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CATECISMO
DE LA IGLESIA CAT\u00d3LICA
(con las \u00faltimas correcciones para la traducci\u00f3n en lengua espa\u00f1ola
seg\u00fan la edici\u00f3n t\u00edpica latina)<\/p>
Pr\u00f3logo<\/p>
\u00abPADRE, esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el \u00fanico Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo\u00bb (Jn 17,3). \u00abDios, nuestro Salvador… quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad\u00bb (1 Tim 2,3-4). \u00abNo hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos\u00bb (Hch 4,12), sino el nombre de JESUS.<\/p>
I. LA VIDA DEL HOMBRE: CONOCER Y AMAR A DIOS<\/p>
1 Dios, infinitamente Perfecto y Bienaventurado en s\u00ed mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, est\u00e1 cerca del hombre. Le llama y le ayuda a buscarlo, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispers\u00f3, a la unidad de su familia, la Iglesia. Lo hace mediante su Hijo que envi\u00f3 como Redentor y Salvador al llegar la plenitud de los tiempos. En \u00e9l y por \u00e9l, llama a los hombres a ser, en el Esp\u00edritu Santo, sus hijos de adopci\u00f3n, y por tanto los herederos de su vida bienaventurada.<\/p>
2 Para que esta llamada resuene en toda la tierra, Cristo envi\u00f3 a los ap\u00f3stoles que hab\u00eda escogido, d\u00e1ndoles el mandato de anunciar el evangelio: \u00abId, pues, y haced disc\u00edpulos a todas las gentes bautiz\u00e1ndolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo, y ense\u00f1\u00e1ndoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los d\u00edas hasta el fin del mundo\u00bb (Mt 28,19-20). Fortalecidos con esta misi\u00f3n, los ap\u00f3stoles \u00absalieron a predicar por todas partes, colaborando el Se\u00f1or con ellos y confirmando la Palabra con las se\u00f1ales que la acompa\u00f1aban\u00bb (Mc 16,20).<\/p>
3 Quienes con la ayuda de Dios han acogido el llamamiento de Cristo y han respondido libremente a ella, se sienten por su parte urgidos por el amor de Cristo a anunciar por todas partes en el mundo la Buena Nueva. Este tesoro recibido de los ap\u00f3stoles ha sido guardado fielmente por sus sucesores. Todos los fieles de Cristo son llamados a transmitirlo de generaci\u00f3n en generaci\u00f3n, anunciando la fe, vivi\u00e9ndola en la comuni\u00f3n fraterna y celebr\u00e1ndola en la liturgia y en la oraci\u00f3n (cf. Hch 2,42).<\/p>
II TRANSMITIR LA FE: LA CATEQUESIS<\/p>
4 Muy pronto se llam\u00f3 catequesis al conjunto de los esfuerzos realizados en la Iglesia para hacer disc\u00edpulos, para ayudar a los hombres a creer que Jes\u00fas es el Hijo de Dios a fin de que, por la fe, tengan la vida en su nombre, y para educarlos e instruirlos en esta vida y construir as\u00ed el Cuerpo de Cristo (cf. Juan Pablo II, CT 1,2).<\/p>
5 En su sentido m\u00e1s restringido, \u00abglobalmente, se puede considerar aqu\u00ed que la catequesis es una educaci\u00f3n en la fe de los ni\u00f1os, de los j\u00f3venes y adultos que comprende especialmente una ense\u00f1anza de la doctrina cristiana, dada generalmente de modo org\u00e1nico y sistem\u00e1tico con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana\u00bb (CT 18).<\/p>
6 Sin confundirse con ellos, la catequesis se articula dentro de un cierto n\u00famero de elementos de la misi\u00f3n pastoral de la Iglesia, que tienen un aspecto catequ\u00e9tico, que preparan para la catequesis o que derivan de ella: primer anuncio del Evangelio o predicaci\u00f3n misionera para suscitar la fe; b\u00fasqueda de razones para creer; experiencia de vida cristiana: celebraci\u00f3n de los sacramentos; integraci\u00f3n en la comunidad eclesial; testimonio apost\u00f3lico y misionero (cf. CT 18).<\/p>
7 \u00abLa catequesis est\u00e1 unida \u00edntimamente a toda la vida de la Iglesia. No s\u00f3lo la extensi\u00f3n geogr\u00e1fica y el aumento num\u00e9rico de la Iglesia, sino tambi\u00e9n y m\u00e1s a\u00fan su crecimiento interior, su correspondencia con el designio de Dios dependen esencialmente de ella\u00bb (CT 13).<\/p>
8 Los periodos de renovaci\u00f3n de la Iglesia son tambi\u00e9n tiempos fuertes de la catequesis. As\u00ed, en la gran \u00e9poca de los Padres de la Iglesia, vemos a santos obispos consagrar una parte importante de su ministerio a la catequesis. Es la \u00e9poca de S. Cirilo de Jerusal\u00e9n y de S. Juan Cris\u00f3stomo, de S. Ambrosio y de S. Agust\u00edn, y de muchos otros Padres cuyas obras catequ\u00e9ticas siguen siendo modelos.<\/p>
9 El ministerio de la catequesis saca energ\u00edas siempre nuevas de los Concilios. El Concilio de Trento constituye a este respecto un ejemplo digno de ser destacado: dio a la catequesis una prioridad en sus constituciones y sus decretos; de \u00e9l naci\u00f3 el Catecismo Romano que lleva tambi\u00e9n su nombre y que constituye una obra de primer orden como resumen de la doctrina cristiana; este Concilio suscit\u00f3 en la Iglesia una organizaci\u00f3n notable de la catequesis; promovi\u00f3, gracias a santos obispos y te\u00f3logos como S. Pedro Canisio, S. Carlos Borromeo, S. Toribio de Mogrovejo, S. Roberto Belarmino, la publicaci\u00f3n de numerosos catecismos.<\/p>
10 No es extra\u00f1o, por ello, que, en el dinamismo del Concilio Vaticano segundo (que el Papa Pablo VI consideraba como el gran catecismo de los tiempos modernos), la catequesis de la Iglesia haya atra\u00eddo de nuevo la atenci\u00f3n. El \u00abDirectorio general de la catequesis\u00bb de 1971, las sesiones del S\u00ednodo de los Obispos consagradas a la evangelizaci\u00f3n (1974) y a la catequesis (1977), las exhortaciones apost\u00f3licas correspondientes, \u00abEvangelii nuntiandi\u00bb (1975) y \u00abCatechesi tradendae\u00bb (1979), dan testimonio de ello. La sesi\u00f3n extraordinaria del S\u00ednodo de los Obispos de 1985 pidi\u00f3 \u00abque sea redactado un catecismo o compendio de toda la doctrina cat\u00f3lica tanto sobre la fe como sobre la moral\u00bb (Relaci\u00f3n final II B A 4). El santo Padre, Juan Pablo II, hizo suyo este deseo emitido por el S\u00ednodo de los Obispos reconociendo que \u00abresponde totalmente a una verdadera necesidad de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares\u00bb (Discurso del 7 de Diciembre de 1985). El Papa dispuso todo lo necesario para que se realizara la petici\u00f3n de los padres sinodales.<\/p>
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III FIN Y DESTINATARIOS DE ESTE CATECISMO<\/p>
11 Este catecismo tiene por fin presentar una exposici\u00f3n org\u00e1nica y sint\u00e9tica de los contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina cat\u00f3lica tanto sobre la fe como sobre la moral, a la luz del Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradici\u00f3n de la Iglesia. Sus fuentes principales son la Sagrada Escritura, los Santos Padres, la Liturgia y el Magisterio de la Iglesia. Est\u00e1 destinado a servir \u00abcomo un punto de referencia para los catecismos o compendios que sean compuestos en los diversos pa\u00edses\u00bb (S\u00ednodo de los Obispos 1985. Relaci\u00f3n final II B A 4).<\/p>
12 Este catecismo est\u00e1 destinado principalmente a los responsables de la catequesis: en primer lugar a los Obispos, en cuanto doctores de la fe y pastores de la Iglesia. Les es ofrecido como instrumento en la realizaci\u00f3n de su tarea de ense\u00f1ar al Pueblo de Dios. A trav\u00e9s de los obispos se dirige a los redactores de catecismos, a los sacerdotes y a los catequistas. Ser\u00e1 tambi\u00e9n de \u00fatil lectura para todos los dem\u00e1s fieles cristianos.<\/p>
IV LA ESTRUCTURA DE ESTE CATECISMO<\/p>
13 El plan de este catecismo se inspira en la gran tradici\u00f3n de los catecismos los cuales articulan la catequesis en torno a cuatro \u00abpilares\u00bb: la profesi\u00f3n de la fe bautismal (el S\u00edmbolo), los Sacramentos de la fe, la vida de fe (los Mandamientos), la oraci\u00f3n del creyente (el Padre Nuestro).<\/p>
Primera parte: la profesi\u00f3n de la fe<\/p>
14 Los que por la fe y el Bautismo pertenecen a Cristo deben confesar su fe bautismal delante de los hombres (cf. Mt 10,32; Rom 10,9). Para esto, el Catecismo expone en primer lugar en qu\u00e9 consiste la Revelaci\u00f3n por la que Dios se dirige y se da al hombre, y la fe, por la cual el hombre responde a Dios (Secci\u00f3n primera). El S\u00edmbolo de la fe resume los dones que Dios hace al hombre como Autor de todo bien, como Redentor, como Santificador y los articula en torno a los \u00abtres cap\u00edtulos\u00bb de nuestro Bautismo -la fe en un solo Dios: el Padre Todopoderoso, el Creador; y Jesucristo, su Hijo, nuestro Se\u00f1or y Salvador; y el Esp\u00edritu Santo, en la Santa Iglesia (Secci\u00f3n segunda).<\/p>
Segunda parte: Los sacramentos de la fe<\/p>
15 La segunda parte del catecismo expone c\u00f3mo la salvaci\u00f3n de Dios, realizada una vez por todas por Cristo Jes\u00fas y por el Esp\u00edritu Santo, se hace presente en las acciones sagradas de la liturgia de la Iglesia (Secci\u00f3n primera), particularmente en los siete sacramentos (Secci\u00f3n segunda).<\/p>
Tercera parte: La vida de fe<\/p>
16 La tercera parte del catecismo presenta el fin \u00faltimo del hombre, creado a imagen de Dios: la bienaventuranza, y los caminos para llegar a ella: mediante un obrar recto y libre, con la ayuda de la ley y de la gracia de Dios (Secci\u00f3n primera); mediante un obrar que realiza el doble mandamiento de la caridad, desarrollado en los diez Mandamientos de Dios (Secci\u00f3n segunda).<\/p>
Cuarta parte: La oraci\u00f3n en la vida de la fe<\/p>
17 La \u00faltima parte del Catecismo trata del sentido y la importancia de la oraci\u00f3n en la vida de los creyentes (Secci\u00f3n primera). Se cierra con un breve comentario de las siete peticiones de la oraci\u00f3n del Se\u00f1or (Secci\u00f3n segunda). En ellas, en efecto, encontramos la suma de los bienes que debemos esperar y que nuestro Padre celestial quiere concedernos.<\/p>
V INDICACIONES PRACTICAS PARA EL USO
DE ESTE CATECISMO<\/p>
18 Este Catecismo est\u00e1 concebido como una exposici\u00f3n org\u00e1nica de toda la fe cat\u00f3lica. Es preciso, por tanto, leerlo como una unidad. Numerosas referencias en el interior del texto y el \u00edndice anal\u00edtico al final del volumen permiten ver cada tema en su vinculaci\u00f3n con el conjunto de la fe.<\/p>
19 Con frecuencia, los textos de la Sagrada Escritura no son citados literalmente, sino indicando s\u00f3lo la referencia (mediante cf). Para una inteligencia m\u00e1s profunda de esos pasajes, es preciso recurrir a los textos mismos. Estas referencias b\u00edblicas son un instrumento de trabajo para la catequesis.<\/p>
20 Cuando, en ciertos pasajes, se emplea letra peque\u00f1a, con ello se indica que se trata de puntualizaciones de tipo hist\u00f3rico, apolog\u00e9tico o de exposiciones doctrinales complementarias.<\/p>
21 Las citas, en letra peque\u00f1a, de fuentes patr\u00edsticas, lit\u00fargicas, magisteriales o hagiogr\u00e1ficas tienen como fin enriquecer la exposici\u00f3n doctrinal. Con frecuencia estos textos han sido escogidos con miras a un uso directamente catequ\u00e9tico.<\/p>
22 Al final de cada unidad tem\u00e1tica, una serie de textos breves resumen en f\u00f3rmulas condensadas lo esencial de la ense\u00f1anza. Estos \u00abres\u00famenes\u00bb tienen como finalidad ofrecer sugerencias para f\u00f3rmulas sint\u00e9ticas y memorizables en la catequesis de cada lugar.<\/p>
VI LAS ADAPTACIONES NECESARIAS<\/p>
23 El acento de este Catecismo se pone en la exposici\u00f3n doctrinal. Quiere, en efecto, ayudar a profundizar el conocimiento de la fe. Por lo mismo est\u00e1 orientado a la maduraci\u00f3n de esta fe, su enraizamiento en la vida y su irradiaci\u00f3n en el testimonio (cf. CT 20-22; 25).<\/p>
24 Por su misma finalidad, este Catecismo no se propone dar una respuesta adaptada, tanto en el contenido cuanto en el m\u00e9todo, a las exigencias que dimanan de las diferentes culturas, de edades, de la vida espiritual, de situaciones sociales y eclesiales de aquellos a quienes se dirige la catequesis. Estas indispensables adaptaciones corresponden a catecismos propios de cada lugar, y m\u00e1s a\u00fan a aquellos que toman a su cargo instruir a los fieles:<\/p>
El que ense\u00f1a debe \u00abhacerse todo a todos\u00bb (1 Cor 9,22), para ganarlos a todos para Jesucristo…\u00a1Sobre todo que no se imagine que le ha sido confiada una sola clase de almas, y que, por consiguiente, le es l \u00edcito ense\u00f1ar y formar igualmente a todos los fieles en la verdadera piedad, con un \u00fanico m\u00e9todo y siempre el mismo! Que sepa bien que unos son, en Jesucristo, como ni\u00f1os reci\u00e9n nacidos, otros como adolescentes, otros finalmente como poseedores ya de todas sus fuerzas… Los que son llamados al ministerio de la predicaci\u00f3n deben, al transmitir la ense\u00f1anza del misterio de la fe y de las reglas de las costumbres, acomodar sus palabras al esp\u00edritu y a la inteligencia de sus oyentes (Catech. R., Prefacio, 11).<\/p>
25 Por encima de todo la Caridad. Para concluir esta presentaci\u00f3n es oportuno recordar el principio pastoral que enuncia el Catecismo Romano:<\/p>
Toda la finalidad de la doctrina y de la ense\u00f1anza debe ser puesta en el amor que no acaba. Porque se puede muy bien exponer lo que es preciso creer, esperar o hacer; pero sobre todo se debe siempre hacer aparecer el Amor de Nuestro Se\u00f1or a fin de que cada uno comprenda que todo acto de virtud perfectamente cristiano no tiene otro origen que el Amor, ni otro t\u00e9rmino que el Amor (Catech. R., Prefacio, 10).<\/p>
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Primera Parte
La profesi\u00f3n de la fe<\/p>
PRIMERA SECCION
\u00abCREO\u00bb-\u00abCREEMOS\u00bb<\/p>
26 Cuando profesamos nuestra fe, comenzamos diciendo: \u00abCreo\u00bb o \u00abCreemos\u00bb. Antes de exponer la fe de la Iglesia tal como es confesada en el Credo, celebrada en la Liturgia, vivida en la pr\u00e1ctica de los Mandamientos y en la oraci\u00f3n, nos preguntamos qu\u00e9 significa \u00abcreer\u00bb. La fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a \u00e9l, dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido \u00faltimo de su vida. Por ello consideramos primeramente esta b\u00fasqueda del hombre (cap\u00edtulo primero), a continuaci\u00f3n la Revelaci\u00f3n divina, por la cual Dios viene al encuentro del hombre (cap\u00edtulo segundo). y finalmente la respuesta de la fe (cap\u00edtulo tercero).<\/p>
CAPITULO PRIMERO:
EL HOMBRE ES \u00abCAPAZ\u00bb
DE DIOS<\/p>
I. EL DESEO DE DIOS<\/p>
27 El deseo de Dios est\u00e1 inscrito en el coraz\u00f3n del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer hacia s\u00ed al hombre hacia s\u00ed, y s\u00f3lo en Dios encontrar\u00e1 el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar:<\/p>
La raz\u00f3n m\u00e1s alta de la dignidad humana consiste en la vocaci\u00f3n del hombre a la comuni\u00f3n con Dios. El hombre es invitado al di\u00e1logo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente seg\u00fan la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador (GS 19,1).<\/p>
28 De m\u00faltiples maneras, en su historia, y hasta el d\u00eda de hoy, los hombres han expresado a su b\u00fasqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las ambig\u00fcedades que pueden entra\u00f1ar, estas formas de expresi\u00f3n son tan universales que se puede llamar al hombre un ser religioso:<\/p>
El cre\u00f3, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra y determin\u00f3 con exactitud el tiempo y los l\u00edmites del lugar donde hab\u00edan de habitar, con el fin de que buscasen a Dios, para ver si a tientas le buscaban y le hallaban; por m\u00e1s que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; pues en \u00e9l vivimos, nos movemos y existimos (Hch 17,26-28).<\/p>
29 Pero esta \u00abuni\u00f3n \u00edntima y vital con Dios\u00bb (GS 19,1) puede ser olvidada, desconocida e incluso rechazada expl\u00edcitamente por el hombre. Tales actitudes pueden tener or\u00edgenes muy diversos (cf. GS 19-21): la rebeli\u00f3n contra el mal en el mundo, la ignorancia o la indiferencia religiosas, los afanes del mundo y de las riquezas (cf. Mt 13,22), el mal ejemplo de los creyentes, las corrientes del pensamiento hostiles a la religi\u00f3n, y finalmente esa actitud del hombre pecador que, por miedo, se oculta de Dios (cf. Gn 3,8-10) y huye ante su llamada (cf. Jon 1,3).<\/p>
30 \u00abSe alegre el coraz\u00f3n de los que buscan a Dios\u00bb (Sal 105,3). Si el hombre puede olvidar o rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la dicha. Pero esta b\u00fasqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, \u00abun coraz\u00f3n recto\u00bb, y tambi\u00e9n el testimonio de otros que le ense\u00f1en a buscar a Dios.<\/p>
T\u00fa eres grande, Se\u00f1or, y muy digno de alabanza: grande es tu poder, y tu sabidur\u00eda no tiene medida. Y el hombre, peque\u00f1a parte de tu creaci\u00f3n, pretende alabarte, precisamente el hombre que, revestido de su condici\u00f3n mortal, lleva en s\u00ed el testimonio de su pecado y el testimonio de que t\u00fa resistes a los soberbios. A pesar de todo, el hombre, peque\u00f1a parte de tu creaci\u00f3n, quiere alabarte. T\u00fa mismo le incitas a ello, haciendo que encuentre sus delicias en tu alabanza, porque nos has hecho para ti y nuestro coraz\u00f3n est\u00e1 inquieto mientras no descansa en ti (S. Agust\u00edn, conf. 1,1,1).<\/p>
II LAS VIAS DE ACCESO AL CONOCIMIENTO DE DIOS<\/p>
31 Creado a imagen de Dios, llamado a conocer y amar a Dios, el hombre que busca a Dios descubre ciertas \u00abv\u00edas\u00bb para acceder al conocimiento de Dios. Se las llama tambi\u00e9n \u00abpruebas de la existencia de Dios\u00bb, no en el sentido de las pruebas propias de las ciencias naturales, sino en el sentido de \u00abargumentos convergentes y convincentes\u00bb que permiten llegar a verdaderas certezas.<\/p>
Estas \u00abv\u00edas\u00bb para acercarse a Dios tienen como punto de partida la creaci\u00f3n: el mundo material y la persona humana.<\/p>
32 El mundo: A partir del movimiento y del devenir, de la contingencia, del orden y de la belleza del mundo se puede conocer a Dios como origen y fin del universo.<\/p>
S.Pablo afirma refiri\u00e9ndose a los paganos: \u00abLo que de Dios se puede conocer, est\u00e1 en ellos manifiesto: Dios se lo manifest\u00f3. Porque lo invisible de Dios, desde la creaci\u00f3n del mundo se deja ver a la inteligencia a trav\u00e9s de sus obras: su poder eterno y su divinidad\u00bb (Rom 1,19-20; cf. Hch 14,15.17; 17,27-28; Sb 13,1-9).
Y S. Agust\u00edn: \u00abInterroga a la belleza de la tierra, interroga a la belleza del mar, interroga a la belleza del aire que se dilata y se difunde, interroga a la belleza del cielo…interroga a todas estas realidades. Todas te responde: Ve, nosotras somos bellas. Su belleza es una profesi\u00f3n (\u00abconfessio\u00bb). Estas bellezas sujetas a cambio, \u00bfqui\u00e9n las ha hecho sino la Suma Belleza (\u00abPulcher\u00bb), no sujeto a cambio?\u00bb (serm. 241,2).<\/p>
33 El hombre: Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiraci\u00f3n al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En estas aperturas, percibe signos de su alma espiritual. La \u00absemilla de eternidad que lleva en s\u00ed, al ser irreductible a la sola materia\u00bb (GS 18,1; cf. 14,2), su alma, no puede tener origen m\u00e1s que en Dios.<\/p>
34 El mundo y el hombre atestiguan que no tienen en ellos mismos ni su primer principio ni su fin \u00faltimo, sino que participan de Aquel que es el Ser en s\u00ed, sin origen y sin fin. As\u00ed, por estas diversas \u00abv\u00edas\u00bb, el hombre puede acceder al conocimiento de la existencia de una realidad que es la causa primera y el fin \u00faltimo de todo, \u00aby que todos llaman Dios\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., s.th. 1,2,3).<\/p>
35 Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios personal. Pero para que el hombre pueda entrar en su intimidad, Dios ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la fe esa revelaci\u00f3n en la fe. Sin embargo, las pruebas de la existencia de Dios pueden disponer a la fe y ayudar a ver que la fe no se opone a la raz\u00f3n humana.<\/p>
III EL CONOCIMIENTO DE DIOS SEGUN LA IGLESIA<\/p>
36 \u00abLa santa Iglesia, nuestra madre, mantiene y ense\u00f1a que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza mediante la luz natural de la raz\u00f3n humana a partir de las cosas creadas\u00bb (Cc. Vaticano I: DS 3004; cf. 3026; Cc. Vaticano II, DV 6). Sin esta capacidad, el hombre no podr\u00eda acoger la revelaci\u00f3n de Dios. El hombre tiene esta capacidad porque ha sido creado \u00aba imagen de Dios\u00bb (cf. Gn 1,26).<\/p>
37 Sin embargo, en las condiciones hist\u00f3ricas en que se encuentra, el hombre experimenta muchas dificultades para conocer a Dios con la sola luz de su raz\u00f3n:<\/p>
A pesar de que la raz\u00f3n humana, hablando simplemente, pueda verdaderamente por sus fuerzas y su luz naturales, llegar a un conocimiento verdadero y cierto de un Dios personal, que protege y gobierna el mundo por su providencia, as\u00ed como de una ley natural puesta por el Creador en nuestras almas, sin embargo hay muchos obst\u00e1culos que impiden a esta misma raz\u00f3n usar eficazmente y con fruto su poder natural; porque las verdades que se refieren a Dios y a los hombres sobrepasan absolutamente el orden de las cosas sensibles y cuando deben traducirse en actos y proyectarse en la vida exigen que el hombre se entregue y renuncie a s\u00ed mismo. El esp\u00edritu humano, para adquirir semejantes verdades, padece dificultad por parte de los sentidos y de la imaginaci\u00f3n, as\u00ed como de los malos deseos nacidos del pecado original. De ah\u00ed procede que en semejantes materias los hombres se persuadan f\u00e1cilmente de la falsedad o al menos de la incertidumbre de las cosas que no quisieran que fuesen verdaderas (P\u00edo XII, enc. \u00abHumani Generis\u00bb: DS 3875).<\/p>
38 Por esto el hombre necesita ser iluminado por la revelaci\u00f3n de Dios, no solamente acerca de lo que supera su entendimiento, sino tambi\u00e9n sobre \u00ablas verdades religiosas y morales que de suyo no son inaccesibles a la raz\u00f3n, a fin de que puedan ser, en el estado actual del g\u00e9nero humano, conocidas de todos sin dificultad, con una certeza firme y sin mezcla de error\u00bb (ibid., DS 3876; cf. Cc Vaticano I: DS 3005; DV 6; S. Tom\u00e1s de A., s.th. 1,1,1).<\/p>
IV \u00bfCOMO HABLAR DE DIOS?<\/p>
39 Al defender la capacidad de la raz\u00f3n humana para conocer a Dios, la Iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios a todos los hombres y con todos los hombres. Esta convicci\u00f3n est\u00e1 en la base de su di\u00e1logo con las otras religiones, con la filosof\u00eda y las ciencias, y tambi\u00e9n con los no creyentes y los ateos.<\/p>
40 Puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro lenguaje sobre Dios lo es tambi\u00e9n. No podemos nombrar a Dios sino a partir de las criaturas, y seg\u00fan nuestro modo humano limitado de conocer y de pensar.<\/p>
41 Todas las criaturas poseen una cierta semejanza con Dios, muy especialmente el hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Las m\u00faltiples perfecciones de las criaturas (su verdad, su bondad, su belleza) reflejan, por tanto, la perfecci\u00f3n infinita de Dios. Por ello, podemos nombrar a Dios a partir de las perfecciones de sus criaturas, \u00abpues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analog\u00eda, a contemplar a su Autor\u00bb (Sb 13,5).<\/p>
42 Dios transciende toda criatura. Es preciso, pues, purificar sin cesar nuestro lenguaje de todo lo que tiene de limitado, de expresi\u00f3n por medio de im\u00e1genes, de imperfecto, para no confundir al Dios \u00abinefable, incomprensible, invisible, inalcanzable\u00bb (An\u00e1fora de la Liturgia de San Juan Cris\u00f3stomo) con nuestras representaciones humanas. Nuestras palabras humanas quedan siempre m\u00e1s ac\u00e1 del Misterio de Dios.<\/p>
43 Al hablar as\u00ed de Dios, nuestro lenguaje se expresa ciertamente de modo humano, pero capta realmente a Dios mismo, sin poder, no obstante, expresarlo en su infinita simplicidad. Es preciso recordar, en efecto, que \u00abentre el Creador y la criatura no se puede se\u00f1alar una semejanza tal que la diferencia entre ellos no sea mayor todav\u00eda\u00bb (Cc. Letr\u00e1n IV: DS 806), y que \u00abnosotros no podemos captar de Dios lo que \u00e9l es, sino solamente lo que no es y c\u00f3mo los otros seres se sit\u00faan con relaci\u00f3n a \u00e9l\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., s. gent. 1,30).<\/p>
RESUMEN<\/p>
44 El hombre es por naturaleza y por vocaci\u00f3n un ser religioso. Viniendo de Dios y yendo hacia Dios, el hombre no vive una vida plenamente humana si no vive libremente su v\u00ednculo con Dios.<\/p>
45 El hombre est\u00e1 hecho para vivir en comuni\u00f3n con Dios, en quien encuentra su dicha.\u00bbCuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, no habr\u00e1 ya para mi penas ni pruebas, y viva, toda llena de ti, ser\u00e1 plena\u00bb (S. Agust\u00edn, conf. 10,28,39).<\/p>
46 Cuando el hombre escucha el mensaje de las criaturas y la voz de su conciencia, entonces puede alcanzar a certeza de la existencia de Dios, causa y fin de todo.<\/p>
47 La Iglesia ense\u00f1a que el Dios \u00fanico y verdadero, nuestro Creador y Se\u00f1or, puede ser conocido con certeza por sus obras, gracias a la luz natural de la raz\u00f3n humana (cf. Cc.Vaticano I: DS 3026).<\/p>
48 Nosotros podemos realmente nombrar a Dios partiendo de las m\u00faltiples perfecciones de las criaturas, semejanzas del Dios infinitamente perfecto, aunque nuestro lenguaje limitado no agote su misterio.<\/p>
49 \u00abSin el Creador la criatura se diluye\u00bb (GS 36). He aqu\u00ed por qu\u00e9 los creyentes saben que son impulsados por el amor de Cristo a llevar la luz del Dios vivo a los que no le conocen o le rechazan.<\/p>
\u00a0<\/p>
CAPITULO SEGUNDO<\/p>
DIOS AL ENCUENTRO
DEL HOMBRE<\/p>
50 Mediante la raz\u00f3n natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ning\u00fan modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelaci\u00f3n divina (cf. Cc. Vaticano I: DS 3015). Por una decisi\u00f3n enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente que estableci\u00f3 desde la eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Se\u00f1or Jesucristo, y al Esp\u00edritu Santo.<\/p>
Art\u00edculo 1 LA REVELACION DE DIOS<\/p>
I DIOS REVELA SU DESIGNIO AMOROSO<\/p>
51 \u00abDispuso Dios en su sabidur\u00eda revelarse a s\u00ed mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Esp\u00edritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina\u00bb (DV 2).<\/p>
52 Dios, que \u00abhabita una luz inaccesible\u00bb (1 Tm 6,16) quiere comunicar su propia vida divina a los hombres libremente creados por \u00e9l, para hacer de ellos, en su Hijo \u00fanico, hijos adoptivos (cf. Ef 1,4-5). Al revelarse a s\u00ed mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle m\u00e1s all\u00e1 de lo que ellos ser\u00edan capaces por sus propias fuerzas.<\/p>
53 El designio divino de la revelaci\u00f3n se realiza a la vez \u00abmediante acciones y palabras\u00bb, \u00edntimamente ligadas entre s\u00ed y que se esclarecen mutuamente (DV 2). Este designio comporta una \u00abpedagog\u00eda divina\u00bb particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelaci\u00f3n sobrenatural que hace de s\u00ed mismo y que culminar\u00e1 en la Persona y la misi\u00f3n del Verbo encarnado, Jesucristo.<\/p>
S. Ireneo de Lyon habla en varias ocasiones de esta pedagog\u00eda divina bajo la imagen de un mutuo acostumbrarse entre Dios y el hombre: \u00abEl Verbo de Dios ha habitado en el hombre y se ha hecho Hijo del hombre para acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios a habitar en el hombre, seg\u00fan la voluntad del Padre\u00bb (haer. 3,20,2; cf. por ejemplo 17,1; 4,12,4; 21,3).<\/p>
II LAS ETAPAS DE LA REVELACION<\/p>
Desde el origen, Dios se da a conocer<\/p>
54 \u00abDios, cre\u00e1ndolo todo y conserv\u00e1ndolo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de s\u00ed en las cosas creadas, y, queriendo abrir el camino de la salvaci\u00f3n sobrenatural, se manifest\u00f3, adem\u00e1s, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio\u00bb (DV 3). Los invit\u00f3 a una comuni\u00f3n \u00edntima con \u00e9l revisti\u00e9ndolos de una gracia y de una justicia resplandecientes.<\/p>
55 Esta revelaci\u00f3n no fue interrumpida por el pecado de nuestros primeros padres. Dios, en efecto, \u00abdespu\u00e9s de su ca\u00edda alent\u00f3 en ellos la esperanza de la salvaci\u00f3n con la promesa de la redenci\u00f3n, y tuvo incesante cuidado del g\u00e9nero humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvaci\u00f3n con la perseverancia en las buenas obras\u00bb (DV 3).<\/p>
Cuando por desobediencia perdi\u00f3 tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte…Reiteraste, adem\u00e1s, tu alianza a los hombres (MR, Plegaria eucar\u00edstica IV,118).<\/p>
La alianza con No\u00e9<\/p>
56 Una vez rota la unidad del g\u00e9nero humano por el pecado, Dios decide desde el comienzo salvar a la humanidad a trav\u00e9s de una serie de etapas. La Alianza con No\u00e9 despu\u00e9s del diluvio (cf. Gn 9,9) expresa el principio de la Econom\u00eda divina con las \u00abnaciones\u00bb, es decir con los hombres agrupados \u00abseg\u00fan sus pa\u00edses, cada uno seg\u00fan su lengua, y seg\u00fan sus clanes\u00bb (Gn 10,5; cf. 10,20-31).<\/p>
57 Este orden a la vez c\u00f3smico, social y religioso de la pluralidad de las naciones (cf. Hch 17,26-27), est\u00e1 destinado a limitar el orgullo de una humanidad ca\u00edda que, un\u00e1nime en su perversidad (cf. Sb 10,5), quisiera hacer por s\u00ed misma su unidad a la manera de Babel (cf. Gn 11,4-6). Pero, a causa del pecado (cf. Rom 1,18-25), el polite\u00edsmo as\u00ed como la idolatr\u00eda de la naci\u00f3n y de su jefe son una amenaza constante de vuelta al paganismo para esta econom\u00eda a\u00fan no definitiva.<\/p>
58 La alianza con No\u00e9 permanece en vigor mientras dura el tiempo de las naciones (cf. Lc 21,24), hasta la proclamaci\u00f3n universal del evangelio. La Biblia venera algunas grandes figuras de las \u00abnaciones\u00bb, como \u00abAbel el justo\u00bb, el rey-sacerdote Melquisedec (cf. Gn 14,18), figura de Cristo (cf. Hb 7,3), o los justos \u00abNo\u00e9, Daniel y Job\u00bb (Ez 14,14). De esta manera, la Escritura expresa qu\u00e9 altura de santidad pueden alcanzar los que viven seg\u00fan la alianza de No\u00e9 en la espera de que Cristo \u00abre\u00fana en uno a todos los hijos de Dios dispersos\u00bb (Jn 11,52).<\/p>
Dios elige a Abraham<\/p>
59 Para reunir a la humanidad dispersa, Dios elige a Abraham llam\u00e1ndolo \u00abfuera de su tierra, de su patria y de su casa\u00bb (Gn 12,1), para hacer de \u00e9l \u00abAbraham\u00bb, es decir, \u00abel padre de una multitud de naciones\u00bb (Gn 17,5): \u00abEn ti ser\u00e1n benditas todas las naciones de la tierra\u00bb (Gn 12,3 LXX; cf. Ga 3,8).<\/p>
60 El pueblo nacido de Abraham ser\u00e1 el depositario de la promesa hecha a los patriarcas, el pueblo de la elecci\u00f3n (cf. Rom 11,28), llamado a preparar la reuni\u00f3n un d\u00eda de todos los hijos de Dios en la unidad de loa Iglesia (cf. Jn 11,52; 10,16); ese pueblo ser\u00e1 la ra\u00edz en la que ser\u00e1n injertados los paganos hechos creyentes (cf. Rom 11,17-18.24).<\/p>
61 Los patriarcas, los profetas y otros personajes del Antiguo Testamento han sido y ser\u00e1n siempre venerados como santos en todas las tradiciones lit\u00fargicas de la Iglesia.<\/p>
Dios forma a su pueblo Israel<\/p>
62 Despu\u00e9s de la etapa de los patriarcas, Dios constituy\u00f3 a Israel como su pueblo salv\u00e1ndolo de la esclavitud de Egipto. Estableci\u00f3 con \u00e9l la alianza del Sina\u00ed y le dio por medio de Mois\u00e9s su Ley, para que lo reconociese y le sirviera como al \u00fanico Dios vivo y verdadero, Padre providente y juez justo, y para que esperase al Salvador prometido (cf. DV 3).<\/p>
63 Israel es el pueblo sacerdotal de Dios (cf. Ex 19,6), el que \u00ablleva el Nombre del Se\u00f1or\u00bb (Dt 28,10). Es el pueblo de aquellos \u00aba quienes Dios habl\u00f3 primero\u00bb (MR, Viernes Santo 13: oraci\u00f3n universal VI), el pueblo de los \u00abhermanos mayores\u00bb en la fe de Abraham.<\/p>
64 Por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvaci\u00f3n, en la espera de una Alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres (cf. Is 2,2-4), y que ser\u00e1 grabada en los corazones (cf. Jr 31,31-34; Hb 10,16). Los profetas anuncian una redenci\u00f3n radical del pueblo de Dios, la purificaci\u00f3n de todas sus infidelidades (cf. Ez 36), una salvaci\u00f3n que incluir\u00e1 a todas las naciones (cf. Is 49,5-6; 53,11). Ser\u00e1n sobre todo los pobres y los humildes del Se\u00f1or (cf. So 2,3) quienes mantendr\u00e1n esta esperanza. Las mujeres santas como Sara, Rebeca, Raquel, Miriam, D\u00e9bora, Ana, Judit y Ester conservaron viva la esperanza de la salvaci\u00f3n de Israel. De ellas la figura m\u00e1s pura es Mar\u00eda (cf. Lc 1,38).<\/p>
III CRISTO JESUS-\u00abMEDIADOR Y PLENITUD
DE TODA LA REVELACION\u00bb (DV 2)<\/p>
Dios ha dicho todo en su Verbo<\/p>
65 \u00abDe una manera fragmentaria y de muchos modos habl\u00f3 Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos \u00faltimos tiempos nos ha hablado por su Hijo\u00bb (Hb 1,1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra \u00fanica, perfecta e insuperable del Padre. En El lo dice todo, no habr\u00e1 otra palabra m\u00e1s que \u00e9sta. S. Juan de la Cruz, despu\u00e9s de otros muchos, lo expresa de manera luminosa, comentando Hb 1,1-2:<\/p>
Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habl\u00f3 junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene m\u00e1s que hablar; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en el todo, d\u00e1ndonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visi\u00f3n o revelaci\u00f3n, no s\u00f3lo har\u00eda una necedad, sino har\u00eda agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (San Juan de la Cruz, Subida al monte Carmelo 2,22,3-5: Biblioteca M\u00edstica Carmelitana, v. 11 (Burgos 1929), p. 184.).<\/p>
No habr\u00e1 otra revelaci\u00f3n<\/p>
66 \u00abLa econom\u00eda cristiana, como alianza nueva y definitiva, nunca cesar\u00e1 y no hay que esperar ya ninguna revelaci\u00f3n p\u00fablica antes de la gloriosa manifestaci\u00f3n de nuestro Se\u00f1or Jesucristo\u00bb (DV 4). Sin embargo, aunque la Revelaci\u00f3n est\u00e9 acabada, no est\u00e1 completamente explicitada; corresponder\u00e1 a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.<\/p>
67 A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas \u00abprivadas\u00bb, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al dep\u00f3sito de la fe. Su funci\u00f3n no es la de \u00abmejorar\u00bb o \u00abcompletar\u00bb la Revelaci\u00f3n definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla m\u00e1s plenamente en una cierta \u00e9poca de la historia. Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada aut\u00e9ntica de Cristo o de sus santos a la Iglesia.<\/p>
La fe cristiana no puede aceptar \u00abrevelaciones\u00bb que pretenden superar o corregir la Revelaci\u00f3n de la que Cristo es la plenitud. Es el caso de ciertas Religiones no cristianas y tambi\u00e9n de ciertas sectas recientes que se fundan en semejantes \u00abrevelaciones\u00bb.<\/p>
RESUMEN<\/p>
68 Por amor, Dios se ha revelado y se ha entregado al hombre. De este modo da una respuesta definitiva y sobreabundante a las cuestiones que el hombre se plantea sobre el sentido y la finalidad de su vida.<\/p>
69 Dios se ha revelado al hombre comunic\u00e1ndole gradualmente su propio Misterio mediante obras y palabras.<\/p>
70 M\u00e1s all\u00e1 del testimonio que Dios da de s\u00ed mismo en las cosas creadas, se manifest\u00f3 a nuestros primeros padres. Les habl\u00f3 y, despu\u00e9s de la ca\u00edda, les prometi\u00f3 la salvaci\u00f3n (cf. Gn 3,15), y les ofreci\u00f3 su alianza.<\/p>
71 Dios sell\u00f3 con No\u00e9 una alianza eterna entre El y todos los seres vivientes (cf. Gn 9,16). Esta alianza durar\u00e1 tanto como dure el mundo.<\/p>
72 Dios eligi\u00f3 a Abraham y sell\u00f3 una alianza con \u00e9l y su descendencia. De \u00e9l form\u00f3 a su pueblo, al que revel\u00f3 su ley por medio de Mois\u00e9s. Lo prepar\u00f3 por los profetas para acoger la salvaci\u00f3n destinada a toda la humanidad.<\/p>
73 Dios se ha revelado plenamente enviando a su propio Hijo, en quien ha establecido su alianza para siempre. El Hijo es la Palabra definitiva del Padre, de manera que no habr\u00e1 ya otra Revelaci\u00f3n despu\u00e9s de El.<\/p>
Art\u00edculo 2 LA TRANSMISION DE LA
REVELACION DIVINA<\/p>
74 Dios \u00abquiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad\u00bb ( 1 Tim 2,4), es decir, al conocimiento de Cristo Jes\u00fas (cf. Jn 14,6). Es preciso, pues, que Cristo sea anunciado a todos los pueblos y a todo s los hombres y que as\u00ed la Revelaci\u00f3n llegue hasta los confines del mundo:<\/p>
Dios quiso que lo que hab\u00eda revelado para salvaci\u00f3n de todos los pueblos se conservara por siempre \u00edntegro y fuera transmitido a todas las edades (DV 7).<\/p>
I LA TRADICION APOSTOLICA<\/p>
75 \u00abCristo nuestro Se\u00f1or, plenitud de la revelaci\u00f3n, mand\u00f3 a los Ap\u00f3stoles predicar a todos los hombres el Evangelio como fuente de toda verdad salvadora y de toda norma de conducta, comunic\u00e1ndoles as\u00ed los bienes divinos: el Evangelio prometido por los profetas, que el mismo cumpli\u00f3 y promulg\u00f3 con su boca\u00bb (DV 7).<\/p>
La predicaci\u00f3n apost\u00f3lica…<\/p>
76 La transmisi\u00f3n del evangelio, seg\u00fan el mandato del Se\u00f1or, se hizo de dos maneras:<\/p>
oralmente: \u00ablos ap\u00f3stoles, con su predicaci\u00f3n, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra lo que hab\u00edan aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Esp\u00edritu Santo les ense\u00f1\u00f3\u00bb;<\/p>
por escrito: \u00ablos mismos ap\u00f3stoles y otros de su generaci\u00f3n pusieron por escrito el mensaje de la salvaci\u00f3n inspirados por el Esp\u00edritu Santo\u00bb (DV 7).<\/p>
\u2026 continuada en la sucesi\u00f3n apost\u00f3lica<\/p>
77 \u00abPara que este Evangelio se conservara siempre vivo y entero en la Iglesia, los ap\u00f3stoles nombraron como sucesores a los obispos, ‘dej\u00e1ndoles su cargo en el magisterio'\u00bb (DV 7). En efecto, \u00abla predicaci\u00f3n apost\u00f3lica, expresada de un modo especial en los libros sagrados, se ha de conservar por transmisi\u00f3n continua hasta el fin de los tiempos\u00bb (DV 8).<\/p>
78 Esta transmisi\u00f3n viva, llevada a cabo en el Esp\u00edritu Santo es llamada la Tradici\u00f3n en cuanto distinta de la Sagrada Escritura, aunque estrechamente ligada a ella. Por ella, \u00abla Iglesia con su ense\u00f1anza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree\u00bb (DV 8). \u00abLas palabras de los Santos Padres atestiguan la presencia viva de esta Tradici\u00f3n, cuyas riquezas van pasando a loa pr\u00e1ctica y a la vida de la Iglesia que cree y ora\u00bb (DV 8).<\/p>
79 As\u00ed, la comunicaci\u00f3n que el Padre ha hecho de s\u00ed mismo por su Verbo en el Esp\u00edritu Santo sigue presente y activa en la Iglesia: \u00abDios, que habl\u00f3 en otros tiempos, sigue conservando siempre con la Esposa de su Hijo amado; as\u00ed el Esp\u00edritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero, va introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensamente la palabra de Cristo\u00bb (DV 8).<\/p>
II LA RELACION ENTRE LA TRADICION
Y LA SAGRADA ESCRITURA<\/p>
Una fuente com\u00fan…<\/p>
80 La Tradici\u00f3n y la Sagrada Escritura \u00abest\u00e1n \u00edntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin\u00bb (DV 9). Una y otra hacen presente y fecundo en la Iglesia el misterio de Cristo que ha prometido estar con los suyos \u00abpara siempre hasta el fin del mundo\u00bb (Mt 28,20).<\/p>
\u2026 dos modos distintos de transmisi\u00f3n<\/p>
81 \u00abLa Sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiraci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo\u00bb.<\/p>
\u00abLa Tradici\u00f3n recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Esp\u00edritu Santo a los ap\u00f3stoles, y la transmite \u00edntegra a los sucesores; para que ellos, iluminados por el Esp\u00edritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicaci\u00f3n\u00bb<\/p>
82 De ah\u00ed resulta que la Iglesia, a la cual est\u00e1 confiada la transmisi\u00f3n y la interpretaci\u00f3n de la Revelaci\u00f3n \u00abno saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y as\u00ed se han de recibir y respetar con el mismo esp\u00edritu de devoci\u00f3n\u00bb (DV 9).<\/p>
Tradici\u00f3n apost\u00f3lica y tradiciones eclesiales<\/p>
83 La Tradici\u00f3n de que hablamos aqu\u00ed es la que viene de los ap\u00f3stoles y transmite lo que estos recibieron de las ense\u00f1anzas y del ejemplo de Jes\u00fas y lo que aprendieron por el Esp\u00edritu Santo. En efecto, la primera generaci\u00f3n de cristianos no ten\u00eda a\u00fan un Nuevo Testamento escrito, y el Nuevo Testamento mismo atestigua el proceso de la Tradici\u00f3n viva.<\/p>
Es preciso distinguir de ella las \u00abtradiciones\u00bb teol\u00f3gicas, disciplinares, lit\u00fargicas o devocionales nacidas en el transcurso del tiempo en las Iglesias locales. Estas constituyen formas particulares en las que la gran Tradici\u00f3n recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las diversas \u00e9pocas. S\u00f3lo a la luz de la gran Tradici\u00f3n aquellas pueden ser mantenidas, modificadas o tambi\u00e9n abandonadas bajo la gu\u00eda del Magisterio de la Iglesia.<\/p>
III LA INTERPRETACION DEL DEPOSITO DE LA FE<\/p>
El dep\u00f3sito de la fe confiado a la totalidad de la Iglesia<\/p>
84 \u00abEl dep\u00f3sito sagrado\u00bb (cf. 1 Tm 6,20; 2 Tm 1,12-14) de la fe (depositum fidei), contenido en la Sagrada Tradici\u00f3n y en la Sagrada Escritura fue confiado por los ap\u00f3stoles al conjunto de la Iglesia. \u00abFiel a dicho dep\u00f3sito, el pueblo cristiano entero, unido a sus pastores, persevera siempre en la doctrina apost\u00f3lica y en la uni\u00f3n, en la eucarist\u00eda y la oraci\u00f3n, y as\u00ed se realiza una maravillosa concordia de pastores y fieles en conservar, practicar y profesar la fe recibida\u00bb (DV 10).<\/p>
El Magisterio de la Iglesia<\/p>
85 \u00abEl oficio de interpretar aut\u00e9nticamente la palabra de Dios, oral o escritura, ha sido encomendado s\u00f3lo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo\u00bb (DV 10), es decir, a los obispos en comuni\u00f3n con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma.<\/p>
86 \u00abEl Magisterio no est\u00e1 por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para ense\u00f1ar puramente lo transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Esp\u00edritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este \u00fanico dep\u00f3sito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser cre\u00eddo\u00bb (DV 10).<\/p>
87 Los fieles, recordando la palabra de Cristo a sus Ap\u00f3stoles: \u00abEl que a vosotros escucha a mi me escucha\u00bb (Lc 10,16; cf. LG 20), reciben con docilidad las ense\u00f1anzas y directrices que sus pastores les dan de diferentes formas.<\/p>
Los dogmas de la fe<\/p>
88 El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la autoridad que tiene de Cristo cuando define dogmas, es decir, cuando propone, de una forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesi\u00f3n irrevocable de fe, verdades contenidas en la Revelaci\u00f3n divina o tambi\u00e9n cuando propone de manera definitiva verdades que tienen con ellas un v\u00ednculo necesario.<\/p>
89 Existe un v\u00ednculo org\u00e1nico entre nuestra vida espiritual y los dogmas. Los dogmas son luces en el camino de nuestra fe, lo iluminan y lo hacen seguro. De modo inverso, si nuestra vida es recta, nuestra inteligencia y nuestro coraz\u00f3n estar\u00e1n abiertos para acoger la luz de los dogmas de la fe (cf. Jn 8,31-32).<\/p>
90 Los v\u00ednculos mutuos y la coherencia de los dogmas pueden ser hallados en el conjunto de la Revelaci\u00f3n del Misterio de Cristo (cf. Cc. Vaticano I: DS 3016: \u00abnexus mysteriorum\u00bb; LG 25). \u00abExiste un orden o `jerarqu\u00eda’ de las verdades de la doctrina cat\u00f3lica, puesto que es diversa su conexi\u00f3n con el fundamento de la fe cristiana\u00bb (UR 11)<\/p>
El sentido sobrenatural de la fe<\/p>
91 Todos los fieles tienen parte en la comprensi\u00f3n y en la transmisi\u00f3n de la verdad revelada. Han recibido la unci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo que los instruye (cf. 1 Jn 2,20.27) y los conduce a la verdad completa (cf. Jn 16,13).<\/p>
92 \u00abLa totalidad de los fieles … no puede equivocarse en la fe. Se manifiesta esta propiedad suya, tan peculiar, en el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo: cuando ‘desde los obispos hasta el \u00faltimo de los laicos cristianos’ muestran estar totalmente de acuerdo en cuestiones de fe y de moral\u00bb (LG 12).<\/p>
93 \u00abEl Esp\u00edritu de la verdad suscita y sostiene este sentido de la fe. Con \u00e9l, el Pueblo de Dios, bajo la direcci\u00f3n del magisterio…se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de una vez para siempre, la profundiza con un juicio recto y la aplica cada d\u00eda m\u00e1s plenamente en la vida\u00bb (LG 12).<\/p>
El crecimiento en la inteligencia de la fe<\/p>
94 Gracias a la asistencia del Esp\u00edritu Santo, la inteligencia tanto de las realidades como de las palabras del dep\u00f3sito de la fe puede crecer en la vida de la Iglesia:<\/p>
\u2013 \u00abCuando los fieles las contemplan y estudian repas\u00e1ndolas en su coraz\u00f3n\u00bb (DV 8); es en particular la investigaci\u00f3n teol\u00f3gica quien debe \u00bb profundizar en el conocimiento de la verdad revelada\u00bb (GS 62,7; cfr. 44,2; DV 23; 24; UR 4).<\/p>
\u2013 Cuando los fieles \u00abcomprenden internamente los misterios que viven\u00bb (DV 8); \u00abDivina eloquia cum legente crescunt\u00bb (S.Gregorio Magno, Homil\u00eda sobre Ez 1,7,8: PL 76, 843 D).<\/p>
\u2013 \u00abCuando las proclaman los obispos, sucesores de los ap\u00f3stoles en el carisma de la verdad\u00bb (DV 8).<\/p>
95 \u00abLa Tradici\u00f3n, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, seg\u00fan el plan prudente de Dios, est\u00e1n unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros; los tres, cada uno seg\u00fan su car\u00e1cter, y bajo la acci\u00f3n del \u00fanico Esp\u00edritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvaci\u00f3n de las almas\u00bb (DV 10,3).<\/p>
RESUMEN<\/p>
96 Lo que Cristo confi\u00f3 a los ap\u00f3stoles, estos lo transmitieron por su predicaci\u00f3n y por escrito, bajo la inspiraci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, a todas las generaciones hasta el retorno glorioso de Cristo.<\/p>
97 \u00abLa Tradici\u00f3n y la Sagrada Escritura constituyen el dep\u00f3sito sagrado de la palabra de Dios\u00bb (DV 10), en el cual, como en un espejo, la Iglesia peregrinante contempla a Dios, fuente de todas sus riquezas.<\/p>
98 \u00abLa Iglesia con su ense\u00f1anza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree\u00bb (DV 8).<\/p>
99 En virtud de su sentido sobrenatural de la fe, todo el Pueblo de Dios no cesa de acoger el don de la Revelaci\u00f3n divina, de penetrarla m\u00e1s profundamente y de vivirla de modo m\u00e1s pleno.<\/p>
100 El oficio de interpretar aut\u00e9nticamente la Palabra de Dios ha sido confiado \u00fanicamente al Magisterio de la Iglesia, al Papa y a los obispos en comuni\u00f3n con \u00e9l.<\/p>
Art\u00edculo 3: LA SAGRADA ESCRITURA<\/p>
I CRISTO, PALABRA \u00daNICA DE LA SAGRADA ESCRITURA<\/p>
101 En la condescendencia de su bondad, Dios, para revelarse a los hombres, les habla en palabras humanas: \u00abLa palabra de Dios, expresada en lenguas humanas, se hace semejante al lenguaje humano, como la Palabra del eterno Padre asumiendo nuestra d\u00e9bil condici\u00f3n humana, se hizo semejante a los hombres \u00bb (DV 13).<\/p>
102 A trav\u00e9s de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice s\u00f3lo una palabra, su Verbo \u00fanico, en quien \u00e9l se dice en plenitud (cf. Hb 1,1-3):<\/p>
Recordad que es una misma Palabra de Dios la que se extiende en todas las escrituras, que es un mismo Verbo que resuena en la boca de todos los escritores sagrados, el que, siendo al comienzo Dios junto a Dios, no necesita s\u00edlabas porque no est\u00e1 sometido al tiempo (S. Agust\u00edn, Psal. 103,4,1).<\/p>
103 Por esta raz\u00f3n, la Iglesia ha venerado siempre las divinas Escrituras como venera tambi\u00e9n el Cuerpo del Se\u00f1or. No cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo (cf. DV 21).<\/p>
104 En la Sagrada Escritura, la Iglesia encuentra sin cesar su alimento y su fuerza (cf. DV 24), porque, en ella, no recibe solamente una palabra humana, sino lo que es realmente: la Palabra de Dios (cf. 1 Ts 2,13). \u00abEn los libros sagrados, el Padre que est\u00e1 en el cielo sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos\u00bb (DV 21).<\/p>
II INSPIRACION Y VERDAD DE LA SAGRADA ESCRITURA<\/p>
105 Dios es el autor de la Sagrada Escritura. \u00abLas verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiraci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo\u00bb.<\/p>
\u00abLa santa Madre Iglesia, fiel a la base de los ap\u00f3stoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y can\u00f3nicos, en cuanto que, escritos por inspiraci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales han sido confiados a la Iglesia\u00bb (DV 11).<\/p>
106 Dios ha inspirado a los autores humanos de los libros sagrados. \u00abEn la composici\u00f3n de los libros sagrados, Dios se vali\u00f3 de hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos; de este modo obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito todo y s\u00f3lo lo que Dios quer\u00eda\u00bb (DV 11).<\/p>
107 Los libros inspirados ense\u00f1an la verdad. \u00abComo todo lo que afirman los hagi\u00f3grafos, o autores inspirados, lo afirma el Esp\u00edritu Santo, se sigue que los libros sagrados ense\u00f1an s\u00f3lidamente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvaci\u00f3n nuestra\u00bb (DV 11).<\/p>
108 Sin embargo, la fe cristiana no es una \u00abreligi\u00f3n del Libro\u00bb. El cristianismo es la religi\u00f3n de la \u00abPalabra\u00bb de Dios, \u00abno de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo\u00bb (S. Bernardo, hom. miss. 4,11). Para que las Escrituras no queden en letra muerta, es preciso que Cristo, Palabra eterna del Dios vivo, por el Esp\u00edritu Santo, nos abra el esp\u00edritu a la inteligencia de las mismas (cf. Lc 24,45).<\/p>
III EL ESP\u00cdRITU SANTO, INT\u00c9RPRETE DE LA ESCRITURA<\/p>
109 En la Sagrada Escritura, Dios habla al hombre a la manera de los hombres. Por tanto, para interpretar bien la Escritura, es preciso estar atento a lo que los autores humanos quisieron verdaderamente afirmar y a lo que Dios quiso manifestarnos mediante sus palabras (cf. DV 12,1).<\/p>
110 Para descubrir la intenci\u00f3n de los autores sagrados es preciso tener en cuenta las condiciones de su tiempo y de su cultura, los \u00abg\u00e9neros literarios\u00bb usados en aquella \u00e9poca, las maneras de sentir, de hablar y de narrar en aquel tiempo. \u00abPues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa \u00edndole hist\u00f3rica, en libros prof\u00e9ticos o po\u00e9ticos, o en otros g\u00e9neros literarios\u00bb (DV 12,2).<\/p>
111 Pero, dado que la Sagrada Escritura es inspirada, hay otro principio de la recta interpretaci\u00f3n , no menos importante que el precedente, y sin el cual la Escritura ser\u00eda letra muerta: \u00abLa Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Esp\u00edritu con que fue escrita\u00bb (DV 12,3).<\/p>
El Concilio Vaticano II se\u00f1ala tres criterios para una interpretaci\u00f3n de la Escritura conforme al Esp\u00edritu que la inspir\u00f3 (cf. DV 12,3):<\/p>
112 1. Prestar una gran atenci\u00f3n \u00abal contenido y a la unidad de toda la Escritura\u00bb. En efecto, por muy diferentes que sean los libros que la componen, la Escritura es una en raz\u00f3n de la unidad del designio de Dios , del que Cristo Jes\u00fas es el centro y el coraz\u00f3n, abierto desde su Pascua (cf. Lc 24,25-27. 44-46).<\/p>
El coraz\u00f3n (cf. Sal 22,15) de Cristo designa la sagrada Escritura que hace conocer el coraz\u00f3n de Cristo. Este coraz\u00f3n estaba cerrado antes de la Pasi\u00f3n porque la Escritura era oscura. Pero la Escritura fue abierta despu\u00e9s de la Pasi\u00f3n, porque los que en adelante tienen inteligencia de ella consideran y disciernen de qu\u00e9 manera deben ser interpretadas las profec\u00edas (S. Tom\u00e1s de A. Expos. in Ps 21,11).<\/p>
113 2. Leer la Escritura en \u00abla Tradici\u00f3n viva de toda la Iglesia\u00bb. Seg\u00fan un adagio de los Padres, \u00absacra Scriptura pincipalius est in corde Ecclesiae quam in materialibus instrumentis scripta\u00bb (\u00abLa Sagrada Escritura est\u00e1 m\u00e1s en el coraz\u00f3n de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos\u00bb). En efecto, la Iglesia encierra en su Tradici\u00f3n la memoria viva de la Palabra de Dios, y el Esp\u00edritu Santo le da la interpretaci\u00f3n espiritual de la Escritura (\u00ab…secundum spiritualem sensum quem Spiritus donat Ecclesiae\u00bb: Or\u00edgenes, hom. in Lev. 5,5).<\/p>
114 3. Estar atento \u00aba la analog\u00eda de la fe\u00bb (cf. Rom 12,6). Por \u00abanalog\u00eda de la fe\u00bb entendemos la cohesi\u00f3n de las verdades de la fe entre s\u00ed y en el proyecto total de la Revelaci\u00f3n.<\/p>
El sentido de la Escritura<\/p>
115 Seg\u00fan una antigua tradici\u00f3n, se pueden distinguir dos sentidos de la Escritura: el sentido literal y el sentido espiritual; este \u00faltimo se subdivide en sentido aleg\u00f3rico, moral y anag\u00f3gico. La concordancia profunda de los cuatro sentidos asegura toda su riqueza a la lectura viva de la Escritura en la Iglesia.<\/p>
116 El sentido literal. Es el sentido significado por las palabras de la Escritura y descubierto por la ex\u00e9gesis que sigue las reglas de la justa interpretaci\u00f3n. \u00abOmnes sensus (sc. sacrae Scripturae) fundentur super litteralem\u00bb (S. Tom\u00e1s de Aquino., s.th. 1,1,10, ad 1) Todos los sentidos de la Sagrada Escritura se fundan sobre el sentido literal.<\/p>
117 El sentido espiritual. Gracias a la unidad del designio de Dios, no solamente el texto de la Escritura, sino tambi\u00e9n las realidades y los acontecimientos de que habla pueden ser signos.<\/p>
El sentido aleg\u00f3rico. Podemos adquirir una comprensi\u00f3n m\u00e1s profunda de los acontecimientos reconociendo su significaci\u00f3n en Cristo; as\u00ed, el paso del Mar Rojo es un signo de la victoria de Cristo y por ello del Bautismo (cf. 1 Cor 10,2).<\/p>
El sentido moral. Los acontecimientos narrados en la Escritura pueden conducirnos a un obrar justo. Fueron escritos \u00abpara nuestra instrucci\u00f3n\u00bb (1 Cor 10,11; cf. Hb 3-4,11).<\/p>
El sentido anag\u00f3gico. Podemos ver realidades y acontecimientos en su significaci\u00f3n eterna, que nos conduce (en griego: \u00abanagoge\u00bb) hacia nuestra Patria. As\u00ed, la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusal\u00e9n celeste (cf. Ap 21,1-22,5).<\/p>
118 Un d\u00edstico medieval resume la significaci\u00f3n de los cuatro sentidos:
\u00abLittera gesta docet, quid credas allegoria,
Moralis quid agas, quo tendas anagogia\u00bb (AGUST\u00cdN DE DACIA, Rotulus pugillaris, I: ed. A. Walz: Angelicum 6 (1929), 256.<\/p>
119 \u00abA los exegetas toca aplicar estas normas en su trabajo para ir penetrando y exponiendo el sentido de la Sagrada Escritura, de modo que con dicho estudio pueda madurar el juicio de la Iglesia. Todo lo dicho sobre la interpretaci\u00f3n de la Escritura queda sometido al juicio definitivo de la Iglesia, que recibi\u00f3 de Dios el encargo y el oficio de conservar e interpretar la palabra de Dios\u00bb (DV 12,3).<\/p>
Ego vero Evangelio non credere, nisi me catholicae Ecclesiae commoveret auctoritas (S. Agust\u00edn, fund. 5,6).<\/p>
IV EL CANON DE LAS ESCRITURAS<\/p>
120 La Tradici\u00f3n apost\u00f3lica hizo discernir a la Iglesia qu\u00e9 escritos constituyen la lista de los Libros Santos (cf. DV 8,3). Esta lista integral es llamada \u00abCanon\u00bb de las Escrituras. Comprende para el Antiguo Testamento 46 escritos (45 si se cuentan Jr y Lm como uno solo), y 27 para el Nuevo (cf. DS 179; 1334-1336; 1501-1504):<\/p>
G\u00e9nesis, Exodo, Lev\u00edtico, N\u00fameros, Deuteronomio, Josu\u00e9, Jueces, Rut, los dos libros de Samuel, los dos libros de los Reyes, los dos libros de las Cr\u00f3nicas, Esdras y Nehem\u00edas, Tob\u00edas, Judit, Ester, los dos libros de los Macabeos, Job, los Salmos, los Proverbios, el Eclesiast\u00e9s, el Cantar de los Cantares, la Sabidur\u00eda, el Eclesi\u00e1stico, Isa\u00edas, Jerem\u00edas, las Lamentaciones, Baruc, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Am\u00f3s, Abd\u00edas, Jon\u00e1s Miqueas, Nah\u00fam , Habacuc, Sofon\u00edas, Ageo, Zacar\u00edas, Malaqu\u00edas para el Antiguo Testamento; los Evangelios de Mateo, de Marcos, de Lucas y de Juan, los Hechos de los Ap\u00f3stoles, las cartas de Pablo a los Romanos, la primera y segunda a los Corintios, a los G\u00e1latas, a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses, la primera y la segunda a los Tesalonicenses, la primera y la segunda a Timoteo, a Tito, a Filem\u00f3n, la carta a los Hebreos, la carta de Santiago, la primera y la segunda de Pedro, las tres cartas de Juan, la carta de Judas y el Apocalipsis para el Nuevo Testamento.<\/p>
El Antiguo Testamento<\/p>
121 El Antiguo Testamento es una parte de la Sagrada Escritura de la que no se puede prescindir. Sus libros son libros divinamente inspirados y conservan un valor permanente (cf. DV 14), porque la Antigua Alianza no ha sido revocada.<\/p>
122 En efecto, \u00abel fin principal de la econom\u00eda antigua era preparar la venida de Cristo, redentor universal\u00bb. \u00abAunque contienen elementos imperfectos y pasajeros\u00bb, los libros del Antiguo Testamento dan testimonio de toda la divina pedagog\u00eda del amor salv\u00edfico de Dios: \u00abContienen ense\u00f1anzas sublimes sobre Dios y una sabidur\u00eda salvadora acerca del hombre, encierran tesoros de oraci\u00f3n y esconden el misterio de nuestra salvaci\u00f3n\u00bb (DV 15).<\/p>
123 Los cristianos veneran el Antiguo Testamento como verdadera Palabra de Dios. La Iglesia ha rechazado siempre vigorosamente la idea de prescindir del Antiguo Testamento so pretexto de que el Nuevo lo habr\u00eda hecho caduco (marcionismo).<\/p>
El Nuevo Testamento<\/p>
124 \u00abLa palabra de Dios, que es fuerza de Dios para ala salvaci\u00f3n del que cree, se encuentra y despliega su fuerza de modo privilegiado en el Nuevo Testamento\u00bb (DV 17). Estos escritos nos ofrecen la verdad definitiva de la Revelaci\u00f3n divina. Su objeto central es Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, sus obras, sus ense\u00f1anzas, su pasi\u00f3n y su glorificaci\u00f3n, as\u00ed como los comienzos de su Iglesia bajo la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo (cf. DV 20).<\/p>
125 Los evangelios son el coraz\u00f3n de todas las Escrituras \u00abpor ser el testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador\u00bb (DV 18).<\/p>
126 En la formaci\u00f3n de los evangelios se pueden distinguir tres etapas:<\/p>
1. La vida y la ense\u00f1anza de Jes\u00fas. La Iglesia mantiene firmemente que los cuatro evangelios, \u00abcuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jes\u00fas, Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y ense\u00f1\u00f3 realmente para ala salvaci\u00f3n de ellos, hasta el d\u00eda en que fue levantado al cielo\u00bb (DV 19).<\/p>
2. La tradici\u00f3n oral. \u00abLos ap\u00f3stoles ciertamente despu\u00e9s de la ascensi\u00f3n del Se\u00f1or predicaron a sus oyentes lo que El hab\u00eda dicho y obrado, con aquella crecida inteligencia de que ellos gozaban, amaestrados por los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Esp\u00edritu de verdad\u00bb (DV 19).<\/p>
3. Los evangelios escritos. Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se transmit\u00edan de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explic\u00e1ndolas atendiendo a la condici\u00f3n de las Iglesias, conservando por fin la forma de proclamaci\u00f3n, de manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jes\u00fas\u00bb (DV 19).<\/p>
127 El Evangelio cuadriforme ocupa en la Iglesia un lugar \u00fanico; de ello dan testimonio la veneraci\u00f3n de que lo rodea la liturgia y el atractivo incomparable que ha ejercido en todo tiempo sobre los santos:<\/p>
No hay ninguna doctrina que sea mejor, m\u00e1s preciosa y m\u00e1s espl\u00e9ndida que el texto del evangelio. Ved y retened lo que nuestro Se\u00f1or y Maestro, Cristo, ha ense\u00f1ado mediante sus palabras y realizado mediante sus obras (Santa Ces\u00e1rea la Joven, Rich. ).<\/p>
Es sobre todo el Evangelio lo que me ocupa durante mis oraciones; en \u00e9l encuentro todo lo que es necesario a mi pobre alma. En \u00e9l descubro siempre nuevas luces, sentidos escondidos y misteriosos (Santa Teresa del Ni\u00f1o Jes\u00fas, ms. auto. A 83v).<\/p>
La unidad del Antiguo y del Nuevo Testamento<\/p>
128 La Iglesia, ya en los tiempos apost\u00f3licos (cf. 1 Cor 10,6.11; Hb 10,1; 1 Pe 3,21), y despu\u00e9s constantemente en su tradici\u00f3n, esclareci\u00f3 la unidad del plan divino en los dos Testamentos gracias a la tipolog\u00eda. Esta reconoce en las obras de Dios en la Antigua Alianza prefiguraciones de lo que Dios realiz\u00f3 en la plenitud de los tiempos en la persona de su Hijo encarnado.<\/p>
129 Los cristianos, por tanto, leen el Antiguo Testamento a la luz de Cristo muerto y resucitado. Esta lectura tipol\u00f3gica manifiesta el contenido inagotable del Antiguo Testamento. Ella no debe hacer olvidar que el Antiguo Testamento conserva su valor propio de revelaci\u00f3n que nuestro Se\u00f1or mismo reafirm\u00f3 (cf. Mc 12,29-31). Por otra parte, el Nuevo Testamento exige ser le\u00eddo tambi\u00e9n a la luz del Antiguo. La catequesis cristiana primitiva recurrir\u00e1 constantemente a \u00e9l (cf. 1 Cor 5,6-8; 10,1-11). Seg\u00fan un viejo adagio, el Nuevo Testamento est\u00e1 escondido en el Antiguo, mientras que el Antiguo se hace manifiesto en el Nuevo: \u00abNovum in Vetere latet et in Novo Vetus patet\u00bb (S. Agust\u00edn, Hept. 2,73; cf. DV 16).<\/p>
130 La tipolog\u00eda significa un dinamismo que se orienta al cumplimiento del plan divino cuando \u00abDios sea todo en todos\u00bb (1 Cor 15,28). As\u00ed la vocaci\u00f3n de los patriarcas y el Exodo de Egipto, por ejemplo, no pierden su valor propio en el plan de Dios por el hecho de que son al mismo tiempo etapas intermedias.<\/p>
V LA SAGRADA ESCRITURA EN LA VIDA DE LA IGLESIA<\/p>
131 \u00abEs tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente l\u00edmpida y perenne de vida espiritual\u00bb (DV 21). \u00abLos fieles han de tener f\u00e1cil acceso a la Sagrada Escritura\u00bb (DV 22).<\/p>
132 \u00abLa Escritura debe ser el alma de la teolog\u00eda. El ministerio de la palabra, que incluye la predicaci\u00f3n pastoral, la catequesis, toda la instrucci\u00f3n cristiana y en puesto privilegiado, la homil\u00eda, recibe de la palabra de la Escritura alimento saludable y por ella da frutos de santidad\u00bb (DV 24).<\/p>
133 La Iglesia \u00abrecomienda insistentemente a todos los fieles…la lectura asidua de la Escritura para que adquieran ‘la ciencia suprema de Jesucristo’ (Flp 3,8), ‘pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo’ (S. Jer\u00f3nimo)\u00bb (DV 25).<\/p>
RESUMEN<\/p>
134 Toda la Escritura divina es un libro y este libro es Cristo, \u00abporque toda la Escritura divina habla de Cristo, y toda la Escritura divina se cumple en Cristo\u00bb (Hugo de San V\u00edctor, De arca Noe 2,8: PL 176, 642; cf. Ibid., 2,9: PL 176, 642-643).<\/p>
135 \u00abLa sagrada Escritura contiene la palabra de Dios y, en cuanto inspirada, es realmente palabra de Dios\u00bb (DV 24).<\/p>
136 Dios es el Autor de la Sagrada Escritura porque inspira a sus autores humanos: act\u00faa en ellos y por ellos. Da as\u00ed la seguridad de que sus escritos ense\u00f1an sin error la verdad salv\u00edfica (cf. DV 11).<\/p>
137 La interpretaci\u00f3n de las Escrituras inspiradas debe estar sobre todo atenta a lo que Dios quiere revelar por medio de los autores sagrados para nuestra salvaci\u00f3n. Lo que viene del Esp\u00edritu s\u00f3lo es plenamente percibido por la acci\u00f3n del Esp\u00edritu (Cf Or\u00edgenes, hom. in Ex. 4,5).<\/p>
138 La Iglesia recibe y venera como inspirados los cuarenta y seis libros del Antiguo Testamento y los veintisiete del Nuevo.<\/p>
139 Los cuatro evangelios ocupan un lugar central, pues su centro es Cristo Jes\u00fas.<\/p>
140 La unidad de los dos Testamentos se deriva de la unidad del plan de Dios y de su Revelaci\u00f3n. El Antiguo Testamento prepara el Nuevo mientras que \u00e9ste da cumplimiento al Antiguo; los dos se esclarecen mutuamente; los dos son verdadera Palabra de Dios.<\/p>
141 \u00abLa Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo\u00bb (DV 21): aquellas y \u00e9ste alimentan y rigen toda la vida cristiana. \u00abPara mis pies antorcha es tu palabra, luz para mi sendero\u00bb (Sal 119,105; Is 50,4).<\/p>
CAP\u00cdTULO TERCERO: LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS<\/p>
142 Por su revelaci\u00f3n, \u00abDios invisible habla a los hombres como amigo, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunicaci\u00f3n consigo y recibirlos en su compa\u00f1\u00eda\u00bb (DV 2). La respuesta adecuada a esta invitaci\u00f3n es la fe.<\/p>
143 Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela (cf. DV 5). La Sagrada Escritura llama \u00abobediencia de la fe\u00bb a esta respuesta del hombre a Dios que revela (cf. Rom 1,5; 16,26).<\/p>
Art\u00edculo 1 CREO<\/p>
I LA OBEDIENCIA DE LA FE<\/p>
144 Obedecer (\u00abob-audire\u00bb) en la fe, es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad est\u00e1 garantizada por Dios, la Verdad misma. De esta obediencia, Abraham es el modelo que nos propone la Sagrada Escritura. La Virgen Mar\u00eda es la realizaci\u00f3n m\u00e1s perfecta de la misma.<\/p>
Abraham, \u00abel padre de todos los creyentes\u00bb<\/p>
145 La carta a los Hebreos, en el gran elogio de la fe de los antepasados insiste particularmente en la fe de Abraham: \u00abPor la fe, Abraham obedeci\u00f3 y sali\u00f3 para el lugar que hab\u00eda de recibir en herencia, y sali\u00f3 sin saber a d\u00f3nde iba\u00bb (Hb 11,8; cf. Gn 12,1-4). Por la fe, vivi\u00f3 como extranjero y peregrino en la Tierra prometida (cf. Gn 23,4). Por la fe, a Sara se otorg\u00f3 el concebir al hijo de la promesa. Por la fe, finalmente, Abraham ofreci\u00f3 a su hijo \u00fanico en sacrificio (cf. Hb 11,17).<\/p>
146 Abraham realiza as\u00ed la definici\u00f3n de la fe dada por la carta a los Hebreos: \u00abLa fe es garant\u00eda de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven\u00bb (Hb 11,1). \u00abCrey\u00f3 Abraham en Dios y le fue reputado como justicia\u00bb (Rom 4,3; cf. Gn 15,6). Gracias a esta \u00abfe poderosa\u00bb (Rom 4,20), Abraham vino a ser \u00abel padre de todos los creyentes\u00bb (Rom 4,11.18; cf. Gn 15,15).<\/p>
147 El Antiguo Testamento es rico en testimonios acerca de esta fe. La carta a los Hebreos proclama el elogio de la fe ejemplar de los antiguos, por la cual \u00abfueron alabados\u00bb (Hb 11,2.39). Sin embargo, \u00abDios ten\u00eda ya dispuesto algo mejor\u00bb: la gracia de creer en su Hijo Jes\u00fas, \u00abel que inicia y consuma la fe\u00bb (Hb 11,40; 12,2).<\/p>
Mar\u00eda : \u00abDichosa la que ha cre\u00eddo\u00bb<\/p>
148 La Virgen Mar\u00eda realiza de la manera m\u00e1s perfecta la obediencia de la fe. En la fe, Mar\u00eda acogi\u00f3 el anuncio y la promesa que le tra\u00eda el \u00e1ngel Gabriel, creyendo que \u00abnada es imposible para Dios\u00bb (Lc 1,37; cf. Gn 18,14) y dando su asentimiento: \u00abHe aqu\u00ed la esclava del Se\u00f1or; h\u00e1gase en m\u00ed seg\u00fan tu palabra\u00bb (Lc 1,38). Isabel la salud\u00f3: \u00ab\u00a1Dichosa la que ha cre\u00eddo que se cumplir\u00edan las cosas que le fueron dichas de parte del Se\u00f1or!\u00bb (Lc 1,45). Por esta fe todas las generaciones la proclamar\u00e1n bienaventurada (cf. Lc 1,48).<\/p>
149 Durante toda su vida, y hasta su \u00faltima prueba (cf. Lc 2,35), cuando Jes\u00fas, su hijo, muri\u00f3 en la cruz, su fe no vacil\u00f3. Mar\u00eda no ces\u00f3 de creer en el \u00abcumplimiento\u00bb de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en Mar\u00eda la realizaci\u00f3n m\u00e1s pura de la fe.<\/p>
II \u00abYO SE EN QUIEN TENGO PUESTA MI FE\u00bb
(2 Tim 1,12)<\/p>
Creer solo en Dios<\/p>
150 La fe es ante todo una adhesi\u00f3n personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. En cuanto adhesi\u00f3n personal a Dios y asentimiento a la verdad que \u00e9l ha revelado, la fe cristiana difiere de la fe en una persona humana. Es justo y bueno confiarse totalmente a Dios y creer absolutamente lo que \u00e9l dice. Ser\u00eda vano y errado poner una fe semejante en una criatura (cf. Jr 17,5-6; Sal 40,5; 146,3-4).<\/p>
Creer en Jesucristo, el Hijo de Dios<\/p>
151 Para el cristiano, creer en Dios es inseparablemente creer en aquel que \u00e9l ha enviado, \u00absu Hijo amado\u00bb, en quien ha puesto toda su complacencia (Mc 1,11). Dios nos ha dicho que les escuchemos (cf. Mc 9,7). El Se\u00f1or mismo dice a sus disc\u00edpulos: \u00abCreed en Dios, creed tambi\u00e9n en m\u00ed\u00bb (Jn 14,1). Podemos creer en Jesucristo porque es Dios, el Verbo hecho carne: \u00abA Dios nadie le ha visto jam\u00e1s: el Hijo \u00fanico, que est\u00e1 en el seno del Padre, \u00e9l lo ha contado\u00bb (Jn 1,18). Porque \u00abha visto al Padre\u00bb (Jn 6,46), \u00e9l es \u00fanico en conocerlo y en poderlo revelar (cf. Mt 11,27).<\/p>
Creer en el Esp\u00edritu Santo<\/p>
152 No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Esp\u00edritu. Es el Esp\u00edritu Santo quien revela a los hombres qui\u00e9n es Jes\u00fas. Porque \u00abnadie puede decir: ‘Jes\u00fas es Se\u00f1or’ sino bajo la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo\u00bb (1 Cor 12,3). \u00abEl Esp\u00edritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios…Nadie conoce lo \u00edntimo de Dios, sino el Esp\u00edritu de Dios\u00bb (1 Cor 2,10-11). S\u00f3lo Dios conoce a Dios enteramente. Nosotros creemos en el Esp\u00edritu Santo porque es Dios.<\/p>
La Iglesia no cesa de confesar su fe en un solo Dios, Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo.<\/p>
III LAS CARACTERISTICAS DE LA FE<\/p>
La fe es una gracia<\/p>
153 Cuando San Pedro confiesa que Jes\u00fas es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jes\u00fas le declara que esta revelaci\u00f3n no le ha venido \u00abde la carne y de la sangre, sino de mi Padre que est\u00e1 en los cielos\u00bb (Mt 16,17; cf. Ga 1,15; Mt 11,25). La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por \u00e9l, \u00abPara dar esta respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Esp\u00edritu Santo, que mueve el coraz\u00f3n, lo dirige a Dios, abre los ojos del esp\u00edritu y concede `a todos gusto en aceptar y creer la verdad'\u00bb (DV 5).<\/p>
La fe es un acto humano<\/p>
154 S\u00f3lo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Esp\u00edritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto aut\u00e9nticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por \u00e9l reveladas. Ya en las relaciones humanas no es contrario a nuestra propia dignidad creer lo que otras personas nos dicen sobre ellas mismas y sobre sus intenciones, y prestar confianza a sus promesas (como, por ejemplo, cuando un hombre y una mujer se casan), para entrar as\u00ed en comuni\u00f3n mutua. Por ello, es todav\u00eda menos contrario a nuestra dignidad \u00abpresentar por la fe la sumisi\u00f3n plena de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad al Dios que revela\u00bb (Cc. Vaticano I: DS 3008) y entrar as\u00ed en comuni\u00f3n \u00edntima con El.<\/p>
155 En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la gracia divina: \u00abCreer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., s.th. 2-2, 2,9; cf. Cc. Vaticano I: DS 3010).<\/p>
La fe y la inteligencia<\/p>
156 El motivo de creer no radica en el hecho de que las verdades reveladas aparezcan como verdaderas e inteligibles a la luz de nuestra raz\u00f3n natural. Creemos \u00aba causa de la autoridad de Dios mismo que revela y que no puede enga\u00f1arse ni enga\u00f1arnos\u00bb. \u00abSin embargo, para que el homenaje de nuestra fe fuese conforme a la raz\u00f3n, Dios ha querido que los auxilios interiores del Esp\u00edritu Santo vayan acompa\u00f1ados de las pruebas exteriores de su revelaci\u00f3n\u00bb (ibid., DS 3009). Los milagros de Cristo y de los santos (cf. Mc 16,20; Hch 2,4), las profec\u00edas, la propagaci\u00f3n y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad \u00abson signos ciertos de la revelaci\u00f3n, adaptados a la inteligencia de todos\u00bb, \u00abmotivos de credibilidad que muestran que el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del esp\u00edritu\u00bb (Cc. Vaticano I: DS 3008-10).<\/p>
157 La fe es cierta, m\u00e1s cierta que todo conocimiento humano, porque se funda en la Palabra misma de Dios, que no puede mentir. Ciertamente las verdades reveladas pueden parecer oscuras a la raz\u00f3n y a la experiencia humanas, pero \u00abla certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la raz\u00f3n natural\u00bb (S. Tom\u00e1s de Aquino, s.th. 2-2, 171,5, obj.3). \u00abDiez mil dificultades no hacen una sola duda\u00bb (J.H. Newman, apol.).<\/p>
158 \u00abLa fe trata de comprender\u00bb (S. Anselmo, prosl. proem.): es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento m\u00e1s penetrante suscitar\u00e1 a su vez una fe mayor, cada vez m\u00e1s encendida de amor. La gracia de la fe abre \u00ablos ojos del coraz\u00f3n\u00bb (Ef 1,18) para una inteligencia viva de los contenidos de la Revelaci\u00f3n, es decir, del conjunto del designio de Dios y de los misterios de la fe, de su conexi\u00f3n entre s\u00ed y con Cristo, centro del Misterio revelado. Ahora bien, \u00abpara que la inteligencia de la Revelaci\u00f3n sea m\u00e1s profunda, el mismo Esp\u00edritu Santo perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones\u00bb (DV 5). As\u00ed, seg\u00fan el adagio de S. Agust\u00edn (serm. 43,7,9), \u00abcreo para comprender y comprendo para creer mejor\u00bb.<\/p>
159 Fe y ciencia. \u00abA pesar de que la fe est\u00e9 por encima de la raz\u00f3n, jam\u00e1s puede haber desacuerdo entre ellas. Puesto que el mismo Dios que revela los misterios y comunica la fe ha hecho descender en el esp\u00edritu humano la luz de la raz\u00f3n, Dios no podr\u00eda negarse a s\u00ed mismo ni lo verdadero contradecir jam\u00e1s a lo verdadero\u00bb (Cc. Vaticano I: DS 3017). \u00abPor eso, la investigaci\u00f3n met\u00f3dica en todas las disciplinas, si se procede de un modo realmente cient\u00edfico y seg\u00fan las normas morales, nuca estar\u00e1 realmente en oposici\u00f3n con la fe, porque las realidades profanas y las realidades de fe tienen su origen en el mismo Dios. M\u00e1s a\u00fan, quien con esp\u00edritu humilde y \u00e1nimo constante se esfuerza por escrutar lo escondido de las cosas, aun sin saberlo, est\u00e1 como guiado por la mano de Dios, que, sosteniendo todas las cosas, hace que sean lo que son\u00bb (GS 36,2).<\/p>
La libertad de la fe<\/p>
160 \u00abEl hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios; nadie debe estar obligado contra su voluntad a abrazar la fe. En efecto, el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza\u00bb (DH 10; cf. CIC, can.748,2). \u00abCiertamente, Dios llama a los hombres a servirle en esp\u00edritu y en verdad. Por ello, quedan vinculados por su conciencia, pero no coaccionados…Esto se hizo patente, sobre todo, en Cristo Jes\u00fas\u00bb (DH 11). En efecto, Cristo invit\u00f3 a la fe y a la conversi\u00f3n, \u00e9l no forz\u00f3 jam\u00e1s a nadie jam\u00e1s. \u00abDio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradec\u00edan. Pues su reino…crece por el amor con que Cristo, exaltado en la cruz, atrae a los hombres hacia \u00c9l\u00bb (DH 11).<\/p>
La necesidad de la fe<\/p>
161 Creer en Cristo Jes\u00fas y en aqu\u00e9l que lo envi\u00f3 para salvarnos es necesario para obtener esa salvaci\u00f3n (cf. Mc 16,16; Jn 3,36; 6,40 e.a.). \u00abPuesto que `sin la fe… es imposible agradar a Dios’ (Hb 11,6) y llegar a participar en la condici\u00f3n de sus hijos, nadie es justificado sin ella y nadie, a no ser que `haya perseverado en ella hasta el fin’ (Mt 10,22; 24,13), obtendr\u00e1 la vida eterna\u00bb (Cc. Vaticano I: DS 3012; cf. Cc. de Trento: DS 1532).<\/p>
La perseverancia en la fe<\/p>
162 La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; S. Pablo advierte de ello a Timoteo: \u00abCombate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe\u00bb (1 Tm 1,18-19). Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Se\u00f1or que la aumente (cf. Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32); debe \u00abactuar por la caridad\u00bb (Ga 5,6; cf. St 2,14-26), ser sostenida por la esperanza (cf. Rom 15,13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia.<\/p>
La fe, comienzo de la vida eterna<\/p>
163 La fe nos hace gustar de antemano el gozo y la luz de la visi\u00f3n beat\u00edfica, fin de nuestro caminar aqu\u00ed abajo. Entonces veremos a Dios \u00abcara a cara\u00bb (1 Cor 13,12), \u00abtal cual es\u00bb (1 Jn 3,2). La fe es pues ya el comienzo de la vida eterna:<\/p>
Mientras que ahora contemplamos las bendiciones de la fe como el reflejo en un espejo, es como si posey\u00e9ramos ya las cosas maravillosas de que nuestra fe nos asegura que gozaremos un d\u00eda ( S. Basilio, Spir. 15,36; cf. S. Tom\u00e1s de A., s.th. 2-2,4,1).<\/p>
164 Ahora, sin embargo, \u00abcaminamos en la fe y no en la visi\u00f3n\u00bb (2 Cor 5,7), y conocemos a Dios \u00abcomo en un espejo, de una manera confusa,…imperfecta\u00bb (1 Cor 13,12). Luminosa por aquel en quien cree, la fe es vivida con frecuencia en la oscuridad. La fe puede ser puesta a prueba. El mundo en que vivimos parece con frecuencia muy lejos de lo que la fe nos asegura; las experiencias del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la muerte parecen contradecir la buena nueva, pueden estremecer la fe y llegar a ser para ella una tentaci\u00f3n.<\/p>
165 Entonces es cuando debemos volvernos hacia los testigos de la fe: Abraham, que crey\u00f3, \u00abesperando contra toda esperanza\u00bb (Rom 4,18); la Virgen Mar\u00eda que, en \u00abla peregrinaci\u00f3n de la fe\u00bb (LG 58), lleg\u00f3 hasta la \u00abnoche de la fe\u00bb (Juan Pablo II, R Mat 18) participando en el sufrimiento de su Hijo y en la noche de su sepulcro; y tantos otros testigos de la fe: \u00abTambi\u00e9n nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jes\u00fas, el que inicia y consuma la fe\u00bb (Hb 12,1-2).<\/p>
Art\u00edculo 2 CREEMOS<\/p>
166 La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a s\u00ed mismo, como nadie se ha dado la vida a s\u00ed mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jes\u00fas y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslab\u00f3n en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.<\/p>
167 \u00abCreo\u00bb (S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles): Es la fe de la Iglesia profesada personalmente por cada creyente, principalmente en su bautismo. \u00abCreemos\u00bb (S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla, en el original griego): Es la fe de la Iglesia confesada por los obispos reunidos en Concilio o, m\u00e1s generalmente, por la asamblea lit\u00fargica de los creyentes. \u00abCreo\u00bb, es tambi\u00e9n la Iglesia, nuestra Madre, que responde a Dios por su fe y que nos ense\u00f1a a decir: \u00abcreo\u00bb, \u00abcreemos\u00bb.<\/p>
I \u00abMIRA, SE\u00d1OR, LA FE DE TU IGLESIA\u00bb<\/p>
168 La Iglesia es la primera que cree, y as\u00ed conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al Se\u00f1or (\u00abTe per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia\u00bb, cantamos en el Te Deum), y con ella y en ella somos impulsados y llevados a confesar tambi\u00e9n : \u00abcreo\u00bb, \u00abcreemos\u00bb. Por medio de la Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. En el Ritual Romanum, el ministro del bautismo pregunta al catec\u00fameno: \u00ab\u00bfQu\u00e9 pides a la Iglesia de Dios?\u00bb Y la respuesta es: \u00abLa fe\u00bb. \u00ab\u00bfQu\u00e9 te da la fe?\u00bb \u00abLa vida eterna\u00bb.<\/p>
169 La salvaci\u00f3n viene solo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a trav\u00e9s de la Iglesia, \u00e9sta es nuestra madre: \u00abCreemos en la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra salvaci\u00f3n\u00bb (Fausto de Riez, Spir. 1,2). Porque es nuestra madre, es tambi\u00e9n la educadora de nuestra fe.<\/p>
II EL LENGUAJE DE LA FE<\/p>
170 No creemos en las f\u00f3rmulas, sino en las realidades que estas expresan y que la fe nos permite \u00abtocar\u00bb. \u00abEl acto (de fe) del creyente no se detiene en el enunciado, sino en la realidad (enunciada)\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., s.th. 2-2, 1,2, ad 2). Sin embargo, nos acercamos a estas realidades con la ayuda de las formulaciones de la fe. Estas permiten expresar y transmitir la fe, celebrarla en comunidad, asimilarla y vivir de ella cada vez m\u00e1s.<\/p>
171 La Iglesia, que es \u00abcolumna y fundamento de la verdad\u00bb (1 Tim 3,15), guarda fielmente \u00abla fe transmitida a los santos de una vez para siempre\u00bb (Judas 3). Ella es la que guarda la memoria de las Palabras de Cristo, la que transmite de generaci\u00f3n en generaci\u00f3n la confesi\u00f3n de fe de los Ap\u00f3stoles. Como una madre que ense\u00f1a a sus hijos a hablar y con ello a comprender y a comunicar, la Iglesia, nuestra Madre, nos ense\u00f1a el lenguaje de la fe para introducirnos en la inteligencia y la vida de la fe.<\/p>
III UNA SOLA FE<\/p>
172 Desde siglos, a trav\u00e9s de muchas lenguas, culturas, pueblos y naciones, la Iglesia no cesa de confesar su \u00fanica fe, recibida de un solo Se\u00f1or, transmitida por un solo bautismo, enraizada en la convicci\u00f3n de que todos los hombres no tienen m\u00e1s que un solo Dios y Padre (cf. Ef 4,4-6). S. Ireneo de Lyon, testigo de esta fe, declara:<\/p>
173 \u00abLa Iglesia, en efecto, aunque dispersada por el mundo entero hasta los confines de la tierra, habiendo recibido de los ap\u00f3stoles y de sus disc\u00edpulos la fe… guarda (esta predicaci\u00f3n y esta fe) con cuidado, como no habitando m\u00e1s que una sola casa, cree en ella de una manera id\u00e9ntica, como no teniendo m\u00e1s que una sola alma y un solo coraz\u00f3n, las predica, las ense\u00f1a y las transmite con una voz un\u00e1nime, como no poseyendo m\u00e1s que una sola boca\u00bb (haer. 1, 10,1-2).<\/p>
174 \u00abPorque, si las lenguas difieren a trav\u00e9s del mundo, el contenido de la Tradici\u00f3n es uno e id\u00e9ntico. Y ni las Iglesias establecidas en Germania tienen otro fe u otra Tradici\u00f3n, ni las que est\u00e1n entre los Iberos, ni las que est\u00e1n entre los Celtas, ni las de Oriente, de Egipto, de Libia, ni las que est\u00e1n establecidas en el centro el mundo…\u00bb (ibid.). \u00abEl mensaje de la Iglesia es, pues, ver\u00eddico y s\u00f3lido, ya que en ella aparece un solo camino de salvaci\u00f3n a trav\u00e9s del mundo entero\u00bb (ibid. 5,20,1).<\/p>
175 \u00abEsta fe que hemos recibido de la Iglesia, la guardamos con cuidado, porque sin cesar, bajo la acci\u00f3n del Esp\u00edritu de Dios, como un contenido de gran valor encerrado en un vaso excelente, rejuvenece y hace rejuvenecer el vaso mismo que la contiene\u00bb (ibid., 3,24,1).<\/p>
RESUMEN<\/p>
176 La fe es una adhesi\u00f3n personal del hombre entero a Dios que se revela. Comprende una adhesi\u00f3n de la inteligencia y de la voluntad a la Revelaci\u00f3n que Dios ha hecho de s\u00ed mismo mediante sus obras y sus palabras.<\/p>
177 \u00abCreer\u00bb entra\u00f1a, pues, una doble referencia: a la persona y a la verdad; a la verdad por confianza en la persona que la atestigua.<\/p>
178 No debemos creer en ning\u00fan otro que no sea Dios, Padre, Hijo, y Esp\u00edritu Santo.<\/p>
\u00a0<\/p>
179 La fe es un don sobrenatural de Dios. Para creer, el hombre necesita los auxilios interiores del Esp\u00edritu Santo.<\/p>
180 \u00abCreer\u00bb es un acto humano, consciente y libre, que corresponde a la dignidad de la persona humana.<\/p>
181 \u00abCreer\u00bb es un acto eclesial. La fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe. La Iglesia es la madre de todos los creyentes. \u00abNadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por madre\u00bb (S. Cipriano, unit. eccl.: PL 4,503A).<\/p>
182 \u00abCreemos todas aquellas cosas que se contienen en la palabra de Dios escrita o transmitida y son propuestas por la Iglesia… para ser cre\u00eddas como divinamente reveladas\u00bb (Pablo VI, SPF 20).<\/p>
183 La fe es necesaria para la salvaci\u00f3n. El Se\u00f1or mismo lo afirma: \u00abEl que crea y sea bautizado, se salvar\u00e1; el que no crea, se condenar\u00e1\u00bb (Mc 16,16).<\/p>
184 \u00abLa fe es un gusto anticipado del conocimiento que nos har\u00e1 bienaventurados en la vida futura\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., comp. 1,2).<\/p>
EL CREDO<\/p>
S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles Credo de Nicea-Constantinopla<\/p>
Creo en Dios, Creo en un solo Dios,
Padre Todopoderoso, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra. Creador del cielo y de la tierra, de
todo lo visible y lo invisible.<\/p>
Creo en Jesucristo, su \u00fanico Hijo, Creo en un solo Se\u00f1or, Jesucristo,
Nuestro Se\u00f1or, Hijo \u00fanico de Dios,
nacido del Padre antes de todos los
siglos: Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres, y
por nuestra salvaci\u00f3n baj\u00f3 del cielo,<\/p>
que fue concebido por obra y y por obra del Esp\u00edritu Santo se
gracia del Esp\u00edritu Santo, encarn\u00f3 de Mar\u00eda, la Virgen, y se
naci\u00f3 de Santa Mar\u00eda Virgen, hizo hombre;<\/p>
padeci\u00f3 bajo el poder de Poncio y por nuestra causa fue crucihcado
Pilato en tiempos de Poncio Pilato;
fue crucificado, padeci\u00f3
muerto y sepultado, y fue sepultado,<\/p>
descendi\u00f3 a los infiernos, y resucit\u00f3 al tercer d\u00eda, seg\u00fan las
al tercer d\u00eda resucit\u00f3 de entre Escrituras,
los muertos,
subi\u00f3 a los cielos y subi\u00f3 al cielo,
y est\u00e1 sentado a la derecha y est\u00e1 sentado a la derecha del Padre;
de Dios, Padre todopoderoso.
Desde all\u00ed ha de venir a y de nuevo vendr\u00e1 con gloria para
juzgar a vivos y muertos. juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendr\u00e1 fin.
Creo en el Esp\u00edritu Santo, Creo en el Esp\u00edritu Santo,
Se\u00f1or y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe
una misma adoraci\u00f3n y gloria,
y que habl\u00f3 por los profetas.<\/p>
La santa Iglesia cat\u00f3lica, Creo en la Iglesia, que es una,
la comuni\u00f3n de los santos, santa, cat\u00f3lica y apost\u00f3lica.
Confieso que hay un solo Bautismo
el perd\u00f3n de los pecados, para el perd\u00f3n de los pecados.
la resurrecci\u00f3n de la carne Espero la resurrecci\u00f3n de los muertos
y la vida eterna. y la vida del mundo futuro.
Am\u00e9n. Am\u00e9n.<\/p>
\u00a0<\/p>
SEGUNDA SECCION<\/p>
LA PROFESION DE LA FE CRISTIANA<\/p>
LOS SIMBOLOS DE LA FE<\/p>
185 Quien dice \u00abYo creo\u00bb, dice \u00abYo me adhiero a lo que nosotros creemos\u00bb. La comuni\u00f3n en la fe necesita un lenguaje com\u00fan de la fe, normativo para todos y que nos una en la misma confesi\u00f3n de fe.<\/p>
186 Desde su origen, la Iglesia apost\u00f3lica expres\u00f3 y transmiti\u00f3 su propia fe en f\u00f3rmulas breves y normativas para todos (cf. Rom 10,9; 1 Cor 15,3-5; etc.). Pero muy pronto, la Iglesia quiso tambi\u00e9n recoger lo esencial de su fe en res\u00famenes org\u00e1nicos y articulados destinados obre todo a los candidatos al bautismo:<\/p>
Esta s\u00edntesis de la fe no ha sido hecha seg\u00fan las opiniones humanas, sino que de toda la Escritura ha s ido recogido lo que hay en ella de m\u00e1s importante, para dar en su integridad la \u00fanica ense\u00f1anza de la fe. Y como el grano de mostaza contiene en un grano muy peque\u00f1o gran n\u00famero de ramas, de igual modo este resumen de la fe encierra en pocas palabras todo el conocimiento de la verdadera piedad contenida en el Antiguo y el Nuevo Testamento (S. Cirilo de Jerusal\u00e9n, catech. ill. 5,12).<\/p>
187 Se llama a estas s\u00edntesis de la fe \u00abprofesiones de fe\u00bb porque resumen la fe que profesan los cristianos. Se les llama \u00abCredo\u00bb por raz\u00f3n de que en ellas la primera palabra es normalmente : \u00abCreo\u00bb. Se les denomina igualmente \u00abs\u00edmbolos de la fe\u00bb.<\/p>
188 La palabra griego \u00absymbolon\u00bb significaba la mitad de un objeto partido (por ejemplo, un sello) que se presentaban como una se\u00f1al para darse a conocer. Las partes rotas se pon\u00edan juntas para verificar la identidad del portador. El \u00abs\u00edmbolo de la fe\u00bb es, pues, un signo de identificaci\u00f3n y de comuni\u00f3n entre los creyentes. \u00abSymbolon\u00bb significa tambi\u00e9n recopilaci\u00f3n, colecci\u00f3n o sumario. El \u00abs\u00edmbolo de la fe\u00bb es la recopilaci\u00f3n de las principales verdades de la fe. De ah\u00ed el hecho de que sirva de punto de referencia primero y fundamental de la catequesis.<\/p>
189 La primera \u00abprofesi\u00f3n de fe\u00bb se hace en el Bautismo. El \u00abs\u00edmbolo de la fe\u00bb es ante todo el s\u00edmbolo bautismal. Puesto que el Bautismo es dado \u00aben el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo\u00bb (Mt 28,19), las verdades de fe profesadas en el Bautismo son articuladas seg\u00fan su referencia a las tres personas de la Sant\u00edsima Trinidad.<\/p>
190 El S\u00edmbolo se divide, por tanto, en tres partes: \u00abprimero habla de la primera Persona divina y de la obra admirable de la creaci\u00f3n; a continuaci\u00f3n, de la segunda Persona divina y del Misterio de la Redenci\u00f3n de los hombres; finalmente, de la tercera Persona divina, fuente y principio de nuestra santificaci\u00f3n\u00bb (Catech. R. 1,1,3). Son \u00ablos tres cap\u00edtulos de nuestro sello (bautismal)\u00bb (S. Ireneo, dem. 100).<\/p>
191 \u00abEstas tres partes son distintas aunque est\u00e1n ligadas entre s\u00ed. Seg\u00fan una comparaci\u00f3n empleada con frecuencia por los Padres, las llamamos art\u00edculos. De igual modo, en efecto, que en nuestros miembros hay ciertas articulaciones que los distinguen y los separan, as\u00ed tambi\u00e9n, en esta profesi\u00f3n de fe, se ha dado con propiedad y raz\u00f3n el nombre de art\u00edculos a las verdades que debemos creer en particular y de una manera distinta\u00bb (Catch.R. 1,1,4). Seg\u00fan una antigua tradici\u00f3n, atestiguada ya por S. Ambrosio, se acostumbra a enumerar doce art\u00edculos del Credo, simbolizando con el n\u00famero de los doce ap\u00f3stoles el conjunto de la fe apost\u00f3lica (cf.symb. 8).<\/p>
192 A lo largo de los siglos, en respuesta a las necesidades de diferentes \u00e9pocas, han sido numerosas las profesiones o s\u00edmbolos de la fe: los s\u00edmbolos de las diferentes Iglesias apost\u00f3licas y antiguas (cf. DS 1-64), el S\u00edmbolo \u00abQuicumque\u00bb, llamado de S. Atanasio (cf. DS 75-76), las profesiones de fe de ciertos Concilios (Toledo: DS 525-541; Letr\u00e1n: DS 800-802; Lyon: DS 851-861; Trento: DS 1862-1870) o de ciertos Papas, como la \u00abfides Damasi\u00bb (cf. DS 71-72) o el \u00abCredo del Pueblo de Dios\u00bb (SPF) de Pablo VI (1968).<\/p>
193 Ninguno de los s\u00edmbolos de las diferentes etapas de la vida de la Iglesia puede ser considerado como superado e in\u00fatil. Nos ayudan a captar y profundizar hoy la fe de siempre a trav\u00e9s de los diversos res\u00famenes que de ella se han hecho.<\/p>
Entre todos los s\u00edmbolos de la fe, dos ocupan un lugar muy particular en la vida de la Iglesia:<\/p>
194 El S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles, llamado as\u00ed porque es considerado con justicia como el resumen fiel de la fe de los ap\u00f3stoles.<\/p>
195 Es el antiguo s\u00edmbolo bautismal de la Iglesia de Roma. Su gran autoridad le viene de este hecho: \u00abEs el s\u00edmbolo que guarda la Iglesia romana, la que fue sede de Pedro, el primero de los ap\u00f3stoles, y a la cual \u00e9l llev\u00f3 la doctrina com\u00fan\u00bb (S. Ambrosio, symb. 7).<\/p>
El S\u00edmbolo llamado de Nicea-Constantinopla debe su gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros Concilios ecum\u00e9nicos (325 y 381). Sigue siendo todav\u00eda hoy el s\u00edmbolo com\u00fan a todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente.<\/p>
196 Nuestra exposici\u00f3n de la fe seguir\u00e1 el S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles, que constituye, por as\u00ed decirlo, \u00abel m\u00e1s antiguo catecismo romano\u00bb. No obstante, la exposici\u00f3n ser\u00e1 completada con referencias constantes al S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla, que con frecuencia es m\u00e1s expl\u00edcito y m\u00e1s detallado.<\/p>
197 Como en el d\u00eda de nuestro Bautismo, cuando toda nuestra vida fue confiada \u00aba la regla de doctrina\u00bb (Rom 6,17), acogemos el S\u00edmbolo de esta fe nuestra que da la vida. Recitar con fe el Credo es entrar en comuni\u00f3n con Dios Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo, es entrar tambi\u00e9n en comuni\u00f3n con toda la Iglesia que nos transmite la fe y en el seno de la cual creemos:<\/p>
Este S\u00edmbolo es el sello espiritual, es la meditaci\u00f3n de nuestro coraz\u00f3n y el guardi\u00e1n siempre presente, es, con toda certeza, el tesoro de nuestra alma (S. Ambrosio, symb. 1).<\/p>
CAPITULO PRIMERO<\/p>
CREO EN DIOS PADRE<\/p>
198 Nuestra profesi\u00f3n de fe comienza por Dios, porque Dios es \u00abel Primero y el Ultimo\u00bb (Is 44,6), el Principio y el Fin de todo. El Credo comienza por Dios Padre, porque el Padre es la Primera Persona Divina de la Sant\u00edsima Trinidad; nuestro S\u00edmbolo se inicia con la creaci\u00f3n del Cielo y de la tierra, ya que la creaci\u00f3n es el comienzo y el fundamento de todas las obras de Dios.<\/p>
Art\u00edculo 1: \u00abCREO EN DIOS, PADRE
TODOPODEROSO, CREADOR
DEL CIELO Y DE LA TIERRA\u00bb<\/p>
P\u00e1rrafo 1 CREO EN DIOS<\/p>
199 \u00abCreo en Dios\u00bb: Esta primera afirmaci\u00f3n de la profesi\u00f3n de fe es tambi\u00e9n la m\u00e1s fundamental. Todo el S\u00edmbolo habla de Dios, y si habla tambi\u00e9n del hombre y del mundo, lo hace por relaci\u00f3n a Dios. Todos los art\u00edculos del Credo dependen del primero, as\u00ed como los mandamientos son explicitaciones del primero. Los dem\u00e1s art\u00edculos nos hacen conocer mejor a Dios tal como se revel\u00f3 progresivamente a los hombres. \u00abLos fieles hacen primero profesi\u00f3n de creer en Dios\u00bb (Catech.R. 1,2,2).<\/p>
I \u00abCREO EN UN SOLO DIOS\u00bb<\/p>
200 Con estas palabras comienza el S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla. La confesi\u00f3n de la unicidad de Dios, que tiene su ra\u00edz en la Revelaci\u00f3n Divina en la Antigua Alianza, es inseparable de la confesi\u00f3n de la existencia de Dios y asimismo tambi\u00e9n fundamental. Dios es Unico: no hay m\u00e1s que un solo Dios: \u00abLa fe cristiana confiesa que hay un solo Dios, por naturaleza, por substancia y por esencia\u00bb (Catech.R., 1,2,2).<\/p>
201 A Israel, su elegido, Dios se revel\u00f3 como el Unico: \u00abEscucha Israel: el Se\u00f1or nuestro Dios es el \u00fanico Se\u00f1or. Amar\u00e1s al Se\u00f1or tu Dios con todo tu coraz\u00f3n, con toda tu alma y con toda tu fuerza\u00bb (Dt 6,4-5). Por los profetas, Dios llama a Israel y a todas las naciones a volverse a \u00e9l, el Unico: \u00abVolveos a m\u00ed y ser\u00e9is salvados, confines todos de la tierra, porque yo soy Dios, no existe ning\u00fan otro…ante m\u00ed se doblar\u00e1 toda rodilla y toda lengua jurar\u00e1 diciendo: \u00a1S\u00f3lo en Dios hay victoria y fuerza!\u00bb (Is 45,22-24; cf. Flp 2,10-11).<\/p>
202 Jes\u00fas mismo confirma que Dios es \u00abel \u00fanico Se\u00f1or\u00bb y que es preciso amarle con todo el coraz\u00f3n, con toda el alma, con todo el esp\u00edritu y todas las fuerzas (cf. Mc 12,29-30). Deja al mismo tiempo entender que \u00e9l mismo es \u00abel Se\u00f1or\u00bb (cf. Mc 12,35-37). Confesar que \u00abJes\u00fas es Se\u00f1or\u00bb es lo propio de la fe cristiana. Esto no es contrario a la fe en el Dios Unico. Creer en el Esp\u00edritu Santo, \u00abque es Se\u00f1or y dador de vida\u00bb, no introduce ninguna divisi\u00f3n en el Dios \u00fanico:<\/p>
Creemos firmemente y afirmamos sin ambages que hay un solo verdadero Dios, inmenso e inmutable, incomprensible, todopoderoso e inefable, Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo: Tres Personas, pero una Esencia, una Substancia o Naturaleza absolutamente simple (Cc. de Letr\u00e1n IV: DS 800).<\/p>
II DIOS REVELA SU NOMBRE<\/p>
203 A su pueblo Israel Dios se revel\u00f3 d\u00e1ndole a conocer su Nombre. El nombre expresa la esencia, la identidad de la persona y el sentido de su vida. Dios tiene un nombre. No es una fuerza an\u00f3nima. Comunicar su nombre es darse a conocer a los otros. Es, en cierta manera, comunicarse a s\u00ed mismo haci\u00e9ndose accesible, capaz de ser m\u00e1s \u00edntimamente conocido y de ser invocado personalmente.<\/p>
204 Dios se revel\u00f3 progresivamente y bajo diversos nombres a su pueblo, pero la revelaci\u00f3n del Nombre Divino, hecha a Mois\u00e9s en la teofan\u00eda de la zarza ardiente, en el umbral del Exodo y de la Alianza del Sina\u00ed, demostr\u00f3 ser la revelaci\u00f3n fundamental tanto para la Antigua como para la Nueva Alianza.<\/p>
El Dios vivo<\/p>
205 Dios llama a Mois\u00e9s desde una zarza que arde sin consumirse. Dios dice a Mois\u00e9s: \u00abYo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob\u00bb (Ex 3,6). Dios es el Dios de los padres. El que hab\u00eda llamado y guiado a los patriarcas en sus peregrinaciones. Es el Dios fiel y compasivo que se acuerda de ellos y de sus promesas; viene para librar a sus descendientes de la esclavitud. Es el Dios que m\u00e1s all\u00e1 del espacio y del tiempo lo puede y lo quiere, y que pondr\u00e1 en obra toda su Omnipotencia para este designio.<\/p>
\u00abYo soy el que soy\u00bb<\/p>
Mois\u00e9s dijo a Dios: Si voy a los hijos de Israel y les digo: `El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros’; cuando me pregunten: `\u00bfCu\u00e1l es su nombre?’, \u00bfqu\u00e9 les responder\u00e9?\u00bb Dijo Dios a Mois\u00e9s: \u00abYo soy el que soy\u00bb. Y a\u00f1adi\u00f3: \u00abAs\u00ed dir\u00e1s a los hijos de Israel: `Yo soy’ me ha enviado a vosotros\u00bb…Este es ni nombre para siempre, por \u00e9l ser\u00e9 invocado de generaci\u00f3n en generaci\u00f3n\u00bb (Ex 3,13-15).<\/p>
206 Al revelar su nombre misterioso de YHWH, \u00abYo soy el que es\u00bb o \u00abYo soy el que soy\u00bb o tambi\u00e9n \u00abYo soy el que Yo soy\u00bb, Dios dice qui\u00e9n es y con qu\u00e9 nombre se le debe llamar. Este Nombre Divino es misterioso como Dios es Misterio. Es a la vez un Nombre revelado y como la resistencia a tomar un nombre propio, y por esto mismo expresa mejor a Dios como lo que \u00e9l es, infinitamente por encima de todo lo que podemos comprender o decir: es el \u00abDios escondido\u00bb (Is 45,15), su nombre es inefable (cf. Jc 13,18), y es el Dios que se acerca a los hombres.<\/p>
207 Al revelar su nombre, Dios revela, al mismo tiempo, su fidelidad que es de siempre y para siempre, valedera para el pasado (\u00abYo soy el Dios de tus padres\u00bb, Ex 3,6) como para el porvenir (\u00abYo estar\u00e9 contigo\u00bb, Ex 3,12). Dios que revela su nombre como \u00abYo soy\u00bb se revela como el Dios que est\u00e1 siempre all\u00ed, presente junto a su pueblo para salvarlo.<\/p>
208 Ante la presencia atrayente y misteriosa de Dios, el hombre descubre su peque\u00f1ez. Ante la zarza ardiente, Mois\u00e9s se quita las sandalias y se cubre el rostro (cf. Ex 3,5-6) delante de la Santidad Divina. Ante la gloria del Dios tres veces santo, Isa\u00edas exclama: \u00ab\u00a1 Ay de m\u00ed, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros!\u00bb (Is 6,5). Ante los signos divinos que Jes\u00fas realiza, Pedro exclama: \u00abAl\u00e9jate de m\u00ed, Se\u00f1or, que soy un hombre pecador\u00bb (Lc 5,8). Pero porque Dios es santo, puede perdonar al hombre que se descubre pecador delante de \u00e9l: \u00abNo ejecutar\u00e9 el ardor de mi c\u00f3lera…porque soy Dios, no hombre; en medio de ti yo el Santo\u00bb (Os 11,9). El ap\u00f3stol Juan dir\u00e1 igualmente: \u00abTranquilizaremos nuestra conciencia ante \u00e9l, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo\u00bb (1 Jn 3,19-20).<\/p>
209 Por respeto a su santidad el pueblo de Israel no pronuncia el Nombre de Dios. En la lectura de la Sagrada Escritura, el Nombre revelado es sustituido por el t\u00edtulo divino \u00abSe\u00f1or\u00bb (\u00abAdonai\u00bb, en griego \u00abKyrios\u00bb). Con este t\u00edtulo ser\u00e1 aclamada la divinidad de Jes\u00fas: \u00abJes\u00fas es Se\u00f1or\u00bb.<\/p>
\u00abDios misericordioso y clemente\u00bb<\/p>
210 Tras el pecado de Israel, que se apart\u00f3 de Dios para adorar al becerro de oro (cf. Ex 32), Dios escucha la intercesi\u00f3n de Mois\u00e9s y acepta marchar en medio de un pueblo infiel, manifestando as\u00ed su amor (cf. Ex 33,12-17). A Mois\u00e9s, que pide ver su gloria, Dios le responde: \u00abYo har\u00e9 pasar ante tu vista toda mi bondad (belleza) y pronunciar\u00e9 delante de ti el nombre de YHWH\u00bb (Ex 33,18-19). Y el Se\u00f1or pasa delante de Mois\u00e9s, y proclama: \u00abYHWH, YHWH, Dios misericordioso y clemente, tardo a la c\u00f3lera y rico en amor y fidelidad\u00bb (Ex 34,5-6). Mois\u00e9s confiesa entonces que el Se\u00f1or es un Dios que perdona (cf. Ex 34,9).<\/p>
211 El Nombre Divino \u00abYo soy\u00bb o \u00abEl es\u00bb expresa la fidelidad de Dios que, a pesar de la infidelidad del pecado de los hombres y del castigo que merece, \u00abmantiene su amor por mil generaciones\u00bb (Ex 34,7). Dios revela que es \u00abrico en misericordia\u00bb (Ef 2,4) llegando hasta dar su propio Hijo. Jes\u00fas, dando su vida para librarnos del pecado, revelar\u00e1 que \u00e9l mismo lleva el Nombre divino: \u00abCuando hay\u00e1is levantado al Hijo del hombre, entonces sabr\u00e9is que Yo soy\u00bb (Jn 8,28)<\/p>
Solo Dios ES<\/p>
212 En el transcurso de los siglos, la fe de Israel pudo desarrollar y profundizar las riquezas contenidas en la revelaci\u00f3n del Nombre divino. Dios es \u00fanico; fuera de \u00e9l no hay dioses (cf. Is 44,6). Dios transciende el mundo y la historia. El es quien ha hecho el cielo y la tierra: \u00abEllos perecen, mas t\u00fa quedas, todos ellos como la ropa se desgastan…pero t\u00fa siempre el mismo, no tienen fin tus a\u00f1os\u00bb (Sal 102,27-28). En \u00e9l \u00abno hay cambios ni sombras de rotaciones\u00bb (St 1,17). El es \u00abEl que es\u00bb, desde siempre y para siempre y por eso permanece siempre fiel a s\u00ed mismo y a sus promesas.<\/p>
213 Por tanto, la revelaci\u00f3n del Nombre inefable \u00abYo soy el que soy\u00bb contiene la verdad que s\u00f3lo Dios ES. En este mismo sentido, ya la traducci\u00f3n de los Setenta y, sigui\u00e9ndola, la Tradici\u00f3n de la Iglesia han entendido el Nombre divino: Dios es la plenitud del Ser y de toda perfecci\u00f3n, sin origen y sin fin. Mientras todas las criaturas han recibido de \u00e9l todo su ser y su poseer. El solo es su ser mismo y es por s\u00ed mismo todo lo que es.<\/p>
III DIOS, \u00abEL QUE ES\u00bb, ES VERDAD Y AMOR<\/p>
214 Dios, \u00abEl que es\u00bb, se revel\u00f3 a Israel como el que es \u00abrico en amor y fidelidad\u00bb (Ex 34,6). Estos dos t\u00e9rminos expresan de forma condensada las riquezas del Nombre divino. En todas sus obras, Dios muestra su benevolencia, su bondad, su gracia, su amor; pero tambi\u00e9n su fiabilidad, su constancia, su fidelidad, su verdad. \u00abDoy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad\u00bb (Sal 138,2; cf. Sal 85,11). El es la Verdad, porque \u00abDios es Luz, en \u00e9l no hay tiniebla alguna\u00bb (1 Jn 1,5); \u00e9l es \u00abAmor\u00bb, como lo ense\u00f1a el ap\u00f3stol Juan (1 Jn 4,8).<\/p>
Dios es la Verdad<\/p>
215 \u00abEs verdad el principio de tu palabra, por siempre, todos tus justos juicios\u00bb (Sal 119,160). \u00abAhora, mi Se\u00f1or Dios, t\u00fa eres Dios, tus palabras son verdad\u00bb (2 S 7,28); por eso las promesas de Dios se realizan siempre (cf. Dt 7,9). Dios es la Verdad misma, sus palabras no pueden enga\u00f1ar. Por ello el hombre se puede entregar con toda confianza a la verdad y a la fidelidad de la palabra de Dios en todas las cosas. El comienzo del pecado y de la ca\u00edda del hombre fue una mentira del tentador que indujo a dudar de la palabra de Dios, de su benevolencia y de su fidelidad.<\/p>
216 La verdad de Dios es su sabidur\u00eda que rige todo el orden de la creaci\u00f3n y del gobierno del mundo ( cf.Sb 13,1-9). Dios, \u00fanico Creador del cielo y de la tierra (cf. Sal 115,15), es el \u00fanico que puede dar el conocimiento verdadero de todas las cosas creadas en su relaci\u00f3n con El (cf. Sb 7,17-21).<\/p>
217 Dios es tambi\u00e9n verdadero cuando se revela: La ense\u00f1anza que viene de Dios es \u00abuna doctrina de verdad\u00bb (Ml 2,6). Cuando env\u00ede su Hijo al mundo, ser\u00e1 para \u00abdar testimonio de la Verdad\u00bb (Jn 18,37): \u00abSabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero\u00bb (1 Jn 5,20; cf. Jn 17,3).<\/p>
Dios es Amor<\/p>
218 A lo largo de su historia, Israel pudo descubrir que Dios s\u00f3lo ten\u00eda una raz\u00f3n para revel\u00e1rsele y escogerlo entre todos los pueblos como pueblo suyo: su amor gratuito (cf. Dt 4,37; 7,8; 10,15). E Israel comprendi\u00f3, gracias a sus profetas, que tambi\u00e9n por amor Dios no ces\u00f3 de salvarlo (cf. Is 43,1-7) y de perdonarle su infidelidad y sus pecados (cf. Os 2).<\/p>
219 El amor de Dios a Israel es comparado al amor de un padre a su hijo (Os 11,1). Este amor es m\u00e1s fuerte que el amor de una madre a sus hijos (cf. Is 49,14-15). Dios ama a su Pueblo m\u00e1s que un esposo a su amada (Is 62,4-5); este amor vencer\u00e1 incluso las peores infidelidades (cf. Ez 16; Os 11); llegar\u00e1 hasta el don m\u00e1s precioso: \u00abTanto am\u00f3 Dios al mundo que dio a su Hijo \u00fanico\u00bb (Jn 3,16).<\/p>
220 El amor de Dios es \u00abeterno\u00bb (Is 54,8). \u00abPorque los montes se correr\u00e1n y las colinas se mover\u00e1n, mas mi amor de tu lado no se apartar\u00e1\u00bb (Is 54,10). \u00abCon amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti\u00bb (Jr 31,3).<\/p>
221 Pero S. Juan ir\u00e1 todav\u00eda m\u00e1s lejos al afirmar: \u00abDios es Amor\u00bb (1 Jn 4,8.16); el ser mismo de Dios es Amor. Al enviar en la plenitud de los tiempos a su Hijo \u00fanico y al Esp\u00edritu de Amor, Dios revela su secreto m\u00e1s \u00edntimo (cf. 1 Cor 2,7-16; Ef 3,9-12); \u00e9l mismo es una eterna comunicaci\u00f3n de amor: Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo, y nos ha destinado a participar en \u00c9l.<\/p>
IV CONSECUENCIAS DE LA FE EN EL DIOS UNICO<\/p>
222 Creer en Dios, el Unico, y amarlo con todo el ser tiene consecuencias inmensas para toda nuestra vida:<\/p>
223 Es reconocer la grandeza y la majestad de Dios: \u00abs\u00ed, Dios es tan grande que supera nuestra ciencia\u00bb (Jb 36,26). Por esto Dios debe ser \u00abel primer servido\u00bb (Santa Juan de Arco).<\/p>
224 Es vivir en acci\u00f3n de gracias: Si Dios es el Unico, todo lo que somos y todo lo que poseemos vienen de \u00e9l: \u00ab\u00bfQu\u00e9 tienes que no hayas recibido?\u00bb (1 Co 4,7). \u00ab\u00bfC\u00f3mo pagar\u00e9 al Se\u00f1or todo el bien que me ha hecho?\u00bb (Sal 116,12).<\/p>
225 Es reconocer la unidad y la verdadera dignidad de todos los hombres: Todos han sido hechos \u00aba imagen y semejanza de Dios\u00bb (Gn 1,26).<\/p>
226 Es usar bien de las cosas creadas: La fe en Dios, el Unico, nos lleva a usar de todo lo que no es \u00e9l en la medida en que nos acerca a \u00e9l, y a separarnos de ello en la medida en que nos aparta de \u00c9l (cf. Mt 5,29-30; 16, 24; 19,23-24):<\/p>
Se\u00f1or m\u00edo y Dios m\u00edo, qu\u00edtame todo lo que me aleja de ti. Se\u00f1or m\u00edo y Dios m\u00edo, dame todo lo que me acerca a ti. Se\u00f1or m\u00edo y Dios m\u00edo, desp\u00f3jame de mi mismo para darme todo a ti (S. Nicol\u00e1s de Fl\u00fce, oraci\u00f3n).<\/p>
227 Es confiar en Dios en todas las circunstancias, incluso en la adversidad. Una oraci\u00f3n de Santa Teresa de Jes\u00fas lo expresa admirablemente:<\/p>
Nada te turbe \/ Nada te espante
Todo se pasa \/ Dios no se muda
La paciencia todo lo alcanza \/
quien a Dios tiene\/Nada le falta:
S\u00f3lo Dios basta
(poes. 30)<\/p>
RESUMEN<\/p>
228 \u00abEscucha, Israel, el Se\u00f1or nuestro Dios es el Unico Se\u00f1or…\u00bb (Dt 6,4; Mc 12,29). \u00abEs absolutamente necesario que el Ser supremo sea \u00fanico, es decir, sin igual…Si Dios no es \u00fanico, no es Dios\u00bb (Tertuliano, Marc. 1,3).<\/p>
229 La fe en Dios nos mueve a volvernos solo a El como a nuestro primer origen y nuestro fin \u00faltimo;, y a no preferirle a nada ni sustituirle con nada.<\/p>
230 Dios al revelarse sigue siendo Misterio inefable: \u00abSi lo comprendieras, no ser\u00eda Dios\u00bb (S. Agust\u00edn, serm. 52,6,16).<\/p>
231 El Dios de nuestra fe se ha revelado como El que es; se ha dado a conocer como \u00abrico en amor y fidelidad\u00bb (Ex 34,6). Su Ser mismo es Verdad y Amor.<\/p>
\u00a0<\/p>
P\u00e1rrafo 2 EL PADRE<\/p>
I \u00abEN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO
Y DEL ESPIRITU SANTO\u00bb<\/p>
232 Los cristianos son bautizados \u00aben el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo\u00bb (Mt 28,19). Antes responden \u00abCreo\u00bb a la triple pregunta que les pide confesar su fe en el Padre, en el Hijo y en el Esp\u00edritu: \u00abFides omnium christianorum in Trinitate consistit\u00bb (\u00abLa fe de todos los cristianos se cimenta en la Sant\u00edsima Trinidad\u00bb) (S. Ces\u00e1reo de Arl\u00e9s, symb.).<\/p>
233 Los cristianos son bautizados en \u00abel nombre\u00bb del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo y no en \u00ablos nombres\u00bb de estos (cf. Profesi\u00f3n de fe del Papa Vigilio en 552: DS 415), pues no hay m\u00e1s que un solo Dios, el Padre todopoderoso y su Hijo \u00fanico y el Esp\u00edritu Santo: la Sant\u00edsima Trinidad.<\/p>
234 El misterio de la Sant\u00edsima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en s\u00ed mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la ense\u00f1anza m\u00e1s fundamental y esencial en la \u00abjerarqu\u00eda de las verdades de fe\u00bb (DCG 43). \u00abToda la historia de la salvaci\u00f3n no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y \u00fanico, Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el pecado, y se une con ellos\u00bb (DCG 47).<\/p>
235 En este p\u00e1rrafo, se expondr\u00e1 brevemente de qu\u00e9 manera es revelado el misterio de la Bienaventurada Trinidad (I), c\u00f3mo la Iglesia ha formulado la doctrina de la fe sobre este misterio (II), y finalmente c\u00f3mo, por las misiones divinas del Hijo y del Esp\u00edritu Santo, Dios Padre realiza su \u00abdesignio amoroso\u00bb de creaci\u00f3n, de redenci\u00f3n, y de santificaci\u00f3n (III).<\/p>
236 Los Padres de la Iglesia distinguen entre la \u00abTheologia\u00bb y la \u00abOikonomia\u00bb, designando con el primer t\u00e9rmino el misterio de la vida \u00edntima del Dios-Trinidad, con el segundo todas las obras de Dios por las que se revela y comunica su vida. Por la \u00abOikonomia\u00bb nos es revelada la \u00abTheologia\u00bb; pero inversamente, es la \u00abTheologia\u00bb, quien esclarece toda la \u00abOikonomia\u00bb. Las obras de Dios revelan qui\u00e9n es en s\u00ed mismo; e inversamente, el misterio de su Ser \u00edntimo ilumina la inteligencia de todas sus obras. As\u00ed sucede, anal\u00f3gicamente, entre las personas humanas, La persona se muestra en su obrar y a medida que conocemos mejor a una persona, mejor comprendemos su obrar.<\/p>
237 La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los \u00abmisterios escondidos en Dios, que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto\u00bb (Cc. Vaticano I: DS 3015. Dios, ciertamente, ha dejado huellas de su ser trinitario en su obra de Creaci\u00f3n y en su Revelaci\u00f3n a lo largo del Antiguo Testamento. Pero la intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola raz\u00f3n e incluso a la fe de Israel antes de la Encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios y el env\u00edo del Esp\u00edritu Santo.<\/p>
II LA REVELACION DE DIOS COMO TRINIDAD<\/p>
El Padre revelado por el Hijo<\/p>
238 La invocaci\u00f3n de Dios como \u00abPadre\u00bb es conocida en muchas religiones. La divinidad es con frecuencia considerada como \u00abpadre de los dioses y de los hombres\u00bb. En Israel, Dios es llamado Padre en cuanto Creador del mundo (Cf. Dt 32,6; Ml 2,10). Pues a\u00fan m\u00e1s, es Padre en raz\u00f3n de la alianza y del don de la Ley a Israel, su \u00abprimog\u00e9nito\u00bb (Ex 4,22). Es llamado tambi\u00e9n Padre del rey de Israel (cf. 2 S 7,14). Es muy especialmente \u00abel Padre de los pobres\u00bb, del hu\u00e9rfano y de la viuda, que est\u00e1n bajo su protecci\u00f3n amorosa (cf. Sal 68,6).<\/p>
239 Al designar a Dios con el nombre de \u00abPadre\u00bb, el lenguaje de la fe indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y autoridad transcendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada tambi\u00e9n mediante la imagen de la maternidad (cf. Is 66,13; Sal 131,2) que indica m\u00e1s expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y su criatura. El lenguaje de la fe se sirve as\u00ed de la experiencia humana de los padres que son en cierta manera los primeros representantes de Dios para el hombre. Pero esta experiencia dice tambi\u00e9n que los padres humanos son falibles y que pueden desfigurar la imagen de la paternidad y de la maternidad. Conviene recordar, entonces, que Dios transciende la distinci\u00f3n humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios. Transciende tambi\u00e9n la paternidad y la maternidad humanas (cf. Sal 27,10), aunque sea su origen y medida (cf. Ef 3,14; Is 49,15): Nadie es padre como lo es Dios.<\/p>
240 Jes\u00fas ha revelado que Dios es \u00abPadre\u00bb en un sentido nuevo: no lo es s\u00f3lo en cuanto Creador; \u00c9l es eternamente Padre en relaci\u00f3n a su Hijo \u00fanico, el cual eternamente es Hijo s\u00f3lo en relaci\u00f3n a su Padre: \u00abNadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar\u00bb (Mt 11,27).<\/p>
241 Por eso los ap\u00f3stoles confiesan a Jes\u00fas como \u00abel Verbo que en el principio estaba junto a Dios y que era Dios\u00bb (Jn 1,1), como \u00abla imagen del Dios invisible\u00bb (Col 1,15), como \u00abel resplandor de su gloria y la impronta de su esencia\u00bb Hb 1,3).<\/p>
242 Despu\u00e9s de ellos, siguiendo la tradici\u00f3n apost\u00f3lica, la Iglesia confes\u00f3 en el a\u00f1o 325 en el primer concilio ecum\u00e9nico de Nicea que el Hijo es \u00abconsubstancial\u00bb al Padre, es decir, un solo Dios con \u00e9l. El segundo concilio ecum\u00e9nico, reunido en Constantinopla en el a\u00f1o 381, conserv\u00f3 esta expresi\u00f3n en su formulaci\u00f3n del Credo de Nicea y confes\u00f3 \u00abal Hijo Unico de Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, consubstancial al Padre\u00bb (DS 150).<\/p>
El Padre y el Hijo revelados por el Esp\u00edritu<\/p>
243 Antes de su Pascua, Jes\u00fas anuncia el env\u00edo de \u00abotro Par\u00e1clito\u00bb (Defensor), el Esp\u00edritu Santo. Este, que actu\u00f3 ya en la Creaci\u00f3n (cf. Gn 1,2) y \u00abpor los profetas\u00bb (Credo de Nicea-Constantinopla), estar\u00e1 ahora junto a los disc\u00edpul os y en ellos (cf. Jn 14,17), para ense\u00f1arles (cf. Jn 14,16) y conducirlos \u00abhasta la verdad completa\u00bb (Jn 16,13). El Esp\u00edritu Santo es revelado as\u00ed como otra persona divina con relaci\u00f3n a Jes\u00fas y al Padre.<\/p><\/li><\/ul><\/li><\/ul>
244\u00a0 El origen eterno del Esp\u00edritu se revela en su misi\u00f3n temporal. El Esp\u00edritu Santo es enviado a los Ap\u00f3stoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26; 15,26; 16,14). El env\u00edo de la persona del Esp\u00edritu tras la glorificaci\u00f3n de Jes\u00fas (cf. Jn 7,39), revela en plenitud el misterio de la Santa Trinidad.<\/p>
245\u00a0\u00a0 La fe apost\u00f3lica relativa al Esp\u00edritu fue confesada por el segundo Concilio ecum\u00e9nico en el a\u00f1o 381 en Constantinopla: \u00abCreemos en el Esp\u00edritu Santo, Se\u00f1or y dador de vida, que procede del Padre\u00bb (DS 150). La Iglesia reconoce as\u00ed al Padre como \u00abla fuente y el origen de toda la divinidad\u00bb (Cc. de Toledo VI, a\u00f1o 638: DS 490). Sin embargo, el origen eterno del Esp\u00edritu Santo est\u00e1 en conexi\u00f3n con el del Hijo: \u00abEl Esp\u00edritu Santo, que es la tercera persona de la Trinidad, es Dios, uno e igual al Padre y al Hijo, de la misma sustancia y tambi\u00e9n de la misma naturaleza: Por eso, no se dice que es s\u00f3lo el Esp\u00edritu del Padre, sino a la vez el esp\u00edritu del Padre y del Hijo\u00bb (Cc. de Toledo XI, a\u00f1o 675: DS 527). El Credo del Concilio de Constantinopla (a\u00f1o 381) confiesa: \u00abCon el Padre y el Hijo recibe una misma adoraci\u00f3n y gloria\u00bb (DS 150).<\/p>
246\u00a0 La tradici\u00f3n latina del Credo confiesa que el Esp\u00edritu \u00abprocede del Padre y del Hijo (filioque)<\/em>\u00ab. El Concilio de Florencia, en el a\u00f1o 1438, explicita: \u00abEl Esp\u00edritu Santo tiene su esencia y su ser a la vez del Padre y del Hijo y procede eternamente tanto del Uno como del Otro como de un solo Principio y por una sola espiraci\u00f3n…Y porque todo lo que pertenece al Padre, el Padre lo dio a su Hijo \u00fanico, al engendrarlo, a excepci\u00f3n de su ser de Padre, esta procesi\u00f3n misma del Esp\u00edritu Santo a partir del Hijo, \u00e9ste la tiene eternamente de su Padre que lo engendr\u00f3 eternamente\u00bb (DS 1300-1301).<\/p>247\u00a0\u00a0 La afirmaci\u00f3n del filioque<\/em> no figuraba en el s\u00edmbolo confesado el a\u00f1o 381 en Constantinopla. Pero sobre la base de una antigua tradici\u00f3n latina y alejandrina, el Papa S. Le\u00f3n la hab\u00eda ya confesado dogm\u00e1ticamente el a\u00f1o 447 (cf. DS 284) antes incluso que Roma conociese y recibiese el a\u00f1o 451, en el concilio de Calcedonia, el s\u00edmbolo del 381. El uso de esta f\u00f3rmula en el Credo fue poco a poco admitido en la liturgia latina (entre los siglos VIII y XI). La introducci\u00f3n del Filioque en el S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla por la liturgia latina constituye, todav\u00eda hoy, un motivo de no convergencia con las Iglesias ortodoxas.<\/p>248\u00a0 La tradici\u00f3n oriental expresa en primer lugar el car\u00e1cter de origen primero del Padre por relaci\u00f3n al Esp\u00edritu Santo. Al confesar al Esp\u00edritu como \u00absalido del Padre\u00bb (Jn 15,26), esa tradici\u00f3n afirma que este procede del Padre por el Hijo (cf. AG 2). La tradici\u00f3n occidental expresa en primer lugar la comuni\u00f3n consubstancial entre el Padre y el Hijo diciendo que el Esp\u00edritu procede del Padre y del Hijo (Filioque). Lo dice \u00abde manera leg\u00edtima y razonable\u00bb (Cc. de Florencia, 1439: DS 1302), porque el orden eterno de las personas divinas en su comuni\u00f3n consubstancial implica que el Padre sea el origen primero del Esp\u00edritu en tanto que \u00abprincipio sin principio\u00bb (DS 1331), pero tambi\u00e9n que, en cuanto Padre del Hijo Unico, sea con \u00e9l \u00abel \u00fanico principio de que procede el Esp\u00edritu Santo\u00bb (Cc. de Lyon II, 1274: DS 850). Esta leg\u00edtima complementariedad, si no se desorbita, no afecta a la identidad de la fe en la realidad del mismo misterio confesado.<\/p>
III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA SANTISIMA TRINIDAD EN LA DOCTRINA DE LA FE<\/strong><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La formaci\u00f3n del dogma trinitario<\/strong><\/p>249\u00a0 La verdad revelada de la Santa Trinidad ha estado desde los or\u00edgenes en la ra\u00edz de la fe viva de la Iglesia, principalmente en el acto del bautismo. Encuentra su expresi\u00f3n en la regla de la fe bautismal, formulada en la predicaci\u00f3n, la catequesis y la oraci\u00f3n de la Iglesia. Estas formulaciones se encuentran ya en los escritos apost\u00f3licos, como este saludo recogido en la liturgia eucar\u00edstica: \u00abLa gracia del Se\u00f1or Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comuni\u00f3n del Esp\u00edritu Santo sean con todos vosotros\u00bb (2 Co 13,13; cf. 1 Cor 12,4-6; Ef 4,4-6).<\/p>
250\u00a0 Durante los primeros siglos, la Iglesia formula m\u00e1s expl\u00edcitamente su fe trinitaria tanto para profundizar su propia inteligencia de la fe como para defenderla contra los errores que la deformaban. Esta fue la obra de los Concilios antiguos, ayudados por el trabajo teol\u00f3gico de los Padres de la Iglesia y sostenidos por el sentido de la fe del pueblo cristiano.<\/p>
251\u00a0\u00a0 Para la formulaci\u00f3n del dogma de la Trinidad, la Iglesia debi\u00f3 crear una terminolog\u00eda propia con ayuda de nociones de origen filos\u00f3fico: \u00absubstancia\u00bb, \u00abpersona\u00bb o \u00abhip\u00f3stasis\u00bb, \u00abrelaci\u00f3n\u00bb, etc. Al hacer esto, no somet\u00eda la fe a una sabidur\u00eda humana, sino que daba un sentido nuevo, sorprendente, a estos t\u00e9rminos destinados tambi\u00e9n a significar en adelante un Misterio inefable, \u00abinfinitamente m\u00e1s all\u00e1 de todo lo que podemos concebir seg\u00fan la medida humana\u00bb (Pablo VI, SPF 2).<\/p>
252\u00a0\u00a0 La Iglesia utiliza el t\u00e9rmino \u00absubstancia\u00bb (traducido a veces tambi\u00e9n por \u00abesencia\u00bb o por \u00abnaturaleza\u00bb) para designar el ser divino en su unidad; el t\u00e9rmino \u00abpersona\u00bb o \u00abhip\u00f3stasis\u00bb para designar al Padre, al Hijo y al Esp\u00edritu Santo en su distinci\u00f3n real entre s\u00ed; el t\u00e9rmino \u00abrelaci\u00f3n\u00bb para designar el hecho de que su distinci\u00f3n reside en la referencia de cada uno a los otros.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El dogma de la Sant\u00edsima Trinidad<\/strong><\/p>253\u00a0\u00a0 La Trinidad es una<\/em>. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: \u00abla Trinidad consubstancial\u00bb (Cc. Constantinopla II, a\u00f1o 553: DS 421). Las personas divinas no se reparten la \u00fanica divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: \u00abEl Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Esp\u00edritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza\u00bb (Cc. de Toledo XI, a\u00f1o 675: DS 530). \u00abCada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina\u00bb (Cc. de Letr\u00e1n IV, a\u00f1o 1215: DS 804).<\/p>254\u00a0\u00a0 Las personas divinas son realmente distintas entre si<\/em>. \u00abDios es \u00fanico pero no solitario\u00bb (Fides Damasi: DS 71). \u00abPadre\u00bb, \u00abHijo\u00bb, Esp\u00edritu Santo\u00bb no son simplemente nombres que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre s\u00ed: \u00abEl que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo,\u00a0 ni el Esp\u00edritu Santo el que es el Padre o el Hijo\u00bb (Cc. de Toledo XI, a\u00f1o 675: DS 530). Son distintos entre s\u00ed por sus relaciones de origen: \u00abEl Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Esp\u00edritu Santo es quien procede\u00bb (Cc. Letr\u00e1n IV, a\u00f1o 1215: DS 804). La Unidad divina es Trina<\/em>.<\/p>255\u00a0\u00a0 Las personas divinas son relativas unas a otras<\/em>. La distinci\u00f3n real de las personas entre s\u00ed, porque no divide la unidad divina, reside \u00fanicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: \u00abEn los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Esp\u00edritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia\u00bb (Cc. de Toledo XI, a\u00f1o 675: DS 528). En efecto, \u00abtodo es uno (en ellos) donde no existe\u00a0 oposici\u00f3n de relaci\u00f3n\u00bb (Cc. de Florencia, a\u00f1o 1442: DS 1330). \u00abA causa de esta unidad, el Padre est\u00e1 todo en el Hijo, todo en el Esp\u00edritu Santo; el Hijo est\u00e1 todo en el Padre, todo en el Esp\u00edritu Santo; el Esp\u00edritu Santo est\u00e1 todo en el Padre, todo en el Hijo\u00bb (Cc. de Florencia 1442: DS 1331).<\/p>256\u00a0 A los catec\u00famenos de Constantinopla, S. Gregorio Nacianceno, llamado tambi\u00e9n \u00abel Te\u00f3logo\u00bb, conf\u00eda este resumen de la fe trinitaria:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ante todo, guardadme este buen dep\u00f3sito, por el cual vivo y combato, con el cual quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los placeres: quiero decir la profesi\u00f3n de fe en el Padre y el Hijo y el Esp\u00edritu Santo. Os la conf\u00edo hoy. Por ella os introducir\u00e9 dentro de poco en el agua y os sacar\u00e9 de ella. Os la doy como compa\u00f1era y patrona de toda vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta. Divinidad sin distinci\u00f3n de substancia o de naturaleza, sin grado superior que eleve o grado inferior que abaje…Es la infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno, considerado en s\u00ed mismo, es Dios todo entero…Dios los Tres considerados en conjunto…No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me ba\u00f1a con su esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la unidad me posee de nuevo…(0r. 40,41: PG 36,417).<\/p>
IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LAS OBRAS DIVINAS Y LAS MISIONES TRINITARIAS<\/strong><\/p>257\u00a0\u00a0 \u00abO lux beata Trinitas et principalis Unitas!\u00bb (\u00ab\u00a1Oh Trinidad, luz bienaventurada y unidad esencial!\u00bb) (LH, himno de v\u00edsperas) Dios es eterna beatitud, vida inmortal, luz sin ocaso. Dios es amor: Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo. Dios quiere comunicar libremente la gloria de su vida bienaventurada. Tal es el \u00abdesignio benevolente\u00bb (Ef 1,9) que concibi\u00f3 antes de la creaci\u00f3n del mundo en su Hijo amado, \u00abpredestin\u00e1ndonos a la adopci\u00f3n filial en \u00e9l\u00bb (Ef 1,4-5), es decir, \u00aba reproducir la imagen de su Hijo\u00bb (Rom 8,29) gracias al \u00abEsp\u00edritu de adopci\u00f3n filial\u00bb (Rom 8,15). Este designio es una \u00abgracia dada antes de todos los siglos\u00bb (2 Tm 1,9-10), nacido inmediatamente del amor trinitario. Se despliega en la obra de la creaci\u00f3n, en toda la historia de la salvaci\u00f3n despu\u00e9s de la ca\u00edda, en las misiones del Hijo y del Esp\u00edritu, cuya prolongaci\u00f3n es la misi\u00f3n de la Iglesia (cf. AG 2-9).<\/p>
258\u00a0 Toda la econom\u00eda divina es la obra com\u00fan de las tres personas divinas. Porque la Trinidad, del mismo modo que tiene una sola y misma naturaleza, as\u00ed tambi\u00e9n tiene una sola y misma operaci\u00f3n (cf. Cc. de Constantinopla, a\u00f1o 553: DS 421). \u00abEl Padre, el Hijo y el Esp\u00edritu Santo no son tres principios de las criaturas, sino un solo principio\u00bb (Cc. de Florencia, a\u00f1o 1442: DS 1331).\u00a0 Sin embargo, cada persona divina realiza la obra com\u00fan seg\u00fan su propiedad personal. As\u00ed la Iglesia confiesa, siguiendo al Nuevo Testamento (cf. 1 Co 8,6): \u00abuno es Dios y Padre de quien proceden todas las cosas, un solo el Se\u00f1or Jesucristo por el cual son todas las cosas, y uno el Esp\u00edritu Santo en quien son todas las cosas (Cc. de Constantinopla II: DS 421). Son, sobre todo, las misiones divinas de la Encarnaci\u00f3n del Hijo y del don del Esp\u00edritu Santo las que manifiestan las propiedades de las personas divinas.<\/p>
259\u00a0 Toda la econom\u00eda divina, obra a la vez com\u00fan y personal, da a conocer la propiedad de las personas divinas y su naturaleza \u00fanica. As\u00ed, toda la vida cristiana es comuni\u00f3n con cada una de las personas divinas, sin separarlas de ning\u00fan modo. El que da gloria al Padre lo hace por el Hijo en el Esp\u00edritu Santo; el que sigue a Cristo, lo hace porque el Padre lo atrae (cf. Jn 6,44) y el Esp\u00edritu lo mueve (cf. Rom 8,14).<\/p>
260\u00a0 El fin \u00faltimo de toda la econom\u00eda divina es la entrada de las criaturas en la unidad perfecta de la Bienaventurada Trinidad (cf. Jn 17,21-23). Pero desde ahora somos llamados a ser habitados por la Sant\u00edsima Trinidad: \u00abSi alguno me ama -dice el Se\u00f1or- guardar\u00e1 mi Palabra, y mi Padre le amar\u00e1, y vendremos a \u00e9l, y haremos morada en \u00e9l\u00bb (Jn 14,23).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios m\u00edo, Trinidad que adoro, ay\u00fadame a olvidarme enteramente de m\u00ed mismo para establecerme en ti, inm\u00f3vil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve m\u00e1s lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jam\u00e1s solo en ella, sino que yo est\u00e9 all\u00ed enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoraci\u00f3n, entregada sin reservas a tu acci\u00f3n creadora (Oraci\u00f3n de la Beata Isabel de la Trinidad).<\/p>
RESUMEN<\/strong><\/p>261\u00a0\u00a0 El misterio de la Sant\u00edsima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. S\u00f3lo Dios puede d\u00e1rnoslo a conocer revel\u00e1ndose como Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>262\u00a0\u00a0 La Encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es consubstancial al Padre, es decir, que es en \u00e9l y con \u00e9l el mismo y \u00fanico Dios.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>263\u00a0\u00a0 La misi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo (cf. Jn 14,26) y por el Hijo \u00abde junto al Padre\u00bb (Jn 15,26), revela que \u00e9l es con ellos el mismo Dios \u00fanico. \u00abCon el Padre y el Hijo recibe una misma adoraci\u00f3n y gloria\u00bb.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>264\u00a0\u00a0 \u00abEl Esp\u00edritu Santo procede del Padre en cuanto fuente primera y, por el don eterno de este al Hijo, del Padre y del Hijo en comuni\u00f3n\u00bb (S. Agust\u00edn, Trin. 15,26,47).<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>265\u00a0\u00a0 Por la gracia del bautismo \u00aben el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo\u00bb somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aqu\u00ed abajo en la oscuridad de la fe y, despu\u00e9s de la muerte, en la luz eterna (cf. Pablo VI, SPF 9).<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>266\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abLa fe cat\u00f3lica es esta: que veneremos un Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, no confundiendo las personas, ni separando las substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Esp\u00edritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo una es la divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad\u00bb (Symbolum \u00abQuicumque\u00bb).<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>267 Las personas divinas, inseparables en lo su ser, son tambi\u00e9n inseparables en su obrar. Pero en la \u00fanica operaci\u00f3n divina cada una manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las misiones divinas de la Encarnaci\u00f3n del Hijo y del don del Esp\u00edritu Santo.<\/em><\/p>P\u00e1rrafo 3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL TODOPODEROSO<\/strong><\/p>\u00a0<\/p>
268 De todos los atributos divinos, s\u00f3lo la omnipotencia de Dios es nombrada en el S\u00edmbolo: confesarla tiene un gran alcance para nuestra vida. Creemos que es esa omnipotencia universal<\/em>, porque Dios, que ha creado todo (cf. Gn 1,1; Jn 1,3), rige todo y lo puede todo; es amorosa, porque Dios es nuestro Padre (cf. Mt 6,9); es misteriosa<\/em>, porque s\u00f3lo la fe puede descubrirla cuando \u00abse manifiesta en la debilidad\u00bb (2 Co 12,9; cf. 1 Co 1,18).<\/p>269\u00a0\u00a0\u00a0 Las Sagradas Escrituras confiesan con frecuencia el poder universal de Dios. Es llamado \u00abel Poderoso de Jacob\u00bb (Gn 49,24; Is 1,24, etc.), \u00abel Se\u00f1or de los ej\u00e9rcitos\u00bb, \u00abel Fuerte, el Valeroso\u00bb (Sal 24,8-10). Si Dios es Todopoderoso \u00aben el cielo y en la tierra\u00bb\u00a0 (Sal 135,6), es porque \u00e9l los ha hecho. Por tanto, nada ale es imposible (cf. Jr 32,17; Lc 1,37) y dispone a su voluntad de su obra (cf. Jr 27,5); es el Se\u00f1or del universo, cuyo orden ha establecido, que le permanece enteramente sometido y disponible; es el Se\u00f1or de la historia: gobierna los corazones y los acontecimientos seg\u00fan su voluntad (cf. Est 4,17b; Pr 21,1; Tb 13,2): \u00abEl actuar con inmenso poder siempre est\u00e1 en tu mano. \u00bfQui\u00e9n podr\u00e1 resistir la fuerza de tu brazo?\u00bb (Sb 11,21).<\/p>
\u00a0<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abTe compadeces de todos porque lo puedes todo\u00bb (Sb 11,23)<\/strong><\/p>\u00a0<\/p>
270 Dios es el Padre todopoderoso. Su paternidad y su poder se esclarecen mutuamente. Muestra, en efecto, su omnipotencia paternal por la manera como cuida de nuestras necesidades (cf. Mt 6,32); por la adopci\u00f3n filial que nos da (\u00abYo ser\u00e9 para vosotros padre, y vosotros ser\u00e9is para m\u00ed hijos e hijas, dice el Se\u00f1or todopoderoso\u00bb: 2 Co 6,18); finalmente, por su misericordia infinita, pues muestra su poder en el m\u00e1s alto grado perdonando libremente los pecados.<\/p>
\u00a0<\/p>
271\u00a0 La omnipotencia divina no es en modo alguno arbitraria: \u00abEn Dios el poder y la esencia, la voluntad y la inteligencia, la sabidur\u00eda y la justicia son una sola cosa, de suerte que nada puede haber en el poder divino que no pueda estar en la justa voluntad de Dios o en su sabia inteligencia\u00bb (S. Tom\u00e1s de A., s.th. 1,25,5, ad 1).<\/p>
\u00a0<\/p>
\u00a0<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El misterio de la aparente impotencia de Dios<\/p>
272\u00a0\u00a0\u00a0 La fe en Dios Padre Todopoderoso puede ser puesta a prueba por la experiencia del mal y del sufrimiento. A veces Dios puede parecer ausente e incapaz de impedir el mal. Ahora bien, Dios Padre ha revelado su omnipotencia de la manera m\u00e1s misteriosa en el anonadamiento voluntario y en la Resurrecci\u00f3n de su Hijo, por los cuales ha vencido el mal. As\u00ed, Cristo crucificado es \u00abpoder de Dios y sabidur\u00eda de Dios. Porque la necedad divina es m\u00e1s sabia que la sabidur\u00eda de los hombres, y la debilidad divina, m\u00e1s fuerte que la fuerza de los hombres\u00bb (1 Co 2, 24-25). En la Resurrecci\u00f3n y en la exaltaci\u00f3n de Cristo es donde el Padre \u00abdespleg\u00f3 el vigor de su fuerza\u00bb y manifest\u00f3 \u00abla soberana grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes\u00bb (Ef 1,19-22).<\/p>
273\u00a0\u00a0\u00a0 S\u00f3lo la fe puede adherir a las v\u00edas misteriosas de la omnipotencia de Dios. Esta fe se glor\u00eda de sus debilidades con el fin de atraer sobre s\u00ed el poder de Cristo (cf. 2 Co 12,9; Flp 4,13). De esta fe, la Virgen Mar\u00eda es el modelo supremo: ella crey\u00f3 que \u00abnada es imposible para Dios\u00bb (Lc 1,37) y pudo proclamar las grandezas del Se\u00f1or: \u00abel Poderoso ha hecho en mi favor maravillas, Santo es su nombre\u00bb (Lc1,49).<\/p>
274\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abNada es, pues, m\u00e1s propio para afianzar nuestra Fe y nuestra Esperanza que la convicci\u00f3n profundamente arraigada en nuestras almas de que nada es imposible para Dios. Porque todo lo que (el Credo) propondr\u00e1 luego a nuestra fe, las cosas m\u00e1s grandes, las m\u00e1s incomprensibles, as\u00ed como las m\u00e1s elevadas por encima de las leyes ordinarias de la naturaleza, en la medida en que nuestra raz\u00f3n tenga la idea de la omnipotencia divina, las admitir\u00e1 f\u00e1cilmente y sin vacilaci\u00f3n alguna\u00bb (Catech. R. 1,2,13).<\/p>
\u00a0<\/p>
RESUMEN<\/p>
275\u00a0\u00a0\u00a0 Con Job, el justo, confesamos: \u00abS\u00e9 que eres Todopoderoso: lo que piensas, lo puedes realizar\u00bb (Job 42,2).<\/p>
276\u00a0\u00a0\u00a0 Fiel al testimonio de la Escritura, la Iglesia dirige con frecuencia su oraci\u00f3n al \u00abDios todopoderoso y eterno\u00bb (\u00abomnipotens sempiterne Deus…\u00bb), creyendo firmemente que \u00abnada es imposible para Dios\u00bb (Gn 18,14; Lc 1,37; Mt 19,26).<\/p>
277\u00a0\u00a0\u00a0 Dios manifiesta su omnipotencia convirti\u00e9ndonos de nuestros pecados y restableci\u00e9ndonos en su amistad por la gracia (\u00abDeus, qui omnipotentiam tuam parcendo maxime et miserando manifestas…\u00bb -\u00abOh Dios, que manifiestas especialmente tu poder con el perd\u00f3n y la misericordia…\u00bb- : MR, colecta del Dom XXVI).<\/p>
278\u00a0\u00a0\u00a0 De no ser por nuestra fe en que el amor de Dios es todopoderoso, \u00bfc\u00f3mo creer que el Padre nos ha podido crear, el Hijo rescatar, el Esp\u00edritu Santo santificar?<\/p>
\u00a0<\/p>
P\u00e1rrafo 4\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL CREADOR<\/p>
279\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abEn el principio, Dios cre\u00f3 el cielo y la tierra\u00bb (Gn 1,1). Con estas palabras solemnes comienza la Sagrada Escritura. El S\u00edmbolo de la fe las recoge confesando a Dios Padre Todopoderoso como \u00abel Creador del cielo y de la tierra\u00bb, \u00abdel universo visible e invisible\u00bb. Hablaremos, pues, primero del Creador, luego de su creaci\u00f3n, finalmente de la ca\u00edda del pecado de la que Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a levantarnos.<\/p>
280\u00a0\u00a0\u00a0 La creaci\u00f3n es el fundamento de \u00abtodos los designios salv\u00edficos de Dios\u00bb, \u00abel comienzo de la historia de la salvaci\u00f3n\u00bb (DCG 51), que culmina en Cristo. Inversamente, el Misterio de Cristo es la luz decisiva sobre el Misterio de la creaci\u00f3n; revela el fin en vista del cual, \u00abal principio, Dios cre\u00f3 el cielo y la tierra\u00bb (Gn 1,1): desde el principio Dios preve\u00eda la gloria de la nueva creaci\u00f3n en Cristo (cf. Rom 8,18-23).<\/p>
281\u00a0\u00a0\u00a0 Por esto, las lecturas de la Noche Pascual, celebraci\u00f3n de la creaci\u00f3n nueva en Cristo, comienzan con el relato de la creaci\u00f3n; de igual modo, en la liturgia bizantina, el relato de la creaci\u00f3n constituye siempre la primera lectura de las vigilias de las grandes fiestas del Se\u00f1or. Seg\u00fan el testimonio de los antiguos, la instrucci\u00f3n de los catec\u00famenos para el bautismo sigue el mismo camino (cf. Aeteria, pereg. 46;\u00a0 S. Agust\u00edn, catech. 3,5).<\/p>
I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CATEQUESIS SOBRE LA CREACION<\/p>
282\u00a0 La catequesis sobre la Creaci\u00f3n reviste una importancia capital. Se refiere a los fundamentos mismos de la vida humana y cristiana: explicita la respuesta de la fe cristiana a la pregunta b\u00e1sica que los hombres de todos los tiempos se han formulado: \u00ab\u00bfDe d\u00f3nde venimos?\u00bb \u00ab\u00bfA d\u00f3nde vamos?\u00bb \u00ab\u00bfCu\u00e1l es nuestro origen?\u00bb \u00ab\u00bfCu\u00e1l es nuestro fin?\u00bb \u00ab\u00bfDe d\u00f3nde viene y a d\u00f3nde va todo lo que existe?\u00bb Las dos cuestiones, la del origen y la del fin, son inseparables. Son decisivas para el sentido y la orientaci\u00f3n de nuestra vida y nuestro obrar.<\/p>
283\u00a0 La cuesti\u00f3n sobre los or\u00edgenes del mundo y del hombre es objeto de numerosas investigaciones cient\u00edficas que han enriquecido magn\u00edficamente nuestros conocimientos sobre la edad y las dimensiones del cosmos, el devenir de las formas vivientes, la aparici\u00f3n del hombre. Estos descubrimientos nos invitan a admirar m\u00e1s la grandeza del Creador, a darle gracias por todas sus obras y por la inteligencia y la sabidur\u00eda que da a los sabios e investigadores. Con Salom\u00f3n, estos pueden decir: \u00abFue \u00e9l quien me concedi\u00f3 el conocimiento verdadero de cuanto existe, quien me dio a conocer la estructura del mundo y las propiedades de los elementos…porque la que todo lo hizo, la Sabidur\u00eda, me lo ense\u00f1\u00f3\u00bb (Sb 7,17-21).<\/p>
284\u00a0 El gran inter\u00e9s que despiertan a estas investigaciones est\u00e1 fuertemente estimulado por una cuesti\u00f3n de otro orden, y que supera el dominio propio de las ciencias naturales. No se trata s\u00f3lo de saber cu\u00e1ndo y c\u00f3mo ha surgido materialmente el cosmos, ni cuando apareci\u00f3 el hombre, sino m\u00e1s bien de descubrir cu\u00e1l es el sentido de tal origen: si est\u00e1 gobernado por el azar, un destino ciego, una necesidad an\u00f3nima, o bien por un Ser transcendente, inteligente y bueno, llamado Dios. Y si el mundo procede de la sabidur\u00eda y de la bondad de Dios, \u00bfpor qu\u00e9 existe el mal? \u00bfde d\u00f3nde viene? \u00bfqui\u00e9n es responsable de \u00e9l? \u00bfd\u00f3nde est\u00e1 la posibilidad de liberarse del mal?<\/p>
285\u00a0 Desde sus comienzos, la fe cristiana se ha visto confrontada a respuestas distintas de las suyas sobre la cuesti\u00f3n de los or\u00edgenes. As\u00ed, en las religiones y culturas antiguas encontramos numerosos mitos referentes a los or\u00edgenes. Algunos fil\u00f3sofos han dicho que todo es Dios, que el mundo es Dios, o que el devenir del mundo es el devenir de Dios (pante\u00edsmo); otros han dicho que el mundo es una emanaci\u00f3n necesaria de Dios, que brota de esta fuente y retorna a ella ; otros han afirmado incluso la existencia de dos principios eternos, el Bien y el Mal, la Luz y las Tinieblas, en lucha permanente (dualismo, manique\u00edsmo); seg\u00fan algunas de estas concepciones, el mundo (al menos el mundo material) ser\u00eda malo, producto de una ca\u00edda, y por tanto que se ha de rechazar y superar (gnosis); otros admiten que el mundo ha sido hecho por Dios, pero a la manera de un relojero que, una vez hecho, lo habr\u00eda abandonado a \u00e9l mismo (de\u00edsmo); otros, finalmente, no aceptan ning\u00fan origen transcendente del mundo, sino que ven en \u00e9l el puro juego de una materia que ha existido siempre (materialismo). Todas estas tentativas dan testimonio de la permanencia y de la universalidad de la cuesti\u00f3n de los or\u00edgenes. Esta b\u00fasqueda es inherente al hombre.<\/p>
286\u00a0 La inteligencia humana puede ciertamente encontrar ya una respuesta a la cuesti\u00f3n de los or\u00edgenes. En efecto, la existencia de Dios Creador puede ser conocida con certeza por sus obras gracias a la luz de la raz\u00f3n humana (DS: 3026), aunque este conocimiento es con frecuencia oscurecido y desfigurado por el error. Por eso la fe viene a confirmar y a esclarecer la raz\u00f3n para la justa inteligencia de esta verdad: \u00abPor la fe, sabemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de manera que lo que se ve resultase de lo que no aparece\u00bb (Hb 11,3).<\/p>
287\u00a0 La verdad en la creaci\u00f3n es tan importante para toda la vida humana que Dios, en su ternura, quiso revelar a su pueblo todo lo que es saludable conocer a este respecto. M\u00e1s all\u00e1 del conocimiento natural que todo hombre puede tener del Creador (cf. Hch 17,24-29; Rom 1,19-20), Dios revel\u00f3 progresivamente a Israel el misterio de la creaci\u00f3n. El que eligi\u00f3 a los patriarcas, el que hizo salir a Israel de Egipto y que, al escoger a Israel, lo cre\u00f3 y form\u00f3 (cf. Is 43,1), se revela como aquel a quien pertenecen todos los pueblos de la tierra y la tierra entera, como el \u00fanico Dios que \u00abhizo el cielo y la tierra\u00bb (Sal 115,15;124,8;134,3).<\/p>
288\u00a0 As\u00ed, la revelaci\u00f3n de la creaci\u00f3n es inseparable de la revelaci\u00f3n y de la realizaci\u00f3n de la Alianza del Dios \u00fanico, con su Pueblo. La creaci\u00f3n es revelada como el primer paso hacia esta Alianza, como el primero y universal testimonio del amor todopoderoso de Dios (cf. Gn 15,5; Jr 33,19-26). Por eso, la verdad de la creaci\u00f3n se expresa con un vigor creciente en el mensaje de los profetas (cf. Is 44,24), en la oraci\u00f3n de los salmos (cf. Sal 104) y de la liturgia, en la reflexi\u00f3n de la sabidur\u00eda (cf. Pr 8,22-31) del Pueblo elegido.<\/p>
289\u00a0 Entre todas las palabras de la Sagrada Escritura sobre la creaci\u00f3n, los tres primeros cap\u00edtulos del G\u00e9nesis ocupan un lugar \u00fanico. Desde el punto de vista literario, estos textos pueden tener diversas fuentes. Los autores inspirados los han colocado al comienzo de la Escritura de suerte que expresa, en su lenguaje solemne, las verdades de la creaci\u00f3n, de su origen y de su fin en Dios, de su orden y de su bondad, de la vocaci\u00f3n del hombre, finalmente, del drama del pecado y de la esperanza de la salvaci\u00f3n. Le\u00eddas a la luz e Cristo, en la unidad de la Sagrada Escritura y en la Tradici\u00f3n viva de la Iglesia, estas palabras siguen siendo la fuente principal para la catequesis de los Misterios del \u00abcomienzo\u00bb: creaci\u00f3n, ca\u00edda, promesa de la salvaci\u00f3n.<\/p>
II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CREACION: OBRA DE LA SANTISIMA TRINIDAD<\/p>
290\u00a0 \u00abEn el principio, Dios cre\u00f3 el cielo y la tierra\u00bb: tres cosas se afirman en estas primeras palabras de la Escritura: el Dios eterno ha dado principio a todo lo que existe fuera de \u00e9l. El solo es creador (el verbo \u00abcrear\u00bb -en hebreo \u00abbara\u00bb-tiene siempre por sujeto a Dios). La totalidad de lo que existe (expresada por la f\u00f3rmula \u00abel cielo y la tierra\u00bb) depende de aquel que le da el ser.<\/p>
291\u00a0\u00a0 \u00abEn el principio exist\u00eda el Verbo… y el Verbo era Dios…Todo fue hecho por \u00e9l y sin \u00e9l nada ha sido hecho\u00bb (Jn 1,1-3). El Nuevo Testamento revela que Dios cre\u00f3 todo por el Verbo Eterno, su Hijo amado. \u00abEn el fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra…todo fue creado por \u00e9l y para \u00e9l, \u00e9l existe con anterioridad a todo y todo tiene en \u00e9l su consistencia\u00bb (Col 1, 16-17). La fe de la Iglesia afirma tambi\u00e9n la acci\u00f3n creadora del Esp\u00edritu Santo: \u00e9l es el \u00abdador de vida\u00bb (S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla), \u00abel Esp\u00edritu Creador\u00bb (\u00abVeni, Creator Spiritus\u00bb), la \u00abFuente de todo bien\u00bb (Liturgia bizantina, tropario de v\u00edsperas de Pentecost\u00e9s).<\/p>
292\u00a0 La acci\u00f3n creadora del Hijo y del Esp\u00edritu, insinuada en el Antiguo Testamento (cf. Sal 33,6;104,30; Gn 1,2-3), revelada en la Nueva Alianza, inseparablemente una con la del Padre, es claramente afirmada por la regla de fe de la Iglesia: \u00abS\u00f3lo existe un Dios…: es el Padre, es Dios, es el Creador, es el Autor, es el Ordenador. Ha hecho todas las cosas\u00a0 por s\u00ed mismo, es decir, por su Verbo y por su Sabidur\u00eda\u00bb (S. Ireneo, haer. 2,30,9), \u00abpor el Hijo y el Esp\u00edritu\u00bb, que son como \u00absus manos\u00bb (ibid.,\u00a0 4,20,1). La creaci\u00f3n es la obra com\u00fan de la Sant\u00edsima Trinidad.<\/p>
III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cEL MUNDO HA SIDO CREADO PARA LA GLORIA<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DE DIOS\u201d<\/p>
293\u00a0 Es una verdad fundamental que la Escritura y la Tradici\u00f3n no cesan de ense\u00f1ar y de celebrar: \u00abEl mundo ha sido creado para la gloria de Dios\u00bb (Cc. Vaticano I: DS 3025). Dios ha creado todas las cosas, explica S. Buenaventura, \u00abnon propter gloriam augendam, sed propter gloriam manifestandam et propter gloriam suam communicandam\u00bb (\u00abno para aumentar su gloria, sino para manifestarla y comunicarla\u00bb) (sent. 2,1,2,2,1). Porque Dios no tiene otra raz\u00f3n para crear que su amor y su bondad: \u00abAperta manu clave amoris creaturae prodierunt\u00bb (\u00abAbierta su mano con la llave del amor surgieron las criaturas\u00bb) (S. Tom\u00e1s de A. sent. 2, prol.) Y el Concilio Vaticano primero explica:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En su bondad y por su fuerza todopoderosa, no para aumentar su bienaventuranza, ni para adquirir su perfecci\u00f3n, sino para manifestarla por los bienes que otorga a sus criaturas, el solo verdadero Dios, en su lib\u00e9rrimo designio , en el comienzo del tiempo, cre\u00f3 de la nada a la vez una y otra criatura, la espiritual y la corporal (DS 3002).<\/p>
294\u00a0 La gloria de Dios consiste en que se realice esta manifestaci\u00f3n y esta comunicaci\u00f3n de su bondad para las cuales el mundo ha sido creado. Hacer de nosotros \u00abhijos adoptivos por medio de Jesucristo, seg\u00fan el benepl\u00e1cito de su voluntad,\u00a0 para alabanza de la gloria de su gracia\u00bb (Ef 1,5-6): \u00abPorque la gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del hombre es la visi\u00f3n de Dios: si ya la revelaci\u00f3n de Dios por la creaci\u00f3n procur\u00f3 la vida a todos los seres que viven en la tierra, cu\u00e1nto m\u00e1s la manifestaci\u00f3n del Padre por el Verbo procurar\u00e1 la vida a los que ven a Dios\u00bb (S. Ireneo, haer. 4,20,7). El fin \u00faltimo de la creaci\u00f3n es que Dios , \u00abCreador de todos los seres, se hace por fin `todo en todas las cosas’ (1 Co 15,28), procurando al mismo tiempo su gloria y nuestra felicidad\u00bb (AG 2).<\/p>
IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL MISTERIO DE LA CREACION<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios crea por sabidur\u00eda y por amor<\/p>
295\u00a0 Creemos que Dios cre\u00f3 el mundo seg\u00fan su sabidur\u00eda (cf. Sb 9,9). Este no es producto de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del azar. Creemos que procede de la voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a las criaturas de su ser, de su sabidur\u00eda y de su bondad: \u00abPorque t\u00fa has creado todas las cosas; por tu voluntad lo que no exist\u00eda fue creado\u00bb (Ap 4,11). \u00ab\u00a1Cu\u00e1n numerosas son tus obras, Se\u00f1or! Todas las has hecho con sabidur\u00eda\u00bb (Sal 104,24 \u00abBueno es el Se\u00f1or para con todos, y sus ternuras sobre todas sus obras\u00bb (Sal 145,9).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios crea \u201cde la nada\u201d<\/p>
296\u00a0 Creemos que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear (cf. Cc. Vaticano I: DS 3022). La creaci\u00f3n tampoco es una emanaci\u00f3n necesaria de la substancia divina (cf. Cc. Vaticano I: DS 3023-3024). Dios crea libremente \u00bb de la nada\u00bb (DS 800; 3025):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfQu\u00e9 tendr\u00eda de extraordinario si Dios hubiera sacado el mundo de una materia preexistente? Un art\u00edfice humano, cuando se le da un material, hace de \u00e9l todo lo que quiere. Mientras que el poder de Dios se muestra precisamente cuando parte de la nada para hacer todo lo que quiere (S. Te\u00f3filo de Antioqu\u00eda, Autol. 2,4).<\/p>
297\u00a0 La fe en la creaci\u00f3n \u00abde la nada\u00bb est\u00e1 atestiguada en la Escritura como una verdad llena de promesa y de esperanza. As\u00ed la madre de los siete hijos macabeos los alienta al martirio:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Yo no s\u00e9 c\u00f3mo aparecisteis en mis entra\u00f1as, ni fui yo quien os regal\u00f3 el esp\u00edritu y la vida, ni tampoco organic\u00e9 yo los elementos de cada uno. Pues as\u00ed el Creador del mundo, el que model\u00f3 al hombre en su nacimiento y proyect\u00f3 el origen de todas las cosas, os devolver\u00e1 el esp\u00edritu y la vida con misericordia, porque ahora no mir\u00e1is por vosotros mismos a causa de sus leyes…Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que a partir de la nada lo hizo Dios y que tambi\u00e9n el g\u00e9nero humano ha llegado as\u00ed a la existencia (2 M 7,22-23.28).<\/p>
298\u00a0 Puesto que Dios puede crear de la nada, puede por el Esp\u00edritu Santo dar la vida del alma a los pecadores creando en ellos un coraz\u00f3n puro (cf. Sal 51,12), y la vida del cuerpo a los difuntos mediante la Resurrecci\u00f3n. El \u00abda la vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean\u00bb (Rom 4,17). Y puesto que, por su Palabra, pudo hacer resplandecer la luz en las tinieblas (cf. Gn 1,3), puede tambi\u00e9n dar la luz de la fe a los que lo ignoran (cf. 2 Co 4,6).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios crea un mundo ordenado y bueno<\/p>
299\u00a0 Porque Dios crea con sabidur\u00eda, la creaci\u00f3n est\u00e1 ordenada: \u00abT\u00fa todo lo dispusiste con medida, n\u00famero y peso\u00bb (Sb 11,20). Creada en y por el Verbo eterno, \u00abimagen del Dios invisible\u00bb (Col 1,15), la creaci\u00f3n est\u00e1 destinada, dirigida al hombre, imagen de Dios (cf. Gn 1,26), llamado a una relaci\u00f3n personal con Dios. Nuestra inteligencia, participando en la luz del Entendimiento divino, puede entender lo que Dios nos dice por su creaci\u00f3n (cf. Sal 19,2-5), ciertamente no sin gran esfuerzo y en un esp\u00edritu de humildad y de respeto ante el Creador y su obra (cf. Jb 42,3). Salida de la bondad divina, la creaci\u00f3n participa en esa bondad (\u00abY vio Dios que era bueno…muy bueno\u00bb: Gn 1,4.10.12.18.21.31). Porque la creaci\u00f3n es querida por Dios como un don dirigido al hombre, como una herencia que le es destinada y confiada. La Iglesia ha debido, en repetidas ocasiones, defender la bondad de la creaci\u00f3n, comprendida la del mundo material (cf. DS 286; 455-463; 800; 1333; 3002).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios transciende la creaci\u00f3n y est\u00e1 presente en ella<\/p>
300\u00a0 Dios es infinitamente m\u00e1s grande que todas sus obras (cf. Si 43,28): \u00abSu majestad es m\u00e1s alta que los cielos\u00bb (Sal 8,2), \u00absu grandeza no tiene medida\u00bb (Sal 145,3). Pero porque es el Creador soberano y libre, causa primera de todo lo que existe, est\u00e1 presente en lo m\u00e1s \u00edntimo de sus criaturas: \u00abEn el vivimos, nos movemos y existimos\u00bb (Hch 17,28). Seg\u00fan las palabras de S. Agust\u00edn, Dios es \u00absuperior summo meo et interior intimo meo\u00bb (\u00abDios est\u00e1 por encima de lo m\u00e1s alto que hay en m\u00ed y est\u00e1 en lo m\u00e1s hondo de mi intimidad\u00bb) (conf. 3,6,11).<\/p>
Dios mantiene y conduce la creaci\u00f3n<\/strong><\/p>\u00a0<\/strong><\/p>301 Realizada la creaci\u00f3n, Dios no abandona su criatura a ella misma. No s\u00f3lo le da el ser y el existir, sino que la mantiene a cada instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su t\u00e9rmino. Reconocer esta dependencia completa con respecto al Creador es fuente de sa\u00adbidur\u00eda y de libertad, de gozo y de confianza:<\/p>
Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces pues, si algo odiases, no lo hubieras creado. Y \u00bfc\u00f3mo podr\u00eda subsistir cosa que no hubieses querido? \u00bfC\u00f3mo se conservar\u00eda si no la hubieses llamado? Mas t\u00fa todo lo perdonas porque todo es tuyo, Se\u00f1or que amas la vida (Sb 11, 24\u201126).<\/p>
V DIOS REALIZA SU DESIGNIO: LA DIVINA PROVIDENCIA<\/p>
302\u00a0 La creaci\u00f3n tiene su bondad y su perfecci\u00f3n propias, pero no sali\u00f3 plenamente acabada de las manos del Creador. Fue creada \u00aben estado de v\u00eda\u00bb (\u00abIn statu viae\u00bb) hacia una perfecci\u00f3n \u00faltima to\u00addav\u00eda por alcanzar, a la que Dios la destin\u00f3. Llamamos divina providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creaci\u00f3n hacia esta perfecci\u00f3n:<\/p>
Dios guarda y gobierna por su providencia todo lo que cre\u00f3, \u00abalcanzando con fuerza de un extremo al otro del mundo y disponi\u00e9ndolo todo con dulzura\u00bb (Sb 8, 1). Porque \u00abtodo est\u00e1 desnudo y patente a sus ojos\u00bb (Hb 4, 13), incluso lo que la acci\u00f3n libre de las criaturas producir\u00e1 (Cc. Vaticano I: DS 3003).<\/p>
303\u00a0 El testimonio de la Escritura es un\u00e1nime: la solicitud de la divina providencia es concreta <\/em>e inmediata; <\/em>tiene cuidado de todo, de las cosas m\u00e1s peque\u00f1as hasta los grandes acontecimientos del mundo y de la historia. Las Sagradas Escrituras afirman con fuerza la soberan\u00eda absoluta de Dios en el curso de los aconteci\u00admientos: \u00abNuestro Dios en los cielos y en la tierra, todo cuanto le place lo realiza\u00bb (Sal 115, 3); y de Cristo se dice: \u00absi \u00e9l abre, nadie puede cerrar; si \u00e9l cierra, nadie puede abrir\u00bb (Ap 3, 7); \u00abhay mu\u00adchos proyectos en el coraz\u00f3n del hombre, pero s\u00f3lo el plan de Dios se realiza\u00bb (Pr 19, 21).<\/p>304 As\u00ed vemos al Esp\u00edritu Santo, autor principal de la Sagrada Escritura atribuir con frecuencia a Dios acciones sin mencionar causas segundas. Esto no es \u00abuna manera de hablar\u00bb primitiva, sino un modo profundo de recordar la primac\u00eda de Dios y su se\u00f1or\u00edo absoluto sobre la historia y el mundo (cf Is 10, 5\u201115; 45, 5\u20117; Dt 32, 39; Si 11, 14) y de educar as\u00ed para la confianza en E1. La oraci\u00f3n de los salmos es la gran escuela de esta confianza (cf Sal 22; 32; 35; 103; 138).<\/p>
305 Jes\u00fas pide un abandono filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las m\u00e1s peque\u00f1as necesidades de sus hijos: \u00abNo and\u00e9is, pues, preocupados diciendo: \u00bfqu\u00e9 vamos a comer? \u00bfqu\u00e9 vamos a beber?… Ya sabe vuestro Padre celestial que ten\u00e9is necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os dar\u00e1n por a\u00f1adidura\u00bb (Mt 6, 31\u201133; cf 10, 29\u201131).<\/p>
La providencia y las causas segundas<\/strong><\/p>\u00a0<\/strong><\/p>306 Dios es el Se\u00f1or soberano de su designio. Pero para su realizaci\u00f3n se sirve tambi\u00e9n del concurso de las criaturas. Esto no es un signo de debilidad, sino de la grandeza y bondad de Dios Todopoderoso. Porque Dios no da solamente a sus criaturas la existencia, les da tambi\u00e9n la dignidad de actuar por s\u00ed mismas, de ser causas y principios unas de otras y de cooperar as\u00ed a la realizaci\u00f3n de su designio.<\/p>
307 Dios concede a los hombres incluso poder participar libremente en su providencia confi\u00e1ndoles la responsabilidad de \u00absometer\u00bb la tierra y dominarla (cf Gn 1, 26\u201128). Dios da as\u00ed a los hombres el ser causas inteligentes y libres para completar la obra de la Creaci\u00f3n, para perfeccionar su armon\u00eda para su bien y el de sus pr\u00f3jimos. Los hombres, cooperadores a menudo inconscientes de la voluntad divina, pueden entrar libremente en el plan divino no s\u00f3lo por su acciones y sus oraciones, sino tambi\u00e9n por sus sufrimientos (cf Col I, 24) Entonces llegan a ser plenamente \u00abcolaboradores de Dios\u00bb (1 Co 3, 9; 1 Ts 3, 2) y de su Reino (cf Col 4, 11).<\/p>
308 Es una verdad inseparable de la fe en Dios Creador: Dios act\u00faa en las obras de sus criaturas. Es la causa primera que opera en y por las causas segundas: \u00abDios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece\u00bb (Flp 2, 13; cf 1 Co 12, 6). Esta verdad, lejos de disminuir la dignidad de la criatura, la realza. Sacada de la nada por el poder, la sabidur\u00eda y la bondad de Dios, no puede nada si est\u00e1 separada de su origen, porque \u00absin el Creador la criatura se diluye\u00bb (GS 36, 3); menos a\u00fan puede ella alcanzar su fin \u00faltimo sin la ayuda de la gracia (cf Mt 19, 26; Jn 15, 5; Flp 4, 13).<\/p>
La providencia y el esc\u00e1ndalo del mal<\/strong><\/p>\u00a0<\/strong><\/p>309 Si Dios Padre Todopoderoso, Creador del mundo ordenado y bueno, tiene cuidado de todas sus criaturas, \u00bfpor qu\u00e9 existe el mal? A esta pregunta tan apremiante como inevitable, tan dolorosa como misteriosa no se puede dar una respuesta simple. El conjunto de la fe cristiana constituye la respuesta a esta pregunta: la bondad de la creaci\u00f3n, el drama del pecado, el amor paciente de Dios que sale al encuentro del hombre con sus Alianzas, con la Encarnaci\u00f3n redentora de su Hijo, con el don del Esp\u00edritu, con la congregaci\u00f3n de la Iglesia, con la fuerza de los sacramentos, con la llamada a una vida bienaventurada que las criaturas son invitadas a aceptar libremente, pero a la cual, tambi\u00e9n libremente, por un misterio terrible, pueden negarse o rechazar. No hay un rasgo del mensaje cristiano que no sea en parte una respuesta a la cuesti\u00f3n del mal.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>310 Pero \u00bfpor qu\u00e9 Dios no cre\u00f3 un mundo tan perfecto que en \u00e9l no pudiera existir ning\u00fan mal? En su poder Infinito, Dios podr\u00eda siempre crear algo mejor (cf S. Tom\u00e1s de A., s. th. I, 25, 6). Sin embargo, en su sabidur\u00eda y bondad Infinitas, Dios quiso libremente crear un mundo \u00aben estado de v\u00eda\u00bb hacia su perfecci\u00f3n \u00faltima. Este devenir trae consigo en el designio de Dios, junto con la aparici\u00f3n de ciertos seres, la desaparici\u00f3n de otros; junto con lo m\u00e1s perfecto lo menos perfecto; junto con las construcciones de la naturaleza tambi\u00e9n las destrucciones. Por tanto, con el bien f\u00edsico existe tambi\u00e9n el mal f\u00edsico, <\/em>mientras la creaci\u00f3n no haya alcanzado su perfecciGn (cf S. Tom\u00e1s de A., s. gent. 3, 71).<\/p>311 Los \u00e1ngeles y los hombres, criaturas inteligentes y libres, deben caminar hacia su destino \u00faltimo por elecci\u00f3n libre y amor de preferencia. Por ello pueden desviarse. De hecho pecaron. Y fue as\u00ed como el mal moral <\/em>entr\u00f3 en el mundo, incomparablemente m\u00e1s grave que el mal f\u00edsico. Dios no es de ninguna manera, ni directa ni indirectamente, la causa del mal moral, (cf S. Agust\u00edn, lib. 1, 1, 1; S. Tom\u00e1s de A., s. th. 1\u20112, 79, 1). Sin embargo, lo permite, respetando la libertad de su criatura, y, misteriosamente, sabe sacar de \u00e9l el bien:<\/p>Porque el Dios Todopoderoso… por ser soberanamente bueno, no permitir\u00eda jam\u00e1s que en sus obras existiera alg\u00fan mal, si El no fuera suficientemente poderoso y bueno para hacer surgir un bien del mismo mal (S. Agust\u00edn, enchir. 11, 3).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 312\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 As\u00ed, con el tiempo, se puede descubrir que Dios, en su pro\u00advidencia todopoderosa, puede sacar un bien de las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por sus criaturas: \u00abNo fuisteis vosotros, dice Jos\u00e9 a sus hermanos, los que me enviasteis ac\u00e1, sino Dios… aunque vosotros pensasteis hacerme da\u00f1o, Dios lo pens\u00f3 para bien, para hacer sobrevivir… un pueblo numeroso\u00bb (Gn 45, 8;50, 20; cf Tb 2, 12\u201118 Vg.). Del mayor mal moral que ha sido co\u00admetido jam\u00e1s, el rechazo y la muerte del Hijo de Dios, causado por los pecados de todos los hombres, Dios, por la superabundancia de su gracia (cf Rm 5, 20), sac\u00f3 el mayor de los bienes: la glorificaci\u00f3n de Cristo y nuestra Redenci\u00f3n. Sin embargo, no por esto el mal se convierte en un bien.<\/p>
313 \u00abTodo coopera al bien de los que aman a Dios\u00bb (Rm 8, 28). E1 testimonio de los santos no cesa de confirmar esta verdad:<\/p>
As\u00ed Santa Catalina de Siena dice a \u00ablos que se escandalizan y se rebelan por lo que les sucede\u00bb: \u00abTodo procede del amor, todo est\u00e1 ordenado a la salvaci\u00f3n del hombre, Dios no hace nada que no sea con este fin\u00bb (dial.4, 138).<\/p>
Y Santo Tom\u00e1s Moro, poco antes de su martirio, consuela a su hija: \u00abNada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que El quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor\u00bb (carta).<\/p>
Y Juliana de Norwich: \u00abYo comprend\u00ed, pues, por la gracia de Dios, que era preciso mantenerme firmemente en la fe y creer con no menos firmeza que todas las cosas ser\u00e1n para bien…\u00bb \u00abThou shalt see thyself that all MANNER of thing shall be well \u00bb <\/em>(rev.32).<\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 314\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Creemos firmemente que Dios es el Se\u00f1or del mundo y de la historia. Pero los caminos de su providencia nos son con fre\u00adcuencia desconocidos. S\u00f3lo al final, cuando tenga fin nuestro conocimiento parcial, cuando veamos a Dios \u00abcara a cara\u00bb (1 Co 13, 12), nos ser\u00e1n plenamente conocidos los caminos por los cuales, incluso a trav\u00e9s de los dramas del mal y del pecado, Dios habr\u00e1 conducido su creaci\u00f3n hasta el reposo de ese Sabbat <\/em>(cf Gn 2, 2) definitivo, en vista del cual cre\u00f3 el cielo y la tierra.<\/p>RESUMEN<\/strong><\/p>\u00a0<\/strong><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 315\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En la creaci\u00f3n del mundo y del hombre, Dios ofreci\u00f3 el primero y universal testimonio de su amor todopoderoso y de su sabidur\u00eda, el primer anuncio de su \u00abdesignio bene\u00advolente\u00bb que encuentra su fin en la nueva creaci\u00f3n en Cristo.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 316\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Aunque la obra de la creaci\u00f3n se atribuya particularmen\u00adte al Padre, es igualmente verdad de fe que el Padre, el Hijo y el Esp\u00edritu Santo son el principio \u00fanico e indivisi\u00adble de la creaci\u00f3n.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 317\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 S\u00f3lo Dios ha creado el universo, libremente, sin ninguna ayuda.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 318\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ninguna criatura tiene el poder Infinito que es necesario para \u00abcrear\u00bb en el sentido propio de la palabra, es decir, de producir y de dar el ser a lo que no lo ten\u00eda en modo alguno (llamar a la existencia de la nada) <\/strong>(cf DS 3624).<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 319\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios cre\u00f3 el mundo para manifestar y comunicar su glo\u00adria. La gloria para la que Dios cre\u00f3 a sus criaturas con\u00adsiste en que tengan parte en su verdad, su bondad y su be\u00adlleza.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 320\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios, que ha creado el universo, lo mantiene en la existen\u00adcia por su Verbo, \u00abel Hijo que sostiene todo con su pala\u00adbra poderosa\u00bb (Hb 1, 3) y por su Espirita Creador que da la vida.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 321\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La divina providencia consiste en las disposiciones por las que Dios conduce con sabidur\u00eda y amor todas las cria\u00adturas hasta su fin \u00faltimo.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 322\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cristo nos invita al abandono filial en la providencia de nuestro Padre celestial (cf Mt 6, 26\u201134) y el ap\u00f3stol S. Pe\u00addro insiste: \u00abConfiadle todas vuestras preocupaciones pues \u00e9l cuida de vosotros\u00bb (I P 5, 7; cf Sal 55, 23).<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 323\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La providencia divina act\u00faa tambi\u00e9n por la acci\u00f3n de las criaturas. A los seres humanos Dios les concede cooperar libremente en sus designios.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 324\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La permisi\u00f3n divina del mal f\u00edsico y del mal moral es mis\u00adterio que Dios esclarece por su Hijo, Jesucristo, muerto y resucitado para vencer el mal. La fe nos da la certeza de que Dios no permitir\u00eda el mal si no hiciera salir el bien del mal mismo, por caminos que nosotros s\u00f3lo conecere\u00admos plenamente en la vida eterna.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>Parrafo 5 EL CIELO Y LA TIERRA<\/p>
325 El S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles profesa que Dios es \u00abel Creador del cielo y de la tierra\u00bb, y el S\u00edmbolo de Nicea\u2011Constantinopla explicita: \u00ab…de todo lo visible y lo invisible\u00bb.<\/p>
326 En la Sagrada Escritura, la expresi\u00f3n \u00abcielo y tierra\u00bb significa: todo lo que existe, la creaci\u00f3n entera. Indica tambi\u00e9n el v\u00ednculo que, en el interior de la creaci\u00f3n, a la vez une y distingue cielo y tierra: \u00abLa tierra\u00bb, es el mundo de los hombres (cf Sal 115, 16). \u00abE1 cielo\u00bb o \u00ablos cielos\u00bb puede designar el firmamento (cf Sal 19, 2), pero tambi\u00e9n el \u00ablugar\u00bb propio de Dios: \u00abnuestro Padre que est\u00e1 en los cielos\u00bb (Mt 5, 16; cf Sal 115, 16), y por consiguiente tambi\u00e9n el \u00abcielo\u00bb, que es la gloria escatol\u00f3gica. Finalmente, la palabra \u00abcielo\u00bb indica el \u00ablugar\u00bb de las criaturas espirituales \u2011los \u00e1ngeles\u2011 que rodean a Dios.<\/p>
327 La profesi\u00f3n de fe del IV Concilio de Letr\u00e1n afirma que Dios, \u00abal comienzo del tiempo, cre\u00f3 a la vez de la nada una y otra criatura, la espiritual y la corporal, es decir, la ang\u00e9lica y la mundana; luego, la criatura humana, que participa de las dos realidades, pues est\u00e1 compuesta de esp\u00edritu y de cuerpo\u00bb (DS 800; cf DS 3002 y SPF 8).<\/p>
I LOS ANGELES<\/p>
La existencia de los \u00e1ngeles, una verdad de fe<\/strong><\/p>\u00a0<\/strong><\/p>328 La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente \u00e1ngeles, es una verdad de fe. E1 testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradici\u00f3n.<\/p>
Qui\u00e9nes son los \u00e1ngeles<\/strong><\/p>\u00a0<\/strong><\/p>329 S. Agust\u00edn dice respecto a ellos: \u00abAngelus officii nomen est, non naturae. Quaeris numen huins naturae, spiritus est; quaeris officium, \u00e1ngelus est: ex eo quad est, spiritus est, ex eo quod agit, \u00e1ngelus\u00bb (\u00abEl nombre de \u00e1ngel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te dir\u00e9 que es un esp\u00edritu; si preguntas por lo que hace, te dir\u00e9 que es un \u00e1ngel\u00bb) (Psal. 103, 1, 15). Con todo su ser, los \u00e1ngeles son servidores y <\/em>mensajeros de Dios. Porque contemplan \u00abconstantemente el rostro de mi Padre que est\u00e1 en los cielos\u00bb (Mt 18, 10), son \u00abagentes de sus \u00f3rdenes, atentos a la voz de su palabra\u00bb (Sal 103, 20).<\/p>330 En tanto que criaturas puramente espirituales, <\/em>tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cf P\u00edo XII: DS 3891) e inmortales (cf Lc 20, 36). Superan en perfecci\u00f3n a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf Dn 10, 9\u201112).<\/p>Cristo \u00abcon todos sus \u00e1ngeles\u00bb<\/strong><\/p>\u00a0<\/strong><\/p>331 Cristo es el centro del mundo de los \u00e1ngeles. Los \u00e1ngeles le pertenecen: \u00abCuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompa\u00f1ado de todos sus \u00e1ngeles…\u00bb (Mt 25, 31). Le pertenecen porque fueron creados por y para <\/em>E1: \u00abPorque en \u00e9l fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por \u00e9l y para \u00e9l\u00bb (Col 1, 16). Le pertenecen m\u00e1s a\u00fan porque los ha hecho mensajeros de su designio de salvaci\u00f3n: \u00ab\u00bfEs que no son todos ellos esp\u00edritus servidores con la misi\u00f3n de asistir a los que han de heredar la salvaci\u00f3n?\u00bb (Hb 1, 14).<\/p>332 Desde la creaci\u00f3n (cf Jb 38, 7, donde los \u00e1ngeles son llamados \u00abhijos de Dios\u00bb) y a lo largo de toda la historia de la salvaci\u00f3n, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvaci\u00f3n y sirviendo al designio divino de su realizaci\u00f3n: cierran el para\u00edso terrenal (cf Gn 3, 24), protegen a Lot (cf Gn 19), salvan a Agar y a su hijo (cf Gn 21, 17), detienen la mano de Abraham (cf Gn 22, 11), la ley es comunicada por su ministerio (cf Hch 7,53), conducen el pueblo de Dios (cf Ex 23, 20\u201123), anuncian nacimientos (cf Jc 13) y vocaciones (cf Jc 6, 11\u201124; Is 6, 6), asisten a los profetas (cf 1 R 19, 5), por no citar m\u00e1s que algunos ejemplos. Finalmente, el \u00e1ngel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jes\u00fas (cf Lc 1, 11.26).<\/p>
333 De la Encarnaci\u00f3n a la Ascensi\u00f3n, la vida del Verbo encarnado est\u00e1 rodeada de la adoraci\u00f3n y del servicio de los \u00e1ngeles. Cuando Dios introduce \u00aba su Primog\u00e9nito en el mundo, dice: ‘ad\u00f3renle todos los \u00e1ngeles de Dios\u00bb‘ (Hb 1, 6). Su c\u00e1ntico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: \u00abGloria a Dios…\u00bb (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jes\u00fas (cf Mt 1, 20; 2, 13.19), sirven a Jes\u00fas en el desierto (cf Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la agon\u00eda (cf Lc 22, 43), cuando E1 habr\u00eda podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos (cf Mt 26, 53) como en otro tiempo Israel (cf 2 M 10, 29\u201130; 11,8). Son tambi\u00e9n los \u00e1ngeles quienes \u00abevangelizan\u00bb (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnaci\u00f3n (cf Lc 2, 8\u201114), y de la Resurrecci\u00f3n (cf Mc 16, 5\u20117) de Cristo. Con ocasi\u00f3n de la segunda venida de Cristo, anunciada por los \u00e1ngeles (cf Hb 1, 10\u201111), \u00e9stos estar\u00e1n presentes al servicio del juicio del Se\u00f1or (cf Mt 13, 41; 25, 31 ; Lc 12, 8\u20119).<\/p>
Los \u00e1ngeles en la vida de la Iglesia<\/strong><\/p>\u00a0<\/strong><\/p>334 De aqu\u00ed que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los \u00e1ngeles (cf Hch 5, 18\u201120; 8, 26\u201129; 10, 3\u20118; 12, 6\u201111; 27, 23\u201125).<\/p>
335 En su liturgia, la Iglesia se une a los \u00e1ngeles para adorar al Dios tres veces santo (cf MR, \u00abSanctus\u00bb); invoca su asistencia (as\u00ed en el \u00abIn Paradisum deducant te angeli…\u00bb (\u00abAl Para\u00edso te lleven los \u00e1ngeles…\u00bb) de la liturgia de difuntos, o tambi\u00e9n en el \u00abHimno querub\u00ednico\u00bb de la liturgia bizantina) y celebra m\u00e1s particularmente la memoria de ciertos \u00e1ngeles (S. Miguel, S. Gabriel, S. Rafael, los \u00e1ngeles custodios).<\/p>
336 Desde su comienzo (cf Mt 18, 10) a la muerte (cf Lc 16, 22), la vida humana est\u00e1 rodeada de su custodia (cf Sal 34, 8; 91, 1013) y de su intercesi\u00f3n (cf Jb 33, 23\u201124; Za 1,12; Tb 12, 12). \u00abCada fiel tiene a su lado un \u00e1ngel como protector y pastor para conducirlo a la vida\u00bb (S. Basilio, Eun. 3, 1). Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los \u00e1ngeles y de los hombres, unidos en Dios.<\/p>
II EL MUNDO VISIBLE<\/p>
337 Dios mismo es quien ha creado el mundo visible en toda su riqueza, su diversidad y su orden. La Escritura presenta la obra del Creador simb\u00f3licamente como una secuencia de seis d\u00edas \u00abde trabajo\u00bb divino que terminan en el \u00abreposo\u00bb del d\u00eda s\u00e9ptimo (Gn 1, 1\u20112,4). El texto sagrado ense\u00f1a, a prop\u00f3sito de la creaci\u00f3n, verdades reveladas por Dios para nuestra salvaci\u00f3n (cf DV 11) que permiten \u00abconocer la naturaleza \u00edntima de todas las criaturas, su valor y su ordenaci\u00f3n a la alabanza divina\u00bb (LG 36).<\/p>
338 Nada existe que no deba su existencia a Dios creador. <\/em>El mundo comenz\u00f3 cuando fue sacado de la nada por la palabra de Dios; todos los seres existentes, toda la naturaleza, toda la historia humana est\u00e1n enraizados en este acontecimiento primordial: es el origen gracias al cual el mundo es constituido, y el tiempo ha comenzado (cf S. Agust\u00edn, Gen. Man. 1, 2, 4).<\/p>339 Toda criatura posee su bondad y su perfecci\u00f3n propias. <\/em>Para cada una de las obras de los \u00abseis d\u00edas\u00bb se dice: \u00abY vio Dios que era bueno\u00bb. \u00abPor la condici\u00f3n misma de la creaci\u00f3n, todas las cosas est\u00e1n dotadas de firmeza, verdad y bondad propias y de un orden\u00bb (GS 36, 2). Las distintas criaturas, queridas en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabidur\u00eda y de la bondad Infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura para evitar un uso desordenado de las cosas, que desprecie al Creador y acarrce consecuencias nefastas para los hombres y para su ambiente.<\/p>340 La interdependencia de las criaturas <\/em>es querida por Dios. E1 sol y la luna, el cedro y la florecilla, el \u00e1guila y el gorri\u00f3n: las innumerables diversidades y desigualdades significan que ninguna criatura se basta a s\u00ed misma, que no existen sino en dependencia unas de otras, para complementarse y servirse mutuamente.<\/p>341 La belleza del universo: <\/em>el orden y la armon\u00eda del mundo creado derivan de la diversidad de los seres y de las relaciones que entre ellos existen. El hombre las descubre progresivamente como leyes de la naturaleza que causan la admiraci\u00f3n de los sabios. La belleza de la creaci\u00f3n refleja la Infinita belleza del Creador. Debe inspirar el respeto y la sumisi\u00f3n de la inteligencia del hombre y de su voluntad.<\/p>342 La jerarqu\u00eda de las criaturas <\/em>est\u00e1 expresada por el orden de los \u00abseis d\u00edas\u00bb, que va de lo menos perfecto a lo m\u00e1s perfecto. Dios ama todas sus criaturas (cf Sal 145, 9), cuida de cada una, incluso de los pajarillos. Pero Jes\u00fas dice: \u00abVosotros val\u00e9is m\u00e1s que muchos pajarillos\u00bb (Lc 12, 6\u20117), o tambi\u00e9n: \u00ab\u00a1Cu\u00e1nto m\u00e1s vale un hombre que una oveja!\u00bb (Mt 12, 12).<\/p>343 El hombre es la cumbre <\/em>de la obra de la creaci\u00f3n. El relato inspirado lo expresa distinguiendo netamente la creaci\u00f3n del hombre y la de las otras criaturas (cf Gn 1, 26).<\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 344\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Existe una solidaridad entre todas las criaturas <\/em>por el hecho de que todas tienen el mismo Creador, y que todas est\u00e1n ordenadas a su gloria:<\/p>Loado seas por toda criatura, mi Se\u00f1or, y en especial loado por el hermano Sol, que alumbra, y abre el d\u00eda, y es bello en su esplendor y lleva por los cielos noticia de su autor.<\/p>
Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es \u00fatil, casta, humilde: \u00a1loado mi Se\u00f1or!<\/p>
Y por la hermana tierra que es toda bendici\u00f3n, la hermana madre tierra, que da en toda ocasi\u00f3n las hierbas y los frutos y flores de color, y nos sustenta y rige: \u00a1loado mi Se\u00f1or!<\/p>
Servidle con ternura y humilde coraz\u00f3n, agradeced sus dones, cantad su creaci\u00f3n. Las criaturas todas, load a mi Se\u00f1or. Am\u00e9n.<\/p>
(S. Francisco de As\u00eds, C\u00e1ntico de las criaturas.)<\/p>
345 El Sabbat, culminaci\u00f3n de la obra de los \u00abseis d\u00edas\u00bb. <\/em>El texto sagrado dice que \u00abDios concluy\u00f3 en el s\u00e9ptimo d\u00eda la obra que hab\u00eda hecho\u00bb y que as\u00ed \u00abel cielo y la tierra fueron acabados\u00bb; Dios, en el s\u00e9ptimo d\u00eda, \u00abdescans\u00f3\u00bb, santific\u00f3 y bendijo este d\u00eda (Gn 2, 1\u20113). Estas palabras inspiradas son ricas en ense\u00f1anzas salv\u00edficas:<\/p>346 En la creaci\u00f3n Dios puso un fundamento y unas leyes que permanecen estables (cf Hb 4, 3\u20114), en los cuales el creyente podr\u00e1 apoyarse con confianza, y que son para \u00e9l el signo y garant\u00eda de la fidelidad inquebrantable de la Alianza de Dios (cf Jr 31, 35\u201137, 33, 19\u201126). Por su parte el hombre deber\u00e1 permanecer fiel a este fundamento y respetar las leyes que el Creador ha inscrito en la creaci\u00f3n.<\/p>
347 La creaci\u00f3n est\u00e1 hecha con miras al Sabbat y, por tanto, al culto y a la adoraci\u00f3n de Dios. El culto est\u00e1 inscrito en el orden de la creaci\u00f3n (cf Gn 1, 14). \u00abOperi Dei nihil praeponatur\u00bb (\u00abNada se anteponga a la dedicaci\u00f3n a Dios\u00bb), dice la regla de S. Benito, indicando as\u00ed el recto orden de las preocupaciones humanas.<\/p>
348 El Sabbat pertenece al coraz\u00f3n de la ley de Israel. Guardar los mandamientos es corresponder a la sabidur\u00eda y a la voluntad de Dios, expresadas en su obra de creaci\u00f3n.<\/p>
349 El octavo d\u00eda. <\/em>Pero para nosotros ha surgido un nuevo d\u00eda: el d\u00eda de la Resurrecci\u00f3n de Cristo. El s\u00e9ptimo d\u00eda acaba la primera creaci\u00f3n. Y el octavo d\u00eda comienza la nueva creaci\u00f3n. As\u00ed, la obra de la creaci\u00f3n culmina en una obra todav\u00eda m\u00e1s grande: la Redenci\u00f3n. La primera creaci\u00f3n encuentra su sentido y su cumbre en la nueva creaci\u00f3n en Cristo, cuyo esplendor sobrepasa el de la primera (cf MR, vigilia pascual 24, oraci\u00f3n despu\u00e9s de la primera lectura).<\/p>RESUMEN<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 350\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los \u00e1ngeles son criaturas espirituales que glorifican a Dios sin cesar y que sirven sus designios salv\/ficos con las otras criaturas: \u00abAd omnia bona nostra cooperantur an\u00adgeli\u00bb (\u00abLos \u00e1ngeles cooperan en toda obra buena que ha\u00adcemos\u00bb) (S. Tom\u00e1s de A., s. th . 1, 114, 3, ad 3).<\/em><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 351\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los \u00e1ngeles rodean a Cristo, su Se\u00f1or. Le sirven particu\u00adlarmente en el cumplimiento de su misi\u00f3n salv\u00edfica\u00a0 para con los hombres.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 352\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia venera a los \u00e1ngeles que la ayudan en su pere\u00adgrinar terrestre y protegen a todo ser humano.<\/em><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 353\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios quiso la diversidad de sus criaturas y la bondad pe\u00adculiar de cada una, su interdependencia y su orden. Desti\u00adn\u00f3 todas las criaturas materiales al bien del g\u00e9nero huma\u00adno. El hombre, y toda la creaci\u00f3n a trav\u00e9s de \u00e9l, est\u00e1 des\u00adtinado a la gloria de Dios.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 354\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Respetar las leyes inscritas en la creaci\u00f3n y las relaciones que derivan de la naturaleza de las cosas es un principio de sabidur\u00eda y un fundamento de la moral.<\/em><\/p>\u00a0<\/em><\/p>P\u00e1rrafo 6\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL HOMBRE<\/p>
355\u00a0\u00a0 \u00abDios cre\u00f3 al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo cre\u00f3, hombre y mujer los cre\u00f3\u00bb (Gn 1,27). El hombre ocupa un lugar \u00fanico en la creaci\u00f3n: \u00abest\u00e1 hecho a imagen de Dios\u00bb (I); en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material (II); es creado \u00abhombre y mujer\u00bb (III); Dios lo estableci\u00f3 en la amistad con \u00e9l. (IV).<\/p>
I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abA IMAGEN DE DIOS\u00bb<\/p>
356\u00a0 De todas las criaturas visibles s\u00f3lo el hombre es \u00abcapaz de conocer y amar a su Creador\u00bb (GS 12,3); es la \u00ab\u00fanica criatura en la tierra a la que Dios ha amado por s\u00ed misma\u00bb (GS 24,3); s\u00f3lo \u00e9l est\u00e1 llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y \u00e9sta es la raz\u00f3n fundamental de su dignidad:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfQu\u00e9 cosa, o qui\u00e9n, te ruego, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella. Por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno (S. Catalina de Siena, Di\u00e1logo 4,13).<\/p>
357\u00a0\u00a0 Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comuni\u00f3n con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ning\u00fan otro ser puede dar en su lugar.<\/p>
358\u00a0 Dios cre\u00f3 todo para el hombre (cf. Gs 12,1; 24,3; 39,1), pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creaci\u00f3n:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00bfCu\u00e1l es, pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante consideraci\u00f3n? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, m\u00e1s precioso a los ojos de Dios que la creaci\u00f3n entera; es el hombre, para \u00e9l existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creaci\u00f3n, y Dios ha dado tanta importancia a su salvaci\u00f3n que no ha perdonado a su Hijo \u00fanico por \u00e9l. Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta \u00e9l y se sentara a su derecha (S. Juan Cris\u00f3stomo, In Gen. Sermo 2,1).<\/p>
359\u00a0 \u00abRealmente, el el misterio del hombre s\u00f3lo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado\u00bb (GS 22,1):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 San Pablo nos dice que dos hombres dieron origen al g\u00e9nero humano, a saber, Ad\u00e1n y Cristo…El primer hombre, Ad\u00e1n, fue un ser animado; el \u00faltimo Ad\u00e1n, un esp\u00edritu que da vida. Aquel primer Ad\u00e1n fue creado por el segundo, de quien recibi\u00f3 el alma con la cual empez\u00f3 a vivir… El segundo Ad\u00e1n es aquel que, cuando cre\u00f3 al primero, coloc\u00f3 en \u00e9l su divina imagen. De aqu\u00ed que recibiera su naturaleza y adoptara su mismo nombre, para que aquel a quien hab\u00eda formado a su misma imagen no pereciera. El primer Ad\u00e1n es, en realidad, el nuevo Ad\u00e1n; aquel primer Ad\u00e1n tuvo principio, pero este \u00faltimo Ad\u00e1n no tiene fin. Por lo cual, este \u00faltimo es, realmente, el primero, como \u00e9l mismo afirma: \u00abYo soy el primero y yo soy el \u00faltimo\u00bb. (S. Pedro Cris\u00f3logo, serm. 117).<\/p>
360\u00a0 Debido a la comunidad de origen, el g\u00e9nero humano forma una unidad. Porque Dios \u00abcre\u00f3, de un solo principio, todo el linaje humano\u00bb (Hch 17,26; cf. Tb 8,6):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Maravillosa visi\u00f3n que nos hace contemplar el g\u00e9nero humano en la unidad de su origen en Dios …: en la unidad de su naturaleza, compuesta de igual modo en todos de un cuerpo material y de un alma espiritual; en la unidad de su fin inmediato y de su misi\u00f3n en el mundo; en la unidad de su morada: la tierra, cuyos bienes todos los hombres, por derecho natural, pueden usar para sostener y desarrollar la vida; en la unidad de su fin sobrenatural: Dios mismo a quien todos deben tender; en la unidad de los medios para alcanzar este fin; … en la unidad de su rescate realizado para todos por Cristo (P\u00edo XII, Enc. \u00abSummi Pontificatus\u00bb 3; cf. NA 1).<\/p>
361\u00a0\u00a0 \u00abEsta ley de solidaridad humana y de caridad (ibid.), sin excluir la rica variedad de las personas, las culturas y los pueblos, nos asegura que todos los hombres son verdaderamente hermanos.<\/p>
II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cCORPORE ET ANIMA UNUS\u201d<\/p>
362\u00a0 La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato b\u00edblico expresa esta realidad con un lenguaje simb\u00f3lico cuando afirma que \u00abDios form\u00f3 al hombre con polvo del suelo e insufl\u00f3 en sus narices aliento de vida y result\u00f3 el hombre un ser viviente\u00bb (Gn 2,7). Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios.<\/p>
363\u00a0 A menudo, el t\u00e9rmino\u00a0 alma designa en la Sagrada Escritura la\u00a0 vida\u00a0 humana (cf. Mt 16,25-26; Jn 15,13) o toda la persona\u00a0 humana (cf. Hch 2,41). Pero designa tambi\u00e9n lo que hay de m\u00e1s \u00edntimo en el hombre (cf. Mt 26,38; Jn 12,27) y de m\u00e1s valor en \u00e9l (cf. Mt 10,28; 2 M 6,30), aquello por lo que es particularmente imagen de Dios: \u00abalma\u00bb significa el principio espiritual en el hombre<\/p>
364\u00a0 El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la \u00abimagen de Dios\u00bb: es cuerpo humano precisamente porque est\u00e1 animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que est\u00e1 destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el Templo del Esp\u00edritu (cf. 1 Co 6,19-20; 15,44-45):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condici\u00f3n corporal, re\u00fane en s\u00ed los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de \u00e9l, \u00e9stos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador. Por consiguiente, no es l\u00edcito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el \u00faltimo d\u00eda (GS 14,1).<\/p>
365\u00a0 La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la \u00abforma\u00bb del cuerpo (cf. Cc. de Vienne, a\u00f1o 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el esp\u00edritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su uni\u00f3n constituye una \u00fanica naturaleza.<\/p>
366\u00a0 La Iglesia ense\u00f1a que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. P\u00edo XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, SPF 8) -no es \u00abproducida\u00bb por los padres-, y que es inmortal (cf. Cc. de Letr\u00e1n V, a\u00f1o 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unir\u00e1 de nuevo al cuerpo en la resurrecci\u00f3n final.<\/p>
367\u00a0 A veces se acostumbra a distinguir entre alma y esp\u00edritu. As\u00ed S. Pablo ruega para que nuestro \u00abser entero, el esp\u00edritu, el alma y el cuerpo\u00bb sea conservado sin mancha hasta la venida del Se\u00f1or (1 Ts 5,23). La Iglesia ense\u00f1a que esta distinci\u00f3n no introduce una dualidad en el alma (Cc. de Constantinopla IV, a\u00f1o 870: DS 657). \u00abEsp\u00edritu\u00bb significa que el hombre est\u00e1 ordenado desde su creaci\u00f3n a su fin sobrenatural (Cc. Vaticano I: DS 3005; cf. GS 22,5), y que su alma es capaz de ser elevada gratuitamente a la comuni\u00f3n con Dios (cf. P\u00edo XII, Humani generis, a\u00f1o 1950: DS 3891).<\/p>
368\u00a0 La tradici\u00f3n espiritual de la Iglesia tambi\u00e9n presenta el coraz\u00f3n en su sentido b\u00edblico de \u00ablo m\u00e1s profundo del ser\u00bb (Jr 31,33), donde la persona se decide o no por Dios (cf. Dt 6,5; 29,3;Is 29,13; Ez 36,26; Mt 6,21; Lc 8,15; Rm 5,5).<\/p>
III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cHOMBRE Y MUJER LOS CREO\u201d<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Igualdad y diferencia queridas por Dios<\/p>
369\u00a0 El hombre y la mujer son creados, es decir, son queridos por Dios: por una parte, en una perfecta igualdad en tanto que personas humanas, y por otra, en su ser respectivo de hombre y de mujer. \u00abSer hombre\u00bb, \u00abser mujer\u00bb es una realidad buena y querida por Dios: el hombre y la mujer tienen una dignidad que nunca se pierde, que viene inmediatamente de Dios su creador (cf. Gn 2,7.22). El hombre y la mujer son, con la misma dignidad, \u00abimagen de Dios\u00bb. En su \u00abser-hombre\u00bb y su \u00abser-mujer\u00bb reflejan la sabidur\u00eda y la bondad del Creador.<\/p>
370\u00a0 Dios no es, en modo alguno, a imagen del hombre. No es ni hombre ni mujer. Dios es esp\u00edritu puro, en el cual no hay lugar para la diferencia de sexos. Pero las \u00abperfecciones\u00bb del hombre y de la mujer reflejan algo de la infinita perfecci\u00f3n de Dios: las de una madre (cf. Is 49,14-15; 66,13; Sal 131,2-3) y las de un padre y esposo (cf. Os 11,1-4; Jr 3,4-19).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cEl uno para el otro\u201d, \u201cuna unidad de dos\u201d<\/p>
371\u00a0\u00a0 Creados a la vez, el hombre y la mujer son queridos por Dios el uno para el otro. La Palabra de Dios nos lo hace entender mediante diversos acentos del texto sagrado. \u00abNo es bueno que el hombre est\u00e9 solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada\u00bb (Gn 2,18). Ninguno de los animales es \u00abayuda adecuada\u00bb para el hombre (Gn 2,19-20). La mujer, que Dios \u00abforma\u00bb de la costilla del hombre y presenta a \u00e9ste, despierta en \u00e9l un grito de admiraci\u00f3n, una exclamaci\u00f3n de amor y de comuni\u00f3n: \u00abEsta vez s\u00ed que es hueso de mis huesos y carne de mi carne\u00bb (Gn 2,23). El hombre descubre en la mujer como un otro \u00abyo\u00bb, de la misma humanidad.<\/p>
372\u00a0\u00a0 El hombre y la mujer est\u00e1n hechos \u00abel uno para el otro\u00bb: no que Dios los haya hecho \u00aba medias\u00bb e \u00abincompletos\u00bb; los ha creado para una comuni\u00f3n de personas, en la que cada uno puede ser \u00abayuda\u00bb para el otro porque son a la vez iguales en cuanto personas (\u00abhueso de mis huesos…\u00bb) y complementarios en cuanto masculino y femenino. En el matrimonio, Dios los une de manera que, formando \u00abuna sola carne\u00bb (Gn 2,24), puedan transmitir la vida humana: \u00abSed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra\u00bb (Gn 1,28). Al trasmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres, cooperan de una manera \u00fanica en la obra del Creador (cf. GS 50,1).<\/p>
373\u00a0\u00a0 En el plan de Dios, el hombre y la mujer est\u00e1n llamados a \u00absometer\u00bb la tierra (Gn 1,28) como \u00abadministradores\u00bb de Dios. Esta soberan\u00eda no debe ser un dominio arbitrario y destructor. A imagen del Creador, \u00abque ama todo lo que existe\u00bb (Sb 11,24), el hombre y la mujer son llamados a participar en la Providencia divina respecto a las otras cosas creadas. De ah\u00ed su responsabilidad frente al mundo que Dios les ha confiado.<\/p>
IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL HOMBRE EN EL PARAISO<\/p>
374\u00a0\u00a0 El primer hombre\u00a0 fue no\u00a0 solamente creado bueno, sino tambi\u00e9n constituido en la amistad con su creador\u00a0 y en armon\u00eda consigo mismo y con la creaci\u00f3n en torno a \u00e9l; amistad y armon\u00eda tales que no ser\u00e1n superadas m\u00e1s que por la gloria de la nueva creaci\u00f3n en Cristo.<\/p>
375\u00a0\u00a0 La Iglesia, interpretando de manera aut\u00e9ntica el simbolismo del lenguaje b\u00edblico a la luz del Nuevo Testamento y de la Tradici\u00f3n, ense\u00f1a que nuestros primeros padres Ad\u00e1n y Eva fueron constituidos en un estado \u00abde sant idad y de justicia original\u00bb (Cc. de Trento: DS 1511). Esta gracia de la santidad original era una \u00abparticipaci\u00f3n de la vida divina\u00bb (LG 2).<\/p>
376\u00a0 Por la irradiaci\u00f3n de esta gracia, todas las dimensiones de la vida del hombre estaban fortalecidas. Mientras permaneciese en la intimidad divina, el hombre no deb\u00eda ni morir (cf. Gn 2,17; 3,19) ni sufrir (cf. Gn 3,16). La armon\u00eda interior de la persona humana, la armon\u00eda entre el hombre y la mujer, y, por \u00faltimo, la armon\u00eda entre la primera pareja y toda la creaci\u00f3n constitu\u00eda el estado llamado \u00abjusticia original\u00bb.<\/p>
377\u00a0\u00a0 El \u00abdominio\u00bb del mundo que Dios hab\u00eda concedido al hombre desde el comienzo, se realizaba ante todo dentro del hombre mismo como dominio de s\u00ed. El hombre estaba \u00edntegro y ordenado en todo su ser por estar libre de la triple concupiscencia (cf. 1 Jn 2,16), que lo somete a los placeres de los sentidos, a la apetencia de los bienes terrenos y a la afirmaci\u00f3n de s\u00ed contra los imperativos de la raz\u00f3n.<\/p>
378\u00a0 Signo de la familiaridad con Dios es el hecho de que Dios lo coloca en el jard\u00edn (cf. Gn 2,8). Vive all\u00ed \u00abpara cultivar la tierra y guardarla\u00bb (Gn 2,15): el trabajo no le es penoso (cf. Gn 3,17-19), sino que es la colaboraci\u00f3n del hombre y de la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creaci\u00f3n visible.<\/p>
379\u00a0 Toda esta armon\u00eda de la justicia original, prevista para el hombre por designio de Dios, se perder\u00e1 por el pecado de nuestros primeros padres.<\/p>
RESUMEN<\/p>
380\u00a0 \u00abA imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirvi\u00e9ndote s\u00f3lo a ti, su Creador, dominara todo lo creado\u00bb (MR, Plegaria eucar\u00edstica IV, 118).<\/p>
381\u00a0\u00a0 El hombre es predestinado a reproducir la imagen del Hijo de Dios hecho hombre -\u00abimagen del Dios invisible\u00bb (Col 1,15)-, para que Cristo sea el primog\u00e9nito de una multitud de hermanos y de hermanas (cf. Ef 1,3-6; Rm 8,29).<\/p>
382\u00a0 El hombre es \u00abcorpore et anima unus\u00bb (\u00abuna unidad de cuerpo y alma\u00bb) (GS 14,1). La doctrina de la fe afirma que el alma espiritual e inmortal es creada de forma inmediata por Dios.<\/p>
383\u00a0 \u00abDios no cre\u00f3 al hombre solo: en efecto, desde el principio `los cre\u00f3 hombre y mujer’ (Gn 1,27). Esta asociaci\u00f3n constituye la primera forma de comuni\u00f3n entre personas\u00bb (GS 12,4).<\/p>
384\u00a0 La revelaci\u00f3n nos da a conocer el estado de santidad y de justicia originales del hombre y la mujer antes del pecado: de su amistad con Dios nac\u00eda la felicidad de su existencia en el para\u00edso.<\/p>
P\u00e1rrafo 7\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CAIDA<\/p>
385\u00a0 Dios es infinitamente bueno y todas sus obras son buenas. Sin embargo, nadie escapa a la experiencia del sufrimiento, de los males en la naturaleza -que aparecen como ligados a los l\u00edmites propios de las criaturas-, y sobre todo a la cuesti\u00f3n del mal moral. \u00bfDe d\u00f3nde viene el mal? \u00abQuaerebam unde malum et non erat exitus\u00bb (\u00abBuscaba el origen del mal y no encontraba soluci\u00f3n\u00bb) dice S. Agust\u00edn (conf. 7,7.11), y su propia b\u00fasqueda dolorosa s\u00f3lo encontrar\u00e1 salida en su conversi\u00f3n al Dios vivo. Porque \u00abel misterio de la iniquidad\u00bb (2 Ts 2,7) s\u00f3lo se esclarece a la luz del \u00abMisterio de la piedad\u00bb (1 Tm 3,16). La revelaci\u00f3n del amor divino en Cristo ha manifestado a la vez la extensi\u00f3n del mal y la sobreabundancia de la gracia (cf. Rm 5,20). Debemos, por tanto, examinar la cuesti\u00f3n del origen del mal fijando la mirada de nuestra fe en el que es su \u00fanico Vencedor (cf. Lc 11,21-22; Jn 16,11; 1 Jn 3,8).<\/p>
I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DONDE ABUNDO EL PECADO, SOBREABUNDO<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA GRACIA<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La realidad del pecado<\/p>
386\u00a0 El pecado est\u00e1 presente en la historia del hombre: ser\u00eda vano intentar ignorarlo o dar a esta oscura realidad otros nombres. Para intentar comprender lo que es el pecado, es preciso en primer lugar reconocer el v\u00ednculo profundo del hombre con Dios, porque fuera de esta relaci\u00f3n, el mal del pecado no es desenmascarado en su verdadera identidad de rechazo y oposici\u00f3n a Dios, aunque contin\u00fae pesando sobre la vida del hombre y sobre la historia.<\/p>
387\u00a0 La realidad del pecado, y m\u00e1s particularmente del pecado de los or\u00edgenes, s\u00f3lo se esclarece a la luz de la Revelaci\u00f3n divina. Sin el conocimiento que \u00e9sta nos da de Dios no se puede reconocer claramente el pecado, y se siente la tentaci\u00f3n de explicarlo \u00fanicamente como un defecto de crecimiento, como una debilidad sicol\u00f3gica, un error, la consecuencia necesaria de una estructura social inadecuada, etc. S\u00f3lo en el conocimiento del designio de Dios sobre el hombre se comprende que el pecado es un abuso de la libertad que Dios da a las personas creadas para que puedan amarle y amarse mutuamente.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El pecado original – una verdad esencial de la fe<\/p>
388\u00a0 Con el desarrollo de la Revelaci\u00f3n se va iluminando tambi\u00e9n la realidad del pecado. Aunque el Pueblo de Dios del Antiguo Testamento conoci\u00f3 de alguna manera la condici\u00f3n humana a la luz de la historia de la ca\u00edda narrada en el G\u00e9nesis, no pod\u00eda alcanzar el significado \u00faltimo de esta historia que s\u00f3lo se manifiesta a la luz de la Muerte y de la Resurrecci\u00f3n de Jesucristo (cf. Rm 5,12-21). Es preciso conocer a Cristo como fuente de la gracia para conocer a Ad\u00e1n como fuente del pecado. El Esp\u00edritu-Par\u00e1clito, enviado por Cristo resucitado, es quien vino \u00aba convencer al mundo en lo referente al pecado\u00bb (Jn 16,8) revelando al que es su Redentor.<\/p>
389\u00a0 La doctrina del pecado original es, por as\u00ed decirlo, \u00abel reverso\u00bb de la Buena Nueva de que Jes\u00fas es el Salvador de todos los hombres, que todos necesitan salvaci\u00f3n y que la salvaci\u00f3n es ofrecida a todos gracias a Cristo. La Iglesia, que tiene el sentido de Cristo (cf. 1 Cor 2,16) sabe bien que no se puede lesionar la revelaci\u00f3n del pecado original sin atentar contra el Misterio de Cristo.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Para leer el relato de la ca\u00edda<\/p>
390\u00a0 El relato de la ca\u00edda (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de im\u00e1genes, pero afirma un acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar\u00a0 al comienzo de la historia del hombre\u00a0 (cf. GS 13,1). La Revelaci\u00f3n nos da la certeza de fe de que toda la historia humana est\u00e1 marcada por el pecado original libremente cometido por nuestros primeros padres (cf. Cc. de Trento: DS 1513; P\u00edo XII: DS 3897; Pablo VI, discurso 11 Julio 1966).<\/p>
II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA CAIDA DE LOS ANGELES<\/p>
391\u00a0\u00a0 Tras la elecci\u00f3n desobediente de nuestros primeros padr es se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf. Gn 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sb 2,24). La Escritura y la Tradici\u00f3n de la Iglesia ven en este ser un \u00e1ngel ca\u00eddo, llamado Sat\u00e1n o diablo (cf. Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia ense\u00f1a que primero fue un \u00e1ngel bueno, creado por Dios. \u00abDiabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali\u00bb (\u00abEl diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a s\u00ed mismos malos\u00bb) (Cc. de Letr\u00e1n IV, a\u00f1o 1215: DS 800).<\/p>
392\u00a0 La Escritura habla de un pecado de estos \u00e1ngeles (2 P 2,4). Esta \u00abca\u00edda\u00bb consiste en la elecci\u00f3n libre de estos esp\u00edritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. Encontramos un reflejo de esta rebeli\u00f3n en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: \u00abSer\u00e9is como dioses\u00bb (Gn 3,5). El diablo es \u00abpecador desde el principio\u00bb (1 Jn 3,8), \u00abpadre de la mentira\u00bb (Jn 8,44).<\/p>
393\u00a0 Es el car\u00e1cter irrevocable de su elecci\u00f3n, y no un defecto de la infinita misericordia divina lo que hace que el pecado de los \u00e1ngeles no pueda ser perdonado. \u00abNo hay arrepentimiento para ellos despu\u00e9s de la ca\u00edda, como no hay arrepentimiento para los hombres despu\u00e9s de la muerte\u00bb (S. Juan Damasceno, f.o. 2,4: PG 94, 877C).<\/p>
394\u00a0 La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquel a quien Jes\u00fas llama \u00abhomicida desde el principio\u00bb (Jn 8,44) y que incluso intent\u00f3 apartarlo de la misi\u00f3n recibida del Padre (cf. Mt 4,1-11). \u00abEl Hijo de Dios se manifest\u00f3 para deshacer las obras del diablo\u00bb (1 Jn 3,8). La m\u00e1s grave en consecuencias de estas obras ha sido la seducci\u00f3n mentirosa que ha inducido al hombre a desobedecer a Dios.<\/p>
395\u00a0 Sin embargo, el poder de Sat\u00e1n no es infinito. No es m\u00e1s que una criatura, poderosa por el hecho de ser esp\u00edritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificaci\u00f3n del Reino de Dios. Aunque Sat\u00e1n act\u00fae en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque su acci\u00f3n cause graves da\u00f1os -de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza f\u00edsica-en cada hombre y en la sociedad, esta acci\u00f3n es permitida por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo. El que Dios permita la actividad diab\u00f3lica es un gran misterio, pero \u00abnosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman\u00bb (Rm 8,28)<\/p>
III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL PECADO ORIGINAL<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La prueba de la libertad<\/p>
396\u00a0 Dios cre\u00f3 al hombre a su imagen y lo estableci\u00f3 en su amistad. Criatura espiritual, el hombre no puede vivir esta amistad m\u00e1s que en la forma de libre sumisi\u00f3n a Dios. Esto es lo que expresa la prohibici\u00f3n hecha al hombre de comer del \u00e1rbol del conocimiento del bien y del mal, \u00abporque el d\u00eda que comieres de \u00e9l, morir\u00e1s\u00bb (Gn 2,17). \u00abEl \u00e1rbol del conocimiento del bien y del mal\u00bb evoca simb\u00f3licamente el l\u00edmite infranqueable que el hombre en cuanto criatura debe reconocer libremente y respetar con confianza. El hombre depende del Creador, est\u00e1 sometido a las leyes de la Creaci\u00f3n y a las normas morales que regulan el uso de la libertad.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El primer pecado del hombre<\/p>
397\u00a0 El hombre, tentado por el diablo, dej\u00f3 morir en su coraz\u00f3n la confianza hacia su creador (cf. Gn 3,1-11) y, abusando de su libertad, desobedeci\u00f3 al mandamiento de Dios. En esto consisti\u00f3 el primer pecado del hombre (cf. Rm 5,19). En adelante, todo pecado ser\u00e1 una desobediencia a Dios y una falta de confianza en su bondad.<\/p>
398\u00a0 En este pecado, el hombre se prefiri\u00f3 a s\u00ed mismo en lugar de Dios, y por ello despreci\u00f3 a Dios: hizo elecci\u00f3n de s\u00ed mismo contra Dios, contra las exigencias de su estado de criatura y, por tanto, contra su propio bien. El hombre, constituido en un estado de santidad, estaba destinado a ser plenamente \u00abdivinizado\u00bb por Dios en la gloria. Por la seducci\u00f3n del diablo quiso \u00abser como Dios\u00bb (cf. Gn 3,5), pero \u00absin Dios, antes que Dios y no seg\u00fan Dios\u00bb (S. M\u00e1ximo Confesor, ambig.).<\/p>
399\u00a0 La Escritura muestra las consecuencias dram\u00e1ticas de esta primera desobediencia. Ad\u00e1n y Eva pierden inmediatamente la gracia de la santidad original (cf. Rm 3,23). Tienen miedo del Dios (cf. Gn 3,9-10) de quien han concebido una falsa imagen, la de un Dios celoso de sus prerrogativas (cf. Gn 3,5).<\/p>
400\u00a0 La armon\u00eda en la que se encontraban, establecida gracias a la justicia original, queda destruida; el dominio de las facultades espirituales del alma sobre el cuerpo se quiebra (cf. Gn 3,7); la uni\u00f3n entre el hombre y la mujer es sometida a tensiones (cf. Gn 3,11-13); sus relaciones estar\u00e1n marcadas por el deseo y el dominio (cf. Gn 3,16). La armon\u00eda con la creaci\u00f3n se rompe; la creaci\u00f3n visible se hace para el hombre extra\u00f1a y hostil (cf. Gn 3,17.19). A causa del hombre, la creaci\u00f3n es sometida \u00aba la servidumbre de la corrupci\u00f3n\u00bb (Rm 8,21). Por fin, la consecuencia expl\u00edcitamente anunciada para el caso de desobediencia (cf. Gn 2,17), se realizar\u00e1: el hombre \u00abvolver\u00e1 al polvo del que fue formado\u00bb (Gn 3,19). La muerte hace su entrada en la historia de la humanidad (cf. Rm 5,12).<\/p>
401\u00a0\u00a0 Desde este primer pecado, una verdadera invasi\u00f3n de pec ado inunda el mundo: el fratricidio cometido por Ca\u00edn en Abel (cf. Gn 4,3-15); la corrupci\u00f3n universal, a ra\u00edz del pecado (cf. Gn 6,5.12; Rm 1,18-32); en la historia de Israel, el pecado se manifiesta frecuentemente, sobre todo como una infidelidad al Dios de la Alianza y como transgresi\u00f3n de la Ley de Mois\u00e9s; e incluso tras la Redenci\u00f3n de Cristo, entre los cristianos, el pecado se manifiesta, entre los cristianos, de m\u00faltiples maneras (cf. 1 Co 1-6; Ap 2-3). La Escritura y la Tradici\u00f3n de la Iglesia no cesan de recordar la presencia y la universalidad del pecado en la historia del hombre:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Lo que la revelaci\u00f3n divina nos ense\u00f1a coincide con la misma experiencia. Pues el hombre, al examinar su coraz\u00f3n, se descubre tambi\u00e9n inclinado al mal e inmerso en muchos males que no pueden proceder de su Creador, que es bueno. Neg\u00e1ndose con frecuencia a reconocer a Dios como su principio, rompi\u00f3 adem\u00e1s el orden debido con respecto a su fin \u00faltimo y, al mismo tiempo, toda su ordenaci\u00f3n en relaci\u00f3n consigo mismo, con todos los otros hombres y con todas las cosas creadas (GS 13,1).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Consecuencias del pecado de Ad\u00e1n para la humanidad<\/p>
402\u00a0 Todos los hombres est\u00e1n implicados en el pecado de Ad\u00e1n. S. Pablo lo afirma: \u00abPor la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores\u00bb (Rm 5,19): \u00abComo por un solo hombre entr\u00f3 el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y as\u00ed la muerte alcanz\u00f3 a todos los hombres, por cuanto todos pecaron…\u00bb (Rm 5,12). A la universalidad del pecado y de la muerte, el Ap\u00f3stol opone la universalidad de la salvaci\u00f3n en Cristo: \u00abComo el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenaci\u00f3n, as\u00ed tambi\u00e9n la obra de justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos una justificaci\u00f3n que da la vida\u00bb (Rm 5,18).<\/p>
403\u00a0 Siguiendo a S. Pablo, la Iglesia ha ense\u00f1ado siempre que la inmensa miseria que oprime a los hombres y su inclinaci\u00f3n al mal y a la muerte no son comprensibles sin su conexi\u00f3n con el pecado de Ad\u00e1n y con el hecho de que nos ha transmitido un pecado con que todos nacemos afectados y que es \u00abmuerte del alma\u00bb (Cc. de Trento: DS 1512). Por esta certeza de fe, la Iglesia concede el Bautismo para la remisi\u00f3n de los pecados incluso a los ni\u00f1os que no han cometido pecado personal (Cc. de Trento: DS 1514).<\/p>
404\u00a0 \u00bfC\u00f3mo el pecado de Ad\u00e1n vino a ser el pecado de todos sus descendientes? Todo el g\u00e9nero humano es en Ad\u00e1n \u00absicut unum corpus unius hominis\u00bb (\u00abComo el cuerpo \u00fanico de un \u00fanico hombre\u00bb) (S. Tom\u00e1s de A., mal. 4,1). Por esta \u00abunidad del g\u00e9nero humano\u00bb, todos los hombres est\u00e1n implicados en el pecado de Ad\u00e1n, como todos est\u00e1n implicados en la justicia de Cristo. Sin embargo, la transmisi\u00f3n del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente. Pero sabemos por la Revelaci\u00f3n que Ad\u00e1n hab\u00eda recibido la santidad y la justicia originales no para \u00e9l solo sino para toda la naturaleza humana: cediendo al tentador, Ad\u00e1n y Eva cometen un pecado personal, pero este pecado afecta a la naturaleza humana, que transmitir\u00e1n en un estado ca\u00eddo (cf. Cc. de Trento: DS 1511-12). Es un pecado que ser\u00e1 transmitido por propagaci\u00f3n a toda la humanidad, es decir, por la transmisi\u00f3n de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales. Por eso, el pecado original es llamado \u00abpecado\u00bb de manera an\u00e1loga: es un pecado \u00abcontra\u00eddo\u00bb, \u00abno cometido\u00bb, un estado y no un acto.<\/p>
405\u00a0 Aunque propio de cada uno (cf. Cc. de Trento: DS 1513), el pecado original no tiene, en ning\u00fan descendiente de Ad\u00e1n, un car\u00e1cter de falta personal. Es la privaci\u00f3n de la santidad y de la justicia originales, pero la naturaleza humana no est\u00e1 totalmente corrompida: est\u00e1 herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al imperio de la muerte e inclinada al pecado (esta inclinaci\u00f3n al mal es llamada \u00abconcupiscencia\u00bb). El Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra el pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman al combate espiritual.<\/p>
406\u00a0 La doctrina de la Iglesia sobre la transmisi\u00f3n del pecado original fue precisada sobre todo en el siglo V, en particular bajo el impulso de la reflexi\u00f3n de S. Agust\u00edn contra el pelagianismo, y en el siglo XVI, en oposici\u00f3n a la Reforma protestante. Pelagio sosten\u00eda que el hombre pod\u00eda, por la fuerza natural de su voluntad libre, sin la ayuda necesaria de la gracia de Dios, llevar una vida moralmente buena: as\u00ed reduc\u00eda la influencia de la falta de Ad\u00e1n a la de un mal ejemplo. Los primeros reformadores protestantes, por el contrario, ense\u00f1aban que el hombre estaba radicalmente pervertido y su libertad anulada por el pecado de los or\u00edgenes; identificaban el pecado heredado por cada hombre con la tendencia al mal (\u00abconcupiscentia\u00bb), que ser\u00eda insuperable. La Iglesia se pronunci\u00f3 especialmente sobre el sentido del dato revelado respecto al pecado original en el II Concilio de Orange en el a\u00f1o 529 (cf. DS 371-72) y en el Concilio de Trento, en el a\u00f1o 1546 (cf. DS 1510-1516).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Un duro combate…<\/p>
407\u00a0 La doctrina sobre el pecado original -vinculada a la de la Redenci\u00f3n de Cristo- proporciona una mirada de discernimiento l\u00facido sobre la situaci\u00f3n del hombre y de su obrar en el mundo. Por el pecado de los primeros padres, el diablo adquiri\u00f3 un cierto dominio sobre el hombre, aunque \u00e9ste permanezca libre. El pecado original entra\u00f1a \u00abla servidumbre bajo el poder del que pose\u00eda el imperio de la muerte, es decir, del diablo\u00bb (Cc. de Trento: DS 1511, cf. Hb 2,14). Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educaci\u00f3n, de la pol\u00edtica, de la acci\u00f3n social (cf. CA 25) y de las costumbres.<\/p>
408\u00a0 Las consecuencias del pecado original y de todos los pecados personales de los hombres confieren al mundo en su conjunto una condici\u00f3n pecadora, que puede ser designada con la expresi\u00f3n de S. Juan: \u00abel pecado del mundo\u00bb (Jn 1,29). Mediante esta expresi\u00f3n se significa tambi\u00e9n la influencia negativa que ejercen sobre las personas las situaciones comunitarias y las estructuras sociales que son fruto de los pecados de los hombres (cf. RP 16).<\/p>
409\u00a0 Esta situaci\u00f3n dram\u00e1tica del mundo que \u00abtodo entero yace en poder del maligno\u00bb (1 Jn 5,19; cf. 1 P 5,8), hace de la vida del hombre un combate:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 A trav\u00e9s de toda la historia del hombre se extiend e una dura batalla contra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durar\u00e1 hasta el \u00faltimo d\u00eda seg\u00fan dice el Se\u00f1or. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en s\u00ed mismo (GS 37,2).<\/p>
IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cNO LO ABANDONASTE AL PODER DE LA MUERTE\u201d<\/p>
410\u00a0\u00a0 Tras la ca\u00edda, el hombre no fue abandonado por Dios. Al contrario, Dios lo llama (cf. Gn 3,9) y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el mal y el levantamiento de su ca\u00edda (cf. Gn 3,15). Este pasaje del G\u00e9nesis ha sido llamado \u00abProtoevangelio\u00bb, por ser el primer anuncio del Mes\u00edas redentor, anuncio de un combate entre la serpiente y la Mujer, y de la victoria final de un descendiente de \u00e9sta.<\/p>
411\u00a0\u00a0\u00a0 La tradici\u00f3n cristiana ve en este pasaje un anuncio del \u00abnuevo Ad\u00e1n\u00bb (cf. 1 Co 15,21-22.45) que, por su \u00abobediencia hasta la muerte en la Cruz\u00bb (Flp 2,8) repara con sobreabundancia la descendencia de Ad\u00e1n (cf. Rm 5,19-20). Por otra parte, numerosos Padres y doctores de la Iglesia ven en la mujer anunciada en el \u00abprotoevangelio\u00bb la madre de Cristo, Mar\u00eda, como \u00abnueva Eva\u00bb. Ella ha sido la que, la primera y de una manera \u00fanica, se benefici\u00f3 de la victoria sobre el pecado alcanzada por Cristo: fue preservada de toda mancha de pecado original (cf. P\u00edo IX: DS 2803) y, durante toda su vida terrena, por una gracia especial de Dios, no cometi\u00f3 ninguna clase de pecado (cf. Cc. de Trento: DS 1573).<\/p>
412\u00a0\u00a0 Pero, \u00bfpor qu\u00e9 Dios no impidi\u00f3 que el primer hombre pecara? S. Le\u00f3n Magno responde: \u00abLa gracia inefable de Cristo nos ha dado bienes mejores que los que nos quit\u00f3 la envidia del demonio\u00bb (serm. 73,4). Y S. Tom\u00e1s de Aquino: \u00abNada se opone a que la naturaleza humana haya sido destinada a un fin m\u00e1s alto despu\u00e9s de pecado. Dios, en efecto, permite que los males se hagan para sacar de ellos un mayor bien. De ah\u00ed las palabras de S. Pablo: `Donde abund\u00f3 el pecado, sobreabund\u00f3 la gracia’ (Rm 5,20). Y el canto del Exultet: `\u00a1Oh feliz culpa que mereci\u00f3 tal y tan grande Redentor!'\u00bb (s.th. 3,1,3, ad 3).<\/p>
RESUMEN<\/p>
413\u00a0\u00a0 \u00abNo fue Dios quien hizo la muerte ni se recrea en la destrucci\u00f3n de los vivientes…por envidia del diablo entr\u00f3 la muerte en el mundo\u00bb (Sb 1,13; 2,24).<\/p>
414\u00a0\u00a0 Sat\u00e1n o el diablo y los otros demonios son \u00e1ngeles ca\u00eddos por haber rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opci\u00f3n contra Dios es definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebeli\u00f3n contra Dios.<\/p>
415\u00a0\u00a0 \u00abConstituido por Dios en la justicia, el hombre, sin em bargo, persuadido por el Maligno, abus\u00f3 de su libertad, desde el comienzo de la historia, levant\u00e1ndose contra Dios e intentando alcanzar su propio fin al margen de Dios\u00bb (GS 13,1).<\/p>
416\u00a0\u00a0 Por su pecado, Ad\u00e1n, en cuanto primer hombre, perdi\u00f3 la santidad y la justicia originales que hab\u00eda recibido de Dios no solamente para \u00e9l, sino para todos los humanos.<\/p>
417\u00a0\u00a0 Ad\u00e1n y Eva transmitieron a su descendencia la naturaleza humana herida por su primer pecado, privada por tanto de la santidad y la justicia originales. Esta privaci\u00f3n es llamada \u00abpecado original\u00bb.<\/p>
418\u00a0\u00a0 Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana qued\u00f3 debilitada en sus fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al dominio de la muerte, e inclinada al pecado (inclinaci\u00f3n llamada \u00abconcupisc encia\u00bb).<\/p>
419\u00a0\u00a0 \u00abMantenemos, pues, siguiendo el concilio de Trento, que el pecado original se transmite, juntamente con la naturaleza humana, `por propagaci\u00f3n, no por imitaci\u00f3n’ y que `se halla como propio en cada uno'\u00bb (Pablo VI, SPF 16).<\/p>
420\u00a0 La victoria sobre el pecado obtenida por Cristo nos ha dado bienes mejores que los que nos quit\u00f3 el pecado: \u00abDonde abund\u00f3 el pecado, sobreabund\u00f3 la gracia\u00bb (Rm 5,20).<\/p>
421\u00a0\u00a0 \u00abEl mundo que los fieles cristianos creen\u00a0 creado y conservado por el amor del creador, colocado ciertamente bajo la esclavitud del pecado, pero liberado por Cristo crucificado y resucitado, una vez que fue quebrantado el poder del Maligno…\u00bb (GS 2,2).<\/p>
CAPITULO SEGUNDO: CREO EN JESUCRISTO, HIJO UNICO DE DIOS<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Buena Nueva: Dios ha enviado a su Hijo<\/p>
- \u00abPero, al llegar la plenitud de los tiempos, envi\u00f3 Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibi\u00e9ramos la filiaci\u00f3n adoptiva\u00bb (Ga 4, 4-5). He aqu\u00ed \u00abla Buena Nueva de Jesucristo, Hijo de Dios\u00bb (Mc 1, 1): Dios ha visitado a su pueblo (cf. Lc 1, 68), ha cumplido las promesas hechas a Abraham y a su descendencia (cf. Lc 1, 55); lo ha hecho m\u00e1s all\u00e1 de toda expectativa: El ha enviado a su \u00abHijo amado\u00bb (Mc 1, 11).<\/li><\/ol>
423\u00a0\u00a0 Nosotros creemos y confesamos que Jes\u00fas de Nazaret, nacido jud\u00edo de una hija de Israel, en Bel\u00e9n en el tiempo del rey Herodes el Grande y del emperador C\u00e9sar Augusto; de oficio carpintero, muerto crucificado en Jerusal\u00e9n, bajo el procurador Poncio Pilato, durante el reinado del emperador Tiberio, es el Hijo eterno de Dios hecho hombre, que ha \u00absalido de Dios\u00bb (Jn 13, 3), \u00abbaj\u00f3 del cielo\u00bb (Jn 3, 13; 6, 33), \u00abha venido en carne\u00bb (1 Jn 4, 2), porque \u00abla Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo \u00fanico, lleno de gracia y de verdad… Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia\u00bb (Jn 1, 14. 16).<\/p>
424\u00a0 Movidos por la gracia del Esp\u00edritu Santo y \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 atra\u00eddos por el Padre nosotros creemos y confesamos a prop\u00f3sito de Jes\u00fas: \u00abT\u00fa eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo\u00bb (Mt 16, 16). Sobre la roca de esta fe, confesada por San Pedro, Cristo ha construido su Iglesia (cf. Mt 16, 18; San Le\u00f3n Magno, serm. 4, 3;51, 1;62, 2;83, 3).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abAnunciar… la inescrutable riqueza de Cristo\u00bb (Ef 3, 8)<\/p>
425\u00a0\u00a0 La transmisi\u00f3n de la fe cristiana es ante todo el anuncio de Jesucristo para llevar a la fe en el. Desde el principio, los primeros disc\u00edpulos ardieron en deseos de anunciar a Cristo: \u00abNo podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y o\u00eddo\u00bb (Hch 4, 20). Y ellos mismos invitan a los hombres de todos los tiempos a entrar en la alegr\u00eda de su comuni\u00f3n con Cristo:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Lo que exist\u00eda desde el principio, lo que hemos o\u00eddo, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, -pues la Vida se manifest\u00f3, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, que estaba con el Padre y se nos manifest\u00f3- lo que hemos visto y o\u00eddo, os lo anunciamos, para que tambi\u00e9n vosotros est\u00e9is en comuni\u00f3n con nosotros. Y nosotros estamos en comuni\u00f3n con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Os escribimos esto para que vuestro gozo sea completo (1 Jn 1, 1-4).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En el centro de la catequesis: Cristo<\/p>
426\u00a0 \u00abEn el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jes\u00fas de Nazaret, Unig\u00e9nito del Padre, que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros… Catequizar es … descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios… Se trata de procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signos realizados por El mismo\u00bb (CT 5). El fin de la catequesis: \u00abconducir a la comuni\u00f3n con Jesucristo: s\u00f3lo El puede conducirnos al amor del Padre en el Esp\u00edritu y hacernos part\u00edcipes de la vida de la Sant\u00edsima Trinidad\u00bb. (ibid.).<\/p>
427\u00a0\u00a0 \u00abEn la catequesis lo que se ense\u00f1a es a Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios y todo lo dem\u00e1s en referencia a El; el \u00fanico que ense\u00f1a es Cristo, y cualquier otro lo hace en la medida en que es portavoz suyo, permitiendo que Cristo ense\u00f1e por su boca… Todo catequista deber\u00eda poder aplicarse a s\u00ed mismo la misteriosa palabra de Jes\u00fas: ‘Mi doctrina no es m\u00eda, sino del que me ha enviado’ (Jn 7, 16)\u00bb (ibid., 6)<\/p>
428 El que est\u00e1 llamado a \u00abense\u00f1ar a Cristo\u00bb debe por tanto, ante todo, buscar esta \u00abganancia sublime que es el conocimiento de Cristo\u00bb; es necesario \u00abaceptar perder todas las cosas … para ganar a Cristo, y ser hallado en \u00e9l\u00bb y \u00abconocerle a \u00e9l, el poder de su resurrecci\u00f3n y la comuni\u00f3n en sus padecimientos hasta hacerme semejante a \u00e9l en su muerte, tratando de llegar a la resurrecci\u00f3n de entre los muertos\u00bb (Flp 3, 8-11).<\/p>
429\u00a0 De este conocimiento amoroso de Cristo es de donde brota el deseo de anunciarlo, de \u00abevangelizar\u00bb, y de llevar a otros al \u00abs\u00ed\u00bb de la fe en Jesucristo. Y al mismo tiempo se hace sentir la necesidad de conocer siempre mejor esta fe. Con este fin, siguiendo el orden del S\u00edmbolo de la fe, presentaremos en primer lugar los principales t\u00edtulos de Jes\u00fas:\u00a0 Cristo,\u00a0 Hijo de Dios, Se\u00f1or (Art\u00edculo 2). El S\u00edmbolo confiesa a continuaci\u00f3n los principales misterios de la vida de Cristo: los de su encarnaci\u00f3n (Art\u00edculo 3), los de su Pascua (Art\u00edculos 4 y 5), y, por \u00faltimo, los de su glorificaci\u00f3n (Art\u00edculos 6 y 7).<\/p>
Art\u00edculo 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cY EN JESUCRISTO, SU UNICO HIJO, NUESTRO SE\u00d1OR\u201d<\/p>
I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JESUS<\/p>
430\u00a0 Jes\u00fas quiere decir en hebreo: \u00abDios salva\u00bb. En el momento de la anunciaci\u00f3n, el \u00e1ngel Gabriel le dio como nombre propio el nombre de Jes\u00fas que expresa a la vez su identidad y su misi\u00f3n (cf. Lc 1, 31). Ya que \u00ab\u00bfQui\u00e9n puede perdonar pecados, sino s\u00f3lo Dios?\u00bb(Mc 2, 7), es \u00e9l quien, en Jes\u00fas, su Hijo eterno hecho hombre \u00absalvar\u00e1 a su pueblo de sus pecados\u00bb (Mt 1, 21). En Jes\u00fas, Dios recapitula as\u00ed toda la historia de la salvaci\u00f3n en favor de los hombres.<\/p>
431\u00a0\u00a0 En la historia de la salvaci\u00f3n, Dios no se ha contentado con librar a Israel de \u00abla casa de servidumbre\u00bb (Dt 5, 6) haci\u00e9ndole salir de Egipto. El lo salva adem\u00e1s de su pecado. Puesto que el pecado es siempre una ofensa hecha a Dios (cf. Sal 51, 6), s\u00f3lo el es quien puede absolverlo (cf. Sal 51, 12). Por eso es por lo que Israel tomando cada vez m\u00e1s conciencia de la universalidad del pecado, ya no podr\u00e1 buscar la salvaci\u00f3n m\u00e1s que en la invocaci\u00f3n del Nombre de Dios Redentor (cf. Sal 79, 9).<\/p>
432\u00a0\u00a0 El nombre de Jes\u00fas significa que el Nombre mismo de Dios est\u00e1 presente en la persona de su Hijo (cf. Hch 5, 41; 3 Jn 7) hecho hombre para la redenci\u00f3n universal y definitiva de los pecados. El es el Nombre divino, el \u00fanico que trae la salvaci\u00f3n (cf. Jn 3, 18; Hch 2, 21) y de ahora en adelante puede ser invocado por todos porque se ha unido a todos los hombres por la Encarnaci\u00f3n (cf. Rm 10, 6-13) de tal forma que \u00abno hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos\u00bb (Hch 4, 12; cf. Hch 9, 14; St 2, 7).<\/p>
433\u00a0\u00a0 El Nombre de Dios Salvador era invocado una sola vez al a\u00f1o por el sumo sacerdote para la expiaci\u00f3n de los pecados de Israel, cuando hab\u00eda asperjado el propiciatorio del Santo de los Santos con la sangre del sacrificio (cf. Lv 16, 15-16; Si 50, 20; Hb 9, 7). El propiciatorio era el lugar de la presencia de Dios (cf. Ex 25, 22; Lv 16, 2; Nm 7, 89; Hb 9, 5). Cuando San Pablo dice de Jes\u00fas que \u00abDios lo exhibi\u00f3 como instrumento de propiciaci\u00f3n por su propia sangre\u00bb (Rm 3, 25) significa que en su humanidad \u00abestaba Dios reconciliando al mundo consigo\u00bb (2 Co 5, 19).<\/p>
434\u00a0 La Resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas glorifica el nombre de Dios Salvador (cf. Jn 12, 28) porque de ahora en adelante, el Nombre de Jes\u00fas es el que manifiesta en plenitud el poder soberano del \u00abNombre que est\u00e1 sobre todo nombre\u00bb (Flp 2, 9). Los esp\u00edritus malignos temen su Nombre (cf. Hch 16, 16-18; 19, 13-16) y en su nombre los disc\u00edpulos de Jes\u00fas hacen milagros (cf. Mc 16, 17) porque todo lo que piden al Padre en su Nombre, \u00e9l se lo concede (Jn 15, 16).<\/p>
435\u00a0\u00a0 El Nombre de Jes\u00fas est\u00e1 en el coraz\u00f3n de la plegaria cristiana. Todas las oraciones lit\u00fargicas se acaban con la f\u00f3rmula \u00abPer Dominum Nostrum Jesum Christum…\u00bb (\u00abPor Nuestro Se\u00f1or Jesucristo…\u00bb). El \u00abAvemar\u00eda\u00bb culmina en \u00aby bendito es el fruto de tu vientre, Jes\u00fas\u00bb. La oraci\u00f3n del coraz\u00f3n, en uso en oriente, llamada \u00aboraci\u00f3n a Jes\u00fas\u00bb dice: \u00abJesucristo, Hijo de Dios, Se\u00f1or ten piedad de m\u00ed, pecador\u00bb. Numerosos cristianos mueren, como Santa Juana de Arco, teniendo en sus labios una \u00fanica palabra: \u00abJes\u00fas\u00bb.<\/p>
II \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 CRISTO<\/p>
436\u00a0 Cristo viene de la traducci\u00f3n griega del t\u00e9rmino hebreo \u00abMes\u00edas\u00bb que quiere decir \u00abungido\u00bb. No pasa a ser nombre propio de Jes\u00fas sino porque \u00e9l cumple perfectamente la misi\u00f3n divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran ungidos en el nombre de Dios los que le eran consagrados para una misi\u00f3n que hab\u00edan recibido de \u00e9l. Este era el caso de los reyes (cf. 1 S 9, 16; 10, 1; 16, 1. 12-13; 1 R 1, 39), de los sacerdotes (cf. Ex 29, 7; Lv 8, 12) y, excepcionalmente, de los profetas (cf. 1 R 19, 16). Este deb\u00eda ser por excelencia el caso del Mes\u00edas que Dios enviar\u00eda para instaurar definitivamente su Reino (cf. Sal 2, 2; Hch 4, 26-27). El Mes\u00edas deb\u00eda ser ungido por el Esp\u00edritu del Se\u00f1or (cf. Is 11, 2) a la vez como rey y sacerdote (cf. Za 4, 14; 6, 13) pero tambi\u00e9n como profeta (cf. Is 61, 1; Lc 4, 16-21). Jes\u00fas cumpli\u00f3 la esperanza mesi\u00e1nica de Israel en su triple funci\u00f3n de sacerdote, profeta y rey.<\/p>
437\u00a0\u00a0 El \u00e1ngel anunci\u00f3 a los pastores el nacimiento de Jes\u00fas como el del Mes\u00edas prometido a Israel: \u00abOs ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Se\u00f1or\u00bb (Lc 2, 11). Desde el principio \u00e9l es \u00aba quien el Padre ha santificado y enviado al mundo\u00bb(Jn 10, 36), concebido como \u00absanto\u00bb (Lc 1, 35) en el seno virginal de Mar\u00eda. Jos\u00e9 fue llamado por Dios para \u00abtomar consigo a Mar\u00eda su esposa\u00bb encinta \u00abdel que fue engendrado en ella por el Esp\u00edritu Santo\u00bb (Mt 1, 20) para que Jes\u00fas \u00abllamado Cristo\u00bb nazca de la esposa de Jos\u00e9 en la descendencia mesi\u00e1nica de David (Mt 1, 16; cf. Rm 1, 3; 2 Tm 2, 8; Ap 22, 16).<\/p>
438\u00a0 La consagraci\u00f3n mesi\u00e1nica de Jes\u00fas manifiesta su misi\u00f3n divina. \u00abPor otra parte eso es lo que significa su mismo nombre, porque en el nombre de Cristo est\u00e1 sobre entendido El que ha ungido, El que ha sido ungido y la Unci\u00f3n misma con la que ha sido ungido: El que ha ungido, es el Padre. El que ha sido ungido, es el Hijo, y lo ha sido en el Esp\u00edritu que es la Unci\u00f3n\u00bb (S. Ireneo de Lyon, haer. 3, 18, 3). Su eterna consagraci\u00f3n mesi\u00e1nica fue revelada en el tiempo de su vida terrena en el momento de su bautismo por Juan cuando \u00abDios le ungi\u00f3 con el Esp\u00edritu Santo y con poder\u00bb(Hch 10, 38) \u00abpara que \u00e9l fuese manifestado a Israel\u00bb (Jn 1, 31) como su Mes\u00edas. Sus obras y sus palabras lo dieron a conocer como \u00abel santo de Dios\u00bb (Mc 1, 24; Jn 6, 69; Hch 3, 14).<\/p>
439\u00a0 Numerosos jud\u00edos e incluso ciertos paganos que compart\u00edan su esperanza reconocieron en Jes\u00fas los rasgos fundamentales del mesi\u00e1nico \u00abhijo de David\u00bb prometido por Dios a Israel (cf. Mt 2, 2; 9, 27; 12, 23; 15, 22; 20, 30; 21, 9. 15). Jes\u00fas acept\u00f3 el t\u00edtulo de Mes\u00edas al cual ten\u00eda derecho (cf. Jn 4, 25-26;11, 27), pero no sin reservas porque una parte de sus contempor\u00e1neos lo comprend\u00edan seg\u00fan una concepci\u00f3n demasiado humana (cf. Mt 22, 41-46), esencialmente pol\u00edtica (cf. Jn 6, 15; Lc 24, 21).<\/p>
440\u00a0 Jes\u00fas acogi\u00f3 la confesi\u00f3n de fe de Pedro que le reconoc\u00eda como el Mes\u00edas anunci\u00e1ndole la pr\u00f3xima pasi\u00f3n del Hijo del Hombre (cf. Mt 16, 23). Revel\u00f3 el aut\u00e9ntico contenido de su realeza mesi\u00e1nica en la identidad transcendente del Hijo del Hombre \u00abque ha bajado del cielo\u00bb (Jn 3, 13; cf. Jn 6, 62; Dn 7, 13) a la vez que en su misi\u00f3n redentora como Siervo sufriente: \u00abel Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos\u00bb (Mt 20, 28; cf. Is 53, 10-12). Por esta raz\u00f3n el verdadero sentido de su realeza no se ha manifestado m\u00e1s que desde lo alto de la Cruz (cf. Jn 19, 19-22; Lc 23, 39-43). Solamente despu\u00e9s de su resurrecci\u00f3n su realeza mesi\u00e1nica podr\u00e1 ser proclamada por Pedro ante el pueblo de Dios: \u00abSepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Se\u00f1or y Cristo a este Jes\u00fas a quien vosotros hab\u00e9is crucificado\u00bb (Hch 2, 36).<\/p>
III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 HIJO UNICO DE DIOS<\/p>
441\u00a0\u00a0 Hijo de Dios, en el Antiguo Testamento, es un t\u00edtulo dado a los \u00e1ngeles (cf. Dt 32, 8; Jb 1, 6), al pueblo elegido (cf. Ex 4, 22;Os 11, 1; Jr 3, 19; Si 36, 11; Sb 18, 13), a los hijos de Israel (cf. Dt 14, 1; Os 2, 1) y a sus reyes (cf. 2 S 7, 14; Sal 82, 6). Significa entonces una filiaci\u00f3n adoptiva que establece entre Dios y su criatura unas relaciones de una intimidad particular. Cuando el Rey-Mes\u00edas prometido es llamado \u00abhijo de Dios\u00bb (cf. 1 Cro 17, 13; Sal 2, 7), no implica necesariamente, seg\u00fan el sentido literal de esos textos, que sea m\u00e1s que humano. Los que designaron as\u00ed a Jes\u00fas en cuanto Mes\u00edas de Israel (cf. Mt 27, 54), quiz\u00e1 no\u00a0 quisieron decir nada m\u00e1s (cf. Lc 23, 47).<\/p>
442\u00a0 No ocurre as\u00ed con Pedro cuando confiesa a Jes\u00fas como \u00abel Cristo, el Hijo de Dios vivo\u00bb (Mt 16, 16) porque este le responde con solemnidad \u00abno te ha revelado esto ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que est\u00e1 en los cielos\u00bb (Mt 16, 17). Paralelamente Pablo dir\u00e1 a prop\u00f3sito de su conversi\u00f3n en el camino de Damasco: \u00abCuando Aqu\u00e9l que me separ\u00f3 desde el seno de mi madre y me llam\u00f3 por su gracia, tuvo a bien revelar en m\u00ed a su Hijo para que le anunciase entre los gentiles…\u00bb (Ga 1,15-16). \u00abY en seguida se puso a predicar a Jes\u00fas en las\u00a0 sinagogas: que \u00e9l era el Hijo de Dios\u00bb (Hch 9, 20). Este ser\u00e1, desde el principio (cf. 1 Ts 1, 10), el centro de la fe apost\u00f3lica (cf. Jn 20, 31) profesada en primer lugar por Pedro como cimiento de la Iglesia (cf. Mt 16, 18).<\/p>
443\u00a0 Si Pedro pudo reconocer el car\u00e1cter transcendente de la filiaci\u00f3n divina de Jes\u00fas Mes\u00edas es porque \u00e9ste lo dej\u00f3 entender claramente. Ante el Sanedr\u00edn, a la pregunta de sus acusadores: \u00abEntonces, \u00bft\u00fa eres el Hijo de Dios?\u00bb, Jes\u00fas ha respondido: \u00abVosotros lo dec\u00eds: yo soy\u00bb (Lc 22, 70; cf. Mt 26, 64; Mc 14, 61). Ya mucho antes, El se\u00a0 design\u00f3 como el \u00abHijo\u00bb que conoce al Padre (cf. Mt 11, 27; 21, 37-38), que es distinto de los \u00absiervos\u00bb que Dios envi\u00f3 antes a su pueblo (cf. Mt 21, 34-36), superior a los propios \u00e1ngeles (cf. Mt 24, 36). Distingui\u00f3 su filiaci\u00f3n de la de sus disc\u00edpulos, no diciendo jam\u00e1s \u00abnuestro Padre\u00bb (cf. Mt 5, 48; 6, 8; 7, 21; Lc 11, 13) salvo para ordenarles \u00abvosotros, pues, orad as\u00ed: Padre Nuestro\u00bb (Mt 6, 9); y subray\u00f3 esta distinci\u00f3n: \u00abMi Padre y vuestro Padre\u00bb (Jn 20, 17).<\/p>
444\u00a0 Los Evangelios narran en dos momentos solemnes, el bautismo y la transfiguraci\u00f3n de Cristo, que la voz del Padre lo designa como su \u00abHijo amado\u00bb (Mt 3, 17; 17, 5). Jes\u00fas se designa a s\u00ed mismo como \u00abel Hijo Unico de Dios\u00bb (Jn 3, 16) y afirma mediante este t\u00edtulo su preexistencia eterna (cf. Jn 10, 36). Pide la fe en \u00abel Nombre del Hijo Unico de Dios\u00bb (Jn 3, 18). Esta confesi\u00f3n cristiana aparece ya en la exclamaci\u00f3n del centuri\u00f3n delante de Jes\u00fas en la cruz: \u00abVerdaderamente este hombre era Hijo de Dios\u00bb (Mc 15, 39), porque solamente en el misterio pascual donde el creyente puede alcanzar el sentido pleno del t\u00edtulo \u00abHijo de Dios\u00bb.<\/p>
445\u00a0 Despu\u00e9s de su Resurrecci\u00f3n, su filiaci\u00f3n divina aparece en el poder de su humanidad glorificada: \u00abConstituido Hijo de Dios con poder, seg\u00fan el Esp\u00edritu de santidad, por su Resurrecci\u00f3n de entre los muertos\u00bb (Rm 1, 4; cf. Hch 13, 33). Los ap\u00f3stoles podr\u00e1n confesar \u00abHemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo \u00fanico, lleno de gracia y de verdad \u00ab(Jn 1, 14).<\/p>
IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 SE\u00d1OR<\/p>
446 En la traducci\u00f3n griega de los libros del Antiguo Testamento, el nombre inefable con el cual Dios se revel\u00f3 a Mois\u00e9s (cf. Ex 3, 14), YHWH, es traducido por \u00abKyrios\u00bb [\u00abSe\u00f1or\u00bb]. Se\u00f1or se convierte desde entonces en el nombre m\u00e1s habitual para designar la divinidad misma del Dios de Israel. El Nuevo Testamento utiliza en este sentido fuerte el t\u00edtulo \u00abSe\u00f1or\u00bb para el Padre, pero lo emplea tambi\u00e9n, y aqu\u00ed est\u00e1 la novedad, para Jes\u00fas reconoci\u00e9ndolo como Dios (cf. 1 Co 2,8).<\/p>
447\u00a0 El mismo Jes\u00fas se atribuye de forma velada este t\u00edtulo cuando discute con los fariseos sobre el sentido del Salmo 109 (cf. Mt 22, 41-46; cf. tambi\u00e9n Hch 2, 34-36; Hb 1, 13), pero tambi\u00e9n de manera expl\u00edcita al dirigirse a sus ap\u00f3stoles (cf. Jn 13, 13). A lo largo de toda su vida p\u00fablica sus actos de dominio sobre la naturaleza, sobre las enfermedades, sobre los demonios, sobre la muerte y el pecado, demostraban su soberan\u00eda divina.<\/p>
448\u00a0 Con mucha frecuencia, en los Evangelios, hay personas que se dirigen a Jes\u00fas llam\u00e1ndole \u00abSe\u00f1or\u00bb. Este t\u00edtulo expresa el respeto y la confianza de los que se acercan a Jes\u00fas y esperan de \u00e9l socorro y curaci\u00f3n (cf. Mt 8, 2; 14, 30; 15, 22, etc.). Bajo la moci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, expresa el reconocimiento del misterio divino de Jes\u00fas (cf. Lc 1, 43; 2, 11). En el encuentro con Jes\u00fas resucitado, se convierte en adoraci\u00f3n: \u00abSe\u00f1or m\u00edo y Dios m\u00edo\u00bb (Jn 20, 28). Entonces toma una connotaci\u00f3n de amor y de afecto que quedar\u00e1 como propio de la tradici\u00f3n cristiana: \u00ab\u00a1Es el Se\u00f1or!\u00bb (Jn 21, 7).<\/p>
449\u00a0 Atribuyendo a Jes\u00fas el t\u00edtulo divino de Se\u00f1or, las primeras confesiones de fe de la Iglesia afirman desde el principio (cf. Hch 2, 34-36) que el poder, el honor y la gloria debidos a Dios Padre convienen tambi\u00e9n a Jes\u00fas (cf. Rm 9, 5; Tt 2, 13; Ap 5, 13) porque el es de \u00abcondici\u00f3n divina\u00bb (Flp 2, 6) y el Padre manifest\u00f3 esta soberan\u00eda de Jes\u00fas resucit\u00e1ndolo de entre los muertos y exalt\u00e1ndolo a su gloria (cf. Rm 10, 9;1 Co 12, 3; Flp 2,11).<\/p>
450\u00a0 Desde el comienzo de la historia cristiana, la afirmaci\u00f3n del se\u00f1or\u00edo de Jes\u00fas sobre el mundo y sobre la historia (cf. Ap 11, 15) significa tambi\u00e9n reconocer que el hombre no debe someter su libertad personal, de modo absoluto, a ning\u00fan poder terrenal sino s\u00f3lo a Dios Padre y al Se\u00f1or Jesucristo: C\u00e9sar no es el \u00abSe\u00f1or\u00bb (cf. Mc 12, 17; Hch 5, 29). \u00bb La Iglesia cree.. que la clave, el centro y el fin de toda historia humana se encuentra en su Se\u00f1or y Maestro\u00bb (GS 10, 2; cf. 45, 2).<\/p>
451\u00a0\u00a0 La oraci\u00f3n cristiana est\u00e1 marcada por el t\u00edtulo \u00abSe\u00f1or\u00bb, ya sea en la invitaci\u00f3n a la oraci\u00f3n \u00abel Se\u00f1or est\u00e9 con vosotros\u00bb, o en su conclusi\u00f3n \u00abpor Jesucristo nuestro Se\u00f1or\u00bb o incluso en la exclamaci\u00f3n llena de confianza y de esperanza: \u00abMaran atha\u00bb (\u00ab\u00a1el Se\u00f1or viene!\u00bb) o \u00abMaran atha\u00bb (\u00ab\u00a1Ven, Se\u00f1or!\u00bb) (1 Co 16, 22): \u00ab\u00a1Am\u00e9n! \u00a1ven, Se\u00f1or Jes\u00fas!\u00bb (Ap 22, 20).<\/p>
RESUMEN<\/p>
452\u00a0\u00a0 El nombre de Jes\u00fas significa \u00abDios salva\u00bb. El ni\u00f1o nacido de la Virgen Mar\u00eda se llama \u00abJes\u00fas\u00bb \u00abporque \u00e9l salvar\u00e1 a su pueblo de sus pecados\u00bb (Mt 1, 21); \u00abNo hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos\u00bb ((…) Hch 4, 12).<\/p>
453\u00a0\u00a0 El nombre de Cristo significa \u00abUngido\u00bb, \u00abMes\u00edas\u00bb. Jes\u00fas es el Cristo porque \u00abDios le ungi\u00f3 con el Esp\u00edritu Santo y con poder\u00bb (Hch 10, 38). Era \u00abel que ha de venir\u00bb (Lc 7, 19), el objeto de \u00abla esperanza de Israel\u00bb(Hch 28, 20).<\/p>
454\u00a0 El nombre de Hijo de Dios significa la relaci\u00f3n \u00fanica y eterna de Jesucristo con Dios su Padre: el es el Hijo \u00fanico del Padre (cf. Jn 1, 14. 18; 3, 16. 18) y \u00e9l mismo es Dios (cf. Jn 1, 1). Para ser cristiano es necesario creer que Jesucristo es el Hijo de Dios (cf. Hch 8, 37; 1 Jn 2, 23).<\/p>
455\u00a0\u00a0 El nombre de Se\u00f1or significa la soberan\u00eda divina. Confesar o invocar a Jes\u00fas como Se\u00f1or es creer en su divinidad \u00abNadie puede decir: \u00ab\u00a1Jes\u00fas es Se\u00f1or!\u00bb sino por influjo del Esp\u00edritu Santo\u00bb(1 Co 12, 3).<\/p>
Art\u00edculo 3 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abJESUCRISTO FUE CONCEBIDO<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 POR OBRA Y GRACIA DEL<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 ESPIRITU SANTO Y NACIO<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DE SANTA MARIA VIRGEN\u00bb<\/p>
P\u00e1rrafo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL HIJO DE DIOS SE HIZO HOMBRE<\/p>
I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 POR QUE EL VERBO SE HIZO CARNE<\/p>
456\u00a0 Con el Credo Niceno-Constantinopolitano respondemos co nfesando: \u00abPor nosotros los hombres y por nuestra salvaci\u00f3n baj\u00f3 del cielo, y por obra del Esp\u00edritu Santo se encarn\u00f3 de Mar\u00eda la Virgen y se hizo hombre\u00bb.<\/p>
457\u00a0\u00a0 El Verbo se encarn\u00f3 para salvarnos reconcili\u00e1ndonos con Dios: \u00abDios nos am\u00f3 y nos envi\u00f3 a su Hijo como propiciaci\u00f3n por nuestros pecados\u00bb (1 Jn 4, 10).\u00bbEl Padre envi\u00f3 a su Hijo para ser salvador del mundo\u00bb (1 Jn 4, 14). \u00abEl se manifest\u00f3 para quitar los pecados\u00bb (1 Jn 3, 5):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Nuestra naturaleza enferma exig\u00eda ser sanada; desgarrada, ser restablecida; muerta, ser resucitada. Hab\u00edamos perdida la posesi\u00f3n del bien, era necesario que se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacia falta que nos llegara la luz; estando cautivos, esper\u00e1bamos un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador. \u00bfNo ten\u00edan importancia estos razonamientos? \u00bfNo merec\u00edan conmover a Dios hasta el punto de hacerle bajar hasta nuestra naturaleza humana para visitarla ya que la humanidad se encontraba en un estado tan miserable y tan desgraciado? (San Gregorio de Nisa, or. catech. 15).<\/p>
458\u00a0 El Verbo se encarn\u00f3 para que nosotros conoci\u00e9semos as\u00ed el amor de Dios: \u00abEn esto se manifest\u00f3 el amor que Dios nos tiene: en que Dios envi\u00f3 al mundo a su Hijo \u00fanico para que vivamos por medio de \u00e9l\u00bb (1 Jn 4, 9). \u00abPorque tanto am\u00f3 Dio s al mundo que dio a su Hijo \u00fanico, para que todo el que crea en \u00e9l no perezca, sino que tenga vida eterna\u00bb (Jn 3, 16).\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0<\/p>
459\u00a0 El Verbo se encarn\u00f3 para ser nuestro modelo de santidad: \u00abTomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de m\u00ed … \u00ab(Mt 11, 29). \u00abYo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por m\u00ed\u00bb (Jn 14, 6). Y el Padre, en el monte de la transfiguraci\u00f3n, ordena: \u00abEscuchadle\u00bb (Mc 9, 7;cf. Dt 6, 4-5). El es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: \u00abAmaos los unos a los otros como yo os he amado\u00bb (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de s\u00ed mismo (cf. Mc 8, 34).<\/p>
460\u00a0 El Verbo se encarn\u00f3 para hacernos \u00abpart\u00edcipes de la naturaleza divina\u00bb (2 P 1, 4): \u00abPorque tal es la raz\u00f3n por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: Para que el hombre al entrar en comuni\u00f3n con el Verbo y al recibir as\u00ed la filiaci\u00f3n divina, se convirtiera en hijo de Dios\u00bb (S. Ireneo, haer., 3, 19, 1). \u00abPorque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios\u00bb (S. Atanasio, Inc., 54, 3). \u00abUnigenitus Dei Filius, suae divinitatis volens nos esse participes, naturam nostram assumpsit, ut homines deos faceret factus homo\u00bb (\u00abEl Hijo Unig\u00e9nito de Dios, queriendo hacernos participantes de su divinidad, asumi\u00f3 nuestra naturaleza, para que, habi\u00e9ndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres\u00bb)\u00a0 (Santo Tom\u00e1s de A., opusc 57 in festo Corp. Chr., 1).<\/p>
II \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA ENCARNACION<\/p>
461\u00a0\u00a0 Volviendo a tomar la frase de San Juan (\u00abEl Verbo se encarn\u00f3\u00bb: Jn 1, 14), la Iglesia llama \u00abEncarnaci\u00f3n\u00bb al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvaci\u00f3n. En un himno citado por S. Pablo, la Iglesia canta el misterio de la Encarnaci\u00f3n:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual, siendo de condici\u00f3n divina, no retuvo \u00e1vidamente el ser igual a Dios, sino que se despoj\u00f3 de s\u00ed mismo tomando condici\u00f3n de siervo, haci\u00e9ndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humill\u00f3 a s\u00ed mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. (Flp 2, 5-8; cf. LH, c\u00e1ntico de v\u00edsperas del s\u00e1bado).<\/p>
462\u00a0 La carta a los Hebreos habla del mismo misterio:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por eso, al entrar en este mundo, [Cristo] dice: No quisiste sacrificio y oblaci\u00f3n; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: \u00a1He aqu\u00ed que vengo … a hacer, oh Dios, tu voluntad! (Hb 10, 5-7, citando Sal 40, 7-9 LXX).<\/p>
463\u00a0 La fe en la verdadera encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana: \u00abPodr\u00e9is conocer en esto el Esp\u00edritu de Dios: todo esp\u00edritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios\u00bb (1 Jn 4, 2). Esa es la alegre convicci\u00f3n de la Iglesia desde sus comienzos cuando canta \u00abel gran misterio de la piedad\u00bb: \u00abEl ha sido manifestado en la carne\u00bb (1 Tm 3, 16).<\/p>
III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBRE<\/p>
464\u00a0 El acontecimiento \u00fanico y totalmente singular de la Encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. El se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. La Iglesia debi\u00f3 defender y aclarar esta verdad de fe durante los primeros siglos frente a unas herej\u00edas que la falseaban.<\/p>
465\u00a0 Las primeras herej\u00edas negaron menos la divinidad de Jesucristo que su humanidad verdadera (docetismo gn\u00f3stico). Desde la \u00e9poca apost\u00f3lica la fe cristiana insisti\u00f3 en la verdadera encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios, \u00abvenido en la carne\u00bb (cf. 1 Jn 4, 2-3; 2 Jn 7). Pero desde el siglo III, la Iglesia tuvo que afirmar frente a Pablo de Samosata, en un concilio reunido en Antioqu\u00eda, que Jesucristo es hijo de Dios por naturaleza y no por adopci\u00f3n. El primer concilio ecum\u00e9nico de Nicea, en el a\u00f1o 325, confes\u00f3 en su Credo que el Hijo de Dios es \u00abengendrado, no creado, de la misma substancia [‘homoousios’] que el Padre\u00bb y conden\u00f3 a Arrio que afirmaba que \u00abel Hijo de Dios sali\u00f3 de la nada\u00bb (DS 130) y que ser\u00eda \u00abde una substancia distinta de la del Padre\u00bb (DS 126).<\/p>
466\u00a0 La herej\u00eda nestoriana ve\u00eda en Cristo una persona humana junto a la persona divina del Hijo de Dios. Frente a ella S. Cirilo de Alejandr\u00eda y el tercer concilio ecum\u00e9nico reunido en Efeso, en el a\u00f1o 431, confesaron que \u00abel Verbo, al unirse en su persona a una carne animada por un alma racional, se hizo hombre\u00bb (DS 250). La humanidad de Cristo no tiene m\u00e1s sujeto que la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido y hecho suya desde su concepci\u00f3n. Por eso el concilio de Efeso proclam\u00f3 en el a\u00f1o 431 que Mar\u00eda lleg\u00f3 a ser con toda verdad Madre de Dios mediante la concepci\u00f3n humana del Hijo de Dios en su seno: \u00abMadre de Dios, no porque el Verbo de Dios haya tomado de ella su naturaleza divina, sino porque es de ella, de quien tiene el cuerpo sagrado dotado de un alma racional, unido a la persona del Verbo, de quien se dice que el Verbo naci\u00f3 seg\u00fan la carne\u00bb (DS 251).<\/p>
467\u00a0 Los monofisitas afirmaban que la naturaleza humana hab\u00eda dejado de existir como tal\u00a0 en Cristo al ser asumida por su persona divina de Hijo de Dios. Enfrentado a esta herej\u00eda, el cuarto concilio ecum\u00e9nico, en Calcedonia, confes\u00f3 en el a\u00f1o 451:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Siguiendo, pues, a los Santos Padres, ense\u00f1amos un\u00e1nimemente que hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Se\u00f1or nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad, y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre compuesto de alma racional y\u00a0 cuerpo; consustancial con el Padre seg\u00fan la divinidad, y consustancial con nosotros seg\u00fan la humanidad, `en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado’ (Hb\u00a0 4, 15); nacido del Padre antes de todos los siglos seg\u00fan la divinidad; y por nosotros y por nuestra salvaci\u00f3n, nacido en los \u00faltimos tiempos de la Virgen Mar\u00eda, la Madre de Dios, seg\u00fan la humanidad. Se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Se\u00f1or, Hijo \u00fanico en dos naturalezas, sin confusi\u00f3n, sin cambio, sin divisi\u00f3n, sin separaci\u00f3n. La diferencia de naturalezas de ning\u00fan modo queda suprimida por su uni\u00f3n, sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas y confluyen en un solo sujeto y en una sola persona (DS 301-302).<\/p>
468\u00a0 Despu\u00e9s del concilio de Calcedonia, algunos concibieron la naturaleza humana de Cristo como una especie de sujeto personal. Contra \u00e9stos, el quinto concilio ecum\u00e9nico, en Constantinopla el a\u00f1o 553 confes\u00f3 a prop\u00f3sito de Cristo: \u00abNo hay m\u00e1s que una sola hip\u00f3stasis [o persona], que es nuestro Se\u00f1or Jesucristo, uno de la Trinidad\u00bb (DS 424). Por tanto, todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribu\u00eddo a su persona divina como a su propio sujeto\u00a0 (cf. ya Cc. Efeso: DS 255), no solamente los milagros sino tambi\u00e9n los sufrimientos (cf. DS 424) y la misma muerte: \u00abEl que ha sido crucificado en la carne, nuestro Se\u00f1or Jesucristo, es verdadero Dios, Se\u00f1or de la gloria y uno de la sant\u00edsima Trinidad\u00bb (DS 432).<\/p>
469\u00a0 La Iglesia confiesa as\u00ed que Jes\u00fas es inseparablemente verdadero Dios y verdadero hombre. El es verdaderamente el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, nuestro hermano, y eso sin dejar de ser Dios, nuestro Se\u00f1or:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abId quod fuit remansit et quod non fuit assumpsit\u00bb (\u00abPermaneci\u00f3 en lo que era y asumi\u00f3 lo que no era\u00bb),\u00a0 canta la liturgia romana (LH, ant\u00edfona de laudes del primero de enero; cf. S. Le\u00f3n Magno, serm. 21, 2-3). Y la liturgia de S. Juan Cris\u00f3stomo proclama y canta: \u00abOh Hijo Unico y Verbo de Dios, siendo inmortal te has dignado por nuestra salvaci\u00f3n encarnarte en la santa Madre de Dios, y siempre Virgen Mar\u00eda, sin\u00a0 mutaci\u00f3n te has hecho hombre, y has sido crucificado. Oh Cristo Dios, que por tu muerte has aplastado la muerte, que eres Uno de la Santa Trinidad, glorificado con el Padre y el Santo Esp\u00edritu, s\u00e1lvanos! (Tropario \u00abO monoghenis\u00bb).<\/p>
IV \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 COMO ES HOMBRE EL HIJO DE DIOS<\/p>
470\u00a0 Puesto que en la uni\u00f3n misteriosa de la Encarnaci\u00f3n \u00abla naturaleza humana ha sido asumida, no absorbida\u00bb (GS 22, 2), la Iglesia ha llegado a confesar con el correr de los siglos, la plena realidad del alma humana, con sus operaciones de inteligencia y de voluntad, y del cuerpo humano de Cristo. Pero paralelamente, ha tenido que recordar en cada ocasi\u00f3n que la naturaleza humana de Cristo pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido. Todo lo que es y hace en ella pertenece a \u00abuno de la Trinidad\u00bb. El Hijo de Dios comunica, pues, a su humanidad su propio modo personal de existir en la Trinidad. As\u00ed, en su alma como en su cuerpo, Cristo expresa humanamente\u00a0 las costumbres divinas de la Trinidad (cf. Jn 14, 9-10):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Hijo de Dios… trabaj\u00f3 con manos de hombre, pens\u00f3 con inteligencia de hombre, obr\u00f3 con voluntad de hombre, am\u00f3 con coraz\u00f3n de hombre. Nacido de la Virgen Mar\u00eda, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado (GS 22, 2).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El alma y el conocimiento humano de Cristo<\/p>
471\u00a0\u00a0 Apolinar de Laodicea afirmaba que en Cristo el Verbo hab\u00eda sustitu\u00eddo al alma o al esp\u00edritu. Contra este error la Iglesia confes\u00f3 que el Hijo eterno asumi\u00f3 tambi\u00e9n un alma racional humana (cf. DS 149).<\/p>
472\u00a0\u00a0 Este alma humana que el Hijo de Dios asumi\u00f3 est\u00e1 dotada de un verdadero conocimiento humano. Como tal, \u00e9ste no pod\u00eda ser de por s\u00ed ilimitado: se desenvolv\u00eda en las condiciones hist\u00f3ricas de su existencia en el espacio y en el tiempo. Por eso el Hijo de Dios, al hacerse hombre, quiso progresar \u00aben sabidur\u00eda, en estatura y en gracia\u00bb (Lc 2, 52) e igualmente adquirir aquello que en la condici\u00f3n humana se adquiere de manera experimental (cf. Mc 6, 38; 8, 27; Jn 11, 34; etc.). Eso … correspond\u00eda a la realidad de su anonadamiento voluntario en \u00abla condici\u00f3n de esclavo\u00bb (Flp 2, 7).<\/p>
473\u00a0\u00a0 Pero, al mismo tiempo, este conocimiento verdaderamente humano del Hijo de Dios expresaba la vida divina de su persona (cf. S. Gregorio Magno, ep 10,39: DS 475). \u00abLa naturaleza humana del Hijo de Dios, no por ella m isma sino por su uni\u00f3n con el Verbo, conoc\u00eda y manifestaba en ella todo lo que conviene a Dios\u00bb (S. M\u00e1ximo el Confesor, qu. dub. 66 ). Esto sucede ante todo en lo que se refiere al conocimiento \u00edntimo e inmediato que el Hijo de Dios hecho hombre tiene de su Padre (cf. Mc 14, 36; Mt 11, 27; Jn 1, 18; 8, 55; etc.). El Hijo, en su conocimiento humano, demostraba tambi\u00e9n la penetraci\u00f3n divina que ten\u00eda de los pensamientos secretos del coraz\u00f3n de los hombres (cf Mc 2, 8; Jn 2, 25; 6, 61; etc.).<\/p>
474\u00a0 Debido a su uni\u00f3n con la Sabidur\u00eda divina en la persona del Verbo encarnado, el conocimiento humano de Cristo gozaba en plenitud de la ciencia de los designios eternos que hab\u00eda venido a revelar (cf. Mc 8,31; 9,31; 10, 33-34; 14,18-20. 26-30). Lo que reconoce ignorar en este campo (cf. Mc 13,32), declara en otro lugar no tener misi\u00f3n de revelarlo (cf. Hch 1, 7).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La voluntad humana de Cristo<\/p>
475\u00a0\u00a0 De manera paralela, la Iglesia confes\u00f3 en el sexto concilio ecum\u00e9nico (Cc. de Constantinopla III en el a\u00f1o 681) que Cristo posee dos voluntades y dos operaciones naturales, divinas y humanas, no opuestas, sino cooperantes, de forma que el Verbo hecho carne, en su obediencia al Padre, ha querido humanamente todo lo que ha decidido divinamente con el Padre y el Esp\u00edritu Santo para nuestra salvaci\u00f3n (cf. DS 556-559). La voluntad humana de Cristo \u00absigue a su voluntad divina sin hacerle resistencia ni oposici\u00f3n, sino todo lo contrario estando subordinada a esta voluntad omnipotente\u00bb (DS 556).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El verdadero cuerpo de Cristo<\/p>
476\u00a0 Como el Verbo se hizo carne asumiendo una verdadera humanidad, el cuerpo de Cristo era limitado (cf. Cc. de Letr\u00e1n en el a\u00f1o 649: DS 504). Por eso se puede \u00abpintar la faz humana de Jes\u00fas (Ga 3,2). El s\u00e9ptimo Concilio ecum\u00e9nico (Cc. de Nicea II, en el a\u00f1o 787: DS 600-603) la Iglesia reconoci\u00f3 que es leg\u00edtima su representaci\u00f3n en im\u00e1genes sagradas.<\/p>
477\u00a0\u00a0 Al mismo tiempo, la Iglesia siempre ha admitido que, en el cuerpo de Jes\u00fas, Dios \u00abque era invisible en su naturaleza se hace visible\u00bb (Prefacio de Navidad). En efecto, las particularidades individuales del cuerpo de Cristo expresan la persona divina del Hijo de Dios. El ha hecho suyos los rasgos de su propio cuerpo humano hasta el punto de que, pintados en una imagen sagrada, pueden ser venerados porque el creyente que venera su imagen, \u00abvenera a la persona representada en ella\u00bb (Cc. Nicea II: DS 601).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Coraz\u00f3n del Verbo encarnado<\/p>
478\u00a0 Jes\u00fas, durante su vida, su agon\u00eda y su pasi\u00f3n nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: \u00abEl Hijo de Dios me am\u00f3 y se entreg\u00f3 a s\u00ed mismo por m\u00ed\u00bb (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un coraz\u00f3n humano. Por esta raz\u00f3n, el sagrado Coraz\u00f3n de Jes\u00fas, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvaci\u00f3n (cf. Jn 19, 34), \u00abes considerado como el principal indicador y s\u00edmbolo…del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres\u00bb (Pio XII, Enc.\u00bbHaurietis aquas\u00bb: DS 3924; cf. DS 3812).<\/p>
RESUMEN<\/p>
479\u00a0 En el momento establecido por Dios, el Hijo \u00fanico del Padre, la Palabra eterna, es decir, el Verbo e Imagen substancial del Padre, se hizo carne: sin perder la naturaleza divina asumi\u00f3 la naturaleza humana.<\/p>
480\u00a0 Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre en la unidad de su Persona divina; por esta raz\u00f3n \u00e9l es el \u00fanico Mediador entre Dios y los hombres.<\/p>
481\u00a0\u00a0 Jesucristo posee dos naturalezas, la divina y la humana, no confundidas, sino unidas en la \u00fanica Persona del Hijo de Dios.<\/p>
482\u00a0 Cristo, siendo verdadero Dios y verdadero hombre, tien e una inteligencia y una voluntad humanas, perfectamente de acuerdo y sometidas a su inteligencia y a su voluntad divinas que tiene en com\u00fan con el Padre y el Esp\u00edritu Santo.<\/p>
483\u00a0 La encarnaci\u00f3n es, pues, el misterio de la admirable uni\u00f3n de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la \u00fanica Persona del Verbo.<\/p>
P\u00e1rrafo 2 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201c… CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 ESPIRITU SANTO, NACIO DE SANTA<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 MARIA VIRGEN\u201d<\/p>
I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPIRITU<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 SANTO …<\/p>
484\u00a0 La anunciaci\u00f3n a Mar\u00eda inaugura la plenitud de \u00ablos tiempos\u00bb(Gal 4, 4), es decir el cumplimiento de las promesas y de los preparativos. Mar\u00eda es invitada a concebir a aquel en quien habitar\u00e1 \u00abcorporalmente la plenitud de la divinidad\u00bb (Col 2, 9). La respuesta divina a su \u00ab\u00bfC\u00f3mo ser\u00e1 esto, puesto que no conozco var\u00f3n?\u00bb (Lc 1, 34) se dio mediante el poder del Esp\u00edritu: \u00abEl Esp\u00edritu Santo vendr\u00e1 sobre ti\u00bb (Lc 1, 35).<\/p>
485\u00a0 La misi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo est\u00e1 siempre unida y ordenada a la del Hijo (cf. Jn 16, 14-15). El Esp\u00edritu Santo fue enviado para santificar el seno de la Virgen Mar\u00eda y fecundarla por obra divina, \u00e9l que es \u00abel Se\u00f1or que da la vida\u00bb, haciendo que ella conciba al Hijo eterno del Padre en una humanidad tomada de la suya.<\/p>
486\u00a0 El Hijo \u00fanico del Padre, al ser concebido como hombre en el seno de la Virgen Mar\u00eda es \u00abCristo\u00bb, es decir, el ungido por el Esp\u00edritu Santo (cf. Mt 1, 20; Lc 1, 35), desde el principio de su existencia humana, aunque su manifestaci\u00f3n no tuviera lugar sino progresivamente: a los pastores (cf. Lc 2,8-20), a los magos (cf. Mt 2, 1-12), a Juan Bautista (cf. Jn 1, 31-34), a los disc\u00edpulos (cf. Jn 2, 11). Por tanto, toda la vida de Jesucristo manifestar\u00e1 \u00abc\u00f3mo Dios le ungi\u00f3 con el Esp\u00edritu Santo y con poder\u00bb (Hch 10, 38).<\/p>
II \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 … NACIDO DE LA VIRGEN MARIA<\/p>
487\u00a0 Lo que la fe cat\u00f3lica cree acerca de Mar\u00eda se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que ense\u00f1a sobre Mar\u00eda ilumina a su vez la fe en Cristo.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La predestinaci\u00f3n de Mar\u00eda<\/p>
488\u00a0 \u00abDios envi\u00f3 a su Hijo\u00bb (Ga 4, 4), pero para\u00a0 \u00abformarle un cuerpo\u00bb (cf. Hb 10, 5) quiso la libre cooperaci\u00f3n de una criatura. Para eso desde toda la eternidad, Dios escogi\u00f3 para ser la Madre de su Hijo, a una hija de Israel, una joven jud\u00eda de Nazaret en Galilea, a \u00abuna virgen desposada con un hombre llamado Jos\u00e9, de la casa de David; el nombre de la virgen era Mar\u00eda\u00bb (Lc 1, 26-27):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la encarnaci\u00f3n para que, as\u00ed como una mujer contribuy\u00f3 a la muerte, as\u00ed tambi\u00e9n otra mujer contribuyera a la vida (LG 56; cf. 61).<\/p>
489\u00a0 A lo largo de toda la Antigua Alianza, la misi\u00f3n de Mar\u00eda fue preparada por la misi\u00f3n\u00a0 de algunas santas mujeres. Al principio de todo est\u00e1 Eva: a pesar de su desobediencia, recibe la promesa de una descendencia que ser\u00e1 vencedora del Maligno (cf. Gn 3, 15) y la de ser la Madre de todos los vivientes (cf. Gn 3, 20). En virtud de esta promesa, Sara concibe un hijo a pesar de su edad avanzada (cf. Gn 18, 10-14; 21,1-2). Contra toda expectativa humana, Dios escoge lo que era tenido por impotente y d\u00e9bil (cf. 1 Co 1, 27) para mostrar la fidelidad a su promesa: Ana, la madre de Samuel (cf. 1 S 1), D\u00e9bora, Rut, Judit, y Ester, y muchas otras mujeres. Mar\u00eda \u00absobresale entre los humildes y los pobres del Se\u00f1or, que esperan de \u00e9l con confianza la salvaci\u00f3n y la acogen. Finalmente, con ella, excelsa Hija de Si\u00f3n, despu\u00e9s de la larga espera de la promesa, se cumple el plazo y se inaugura el nuevo plan de salvaci\u00f3n\u00bb (LG 55).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Inmaculada Concepci\u00f3n<\/p>
490\u00a0 Para ser la Madre del Salvador, Mar\u00eda fue \u00abdotada por Dios con dones a la medida de una misi\u00f3n tan importante\u00bb (LG 56). El \u00e1ngel Gabriel en el momento de la anunciaci\u00f3n la saluda como \u00abllena de gracia\u00bb (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocaci\u00f3n era preciso que ella estuviese totalmente pose\u00edda por la gracia de Dios<\/p>
491\u00a0\u00a0 A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que Mar\u00eda \u00abllena de gracia\u00bb por Dios (Lc 1, 28) hab\u00eda sido redimida desde su concepci\u00f3n. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepci\u00f3n, proclamado en 1854 por el Papa P\u00edo IX:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 … la bienaventurada Virgen Mar\u00eda fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepci\u00f3n por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atenci\u00f3n a los m\u00e9ritos de Jesucristo Salvador del g\u00e9nero humano (DS 2803).<\/p>
492\u00a0 Esta \u00abresplandeciente santidad del todo singular\u00bb de la que ella fue \u00abenriquecida desde el primer instante de su concepci\u00f3n\u00bb (LG 56), le viene toda entera de Cristo: ella es \u00abredimida de la manera m\u00e1s sublime en atenci\u00f3n a los m\u00e9ritos de su Hijo\u00bb (LG 53). El Padre la ha \u00abbendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo\u00bb (Ef 1, 3) m\u00e1s que a ninguna otra persona creada. El la ha elegido en \u00e9l antes de la creaci\u00f3n del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor (cf. Ef 1, 4).<\/p>
493\u00a0 Los Padres de la tradici\u00f3n oriental llaman a la Madre de Dios \u00abla Toda Santa\u00bb (\u00abPanagia\u00bb), la celebran como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada por el Esp\u00edritu Santo y hecha una nueva criatura\u00bb (LG 56). Por la gracia de Dios, Mar\u00eda ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abH\u00e1gase en m\u00ed seg\u00fan tu palabra …\u00bb<\/p>
494\u00a0 Al anuncio de que ella dar\u00e1 a luz al \u00abHijo del Alt\u00edsimo\u00bb sin conocer var\u00f3n, por la virtud del Esp\u00edritu Santo (cf. Lc 1, 28-37), Mar\u00eda respondi\u00f3 por \u00abla obediencia de la fe\u00bb (Rm 1, 5), segura de que \u00abnada hay imposible para Dios\u00bb: \u00abHe aqu\u00ed la esclava del Se\u00f1or: h\u00e1gase en m\u00ed seg\u00fan tu palabra\u00bb (Lc 1, 37-38). As\u00ed dando su consentimiento a la palabra de Dios, Mar\u00eda lleg\u00f3 a ser Madre de Jes\u00fas y , aceptando de todo coraz\u00f3n la voluntad divina de salvaci\u00f3n, sin que ning\u00fan pecado se lo impidiera, se entreg\u00f3 a s\u00ed misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, para servir, en su dependencia y con \u00e9l, por la gracia de Dios, al Misterio de la Redenci\u00f3n (cf. LG 56):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ella, en efecto, como dice S. Ireneo, \u00abpor su obediencia fue causa de la salvaci\u00f3n propia y de la de todo el g\u00e9nero humano\u00bb. Por eso, no pocos Padres antiguos, en su predicaci\u00f3n, coincidieron con \u00e9l en afirmar \u00abel nudo de la desobediencia de Eva lo desat\u00f3 la obediencia de Mar\u00eda. Lo que at\u00f3 la virgen Eva por su falta de fe lo desat\u00f3 la Virgen Mar\u00eda por su fe\u00bb. Compar\u00e1ndola con Eva, llaman a Mar\u00eda `Madre de los vivientes’ y afirman con mayor frecuencia: \u00abla muerte vino por Eva, la vida por Mar\u00eda\u00bb. (LG. 56).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La maternidad divina de Mar\u00eda<\/p>
495\u00a0 Llamada en los Evangelios \u00abla Madre de Jes\u00fas\u00bb(Jn 2, 1; 19, 25; cf. Mt 13, 55, etc.), Mar\u00eda es aclamada bajo el impulso del Esp\u00edritu como \u00abla madre de mi Se\u00f1or\u00bb desde antes del nacimiento de su hijo (cf Lc 1, 43). En efecto, aqu\u00e9l que ella concibi\u00f3 como hombre, por obra del Esp\u00edritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo seg\u00fan la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Sant\u00edsima Trinidad. La Iglesia confiesa que Mar\u00eda es verdaderamente Madre de Dios [\u00abTheotokos\u00bb] (cf. DS 251).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La virginidad de Mar\u00eda<\/p>
496\u00a0 Desde las primeras formulaciones de la fe (cf. DS 10-64), la Iglesia ha confesado que Jes\u00fas fue concebido en el seno de la Virgen Mar\u00eda \u00fanicamente por el poder del Esp\u00edritu Santo, afirmando tambi\u00e9n el aspecto corporal de este suceso: Jes\u00fas fue concebido \u00ababsque semine ex Spiritu Sancto\u00bb (Cc Letr\u00e1n, a\u00f1o 649; DS 503), esto es, sin elemento humano, por obra del Esp\u00edritu Santo. Los Padres ven en la concepci\u00f3n virginal el signo de que es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la nuestra:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 As\u00ed, S. Ignacio de Antioqu\u00eda (comienzos del siglo II): \u00abEst\u00e1is firmemente convencidos acerca de que nuestro\u00a0 Se\u00f1or es verdaderamente de la raza de David seg\u00fan la carne (cf. Rm 1, 3), Hijo de Dios seg\u00fan la voluntad y el poder de Dios (cf. Jn 1, 13), nacido verdaderamente de una virgen, …Fue verdaderamente clavado por nosotros en su carne bajo Poncio Pilato … padeci\u00f3 verdaderamente, como tambi\u00e9n resucit\u00f3 verdaderamente\u00bb (Smyrn. 1-2).<\/p>
497\u00a0 Los relatos evang\u00e9licos (cf. Mt 1, 18-25; Lc 1, 26-38) presentan la concepci\u00f3n virginal como una obra divina que sobrepasa toda comprensi\u00f3n y toda posibilidad humanas (cf. Lc 1, 34): \u00abLo concebido en ella viene del Esp\u00edritu Santo\u00bb, dice el \u00e1ngel a Jos\u00e9 a prop\u00f3sito de Mar\u00eda, su desposada (Mt 1, 20). La Iglesia ve en ello el cumplimiento de la promesa divina hecha por el profeta Isa\u00edas: \u00abHe aqu\u00ed que la virgen concebir\u00e1 y dar\u00e1 a luz un Hijo\u00bb (Is 7, 14 seg\u00fan la traducci\u00f3n griega de Mt 1, 23).<\/p>
498\u00a0 A veces ha desconcertado el silencio del Evangelio de S. Marcos y de las cartas del Nuevo Testamento sobre la concepci\u00f3n virginal de Mar\u00eda. Tambi\u00e9n se ha podido plantear si no se tratar\u00eda en este caso de leyendas o de construcciones teol\u00f3gicas sin pretensiones hist\u00f3ricas. A lo cual hay que responder: La fe en la concepci\u00f3n virginal de Jes\u00fas ha encontrado viva oposici\u00f3n, burlas o incomprensi\u00f3n por parte de los no creyentes, jud\u00edos y paganos (cf. S. Justino, Dial 99, 7; Or\u00edgenes, Cels. 1, 32, 69; entre otros); no ha tenido su origen en la mitolog\u00eda pagana ni en una adaptaci\u00f3n de las ideas de su tiempo. El sentido de este misterio no es accesible m\u00e1s que a la fe que lo ve en ese \u00abnexo que re\u00fane entre s\u00ed los misterios\u00bb (DS 3016), dentro del conjunto de los Misterios de Cristo, desde su Encarnaci\u00f3n hasta su Pascua. S. Ignacio de Antioqu\u00eda da ya testimonio de este v\u00ednculo: \u00abEl pr\u00edncipe de este mundo ignor\u00f3 la virginidad de Mar\u00eda y su parto, as\u00ed como la muerte del Se\u00f1or: tres misterios resonantes que se realizaron en el silencio de Dios\u00bb (Eph. 19, 1;cf. 1 Co 2, 8).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Mar\u00eda, la \u00absiempre Virgen\u00bb<\/p>
499\u00a0 La profundizaci\u00f3n de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de Mar\u00eda (cf. DS 427) incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre (cf. DS 291; 294; 442; 503; 571; 1880). En efecto, el nacimiento de Cristo \u00ablejos de disminuir consagr\u00f3 la integridad virginal\u00bb de su madre (LG 57). La liturgia de la Iglesia celebra a Mar\u00eda como la \u00abAeiparthenos\u00bb, la \u00absiempre-virgen\u00bb (cf. LG 52).<\/p>
500\u00a0 A esto se objeta a veces que la Escritura menciona unos hermanos y hermanas de Jes\u00fas (cf. Mc 3, 31-55; 6, 3; 1 Co 9, 5; Ga 1, 19). La Iglesia siempre ha entendido estos pasajes como no referidos a otros hijos de la Virgen Mar\u00eda; en efecto, Santiago y Jos\u00e9 \u00abhermanos de Jes\u00fas\u00bb (Mt 13, 55) son los hijos de una Mar\u00eda disc\u00edpula de Cristo (cf. Mt 27, 56) que se designa de manera significativa como \u00abla otra Mar\u00eda\u00bb (Mt 28, 1). Se trata de parientes pr\u00f3ximos de Jes\u00fas, seg\u00fan una expresi\u00f3n conocida del Antiguo Testamento (cf. Gn 13, 8; 14, 16;29, 15; etc.).<\/p>
501\u00a0\u00a0 Jes\u00fas es el Hijo \u00fanico de Mar\u00eda. Pero la maternidad espiritual de Mar\u00eda se extiende (cf. Jn 19, 26-27; Ap 12, 17) a todos los hombres a los cuales, El vino a salvar: \u00abDio a luz al Hijo, al que Dios constituy\u00f3 el mayor de muchos hermanos (Rom 8,29), es decir, de los creyentes, a cuyo nacimiento y educaci\u00f3n colabora con amor de madre\u00bb (LG 63).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La maternidad virginal de Mar\u00eda en el designio de Dios<\/p>
502\u00a0 La mirada de la fe, unida al conjunto de la Revelaci\u00f3n, puede descubrir las razones misteriosas por las que Dios, en su designio salv\u00edfico, quiso que su Hijo naciera de una virgen. Estas razones se refieren tanto a la persona y a la misi\u00f3n redentora de Cristo como a la aceptaci\u00f3n por Mar\u00eda de esta misi\u00f3n para con los hombres.<\/p>
503\u00a0 La virginidad de Mar\u00eda manifiesta la iniciativa absoluta de Dios en la Encarnaci\u00f3n. Jes\u00fas no tiene como Padre m\u00e1s que a Dios (cf. Lc 2, 48-49). \u00abLa naturaleza humana que ha tomado no le ha alejado jam\u00e1s de su Padre …; consubstancial con su Padre en la divinidad, consubstancial con su Madre en nuestras humanidad, pero propiamente Hijo de Dios en sus dos naturalezas\u00bb (Cc. Friul en el a\u00f1o 796: DS 619).<\/p>
504\u00a0 Jes\u00fas fue concebido por obra del Esp\u00edritu Santo en el seno de la Virgen Mar\u00eda porque El es el Nuevo Ad\u00e1n (cf. 1 Co 15, 45) que inaugura la nueva creaci\u00f3n: \u00abEl primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo viene del cielo\u00bb (1 Co 15, 47). La humanidad de Cristo, desde su concepci\u00f3n, est\u00e1 llena del Esp\u00edritu Santo porque Dios \u00able da el Esp\u00edritu sin medida\u00bb (Jn 3, 34). De \u00absu plenitud\u00bb, cabeza de la humanidad redimida (cf Col 1, 18), \u00abhemos recibido todos gracia por gracia\u00bb (Jn 1, 16).<\/p>
505\u00a0 Jes\u00fas, el nuevo Ad\u00e1n, inaugura por su concepci\u00f3n virginal el nuevo nacimiento de los hijos de adopci\u00f3n en el Esp\u00edritu Santo por la fe \u00ab\u00bfC\u00f3mo ser\u00e1 eso?\u00bb (Lc 1, 34;cf. Jn 3, 9). La participaci\u00f3n en la vida divina no nace \u00abde la sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino de Dios\u00bb (Jn 1, 13). La acogida de esta vida es virginal porque toda ella es dada al hombre por el Esp\u00edritu. El sentido esponsal de la vocaci\u00f3n humana con relaci\u00f3n a Dios (cf. 2 Co 11, 2) se lleva a cabo perfectamente en la maternidad virginal de Mar\u00eda.<\/p>
506\u00a0 Mar\u00eda es virgen porque su virginidad es el signo de su fe \u00abno adulterada por duda alguna\u00bb (LG 63) y de su entrega total a la voluntad de Dios (cf. 1 Co 7, 34-35). Su fe es la que le hace llegar a ser la madre del Salvador: \u00abBeatior est Maria percipiendo fidem Christi quam concipiendo carnem Christi\u00bb (\u00abM\u00e1s bienaventurada es Mar\u00eda al recibir a Cristo por la fe que al concebir en su seno la carne de Cristo\u00bb (S. Agust\u00edn, virg. 3).<\/p>
507\u00a0 Mar\u00eda es a la vez virgen y madre porque ella es la figura y la m\u00e1s perfecta realizaci\u00f3n de la Iglesia (cf. LG 63): \u00abLa Iglesia se convierte en Madre por la palabra de Dios acogida con fe, ya que, por la predicaci\u00f3n y el bautismo, engendra para una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Esp\u00edritu Santo y nacidos de Dios. Tambi\u00e9n ella es virgen que guarda \u00edntegra y pura la fidelidad prometida al Esposo\u00bb (LG 64).<\/p>
RESUMEN<\/p>
508\u00a0 De la descendencia de Eva, Dios eligi\u00f3 a la Virgen Mar\u00eda para ser la Madre de su Hijo. Ella, \u00abllena de gracia\u00bb, es \u00abel fruto excelente de la redenci\u00f3n\u00bb (SC 103); desde el primer instante de su concepci\u00f3n, fue totalmente preservada de la mancha del pecado original y permaneci\u00f3 pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.<\/p>
509\u00a0 Mar\u00eda es verdaderamente \u00abMadre de Dios\u00bb porque es la madre del Hijo eterno de Dios hecho hombre, que es Dios mismo.<\/p>
510\u00a0\u00a0 Mar\u00eda \u00abfue Virgen al concebir a su Hijo, Virgen al parir, Virgen durante el embarazo, Virgen despu\u00e9s del parto, Virgen siempre\u00bb (S. Agust\u00edn, serm. 186, 1): Ella, con todo su ser, es \u00abla esclava del Se\u00f1or\u00bb (Lc 1, 38).<\/p>
511\u00a0\u00a0\u00a0 La Virgen Mar\u00eda \u00abcolabor\u00f3 por su fe y obediencia libres a la salvaci\u00f3n de los hombres\u00bb (LG 56). Ella pronunci\u00f3 su \u00abfiat\u00bb \u00abloco totius humanae naturae\u00bb (\u00abocupando el lugar de toda la naturaleza humana\u00bb) (Santo Tom\u00e1s, s.th. 3, 30, 1 ): Por su obediencia, Ella se convirti\u00f3 en la nueva Eva, madre de los vivientes.<\/p>
P\u00e1rrafo 3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO<\/p>
512\u00a0\u00a0 Respecto a la vida de Cristo, el S\u00edmbolo de la Fe no habla m\u00e1s que de los misterios de la Encarnaci\u00f3n (concepci\u00f3n y nacimiento) y de la Pascua (pasi\u00f3n, crucifixi\u00f3n, muerte, sepultura, descenso a los infiernos, resurrecci\u00f3n, ascensi\u00f3n). No dice nada expl\u00edcitamente de los misterios de la vida oculta y p\u00fablica de Jes\u00fas, pero los art\u00edculos de la fe referente a la Encarnaci\u00f3n y a la Pascua de Jes\u00fas iluminan toda la vida terrena de Cristo. \u00abTodo lo que Jes\u00fas hizo y ense\u00f1\u00f3 desde el principio hasta el d\u00eda en que … fue llevado al cielo\u00bb (Hch 1, 1-2) hay que verlo a la luz de los misterios de Navidad y de Pascua.<\/p>
513\u00a0\u00a0 La Catequesis, seg\u00fan las circunstancias, debe presentar toda la riqueza de los Misterios de Jes\u00fas. Aqu\u00ed basta indicar algunos elementos comunes a todos los Misteri os de la vida de Cristo (I), para esbozar a continuaci\u00f3n los principales misterios de la vida oculta (II) y p\u00fablica (III) de Jes\u00fas.<\/p>
I \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 TODA LA VIDA DE CRISTO ES MISTERIO<\/p>
514\u00a0\u00a0 Muchas de las cosas respecto a Jes\u00fas que interesan a la curiosidad humana no figuran en el Evangelio. Casi nada se dice sobre su vida en Nazaret, e incluso una gran parte de la vida p\u00fablica no se narra (cf. Jn 20, 30). Lo que se ha escrito en los Evangelios lo ha sido \u00abpara que cre\u00e1is que Jes\u00fas es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo teng\u00e1is vida en su nombre\u00bb (Jn 20, 31).<\/p>
515\u00a0 Los Evangelios fueron escritos por hombres que pertenecieron al grupo de los primeros que tuvieron fe (cf. Mc 1, 1; Jn 21, 24) y quisieron compartirla con otros. Habiendo conocido por la fe qui\u00e9n es Jes\u00fas, pudieron ver y hacer ver los rasgos de su Misterio durante toda su vida terrena. Desde los pa\u00f1ales de su natividad (Lc 2, 7) hasta el vinagre de su Pasi\u00f3n (cf. Mt 27, 48) y el sudario de su resurrecci\u00f3n (cf. Jn 20, 7), todo en la vida de Jes\u00fas es signo de su Misterio. A trav\u00e9s de sus gestos, sus milagros y sus palabras, se ha revelado que \u00aben \u00e9l reside toda la plenitud de la Divinidad corporalmente\u00bb (Col 2, 9). Su humanidad aparece as\u00ed como el \u00absacramento\u00bb, es decir, el signo y el instrumento de su divinidad y de la salvaci\u00f3n que trae consigo: lo que hab\u00eda de visible en su vida terrena conduce al misterio invisible de su filiaci\u00f3n divina y de su misi\u00f3n redentora.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los rasgos comunes en los Misterios de Jes\u00fas<\/p>
516 \u00a0 Toda la vida de Cristo es Revelaci\u00f3n del Padre: sus palabras y sus obras, sus silencios y sus sufrimientos, su manera de ser y de hablar. Jes\u00fas puede decir: \u00abQuien me ve a m\u00ed, ve al Padre\u00bb (Jn 14, 9), y el Padre: \u00abEste es mi Hijo amado; escuchadle\u00bb (Lc 9, 35). Nuestro Se\u00f1or, al haberse hecho para cumplir la voluntad del Padre (cf. Hb 10,5-7), nos \u00abmanifest\u00f3 el amor que nos tiene\u00bb (1 Jn 4,9) con los menores rasgos de sus misterios.<\/p>
517\u00a0\u00a0 Toda la vida de Cristo es Misterio de Redenci\u00f3n. La Redenci\u00f3n nos viene ante todo por la sangre de la cruz (cf. Ef 1, 7; Col 1, 13-14; 1 P 1, 18-19), pero este misterio est\u00e1 actuando en toda la vida de Cristo: ya en su Encarnaci\u00f3n porque haci\u00e9ndose pobre nos enriquece con su pobreza (cf. 2 Co 8, 9); en su vida oculta donde repara nuestra insumisi\u00f3n\u00a0 mediante su sometimiento (cf. Lc 2, 51); en su palabra que purifica a sus oyentes (cf. Jn 15,3); en sus curaciones y en sus exorcismos, por las cuales \u00ab\u00e9l tom\u00f3 nuestras flaquezas y carg\u00f3 con nuestras enfermedades\u00bb (Mt 8, 17; cf. Is 53, 4); en su Resurrecci\u00f3n, por medio de la cual nos justifica (cf. Rm 4, 25).<\/p>
518\u00a0\u00a0 Toda la vida de Cristo es Misterio de Recapitulaci\u00f3n. Todo lo que Jes\u00fas hizo, dijo y sufri\u00f3, tuvo como finalidad restablecer al hombre ca\u00eddo en su vocaci\u00f3n primera:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cuando se encarn\u00f3 y se hizo hombre, recapitul\u00f3 en s\u00ed mismo la larga historia de la humanidad procur\u00e1ndonos en su propia historia la salvaci\u00f3n de todos, de suerte que lo que perdimos en Ad\u00e1n, es decir, el ser imagen y semejanza de Dios, lo recuperamos en Cristo Jes\u00fas (S. Ireneo, haer. 3, 18, 1). Por lo dem\u00e1s, esta es la raz\u00f3n por la cual Cristo ha vivido todas las edades de la vida humana, devolviendo as\u00ed a todos los hombres la comuni\u00f3n con Dios (ibid. 3,18,7; cf. 2, 22, 4).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Nuestra comuni\u00f3n en los Misterios de Jes\u00fas<\/p>
519\u00a0\u00a0 Toda la riqueza de Cristo \u00abes para todo hombre y constituye el bien de cada uno\u00bb (RH 11). Cristo no vivi\u00f3 su vida para s\u00ed mismo, sino para nosotros, desde su Encarnaci\u00f3n \u00abpor nosotros los hombres y por nuestra salvaci\u00f3n\u00bb hasta su muerte \u00abpor nuestros pecados\u00bb (1 Co 15, 3) y en su Resurrecci\u00f3n para nuestra justificaci\u00f3n (Rom 4,25). Todav\u00eda ahora, es \u00abnuestro abogado cerca del Padre\u00bb (1 Jn 2, 1), \u00abestando siempre vivo para interceder en nuestro favor\u00bb\u00a0 (Hb 7, 25). Con todo lo que vivi\u00f3 y sufri\u00f3 por nosotros de una vez por todas, permanece presente para siempre \u00abante el acatamiento de Dios en favor nuestro\u00bb (Hb 9, 24).<\/p>
520\u00a0 Toda su vida, Jes\u00fas se muestra como nuestro modelo (cf. Rm 15,5; Flp 2, 5): \u00e9l es el \u00abhombre perfecto\u00bb (GS 38) que nos invita a ser sus disc\u00edpulos y a seguirle: con su anonadamiento, nos ha dado un ejemplo que imitar (cf. Jn 13, 15); con su oraci\u00f3n atrae a la oraci\u00f3n (cf. Lc 11, 1); con su pobreza, llama a aceptar libremente la privaci\u00f3n y las persecuciones (cf. Mt 5, 11-12).<\/p>
521\u00a0\u00a0 Todo lo que Cristo vivi\u00f3 hace que podamos vivirlo en El y que El lo viva en nosotros. \u00abEl Hijo de Dios con su encarnaci\u00f3n se ha unido en cierto modo con todo hombre\u00bb(GS 22, 2). Estamos llamados a no ser m\u00e1s que una sola cosa con \u00e9l; nos hace comulgar en cuanto miembros de su Cuerpo en lo que \u00e9l vivi\u00f3 en su carne por nosotros y como modelo nuestro:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Debemos continuar y cumplir en nosotros los estados y Misterios de Jes\u00fas, y pedirle con frecuencia que los realice y lleve a plenitud en nosotros y en toda su Iglesia … Porque el Hijo de Dios tiene el designio de hacer participar y de extender y continuar sus Misterios en nosotros y en toda su Iglesia por las gracias que \u00e9l quiere comunicarnos y por los efectos que quiere obrar en nosotros gracias a estos Misterios. Y por este medio quiere cumplirlos en nosotros (S. Juan Eudes, regn.)<\/p>
II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS MISTERIOS DE LA INFANCIA<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y DE LA VIDA OCULTA DE JESUS<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los preparativos<\/p>
522\u00a0\u00a0 La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos. Ritos y sacrificios, figuras y s\u00edmbolos de la \u00abPrimera Alianza\u00bb(Hb 9,15), todo lo hace converger hacia Cristo; anuncia esta venida por boca de los profetas que se suceden en Israel. Adem\u00e1s,\u00a0 despierta en el coraz\u00f3n de los paganos una espera, a\u00fan confusa, de esta venida.<\/p>
523\u00a0 San Juan Bautista es el precursor (cf. Hch 13, 24) inmediato del Se\u00f1or, enviado para prepararle el camino (cf. Mt 3, 3). \u00abProfeta del Alt\u00edsimo\u00bb (Lc 1, 76), sobrepasa a todos los profetas (cf. Lc 7, 26), de los que es el \u00faltimo (cf.Mt 11, 13), e inaugura el Evangelio (cf. Hch 1, 22;Lc 16,16); desde el seno de su madre ( cf. Lc 1,41) saluda la venida de Cristo\u00a0 y encuentra su alegr\u00eda en ser \u00abel amigo del esposo\u00bb (Jn 3, 29) a quien se\u00f1ala como \u00abel Cordero de Dios que quita el pecado del mundo\u00bb (Jn 1, 29). Precediendo a Jes\u00fas \u00abcon el esp\u00edritu y el poder de El\u00edas\u00bb (Lc 1, 17), da testimonio de \u00e9l mediante su predicaci\u00f3n, su bautismo de conversi\u00f3n y finalmente con su martirio (cf. Mc 6, 17-29).<\/p>
524\u00a0\u00a0 Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mes\u00edas: participando en la larga preparaci\u00f3n de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida (cf. Ap 22, 17). Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la Iglesia se une al deseo de \u00e9ste: \u00abEs preciso que El crezca y que yo disminuya\u00bb (Jn 3, 30).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Misterio de Navidad<\/p>
525\u00a0\u00a0 Jes\u00fas naci\u00f3 en la humildad de un establo, de una familia\u00a0 pobre (cf. Lc 2, 6-7); unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo (cf. Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Virgen da hoy a luz al Eterno<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y la tierra ofrece una gruta al Inaccesible.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los \u00e1ngeles y los pastores le alaban<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y los magos avanzan con la estrella.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Porque T\u00fa has nacido para nosotros,<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ni\u00f1o peque\u00f1o, \u00a1Dios eterno!<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (Kontakion, de Romanos el Mel\u00f3dico)<\/p>
526\u00a0 \u00abHacerse ni\u00f1o\u00bb con relaci\u00f3n a Dios es la condici\u00f3n para\u00a0 entrar en el Reino (cf. Mt 18, 3-4); para eso es necesario abajarse (cf. Mt 23, 12), hacerse peque\u00f1o; m\u00e1s todav\u00eda: es necesario \u00abnacer de lo alto\u00bb (Jn 3,7), \u00abnacer de Dios\u00bb (Jn 1, 13) para \u00abhacerse hijos de Dios\u00bb (Jn 1, 12). El Misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo \u00abtoma forma\u00bb en nosotros (Ga 4, 19). Navidad es el Misterio de este \u00abadmirable intercambio\u00bb:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 O admirabile commercium! El Creador del g\u00e9nero humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de var\u00f3n, nos da parte en su divinidad (LH, ant\u00edfona de la octava de Navidad).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los Misterios de la Infancia de Jes\u00fas<\/p>
527\u00a0\u00a0 La Circuncisi\u00f3n de Jes\u00fas, al octavo d\u00eda de su nacimiento (cf. Lc 2, 21) es se\u00f1al de su inserci\u00f3n en la descendencia de Abraham, en el pueblo de la Alianza, de su sometimiento a la Ley (cf. Ga 4, 4) y de su consagraci\u00f3n al culto de Israel en el que participar\u00e1 durante toda su vida. Este signo prefigura \u00abla circuncisi\u00f3n en Cristo\u00bb que es el Bautismo (Col 2, 11-13).<\/p>
528\u00a0 La Epifan\u00eda es la manifestaci\u00f3n de Jes\u00fas como Mes\u00edas de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Con el bautismo de Jes\u00fas en el Jord\u00e1n y las bodas de Can\u00e1 (cf. LH Ant\u00edfona del Magnificat de las segundas v\u00edsperas de Epifan\u00eda), la Epifan\u00eda celebra la adoraci\u00f3n de Jes\u00fas por unos \u00abmagos\u00bb venidos de Oriente (Mt 2, 1) En estos \u00abmagos\u00bb, representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la Encarnaci\u00f3n, la Buena Nueva de la salvaci\u00f3n. La llegada de los magos a Jerusal\u00e9n para \u00abrendir homenaje al rey de los Jud\u00edos\u00bb (Mt 2, 2) muestra que buscan en Israel, a la luz mesi\u00e1nica de la estrella de David (cf. Nm 24, 17; Ap 22, 16) al que ser\u00e1 el rey de las naciones (cf. Nm 24, 17-19). Su venida significa que los gentiles no pueden descubrir a Jes\u00fas y adorarle como Hijo de Dios y Salvador del mundo sino volvi\u00e9ndose hacia los jud\u00edos (cf. Jn 4, 22) y recibiendo de ellos su promesa mesi\u00e1nica tal como est\u00e1 contenida en el Antiguo Testamento (cf. Mt 2, 4-6). La Epifan\u00eda manifiesta que \u00abla multitud de los gentiles entra en la familia de los patriarcas\u00bb(S. Le\u00f3n Magno, serm.23 ) y adquiere la \u00abisraelitica dignitas\u00bb (MR, Vigilia pascual 26: oraci\u00f3n despu\u00e9s de la tercera lectura).<\/p>
529 La Presentaci\u00f3n de Jes\u00fas en el templo (cf.Lc 2, 22-39) lo muestra como el Primog\u00e9nito que pertenece al Se\u00f1or (cf. Ex 13,2.12-13). Con Sime\u00f3n y Ana toda la expectaci\u00f3n de Israel es la que viene al Encuentro de su Salvador (la tradici\u00f3n bizantina llama as\u00ed a este acontecimiento). Jes\u00fas es reconocido como el Mes\u00edas tan esperado, \u00abluz de las naciones\u00bb y \u00abgloria de Israel\u00bb, pero tambi\u00e9n \u00absigno de contradicci\u00f3n\u00bb. La espada de dolor predicha a Mar\u00eda anuncia otra oblaci\u00f3n, perfecta y \u00fanica, la de la Cruz que dar\u00e1 la salvaci\u00f3n que Dios ha preparado \u00abante todos los pueblos\u00bb.<\/p>
530 La Huida a Egipto y la matanza de los inocentes (cf. Mt 2, 13-18) manifiestan la oposici\u00f3n de las tinieblas a la luz: \u00abVino a su Casa, y los suyos no lo recibieron\u00bb(Jn 1, 11). Toda la vida de Cristo estar\u00e1 bajo el signo de la persecuci\u00f3n. Los suyos la comparten con \u00e9l (cf. Jn 15, 20). Su vuelta de Egipto (cf. Mt 2, 15) recuerda el Exodo (cf. Os 11, 1) y presenta a\u00a0 Jes\u00fas como el liberador definitivo.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los misterios de la vida oculta de Jes\u00fas<\/p>
531 \u00a0 Jes\u00fas comparti\u00f3, durante la mayor parte de su vida, la condici\u00f3n de la inmensa mayor\u00eda de los hombres: una vida cotidiana sin aparente importancia, vida de trabajo manual, vida religiosa jud\u00eda sometida a la ley de Dios (cf. Ga 4, 4), vida en la comunidad. De todo este per\u00edodo se nos dice que Jes\u00fas estaba \u00absometido\u00bb a sus padres y que \u00abprogresaba en sabidur\u00eda, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres\u00bb (Lc 2, 51-52).<\/p>
532 \u00a0 Con la sumisi\u00f3n a su madre, y a su padre legal, Jes\u00fas cumple con perfecci\u00f3n el cuarto mandamiento. Es la imagen temporal de su obediencia filial a su Padre celestial. La sumisi\u00f3n cotidiana de Jes\u00fas a Jos\u00e9 y a Mar\u00eda anunciaba y anticipaba la sumisi\u00f3n del Jueves Santo: \u00abNo se haga mi voluntad …\u00bb(Lc 22, 42). La obediencia de Cristo en lo cotidiano de la vida oculta inaugurada ya la obra de restauraci\u00f3n de lo que la desobediencia de Ad\u00e1n hab\u00eda destruido (cf. Rm 5, 19).<\/p>
533\u00a0\u00a0 La vida oculta de Nazaret permite a todos entrar en comuni\u00f3n con Jes\u00fas a trav\u00e9s de los caminos m\u00e1s ordinarios de la vida humana:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Nazaret es la escuela donde se comienza a entender\u00a0 la vida de Jes\u00fas: la escuela del Evangelio …Una lecci\u00f3n de silencio ante todo. Que nazca en nosotros\u00a0 la estima del silencio, esta condici\u00f3n del esp\u00edritu\u00a0 admirable e inestimable … Una lecci\u00f3n de vida familiar. Que Nazaret nos ense\u00f1e lo que es la familia, su comuni\u00f3n de amor, su austera y sencilla belleza, su car\u00e1cter sagrado e inviolable … Una lecci\u00f3n de trabajo. Nazaret, oh casa del \u00abHijo del Carpintero\u00bb, aqu\u00ed es donde querr\u00edamos comprender y celebrar la ley severa y redentora del trabajo humano …; c\u00f3mo querr\u00edamos, en fin, saludar aqu\u00ed a todos los trabajadores del mundo entero y ense\u00f1arles su gran\u00a0 modelo, su hermano divino (Pablo VI, discurso 5 enero 1964 en Nazaret).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 534\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El hallazgo de Jes\u00fas en el Templo (cf. Lc 2, 41-52) es el \u00fanico suceso que rompe el silencio de los Evangelios sobre los a\u00f1os ocultos de Jes\u00fas. Jes\u00fas deja entrever en ello el misterio de su consagraci\u00f3n total a una misi\u00f3n derivada de su filiaci\u00f3n divina: \u00ab\u00bfNo sab\u00edais que me debo a los asuntos de mi Padre?\u00bb Mar\u00eda y Jos\u00e9 \u00abno comprendieron\u00bb esta palabra, pero la acogieron en la fe, y Mar\u00eda \u00abconservaba cuidadosamente todas las cosas en su coraz\u00f3n\u00bb, a lo largo de todos los a\u00f1os en que Jes\u00fas permaneci\u00f3 oculto en el silencio de una vida ordinaria.<\/p>
III \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS MISTERIOS DE LA VIDA PUBLICA DE JESUS<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Bautismo de Jes\u00fas<\/p>
535\u00a0\u00a0 El comienzo (cf. Lc 3, 23) de la vida p\u00fablica de Jes\u00fas es su bautismo por Juan en el Jord\u00e1n (cf. Hch 1, 22). Juan proclamaba \u00abun bautismo de conversi\u00f3n para el perd\u00f3n de los pecados\u00bb (Lc 3, 3). Una multitud de pecadores, publicanos y soldados (cf. Lc 3, 10-14), fariseos y saduceos (cf. Mt 3, 7) y prostitutas (cf. Mt 21, 32) viene a hacerse bautizar por \u00e9l. \u00abEntonces aparece Jes\u00fas\u00bb. El Bautista duda. Jes\u00fas insiste y recibe el bautismo. Entonces el Esp\u00edritu Santo, en forma de paloma, viene sobre Jes\u00fas, y la voz del cielo proclama que \u00e9l es \u00abmi Hijo amado\u00bb (Mt 3, 13-17). Es la manifestaci\u00f3n (\u00abEpifan\u00eda\u00bb) de Jes\u00fas como Mes\u00edas de Israel e Hijo de Dios.<\/p>
536\u00a0 El bautismo de Jes\u00fas es, por su parte, la aceptaci\u00f3n y la inauguraci\u00f3n de su misi\u00f3n de Siervo doliente. Se\u00a0 deja contar entre los pecadores (cf. Is 53, 12); es ya \u00abel Cordero de Dios que quita el pecado del mundo\u00bb (Jn 1, 29); anticipa ya el \u00abbautismo\u00bb de su muerte sangrienta (cf Mc 10, 38; Lc 12, 50). Viene ya a \u00abcumplir toda justicia\u00bb (Mt 3, 15), es decir, se somete enteramente a la voluntad de su Padre: por amor acepta el bautismo de muerte para la remisi\u00f3n de nuestros pecados (cf. Mt 26, 39). A esta aceptaci\u00f3n responde la voz del Padre que pone toda su complacencia en su Hijo (cf. Lc 3, 22; Is 42, 1). El Esp\u00edritu que Jes\u00fas posee en plenitud desde su concepci\u00f3n viene a \u00abposarse\u00bb sobre \u00e9l (Jn 1, 32-33; cf. Is 11, 2). De \u00e9l manar\u00e1 este Esp\u00edritu para toda la humanidad. En su bautismo, \u00abse abrieron los cielos\u00bb (Mt 3, 16) que el pecado de Ad\u00e1n hab\u00eda cerrado; y las aguas fueron santificadas por el descenso de Jes\u00fas y del Esp\u00edritu como preludio de la nueva creaci\u00f3n.<\/p>
\u00a0537\u00a0 Por el bautismo, el cristiano se asimila sacramentalmente a Jes\u00fas que anticipa en su bautismo su muerte y su resurrecci\u00f3n: debe entrar en este misterio de rebajamiento humilde y de arrepentimiento, descender al agua con Jes\u00fas, para subir con \u00e9l, renacer del agua y del Esp\u00edritu para convertirse, en el Hijo, en hijo amado del Padre y \u00abvivir una vida nueva\u00bb (Rm 6, 4):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Enterr\u00e9monos con Cristo por el Bautismo, para resucitar con \u00e9l; descendamos con \u00e9l para ser ascendidos con \u00e9l; ascendamos con \u00e9l para ser glorificados con \u00e9l (S. Gregorio Nacianc. Or. 40, 9).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Todo lo que aconteci\u00f3 en Cristo nos ense\u00f1a que despu\u00e9s del ba\u00f1o de agua, el Esp\u00edritu Santo desciende sobre nosotros desde lo alto del cielo y que, adoptados por la Voz del Padre, llegamos a ser hijos de Dios. (S. Hilario, Mat 2).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las Tentaciones de Jes\u00fas<\/p>
538 Los Evangelios hablan de un tiempo de soledad de Jes\u00fas en el desierto inmediatamente despu\u00e9s de su bautismo por Juan: \u00abImpulsado por el Esp\u00edritu\u00bb al desierto, Jes\u00fas permanece all\u00ed sin comer durante cuarenta d\u00edas; vive entre los animales y los \u00e1ngeles le serv\u00edan (cf. Mc 1, 12-13). Al final de este tiempo, Satan\u00e1s le tienta tres veces tratando de poner a prueba su actitud filial hacia Dios. Jes\u00fas rechaza estos ataques que recapitulan las tentaciones de Ad\u00e1n en el Para\u00edso y las de Israel en el desierto, y el diablo se aleja de \u00e9l \u00abhasta el tiempo determinado\u00bb (Lc 4, 13).<\/p>
539\u00a0 Los evangelistas indican el sentido salv\u00edfico de este acontecimiento misterioso. Jes\u00fas es el nuevo Ad\u00e1n que permaneci\u00f3 fiel all\u00ed donde el primero sucumbi\u00f3 a la tentaci\u00f3n. Jes\u00fas cumpli\u00f3 perfectamente la vocaci\u00f3n de Israel: al contrario de los que anteriormente provocaron a Dios durante cuarenta a\u00f1os por el desierto (cf. Sal 95, 10), Cristo se revela como el Siervo de Dios totalmente obediente a la voluntad divina. En esto Jes\u00fas es vencedor del diablo; \u00e9l ha \u00abatado al hombre fuerte\u00bb para despojarle de lo que se hab\u00eda apropiado (Mc 3, 27). La victoria de Jes\u00fas en el desierto sobre el Tentador es un anticipo de la victoria de la Pasi\u00f3n, suprema obediencia de su amor filial al Padre.<\/p>
540\u00a0 La tentaci\u00f3n de Jes\u00fas manifiesta la manera que tiene de ser Mes\u00edas el Hijo de Dios, en oposici\u00f3n a la que le propone Satan\u00e1s y a la que los hombres (cf Mt 16, 21-23) le quieren atribuir. Es por eso por lo que Cristo venci\u00f3 al Tentador a favor nuestro: \u00abPues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado\u00bb (Hb 4, 15). La Iglesia se une todos los a\u00f1os, durante los cuarenta d\u00edas de Cuaresma, al Misterio de Jes\u00fas en el desierto.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abEl Reino de Dios est\u00e1 cerca\u00bb<\/p>
541\u00a0\u00a0 \u00abDespu\u00e9s que Juan fue preso, march\u00f3 Jes\u00fas a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios est\u00e1 cerca; convert\u00edos y creed en la Buena Nueva\u00bb (Mc 1, 15). \u00abCristo, por tanto, para hacer la voluntad del Padre, inaugur\u00f3 en la tierra el Reino de los cielos\u00bb (LG 3). Pues bien, la voluntad del Padre es \u00abelevar a los hombres a la participaci\u00f3n de la vida divina\u00bb (LG 2). Lo hace reuniendo a los hombres en torno a su Hijo, Jesucristo. Esta reuni\u00f3n es la Iglesia, que es sobre la tierra \u00abel germen y el comienzo de este Reino\u00bb (LG 5).<\/p>
542\u00a0\u00a0 Cristo es el coraz\u00f3n mismo de esta reuni\u00f3n de los hombres como \u00abfamilia de Dios\u00bb. Los convoca en torno a \u00e9l por su palabra, por sus se\u00f1ales que manifiestan el reino de Dios, por el env\u00edo de sus disc\u00edpulos. Sobre todo, \u00e9l realizar\u00e1 la venida de su Reino por medio del gran Misterio de su Pascua: su muerte en la Cruz y su Resurrecci\u00f3n. \u00abCuando yo sea levantado de la tierra, atraer\u00e9 a todos hacia m\u00ed\u00bb (Jn 12, 32). A esta uni\u00f3n con Cristo est\u00e1n llamados todos los hombres (cf. LG 3).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El anuncio del Reino de Dios<\/p>
543\u00a0\u00a0 Todos los hombres est\u00e1n llamados a entrar en el Reino. Anunciado en primer lugar a los hijos de Israel (cf. Mt 10, 5-7), este reino mesi\u00e1nico est\u00e1 destinado a acoger a los hombres de todas las naciones (cf. Mt 8, 11; 28, 19). Para entrar en \u00e9l, es necesario acoger la palabra de Jes\u00fas:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: los que escuchan con fe y se unen al peque\u00f1o reba\u00f1o de Cristo han acogido el Reino; despu\u00e9s la semilla, por s\u00ed misma, germina y crece hasta el tiempo de la siega (LG 5).<\/p>
544\u00a0 El Reino pertenece a los pobres y a los peque\u00f1os, es decir a los que lo acogen con un coraz\u00f3n humilde. Jes\u00fas fue enviado para \u00abanunciar la Buena Nueva a los pobres\u00bb (Lc 4, 18; cf. 7, 22). Los declara bienaventurados porque de \u00abellos es el Reino de los cielos\u00bb (Mt 5, 3); a los \u00abpeque\u00f1os\u00bb es a quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas que ha ocultado a los sabios y prudentes (cf. Mt 11, 25). Jes\u00fas, desde el pesebre hasta la cruz comparte la vida de los pobres; conoce el hambre (cf. Mc 2, 23-26; Mt 21,18), la sed (cf. Jn 4,6-7; 19,28) y la privaci\u00f3n (cf. Lc 9, 58). A\u00fan m\u00e1s: se identifica con los pobres de todas clases y hace del amor activo hacia ellos la condici\u00f3n para entrar en su Reino (cf. Mt 25, 31-46).<\/p>
545 \u00a0 Jes\u00fas invita a los pecadores al banquete del Reino: \u00abNo he venido a llamar a justos sino a pecadores\u00bb (Mc 2, 17; cf. 1 Tim 1, 15). Les invita a la conversi\u00f3n, sin la cual no se puede entrar en el Reino, pero les muestra de palabra y con hechos la misericordia sin l\u00edmites de su Padre hacia ellos (cf. Lc 15, 11-32) y la inmensa \u00abalegr\u00eda en el cielo por un solo pecador que se convierta\u00bb (Lc 15, 7). La prueba suprema de este amor ser\u00e1 el sacrificio de su propia vida \u00abpara remisi\u00f3n de los pecados\u00bb (Mt 26, 28).<\/p>
546\u00a0 Jes\u00fas llama a entrar en el Reino a trav\u00e9s de las par\u00e1bolas, rasgo t\u00edpico de su ense\u00f1anza (cf. Mc 4, 33-34). Por medio de ellas invita al banquete del Reino(cf. Mt 22, 1-14), pero exige tambi\u00e9n una elecci\u00f3n radical para alcanzar el Reino, es necesario darlo todo (cf. Mt 13, 44-45); las palabras no bastan, hacen falta obras (cf. Mt 21, 28-32). Las par\u00e1bolas son como un espejo para el hombre: \u00bfacoge la palabra como un suelo duro o como una buena tierra (cf. Mt 13, 3-9)? \u00bfQu\u00e9 hace con los talentos recibidos (cf. Mt 25, 14-30)? Jes\u00fas y la presencia del Reino en este mundo est\u00e1n secretamente en el coraz\u00f3n de las par\u00e1bolas. Es preciso entrar en el Reino, es decir, hacerse disc\u00edpulo de Cristo para \u00abconocer los Misterios del Reino de los cielos\u00bb (Mt 13, 11). Para los que est\u00e1n \u00abfuera\u00bb (Mc 4, 11), la ense\u00f1anza de las par\u00e1bolas es algo enigm\u00e1tico (cf. Mt 13, 10-15).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los signos del Reino de Dios<\/p>
547\u00a0\u00a0 Jes\u00fas acompa\u00f1a sus palabras con numerosos \u00abmilagros, prodigios y signos\u00bb (Hch 2, 22) que manifiestan que el Reino est\u00e1 presente en El. Ellos atestiguan que Jes\u00fas es el Mes\u00edas anunciado (cf, Lc 7, 18-23).<\/p>
548\u00a0 Los signos que lleva a cabo Jes\u00fas testimonian que el Padre le ha enviado (cf. Jn 5, 36; 10, 25). Invitan a creer en Jes\u00fas (cf. Jn 10, 38). Concede lo que le piden a los que acuden a \u00e9l con fe (cf. Mc 5, 25-34; 10, 52; etc.). Por tanto, los milagros fortalecen la fe en Aqu\u00e9l que hace las obras de su Padre: \u00e9stas testimonian que \u00e9l es Hijo de Dios (cf. Jn 10, 31-38). Pero tambi\u00e9n pueden ser \u00abocasi\u00f3n de esc\u00e1ndalo\u00bb (Mt 11, 6). No pretenden satisfacer la curiosidad ni los deseos m\u00e1gicos. A pesar de tan evidentes milagros, Jes\u00fas es rechazado por algunos (cf. Jn 11, 47-48); incluso se le acusa de obrar movido por los demonios (cf. Mc 3, 22).<\/p>
549\u00a0 Al liberar a algunos hombres de los males terrenos del hambre (cf. Jn 6, 5-15), de la injusticia (cf. Lc 19, 8), de la enfermedad y de la muerte (cf. Mt 11,5), Jes\u00fas realiz\u00f3 unos signos mesi\u00e1nicos; no obstante, no vino para abolir todos los males aqu\u00ed abajo (cf. LC 12, 13. 14; Jn 18, 36), sino a liberar a los hombres de la esclavitud m\u00e1s grave, la del pecado (cf. Jn 8, 34-36), que es el obst\u00e1culo en su vocaci\u00f3n de hijos de Dios y causa de todas sus servidumbres humanas.<\/p>
550 La venida del Reino de Dios es la derrota del reino de Satan\u00e1s (cf. Mt 12, 26): \u00abPero si por el Esp\u00edritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios\u00bb (Mt 12, 28). Los exorcismos de Jes\u00fas liberan a los hombres del dominio de los demonios (cf Lc 8, 26-39). Anticipan la gran victoria de Jes\u00fas sobre \u00abel pr\u00edncipe de este mundo\u00bb (Jn 12, 31). Por la Cruz de Cristo ser\u00e1 definitivamente establecido el Reino de Dios: \u00abRegnavit a ligno Deus\u00bb (\u00abDios rein\u00f3 desde el madero de la Cruz\u00bb, himno \u00abVexilla Regis\u00bb).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abLas llaves del Reino\u00bb<\/p>
551\u00a0\u00a0 Desde el comienzo de su vida p\u00fablica Jes\u00fas eligi\u00f3 unos hombres en n\u00famero de doce para estar con \u00e9l y participar en su misi\u00f3n (cf. Mc 3, 13-19); les hizo part\u00edcipes de su autoridad \u00aby los envi\u00f3 a proclamar el Reino de Dios y a curar\u00bb (Lc 9, 2). Ellos permanecen para siempre permanecen asociados al Reino de Cristo porque por medio de ellos dirige su Iglesia:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Yo, por mi parte, dispongo el Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para m\u00ed, para que com\u00e1is y beb\u00e1is a mi mesa en mi Reino y os sent\u00e9is sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel (Lc 22, 29-30).<\/p>
552\u00a0\u00a0 En el colegio de los doce Sim\u00f3n Pedro ocupa el primer lugar (cf. Mc 3, 16; 9, 2; Lc 24, 34; 1 Co 15, 5). Jes\u00fas le conf\u00eda una misi\u00f3n \u00fanica. Gracias a una revelaci\u00f3n del Padre , Pedro hab\u00eda confesado: \u00abT\u00fa eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo\u00bb. Entonces Nuestro Se\u00f1or le declar\u00f3: \u00abT\u00fa eres Pedro, y sobre esta piedra edificar\u00e9 mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecer\u00e1n contra ella\u00bb (Mt 16, 18). Cristo, \u00abPiedra viva\u00bb (1 P 2, 4), asegura a su Iglesia, edificada sobre Pedro la victoria sobre los poderes de la muerte. Pedro, a causa de la fe confesada por \u00e9l, ser\u00e1 la roca inquebrantable de la Iglesia. Tendr\u00e1 la misi\u00f3n de custodiar esta fe ante todo desfallecimiento y de confirmar en ella a sus hermanos (cf. Lc 22, 32).<\/p>
553 \u00a0 Jes\u00fas ha confiado a Pedro una autoridad espec\u00edfica: \u00abA ti te dar\u00e9 las llaves del Reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedar\u00e1 atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedar\u00e1 desatado en los cielos\u00bb (Mt 16, 19). El poder de las llaves designa la autoridad para gobernar la casa de Dios, que es la Iglesia. Jes\u00fas, \u00abel Buen Pastor\u00bb (Jn 10, 11)\u00a0 confirm\u00f3 este encargo despu\u00e9s de su resurrecci\u00f3n:\u00bbApacienta mis ovejas\u00bb (Jn 21, 15-17). El poder de \u00abatar y desatar\u00bb significa la autoridad para absolver los pecados, pronunciar sentencias doctrinales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia. Jes\u00fas confi\u00f3 esta autoridad a la Iglesia por el ministerio de los ap\u00f3stoles (cf. Mt 18, 18) y particularmente por el de Pedro, el \u00fanico a quien \u00e9l confi\u00f3 expl\u00edcitamente las llaves del Reino.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Una visi\u00f3n anticipada del Reino: La Transfiguraci\u00f3n.<\/p>
554\u00a0\u00a0 A partir del d\u00eda en que Pedro confes\u00f3 que Jes\u00fas es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, el Maestro \u00abcomenz\u00f3 a mostrar a sus disc\u00edpulos que \u00e9l deb\u00eda ir a Jerusal\u00e9n, y sufrir … y ser condenado a muerte y resucitar al tercer d\u00eda\u00bb (Mt 16, 21): Pedro rechaz\u00f3 este anuncio (cf. Mt 16, 22-23), los otros no lo comprendieron mejor (cf. Mt 17, 23; Lc 9, 45). En este contexto se sit\u00faa el episodio misterioso de la Transfiguraci\u00f3n de Jes\u00fas (cf. Mt 17, 1-8 par.: 2 P 1, 16-18), sobre una monta\u00f1a, ante tres testigos elegidos por \u00e9l: Pedro, Santiago y Juan. El rostro y los vestidos de Jes\u00fas se pusieron fulgurantes como la luz, Mois\u00e9s y El\u00edas aparecieron y le \u00abhablaban de su partida, que estaba para cumplirse en Jerusal\u00e9n\u00bb (Lc 9, 31). Una nube les cubri\u00f3 y se oy\u00f3 una voz desde el cielo que dec\u00eda: \u00abEste es mi Hijo, mi elegido; escuchadle\u00bb (Lc 9, 35).<\/p>
555\u00a0\u00a0 Por un instante, Jes\u00fas muestra su gloria divina, confirmando as\u00ed la confesi\u00f3n de Pedro. Muestra tambi\u00e9n que para \u00abentrar en su gloria\u00bb (Lc 24, 26), es necesario pasar por la Cruz en Jerusal\u00e9n. Mois\u00e9s y El\u00edas hab\u00edan visto la gloria de Dios en la Monta\u00f1a; la Ley y los profetas hab\u00edan anunciado los sufrimientos del Mes\u00edas (cf. Lc 24, 27). La Pasi\u00f3n de Jes\u00fas es la voluntad por excelencia del Padre: el Hijo act\u00faa como siervo de Dios (cf. Is 42, 1). La nube indica la presencia del Esp\u00edritu Santo: \u00abTota Trinitas apparuit: Pater in voce; Filius in homine, Spiritus in nube clara\u00bb (\u00abApareci\u00f3 toda la Trinidad: el Padre en la voz, el Hijo en el hombre, el Esp\u00edritu en la nube luminosa\u00bb (Santo Tom\u00e1s, s.th. 3, 45, 4, ad 2):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 T\u00fa te has transfigurado en la monta\u00f1a, y, en la medida en que ellos eran capaces, tus disc\u00edpulos han contemplado Tu Gloria, oh Cristo Dios, a fin de que cuando te vieran crucificado comprendiesen que Tu Pasi\u00f3n era voluntaria y anunciasen al mundo que T\u00fa eres verdaderamente la irradiaci\u00f3n del Padre (Liturgia bizantina, Kontakion de la Fiesta de la Transfiguraci\u00f3n,)<\/p>
556 En el umbral de la vida p\u00fablica se sit\u00faa el Bautismo; en el de la Pascua, la Transfiguraci\u00f3n. Por el bautismo de Jes\u00fas \u00abfue manifestado el misterio de la primera regeneraci\u00f3n\u00bb: nuestro bautismo; la Transfiguraci\u00f3n \u00abes es sacramento de la segunda regeneraci\u00f3n\u00bb: nuestra propia resurrecci\u00f3n (Santo Tom\u00e1s, s.th. 3, 45, 4, ad 2). Desde ahora nosotros participamos en la Resurrecci\u00f3n del Se\u00f1or por el Esp\u00edritu Santo que act\u00faa en los sacramentos del Cuerpo de Cristo. La Transfiguraci\u00f3n nos concede una visi\u00f3n anticipada de la gloriosa venida de Cristo \u00abel cual transfigurar\u00e1 este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo\u00bb (Flp 3, 21). Pero ella nos recuerda tambi\u00e9n que \u00abes necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios\u00bb (Hch 14, 22):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pedro no hab\u00eda comprendido eso cuando deseaba vivir con Cristo en la monta\u00f1a (cf. Lc 9, 33). Te ha reservado eso, oh Pedro, para despu\u00e9s de la muerte. Pero ahora, \u00e9l mismo dice: Desciende para penar en la tierra, para servir en la tierra, para ser despreciado y crucificado en la tierra. La Vida desciende para hacerse matar; el Pan desciende para tener hambre; el Camino desciende para fatigarse andando; la Fuente desciende para sentir la sed; y t\u00fa, \u00bfvas a negarte a sufrir? (S. Agust\u00edn, serm. 78, 6).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La subida de Jes\u00fas a Jerusal\u00e9n<\/p>
557\u00a0\u00a0 \u00abComo se iban cumpliendo los d\u00edas de su asunci\u00f3n, \u00e9l se afirm\u00f3 en su voluntad de ir a Jerusal\u00e9n\u00bb (Lc 9, 51; cf. Jn 13, 1). Por esta decisi\u00f3n, manifestaba que sub\u00eda a Jerusal\u00e9n dispuesto a morir. En tres ocasiones hab\u00eda repetido el anuncio de su Pasi\u00f3n y de su Resurrecci\u00f3n (cf. Mc 8, 31-33; 9, 31-32; 10, 32-34). Al dirigirse a Jerusal\u00e9n dice: \u00abNo cabe que un profeta perezca fuera de Jerusal\u00e9n\u00bb (Lc 13, 33).<\/p>
558\u00a0 Jes\u00fas recuerda el martirio de los profetas que hab\u00edan sido muertos en Jerusal\u00e9n (cf. Mt 23, 37a). Sin embargo, persiste en llamar a Jerusal\u00e9n a reunirse en torno a \u00e9l: \u00ab\u00a1Cu\u00e1ntas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina re\u00fane a sus pollos bajo las alas y no hab\u00e9is querido!\u00bb (Mt 23, 37b). Cuando est\u00e1 a la vista de Jerusal\u00e9n, llora sobre ella y expresa una vez m\u00e1s el deseo de su coraz\u00f3n:\u00bb \u00a1Si tambi\u00e9n t\u00fa conocieras en este d\u00eda el mensaje de paz! pero ahora est\u00e1 oculto a tus ojos\u00bb (Lc 19, 41-42).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La entrada mesi\u00e1nica de Jes\u00fas en Jerusal\u00e9n<\/p>
559\u00a0 \u00bfC\u00f3mo va a acoger Jerusal\u00e9n a su Mes\u00edas? Jes\u00fas rehuy\u00f3 siempre las tentativas populares de hacerle rey (cf. Jn 6, 15), pero elige el momento y prepara los detalles de su entrada mesi\u00e1nica en la ciudad de \u00abDavid, su Padre\u00bb (Lc 1,32; cf. Mt 21, 1-11). Es aclamado como hijo de David, el que trae la salvaci\u00f3n (\u00abHosanna\u00bb quiere decir \u00ab\u00a1s\u00e1lvanos!\u00bb, \u00abDanos la salvaci\u00f3n!\u00bb). Pues bien, el \u00abRey de la Gloria\u00bb (Sal 24, 7-10) entra en su ciudad \u00abmontado en un asno\u00bb (Za 9, 9): no conquista a la hija de Si\u00f3n, figura de su Iglesia, ni por la astucia ni por la violencia, sino por la humildad que da testimonio de la Verdad (cf. Jn 18, 37). Por eso los s\u00fabditos de su Reino, aquel d\u00eda fueron los ni\u00f1os (cf. Mt 21, 15-16; Sal 8, 3) y los \u00abpobres de Dios\u00bb, que le aclamaban como los \u00e1ngeles lo anunciaron a los pastores (cf. Lc 19, 38; 2, 14). Su aclamaci\u00f3n \u00abBendito el que viene en el nombre del Se\u00f1or\u00bb (Sal 118, 26), ha sido recogida por la Iglesia en el \u00abSanctus\u00bb de la liturgia eucar\u00edstica para introducir al memorial de la Pascua del Se\u00f1or.<\/p>
560 La entrada de Jes\u00fas en Jerusal\u00e9n manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mes\u00edas llevar\u00e1 a cabo mediante la Pascua de su Muerte y de su Resurrecci\u00f3n. Con su celebraci\u00f3n, el domingo de Ramos, la liturgia de la Iglesia abre la Semana Santa.<\/p>
RESUMEN<\/p>
561\u00a0\u00a0 \u00abLa vida entera de Cristo fue una continua ense\u00f1anza: su silencio, sus milagros, sus gestos, su oraci\u00f3n, su amor al hombre, su predilecci\u00f3n por los peque\u00f1os y los pobres, la aceptaci\u00f3n total del sacrificio en la cruz por la salvaci\u00f3n del mundo, su resurrecci\u00f3n, son la actuaci\u00f3n de su palabra y el cumplimiento de la revelaci\u00f3n\u00bb (CT 9).<\/p>
562\u00a0 Los disc\u00edpulos de Cristo deben asemejarse a \u00e9l hasta que \u00e9l crezca y se forme en ellos (cf. Ga 4, 19). \u00abPor eso somos integrados en los misterios de su vida: con \u00e9l estamos identificados, muertos y resucitados hasta que reinemos con \u00e9l (LG 7).<\/p>
563\u00a0 Pastor o mago, nadie puede alcanzar a Dios aqu\u00ed abajo sino arrodill\u00e1ndose ante el pesebre de Bel\u00e9n y adorando a Dios escondido en la debilidad de un ni\u00f1o.<\/p>
564\u00a0 Por su sumisi\u00f3n a Mar\u00eda y a Jos\u00e9, as\u00ed como por su humilde trabajo durante largos a\u00f1os en Nazaret, Jes\u00fas nos da el ejemplo de la santidad en la vida cotidiana de la familia y del trabajo.<\/p>
565\u00a0 Desde el comienzo de su vida p\u00fablica, en su bautismo, Jes\u00fas es el \u00abSiervo\u00bb enteramente consagrado a la obra redentora que llevar\u00e1 a cabo en el \u00abbautismo\u00bb de su pasi\u00f3n.<\/p>
566\u00a0 La tentaci\u00f3n en el desierto muestra a Jes\u00fas, humilde Mes\u00edas que triunfa de Satan\u00e1s mediante su total adhesi\u00f3n al designio de salvaci\u00f3n querido por el Padre.<\/p>
567\u00a0 El Reino de los cielos ha sido inaugurado en la tierra por Cristo. \u00abSe manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de Cristo\u00bb (LG 5). La Iglesia es el germen y el comienzo de este Reino. Sus llaves son confiadas a\u00a0 Pedro.<\/p>
568\u00a0 La Transfiguraci\u00f3n de Cristo tiene por finalidad fortalecer la fe de los Ap\u00f3stoles ante la proximidad de la Pasi\u00f3n: la subida a un \u00abmonte alto\u00bb prepara la subida al Calvario. Cristo, Cabeza de la Iglesia, manifiesta lo que su cuerpo contiene e irradia en los sacramentos: \u00abla esperanza de la gloria\u00bb (Col 1, 27) (cf. S. Le\u00f3n Magno, serm. 51, 3).<\/p>
569\u00a0 Jes\u00fas ha subido voluntariamente a Jerusal\u00e9n sabiendo perfectamente que all\u00ed morir\u00eda de muerte violenta a causa de la contradicci\u00f3n de los pecadores (cf. Hb 12,3).<\/p>
570\u00a0 La entrada de Jes\u00fas en Jerusal\u00e9n manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mes\u00edas, recibido en su ciudad por los ni\u00f1os y por los humildes de coraz\u00f3n, va a llevar a cabo por la Pascua de su Muerte y de su Resurrecci\u00f3n.<\/p>
Art\u00edculo 4\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cJESUCRISTO PADECIO BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO, FUE CRUCIFICADO, MUERTOY SEPULTADO\u201d<\/p>
571\u00a0\u00a0 El Misterio pascual de la Cruz y de la Resurrecci\u00f3n de Cristo est\u00e1 en el centro de la Buena Nueva que los Ap\u00f3stole s,\u00a0 y la Iglesia a continuaci\u00f3n de ellos, deben anunciar al mundo. El designio salvador de Dios se ha cumplido de \u00abuna vez por todas\u00bb (Hb 9, 26) por la muerte redentora de su Hijo Jesucristo.<\/p>
572\u00a0\u00a0 La Iglesia permanece fiel a \u00abla interpretaci\u00f3n de todas las Escrituras\u00bb dada por Jes\u00fas mismo, tanto antes como despu\u00e9s de su Pascua: \u00ab\u00bfNo era necesario que Cristo padeciera eso y entrara as\u00ed en su gloria?\u00bb (Lc 24, 26-27, 44-45). Los padecimientos de Jes\u00fas han tomado una forma hist\u00f3rica concreta por el hecho de haber sido \u00abreprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas\u00bb (Mc 8, 31), que lo \u00abentregaron a los gentiles, para burlarse de \u00e9l, azotarle y crucificarle\u00bb (Mt 20, 19).<\/p>
573\u00a0\u00a0 Por lo tanto, la fe puede escrutar las circunstancias de la muerte de Jes\u00fas, que han sido transmitidas fielmente por los Evangelios (cf. DV 19) e iluminadas por otras fuentes hist\u00f3ricas, a fin de comprender mejor el sentido de la Redenci\u00f3n.<\/p>
P\u00e1rrafo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JESUS E ISRAEL<\/p>
574 \u00a0 Desde los comienzos del ministerio p\u00fablico de Jes\u00fas, fariseos y partidarios de Herodes, junto con sacerdotes y escribas, se pusieron de acuerdo para perderle (cf. Mc 3, 6). Por algunas de sus obras (expulsi\u00f3n de demonios, cf. Mt 12, 24; perd\u00f3n de los pecados, cf. Mc 2, 7; curaciones en s\u00e1bado, cf. 3, 1-6; interpretaci\u00f3n original de los preceptos de pureza de la Ley, cf. Mc 7, 14-23; familiaridad con los publicanos y los pecadores p\u00fablicos, (cf. Mc 2, 14-17), Jes\u00fas apareci\u00f3 a algunos malintencionados sospechoso de posesi\u00f3n diab\u00f3lica (cf. Mc 3, 22; Jn 8, 48; 10, 20). Se le acusa de blasfemo (cf. Mc 2, 7; Jn 5,18; 10, 33) y de falso profetismo (cf. Jn 7, 12; 7, 52), cr\u00edmenes religiosos que la Ley castigaba con pena de muerte a pedradas (cf. Jn 8, 59; 10, 31).<\/p>
575 \u00a0 Muchas de las obras y de las palabras de Jes\u00fas han sido, pues, un \u00absigno de contradicci\u00f3n\u00bb (Lc 2, 34) para las autoridades religiosas de Jerusal\u00e9n, aquellas a las que el Evangelio de S. Juan denomina con frecuencia \u00ablos Jud\u00edos\u00bb (cf. Jn 1, 19; 2, 18; 5, 10; 7, 13; 9, 22; 18, 12; 19, 38; 20, 19), m\u00e1s incluso que a la generalidad del pueblo de Dios (cf. Jn 7, 48-49). Ciertamente, sus relaciones con los fariseos no fueron solamente pol\u00e9micas. Fueron unos fariseos los que le previnieron del peligro que corr\u00eda (cf. Lc 13, 31). Jes\u00fas alaba a alguno de ellos como al escriba de Mc 12, 34\u00a0 y come varias veces en casa de fariseos (cf. Lc 7, 36; 14, 1). Jes\u00fas confirma doctrinas sostenidas por esta \u00e9lite religiosa del pueblo de Dios: la resurrecci\u00f3n de los muertos (cf. Mt 22, 23-34; Lc 20, 39), las formas de piedad (limosna, ayuno y oraci\u00f3n, cf. Mt 6, 18) y la costumbre de dirigirse a Dios como Padre, car\u00e1cter central del mandamiento de amor a Dios y al pr\u00f3jimo (cf. Mc 12, 28-34).<\/p>
576\u00a0 A los ojos de muchos en Israel, Jes\u00fas parece actuar contra las instituciones esenciales del Pueblo elegido:<\/p>
\u2013 Contra el sometimiento a la Ley en la integridad de sus preceptos escritos, y, para los fariseos, su interpretaci\u00f3n por la tradici\u00f3n oral.<\/p>
\u2013 Contra el car\u00e1cter central del Templo de Jerusal\u00e9n como lugar santo donde Dios habita de una manera privilegiada.<\/p>
\u2013 Contra la fe en el Dios \u00fanico, cuya gloria ning\u00fan hombre puede\u00a0 compartir.<\/p>
I \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JESUS Y LA LEY<\/p>
577\u00a0\u00a0 Al comienzo del Serm\u00f3n de la monta\u00f1a, Jes\u00fas hace una advertencia solemne presentando la Ley dada por Dios en el Sina\u00ed con ocasi\u00f3n de la Primera Alianza, a la luz de la gracia de la Nueva Alianza:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abNo pens\u00e9is que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir sino a dar cumplimiento. S\u00ed, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasar\u00e1n antes que pase una i o un \u00e1pice de la Ley sin que todo se haya cumplido. Por tanto, el que quebrante uno de estos mandamientos menores, y as\u00ed lo ense\u00f1e a los hombres, ser\u00e1 el menor en el Reino de los cielos; en cambio el que los observe y los ense\u00f1e, ese ser\u00e1 grande en el Reino de los cielos\u00bb (Mt 5, 17-19).<\/p>
578\u00a0 Jes\u00fas, el Mes\u00edas de Israel, por lo tanto el m\u00e1s grande en el Reino de los cielos, se deb\u00eda sujetar a la Ley cumpli\u00e9ndola en su totalidad hasta en sus menores preceptos, seg\u00fan sus propias palabras. Incluso es el \u00fanico en poderlo hacer perfectamente (cf. Jn 8, 46). Los jud\u00edos, seg\u00fan su propia confesi\u00f3n, jam\u00e1s han podido cumplir jam\u00e1s la Ley en su totalidad, sin violar el menor de sus preceptos (cf. Jn 7, 19; Hch 13, 38-41; 15, 10). Por eso, en cada fiesta anual de la Expiaci\u00f3n, los hijos de Israel piden perd\u00f3n a Dios por sus transgresiones de la Ley. En efecto, la Ley constituye un todo y, como recuerda Santiago, \u00abquien observa toda la Ley, pero falta en un solo precepto, se hace reo de todos\u00bb (St 2, 10; cf. Ga 3, 10; 5, 3).<\/p>
579\u00a0 Este principio de integridad en la observancia de la Ley, no s\u00f3lo en su letra sino tambi\u00e9n en su esp\u00edritu, era apreciado por los fariseos. Al subrayarlo para Israel, muchos jud\u00edos del tiempo de Jes\u00fas fueron conducidos a un celo religioso extremo (cf. Rm 10, 2), el cual, si no quer\u00eda convertirse en una casu\u00edstica \u00abhip\u00f3crita\u00bb (cf. Mt 15, 3-7; Lc 11, 39-54) no pod\u00eda m\u00e1s que preparar al pueblo a esta intervenci\u00f3n inaudita de Dios que ser\u00e1 la ejecuci\u00f3n perfecta de la Ley por el \u00fanico Justo en lugar de todos los pecadores (cf. Is 53, 11; Hb 9, 15).<\/p>
580\u00a0 El cumplimiento perfecto de la Ley no pod\u00eda ser sino obra del divino Legislador que naci\u00f3 sometido a la Ley en la persona del Hijo (cf Ga 4, 4). En Jes\u00fas la Ley ya no aparece grabada en tablas de piedra sino \u00aben el fondo del coraz\u00f3n\u00bb (Jr 31, 33) del Siervo, quien, por \u00abaportar fielmente el derecho\u00bb (Is 42, 3), se ha convertido en \u00abla Alianza del pueblo\u00bb (Is 42, 6). Jes\u00fas cumpli\u00f3 la Ley hasta tomar sobre s\u00ed mismo \u00abla maldici\u00f3n de la Ley\u00bb (Ga 3, 13) en la que hab\u00edan incurrido los que no \u00abpractican todos los preceptos de la Ley\u00bb (Ga 3, 10) porque, ha intervenido su muerte para remisi\u00f3n de las transgresiones de la Primera Alianza\u00bb (Hb 9, 15).<\/p>
581\u00a0\u00a0 Jes\u00fas fue considerado por los Jud\u00edos y sus jefes espirituales como un \u00abrabbi\u00bb (cf. Jn 11, 28; 3, 2; Mt 22, 23-24, 34-36). Con frecuencia argument\u00f3 en el marco de la interpretaci\u00f3n rab\u00ednica de la Ley (cf. Mt 12, 5; 9, 12; Mc 2, 23-27; Lc 6, 6-9; Jn 7, 22-23). Pero al mismo tiempo, Jes\u00fas no pod\u00eda menos que chocar con los doctores de la Ley porque no se contentaba con proponer su interpretaci\u00f3n entre los suyos, sino que \u00abense\u00f1aba como quien tiene autoridad y no como sus escribas\u00bb (Mt 7, 28-29). La misma Palabra de Dios, que reson\u00f3 en el Sina\u00ed para dar a Mois\u00e9s la Ley escrita, es la que en \u00e9l se hace o\u00edr de nuevo en el Monte de las Bienaventuranzas (cf. Mt 5, 1). Esa palabra no revoca la Ley sino que la perfecciona aportando de modo divino su interpretaci\u00f3n definitiva: \u00abHab\u00e9is o\u00eddo tambi\u00e9n que se dijo a los antepasados … pero yo os digo\u00bb (Mt 5, 33-34). Con esta misma autoridad divina, desaprueba ciertas \u00abtradiciones humanas\u00bb (Mc 7, 8) de los fariseos que \u00abanulan la Palabra de Dios\u00bb (Mc 7, 13).<\/p>
582\u00a0 Yendo m\u00e1s lejos, Jes\u00fas da plenitud a la Ley sobre la pureza de los alimentos, tan importante en la vida cotidiana jud\u00eda, manifestando su sentido \u00abpedag\u00f3gico\u00bb (cf. Ga 3, 24) por medio de una interpretaci\u00f3n divina: \u00abTodo lo que de fuera entra en el hombre no puede hacerle impuro … -as\u00ed declaraba puros todos los alimentos- … Lo que sale del hombre, eso es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del coraz\u00f3n de los hombres, salen las intenciones malas\u00bb (Mc 7, 18-21). Jes\u00fas, al dar con autoridad divina la interpretaci\u00f3n definitiva de la Ley, se vio enfrentado a algunos doctores de la Ley que no recib\u00edan su interpretaci\u00f3n a pesar de estar garantizada por los signos divinos con que la acompa\u00f1aba (cf. Jn 5, 36; 10, 25. 37-38; 12, 37). Esto ocurre, en particular, respecto al problema del s\u00e1bado: Jes\u00fas recuerda, frecuentemente con argumentos rab\u00ednicos (cf. Mt 2,25-27; Jn 7, 22-24), que el descanso del s\u00e1bado no se quebranta por el servicio de Dios (cf. Mt 12, 5; Nm 28, 9) o al pr\u00f3jimo (cf. Lc 13, 15-16; 14, 3-4) que realizan sus curaciones.<\/p>
II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JESUS Y EL TEMPLO<\/p>
583 Como los profetas anteriores a \u00e9l, Jes\u00fas profes\u00f3 el m\u00e1s profundo respeto al Templo de Jerusal\u00e9n. Fue presentado en \u00e9l por Jos\u00e9 y Mar\u00eda cuarenta d\u00edas despu\u00e9s de su nacimiento (Lc. 2, 22-39). A la edad de doce a\u00f1os, decidi\u00f3 quedarse en el Templo para recordar a sus padres que se deb\u00eda a los asuntos de su Padre (cf. Lc 2, 46-49). Durante su vida oculta, subi\u00f3 all\u00ed todos los a\u00f1os al menos con ocasi\u00f3n de la Pascua (cf. Lc 2, 41); su ministerio p\u00fablico estuvo jalonado por sus peregrinaciones a Jerusal\u00e9n con motivo de las grandes fiestas jud\u00edas (cf. Jn 2, 13-14; 5, 1. 14; 7, 1. 10. 14; 8, 2; 10, 22-23).<\/p>
584\u00a0 Jes\u00fas subi\u00f3 al Templo como\u00a0 al lugar privilegiado para el encuentro con Dios. El Templo era para \u00e9l la casa de su Padre, una casa de oraci\u00f3n, y se indigna porque el atrio exterior se haya convertido en un mercado (Mt 21, 13). Si expulsa a los mercaderes del Templo es por celo hacia las cosas de su Padre: \u00abno hag\u00e1is de la Casa de mi Padre una casa de mercado. Sus disc\u00edpulos se acordaron de que estaba escrito: ‘El celo por tu Casa me devorar\u00e1’ (Sal 69, 10)\u00bb (Jn 2, 16-17). Despu\u00e9s de su Resurrecci\u00f3n, los Ap\u00f3stoles mantuvieron un respeto religioso hacia el Templo (cf. Hch 2, 46; 3, 1; 5, 20. 21; etc.).<\/p>
585 Jes\u00fas anunci\u00f3, no obstante, en el umbral de su Pasi\u00f3n, la ruina de ese espl\u00e9ndido edificio del cual no quedar\u00e1 piedra sobre piedra (cf. Mt 24, 1-2). Hay aqu\u00ed un anuncio de una se\u00f1al de los \u00faltimos tiempos que se van a abrir con su propia Pascua (cf. Mt 24, 3; Lc 13, 35). Pero esta profec\u00eda pudo ser deformada por falsos testigos en su interrogatorio en casa del sumo sacerdote (cf. Mc 14, 57-58) y serle reprochada como injuriosa cuando estaba clavado en la cruz (cf. Mt 27, 39-40).<\/p>
586 Lejos de haber sido hostil al Templo (cf. Mt 8, 4; 23, 21; Lc 17, 14; Jn 4, 22) donde expuso lo esencial de su ense\u00f1anza (cf. Jn 18, 20), Jes\u00fas quiso pagar el impuesto del Templo asoci\u00e1ndose con Pedro (cf. Mt 17, 24-27), a quien acababa de poner como fundamento de su futura Iglesia (cf. Mt 16, 18). A\u00fan m\u00e1s, se identific\u00f3 con el Templo present\u00e1ndose como la morada definitiva de Dios entre los hombres (cf. Jn 2, 21; Mt 12, 6). Por eso su muerte corporal (cf. Jn 2, 18-22) anuncia la destrucci\u00f3n del Templo que se\u00f1alar\u00e1 la entrada en una nueva edad de la historia de la salvaci\u00f3n:\u00bbLlega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusal\u00e9n adorar\u00e9is al Padre\u00bb(Jn 4, 21; cf. Jn 4, 23-24; Mt 27, 51; Hb 9, 11; Ap 21, 22).<\/p>
III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JESUS Y LA FE DE ISRAEL EN EL DIOS UNICO<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y SALVADOR<\/p>
587\u00a0 Si la Ley y el Templo pudieron ser ocasi\u00f3n de \u00abcontradicci\u00f3n\u00bb (cf. Lc 2, 34) entre Jes\u00fas y las autoridades religiosas de Israel, la raz\u00f3n est\u00e1 en que Jes\u00fas, para la redenci\u00f3n de los pecados -obra divina por excelencia- acepta ser verdadera piedra de esc\u00e1ndalo para aquellas autoridades (cf. Lc 20, 17-18; Sal 118, 22).<\/p>
588 Jes\u00fas escandaliz\u00f3 a los fariseos comiendo con los publicanos y los pecadores (cf. Lc 5, 30) tan familiarmente como con ellos mismos (cf. Lc 7, 36; 11, 37; 14, 1). Contra algunos de los \u00abque se ten\u00edan por justos y despreciaban a los dem\u00e1s\u00bb (Lc 18, 9; cf. Jn 7, 49; 9, 34), Jes\u00fas afirm\u00f3: \u00abNo he venido a llamar a conversi\u00f3n a justos, sino a pecadores\u00bb (Lc 5, 32). Fue\u00a0 m\u00e1s lejos todav\u00eda al proclamar frente a los fariseos que, siendo el pecado una realidad universal (cf. Jn 8, 33-36), los que pretenden no tener necesidad de salvaci\u00f3n se ciegan con respecto a s\u00ed mismos (cf. Jn 9, 40-41).<\/p>
589\u00a0 \u00a0 Jes\u00fas escandaliz\u00f3 sobre todo porque identific\u00f3 su conducta misericordiosa hacia los pecadores con la actitud de Dios mismo con respecto a ellos (cf. Mt 9, 13; Os 6, 6). Lleg\u00f3 incluso a dejar entender que compartiendo la mesa con los pecadores (cf. Lc 15, 1-2), los admit\u00eda al banquete mesi\u00e1nico (cf. Lc 15, 22-32). Pero es especialmente, al perdonar los pecados, cuando Jes\u00fas puso a las autoridades de Israel ante un dilema. Porque como ellas dicen, justamente asombradas, \u00ab\u00bfQui\u00e9n puede perdonar los pecados sino s\u00f3lo Dios?\u00bb (Mc 2, 7). Al perdonar los pecados, o bien Jes\u00fas blasfema porque es un hombre que pretende hacerse igual a Dios (cf. Jn 5, 18; 10, 33) o bien dice verdad y su persona hace presente y revela el Nombre de Dios (cf. Jn 17, 6-26).<\/p>
590 S\u00f3lo la identidad divina de la persona de Jes\u00fas puede justificar una exigencia tan absoluta como \u00e9sta: \u00abEl que no est\u00e1 conmigo est\u00e1 contra m\u00ed\u00bb (Mt 12, 30); lo mismo cuando dice que \u00e9l es \u00abm\u00e1s que Jon\u00e1s … m\u00e1s que Salom\u00f3n\u00bb (Mt 12, 41-42), \u00abm\u00e1s que el Templo\u00bb (Mt 12, 6); cuando recuerda, refiri\u00e9ndose a que David llama al Mes\u00edas su Se\u00f1or (cf. Mt 12, 36-37), cuando afirma: \u00abAntes que naciese Abraham, Yo soy\u00bb (Jn 8, 58); e incluso: \u00abEl Padre y yo somos una sola cosa\u00bb (Jn 10, 30).<\/p>
591\u00a0\u00a0 Jes\u00fas pidi\u00f3 a las autoridades religiosas de Jerusal\u00e9n creer en \u00e9l en virtud de las obras de su Padre que el realizaba (Jn 10, 36-38). Pero tal acto de fe deb\u00eda pasar por una misteriosa muerte a s\u00ed mismo para un nuevo \u00abnacimiento de lo alto\u00bb (Jn 3, 7) atra\u00eddo por la gracia divina (cf. Jn 6, 44). Tal exigencia de conversi\u00f3n frente a un cumplimiento tan sorprendente de las promesas (cf. Is 53, 1) permite comprender el tr\u00e1gico desprecio del sanhedr\u00edn al estimar que Jes\u00fas merec\u00eda la muerte como blasfemo (cf. Mc 3, 6; Mt 26, 64-66). Sus miembros obraban as\u00ed tanto por \u00abignorancia\u00bb (cf. Lc 23, 34;Hch 3, 17-18) como por el \u00abendurecimiento\u00bb (Mc 3, 5;Rm 11, 25) de la \u00abincredulidad\u00bb (Rm 11, 20).<\/p>
RESUMEN<\/p>
592\u00a0 Jes\u00fas no aboli\u00f3 la Ley del Sina\u00ed, sino que la perfeccion\u00f3 (cf. Mt 5, 17-19) de tal modo (cf. Jn 8, 46) que revel\u00f3 su hondo sentido (cf. Mt 5, 33) y satisfizo por las transgresiones contra ella (cf. Hb 9, 15).<\/p>
593\u00a0 Jes\u00fas vener\u00f3 el Templo subiendo a \u00e9l en peregrinaci\u00f3n en las fiestas jud\u00edas y am\u00f3 con gran celo esa morada de Dios entre los hombres. El Templo prefigura su Misterio. Anunciando la destrucci\u00f3n del templo anuncia su propia muerte y la entrada en una nueva edad de la historia de la salvaci\u00f3n, donde su cuerpo ser\u00e1 el Templo definitivo.<\/p>
594\u00a0 Jes\u00fas realiz\u00f3 obras como el perd\u00f3n de los pecados que lo revelaron como Dios Salvador\u00a0 (cf. Jn\u00a0 5, 16-18). Algunos jud\u00edos que no le reconoc\u00edan como Dios hecho hombre (cf. Jn 1, 14) ve\u00edan en \u00e9l a \u00abun hombre que se hace Dios\u00bb (Jn 10, 33), y lo juzgaron como un blasfemo.<\/p>
P\u00e1rrafo 2 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JESUS MURIO CRUCIFICADO<\/p>
I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL PROCESO DE JESUS<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Divisiones de las autoridades jud\u00edas respecto a Jes\u00fas<\/p>
595\u00a0 Entre las autoridades religiosas de Jerusal\u00e9n, no solamente el fariseo Nicodemo (cf. Jn 7, 50) o el notable Jos\u00e9 de Arimatea eran en secreto disc\u00edpulos de Jes\u00fas (cf. Jn 19, 38-39), sino que durante mucho tiempo hubo disensiones a prop\u00f3sito de El (cf. Jn 9, 16-17; 10, 19-21) hasta el punto de que en la misma v\u00edspera de su pasi\u00f3n, S. Juan pudo decir de ellos que \u00abun buen n\u00famero crey\u00f3 en \u00e9l\u00bb, aunque de una manera muy imperfecta (Jn 12, 42). Eso no tiene nada de extra\u00f1o si se considera que al d\u00eda siguiente de Pentecost\u00e9s \u00abmultitud de sacerdotes iban aceptando la fe\u00bb (Hch 6, 7) y que \u00abalgunos de la secta de los Fariseos … hab\u00edan abrazado la fe\u00bb (Hch 15, 5) hasta el punto de que Santiago puede decir a S. Pablo que \u00abmiles y miles de jud\u00edos han abrazado la fe, y todos son celosos partidarios de la Ley\u00bb (Hch 21, 20).<\/p>
596\u00a0 Las autoridades religiosas de Jerusal\u00e9n no fueron un\u00e1nimes en la conducta a seguir respecto de Jes\u00fas (cf. Jn 9, 16; 10, 19). Los fariseos amenazaron de excomuni\u00f3n a los que le siguieran (cf. Jn 9, 22). A los que tem\u00edan que \u00abtodos creer\u00edan en \u00e9l;\u00a0 y vendr\u00edan los romanos y destruir\u00edan nuestro Lugar Santo y nuestra naci\u00f3n\u00bb (Jn 11, 48), el sumo sacerdote Caif\u00e1s les propuso profetizando: \u00abEs mejor que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la naci\u00f3n\u00bb (Jn 11, 49-50). El Sanedr\u00edn declar\u00f3 a Jes\u00fas \u00abreo de muerte\u00bb (Mt 26, 66) como blasfemo, pero, habiendo perdido el derecho a condenar a muerte a nadie (cf. Jn 18, 31), entreg\u00f3 a Jes\u00fas a los romanos acus\u00e1ndole de revuelta pol\u00edtica (cf. Lc 23, 2) lo que le pondr\u00e1 en paralelo con Barrab\u00e1s acusado de \u00absedici\u00f3n\u00bb (Lc 23, 19). Son tambi\u00e9n las amenazas pol\u00edticas las\u00a0 que los sumos sacerdotes ejercen sobre Pilato para que \u00e9ste condene a muerte a Jes\u00fas (cf. Jn 19, 12. 15. 21).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los Jud\u00edos no son responsables colectivamente de la muerte de Jes\u00fas<\/p>
597\u00a0 Teniendo en cuenta la complejidad hist\u00f3rica manifestada en las narraciones evang\u00e9licas sobre el proceso de Jes\u00fas y sea cual sea el pecado personal de los protagonistas del proceso (Judas, el Sanedr\u00edn, Pilato) lo cual solo Dios conoce, no se puede atribuir la responsabilidad del proceso al conjunto de los jud\u00edos de Jerusal\u00e9n, a pesar de los gritos de una muchedumbre manipulada (Cf. Mc 15, 11) y de las acusaciones colectivas contenidas en las exhortaciones a la conversi\u00f3n despu\u00e9s de Pentecost\u00e9s (cf. Hch 2, 23. 36; 3, 13-14; 4, 10; 5, 30; 7, 52; 10, 39; 13, 27-28; 1 Ts 2, 14-15). El mismo Jes\u00fas perdonando en la Cruz (cf. Lc 23, 34) y Pedro siguiendo su ejemplo apelan a \u00abla ignorancia\u00bb (Hch 3, 17) de los Jud\u00edos de Jerusal\u00e9n e incluso de sus jefes. Y a\u00fan menos, apoy\u00e1ndose en el grito del pueblo: \u00ab\u00a1Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!\u00bb (Mt 27, 25), que significa una f\u00f3rmula de ratificaci\u00f3n (cf. Hch 5, 28; 18, 6), se podr\u00eda ampliar esta responsabilidad a los restantes jud\u00edos en el espacio y en el tiempo:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Tanto es as\u00ed que la Iglesia ha declarado en el Concilio Vaticano II: \u00abLo que se perpetr\u00f3 en su pasi\u00f3n no puede ser imputado indistintamente a todos los jud\u00edos que viv\u00edan entonces ni a los jud\u00edos de hoy…no se ha de se\u00f1alar a los jud\u00edos como reprobados por Dios y malditos como si tal cosa se dedujera de la Sagrada Escritura\u00bb (NA 4).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Todos los pecadores fueron los autores de la Pasi\u00f3n de Cristo<\/p>
598\u00a0 La Iglesia, en el magisterio de su fe y en el testimonio de sus santos no ha olvidado jam\u00e1s que \u00ablos pecadores mismos fueron los autores y como los instrumentos de todas las penas que soport\u00f3 el divino Redentor\u00bb (Catech. R. I, 5, 11; cf. Hb 12, 3). Teniendo en cuenta que nuestros pecados alcanzan a Cristo mismo (cf. Mt 25, 45; Hch 9, 4-5), la Iglesia no duda en imputar a los cristianos la responsabilidad m\u00e1s grave en el suplicio de Jes\u00fas, responsabilidad con la que ellos con demasiada frecuencia, han abrumado \u00fanicamente a los jud\u00edos:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Debemos considerar como culpables de esta horrible falta a los que contin\u00faan recayendo en sus pecados. Ya que son nuestras malas acciones las que han hecho sufrir a Nuestro Se\u00f1or Jesucristo el suplicio de la cruz, sin ninguna duda los que se sumergen en los des\u00f3rdenes y en el mal \u00abcrucifican por su parte de nuevo al Hijo de Dios y le exponen a p\u00fablica infamia (Hb 6, 6). Y es necesario reconocer que nuestro crimen en este caso es mayor que el de los Jud\u00edos. Porque seg\u00fan el testimonio del Ap\u00f3stol, \u00abde haberlo conocido ellos no habr\u00edan crucificado jam\u00e1s al Se\u00f1or de la Gloria\u00bb (1 Co 2, 8). Nosotros, en cambio, hacemos profesi\u00f3n de conocerle. Y cuando renegamos de El con nuestras acciones, ponemos de alg\u00fan modo sobre El nuestras manos criminales (Catech. R. 1, 5, 11).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y los demonios no son los que le han crucificado; eres t\u00fa quien con ellos lo has crucificado y lo sigues crucificando todav\u00eda, deleit\u00e1ndote en los vicios y en los pecados (S. Francisco de As\u00eds, admon. 5, 3).<\/p>
II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA MUERTE REDENTORA DE CRISTO<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EN EL DESIGNIO DIVINO\u00a0 DE SALVACION<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abJes\u00fas entregado seg\u00fan el preciso designio de Dios\u00bb<\/p>
599\u00a0 La muerte violenta de Jes\u00fas no fue fruto del azar en una desgraciada constelaci\u00f3n de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios, como lo explica S. Pedro a los jud\u00edos de Jerusal\u00e9n ya en su primer discurso de Pentecost\u00e9s: \u00abfue entregado seg\u00fan el determinado designio y previo conocimiento de Dios\u00bb (Hch 2, 23). Este lenguaje b\u00edblico no significa que los que han \u00abentregado a Jes\u00fas\u00bb (Hch 3, 13) fuesen solamente ejecutores pasivos de un drama escrito de antemano por Dios.<\/p>
600\u00a0 Para Dios todos los momentos del tiempo est\u00e1n presentes en su actualidad. Por tanto establece su designio eterno de \u00abpredestinaci\u00f3n\u00bb incluyendo en \u00e9l la respuesta libre de cada hombre a su gracia: \u00abS\u00ed, verdaderamente, se han reunido en esta ciudad contra tu santo siervo Jes\u00fas, que t\u00fa has ungido, Herodes y Poncio Pilato con las naciones gentiles y los pueblos de Israel (cf. Sal 2, 1-2), de tal suerte que ellos han cumplido todo lo que, en tu poder y tu sabidur\u00eda, hab\u00edas predestinado\u00bb (Hch 4, 27-28). Dios ha permitido los actos nacidos de su ceguera (cf. Mt 26, 54; Jn 18, 36; 19, 11) para realizar su designio de salvaci\u00f3n (cf. Hch 3, 17-18).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abMuerto por nuestros pecados seg\u00fan las Escrituras\u00bb<\/p>
601 \u00a0 Este designio divino de salvaci\u00f3n a trav\u00e9s de la muerte del \u00abSiervo, el Justo\u00bb (Is 53, 11;cf. Hch 3, 14) hab\u00eda sido anunciado antes en la Escritura como un misterio de redenci\u00f3n universal, es decir, de rescate que libera a los hombres de la esclavitud del pecado (cf. Is 53, 11-12; Jn 8, 34-36). S. Pablo profesa en una confesi\u00f3n de fe que dice haber \u00abrecibido\u00bb (1 Co 15, 3) que \u00abCristo ha muerto por nuestros pecados seg\u00fan las Escrituras\u00bb (ibidem: cf. tambi\u00e9n Hch 3, 18; 7, 52; 13, 29; 26, 22-23). La muerte redentora de Jes\u00fas cumple, en particular, la profec\u00eda del Siervo doliente (cf. Is 53, 7-8 y Hch 8, 32-35). Jes\u00fas mismo present\u00f3 el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo doliente (cf. Mt 20, 28). Despu\u00e9s de su Resurrecci\u00f3n dio esta interpretaci\u00f3n de las Escrituras a los disc\u00edpulos de Ema\u00fas (cf. Lc 24, 25-27), luego a los propios ap\u00f3stoles (cf. Lc 24, 44-45).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abDios le hizo pecado por nosotros\u00bb<\/p>
602\u00a0 En consecuencia, S. Pedro pudo formular as\u00ed la fe apost\u00f3lica en el designio divino de salvaci\u00f3n: \u00abHab\u00e9is sido rescatados de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo, predestinado antes de la creaci\u00f3n del mundo y manifestado en los \u00faltimos tiempos a causa de vosotros\u00bb (1 P 1, 18-20). Los pecados de los hombres, consecuencia del pecado original, est\u00e1n sancionados con la muerte (cf. Rm 5, 12; 1 Co 15, 56). Al enviar a su propio Hijo en la condici\u00f3n de esclavo (cf. Flp 2, 7), la de una humanidad ca\u00edda y destinada a la muerte a causa del pecado (cf. Rm 8, 3), Dios \u00aba quien no conoci\u00f3 pecado, le hizo pecado por nosotros, para que vini\u00e9semos a ser justicia de Dios en \u00e9l\u00bb (2 Co 5, 21).<\/p>
603\u00a0 Jes\u00fas no conoci\u00f3 la reprobaci\u00f3n como si \u00e9l mismo hubiese pecado (cf. Jn 8, 46). Pero, en el amor redentor que le un\u00eda siempre al Padre (cf. Jn 8, 29), nos asumi\u00f3 desde el alejamiento con relaci\u00f3n a Dios por nuestro pecado hasta el punto de poder decir en nuestro nombre en la cruz: \u00abDios m\u00edo, Dios m\u00edo, \u00bfpor qu\u00e9 me has abandonado?\u00bb (Mc 15, 34; Sal 22,2). Al haberle hecho as\u00ed solidario con nosotros, pecadores, \u00abDios no perdon\u00f3 ni a su propio Hijo, antes bien le entreg\u00f3 por todos nosotros\u00bb (Rm 8, 32) para que fu\u00e9ramos \u00abreconciliados con Dios por la muerte de su Hijo\u00bb (Rm 5, 10).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios tiene la iniciativa del amor redentor universal<\/p>
604\u00a0 Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios manifiesta que su designio sobre nosotros es un designio de amor benevolente que precede a todo m\u00e9rito por nuestra parte: \u00abEn esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos am\u00f3 y nos envi\u00f3 a su Hijo como propiciaci\u00f3n por nuestros pecados\u00bb (1 Jn 4, 10; cf. 4, 19). \u00abLa prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todav\u00eda pecadores, muri\u00f3 por nosotros\u00bb (Rm 5, 8).<\/p>
605 Jes\u00fas ha recordado al final de la par\u00e1bola de la oveja perdida que este amor es sin excepci\u00f3n: \u00abDe la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno de estos peque\u00f1os\u00bb (Mt 18, 14). Afirma \u00abdar su vida en rescate por muchos\u00bb (Mt 20, 28); este \u00faltimo t\u00e9rmino no es restrictivo: opone el conjunto de la humanidad a la \u00fanica persona del Redentor que se entrega para salvarla (cf. Rm 5, 18-19). La Iglesia, siguiendo a los Ap\u00f3stoles (cf. 2 Co 5, 15; 1 Jn 2, 2), ense\u00f1a que Cristo ha muerto por todos los hombres sin excepci\u00f3n: \u00abno hay, ni hubo ni habr\u00e1 hombre alguno por quien no haya padecido Cristo\u00bb (Cc Quiercy en el a\u00f1o 853: DS 624).<\/p>
III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 CRISTO SE OFRECIO A SU PADRE POR NUESTROS PECADOS<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Toda la vida de Cristo es ofrenda al Padre<\/p>
606\u00a0 El Hijo de Dios \u00abbajado del cielo no para hacer su voluntad sino la del Padre que le ha enviado\u00bb (Jn 6, 38), \u00abal entrar en este mundo, dice: … He aqu\u00ed que vengo … para hacer, oh Dios, tu voluntad … En virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblaci\u00f3n de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo\u00bb (Hb 10, 5-10). Desde el primer instante de su Encarnaci\u00f3n el Hijo acepta el designio divino de salvaci\u00f3n en su misi\u00f3n redentora: \u00abMi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra\u00bb (Jn 4, 34). El sacrificio de Jes\u00fas \u00abpor los pecados del mundo entero\u00bb (1 Jn 2, 2), es la expresi\u00f3n de su comuni\u00f3n de amor con el Padre: \u00abEl Padre me ama porque doy mi vida\u00bb (Jn 10, 17). \u00abEl mundo ha de saber que amo al Padre y que obro seg\u00fan el Padre me ha ordenado\u00bb (Jn 14, 31).<\/p>
607\u00a0 Este deseo de aceptar el designio de amor redentor de su Padre anima toda la vida de Jes\u00fas (cf. Lc 12,50; 22, 15; Mt 16, 21-23) porque su Pasi\u00f3n redentora es la raz\u00f3n de ser de su Encarnaci\u00f3n: \u00ab\u00a1Padre l\u00edbrame de esta hora! Pero \u00a1si he llegado a esta hora para esto!\u00bb (Jn 12, 27). \u00abEl c\u00e1liz que me ha dado el Padre \u00bfno lo voy a beber?\u00bb (Jn 18, 11). Y todav\u00eda en la cruz antes de que \u00abtodo est\u00e9 cumplido\u00bb (Jn 19, 30), dice: \u00abTengo sed\u00bb (Jn 19, 28).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abEl cordero que quita el pecado del mundo\u00bb<\/p>
608\u00a0 \u00a0 Juan Bautista, despu\u00e9s de haber aceptado bautizarle en compa\u00f1\u00eda de los pecadores (cf. Lc 3, 21; Mt 3, 14-15), vio y se\u00f1al\u00f3 a Jes\u00fas como el \u00abCordero de Dios que quita los pecados del mundo\u00bb (Jn 1, 29; cf. Jn 1, 36). Manifest\u00f3 as\u00ed que Jes\u00fas es a la vez el Siervo doliente que se deja llevar en silencio al matadero (Is 53, 7; cf. Jr 11, 19) y carga con el pecado de las multitudes (cf. Is 53, 12) y el cordero pascual s\u00edmbolo de la Redenci\u00f3n de Israel cuando celebr\u00f3 la primera Pascua (Ex 12, 3-14;cf. Jn 19, 36; 1 Co 5, 7). Toda la vida de Cristo expresa su misi\u00f3n: \u00abServir y dar su vida en rescate por muchos\u00bb (Mc 10, 45).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Jes\u00fas acepta libremente el amor redentor del Padre<\/p>
609\u00a0 Jes\u00fas, al aceptar en su coraz\u00f3n humano el amor del Padre hacia los hombres, \u00ablos am\u00f3 hasta el extremo\u00bb (Jn 13, 1) porque \u00abNadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos\u00bb (Jn 15, 13). Tanto en el sufrimiento como en la muerte, su humanidad se hizo el instrumento libre y perfecto de su amor divino que quiere la salvaci\u00f3n de los hombres (cf. Hb 2, 10. 17-18; 4, 15; 5, 7-9). En efecto, acept\u00f3 libremente su pasi\u00f3n y su muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar: \u00abNadie me quita la vida; yo la doy voluntariamente\u00bb (Jn 10, 18). De aqu\u00ed la soberana libertad del Hijo de Dios cuando \u00e9l mismo se encamina hacia la muerte (cf. Jn 18, 4-6; Mt 26, 53).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Jes\u00fas anticip\u00f3 en la cena la ofrenda libre de su vida<\/p>
610\u00a0\u00a0 Jes\u00fas expres\u00f3 de forma suprema la ofrenda libre de s\u00ed mismo en la cena tomada con los Doce Ap\u00f3stoles (cf Mt 26, 20), en \u00abla noche en que fue entregado\u00bb(1 Co 11, 23). En la v\u00edspera de su Pasi\u00f3n, estando todav\u00eda libre, Jes\u00fas hizo de esta \u00faltima Cena con sus ap\u00f3stoles el memorial de su ofrenda voluntaria al Padre (cf. 1 Co 5, 7), por la salvaci\u00f3n de los hombres: \u00abEste es mi Cuerpo que va a ser entregado por vosotros\u00bb (Lc 22, 19). \u00abEsta es mi sangre de la Alianza que va a ser derramada por muchos para remisi\u00f3n de los pecados\u00bb (Mt 26, 28).<\/p>
611\u00a0\u00a0\u00a0 La Eucarist\u00eda que instituy\u00f3 en este momento ser\u00e1 el \u00abmemorial\u00bb (1 Co 11, 25) de su sacrificio. Jes\u00fas incluye a los ap\u00f3stoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla (cf. Lc 22, 19). As\u00ed Jes\u00fas instituye a sus ap\u00f3stoles sacerdotes de la Nueva Alianza: \u00abPor ellos me consagro a m\u00ed mismo para que ellos sean tambi\u00e9n consagrados en la verdad\u00bb (Jn 17, 19; cf. Cc Trento: DS 1752, 1764).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La agon\u00eda de Getseman\u00ed<\/p>
612 \u00a0 El c\u00e1liz de la Nueva Alianza que Jes\u00fas anticip\u00f3 en la Cena al ofrecerse a s\u00ed mismo (cf. Lc 22, 20), lo acepta a continuaci\u00f3n de manos del Padre en su agon\u00eda de Getseman\u00ed (cf. Mt 26, 42) haci\u00e9ndose \u00abobediente hasta la muerte\u00bb (Flp 2, 8; cf. Hb 5, 7-8). Jes\u00fas ora: \u00abPadre m\u00edo, si es posible, que pase de m\u00ed este c\u00e1liz ..\u00bb (Mt 26, 39). Expresa as\u00ed el horror que representa la muerte para su naturaleza humana. Esta, en efecto, como la nuestra, est\u00e1 destinada a la vida eterna; adem\u00e1s, a diferencia de la nuestra, est\u00e1 perfectamente exenta de pecado (cf. Hb 4, 15) que es la causa de la muerte (cf. Rm 5, 12); pero sobre todo est\u00e1 asumida por la persona divina del \u00abPr\u00edncipe de la Vida\u00bb (Hch 3, 15), de \u00abel que vive\u00bb (Ap 1, 18; cf. Jn 1, 4; 5, 26). Al aceptar en su voluntad humana que se haga la voluntad del Padre (cf. Mt 26, 42), acepta su muerte como redentora para \u00abllevar nuestras faltas en su cuerpo sobre el madero\u00bb (1 P 2, 24).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La muerte de Cristo es el sacrificio \u00fanico y definitivo<\/p>
613\u00a0\u00a0 La muerte de Cristo es a la vez el sacrificio pascual que lleva a cabo la redenci\u00f3n definitiva de los hombres (cf. 1 Co 5, 7; Jn 8, 34-36) por medio del \u00abcordero que quita el pecado del mundo\u00bb (Jn 1, 29; cf. 1 P 1, 19) y el sacrificio de la Nueva Alianza (cf. 1 Co 11, 25) que devuelve al hombre a la comuni\u00f3n con Dios (cf. Ex 24, 8) reconcili\u00e1ndole con El por \u00abla sangre derramada por muchos para remisi\u00f3n de los pecados\u00bb (Mt 26, 28;cf. Lv 16, 15-16).<\/p>
614\u00a0\u00a0 Este sacrificio de Cristo es \u00fanico, da plenitud y sobrepasa a todos los sacrificios (cf. Hb 10, 10). Ante todo es un don del mismo Dios Padre: es el Padre quien entrega al Hijo para reconciliarnos con \u00e9l (cf. Jn 4, 10). Al mismo tiempo es ofrenda del Hijo de Dios hecho hombre que, libremente y por amor (cf. Jn 15, 13), ofrece su vida (cf. Jn 10, 17-18) a su Padre por medio del Esp\u00edritu Santo (cf. Hb 9, 14), para reparar nuestra desobediencia.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Jes\u00fas reemplaza nuestra desobediencia por su obediencia<\/p>
615\u00a0\u00a0 \u00abComo por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, as\u00ed tambi\u00e9n por la obediencia de uno solo todos ser\u00e1n constituidos justos\u00bb (Rm 5, 19). Por su obediencia hasta la muerte, Jes\u00fas llev\u00f3 a cabo la sustituci\u00f3n del Siervo doliente que \u00abse dio a s\u00ed mismo en expiaci\u00f3n\u00bb, \u00abcuando llev\u00f3 el pecado de muchos\u00bb, a quienes \u00abjustificar\u00e1 y cuyas culpas soportar\u00e1\u00bb (Is 53, 10-12). Jes\u00fas repara por nuestras faltas y satisface al Padre por nuestros pecados (cf. Cc de Trento: DS 1529).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En la cruz, Jes\u00fas consuma su sacrificio<\/p>
616\u00a0\u00a0 El \u00abamor hasta el extremo\u00bb(Jn 13, 1) es el que confiere su valor de redenci\u00f3n y de reparaci\u00f3n, de expiaci\u00f3n y de satisfacci\u00f3n al sacrificio de Cristo. Nos ha conocido y amado a todos en la ofrenda de su vida (cf. Ga 2, 20; Ef 5, 2. 25). \u00abEl amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno muri\u00f3 por todos, todos por tanto murieron\u00bb (2 Co 5, 14). Ning\u00fan hombre aunque fuese el m\u00e1s santo estaba en condiciones de tomar sobre s\u00ed los pecados de todos los hombres y ofrecerse en sacrificio por todos. La existencia en Cristo de la persona divina del Hijo, que al mismo tiempo sobrepasa y abraza a todas las personas humanas, y que le constituye Cabeza de toda la humanidad, hace posible su sacrificio redentor por todos.<\/p>
617\u00a0\u00a0 \u00abSua sanctissima passione in ligno crucis nobis justif icationem meruit\u00bb (\u00abPor su sacrat\u00edsima pasi\u00f3n en el madero de la cruz nos mereci\u00f3 la justificaci\u00f3n\u00bb)ense\u00f1a el Concilio de Trento (DS 1529) subrayando el car\u00e1cter \u00fanico del sacrificio de Cristo como \u00abcausa de salvaci\u00f3n eterna\u00bb (Hb 5, 9). Y la Iglesia venera la Cruz cantando: \u00abO crux, ave, spes unica\u00bb (\u00abSalve, oh cruz, \u00fanica esperanza\u00bb, himno \u00abVexilla Regis\u00bb).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Nuestra participaci\u00f3n en el sacrificio de Cristo<\/p>
618\u00a0\u00a0 La Cruz es el \u00fanico sacrificio de Cristo \u00ab\u00fanico mediador entre Dios y los hombres\u00bb (1 Tm 2, 5). Pero, porque en su Persona divina encarnada, \u00abse ha unido en cierto modo con todo hombre\u00bb (GS 22, 2), \u00e9l \u00abofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios s\u00f3lo conocida, se asocien a este misterio pascual\u00bb (GS 22, 5). El llama a sus disc\u00edpulos a \u00abtomar su cruz y a seguirle\u00bb (Mt 16, 24) porque \u00e9l \u00absufri\u00f3 por nosotros dej\u00e1ndonos ejemplo para que sigamos sus huellas\u00bb (1 P 2, 21). El quiere en efecto asociar a su sacrificio redentor a aqu\u00e9llos mismos que son sus primeros beneficiarios(cf. Mc 10, 39; Jn 21, 18-19; Col 1, 24). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada m\u00e1s \u00edntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor (cf. Lc 2, 35):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde subir al cielo<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (Sta. Rosa de Lima, vida)<\/p>
RESUMEN<\/p>
619\u00a0\u00a0 \u00abCristo muri\u00f3 por nuestros pecados seg\u00fan las Escrituras\u00bb(1 Co 15, 3).<\/p>
620\u00a0 Nuestra salvaci\u00f3n procede de la iniciativa del amor de Dios hacia nosotros porque \u00abEl nos am\u00f3 y nos envi\u00f3 a su Hijo como\u00a0 propiciaci\u00f3n por nuestros pecados\u00bb (1 Jn 4, 10). \u00abEn Cristo estaba\u00a0 Dios reconciliando al mundo consigo\u00bb (2 Co 5, 19).<\/p>
621\u00a0\u00a0 Jes\u00fas se ofreci\u00f3 libremente por nuestra salvaci\u00f3n. Este don lo significa y lo realiza por anticipado durante la \u00faltima\u00a0 cena: \u00abEste es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros\u00bb (Lc 22,\u00a0 19).<\/p>
622\u00a0 La redenci\u00f3n de Cristo consiste en que \u00e9l \u00abha venido a dar su\u00a0 vida como rescate por muchos\u00bb (Mt 20, 28), es decir \u00aba amar a los suyos hasta el extremo\u00bb (Jn 13, 1) para que ellos fuesen \u00abrescatados\u00a0 de la conducta necia heredada de sus padres\u00bb (1 P 1, 18).<\/p>
623\u00a0 Por su obediencia amorosa a su Padre, \u00abhasta la muerte de cruz\u00bb (Flp 2, 8) Jes\u00fas cumpli\u00f3 la misi\u00f3n expiatoria (cf. Is 53, 10) del Siervo\u00a0 doliente que \u00abjustifica a muchos cargando con las culpas de ellos\u00bb. (Is 53, 11; cf. Rm 5, 19).<\/p>
P\u00e1rrafo 3 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 JESUCRISTO FUE SEPULTADO<\/p>
624\u00a0 \u00abPor la gracia de Dios, gust\u00f3 la muerte para bien de todos\u00bb (Hb 2, 9). En su designio de salvaci\u00f3n, Dios dispuso que su Hijo no solamente \u00abmuriese por nuestros pecados\u00bb (1 Co 15, 3) sino tambi\u00e9n que \u00abgustase la muerte\u00bb, es decir, que conociera el estado de muerte, el estado de separaci\u00f3n entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que \u00e9l expir\u00f3 en la Cruz y el momento en que resucit\u00f3 . Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del S\u00e1bado Santo en el que Cristo depositado en la tumba (cf. Jn 19, 42) manifiesta el gran reposo sab\u00e1tico de Dios (cf. Hb 4, 4-9) despu\u00e9s de realizar (cf. Jn 19, 30) la salvaci\u00f3n de los hombres, que establece en la paz el universo entero (cf. Col 1, 18-20).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El cuerpo de Cristo en el sepulcro<\/p>
625\u00a0 La permanencia de Cristo en el sepulcro constituye el v\u00ednculo real entre el estado pasible de Cristo antes de Pascua y su actual estado glorioso de resucitado. Es la misma persona de \u00abEl que vive\u00bb que puede decir: \u00abestuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos\u00bb (Ap 1, 18):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Dios [el Hijo] no impidi\u00f3 a la muerte separar el alma del cuerpo, seg\u00fan el orden necesario de la natur aleza pero los reuni\u00f3 de nuevo, uno con otro, por medio de la Resurrecci\u00f3n, a fin de ser El mismo en persona el punto de encuentro de la muerte y de la vida deteniendo en \u00e9l la descomposici\u00f3n de la naturaleza que produce la muerte y resultando \u00e9l mismo el principio de reuni\u00f3n de las partes separadas (S. Gregorio Niceno, or. catech. 16).<\/p>
626\u00a0 Ya que el \u00abPr\u00edncipe de la vida que fue llevado a la muerte\u00bb (Hch 3,15) es al mismo tiempo \u00abel Viviente que ha resucitado\u00bb (Lc 24, 5-6), era necesario que la persona divina del Hijo de Dios haya continuado asumiendo su alma y su cuerpo separados entre s\u00ed por la muerte:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por el hecho de que en la muerte de Cristo el alma haya sido separada de la carne, la persona \u00fanica no se encontr\u00f3 dividida en dos personas; porque el cuerpo y el alma de Cristo existieron por la misma raz\u00f3n desde el principio en la persona del Verbo; y en la muerte, aunque separados el uno de la otra, permanecieron cada cual con la misma y \u00fanica persona del Verbo (S. Juan Damasceno, f.o. 3, 27).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abNo dejar\u00e1s que tu santo vea la corrupci\u00f3n\u00bb<\/p>
627\u00a0 La muerte de Cristo fue una verdadera muerte en cuanto que puso fin a su existencia humana terrena. Pero a causa de la uni\u00f3n que la Persona del Hijo conserv\u00f3 con su cuerpo, \u00e9ste no fue un despojo mortal como los dem\u00e1s porque \u00abno era posible que la muerte lo dominase\u00bb (Hch 2, 24) y por eso de Cristo se puede decir a la vez: \u00abFue arrancado de la tierra de los vivos\u00bb (Is 53, 8); y: \u00abmi carne reposar\u00e1 en la esperanza de que no abandonar\u00e1s mi alma en el Hades ni permitir\u00e1s que tu santo experimente la corrupci\u00f3n\u00bb (Hch 2,26-27; cf.Sal 16, 9-10). La Resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas \u00abal tercer d\u00eda\u00bb (1Co 15, 4; Lc 24, 46; cf. Mt 12, 40; Jon 2, 1; Os 6, 2) era el signo de ello, tambi\u00e9n porque se supon\u00eda que la corrupci\u00f3n se manifestaba a partir del cuarto d\u00eda (cf. Jn 11, 39).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abSepultados con Cristo … \u00ab<\/p>
628\u00a0 El Bautismo, cuyo signo original y pleno es la inmersi\u00f3n, significa eficazmente la bajada del cristiano al sepulcro muriendo al pecado con Cristo para una nueva vida: \u00abFuimos, pues, con \u00e9l sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, as\u00ed tambi\u00e9n nosotros vivamos una vida nueva\u00bb (Rm 6,4; cf Col 2, 12; Ef 5, 26).<\/p>
RESUMEN<\/p>
629\u00a0 Jes\u00fas gust\u00f3 la muerte para bien de todos (cf. Hb 2, 9). Es verdaderamente el Hijo de Dios hecho hombre que muri\u00f3 y fue sepultado.<\/p>
630\u00a0 Durante el tiempo que Cristo permaneci\u00f3 en el sepulcro su Persona divina continu\u00f3 asumiendo tanto su alma como su cuerpo, separados sin embargo entre s\u00ed por causa de la muerte. Por eso el cuerpo muerto de Cristo \u00abno conoci\u00f3 la corrupci\u00f3n\u00bb (Hch 13,37).<\/p>
Art\u00edculo 5\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abJESUCRISTO DESCENDIO A LOS INFIERNOS, AL TERCER DIA RESUCITO DE ENTRE LOS MUERTOS\u00bb<\/p>
631\u00a0\u00a0 \u00abJes\u00fas baj\u00f3 a las regiones inferiores de la tierra. Este que baj\u00f3 es el mismo que subi\u00f3\u00bb (Ef 4, 9-10). El S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles confiesa en un mismo art\u00edculo de fe el descenso de Cristo a los infiernos y su Resurrecci\u00f3n de los muertos al tercer d\u00eda, porque es en su Pascua donde, desde el fondo de la muerte, \u00e9l hace brotar la vida:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Christus, filius tuus,<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 qui, regressus ab inferis,<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 humano generi serenus illuxit,<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 et vivit et regnat in saecula saeculorum. Amen.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (Es Cristo, tu Hijo resucitado,<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 que, al salir del sepulcro,<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 brilla sereno para el linaje humano,<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 y vive y reina glorioso por los siglos de los siglos.Am\u00e9n).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (MR, Vigilia pascual 18: Exultet)<\/p>
P\u00e1rrafo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 CRISTO DESCENDIO A LOS INFIERNOS<\/p>
632\u00a0 Las frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento seg\u00fan las cuales Jes\u00fas \u00abresucit\u00f3 de entre los muertos\u00bb (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15, 20) presuponen que, antes de la resurrecci\u00f3n, permaneci\u00f3 en la morada de los muertos (cf. Hb 13, 20). Es el primer sentido que dio la predicaci\u00f3n apost\u00f3lica al descenso de Jes\u00fas a los infiernos; Jes\u00fas conoci\u00f3 la muerte como todos los hombres y se reuni\u00f3 con ellos en la morada de los muertos. Pero ha descendido como Salvador proclamando la buena nueva a los esp\u00edritus que estaban all\u00ed detenidos (cf. 1 P 3,18-19).<\/p>
633\u00a0 La Escritura llama infiernos, sheol, o hades (cf. Flp 2, 10; Hch 2, 24; Ap 1, 18; Ef 4, 9) a la morada de los muertos donde baj\u00f3 Cristo despu\u00e9s de muerto, porque los que se encontraban all\u00ed estaban privados de la visi\u00f3n de Dios (cf. Sal 6, 6; 88, 11-13). Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los muertos, malos o justos (cf. Sal 89, 49;1 S 28, 19; Ez 32, 17-32), lo que no quiere decir que su suerte sea id\u00e9ntica como lo ense\u00f1a Jes\u00fas en la par\u00e1bola del pobre L\u00e1zaro recibido en el \u00abseno de Abraham\u00bb (cf. Lc 16, 22-26). \u00abSon precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el seno de Abraham, a las que Jesucristo liber\u00f3 cuando descendi\u00f3 a los infiernos\u00bb (Catech. R. 1, 6, 3). Jes\u00fas no baj\u00f3 a los infiernos para liberar all\u00ed a los condenados (cf. Cc. de Roma del a\u00f1o 745; DS 587) ni para destruir el infierno de la condenaci\u00f3n (cf. DS 1011; 1077) sino para liberar a los justos que le hab\u00edan precedido (cf. Cc de Toledo IV en el a\u00f1o 625; DS 485; cf. tambi\u00e9n Mt 27, 52-53).<\/p>
634\u00a0 \u00abHasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Nueva …\u00bb (1 P 4, 6). El descenso a los infiernos es el pleno cumplimiento del anuncio evang\u00e9lico de la salvaci\u00f3n. Es la \u00faltima fase de la misi\u00f3n mesi\u00e1nica de Jes\u00fas, fase condensada en el tiempo pero inmensamente amplia en su significado real de extensi\u00f3n de la obra redentora a todos los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares porque todos los que se salvan se hacen part\u00edcipes de la Redenci\u00f3n.<\/p>
635\u00a0 Cristo, por tanto, baj\u00f3 a la profundidad de la muerte (cf.\u00a0 Mt 12, 40; Rm 10, 7; Ef 4, 9) para \u00abque los muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan\u00bb (Jn 5, 25). Jes\u00fas, \u00abel Pr\u00edncipe de la vida\u00bb (Hch 3, 15) aniquil\u00f3 \u00abmediante la muerte al se\u00f1or de la muerte, es decir, al Diablo y libert\u00f3 a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud \u00ab(Hb 2, 14-15). En adelante, Cristo resucitado \u00abtiene las llaves de la muerte y del Hades\u00bb (Ap 1, 18) y \u00abal nombre de Jes\u00fas toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos\u00bb (Flp 2, 10).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Un gran silencio reina hoy en la tierra, un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio porque el Rey duerme. La tierra ha temblado y se ha calmado porque Dios se ha dormido en la carne y ha ido a despertar a los que dorm\u00edan desde hac\u00eda siglos … Va a buscar a Ad\u00e1n, nuestro primer Padre, la oveja perdida. Quiere ir a visitar a todos\u00a0 los que se encuentran en las tinieblas y a la sombra de la muerte. Va para liberar de sus dolores a Ad\u00e1n encadenado y a Eva, cautiva con \u00e9l, El que es al mismo tiempo su Dios y su Hijo…’Yo soy tu Dios y por tu causa he sido hecho tu Hijo. Lev\u00e1ntate, t\u00fa que dorm\u00edas porque no te he creado para que permanezcas aqu\u00ed encadenado en el infierno. Lev\u00e1ntate de entre los muertos, yo soy la vida de los muertos (Antigua homil\u00eda para el S\u00e1bado Santo).<\/p>
RESUMEN<\/p>
636\u00a0 En la expresi\u00f3n \u00abJes\u00fas descendi\u00f3 a los infiernos\u00bb, el s\u00edmbolo confiesa que Jes\u00fas muri\u00f3 realmente,\u00a0 y que, por su muerte en favor nuestro, ha vencido a la muerte y al Diablo \u00abSe\u00f1or de la muerte\u00bb (Hb 2, 14).<\/p>
637\u00a0 Cristo muerto, en su alma unida a su persona divina, descendi\u00f3 a la morada de los muertos. Abri\u00f3 las puertas del cielo a los justos que le hab\u00edan precedido.<\/p>
P\u00e1rrafo 2 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 AL TERCER DIA RESUCITO DE ENTRE LOS MUERTOS<\/p>
638\u00a0 \u00abOs anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en nosotros, los hijos, al resucitar a Jes\u00fas (Hch 13, 32-33). La Resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, cre\u00edda y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradici\u00f3n, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cristo resucit\u00f3 de entre los muertos.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Con su muerte venci\u00f3 a la muerte.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 A los muertos ha dado la vida.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 (Liturgia bizantina, Tropario de Pascua)<\/p>
I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL ACONTECIMIENTO HISTORICO Y TRANSCENDENTE<\/p>
639\u00a0 El misterio de la resurrecci\u00f3n de Cristo es un acontecimiento real que tuvo manifestaciones hist\u00f3ricamente comprobadas como lo atestigua el Nuevo Testamento. Ya San Pablo, hacia el a\u00f1o 56, puede escribir a los Corintios: \u00abPorque os transmit\u00ed, en primer lugar, lo que a mi vez recib\u00ed: que Cristo muri\u00f3 por nuestros pecados, seg\u00fan las Escrituras; que fue sepultado y que resucit\u00f3 al tercer d\u00eda, seg\u00fan las Escrituras; que se apareci\u00f3 a Cefas y luego a los Doce: \u00ab(1 Co 15, 3-4). El Ap\u00f3stol habla aqu\u00ed de la tradici\u00f3n viva de la Resurrecci\u00f3n que recibi\u00f3 despu\u00e9s de su conversi\u00f3n a las puertas de Damasco (cf. Hch 9, 3-18).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El sepulcro vac\u00edo<\/p>
640\u00a0 \u00ab\u00bfPor qu\u00e9 buscar entre los muertos al que vive? No est\u00e1 aqu\u00ed, ha resucitado\u00bb (Lc 24, 5-6). En el marco de los acontecimientos de Pascua, el primer elemento que se encuentra es el sepulcro vac\u00edo. No es en s\u00ed una prueba directa. La ausencia del cuerpo de Cristo en el sepulcro podr\u00eda explicarse de otro modo (cf. Jn 20,13; Mt 28, 11-15). A pesar de eso, el sepulcro vac\u00edo ha constituido para todos un signo esencial. Su descubrimiento por los disc\u00edpulos fue el primer paso para el reconocimiento del hecho de la Resurrecci\u00f3n. Es el caso, en primer lugar, de las santas mujeres (cf. Lc 24, 3. 22- 23), despu\u00e9s de Pedro (cf. Lc 24, 12). \u00abEl disc\u00edpulo que Jes\u00fas amaba\u00bb (Jn 20, 2) afirma que, al entrar en el sepulcro vac\u00edo y al descubrir \u00ablas vendas en el suelo\u00bb(Jn 20, 6) \u00abvio y crey\u00f3\u00bb (Jn 20, 8). Eso supone que constat\u00f3 en el estado del sepulcro vac\u00edo (cf.Jn 20, 5-7) que la ausencia del cuerpo de Jes\u00fas no hab\u00eda podido ser obra humana y que Jes\u00fas no hab\u00eda vuelto simplemente a una vida terrenal como hab\u00eda sido el caso de L\u00e1zaro (cf. Jn 11, 44).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las apariciones del Resucitado<\/p>
641\u00a0\u00a0 Mar\u00eda Magdalena y las santas mujeres, que ven\u00edan de embalsamar el cuerpo de Jes\u00fas (cf. Mc 16,1; Lc 24, 1) enterrado a prisa en la tarde del Viernes Santo por la llegada del S\u00e1bado (cf. Jn 19, 31. 42) fueron las primeras en encontrar al Resucitado (cf. Mt 28, 9-10;Jn 20, 11-18).As\u00ed las mujeres fueron las primeras mensajeras de la Resurrecci\u00f3n de Cristo para los propios Ap\u00f3stoles (cf. Lc 24, 9-10). Jes\u00fas se apareci\u00f3 en seguida a ellos, primero a Pedro, despu\u00e9s a los Doce (cf. 1 Co 15, 5). Pedro, llamado a confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22, 31-32), ve por tanto al Resucitado antes que los dem\u00e1s y sobre su testimonio es sobre el que la comunidad exclama: \u00ab\u00a1Es verdad! \u00a1El Se\u00f1or ha resucitado y se ha aparecido a Sim\u00f3n!\u00bb (Lc 24, 34).<\/p>
642\u00a0 Todo lo que sucedi\u00f3 en estas jornadas pascuales compromete a cada uno de los Ap\u00f3stoles – y a Pedro en particular – en la\u00a0 construcci\u00f3n de la era nueva que comenz\u00f3 en la ma\u00f1ana de Pascua. Como testigos del Resucitado, los ap\u00f3stoles son las piedras de fundaci\u00f3n de su\u00a0 Iglesia. La fe de la primera comunidad de\u00a0 creyentes se funda en el testimonio de hombres concretos, conocidos de los cristianos y, para la mayor\u00eda, viviendo entre ellos todav\u00eda. Estos \u00abtestigos de la Resurrecci\u00f3n de Cristo\u00bb (cf. Hch 1, 22) son ante todo Pedro y los Doce, pero no solamente ellos: Pablo habla claramente de m\u00e1s de quinientas personas a las que se apareci\u00f3 Jes\u00fas en una sola vez, adem\u00e1s de Santiago y de todos los ap\u00f3stoles (cf. 1 Co 15, 4-8).<\/p>
643\u00a0 Ante estos testimonios es imposible interpretar la Resurrecci\u00f3n de Cristo fuera del orden f\u00edsico, y no reconocerlo como un hecho hist\u00f3rico. Sabemos por los hechos que la fe de los disc\u00edpulos fue sometida a la prueba radical de la pasi\u00f3n y de la muerte en cruz de su Maestro, anunciada por \u00e9l de antemano(cf. Lc 22, 31-32). La sacudida provocada por la pasi\u00f3n fue tan grande que los disc\u00edpulos (por lo menos, algunos de ellos) no creyeron tan pronto en la noticia de la resurrecci\u00f3n. Los evangelios, lejos de mostrarnos una comunidad arrobada por una exaltaci\u00f3n m\u00edstica, los evangelios nos presentan a los disc\u00edpulos abatidos (\u00abla cara sombr\u00eda\u00bb: Lc 24, 17) y asustados (cf. Jn 20, 19). Por eso no creyeron a las santas mujeres que regresaban del sepulcro y \u00absus palabras les parec\u00edan como desatinos\u00bb (Lc 24, 11; cf. Mc 16, 11. 13). Cuando Jes\u00fas se manifiesta a los once en la tarde de Pascua \u00ables ech\u00f3 en cara su incredulidad y su dureza de cabeza por no haber cre\u00eddo a quienes le hab\u00edan visto resucitado\u00bb (Mc 16, 14).<\/p>
644\u00a0 Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jes\u00fas resucitado, los disc\u00edpulos dudan todav\u00eda (cf. Lc 24, 38): creen ver un esp\u00edritu (cf. Lc 24, 39). \u00abNo acaban de creerlo a causa de la alegr\u00eda y estaban asombrados\u00bb (Lc 24, 41). Tom\u00e1s conocer\u00e1 la misma prueba de la duda (cf. Jn 20, 24-27) y, en su \u00faltima aparici\u00f3n en Galilea referida por Mateo, \u00abalgunos sin\u00a0 embargo dudaron\u00bb (Mt 28, 17). Por esto la hip\u00f3tesis seg\u00fan la cual la resurrecci\u00f3n habr\u00eda sido un \u00abproducto\u00bb de la fe (o de la credulidad) de los ap\u00f3stoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrecci\u00f3n naci\u00f3 – bajo la acci\u00f3n de la gracia divina- de la experiencia directa de la realidad de Jes\u00fas resucitado.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El estado de la humanidad resucitada de Cristo<\/p>
645\u00a0 Jes\u00fas resucitado establece con sus disc\u00edpulos relaciones directas mediante el tacto (cf. Lc 24, 39; Jn 20, 27)\u00a0 y el compartir\u00a0 la comida (cf. Lc 24, 30. 41-43; Jn 21, 9. 13-15). Les invita as\u00ed a reconocer que \u00e9l no es un esp\u00edritu (cf. Lc 24, 39) pero sobre todo a que comprueben que el cuerpo resucitado con el que se presenta ante ellos es el mismo que ha sido martirizado y crucificado ya que sigue llevando las huellas de su pasi\u00f3n (cf Lc 24, 40; Jn 20, 20. 27). Este cuerpo aut\u00e9ntico y real posee sin embargo al mismo tiempo las propiedades nuevas de un cuerpo glorioso: no est\u00e1 situado en el espacio ni en el tiempo, pero puede hacerse presente a su voluntad donde quiere y cuando quiere (cf. Mt 28, 9. 16-17; Lc 24, 15. 36; Jn 20, 14. 19. 26; 21, 4) porque su humanidad ya no puede ser retenida en la tierra y no pertenece ya m\u00e1s que al dominio divino del Padre (cf. Jn 20, 17). Por esta raz\u00f3n tambi\u00e9n Jes\u00fas resucitado es soberanamente libre de aparecer como quiere: bajo la apariencia de un jardinero (cf. Jn 20, 14-15) o \u00abbajo otra figura\u00bb (Mc 16, 12) distinta de la que les era familiar a los disc\u00edpulos, y eso para suscitar su fe (cf. Jn 20, 14. 16; 21, 4. 7).<\/p>
646\u00a0 La Resurrecci\u00f3n de Cristo no fue un retorno a la vida terrena como en el caso de las resurrecciones que \u00e9l hab\u00eda realizado antes de Pascua: la hija de Jairo, el joven de Naim, L\u00e1zaro. Estos hechos eran acontecimientos milagrosos, pero las personas afectadas por el milagro volv\u00edan a tener, por el poder de Jes\u00fas, una vida terrena \u00abordinaria\u00bb. En cierto momento, volver\u00e1n a morir. La resurrecci\u00f3n de Cristo es esencialmente diferente. En su cuerpo resucitado, pasa del estado de muerte a otra vida m\u00e1s all\u00e1 del tiempo y del espacio. En la Resurrecci\u00f3n, el cuerpo de Jes\u00fas se llena del poder del Esp\u00edritu Santo; participa de la vida divina en el estado de su gloria, tanto que San Pablo puede decir de Cristo que es \u00abel hombre celestial\u00bb (cf. 1 Co 15, 35-50).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La resurrecci\u00f3n como acontecimiento transcendente<\/p>
647\u00a0 \u00ab\u00a1Qu\u00e9 noche tan dichosa, canta el ‘Exultet’ de Pascua, s\u00f3lo ella conoci\u00f3 el momento en que Cristo resucit\u00f3 de entre los muertos!\u00bb. En efecto, nadie fue testigo ocular del acontecimiento mismo de la Resurrecci\u00f3n y ning\u00fan evangelista lo describe. Nadie puede decir c\u00f3mo sucedi\u00f3 f\u00edsicamente. Menos a\u00fan, su esencia m\u00e1s \u00edntima, el paso a otra vida, fue perceptible a los sentidos. Acontecimiento hist\u00f3rico demostrable por la se\u00f1al del sepulcro vac\u00edo y por la realidad de los encuentros de los ap\u00f3stoles con Cristo resucitado, no por ello la Resurrecci\u00f3n pertenece menos al centro del Misterio de la fe en aquello que transciende y sobrepasa a la historia. Por eso, Cristo resucitado no se manifiesta al mundo (cf. Jn 14, 22) sino a sus disc\u00edpulos, \u00aba los que hab\u00edan subido con \u00e9l desde Galilea a Jerusal\u00e9n y que ahora son testigos suyos ante el pueblo\u00bb (Hch 13, 31).<\/p>
II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA RESURRECCION OBRA DE LA SANTISIMA TRINIDAD<\/p>
648\u00a0 La Resurrecci\u00f3n de Cristo es objeto de fe en cuanto es una intervenci\u00f3n transcendente de Dios mismo en la creaci\u00f3n y en la historia. En ella, las tres personas divinas act\u00faan juntas a la vez y manifiestan su propia originalidad. Se realiza por el poder del Padre que \u00abha resucitado\u00bb (cf. Hch 2, 24) a Cristo, su Hijo, y de este modo ha introducido de manera perfecta su humanidad – con su cuerpo – en la Trinidad. Jes\u00fas se revela definitivamente \u00abHijo de Dios con poder, seg\u00fan el Esp\u00edritu de santidad, por su resurrecci\u00f3n de entre los muertos\u00bb (Rm 1, 3-4). San Pablo insiste en la manifestaci\u00f3n del poder de Dios (cf. Rm 6, 4; 2 Co 13, 4; Flp 3, 10; Ef 1, 19-22; Hb 7, 16) por la acci\u00f3n del Esp\u00edritu que ha vivificado la humanidad muerta de Jes\u00fas y la ha llamado al estado glorioso de Se\u00f1or.<\/p>
649\u00a0 En cuanto al Hijo, \u00e9l realiza su propia Resurrecci\u00f3n en virtud de su poder divino. Jes\u00fas anuncia que el Hijo del hombre deber\u00e1 sufrir mucho, morir y luego resucitar (sentido activo del t\u00e9rmino) (cf. Mc 8, 31; 9, 9-31; 10, 34). Por otra parte, \u00e9l afirma expl\u00edcitamente: \u00abdoy mi vida, para recobrarla de nuevo … Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo\u00bb (Jn 10, 17-18). \u00abCreemos que Jes\u00fas muri\u00f3 y resucit\u00f3\u00bb (1 Te 4, 14).<\/p>
650\u00a0 Los Padres contemplan la Resurrecci\u00f3n a partir de la persona divina de Cristo que permaneci\u00f3 unida a su alma y a su cuerpo separados entre s\u00ed por la muerte: \u00abPor la unidad de la naturaleza divina que permanece presente en cada una de las dos partes del hombre, \u00e9stas se unen de nuevo. As\u00ed la muerte se produce por la separaci\u00f3n del compuesto humano, y la Resurrecci\u00f3n por la uni\u00f3n de las dos partes separadas\u00bb (San Gregorio Niceno, res. 1; cf.tambi\u00e9n DS 325; 359; 369; 539).<\/p>
III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 SENTIDO Y ALCANCE SALVIFICO DE LA RESURRECCION<\/p>
651\u00a0\u00a0 \u00abSi no resucit\u00f3 Cristo, vana es nuestra predicaci\u00f3n, vana tambi\u00e9n vuestra fe\u00bb(1 Co 15, 14). La Resurrecci\u00f3n constituye ante todo la confirmaci\u00f3n de todo lo que Cristo hizo y ense\u00f1\u00f3. Todas las verdades, incluso las m\u00e1s inaccesibles al esp\u00edritu humano, encuentran su justificaci\u00f3n si Cristo, al resucitar, ha dado la prueba definitiva de su autoridad divina seg\u00fan lo hab\u00eda prometido.<\/p>
652\u00a0 La Resurrecci\u00f3n de Cristo es cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento (cf. Lc 24, 26-27. 44-48) y del mismo Jes\u00fas durante su vida terrenal (cf. Mt 28, 6; Mc 16, 7; Lc 24, 6-7). La expresi\u00f3n \u00abseg\u00fan las Escrituras\u00bb (cf. 1 Co 15, 3-4 y el S\u00edmbolo nicenoconstantinopolitano) indica que la Resurrecci\u00f3n de Cristo cumpli\u00f3 estas predicciones.<\/p>
653\u00a0 La verdad de la divinidad de Jes\u00fas es confirmada por su Resurrecci\u00f3n. El hab\u00eda dicho: \u00abCuando hay\u00e1is levantado al Hijo del hombre, entonces sabr\u00e9is que Yo Soy\u00bb (Jn 8, 28). La Resurrecci\u00f3n del Crucificado demostr\u00f3 que verdaderamente, \u00e9l era \u00abYo Soy\u00bb, el Hijo de Dios y Dios mismo. San Pablo pudo decir a los Jud\u00edos: \u00abLa Promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en nosotros … al resucitar a Jes\u00fas, como est\u00e1 escrito en el salmo primero: ‘Hijo m\u00edo eres t\u00fa; yo te he engendrado hoy\u00bb (Hch 13, 32-33; cf. Sal 2, 7). La Resurrecci\u00f3n de Cristo est\u00e1 estrechamente unida al misterio de la Encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios: es su plenitud seg\u00fan el designio eterno de Dios.<\/p>
654\u00a0 Hay un doble aspecto en el misterio Pascual: por su muerte nos libera del pecado, por su Resurrecci\u00f3n nos abre el acceso a una nueva vida. Esta es, en primer lugar, la justificaci\u00f3n que nos devuelve a la gracia de Dios (cf. Rm 4, 25) \u00aba fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos … as\u00ed tambi\u00e9n\u00a0 nosotros vivamos una nueva vida\u00bb (Rm 6, 4). Consiste en la victoria sobre la muerte y el pecado y en la nueva participaci\u00f3n en la gracia (cf. Ef 2, 4-5; 1 P 1, 3). Realiza la adopci\u00f3n filial porque los hombres se convierten en hermanos de Cristo, como Jes\u00fas mismo llama a sus disc\u00edpulos despu\u00e9s de su Resurrecci\u00f3n: \u00abId, avisad a mis hermanos\u00bb (Mt 28, 10; Jn 20, 17). Hermanos no por naturaleza, sino por don de la gracia, porque esta filiaci\u00f3n adoptiva confiere una participaci\u00f3n real en la vida del Hijo \u00fanico, la que ha revelado plenamente en su Resurrecci\u00f3n.<\/p>
655\u00a0 Por \u00faltimo, la Resurrecci\u00f3n de Cristo – y el propio Cristo resucitado – es principio y fuente de nuestra resurrecci\u00f3n futura: \u00abCristo resucit\u00f3 de entre los muertos como primicias de los que durmieron … del mismo modo que en Ad\u00e1n mueren todos, as\u00ed tambi\u00e9n todos revivir\u00e1n en Cristo\u00bb (1 Co 15, 20-22). En la espera de que esto se realice, Cristo resucitado vive en el coraz\u00f3n de sus fieles. En El los cristianos \u00absaborean los prodigios del mundo futuro\u00bb (Hb 6,5) y su vida es arrastrada por Cristo al seno de la vida divina (cf. Col 3, 1-3) para que ya no vivan para s\u00ed los que viven, sino para aqu\u00e9l que muri\u00f3 y resucit\u00f3 por ellos\u00bb (2 Co 5, 15).<\/p>
RESUMEN<\/p>
656\u00a0 La fe en la Resurrecci\u00f3n tiene por objeto un acontecimiento a la vez hist\u00f3ricamente atestiguado por los disc\u00edpulos que se encontraron realmente con el Resucitado, y misteriosamente transcendente en cuanto entrada de la humanidad de Cristo en la gloria de Dios.<\/p>
657\u00a0 El sepulcro vac\u00edo y las vendas en el suelo significan por s\u00ed mismas que el cuerpo de Cristo ha escapado por el poder de Dios de las ataduras de la muerte y de la corrupci\u00f3n . Preparan a los disc\u00edpulos para su encuentro con el Resucitado.<\/p>
658\u00a0 Cristo, \u00abel primog\u00e9nito de entre los muertos\u00bb (Col 1, 18),\u00a0 es el principio de nuestra propia resurrecci\u00f3n, ya desde ahora por la justificaci\u00f3n de nuestra alma (cf. Rm 6, 4), m\u00e1s tarde por la vivificaci\u00f3n de nuestro cuerpo (cf. Rm 8, 11).<\/p>
Art\u00edculo 6\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cJESUCRISTO SUBIO A LOS CIELOS,<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Y ESTA SENTADO A LA DERECHA<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 DE DIOS, PADRE TODOPODEROSO\u201d<\/p>
659\u00a0 \u00abCon esto, el Se\u00f1or Jes\u00fas, despu\u00e9s de hablarles, fue elevado\u00a0 al Cielo y se sent\u00f3 a la diestra de Dios\u00bb (Mc 16, 19). El Cuerpo de Cristo fue glorificado desde el instante de su Resurrecci\u00f3n como lo prueban las propiedades nuevas y sobrenaturales, de las que desde entonces su cuerpo disfruta para siempre (cf.Lc 24, 31; Jn 20, 19. 26). Pero durante los cuarenta d\u00edas en los que \u00e9l come y bebe familiarmente con sus disc\u00edpulos (cf. Hch 10, 41) y les instruye sobre el Reino (cf. Hch 1, 3), su gloria a\u00fan queda velada bajo los rasgos de una humanidad ordinaria (cf. Mc 16,12; Lc 24, 15; Jn 20, 14-15; 21, 4). La \u00faltima aparici\u00f3n de Jes\u00fas termina con la entrada irreversible de su humanidad en la gloria divina simbolizada por la nube (cf. Hch 1, 9; cf. tambi\u00e9n Lc 9, 34-35; Ex 13, 22) y por el cielo (cf. Lc 24, 51) donde \u00e9l se sienta para siempre a la derecha de Dios (cf. Mc 16, 19; Hch 2, 33; 7, 56; cf. tambi\u00e9n Sal 110, 1). S\u00f3lo de manera completamente excepcional y \u00fanica, se muestra a Pablo \u00abcomo un abortivo\u00bb (1 Co 15, 8) en una \u00faltima aparici\u00f3n que constituye a \u00e9ste en ap\u00f3stol (cf. 1 Co 9, 1; Ga 1, 16).<\/p>
660\u00a0 El car\u00e1cter velado de la gloria del Resucitado durante este tiempo se transparenta en sus palabras misteriosas a Mar\u00eda Magdalena: \u00abTodav\u00eda no he subido al Padre. Vete donde los hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios\u00bb (Jn 20, 17). Esto indica una diferencia de manifestaci\u00f3n entre la gloria de Cristo resucitado y la de Cristo exaltado a la derecha del Padre. El acontecimiento a la vez hist\u00f3rico y transcendente de la Ascensi\u00f3n marca la transici\u00f3n de una a otra.<\/p>
661\u00a0\u00a0 Esta \u00faltima etapa permanece estrechamente unida a la primera es decir, a la bajada desde el cielo realizada en la Encarnaci\u00f3n. Solo el que \u00absali\u00f3 del Padre\u00bb puede \u00abvolver al Padre\u00bb: Cristo (cf. Jn 16,28). \u00abNadie ha subido al cielo sino el que baj\u00f3 del cielo, el Hijo del hombre\u00bb (Jn 3, 13; cf, Ef 4, 8-10). Dejada a sus fuerzas naturales, la humanidad no tiene acceso a la \u00abCasa del Padre\u00bb (Jn 14, 2), a la vida y a la felicidad de Dios. Solo Cristo ha podido abrir este acceso al hombre, \u00abha querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su Reino\u00bb (MR, Prefacio de la Ascensi\u00f3n).<\/p>
662\u00a0 \u00abCuando yo sea levantado de la tierra, atraer\u00e9 a todos hacia m\u00ed\u00bb(Jn 12, 32). La elevaci\u00f3n en la Cruz significa y anuncia la elevaci\u00f3n en la Ascensi\u00f3n al cielo. Es su comienzo. Jesucristo, el \u00fanico Sacerdote de la Alianza nueva y eterna, no \u00abpenetr\u00f3 en un Santuario hecho por mano de hombre, … sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios en favor nuestro\u00bb (Hb 9, 24). En el cielo, Cristo ejerce permanentemente su sacerdocio. \u00abDe ah\u00ed que pueda salvar perfectamente a los que por \u00e9l se llegan a Dios, ya que est\u00e1 siempre vivo para interceder en su favor\u00bb(Hb 7, 25). Como \u00abSumo Sacerdote de los bienes futuros\u00bb(Hb 9, 11), es el centro y el oficiante principal de la liturgia que honra al Padre en los cielos (cf. Ap 4, 6-11).<\/p>
663\u00a0 Cristo, desde entonces, est\u00e1 sentado a la derecha del Padre: \u00abPor derecha del Padre entendemos la gloria y el honor de la divinidad, donde el que exist\u00eda como Hijo de Dios antes de todos los siglos como Dios y consubstancial al Padre, est\u00e1 sentado corporalmente despu\u00e9s de que se encarn\u00f3 y de que su carne fue glorificada\u00bb (San Juan Damasceno, f.o. 4, 2; PG 94, 1104C).<\/p>
664\u00a0 Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguraci\u00f3n del reino del Mes\u00edas, cumpli\u00e9ndose la visi\u00f3n del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre: \u00abA \u00e9l se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasar\u00e1, y su reino no ser\u00e1 destruido jam\u00e1s\u00bb (Dn 7, 14). A partir de este momento, los ap\u00f3stoles se convirtieron en los testigos del \u00abReino que no tendr\u00e1 fin\u00bb (S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla).<\/p>
RESUMEN<\/p>
665\u00a0 La ascensi\u00f3n de Jesucristo marca la entrada definitiva de la humanidad de Jes\u00fas en el dominio celeste de Dios de donde ha de volver (cf. Hch 1, 11), aunque mientras tanto lo esconde\u00a0 a los ojos de los hombres (cf. Col 3, 3).<\/p>
666\u00a0 Jesucristo, cabeza de la Iglesia, nos precede en el Reino glorioso del Padre para que nosotros, miembros de su cuerpo,\u00a0 vivamos en la esperanza de estar un d\u00eda con \u00e9l eternamente.<\/p>
667\u00a0 Jesucristo, habiendo entrado una vez por todas en el santuario del cielo, intercede sin cesar por nosotros como el mediador que nos asegura permanentemente la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo.<\/p>
Art\u00edculo 7\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cDESDE ALLI HA DE VENIR A JUZGAR A<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 VIVOS Y\u00a0 MUERTOS\u201d<\/p>
I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 VOLVERA EN GLORIA<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cristo reina ya mediante la Iglesia …<\/p>
668\u00a0 \u00abCristo muri\u00f3 y volvi\u00f3 a la vida para eso, para ser Se\u00f1or de muertos y vivos\u00bb (Rm 14, 9). La Ascensi\u00f3n de Cristo al Cielo significa su participaci\u00f3n, en su humanidad, en el poder y en la autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Se\u00f1or: Posee todo poder en los cielos y en la tierra. El est\u00e1 \u00abpor encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominaci\u00f3n\u00bb porque el Padre \u00abbajo sus pies someti\u00f3 todas las cosas\u00bb(Ef 1, 20-22). Cristo es el Se\u00f1or del cosmos (cf. Ef 4, 10; 1 Co 15, 24. 27-28) y de la historia. En \u00e9l, la historia de la humanidad e incluso toda la Creaci\u00f3n encuentran su recapitulaci\u00f3n (Ef 1, 10), su cumplimiento transcendente.<\/p>
669\u00a0 Como Se\u00f1or, Cristo es tambi\u00e9n la cabeza de la Iglesia que es su Cuerpo (cf. Ef 1, 22). Elevado al cielo y glorificado, habiendo cumplido as\u00ed su misi\u00f3n, permanece en la tierra en su Iglesia. La Redenci\u00f3n es la fuente de la autoridad que Cristo, en virtud del Esp\u00edritu Santo, ejerce sobre la Iglesia (cf. Ef 4, 11-13). \u00abLa Iglesia, o el reino de Cristo presente ya en misterio\u00bb, \u00abconstituye el germen y el comienzo de este Reino en la tierra\u00bb (LG 3;5).<\/p>
670\u00a0 Desde la Ascensi\u00f3n, el designio de Dios ha entrado en su consumaci\u00f3n. Estamos ya en la \u00ab\u00faltima hora\u00bb (1 Jn 2, 18; cf. 1 P 4, 7). \u00abEl final de la historia ha llegado ya a nosotros y la renovaci\u00f3n del mundo est\u00e1 ya decidida de manera irrevocable e incluso de alguna manera real est\u00e1 ya por anticipado en este mundo. La Iglesia, en efecto, ya en la tierra, se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todav\u00eda imperfecta\u00bb (LG 48). El Reino de Cristo manifiesta ya su presencia por los signos milagrosos (cf. Mc 16, 17-18) que acompa\u00f1an a su anuncio por la Iglesia (cf. Mc 16, 20).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 … esperando que todo le sea sometido<\/p>
671\u00a0\u00a0 El Reino de Cristo, presente ya en su Iglesia, sin embargo, no est\u00e1 todav\u00eda acabado \u00abcon gran poder y gloria\u00bb (Lc 21, 27; cf. Mt 25, 31) con el advenimiento del Rey a la tierra. Este Reino a\u00fan es objeto de los ataques de los poderes del mal (cf. 2 Te 2, 7) a pesar de que estos poderes hayan sido\u00a0 vencidos en su ra\u00edz\u00a0 por la Pascua de Cristo. Hasta que todo le haya sido sometido (cf. 1 Co 15, 28), y \u00abmientras no\u00a0 haya nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones, que pertenecen a este tiempo, la imagen\u00a0 de este mundo que pasa. Ella misma vive entre las criaturas que gimen en dolores de parto hasta ahora y que esperan la manifestaci\u00f3n de los hijos de Dios\u00bb (LG 48). Por esta raz\u00f3n los cristianos piden, sobre todo en la Eucarist\u00eda (cf. 1 Co 11, 26), que se apresure el retorno de Cristo (cf. 2 P 3, 11-12) cuando suplican: \u00abVen, Se\u00f1or Jes\u00fas\u00bb (cf.1 Co 16, 22; Ap 22, 17-20).<\/p>
672\u00a0 Cristo afirm\u00f3 antes de su Ascensi\u00f3n que a\u00fan no era la hora del establecimiento glorioso del Reino mesi\u00e1nico esperado por Israel (cf. Hch 1, 6-7) que, seg\u00fan los profetas (cf. Is 11, 1-9), deb\u00eda traer a todos los hombres el orden definitivo de la justicia, del amor y de la paz. El tiempo presente, seg\u00fan el Se\u00f1or, es el tiempo del Esp\u00edritu y del testimonio (cf Hch 1, 8), pero es tambi\u00e9n un tiempo marcado todav\u00eda por la \u00abtristeza\u00bb (1 Co 7, 26) y la prueba del mal (cf. Ef 5, 16) que afecta tambi\u00e9n a la Iglesia(cf. 1 P 4, 17) e inaugura los combates de los \u00faltimos d\u00edas (1 Jn 2, 18; 4, 3; 1 Tm 4, 1). Es un tiempo de espera y de vigilia (cf. Mt 25, 1-13; Mc 13, 33-37).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El glorioso advenimiento de Cristo, esperanza de Israel<\/p>
673\u00a0 Desde la Ascensi\u00f3n, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente (cf Ap 22, 20) aun cuando a nosotros no nos \u00abtoca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad\u00bb (Hch 1, 7; cf. Mc 13, 32). Este advenimiento escatol\u00f3gico se puede cumplir en cualquier momento (cf. Mt 24, 44: 1 Te 5, 2), aunque tal acontecimiento y la prueba final que le ha de preceder est\u00e9n \u00abretenidos\u00bb en las manos de Dios (cf. 2 Te 2, 3-12).<\/p>
674\u00a0 La Venida del Mes\u00edas glorioso, en un momento determinad o de la historia se vincula al reconocimiento del Mes\u00edas por \u00abtodo Israel\u00bb (Rm 11, 26; Mt 23, 39) del que \u00abuna parte est\u00e1 endurecida\u00bb (Rm 11, 25) en \u00abla incredulidad\u00bb respecto a Jes\u00fas (Rm 11, 20). San Pedro dice a los jud\u00edos de Jerusal\u00e9n despu\u00e9s de Pentecost\u00e9s: \u00abArrepent\u00edos, pues, y convert\u00edos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del\u00a0 Se\u00f1or venga el tiempo de la consolaci\u00f3n y env\u00ede al Cristo que os hab\u00eda sido destinado, a Jes\u00fas, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauraci\u00f3n universal, de que Dios habl\u00f3 por boca de sus profetas\u00bb (Hch 3, 19-21). Y San Pablo le hace eco: \u00absi su reprobaci\u00f3n ha sido la reconciliaci\u00f3n del mundo \u00bfqu\u00e9 ser\u00e1 su readmisi\u00f3n sino una resurrecci\u00f3n de entre los muertos?\u00bb (Rm 11, 5). La entrada de \u00abla plenitud de los jud\u00edos\u00bb (Rm 11, 12) en la salvaci\u00f3n\u00a0 mesi\u00e1nica, a continuaci\u00f3n de \u00abla plenitud de los gentiles (Rm 11, 25; cf. Lc 21, 24), har\u00e1 al Pueblo de Dios \u00abllegar a la plenitud de Cristo\u00bb (Ef 4, 13) en la cual \u00abDios ser\u00e1 todo en nosotros\u00bb (1 Co 15, 28).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La \u00faltima prueba de la Iglesia<\/p>
675\u00a0 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deber\u00e1 pasar por una prueba final que sacudir\u00e1 la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecuci\u00f3n que acompa\u00f1a a su peregrinaci\u00f3n sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelar\u00e1 el \u00abMisterio de iniquidad\u00bb bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionar\u00e1 a los hombres una soluci\u00f3n aparente a sus problemas mediante el precio de la apostas\u00eda de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a s\u00ed mismo coloc\u00e1ndose en el lugar de Dios y de su Mes\u00edas venido en la carne (cf. 2 Te 2, 4-12; 1Te 5, 2-3;2 Jn 7; 1\u00a0 Jn 2, 18.22).<\/p>
676\u00a0 Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesi\u00e1nica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino m\u00e1s all\u00e1 del tiempo hist\u00f3rico a trav\u00e9s del juicio escatol\u00f3gico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificaci\u00f3n del Reino futuro con el nombre de milenarismo (cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma pol\u00edtica de un mesianismo secularizado, \u00abintr\u00ednsecamente perverso\u00bb (cf. P\u00edo XI, \u00abDivini Redemptoris\u00bb que condena el \u00abfalso misticismo\u00bb de esta \u00abfalsificaci\u00f3n de la redenci\u00f3n de los humildes\u00bb; GS 20-21).<\/p>
677\u00a0 La Iglesia s\u00f3lo entrar\u00e1 en la gloria del Reino a trav\u00e9s de esta \u00faltima Pascua en la que seguir\u00e1 a su Se\u00f1or en su muerte y su Resurrecci\u00f3n (cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizar\u00e1, por tanto, mediante un triunfo hist\u00f3rico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el \u00faltimo desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que har\u00e1 descender desde el Cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebeli\u00f3n del mal tomar\u00e1 la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12) despu\u00e9s de la \u00faltima sacudida c\u00f3smica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13).<\/p>
II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 PARA JUZGAR A VIVOS Y\u00a0 MUERTOS<\/p>
678\u00a0 Siguiendo a los profetas (cf. Dn 7, 10; Joel 3, 4; Ml 3,19) y a Juan Bautista (cf. Mt 3, 7-12), Jes\u00fas anunci\u00f3 en su predicaci\u00f3n el Juicio del \u00faltimo D\u00eda. Entonces, se pondr\u00e1n a la luz la conducta de cada uno (cf. Mc 12, 38-40) y el secreto de los corazones (cf. Lc 12, 1-3; Jn 3, 20-21; Rm 2, 16; 1 Co 4, 5). Entonces ser\u00e1 condenada la incredulidad culpable que ha tenido en nada la gracia ofrecida por Dios (cf Mt 11, 20-24; 12, 41-42). La\u00a0 actitud con respecto al pr\u00f3jimo revelar\u00e1 la acogida o el rechazo de la gracia y del amor divino (cf. Mt 5, 22; 7, 1-5). Jes\u00fas dir\u00e1 en el \u00faltimo d\u00eda: \u00abCuanto hicisteis a uno de estos hermanos m\u00edos m\u00e1s peque\u00f1os, a m\u00ed me lo hicisteis\u00bb (Mt 25, 40).<\/p>
679\u00a0 Cristo es Se\u00f1or de la vida eterna. El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo. \u00abAdquiri\u00f3\u00bb este derecho por su Cruz. El Padre tambi\u00e9n ha entregado \u00abtodo juicio al Hijo\u00bb (Jn 5, 22;cf. Jn 5, 27; Mt 25, 31; Hch 10, 42; 17, 31; 2 Tm 4, 1). Pues bien, el Hijo no ha venido para juzgar sino para salvar (cf. Jn 3,17) y para dar la vida que hay en \u00e9l (cf. Jn 5, 26). Es por el rechazo de la gracia en esta vida por lo que cada uno se juzga ya a s\u00ed mismo\u00a0 (cf. Jn 3, 18; 12, 48); es retribuido seg\u00fan sus obras (cf. 1 Co 3, 12- 15) y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Esp\u00edritu de amor (cf. Mt 12, 32; Hb 6, 4-6; 10, 26-31).<\/p>
RESUMEN<\/p>
680\u00a0 Cristo, el Se\u00f1or, reina ya por la Iglesia, pero todav\u00eda no le est\u00e1n sometidas todas las cosas de este mundo. El triunfo del Reino de Cristo no tendr\u00e1 lugar sin un \u00faltimo asalto de las fuerzas del mal.<\/p>
681\u00a0\u00a0 El d\u00eda del Juicio, al fin del mundo, Cristo vendr\u00e1 en la gloria para llevar a cabo el triunfo definitivo del bien sobre el mal que, como el trigo y la ciza\u00f1a, habr\u00e1n crecido juntos en el curso de la historia.<\/p>
682\u00a0 Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos, revelar\u00e1 la disposici\u00f3n secreta de los corazones y retribuir\u00e1 a cada hombre seg\u00fan sus obras y seg\u00fan su aceptaci\u00f3n o su rechazo de la gracia.<\/p>
CAPITULO TERCERO: CREO EN EL ESPIRITU SANTO<\/p>
683\u00a0 \u00abNadie puede decir: \u00ab\u00a1Jes\u00fas es Se\u00f1or!\u00bb sino por influjo del Esp\u00edritu Santo\u00bb (1 Co 12, 3). \u00abDios ha enviado a nuestros corazones el Esp\u00edritu de su Hijo que clama \u00a1Abb\u00e1, Padre!\u00bb (Ga 4, 6). Este conocimiento de fe no es posible sino en el Esp\u00edritu Santo. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario primeramente haber sido atra\u00eddo por el Esp\u00edritu Santo. El es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Mediante el Bautismo, primer sacramento de la fe, la Vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica \u00edntima y personalmente por el Esp\u00edritu Santo en la Iglesia:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Bautismo nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Esp\u00edritu Santo. Porque los que son portadores del Esp\u00edritu de Dios son conducidos al Verbo, es decir al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Esp\u00edritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el\u00a0 conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el Esp\u00edritu Santo (San Ireneo, dem. 7).<\/p>
684\u00a0 El Esp\u00edritu Santo con su gracia es el \u00abprimero\u00bb que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva que es: \u00abque te conozcan a ti, el \u00fanico Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo\u00bb (Jn 17, 3). No obstante, es el \u00ab\u00faltimo\u00bb en la revelaci\u00f3n de las personas de la Sant\u00edsima Trinidad . San Gregorio Nacianceno, \u00abel Te\u00f3logo\u00bb, explica esta progresi\u00f3n por medio de la pedagog\u00eda de la \u00abcondescendencia\u00bb divina:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al Padre, y m\u00e1s obscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento revela al Hijo y hace entrever la divinidad del Esp\u00edritu. Ahora el Esp\u00edritu tiene derecho de ciudadan\u00eda entre nosotros y nos da una visi\u00f3n m\u00e1s clara de s\u00ed mismo. En efecto, no era prudente, cuando todav\u00eda no se confesaba la divinidad del Padre, proclamar abiertamente la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo no era a\u00fan admitida, a\u00f1adir el Esp\u00edritu Santo como un fardo suplementario si empleamos una expresi\u00f3n un poco atrevida … As\u00ed por avances y progresos \u00abde gloria en gloria\u00bb, es como la luz de la Trinidad estalla en resplandores cada vez m\u00e1s espl\u00e9ndidos (San Gregorio Nacianceno, or. theol. 5, 26).<\/p>
685\u00a0 Creer en el Esp\u00edritu Santo es, por tanto, profesar que el Esp\u00edritu Santo es una de las personas de la Sant\u00edsima Trinidad Santa, consubstancial al Padre y al Hijo, \u00abque con el Padre y el Hijo recibe una misma adoraci\u00f3n gloria\u00bb (S\u00edmbolo de Nicea-Constantinopla). Por eso se ha hablado del misterio divino del Esp\u00edritu Santo en la \u00abteolog\u00eda\u00bb trinitaria, en tanto que aqu\u00ed no se tratar\u00e1 del Esp\u00edritu Santo sino en la \u00abEconom\u00eda\u00bb divina.<\/p>
686\u00a0 El Esp\u00edritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de nuestra salvaci\u00f3n y hasta su consumaci\u00f3n. Pero es en los \u00ab\u00faltimos tiempos\u00bb, inaugurados con la Encarnaci\u00f3n redentora del Hijo, cuando el Esp\u00edritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. Entonces, este Designio Divino, que se consuma en Cristo, \u00abprimog\u00e9nito\u00bb y Cabeza de la nueva creaci\u00f3n, se realiza en la humanidad por el Esp\u00edritu que nos es dado: la Iglesia, la comuni\u00f3n de los santos, el perd\u00f3n de los pecados, la resurrecci\u00f3n de la carne, la vida eterna.<\/p>
Art\u00edculo 8\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cCREO EN EL ESPIRITU SANTO\u201d<\/p>
687\u00a0 \u00abNadie conoce lo \u00edntimo de Dios, sino el Esp\u00edritu de Dios\u00bb (1 Co 2, 11). Pues bien, su Esp\u00edritu que lo revela nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se revela a s\u00ed mismo. El que \u00abhabl\u00f3 por los profetas\u00bb nos hace o\u00edr la Palabra del Padre. Pero a \u00e9l no le o\u00edmos. No le conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al Verbo y nos dispone a recibir al Verbo en la fe. El Esp\u00edritu de verdad que nos \u00abdesvela\u00bb a Cristo \u00abno habla de s\u00ed mismo\u00bb (Jn 16, 13). Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qu\u00e9 \u00abel mundo no puede recibirle, porque no le ve ni le conoce\u00bb, mientras que los que creen en Cristo le conocen porque \u00e9l mora en ellos (Jn 14, 17).<\/p>
688\u00a0 La Iglesia, Comuni\u00f3n viviente en la fe de los ap\u00f3stoles que ella transmite, es el lugar de nuestro conocimiento del Esp\u00edritu Santo:<\/p>
\u2013 en las Escrituras que El ha inspirado:<\/p>
\u2013 en la Tradici\u00f3n, de la cual los Padres de la Iglesia son testigos siempre actuales;<\/p>
\u2013 en el Magisterio de la Iglesia, al que El asiste;<\/p>
\u2013 en la liturgia sacramental, a trav\u00e9s de sus palabras\u00a0 y sus s\u00edmbolos, en donde el Esp\u00edritu Santo nos pone en Comuni\u00f3n con Cristo;<\/p>
\u2013 en la oraci\u00f3n en la cual El intercede por nosotros;<\/p>
\u2013 en los carismas y ministerios mediante los que se edifica\u00a0 la Iglesia;<\/p>
\u2013 en los signos de vida apost\u00f3lica y misionera;<\/p>
\u2013 en el testimonio de los santos, donde El manifiesta su\u00a0 santidad y contin\u00faa la obra de la salvaci\u00f3n.<\/p>
I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA MISION CONJUNTA DEL HIJO Y DEL ESPIRITU<\/p>
689\u00a0 Aquel al que el Padre ha enviado a nuestros corazones, el Esp\u00edritu de su Hijo (cf. Ga 4, 6) es realmente Dios. Consubstancial con el Padre y el Hijo, es inseparable de ellos, tanto en la vida \u00edntima de la Trinidad como en su don de amor para el mundo. Pero al adorar a la Sant\u00edsima Trinidad vivificante, consubstancial e individible, la fe de la Iglesia profesa tambi\u00e9n la distinci\u00f3n de las Personas. Cuando el Padre env\u00eda su Verbo, env\u00eda tambi\u00e9n su aliento: misi\u00f3n conjunta en la que el Hijo y el Esp\u00edritu Santo son distintos pero inseparables. Sin ninguna duda, Cristo es quien se manifiesta, Imagen visible de Dios invisible, pero es el Esp\u00edritu Santo quien lo revela.<\/p>
690\u00a0 Jes\u00fas es Cristo, \u00abungido\u00bb, porque el Esp\u00edritu es su Unci\u00f3n y todo lo que sucede a partir de la Encarnaci\u00f3n mana de esta plenitud (cf. Jn 3, 34). Cuando por fin Cristo es glorificado (Jn 7, 39), puede a su vez, de junto al Padre, enviar el Esp\u00edritu a los que creen en \u00e9l: El les comunica su Gloria (cf. Jn 17, 22), es decir, el Esp\u00edritu Santo que lo glorifica (cf. Jn 16, 14). La misi\u00f3n\u00a0 conjunta y mutua se desplegar\u00e1 desde entonces en los hijos adoptados por el Padre en el Cuerpo de su Hijo: la misi\u00f3n del Esp\u00edritu de adopci\u00f3n ser\u00e1 unirlos a Cristo y hacerles vivir en \u00e9l:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La noci\u00f3n de la unci\u00f3n sugiere …que no hay ninguna distancia entre el Hijo y el Esp\u00edritu. En efecto, de la misma manera que entre la superficie del cuerpo y la unci\u00f3n del aceite ni la raz\u00f3n ni los sentidos conocen ning\u00fan intermediario, as\u00ed es inmediato el contacto del Hijo con el Esp\u00edritu… de tal modo que quien va a tener contacto con el Hijo por la fe tiene que tener antes contacto necesariamente con el \u00f3leo. En efecto, no hay parte alguna que est\u00e9 desnuda del Esp\u00edritu Santo. Por eso es por lo que la confesi\u00f3n del Se\u00f1or\u00edo del Hijo se hace en el Esp\u00edritu Santo por aquellos que la aceptan, viniendo el Esp\u00edritu desde todas partes delante de los que se acercan por la fe (San Gregorio Niceno, Spir. 3, 1).<\/p>
II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL NOMBRE, LOS APELATIVOS Y LOS SIMBOLOS DEL \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 ESPIRITU SANTO<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El nombre propio del Esp\u00edritu Santo<\/p>
691\u00a0\u00a0 \u00abEsp\u00edritu Santo\u00bb, tal es el nombre propio de Aqu\u00e9l que adoramos y glorificamos con el Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del Se\u00f1or y lo profesa en el Bautismo de sus nuevos hijos (cf. Mt 28, 19).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El t\u00e9rmino \u00abEsp\u00edritu\u00bb traduce el t\u00e9rmino hebreo \u00abRuah\u00bb, que en su primera acepci\u00f3n significa soplo, aire, viento. Jes\u00fas utiliza precisamente la imagen sensible del viento para sugerir a Nicodemo la novedad transcendente del que es personalmente el Soplo de Dios, el Esp\u00edritu divino (Jn 3, 5-8). Por otra parte, Esp\u00edritu y Santo son atributos divinos comunes a las Tres Personas divinas. Pero, uniendo ambos t\u00e9rminos, la Escritura, la Liturgia y el lenguaje teol\u00f3gico designan la persona inefable del Esp\u00edritu Santo, sin equ\u00edvoco posible con los dem\u00e1s empleos de los t\u00e9rminos \u00abesp\u00edritu\u00bb y \u00absanto\u00bb.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los apelativos del Esp\u00edritu Santo<\/p>
692\u00a0 Jes\u00fas, cuando anuncia y promete la Venida del Esp\u00edritu Santo, le llama el \u00abPar\u00e1clito\u00bb, literalmente \u00abaqu\u00e9l que es llamado junto a uno\u00bb, \u00abadvocatus\u00bb (Jn 14, 16. 26; 15, 26; 16, 7). \u00abPar\u00e1clito\u00bb se traduce habitualmente por \u00abConsolador\u00bb, siendo Jes\u00fas el primer consolador (cf. 1 Jn 2, 1). El mismo Se\u00f1or llama al Esp\u00edritu Santo \u00abEsp\u00edritu de Verdad\u00bb (Jn 16, 13).<\/p>
693\u00a0 Adem\u00e1s de su nombre propio, que es el m\u00e1s empleado en el libro de los Hechos y en las cartas de los ap\u00f3stoles, en San Pablo se encuentran los siguientes apelativos: el Esp\u00edritu de la promesa(Ga 3, 14; Ef 1, 13), el Esp\u00edritu de adopci\u00f3n (Rm 8, 15; Ga 4, 6), el Esp\u00edritu de Cristo (Rm 8, 11), el Esp\u00edritu del Se\u00f1or (2 Co 3, 17), el Esp\u00edritu de Dios (Rm 8, 9.14; 15, 19; 1 Co 6, 11; 7, 40), y en San Pedro, el Esp\u00edritu de gloria (1 P 4, 14).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los s\u00edmbolos del Esp\u00edritu Santo<\/p>
694\u00a0 El agua. El simbolismo del agua es significativo de la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo en el Bautismo, ya que, despu\u00e9s de la invocaci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, \u00e9sta se convierte en el signo sacramental eficaz del nuevo nacimiento: del mismo modo que la gestaci\u00f3n de nuestro primer nacimiento se hace en el agua, as\u00ed el agua bautismal significa realmente que nuestro nacimiento a la vida divina se nos da en el Esp\u00edritu Santo. Pero \u00abbautizados en un solo Esp\u00edritu\u00bb, tambi\u00e9n \u00abhemos bebido de un solo Esp\u00edritu\u00bb(1 Co 12, 13): el Esp\u00edritu es, pues, tambi\u00e9n personalmente el Agua viva que brota de Cristo crucificado (cf. Jn 19, 34; 1 Jn 5, 8) como de su manantial y que en nosotros brota en vida eterna (cf. Jn 4, 10-14; 7, 38; Ex 17, 1-6; Is 55, 1; Za 14, 8; 1 Co 10, 4; Ap 21, 6; 22, 17).<\/p>
695\u00a0 La unci\u00f3n. El simbolismo de la unci\u00f3n con el \u00f3leo es tambi\u00e9n significativo del Esp\u00edritu Santo, hasta el punto de que se ha convertido en sin\u00f3nimo suyo (cf. 1 Jn 2, 20. 27; 2 Co 1, 21). En la iniciaci\u00f3n cristiana es el signo sacramental de la Confirmaci\u00f3n, llamada justamente en las Iglesias de Oriente \u00abCrismaci\u00f3n\u00bb. Pero para captar toda la fuerza que tiene, es necesario volver a la Unci\u00f3n primera realizada por el Esp\u00edritu Santo: la de Jes\u00fas. Cristo [\u00abMes\u00edas\u00bb en hebreo] significa \u00abUngido\u00bb del Esp\u00edritu de Dios. En la Antigua Alianza hubo \u00abungidos\u00bb del Se\u00f1or (cf. Ex 30, 22-32), de forma eminente el rey David (cf. 1 S 16, 13). Pero Jes\u00fas es el Ungido de Dios de una manera \u00fanica: La humanidad que el Hijo asume est\u00e1 totalmente \u00abungida por el Esp\u00edritu Santo\u00bb. Jes\u00fas es constituido \u00abCristo\u00bb por el Esp\u00edritu Santo (cf. Lc 4, 18-19; Is 61, 1). La Virgen Mar\u00eda concibe a Cristo del Esp\u00edritu Santo quien por medio del \u00e1ngel lo anuncia como Cristo en su nacimiento (cf. Lc 2,11) e impulsa a Sime\u00f3n a ir al Templo a ver al Cristo del Se\u00f1or(cf. Lc 2, 26-27); es de quien Cristo est\u00e1 lleno (cf. Lc 4, 1) y cuyo poder emana de Cristo en sus curaciones y en sus acciones salv\u00edficas (cf. Lc 6, 19; 8, 46). Es \u00e9l en fin quien resucita a Jes\u00fas de entre los muertos (cf. Rm 1, 4; 8, 11). Por tanto, constituido plenamente \u00abCristo\u00bb en su Humanidad victoriosa de la muerte (cf. Hch 2, 36), Jes\u00fas distribuye\u00a0 profusamente el Esp\u00edritu Santo hasta que \u00ablos santos\u00bb constituyan, en su uni\u00f3n con la Humanidad del Hijo de Dios, \u00abese Hombre perfecto … que realiza la plenitud de Cristo\u00bb (Ef 4, 13): \u00abel Cristo total\u00bb seg\u00fan la expresi\u00f3n de San Agust\u00edn.<\/p>
696\u00a0 El fuego. Mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la Vida dada en el Esp\u00edritu Santo, el fuego simboliza la energ\u00eda transformadora de los actos del Esp\u00edritu Santo. El profeta El\u00edas que \u00absurgi\u00f3 como el fuego y cuya palabra abrasaba como antorcha\u00bb (Si 48, 1), con su oraci\u00f3n, atrajo el fuego del cielo sobre el sacrificio del monte Carmelo (cf. 1 R 18, 38-39), figura del fuego del Esp\u00edritu Santo que transforma lo que toca. Juan Bautista, \u00abque precede al Se\u00f1or con el esp\u00edritu y el poder de El\u00edas\u00bb (Lc 1, 17), anuncia a Cristo como el que \u00abbautizar\u00e1 en el Esp\u00edritu Santo y el fuego\u00bb (Lc 3, 16), Esp\u00edritu del cual Jes\u00fas dir\u00e1: \u00abHe venido a traer fuego sobre la tierra y \u00a1cu\u00e1nto desear\u00eda que ya estuviese encendido!\u00bb (Lc 12, 49). Bajo la forma de lenguas \u00abcomo de fuego\u00bb, como el Esp\u00edritu Santo se pos\u00f3 sobre los disc\u00edpulos la ma\u00f1ana de Pentecost\u00e9s y los llen\u00f3 de \u00e9l (Hch 2, 3-4). La tradici\u00f3n espiritual conservar\u00e1 este simbolismo del fuego como uno de los m\u00e1s expresivos de la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo (cf. San Juan de la Cruz, Llama de amor viva). \u00abNo exting\u00e1is el Esp\u00edritu\u00bb(1 Te 5, 19).<\/p>
697\u00a0 La nube y la luz. Estos dos s\u00edmbolos son inseparables en las manifestaciones del Esp\u00edritu Santo. Desde las teofan\u00edas del Antiguo Testamento, la Nube, unas veces oscura, otras luminosa, revela al Dios vivo y salvador, tendiendo as\u00ed un velo sobre la transcendencia de su Gloria: con Mois\u00e9s en la monta\u00f1a del Sina\u00ed (cf. Ex 24, 15-18), en la Tienda de Reuni\u00f3n (cf. Ex 33, 9-10) y durante la marcha por el desierto (cf. Ex 40, 36-38; 1 Co 10, 1-2); con Salom\u00f3n en la dedicaci\u00f3n del Templo (cf. 1 R 8, 10-12). Pues bien, estas figuras son cumplidas por Cristo en el Esp\u00edritu Santo. El es quien desciende sobre la Virgen Mar\u00eda y la cubre \u00abcon su sombra\u00bb para que ella conciba y d\u00e9 a luz a Jes\u00fas (Lc 1, 35). En la monta\u00f1a de la Transfiguraci\u00f3n es El quien \u00abvino en una nube y cubri\u00f3 con su sombra\u00bb a Jes\u00fas, a Mois\u00e9s y a El\u00edas, a Pedro, Santiago y Juan, y \u00abse oy\u00f3 una voz desde la nube que dec\u00eda: Este es mi Hijo, mi Elegido, escuchadle\u00bb (Lc 9, 34-35). Es, finalmente, la misma nube la que \u00abocult\u00f3 a Jes\u00fas a los ojos\u00bb de los disc\u00edpulos el d\u00eda de la Ascensi\u00f3n (Hch 1, 9), y la que lo revelar\u00e1 como Hijo del hombre en su Gloria el D\u00eda de su Advenimiento (cf. Lc 21, 27).<\/p>
698\u00a0 El sello es un s\u00edmbolo cercano al de la unci\u00f3n. En efecto, es Cristo a quien \u00abDios ha marcado con su sello\u00bb (Jn 6, 27) y el Padre nos marca tambi\u00e9n en \u00e9l con su sello (2 Co 1, 22; Ef 1, 13; 4, 30). Como la imagen del sello [\u00absphragis\u00bb] indica el car\u00e1cter indeleble de la Unci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo en los sacramentos del Bautismo, de la Confirmaci\u00f3n y del Orden, esta imagen se ha utilizado en ciertas tradiciones teol\u00f3gicas para expresar el \u00abcar\u00e1cter\u00bb imborrable impreso por estos tres sacramentos, los cuales no pueden ser reiterados.<\/p>
699\u00a0 La mano. Imponiendo las manos Jes\u00fas cura a los enfermos(cf. Mc 6, 5; 8, 23) y bendice a los ni\u00f1os (cf. Mc 10, 16).En su Nombre, los Ap\u00f3stoles har\u00e1n lo mismo (cf. Mc 16, 18; Hch 5, 12; 14, 3). M\u00e1s a\u00fan, mediante la imposici\u00f3n de manos de los Ap\u00f3stoles el Esp\u00edritu Santo nos es dado (cf. Hch 8, 17-19; 13, 3; 19, 6). En la carta a los Hebreos, la imposici\u00f3n de las manos figura en el n\u00famero de los \u00abart\u00edculos fundamentales\u00bb de su ense\u00f1anza (cf. Hb 6, 2). Este signo de la efusi\u00f3n todopoderosa del Esp\u00edritu Santo, la Iglesia lo ha conservado en sus ep\u00edclesis sacramentales.<\/p>
700\u00a0 El dedo. \u00abPor el dedo de Dios expulso yo [Jes\u00fas] los demonios\u00bb (Lc 11, 20). Si la Ley de Dios ha sido escrita en tablas de piedra \u00abpor el dedo de Dios\u00bb (Ex 31, 18), la \u00abcarta de Cristo\u00bb entregada a los Ap\u00f3stoles \u00abest\u00e1 escrita no con tinta, sino con el Esp\u00edritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del coraz\u00f3n\u00bb (2 Co 3, 3). El himno \u00abVeni Creator\u00bb invoca al Esp\u00edritu Santo como \u00abdigitus paternae dexterae\u00bb (\u00abdedo de la diestra del Padre\u00bb).<\/p>
701\u00a0\u00a0 La paloma. Al final del diluvio (cuyo simbolismo se refiere al Bautismo), la paloma soltada por No\u00e9 vuelve con una rama tierna de olivo en el pico, signo de que la tierra es habitable de nuevo(cf. Gn 8, 8-12). Cuando Cristo sale del agua de su bautismo, el Esp\u00edritu Santo, en forma de paloma, baja y se posa sobre \u00e9l (cf. Mt 3, 16 par.). El Esp\u00edritu desciende y reposa en el coraz\u00f3n purificado de los bautizados. En algunos templos, la santa Reserva eucar\u00edstica se conserva en un recept\u00e1culo met\u00e1lico en forma de paloma (el columbarium), suspendido por encima del altar. El s\u00edmbolo de la paloma para sugerir al Esp\u00edritu Santo es tradicional en la iconograf\u00eda cristiana.<\/p>
III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL ESPIRITU Y LA PALABRA DE DIOS<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EN EL TIEMPO DE LAS PROMESAS<\/p>
702 Desde el comienzo y hasta \u00abla plenitud de los tiempos\u00bb (Ga 4, 4), la Misi\u00f3n conjunta del Verbo y del Esp\u00edritu del Padre permanece oculta pero activa. El Esp\u00edritu de Dios preparaba entonces el tiempo del Mes\u00edas, y ambos, sin estar todav\u00eda plenamente revelados, ya han sido prometidos a fin de ser esperados y aceptados cuando se manifiesten. Por eso, cuando la Iglesia lee el Antiguo Testamento (cf. 2 Co 3, 14), investiga en \u00e9l (cf. Jn 5, 39-46) lo que el Esp\u00edritu, \u00abque habl\u00f3 por los profetas\u00bb, quiere decirnos acerca de Cristo.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por \u00abprofetas\u00bb, la fe de la Iglesia entiende aqu\u00ed a todos los que fueron inspirados por el Esp\u00edritu Santo en el vivo anuncio y en la redacci\u00f3n de los Libros Santos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. La tradici\u00f3n jud\u00eda distingue la Ley [los cinco primeros libros o Pentateuco], los Profetas [que nosotros llamamos los libros hist\u00f3ricos y prof\u00e9ticos] y los Escritos [sobre todo sapienciales, en particular los Salmos, cf. Lc 24, 44].<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En la Creaci\u00f3n<\/p>
703\u00a0 La Palabra de Dios y su Soplo est\u00e1n en el origen del ser y de la vida de toda creatura (cf. Sal 33, 6; 104, 30; Gn 1, 2; 2, 7; Qo 3, 20-21; Ez 37, 10):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es justo que el Esp\u00edritu Santo reine, santifique y anime la creaci\u00f3n porque es Dios consubstancial al Padre y al Hijo … A El se le da el poder sobre la vida, porque siendo Dios guarda la creaci\u00f3n en el Padre por el Hijo (Liturgia bizantina, Tropario de maitines, domingos del segundo modo).<\/p>
704\u00a0 \u00abEn cuanto al hombre, es con sus propias manos [es decir, el Hijo y el Esp\u00edritu Santo] como Dios lo hizo … y \u00e9l dibuj\u00f3 sobre la carne moldeada su propia forma, de modo que incluso lo que fuese visible llevase la forma divina\u00bb (San Ireneo, dem. 11).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu de la promesa<\/p>
705\u00a0 Desfigurado por el pecado y por la muerte, el hombre continua siendo \u00aba imagen de Dios\u00bb, a imagen del Hijo, pero \u00abprivado de la Gloria de Dios\u00bb (Rm 3, 23), privado de la \u00absemejanza\u00bb. La Promesa hecha a Abraham inaugura la Econom\u00eda de la Salvaci\u00f3n, al final de la cual el Hijo mismo asumir\u00e1 \u00abla imagen\u00bb (cf. Jn 1, 14; Flp 2, 7) y la restaurar\u00e1 en \u00abla semejanza\u00bb con el Padre volvi\u00e9ndole a dar la Gloria, el Esp\u00edritu \u00abque da la Vida\u00bb.<\/p>
706\u00a0 Contra toda esperanza humana, Dios promete a Abraham una descendencia, como fruto de la fe y del poder del Esp\u00edritu Santo (cf. Gn 18, 1-15; Lc 1, 26-38. 54-55; Jn 1, 12-13; Rm 4, 16-21). En ella ser\u00e1n bendecidas todas las naciones de la tierra (cf. Gn 12, 3). Esta descendencia ser\u00e1 Cristo (cf. Ga 3, 16) en quien la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo formar\u00e1 \u00abla unidad de los hijos de Dios dispersos\u00bb (cf. Jn 11, 52). Comprometi\u00e9ndose con juramento (cf. Lc 1, 73), Dios se obliga ya al don de su Hijo Amado (cf. Gn 22, 17-19; Rm 8, 32;Jn 3, 16) y al don del \u00abEsp\u00edritu Santo de la Promesa, que es prenda … para redenci\u00f3n del Pueblo de su posesi\u00f3n\u00bb (Ef 1, 13-14; cf. Ga 3, 14).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En las Teofan\u00edas y en la Ley<\/p>
707\u00a0 Las Teofan\u00edas [manifestaciones de Dios] iluminan el camino de la Promesa, desde los Patriarcas a Mois\u00e9s y desde Josu\u00e9 hasta las visiones que inauguran la misi\u00f3n de los grandes profetas. La tradici\u00f3n cristiana siempre ha reconocido que, en estas Teofan\u00edas, el Verbo de Dios se dejaba ver y o\u00edr, a la vez revelado y \u00abcubierto\u00bb por la nube del Esp\u00edritu Santo.<\/p>
708\u00a0 Esta pedagog\u00eda de Dios aparece especialmente en el don de la Ley (cf. Ex 19-20; Dt 1-11; 29-30), que fue dada como un \u00abpedagogo\u00bb para conducir al Pueblo hacia Cristo (Ga 3, 24). Pero su impotencia para salvar al hombre privado de la \u00absemejanza\u00bb divina y el conocimiento creciente que ella da del pecado (cf. Rm 3, 20) suscitan el deseo del Esp\u00edritu Santo. Los gemidos de los Salmos lo atestiguan.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En el Reino y en el Exilio<\/p>
709\u00a0 La Ley, signo de la Promesa y de la Alianza, habr\u00eda debido regir el coraz\u00f3n y las instituciones del Pueblo salido de la fe de Abraham. \u00abSi de veras escuch\u00e1is mi voz y guard\u00e1is mi alianza, … ser\u00e9is para m\u00ed un reino de sacerdotes y una naci\u00f3n santa\u00bb (Ex 19,5-6; cf. 1 P 2, 9). Pero, despu\u00e9s de David, Israel sucumbe a la tentaci\u00f3n de convertirse en un reino como las dem\u00e1s naciones. Pues bien, el Reino objeto de la promesa hecha a David (cf. 2 S 7; Sal 89; Lc 1, 32-33) ser\u00e1 obra del Esp\u00edritu Santo; pertenecer\u00e1 a los pobres seg\u00fan el Esp\u00edritu.<\/p>
710\u00a0\u00a0 El olvido de la Ley y la infidelidad a la Alianza llevan a la muerte: el Exilio, aparente fracaso de las Promesas, es en realidad fidelidad misteriosa del Dios Salvador y comienzo de una restauraci\u00f3n prometida, pero seg\u00fan el Esp\u00edritu. Era necesario que el Pueblo de Dios sufriese esta purificaci\u00f3n (cf. Lc 24, 26); el Exilio lleva ya la sombra de la Cruz en el Designio de Dios, y el Resto de pobres que vuelven del Exilio es una de la figuras m\u00e1s transparentes de la Iglesia.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La espera del Mes\u00edas y de su Esp\u00edritu<\/p>
711\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abHe aqu\u00ed que yo lo renuevo\u00bb(Is 43, 19): dos l\u00edneas prof\u00e9ticas se van a perfilar, una se refiere a la espera del Mes\u00edas, la otra al anuncio de un Esp\u00edritu nuevo, y las dos convergen en el peque\u00f1o Resto, el pueblo de los Pobres (cf. So 2, 3), que aguardan en la esperanza la \u00abconsolaci\u00f3n de Israel\u00bb y \u00abla redenci\u00f3n de Jerusal\u00e9n\u00bb (cf. Lc 2, 25. 38).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Ya se ha dicho c\u00f3mo Jes\u00fas cumple las profec\u00edas que a \u00e9l se refieren. A continuaci\u00f3n se describen aquellas en que aparece sobre todo la relaci\u00f3n del Mes\u00edas y de su Esp\u00edritu.<\/p>
712\u00a0\u00a0 Los rasgos del rostro del Mes\u00edas esperado comienzan a aparecer en el Libro del Emmanuel (cf. Is 6, 12) (\u00abcuando Isa\u00edas tuvo la visi\u00f3n de la Gloria\u00bb de Cristo: Jn 12, 41), en particular en Is 11, 1-2:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Saldr\u00e1 un v\u00e1stago del tronco de Jes\u00e9,<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 y un reto\u00f1o de sus ra\u00edces brotar\u00e1.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Reposar\u00e1 sobre \u00e9l el Esp\u00edritu del Se\u00f1or:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 esp\u00edritu de sabidur\u00eda e inteligencia,<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 esp\u00edritu de consejo y de fortaleza,<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 esp\u00edritu de ciencia y temor del Se\u00f1or.<\/p>
713\u00a0\u00a0 Los rasgos del Mes\u00edas se revelan sobre todo en los Cantos del Siervo (cf. Is 42, 1-9; cf. Mt 12, 18-21; Jn 1, 32-34; despu\u00e9s Is 49, 1-6; cf. Mt 3, 17; Lc 2, 32, y en fin Is 50, 4-10 y 52, 13-53, 12). Estos cantos anuncian el sentido de la Pasi\u00f3n de Jes\u00fas, e indican as\u00ed c\u00f3mo enviar\u00e1 el Esp\u00edritu Santo para vivificar a la multitud: no desde fuera, sino despos\u00e1ndose con nuestra \u00abcondici\u00f3n de esclavos\u00bb (Flp 2, 7). Tomando sobre s\u00ed nuestra muerte, puede comunicarnos su propio Esp\u00edritu de vida.<\/p>
714\u00a0\u00a0 Por eso Cristo inaugura el anuncio de la Buena Nueva haciendo suyo este pasaje de Isa\u00edas (Lc 4, 18-19; cf. Is 61, 1-2):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu del Se\u00f1or est\u00e1 sobre m\u00ed,<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 porque me ha ungido.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva,<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0a proclamar la liberaci\u00f3n a los cautivos<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 y la vista a los ciegos,<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 para dar la libertad a los oprimidos<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 y proclamar un a\u00f1o de gracia del Se\u00f1or.<\/p>
715\u00a0\u00a0 Los textos prof\u00e9ticos que se refieren directamente al env\u00edo del Esp\u00edritu Santo son or\u00e1culos en los que Dios habla al coraz\u00f3n de su Pueblo en el lenguaje de la Promesa, con los acentos del \u00abamor y de la\u00a0 fidelidad\u00bb (cf. Ez. 11, 19; 36, 25-28; 37, 1-14; Jr 31, 31-34; y Jl 3, 1-5, cuyo cumplimiento proclamar\u00e1 San Pedro la ma\u00f1ana de Pentecost\u00e9s, cf. Hch 2, 17-21).Seg\u00fan estas promesas, en los \u00ab\u00faltimos tiempos\u00bb, el Esp\u00edritu del Se\u00f1or renovar\u00e1 el coraz\u00f3n de los hombres grabando en ellos una Ley nueva; reunir\u00e1 y reconciliar\u00e1 a los pueblos dispersos y divididos; transformar\u00e1 la primera creaci\u00f3n y Dios habitar\u00e1 en ella con los hombres en la paz.<\/p>
716\u00a0\u00a0 El Pueblo de los \u00abpobres\u00bb (cf. So 2, 3; Sal 22, 27; 34, 3; Is 49, 13; 61, 1; etc.), los humildes y los mansos, totalmente entregados a los designios misteriosos de Dios, los que esperan la justicia, no de los hombres sino del Mes\u00edas, todo esto es, finalmente, la gran obra de la Misi\u00f3n escondida del Esp\u00edritu Santo durante el tiempo de las Promesas para preparar la venida de Cristo. Esta es la calidad de coraz\u00f3n del Pueblo, purificado e iluminado por el Esp\u00edritu, que se expresa en los Salmos. En estos pobres, el Esp\u00edritu prepara para el Se\u00f1or \u00abun pueblo bien dispuesto\u00bb (cf. Lc 1, 17).<\/p>
IV\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL ESPIRITU DE CRISTO EN LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Juan, Precursor, Profeta y Bautista<\/p>
717\u00a0\u00a0 \u00abHubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. (Jn 1, 6). Juan fue \u00ablleno del Esp\u00edritu Santo ya desde el seno de su madre\u00bb (Lc 1, 15. 41) por obra del mismo Cristo que la Virgen Mar\u00eda acababa de concebir del Esp\u00edritu Santo. La \u00abvisitaci\u00f3n\u00bb de Mar\u00eda a Isabel se convirti\u00f3 as\u00ed en \u00abvisita de Dios a su pueblo\u00bb (Lc 1, 68).<\/p>
718\u00a0\u00a0 Juan es \u00abEl\u00edas que debe venir\u00bb (Mt 17, 10-13): El fuego del Esp\u00edritu lo habita y le hace correr delante [como \u00abprecursor\u00bb] del Se\u00f1or que viene. En Juan el Precursor, el Esp\u00edritu Santo culmina la obra de \u00abpreparar al Se\u00f1or un pueblo bien dispuesto\u00bb (Lc 1, 17).<\/p>
719\u00a0\u00a0 Juan es \u00abm\u00e1s que un profeta\u00bb (Lc 7, 26). En \u00e9l, el Esp\u00edritu Santo consuma el \u00abhablar por los profetas\u00bb. Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por El\u00edas (cf. Mt 11, 13-14). Anuncia la inminencia de la consolaci\u00f3n de Israel, es la \u00abvoz\u00bb del Consolador que llega (Jn 1, 23; cf. Is 40, 1-3). Como lo har\u00e1 el Esp\u00edritu de Verdad, \u00abvino como testigo para dar testimonio de la luz\u00bb (Jn 1, 7;cf. Jn 15, 26; 5, 33). Con respecto a Juan, el Esp\u00edritu colma as\u00ed las \u00abindagaciones de los profetas\u00bb y la ansiedad de los \u00e1ngeles (1 P 1, 10-12): \u00abAqu\u00e9l sobre quien veas que baja el Esp\u00edritu y se queda sobre \u00e9l, \u00e9se es el que bautiza con el Esp\u00edritu Santo … Y yo lo he visto y doy testimonio de que este es el Hijo de Dios … He ah\u00ed el Cordero de Dios\u00bb (Jn 1, 33-36).<\/p>
720\u00a0 En fin, con Juan Bautista, el Esp\u00edritu Santo, inaugura, prefigur\u00e1ndolo, lo que realizar\u00e1 con y en Cristo: volver a dar al hombre la \u00absemejanza\u00bb divina. El bautismo de Juan era para el arrepentimiento, el del agua y del Esp\u00edritu ser\u00e1 un nuevo nacimiento (cf. Jn 3, 5).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cAl\u00e9grate, llena de gracia\u201d<\/p>
721\u00a0\u00a0 Mar\u00eda, la Sant\u00edsima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra maestra de la Misi\u00f3n del Hijo y del Esp\u00edritu Santo en la Plenitud de los tiempos. Por primera vez en el designio de Salvaci\u00f3n y porque su Esp\u00edritu la ha preparado, el Padre encuentra la Morada en donde su Hijo y su Esp\u00edritu pueden habitar entre los hombres. Por ello, los m\u00e1s bellos textos sobre la sabidur\u00eda, la tradici\u00f3n de la Iglesia los ha entendido frecuentemente con relaci\u00f3n a Mar\u00eda (cf. Pr 8, 1-9, 6; Si 24): Mar\u00eda es cantada y representada en la Liturgia como el trono de la \u00abSabidur\u00eda\u00bb.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En ella comienzan a manifestarse las \u00abmaravillas de Dios\u00bb, que el Esp\u00edritu va a realizar en Cristo y en la Iglesia:<\/p>
722\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu Santo prepar\u00f3\u00a0 a Mar\u00eda con su gracia . Conven\u00eda que fuese \u00abllena de gracia\u00bb la madre de Aqu\u00e9l en quien \u00abreside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente\u00bb (Col 2, 9). Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia, como la m\u00e1s humilde de todas las criaturas, la m\u00e1s capaz de acoger el don inefable del Omnipotente. Con justa raz\u00f3n, el \u00e1ngel Gabriel la saluda como la \u00abHija de Si\u00f3n\u00bb: \u00abAl\u00e9grate\u00bb (cf. So 3, 14; Za 2, 14). Cuando ella lleva en s\u00ed al Hijo eterno, es la acci\u00f3n de gracias de todo el Pueblo de Dios, y por tanto de la Iglesia, esa acci\u00f3n de gracias que ella eleva en su c\u00e1ntico al Padre en el Esp\u00edritu Santo (cf. Lc 1, 46-55).<\/p>
723\u00a0\u00a0 En Mar\u00eda el Esp\u00edritu Santo realiza el designio benevolente del Padre. La Virgen concibe y da a luz al Hijo de Dios por obra del Esp\u00edritu Santo. Su virginidad se convierte en fecundidad \u00fanica por medio del poder del Esp\u00edritu y de la fe (cf. Lc 1, 26-38; Rm 4, 18-21; Ga 4, 26-28).<\/p>
724\u00a0\u00a0 En Mar\u00eda, el Esp\u00edritu Santo manifiesta al Hijo del Padre hecho Hijo de la Virgen. Ella es la zarza ardiente de la teofan\u00eda definitiva: llena del Esp\u00edritu Santo, presenta al Verbo en la humildad de su carne d\u00e1ndolo a conocer a los pobres (cf. Lc 2, 15-19) y a las primicias de las naciones (cf. Mt 2, 11).<\/p>
725\u00a0\u00a0 En fin, por medio de Mar\u00eda, el Esp\u00edritu Santo comienza a poner en Comuni\u00f3n con Cristo a los hombres \u00abobjeto del amor benevolente de Dios\u00bb (cf. Lc 2, 14), y los humildes son siempre los primeros en recibirle: los pastores, los magos, Sime\u00f3n y Ana, los esposos de Can\u00e1 y los primeros disc\u00edpulos.<\/p>
726\u00a0 Al t\u00e9rmino de esta Misi\u00f3n del Esp\u00edritu,\u00a0 Mar\u00eda se convierte en la \u00abMujer\u00bb, nueva Eva \u00abmadre de los vivientes\u00bb, Madre del \u00abCristo total\u00bb (cf. Jn 19, 25-27). As\u00ed es como ella est\u00e1 presente con los Doce, que \u00abperseveraban en la oraci\u00f3n, con un mismo esp\u00edritu\u00bb (Hch 1, 14), en el amanecer de los \u00ab\u00faltimos tiempos\u00bb que el Esp\u00edritu va a inaugurar en la ma\u00f1ana de Pentecost\u00e9s con la manifestaci\u00f3n de la Iglesia.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cristo Jes\u00fas<\/p>
727\u00a0\u00a0 Toda la Misi\u00f3n del Hijo y del Esp\u00edritu Santo en la plenitud de\u00a0 los tiempos se resume en que el Hijo es el Ungido del Padre desde su Encarnaci\u00f3n: Jes\u00fas es Cristo, el Mes\u00edas.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Todo el segundo cap\u00edtulo del S\u00edmbolo de la fe hay que leerlo a la luz de esto. Toda la obra de Cristo es misi\u00f3n conjunta del Hijo y del Esp\u00edritu Santo. Aqu\u00ed se mencionar\u00e1 solamente lo que se refiere a la promesa del Esp\u00edritu Santo hecha por Jes\u00fas y su don realizado por el Se\u00f1or glorificado.<\/p>
728\u00a0 Jes\u00fas no revela plenamente el Esp\u00edritu Santo hasta que \u00e9l mismo no ha sido glorificado por su Muerte y su Resurrecci\u00f3n. Sin embargo, lo sugiere poco a poco, incluso en su ense\u00f1anza a la muchedumbre, cuando revela que su Carne ser\u00e1 alimento para la vida del mundo (cf. Jn 6, 27. 51.62-63). Lo sugiere tambi\u00e9n a Nicodemo (cf. Jn 3, 5-8), a la Samaritana (cf. Jn 4, 10. 14. 23-24) y a los que participan en la fiesta de los Tabern\u00e1culos (cf. Jn 7, 37-39). A sus disc\u00edpulos les habla de \u00e9l abiertamente a prop\u00f3sito de la oraci\u00f3n (cf. Lc 11, 13) y del testimonio que tendr\u00e1n que dar (cf. Mt 10, 19-20).<\/p>
729\u00a0 Solamente cuando ha llegado la Hora en que va a ser glorificado Jes\u00fas promete la venida del Esp\u00edritu Santo, ya que su Muerte y su Resurrecci\u00f3n ser\u00e1n el cumplimiento de la Promesa hecha a los Padres (cf. Jn 14, 16-17. 26; 15, 26; 16, 7-15; 17, 26): El Esp\u00edritu de Verdad, el otro Par\u00e1clito, ser\u00e1 dado por el Padre en virtud de la oraci\u00f3n de Jes\u00fas; ser\u00e1 enviado por el Padre en nombre de Jes\u00fas; Jes\u00fas lo enviar\u00e1 de junto al Padre porque \u00e9l ha salido del Padre. El Esp\u00edritu Santo vendr\u00e1, nosotros lo conoceremos, estar\u00e1 con nosotros para siempre, permanecer\u00e1 con nosotros; nos lo ense\u00f1ar\u00e1 todo y nos recordar\u00e1 todo lo que Cristo nos ha dicho y dar\u00e1 testimonio de \u00e9l; nos conducir\u00e1 a la verdad completa y glorificar\u00e1 a Cristo. En cuanto al mundo lo acusar\u00e1 en materia de pecado, de justicia y de juicio.<\/p>
730\u00a0 Por fin llega la Hora de Jes\u00fas (cf. Jn 13, 1; 17, 1): Jes\u00fas entrega su esp\u00edritu en las manos del Padre (cf. Lc 23, 46; Jn 19, 30) en el momento en que por su Muerte es vencedor de la muerte, de modo que, \u00abresucitado de los muertos por la Gloria del Padre\u00bb (Rm 6, 4), enseguida da a sus disc\u00edpulos el Esp\u00edritu Santo dirigiendo sobre ellos su aliento (cf. Jn 20, 22). A partir de esta hora, la misi\u00f3n de Cristo y del Esp\u00edritu se convierte en la misi\u00f3n de la Iglesia: \u00abComo el Padre me envi\u00f3, tambi\u00e9n yo os env\u00edo\u00bb (Jn 20, 21; cf. Mt 28, 19; Lc 24, 47-48; Hch 1, 8).<\/p>
V \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL ESPIRITU Y LA IGLESIA EN LOS ULTIMOS TIEMPOS<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Pentecost\u00e9s<\/p>
731\u00a0\u00a0 El d\u00eda de Pentecost\u00e9s (al t\u00e9rmino de las siete semanas pascuales), la Pascua de Cristo se consuma con la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina: desde su plenitud, Cristo, el Se\u00f1or (cf. Hch 2, 36), derrama profusamente el Esp\u00edritu.<\/p>
732\u00a0\u00a0 En este d\u00eda se revela plenamente la Sant\u00edsima Trinidad. Desde ese d\u00eda el Reino anunciado por Cristo est\u00e1 abierto a todos los que creen en El: en la humildad de la carne y en la fe, participan ya en la Comuni\u00f3n de la Sant\u00edsima Trinidad. Con su venida, que no cesa, el Esp\u00edritu Santo hace entrar al mundo en los \u00ab\u00faltimos tiempos\u00bb, el tiempo de la Iglesia, el Reino ya heredado, pero todav\u00eda no consumado:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hemos visto la verdadera Luz,\u00a0 hemos recibido el Esp\u00edritu celestial, hemos encontrado la verdadera fe: adoramos la Trinidad indivisible porque ella nos ha salvado (Liturgia bizantina, Tropario de V\u00edsperas de Pentecost\u00e9s; empleado tambi\u00e9n en las liturgias eucar\u00edsticas despu\u00e9s de la comuni\u00f3n)<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu Santo, El Don de Dios<\/p>
733\u00a0\u00a0 \u00abDios es Amor\u00bb (1 Jn 4, 8. 16) y el Amor que es\u00a0 el primer don, contiene todos los dem\u00e1s. Este amor \u00abDios lo ha derramado en nuestros corazones por el Esp\u00edritu Santo que nos ha sido dado\u00bb (Rm 5, 5).<\/p>
734\u00a0\u00a0 Puesto que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto del don del Amor es la remisi\u00f3n de nuestros pecados. La Comuni\u00f3n con el Esp\u00edritu Santo (2 Co 13, 13) es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza divina perdida por el pecado.<\/p>
735\u00a0\u00a0 El nos da entonces las \u00abarras\u00bb o las \u00abprimicias\u00bb de nuestra herencia (cf. Rm 8, 23; 2 Co 1, 21): la Vida misma de la Sant\u00edsima Trinidad que es amar \u00abcomo \u00e9l nos ha amado\u00bb (cf. 1 Jn 4, 11-12). Este amor (la caridad de 1 Co 13) es el principio de la vida nueva en Cristo, hecha posible porque hemos \u00abrecibido una fuerza, la del Esp\u00edritu Santo\u00bb (Hch 1, 8).<\/p>
736\u00a0 Gracias a este poder del Esp\u00edritu Santo los hijos de Dios pueden dar fruto. El que nos ha injertado en la Vid verdadera har\u00e1 que demos \u00abel fruto del Esp\u00edritu que es caridad, alegr\u00eda, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza\u00bb(Ga 5, 22-23). \u00abEl Esp\u00edritu es nuestra Vida\u00bb: cuanto m\u00e1s renunciamos a nosotros mismos (cf. Mt 16, 24-26), m\u00e1s \u00abobramos tambi\u00e9n seg\u00fan el Esp\u00edritu\u00bb (Ga 5, 25):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Por la comuni\u00f3n con \u00e9l, el Esp\u00edritu Santo nos hace espirituales, nos restablece en el Para\u00edso, nos lleva al Reino de los cielos y a la adopci\u00f3n filial, nos da la confianza de llamar a Dios Padre y de participar en la gracia de Cristo, de ser llamado hijo de la luz y de tener parte en la gloria eterna (San Basilio, Spir. 15,36).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu Santo y la Iglesia<\/p>
737\u00a0\u00a0 La misi\u00f3n de Cristo y del Esp\u00edritu Santo se realiza en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Templo del Esp\u00edritu Santo. Esta misi\u00f3n conjunta asocia desde ahora a los fieles de Cristo en su Comuni\u00f3n con el Padre en el Esp\u00edritu Santo: El Esp\u00edritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Se\u00f1or resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrecci\u00f3n. Les hace presente el Misterio de Cristo, sobre todo en la Eucarist\u00eda para reconciliarlos, para conducirlos a la Comuni\u00f3n con Dios, para que den \u00abmucho fruto\u00bb (Jn 15, 5. 8. 16).<\/p>
738\u00a0 As\u00ed, la misi\u00f3n de la Iglesia no se a\u00f1ade a la de Cristo y del Esp\u00edritu Santo, sino que es su sacramento: con todo su ser y en todos sus miembros ha sido enviada para anunciar y dar testimonio, para actualizar y extender el Misterio de la Comuni\u00f3n de la Sant\u00edsima Trinidad (esto ser\u00e1 el objeto del pr\u00f3ximo art\u00edculo):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Todos nosotros que hemos recibido el mismo y \u00fanico esp\u00edritu, a saber, el Esp\u00edritu Santo, nos hemos fundido entre nosotros y con Dios ya que por mucho que nosotros seamos numerosos separadamente y que Cristo haga que el Esp\u00edritu del Padre y suyo habite en cada uno de nosotros, este Esp\u00edritu \u00fanico e indivisible lleva por s\u00ed mismo a la unidad a aquellos que son distintos entre s\u00ed … y hace que todos aparezcan como una sola cosa en \u00e9l . Y de la misma manera que el poder de la santa humanidad de Cristo hace que todos aquellos en los que ella se encuentra formen un solo cuerpo, pienso que tambi\u00e9n de la misma manera el Esp\u00edritu de Dios que habita en todos, \u00fanico e indivisible, los lleva a todos a la unidad espiritual (San Cirilo de Alejandr\u00eda, Jo 12).<\/p>
739\u00a0 Puesto que el Esp\u00edritu Santo es la Unci\u00f3n de Cristo, es Cristo, Cabeza del Cuerpo, quien lo distribuye entre sus miembros para alimentarlos, sanarlos, organizarlos en sus funciones mutuas, vivificarlos, enviarlos a dar testimonio, asociarlos a su ofrenda al Padre y a su intercesi\u00f3n por el mundo entero. Por medio de los sacramentos de la Iglesia, Cristo comunica su Esp\u00edritu, Santo y Santificador, a los miembros de su Cuerpo (esto ser\u00e1 el objeto de la segunda parte del Catecismo).<\/p>
740\u00a0 Estas \u00abmaravillas de Dios\u00bb, ofrecidas a los creyentes en los Sacramentos de la Iglesia, producen sus frutos en la vida nueva, en Cristo, seg\u00fan el Esp\u00edritu (esto ser\u00e1 el objeto de la tercera parte del Catecismo).<\/p>
741\u00a0\u00a0 \u00abEl Esp\u00edritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como conviene; mas el Esp\u00edritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables\u00bb (Rm 8, 26). El Esp\u00edritu Santo, art\u00edfice de las obras de Dios, es el Maestro de la oraci\u00f3n (esto ser\u00e1 el objeto de la\u00a0 cuarta parte del Catecismo).<\/p>
RESUMEN<\/p>
742\u00a0\u00a0 \u00abLa prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Esp\u00edritu de su Hijo que clama:Abba, Padre\u00bb (Ga 4, 6).<\/p>
743\u00a0\u00a0 Desde el comienzo y hasta de la consumaci\u00f3n de los tiempos, cuando Dios env\u00eda a su Hijo, env\u00eda siempre a su Esp\u00edritu: la misi\u00f3n de ambos es conjunta e inseparable.<\/p>
744\u00a0 En la plenitud de los tiempos, el Esp\u00edritu Santo realiza en Mar\u00eda todas las preparaciones para la venida de Cristo al Pueblo de Dios. Mediante la acci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo en ella, el Padre da al mundo el Emmanue l, \u00abDios con nosotros\u00bb (Mt 1, 23).<\/p>
745\u00a0\u00a0 El Hijo de Dios es consagrado Cristo [Mes\u00edas] mediante la Unci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo en su Encarnaci\u00f3n (cf. Sal 2, 6-7).<\/p>
746\u00a0 Por su Muerte y su Resurrecci\u00f3n, Jes\u00fas es constitu\u00eddo Se\u00f1or y Cristo en la gloria (Hch 2, 36). De su plenitud derrama el Esp\u00edritu Santo sobre los Ap\u00f3stoles y la Iglesia.<\/p>
747\u00a0\u00a0 El Esp\u00edritu Santo que Cristo, Cabeza, derrama sobre sus miembros, construye, anima y santifica a la Iglesia. Ella es el sacramento de la Comuni\u00f3n de la Sant\u00edsima Trinidad con los hombres.<\/p>
Articulo 9\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cCREO EN LA SANTA IGLESIA CATOLICA\u201d<\/p>
748\u00a0 \u00abCristo es la luz de los pueblos. Por eso, este sacrosanto S\u00ednodo, reunido en el Esp\u00edritu Santo, desea vehementemente iluminar a todos los hombres con la luz de Cristo, que resplandece sobre el rostro de la Iglesia, anunciando el evangelio a todas las criaturas\u00bb. Con estas palabras comienza la \u00abConstituci\u00f3n dogm\u00e1tica sobre la Iglesia\u00bb del Concilio Vaticano II. As\u00ed, el Concilio muestra que el art\u00edculo de la fe sobre la Iglesia depende enteramente de los art\u00edculos que se refieren a Cristo Jes\u00fas. La Iglesia no tiene otra luz que la de Cristo; ella es, seg\u00fan una imagen predilecta de los Padres de la Iglesia, comparable a la luna cuya luz es reflejo del sol.<\/p>
749\u00a0 El art\u00edculo sobre la Iglesia depende enteramente tambi\u00e9n del que le precede, sobre el Esp\u00edritu Santo. \u00abEn efecto, despu\u00e9s de haber mostrado que el Esp\u00edritu Santo es la fuente y el dador de toda santidad, confesamos ahora que es El quien ha dotado de santidad a la Iglesia\u00bb (Catech. R. 1, 10, 1). La Iglesia, seg\u00fan la expresi\u00f3n de los Padres, es el lugar \u00abdonde florece el Esp\u00edritu\u00bb (San Hip\u00f3li to, t.a. 35).<\/p>
750\u00a0 Creer que la Iglesia es \u00abSanta\u00bb y \u00abCat\u00f3lica\u00bb, y que es \u00abUna\u00bb y \u00abApost\u00f3lica\u00bb (como a\u00f1ade el S\u00edmbolo nicenoconstantinopolitano) es inseparable de la fe en Dios, Padre, Hijo y Esp\u00edritu Santo. En el S\u00edmbolo de los Ap\u00f3stoles, hacemos profesi\u00f3n de creer que existe una Iglesia Santa (\u00abCredo … Ecclesiam\u00bb), y no de creer en la Iglesia para no confundir a Dios con sus obras y para atribuir claramente a la bondad de Dios todos los dones que ha puesto en su Iglesia (cf. Catech. R. 1, 10, 22).<\/p>
P\u00e1rrafo 1\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA EN EL DESIGNIO DE DIOS<\/p>
I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LOS NOMBRES Y LAS IMAGENES DE LA IGLESIA<\/p>
751\u00a0\u00a0 La palabra \u00abIglesia\u00bb [\u00abekkl\u00e8sia\u00bb, del griego \u00abek-kalein\u00bb – \u00abllamar fuera\u00bb] significa \u00abconvocaci\u00f3n\u00bb. Designa asambleas del pueblo (cf. Hch 19, 39), en general de car\u00e1cter religioso. Es el t\u00e9rmino frecuentemente utilizado en el texto griego del Antiguo Testamento para designar la asamblea del pueblo elegido en la presencia de Dios, sobre todo cuando se trata de la asamblea del Sina\u00ed, en donde Israel recibi\u00f3 la Ley y fue constituido por Dios como su pueblo santo (cf. Ex 19). D\u00e1ndose a s\u00ed misma el nombre de \u00abIglesia\u00bb, la primera comunidad de los que cre\u00edan en Cristo se reconoce heredera de aquella asamblea. En ella, Dios \u00abconvoca\u00bb a su Pueblo desde\u00a0 todos los confines de la tierra. El t\u00e9rmino \u00abKiriak\u00e9\u00bb, del que se deriva las palabras \u00abchurch\u00bb en ingl\u00e9s, y \u00abKirche\u00bb en alem\u00e1n, significa \u00abla que pertenece al Se\u00f1or\u00bb.<\/p>
752\u00a0\u00a0 En el lenguaje cristiano, la palabra \u00abIglesia\u00bb designa no s\u00f3lo la asamblea lit\u00fargica (cf. 1 Co 11, 18; 14, 19. 28. 34. 35), sino tambi\u00e9n la comunidad local (cf. 1 Co 1, 2; 16, 1) o toda la comunidad universal de los creyentes (cf. 1 Co 15, 9; Ga 1, 13; Flp 3, 6). Estas tres significaciones son inseparables de hecho. La \u00abIglesia\u00bb es el pueblo que Dios re\u00fane en el mundo entero. La Iglesia de Dios existe en las comunidades locales y se realiza como asamblea lit\u00fargica, sobre todo eucar\u00edstica. La Iglesia vive de la Palabra y del Cuerpo de Cristo y de esta manera viene a ser ella misma Cuerpo de Cristo.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los s\u00edmbolos de la Iglesia<\/p>
753\u00a0\u00a0 En la Sagrada Escritura encontramos multitud de im\u00e1genes y de figuras relacionadas entre s\u00ed, mediante las cuales la revelaci\u00f3n habla del Misterio inagotable de la Iglesia. Las im\u00e1genes tomadas del Antiguo Testamento constituyen variaciones de una idea de fondo, la del \u00abPueblo de Dios\u00bb. En el Nuevo Testamento (cf. Ef 1, 22; Col 1, 18), todas estas im\u00e1genes adquieren un nuevo centro por el hecho de que Cristo viene a ser \u00abla Cabeza\u00bb de este Pueblo (cf. LG 9) el cual es desde entonces su Cuerpo. En torno a este centro se agrupan im\u00e1genes \u00abtomadas de la vida de los pastores, de la agricultura, de la construcci\u00f3n, incluso de la familia y del matrimonio\u00bb (LG 6).<\/p>
754\u00a0\u00a0 \u00abLa Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta \u00fanica y necesaria es Cristo(Jn 10, 1-10). Es tambi\u00e9n el reba\u00f1o cuy pastor ser\u00e1 el mismo Dios, como \u00e9l mismo anunci\u00f3 (cf. Is 40, 11; Ez 34, 11-31). Aunque son pastores humanos quien es gobiernan a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las gu\u00eda y alimenta; El, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores (cf. Jn 10, 11; 1 P 5, 4), que dio su vida por las ovejas (cf. Jn 10, 11-15)\u00bb.<\/p>
755\u00a0\u00a0 \u00abLa Iglesia es labranza o campo de Dios (1 Co 3, 9). En este campo crece el antiguo olivo cuya ra\u00edz santa fueron los patriarcas y en el que tuvo y tendr\u00e1 lugar la reconciliaci\u00f3n de los jud\u00edos y de los gentiles (Rm 11, 13-26). El labrador del cielo la plant\u00f3 como vi\u00f1a selecta (Mt 21, 33-43 par.; cf. Is 5, 1-7). La verdadera vid es Cristo, que da vida y fecundidad a a los sarmientos, es decir, a nosotros, que permanecemos en \u00e9l por medio de la Iglesia y que sin \u00e9l no podemos hacer nada (Jn 15, 1-5)\u00bb.<\/p>
756\u00a0 \u00abTambi\u00e9n muchas veces a la Iglesia se la llama construcci\u00f3n de Dios (1 Co 3, 9). El Se\u00f1or mismo se compar\u00f3 a la piedra que desecharon los constructores, pero que se convirti\u00f3 en la piedra angular (Mt 21, 42 par.; cf. Hch 4, 11; 1 P 2, 7; Sal 118, 22). Los ap\u00f3stoles construyen la Iglesia sobre ese fundamento (cf. 1 Co 3, 11), que le da solidez y cohesi\u00f3n. Esta construcci\u00f3n recibe diversos nombres: casa de Dios:\u00a0 casa de Dios (1 Tim 3, 15) en la que habita su familia, habitaci\u00f3n de Dios en el Esp\u00edritu (Ef 2, 19-22), tienda de Dios con los hombres (Ap 21, 3), y sobre todo, templo santo. Representado en los templos de piedra, los Padres cantan sus alabanzas, y la liturgia, con raz\u00f3n, lo compara a la ciudad santa, a la nueva Jerusal\u00e9n. En ella, en efecto, nosotros como piedras vivas entramos en su construcci\u00f3n en este mundo (cf. 1 P 2, 5). San Juan ve en el mundo renovado bajar del cielo, de junto a Dios, esta ciudad santa arreglada como una esposa embellecidas para su esposo (Ap 21, 1-2)\u00bb.<\/p>
757\u00a0\u00a0 \u00abLa Iglesia que es llamada tambi\u00e9n \u00abla Jerusal\u00e9n de arriba\u00bb y \u00abmadre nuestra\u00bb (Ga 4, 26; cf. Ap 12, 17), y se la describe como la esposa inmaculada del Cordero inmaculado (Ap 19, 7; 21, 2. 9; 22, 17). Cristo `la am\u00f3 y se entreg\u00f3 por ella para santificarla’ (Ef 5, 25-26); se uni\u00f3 a ella en alianza indisoluble, `la alimenta y la cuida’ (Ef 5, 29) sin cesar\u00bb (LG 6).<\/p>
II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 ORIGEN, FUNDACION Y MISION DE LA IGLESIA<\/p>
758\u00a0 Para penetrar en el Misterio de la Iglesia, conviene primeramente contemplar su origen dentro del designio de la Sant\u00edsima Trinidad y su realizaci\u00f3n progresiva en la historia.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Un designio nacido en el coraz\u00f3n del Padre<\/p>
759\u00a0 \u00abEl Padre eterno cre\u00f3 el mundo por una decisi\u00f3n totalmente libre y misteriosa de su sabidur\u00eda y bondad. Decidi\u00f3 elevar a los hombres a la participaci\u00f3n de la vida divina\u00bb a la cual llama a todos los hombres en su Hijo: \u00abDispuso convocar a los creyentes en Cristo en la santa Iglesia\u00bb.\u00a0 Esta \u00abfamilia de Dios\u00bb se constituye y se realiza gradualmente a lo largo de las etapas de la historia humana, seg\u00fan las disposiciones del Padre: en efecto, la Iglesia ha sido \u00abprefigurada ya desde el origen del mundo y preparada maravillosamente en la historia del pueblo de Israel y en la Antigua Alianza; se constituy\u00f3 en los \u00faltimos tiempos, se manifest\u00f3 por la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu y llegar\u00e1 gloriosamente a su plenitud al final de los siglos\u00bb (LG 2).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia, prefigurada desde el origen del mundo<\/p>
760\u00a0 \u00abEl mundo fue creado en orden a la Iglesia\u00bb dec\u00edan los cristianos de los primeros tiempos (Hermas, vis.2, 4,1; cf. Ar\u00edstides, apol. 16, 6; Justino, apol. 2, 7). Dios cre\u00f3 el mundo en orden a la comuni\u00f3n en su vida divina, \u00abcomuni\u00f3n\u00bb que se realiza mediante la \u00abconvocaci\u00f3n\u00bb de los hombres en Cristo, y esta \u00abconvocaci\u00f3n\u00bb es la Iglesia. La Iglesia es la finalidad de todas las cosas (cf. San Epifanio, haer. 1,1,5), e incluso las\u00a0 vicisitudes dolorosas como la ca\u00edda de los \u00e1ngeles y el pecado del hombre, no fueron permitidas por Dios m\u00e1s que como ocasi\u00f3n y medio de desplegar toda la fuerza de su brazo, toda la medida del amor que quer\u00eda dar al mundo:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 As\u00ed como la voluntad de Dios es un acto y se llama mundo, as\u00ed su intenci\u00f3n es la salvaci\u00f3n de los hombres y se llama Iglesia (Clemente de Alej. paed. 1, 6).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0La Iglesia, preparada en la Antigua Alianza<\/p>
761\u00a0\u00a0 La reuni\u00f3n del pueblo de Dios comienza en el instante en que el pecado destruye la comuni\u00f3n de los hombres con Dios y la de los hombres entre s\u00ed. La reuni\u00f3n de la Iglesia es por as\u00ed decirlo la reacci\u00f3n de Dios al caos provocado por el pecado. Esta reunificaci\u00f3n se realiza secretamente en el seno de todos los pueblos: \u00abEn cualquier naci\u00f3n el que le teme [a Dios] y practica la justicia le es grato\u00bb (Hch 10, 35; cf LG 9; 13; 16).<\/p>
762\u00a0 La preparaci\u00f3n lejana de la reuni\u00f3n del pueblo de Dios comienza con la vocaci\u00f3n de Abraham, a quien Dios promete que llegar\u00e1 a ser Padre de un gran pueblo (cf Gn 12, 2; 15, 5-6). La preparaci\u00f3n inmediata comienza con la elecci\u00f3n de Israel como pueblo de Dios (cf Ex 19, 5-6; Dt 7, 6). Por su elecci\u00f3n, Israel debe ser el signo de la reuni\u00f3n futura de todas las naciones (cf Is 2, 2-5; Mi 4, 1-4). Pero ya los profetas acusan a Israel de haber roto la alianza y haberse comportado como una prostituta (cf Os 1; Is 1, 2-4; Jr 2; etc.). Anuncian, pues, una Alianza nueva y eterna (cf. Jr 31, 31-34; Is 55, 3). \u00abJes\u00fas instituy\u00f3 esta nueva alianza\u00bb (LG 9).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia – instituida por Cristo Jes\u00fas<\/p>
763\u00a0 Corresponde al Hijo realizar el plan de Salvaci\u00f3n de su Padre, en la plenitud de los tiempos; ese es el motivo de su \u00abmisi\u00f3n\u00bb (cf. LG 3; AG 3). \u00abEl Se\u00f1or Jes\u00fas comenz\u00f3 su Iglesia con el anuncio de la Buena Noticia, es decir, de la llegada del Reino de Dios prometido desde hac\u00eda siglos en las Escrituras\u00bb (LG 5). Para cumplir la voluntad del Padre, Cristo inaugur\u00f3 el Reino de los cielos en la tierra. La Iglesia es el Reino de Cristo \u00abpresente ya en misterio\u00bb (LG 3).<\/p>
764\u00a0 \u00abEste Reino se manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de Cristo\u00bb (LG 5). Acoger la palabra de Jes\u00fas es acoger \u00abel Reino\u00bb (ibid.). El germen y el comienzo del Reino son el \u00abpeque\u00f1o reba\u00f1o\u00bb (Lc 12, 32), de los que Jes\u00fas ha venido a convocar en torno suyo y de los que \u00e9l mismo es el pastor (cf. Mt 10, 16; 26, 31; Jn 10, 1-21). Constituyen la verdadera familia de Jes\u00fas (cf. Mt 12, 49). A los que reuni\u00f3 as\u00ed en torno suyo, les ense\u00f1\u00f3 no s\u00f3lo una nueva \u00abmanera de obrar\u00bb, sino tambi\u00e9n una oraci\u00f3n propia (cf. Mt 5-6).<\/p>
765\u00a0 El Se\u00f1or Jes\u00fas dot\u00f3 a su comunidad de una estructura que permanecer\u00e1 hasta la plena consumaci\u00f3n del Reino. Ante todo est\u00e1 la elecci\u00f3n de los Doce con Pedro como su Cabeza (cf. Mc 3, 14-15); puesto que representan a las doce tribus de Israel (cf. Mt 19, 28; Lc 22, 30), ellos son los cimientos de la nueva Jerusal\u00e9n (cf. Ap 21, 12-14). Los Doce (cf. Mc6, 7) y los otros disc\u00edpulos (cf. Lc 10,1-2) participan en la misi\u00f3n de Cristo, en su poder, y tambi\u00e9n en su suerte (cf. Mt 10, 25; Jn 15, 20). Con todos estos actos, Cristo prepara y edifica su Iglesia.<\/p>
766\u00a0 Pero la Iglesia ha nacido principalmente del don total de Cristo por nuestra salvaci\u00f3n, anticipado en la instituci\u00f3n de la Eucarist\u00eda y realizado en la Cruz. \u00abEl agua y la sangre que brotan del costado abierto de Jes\u00fas crucificado son signo de este comienzo y crecimiento\u00bb (LG 3 .\u00bbPues del costado de Cristo dormido en la cruz naci\u00f3 el sacramento admirable de toda la Iglesia\u00bb (SC 5). Del mismo modo que Eva fue formada del costado de Ad\u00e1n adormecido, as\u00ed la Iglesia naci\u00f3 del coraz\u00f3n traspasado de Cristo muerto en la Cruz (cf. San Ambrosio, Luc 2, 85-89).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia, manifestada por el Esp\u00edritu Santo<\/p>
767\u00a0 \u00abCuando el Hijo termin\u00f3 la obra que el Padre le encarg\u00f3 realizar en la tierra, fue enviado el Esp\u00edritu Santo el d\u00eda de Pentecost\u00e9s para que santificara continuamente a la Iglesia\u00bb (LG 4). Es entonces cuando \u00abla Iglesia se manifest\u00f3 p\u00fablicamente ante la multitud; se inici\u00f3 la difusi\u00f3n del evangelio entre los pueblos mediante la predicaci\u00f3n\u00bb (AG 4). Como ella es \u00abconvocatoria\u00bb de salvaci\u00f3n para todos los hombres, la Iglesia, por su misma naturaleza, misionera enviada por Cristo a todas las naciones para hacer de ellas disc\u00edpulos suyos (cf. Mt 28, 19-20; AG 2,5-6).<\/p>
768\u00a0 Para realizar su misi\u00f3n, el Esp\u00edritu Santo \u00abla construye y dirige con diversos dones jer\u00e1rquicos y carism\u00e1ticos\u00bb LG 4). \u00abLa Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y guardando fielmente sus mandamientos del amor, la humildad y la renuncia, recibe la misi\u00f3n de anunciar y establecer en todos los pueblos el Reino de Cristo y de Dios. Ella constituye el germen y el comienzo de este Reino en la tierra\u00bb (LG 5).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia, consumada en la gloria<\/p>
769\u00a0 La Iglesia \u00abs\u00f3lo llegar\u00e1 a su perfecci\u00f3n en la gloria del cielo\u00bb (LG 48), cuando Cristo vuelva glorioso. Hasta ese d\u00eda, \u00abla Iglesia avanza en su peregrinaci\u00f3n a trav\u00e9s de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios\u00bb (San Agust\u00edn, civ. 18, 51;cf. LG 8). Aqu\u00ed abajo, ella se sabe en exilio, lejos del Se\u00f1or (cf. 2Co 5, 6; LG 6), y aspira al advenimimento pleno del Reino, \u00aby espera y desea con todas sus fuerzas reunirse con su Rey en la gloria\u00bb (LG 5). La consumaci\u00f3n de la Iglesia en la gloria, y a trav\u00e9s de ella la del mundo, no suceder\u00e1 sin grandes pruebas. Solamente entonces, \u00abtodos los justos desde Ad\u00e1n, `desde el justo Abel hasta el \u00faltimo de los elegidos’ se reunir\u00e1n con el Padre en la Iglesia universal\u00bb (LG 2).<\/p>
III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 EL MISTERIO DE LA IGLESIA<\/p>
770\u00a0 La Iglesia est\u00e1 en la historia, pero al mismo tiempo la transciende. Solamente \u00abcon los ojos de la fe\u00bb (Catech. R. 1,10, 20) se puede ver al mismo tiempo en esta realidad visible una realidad espiritual, portadora de vida divina.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia, a la vez visible y espiritual<\/p>
771\u00a0\u00a0 \u00abCristo, el \u00fanico Mediador, estableci\u00f3 en este mundo su Iglesia santa, comunidad de fe, esperanza y amor, como un organismo visible. La mantiene a\u00fan sin cesar para comunicar por medio de ella a todos la verdad y la gracia\u00bb. La Iglesia es a la vez:<\/p>
\u2013 \u00absociedad dotada de \u00f3rganos jer\u00e1rquicos y el Cuerpo M\u00edstico de Cristo;<\/p>
\u2013 el grupo visible y la comunidad espiritual<\/p>
\u2013 la Iglesia de la tierra y la Iglesia llena de bienes del cielo\u00bb.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Estas dimensiones juntas constituyen \u00abuna realidad compleja, en la que est\u00e1n unidos el elemento divino y el humano\u00bb (LG 8):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es propio de la Iglesia \u00abser a la vez humana y divina, visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la acci\u00f3n y dada a la contemplaci\u00f3n, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina. De modo que en ella lo humano est\u00e9 ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la acci\u00f3n a la contemplaci\u00f3n y lo presente a la ciudad futura que buscamos\u00bb (SC 2).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a1Qu\u00e9 humildad y qu\u00e9 sublimidad! Es la tienda de Cadar y el santuario de Dios; una tienda terrena y un palacio celestial; una casa modest\u00edsima y una aula regia; un cuerpo mortal y un templo luminoso; la despreciada por los soberbios y la esposa de Cristo. Tiene la tez morena pero es hermosa, hijas de Jerusal\u00e9n. El trabajo y el dolor del prolongado exilio la han deslucido, pero tambi\u00e9n la hermosa su forma celestial (San Bernardo, Cant. 27, 14).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia, Misterio de la uni\u00f3n de los hombres con Dios<\/p>
772\u00a0\u00a0 En la Iglesia es donde Cristo realiza y revela su propio misterio como la finalidad de designio de Dios: \u00abrecapitular todo en El\u00bb (Ef 1, 10). San Pablo llama \u00abgran misterio\u00bb (Ef 5, 32) al desposorio de Cristo y de la Iglesia. Porque la Iglesia se une a Cristo como a su esposo (cf. Ef 5, 25-27), por eso se convierte a su vez en Misterio (cf. Ef 3, 9-11). Contemplando en ella el Misterio, San Pablo escribe: el misterio \u00abes Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria\u00bb (Col 1, 27)<\/p>
773\u00a0\u00a0 En la Iglesia esta comuni\u00f3n de los hombres con Dios por \u00abla caridad que no pasar\u00e1 jam\u00e1s\u00bb(1 Co 13, 8) es la finalidad que ordena todo lo que en ella es medio sacramental ligado a este mundo que pasa (cf. LG 48). \u00abSu estructura est\u00e1 totalmente ordenada a la santidad de los miembros de Cristo. Y la santidad se aprecia en funci\u00f3n del ‘gran Misterio’ en el que la Esposa responde con el don del amor al don del Esposo\u00bb (MD 27). Mar\u00eda nos precede a todos en la santidad que es el Misterio de la Iglesia como la \u00abEsposa sin tacha ni arruga\u00bb (Ef 5, 27). Por eso la dimensi\u00f3n mariana de la Iglesia precede a su dimensi\u00f3n petrina\u00bb (ibid.).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia, sacramento universal de la salvaci\u00f3n<\/p>
774\u00a0\u00a0 La palabra griega \u00abmysterion\u00bb ha sido traducida en lat\u00edn por dos t\u00e9rminos: \u00abmysterium\u00bb y \u00absacramentum\u00bb. En la interpretaci\u00f3n posterior, el t\u00e9rmino \u00absacramentum\u00bb expresa mejor el signo visible de la realidad oculta de la salvaci\u00f3n, indicada por el t\u00e9rmino \u00abmysterium\u00bb. En este sentido, Cristo es El mismo el Misterio de la salvaci\u00f3n: \u00abNon est enim aliud Dei mysterium, nisi Christus\u00bb (\u00abNo hay otro misterio de Dios fuera de Cristo\u00bb) (San Agust\u00edn, ep. 187, 34). La obra salv\u00edfica de su humanidad santa y santificante es el sacramento de la salvaci\u00f3n que se manifiesta y act\u00faa en los sacramentos de la Iglesia (que las Iglesias de Oriente llaman tambi\u00e9n \u00ablos santos Misterios\u00bb). Los siete sacramentos son los signos y los instrumentos mediante los cuales el Esp\u00edritu Santo distribuye la\u00a0 gracia de Cristo, que es la Cabeza, en la Iglesia que es su Cuerpo. La Iglesia contiene por tanto y comunica la gracia invisible que ella significa. En este sentido anal\u00f3gico ella es llamada \u00absacramento\u00bb.<\/p>
775\u00a0\u00a0 \u00abLa Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo e instrumento de la uni\u00f3n \u00edntima con Dios y de la unidad de todo el g\u00e9nero humano \u00ab(LG 1): Ser el sacramento de la uni\u00f3n \u00edntima de los hombres con Dios es el primer fin de la Iglesia. Como la comuni\u00f3n de los hombres radica en la uni\u00f3n con Dios, la Iglesia es tambi\u00e9n el sacramento de la unidad del g\u00e9nero humano. Esta unidad ya est\u00e1 comenzada en ella porque re\u00fane hombres \u00abde toda naci\u00f3n, raza, pueblo y lengua\u00bb (Ap 7, 9); al mismo tiempo, la Iglesia es \u00absigno e instrumento\u00bb de la plena realizaci\u00f3n de esta unidad que a\u00fan est\u00e1 por venir.<\/p>
776\u00a0 Como sacramento, la Iglesia es instrumento de Cristo. Ella es asumida por Cristo \u00abcomo instrumento de redenci\u00f3n universal\u00bb (LG 9), \u00absacramento universal de salvaci\u00f3n\u00bb (LG 48), por medio del cual Cristo \u00abmanifiesta y realiza al mismo tiempo el misterio del amor de Dios al hombre\u00bb (GS 45, 1). Ella \u00abes el proyecto visible del amor de Dios hacia la humanidad\u00bb (Pablo VI, discurso 22 junio 1973) que quiere \u00abque todo el g\u00e9nero humano forme un \u00fanico Pueblo de Dios, se una en un \u00fanico Cuerpo de Cristo, se coedifique en un \u00fanico templo del Esp\u00edritu Santo\u00bb (AG 7; cf. LG 17).<\/p>
RESUMEN<\/p>
777\u00a0\u00a0 La palabra \u00abIglesia\u00bb significa \u00abconvocaci\u00f3n\u00bb. Designa la asamblea de aquellos a quienes convoca la palabra de Dios para formar el Pueblo de Dios y que, alimentados con el Cuerpo de Cristo, se convierten ellos mismos en Cuerpo de Cristo.<\/p>
778\u00a0 La Iglesia es a la vez camino y t\u00e9rmino del designio de Dios: prefigurada en la creaci\u00f3n, preparada en la Antigua Alianza, fundada por las palabras y las obras de Jesucristo, realizada por su Cruz redentora y su Resurrecci\u00f3n, se manifiesta como misterio de salvaci\u00f3n por la efusi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo. Quedar\u00e1 consumada en la gloria del cielo como asamblea de todos los redimidos de la tierra (cf. Ap 14,4).<\/p>
779\u00a0 La Iglesia es a la vez visible y espiritual, sociedad jer\u00e1rquica y Cuerpo M\u00edstico de Cristo. Es una, formada por un doble elemento humano y divino. Ah\u00ed est\u00e1 su Misterio que s\u00f3lo la fe puede aceptar.<\/p>
780\u00a0 La Iglesia es, en este mundo, el sacramento de la salvaci\u00f3n, el signo y el instrumento de la Comuni\u00f3n con Dios y entre los hombres.<\/p>
P\u00e1rrafo 2\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA, PUEBLO DE DIOS, CUERPO DE CRISTO, \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 TEMPLO DEL ESPIRITU SANTO<\/p>
I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA, PUEBLO DE DIOS<\/p>
781\u00a0\u00a0 \u00abEn todo tiempo y lugar ha sido grato a Dios el que le teme y practica la justicia. Sin embargo, quiso santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados, sin conexi\u00f3n entre s\u00ed, sino hacer de ellos un pueblo para que le conociera de verdad y le sirviera con una vida santa. Eligi\u00f3, pues, a Israel para pueblo suyo, hizo una alianza con \u00e9l y lo fue educando poco a poco. Le fue revelando su persona y su plan a lo largo de su historia y lo fue santificando. Todo esto, sin embargo, sucedi\u00f3 como preparaci\u00f3n y figura de su alianza nueva y perfecta que iba a realizar en Cristo…, es decir, el Nuevo Testamento en su sangre convocando a las gentes de entre los jud\u00edos y los gentiles para que se unieran, no seg\u00fan la carne, sino en el Esp\u00edritu\u00bb (LG 9).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las caracter\u00edsticas del Pueblo de Dios<\/p>
782\u00a0 El Pueblo de Dios tiene caracter\u00edsticas que le\u00a0 distinguen claramente de todos los grupos religiosos, \u00e9tnicos, pol\u00edticos o culturales de la Historia:<\/p>
\u2013 Es el Pueblo de Dios: Dios no pertenece en propiedad a ning\u00fan pueblo. Pero El ha adquirido para s\u00ed un pueblo de aquellos que antes no eran un pueblo: \u00abuna raza elegida, un sacerdocio real, una naci\u00f3n santa\u00bb (1 P 2, 9).<\/p>
\u2013 Se llega a ser miembro de este cuerpo no por el nacimiento f\u00edsico, sino por el \u00abnacimiento de arriba\u00bb, \u00abdel agua y del Esp\u00edritu\u00bb (Jn 3, 3-5), es decir, por la fe en Cristo y el Bautismo.<\/p>
\u2013 Este pueblo tiene por jefe [cabeza] a Jes\u00fas el Cristo [Ungido, Mes\u00edas]: porque la misma Unci\u00f3n, el Esp\u00edritu Santo fluye desde la Cabeza al Cuerpo, es \u00abel Pueblo mesi\u00e1nico\u00bb.<\/p>
\u2013 \u00abLa identidad de este Pueblo, es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios en cuyos corazones habita el Esp\u00edritu Santo como en un templo\u00bb.<\/p>
\u2013 \u00abSu ley, es el mandamiento nuevo: amar como el mismo Cristo mismo nos am\u00f3 (cf. Jn 13, 34)\u00bb. Esta es la ley \u00abnueva\u00bb del Esp\u00edritu Santo (Rm 8,2; Ga 5, 25).<\/p>
\u2013 Su misi\u00f3n es ser la sal de la tierra y la luz del mundo (cf. Mt 5, 13-16). \u00abEs un germen muy seguro de unidad, de esperanza y de salvaci\u00f3n para todo el g\u00e9nero humano\u00bb.<\/p>
\u2013 \u00abSu destino es el Reino de Dios, que el mismo comenz\u00f3 en este mundo, que ha de ser extendido hasta que \u00e9l mismo lo lleve tambi\u00e9n a su perfecci\u00f3n\u00bb (LG 9).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Un pueblo sacerdotal, prof\u00e9tico y real<\/p>
783\u00a0 Jesucristo es aqu\u00e9l a quien el Padre ha ungido con el Esp\u00edritu Santo y lo ha constituido \u00abSacerdote, Profeta y Rey\u00bb. Todo el Pueblo de Dios participa de estas tres funciones de Cristo y tiene las responsabilidades de misi\u00f3n y de servicio que se derivan de ellas (cf.RH 18-21).<\/p>
784\u00a0 Al entrar en el Pueblo de Dios por la fe y el Bautismo se participa en la vocaci\u00f3n \u00fanica de este Pueblo: en su vocaci\u00f3n sacerdotal: \u00abCristo el Se\u00f1or, Pont\u00edfice tomado de entre los hombres, ha hecho del nuevo pueblo `un reino de sacerdotes para Dios, su Padre’. Los bautizados, en efecto, por el nuevo nacimiento y por la unci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo\u00bb (LG 10).<\/p>
785\u00a0 \u00abEl pueblo santo de Dios participa tambi\u00e9n del car\u00e1cter prof\u00e9tico de Cristo\u00bb. Lo es sobre todo por el sentido sobrenatural de la fe que es el de todo el pueblo, laicos y jerarqu\u00eda, cuando \u00abse adhiere indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de una vez para siempre\u00bb (LG 12) y profundiza en su comprensi\u00f3n y se hace testigo de Cristo en medio de este mundo.<\/p>
786\u00a0 El Pueblo de Dios participa, por \u00faltimo, en la funci\u00f3n regia de Cristo\u00bb. Cristo ejerce su realeza atrayendo a s\u00ed a todos los hombres por su muerte y su resurrecci\u00f3n (cf. Jn 12, 32). Cristo, Rey y Se\u00f1or del universo, se hizo el servidor de todos, no habiendo \u00abvenido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos\u00bb (Mt 20, 28). Para el cristiano, \u00abservir es reinar\u00bb (LG 36), particularmente \u00aben los pobres y en los que sufren\u00bb donde descubre \u00abla imagen de su Fundador pobre y sufriente\u00bb (LG 8). El pueblo de Dios realiza su \u00abdignidad regia\u00bb viviendo conforme a esta vocaci\u00f3n de servir con Cristo.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 De todos los que han nacido de nuevo en Cristo, el signo de la cruz hace reyes, la unci\u00f3n del Esp\u00edritu Santo los consagra como sacerdotes, a fin de que, puesto aparte el servicio particular de nuestro ministerio, todos los cristianos espirituales y que usan de su raz\u00f3n se reconozcan miembros de esta raza de reyes y participantes de la funci\u00f3n sacerdotal. \u00bfQu\u00e9 hay, en efecto, m\u00e1s regio para un alma que gobernar su cuerpo en la sumisi\u00f3n a Dios? Y \u00bfqu\u00e9 hay m\u00e1s sacerdotal que consagrar a Dios una conciencia pura y ofrecer en el altar de su coraz\u00f3n las v\u00edctimas sin mancha de la piedad? (San Le\u00f3n Magno, serm. 4, 1).<\/p>
II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA, CUERPO DE CRISTO<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia es comuni\u00f3n con Jes\u00fas<\/p>
787\u00a0 Desde el comienzo, Jes\u00fas asoci\u00f3 a sus disc\u00edpulos a su vida (cf. Mc. 1,16-20; 3, 13-19); les revel\u00f3 el Misterio del Reino (cf. Mt 13, 10-17); les dio parte en su misi\u00f3n, en su alegr\u00eda (cf. Lc 10, 17-20) y en sus sufrimientos (cf. Lc 22, 28-30). Jes\u00fas habla de una comuni\u00f3n todav\u00eda m\u00e1s \u00edntima entre \u00e9l y los que le sigan: \u00abPermaneced en M\u00ed, como yo en vosotros … Yo soy la vid y vosotros los sarmientos\u00bb (Jn 15, 4-5). Anuncia una comuni\u00f3n misteriosa y real entre su propio cuerpo y el nuestro: \u00abQuien come mi carne y bebe mi sangre permanece en M\u00ed y Yo en \u00e9l\u00bb (Jn 6, 56).<\/p>
788\u00a0 Cuando fueron privados los disc\u00edpulos de su presencia visible, Jes\u00fas no los dej\u00f3 hu\u00e9rfanos (cf. Jn 14, 18). Les prometi\u00f3 quedarse con ellos hasta el fin de los tiempos (cf. Mt 28, 20), les envi\u00f3 su Esp\u00edritu (cf. Jn 20, 22; Hch 2, 33). Por eso, la comuni\u00f3n con Jes\u00fas se hizo en cierto modo m\u00e1s intensa: \u00abPor la comunicaci\u00f3n de su Esp\u00edritu a sus hermanos, reunidos de todos los pueblos, Cristo los constituye m\u00edsticamente en su cuerpo\u00bb (LG 7).<\/p>
789\u00a0 La comparaci\u00f3n de la Iglesia con el cuerpo arroja un rayo de luz sobre la relaci\u00f3n \u00edntima entre la Iglesia y Cristo. No est\u00e1 solamente reunida en torno a El: siempre est\u00e1 unificada en El, en su Cuerpo. Tres aspectos de la Iglesia-Cuerpo de Cristo se han de resaltar m\u00e1s espec\u00edficamente: la unidad de todos los miembros entre s\u00ed por su uni\u00f3n con Cristo; Cristo Cabeza del Cuerpo; la Iglesia, Esposa de Cristo.<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u201cUn solo cuerpo\u201d<\/p>
790\u00a0 Los creyentes que responden a la Palabra de Dios y se hacen miembros del Cuerpo de Cristo, quedan estrechamente unidos a Cristo: \u00abLa vida de Cristo se comunica a a los creyentes, que se unen a Cristo, muerto y glorificado, por medio de los sacramentos de una manera misteriosa pero real\u00bb (LG 7). Esto es particularmente verdad en el caso del Bautismo por el cual nos unimos a la muerte y a la Resurrecci\u00f3n de Cristo (cf. Rm 6, 4-5; 1 Co 12, 13), y en el caso de la Eucarist\u00eda, por la cual, \u00abcompartimos realmente el Cuerpo del Se\u00f1or, que nos eleva hasta la comuni\u00f3n con \u00e9l y entre nosotros\u00bb (LG 7).<\/p>
791\u00a0\u00a0 La unidad del cuerpo no ha abolido la diversidad de los miembros: \u00abEn la construcci\u00f3n del cuerpo de Cristo existe una diversidad de miembros y de funciones. Es el mismo Esp\u00edritu el que, seg\u00fan su riqueza y las necesidades de los ministerios, distribuye sus diversos dones para el bien de la Iglesia\u00bb. La unidad del Cuerpo m\u00edstico produce y estimula entre los fieles la caridad: \u00abSi un miembro sufre, todos los miembros sufren con \u00e9l; si un miembro es honrado, todos los miembros se alegran con \u00e9l\u00bb (LG 7). En fin, la unidad del Cuerpo m\u00edstico sale victoriosa de todas las divisiones humanas: \u00abEn efecto, todos los bautizados en Cristo os hab\u00e9is revestido de Cristo: ya no hay jud\u00edo ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jes\u00fas\u00bb (Ga 3, 27-28).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cristo, Cabeza de este Cuerpo<\/p>
792\u00a0 Cristo \u00abes la Cabeza del Cuerpo que es la Iglesia\u00bb (Col 1, 18). Es el Principio de la creaci\u00f3n y de la redenci\u00f3n. Elevado a la gloria del Padre, \u00ab\u00e9l es el primero en todo\u00bb (Col 1, 18), principalmente en la Iglesia por cuyo medio extiende su reino sobre todas las cosas:<\/p>
793\u00a0 El nos une a su Pascua: Todos los miembros tienen que esforzarse en asemejarse a \u00e9l \u00abhasta que Cristo est\u00e9 formad o en ellos\u00bb (Ga 4, 19). \u00abPor eso somos integrados en los misterios de su vida …, nos unimos a sus sufrimientos como el cuerpo a su cabeza. Sufrimos con \u00e9l para ser glorificados con \u00e9l\u00bb (LG 7).<\/p>
794\u00a0 El provee a nuestro crecimiento (cf. Col 2, 19): Para hacernos crecer hacia \u00e9l, nuestra Cabeza (cf. Ef 4, 11-16), Cristo distribuye en su cuerpo, la Iglesia, los dones y los servicios mediante los cuales nos ayudamos mutuamente en el camino de la salvaci\u00f3n.<\/p>
795\u00a0 Cristo y la Iglesia son, por tanto, el \u00abCristo total\u00bb [\u00abChristus totus\u00bb]. La Iglesia es una con Cristo. Los santos tienen conciencia muy viva de esta unidad:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Felicit\u00e9monos y demos gracias por lo que hemos llegado a ser, no solamente cristianos sino el propio Cristo. \u00bfComprend\u00e9is, hermanos, la gracia que Dios nos ha hecho al darnos a Cristo como Cabeza? Admiraos y regocijaos, hemos sido hechos Cristo. En efecto, ya que El es la Cabeza y nosotros somos los miembros, el hombre todo entero es El y nosotros … La plenitud de Cristo es, pues, la Cabeza y los miembros: \u00bfQu\u00e9 quiere decir la Cabeza y los miembros? Cristo y la Iglesia (San Agust\u00edn, ev. Jo. 21, 8).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Redemptor noster unam se personam cum sancta Ecclesia, quam assumpsit, exhibuit (\u00abNuestro Redentor muestra que forma una sola persona con la Iglesia que El asumi\u00f3\u00bb) (San Gregorio Magno, mor. praef.1,6,4).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Caput et membra, quasi una persona mystica (\u00abLa Cabeza y los miembros, como si fueran una sola persona m\u00edstica\u00bb) (Santo Tom\u00e1s de Aquino, s.th. 3, 42, 2, ad 1).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Una\u00a0 palabra de Santa Juana de Arco a sus jueces resume la fe de los santos doctores y expresa el buen sentido del creyente: \u00abDe Jesucristo y de la Iglesia, me parece que es todo uno y que no es necesario hacer una dificultad de ello\u00bb (Juana de Arco, proc.).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia es la Esposa de Cristo<\/p>
796\u00a0 La unidad de Cristo y de la Iglesia, Cabeza y miembros del Cuerpo, implica tambi\u00e9n la distinci\u00f3n de ambos en una relaci\u00f3n personal. Este aspecto es expresado\u00a0 con frecuencia mediante la imagen del Esposo y de la Esposa. El tema de Cristo esposo de la Iglesia fue preparado por los profetas y anunciado por Juan Bautista (cf. Jn 3, 29). El Se\u00f1or se design\u00f3 a s\u00ed mismo como \u00abel Esposo\u00bb (Mc 2, 19; cf. Mt 22, 1-14; 25, 1-13). El ap\u00f3stol presenta a la Iglesia y a cada fiel, miembro de su Cuerpo, como una Esposa \u00abdesposada\u00bb con Cristo Se\u00f1or para \u00abno ser con \u00e9l m\u00e1s que un solo Esp\u00edritu\u00bb (cf. 1 Co 6,15-17; 2 Co 11,2). Ella es la Esposa inmaculada del Cordero inmaculado (cf. Ap 22,17; Ef 1,4; 5,27), a la que Cristo \u00abam\u00f3 y por la que se entreg\u00f3 a fin de santificarla\u00bb (Ef 5,26), la que \u00e9l se asoci\u00f3 mediante una Alianza eterna y de la que no cesa de cuidar como de su propio Cuerpo (cf. Ef 5,29):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 He ah\u00ed el Cristo total, cabeza y cuerpo, un solo formado de muchos … Sea la cabeza la que hable, sean los miembros, es Cristo el que habla. Habla en el papel de cabeza [\u00abex persona capitis\u00bb] o en el de cuerpo [\u00abex persona corporis\u00bb]. Seg\u00fan lo que est\u00e1 escrito: \u00abY los dos se har\u00e1n una sola carne. Gran misterio es \u00e9ste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia.\u00bb(Ef 5,31-32) Y el Se\u00f1or mismo en el evangelio dice: \u00abDe manera que ya no son dos sino una sola carne\u00bb (Mt 19,6). Como lo hab\u00e9is visto bien, hay en efecto dos personas diferentes y, no obstante, no forman m\u00e1s que una en el abrazo conyugal … Como cabeza \u00e9l se llama \u00abesposo\u00bb y como cuerpo \u00abesposa\u00bb (San Agust\u00edn, psalm. 74, 4:PL 36, 948-949).<\/p>
III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA, TEMPLO DEL ESPIRITU SANTO<\/p>
797\u00a0 \u00abQuod est spiritus noster, id est anima nostra, ad membra nostra, hoc est Spiritus Sanctus ad membra Christi, ad corpus Christi, quod est Ecclesia\u00bb (\u00abLo que nuestro esp\u00edritu, es decir, nuestra alma, es para nuestros miembros, eso mismo es el Esp\u00edritu Santo para los miembros de Cristo, para el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia\u00bb) (San Agust\u00edn, serm. 267, 4). \u00abA este Esp\u00edritu de Cristo, como a principio invisible, ha de atribuirse tambi\u00e9n el que todas las partes del cuerpo est\u00e9n \u00edntimamente unidas, tanto entre s\u00ed como con su excelsa Cabeza, puesto que est\u00e1 todo \u00e9l en la Cabeza, todo en el Cuerpo, todo en cada uno de los miembros\u00bb (P\u00edo XII: \u00abMystici Corporis\u00bb: DS 3808). El Esp\u00edritu Santo hace de la Iglesia \u00abel Templo del Dios vivo\u00bb (2 Co 6, 16; cf. 1 Co 3, 16-17;Ef 2,21):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 En efecto, es a la misma Iglesia, a la que ha sido confiado el \u00abDon de Dios …Es en ella donde se ha depositado la comuni\u00f3n con Cristo, es decir el Esp\u00edritu Santo, arras de la incorruptibilidad, confirmaci\u00f3n de nuestra fe y\u00a0 escala de nuestra ascensi\u00f3n hacia Dios …Porque all\u00ed donde est\u00e1 la Iglesia, all\u00ed est\u00e1 tambi\u00e9n el Esp\u00edritu de Dios; y all\u00ed donde est\u00e1 el Esp\u00edritu de Dios, est\u00e1 la Iglesia y toda gracia. (San Ireneo, haer. 3, 24, 1).<\/p>
798\u00a0 El Esp\u00edritu Santo es \u00abel principio de toda acci\u00f3n vital y verdaderamente saludable en todas las partes del cuerpo\u00bb (P\u00edo XII, \u00abMystici Corporis\u00bb: DS 3808). Act\u00faa de m\u00faltiples maneras en la edificaci\u00f3n de todo el Cuerpo en la caridad(cf. Ef 4, 16): por la Palabra de Dios, \u00abque tiene el poder de construir el edificio\u00bb (Hch 20, 32), por el Bautismo mediante el cual forma el Cuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12, 13); por los sacramentos que hacen crecer y curan a los miembros de Cristo; por \u00abla gracia concedida a los ap\u00f3stoles\u00bb que \u00abentre estos dones destaca\u00bb (LG 7), por las virtudes que hacen obrar seg\u00fan el bien, y por las m\u00faltiples gracias especiales [llamadas \u00abcarismas\u00bb] mediante las cuales los fieles quedan \u00abpreparados y dispuestos a asumir diversas tareas o ministerios que contribuyen a renovar y construir m\u00e1s y m\u00e1s la Iglesia\u00bb (LG 12; cf. AA 3).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los carismas<\/p>
799\u00a0 Extraordinarios o sencillos y humildes, los carismas son gracias del Esp\u00edritu Santo, que tienen directa o indirectamente, una utilidad eclesial; los carismas est\u00e1n ordenados a la edificaci\u00f3n de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo.<\/p>
800\u00a0 Los carismas se han de acoger con reconocimiento por el que los recibe, y tambi\u00e9n por todos los miembros de la Iglesia. En efecto, son una maravillosa riqueza de gracia para la vitalidad apost\u00f3lica y para la santidad de todo el Cuerpo de Cristo; los carismas constituyen tal riqueza siempre que se trate de dones que provienen verdaderamente del Esp\u00edritu Santo y que se ejerzan de modo plenamente conforme a los impulsos aut\u00e9nticos de este mismo Esp\u00edritu, es decir, seg\u00fan la caridad, verdadera medida de los carismas (cf. 1 Co 13).<\/p>
801\u00a0\u00a0 Por esta raz\u00f3n aparece siempre necesario el discernimiento de carismas. Ning\u00fan carisma\u00a0 dispensa de la referencia y de la sumisi\u00f3n a los Pastores de la Iglesia. \u00abA ellos compete sobre todo no apagar el Esp\u00edritu, sino examinarlo todo y quedarse con lo bueno\u00bb (LG 12), a fin de que todos los carismas cooperen, en su diversidad y complementariedad, al \u00abbien com\u00fan\u00bb (cf. 1 Co 12, 7) (cf. LG 30; CL, 24).<\/p>
RESUMEN<\/p>
802\u00a0 \u00abCristo Jes\u00fas se entreg\u00f3 por nosotros a fin de rescatarnos de toda iniquidad y purificar para s\u00ed un pueblo que fuese suyo\u00bb (Tt 2, 14).<\/p>
803\u00a0 \u00abVosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, naci\u00f3n santa, pueblo adquirido\u00bb (1 P 2, 9).<\/p>
804\u00a0 Se entra en el Pueblo de Dios por la fe y el Bautismo. \u00abTodos los hombres est\u00e1n invitados al Pueblo de Dios\u00bb (LG 13), a fin de que, en Cristo, \u00ablos hombres constituyan una sola familia y un \u00fanico Pueblo de Dios\u00bb(AG 1).<\/p>
805\u00a0 La Iglesia es el Cuerpo de Cristo. Por el Esp\u00edritu y su acci\u00f3n en los sacramentos, sobre todo en la Eucarist\u00eda, Cristo muerto y resucitado constituye la comunidad de los creyentes como Cuerpo suyo.<\/p>
806\u00a0 En la unidad de este cuerpo hay diversidad de miembros y de funciones. Todos los miembros est\u00e1n unidos unos a otros, particularmente a los que sufren, a los pobres y perseguidos.<\/p>
807\u00a0 La Iglesia es este Cuerpo del que Cristo es la Cabeza: vive de El, en El y por El: El vive con ella y en ella.<\/p>
808\u00a0 La Iglesia es la Esposa de Cristo: la ha amado y se ha entregado por ella. La ha purificado por medio de su sangre. Ha hecho de ella la Madre fecunda de todos los hijos de Dios.<\/p>
809\u00a0 La Iglesia es el Templo del Esp\u00edritu Santo. El Esp\u00edritu es como el alma del Cuerpo M\u00edstico, principio de su vida, de la unidad en la diversidad y de la riqueza de sus dones y\u00a0 carismas.<\/p>
810\u00a0\u00a0 \u00abAs\u00ed toda la Iglesia aparece como el pueblo unido `por la unidad del Padre, del Hijo y del Esp\u00edritu Santo’ (San Cipriano)\u00bb (LG 4).<\/p>
P\u00e1rrafo 3\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA ES UNA, SANTA, CAT\u00d3LICA Y APOST\u00d3LICA<\/p>
811\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abEsta es la \u00fanica Iglesia de Cristo, de la que confesamos en el Credo que es una, santa, cat\u00f3lica y apost\u00f3lica\u00bb (LG 8). Estos cuatro atributos, inseparablemente unidos entre s\u00ed (cf DS 2888), indican rasgos esenciales de la Iglesia y de su misi\u00f3n. La Iglesia no los tiene por ella misma; es Cristo, quien, por el Esp\u00edritu Santo, da a la Iglesia el ser una, santa, cat\u00f3lica y apost\u00f3lica, y \u00c9l es tambi\u00e9n quien la llama a ejercitar cada una de estas cualidades.<\/p>
- S\u00f3lo la fe puede reconocer que la Iglesia posee estas propiedades por su origen divino. Pero sus manifestaciones hist\u00f3ricas son signos que hablan tambi\u00e9n con claridad a la raz\u00f3n humana. Recuerda el Concilio Vaticano I: \u00abLa Iglesia por s\u00ed misma es un grande y perpetuo motivo de credibilidad y un testimonio irrefutable de su misi\u00f3n divina a causa de su admirable propagaci\u00f3n, de su eximia santidad, de su inagotable fecundidad en toda clase de bienes, de su unidad universal y de su invicta estabilidad\u00bb (DS 3013).<\/li><\/ul>
I\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA ES UNA<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abEl sagrado Misterio de la Unidad de la Iglesia\u00bb (UR 2)<\/p>
813\u00a0\u00a0 La Iglesia es una debido a su origen: \u00abEl modelo y principio supremo de este misterio es la unidad de un solo Dios Padre e Hijo en el Esp\u00edritu Santo, en la Trinidad de personas\u00bb (UR 2). La Iglesia es una debido a su Fundador: \u00abPues el mismo Hijo encarnado, Pr\u00edncipe de la paz, por su cruz reconcili\u00f3 a todos los hombres con Dios… restituyendo la unidad de todos en un solo pueblo y en un solo cuerpo\u00bb (GS 78, 3). La Iglesia es una debido a su \u00abalma\u00bb: \u00abEl Esp\u00edritu Santo que habita en los creyentes y llena y gobierna a toda la Iglesia, realiza esa admirable comuni\u00f3n de fieles y une a todos en Cristo tan \u00edntimamente que es el Principio de la unidad de la Iglesia\u00bb (UR 2). Por tanto, pertenece a la esencia misma de la Iglesia ser una:<\/p>
\u00a1Qu\u00e9 sorprendente misterio! Hay un solo Padre del universo, un solo Logos del universo y tambi\u00e9n un solo Esp\u00edritu Santo, id\u00e9ntico en todas partes; hay tambi\u00e9n una sola virgen hecha madre, y me gusta llamarla Iglesia (Clemente de Alejandr\u00eda, paed. 1, 6, 42).<\/p>
- Desde el principio, esta Iglesia una se presenta, no obstante, con una gran diversidad que procede a la vez de la variedad de los dones de Dios y de la multiplicidad de las personas que los reciben. En la unidad del Pueblo de Dios se re\u00fanen los diferentes pueblos y culturas. Entre los miembros de la Iglesia existe una diversidad de dones, cargos, condiciones y modos de vida; \u00abdentro de la comuni\u00f3n eclesial, existen leg\u00edtimamente las Iglesias particulares con sus propias tradiciones\u00bb (LG 13). La gran riqueza de esta diversidad no se opone a la unidad de la Iglesia. No obstante, el pecado y el peso de sus consecuencias amenazan sin cesar el don de la unidad. Tambi\u00e9n el ap\u00f3stol debe exhortar a \u00abguardar la unidad del Esp\u00edritu con el v\u00ednculo de la paz\u00bb (Ef 4, 3).<\/li><\/ul>
815\u00a0\u00a0 \u00bfCu\u00e1les son estos v\u00ednculos de la unidad? \u00abPor encima de todo esto revest\u00edos del amor, que es el v\u00ednculo de la perfecci\u00f3n\u00bb (Col 3, 14). Pero la unidad de la Iglesia peregrina est\u00e1 asegurada por v\u00ednculos visibles de comuni\u00f3n:<\/p>
–\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la profesi\u00f3n de una misma fe recibida de los ap\u00f3stoles;<\/p>
–\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la celebraci\u00f3n com\u00fan del culto divino, sobre todo de los sacramentos;<\/p>
–\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la sucesi\u00f3n apost\u00f3lica por el sacramento del orden, que conserva la concordia fraterna de la familia de Dios (cf UR 2; LG 14; CIC, can. 205).<\/p>
816\u00a0\u00a0 \u00abLa \u00fanica Iglesia de Cristo…, Nuestro Salvador, despu\u00e9s de su resurrecci\u00f3n, la entreg\u00f3 a Pedro para que la pastoreara. Le encarg\u00f3 a \u00e9l y a los dem\u00e1s ap\u00f3stoles que la extendieran y la gobernaran… Esta Iglesia, constituida y ordenada en este mundo como una sociedad, subsiste en [\u00absubsistit in\u00bb] la Iglesia cat\u00f3lica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comuni\u00f3n con \u00e9l\u00bb (LG 8).<\/p>
El decreto sobre Ecumenismo del Concilio Vaticano II explicita: \u00abSolamente por medio de la Iglesia cat\u00f3lica de Cristo, que es auxilio general de salvaci\u00f3n, puede alcanzarse la plenitud total de los medios de salvaci\u00f3n. Creemos que el Se\u00f1or confi\u00f3 todos los bienes de la Nueva Alianza a un \u00fanico colegio apost\u00f3lico presidido por Pedro, para constituir un solo Cuerpo de Cristo en la tierra, al cual deben incorporarse plenamente los que de alg\u00fan modo pertenecen ya al Pueblo de Dios\u00bb (UR 3).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las heridas de la unidad<\/h1>
817\u00a0\u00a0 De hecho, \u00aben esta una y \u00fanica Iglesia de Dios, aparecieron ya desde los primeros tiempos algunas escisiones que el ap\u00f3stol reprueba severamente como condenables; y en siglos posteriores surgieron disensiones m\u00e1s amplias y comunidades no peque\u00f1as se separaron de la comuni\u00f3n plena con la Iglesia cat\u00f3lica y, a veces, no sin culpa de los hombres de ambas partes\u00bb (UR 3). Tales rupturas que lesionan la unidad del Cuerpo de Cristo (se distingue la herej\u00eda, la apostas\u00eda y el cisma [cf CIC can. 751]) no se producen sin el pecado de los hombres:<\/p>
Ubi peccata sunt, ibi est multitudo, ibi schismata, ibi haereses, ibi discussiones. Ubi autem virtus, ibi singularitas, ibi unio, ex quo omnium credentium erat cor unum et anima una (\u00abDonde hay pecados, all\u00ed hay desuni\u00f3n, cismas, herej\u00edas, discusiones. Pero donde hay virtud, all\u00ed hay uni\u00f3n, de donde resultaba que todos los creyentes ten\u00edan un solo coraz\u00f3n y una sola alma\u00bb Or\u00edgenes, hom. in Ezech. 9, 1).<\/p>
818\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los que nacen hoy en las comunidades surgidas de tales rupturas \u00aby son instruidos en la fe de Cristo, no pueden ser acusados del pecado de la separaci\u00f3n y la Iglesia cat\u00f3lica los abraza con respeto y amor fraternos… justificados por la fe en el bautismo, se han incorporado a Cristo; por tanto, con todo derecho se honran con el nombre de cristianos y son reconocidos con raz\u00f3n por los hijos de la Iglesia cat\u00f3lica como hermanos en el Se\u00f1or\u00bb (UR 3).<\/p>
819\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Adem\u00e1s, \u00abmuchos elementos de santificaci\u00f3n y de verdad\u00bb (LG 8) existen fuera de los l\u00edmites visibles de la Iglesia cat\u00f3lica: \u00abla palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad y otros dones interiores del Esp\u00edritu Santo y los elementos visibles\u00bb (UR 3; cf LG 15). El Esp\u00edritu de Cristo se sirve de estas Iglesias y comunidades eclesiales como medios de salvaci\u00f3n cuya fuerza viene de la plenitud de gracia y de verdad que Cristo ha confiado a la Iglesia cat\u00f3lica. Todos estos bienes provienen de Cristo y conducen a \u00c9l (cf UR 3) y de por s\u00ed impelen a \u00abla unidad cat\u00f3lica\u00bb (LG 8).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Hacia la unidad<\/h1>
820\u00a0\u00a0\u00a0 Aquella unidad \u00abque Cristo concedi\u00f3 desde el principio a la Iglesia… creemos que subsiste indefectible en la Iglesia cat\u00f3lica y esperamos que crezca hasta la consumaci\u00f3n de los tiempos\u00bb (UR 4). Cristo da permanentemente a su Iglesia el don de la unidad, pero la Iglesia debe orar y trabajar siempre para mantener, reforzar y perfeccionar la unidad que Cristo quiere para ella. Por eso Cristo mismo rog\u00f3 en la hora de su Pasi\u00f3n, y no cesa de rogar al Padre por la unidad de sus disc\u00edpulos: \u00abQue todos sean uno. Como t\u00fa, Padre, en m\u00ed y yo en ti, que ellos sean tambi\u00e9n uno en nosotros, para que el mundo crea que t\u00fa me has enviado\u00bb (Jn 17, 21). El deseo de volver a encontrar la unidad de todos los cristianos es un don de Cristo y un llamamiento del Esp\u00edritu Santo (cf UR 1).<\/p>
821\u00a0\u00a0 Para responder adecuadamente a este llamamiento se exige:<\/p>
\u2014\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 una renovaci\u00f3n permanente de la Iglesia en una fidelidad mayor a su vocaci\u00f3n. Esta renovaci\u00f3n es el alma del movimiento hacia la unidad (UR 6);<\/p>
\u2014\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la conversi\u00f3n del coraz\u00f3n para \u00abllevar una vida m\u00e1s pura, seg\u00fan el Evangelio\u00bb (cf UR 7), porque la infidelidad de los miembros al don de Cristo es la causa de las divisiones;<\/p>
\u2014\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la oraci\u00f3n en com\u00fan, porque \u00abesta conversi\u00f3n del coraz\u00f3n y santidad de vida, junto con las oraciones privadas y p\u00fablicas por la unidad de los cristianos, deben considerarse como el alma de todo el movimiento ecum\u00e9nico, y pueden llamarse con raz\u00f3n ecumenismo espiritual\u00bb (cf UR 8);<\/p>
\u2014\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 el fraterno conocimiento rec\u00edproco (cf UR 9);<\/p>
\u2014\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la formaci\u00f3n ecum\u00e9nica de los fieles y especialmente de los sacerdotes (cf UR 10);<\/p>
\u2014\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 el di\u00e1logo entre los te\u00f3logos y los encuentros entre los cristianos de diferentes Iglesias y comunidades (cf UR 4, 9, 11);<\/p>
\u2014\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 la colaboraci\u00f3n entre cristianos en los diferentes campos de servicio a los hombres (cf UR 12).<\/p>
822\u00a0 \u00abLa preocupaci\u00f3n por el restablecimiento de la uni\u00f3n ata\u00f1e a la Iglesia entera, tanto a los fieles como a los pastores\u00bb (cf UR 5). Pero hay que ser \u00abconocedor de que este santo prop\u00f3sito de reconciliar a todos los cristianos en la unidad de la \u00fanica Iglesia de Jesucristo excede las fuerzas y la capacidad humana\u00bb. Por eso hay que poner toda la esperanza \u00aben la oraci\u00f3n de Cristo por la Iglesia, en el amor del Padre para con nosotros, y en el poder del Esp\u00edritu Santo\u00bb (UR 24).<\/p>
II\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA ES SANTA<\/h1>- \u00abLa fe confiesa que la Iglesia… no puede dejar de ser santa. En efecto, Cristo, el Hijo de Dios, a quien con el Padre y con el Esp\u00edritu se proclama ‘el solo santo’, am\u00f3 a su Iglesia como a su esposa. \u00c9l se entreg\u00f3 por ella para santificarla, la uni\u00f3 a s\u00ed mismo como su propio cuerpo y la llen\u00f3 del don del Esp\u00edritu Santo para gloria de Dios\u00bb (LG 39). La Iglesia es, pues, \u00abel Pueblo santo de Dios\u00bb (LG 12), y sus miembros son llamados \u00absantos\u00bb (cf Hch 9, 13; 1 Co 6, 1; 16, 1).<\/li><\/ul>
- La Iglesia, unida a Cristo, est\u00e1 santificada por \u00c9l; por \u00c9l y con \u00c9l, ella tambi\u00e9n ha sido hecha santificadora. Todas las obras de la Iglesia se esfuerzan en conseguir \u00abla santificaci\u00f3n de los hombres en Cristo y la glorificaci\u00f3n de Dios\u00bb (SC 10). En la Iglesia es en donde est\u00e1 depositada \u00abla plenitud total de los medios de salvaci\u00f3n\u00bb (UR 3). Es en ella donde \u00abconseguimos la santidad por la gracia de Dios\u00bb (LG 48).<\/li><\/ul>
- \u00abLa Iglesia, en efecto, ya en la tierra se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todav\u00eda imperfecta\u00bb (LG 48). En sus miembros, la santidad perfecta est\u00e1 todav\u00eda por alcanzar: \u00abTodos los cristianos, de cualquier estado o condici\u00f3n, est\u00e1n llamados cada uno por su propio camino, a la perfecci\u00f3n de la santidad, cuyo modelo es el mismo Padre\u00bb (LG 11).<\/li><\/ul>
826\u00a0 La caridad es el alma de la santidad a la que todos est\u00e1n llamados: \u00abdirige todos los medios de santificaci\u00f3n, los informa y los lleva a su fin\u00bb (LG 42):<\/p>
Comprend\u00ed que si la Iglesia ten\u00eda un cuerpo, compuesto por diferentes miembros, el m\u00e1s necesario, el m\u00e1s noble de todos no le faltaba, comprend\u00ed que la Iglesia ten\u00eda un coraz\u00f3n, que este coraz\u00f3n estaba ARDIENDO DE AMOR. Comprend\u00ed que el Amor solo hac\u00eda obrar a los miembros de la Iglesia, que si el Amor llegara a apagarse, los Ap\u00f3stoles ya no anunciar\u00edan el Evangelio, los M\u00e1rtires rehusar\u00edan verter su sangre… Comprend\u00ed que EL AMOR ENCERRABA TODAS LAS VOCACIONES. QUE EL AMOR ERA TODO, QUE ABARCABA TODOS LOS TIEMPOS Y TODOS LOS LUGARES… EN UNA PALABRA, QUE ES \u00a1ETERNO! (Santa Teresa del Ni\u00f1o Jes\u00fas, ms. autob. B 3v).<\/p>
827\u00a0 \u00abMientras que Cristo, santo, inocente, sin mancha, no conoci\u00f3 el pecado, sino que vino solamente a expiar los pecados del pueblo, la Iglesia, abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de purificaci\u00f3n y busca sin cesar la conversi\u00f3n y la renovaci\u00f3n\u00bb (LG 8; cf UR 3; 6). Todos los miembros de la Iglesia, incluso sus ministros, deben reconocerse pecadores (cf 1 Jn 1, 8-10). En todos, la ciza\u00f1a del pecado todav\u00eda se encuentra mezclada con la buena semilla del Evangelio hasta el fin de los tiempos (cf Mt 13, 24-30). La Iglesia, pues, congrega a pecadores alcanzados ya por la salvaci\u00f3n de Cristo, pero a\u00fan en v\u00edas de santificaci\u00f3n:<\/p>
La Iglesia es, pues, santa aunque abarque en su seno pecadores; porque ella no goza de otra vida que de la vida de la gracia; sus miembros, ciertamente, si se alimentan de esta vida se santifican; si se apartan de ella, contraen pecados y manchas del alma, que impiden que la santidad de ella se difunda radiante. Por lo que se aflige y hace penitencia por aquellos pecados, teniendo poder de librar de ellos a sus hijos por la sangre de Cristo y el don del Esp\u00edritu Santo (SPF 19).<\/p>
- Al canonizar a ciertos fieles, es decir, al proclamar solemnemente que esos fieles han practicado heroicamente las virtudes y han vivido en la fidelidad a la gracia de Dios, la Iglesia reconoce el poder del Esp\u00edritu de santidad, que est\u00e1 en ella, y sostiene la esperanza de los fieles proponiendo a los santos como modelos e intercesores (cf LG 40; 48-51). \u00abLos santos y las santas han sido siempre fuente y origen de renovaci\u00f3n en las circunstancias m\u00e1s dif\u00edciles de la historia de la Iglesia\u00bb (CL 16, 3). En efecto, \u00abla santidad de la Iglesia es el secreto manantial y la medida infalible de su laboriosidad apost\u00f3lica y de su \u00edmpetu misionero\u00bb (CL 17, 3).<\/li><\/ul>
- \u00abLa Iglesia en la Sant\u00edsima Virgen lleg\u00f3 ya a la perfecci\u00f3n, sin mancha ni arruga. En cambio, los creyentes se esfuerzan todav\u00eda en vencer el pecado para crecer en la santidad. Por eso dirigen sus ojos a Mar\u00eda\u00bb (LG 65): en ella, la Iglesia es ya enteramente santa.<\/li><\/ul>
III\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 LA IGLESIA ES CATOLICA<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Qu\u00e9 quiere decir \u00abcat\u00f3lica\u00bb<\/p>
830\u00a0 La palabra \u00abcat\u00f3lica\u00bb significa \u00abuniversal\u00bb en el sentido de \u00abseg\u00fan la totalidad\u00bb o \u00abseg\u00fan la integridad\u00bb. La Iglesia es cat\u00f3lica en un doble sentido:<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es cat\u00f3lica porque Cristo est\u00e1 presente en ella. \u00abAll\u00ed donde est\u00e1 Cristo Jes\u00fas, est\u00e1 la Iglesia Cat\u00f3lica\u00bb (San Ignacio de Antioqu\u00eda, Smyrn. 8, 2). En ella subsiste la plenitud del Cuerpo de Cristo unido a su Cabeza (cf Ef 1, 22-23), lo que implica que ella recibe de \u00c9l \u00abla plenitud de los medios de salvaci\u00f3n\u00bb (AG 6) que \u00c9l ha querido: confesi\u00f3n de fe recta y completa, vida sacramental \u00edntegra y ministerio ordenado en la sucesi\u00f3n apost\u00f3lica. La Iglesia, en este sentido fundamental, era cat\u00f3lica el d\u00eda de Pentecost\u00e9s (cf AG 4) y lo ser\u00e1 siempre hasta el d\u00eda de la Parus\u00eda.<\/p>
831\u00a0\u00a0 Es cat\u00f3lica porque ha sido enviada por Cristo en misi\u00f3n a la totalidad del g\u00e9nero humano (cf Mt 28, 19):<\/p>
Todos los hombres est\u00e1n invitados al Pueblo de Dios. Por eso este pueblo, uno y \u00fanico, ha de extenderse por todo el mundo a trav\u00e9s de todos los siglos, para que as\u00ed se cumpla el designio de Dios, que en el principio cre\u00f3 una \u00fanica naturaleza humana y decidi\u00f3 reunir a sus hijos dispersos… Este car\u00e1cter de universalidad, que distingue al pueblo de Dios, es un don del mismo Se\u00f1or. Gracias a este car\u00e1cter, la Iglesia Cat\u00f3lica tiende siempre y eficazmente a reunir a la humanidad entera con todos sus valores bajo Cristo como Cabeza, en la unidad de su Esp\u00edritu (LG 13).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Cada una de las Iglesias particulares es \u00abcat\u00f3lica\u00bb<\/p>
832\u00a0 \u00abEsta Iglesia de Cristo est\u00e1 verdaderamente presente en todas las leg\u00edtimas comunidades locales de fieles, unidas a sus pastores. Estas, en el Nuevo Testamento, reciben el nombre de Iglesias… En ellas se re\u00fanen los fieles por el anuncio del Evangelio de Cristo y se celebra el misterio de la Cena del Se\u00f1or… En estas comunidades, aunque muchas veces sean peque\u00f1as y pobres o vivan dispersas, est\u00e1 presente Cristo, quien con su poder constituye a la Iglesia una, santa, cat\u00f3lica y apost\u00f3lica\u00bb (LG 26).<\/p>
833\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Se entiende por Iglesia particular, que es en primer lugar la di\u00f3cesis (o la eparqu\u00eda), una comunidad de fieles cristianos en comuni\u00f3n en la fe y en los sacramentos con su obispo ordenado en la sucesi\u00f3n apost\u00f3lica (cf CD 11; CIC can. 368-369; CCEO, c\u00e1n. 117, \u00a7 1. 178. 311, \u00a7 1. 312). Estas Iglesias particulares est\u00e1n \u00abformadas a imagen de la Iglesia Universal. En ellas y a partir de ellas existe la Iglesia cat\u00f3lica, una y \u00fanica\u00bb (LG 23).<\/p>
834\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Las Iglesias particulares son plenamente cat\u00f3licas gracias a la comuni\u00f3n con una de ellas: la Iglesia de Roma \u00abque preside en la caridad\u00bb (San Ignacio de Antioqu\u00eda, Rom. 1, 1). \u00abPorque con esta Iglesia en raz\u00f3n de su origen m\u00e1s excelente debe necesariamente acomodarse toda Iglesia, es decir, los fieles de todas partes\u00bb (San Ireneo, haer. 3, 3, 2; citado por Cc. Vaticano I: DS 3057). \u00abEn efecto, desde la venida a nosotros del Verbo encarnado, todas las Iglesias cristianas de todas partes han tenido y tienen a la gran Iglesia que est\u00e1 aqu\u00ed [en Roma] como \u00fanica base y fundamento porque, seg\u00fan las mismas promesas del Salvador, las puertas del infierno no han prevalecido jam\u00e1s contra ella\u00bb (San M\u00e1ximo el Confesor, opusc.).<\/p>
- \u00abGuard\u00e9monos bien de concebir la Iglesia universal como la suma o, si se puede decir, la federaci\u00f3n m\u00e1s o menos an\u00f3mala de Iglesias particulares esencialmente diversas. En el pensamiento del Se\u00f1or es la Iglesia, universal por vocaci\u00f3n y por misi\u00f3n, la que, echando sus ra\u00edces en la variedad de terrenos culturales, sociales, humanos, toma en cada parte del mundo aspectos, expresiones externas diversas\u00bb (EN 62). La rica variedad de disciplinas eclesi\u00e1sticas, de ritos lit\u00fargicos, de patrimonios teol\u00f3gicos y espirituales propios de las Iglesias locales \u00abcon un mismo objetivo muestra muy claramente la catolicidad de la Iglesia indivisa\u00bb (LG 23).<\/li><\/ul>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Qui\u00e9n pertenece a la Iglesia cat\u00f3lica<\/p>
836\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abTodos los hombres, por tanto, est\u00e1n invitados a esta unidad cat\u00f3lica del Pueblo de Dios… A esta unidad pertenecen de diversas maneras o a ella est\u00e1n destinados los cat\u00f3licos, los dem\u00e1s cristianos e incluso todos los hombres en general llamados a la salvaci\u00f3n por la gracia de Dios\u00bb (LG 13).<\/p>
- \u00abEst\u00e1n plenamente incorporados a la sociedad que es la Iglesia aquellos que, teniendo el Esp\u00edritu de Cristo, aceptan \u00edntegramente su constituci\u00f3n y todos los medios de salvaci\u00f3n establecidos en ella y est\u00e1n unidos, dentro de su estructura visible, a Cristo, que la rige por medio del Sumo Pont\u00edfice y de los obispos, mediante los lazos de la profesi\u00f3n de la fe, de los sacramentos, del gobierno eclesi\u00e1stico y de la comuni\u00f3n. No se salva, en cambio, el que no permanece en el amor, aunque est\u00e9 incorporado a la Iglesia, pero est\u00e1 en el seno de la Iglesia con el ‘cuerpo’, pero no con el ‘coraz\u00f3n\u00bb‘ (LG 14).<\/li><\/ul>
- \u00abLa Iglesia se siente unida por muchas razones con todos los que se honran con el nombre de cristianos a causa del bautismo, aunque no profesan la fe en su integridad o no conserven la unidad de la comuni\u00f3n bajo el sucesor de Pedro\u00bb (LG 15). \u00abLos que creen en Cristo y han recibido ritualmente el bautismo est\u00e1n en una cierta comuni\u00f3n, aunque no perfecta, con la Iglesia cat\u00f3lica\u00bb (UR 3). Con las Iglesias ortodoxas, esta comuni\u00f3n es tan profunda \u00abque le falta muy poco para que alcance la plenitud que har\u00eda posible una celebraci\u00f3n com\u00fan de la Eucarist\u00eda del Se\u00f1or\u00bb (Pablo VI, discurso 14 diciembre 1975; cf UR 13-18).<\/li><\/ul>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La Iglesia y los no cristianos<\/p>
839\u00a0 \u00abLos que todav\u00eda no han recibido el Evangelio tambi\u00e9n est\u00e1n ordenados al Pueblo de Dios de diversas maneras\u00bb (LG 16):<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La relaci\u00f3n de la Iglesia con el pueblo jud\u00edo. La Iglesia, Pueblo de Dios en la Nueva Alianza, al escrutar su propio misterio, descubre su vinculaci\u00f3n con el pueblo jud\u00edo (cf NA 4) \u00aba quien Dios ha hablado primero\u00bb (MR, Viernes Santo 13: oraci\u00f3n universal VI). A diferencia de otras religiones no cristianas la fe jud\u00eda ya es una respuesta a la revelaci\u00f3n de Dios en la Antigua Alianza. Pertenece al pueblo jud\u00edo \u00abla adopci\u00f3n filial, la gloria, las alianzas, la legislaci\u00f3n, el culto, las promesas y los patriarcas; de todo lo cual procede Cristo seg\u00fan la carne\u00bb (cf Rm 9, 4-5), \u00abporque los dones y la vocaci\u00f3n de Dios son irrevocables\u00bb (Rm 11, 29).<\/p>
- Por otra parte, cuando se considera el futuro, el Pueblo de Dios de la Antigua Alianza y el nuevo Pueblo de Dios tienden hacia fines an\u00e1logos: la espera de la venida (o el retorno) del Mes\u00edas; pues para unos, es la espera de la vuelta del Mes\u00edas, muerto y resucitado, reconocido como Se\u00f1or e Hijo de Dios; para los otros, es la venida del Mes\u00edas cuyos rasgos permanecen velados hasta el fin de los tiempos, espera que est\u00e1 acompa\u00f1ada del drama de la ignorancia o del rechazo de Cristo Jes\u00fas.<\/li><\/ul>
- Las relaciones de la Iglesia con los musulmanes. \u00abEl designio de salvaci\u00f3n comprende tambi\u00e9n a los que reconocen al Creador. Entre ellos est\u00e1n, ante todo, los musulmanes, que profesan tener la fe de Abraham y adoran con nosotros al Dios \u00fanico y misericordioso que juzgar\u00e1 a los hombres al fin del mundo\u00bb (LG 16; cf NA 3).<\/li><\/ul>
842\u00a0 El v\u00ednculo de la Iglesia con las religiones no cristianas es en primer lugar el del origen y el del fin comunes del g\u00e9nero humano:<\/p>
Todos los pueblos forman una \u00fanica comunidad y tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el g\u00e9nero humano sobre la entera faz de la tierra; tienen tambi\u00e9n un \u00fanico fin \u00faltimo, Dios, cuya providencia, testimonio de bondad y designios de salvaci\u00f3n se extienden a todos hasta que los elegidos se unan en la Ciudad Santa (NA 1).<\/p>
843 La Iglesia reconoce en las otras religiones la b\u00fasqueda \u00abtodav\u00eda en sombras y bajo im\u00e1genes\u00bb, del Dios desconocido pero pr\u00f3ximo ya que es \u00c9l quien da a todos vida, el aliento y todas las cosas y quiere que todos los hombres se salven. As\u00ed, la Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero, que puede encontrarse en las diversas religiones, \u00abcomo una preparaci\u00f3n al Evangelio y como un don de aquel que ilumina a todos los hombres, para que al fin tengan la vida\u00bb (LG 16; cf NA 2; EN 53).<\/p>
844\u00a0 Pero, en su comportamiento religioso, los hombres muestran tambi\u00e9n l\u00edmites y errores que desfiguran en ellos la imagen de Dios:<\/p>
Con demasiada frecuencia los hombres, enga\u00f1ados por el Maligno, se pusieron a razonar como personas vac\u00edas y cambiaron el Dios verdadero por un \u00eddolo falso, sirviendo a las criaturas en vez de al Creador. Otras veces, viviendo y muriendo sin Dios en este mundo, est\u00e1n expuestos a la desesperaci\u00f3n m\u00e1s radical (LG 16).<\/p>
845\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El Padre quiso convocar a toda la humanidad en la Iglesia de su Hijo para reunir de nuevo a todos sus hijos que el pecado hab\u00eda dispersado y extraviado. La Iglesia es el lugar donde la humanidad debe volver a encontrar su unidad y su salvaci\u00f3n. Ella es el \u00abmundo reconciliado\u00bb (San Agust\u00edn, serm. 96, 7-9). Es, adem\u00e1s, este barco que \u00abpleno dominicae crucis velo Sancti Spiritus flatu in hoc bene navigat mundo\u00bb (\u00abcon su velamen que es la cruz de Cristo, empujado por el Esp\u00edritu Santo, navega bien en este mundo\u00bb) (San Ambrosio, virg. 18, 188); seg\u00fan otra imagen estimada por los Padres de la Iglesia, est\u00e1 prefigurada por el Arca de No\u00e9 que es la \u00fanica que salva del diluvio (cf 1 P 3, 20-21).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abFuera de la Iglesia no hay salvaci\u00f3n\u00bb<\/p>
846\u00a0 \u00bfC\u00f3mo entender esta afirmaci\u00f3n tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que toda salvaci\u00f3n viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo:<\/p>
El santo S\u00ednodo… basado en la Sagrada Escritura y en la Tradici\u00f3n, ense\u00f1a que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvaci\u00f3n. Cristo, en efecto, es el \u00fanico Mediador y camino de salvaci\u00f3n que se nos hace presente en su Cuerpo, en la Iglesia. \u00c9l, al inculcar con palabras, bien expl\u00edcitas, la necesidad de la fe y del bautismo, confirm\u00f3 al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que entran los hombres por el bautismo como por una puerta. Por eso, no podr\u00edan salvarse los que sabiendo que Dios fund\u00f3, por medio de Jesucristo, la Iglesia cat\u00f3lica como necesaria para la salvaci\u00f3n, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella (LG 14).<\/p>
847\u00a0 Esta afirmaci\u00f3n no se refiere a los que, sin culpa suya, no conocen a Cristo y a su Iglesia:<\/p>
Los que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero coraz\u00f3n e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a trav\u00e9s de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvaci\u00f3n eterna (LG 16; cf DS 3866-3872).<\/p>
848\u00a0\u00a0\u00a0 \u00abAunque Dios, por caminos conocidos s\u00f3lo por \u00c9l, puede llevar a la fe, ‘sin la que es imposible agradarle’ (Hb 11, 6), a los hombres que ignoran el Evangelio sin culpa propia, corresponde, sin embargo, a la Iglesia la necesidad y, al mismo tiempo, el derecho sagrado de evangelizar\u00bb (AG 7).<\/p>
\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 La misi\u00f3n, exigencia de la catolicidad de la Iglesia<\/p>
- El mandato misionero. \u00abLa Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser ‘sacramento universal de salvaci\u00f3n’, por exigencia \u00edntima de su misma catolicidad, obedeciendo al mandato de su Fundador se esfuerza por anunciar el Evangelio a todos los hombres\u00bb (AG 1): \u00abId, pues, y haced disc\u00edpulos a todas las gentes bautiz\u00e1ndolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Esp\u00edritu Santo, y ense\u00f1\u00e1ndoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los d\u00edas hasta el fin del mundo\u00bb (Mt 28, 19-20).<\/li><\/ul>
850\u00a0\u00a0\u00a0 El origen la finalidad de la misi\u00f3n. El mandato misionero del Se\u00f1or tiene su fuente \u00faltima en el amor eterno de la Sant\u00edsima Trinidad: \u00abLa Iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misi\u00f3n del Hijo y la misi\u00f3n del Esp\u00edritu Santo seg\u00fan el plan de Dios Padre\u00bb (AG 2). E;i fin \u00faltimo de la misi\u00f3n no es otro que hacer participar a los hombres en la comuni\u00f3n que existe entre el Padre y el Hijo en su Esp\u00edritu de amor (cf Juan Pablo II, RM 23).<\/p>
851\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 El motivo de la misi\u00f3n. Del amor de Dios por todos los hombres la Iglesia ha sacado en todo tiempo la obligaci\u00f3n y la fuerza de su impulso misionero: \u00abporque el amor de Cristo nos apremia…\u00bb (2 Co 5, 14; cf AA 6; RM 11). En efecto, \u00abDios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad\u00bb (1 Tm 2, 4). Dios quiere la salvaci\u00f3n de todos por el conocimiento de la verdad. La salvaci\u00f3n se encuentra en la verdad. Los que obedecen a la moci\u00f3n del Esp\u00edritu de verdad est\u00e1n ya en el camino de la salvaci\u00f3n; pero la Iglesia a quien esta verdad ha sido confiada, debe ir al encuentro de los que la buscan para ofrec\u00e9rsela. Porque cree en el designio universal de salvaci\u00f3n, la Iglesia debe ser misionera.<\/p>
852\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Los caminos de la misi\u00f3n. \u00abEl Esp\u00edritu Santo es en verdad el protagonista de toda la misi\u00f3n eclesial\u00bb (RM 21). \u00c9l es quien conduce la Iglesia por los caminos de la misi\u00f3n. Ella \u00abcontin\u00faa y desarrolla en el curso de la historia la misi\u00f3n del propio Cristo, que fue enviado a evangelizar a los pobres… impulsada por el Esp\u00edritu Santo, debe avanzar por el mismo camino por el que avanz\u00f3 Cristo; esto es, el camino de la pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolaci\u00f3n de s\u00ed mismo hasta la muerte, de la que surgi\u00f3 victorioso por su resurrecci\u00f3n\u00bb (AG 5). Es as\u00ed como la \u00absangre de los m\u00e1rtires es semilla de cristianos\u00bb (Tertuliano, apol. 50).<\/p>
- Pero en su peregrinaci\u00f3n, la Iglesia experimenta tambi\u00e9n \u00abhasta qu\u00e9 punto distan entre s\u00ed el mensaje que ella proclama y la debilidad humana de aquellos a quienes se conf\u00eda el Evangelio\u00bb (GS 43, 6). S\u00f3lo avanzando por el camino \u00abde la conversi\u00f3n y la renovaci\u00f3n\u00bb (LG 8; cf 15) y \u00abpor el estrecho sendero de Dios\u00bb (AG 1) es como el Pueblo de Dios puede extender el reino de Cristo (cf RM 12-20). En efecto, \u00abcomo Cristo realiz\u00f3 la obra de la redenci\u00f3n en la persecuci\u00f3n, tambi\u00e9n la Iglesia est\u00e1 llamada a seguir el mismo camino para comunicar a los hombres los frutos de la salvaci\u00f3n\u00bb (LG 8).<\/li><\/ul>
- Por su propia misi\u00f3n, \u00abla Iglesia… avanza junto con toda la humanidad y experimenta la misma suerte terrena del mundo, y existe como fermento y alma de la sociedad humana, que debe ser renovada en Cristo y transformada en familia de Dios\u00bb (GS 40, 2). El esfuerzo misionero exige entonces la paciencia. Comienza con el anuncio del Evangelio a los pueblos y a los grupos que a\u00fan no creen en Cristo (cf RM 42-47), contin\u00faa con el establecimiento de comunidades cristianas, \u00absigno de la presencia de Dios en el mundo\u00bb (AG lS), y en la fundaci\u00f3n de Iglesias locales (cf RM 48-49); se implica en un proceso de inculturaci\u00f3n para as\u00ed encarnar el Evangelio en las culturas de los pueblos (cf RM 52-54), en este proceso no faltar\u00e1n tambi\u00e9n los fracasos. \u00abEn cuanto se refiere a los hombres, grupos y pueblos, solamente de forma gradual los toca y los penetra y de este modo los incorpora a la plenitud cat\u00f3lica\u00bb (AG 6).<\/li><\/ul>