se funda en la oraci\u00f3n de Jes\u00fas (cf Jn 14, 13-14).<\/p>

                                                                          2615 M\u00e1s todav\u00eda, lo que el Padre nos da cuando nuestra oraci\u00f3n est\u00e1 unida a la de Jes\u00fas, es \u00abotro Par\u00e1clito, para que est\u00e9 con vosotros para siempre, el Esp\u00edritu de la verdad\u00bb (Jn 14, 16-17). Esta novedad de la oraci\u00f3n y de sus condiciones aparece en todo el Discurso de despedida (cf Jn 14, 23-26; 15, 7. 16; 16, 13-15; 16, 23-27). En el Esp\u00edritu Santo, la oraci\u00f3n cristiana es comuni\u00f3n de amor con el Padre, no solamente por medio de Cristo, sino tambi\u00e9n en El: \u00abHasta ahora nada le hab\u00e9is pedido en mi Nombre. Pedid y recibir\u00e9is para que vuestro gozo sea perfecto\u00bb (Jn 16, 24).<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Jes\u00fas escucha la oraci\u00f3n<\/p>

                                                                          2616 La oraci\u00f3n a Jes\u00fas ya ha sido escuchada por \u00e9l durante su ministerio, a trav\u00e9s de los signos que anticipan el poder de su muerte y de su resurrecci\u00f3n: Jes\u00fas escucha la oraci\u00f3n de fe expresada en palabras (el leproso: cf Mc 1, 40-41; Jairo: cf Mc 5, 36; la cananea: cf Mc 7, 29; el buen ladr\u00f3n: cf Lc 23, 39-43), o en silencio (los portadores del paral\u00edtico: cf Mc 2, 5; la hemorro\u00edsa que toca su vestido: cf Mc 5, 28; las l\u00e1grimas y el perfume de la pecadora: cf Lc 7, 37-38). La petici\u00f3n apremiante de los ciegos: \u00ab\u00a1Ten piedad de nosotros, Hijo de David!\u00bb (Mt 9, 27) o \u00ab\u00a1Hijo de David, ten compasi\u00f3n de m\u00ed!\u00bb (Mc 10, 48) ha sido recogida en la tradici\u00f3n de la Oraci\u00f3n a Jes\u00fas: \u00ab\u00a1Jes\u00fas, Cristo, Hijo de Dios, Se\u00f1or, ten piedad de m\u00ed, pecador!\u00bb Curando enfermedades o perdonando pecados, Jes\u00fas siempre responde a la plegaria que le suplica con fe: \u00abVe en paz, \u00a1tu fe te ha salvado!\u00bb.<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 San Agust\u00edn resume admirablemente las tres dimensiones de la oraci\u00f3n de Jes\u00fas: \u00abOrat pro nobis ut sacerdos noster, orat in nobis ut caput nostrum, oratur a nobis ut Deus noster. Agnoscamus ergo et in illo voces nostras et voces eius in nobis\u00bb (\u00abOra por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a El dirige nuestra oraci\u00f3n como a Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en El nuestras voces; y la voz de El, en nosotros\u00bb, Sal 85, 1; cf IGLH 7).<\/p>

                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n de la Virgen Mar\u00eda<\/p>

                                                                          2617 La oraci\u00f3n de Mar\u00eda se nos revela en la aurora de la plenitud de los tiempos. Antes de la encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios y antes de la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, su oraci\u00f3n coopera de manera \u00fanica con el designio amoroso del Padre: en la anunciaci\u00f3n, para la concepci\u00f3n de Cristo (cf Lc 1, 38); en Pentecost\u00e9s para la formaci\u00f3n de la Iglesia, Cuerpo de Cristo (cf Hch 1, 14). En la fe de su humilde esclava, el don de Dios encuentra la acogida que esperaba desde el comienzo de los tiempos. La que el Omnipotente ha hecho \u00abllena de gracia\u00bb responde con la ofrenda de todo su ser: \u00abHe aqu\u00ed la esclava del Se\u00f1or, h\u00e1gase en m\u00ed seg\u00fan tu palabra\u00bb. Fiat, \u00e9sta es la oraci\u00f3n cristiana: ser todo de El, ya que El es todo nuestro.<\/p>

                                                                          2618 El Evangelio nos revela c\u00f3mo Mar\u00eda ora e intercede en la fe: en Can\u00e1 (cf Jn 2, 1-12) la madre de Jes\u00fas ruega a su hijo por las necesidades de un banquete de bodas, signo de otro banquete, el de las bodas del Cordero que da su Cuerpo y su Sangre a petici\u00f3n de la Iglesia, su Esposa. Y en la hora de la nueva Alianza, al pie de la Cruz, Mar\u00eda es escuchada como la Mujer, la nueva Eva, la verdadera \u00abmadre de los que viven\u00bb.<\/p>

                                                                          2619 Por eso, el c\u00e1ntico de Mar\u00eda (cf Lc 1, 46-55; el \u00abMagnifica t\u00bb latino, el \u00abMegalynei\u00bb bizantino) es a la vez el c\u00e1ntico de la Madre de Dios y el de la Iglesia, c\u00e1ntico de la Hija de Si\u00f3n y del nuevo Pueblo de Dios, c\u00e1ntico de acci\u00f3n de gracias\u00a0 por la plenitud de gracias derramadas en la Econom\u00eda de la salvaci\u00f3n, c\u00e1ntico de los \u00abpobres\u00bb cuya esperanza ha sido colmada con el cumplimiento de las promesas hechas a nuestros padres \u00aben favor de Abraham y su descendencia, para siempre\u00bb.<\/p>

                                                                          RESUMEN<\/p>

                                                                          2620\u00a0 En el Nuevo Testamento el modelo perfecto de oraci\u00f3n se encuentra en la oraci\u00f3n filial de Jes\u00fas. Hecha con frecuencia en la soledad, en lo secreto, la oraci\u00f3n de Jes\u00fas entra\u00f1a una adhesi\u00f3n amorosa a la voluntad del Padre hasta la cruz y una absoluta confianza en ser escuchada.<\/p>

                                                                          2621 En su ense\u00f1anza, Jes\u00fas instruye a sus disc\u00edpulos para que oren con un coraz\u00f3n purificado, una fe viva y perseverante, una audacia filial. Les insta a la vigilancia y les invita a presentar sus peticiones a Dios en su Nombre. El mismo escucha las plegarias que se le dirigen.<\/p>

                                                                          2622\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n de la Virgen Mar\u00eda, en su Fiat y en su Magnificat, se caracteriza por la ofrenda generosa de todo su ser en la fe.<\/p>

                                                                          Art\u00edculo 3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA<\/p>

                                                                          2623\u00a0\u00a0 El d\u00eda de Pentecost\u00e9s, el Esp\u00edritu de la promesa se derram\u00f3 sobre los disc\u00edpulos, \u00abreunidos en un mismo lugar\u00bb (Hch 2, 1), que lo esperaban \u00abperseverando en la oraci\u00f3n con un mismo esp\u00edritu\u00bb (Hch 1, 14). El Esp\u00edritu que ense\u00f1a a la Iglesia y le recuerda todo lo que Jes\u00fas dijo (cf Jn 14, 26), ser\u00e1 tambi\u00e9n quien la formar\u00e1 en la vida de oraci\u00f3n.<\/p>

                                                                          2624\u00a0 En la primera comunidad de Jerusal\u00e9n, los creyentes \u00abacud\u00edan asiduamente a las ense\u00f1anzas de los Ap\u00f3stoles, a la comuni\u00f3n, a la fracci\u00f3n del pan y a las oraciones\u00bb (Hch 2, 42). Esta secuencia de actos es t\u00edpica de la oraci\u00f3n de la Iglesia; fundada sobre la fe apost\u00f3lica y autentificada por la caridad, se alimenta con la Eucarist\u00eda.<\/p>

                                                                          2625\u00a0\u00a0 Estas oraciones son en primer lugar las que los fieles escuchan y leen en las Escrituras, pero las actualizan, especialmente las de los salmos, a partir de su cumplimient o en Cristo (cf Lc 24, 27. 44). El Esp\u00edritu Santo, que recuerda as\u00ed a Cristo ante su Iglesia orante, conduce a \u00e9sta tambi\u00e9n hacia la Verdad plena, y suscita nuevas formulaciones que expresar\u00e1n el insondable Misterio de Cristo que act\u00faa en la vida, los sacramentos y la misi\u00f3n de su Iglesia. Estas formulaciones se desarrollan en las grandes tradiciones lit\u00fargicas y espirituales. Las formas de la oraci\u00f3n, tal como las revelan las Escrituras apost\u00f3licas can\u00f3nicas, siguen siendo normativas para la oraci\u00f3n cristiana.<\/p>

                                                                          I \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA BENDICION Y LA ADORACION<\/p>

                                                                          2626\u00a0 La bendici\u00f3n expresa el movimiento de fondo de la oraci\u00f3n cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; en ella, el don de Dios y la acogida del hombre se convocan y se unen. La oraci\u00f3n de bendici\u00f3n es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el coraz\u00f3n del hombre puede bendecir a su vez a Aqu\u00e9l que es\u00a0 la fuente de toda bendici\u00f3n.<\/p>

                                                                          2627\u00a0\u00a0 Dos formas fundamentales expresan este movimiento: o bien sube llevada por el Esp\u00edritu Santo, por medio de Cristo hacia el Padre (nosotros le bendecimos por habernos bendecido; cf Ef 1, 3-14; 2 Co 1, 3-7; 1 P 1, 3-9); o bien implora la gracia del Esp\u00edritu Santo que, por medio de Cristo, desciende del Padre (es \u00e9l quien nos bendice; cf 2 Co 13, 13; Rm 15, 5-6. 13; Ef 6, 23-24).<\/p>

                                                                          2628\u00a0 La adoraci\u00f3n es la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Se\u00f1or que nos ha hecho (cf Sal 95, 1-6) y la omnipotencia del Salvador que nos libera del mal. Es la acci\u00f3n de humill ar el esp\u00edritu ante el \u00abRey de la gloria\u00bb (Sal 14, 9-10) y el silencio respetuoso en presencia de Dios \u00absiempre mayor\u00bb (S. Agust\u00edn, Sal. 62, 16). La adoraci\u00f3n de Dios tres veces santo y soberanamente amable nos llena de humildad y da seguridad a nuestras s\u00faplicas.<\/p>

                                                                          II \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA ORACION DE PETICION<\/p>

                                                                          2629\u00a0 El vocabulario neotestamentario sobre la oraci\u00f3n de s\u00faplica est\u00e1 lleno de matices: pedir, reclamar, llamar con insistencia, invocar, clamar, gritar, e incluso \u00abluchar en la oraci\u00f3n\u00bb (cf Rm 15, 30; Col 4, 12). Pero su forma m\u00e1s habitual, por ser la m\u00e1s espont\u00e1nea, es la petici\u00f3n: Mediante la oraci\u00f3n de petici\u00f3n mostramos la conciencia de nuestra relaci\u00f3n con Dios: por ser criaturas,\u00a0 no somos ni nuestro propio origen, ni due\u00f1os de nuestras adversidades, ni nuestro fin \u00faltimo; pero tambi\u00e9n, por ser pecadores, sabemos, como cristianos, que nos apartamos de nuestro Padre. La petici\u00f3n ya es un retorno hacia El.<\/p>

                                                                          2630\u00a0 El Nuevo Testamento no contiene apenas oraciones de lamentaci\u00f3n, frecuentes en el Antiguo. En adelante, en Cristo resucitado, la oraci\u00f3n de la Iglesia es sostenida por la esperanza, aunque todav\u00eda estemos en la espera y tengamos que convertirnos cada d\u00eda. La petici\u00f3n cristiana brota de otras profundidades, de lo que S. Pablo llama el gemido: el de la creaci\u00f3n \u00abque sufre dolores de parto\u00bb (Rm 8, 22), el nuestro tambi\u00e9n en la espera \u00abdel rescate de nuestro cuerpo. Porque nuestra salvaci\u00f3n es objeto de esperanza\u00bb (Rm 8, 23-24), y, por \u00faltimo, los \u00abgemidos inefables\u00bb del propio Esp\u00edritu Santo que \u00abviene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como conviene\u00bb (Rm 8, 26).<\/p>

                                                                          2631 La petici\u00f3n de perd\u00f3n es el primer movimiento de la oraci\u00f3n de petici\u00f3n (cf el publicano: \u00abten compasi\u00f3n de m\u00ed que soy pecador\u00bb: Lc 18, 13). Es el comienzo de una oraci\u00f3n justa y pura. La humildad confiada nos devuelve a la luz de la comuni\u00f3n con el Padre y su Hijo Jesucristo, y de los unos con los otros (cf 1 Jn 1, 7-2, 2): entonces \u00abcuanto pidamos lo recibimos de El\u00bb (1 Jn 3, 22). Tanto la celebraci\u00f3n de la eucarist\u00eda como la oraci\u00f3n personal comienzan con la petici\u00f3n de perd\u00f3n.<\/p>

                                                                          2632\u00a0\u00a0 La petici\u00f3n cristiana est\u00e1 centrada en el deseo y en la b\u00fasqueda del Reino que viene, conforme a las ense\u00f1anzas de Jes\u00fas (cf Mt 6, 10. 33; Lc 11, 2. 13). Hay una jerarqu\u00eda en las peticiones: primero el Reino, a continuaci\u00f3n lo que es necesario para acogerlo y para cooperar a su venida. Esta cooperaci\u00f3n con la misi\u00f3n de Cristo y del Esp\u00edritu Santo, que es ahora la de la Iglesia, es objeto de la oraci\u00f3n de la comunidad apost\u00f3lica (cf Hch 6, 6; 13, 3). Es la oraci\u00f3n de Pablo, el Ap\u00f3stol por excelencia, que nos revela c\u00f3mo la solicitud divina por todas las Iglesias debe animar la oraci\u00f3n cristiana (cf Rm 10, 1; Ef 1, 16-23; Flp 1, 9-11; Col 1, 3-6; 4, 3-4. 12). Al orar, todo bautizado trabaja en la Venida del Reino.<\/p>

                                                                          2633\u00a0\u00a0 Cuando se participa as\u00ed en el amor salvador de Dios, se comprende que toda necesidad pueda convertirse en objeto de petici\u00f3n. Cristo, que ha asumido todo para rescatar todo, es glorificado por las peticiones que ofrecemos al Padre en su Nombre (cf Jn 14, 13). Con esta seguridad, Santiago (cf St 1, 5-8) y Pablo nos exhortan a orar en toda ocasi\u00f3n (cf Ef 5, 20; Flp 4, 6-7; Col 3, 16-17; 1 Ts 5, 17-18).<\/p>

                                                                          III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA ORACION DE INTERCESION<\/p>

                                                                          2634\u00a0 La intercesi\u00f3n es una oraci\u00f3n de petici\u00f3n que nos conforma muy de cerca con la oraci\u00f3n de Jes\u00fas. El es el \u00fanico intercesor ante el Padre en favor de todos los hombres, de los pecadores en particular (cf Rm 8, 34; 1 Jn 2, 1; 1 Tm 2. 5-8). Es capaz de \u00absalvar perfectamente a los que por \u00e9l se llegan a Dios, ya que est\u00e1 siempre vivo para interceder en su favor\u00bb (Hb 7, 25). El propio Esp\u00edritu Santo \u00abintercede por nosotros… y su intercesi\u00f3n a favor de los santos es seg\u00fan Dios\u00bb (Rm 8, 26-27).<\/p>

                                                                          2635\u00a0\u00a0 Interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un coraz\u00f3n conforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesi\u00f3n cristiana participa de la de Cristo: es la expresi\u00f3n de la comuni\u00f3n de los santos. En la intercesi\u00f3n, el que ora busca \u00abno su propio inter\u00e9s sino el de los dem\u00e1s\u00bb (Flp 2, 4), hasta rogar por los que le hacen mal (recu\u00e9rdese a Esteban rogando por sus verdugos, como Jes\u00fas: cf Hch 7, 60; Lc 23, 28. 34).<\/p>

                                                                          2636\u00a0 Las primeras comunidades cristianas vivieron intensamente esta forma de participaci\u00f3n (cf Hch 12, 5; 20, 36; 21, 5; 2 Co 9, 14). El Ap\u00f3stol Pablo les hace participar as\u00ed en su ministerio del Evangelio (cf Ef 6, 18-20; Col 4, 3-4; 1 Ts 5, 25); \u00e9l intercede tambi\u00e9n por ellas (cf 2 Ts 1, 11; Col 1, 3; Flp 1, 3-4). La intercesi\u00f3n de los cristianos no conoce fronteras: \u00abpor todos los hombres, por todos los constitu\u00eddos en autoridad\u00bb (1 Tm 2, 1), por los perseguidores (cf Rm 12, 14), por la salvaci\u00f3n de los que rechazan el Evangelio (cf Rm 10, 1).<\/p>

                                                                          IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA ORACION DE ACCION DE GRACIAS<\/p>

                                                                          2637\u00a0\u00a0 La acci\u00f3n de gracias caracteriza la oraci\u00f3n de la Iglesia que, al celebrar la Eucarist\u00eda, manifiesta y se convierte m\u00e1s en lo que ella es. En efecto, en la obra de salvaci\u00f3n, Cristo libera a la creaci\u00f3n del pecado y\u00a0 de la muerte para consagrarla de nuevo y devolverla al Padre, para su gloria. La acci\u00f3n de gracias de los miembros del Cuerpo participa de la de su Cabeza.<\/p>

                                                                          2638\u00a0 Al igual que en la oraci\u00f3n de petici\u00f3n, todo acontecimiento y toda necesidad pueden convertirse en ofrenda de acci\u00f3n de gracias. Las cartas de San Pablo comienzan y terminan frecuentemente con una acci\u00f3n de gracias, y el Se\u00f1or Jes\u00fas siempre est\u00e1 presente en ella. \u00abEn todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jes\u00fas, quiere de vosotros\u00bb (1 Ts 5, 18). \u00abSed perseverantes en la oraci\u00f3n, velando en ella con acci\u00f3n de gracias\u00bb (Col 4, 2).<\/p>

                                                                          V\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA ORACION DE ALABANZA<\/p>

                                                                          2639\u00a0 La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera m\u00e1s directa que Dios es Dios. Le canta por El mismo, le da gloria no por lo que hace sino por lo que El es. Participa en la bienaventuranza de los corazones puros que le aman en la fe antes de verle en la Gloria. Mediante ella, el Esp\u00edritu se une a nuestro esp\u00edritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios (cf. Rm 8, 16), da testimonio del Hijo \u00fanico en quien somos adoptados y por quien glorificamos al Padre. La alabanza integra las otras formas de oraci\u00f3n y las lleva hacia Aqu\u00e9l que es su\u00a0 fuente y su t\u00e9rmino: \u00abun solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y por el cual somos nosotros\u00bb (1 Co 8, 6).<\/p>

                                                                          2640\u00a0 San Lucas menciona con frecuencia en su Evangelio la admiraci\u00f3n y la alabanza ante las maravillas de Cristo, y las subraya tambi\u00e9n respecto a las acciones del Esp\u00edritu Santo que son los hechos de los ap\u00f3stoles : la comunidad de Jerusal\u00e9n (cf Hch 2, 47), el tullido curado por Pedro y Juan (cf Hch 3, 9), la muchedumbre que glorificaba a Dios por ello (cf Hch 4, 21), y los gentiles de Pisidia que \u00abse alegraron y se pusieron a glorificar la Palabra del Se\u00f1or\u00bb (Hch 13, 48).<\/p>

                                                                          2641 \u00abRecitad entre vosotros salmos, himnos y c\u00e1nticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro coraz\u00f3n al Se\u00f1or\u00bb (Ef 5, 19; Col 3, 16). Como los autores inspirados del Nuevo Testamento, las primeras comunidades cristianas releen el libro de los Salmos cantando en \u00e9l el Misterio de Cristo. En la novedad del Esp\u00edritu, componen tambi\u00e9n himnos y c\u00e1nticos a partir del acontecimiento inaudito que Dios ha realizado en su Hijo: su encarnaci\u00f3n, su muerte vencedora de la muerte, su resurrecci\u00f3n y su ascensi\u00f3n a su derecha (cf Flp 2, 6-11; Col 1, 15-20; Ef 5, 14; 1 Tm 3, 16; 6, 15-16; 2 Tm 2, 11-13). De esta \u00abmaravilla\u00bb de toda la Econom\u00eda de la salvaci\u00f3n brota la doxolog\u00eda, la alabanza a Dios (cf Ef 1, 3-14; Rm 16, 25-27; Ef 3, 20-21; Judas 24-25).<\/p>

                                                                          2642\u00a0 La revelaci\u00f3n \u00abde lo que ha de suceder pronto\u00bb, el Apocalip sis, est\u00e1 sostenida por los c\u00e1nticos de la liturgia celestial (cf Ap 4, 8-11; 5, 9-14; 7, 10-12) y tambi\u00e9n por la intercesi\u00f3n de los \u00abtestigos\u00bb (m\u00e1rtires: Ap 6, 10). Los profetas y los santos, todos los que fueron degollados en la tierra por dar testimonio de Jes\u00fas (cf Ap 18, 24), la muchedumbre inmensa de los que, venidos de la gran tribulaci\u00f3n nos han precedido en el Reino, cantan la alabanza de gloria de Aqu\u00e9l que se sienta en el trono y del Cordero (cf Ap 19, 1-8). En comuni\u00f3n con ellos, la Iglesia terrestre canta tambi\u00e9n estos c\u00e1nticos, en la fe y la prueba. La fe, en la petici\u00f3n y la\u00a0 intercesi\u00f3n, espera contra toda esperanza y da gracias al \u00abPadre de las luces de quien desciende todo don excelente\u00bb (St 1, 17). La fe es as\u00ed una pura alabanza.<\/p>

                                                                          2643\u00a0 La Eucarist\u00eda contiene y expresa todas las formas de oraci\u00f3n: es la \u00abofrenda pura\u00bb de todo el Cuerpo de Cristo \u00aba la gloria de su Nombre\u00bb (cf Ml 1, 11); es, seg\u00fan las tradiciones de Oriente y de Occidente, \u00abel sacrificio de alabanza\u00bb.<\/p>

                                                                          RESUMEN<\/p>

                                                                          2644\u00a0 El Esp\u00edritu Santo que ense\u00f1a a la Iglesia y le recuerda todo lo que Jes\u00fas dijo, la educa tambi\u00e9n en la vida de oraci\u00f3n, suscitando expresiones que se renuevan dentro de unas formas permanentes de orar: bendici\u00f3n, petici\u00f3n, intercesi\u00f3n, acci\u00f3n de gracias y alabanza.<\/p>

                                                                          2645\u00a0 Porque Dios bendice al hombre, su coraz\u00f3n puede bendecir, a su vez, a Aquel que es la fuente de toda bendici\u00f3n.<\/p>

                                                                          2646\u00a0 La oraci\u00f3n de petici\u00f3n tiene por objeto el perd\u00f3n, la b\u00fasqueda del Reino y cualquier necesidad verdadera.<\/p>

                                                                          2647\u00a0 La oraci\u00f3n de intercesi\u00f3n consiste en una petici\u00f3n en favor de otro. No conoce fronteras y se extiende hasta los enemigos.<\/p>

                                                                          2648\u00a0 Toda alegr\u00eda y toda pena, todo acontecimiento y toda necesidad pueden ser materia de la acci\u00f3n de gracias que, participando en la de Cristo, debe llenar toda la vida: \u00abEn todo dad gracias\u00bb (1 Ts 5, 18).<\/p>

                                                                          2649\u00a0 La oraci\u00f3n de alabanza, totalmente desinteresada, se dirige a Dios; canta para El y le da gloria no s\u00f3lo por lo que ha hecho sino porque \u00e9l es.<\/p>

                                                                          CAPITULO SEGUNDO: LA TRADICION DE LA ORACION<\/p>

                                                                          1. La oraci\u00f3n no se reduce al brote espont\u00e1neo de un impulso interior: para orar es necesario querer orar. No basta s\u00f3lo con saber lo que las Escrituras revelan sobre la oraci\u00f3n: es necesario tambi\u00e9n aprender a orar. Pues bien, por una transmisi\u00f3n viva (la santa Tradici\u00f3n), el Esp\u00edritu Santo, en la \u00abIglesia creyente y orante\u00bb (DV 8), ense\u00f1a a orar a los hijos de Dios.<\/li><\/ol>

                                                                            2651 La tradici\u00f3n de la oraci\u00f3n cristiana es una de las formas de crecimiento de la Tradici\u00f3n de la fe, en particular mediante la contemplaci\u00f3n y la reflexi\u00f3n de los creyentes que conservan en su coraz\u00f3n los acontecimientos y las palabras de la Econom\u00eda de la salvaci\u00f3n, y por la penetraci\u00f3n profunda en las realidades espirituales de las que adquieren experiencia (cf DV 8).<\/p>

                                                                            Art\u00edculo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS FUENTES DE LA ORACION<\/p>

                                                                            2652\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu Santo es el \u00abagua viva\u00bb que, en el coraz\u00f3n orante, \u00abbrota para vida eterna\u00bb (Jn 4, 14). El es quien nos ense\u00f1a a recogerla en la misma Fuente: Cristo. Pues bien, en la vida cristiana hay manantiales donde Cristo nos espera para darnos a beber el Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Palabra de Dios<\/p>

                                                                            2653\u00a0\u00a0 La Iglesia \u00abrecomienda insistentemente todos sus fieles… la lectura asidua de la Escritura para que adquieran ‘la ciencia suprema de Jesucristo’ (Flp 3,8)… Recuerden que a la lectura de la Santa Escritura debe acompa\u00f1ar la oraci\u00f3n para que se realice el di\u00e1logo de Dios con el hombre, pues ‘a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras’ (San Ambrosio, off. 1, 88)\u00bb (DV 25).<\/p>

                                                                            2654\u00a0 Los Padres espirituales parafraseando Mt 7, 7, resumen as\u00ed las disposiciones del coraz\u00f3n alimentado por la palabra de Dios en la oraci\u00f3n: \u00abBuscad leyendo, y encontrar\u00e9is meditando ; llamad orando, y se os abrir\u00e1 por la contemplaci\u00f3n\u00bb (cf El Cartujano, scala: PL 184, 476C).<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Liturgia de la Iglesia<\/p>

                                                                            2655\u00a0\u00a0 La misi\u00f3n de Cristo y del Esp\u00edritu Santo que, en la liturgia sacramental de la Iglesia, anuncia, actualiza y comunica el Misterio de la salvaci\u00f3n, se contin\u00faa en el coraz\u00f3n que ora. Los Padres espirituales comparan a veces el coraz\u00f3n a un altar. La oraci\u00f3n interioriza y asimila la liturgia durante\u00a0 y despu\u00e9s de su celebraci\u00f3n. Incluso cuando la oraci\u00f3n se vive \u00aben lo secreto\u00bb (Mt 6, 6), siempre es oraci\u00f3n de la Iglesia, comuni\u00f3n con la Trinidad Sant\u00edsima (cf IGLH 9).<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las virtudes teologales<\/p>

                                                                            2656\u00a0 Se entra en oraci\u00f3n como se entra en la liturgia: por la puerta estrecha de la fe. A trav\u00e9s de los signos de su presencia, es el rostro del Se\u00f1or lo que buscamos y deseamos, es su palabra lo que queremos escuchar y guardar.<\/p>

                                                                            2657\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu Santo nos ense\u00f1a a celebrar la liturgia esperando el retorno de Cristo, nos educa para orar en la esperanza. Inversamente, la oraci\u00f3n de la Iglesia y la oraci\u00f3n personal alimentan en nosotros la esperanza. Los salmos muy particularmente, con su lenguaje concreto y variado, nos ense\u00f1an a fijar nuestra esperanza en Dios: \u00abEn el Se\u00f1or puse toda mi esperanza, \u00e9l se inclin\u00f3 hacia m\u00ed y escuch\u00f3 mi clamor\u00bb (Sal 40, 2). \u00abEl Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Esp\u00edritu Santo\u00bb (Rm 15, 13).<\/p>

                                                                            2658\u00a0 \u00abLa esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Esp\u00edritu Santo que nos ha sido dado\u00bb (Rm 5, 5). La oraci\u00f3n, formada en la vida lit\u00fargica, saca todo del amor con el que somos amados en Cristo y que nos permite responder amando como El nos ha amado. El amor es la fuente de la oraci\u00f3n: quien saca el agua de ella, alcanza la cumbre de la oraci\u00f3n:<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Te amo, Dios m\u00edo, y mi \u00fanico deseo es amarte hasta el \u00faltimo suspiro de mi vida. Te amo, Dios m\u00edo infinitamente amable, y prefiero morir am\u00e1ndote a vivir sin amarte. Te amo, Se\u00f1or, y la \u00fanica gracia que te pido es amarte eternamente… Dios m\u00edo, si mi lengua no puede decir en todos los momentos que te amo, quiero que mi coraz\u00f3n te lo repita cada vez que respiro (S. Juan Mar\u00eda Bautista Vianney, oraci\u00f3n).<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abHoy\u00bb<\/p>

                                                                            2659\u00a0 Aprendemos a orar en ciertos momentos escuchando la palabra del Se\u00f1or y participando en su Misterio Pascual; pero, en todo tiempo, en los acontecimientos de cada d\u00eda, su Esp\u00edritu se nos ofrece para que brote la oraci\u00f3n. La ense\u00f1anza de Jes\u00fas sobre la oraci\u00f3n a nuestro Padre est\u00e1 en la misma l\u00ednea que la de la Providencia (cf. Mt 6, 11. 34): el tiempo est\u00e1 en las manos del Padre; lo encontramos en el presente, ni ayer ni ma\u00f1ana, sino hoy: \u00ab\u00a1Ojal\u00e1 oyerais hoy su voz!: No endurezc\u00e1is vuestro coraz\u00f3n\u00bb (Sal 95, 7-8).<\/p>

                                                                            2660\u00a0 Orar en los acontecimientos de cada d\u00eda y de cada instante es uno de los secretos del Reino revelados a los \u00abpeque\u00f1os\u00bb, a los servidores de Cristo, a los pobres de las bienaventuranzas. Es justo y bueno orar para que la venida del Reino de justicia y de paz influya en la marcha de la historia, pero tambi\u00e9n es importante amasar con la oraci\u00f3n las humildes situaciones cotidianas. Todas las formas de oraci\u00f3n pueden ser esa levadura con la que el Se\u00f1or compara el Reino (cf Lc 13, 20-21).<\/p>

                                                                            RESUMEN<\/p>

                                                                            2661 Mediante la Tradici\u00f3n viva, el Esp\u00edritu Santo, en la Iglesia, ense\u00f1a a los hijos de Dios a orar.<\/p>

                                                                            2662\u00a0 La Palabra de Dios, la liturgia de la Iglesia y las virtudes de fe, esperanza y caridad son fuentes de la oraci\u00f3n.<\/p>

                                                                            Art\u00edculo 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL CAMINO DE LA ORACION<\/p>

                                                                            2663\u00a0 En la tradici\u00f3n viva de la oraci\u00f3n, cada Iglesia propone a sus fieles, seg\u00fan el contexto hist\u00f3rico, social y cultural, el lenguaje de su oraci\u00f3n: palabras, melod\u00edas, gestos, iconograf\u00eda. Corresponde al magisterio (cf. DV 10) discernir la fidelidad de estos caminos de oraci\u00f3n a la tradici\u00f3n de la fe apost\u00f3lica y compete a los pastores y catequistas explicar el sentido de ello, con relaci\u00f3n siempre a Jesucristo.<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n al Padre<\/p>

                                                                            2664\u00a0 No hay otro camino de oraci\u00f3n cristiana que Cristo. Sea comunitaria o individual, vocal o interior, nuestra oraci\u00f3n no tiene acceso al Padre m\u00e1s que si oramos \u00aben el Nombre\u00bb de Jes\u00fas. La santa humanidad de Jes\u00fas es, pues, el camino por el que el Esp\u00edritu Santo nos ense\u00f1a a orar a Dios nuestro Padre.<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n a Jes\u00fas<\/p>

                                                                            2665\u00a0 La oraci\u00f3n de la Iglesia, alimentada por la palabra de Dios y por la celebraci\u00f3n de la liturgia, nos ense\u00f1a a orar al Se\u00f1or Jes\u00fas. Aunque est\u00e9 dirigida sobre todo al Padre, en todas las tradiciones lit\u00fargicas incluye formas de oraci\u00f3n dirigidas a Cristo. Algunos salmos, seg\u00fan su actualizaci\u00f3n en la Oraci\u00f3n de la Iglesia, y el Nuevo Testamento ponen en nuestros labios y gravan en nuestros corazones las invocaciones de esta oraci\u00f3n a Cristo: Hijo de Dios, Verbo de Dios, Se\u00f1or, Salvador, Cordero de Dios, Rey, Hijo amado, Hijo de la Virgen, Buen Pastor, Vida nuestra, nuestra Luz, nuestra Esperanza, Resurrecci\u00f3n nuestra, Amigo de los hombres…<\/p>

                                                                            2666\u00a0 Pero el Nombre que todo lo contiene es aquel que el Hijo de Dios recibe en su encarnaci\u00f3n: Jes\u00fas. El nombre divino es inefable para los labios humanos (cf Ex 3, 14; 33, 19-23), pero el Verbo de Dios, al asumir nuestra humanidad, nos lo entrega y nosotros podemos invocarlo: \u00abJes\u00fas\u00bb, \u00abYHVH salva\u00bb (cf Mt 1, 21). El Nombre de Jes\u00fas contiene todo: Dios y el hombre y toda la Econom\u00eda de la creaci\u00f3n y de la salvaci\u00f3n. Decir \u00abJes\u00fas\u00bb es invocarlo desde nuestro propio coraz\u00f3n. Su Nombre es el \u00fanico que contiene la presencia que significa. Jes\u00fas es el resucitado, y cualquiera que invoque su Nombre acoge al Hijo de Dios que le am\u00f3 y se entreg\u00f3 por \u00e9l (cf Rm 10, 13; Hch 2, 21; 3, 15-16; Ga 2, 20).<\/p>

                                                                            2667\u00a0 Esta invocaci\u00f3n de fe bien sencilla ha sido desarrolla da en la tradici\u00f3n de la oraci\u00f3n bajo formas diversas en Oriente y en Occidente. La formulaci\u00f3n m\u00e1s habitual, transmitida por los espirituales del Sina\u00ed, de Siria y del Monte Athos es la invocaci\u00f3n: \u00abJes\u00fas, Cristo, Hijo de Dios, Se\u00f1or, \u00a1Ten piedad de nosotros, pecadores!\u00bb Conjuga el himno cristol\u00f3gico de Flp 2, 6-11 con la petici\u00f3n del publicano y del mendigo ciego (cf Lc 18,13; Mc 10, 46-52). Mediante ella, el coraz\u00f3n est\u00e1 acorde con la miseria de los hombres y con la misericordia de su Salvador.<\/p>

                                                                            2668\u00a0 La invocaci\u00f3n del santo Nombre de Jes\u00fas es el camino m\u00e1s sencillo de la oraci\u00f3n continua. Repetida con frecuencia por un coraz\u00f3n humildemente atento, no se dispersa en \u00abpalabrer\u00edas\u00bb (Mt 6, 7), sino que \u00abconserva la Palabra y fructifica con perseverancia\u00bb (cf Lc 8, 15). Es posible \u00aben todo tiempo\u00bb porque no es una ocupaci\u00f3n al lado de otra, sino la \u00fanica ocupaci\u00f3n, la de amar a Dios, que anima y transfigura toda acci\u00f3n en Cristo Jes\u00fas.<\/p>

                                                                            2669\u00a0 La oraci\u00f3n de la Iglesia venera y honra al Coraz\u00f3n de Jes\u00fas, como invoca su Sant\u00edsimo Nombre. Adora al Verbo encarnado y a su Coraz\u00f3n que, por amor a los hombres, se dej\u00f3 traspasar por nuestros pecados. La oraci\u00f3n cristiana practica el V\u00eda Crucis siguiendo al Salvador. Las estaciones desde el Pretorio, al G\u00f3lgota y al Sepulcro jalonan el recorrido de Jes\u00fas que con su santa Cruz nos redimi\u00f3.<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cVen, Esp\u00edritu Santo\u201d<\/p>

                                                                            2670\u00a0 \u00abNadie puede decir: ‘\u00a1Jes\u00fas es Se\u00f1or!’ sino por influjo del Esp\u00edritu Santo\u00bb (1 Co 12, 3). Cada vez que en la oraci\u00f3n nos dirigimos a Jes\u00fas, es el Esp\u00edritu Santo quien, con su gracia preveniente, nos atrae al Camino de la oraci\u00f3n. Puesto que \u00e9l nos ense\u00f1a a orar record\u00e1ndonos a Cristo, \u00bfc\u00f3mo no dirigirnos tambi\u00e9n a \u00e9l orando? Por eso, la Iglesia nos invita a implorar todos los d\u00edas al Esp\u00edritu Santo, especialmente al comenzar y al terminar cualquier acci\u00f3n importante.<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Si el Esp\u00edritu no debe ser adorado, \u00bfc\u00f3mo me diviniza \u00e9l por el bautismo? Y si debe ser adorado, \u00bfno debe ser objeto de un culto particular? (San Gregorio Nacianceno, or. theol. 5, 28).<\/p>

                                                                            2671 La forma tradicional para pedir el Esp\u00edritu es invocar al Padre por medio de Cristo nuestro Se\u00f1or para que nos d\u00e9 el Esp\u00edritu Consolador (cf Lc 11, 13). Jes\u00fas insiste en esta petici\u00f3n en su Nombre en el momento mismo en que promete el don del Esp\u00edritu de Verdad (cf Jn 14, 17; 15, 26; 16, 13). Pero la oraci\u00f3n m\u00e1s sencilla y la m\u00e1s directa es tambi\u00e9n la m\u00e1s tradicional: \u00abVen, Esp\u00edritu Santo\u00bb, y cada tradici\u00f3n lit\u00fargica la ha desarrollado en ant\u00edfonas e himnos:<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ven, Esp\u00edritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor (cf secuencia de Pentecost\u00e9s).<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Rey celeste, Esp\u00edritu Consolador, Esp\u00edritu de Verdad, que est\u00e1s presente en todas partes y lo llenas todo, tesoro de todo bien y fuente de la vida, ven, habita en nosotros, purif\u00edcanos y s\u00e1lvanos. \u00a1T\u00fa que eres bueno! (Liturgia bizantina. Tropario de v\u00edsperas de Pentecost\u00e9s).<\/p>

                                                                            2672\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu Santo, cuya unci\u00f3n impregna todo nuestro ser, es el Maestro interior de la oraci\u00f3n cristiana. Es el art\u00edfice de la tradici\u00f3n viva de la oraci\u00f3n. Ciertamente hay tantos caminos en la oraci\u00f3n como orantes, pero es el mismo Esp\u00edritu el que act\u00faa en todos y con todos. En la comuni\u00f3n en el Esp\u00edritu Santo la oraci\u00f3n cristiana es oraci\u00f3n en la Iglesia.<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En comuni\u00f3n con la Santa Madre de Dios<\/p>

                                                                            2673\u00a0\u00a0 En la oraci\u00f3n, el Esp\u00edritu Santo nos une a la Persona del Hijo Unico, en su humanidad glorificada. Por medio de ella y en ella, nuestra oraci\u00f3n filial comulga en la Iglesia con la Madre de Jes\u00fas (cf Hch 1, 14).<\/p>

                                                                            2674\u00a0 Desde el s\u00ed dado por la fe en la anunciaci\u00f3n y mantenido sin vacilar al pie de la cruz, la maternidad de Mar\u00eda se extiende desde entonces a los hermanos y a las hermanas de su Hijo, \u00abque son peregrinos todav\u00eda y que est\u00e1n ante los peligros y las miserias\u00bb (LG 62). Jes\u00fas, el \u00fanico Mediador, es el Camino de nuestra oraci\u00f3n; Mar\u00eda, su Madre y nuestra Madre es pura transparencia de \u00e9l: Mar\u00eda \u00abmuestra el Camino\u00bb [\u00abHodoghitria\u00bb], ella es su \u00absigno\u00bb, seg\u00fan la iconograf\u00eda tradicional de Oriente y Occidente.<\/p>

                                                                            2675\u00a0\u00a0 A partir de esta cooperaci\u00f3n singular de Mar\u00eda a la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, las Iglesias han desarrollado la oraci\u00f3n a la santa Madre de Dios, centr\u00e1ndola sobre la persona de Cristo manifestada en sus misterios. En los innumerables himnos y ant\u00edfonas que expresan esta oraci\u00f3n, se alternan habitualmente dos movimientos: uno \u00abengrandece\u00bb al Se\u00f1or por las \u00abmaravillas\u00bb que ha hecho en su humilde esclava, y por medio de ella, en todos los seres humanos (cf Lc 1, 46-55); el segundo conf\u00eda a la Madre de Jes\u00fas las s\u00faplicas y alabanzas de los hijos de Dios ya que ella conoce ahora la humanidad que en ella ha sido desposada por el Hijo de Dios.<\/p>

                                                                            2676\u00a0 Este doble movimiento de la oraci\u00f3n a Mar\u00eda ha encontrado una expresi\u00f3n privilegiada en la oraci\u00f3n del Ave Mar\u00eda:<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abDios te salve, Mar\u00eda [Al\u00e9grate, Mar\u00eda]\u00bb. La salutaci\u00f3n del Angel Gabriel abre la oraci\u00f3n del Ave Mar\u00eda. Es Dios mismo quien por mediaci\u00f3n de su \u00e1ngel, saluda a Mar\u00eda. Nuestra oraci\u00f3n se atreve a recoger el saludo a Mar\u00eda con la mirada que Dios ha puesto sobre su humilde esclava (cf Lc 1, 48) y a alegrarnos con el gozo que El encuentra en ella (cf So 3, 17b)<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abLlena de gracia, el Se\u00f1or es contigo\u00bb: Las dos palabras del saludo del \u00e1ngel se aclaran mutuamente. Mar\u00eda es la llena de gracia porque el Se\u00f1or est\u00e1 con ella. La gracia de la que est\u00e1 colmada es la presencia de Aqu\u00e9l que es la fuente de toda gracia. \u00abAl\u00e9grate…\u00a0 Hija de Jerusal\u00e9n… el Se\u00f1or est\u00e1 en medio de ti\u00bb (So 3, 14, 17a). Mar\u00eda, en quien va a habitar el Se\u00f1or, es en persona la hija de Si\u00f3n, el arca de la Alianza, el lugar donde reside la Gloria del Se\u00f1or: ella es \u00abla morada de Dios entre los hombres\u00bb (Ap 21, 3). \u00abLlena de gracia\u00bb, se ha dado toda al que viene a habitar en ella y al que entregar\u00e1 al mundo.<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abBendita t\u00fa eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jes\u00fas\u00bb. Despu\u00e9s del saludo del \u00e1ngel, hacemos nuestro el de Isabel. \u00abLlena del Esp\u00edritu Santo\u00bb (Lc 1, 41), Isabel es la primera en la larga serie de las generaciones que llaman bienaventurada a Mar\u00eda (cf. Lc 1, 48): \u00abBienaventurada la que ha cre\u00eddo… \u00bb (Lc 1, 45): Mar\u00eda es \u00abbendita entre todas las mujeres\u00bb porque ha cre\u00eddo en el cumplimiento de la palabra del Se\u00f1or. Abraham, por su fe, se convirti\u00f3 en bendici\u00f3n para todas las \u00abnaciones de la tierra\u00bb (Gn 12, 3). Por su fe, Mar\u00eda vino a ser la madre de los creyentes, gracias a la cual todas las naciones de la tierra reciben a Aqu\u00e9l que es la bendici\u00f3n misma de Dios: Jes\u00fas, el fruto bendito de su vientre.<\/p>

                                                                            2677\u00a0\u00a0 \u00abSanta Mar\u00eda, Madre de Dios, ruega por nosotros… \u00bb Con Isabel, nos maravillamos y decimos: \u00ab\u00bfDe d\u00f3nde a m\u00ed que la madre de mi Se\u00f1or venga a m\u00ed?\u00bb (Lc 1, 43). Porque nos da a Jes\u00fas su hijo, Mar\u00eda es madre de Dios y madre nuestra; podemos confiarle todos nuestros cuidados y nuestras peticiones: ora para nosotros como or\u00f3 para s\u00ed misma: \u00abH\u00e1gase en m\u00ed seg\u00fan tu palabra\u00bb (Lc 1, 38). Confi\u00e1ndonos a su oraci\u00f3n, nos abandonamos con ella en la voluntad de Dios: \u00abH\u00e1gase tu voluntad\u00bb.<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abRuega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte\u00bb. Pidiendo a Mar\u00eda que ruegue por nosotros, nos reconocemos pecadores\u00a0 y nos dirigimos a la \u00abMadre de la Misericordia\u00bb, a la Virgen Sant\u00edsima. Nos ponemos en sus manos \u00abahora\u00bb, en el hoy de nuestras vidas. Y nuestra confianza se ensancha para entregarle desde ahora, \u00abla hora de nuestra muerte\u00bb. Que est\u00e9 presente en esa hora, como estuvo en la muerte en Cruz de su Hijo y que en la hora de nuestro tr\u00e1nsito nos acoja como madre nuestra (cf Jn 19, 27) para conducirnos a su Hijo Jes\u00fas, al Para\u00edso.<\/p>

                                                                            2678\u00a0 La piedad medieval de Occidente desarroll\u00f3 la oraci\u00f3n del Rosario, en sustituci\u00f3n popular de la Oraci\u00f3n de las Horas. En Oriente, la forma lit\u00e1nica del Acathist\u00f3s y de la Par\u00e1clisis se ha conservado m\u00e1s cerca del oficio coral en las Iglesias bizantinas, mientras que las tradiciones armenia, copta y sir\u00edaca han preferido los himnos y los c\u00e1nticos populares a la Madre de Dios. Pero en el Ave Mar\u00eda, los theotokia, los himnos de San Efr\u00e9n o de San Gregorio de Narek, la tradici\u00f3n de la oraci\u00f3n es fundamentalmente la misma.<\/p>

                                                                            2679\u00a0 Mar\u00eda es la orante perfecta, figura de la Iglesia. Cuando le rezamos, nos adherimos con ella al designio del Padre, que env\u00eda a su Hijo para salvar a todos los hombres. Como el disc\u00edpulo amado, acogemos (cf Jn 19, 27) a la madre de Jes\u00fas, hecha madre de todos los vivientes. Podemos orar con ella y a ella. La oraci\u00f3n de la Iglesia est\u00e1 sostenida por la oraci\u00f3n de Mar\u00eda. Le est\u00e1 unida en la esperanza (cf LG 68-69).<\/p>

                                                                            RESUMEN<\/p>

                                                                            2680\u00a0 La oraci\u00f3n est\u00e1 dirigida principalmente al Padre; igualmente se dirige a Jes\u00fas, en especial por la invocaci\u00f3n de\u00a0 su santo Nombre: \u00abJes\u00fas, Cristo, Hijo de Dios, Se\u00f1or, \u00a1ten piedad de nosotros, pecadores!\u00bb<\/p>

                                                                            2681 \u00abNadie puede decir: ‘Jes\u00fas es Se\u00f1or’, sino por influjo del Esp\u00edritu Santo\u00bb (1 Co 12, 3). La Iglesia nos invita a invocar al Esp\u00edritu Santo como Maestro interior de la oraci\u00f3n cristiana.<\/p>

                                                                            2682\u00a0 En virtud de su cooperaci\u00f3n singular con la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, la Iglesia ora tambi\u00e9n en comuni\u00f3n con la Virgen Mar\u00eda para ensalzar con ella las maravillas que Dios ha realizado en ella y para confiarle s\u00faplicas y alabanzas.<\/p>

                                                                            Art\u00edculo 3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 MAESTROS Y LUGARES DE\u00a0 ORACION<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Una pl\u00e9yade de testigos<\/p>

                                                                            2683\u00a0 Los testigos que nos han precedido en el Reino (cf Hb 12, 1), especialmente los que la Iglesia reconoce como \u00absantos\u00bb, participan en la tradici\u00f3n viva de la oraci\u00f3n, por el modelo de su vida, por la transmisi\u00f3n de sus escritos y por su oraci\u00f3n actual. Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquellos que han quedado en la tierra. Al entrar \u00aben la alegr\u00eda\u00bb de su Se\u00f1or, han sido \u00abconstituidos sobre lo mucho\u00bb (cf Mt 25, 21). Su intercesi\u00f3n es su m\u00e1s alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero.<\/p>

                                                                            2684\u00a0 En la comuni\u00f3n de los santos, se han desarrollado diversas espiritualidades a lo largo de la historia de la Iglesia. El carisma personal de un testigo del amor de Dios hacia los hombres, por ejemplo el \u00abesp\u00edritu\u00bb de El\u00edas a Eliseo (cf 2 R 2, 9) y a Juan Bautista (cf Lc 1, 17),\u00a0 ha podido transmitirse para que unos disc\u00edpulos tengan parte en ese esp\u00edritu (cf PC 2). En la confluencia de corrientes lit\u00fargicas y teol\u00f3gicas se encuentra tambi\u00e9n una espiritualidad que muestra c\u00f3mo el esp\u00edritu de oraci\u00f3n incultura la fe en un \u00e1mbito humano y en su historia. Las diversas espiritualidades cristianas participan en la tradici\u00f3n viva de la oraci\u00f3n y son gu\u00edas indispensables para los fieles. En su rica diversidad, reflejan la pura y \u00fanica Luz del Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abEl Esp\u00edritu es verdaderamente el lugar de los santos, y el santo es para el Esp\u00edritu un lugar propio, ya que se ofrece a habitar con Dios y es llamado su templo\u00bb (San Basilio, Spir. 26, 62).<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Servidores de la oraci\u00f3n<\/p>

                                                                            2685\u00a0 La familia cristiana es el primer lugar de la educaci\u00f3n en la oraci\u00f3n. Fundada en el sacramento del matrimonio, es la \u00abIglesia dom\u00e9stica\u00bb donde los hijos de Dios aprenden a orar \u00aben Iglesia\u00bb y a perseverar en la oraci\u00f3n. Particularmente para los ni\u00f1os peque\u00f1os, la oraci\u00f3n diaria familiar es el primer testimonio de la memoria viva de la Iglesia que es despertada pacientemente por el Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                                                            2686\u00a0 Los ministros ordenados son tambi\u00e9n responsables de la formaci\u00f3n en la oraci\u00f3n de sus hermanos y hermanas en Cristo. Servidores del buen Pastor, han sido ordenados para guiar al pueblo de Dios a las fuentes vivas de la oraci\u00f3n: la Palabra de Dios, la liturgia, la vida teologal, el hoy de Dios en las situaciones concretas (cf PO 4-6).<\/p>

                                                                            2687\u00a0 Muchos religiosos han consagrado y consagran toda su vida a la oraci\u00f3n. Desde el desierto de Egipto, eremitas, monjes y monjas han dedicado su tiempo a la alabanza de Dio s y a la intercesi\u00f3n por su pueblo. La vida consagrada no se mantiene ni se propaga sin la oraci\u00f3n; es una de las fuentes vivas de la contemplaci\u00f3n y de la vida espiritual en la Iglesia.<\/p>

                                                                            2688\u00a0 La catequesis de ni\u00f1os, j\u00f3venes y adultos, est\u00e1 orientada a que la Palabra de Dios se medite en la oraci\u00f3n personal, se actualice en la oraci\u00f3n lit\u00fargica, y se interiorice en todo tiempo a fin de fructificar en una vida nueva. La catequesis es tambi\u00e9n el momento en que se puede purificar y educar la piedad popular (cf. CT 54). La memorizaci\u00f3n de las oraciones fundamentales ofrece una base indispensable para la vida de oraci\u00f3n, pero es importante hacer gustar su sentido (cf CT 55).<\/p>

                                                                            2689\u00a0 Grupos de oraci\u00f3n, es decir, \u00abescuelas de oraci\u00f3n\u00bb, son hoy uno de los signos y uno de los acicates de la renovaci\u00f3n de la oraci\u00f3n en la Iglesia, a condici\u00f3n de beber en las aut\u00e9nticas fuentes de la oraci\u00f3n cristiana. La salvaguarda de la comuni\u00f3n es se\u00f1al de la verdadera oraci\u00f3n en la Iglesia.<\/p>

                                                                            2690\u00a0 El Esp\u00edritu Santo da a ciertos fieles dones de sabidur\u00eda, de fe y de discernimiento dirigidos a este bien com\u00fan que es la oraci\u00f3n (direcci\u00f3n espiritual). Aquellos y aquellas que han sido dotados de tales dones son verdaderos servidores de la Tradici\u00f3n viva de la oraci\u00f3n:<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por eso, el alma que quiere avanzar en la perfecci\u00f3n, seg\u00fan el consejo de San Juan de la Cruz, debe \u00abconsiderar bien entre qu\u00e9 manos se pone porque tal sea el maestro, tal ser\u00e1 el disc\u00edpulo; tal sea el padre, tal ser\u00e1 el hijo\u00bb. Y a\u00f1ade: \u00abNo s\u00f3lo el director debe ser sabio y prudente sino tambi\u00e9n experimentado… Si el gu\u00eda espiritual no tiene experiencia de la vida espiritual, es incapaz de conducir por ella a las almas que Dios en todo caso llama, e incluso no las comprender\u00e1\u00bb (Llama estrofa 3).<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Lugares favorables para la oraci\u00f3n<\/p>

                                                                            2691 La iglesia, casa de Dios, es el lugar propio de la oraci\u00f3n lit\u00fargica de la comunidad parroquial. Es tambi\u00e9n el lugar privilegiado para la adoraci\u00f3n de la presencia real de Cristo en el Sant\u00edsimo Sacramento. La elecci\u00f3n de un lugar favorable no es indiferente para la verdad de la oraci\u00f3n:<\/p>

                                                                            \u2013 para la oraci\u00f3n personal, el lugar favorable puede ser un \u00abrinc\u00f3n de oraci\u00f3n\u00bb, con las Sagradas Escrituras e im\u00e1genes, para estar \u00bb en lo secreto\u00bb ante nuestro Padre (cf Mt 6, 6). En una familia cristiana este tipo de peque\u00f1o oratorio favorece la oraci\u00f3n en com\u00fan.<\/p>

                                                                            \u2013 en las regiones en que existen monasterios, una vocaci\u00f3n de estas comunidades es favorecer la participaci\u00f3n de los fieles en la Oraci\u00f3n de las Horas y permitir la soledad necesaria para una oraci\u00f3 n personal m\u00e1s intensa (cf PC 7).<\/p>

                                                                            \u2013 las peregrinaciones evocan nuestro caminar por la tierra hacia el cielo. Son tradicionalmente tiempos fuertes de renovaci\u00f3n de la oraci\u00f3n. Los santuarios son, para los peregrinos en busca de fuentes vivas, lugares excepcionales para vivir \u00aben Iglesia\u00bb las formas de la oraci\u00f3n cristiana.<\/p>

                                                                            RESUMEN<\/p>

                                                                            2692\u00a0 En su oraci\u00f3n, la Iglesia peregrina se asocia con la de los santos cuya intercesi\u00f3n solicita.<\/p>

                                                                            2693\u00a0 Las diferentes espiritualidades cristianas participan en la tradici\u00f3n viva de la oraci\u00f3n y son gu\u00edas preciosos para la vida espiritual.<\/p>

                                                                            2694\u00a0 La familia cristiana es el primer lugar de educaci\u00f3n para la oraci\u00f3n.<\/p>

                                                                            2695\u00a0 Los ministros ordenados, la vida consagrada, la catequesis, los grupos de oraci\u00f3n, la \u00abdirecci\u00f3n espiritual\u00bb aseguran en la Iglesia una ayuda para la oraci\u00f3n.<\/p>

                                                                            2696\u00a0 Los lugares m\u00e1s favorables para la oraci\u00f3n son el oratorio personal o familiar, los monasterios, los santuarios de peregrinaci\u00f3n y, sobretodo, el templo que es el lugar propio de la oraci\u00f3n lit\u00fargica para la comunidad parroquial y el lugar privilegiado de la adoraci\u00f3n eucar\u00edstica.<\/p>

                                                                            CAPITULO TERCERO: LA VIDA DE ORACION<\/p>

                                                                            2697\u00a0 La oraci\u00f3n es la vida del coraz\u00f3n nuevo. Debe animarnos en todo momento. Nosotros, sin embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo. Por eso, los Padres espirituales, en la tradici\u00f3n del Deuteronomio y de los profetas, insisten en la oraci\u00f3n como un \u00abrecuerdo de Dios\u00bb, un frecuente despertar la \u00abmemoria del coraz\u00f3n\u00bb: \u00abEs necesario acordarse de Dios m\u00e1s a menudo que de respirar\u00bb (San Gregorio Nacianceno, or. theol. 1, 4). Pero no se puede orar \u00aben todo tiempo\u00bb si no se ora, con particular dedicaci\u00f3n, en algunos momentos: son los tiempos fuertes de la oraci\u00f3n cristiana, en intensidad y en duraci\u00f3n.<\/p>

                                                                            2698\u00a0 La Tradici\u00f3n de la Iglesia propone a los fieles unos ritmos de oraci\u00f3n destinados a alimentar la oraci\u00f3n continua. Algunos son diarios: la oraci\u00f3n de la ma\u00f1ana y la de la tarde, antes y despu\u00e9s de comer, la Liturgia de las Horas. El domingo, centrado en la Eucarist\u00eda, se santifica principalmente por medio de la oraci\u00f3n. El ciclo del a\u00f1o lit\u00fargico y sus grandes fiestas son los ritmos fundamentales de la vida de oraci\u00f3n de los cristianos.<\/p>

                                                                            2699\u00a0 El Se\u00f1or conduce a cada persona por los caminos de la vida y de la manera que \u00e9l quiere. Cada fiel, a su vez, le responde seg\u00fan la determinaci\u00f3n de su coraz\u00f3n y las expresiones personales de su oraci\u00f3n. No obstante, la tradici\u00f3n cristiana ha conservado tres expresiones principales de la vida de oraci\u00f3n: la oraci\u00f3n vocal, la meditaci\u00f3n, y la oraci\u00f3n de contemplaci\u00f3n. Tienen en com\u00fan un rasgo fundamental: el recogimiento del coraz\u00f3n. Esta actitud vigilante para conservar la Palabra y permanecer en presencia de Dios hace de estas tres expresiones tiempos fuertes de la vida de oraci\u00f3n.<\/p>

                                                                            Art\u00edculo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS EXPRESIONES DE LA ORACION<\/p>

                                                                            I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA ORACION VOCAL<\/p>

                                                                            2700 Por medio de su Palabra, Dios habla al hombre. Por medio de palabras, mentales o vocales,\u00a0 nuestra oraci\u00f3n toma cuerpo. Pero lo m\u00e1s importante es la presencia del coraz\u00f3n ante Aqu\u00e9l a quien hablamos en la oraci\u00f3n. \u00abQue nuestra oraci\u00f3n se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de nuestras almas\u00bb (San Juan Cris\u00f3stomo, ecl. 2).<\/p>

                                                                            2701 La oraci\u00f3n vocal es un elemento indispensable de la vida cristiana. A los disc\u00edpulos, atra\u00eddos por la oraci\u00f3n silenciosa de su Maestro, \u00e9ste les ense\u00f1a una oraci\u00f3n vocal: el \u00abPadre Nuestro\u00bb. Jes\u00fas no solamente ha rezado las oraciones lit\u00fargicas de la sinagoga; los Evangelios nos lo presentan elevando la voz para expresar su oraci\u00f3n personal, desde la bendici\u00f3n exultante del Padre (cf Mt 11, 25-26), hasta la agon\u00eda de Getseman\u00ed (cf Mc 14, 36).<\/p>

                                                                            2702\u00a0\u00a0 Esta necesidad de asociar los sentidos a la oraci\u00f3n interior responde a una exigencia de nuestra naturaleza humana. Somos cuerpo y esp\u00edritu, y experimentamos la necesidad de traducir exteriormente nuestros sentimientos. Es necesario rezar con todo nuestro ser para dar a nuestra s\u00faplica todo el poder posible.<\/p>

                                                                            2703\u00a0\u00a0 Esta necesidad responde tambi\u00e9n a una exigencia divina. Dios busca adoradores en esp\u00edritu y en verdad, y, por consiguiente, la oraci\u00f3n que sube viva desde las profundidades del alma. Tambi\u00e9n reclama una expresi\u00f3n exterior que asocia el cuerpo a la oraci\u00f3n interior, esta expresi\u00f3n corporal es signo del homenaje perfecto al que Dios tiene derecho.<\/p>

                                                                            2704\u00a0 La oraci\u00f3n vocal es la oraci\u00f3n por excelencia de las multitudes por ser exterior y tan plenamente humana. Pero incluso la m\u00e1s interior de las oraciones no podr\u00eda prescindir de la oraci\u00f3n vocal. La oraci\u00f3n se hace interior en la medida en que tomamos conciencia de Aqu\u00e9l \u00aba quien hablamos\u00bb (Santa Teresa de Jes\u00fas, cam. 26). Entonces la oraci\u00f3n vocal se convierte en una primera forma de oraci\u00f3n contemplativa.<\/p>

                                                                            II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA MEDITACION<\/p>

                                                                            2705\u00a0\u00a0 La meditaci\u00f3n es, sobre todo, una b\u00fasqueda. El esp\u00edritu trata de comprender el por qu\u00e9 y el c\u00f3mo de la vida cristiana para adherirse y responder a lo que el Se\u00f1or pide. Hace falta una atenci\u00f3n dif\u00edcil de encauzar. Habitualmente, se hace con la ayuda de un libro, que a los cristianos no les faltan: las sagradas Escrituras, especialmente el Evangelio, las im\u00e1genes sagradas, los textos lit\u00fargicos del d\u00eda o del tiempo, escritos de los Padres espirituales, obras de espiritualidad, el gran libro de la creaci\u00f3n y el de la historia, la p\u00e1gina del \u00abhoy\u00bb de Dios.<\/p>

                                                                            2706\u00a0 Meditar lo que se lee conduce a apropi\u00e1rselo confront\u00e1ndolo consigo mismo. Aqu\u00ed, se abre otro libro: el de la vida. Se pasa de los pensamientos a la realidad. Seg\u00fan sean\u00a0 la humildad y la fe, se descubren los movimientos que agitan el coraz\u00f3n y se les puede discernir. Se trata de hacer la verdad para llegar a la Luz: \u00abSe\u00f1or, \u00bfqu\u00e9 quieres que haga?\u00bb.<\/p>

                                                                            2707\u00a0\u00a0 Los m\u00e9todos de meditaci\u00f3n son tan diversos como los maestros espirituales. Un cristiano debe querer meditar regularmente; si no, se parece a las tres primeras clases de terreno de la par\u00e1bola del sembrador (cf Mc 4, 4-7. 15-19). Pero un m\u00e9todo no es m\u00e1s que un gu\u00eda; lo importante es avanzar, con el Esp\u00edritu Santo, por el \u00fanico camino de la oraci\u00f3n: Cristo Jes\u00fas.<\/p>

                                                                            2708\u00a0 La meditaci\u00f3n hace intervenir al pensamiento, la imaginaci\u00f3n, la emoci\u00f3n y el deseo. Esta movilizaci\u00f3n es necesaria para profundizar en las convicciones de fe, suscitar la conversi\u00f3n del coraz\u00f3n y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo. La oraci\u00f3n cristiana se aplica preferentemente a meditar \u00ablos misterios de Cristo\u00bb, como en la \u00ablectio divina\u00bb o en el Rosario. Esta forma de reflexi\u00f3n orante es de gran valor, pero la oraci\u00f3n cristiana debe ir m\u00e1s lejos: hacia el conocimiento del amor del Se\u00f1or Jes\u00fas, a la uni\u00f3n con El.<\/p>

                                                                            III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA ORACION DE CONTEMPLACION<\/p>

                                                                            2709\u00a0 \u00bfQu\u00e9 es esta oraci\u00f3n? Santa Teresa responde: \u00abno es otra cosa oraci\u00f3n mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama\u00bb (vida 8).<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La contemplaci\u00f3n busca al \u00abamado de mi alma\u00bb (Ct 1, 7; cf Ct 3, 1-4). Esto es, a Jes\u00fas y en \u00e9l, al Padre. Es buscado porque desearlo es siempre el comienzo del amor, y es buscado en la fe pura, esta fe que nos hace nacer de \u00e9l y vivir en \u00e9l. En la contemplaci\u00f3n se puede tambi\u00e9n meditar, pero la mirada est\u00e1 centrada en el Se\u00f1or.<\/p>

                                                                            2710 La elecci\u00f3n del tiempo y de la duraci\u00f3n de la oraci\u00f3n de contemplaci\u00f3n depende de una voluntad decidida reveladora de los secretos del coraz\u00f3n. No se hace contemplaci\u00f3n cuando se tiene tiempo sino que se toma el tiempo de estar con el Se\u00f1or con la firme decisi\u00f3n de no dejarlo y volverlo a tomar, cualesquiera que sean las pruebas y la sequedad del encuentro. No se puede meditar en todo momento, pero s\u00ed se puede entrar siempre en contemplaci\u00f3n, independientemente de las condiciones de salud, trabajo o afectividad. El coraz\u00f3n es el lugar de la b\u00fasqueda y del encuentro, en la pobreza y en la fe.<\/p>

                                                                            2711\u00a0 La entrada en la contemplaci\u00f3n es an\u00e1loga a la de la Liturgia eucar\u00edstica: \u00abrecoger\u00bb el coraz\u00f3n, recoger todo nuestro ser bajo la moci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, habitar la morada del Se\u00f1or que somos nosotros mismos, despertar la fe para entrar en la presencia de Aqu\u00e9l que nos espera, hacer que caigan nuestras m\u00e1scaras y volver nuestro coraz\u00f3n hacia el Se\u00f1or que nos ama para ponernos en sus manos como una ofrenda que hay que purificar y transformar.<\/p>

                                                                            2712 La contemplaci\u00f3n es la oraci\u00f3n del hijo de Dios, del pecador perdonado que consiente en acoger el amor con el que es amado y que quiere responder a \u00e9l amando m\u00e1s todav\u00eda (cf Lc 7, 36-50; 19, 1-10). Pero sabe que su amor, a su vez, es el que el Esp\u00edritu derrama en su coraz\u00f3n, porque todo es gracia por parte de Dios. La contemplaci\u00f3n es la entrega humilde y pobre a la voluntad amante del Padre, en uni\u00f3n cada vez m\u00e1s profunda con su Hijo amado.<\/p>

                                                                            2713 As\u00ed, la contemplaci\u00f3n es la expresi\u00f3n m\u00e1s sencilla del misterio de la oraci\u00f3n. Es un don, una gracia; no puede ser acogida m\u00e1s que en la humildad y en la pobreza. La oraci\u00f3n contemplativa es una relaci\u00f3n de alianza establecida por Dios en el fondo de nuestro ser (cf Jr 31, 33). Es comuni\u00f3n: en ella, la Sant\u00edsima Trinidad conforma al hombre, imagen de Dios, \u00aba su semejanza\u00bb.<\/p>

                                                                            2714 La contemplaci\u00f3n es tambi\u00e9n el tiempo fuerte por excelencia de la oraci\u00f3n. En ella, el Padre nos concede \u00abque seamos vigorosamente fortalecidos por la acci\u00f3n de su Esp\u00edritu en el hombre interior, que Cristo habite por la fe en nuestros corazones y que quedemos arraigados y cimentados en el amor\u00bb (Ef 3, 16-17).<\/p>

                                                                            2715 La contemplaci\u00f3n es mirada de fe, fijada en Jes\u00fas. \u00abYo le miro y \u00e9l me mira\u00bb, dec\u00eda, en tiempos de su santo cura, un campesino de Ars que oraba ante el Sagrario. Esta atenci\u00f3n a El es renuncia a \u00abm\u00ed\u00bb. Su mirada purifica el coraz\u00f3n. La luz de la mirada de Jes\u00fas ilumina los ojos de nuestro coraz\u00f3n; nos ense\u00f1a a ver todo a la luz de su verdad y de su compasi\u00f3n por todos los hombres. La contemplaci\u00f3n dirige tambi\u00e9n su mirada a los misterios de la vida de Cristo. Aprende as\u00ed el \u00abconocimiento interno del Se\u00f1or\u00bb para m\u00e1s amarle y seguirle (cf San Ignacio de Loyola, ex. sp. 104).<\/p>

                                                                            2716 La contemplaci\u00f3n es escucha de la palabra de Dios. Lejos de ser pasiva, esta escucha es la obediencia de la fe, acogida incondicional del siervo y adhesi\u00f3n amorosa del hijo. Participa en el \u00abs\u00ed\u00bb del Hijo hecho siervo y en el \u00abfiat\u00bb de su humilde esclava.<\/p>

                                                                            2717 La contemplaci\u00f3n es silencio, este \u00abs\u00edmbolo del mundo venidero\u00bb (San Isaac de N\u00ednive, tract. myst. 66) o \u00abamor silencioso\u00bb (San Juan de la Cruz). Las palabras en la oraci\u00f3n contemplativa no son discursos sino ramillas que alimentan el fuego del amor. En este silencio, insoportable para el hombre \u00abexterior\u00bb, el Padre nos da a conocer a su Verbo encarnado, sufriente, muerto y resucitado, y el Esp\u00edritu filial nos hace part\u00edcipes de la oraci\u00f3n de Jes\u00fas.<\/p>

                                                                            2718 La contemplaci\u00f3n es uni\u00f3n con la oraci\u00f3n de Cristo en la medida en que ella nos hace participar en su misterio. El misterio de Cristo es celebrado por la Iglesia en la Eucarist\u00eda; y el Esp\u00edritu Santo lo hace vivir en la contemplaci\u00f3n para que sea manifestado por medio de la caridad en acto.<\/p>

                                                                            2719 La contemplaci\u00f3n es una comuni\u00f3n de amor portadora de vida para la multitud, en la medida en que se acepta vivir en la noche de la fe. La noche pascual de la resurrecci\u00f3n pasa por la de la agon\u00eda y la del sepulcro. Son tres tiempos fuertes de la Hora de Jes\u00fas que su Esp\u00edritu (y no la \u00abcarne que es d\u00e9bil\u00bb) hace vivir en la contemplaci\u00f3n. Es necesario consentir en \u00abvelar una hora con \u00e9l\u00bb (cf Mt 26, 40).<\/p>

                                                                            RESUMEN\u00a0<\/p>

                                                                            2720\u00a0\u00a0 La Iglesia invita a los fieles a una oraci\u00f3n regulada: oraciones diarias, Liturgia de las Horas, Eucarist\u00eda dominical, fiestas del a\u00f1o lit\u00fargico.<\/p>

                                                                            2721 \u00a0\u00a0 La tradici\u00f3n cristiana contiene tres importantes expresiones de la vida de oraci\u00f3n: la oraci\u00f3n vocal, la meditaci\u00f3n y la oraci\u00f3n contemplativa. Las tres tienen en com\u00fan el recogimiento del coraz\u00f3n.<\/p>

                                                                            2722 La oraci\u00f3n vocal, fundada en la uni\u00f3n del cuerpo con el esp\u00edritu en la naturaleza humana, asocia el cuerpo a la oraci\u00f3n interior del coraz\u00f3n a ejemplo de Cristo que ora a su Padre y ense\u00f1a el \u00abPadre nuestro\u00bb a sus disc\u00edpulos.<\/p>

                                                                            2723 La meditaci\u00f3n es una b\u00fasqueda orante, que hace intervenir al pensamiento, la imaginaci\u00f3n, la emoci\u00f3n, el deseo. Tiene por objeto la apropiaci\u00f3n creyente de la realidad considerada, que es confrontada con la realidad de nuestra vida.<\/p>

                                                                            2724 La oraci\u00f3n contemplativa es la expresi\u00f3n sencilla del misterio de la oraci\u00f3n. Es una mirada de fe, fijada en Jes\u00fas, una escucha de la Palabra de Dios, un silencioso amor. Realiza la uni\u00f3n con la oraci\u00f3n de Cristo en la medida en que nos hace participar de su misterio.<\/p>

                                                                            Art\u00edculo\u00a0 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL COMBATE DE LA ORACION<\/p>

                                                                            2725 La oraci\u00f3n es un don de la gracia y una respuesta decidida por nuestra parte. Supone siempre un esfuerzo. Los grandes orantes de la Antigua Alianza antes de Cristo, as\u00ed como la Madre de Dios y los santos con El nos ense\u00f1an que la oraci\u00f3n es un combate. \u00bfContra qui\u00e9n? Contra nosotros mismos y contra las astucias del Tentador que hace todo lo posible por separar al hombre de la oraci\u00f3n, de la uni\u00f3n con su Dios. Se ora como se vive, porque se vive como se ora. El que no quiere actuar habitualmente seg\u00fan el Esp\u00edritu de Cristo, tampoco podr\u00e1 orar habitualmente en su Nombre. El \u00abcombate espiritual\u00bb de la vida nueva del cristiano es inseparable del combate de la oraci\u00f3n.<\/p>

                                                                            I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS OBJECIONES A LA ORACION<\/p>

                                                                            2726\u00a0\u00a0 En el combate de la oraci\u00f3n, tenemos que hacer frente en nosotros mismos y en torno a nosotros a conceptos err\u00f3neos sobre la oraci\u00f3n. Unos ven en ella una simple operaci\u00f3n psicol\u00f3gica, otros un esfuerzo de concentraci\u00f3n para llegar a un vac\u00edo mental. Otros la reducen a actitudes y palabras rituales. En el inconsciente de muchos cristianos, orar es una ocupaci\u00f3n incompatible con todo lo que tienen que hacer: no tienen tiempo. Hay quienes buscan a Dios por medio de la oraci\u00f3n, pero se desalientan pronto porque ignoran que la oraci\u00f3n viene tambi\u00e9n del Esp\u00edritu Santo y no solamente de ellos.<\/p>

                                                                            2727 Tambi\u00e9n tenemos que hacer frente a mentalidades de \u00abeste mundo\u00bb que nos invaden si no estamos vigilantes. Por ejemplo: lo verdadero ser\u00eda s\u00f3lo aquello que se puede verificar por la raz\u00f3n y la ciencia (ahora bien, orar es un misterio que desborda nuestra conciencia y nuestro inconsciente); es valioso aquello que produce y da rendimiento (luego, la oraci\u00f3n es in\u00fatil, pues es improductiva); el sensualismo y el confort adoptados como criterios de verdad, de bien y de belleza (y he aqu\u00ed que la oraci\u00f3n es \u00abamor de la Belleza absoluta\u00bb (philocalia), y s\u00f3lo se deja cautivar por la gloria del Dios vivo y verdadero); y por reacci\u00f3n contra el activismo, se da otra mentalidad seg\u00fan la cual la oraci\u00f3n es vista como posibilidad de huir de este mundo (pero la oraci\u00f3n cristiana no puede escaparse de la historia ni divorciarse de la vida).<\/p>

                                                                            2728\u00a0\u00a0 Por \u00faltimo, en este combate hay que hacer frente a lo que es sentido como fracasos en la oraci\u00f3n: desaliento ante la sequedad, tristeza de no entregarnos totalmente al Se\u00f1or, porque tenemos \u00abmuchos bienes\u00bb (cf Mc 10, 22), decepci\u00f3n por no ser escuchados seg\u00fan nuestra propia voluntad, herida de nuestro orgullo que se endurece en nuestra indignidad de pecadores, alergia a la gratuidad de la oraci\u00f3n… La conclusi\u00f3n es siempre la misma: \u00bfPara qu\u00e9 orar?\u00a0 Es necesario luchar con humildad, confianza y perseverancia, si se quieren vencer estos obst\u00e1culos.<\/p>

                                                                            II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 NECESIDAD DE UNA HUMILDE VIGILANCIA<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Frente a las dificultades de la oraci\u00f3n<\/p>

                                                                            2729\u00a0\u00a0 La dificultad habitual de la oraci\u00f3n es la distracci\u00f3n. En la oraci\u00f3n vocal, la distracci\u00f3n puede referirse a las palabras y al sentido de \u00e9stas. La distracci\u00f3n, de un modo m\u00e1s profundo, puede referirse a Aquel al que oramos, tanto en la oraci\u00f3n vocal (lit\u00fargica o personal), como en la meditaci\u00f3n y en la oraci\u00f3n contemplativa. Salir a la caza de la distracci\u00f3n es caer en sus redes; basta volver a concentrarse en la oraci\u00f3n: la distracci\u00f3n descubre al que ora aquello a lo que su coraz\u00f3n est\u00e1 apegado. Esta toma de conciencia debe empujar al orante a ofrecerse al Se\u00f1or para ser purificado. El combate se decide cuando se elige a qui\u00e9n se desea servir (cf Mt 6,21.24).<\/p>

                                                                            2730\u00a0\u00a0 Mirado positivamente, el combate contra el yo posesivo y dominador consiste en la vigilancia. Cuando Jes\u00fas insiste en la vigilancia, es siempre en relaci\u00f3n a El, a su Venida, al \u00faltimo d\u00eda y al \u00abhoy\u00bb. El esposo viene en mitad de la noche; la luz que no debe apagarse es la de la fe: \u00abDice de ti mi coraz\u00f3n: busca su rostro\u00bb (Sal 27, 8).<\/p>

                                                                            2731 Otra dificultad, especialmente para los que quieren sinceramente orar, es la sequedad. Forma parte de la contemplaci\u00f3n en la que el coraz\u00f3n est\u00e1 seco, sin gusto por los pensamientos, recuerdos y sentimientos, incluso espirituales. Es el momento en que la fe es m\u00e1s pura, la fe que se mantiene firme junto a Jes\u00fas en su agon\u00eda y en el sepulcro. \u00abEl grano de trigo, si muere, da mucho fruto\u00bb (Jn 12, 24). Si la sequedad se debe a falta de ra\u00edz, porque la Palabra ha ca\u00eddo sobre roca, no hay \u00e9xito en el combate sin una mayor conversi\u00f3n (cf Lc 8, 6. 13).<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Frente a las tentaciones en la oraci\u00f3n<\/p>

                                                                            2732 La tentaci\u00f3n m\u00e1s frecuente, la m\u00e1s oculta, es nuestra falta de fe. Esta se expresa menos en una incredulidad declarada que en unas preferencias de hecho. Se empieza a orar y se presentan como prioritarios mil trabajos y cuidados que se consideran m\u00e1s urgentes.<\/p>

                                                                            2733 Otra tentaci\u00f3n a la que abre la puerta la presunci\u00f3n es la acedia. Los Padres espirituales entienden por ella una forma de aspereza o de desabrimiento debidos al relajamiento de la ascesis, al descuido de la vigilancia, a la negligencia del coraz\u00f3n. \u00abEl esp\u00edritu est\u00e1 pronto pero la carne es d\u00e9bil\u00bb (Mt 26, 41). El desaliento, doloroso, es el reverso de la presunci\u00f3n. Quien es humilde no se extra\u00f1a de su miseria; \u00e9sta le lleva a una mayor confianza, a mantenerse firme en la constancia.<\/p>

                                                                            III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CONFIANZA FILIAL<\/p>

                                                                            2734 \u00a0 La confianza filial se prueba en la tribulaci\u00f3n (cf. Rm 5, 3-5), particularmente cuando se ora pidiendo para s\u00ed o para los dem\u00e1s. Hay quien deja de orar porque piensa que su oraci\u00f3n no es escuchada. A este respecto se plantean dos cuestiones: Por qu\u00e9 la oraci\u00f3n de petici\u00f3n no ha sido escuchada; y c\u00f3mo la oraci\u00f3n es escuchada o \u00abeficaz\u00bb.<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Queja por la oraci\u00f3n no escuchada<\/p>

                                                                            2735 He aqu\u00ed una observaci\u00f3n llamativa: cuando alabamos a Dios o le damos gracias por sus beneficios en general, no estamos preocupados por saber si esta oraci\u00f3n le es agradable. Por el contrario, cuando pedimos, exigimos ver el resultado. \u00bfCu\u00e1l es entonces la imagen de Dios presente en este modo de orar: Dios como medio o Dios como el Padre de Nuestro Se\u00f1or Jesucristo?<\/p>

                                                                            2736\u00a0\u00a0 \u00bfEstamos convencidos de que \u00abnosotros no sabemos pedir como conviene\u00bb (Rm 8, 26)? \u00bfPedimos a Dios los \u00abbienes convenientes\u00bb? Nuestro Padre sabe bien lo que nos hace falta antes de que nosotros se lo pidamos (cf. Mt 6, 8) pero espera nuestra petici\u00f3n porque la dignidad de sus hijos est\u00e1 en su libertad. Por tanto es necesario orar con su Esp\u00edritu de libertad, para poder conocer en verdad su deseo (cf Rm 8, 27).<\/p>

                                                                            2737 \u00abNo ten\u00e9is porque no ped\u00eds. Ped\u00eds y no recib\u00eds porque ped\u00eds mal, con la intenci\u00f3n de malgastarlo en vuestras pasiones\u00bb (St 4, 2-3; cf. todo el contexto St 4, 1-10; 1, 5-8; 5, 16). Si pedimos con un coraz\u00f3n dividido, \u00abad\u00faltero\u00bb (St 4, 4), Dios no puede escucharnos porque \u00e9l quiere nuestro bien, nuestra vida. \u00ab\u00bfPens\u00e1is que la Escritura dice en vano: Tiene deseos ardientes el esp\u00edritu que El ha hecho habitar en nosotros\u00bb (St 4,5)? Nuestro Dios est\u00e1 \u00abceloso\u00bb de nosotros, lo que es se\u00f1al de la verdad de su amor. Entremos en el deseo de su Esp\u00edritu y seremos escuchados:<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No te aflijas si no recibes de Dios inmediatamente lo que pides: es \u00e9l quien quiere hacerte m\u00e1s bien todav\u00eda mediante tu perseverancia en permanecer con \u00e9l en oraci\u00f3n (Evagrio, or. 34). El quiere que nuestro deseo sea probado en la oraci\u00f3n. As\u00ed nos dispone para recibir lo que \u00e9l est\u00e1 dispuesto a darnos (San Agust\u00edn, ep. 130, 8, 17).<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n es eficaz<\/p>

                                                                            2738\u00a0\u00a0 La revelaci\u00f3n de la oraci\u00f3n en la econom\u00eda de la salvaci\u00f3n ense\u00f1a que la fe se apoya en la acci\u00f3n de Dios en la historia. La confianza filial es suscitada por medio de su acci\u00f3n por excelencia: la Pasi\u00f3n y la Resurrecci\u00f3n de su Hijo. La oraci\u00f3n cristiana es cooperaci\u00f3n con su Providencia y su designio de amor hacia los hombres.<\/p>

                                                                            2739\u00a0\u00a0 En San Pablo, esta confianza es audaz (cf Rm 10, 12-13), basada en la oraci\u00f3n del Esp\u00edritu en nosotros y en el amor fiel del Padre que nos ha dado a su Hijo \u00fanico (cf Rm 8, 26-39). La transformaci\u00f3n del coraz\u00f3n que ora es la primera respuesta a nuestra petici\u00f3n.<\/p>

                                                                            2740\u00a0 La oraci\u00f3n de Jes\u00fas hace de la oraci\u00f3n cristiana una petici\u00f3n eficaz. El es su modelo. El ora en nosotros y con nosotros. Puesto que el coraz\u00f3n del Hijo no busca m\u00e1s que lo que agrada al Padre, \u00bfc\u00f3mo el de los hijos de adopci\u00f3n se apegar\u00eda m\u00e1s a los dones que al Dador?.<\/p>

                                                                            2741 Jes\u00fas ora tambi\u00e9n por nosotros, en nuestro lugar y favor nuestro. Todas nuestras peticiones han sido recogidas una vez por todas en sus Palabras en la Cruz; y escuchadas por su Padre en la Resurrecci\u00f3n: por eso no deja de interceder por nosotros ante el Padre (cf Hb 5, 7; 7, 25; 9, 24). Si nuestra oraci\u00f3n est\u00e1 resueltamente unida a la de Jes\u00fas, en la confianza y la audacia filial, obtenemos todo lo que pidamos en su Nombre, y a\u00fan m\u00e1s de lo que pedimos: recibimos al Esp\u00edritu Santo, que contiene todos los dones.<\/p>

                                                                            IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 PERSEVERAR EN EL AMOR<\/p>

                                                                            2742 \u00abOrad constantemente\u00bb (1 Ts 5, 17), \u00abdando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre de Nuestro Se\u00f1or Jesucristo\u00bb (Ef 5, 20), \u00absiempre en oraci\u00f3n y suplica, orando en toda ocasi\u00f3n en el Esp\u00edritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos\u00bb (Ef 6, 18).\u00bbNo nos ha sido prescrito trabajar, vigilar y ayunar constantemente; pero s\u00ed tenemos una ley que nos manda orar sin cesar\u00bb (Evagrio, cap. pract. 49). Este ardor incansable no puede venir m\u00e1s que del amor. Contra nuestra inercia y nuestra pereza, el combate de la oraci\u00f3n es el del amor humilde, confiado y perseverante. Este amor abre nuestros corazones a tres evidencias de fe, luminosas y vivificantes:<\/p>

                                                                            2743 Orar es siempre posible: El tiempo del cristiano es el de Cristo resucitado que est\u00e1 \u00abcon nosotros, todos los d\u00edas\u00bb (Mt 28, 20), cualesquiera que sean las tempestades (cf Lc 8, 24). Nuestro tiempo est\u00e1 en las manos de Dios:<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es posible, incluso en el mercado o en un paseo solitario, hacer una frecuente y fervorosa oraci\u00f3n. Sentados en vuestra tienda, comprando o vendiendo, o incluso haciendo la cocina (San Juan Cris\u00f3stomo, ecl.2).<\/p>

                                                                            2744\u00a0\u00a0 Orar es una necesidad vital: si no nos dejamos llevar por el Esp\u00edritu caemos en la esclavitud del pecado (cf Ga 5, 16-25). \u00bfC\u00f3mo puede el Esp\u00edritu Santo ser \u00abvida nuestra\u00bb, si nuestro coraz\u00f3n est\u00e1 lejos de \u00e9l?<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Nada vale como la oraci\u00f3n: hace posible lo que es imposible, f\u00e1cil lo que es dif\u00edcil. Es imposible que el hombre que ora pueda pecar (San Juan Cris\u00f3stomo, Anna 4, 5)<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Quien ora se salva ciertamente, quien no ora se condena ciertamente (San Alfonso Mar\u00eda de Ligorio, mez.).<\/p>

                                                                            2745 \u00a0 Oraci\u00f3n y vida cristiana son inseparables porque se trata del mismo amor y de la misma renuncia que procede del amor. La misma conformidad filial y amorosa al designio de amor del Padre. La misma uni\u00f3n transformante en el Esp\u00edritu Santo que nos conforma cada vez m\u00e1s con Cristo Jes\u00fas. El mismo amor a todos los hombres, ese amor con el cual Jes\u00fas nos ha amado. \u00abTodo lo que pid\u00e1is al Padre en mi Nombre os lo conceder\u00e1. Lo que os mando es que os am\u00e9is los unos a los otros\u00bb (Jn 15, 16-17).<\/p>

                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ora continuamente el que une la oraci\u00f3n a las obras y las obras a la oraci\u00f3n. S\u00f3lo as\u00ed podemos encontrar realizable el principio de la oraci\u00f3n continua (Or\u00edgenes, or. 12).<\/p>

                                                                            LA ORACION DE LA HORA DE JESUS<\/p>

                                                                            2746\u00a0 Cuando ha llegado su hora, Jes\u00fas ora al Padre (cf Jn 17). Su oraci\u00f3n, la m\u00e1s larga transmitida por el Evangelio, abarca toda la Econom\u00eda de la creaci\u00f3n y de la salvaci\u00f3n, as\u00ed como su Muerte y su Resurrecci\u00f3n. Al igual que la Pascua de Jes\u00fas, sucedida \u00abuna vez por todas\u00bb, permanece siempre actual, de la misma manera la oraci\u00f3n de la \u00abhora de Jes\u00fas\u00bb sigue presente en la Liturgia de la Iglesia.<\/p>

                                                                            2747 La tradici\u00f3n cristiana acertadamente la denomina la oraci\u00f3n \u00absacerdotal\u00bb de Jes\u00fas. Es la oraci\u00f3n de nuestro Sumo Sacerdote, inseparable de su sacrificio, de su \u00abpaso\u00bb [pascua] hacia el Padre donde \u00e9l es \u00abconsagrado\u00bb enteramente al Padre (cf Jn 17, 11. 13. 19).<\/p>

                                                                            2748\u00a0 En esta oraci\u00f3n pascual, sacrificial, todo est\u00e1 \u00abrecapitulado\u00bb en El (cf Ef 1, 10): Dios y el mundo, el Verbo y la carne, la vida eterna y el tiempo, el amor que se entrega y el pecado que lo traiciona, los disc\u00edpulos presentes y los que creer\u00e1n en El por su palabra, la humillaci\u00f3n y la Gloria. Es la oraci\u00f3n de la unidad.<\/p>

                                                                            2749\u00a0 Jes\u00fas ha cumplido toda la obra del Padre, y su oraci\u00f3n, al igual que su sacrificio, se extiende hasta la consumaci\u00f3n de los siglos. La oraci\u00f3n de la \u00abhora de Jes\u00fas\u00bb llena los \u00faltimos tiempos y los lleva hacia su consumaci\u00f3n. Jes\u00fas, el Hijo a quien el Padre ha dado todo, se entrega enteramente al Padre y, al mismo tiempo, se expresa con una libertad soberana (cf Jn 17, 11. 13. 19. 24) debido al poder que el Padre le ha dado sobre toda carne. El Hijo que se ha hecho Siervo, es el Se\u00f1or, el Pantocrator. Nuestro Sumo Sacerdote que ruega por nosotros es tambi\u00e9n el que ora en nosotros y el Dios que nos escucha.<\/p>

                                                                            2750\u00a0\u00a0 Si en el Santo Nombre de Jes\u00fas, nos ponemos a orar, podemos recibir en toda su hondura la oraci\u00f3n que \u00e9l nos ense\u00f1a: \u00abPadre Nuestro\u00bb. La oraci\u00f3n sacerdotal de Jes\u00fas inspira, desde dentro, las grandes peticiones del Padrenuestro: la preocupaci\u00f3n por el Nombre del Padre (cf Jn 17, 6. 11. 12. 26), el deseo de su Reino (la Gloria; cf Jn 17, 1. 5. 10. 24. 23-26), el cumplimiento de la voluntad del Padre, de su Designio de salvaci\u00f3n (cf Jn 17, 2. 4 .6. 9. 11. 12. 24) y la liberaci\u00f3n del mal (cf Jn 17, 15).<\/p>

                                                                            2751 Por \u00faltimo, en esta oraci\u00f3n Jes\u00fas nos revela y nos da el \u00abconocimiento\u00bb indisociable del Padre y del Hijo (cf Jn 17, 3. 6-10. 25) que es el misterio mismo de la vida de oraci\u00f3n.<\/p>

                                                                            RESUMEN<\/p>

                                                                            2752 La oraci\u00f3n supone un esfuerzo y una lucha contra nosotros mismos y contra las astucias del Tentador. El combate de la oraci\u00f3n es inseparable del \u00abcombate espiritual\u00bb necesario para actuar habitualmente seg\u00fan el Esp\u00edritu de Cristo: Se ora como se vive porque se vive como se ora.<\/p>

                                                                            2753 \u00a0 En el combate de la oraci\u00f3n debemos hacer frente a concepciones err\u00f3neas, a diversas corrientes de menta lidad, a la experiencia de nuestros fracasos. A estas tentaciones que ponen en duda la utilidad o la posibilidad misma de la oraci\u00f3n conviene responder con humildad, confianza y\u00a0 perseverancia.<\/p>

                                                                            2754\u00a0 Las dificultades principales en el ejercicio de la or aci\u00f3n son la distracci\u00f3n y la sequedad. El remedio est\u00e1 en la fe, la conversi\u00f3n y la vigilancia del coraz\u00f3n.<\/p>

                                                                            2755\u00a0 Dos tentaciones frecuentes amenazan la oraci\u00f3n: la falta de fe y la acedia que es una forma de depresi\u00f3n debida al relajamiento de la ascesis y que lleva al desaliento.<\/p>

                                                                            2756\u00a0\u00a0 La confianza filial se pone a prueba cuando tenemos el sentimiento de no ser siempre escuchados. El Evangelio nos invita a conformar nuestra oraci\u00f3n al deseo del Esp\u00edritu.<\/p>

                                                                            2757 \u00a0 \u00abOrad continuamente\u00bb (1 Ts 5, 17). Orar es siempre posible . Es incluso una necesidad vital. Oraci\u00f3n y vida cristiana son inseparables.<\/p>

                                                                            2758\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n de la \u00abhora de Jes\u00fas\u00bb, llamada rectamente \u00aboraci\u00f3n sacerdotal\u00bb (cf Jn 17), recapitula toda la Econom\u00eda de la creaci\u00f3n y de la salvaci\u00f3n. Inspira las grandes peticiones del \u00abPadre Nuestro\u00bb.<\/p>

                                                                            SEGUNDA SECCION: LA ORACION DEL SE\u00d1OR: \u00abPADRE NUESTRO\u00bb<\/p>

                                                                            1. \u00abEstando \u00e9l [Jes\u00fas] en cierto lugar, cuando termin\u00f3, le dijo uno de sus disc\u00edpulos: ‘Maestro, ens\u00e9\u00f1anos a orar, como ense\u00f1\u00f3 Juan a sus disc\u00edpulos.'\u00bb (Lc 11, 1). En respuesta a esta petici\u00f3n, el Se\u00f1or conf\u00eda a sus disc\u00edpulos y a su Iglesia la oraci\u00f3n cristiana fundamental. San Lucas da de ella un texto breve (con cinco peticiones: cf Lc 11, 2-4), San Mateo una versi\u00f3n m\u00e1s desarrollada (con siete peticiones: cf Mt 6, 9-13). la tradici\u00f3n lit\u00fargica de la Iglesia ha conservado el texto de San Mateo:<\/li><\/ol>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Padre nuestro, que est\u00e1s en el cielo,<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 santificado sea tu Nombre;<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 venga a nosotros tu reino;<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 h\u00e1gase tu voluntad en la tierra como en<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 el cielo.<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Danos hoy nuestro pan de cada d\u00eda;<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 perdona nuestras ofensas como tambi\u00e9n<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 nosotros perdonamos a los que nos ofenden;<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 no nos dejes caer en la tentaci\u00f3n,<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 y l\u00edbranos del mal.<\/p>

                                                                              2760\u00a0 Muy pronto, la pr\u00e1ctica lit\u00fargica concluy\u00f3 la oraci\u00f3n del Se\u00f1or con una doxolog\u00eda. En la Didach\u00e9 (8, 2) se afirma: \u00abTuyo es el poder y la gloria por siempre\u00bb. Las Constituciones apost\u00f3licas (7, 24, 1) a\u00f1aden en el comienzo: \u00abel reino\u00bb‘: y \u00e9sta la f\u00f3rmula actual para la oraci\u00f3n ecum\u00e9nica. La tradici\u00f3n bizantina a\u00f1ade despu\u00e9s un gloria al \u00abPadre, Hijo y Esp\u00edritu Santo\u00bb. El misal romano desarrolla la \u00faltima petici\u00f3n (Embolismo: \u00abl\u00edbranos del mal\u00bb) en la perspectiva expl\u00edcita de \u00abaguardando la feliz esperanza\u00bb (Tt 2, 13) y \u00abla gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo\u00bb; despu\u00e9s se hace la aclamaci\u00f3n de la asamblea, volviendo a tomar la doxolog\u00eda de las Constituciones apost\u00f3licas.<\/p>

                                                                              Art\u00edculo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cRESUMEN DE TODO EL EVANGELIO\u201d<\/p>

                                                                              2761 \u00abLa oraci\u00f3n dominical es en verdad el resumen de todo el Evangelio\u00bb (Tertuliano, or. 1). \u00abCuando el Se\u00f1or hubo legado esta f\u00f3rmula de oraci\u00f3n, a\u00f1adi\u00f3: ‘Pedid y se os dar\u00e1’ (Lc 11, 9). Por tanto, cada uno puede dirigir al cielo diversas oraciones seg\u00fan sus necesidades, pero comenzando siempre por la oraci\u00f3n del Se\u00f1or que sigue siendo la oraci\u00f3n fundamental\u00bb (Tertuliano, or. 10).<\/p>

                                                                              I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 CORAZON DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS<\/p>

                                                                              2762\u00a0\u00a0 Despu\u00e9s de haber expuesto c\u00f3mo los salmos son el alimento principal de la oraci\u00f3n cristiana y confluyen en las peticiones del Padre Nuestro, San Agust\u00edn concluye:<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Recorred todas las oraciones que hay en las Escrituras, y no creo que pod\u00e1is encontrar algo que no\u00a0 est\u00e9 incluido en la oraci\u00f3n dominical (ep. 130, 12, 22).<\/p>

                                                                              2763\u00a0\u00a0 Toda la Escritura (la Ley, los Profetas, y los Salmos) se cumplen en Cristo (cf Lc 24, 44). El evangelio es esta \u00abBuena Nueva\u00bb. Su primer anuncio est\u00e1 resumido por San Mateo en el Serm\u00f3n de la Monta\u00f1a (cf. Mt 5-7). Pues bien, la oraci\u00f3n del Padre Nuestro est\u00e1 en el centro de este anuncio. En este contexto se aclara cada una de las peticiones de la oraci\u00f3n que nos dio el Se\u00f1or:<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n dominical es la m\u00e1s perfecta de las oraciones… En ella, no s\u00f3lo pedimos todo lo que podemos desear con rectitud, sino adem\u00e1s seg\u00fan el orden en que conviene desearlo. De modo que esta oraci\u00f3n no s\u00f3lo nos ense\u00f1a a pedir, sino que tambi\u00e9n forma toda nuestra afectividad. (Santo Tom\u00e1s de A., s. th. 2-2. 83, 9).<\/p>

                                                                              2764\u00a0 El Serm\u00f3n de la Monta\u00f1a es doctrina de vida, la oraci\u00f3n dominical es plegaria, pero en uno y otra el Esp\u00edritu del Se\u00f1or da forma nueva a nuestros deseos, esos movimientos interiores que animan nuestra vida. Jes\u00fas nos ense\u00f1a esta vida nueva por medio de sus palabras y nos ense\u00f1a a pedirla por medio de la oraci\u00f3n. De la rectitud de nuestra oraci\u00f3n depender\u00e1 la de nuestra vida en El.<\/p>

                                                                              II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cLA ORACION DEL SE\u00d1OR\u201d<\/p>

                                                                              2765\u00a0\u00a0 La expresi\u00f3n tradicional \u00abOraci\u00f3n dominical\u00bb [es decir, \u00aboraci\u00f3n del Se\u00f1or\u00bb] significa que la oraci\u00f3n al Padre nos la ense\u00f1\u00f3 y nos la dio el Se\u00f1or Jes\u00fas. Esta oraci\u00f3n que nos viene de Jes\u00fas es verdaderamente \u00fanica: ella es \u00abdel Se\u00f1or\u00bb.\u00a0 Por una parte, en efecto, por las palabras de esta oraci\u00f3n el Hijo \u00fanico nos da las palabras que el Padre le ha dado (cf Jn 17, 7): \u00e9l es el Maestro de nuestra oraci\u00f3n. Por otra parte, como Verbo encarnado, conoce en su coraz\u00f3n de hombre las necesidades de sus hermanos y hermanas los hombres, y nos las revela: es el Modelo de nuestra oraci\u00f3n.<\/p>

                                                                              2766\u00a0 Pero Jes\u00fas no nos deja una f\u00f3rmula para repetirla de modo mec\u00e1nico (cf Mt 6, 7; 1 R 18, 26-29). Como en toda oraci\u00f3n vocal, el Esp\u00edritu Santo, a trav\u00e9s de la Palabra de Dios, ense\u00f1a a los hijos de Dios a hablar con su Padre. Jes\u00fas no s\u00f3lo nos ense\u00f1a las palabras de la oraci\u00f3n filial, sino que nos da tambi\u00e9n el Esp\u00edritu por el que \u00e9stas se hacen en nosotros \u00abesp\u00edritu y vida\u00bb (Jn 6, 63). M\u00e1s todav\u00eda: la prueba y la posibilidad de nuestra oraci\u00f3n filial es que el Padre \u00abha enviado a nuestros corazones el Esp\u00edritu de su Hijo que clama: ‘\u00a1Abb\u00e1, Padre!'\u00bb (Ga 4, 6). Ya que nuestra oraci\u00f3n interpreta nuestros deseos ante Dios, es tambi\u00e9n \u00abel que escruta los corazones\u00bb, el Padre, quien \u00abconoce cu\u00e1l es la aspiraci\u00f3n del Esp\u00edritu, y que su intercesi\u00f3n en favor de los santos es seg\u00fan Dios\u00bb (Rm 8, 27). La oraci\u00f3n al Padre se inserta en la misi\u00f3n misteriosa del Hijo y del Esp\u00edritu.<\/p>

                                                                              III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 ORACION DE LA IGLESIA<\/p>

                                                                              2767\u00a0\u00a0 Este don indisociable de las palabras del Se\u00f1or y del Esp\u00edritu Santo que les da vida en el coraz\u00f3n de los creyentes ha sido recibido y vivido por la Iglesia desde los comienzos. Las primeras comunidades recitan la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or \u00abtres veces al d\u00eda\u00bb (Didach\u00e9 8, 3), en lugar de las \u00abDieciocho bendiciones\u00bb de la piedad jud\u00eda.<\/p>

                                                                              2768\u00a0 Seg\u00fan la Tradici\u00f3n apost\u00f3lica, la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or est\u00e1 arraigada esencialmente en la oraci\u00f3n lit\u00fargica.<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Se\u00f1or nos ense\u00f1a a orar en com\u00fan por todos nuestros hermanos. Porque \u00e9l no dice \u00abPadre m\u00edo\u00bb que est\u00e1s en el cielo, sino \u00abPadre nuestro\u00bb, a fin de que nuestra oraci\u00f3n sea de una sola alma para todo el Cuerpo de la Iglesia (San Juan Cris\u00f3stomo, hom. in Mt. 19, 4).<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En todas las tradiciones lit\u00fargicas, la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or es parte integrante de las principales Horas del Oficio divino. Este car\u00e1cter eclesial aparece con evidencia sobre todo en los tres sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana:<\/p>

                                                                              2769\u00a0 En el Bautismo y la Confirmaci\u00f3n, la entrega [\u00abtraditio\u00bb] de la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or significa el nuevo nacimiento a la vida divina. Como la oraci\u00f3n cristiana es hablar con Dios con la misma Palabra de Dios, \u00ablos que son engendrados de nuevo por la Palabra del Dios vivo\u00bb (1 P 1, 23) aprenden a invocar a su Padre con la \u00fanica Palabra que \u00e9l escucha siempre. Y pueden hacerlo de ahora en adelante porque el Sello de la Unci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo ha sido grabado indeleble en sus corazones, sus o\u00eddos, sus labios, en todo su ser filial. Por eso, la mayor parte de los comentarios patr\u00edsticos del Padre Nuestro est\u00e1n dirigidos a los catec\u00famenos y a los ne\u00f3fitos. Cuando la Iglesia reza la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or, es siempre el Pueblo de los \u00abne\u00f3fitos\u00bb el que ora y obtiene misericordia (cf 1 P 2, 1-10).<\/p>

                                                                              2770\u00a0\u00a0 En la Liturgia eucar\u00edstica, la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or aparece como la oraci\u00f3n de toda la Iglesia. All\u00ed se revela su sentido pleno y su eficacia. Situada entre la An\u00e1fora (Oraci\u00f3n eucar\u00edstica) y la liturgia de la Comuni\u00f3n, recapitula por una parte todas las peticiones e intercesiones expresadas en el movimiento de la ep\u00edclesis, y, por otra parte, llama a la puerta del Fest\u00edn del Reino que la comuni\u00f3n sacramental va a anticipar.<\/p>

                                                                              2771 En la Eucarist\u00eda, la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or manifiesta tambi\u00e9n el car\u00e1cter escatol\u00f3gico de sus peticiones. Es la oraci\u00f3n propia de los \u00ab\u00faltimos tiempos\u00bb, tiempos de salvaci \u00f3n que han comenzado con la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo y que terminar\u00e1n con la Vuelta del Se\u00f1or. Las peticiones al Padre, a diferencia de las oraciones de la Antigua Alianza, se apoyan en el misterio de salvaci\u00f3n ya realizado, de una vez por todas, en Cristo crucificado y resucitado.<\/p>

                                                                              2772 De esta fe inquebrantable brota la esperanza que suscita cada una de las siete peticiones. Estas expresan los gemidos del tiempo presente, este tiempo de paciencia y de espera durante el cual \u00aba\u00fan no se ha manifestado lo que seremos\u00bb (1 Jn 3, 2; cf Col. 3, 4). La Eucarist\u00eda y el Padrenuestro est\u00e1n orientados hacia la venida del Se\u00f1or, \u00ab\u00a1hasta que venga!\u00bb (1 Co. 11, 26).<\/p>

                                                                              RESUMEN<\/p>

                                                                              2773 En respuesta a la petici\u00f3n de sus disc\u00edpulos (\u00abSe\u00f1or, ens\u00e9\u00f1anos a orar\u00bb: Lc 11, 1), Jes\u00fas les entrega la oraci\u00f3n cristiana fundamental, el \u00abPadre Nuestro\u00bb.<\/p>

                                                                              2774 \u00a0 \u00abLa oraci\u00f3n dominical es, en verdad, el resumen de todo el Evangelio\u00bb (Tertuliano, or. 1), \u00abla m\u00e1s perfecta de las oraciones\u00bb (Santo Tom\u00e1s de A. s. th. 2-2, 83, 9). Es el coraz\u00f3n de las Sagradas Escrituras.<\/p>

                                                                              2775 \u00a0 Se llama \u00abOraci\u00f3n dominical\u00bb porque nos viene del Se\u00f1or Jes\u00fas, Maestro y modelo de nuestra oraci\u00f3n.<\/p>

                                                                              2776 \u00a0 La Oraci\u00f3n dominical es la oraci\u00f3n por excelencia de la Iglesia. Forma parte integrante de las principales Horas del Oficio divino y de los sacramentos de la iniciaci\u00f3n cristiana: Bautismo, Confirmaci\u00f3n y Eucarist\u00eda. Inserta en la Eucarist\u00eda, manifiesta el car\u00e1cter \u00abescatol\u00f3gico\u00bb de sus peticiones, en la esperanza del Se\u00f1or, \u00abhasta que venga\u00bb (1 Co 11, 26).<\/p>

                                                                              Art\u00edculo 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cPADRE NUESTRO QUE ESTAS EN EL CIELO\u201d<\/p>

                                                                              I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 ACERCARSE A EL CON TODA CONFIANZA<\/p>

                                                                              2777 En la liturgia romana, se invita a la asamblea eucar\u00edstica a rezar el Padre Nuestro con una audacia filial; las liturgias orientales usan y desarrollan expresiones an\u00e1logas: \u00abAtrevernos con toda confianza\u00bb, \u00abHaznos dignos de\u00bb. Ante la zarza ardiendo, se le dijo a Mois\u00e9s: \u00abNo te acerques aqu\u00ed. Quita las sandalias de tus pies\u00bb (Ex 3, 5). Este umbral de la santidad divina, s\u00f3lo lo pod\u00eda franquear Jes\u00fas, el que \u00abdespu\u00e9s de llevar a cabo la purificaci\u00f3n de los pecados\u00bb (Hb 1, 3), nos introduce en presencia del Padre: \u00abH\u00e9nos aqu\u00ed, a m\u00ed y a los hijos que Dios me dio\u00bb (Hb 2, 13):<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La conciencia que tenemos de nuestra condici\u00f3n de esclavos nos har\u00eda meternos bajo tierra, nuestra condici\u00f3n terrena se deshar\u00eda en polvo, si la autoridad de nuestro mismo Padre y el Esp\u00edritu de su Hijo, no nos empujasen a proferir este grito: ‘Abb\u00e1, Padre’ (Rm 8, 15) … \u00bfCu\u00e1ndo la debilidad de un mortal se atrever\u00eda a llamar a Dios Padre suyo, sino solamente cuando lo \u00edntimo del hombre est\u00e1 animado por el Poder de lo alto? (San Pedro Cris\u00f3logo, serm. 71).<\/p>

                                                                              2778\u00a0\u00a0 Este poder del Esp\u00edritu que nos introduce en la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or se expresa en las liturgias de Oriente y de Occidente con la bella palabra, t\u00edpicamente cristiana: \u00abparrhesia\u00bb, simplicidad sin desviaci\u00f3n, conciencia filial, seguridad alegre, audacia humilde, certeza de ser amado (cf Ef 3, 12; Hb 3, 6; 4, 16; 10, 19; 1 Jn 2,28; 3, 21; 5, 14).<\/p>

                                                                              II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201c\u00a1PADRE!\u201d<\/p>

                                                                              2779\u00a0\u00a0 Antes de hacer nuestra esta primera exclamaci\u00f3n de la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or, conviene purificar humildemente nuestro coraz\u00f3n de ciertas im\u00e1genes falsas de \u00abeste mundo\u00bb. La humildad nos hace reconocer que \u00abnadie conoce al Padre, sino el Hijo y aqu\u00e9l a quien el Hijo se lo quiera revelar\u00bb, es decir \u00aba los peque\u00f1os\u00bb (Mt 11, 25-27). La purificaci\u00f3n del coraz\u00f3n concierne a im\u00e1genes paternales o maternales, correspondientes a nuestra historia personal y cultural, y que impregnan nuestra relaci\u00f3n con Dios. Dios nuestro Padre transciende las categor\u00edas del mundo creado. Transferir a \u00e9l, o contra \u00e9l, nuestras ideas en este campo ser\u00eda fabricar \u00eddolos para adorar o demoler. Orar al Padre es entrar en su misterio, tal como El es, y tal como el Hijo nos lo ha revelado:<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La expresi\u00f3n Dios Padre no hab\u00eda sido revelada jam\u00e1s a nadie. Cuando Mois\u00e9s pregunt\u00f3 a Dios qui\u00e9n era El, oy\u00f3 otro nombre. A nosotros este nombre nos ha sido revelado en el Hijo, porque este nombre implica el nuevo nombre del Padre (Tertuliano, or. 3).<\/p>

                                                                              2780\u00a0 Podemos invocar a Dios como \u00abPadre\u00bb porque \u00e9l nos ha sido revelado por su Hijo hecho hombre y su Esp\u00edritu nos lo hace conocer. Lo que el hombre no puede concebir ni los poderes ang\u00e9licos entrever, es decir, la relaci\u00f3n personal del Hijo hacia el Padre (cf Jn 1, 1), he aqu\u00ed que el Esp\u00edritu del Hijo nos hace participar de esta relaci\u00f3n a quienes creemos que Jes\u00fas es el Cristo y que hemos nacido de Dios (cf 1 Jn 5, 1).<\/p>

                                                                              2781 Cuando oramos al Padre estamos en comuni\u00f3n con El y con su Hijo, Jesucristo (cf 1 Jn 1, 3). Entonces le conocemos y lo reconocemos con admiraci\u00f3n siempre nueva. La primera palabra de la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or es una bendici\u00f3n de adoraci\u00f3n, antes de ser una imploraci\u00f3n. Porque la Gloria de Dios es que nosotros le reconozcamos como \u00abPadre\u00bb, Dios verdadero. Le damos gracias por habernos revelado su Nombre, por habernos concedido creer en \u00e9l y por haber sido habitados por su presencia.<\/p>

                                                                              2782\u00a0\u00a0 Podemos adorar al Padre porque nos ha hecho renacer a su vida al adoptarnos como hijos suyos en su Hijo \u00fanico: por el Bautismo nos incorpora al Cuerpo de su Cristo, y, por la Unci\u00f3n de su Esp\u00edritu que se derrama desde la Cabeza a los miembros, hace de nosotros \u00abcristos\u00bb:<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios, en efecto, que nos ha destinado a la adopci\u00f3n de hijos, nos ha conformado con el Cuerpo glorioso de Cristo. Por tanto, de ahora en adelante, como participantes de Cristo, sois llamados \u00abcristos\u00bb con justa causa. (San Cirilo de Jerusal\u00e9n, catech. myst. 3, 1).<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El hombre nuevo, que ha renacido y vuelto a su Dios por la gracia, dice primero: \u00ab\u00a1Padre!\u00bb, porque ha sido hecho hijo (San Cipriano, Dom. orat. 9).<\/p>

                                                                              2783\u00a0\u00a0 As\u00ed pues, por la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or, hemos sido revelados a nosotros mismos al mismo tiempo que nos ha sido revelado el Padre (cf GS 22, 1):<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 T\u00fa, hombre, no te atrev\u00edas a levantar tu cara hacia el cielo, t\u00fa bajabas los ojos hacia la tierra, y de repente has recibido la gracia de Cristo: todos tus pecados te han sido perdonados. De siervo malo, te has convertido en buen hijo… Eleva, pues, los ojos hacia el Padre que te ha rescatado por medio de su Hijo y di: Padre nuestro… Pero no reclames ning\u00fan privilegio. No es Padre, de manera especial, m\u00e1s que de Cristo, mientras que a nosotros nos ha creado. Di entonces tambi\u00e9n por medio de la gracia: Padre nuestro, para merecer ser hijo suyo (San Ambrosio, sacr. 5, 19).<\/p>

                                                                              2784\u00a0 Este don gratuito de la adopci\u00f3n exige por nuestra parte una conversi\u00f3n continua y una vida nueva. Orar a nuestro Padre debe desarrollar en nosotros dos disposiciones fundamentales:<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El deseo y la voluntad de asemejarnos a \u00e9l. Creados a su imagen, la semejanza se nos ha dado por gracia y tenemos que responder a ella.<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es necesario acordarnos, cuando llamemos a Dios ‘Padre nuestro’, de que debemos comportarnos como hijos de Dios (San Cipriano, Dom. orat. 11).<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 No pod\u00e9is llamar Padre vuestro al Dios de toda bondad si manten\u00e9is un coraz\u00f3n cruel e inhumano; porque en este caso ya no ten\u00e9is en vosotros la se\u00f1al de la bondad del Padre celestial (San Juan Cris\u00f3stomo, hom. in Mt 7, 14).<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es necesario contemplar continuamente la belleza del Padre e impregnar de ella nuestra alma (San Gregorio de Nisa, or. dom. 2).<\/p>

                                                                              2785\u00a0\u00a0 Un coraz\u00f3n humilde y confiado que nos hace volver a ser como ni\u00f1os (cf Mt 18, 3); porque es a \u00ablos peque\u00f1os\u00bb a los que el Padre se revela (cf Mt 11, 25):<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es una mirada a Dios nada m\u00e1s, un gran fuego de amor. El alma se hunde y se abisma all\u00ed en la santa dilecci\u00f3n y habla con Dios como con su propio Padre, muy familiarmente, en una ternura de piedad en verdad entra\u00f1able (San Juan Casiano, coll. 9, 18).<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Padre nuestro: este nombre suscita en nosotros todo a la vez, el amor, el gusto en la oraci\u00f3n, … y tambi\u00e9n la esperanza de obtener lo que vamos a pedir …\u00bfQu\u00e9 puede El, en efecto, negar a la oraci\u00f3n de sus hijos, cuando ya previamente\u00a0 les ha permitido ser sus hijos? (San Agust\u00edn, serm. Dom. 2, 4, 16).<\/p>

                                                                              III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 PADRE \u201cNUESTRO\u201d<\/p>

                                                                              2786\u00a0 Padre \u00abNuestro\u00bb se refiere a Dios. Este adjetivo, por nuestra parte, no expresa una posesi\u00f3n, sino una relaci\u00f3n totalmente nueva con Dios.<\/p>

                                                                              2787\u00a0\u00a0 Cuando decimos Padre \u00abnuestro\u00bb, reconocemos ante todo que todas sus promesas de amor anunciadas por los Profetas se han cumplido en la nueva y eterna Alianza en Cristo: hemos llegado a ser \u00absu Pueblo\u00bb y El es desde ahora en adelante \u00abnuestro Dios\u00bb. Esta relaci\u00f3n nueva es una pertenencia mutua dada gratuitamente: por amor y fidelidad (cf Os 2, 21-22; 6, 1-6) tenemos que responder \u00aba la gracia y a la verdad que nos han sido dadas en Jesucristo (Jn 1, 17).<\/p>

                                                                              2788\u00a0 Como la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or es la de su Pueblo en los \u00ab\u00faltimos tiempos\u00bb, ese \u00abnuestro\u00bb expresa tambi\u00e9n la certeza de nuestra esperanza en la \u00faltima promesa de Dios: en la nueva Jerusal\u00e9n dir\u00e1 al vencedor: \u00abYo ser\u00e9 su Dios y \u00e9l ser\u00e1 mi hijo\u00bb (Ap 21, 7).<\/p>

                                                                              2789\u00a0 Al decir Padre \u00abnuestro\u00bb, es al Padre de nuestro Se\u00f1or Jesucristo a quien nos dirigimos personalmente. No dividimos la divinidad, ya que el Padre es su \u00abfuente y origen\u00bb, sino confesamos que eternamente el Hijo es engendrado por El y que de El procede el Esp\u00edritu Santo. No confundimos de ninguna manera las personas, ya que confesamos que nuestra comuni\u00f3n es con el Padre y su Hijo, Jesucristo, en su \u00fanico Esp\u00edritu Santo. La Sant\u00edsima Trinidad es consubstancial e indivisible. Cuando oramos al Padre, le adoramos y le glorificamos con el Hijo y el Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                                                              2790\u00a0 Gramaticalmente, \u00abnuestro\u00bb califica una realidad com\u00fan a varios. No hay m\u00e1s que un solo Dios y es reconocido Padre por aquellos que, por la fe en su Hijo \u00fanico, han renacido de El por el agua y por el Esp\u00edritu (cf 1 Jn 5, 1; Jn 3, 5). La Iglesia es esta nueva comuni\u00f3n de Dios y de los hombres: unida con el Hijo \u00fanico hecho \u00abel primog\u00e9nito de una multitud de hermanos\u00bb (Rm 8, 29) se encuentra en comuni\u00f3n con un solo y mismo Padre, en un solo y mismo Esp\u00edritu (cf Ef\u00a0 4, 4-6). Al decir Padre \u00abnuestro\u00bb, la oraci\u00f3n de cada bautizado se hace en esta comuni\u00f3n: \u00abLa multitud de creyentes no ten\u00eda m\u00e1s que un solo coraz\u00f3n y una sola alma\u00bb (Hch 4, 32).<\/p>

                                                                              2791 Por eso, a pesar de las divisiones entre los cristianos, la oraci\u00f3n al Padre \u00abnuestro\u00bb contin\u00faa siendo un bien com\u00fan y un llamamiento apremiante para todos los bautizados. En comuni\u00f3n con Cristo por la fe y el Bautismo, los cristianos deben participar en la oraci\u00f3n de Jes\u00fas por la unidad de sus disc\u00edpulos (cf UR 8; 22).<\/p>

                                                                              2792\u00a0\u00a0 Por \u00faltimo, si recitamos en verdad el \u00abPadre Nuestro\u00bb, salimos del individualismo, porque de \u00e9l nos libera el Amor que recibimos. El adjetivo \u00abnuestro\u00bb al comienzo de la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or, as\u00ed como el \u00abnosotros\u00bb de las cuatro \u00faltimas peticiones no es exclusivo de nadie. Para que se diga en verdad (cf Mt 5, 23-24; 6, 14-16), debemos superar nuestras divisiones y los conflictos entre nosotros.<\/p>

                                                                              2793\u00a0\u00a0 Los bautizados no pueden rezar al Padre \u00abnuestro\u00bb sin llevar con ellos ante El todos aquellos por los que el Padre ha entregado a su Hijo amado. El amor de Dios no tiene fronteras, nuestra oraci\u00f3n tampoco debe tenerla (cf. NA 5). Orar a \u00abnuestro\u00bb Padre nos abre a dimensiones de su Amor manifestado en Cristo: orar con todos los hombres y por todos los que no le conocen a\u00fan para que \u00abest\u00e9n reunidos en la unidad\u00bb (Jn 11, 52). Esta solicitud divina por todos los hombres y por toda la creaci\u00f3n ha animado a todos los grandes orantes.<\/p>

                                                                              IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cQUE ESTAS EN EL CIELO\u201d<\/p>

                                                                              2794\u00a0 Esta expresi\u00f3n b\u00edblica no significa un lugar [\u00abel espacio\u00bb] sino una manera de ser; no el alejamiento de Dios sino su majestad. Dios Padre no est\u00e1 \u00abfuera\u00bb, sino \u00abm\u00e1s all\u00e1 de todo\u00bb lo que acerca de la santidad divina puede el hombre concebir. Como es tres veces Santo, est\u00e1 totalmente cerca del coraz\u00f3n humilde y contrito:<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Con raz\u00f3n, estas palabras ‘Padre nuestro que est\u00e1s en el Cielo’ hay que entenderlas en relaci\u00f3n al coraz\u00f3n de los justos en el que Dios habita como en su templo. Por eso tambi\u00e9n el que ora desea ver que reside en \u00e9l Aqu\u00e9l a quien invoca (San Agust\u00edn, serm. Dom. 2, 5. 17).<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El \u00abcielo\u00bb bien pod\u00eda ser tambi\u00e9n aquellos que llevan la imagen del mundo celestial, y en los que Dios habita y se pasea (San Cirilo de Jerusal\u00e9n, catech. myst. 5, 11).<\/p>

                                                                              2795\u00a0\u00a0 El s\u00edmbolo del cielo nos remite al misterio de la Alianza que vivimos cuando oramos al Padre. El est\u00e1 en el cielo, es su morada, la Casa del Padre es por tanto nuestra \u00abpatria\u00bb. De la patria de la Alianza el pecado nos ha desterrado (cf Gn 3) y hacia el Padre, hacia el cielo, la conversi\u00f3n del coraz\u00f3n nos hace volver (cf Jr 3, 19-4, 1a; Lc 15, 18. 21). En Cristo se han reconciliado el cielo y la tierra (cf Is 45, 8; Sal 85, 12), porque el Hijo \u00abha bajado del cielo\u00bb, solo, y nos hace subir all\u00ed con \u00e9l, por medio de su Cruz, su Resurrecci\u00f3n y su Ascensi\u00f3n (cf Jn 12, 32; 14, 2-3; 16, 28; 20, 17; Ef 4, 9-10; Hb 1, 3; 2, 13).<\/p>

                                                                              2796\u00a0 Cuando la Iglesia ora diciendo \u00abPadre nuestro que est\u00e1s en el cielo\u00bb, profesa que somos el Pueblo de Dios \u00absentado en el cielo, en Cristo Jes\u00fas\u00bb (Ef 2, 6), \u00abocultos con Cristo en Dios\u00bb (Col 3, 3), y, al mismo tiempo, \u00abgemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitaci\u00f3n celestial\u00bb (2 Co 5, 2; cf Flp 3, 20; Hb 13, 14):<\/p>

                                                                              \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los cristianos est\u00e1n en la carne, pero no viven seg\u00fan la carne. Pasan su vida en la tierra, pero son ciudadanos del cielo (Ep\u00edstola a Diogneto 5, 8-9).<\/p>

                                                                              RESUMEN<\/p>

                                                                              2797\u00a0\u00a0 La confianza sencilla y fiel, la seguridad humilde y alegre son las disposiciones propias del que reza el \u00abPadre Nuestro\u00bb.<\/p>

                                                                              2798 Podemos invocar a Dios como \u00abPadre\u00bb porque nos lo ha revelado el Hijo de Dios hecho hombre, en quien, por el Bautismo, somos incorporados y adoptados como hijos de Dios.<\/p>

                                                                              2799 La oraci\u00f3n del Se\u00f1or nos pone en comuni\u00f3n con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Al mismo tiempo, nos revela a nosotros mismos. (cf GS 22,1).<\/p>

                                                                              2800\u00a0 Orar al Padre debe hacer crecer en nosotros la voluntad de asemejarnos a \u00e9l, as\u00ed como debe fortalecer un coraz\u00f3n humilde y confiado.<\/p>

                                                                              2801 Al decir Padre \u00abNuestro\u00bb, invocamos la nueva Alianza en Jesucristo, la comuni\u00f3n con la Sant\u00edsima Trinidad y la caridad divina que se extiende por medio de la Iglesia a lo largo del mundo.<\/p>

                                                                              2802\u00a0 \u00abQue est\u00e1s en el cielo\u00bb no designa un lugar sino la majestad de Dios y su presencia en el coraz\u00f3n de los justos. El cielo, la Casa del Padre, constituye la verdadera patria hacia donde tendemos y a la que ya pertenecemos.<\/p>

                                                                              Art\u00edculo 3: \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS SIETE PETICIONES<\/p>

                                                                              1. Despu\u00e9s de habernos puesto en presencia de Dios nuestro Padre para adorarle, amarle y bendecirle, el Esp\u00edritu filial hace surgir de nuestros corazones siete peticiones, siete bendiciones. Las tres primeras, m\u00e1s teologales, nos atraen hacia la Gloria del Padre; las cuatro \u00faltimas, como caminos hacia El, ofrecen nuestra miseria a su Gracia. \u00abAbismo que llama al abismo\u00bb (Sal 42, 8).<\/li><\/ol>
                                                                                1. El primer grupo de peticiones nos lleva hacia El, para El: \u00a1tu Nombre, tu Reino, tu Voluntad! Lo propio del amor es pensar primeramente en Aqu\u00e9l que amamos. En cada una de estas tres peticiones, nosotros no \u00abnos\u00bb nombramos, sino que lo que nos mueve es \u00abel deseo ardiente\u00bb, \u00abel ansia\u00bb del Hijo amado, por la Gloria de su Padre,(cf Lc 22, 14; 12, 50): \u00abSantificado sea … venga … h\u00e1gase …\u00bb: estas tres s\u00faplicas ya han sido escuchadas en el Sacrificio de Cristo Salvador, pero ahora est\u00e1n orientadas, en la esperanza, hacia su cumplimiento final mientras Dios no sea todav\u00eda todo en todos (cf 1 Co 15, 28).<\/li><\/ol>

                                                                                  2805\u00a0 El segundo grupo de peticiones se desenvuelve en el movimiento de ciertas ep\u00edclesis eucar\u00edsticas: son la ofrenda de nuestra esperanza y atrae la mirada del Padre de las misericordias. Brota de nosotros y nos afecta ya ahora, en este mundo: \u00abdanos … perd\u00f3nanos … no nos dejes … l\u00edbranos\u00bb. La cuarta y la quinta petici\u00f3n se refieren a nuestra vida como tal, sea para alimentarla, sea para curarla del pecado; las dos \u00faltimas se refieren a nuestro combate por la victoria de la Vida, el combate mismo de la oraci\u00f3n.<\/p>

                                                                                  2806\u00a0 Mediante las tres primeras peticiones somos afirmados en la fe, llenos de esperanza y abrasados por la caridad. Como criaturas y pecadores todav\u00eda, debemos pedir para nosotros, un \u00abnosotros\u00bb que abarca el mundo y la historia, que ofrecemos al amor sin medida de nuestro Dios. Porque nuestro Padre cumple su plan de salvaci\u00f3n para nosotros y para el mundo entero por medio del Nombre de Cristo y del Reino del Esp\u00edritu Santo.<\/p>

                                                                                  I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 SANTIFICADO SEA TU NOMBRE<\/p>

                                                                                  2807\u00a0 El t\u00e9rmino \u00absantificar\u00bb debe entenderse aqu\u00ed, en primer lugar, no en su sentido causativo (solo Dios santifica, hace santo) sino sobre todo en un sentido estimativo: reconocer como santo, tratar de una manera santa. As\u00ed es como, en la adoraci\u00f3n, esta invocaci\u00f3n se entiende a veces como una alabanza y una acci\u00f3n de gracias (cf Sal 111, 9; Lc 1, 49). Pero esta petici\u00f3n es ense\u00f1ada por Jes\u00fas como algo a desear profundamente y como proyecto en que Dios y el hombre se comprometen. Desde la primera petici\u00f3n a nuestro Padre, estamos sumergidos en el misterio \u00edntimo de su Divinidad y en el drama de la salvaci\u00f3n de nuestra humanidad. Pedirle que su Nombre sea santificado nos implica en \u00abel ben\u00e9volo designio que \u00e9l se propuso de antemano\u00bb para que nosotros seamos \u00absantos e inmaculados en su presencia, en el amor\u00bb (cf Ef 1, 9. 4).<\/p>

                                                                                  2808\u00a0 En los momentos decisivos de su Econom\u00eda, Dios revela su Nombre, pero lo revela realizando su obra. Esta obra no se realiza para nosotros y en nosotros m\u00e1s que si su Nombre es santificado por nosotros y en nosotros.<\/p>

                                                                                  2809\u00a0 La santidad de Dios es el hogar inaccesible de su misterio eterno. Lo que se manifiesta de \u00e9l en la creaci\u00f3n y en la historia, la Escritura lo llama Gloria, la irradiaci\u00f3n de su Majestad (cf Sal 8; Is 6, 3). Al crear al hombre \u00aba su imagen y semejanza\u00bb (Gn 1, 26), Dios \u00ablo corona de gloria\u00bb (Sal 8, 6), pero al pecar,\u00a0 el hombre queda \u00abprivado de la Gloria de Dios\u00bb (Rm 3, 23). A partir de entonces, Dios manifestar\u00e1 su Santidad revelando y dando su Nombre, para restituir al hombre \u00aba la imagen de su Creador\u00bb (Col 3, 10).<\/p>

                                                                                  2810 En la promesa hecha a Abraham y en el juramento que la acompa\u00f1a (cf Hb 6, 13), Dios se compromete a s\u00ed mismo sin revelar su Nombre. Empieza a revelarlo a Mois\u00e9s (cf Ex 3, 14) y lo manifiesta a los ojos de todo el pueblo salv\u00e1ndolo de los egipcios: \u00abse cubri\u00f3 de Gloria\u00bb (Ex 15, 1). Desde la Alianza del Sina\u00ed, este pueblo es \u00absuyo\u00bb y debe ser una \u00abnaci\u00f3n santa\u00bb (o consagrada, es la misma palabra en hebreo: cf Ex 19, 5-6) porque el Nombre de Dios habita en \u00e9l.<\/p>

                                                                                  2811 A pesar de la Ley santa que le da y le vuelve a dar el Dios Santo (cf Lv 19, 2: \u00abSed santos, porque yo, el Se\u00f1or, vuestro Dios soy santo\u00bb), y aunque el Se\u00f1or \u00abtuvo respeto a su Nombre\u00bb y us\u00f3 de paciencia, el pueblo se separ\u00f3 del Santo de Israel y \u00abprofan\u00f3 su Nombre entre las naciones\u00bb (cf Ez 20, 36). Por eso, los justos de la Antigua Alianza, los pobres que regresaron del exilio y los profetas se sintieron inflamados por la pasi\u00f3n por su Nombre.<\/p>

                                                                                  2812 Finalmente, el Nombre de Dios Santo se nos ha revelado y dado, en la carne, en Jes\u00fas, como Salvador (cf Mt 1, 21; Lc 1, 31): revelado por lo que \u00e9l ss, por su Palabra y por su Sacrificio (cf Jn 8, 28; 17, 8; 17, 17-19). Esto es el n\u00facleo de su oraci\u00f3n sacerdotal: \u00abPadre santo … por ellos me consagro a m\u00ed mismo, para que ellos tambi\u00e9n sean consagrados en la verdad\u00bb (Jn 17, 19). Jes\u00fas nos \u00abmanifiesta\u00bb el Nombre del Padre (Jn 17, 6) porque \u00absantifica\u00bb \u00e9l mismo su Nombre (cf Ez 20, 39; 36, 20-21). Al terminar su Pascua, el Padre le da el Nombre que est\u00e1 sobre todo nombre: Jes\u00fas es Se\u00f1or para gloria de Dios Padre (cf Flp 2, 9-11).<\/p>

                                                                                  2813 \u00a0 En el agua del bautismo, hemos sido \u00ablavados, santificados, justificados en el Nombre del Se\u00f1or Jesucristo y en el Esp\u00edritu de nuestro Dios\u00bb (1 Co 6, 11). A lo largo de nuestra vida, nuestro Padre \u00abnos llama a la santidad\u00bb (1 Ts 4, 7) y como nos viene de \u00e9l que \u00abestemos en Cristo Jes\u00fas, al cual hizo Dios para nosotros santificaci\u00f3n\u00bb (1 Co 1, 30), es cuesti\u00f3n de su Gloria y de nuestra vida el que su Nombre sea santificado en nosotros y por nosotros. Tal es la exigencia de nuestra primera petici\u00f3n.<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfQui\u00e9n podr\u00eda santificar a Dios puesto que \u00e9l santifica? Inspir\u00e1ndonos nosotros en estas palabras ‘Sed santos porque yo soy santo’ (Lv 20, 26), pedimos que, santificados por el bautismo, perseveremos en lo que hemos comenzado a ser. Y lo pedimos todos los d\u00edas porque faltamos diariamente y debemos purificar nuestros pecados por una santificaci\u00f3n incesante… Recurrimos, por tanto, a la oraci\u00f3n para que esta santidad permanezca en nosotros (San Cipriano, Dom orat. 12).<\/p>

                                                                                  2814 Depende inseparablemente de nuestra vida y de nuestra oraci\u00f3n que su Nombre sea santificado entre las naciones:<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pedimos a Dios santificar su Nombre porque \u00e9l salva y santifica a toda la creaci\u00f3n por medio de la santidad… Se trata del Nombre que da la salvaci\u00f3n al mundo perdido pero nosotros pedimos que este Nombre de Dios sea santificado en nosotros por nuestra vida. Porque si nosotros vivimos bien, el nombre divino es bendecido; pero si vivimos mal, es blasfemado, seg\u00fan las palabras del Ap\u00f3stol: ‘el nombre de Dios, por vuestra causa, es blasfemado entre las naciones'(Rm 2, 24; Ez 36, 20-22). Por tanto, rogamos para merecer tener en nuestras almas tanta santidad como santo es el nombre de nuestro Dios (San Pedro Cris\u00f3logo, serm. 71).<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando decimos \u00absantificado sea tu Nombre\u00bb, pedimos que sea santificado en nosotros que estamos en \u00e9l, pero tambi\u00e9n en los otros a los que la gracia de Dios espera todav\u00eda para conformarnos al precepto que nos obliga a orar por todos, incluso por nuestros enemigos. He ah\u00ed por qu\u00e9 no decimos expresamente: Santificado sea tu Nombre ‘en nosotros’, porque pedimos que lo sea en todos los hombres (Tertuliano, or. 3).<\/p>

                                                                                  2815 Esta petici\u00f3n, que contiene a todas, es escuchada gracias a la oraci\u00f3n de Cristo, como las otras seis que siguen. La oraci\u00f3n del Padre nuestro es oraci\u00f3n nuestra si se hace \u00aben el Nombre\u00bb de Jes\u00fas (cf Jn 14, 13; 15, 16; 16, 24. 26). Jes\u00fas pide en su oraci\u00f3n sacerdotal: \u00abPadre santo, cuida en tu Nombre a los que me has dado\u00bb (Jn 17, 11).<\/p>

                                                                                  II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 VENGA A NOSOTROS TU REINO<\/p>

                                                                                  2816 En el Nuevo Testamento, la palabra \u00abbasileia\u00bb se puede traducir por realeza (nombre abstracto), reino (nombre concreto) o reinado (de reinar, nombre de acci\u00f3n). El Reino de Dios est\u00e1 ante nosotros. Se aproxima en el Verbo encarnado, se anuncia a trav\u00e9s de todo el Evangelio, llega en la muerte y la Resurrecci\u00f3n de Cristo. El Reino de Dios adviene en la Ultima Cena y por la Eucarist\u00eda est\u00e1 entre nosotros. El Reino de Dios llegar\u00e1 en la gloria cuando Jesucristo lo devuelva a su Padre:<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Incluso puede ser que el Reino de Dios signifique Cristo en persona, al cual llamamos con nuestras voces todos los d\u00edas y de quien queremos apresurar su advenimiento por nuestra espera. Como es nuestra Resurrecci\u00f3n porque resucitamos en \u00e9l, puede ser tambi\u00e9n el Reino de Dios porque en \u00e9l reinaremos (San Cipriano, Dom. orat. 13).<\/p>

                                                                                  2817 Esta petici\u00f3n es el \u00abMarana Tha\u00bb, el grito del Esp\u00edritu y de la Esposa: \u00abVen, Se\u00f1or Jes\u00fas\u00bb:<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Incluso aunque esta oraci\u00f3n no nos hubiera mandado pedir el advenimiento del Reino, habr\u00edamos tenido que expresar esta petici\u00f3n , dirigi\u00e9ndonos con premura a la meta de nuestras esperanzas. Las almas de los m\u00e1rtires, bajo el altar, invocan al Se\u00f1or con grandes gritos: ‘\u00bfHasta cu\u00e1ndo, Due\u00f1o santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia por nuestra sangre a los habitantes de la tierra?’ (Ap 6, 10). En efecto, los m\u00e1rtires deben alcanzar la justicia al fin de los tiempos. Se\u00f1or, \u00a1apresura, pues, la venida de tu Reino! (Tertuliano, or. 5).<\/p>

                                                                                  2818 En la oraci\u00f3n del Se\u00f1or, se trata principalmente de la venida final del Reino de Dios por medio del retorno de Cristo (cf Tt 2, 13). Pero este deseo no distrae a la Iglesia de su misi\u00f3n en este mundo, m\u00e1s bien la compromete. Porque desde Pentecost\u00e9s, la venida del Reino es obra del Esp\u00edritu del Se\u00f1or \u00aba fin de santificar todas las cosas llevando a plenitud su obra en el mundo\u00bb (MR, plegaria eucar\u00edstica IV).<\/p>

                                                                                  2819 \u00abEl Reino de Dios es justicia y paz y gozo en el Esp\u00edritu Santo\u00bb (Rm 14, 17). Los \u00faltimos tiempos en los que estamos son los de la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo. Desde entonces est\u00e1 entablado un combate decisivo entre \u00abla carne\u00bb y el Esp\u00edritu (cf Ga 5, 16-25):<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Solo un coraz\u00f3n puro puede decir con seguridad: ‘\u00a1Venga a nosotros tu Reino!’. Es necesario haber estado en la escuela de Pablo para decir: ‘Que el pecado no reine ya en nuestro cuerpo mortal’ (Rm 6, 12). El que se conserva puro en sus acciones, sus pensamientos y sus palabras, puede decir a Dios: ‘\u00a1Venga tu Reino!’ (San Cirilo de Jerusal\u00e9n, catech. myst. 5, 13).<\/p>

                                                                                  2820\u00a0 Discerniendo seg\u00fan el Esp\u00edritu, los cristianos deben distinguir entre el crecimiento del Reino de Dios y el progreso de la cultura y la promoci\u00f3n de la sociedad en las que est\u00e1n implicados. Esta distinci\u00f3n no es una separaci\u00f3n. La vocaci\u00f3n del hombre a la vida eterna no suprime sino que refuerza su deber de poner en pr\u00e1ctica las energ\u00edas y los medios recibidos del Creador para servir en este mundo a la justicia y a la paz (cf GS 22; 32; 39; 45; EN 31).<\/p>

                                                                                  2821 Esta petici\u00f3n est\u00e1 sostenida y escuchada en la oraci\u00f3n de Jes\u00fas (cf Jn 17, 17-20), presente y eficaz en la Eucarist\u00eda; su fruto es la vida nueva seg\u00fan las Bienaventuranzas (cf Mt 5, 13-16; 6, 24; 7, 12-13).<\/p>

                                                                                  III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 H\u00c1GASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO<\/p>

                                                                                  2822 \u00a0 La voluntad de nuestro Padre es \u00abque todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad\u00bb (1 Tm 2, 3-4). El \u00abusa de paciencia, no queriendo que algunos perezcan\u00bb (2 P 3, 9; cf Mt 18, 14). Su mandamiento que resume todos los dem\u00e1s y que nos dice toda su voluntad es que \u00abnos amemos los unos a los otros como \u00e9l nos ha amado\u00bb (Jn 13, 34; cf 1 Jn 3; 4; Lc 10, 25-37).<\/p>

                                                                                  2823\u00a0\u00a0 El nos ha dado a \u00abconocer el Misterio de su voluntad seg\u00fan el ben\u00e9volo designio que en \u00e9l se propuso de antemano … : hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza … a \u00e9l por quien entramos en herencia, elegidos de antemano seg\u00fan el previo designio del que realiza todo conforme a la decisi\u00f3n de su Voluntad\u00bb (Ef 1, 9-11). Pedimos con insistencia que se realice plenamente este designio ben\u00e9volo, en la tierra como ya ocurre en el cielo.<\/p>

                                                                                  2824\u00a0 En Cristo, y por medio de su voluntad humana, la voluntad del Padre fue cumplida perfectamente y de una vez por todas. Jes\u00fas dijo al entrar en el mundo: \u00bb He aqu\u00ed que yo vengo, oh Dios, a hacer tu voluntad\u00bb (Hb 10, 7; Sal 40, 7). S\u00f3lo Jes\u00fas puede decir: \u00abYo hago siempre lo que le agrada a \u00e9l\u00bb (Jn 8, 29). En la oraci\u00f3n de su agon\u00eda, acoge totalmente esta Voluntad: \u00abNo se haga mi voluntad sino la tuya\u00bb (Lc 22, 42; cf Jn 4, 34; 5, 30; 6, 38). He aqu\u00ed por qu\u00e9 Jes\u00fas \u00abse entreg\u00f3 a s\u00ed mismo por nuestros pecados seg\u00fan la voluntad de Dios\u00bb (Ga 1, 4). \u00abY en virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblaci\u00f3n de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo\u00bb (Hb 10, 10).<\/p>

                                                                                  2825\u00a0\u00a0 Jes\u00fas, \u00abaun siendo Hijo, con lo que padeci\u00f3, experiment\u00f3 la obediencia\u00bb (Hb 5, 8). \u00a1Con cu\u00e1nta m\u00e1s raz\u00f3n la deberemos experimentar nosotros, criaturas y pecadores, que hemos llegado a ser hijos de adopci\u00f3n en \u00e9l! Pedimos a nuestro Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo para cumplir su voluntad, su designio de salvaci\u00f3n para la vida del mundo. Nosotros somos radicalmente impotentes para ello, pero unidos a Jes\u00fas y con el poder de su Esp\u00edritu Santo, podemos poner en sus manos nuestra voluntad y decidir escoger lo que su Hijo siempre ha escogido: hacer lo que agrada al Padre (cf Jn 8, 29):<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Adheridos a Cristo, podemos llegar a ser un solo esp\u00edritu con \u00e9l, y as\u00ed cumplir su voluntad: de esta forma \u00e9sta se har\u00e1 tanto en la tierra como en el cielo (Or\u00edgenes, or. 26).<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Considerad c\u00f3mo Jesucristo nos ense\u00f1a a ser humildes, haci\u00e9ndonos ver que nuestra virtud no depende s\u00f3lo de nuestro esfuerzo sino de la gracia de Dios. El ordena a cada fiel que ora, que lo haga universalmente por toda la tierra. Porque no dice ‘Que tu voluntad se haga’ en m\u00ed o en vosotros ‘sino en toda la tierra’: para que el error sea desterrado de ella, que la verdad reine en ella, que el vicio sea destruido en ella, que la virtud vuelva a florecer en ella y que la tierra ya no sea diferente del cielo (San Juan Cris\u00f3stomo, hom. in Mt 19, 5).<\/p>

                                                                                  2826\u00a0 Por la oraci\u00f3n, podemos \u00abdiscernir cu\u00e1l es la voluntad de Dios\u00bb (Rm 12, 2; Ef 5, 17) y obtener \u00abconstancia\u00a0 para cumplirla\u00bb (Hb 10, 36). Jes\u00fas nos ense\u00f1a que se entra en el Reino de los cielos, no mediante palabras, sino \u00abhaciendo la voluntad de mi Padre que est\u00e1 en los cielos\u00bb (Mt 7, 21).<\/p>

                                                                                  2827\u00a0\u00a0 \u00abSi alguno cumple la voluntad de Dios, a ese le escucha\u00bb (Jn 9, 31; cf 1 Jn 5, 14). Tal es el poder de la oraci\u00f3n de la Iglesia en el Nombre de su Se\u00f1or, sobre todo en la Eucarist\u00eda; es comuni\u00f3n de intercesi\u00f3n con la Sant\u00edsima Madre de Dios (cf Lc 1, 38. 49) y con todos los santos que han sido \u00abagradables\u00bb al Se\u00f1or por no haber querido m\u00e1s que su Voluntad:<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Incluso podemos, sin herir la verdad, cambiar estas palabras: ‘H\u00e1gase tu voluntad en la tierra como en el cielo’ por estas otras: en la Iglesia como en nuestro Se\u00f1or Jesucristo; en la Esposa que le ha sido desposada, como en el Esposo que ha cumplido la voluntad del Padre (San Agust\u00edn, serm. Dom. 2, 6, 24).<\/p>

                                                                                  IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DIA<\/p>

                                                                                  2828\u00a0 \u00abDanos\u00bb: es hermosa la confianza de los hijos que esperan todo de su Padre. \u00abHace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos\u00bb (Mt 5, 45) y da a todos los vivientes \u00aba su tiempo su alimento\u00bb (Sal 104, 27). Jes\u00fas nos ense\u00f1a esta petici\u00f3n; con ella se glorifica, en efecto, a nuestro Padre reconociendo hasta qu\u00e9 punto es Bueno m\u00e1s all\u00e1 de toda bondad.<\/p>

                                                                                  2829\u00a0 Adem\u00e1s, \u00abdanos\u00bb es la expresi\u00f3n de la Alianza: nosotros somos de El y \u00e9l de nosotros, para nosotros. Pero este \u00abnosotros\u00bb lo reconoce tambi\u00e9n como Padre de todos los hombres, y nosotros le pedimos por todos ellos, en solidaridad con sus necesidades y sus sufrimientos.<\/p>

                                                                                  2830\u00a0 \u00abNuestro pan\u00bb. El Padre que nos da la vida no puede dejar de darnos el alimento necesario para ella, todos los bienes convenientes, materiales y espirituales. En el Serm\u00f3n de la monta\u00f1a, Jes\u00fas insiste en esta confianza filial que coopera con la Providencia de nuestro Padre (cf Mt 6, 25-34). No nos impone ninguna pasividad (cf 2 Ts 3, 6-13) sino que quiere librarnos de toda inquietud agobiante y de toda preocupaci\u00f3n. As\u00ed es el abandono filial de los hijos de Dios:<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 A los que buscan el Reino y la justicia de Dios, \u00e9l les promete darles todo por a\u00f1adidura. Todo en efecto pertenece a Dios: al que posee a Dios, nada le falta, si \u00e9l mismo no falta a Dios. (S. Cipriano, Dom. orat. 21).<\/p>

                                                                                  2831 Pero la existencia de hombres que padecen hambre por falta de pan revela otra hondura de esta petici\u00f3n. El drama del hambre en el mundo, llama a los cristianos que oran en verdad a una responsabilidad efectiva hacia sus hermanos, tanto en sus conductas personales como en su solidaridad con la familia humana. Esta petici\u00f3n de la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or no puede ser aislada de las par\u00e1bolas del pobre L\u00e1zaro (cf Lc 16, 19-31) y del juicio final (cf Mt 25, 31-46).<\/p>

                                                                                  2832\u00a0\u00a0 Como la levadura en la masa, la novedad del Reino debe fermentar la tierra con el Esp\u00edritu de Cristo (cf AA 5). Debe manifestarse por la instauraci\u00f3n de la justicia en las relaciones personales y sociales, econ\u00f3micas e internacionales, sin olvidar jam\u00e1s que no hay estructura justa sin seres humanos que quieran ser justos.<\/p>

                                                                                  2833\u00a0\u00a0 Se trata de \u00abnuestro\u00bb pan, \u00abuno\u00bb para \u00abmuchos\u00bb: La pobreza de las Bienaventuranzas entra\u00f1a compartir los bienes: invita a comunicar y compartir bienes materiales y espirituales, no por la fuerza sino por amor, para que la abundancia de unos remedie las necesidades de otros (cf 2 Co 8, 1-15).<\/p>

                                                                                  2834\u00a0 \u00abOra et labora\u00bb (cf. San Benito, reg. 20; 48). \u00abOrad como si todo dependiese de Dios y trabajad como si todo dependiese de vosotros\u00bb. Despu\u00e9s de realizado nuestro trabajo, el alimento contin\u00faa siendo don de nuestro Padre; es bueno ped\u00edrselo, d\u00e1ndole gracias por \u00e9l. Este es el sentido de la bendici\u00f3n de la mesa en una familia cristiana.<\/p>

                                                                                  2835\u00a0\u00a0 Esta petici\u00f3n y la responsabilidad que implica sirven adem\u00e1s para otra clase de hambre de la que desfallecen los hombres: \u00abNo s\u00f3lo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca de Dios\u00bb (Dt 8, 3; Mt 4, 4), es decir, de su Palabra y de su Esp\u00edritu. Los cristianos deben movilizar todos sus esfuerzos para \u00abanunciar el Evangelio a los pobres\u00bb. Hay hambre sobre la tierra, \u00abmas no hambre de pan, ni sed de agua, sino de o\u00edr la Palabra de Dios\u00bb (Am 8, 11). Por eso, el sentido espec\u00edficamente cristiano de esta cuarta petici\u00f3n se refiere al Pan de Vida: la Palabra de Dios que se tiene que acoger en la fe, el Cuerpo de Cristo recibido en la Eucarist\u00eda (cf Jn 6, 26-58).<\/p>

                                                                                  2836 \u00abHoy\u00bb es tambi\u00e9n una expresi\u00f3n de confianza. El Se\u00f1or nos lo ense\u00f1a (cf Mt 6, 34; Ex 16, 19); no hubi\u00e9ramos podido inventarlo. Como se trata sobre todo de su Palabra y del Cuerpo de su Hijo, este \u00abhoy\u00bb no es solamente el de nuestro tiempo mortal: es el Hoy de Dios:<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Si recibes el pan cada d\u00eda, cada d\u00eda para ti es hoy. Si Jesucristo es para ti hoy, todos los d\u00edas resucita para ti. \u00bfC\u00f3mo es eso? ‘T\u00fa eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy’ (Sal 2, 7). Hoy, es decir, cuando Cristo resucita (San Ambrosio, sacr. 5, 26).<\/p>

                                                                                  2837\u00a0\u00a0 \u00abDe cada d\u00eda\u00bb. La palabra griega, \u00abepiousios\u00bb, no tiene otro sentido en el Nuevo Testamento. Tomada en un sentido temporal, es una repetici\u00f3n pedag\u00f3gica de \u00abhoy\u00bb (cf Ex 16, 19-21) para confirmarnos en una confianza \u00absin reserva\u00bb. Tomada en un sentido cualitativo, significa lo necesario a la vida, y m\u00e1s ampliamente cualquier bien suficiente para la subsistencia (cf 1 Tm 6, 8). Tomada al pie de la letra [epiousios: \u00ablo m\u00e1s esencial\u00bb], designa directamente el Pan de Vida, el Cuerpo de Cristo, \u00abremedio de inmortalidad\u00bb (San Ignacio de Antioqu\u00eda) sin el cual no tenemos la Vida en nosotros (cf Jn 6, 53-56) Finalmente, ligado a lo que precede, el sentido celestial es claro: este \u00abd\u00eda\u00bb es el del Se\u00f1or, el del Fest\u00edn del Reino, anticipado en la Eucarist\u00eda, en que pregustamos el\u00a0 Reino venidero. Por eso conviene que la liturgia eucar\u00edstica se celebre \u00abcada d\u00eda\u00bb.<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Eucarist\u00eda es nuestro pan cotidiano. La virtud propia de este divino alimento es una fuerza de uni\u00f3n: nos une al Cuerpo del Salvador y hace de nosotros sus miembros para que vengamos a ser lo que recibimos… Este pan cotidiano se encuentra, adem\u00e1s, en las lecturas que o\u00eds cada d\u00eda en la Iglesia, en los himnos que se cantan y que vosotros cant\u00e1is. Todo eso es necesario en nuestra peregrinaci\u00f3n (San Agust\u00edn, serm. 57, 7, 7).<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Padre del cielo nos exhorta a pedir como hijos del cielo el Pan del cielo (cf Jn 6, 51). Cristo \u00abmismo es el pan que, sembrado en la Virgen, florecido en la Carne, amasado en la Pasi\u00f3n, cocido en el Horno del sepulcro, reservado en la Iglesia, llevado a los altares, suministra cada d\u00eda a los fieles un alimento celestial\u00bb (San Pedro Cris\u00f3logo, serm. 71)<\/p>

                                                                                  V\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIEN \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN<\/p>

                                                                                  2838\u00a0 Esta petici\u00f3n es sorprendente. Si s\u00f3lo comprendiera la primera parte de la frase, \u2013\u00bbperdona nuestras ofensas\u00bb\u2013 podr\u00eda estar incluida, impl\u00edcitamente, en las tres primeras peticiones de la Oraci\u00f3n del Se\u00f1or, ya que el Sacrificio de Cristo es \u00abpara la remisi\u00f3n de los pecados\u00bb. Pero, seg\u00fan el segundo miembro de la frase, nuestra petici\u00f3n no ser\u00e1 escuchada si no hemos respondido antes a una exigencia. Nuestra petici\u00f3n se dirige al futuro, nuestra respuesta debe haberla precedido; una palabra las une: \u00abcomo\u00bb.<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Perdona nuestras ofensas<\/p>

                                                                                  2839\u00a0 Con una audaz confianza hemos empezado a orar a nuestro Padre. Suplic\u00e1ndole que su Nombre sea santificado, le hemos pedido que seamos cada vez m\u00e1s santificados. Pero, aun revestidos de la vestidura bautismal, no dejamos de pecar, de separarnos de Dios. Ahora, en esta nueva petici\u00f3n, nos volvemos a \u00e9l, como el hijo pr\u00f3digo (cf Lc 15, 11-32) y nos reconocemos pecadores ante \u00e9l como el publicano (cf Lc 18, 13). Nuestra petici\u00f3n empieza con una \u00abconfesi\u00f3n\u00bb en la que afirmamos al mismo tiempo nuestra miseria y su Misericordia. Nuestra esperanza es firme porque, en su Hijo, \u00abtenemos la redenci\u00f3n, la remisi\u00f3n de nuestros pecados\u00bb (Col 1, 14; Ef 1, 7). El signo eficaz e indudable de su perd\u00f3n lo encontramos en los sacramentos de su Iglesia (cf Mt 26, 28; Jn 20, 23).<\/p>

                                                                                  2840\u00a0 Ahora bien, este desbordamiento de misericordia no puede penetrar en nuestro coraz\u00f3n mientras no hayamos perdonado a los que nos han ofendido. El Amor, como el Cuerpo de Cristo, es indivisible; no podemos amar a Dios a quien no vemos, si no amamos al hermano, a la hermana a quien vemos (cf 1 Jn 4, 20). Al negarse a perdonar a nuestros hermanos y hermanas, el coraz\u00f3n se cierra, su dureza lo hace impermeable al amor misericordioso del Padre; en la confesi\u00f3n del propio pecado, el coraz\u00f3n se abre a su gracia.<\/p>

                                                                                  2841 Esta petici\u00f3n es tan importante que es la \u00fanica sobre la cual el Se\u00f1or vuelve y explicita en el Serm\u00f3n de la Monta\u00f1a (cf Mt 6, 14-15; 5, 23-24; Mc 11, 25). Esta exigencia crucial del misterio de la Alianza es imposible para el hombre. Pero \u00abtodo es posible para Dios\u00bb.<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 … como tambi\u00e9n nosotros perdonamos a los que\u00a0 nos ofenden<\/p>

                                                                                  2842\u00a0 Este \u00abcomo\u00bb no es el \u00fanico en la ense\u00f1anza de Jes\u00fas: \u00abSed perfectos ‘como’ es perfecto vuestro Padre celestial\u00bb (Mt 5, 48); \u00abSed misericordiosos, ‘como’ vuestro Padre es misericordioso\u00bb (Lc 6, 36); \u00abOs doy un mandamiento nuevo: que os am\u00e9is los unos a los otros. Que ‘como’ yo os he amado, as\u00ed os am\u00e9is tambi\u00e9n vosotros los unos a los otros\u00bb (Jn 13, 34). Observar el mandamiento del Se\u00f1or es imposible si se trata de imitar desde fuera el modelo divino. Se trata de una participaci\u00f3n, vital y nacida \u00abdel fondo del coraz\u00f3n\u00bb, en la santidad, en la misericordia, y en el amor de nuestro Dios. S\u00f3lo el Esp\u00edritu que es \u00abnuestra Vida\u00bb (Ga 5, 25) puede hacer nuestros los mismos sentimientos que hubo en Cristo Jes\u00fas (cf Flp 2, 1. 5). As\u00ed, la unidad del perd\u00f3n se hace posible, \u00abperdon\u00e1ndonos mutuamente ‘como’ nos perdon\u00f3 Dios en Cristo\u00bb (Ef 4, 32).<\/p>

                                                                                  2843\u00a0 As\u00ed, adquieren vida las palabras del Se\u00f1or sobre el perd\u00f3n, este Amor que ama hasta el extremo del amor (cf Jn 13, 1). La par\u00e1bola del siervo sin entra\u00f1as, que culmina la ense\u00f1anza del Se\u00f1or sobre la comuni\u00f3n eclesial (cf. Mt 18, 23-35), acaba con esta frase: \u00abEsto mismo har\u00e1 con vosotros mi Padre celestial si no perdon\u00e1is cada uno de coraz\u00f3n a vuestro hermano\u00bb. All\u00ed es, en efecto, en el fondo \u00abdel coraz\u00f3n\u00bb donde todo se ata y se desata. No est\u00e1 en nuestra mano no sentir ya la ofensa y olvidarla; pero el coraz\u00f3n que se ofrece al Esp\u00edritu Santo cambia la herida en compasi\u00f3n y purifica la memoria transformando la ofensa en intercesi\u00f3n.<\/p>

                                                                                  2844\u00a0 La oraci\u00f3n cristiana llega hasta el perd\u00f3n de los enemigos (cf Mt 5, 43-44). Transfigura al disc\u00edpulo configur\u00e1ndolo con su Maestro. El perd\u00f3n es cumbre de la oraci\u00f3n cristiana; el don de la oraci\u00f3n no puede recibirse m\u00e1s que en un coraz\u00f3n acorde con la compasi\u00f3n divina. Adem\u00e1s, el perd\u00f3n da testimonio de que, en nuestro mundo, el amor es m\u00e1s fuerte que el pecado. Los m\u00e1rtires de ayer y de hoy dan este testimonio de Jes\u00fas. El perd\u00f3n es la condici\u00f3n fundamental de la reconciliaci\u00f3n (cf 2 Co 5, 18-21) de los hijos de Dios con su Padre y de los hombres entre s\u00ed (cf Juan Pablo II, DM 14).<\/p>

                                                                                  2845\u00a0 No hay l\u00edmite ni medida en este perd\u00f3n, esencialmente divino (cf Mt 18, 21-22; Lc 17, 3-4). Si se trata de ofensas (de \u00abpecados\u00bb seg\u00fan Lc 11, 4, o de \u00abdeudas\u00bb seg\u00fan Mt 6, 12), de hecho nosotros somos siempre deudores: \u00abCon nadie teng\u00e1is otra deuda que la del mutuo amor\u00bb (Rm 13, 8). La comuni\u00f3n de la Sant\u00edsima Trinidad es la fuente y el criterio de verdad en toda relaci\u00f3n (cf 1 Jn 3, 19-24). Se vive en la oraci\u00f3n y sobre todo en la Eucarist\u00eda (cf Mt 5, 23-24):<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios no acepta el sacrificio de los que provocan la desuni\u00f3n, los despide del altar para que antes se reconcilien con sus hermanos: Dios quiere ser pacificado con oraciones de paz. La obligaci\u00f3n m\u00e1s bella para Dios es nuestra paz, nuestra concordia, la unidad en el Padre, el Hijo y el Esp\u00edritu Santo de todo el pueblo fiel (San Cipriano, Dom. orat. 23: PL 4, 535C-536A).<\/p>

                                                                                  VI\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACION<\/p>

                                                                                  2846\u00a0 Esta petici\u00f3n llega a la ra\u00edz de la anterior, porque nuestros pecados son los frutos del consentimiento a la tentaci\u00f3n. Pedimos a nuestro Padre que no nos \u00abdeje caer\u00bb en ella. Traducir en una sola palabra el texto griego es dif\u00edcil: significa \u00abno permitas entrar en\u00bb (cf Mt 26, 41), \u00abno nos dejes sucumbir a la tentaci\u00f3n\u00bb. \u00abDios ni es tentado por el mal ni tienta a nadie\u00bb (St 1, 13), al contrario, quiere librarnos del mal. Le pedimos que no nos deje tomar el camino que conduce al pecado, pues estamos empe\u00f1ados en el combate \u00abentre la carne y el Esp\u00edritu\u00bb. Esta petici\u00f3n implora el Esp\u00edritu de discernimiento y de fuerza.<\/p>

                                                                                  2847\u00a0 El Esp\u00edritu Santo nos hace discernir entre la prueba, necesaria para el crecimiento del hombre interior (cf Lc 8, 13-15; Hch 14, 22; 2 Tm 3, 12) en orden a una \u00abvirtud probada\u00bb (Rm 5, 3-5), y la tentaci\u00f3n que conduce al pecado y a la muerte (cf St 1, 14-15). Tambi\u00e9n debemos distinguir entre \u00abser tentado\u00bb y \u00abconsentir\u00bb en la tentaci\u00f3n. Por \u00faltimo, el discernimiento desenmascara la mentira de la tentaci\u00f3n: aparentemente su objeto es \u00abbueno, seductor a la vista, deseable\u00bb (Gn 3, 6), mientras que, en realidad, su fruto es la muerte.<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios no quiere imponer el bien, quiere seres libres … En algo la tentaci\u00f3n es buena. Todos, menos Dios, ignoran lo que nuestra alma ha recibido de Dios, incluso nosotros. Pero la tentaci\u00f3n lo manifiesta para ense\u00f1arnos a conocernos, y as\u00ed, descubrirnos nuestra miseria, y obligarnos a dar gracias por los bienes que la tentaci\u00f3n nos ha manifestado (Or\u00edgenes, or. 29).<\/p>

                                                                                  2848\u00a0 \u00abNo entrar en la tentaci\u00f3n\u00bb implica una decisi\u00f3n del coraz\u00f3n: \u00abPorque donde est\u00e9 tu tesoro, all\u00ed tambi\u00e9n estar\u00e1 tu coraz\u00f3n … Nadie puede servir a dos se\u00f1ores\u00bb (Mt 6, 21-24). \u00abSi vivimos seg\u00fan el Esp\u00edritu, obremos tambi\u00e9n seg\u00fan el Esp\u00edritu\u00bb (Ga 5, 25). El Padre nos da la fuerza para este \u00abdejarnos conducir\u00bb por el Esp\u00edritu Santo. \u00abNo hab\u00e9is sufrido tentaci\u00f3n superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no permitir\u00e1 que se\u00e1is tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentaci\u00f3n os dar\u00e1 modo de poderla resistir con \u00e9xito\u00bb (1 Co 10, 13).<\/p>

                                                                                  2849\u00a0 Pues bien, este combate y esta victoria s\u00f3lo son posibles con la oraci\u00f3n. Por medio de su oraci\u00f3n, Jes\u00fas es vencedor del Tentador, desde el principio (cf Mt 4, 11) y en el \u00faltimo combate de su agon\u00eda (cf Mt 26, 36-44). En esta petici\u00f3n a nuestro Padre, Cristo nos une a su combate y a su agon\u00eda. La vigilancia del coraz\u00f3n es recordada con insistencia en comuni\u00f3n con la suya (cf Mc 13, 9. 23. 33-37; 14, 38; Lc 12, 35-40). La vigilancia es \u00abguarda del coraz\u00f3n\u00bb, y Jes\u00fas pide al Padre que \u00abnos guarde en su Nombre\u00bb (Jn 17, 11). El Esp\u00edritu Santo trata de despertarnos continuamente a esta vigilancia (cf 1 Co 16, 13; Col 4, 2; 1 Ts 5, 6; 1 P 5, 8). Esta petici\u00f3n adquiere todo su sentido dram\u00e1tico referida a la tentaci\u00f3n final de nuestro combate en la tierra; pide la perseverancia final. \u00abMira que vengo como ladr\u00f3n. Dichoso el que est\u00e9 en vela\u00bb (Ap 16, 15).<\/p>

                                                                                  VII\u00a0\u00a0\u00a0 Y LIBRANOS DEL MAL<\/p>

                                                                                  2850\u00a0 La \u00faltima petici\u00f3n a nuestro Padre est\u00e1 tambi\u00e9n contenida en la oraci\u00f3n de Jes\u00fas: \u00abNo te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno\u00bb (Jn 17, 15). Esta petici\u00f3n concierne a cada uno individualmente, pero siempre quien ora es el \u00abnosotros\u00bb, en comuni\u00f3n con toda la Iglesia y para la salvaci\u00f3n de toda la familia humana. La oraci\u00f3n del Se\u00f1or no cesa de abrirnos a las dimensiones de la econom\u00eda de la salvaci\u00f3n. Nuestra interdependencia en el drama del pecado y de la muerte se vuelve solidaridad en el Cuerpo de Cristo, en \u00abcomuni\u00f3n con los santos\u00bb (cf RP 16).<\/p>

                                                                                  2851 En esta petici\u00f3n, el mal no es una abstracci\u00f3n, sino que designa una persona, Satan\u00e1s, el Maligno, el \u00e1ngel que se opone a Dios. El \u00abdiablo\u00bb [\u00abdia-bolos\u00bb] es aqu\u00e9l que \u00abse atraviesa\u00bb en el designio de Dios y su obra de salvaci\u00f3n cumplida en Cristo.<\/p>

                                                                                  2852\u00a0\u00a0 \u00abHomicida desde el principio, mentiroso y padre de la mentira\u00bb (Jn 8, 44), \u00abSatan\u00e1s, el seductor del mundo entero\u00bb (Ap 12, 9), es aqu\u00e9l por medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo y, por cuya definitiva derrota, toda la creaci\u00f3n entera ser\u00e1 \u00abliberada del pecado y de la muerte\u00bb (MR, Plegaria Eucar\u00edstica IV). \u00abSabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios le guarda y el Maligno no llega a tocarle. Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del Maligno\u00bb (1 Jn 5, 18-19):<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Se\u00f1or que ha borrado vuestro pecado y perdonado vuestras faltas tambi\u00e9n os protege y os gua rda contra las astucias del Diablo que os combate para que el enemigo, que tiene la costumbre de engendrar la falta, no os sorprenda. Quien conf\u00eda en Dios, no tema al Demonio. \u00abSi Dios est\u00e1 con nosotros, \u00bfqui\u00e9n estar\u00e1 contra nosotros?\u00bb (Rm 8, 31) (S. Ambrosio, sacr. 5, 30).<\/p>

                                                                                  2853\u00a0\u00a0 La victoria sobre el \u00abpr\u00edncipe de este mundo\u00bb (Jn 14, 30) se adquiri\u00f3 de una vez por todas en la Hora en que Jes\u00fas se entreg\u00f3 libremente a la muerte para darnos su Vida. Es el juicio de este mundo, y el pr\u00edncipe de este mundo est\u00e1 \u00abechado abajo\u00bb (Jn 12, 31; Ap 12, 11). \u00abEl se lanza en persecuci\u00f3n de la Mujer\u00bb (cf Ap 12, 13-16), pero no consigue alcanzarla: la nueva Eva, \u00abllena de gracia\u00bb del Esp\u00edritu Santo es preservada del pecado y de la corrupci\u00f3n de la muerte (Concepci\u00f3n inmaculada y Asunci\u00f3n de la sant\u00edsima Madre de Dios, Mar\u00eda, siempre virgen). \u00abEntonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos\u00bb (Ap 12, 17). Por eso, el Esp\u00edritu y la Iglesia oran: \u00abVen, Se\u00f1or Jes\u00fas\u00bb (Ap 22, 17. 20) ya que su Venida nos librar\u00e1 del Maligno.<\/p>

                                                                                  2854\u00a0 Al pedir ser liberados del Maligno, oramos igualmente para ser liberados de todos los males, presentes, pasados y futuros de los que \u00e9l es autor o instigador. En esta \u00faltima petici\u00f3n, la Iglesia presenta al Padre todas las desdichas del mundo. Con la liberaci\u00f3n de todos los males que abruman a la humanidad, implora el don precioso de la paz y la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo. Orando as\u00ed, anticipa en la humildad de la fe la recapitulaci\u00f3n de todos y de todo en Aqu\u00e9l que \u00abtiene las llaves de la Muerte y del Hades\u00bb (Ap 1,18), \u00abel Due\u00f1o de todo, Aqu\u00e9l que es, que era y que ha de venir\u00bb (Ap 1,8; cf Ap 1, 4):<\/p>

                                                                                  \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 L\u00edbranos de todos los males, Se\u00f1or, y conc\u00e9denos la paz en nuestros d\u00edas, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbaci\u00f3n, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo (MR, Embolismo).<\/p>

                                                                                  LA DOXOLOGIA FINAL<\/p>

                                                                                  2855\u00a0\u00a0 La doxolog\u00eda final \u00abTuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre Se\u00f1or\u00bb vuelve a tomar, impl\u00edcitamente, las tres primeras peticiones del Padrenuestro: la glorificaci\u00f3n de su nombre, la venida de su Reino y el poder de su voluntad salv\u00edfica. Pero esta repetici\u00f3n se hace en forma de adoraci\u00f3n y de acci\u00f3n de gracias, como en la Liturgia celestial (cf Ap 1, 6; 4, 11; 5, 13). El pr\u00edncipe de este mundo se hab\u00eda atribuido con mentira estos tres t\u00edtulos de realeza, poder y gloria (cf Lc 4, 5-6). Cristo, el Se\u00f1or, los restituye a su Padre y nuestro Padre, hasta que le entregue el Reino, cuando sea consumado definitivamente el Misterio de la salvaci\u00f3n y Dios sea todo en todos (cf 1 Co 15, 24-28).<\/p>

                                                                                  2856\u00a0 \u00abDespu\u00e9s, terminada la oraci\u00f3n, dices: Am\u00e9n, refrendando por medio de este Am\u00e9n, que significa ‘As\u00ed sea’ (cf Lc 1, 38), lo que contiene la oraci\u00f3n que Dios nos ense\u00f1\u00f3\u00bb (San Cirilo de Jerusal\u00e9n, catech. myst. 5, 18).<\/p>

                                                                                  RESUMEN<\/p>

                                                                                  2857\u00a0\u00a0 En el Padrenuestro, las tres primeras peticiones tienen por objeto la Gloria del Padre: la santificaci\u00f3n del nombre, la venida del reino y el cumplimiento de la voluntad divina. Las otras cuatro presentan al Padre nuestros deseos: estas peticiones conciernen a nuestra vida para alimentarla o para curarla del pecado y se refieren a nuestro combate por la victoria del Bien sobre el Mal.<\/p>

                                                                                  2858 Al pedir: \u00abSantificado sea tu Nombre\u00bb entramos en el plan de Dios, la santificaci\u00f3n de su Nombre -revelado a Mois\u00e9s, despu\u00e9s en Jes\u00fas – por nosotros y en nosotros, lo mismo que en toda naci\u00f3n y en cada hombre.<\/p>

                                                                                  2859 En la segunda petici\u00f3n, la Iglesia tiene principalmente a la vista el retorno de Cristo y la venida final del Reino de Dios. Tambi\u00e9n ora por el crecimiento del Reino de Dios en el \u00abhoy\u00bb de nuestras vidas.<\/p>

                                                                                  2860 En la tercera petici\u00f3n, rogamos al Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo para realizar su Plan de salvaci\u00f3n en la vida del mundo.<\/p>

                                                                                  2861 En la cuarta petici\u00f3n, al decir \u00abdanos\u00bb, expresamos, en comuni\u00f3n con nuestros hermanos, nuestra confianza filial en nuestro Padre del cielo. \u00abNuestro pan\u00bb designa el alimento terrenal necesario para la subsistencia de todos y significa tambi\u00e9n el Pan de Vida: Palabra de Dios y Cuerpo de Cristo. Se recibe en el \u00abhoy\u00bb de Dios, como el alimento indispensable, lo m\u00e1s esencial del Fest\u00edn del Reino que anticipa la Eucarist\u00eda.<\/p>

                                                                                  2862 La quinta petici\u00f3n implora para nuestras ofensas la misericordia de Dios, la cual no puede penetrar en nuestro coraz\u00f3n si no hemos sabido perdonar a nuestros enemigos, a ejemplo y con la ayuda de Cristo.<\/p>

                                                                                  2863\u00a0 Al decir: \u00abNo nos dejes caer en la tentaci\u00f3n\u00bb, pedimos a Dios que no nos permita tomar el camino que conduce al pecado. Esta petici\u00f3n implora el Esp\u00edritu de discernimiento y de fuerza; solicita la gracia de la vigilancia y la perseverancia final.<\/p>

                                                                                  2864\u00a0 En la \u00faltima petici\u00f3n, \u00aby l\u00edbranos del mal\u00bb, el cristiano pide a Dios con la Iglesia que manifieste la victoria, ya conquistada por Cristo, sobre el \u00abPr\u00edncipe de este mundo\u00bb, sobre Satan\u00e1s, el \u00e1ngel que se opone personalmente a Dios y a Su plan de salvaci\u00f3n.<\/p>

                                                                                  2865 Con el \u00abAm\u00e9n\u00bb final expresamos nuestro \u00abfiat\u00bb respecto a las siete peticiones: \u00abAs\u00ed sea\u00bb.<\/p>

                                                                                  CONSTITUCION APOSTOLICA FIDEI DEPOSITUM<\/p>

                                                                                  para la publicaci\u00f3n del<\/p>

                                                                                  Catecismo de la Iglesia Cat\u00f3lica<\/p>

                                                                                  redactado siguiendo<\/p>

                                                                                  al Concilio ecum\u00e9nico Vaticano II<\/p>

                                                                                  JUAN PABLO, OBISPO<\/p>

                                                                                  Siervo de los Siervos de Dios<\/p>

                                                                                  para perpetua memoria<\/p>

                                                                                  1. (Introducci\u00f3n)<\/li><\/ol>

                                                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 CONSERVAR EL DEPOSITO DE LA FE es la misi\u00f3n que el Se\u00f1or confi\u00f3 a su Iglesia y que ella realiza en todo tiempo. El Concilio ecum\u00e9nico Vaticano II, inaugurado hace treinta a\u00f1os por mi predecesor Juan XXIII, de feliz memoria, ten\u00eda la intenci\u00f3n y el deseo de hacer patente la misi\u00f3n apost\u00f3lica y pastoral de la Iglesia, y llevar a todos los hombres, mediante el resplandor de la verdad del evangelio, a buscar y recibir el amor de Cristo que est\u00e1 sobre todo (cf. Ef 3,19).<\/p>

                                                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Con este prop\u00f3sito, el Papa Juan XXIII hab\u00eda asignado como tarea principal conservar y explicar mejor el dep\u00f3sito precioso de la doctrina cristiana, con el fin de hacerlo m\u00e1s accesible a los fieles de Cristo y a todos los hombres de buena voluntad. Para esto, el Concilio no deb\u00eda comenzar por condenar los errores de la \u00e9poca, sino, ante todo, deb\u00eda aplicarse a mostrar serenamente la fuerza y la belleza de la doctrina de la fe. \u00abConfiamos que la Iglesia -dec\u00eda \u00e9l- iluminada por la luz de este Concilio, crecer\u00e1 en riquezas espirituales, cobrar\u00e1 nuevas fuerzas y mirar\u00e1 sin miedo hacia el futuro…Debemos dedicarnos con alegr\u00eda, sin temor, al trabajo que exige nuestra \u00e9poca, manteni\u00e9ndonos en el camino por el que la Iglesia marcha desde hace casi veinte siglos\u00bb{1}.<\/p>

                                                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Con la ayuda de Dios, los Padres conciliares pudieron elaborar, a lo largo de cuatro a\u00f1os de trabajo, un conjunto considerable de exposiciones doctrinales y de directrices pastorales ofrecidas a toda la Iglesia. Pastores y fieles encuentran en ellas orientaciones para la \u00abrenovaci\u00f3n de pensamiento, de actividad, de costumbres, de fuerza moral, de alegr\u00eda y de esperanza, que ha sido el objetivo del Concilio\u00bb{2}.<\/p>

                                                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Desde su conclusi\u00f3n, el Concilio no ha cesado de inspirar la vida eclesial. En 1985, yo pod\u00eda declarar: \u00abPara m\u00ed -que tuve la gracia especial de participar en \u00e9l y de colaborar activamente en su desarrollo-, el Vaticano II ha sido siempre, y es de una manera particular en estos a\u00f1os de mi pontificado, el punto constante de referencia de toda mi acci\u00f3n pastoral, en el esfuerzo consciente por traducir sus directrices mediante una aplicaci\u00f3n concreta y fiel, al nivel de cada Iglesia y de toda la Iglesia. Es preciso volver sin cesar a esta fuente\u00bb{1}.<\/p>

                                                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En este esp\u00edritu, el 25 de Enero de 1985, convoqu\u00e9 una Asamblea extraordinaria del S\u00ednodo de los Obispos, con ocasi\u00f3n del vig\u00e9simo aniversario de la clausura del Concilio. El fin de esta asamblea era celebrar las gracias y los frutos espirituales del Concilio Vaticano II, profundizar su ense\u00f1anza para una m\u00e1s perfecta adhesi\u00f3n a ella y promover su conocimiento y aplicaci\u00f3n.<\/p>

                                                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En la celebraci\u00f3n de esta asamblea, los Padres del S\u00ednodo expresaron el deseo \u00abde que fuese redactado un Catecismo o compendio de toda la doctrina cat\u00f3lica tanto sobre la fe como sobre la moral, que ser\u00eda como un texto de referencia para los catecismos o compendios que son compuestos en los diversos pa\u00edses. La presentaci\u00f3n de la doctrina debe ser b\u00edblica y lit\u00fargica, y debe ofrecer una doctrina segura y al mismo tiempo adaptada a la vida actual de los cristianos\u00bb{2}. Desde la clausura del S\u00ednodo, hice m\u00edo este deseo, juzgando que \u00abresponde enteramente a una verdadera necesidad de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares\u00bb{3}.<\/p>

                                                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a1C\u00f3mo no dar gracias de todo coraz\u00f3n al Se\u00f1or en este d\u00eda en que podemos ofrecer a la Iglesia entera con el t\u00edtulo de \u00abCatecismo de la Iglesia Cat\u00f3lica\u00bb, este \u00abtexto de referencia\u00bb para una catequesis renovada en las fuentes vivas de la fe!<\/p>

                                                                                    \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Tras la renovaci\u00f3n de la Liturgia y la nueva codificaci\u00f3n del Derecho can\u00f3nico de la Iglesia latina y de los C\u00e1nones de las Iglesias orientales cat\u00f3licas, este catecismo ofrecer\u00e1 una contribuci\u00f3n muy importante a la obra de renovaci\u00f3n de toda la vida eclesial, querida y puesta en aplicaci\u00f3n por el Concilio Vaticano II.<\/p>

                                                                                    1. (Itinerario y esp\u00edritu de la preparaci\u00f3n del texto).<\/li><\/ol>

                                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El \u00abCatecismo de la Iglesia Cat\u00f3lica\u00bb es fruto de una muy amplia colaboraci\u00f3n. Es el resultado de seis a\u00f1os de trabajo intenso en un esp\u00edritu de apertura atento y con un fervor ardiente.<\/p>

                                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En 1986 confi\u00e9 a una Comisi\u00f3n de doce Cardenales y Obispos, presidida por Mons. el Cardenal Joseph Ratzinger, la tarea de preparar un proyecto para el Catecismo solicitado por los Padres del S\u00ednodo. Un Comit\u00e9 de redacci\u00f3n de siete obispos diocesanos, expertos en teolog\u00eda y en catequesis, ha asistido a la Comisi\u00f3n en su trabajo.<\/p>

                                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Comisi\u00f3n, encargada de dar las directrices y de velar por el desarrollo de los trabajos, ha seguido atentamente todas las etapas de la redacci\u00f3n de las nueve versiones sucesivas. El Comit\u00e9 de redacci\u00f3n, por su parte, ha asumido la responsabilidad de escribir el texto, introducir en \u00e9l las modificaciones exigidas por la Comisi\u00f3n y examinar las observaciones que numerosos te\u00f3logos, exegetas, catequistas y, sobre todo, Obispos del mundo entero, con el fin de mejorar el texto. El Comit\u00e9 ha sido un lugar de intercambios fruct\u00edferos y enriquecedores que han asegurado la unidad y homogeneidad del texto.<\/p>

                                                                                      \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El proyecto ha sido objeto de una amplia consulta de todos los obispos cat\u00f3licos, de sus Conferencias episcopales o de sus S\u00ednodos, de los institutos de teolog\u00eda y de catequesis. En su conjunto, el proyecto ha recibido una acogida muy favorable por parte del Episcopado. Podemos decir ciertamente que este Catecismo es fruto de una colaboraci\u00f3n de todo el episcopado de la Iglesia cat\u00f3lica, que ha acogido generosamente mi invitaci\u00f3n a tomar su parte de responsabilidad en una iniciativa que toca de cerca a la vida eclesial. Esta respuesta suscita en m\u00ed un profundo sentimiento de gozo, porque el concurso de tantas voces expresa verdaderamente lo que se puede llamar la \u00absinfon\u00eda\u00bb de la fe. La realizaci\u00f3n este Catecismo refleja as\u00ed la naturaleza colegial del Episcopado y atestigua la catolicidad de la Iglesia.<\/p>

                                                                                      1. (Distribuci\u00f3n de la materia).<\/li><\/ol>

                                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Un catecismo debe presentar fiel y org\u00e1nicamente la ense\u00f1anza de la Sagrada Escritura, de la Tradici\u00f3n viva en la Iglesia y del Magisterio aut\u00e9ntico, as\u00ed como la herencia espiritual de los Padres, de los santos y santas y de la Iglesia, para permitir conocer mejor el misterio cristiano y reavivar la fe del Pueblo de Dios. Debe tener en cuenta las explicitaciones de la doctrina que el Esp\u00edritu Santo ha sugerido a la Iglesia en el curso de los siglos. Es preciso tambi\u00e9n que ayude a iluminar con la luz de la fe las situaciones nuevas y los problemas que hasta ahora no se hab\u00edan planteado en el pasado.<\/p>

                                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El catecismo, por tanto, contiene cosas nuevas y cosas antiguas (cf. Mt 13,52), pues la fe es siempre la misma y fuente de luces siempre nuevas.<\/p>

                                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Para responder a esta doble exigencia, el \u00abCatecismo de la Iglesia Cat\u00f3lica\u00bb, por una parte, repite el orden \u00abantiguo\u00bb, tradicional, y seguido ya por el Catecismo de San P\u00edo V, dividiendo el contenido en cuatro partes: el Credo; la Sagrada Liturgia con los sacramentos en primer plano; el obrar cristiano, expuesto a partir de los mandamientos; y finalmente la oraci\u00f3n cristiana. Pero, al mismo tiempo, el contenido es expresado con frecuencia de una forma \u00abnueva\u00bb, con el fin de responder a los interrogantes de nuestra \u00e9poca.<\/p>

                                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las cuatro partes est\u00e1n ligadas entre s\u00ed: el misterio cristiano es el objeto de la fe (primera parte); es celebrado y comunicado en las acciones lit\u00fargicas (segunda parte); est\u00e1 presente para iluminar y sostener a los hijos de Dios en su obrar (tercera parte); es el fundamento de nuestra oraci\u00f3n, cuya expresi\u00f3n privilegiada es el \u00abPadrenuestro\u00bb, que expresa el objeto de nuestra petici\u00f3n, nuestra alabanza y nuestra intercesi\u00f3n (cuarta parte).<\/p>

                                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Liturgia es por s\u00ed misma oraci\u00f3n; la confesi\u00f3n de la fe tiene su justo lugar en la celebraci\u00f3n del culto. La gracia, fruto de los sacramentos, es la condici\u00f3n insustituible del obrar cristiano, igual que la participaci\u00f3n en la Liturgia de la Iglesia requiere la fe. Si la fe no se concreta en obras permanece muerta (cf. St 2, 14-26) y no puede dar frutos de vida eterna.<\/p>

                                                                                        \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En la lectura del \u00abCatecismo de la Iglesia Cat\u00f3lica\u00bb se puede percibir la admirable unidad del misterio de Dios, de su designio de salvaci\u00f3n, as\u00ed como el lugar central de Jesucristo Hijo \u00fanico de Dios, enviado por el Padre, hecho hombre en el seno de la Sant\u00edsima Virgen Mar\u00eda por el Esp\u00edritu Santo, para ser nuestro Salvador. Muerto y resucitado, est\u00e1 siempre presente en su Iglesia, particularmente en los sacramentos; es la fuente de la fe, el modelo del obrar cristiano y el Maestro de nuestra oraci\u00f3n.<\/p>

                                                                                        1. (Valor doctrinal del texto).<\/li><\/ol>

                                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El \u00abCatecismo de la Iglesia Cat\u00f3lica\u00bb que yo aprob\u00e9 el 25 de Junio pasado, y cuya publicaci\u00f3n ordeno hoy en virtud de la autoridad apost\u00f3lica, es una exposici\u00f3n de la fe de la Iglesia y de la doctrina cat\u00f3lica, atestiguadas o iluminadas por la Sagrada Escritura, la Tradici\u00f3n apost\u00f3lica y el Magisterio eclesi\u00e1stico. Lo reconozco como un instrumento v\u00e1lido y autorizado al servicio de la comuni\u00f3n eclesial y como una norma segura para la ense\u00f1anza de la fe. \u00a1Que sirva para la renovaci\u00f3n a la que el Esp\u00edritu Santo llama sin cesar a la Iglesia de Dios Cuerpo de Cristo, en peregrinaci\u00f3n hacia la luz sin sombra del Reino!<\/p>

                                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La aprobaci\u00f3n y la publicaci\u00f3n del \u00abCatecismo de la Iglesia Cat\u00f3lica\u00bb constituyen un servicio que el sucesor de Pedro quiere prestar a la Santa Iglesia cat\u00f3lica, a todas las Iglesias particulares en paz y comuni\u00f3n con la Sede apost\u00f3lica de Roma: el de sostener y confirmar la fe de todos los disc\u00edpulos del Se\u00f1or Jes\u00fas (cf. Lc 22,32), as\u00ed como de reforzar los v\u00ednculos de la unidad en la misma fe apost\u00f3lica.<\/p>

                                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pido, por tanto, a los pastores de la Iglesia y a los fieles que reciban este Catecismo con un esp\u00edritu de comuni\u00f3n y lo utilicen asiduamente al realizar su misi\u00f3n de anunciar la fe y llamar a la vida evang\u00e9lica. Este Catecismo les es dado para que les sirva de texto de referencia seguro y aut\u00e9ntico en la ense\u00f1anza de la doctrina cat\u00f3lica, y muy particularmente en la composici\u00f3n de los catecismos locales. Es ofrecido tambi\u00e9n a todos los fieles que deseen conocer mejor las riquezas inagotables de la salvaci\u00f3n (cf. Jn 8,32). Quiere proporcionar un sost\u00e9n a los esfuerzos ecum\u00e9nicos animados por el santo deseo de unidad de todos los cristianos, mostrando con exactitud el contenido y la coherencia armoniosa de la fe cat\u00f3lica. El \u00abCatecismo de la Iglesia Cat\u00f3lica\u00bb es finalmente ofrecido a todo hombre que nos pida raz\u00f3n de la esperanza que hay en nosotros (cf. 1 P 3,15). y que quiera conocer lo que cree la Iglesia cat\u00f3lica.<\/p>

                                                                                          \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Este Catecismo no est\u00e1 destinado a sustituir los catecismos locales debidamente aprobados por las autoridades eclesi\u00e1sticas, los Obispos diocesanos y las Conferencias episcopales, sobre todo cuando han recibido la aprobaci\u00f3n de la Sede apost\u00f3lica. Est\u00e1 destinado a alentar y facilitar la redacci\u00f3n de nuevos catecismos locales que tengan en cuenta las diversas situaciones y culturas, pero que guarden cuidadosamente la unidad de la fe y la fidelidad a la doctrina cat\u00f3lica.<\/p>

                                                                                          1. (Conclusi\u00f3n).<\/li><\/ol>

                                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Al terminar este documento que presenta el \u00abCatecismo de la Iglesia Cat\u00f3lica\u00bb pido a la Sant\u00edsima Virgen Mar\u00eda, Madre del Verbo encarnado y Madre de la Iglesia, que sostenga con su poderosa intercesi\u00f3n el trabajo catequ\u00e9tico de la Iglesia entera a todos los niveles, en este tiempo en que la Iglesia est\u00e1 llamada a un nuevo esfuerzo de evangelizaci\u00f3n. Que la luz de la verdadera fe libre a la humanidad de la ignorancia y de la esclavitud del pecado para conducirla a la \u00fanica libertad digna de este nombre (cf. Jn 8,32): la de la vida en Jesucristo bajo la gu\u00eda del Esp\u00edritu Santo, aqu\u00ed y en el Reino de los cielos, en la plenitud de la bienaventuranza de la visi\u00f3n de Dios cara a cara (cf. 1 Co 13,12; 2 Co 5,6-8).<\/p>

                                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dado el 11 de Octubre de 1992, trig\u00e9simo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y a\u00f1o decimocuarto de mi pontificado.<\/p>

                                                                                            \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ioannes Paulus Pp II<\/p>

                                                                                            NOTAS A PIE********************************<\/p>

                                                                                            {1}1 Juan XXIII, Discurso de apertura del Concilio Ecum\u00e9nico Vaticano II, 11 Octubre 1962: AAS 54 (1962) p.788.<\/p>

                                                                                            {2} Pablo VI, Discurso de clausura del Concilio ecum\u00e9nico Vaticano II, 8 Diciembre 1965: AAS 58 (1966), pp. 7-8.<\/p>

                                                                                            {1}\u00a0 Discurso del 30 Mayo 1986, n.5: AAS 78 (1986) p.1273.<\/p>

                                                                                            {2}\u00a0 Relaci\u00f3n final del S\u00ednodo extraordinario, 7 Diciembre 1985, II, B, a, n.4: Enchiridion Vaticanum, vol.9, p.1758, n.1797.<\/p>

                                                                                            {3}\u00a0 Discurso de clausura del S\u00ednodo extraordinario, 7 Diciembre 1985, n.6: AAS 78 (1986) p.435.<\/p>\t\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t<\/section>\n\t\t\t\t<\/div>\n\t\t","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

                                                                                            SI QUIERES BUSCAR UNA PALABRA, VE A LA PARTE SUPERIOR DE LA PAGINA-DONDE LOS TRES PUNTOS- Y ENCUENTRA \u00abBUSCAR\u00bb.\u00a0 Esto con Chrome Aqu\u00ed con los enlaces a los diferentes bloques del temario del Catecismo \u00a0 CATECISMODE LA IGLESIA CAT\u00d3LICA(con las \u00faltimas correcciones para la traducci\u00f3n en lengua espa\u00f1ola seg\u00fan la edici\u00f3n t\u00edpica latina) Pr\u00f3logo \u00abPADRE, […]<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":0,"parent":0,"menu_order":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","template":"","meta":{"ocean_post_layout":"full-screen","ocean_both_sidebars_style":"","ocean_both_sidebars_content_width":0,"ocean_both_sidebars_sidebars_width":0,"ocean_sidebar":"0","ocean_second_sidebar":"0","ocean_disable_margins":"on","ocean_add_body_class":"","ocean_shortcode_before_top_bar":"","ocean_shortcode_after_top_bar":"","ocean_shortcode_before_header":"","ocean_shortcode_after_header":"","ocean_has_shortcode":"","ocean_shortcode_after_title":"","ocean_shortcode_before_footer_widgets":"","ocean_shortcode_after_footer_widgets":"","ocean_shortcode_before_footer_bottom":"","ocean_shortcode_after_footer_bottom":"","ocean_display_top_bar":"off","ocean_display_header":"on","ocean_header_style":"full_screen","ocean_center_header_left_menu":"0","ocean_custom_header_template":"0","ocean_custom_logo":0,"ocean_custom_retina_logo":0,"ocean_custom_logo_max_width":0,"ocean_custom_logo_tablet_max_width":0,"ocean_custom_logo_mobile_max_width":0,"ocean_custom_logo_max_height":0,"ocean_custom_logo_tablet_max_height":0,"ocean_custom_logo_mobile_max_height":0,"ocean_header_custom_menu":"5","ocean_menu_typo_font_family":"0","ocean_menu_typo_font_subset":"","ocean_menu_typo_font_size":0,"ocean_menu_typo_font_size_tablet":0,"ocean_menu_typo_font_size_mobile":0,"ocean_menu_typo_font_size_unit":"px","ocean_menu_typo_font_weight":"","ocean_menu_typo_font_weight_tablet":"","ocean_menu_typo_font_weight_mobile":"","ocean_menu_typo_transform":"","ocean_menu_typo_transform_tablet":"","ocean_menu_typo_transform_mobile":"","ocean_menu_typo_line_height":0,"ocean_menu_typo_line_height_tablet":0,"ocean_menu_typo_line_height_mobile":0,"ocean_menu_typo_line_height_unit":"","ocean_menu_typo_spacing":0,"ocean_menu_typo_spacing_tablet":0,"ocean_menu_typo_spacing_mobile":0,"ocean_menu_typo_spacing_unit":"","ocean_menu_link_color":"","ocean_menu_link_color_hover":"","ocean_menu_link_color_active":"","ocean_menu_link_background":"","ocean_menu_link_hover_background":"","ocean_menu_link_active_background":"","ocean_menu_social_links_bg":"","ocean_menu_social_hover_links_bg":"","ocean_menu_social_links_color":"","ocean_menu_social_hover_links_color":"","ocean_disable_title":"default","ocean_disable_heading":"on","ocean_post_title":"","ocean_post_subheading":"","ocean_post_title_style":"background-image","ocean_post_title_background_color":"","ocean_post_title_background":7325,"ocean_post_title_bg_image_position":"top center","ocean_post_title_bg_image_attachment":"","ocean_post_title_bg_image_repeat":"","ocean_post_title_bg_image_size":"cover","ocean_post_title_height":0,"ocean_post_title_bg_overlay":0.5,"ocean_post_title_bg_overlay_color":"#fff38c","ocean_disable_breadcrumbs":"default","ocean_breadcrumbs_color":"","ocean_breadcrumbs_separator_color":"","ocean_breadcrumbs_links_color":"","ocean_breadcrumbs_links_hover_color":"","ocean_display_footer_widgets":"default","ocean_display_footer_bottom":"default","ocean_custom_footer_template":"0","footnotes":""},"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/pages\/8556"}],"collection":[{"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/pages"}],"about":[{"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/page"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=8556"}],"version-history":[{"count":27,"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/pages\/8556\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":22240,"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/pages\/8556\/revisions\/22240"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=8556"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}