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{"id":7805,"date":"2019-06-10T19:48:27","date_gmt":"2019-06-10T17:48:27","guid":{"rendered":"http:\/\/fiatgarabandal.com\/?p=7805"},"modified":"2020-08-31T11:53:03","modified_gmt":"2020-08-31T09:53:03","slug":"los-misterios-del-rosario-maria-valtorta","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/los-misterios-del-rosario-maria-valtorta\/","title":{"rendered":"Los Misterios del Rosario-Mar\u00eda Valtorta"},"content":{"rendered":"\t\t
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\n\t\t\t\n\t\t\t\t\t\t\t\n\t\t\t\tTodo en acto: el misterio est\u00e1 presente, llev\u00e1ndose a cabo. Entro en cada uno...los actores lo vuelven a vivir...desde m\u00ed y yo descubro el amor, la sabidur\u00eda, etc de Dios en cada uno\t\t\t\t<\/span>\n\t\t\t\t\t\t<\/span>\n\t\t<\/div>\n\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t<\/section>\n\t\t\t\t
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Audio de presentaci\u00f3n de Mar\u00eda Valtorta<\/h5>\n

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Los 20 Misterios del Rosario (ESCRITOS POR MARIA VALTORTA) <\/strong><\/p>\n

MISTERIOS GOZOSOS: (se rezan los lunes y s\u00e1bados)<\/p>\n

1o La Anunciaci\u00f3n del \u00c1ngel a la Virgen Mar\u00eda y la Encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios 2o La visita de Mar\u00eda Sant\u00edsima a su prima Santa Isabel 3o El nacimiento de Nuestro Se\u00f1or Jesucristo en el portal de Bel\u00e9n 4o La presentaci\u00f3n del Ni\u00f1o Jes\u00fas en el Templo 5o El Ni\u00f1o Jes\u00fas, perdido y hallado en el Templo<\/p>\n

MISTERIOS LUMINOSOS: (se rezan los jueves)<\/p>\n

1o El Bautismo de Jes\u00fas en el r\u00edo Jord\u00e1n 2o La autorrevelaci\u00f3n de Jes\u00fas en las Bodas de Can\u00e1 3o El anuncio de Jes\u00fas sobre el Reino de Dios y su invitaci\u00f3n a la conversi\u00f3n 4o La Transfiguraci\u00f3n de Jes\u00fas en el Monte Tabor 5o Jes\u00fas instituye la Eucarist\u00eda<\/p>\n

MISTERIOS DOLOROSOS: (se rezan los martes y viernes)<\/p>\n

1o La oraci\u00f3n de Jes\u00fas en el Huerto de los Olivos 2o La Flagelaci\u00f3n de Nuestro Se\u00f1or 3o La Coronaci\u00f3n de espinas 4o Jes\u00fas con la Cruz a cuestas camino al Calvario 5o La Crucifixi\u00f3n y Muerte de Nuestro Se\u00f1or Jesucristo<\/p>\n

MISTERIOS GLORIOSOS: (se rezan los mi\u00e9rcoles y domingos)<\/p>\n

1o La Resurrecci\u00f3n de Nuestro Se\u00f1or Jesucristo 2o La Ascensi\u00f3n de Nuestro Se\u00f1or a los cielos 3o La venida del Esp\u00edritu Santo sobre Mar\u00eda Sant\u00edsima y sobre los Ap\u00f3stoles 4o La Asunci\u00f3n de Mar\u00eda Sant\u00edsima a los cielos 5o La Coronaci\u00f3n de Mar\u00eda Sant\u00edsima como Reina y Se\u00f1ora de todo lo creado<\/p>\n

MISTERIOS GOZOSOS: (se rezan los lunes y s\u00e1bados) <\/strong><\/p>\n

1o La Anunciaci\u00f3n del \u00c1ngel a la Virgen Mar\u00eda y la Encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios <\/strong><\/p>\n

Lo que veo. Mar\u00eda, muchacha jovenc\u00edsima (al m\u00e1ximo quince a\u00f1os a juzgar por su aspecto), est\u00e1 en una peque\u00f1a habitaci\u00f3n rectangular; verdaderamente, una habitaci\u00f3n de jovencita. Contra una de las dos paredes m\u00e1s largas, est\u00e1 el lecho: una cama baja, sin cuja, cubierta por gruesas esteras o tapetes -dir\u00edase que \u00e9stos est\u00e1n extendidos sobre una tabla o sobre un entramado de ca\u00f1as porque est\u00e1n muy r\u00edgidos y sin pliegues como los de nuestras camas-. Contra la otra pared, un estante con una l\u00e1mpara de aceite, unos rollos de pergamino y una labor de costura \u2013parece un bordado- cuidadosamente doblada.<\/span><\/p>\n

A uno de los lados del estante, hacia la puerta, que da al huerto, abierta ahora, aunque tapada por una cortina que palpita movida por un ligero vientecillo, en un taburete bajo est\u00e1 sentada la Virgen. Est\u00e1 hilando un lino candid\u00edsimo y suave como la seda. Sus manitas, s\u00f3lo un poco m\u00e1s oscuras que el lino, hacen girar r\u00e1pidamente el huso. Su carita juvenil, preciosa, est\u00e1 ligeramente inclinada y ligeramente sonriente, como si estuviera acariciando o siguiendo alg\u00fan dulce pensamiento.<\/p>\n

Hay un gran silencio en la casita y en el huerto. Y mucha paz, tanto en la cara de Mar\u00eda como en el espacio que la rodea. Paz y orden. Todo est\u00e1 limpio y ordenado. La habitaci\u00f3n, de humild\u00edsimo aspecto y mobiliario, casi desnuda como una celda, tiene un aire austero y regio, debido a su gran limpieza y a la cuidadosa colocaci\u00f3n de la cobertura del lecho, de los rollos, de la l\u00e1mpara y del jarroncito de cobre que est\u00e1 cerca de \u00e9sta con un haz de ramitas floridas dentro, ramitas de melocotonero o de peral, no lo s\u00e9; lo que s\u00ed est\u00e1 claro es que son de \u00e1rboles frutales, de un blanco ligeramente rosado.<\/p>\n

Mar\u00eda comienza a cantar en voz baja. Luego alza ligeramente la voz. No llega al pleno canto, pero su voz ya vibra en la habitaci\u00f3n, sinti\u00e9ndose en aqu\u00e9lla una vibraci\u00f3n del alma. No entiendo la letra, que sin duda es en hebreo, pero, dado que, de vez en cuando repite \u2015Yeohvah\u2016, intuyo que se trata de alg\u00fan canto sagrado, acaso un salmo. Quiz\u00e1s Mar\u00eda recuerda los cantos del Templo. Debe tratarse de un dulce recuerdo. Efectivamente, deja sobre su regazo sus manos, y con ellas el hilo y el huso, y levanta la cabeza para apoyarla en la pared, hacia atr\u00e1s. Su rostro est\u00e1 encendido de un lindo rubor; los ojos, perdidos tras alg\u00fan dulce pensamiento, brillantes por un golpe de llanto, que no los rebosa pero s\u00ed los agranda. Y, a pesar de todo, los ojos r\u00eden, sonr\u00eden ante ese pensamiento que ven y que los abstrae de lo sensible. Resaltando de su vestido blanco sencill\u00edsimo, circundado por las trenzas, que lleva recogidas como corona en torno a la cabeza, el rostro rosado de Mar\u00eda parece una linda flor.<\/p>\n

El canto pasa a ser oraci\u00f3n: \u2015Se\u00f1or Dios Alt\u00edsimo, no te demores m\u00e1s en mandar a tu Siervo para traer la paz a la tierra. Suscita el tiempo propicio y la virgen pura y fecunda para la venida de tu Cristo. Padre, Padre santo, conc\u00e9dele a tu sierva ofrecer su vida para esto. Conc\u00e9deme morir tras haber visto tu Luz y tu Justicia en la Tierra, sabiendo que la Redenci\u00f3n se ha cumplido. \u00a1Oh, Padre Santo, manda a la Tierra el Suspiro de los Profetas! Env\u00eda el Redentor a tu sierva. Que cuando cese mi d\u00eda se me abra tu Casa por haber sido abiertas sus puertas por tu Cristo para todos aquellos que en ti hayan esperado. Ven, ven, Esp\u00edritu del Se\u00f1or. Ven a los fieles tuyos que te esperan. \u00a1Ven, Pr\u00edncipe de la Paz!…\u2016. Mar\u00eda se queda as\u00ed ensimismada…<\/p>\n

La cortina late m\u00e1s fuerte, como si alguien la estuviera aventando con algo o quisiera descorrerla. Y una luz blanca de perla fundida con plata pura hace m\u00e1s claras las paredes tenuemente amarillentas, hace m\u00e1s vivos los colores de las telas, m\u00e1s espiritual el rostro alzado de Mar\u00eda. En la luz se prosterna el Arc\u00e1ngel. La cortina no ha sido descorrida ante el misterio que se est\u00e1 verificando; es m\u00e1s, ya no late: pende, r\u00edgida, pegada a las jambas, separando, como una pared, el interior del exterior.<\/p>\n

El Arc\u00e1ngel necesariamente debe adquirir un aspecto humano; pero es un aspecto ultra-humano. \u00bfDe qu\u00e9 carne est\u00e1 compuesta esta figura bell\u00edsima y fulgurante? \u00bfCon<\/p>\n

qu\u00e9 substancia la ha materializado Dios para hacerla sensible a los sentidos de la Virgen? S\u00f3lo Dios puede poseer estas sustancias y usarlas de esa manera perfecta. Es un rostro, es un cuerpo, son ojos, boca, cabellos y manos como los nuestros; pero no se trata de nuestra opaca materia: es una luz que ha tomado color de carne, de ojos, de cabellera, de labios, una luz que se mueve y sonr\u00ede y mira y habla.<\/p>\n

\u2015\u00a1Salve, Mar\u00eda, llena de Gracia, salve!\u2016. La voz es un dulce arpegio como de perlas chocadas contra un metal precioso.<\/p>\n

Mar\u00eda se estremece y baja la mirada. Su estremecimiento aumenta cuando ve a la f\u00falgida criatura arrodillada aproximadamente a un metro de distancia de Ella, con las manos cruzadas sobre el pecho, mir\u00e1ndola con una veneraci\u00f3n infinita.<\/p>\n

Mar\u00eda, repentinamente, se pone en pie y aprieta su cuerpo contra la pared. Palidece y se ruboriza alternativamente. Su rostro expresa estupor y turbaci\u00f3n. Inconscientemente aprieta sus manos contra el pecho escondi\u00e9ndolas en las anchas mangas. Se recoge sobre s\u00ed misma como queriendo esconder lo m\u00e1s posible su cuerpo: un acto de delicado pudor.<\/p>\n

\u2015No. No temas. \u00a1El Se\u00f1or est\u00e1 contigo! \u00a1Bendita t\u00fa entre todas las mujeres!\u2016.<\/p>\n

A pesar de estas palabras, Mar\u00eda sigue temiendo. \u00bfDe d\u00f3nde viene ese ser extraordinario? \u00bfEs un enviado de Dios, o del Enga\u00f1ador?<\/p>\n

\u2015\u00a1No temas, Mar\u00eda!\u2016 insiste el Arc\u00e1ngel. \u2015Yo soy Gabriel, el \u00c1ngel de Dios. Mi Se\u00f1or me ha enviado a ti. No temas, porque has hallado gracia ante Dios. T\u00fa concebir\u00e1s en tu seno y dar\u00e1s a luz un Hijo, y le pondr\u00e1s por nombre \u2015Jes\u00fas\u2016. Ser\u00e1 grande, ser\u00e1 llamado Hijo del Alt\u00edsimo, y verdaderamente lo ser\u00e1. El Se\u00f1or Dios le dar\u00e1 el trono de David, su padre, y reinar\u00e1 para siempre en la casa de Jacob, y su Reino no tendr\u00e1 fin nunca. Comprende, santa Virgen amada del Se\u00f1or, Hija bendita suya, llamada a ser Madre de su Hijo, comprende qu\u00e9 Hijo vas a engendrar\u2016.<\/p>\n

\u2015\u00bfC\u00f3mo puede suceder esto si yo no conozco hombre? \u00bfAcaso el Se\u00f1or ya no acoge el ofrecimiento de su sierva? \u00bfEs que ya no quiere que sea virgen por amor a \u00c9l?\u2016.<\/p>\n

\u2015No vas a ser madre por obra de var\u00f3n, Mar\u00eda. T\u00fa eres la eterna Virgen, la Santa de Dios. El Esp\u00edritu Santo descender\u00e1 sobre ti y la potencia del Alt\u00edsimo te cubrir\u00e1 con su sombra. Por eso, Santo se llamar\u00e1 el que nacer\u00e1 de ti, e Hijo de Dios. Todo lo puede el Se\u00f1or, Dios nuestro. Isabel, la est\u00e9ril, en su vejez ha concebido un hijo que ser\u00e1 el Profeta de tu Hijo, el que preparar\u00e1 sus caminos. El Se\u00f1or la ha liberado de su oprobio y su memoria quedar\u00e1 en las gentes unida a tu nombre, como el nombre de su hijo al de tu Hijo Santo, y hasta el final de los siglos las gentes os llamar\u00e1n bienaventuradas por la gracia del Se\u00f1or que hab\u00e9is recibido, y a ti especialmente, Mar\u00eda, porque habr\u00e1n recibido la Gracia por medio de ti. Isabel est\u00e1 ya en su sexto mes, y su peso, parad\u00f3jicamente, la regocija, y m\u00e1s a\u00fan la regocijar\u00e1 cuando conozca el motivo de tu gozo. Para Dios nada es imposible, Mar\u00eda, llena de Gracia. \u00bfQu\u00e9 debo responderle a mi Se\u00f1or? No te turbe ning\u00fan tipo de pensamiento. \u00c9l tutelar\u00e1 tus intereses si te pones en sus manos. \u00a1El mundo, el Cielo, Dios eterno esperan tu respuesta!\u2016.<\/p>\n

Mar\u00eda, cruzando a su vez sus manos sobre el pecho e inclin\u00e1ndose con gesto reverente dice: \u2015He aqu\u00ed la esclava de Dios. H\u00e1gase de m\u00ed seg\u00fan su palabra\u2016.<\/p>\n

El \u00c1ngel resplandece de alegr\u00eda y se pone en actitud adorante, puesto que, sin duda, ve al Esp\u00edritu de Dios descender sobre la Virgen, inclinada en gesto de adhesi\u00f3n; luego desaparece sin mover la cortina, dej\u00e1ndola cerrada cubriendo el Misterio santo.<\/p>\n

2o La visita de Mar\u00eda Sant\u00edsima a su prima Santa Isabel <\/strong><\/p>\n

Me encuentro en un lugar monta\u00f1oso. No son grandes monta\u00f1as, pero tampoco puede decirse que sean simples colinas. Tienen cimas y sinuosidades ya propias de las verdaderas monta\u00f1as, como las que se ven en nuestros Apeninos tosco-umbrianos. La vegetaci\u00f3n es tupida y bonita. Abunda el agua fresca que mantiene verdes los pastos y f\u00e9rtiles los huertos, casi todos plantados de manzanos, higueras y vid; esta \u00faltima, en torno a las casas. Debe ser primavera, como se deduce de que las uvas sean ya de un cierto volumen, como semillas de veza; y de que las flores de los manzanos asemejen a numerosas bolitas de color verde intenso; as\u00ed como el hecho de que en lo alto de las ramas de las higueras hayan aparecido ya los primeros frutos, todav\u00eda en estado embrional, pero ya bien definidos. Y los prados son una verdadera alfombra esponjosa y de mil colores en que pacen, o descansan, las ovejas: manchas blancas sobre el fondo de esmeralda de la hierba.<\/p>\n

Mar\u00eda sube en su burrito por una v\u00eda que est\u00e1 en bastante buen estado, y que debe ser de primer orden. Sube, porque, efectivamente, el pueblo, de aspecto bastante ordenado, est\u00e1 m\u00e1s arriba. Mi interno consejero me dice: \u2015Este lugar es Hebr\u00f3n\u2016. Usted me hablaba de Montana. Yo no s\u00e9 qu\u00e9 hacer. A m\u00ed se me indica con este nombre. No s\u00e9 si ser\u00e1 \u2015Hebr\u00f3n\u2016 toda la zona o s\u00f3lo el pueblo. Yo oigo esto, y esto es lo que digo.<\/p>\n

Mar\u00eda est\u00e1 entrando en el pueblo. Atardece. Algunas mujeres, en las puertas de las casas, observan la llegada de la forastera y chismean entre s\u00ed. La siguen con la mirada y no se quedan tranquilas hasta que la ven detenerse delante de una de las casas m\u00e1s lindas, situada en el centro del pueblo y que tiene delante un huerto-jard\u00edn, y detr\u00e1s y alrededor un huerto de \u00e1rboles frutales bien cuidado, que se extiende luego dando lugar a un vasto prado que sube y baja por las sinuosidades del monte, para terminar en un bosque de altos \u00e1rboles, tras el cual no s\u00e9 qu\u00e9 m\u00e1s hay. Todo ello cercado por un seto de morales o rosales silvestres. No lo distingo bien porque \u2013no s\u00e9 si usted lo tiene presente- tanto la flor como el ramaje de estas matas espinosas son muy semejantes, y mientras no aparece el fruto en las ramas es f\u00e1cil confundirse. En la parte delantera de la casa, es decir, por el lado paralelo al pueblo, la propiedad est\u00e1 cercada por un peque\u00f1o muro blanco, a lo largo de cuya parte alta hay ramas de verdaderos rosales, todav\u00eda sin flores, aunque ya llenas de capullos. En el centro, una cancilla de hierro, cerrada. Se comprende que se trata de la casa de una de las personalidades del pueblo, y de gente que vive desahogadamente, pues, efectivamente, todo en ella da signos, si no de riqueza y de pompa, s\u00ed, sin duda, de bienestar. Y mucho orden.<\/p>\n

Mar\u00eda se baja del burrito y se acerca a la puerta de hierro. Mira por entre las barras. No ve a nadie. Entonces trata de que la oigan. Una mujercita (la m\u00e1s curiosa de todas, que la ha seguido) le hace se\u00f1ales para que se fije en un extra\u00f1o objeto que sirve<\/p>\n

para llamar: dos piezas de metal dispuestas en equilibrio en una especie de yugo, las cuales, moviendo el yugo con una gruesa cuerda, chocan entre s\u00ed haciendo el sonido de una campana o de un gong.<\/p>\n

Mar\u00eda tira de la cuerda, pero lo hace de forma tan delicada que el sonido es s\u00f3lo un ligero tintineo que nadie oye. Entonces la mujercita, una viejecilla toda ella nariz y barbilla puntiaguda, y con una lengua que vale por diez juntas, se agarra a la cuerda y se pone a tirar, a tirar, a tirar. Una llamada que despertar\u00eda a un muerto. \u2015Se hace as\u00ed, mujer. Si no, \u00bfc\u00f3mo va a querer que la oigan? Sepa que Isabel es anciana, y tambi\u00e9n Zacar\u00edas. Y ahora, adem\u00e1s se sordo, est\u00e1 mudo. Los dos sirvientes son tambi\u00e9n viejos, \u00bfsabe? \u00bfHa venido alguna otra vez? \u00bfConoce a Zacar\u00edas? \u00bfEs usted…?\u2016.<\/p>\n

Aparece un viejecillo renco que salva a Mar\u00eda de este diluvio de informaciones y preguntas. Debe ser jardinero o labrador. Lleva en la mano un peque\u00f1o rastrillo y una hoz atada a la cintura. Abre. Mar\u00eda entra mientras le da las gracias a la mujer, pero… \u00a1ay!, la deja sin respuesta. \u00a1Qu\u00e9 desilusi\u00f3n para la curiosa!<\/p>\n

Nada m\u00e1s entrar, dice: \u2015Soy Mar\u00eda de Joaqu\u00edn y Ana, de Nazaret. Prima de vuestros se\u00f1ores\u2016.<\/p>\n

El viejecillo inclina la cabeza y saluda, luego da una voz: \u2015\u00a1Sara! \u00a1Sara!\u2016. Y abre otra vez la verja para coger el borriquillo, que se hab\u00eda quedado afuera porque Mar\u00eda, para librarse de la pegajosa mujercita, se hab\u00eda colado dentro muy r\u00e1pida, y el jardinero, tan r\u00e1pidamente como Ella, hab\u00eda cerrado la verja delante de las narices de la chismosa. Pasa al burro y, mientras lo hace, dice: \u2015\u00a1Ah…, gran dicha y gran desgracia para esta casa! El Cielo ha concedido un hijo a la est\u00e9ril. \u00a1Bendito sea por ello el Alt\u00edsimo! Pero Zacar\u00edas volvi\u00f3 de Jerusal\u00e9n mudo hace ya siete meses. Se hace entender con gestos, o escribiendo. \u00bfHa tenido noticia de ello? Mi se\u00f1ora en medio de esta alegr\u00eda y este dolor, la ha echado mucho de menos. Siempre hablaba de usted con Sara. Dec\u00eda: \u2015\u00a1Si estuviese aqu\u00ed conmigo mi peque\u00f1a Mar\u00eda…! Si hubiera seguido ahora en el Templo, habr\u00eda enviado a Zacar\u00edas a traerla. Pero el Se\u00f1or ha querido que fuese la esposa de Jos\u00e9 de Nazaret. S\u00f3lo Ella podr\u00eda consolarme en este dolor y ayudarme a rezar a Dios, porque todo en Ella es bondad. En el Templo todos la echan de menos y est\u00e1n tristes. La pasada fiesta, cuando fui con Zacar\u00edas la \u00faltima vez a Jerusal\u00e9n a dar gracias a Dios por haberme dado un hijo, o\u00ed de sus maestras estas palabras:  \u0333Al Templo parecen faltarle los querubines de la Gloria desde que la voz de Mar\u00eda no suena ya entre estas paredes\u2018\u2016. \u00a1Sara! \u00a1Sara! Mi mujer es un poco sorda. Ven, ven, que te llevo yo\u2016.<\/p>\n

En vez de Sara, aparece, en la parte alta de una escalera adosada a un lado de la casa, una mujer ya muy anciana, ya llena de arrugas, con el pelo muy canoso \u2013pero que ha debido ser negr\u00edsimo, a juzgar por lo negras que tiene las pesta\u00f1as y las cejas y por el color moreno de su cara-. Contrasta en modo extra\u00f1o, con su visible vejez, su estado, ya muy patente, a pesar de la ropa amplia y suelta que lleva. Mira protegi\u00e9ndose los ojos de la luz con la mano. Reconoce a Mar\u00eda. Levanta los brazos hacia el cielo con una exclamaci\u00f3n de asombro y de alegr\u00eda, y se apresura, en la medida en que puede, hacia abajo al encuentro de la reci\u00e9n llegada. Y Mar\u00eda \u2013cuyos movimientos son siempre moderados- esta vez se echa a correr r\u00e1pida como un cervatillo y llega al pie de la escalera al mismo tiempo que Isabel. Y recibe en su pecho con viva efusi\u00f3n de afecto a su prima, que, al verla, llora de alegr\u00eda.<\/p>\n

Permanecen abrazadas un momento. Luego Isabel se separa con una exclamaci\u00f3n de dolor y alegr\u00eda al mismo tiempo, y se lleva las manos al abultado vientre. Agacha la cabeza, palideciendo y sonroj\u00e1ndose alternativamente. Mar\u00eda y el sirviente extienden los brazos para sujetarla, pues ella vacila como si se sintiera mal.<\/p>\n

Pero Isabel, despu\u00e9s de un minuto de estar como recogida dentro de s\u00ed, alza su rostro, tan radiante que parece rejuvenecido, mira a Mar\u00eda sonriendo con veneraci\u00f3n como si estuviera viendo un \u00e1ngel y se inclina en un intenso saludo diciendo: \u2015\u00a1Bendita t\u00fa entre todas las mujeres! \u00a1Bendito el Fruto de tu vientre! (lo dice as\u00ed, dos frases bien separadas) \u00bfC\u00f3mo he merecido que venga a m\u00ed, sierva tuya, la Madre de mi Se\u00f1or? S\u00ed, ante el sonido de tu voz, el ni\u00f1o ha saltado en mi vientre como jubiloso, y cuando te he abrazado el Esp\u00edritu del Se\u00f1or me ha dicho una alt\u00edsima verdad en el coraz\u00f3n. \u00a1Dichosa t\u00fa, porque has cre\u00eddo que a Dios le fuera posible lo que posible no aparece a la humana mente! \u00a1Bendita t\u00fa, que por tu fe har\u00e1s realidad lo que te ha sido predicho por el Se\u00f1or y fue predicho a los Profetas para este tiempo! \u00a1Bendita t\u00fa, por la Salud que engendras para la estirpe de Jacob! \u00a1Bendita t\u00fa, por haber tra\u00eddo la Santidad a este hijo m\u00edo que siento saltar de j\u00fabilo en mi vientre como cabritillo alborozado porque se siente liberado del peso de la culpa, llamado a ser el precursor, santificado antes de la Redenci\u00f3n por el Santo que se est\u00e1 desarrollando en ti!\u2016.<\/p>\n

Mar\u00eda, con dos l\u00e1grimas como perlas, que le bajan desde los risue\u00f1os ojos hasta la boca sonriente, el rostro alzado hacia el cielo, levantados tambi\u00e9n los brazos, en la posici\u00f3n que luego tantas veces tendr\u00e1 su Jes\u00fas, exclama: \u2015El alma m\u00eda magnifica a su Se\u00f1or\u2016 y contin\u00faa el c\u00e1ntico como nos ha sido transmitido. Al final, en el vers\u00edculo: \u2015Ha socorrido a Israel, su siervo etc.\u2016, recoge las manos sobre el pecho y se arrodilla muy curvada hacia el suelo adorando a Dios.<\/p>\n

El sirviente, cuando hab\u00eda visto que Isabel no se sent\u00eda mal y que quer\u00eda manifestar su pensamiento a Mar\u00eda, se hab\u00eda retirado prudentemente; ahora vuelve del huerto acompa\u00f1ado de un anciano de aspecto majestuoso, de barba y pelo enteramente blancos, el cual, con vistosos gestos y sonidos guturales, saluda desde lejos a Mar\u00eda.<\/p>\n

\u2015Zacar\u00edas est\u00e1 llegando\u2016 dice Isabel tocando en el hombro a la Virgen, que est\u00e1 orando absorta. \u2015Mi Zacar\u00edas est\u00e1 mudo. Est\u00e1 bajo sanci\u00f3n divina por no haber cre\u00eddo. Ya te contar\u00e9 luego. Ahora espero en el perd\u00f3n de Dios porque has venido t\u00fa; t\u00fa, llena de Gracia\u2016.<\/p>\n

Mar\u00eda se levanta. Va hacia Zacar\u00edas. Se inclina hasta el suelo ante \u00e9l. Le besa la orla de la vestidura blanca que le cubre hasta los pies. Esta vestidura es muy amplia y est\u00e1 sujeta a la cintura por una ancha franja bordada.<\/p>\n

Zacar\u00edas, con gestos, da la bienvenida a Mar\u00eda, y juntos van donde Isabel. Entran todos en una vasta habitaci\u00f3n, muy bien puesta, de la planta baja. Ofrecen asiento a Mar\u00eda y mandan que le sirvan una taza de leche reci\u00e9n orde\u00f1ada \u2013todav\u00eda tiene la espuma- y unas peque\u00f1as tortas.<\/p>\n

Isabel da \u00f3rdenes a la sirvienta, quien, embadurnadas de harina todav\u00eda las manos y el pelo m\u00e1s blanco de cuanto en realidad lo es, por la harina que tiene, por fin ha hecho acto de presencia. Quiz\u00e1s estaba haciendo el pan. Da \u00f3rdenes tambi\u00e9n al sirviente<\/p>\n

\u2013al que oigo llamar Samuel- para que lleve el baulillo de Mar\u00eda a la habitaci\u00f3n que le indica. Todos los deberes de una se\u00f1ora de casa para con su hu\u00e9sped.<\/p>\n

Entretanto, Mar\u00eda responde a las preguntas que Zacar\u00edas le hace escribiendo con un estilo en una tablilla encerada. Por las respuestas, comprendo que le est\u00e1 preguntando por Jos\u00e9 y por c\u00f3mo se encuentra siendo su prometida. Y comprendo tambi\u00e9n que a Zacar\u00edas le es negada toda luz sobrenatural acerca de la gravidez de Mar\u00eda y su condici\u00f3n de Madre del Mes\u00edas. Es Isabel quien, acerc\u00e1ndose a su marido y poni\u00e9ndole con amor una mano en el hombro, como para hacerle una casta caricia, le dice: \u2015Mar\u00eda tambi\u00e9n es madre. Regoc\u00edjate por su felicidad\u2016. Y no dice nada m\u00e1s. Mira a Mar\u00eda; y Mar\u00eda la mira, pero no la invita a decir nada m\u00e1s, por lo cual guarda silencio.<\/p>\n

3o El nacimiento de Nuestro Se\u00f1or Jesucristo en el portal de Bel\u00e9n <\/strong><\/p>\n

EL VIAJE A BEL\u00c9N<\/p>\n

Veo un camino principal. Viene por \u00e9l mucha gente. Borriquillos cargados de utensilios y de personas. Borriquillos que regresan. La gente los espolea. Quien va a pie, va aprisa porque hace fr\u00edo.<\/p>\n

El aire es limpio y seco. El cielo est\u00e1 sereno, pero tiene ese fr\u00edo cortante de los d\u00edas invernales. La campi\u00f1a sin hojas parece m\u00e1s extensa, y los pastizales apenas si tienen hierba un poco crecida, quemada con los vientos invernales; en los pastizales las ovejas buscan algo de comer y buscan el sol que poco a poco se levanta; se estrechan una a la otra, porque tambi\u00e9n ellas tienen fr\u00edo y balan levantando su trompa hacia el sol como si le dijesen: \u2015Baja pronto, \u00a1que hace fr\u00edo!\u2015. El terreno tiene ondulaciones que cada vez son m\u00e1s claras. Es en realidad un terreno de colinas. Hay concavidades con hierba lo mismo que valles peque\u00f1os. El camino pasa por en medio de ellos y se dirige hacia el sureste.<\/p>\n

Mar\u00eda viene montada en un borriquillo gris. Envuelta en un manto pesado. Delante de la silla est\u00e1 el arn\u00e9s que llev\u00f3 en el viaje a Hebr\u00f3n, y sobre el cofre van las cosas necesarias. Jos\u00e9 camina a su lado, llevando la rienda. \u00bfEst\u00e1s cansada?: le pregunta de cuando en cuando.<\/p>\n

Mar\u00eda lo mira. Le sonr\u00ede. Le contesta: \u00abNo.\u00bb A la tercera vez a\u00f1ade: \u00abM\u00e1s bien tu debes sentirte cansado con el camino que hemos hecho.\u00bb<\/p>\n

\u00ab\u00a1Oh, yo ni por nada! Creo que si hubiese encontrado otro asno, podr\u00edas venir m\u00e1s c\u00f3moda y caminar\u00edamos m\u00e1s pronto. Pero no lo encontr\u00e9. Todos necesitan en estos d\u00edas de una cabalgadura. Lo siento. Pronto llegaremos a Bel\u00e9n. M\u00e1s all\u00e1 de aquel monte est\u00e1 Efrata.\u00bb Ambos guardan silencio. La Virgen, cuando no habla, parece como si se recogiese <\/sub>en plegaria. Dulcemente se sonr\u00ede con un pensamiento que entreteje en s\u00ed misma. Si mira a la gente, parece como si no viera lo que hay: hombres, mujeres, ancianos, pastores ricos, pobres, sino lo que Ella sola ve.<\/p>\n

\u00ab\u00bf Tienes fr\u00edo?\u00bb pregunta Jos\u00e9, porque sopla el aire. \u00abNo. Gracias.\u00bb<\/p>\n

Pero Jos\u00e9 no se f\u00eda. Le toca los pies que cuelgan al lado del borriquillo, calzados con sandalias y que apenas si se dejan ver a trav\u00e9s del largo vestido. Debe haberlos sentido fr\u00edos, porque sacude su cabeza y se quita una especie de capa peque\u00f1a, y la pone en las rodillas de Mar\u00eda, la extiende sobre sus muslos, de modo que sus manitas est\u00e9n bien calientes bajo ella y bajo el manto.<\/p>\n

Encuentran a un pastor que atraviesa con su ganado de un lado a otro. Jos\u00e9 se le acerca y le dice algo. El pastor dice que s\u00ed, Jos\u00e9 toma el borriquillo y lo lleva detr\u00e1s del ganado que est\u00e1 paciendo. El pastor toma una r\u00fastica taza de su alforja y orde\u00f1a una robusta oveja. Entrega a Jos\u00e9 la taza que la da a Mar\u00eda.<\/p>\n

\u00abDios os bendiga\u00bb dice Mar\u00eda. \u00abA ti por tu amor, y a ti por tu bondad. Rogar\u00e9 por ti.\u00bb<\/p>\n

\u00ab\u00bf Ven\u00eds de lejos?\u00bb<\/p>\n

\u00abDe Nazaret\u00bb responde Jos\u00e9.<\/p>\n

\u00ab\u00bfY vais?\u00bb<\/p>\n

\u00abA Bel\u00e9n.\u00bb<\/p>\n

\u00abEl camino es largo para la mujer en este estado. \u00bfEs tu mujer?\u00bb<\/p>\n

\u00abS\u00ed.\u00bb<\/p>\n

\u00ab\u00bfTen\u00e9is a donde ir?\u00bb<\/p>\n

\u00abNo.\u00bb<\/p>\n

\u00ab\u00a1Va mal todo! Bel\u00e9n est\u00e1 llena de gente que ha llegado de todas partes para empadronarse o para ir a otras partes. No s\u00e9 si encontr\u00e9is alojo. \u00bfConoces bien el lugar?\u00bb \u00abNo muy bien.\u00bb <\/sub><\/p>\n

\u00abBueno.. . te voy a ense\u00f1ar… porque se trata de Ella (y se\u00f1ala a Mar\u00eda). Buscad el alojo. Estar\u00e1 lleno. Te lo digo para darte una idea. Est\u00e1 en una plaza. Es la m\u00e1s grande. Se llega a ella por este camino principal. No pod\u00e9is equivocaros. Delante de ella hay una fuente. El albergue es grande y bajo con un gran portal. Estar\u00e1 lleno. Pero si no pod\u00e9is alojaros en \u00e9l o en alguna casa, dad vuelta por detr\u00e1s del albergue, como yendo a la campi\u00f1a. Hay apriscos en el monte. Algunas veces los mercaderes que van a Jerusal\u00e9n los emplean como albergue. Hay apriscos en el monte, no lo olvid\u00e9is: h\u00famedos, fr\u00edos y sin puerta, pero siempre son un refugio, porque la mujer… no puede quedarse en la mitad del camino. Tal vez all\u00ed encontr\u00e9is un lugar… y tambi\u00e9n heno para dormir y para el asno. Que Dios os acompa\u00f1e.\u00bb<\/p>\n

\u00abY a ti te d\u00e9 su alegr\u00eda\u00bb responde la Virgen. Jos\u00e9 por su parte dice: \u00abLa paz sea contigo.\u00bb Vuelve a continuar su camino. Una concavidad m\u00e1s extensa se deja ver desde la <\/sub>cresta a la que han llegado. En la concavidad, arriba y abajo, a lo largo de las suaves pendientes que la rodean, se ven casas y casas. Es Bel\u00e9n.<\/p>\n

\u00abHemos llegado a la tierra de David, Mar\u00eda. Ahora vas a descansar. Me parece que est\u00e1s muy cansada…\u00bb<\/p>\n

\u00abNo. Pensaba yo… estoy pensando…\u00bb Mar\u00eda aprieta la mano de Jos\u00e9 y le dice con una sonrisa de bienaventurada: \u00abEstoy pensando que el momento ha llegado.\u00bb<\/p>\n

\u00ab\u00a1Que Dios nos socorra! \u00bfQu\u00e9 vamos a hacer?\u00bb<\/p>\n

\u00abNo temas, Jos\u00e9. Ten constancia. \u00bfVes qu\u00e9 tranquila estoy yo?\u00bb<\/p>\n

\u00abPero sufres mucho.\u00bb<\/p>\n

\u00ab\u00a1Oh no!\u00bb. Me encuentro llena de alegr\u00eda. Una alegr\u00eda tal, tan fuerte, tan grande, incontenible, que mi coraz\u00f3n palpita muy fuerte y me dice: \u00ab\u00a1Va a nacer! \u00a1Va a nacer!\u00bb Lo dice a cada palpitar. Es mi Hijo que toca a mi coraz\u00f3n y que dice: \u00abMam\u00e1: ya vine. Vengo a darte un beso de parte de Dios. \u00a1Oh, qu\u00e9 alegr\u00eda, Jos\u00e9 m\u00edo!\u00bb<\/p>\n

Pero Jos\u00e9 no participa de la misma alegr\u00eda. Piensa en lo urgente que es encontrar un refugio, y apresura el paso. Puerta tras puerta pide alojo. Nada. Todo est\u00e1 ocupado. Llegan al albergue. Est\u00e1 lleno hasta en los portales, que rodean el patio interior.<\/p>\n

Jos\u00e9 deja a Mar\u00eda que sigue sentada sobre el borriquillo en el patio y sale en busca de algunas otras casas. Regresa desconsolado. No hay ning\u00fan alojo. El crep\u00fasculo invernal pronto se echa encima y empieza a extender sus velos. Jos\u00e9 suplica al due\u00f1o del albergue. Suplica a viajeros. Ellos son varones y est\u00e1n sanos. Se trata ahora de una mujer pr\u00f3xima a dar a luz. Que tengan piedad. Nada. Hay un rico fariseo que los mira con manifiesto desprecio, y cuando Mar\u00eda se acerca, se separa de ella como si se hubiera acercado una leprosa. Jos\u00e9 lo mira y la indignaci\u00f3n le cruza por la cara. Mar\u00eda pone su mano sobre la mu\u00f1eca de Jos\u00e9 para calmarlo. Le dice: \u00abNo insistas. V\u00e1monos. Dios proveer\u00e1.\u00bb<\/p>\n

Salen. Siguen por los muros del albergue. Dan vuelta por una callejuela metida entre ellos y casuchas. Le dan vuelta. Buscan. All\u00ed hay algo como cuevas, bodegas, m\u00e1s bien que apriscos, porque son bajas y h\u00famedas. Las mejores est\u00e1n ya ocupadas. Jos\u00e9 se siente descorazonado.<\/p>\n

\u00abOye, galileo\u00bb le grita por detr\u00e1s un viejo. \u00abAll\u00e1 en el fondo, bajo aquellas ruinas, hay una cueva. Tal vez no haya nadie.\u00bb<\/p>\n

Se apresuran a ir a esa cueva. Y que si es una madriguera. Entre los escombros que se ven hay un agujero, m\u00e1s all\u00e1 del cual se ve una cueva, una madriguera excavada en el monte, m\u00e1s bien que gruta. Parece que sean los antiguos fundamentos de una vieja construcci\u00f3n, a la que sirven de techo los escombros ca\u00eddos sobre troncos de \u00e1rboles.<\/p>\n

Como hay muy poca luz y para ver mejor, Jos\u00e9 saca la yesca y prende una candileja que toma de la alforja que trae sobre la espalda. Entra y un mugido lo saluda. \u00abVen, Mar\u00eda. Est\u00e1 vac\u00eda. No hay sino un buey.\u00bb Jos\u00e9 sonr\u00ede. \u00abMejor que nada…\u00bb<\/p>\n

Mar\u00eda baja del borriquillo y entra.<\/p>\n

Jos\u00e9 puso ya la candileja en un clavo que hay sobre un tronco que hace de pilar. Se ve que todo est\u00e1 lleno de telara\u00f1as. El suelo, que est\u00e1 batido, revuelto, con hoyos, guijarros, desperdicios, excrementos, tiene paja. En el fondo, un buey se vuelve y mira con sus quietos ojos. Le cuelga hierba del hocico. Hay un r\u00fastico asiento y dos piedras en un rinc\u00f3n cerca de una hendidura. Lo negro del rinc\u00f3n dice que all\u00ed suele hacerse fuego. Mar\u00eda se acerca al buey. Tiene fr\u00edo. Le pone las manos sobre su pescuezo para <\/sub>sentir lo tibio de \u00e9l. El buey muge, pero no hace m\u00e1s, parece como si comprendiera. Lo mismo cuando Jos\u00e9 lo empuja para tomar mucho heno del pesebre y hacer un lecho para Mar\u00eda -el pesebre es doble, esto es, donde come el buey, y arriba una especie de estante con heno de repuesto, y de este toma Jos\u00e9- no se opone. Hace lugar aun al borriquillo que cansado y hambriento, se pone al punto a comer. Jos\u00e9 voltea tambi\u00e9n un cubo con abolladuras. Sale, porque afuera vio un riachuelo, y vuelve con agua para el borriquillo. Toma un manojo de varas secas que hay en un rinc\u00f3n y se pone a limpiar un poco el suelo. Luego desparrama el heno. Hace una especie de lecho, cerca del buey, en el rinc\u00f3n m\u00e1s seco y m\u00e1s defendido del viento. Pero siente que est\u00e1 h\u00famedo el heno y suspira. Prende fuego, y con una paciencia de trapista, seca poco a poco el heno junto al fuego. Mar\u00eda sentada en el banco, cansada, mira y sonr\u00ede. Todo est\u00e1 ya pronto. Mar\u00eda se <\/sub>acomoda lo mejor que puede sobre el muelle de heno, con las espaldas apoyadas contra un tronco. Jos\u00e9 adorna todo aquel… ajuar, pone su manto como una cortina en la entrada que hace de puerta, una defensa muy pobre. Luego da a la Virgen pan y queso, y le da a beber agua de una cantimplora. \u00abDuerme ahora\u00bb le dice. \u00abYo velar\u00e9 para que el fuego no se apague. Afortunadamente hay le\u00f1a. Esperamos que dure y que arda. As\u00ed podemos ahorrar el aceite de la l\u00e1mpara.\u00bb<\/p>\n

Mar\u00eda obediente se acuesta. Jos\u00e9 la cubre con el manto de ella, y con la capa que ten\u00eda antes en los pies.<\/p>\n

\u00abPero t\u00fa vas a tener fr\u00edo…\u00bb<\/p>\n

\u00abNo, Mar\u00eda. Estoy cerca del fuego. Trata de descansar. Ma\u00f1ana ser\u00e1 mejor.\u00bb<\/p>\n

Mar\u00eda cierra los ojos. No insiste. Jos\u00e9 se va a su rinc\u00f3n. Se sienta sobre una piedra, con pedazos de le\u00f1a cerca. Pocos, que no durar\u00e1n mucho por lo que veo.<\/p>\n

Est\u00e1n del siguiente modo: Mar\u00eda a la derecha con las espaldas a la… puerta, semi- escondida por el tronco y por el cuerpo del buey que se ha echado en tierra. Jos\u00e9 a la izquierda y hacia la puerta, por lo tanto, diagonalmente, y as\u00ed su cara da al fuego, con las espaldas a Mar\u00eda. Pero de vez en vez se voltea a mirarla y la ve tranquila, como si durmiese. Despacio rompe las varas y las echa una por una en la hoguera peque\u00f1a para que no se apague, para que d\u00e9 luz, y para que la le\u00f1a dure. No hay m\u00e1s que el brillo del<\/p>\n

fuego que ahora se reaviva, ahora casi est\u00e1 por apagarse. Como est\u00e1 apagada la l\u00e1mpara de aceite, en la penumbra resaltan s\u00f3lo la figura del buey, la cara y manos de Jos\u00e9. Todo lo dem\u00e1s es un mont\u00f3n que se confunde en la gruesa penumbra.<\/p>\n

NACIMIENTO DE NUESTRO SE\u00d1OR JESUCRISTO (Escrito el 6 de junio de 1944)<\/p>\n

Veo el interior de este pobre albergue rocoso que Mar\u00eda y Jos\u00e9 comparten con los animales. La peque\u00f1a hoguera est\u00e1 a punto de apagarse, como quien la vigila a punto de quedarse dormido. Mar\u00eda levanta su cabeza de la especie de lecho y mira. Ve que Jos\u00e9 tiene la cabeza inclinada sobre el pecho como si estuviese pensando, y est\u00e1 segura que el cansancio ha vencido su deseo de estar despierto. \u00a1Qu\u00e9 hermosa sonrisa le aflora por los labios! Haciendo menos ruido que har\u00eda una mariposa al posarse sobre una rosa, se sienta, y luego se arrodilla. Ora. Es una sonrisa de bienaventurada la que llena su rostro. Ora con los brazos abiertos no en forma de cruz, sino con las palmas hacia arriba y hacia adelante, y parece como si no se cansase con esta posici\u00f3n. Luego se postra contra el heno orando m\u00e1s intensamente. Una larga plegaria.<\/p>\n

Jos\u00e9 se despierta. Ve que el fuego casi se ha apagado y que el lugar est\u00e1 casi oscuro. Echa unas cuantas varas. La llama prende. Le echa unas cuantas ramas gruesas, y luego otras m\u00e1s, porque el fr\u00edo debe ser agudo. Un fr\u00edo nocturno invernal que penetra por todas las partes de estas ruinas. El pobre Jos\u00e9, como est\u00e1 junto a la puerta -llamemos as\u00ed a la entrada sobre la que su manto hace las veces de puerta- debe estar congelado. Acerca sus manos al fuego. Se quita las sandalias y acerca los pies al fuego. Cuando ve que \u00e9ste va bien y que alumbra lo suficiente, se da media vuelta. No ve nada, ni siquiera lo blanco del velo de Mar\u00eda que formaba antes una l\u00ednea clara en el heno oscuro. Se pone de pie y despacio se acerca a donde est\u00e1 Mar\u00eda.<\/p>\n

\u00ab\u00bf No te has dormido?\u00bb le pregunta. Y por tres veces lo hace, hasta que Ella se estremece, y responde: \u00abEstoy orando.\u00bb<\/p>\n

\u00ab\u00bfTe hace falta algo?\u00bb<\/p>\n

\u00abNada, Jos\u00e9.\u00bb<\/p>\n

\u00abTrata de dormir un poco. Al menos de descansar.\u00bb<\/p>\n

\u00abLo har\u00e9. Pero el orar no me cansa.\u00bb<\/p>\n

\u00abBuenas noches, Mar\u00eda.\u00bb<\/p>\n

\u00abBuenas noches, Jos\u00e9\u00bb.<\/p>\n

Mar\u00eda vuelve a su antigua posici\u00f3n. Jos\u00e9, para no dejarse vencer otra vez del sue\u00f1o, se pone de rodillas cerca del fuego y ora. Ora con las manos juntas sobre la cara. Las mueve algunas veces para echar m\u00e1s le\u00f1a al fuego y luego vuelve a su ferviente plegaria. Fuera del rumor de la le\u00f1a que chisporrotea, y del que produce el borriquillo que algunas veces golpea su pezu\u00f1a contra el suelo, otra cosa no se oye.<\/p>\n

Un rayo de luna se cuela por entre una grieta del techo y parece como hilo plateado que buscase a Mar\u00eda. Se alarga, conforme la luna se alza en lo alto del cielo, y finalmente la alcanza. Ahora est\u00e1 sobre su cabeza que ora. La nimba de su candor.<\/p>\n

Mar\u00eda levanta su cabeza como si de lo alto alguien la llamase, nuevamente se pone de rodillas. \u00a1Oh, qu\u00e9 bello es aqu\u00ed! Levanta su cabeza que parece brillar con la luz blanca de la luna, y una sonrisa sobrehumana transforma su rostro. \u00bfQu\u00e9 cosa est\u00e1 viendo? \u00bfQu\u00e9 oyendo? \u00bfQu\u00e9 cosa experimenta? Solo Ella puede decir lo que vio, sinti\u00f3 y experiment\u00f3 en la hora dichosa de su Maternidad. Yo solo veo que a su alrededor la luz aumenta, aumenta, aumenta. Parece como si bajara del cielo, parece como si manara de las pobres cosas que est\u00e1n a su alrededor, sobre todo parece como si de Ella procediese.<\/p>\n

Su vestido azul oscuro, ahora parece estar te\u00f1ido de un suave color de miosotis, sus manos y su rostro parecen tomar el azulino de un zafiro intensamente p\u00e1lido puesto al fuego. Este color, que me recuerda, aunque muy tenue, el que veo en las visiones del santo para\u00edso, y el que vi en la visi\u00f3n de cuando vinieron los Magos, se difunde cada vez m\u00e1s sobre todas las cosas, las viste, purifica, las hace brillantes.<\/p>\n

La luz emana cada vez con m\u00e1s fuerza del cuerpo de Mar\u00eda; absorbe la de la luna, parece como que Ella atrajese hacia s\u00ed la que le pudiese venir de lo alto. Ya es la Depositaria de la Luz. La que ser\u00e1 la Luz del mundo. Y esta beat\u00edfica, incalculable, inconmensurable, eterna, divina Luz que est\u00e1 para darse, se anuncia con un alba, una alborada, un coro de \u00e1tomos de luz que aumentan, aumentan cual marea, que suben, que suben cual incienso, que bajan como una avenida, que se esparcen cual un velo…<\/p>\n

La b\u00f3veda, llena de agujeros, telara\u00f1as, escombros que por milagro se balancean en el aire y no se caen; la b\u00f3veda negra, llena de humo, apestosa, parece la b\u00f3veda de una sala real. Cualquier piedra es un macizo de plata, cualquier agujero un brillar de \u00f3palos, cualquier telara\u00f1a un preciosismo baldaqu\u00edn tejido de plata y diamantes. Una lagartija que est\u00e1 entre dos piedras, parece un collar de esmeraldas que alguna reina dejara all\u00ed; y unos murci\u00e9lagos que descansan parecen una hoguera preciosa de \u00f3nix. El heno que sale de la parte superior del pesebre, no es m\u00e1s hierba, es hilo de plata y plata pura que se balancea en el aire cual se mece una cabellera suelta.<\/p>\n

El pesebre es, en su madera negra, un bloque de plata bru\u00f1ida. Las paredes est\u00e1n cubiertas con un brocado en que el candor de la seda desaparece ante el recamo de perlas en relieve; y el suelo… \u00bf qu\u00e9 es ahora? Un cristal encendido con luz blanca; los salientes parecen rosas de luz tiradas como homenaje a \u00e9l; y los hoyos, copas preciosas de las que broten aromas y perfumes.<\/p>\n

La luz crece cada vez m\u00e1s. Es irresistible a los ojos. En medio de ella desaparece, como absorbida por un velo de incandescencia, la Virgen… y de ella emerge la Madre.<\/p>\n

S\u00ed. Cuando soy capaz de ver nuevamente la luz, veo a Mar\u00eda con su Hijo reci\u00e9n nacido entre los brazos. Un Peque\u00f1\u00edn, de color rosado y gordito, que gesticula y mueve sus manitas gorditas como capullo de rosa, y sus piecitos que podr\u00edan estar en la corola de una rosa; que llora con una vocecita tr\u00e9mula, como la de un corderito que acaba de nacer, abriendo su boquita que parece una fresa selv\u00e1tica y que ense\u00f1a una leng\u00fcita que se mueve contra el paladar rosado; que mueve su cabecita tan rubia que parece como si<\/p>\n

no tuviese ni un cabello, una cabecita redonda que la Mam\u00e1 sostiene en la palma de su mano, mientras mira a su Hijito, y lo adora ya sonriendo, ya llorando; se inclina a besarlo no sobre su cabecita, sino sobre su pecho, donde palpita su corazoncito, que palpita por nosotros… all\u00ed donde un d\u00eda recibir\u00e1 la lanzada. Se la cura de antemano su Mamita con un beso inmaculado.<\/p>\n

El buey, que se ha despertado al ver la claridad, se levanta dando fuertes patadas sobre el suelo y muge. El borrico vuelve su cabeza y rebuzna. Es la luz la que lo despierta, pero yo me imagino que quisieron saludar a su Creador, creador de ellos, creador de todos los animales.<\/p>\n

Jos\u00e9 que oraba tan profundamente que apenas si ca\u00eda en la cuenta de lo que le rodeaba, se estremece, y por entre sus dedos que tiene ante la cara, ve que se filtra una luz. Se quita las manos de la cara, levanta la cabeza, se voltea. El buey que est\u00e1 parado no deja ver a Mar\u00eda. Ella grita: \u00abJos\u00e9, ven.\u00bb<\/p>\n

Jos\u00e9 corre. Y cuando ve, se detiene, presa de reverencia, y est\u00e1 para caer de rodillas donde se encuentra, si no es que Mar\u00eda insiste: \u00abVen, Jos\u00e9\u00bb, se sostiene con la mano izquierda sobre el heno, mientras que con la derecha aprieta contra su coraz\u00f3n al Peque\u00f1\u00edn. Se levanta y va a Jos\u00e9 que camina temeroso, entre el deseo de ir y el temor de ser irreverente.<\/p>\n

A los pies de la cama de paja ambos esposos se encuentran y se miran con l\u00e1grimas llenas de felicidad.<\/p>\n

\u00abVen, ofrezcamos a Jes\u00fas al Padre\u00bb dice Mar\u00eda.<\/p>\n

Y mientras Jos\u00e9 se arrodilla, Ella de pie entre dos troncos que sostienen la b\u00f3veda, levanta a su Hijo entre los brazos y dice: \u00abHeme aqu\u00ed. En su Nombre, \u00a1oh Dios! te digo esto. Heme aqu\u00ed para hacer tu voluntad. Y con \u00c9l, yo, Mar\u00eda y Jos\u00e9, mi esposo. Aqu\u00ed est\u00e1n tus siervos, Se\u00f1or. Que siempre hagamos a cada momento, en cualquier cosa, tu voluntad, para gloria tuya y por amor tuyo.\u00bb Luego Mar\u00eda se inclina y dice: \u00abT\u00f3malo, Jos\u00e9\u00bb y ofrece al Peque\u00f1\u00edn.<\/p>\n

\u00ab\u00bfYo? \u00bfMe toca a m\u00ed? \u00a1 Oh, no! \u00a1No soy digno!\u00bb Jos\u00e9 est\u00e1 terriblemente despavorido, aniquilado ante la idea de tocar a Dios.<\/p>\n

Pero Mar\u00eda sonriente insiste: \u00abEres digno de ello. Nadie m\u00e1s que t\u00fa, y por eso el Alt\u00edsimo te escogi\u00f3. T\u00f3malo, Jos\u00e9 y tenlo mientras voy a buscar los pa\u00f1ales.\u00bb<\/p>\n

Jos\u00e9, rojo como la p\u00farpura, extiende sus brazos, toma ese montoncito de carne que chilla de fr\u00edo y cuando lo tiene entre sus brazos no siente m\u00e1s el deseo de tenerlo separado de s\u00ed por respeto, se lo estrecha contra el coraz\u00f3n diciendo en medio de un estallido de l\u00e1grimas: \u00ab\u00a1Oh, Se\u00f1or, Dios m\u00edo!\u00bb y se inclina a besar los piececitos y los siente fr\u00edos. Se sienta, lo pone sobre sus rodillas y con su vestido caf\u00e9, con sus manos procura cubrirlo, calentarlo, defenderlo del viento helado de la noche. Quisiera ir al fuego, pero all\u00ed la corriente de aire que entra es peor. Es mejor quedarse aqu\u00ed. No. Mejor ir entre los dos animales que defienden del aire y que despiden calor. Y se va entre el buey y el asno y se est\u00e1 con las espaldas contra la entrada, inclinado sobre el Reci\u00e9n nacido para hacer de su pecho una hornacina cuyas paredes laterales son una cabeza gris<\/p>\n

de largas orejas, un grande hocico blanco cuya nariz despide vapor y cuyos ojos miran bonachonamente.<\/p>\n

Mar\u00eda abri\u00f3 ya el cofre, y sac\u00f3 ya lienzos y fajas. Ha ido a la hoguera a calentarlos. Viene a donde est\u00e1 Jos\u00e9, envuelve al Ni\u00f1o en lienzos tibios y luego en su velo para proteger su cabecita. \u00ab\u00bfD\u00f3nde lo pondremos ahora?\u00bb pregunta.<\/p>\n

Jos\u00e9 mira a su alrededor. Piensa… \u00abEspera\u00bb dice. \u00abVamos a echar m\u00e1s ac\u00e1 a los dos animales y su paja. Tomaremos m\u00e1s de aquella que est\u00e1 all\u00ed arriba, y la ponemos aqu\u00ed dentro. Las tablas del pesebre lo proteger\u00e1n del aire; el heno le servir\u00e1 de almohada y el buey con su aliento lo calentar\u00e1 un poco. Mejor el buey. Es m\u00e1s paciente y quieto.\u00bb Y se pone a hacer lo dicho, entre tanto Mar\u00eda arrulla a su Peque\u00f1\u00edn apret\u00e1ndoselo contra su coraz\u00f3n, y poniendo sus mejillas sobre la cabecita para darle calor. Jos\u00e9 vuelve a atizar la hoguera, sin darse descanso, para que se levante una buena llama. Seca el heno y seg\u00fan lo va sintiendo un poco caliente lo mete dentro para que no se enfr\u00ede. Cuando tiene suficiente, va al pesebre y lo coloca de modo que sirva para hacer una cunita. \u00abYa est\u00e1\u00bb dice. \u00abAhora se necesita una manta, porque el heno espina y para cubrirlo completamente…\u00bb<\/p>\n

\u00abToma mi manto\u00bb dice Mar\u00eda.<\/p>\n

\u00abTendr\u00e1s fr\u00edo.\u00bb<\/p>\n

\u00ab\u00a1Oh, no importa! La capa es muy tosca; el manto es delicado y caliente. No tengo fr\u00edo para nada. Con tal de que no sufra \u00c9l.\u00bb<\/p>\n

Jos\u00e9 toma el ancho manto de delicada lana de color azul oscuro, y lo pone doblado sobre el heno, con una punta que pende fuera del pesebre. El primer lecho del Salvador est\u00e1 ya preparado.<\/p>\n

Mar\u00eda, con su dulce caminar, lo trae, lo coloca, lo cubre con la extremidad del manto; le envuelve la cabecita desnuda que sobresale del heno y la que protege muy flojamente su velo sutil. Tan solo su rostro peque\u00f1ito queda descubierto, gordito como el pu\u00f1o de un hombre, y los dos, inclinados sobre el pesebre, bienaventurados, lo ven dormir su primer sue\u00f1o, porque el calor de los pa\u00f1ales y del heno han calmado su llanto y han hecho dormir al dulce Jes\u00fas.<\/p>\n

MAR\u00cdA RELATA EL NACIMIENTO DE JES\u00daS EN LA GRUTA DE BEL\u00c9N: <\/strong>Hacia Bel\u00e9n con los ap\u00f3stoles y disc\u00edpulos (Escrito el 3 de julio de 1945)<\/p>\n

Salen de Betania a la primera sonrisa de la aurora. Jes\u00fas se dirige a Bel\u00e9n con su Madre, con Mar\u00eda de Alfeo y con Mar\u00eda Salom\u00e9. Les siguen los disc\u00edpulos. El ni\u00f1o encuentra por todas partes motivos para alegrarse; las mariposas que despiertan, los pajaritos que cantan o caminan por el sendero, las flores que resplandecen con las perlas del roc\u00edo, la aparici\u00f3n de un reba\u00f1o en que hay muchos corderitos que balan. Pasado el r\u00edo que est\u00e1 al sur de Betania, que se deshace en espumas, la comitiva se dirige a Bel\u00e9n en medio de dos series de colinas verdes con sus olivares y vi\u00f1edos, con campos en los que apenas mieses doradas se ven. El valle es fresco, y el camino bastante bueno.<\/p>\n

Sim\u00f3n de Jon\u00e1s se adelanta, llega al grupo de Jes\u00fas y pregunta: \u00ab\u00bfDe ac\u00e1 se puede ir a Bel\u00e9n? Juan dice que la otra vez fuisteis por otros caminos.\u00bb<\/p>\n

\u00abEs verdad\u00bb responde Jes\u00fas, \u00abpero es porque ven\u00edamos de Jerusal\u00e9n. Por ac\u00e1 es m\u00e1s breve. Nos separaremos, como hab\u00e9is decidido, en la tumba de Raquel que las mujeres quieren ver. Luego nos reuniremos en Betsur donde mi Madre quiere detenerse.\u00bb<\/p>\n

\u00abAs\u00ed es… pero ser\u00eda muy hermoso que estuvi\u00e9semos todos… tu Madre especialmente… porque, en fin de cuentas, la Reina de Bel\u00e9n y de la gruta es Ella, y Ella sabe todo, todo, muy bien… Si lo oyese de sus labios… ser\u00eda diferente… eso es todo.\u00bb<\/p>\n

Jes\u00fas sonr\u00ede al mirar a Sim\u00f3n que insin\u00faa dulcemente su gusto. \u00ab\u00bfCu\u00e1l gruta, padre?\u00bb pregunta Marziam.<\/p>\n

\u00abLa gruta en donde naci\u00f3 Jes\u00fas.\u00bb<\/p>\n

\u00ab\u00a1Oh! \u00a1Qu\u00e9 bien! \u00a1Tambi\u00e9n yo voy!…\u00bb<\/p>\n

\u00ab\u00a1Ser\u00eda muy hermoso en realidad!\u00bb dicen Mar\u00eda de Alfeo y Salom\u00e9.<\/p>\n

\u00ab\u00a1Muy hermoso! … Ser\u00eda regresar para atr\u00e1s… cuando el mundo te ignoraba es verdad, pero que no te odiaba todav\u00eda… Ser\u00eda encontrar otra vez el amor de los sencillos que no supieron dudar y amaron con humildad y fe… Para m\u00ed ser\u00eda lo mismo que quitarse este peso de amargura que me taladra el coraz\u00f3n desde que s\u00e9 que te odian, ponerlo all\u00ed, en el lugar en donde naciste… Debe quedar ah\u00ed la dulzura de tu mirada, de tu respiraci\u00f3n, de tu sonrisa vaga, all\u00ed… y me acariciar\u00edan el alma que est\u00e1 tan amargada..\u00bb Mar\u00eda llora quedito, con recuerdos y con tristeza.<\/p>\n

\u00abSi es as\u00ed iremos, Mam\u00e1. Hoy t\u00fa eres la Maestra y Yo el ni\u00f1o que aprende.\u00bb<\/p>\n

\u00abOh, \u00a1Hijo! \u00a1No! T\u00fa siempre eres el Maestro…\u00bb<\/p>\n

\u00abNo, Mam\u00e1. Sim\u00f3n de Jon\u00e1s dijo bien. En la tierra de Bel\u00e9n t\u00fa eres la Reina. Es tu primer castillo. Mar\u00eda, de la descendencia de David, gu\u00eda a este peque\u00f1o pueblo a su morada.\u00bb<\/p>\n

Iscariote hace intento de hablar, pero se calla. Jes\u00fas que lo ve y comprende, dice: \u00abSi alguien por cansancio o por otra raz\u00f3n no quiere venir, que prosiga hasta Betsur.\u00bb Pero nadie dice nada. Prosiguen por el camino del valle que va en direcci\u00f3n de este a occidente. Despu\u00e9s dan vuelta al norte para costear una colina que se interpone y as\u00ed llegan al camino, que lleva de Jerusal\u00e9n a Bel\u00e9n, exactamente cerca del cubo sobre el que hay una c\u00fapula redonda, que se\u00f1ala la tumba de Raquel. Todos se acercan a orar respetuosamente.<\/p>\n

\u00abAqu\u00ed nos detuvimos, yo y Jos\u00e9… est\u00e1 igual a entonces. Tan solo la estaci\u00f3n es diferente. En ese entonces era un d\u00eda fri\u00f3 de Casleu. Hab\u00eda llovido y los caminos estaban lodosos. Despu\u00e9s sopl\u00f3 un viento helado y en la noche sobrevino la brisa. Los caminos se endurecieron, pero sobre de ellos pasaron los carros y la gente. Era como un mar lleno de barcas y mi asnito caminaba con fatiga…\u00bb<\/p>\n

\u00abY t\u00fa, Madre m\u00eda, \u00bfno?\u00bb<\/p>\n

\u00abOh, \u00a1Te ten\u00eda a T\u00ed!…\u00bb Y lo mira con ojos tan dulces que conmueven. Vuelve a hablar: \u00abLa noche se acercaba y Jos\u00e9 estaba muy preocupado. A cada paso se estaba levantando un viento que cortaba… La gente se dirig\u00eda presurosa a Bel\u00e9n, chocando los unos contra los otros, y muchos se enojaban contra mi asnito que caminaba despacio, buscando donde poner las pezu\u00f1as… Parec\u00eda como si supiese que estabas T\u00fa ah\u00ed… y que dorm\u00edas la \u00faltima noche en mi seno. Hac\u00eda fri\u00f3… pero yo ard\u00eda. Sent\u00eda que estabas por llegar… \u00bfLlegar? Que podr\u00edas decir: \u00abYo estaba aqu\u00ed, desde hace nueve meses\u2016. Pero entonces era como si bajases del Cielo. Los Cielos bajaban, bajaban sobre de m\u00ed, y yo ve\u00eda sus resplandores… Ve\u00eda arder la divinidad en su gozo de tu pr\u00f3ximo nacimiento, y esos rayos me penetraban, me encend\u00edan, me abstra\u00edan … de todo … Fr\u00edo … viento … gente … \u00a1de todo! Ve\u00eda a Dios. . . De cuando en cuando y con esfuerzo lograba traer mi coraz\u00f3n a la tierra y sonre\u00eda a Jos\u00e9 que ten\u00eda miedo del fr\u00edo y del cansancio que soportaba, y que guiaba al asnito por temor de que tropezase, y que me envolv\u00eda en la manta por miedo de que me fuese a resfriar .. Pero nada pod\u00eda acaecer. No sent\u00eda los empujones. Me parec\u00eda como si caminase sobre un camino de estrellas, entre nubes de luz, como si me llevasen \u00e1ngeles… y sonre\u00eda… primero a ti… te miraba a trav\u00e9s de la barrera de la carne. Te miraba dormir con los pu\u00f1itos cerrados en tu lecho de rosas frescas; T\u00fa, capullo de lirio… luego sonre\u00eda a mi esposo que estaba muy afligido, tan afligido, para darle \u00e1nimos… tambi\u00e9n a la gente que ignoraba que ya respiraba en el aire del Salvador… Nos detuvimos cerca de la tumba de Raquel para que descansase un poco el asnito y para comer poco de pan y olivas, nuestras provisiones de pobres. Yo no ten\u00eda hambre. No pod\u00eda tener hambre… estaba colmada de alegr\u00eda… Emprendimos otra vez el camino … Venid. Os mostrar\u00e9 en donde encontramos al pastor… no cre\u00e1is que me equivocar\u00e9. Vuelvo a vivir aquella hora y encuentro todos los lugares porque miro todo a trav\u00e9s de una luz angelical. El ej\u00e9rcito ang\u00e9lico tal vez aqu\u00ed est\u00e1 de nuevo, invisible a nuestros ojos, pero visible a las almas con su resplandor, y as\u00ed todo se descubre, todo se vuelve a ver. No pueden enga\u00f1arse y me llevan… para alegr\u00eda m\u00eda y vuestra. Ved, de aquel campo a \u00e9ste vino El\u00edas con sus ovejas, y Jos\u00e9 le pidi\u00f3 leche para m\u00ed. Y all\u00ed en ese prado, nos detuvimos mientras orde\u00f1aba la leche caliente y restauradora, y le daba sus avisos a Jos\u00e9.<\/p>\n

Venid, venid… este es el sendero del \u00faltimo valle antes de llegar a Bel\u00e9n. Tomamos \u00e9ste por el camino principal, al llegar a la ciudad, era un mar de gente y de animales… \u00a1All\u00ed est\u00e1 Bel\u00e9n! Oh, \u00a1c\u00f3mo lo amo! \u00a1Tierra querida de mis padres que me dieron el primer beso de mi Hijo! Te has abierto, buena y fragante como el pan, cuyo nombre tienes, para dar el Pan verdadero al mundo que muere de hambre. Me abrazaste como una madre, t\u00fa, en cuyo seno ha quedado el amor maternal de Raquel. Oh, t\u00fa, tierra santa, Bel\u00e9n dav\u00eddica, primer templo dedicado al Salvador, a la Estrella matinal que naci\u00f3 de Jacob para indicar la ruta de los Cielos al linaje humano. \u00a1Mirad qu\u00e9 hermosa es la primavera! Pero tambi\u00e9n lo fue entonces, aunque los campos y los vi\u00f1edos estaban desnudos. Un ligero velo de escarcha volv\u00eda a resplandecer en las ramas limpias, y parec\u00edan cubrirse de diamantes como si hubiesen sido envueltos en un velo impalpable paradis\u00edaco. De las casas sal\u00eda el humo. La cena se acercaba y el humo, que sub\u00eda en espirales, hasta este borde, dejaba ver la ciudad que por no estar despejada no se descubr\u00eda bien… Todo era limpio, silencioso… todo estaba en espera… de Ti, de Ti, \u00a1Hijo! La tierra presagiaba tu llegada… Te habr\u00edan presagiado tambi\u00e9n los betlemitas, pues no eran malos, aunque no lo cre\u00e1is. No pod\u00edan darnos hospedaje… En los hogares buenos y honrados de Bel\u00e9n se apretaban, arrogantes como siempre, sordos y soberbios,<\/p>\n

los que todav\u00eda ahora lo son, y que no pod\u00edan sentirte… \u00a1Cu\u00e1ntos fariseos, saduceos, herodianos, escribas, essenios hab\u00eda! Oh, el que ahora ellos no puedan entender, les viene desde aquel entonces en que su coraz\u00f3n fue duro. Lo han cerrado al amor a aquella hermana suya, en aquella noche… y se quedaron, han permanecido en las tinieblas. Desde entonces rechazaron a Dios, al rechazar de su amor al pr\u00f3jimo. Venid. Vamos a la gruta. Es in\u00fatil entrar en la ciudad. Los mejores amigos de mi Ni\u00f1o no est\u00e1n ya. Basta la naturaleza amiga con sus piedras, su r\u00edo, su le\u00f1a para hacer fuego. La naturaleza que sinti\u00f3 la llegada de su Se\u00f1or… Venid sin miedo. Por aqu\u00ed se da vuelta… Ved all\u00ed las ruinas de la Torre de David. \u00a1Oh! \u00a1Que la amo m\u00e1s que un palacio! \u00a1Benditas ruinas! \u00a1Bendito r\u00edo! \u00a1Bendita planta que como por milagro te despojaste con el viento de todas tus ramas para que encontr\u00e1semos le\u00f1a y pudi\u00e9semos encender fuego!\u00bb Mar\u00eda baja r\u00e1pida a la gruta. Atraviesa el riachuelo sobre una tabla que hace de <\/sub>puente. Corre al lugar despejado en donde est\u00e1n las ruinas y cae de rodillas a sus umbrales. Se inclina y besa el suelo. La siguen los dem\u00e1s. Est\u00e1n conmovidos … El ni\u00f1o, al que no ha dejado ni un momento, parece como si escuchase una narraci\u00f3n maravillosa y sus ojitos negros absorben las palabras y acciones de Mar\u00eda. No se pierde de nada. Mar\u00eda se levanta, entra: \u00abTodo, todo como entonces… Con excepci\u00f3n de que era <\/sub>de noche… Jos\u00e9 hizo fuego a la entrada. Entonces, s\u00f3lo entonces, al bajar del asnito, sent\u00ed qu\u00e9 cansada y fr\u00eda estaba yo… nos salud\u00f3 un buey. Fui a donde estaba, para sentir un poco de calor, para apoyarme en el heno… Jos\u00e9, aqu\u00ed donde estoy, extendi\u00f3 heno que me sirviese de lecho, y lo sec\u00f3 por m\u00ed y por ti, Hijo, con el fuego que encendi\u00f3 en aquel rinc\u00f3n… porque era bueno como un padre en su amor de esposo-\u00e1ngel… y unidos de la mano, como dos hermanos extraviados en la oscuridad de la noche, comimos nuestro pan y queso. Luego se fue all\u00ed para echar le\u00f1a en la hoguera. Se quit\u00f3 el manto para que tapase la abertura… en realidad baj\u00f3 el velo ante la gloria de Dios que descend\u00eda de los cielos, ante Ti, Jes\u00fas m\u00edo… yo me qued\u00e9 sobre el heno, al calor de los dos animales, envuelta en mi manto y mi cobija de lana… \u00a1Querido esposo m\u00edo! En aquella hora temerosa en que me encontraba solamente ante el misterio de la maternidad, hora que la mujer por vez primera ignora del todo y para m\u00ed, la hora de mi \u00fanica maternidad, me encontraba sumergida ante lo ignoto del misterio que ser\u00eda ver al Hijo de Dios salir de mi carne mortal, y \u00e9l, Jos\u00e9, fue para m\u00ed como una madre, un \u00e1ngel… mi consuelo… entonces y… siempre.<\/p>\n

Luego el silencio y el sue\u00f1o envolvieron a Jos\u00e9… para que no viese lo que para m\u00ed era el beso cotidiano de Dios… y a m\u00ed me llegaron las ondas inconmensurables del \u00e9xtasis que proven\u00edan de un mar de delicias, que me elevaban de nuevo sobre las crestas luminosas cada vez m\u00e1s altas. Me llevaban arriba, arriba con ellas, en un oc\u00e9ano de luz, de alegr\u00eda, de paz, de amor, hasta encontrarme sumergida en el mar de Dios, del seno de Dios… Se oy\u00f3 una voz de la tierra: \u00ab\u00bfDuermes, Mar\u00eda?\u00bb \u00a1Oh! \u00a1Tan lejana! … un eco, un recuerdo de la tierra… Es tan d\u00e9bil que el alma no se sacude y no s\u00e9 como se pueda decir. Entre tanto subo, subo en ese abismo de fuego, de felicidad infinita, de un preconocimiento de Dios… hasta \u00c9l, hasta \u00c9l… \u00a1Oh! Pero \u00bferes T\u00fa el que naciste de m\u00ed, o soy yo la que nac\u00ed de fulgores Trinos, aquella noche? \u00bfSoy yo quien te di, o T\u00fa me aspiraste para darme? No lo s\u00e9…<\/p>\n

Y luego la bajada, de coro en coro, de astro en astro, de capa en capa, dulce, lenta, bienaventurada feliz como una flor que es llevada en alto por un \u00e1guila y luego se le deja que se vaya, y que poco a poco desciende sobre las alas del aire, que se hace m\u00e1s hermosa a causa de la lluvia, con su arco iris que se eleva al cielo, y luego se encuentra en el lugar en donde naci\u00f3… Mi diadema: \u00a1T\u00fa! T\u00fa sobre mi coraz\u00f3n…<\/p>\n

Sentada aqu\u00ed, despu\u00e9s de haberte adorado de rodillas, te am\u00e9. Finalmente pude amarte sin las barreras de la carne; y de aqu\u00ed me levant\u00e9 para llevarte al amor del que como yo era digno de amarte entre los primeros. Y aqu\u00ed, entre estas dos columnas r\u00fasticas, te ofrec\u00ed al Padre. Y aqu\u00ed por primera vez estuviste sobre el pecho de Jos\u00e9… luego te envolv\u00ed entre pa\u00f1ales y juntos te colocamos aqu\u00ed… Yo te mec\u00eda en mis brazos, mientras Jos\u00e9 secaba el heno en la hoguera y lo conservaba caliente, meti\u00e9ndoselo en el pecho. Despu\u00e9s all\u00ed ambos te adoramos. Inclinados sobre Ti, para aspirar tu aliento, para ver a qu\u00e9 grado puede conducir el amor, para llorar l\u00e1grimas que ciertamente se vierten en el cielo al ver la gloria inexhausta de Dios.\u00bb Mar\u00eda, que al recordar aquella noche ha ido y venido se\u00f1alando los lugares, llena de amor, con un parpadear de llanto en sus ojos azules y con una sonrisa de alegr\u00eda en su boca, se inclina ahora sobre su Jes\u00fas, que est\u00e1 sentado sobre una gran piedra, y lo besa en los cabellos, llorando, ador\u00e1ndolo como en aquel entonces …<\/p>\n

\u00abY luego los pastores vinieron a adorarte aqu\u00ed adentro con su buen coraz\u00f3n. Era el primer suspiro de la tierra que entraba con ellos. Era el olor de la humanidad, de reba\u00f1os, de heno. Y afuera los \u00e1ngeles, que te adoraban con amor, que te cantaban con c\u00e1nticos que jam\u00e1s repetir\u00e1 creatura humana; que te amaban con el amor de los cielos, con el aire del cielo que entraba con ellos, que te tra\u00edan con sus fulgores… tu nacimiento, \u00a1oh bendito!…\u00bb<\/p>\n

Mar\u00eda est\u00e1 arrodillada al lado de su Hijo y llora de emoci\u00f3n con la cabeza apoyada sobre sus rodillas. Nadie se atreve a romper el silencio. M\u00e1s o menos emocionados los presentes se dirigen miradas, como si sobre las telara\u00f1as y piedras toscas esperasen ver pintada la escena que acababan de escuchar…<\/p>\n

Mar\u00eda vuelve a decir: \u00ab\u00c9ste fue el nacimiento de mi Hijo. Nacimiento infinitamente sencillo, infinitamente grande. Lo he referido con mi coraz\u00f3n de mujer, no con palabras sabias de un maestro. No hubo nada m\u00e1s, porque fue la cosa m\u00e1s grande de la tierra, escondida bajo las apariencias m\u00e1s comunes.\u00bb<\/p>\n

\u00ab\u00bfY al d\u00eda siguiente? \u00bfY luego?\u00bb Preguntan varios, entre cuyas voces est\u00e1n las de las dos Mar\u00edas.<\/p>\n

\u00ab\u00bfEl d\u00eda siguiente? Oh, muy sencillo. Fui la madre que amamanta a su ni\u00f1o, que lo lava, que lo envuelve en pa\u00f1ales como lo hacen todas las madres. Calentaba el agua, que tomaba del r\u00edo cercano, sobre el fuego encendido all\u00e1 afuera para que el humo no hiciese llorar a estos ojitos azules, en el rinc\u00f3n m\u00e1s separado, en una vieja jofaina lavaba a mi Hijo y le pon\u00eda pa\u00f1ales frescos. Iba al r\u00edo a lavar estos y los pon\u00eda a secar al sol… y luego, alegr\u00eda que no puede descifrarse, pon\u00eda a mi Hijo sobre mi pecho y el beb\u00eda mi leche. Se pon\u00eda cada d\u00eda m\u00e1s bonito y feliz. El primer d\u00eda, en la hora de m\u00e1s calor, fui a sentarme all\u00ed afuera para verlo mamar. Aqu\u00ed la luz no entra, se filtra, y luz y llama dan aspectos caprichosos a las cosas. Fui all\u00e1 afuera al sol… y mir\u00e9 al Verbo encarnado. La madre conoci\u00f3 entonces a su Hijo, y la sierva de Dios a su Se\u00f1or. Y fui<\/p>\n

mujer y adoradora… Despu\u00e9s la casa de Ana… Los d\u00edas que pasaste en la cuna, tus primeros pasos, tus primeras palabras… Pero esto sucedi\u00f3 despu\u00e9s, a su tiempo … Nada, nada fue semejante a la hora en que naciste… s\u00f3lo cuando regrese a Dios encontrar\u00e9 esa plenitud…\u00bb<\/p>\n

\u00abPero… \u00a1partir as\u00ed cuando se acercaba! \u00a1Qu\u00e9 imprudencia! \u00bfPor qu\u00e9 no esperaron?… El decreto conced\u00eda un lapso largo de tiempo para casos excepcionales como el nacimiento o enfermedad… Alfeo me lo dijo…\u00bb dice Mar\u00eda de Alfeo.<\/p>\n

\u00ab\u00bfEsperar? Oh, \u00a1no! Aquella tarde cuando Jos\u00e9 llev\u00f3 la noticia, t\u00fa y yo, Hijo saltamos de alegr\u00eda. Era la llamada… porque aqu\u00ed, s\u00f3lo aqu\u00ed deb\u00edas de nacer, como hab\u00edan predicho los profetas; y aquel decreto imprevisto fue como un cielo piadoso que borraba de Jos\u00e9 a\u00fan el recuerdo de su sospecha. Era lo que esperaba para ti, para \u00e9l, para el mundo jud\u00edo y para el mundo futuro, hasta la consumaci\u00f3n de los siglos. Estaba dicho. Y como tal as\u00ed sucedi\u00f3. \u00a1Esperar! \u00bfPuede la novia poner obst\u00e1culos a su sue\u00f1o de bodas? \u00bfPor qu\u00e9 esperar?\u00bb<\/p>\n

\u00abPor todo lo que pod\u00eda suceder…\u00bb vuelve a decir Mar\u00eda de Alfeo.<\/p>\n

\u00abNo ten\u00eda ning\u00fan miedo. Me apoyaba en Dios.\u00bb<\/p>\n

\u00abPero \u00bfsab\u00edas que todo suceder\u00eda as\u00ed?\u00bb<\/p>\n

\u00abNadie me lo hab\u00eda dicho, y de hecho no pensaba en ello, tanto que para dar \u00e1nimos a Jos\u00e9 permit\u00ed que \u00e9l y vosotros dudaseis de que el tiempo de su nacimiento no estaba cercano. Pero yo sab\u00eda, sab\u00eda que para la Fiesta de las Luces habr\u00eda nacido la Luz del Mundo.\u00bb<\/p>\n

\u00abT\u00fa m\u00e1s bien, mam\u00e1, \u00bfpor qu\u00e9 no acompa\u00f1aste a Mar\u00eda? Y \u00bfpor qu\u00e9 no pens\u00f3 en ello mi padre? Deber\u00edais haber venido tambi\u00e9n vosotros aqu\u00ed. \u00bfNo vinisteis todos?\u00bb Pregunta con un tono de reproche Judas Tadeo.<\/p>\n

\u00abTu padre hab\u00eda decidido venir despu\u00e9s de las Encenias y lo dijo a su hermano, pero Jos\u00e9 no quiso esperar.\u00bb<\/p>\n

\u00abPero t\u00fa al menos…\u00bb le objeta Tadeo.<\/p>\n

\u00abNo le reproches, Judas. De com\u00fan acuerdo encontramos que era justo poner un velo sobre el misterio de este nacimiento.\u00bb<\/p>\n

\u00ab\u00bfSab\u00eda Jos\u00e9 que suceder\u00eda con esas se\u00f1ales? Si t\u00fa no lo sab\u00edas, \u00bfc\u00f3mo pod\u00eda saberlas \u00e9l?\u00bb<\/p>\n

\u00abNo sab\u00edamos nada, excepto de que El deb\u00eda nacer.\u00bb<\/p>\n

\u00ab\u00bfEntonces?\u00bb<\/p>\n

\u00abEntonces la Sabidur\u00eda divina nos gui\u00f3, como era justo. El nacimiento de Jes\u00fas, su presencia en el mundo, deb\u00eda presentarse sin nada que fuese extraordinario, que pudiese incitar a Satan\u00e1s. Vosotros veis que el rencor que existe todav\u00eda en Bel\u00e9n contra el<\/p>\n

Mes\u00edas es una consecuencia de su primera epifan\u00eda. La envidia diab\u00f3lica se aprovech\u00f3 de la revelaci\u00f3n para derramar sangre, odio. \u00bfEst\u00e1s contento, Sim\u00f3n de Jon\u00e1s, que ni hablas y como que ni respiras?\u00bb<\/p>\n

\u00abMuy contento… tanto, que me parece estar fuera del mundo, en un lugar todav\u00eda m\u00e1s santo que si estuviese m\u00e1s all\u00e1 que el velo del Templo… tanto que… ahora que te he visto en este lugar y con la luz de entonces, creo siempre haberte tratado con respeto, como a una mujer, una gran mujer. Ahora… ahora no me atrever\u00e9 a decirte como antes: \u00abMar\u00eda\u00bb. Para m\u00ed, antes, eras la Mam\u00e1 de mi Maestro, ahora, ahora te he visto sobre las cimas de esas ondas celestiales. Te he visto cual reina, y yo miserable soy tu esclavo\u00bb se arroja en tierra y besa los pies de Mar\u00eda.<\/p>\n

Jes\u00fas ahora habla: \u00abLev\u00e1ntate, Sim\u00f3n. Ven aqu\u00ed, cerca de M\u00ed.\u00bb<\/p>\n

Pedro va a la izquierda de Jes\u00fas, porque Mar\u00eda est\u00e1 a la derecha: \u00ab\u00bfQuienes somos ahora nosotros? \u00bb Pregunta Jes\u00fas.<\/p>\n

\u00ab\u00bfNosotros? … Somos Jes\u00fas, Mar\u00eda y Sim\u00f3n.\u00bb<\/p>\n

\u00abMuy bien. Pero… \u00bfcu\u00e1ntos somos?\u00bb<\/p>\n

\u00abTres, Maestro.\u00bb<\/p>\n

\u00abEntonces, una trinidad. Un d\u00eda en el Cielo, en la divina Trinidad aflor\u00f3 un pensamiento: \u00abAhora es tiempo de que el Verbo vaya a la tierra\u00bb, y en un palpitar amoroso el Verbo vino a la tierra. Se separ\u00f3 por esto del Padre y del Esp\u00edritu Santo. Vino a trabajar a la tierra. En el Cielo los dos se hab\u00edan quedado, contemplando las obras del Verbo, permaneciendo m\u00e1s unidos que nunca para fundir Pensamiento y Amor para ayudar a la Palabra que obra en la tierra. Llegar\u00e1 un d\u00eda en que del cielo se oir\u00e1 una orden: \u2015Es tiempo que regreses porque todo est\u00e1 cumplido\u00bb y entonces el Verbo regresar\u00e1 a los cielos, as\u00ed… (Jes\u00fas da un paso atr\u00e1s dejando a Mar\u00eda y a Pedro en donde estaban) y de lo alto del cielo contemplar\u00e1 las obras de los dos que han quedado en la tierra, los cuales, por un movimiento santo, se unir\u00e1n m\u00e1s que nunca, para unir poder y amor y con ellos cumplir el deseo del Verbo: \u2015La Redenci\u00f3n del Mundo a trav\u00e9s de la perpetua ense\u00f1anza de su Iglesia\u00bb. Y el Padre y el Hijo y el Esp\u00edritu Santo con sus rayos de luz entretejer\u00e1n una cadena para estrechar siempre m\u00e1s a los dos que quedan sobre la tierra: a mi Madre, el amor; y a ti, el poder. Debes, s\u00ed, tratar a Mar\u00eda como a Reina pero no como esclavo. \u00bfNo te parece?\u00bb<\/p>\n

\u00abMe parece todo lo que quieras. \u00a1Estoy anonadado! \u00bfYo el poder? Oh, si debo ser el poder, \u00a1entonces no me queda m\u00e1s que apoyarme sobre Ella! Oh, Madre de mi Se\u00f1or, no me abandones jam\u00e1s, jam\u00e1s…\u00bb<\/p>\n

\u00abNo tengas miedo. Te tendr\u00e9 siempre as\u00ed de la mano, como hac\u00eda con mi Ni\u00f1o, hasta que fue capaz de caminar por S\u00ed solo.\u00bb<\/p>\n

\u00abY \u00bfluego?\u00bb<\/p>\n

\u00abLuego te sostendr\u00e9 con mis plegarias. \u00a1Ea! Sim\u00f3n, no dudes jam\u00e1s del poder de Dios. No dud\u00e9 yo, ni tampoco Jos\u00e9. Tampoco debes hacerlo. Dios ayuda hora tras hora,<\/p>\n

si permanecemos humildes y fieles… Venid ahora ac\u00e1 afuera, cerca del r\u00edo, a la sombra del \u00e1rbol que, si estuviese m\u00e1s avanzada la estaci\u00f3n del verano, nos proporcionar\u00eda manzanas. Venid. Comeremos antes de irnos… \u00bfEn d\u00f3nde, Hijo m\u00edo?\u00bb \u00abEn Yala. Est\u00e1 cerca. Y ma\u00f1ana iremos a Betsur.\u00bb<\/p>\n

Se sientan bajo la sombra del manzano y Mar\u00eda se recarga sobre el tronco. Bartolom\u00e9 la mira fijamente, c\u00f3mo acepta de su Hijo los alimentos que ha bendecido. \u00a1Tan joven y todav\u00eda emocionada celestialmente con la revelaci\u00f3n que acaba de escuchar! Sonr\u00ede a su Hijo con ojos de amor y dice en voz baja: \u00ab\u00bb A la sombra de \u00e9l me sent\u00e9 y su comida fue dulce a mi paladar\u00bb.\u00bb<\/p>\n

Le responde Judas Tadeo: \u00abEs verdad. Ella languidece de amor, pero no se puede decir que despert\u00f3 bajo un manzano.\u00bb<\/p>\n

\u00abY \u00bfpor qu\u00e9 no hermano? \u00bfQu\u00e9 sabemos nosotros de los secretos del Rey?\u00bb Responde Santiago de Alfeo.<\/p>\n

Y Jes\u00fas sonriendo dice: \u00abLa nueva Eva fue concebida por el Pensamiento a los pies del manzano paradis\u00edaco para que con su sonrisa y llanto ahuyentase a la serpiente y desintoxicase el fruto envenenado. Ella se convirti\u00f3 en \u00e1rbol por el fruto redentor. Venid, amigos y comed de \u00e9l. Porque alimentarse de su dulzura es alimentarse de la miel de Dios.\u00bb<\/p>\n

\u00abMaestro, responde a una pregunta m\u00eda que hace tiempo he querido hacerte. El C\u00e1ntico de que estamos hablando \u00bfincluye a Ella?\u00bb Pregunta despacio Bartolom\u00e9 mientras Mar\u00eda se ocupa del ni\u00f1o y habla con las mujeres.<\/p>\n

\u00abDesde el principio del libro se habla de Ella, y de Ella se hablar\u00e1 en los libros futuros hasta que la palabra del hombre se cambie en el sempiterno hosanna de la eterna Ciudad de Dios\u00bb y Jes\u00fas se dirige a las mujeres.<\/p>\n

\u00ab\u00a1C\u00f3mo se percibe que desciende de David! \u00a1Qu\u00e9 Sabidur\u00eda! \u00a1Qu\u00e9 poes\u00eda!\u00bb Dice Zelote hablando con sus compa\u00f1eros.<\/p>\n

\u00abPues bien\u00bb interviene Iscariote que todav\u00eda bajo los sentimientos de d\u00edas anteriores habla poco, pero tratando de volver a tener la misma franqueza de antes, dice: \u00abpues bien yo querr\u00eda comprender por qu\u00e9 debi\u00f3 acaecer la Encarnaci\u00f3n. S\u00f3lo Dios puede hablar de modo que derrote a Satan\u00e1s. S\u00f3lo Dios puede tener el poder de redenci\u00f3n. Esto no lo dudo. Pero me parece que el Verbo no deb\u00eda de haberse envilecido tanto haci\u00e9ndose como los dem\u00e1s hombres, y sujet\u00e1ndose a las miserias de la infancia y de las dem\u00e1s de la vida. \u00bfNo habr\u00eda podido aparecer con forma humana, ya adulto, en forma adulta? O si quer\u00eda tener una Madre, \u00bfpod\u00eda haberse buscado una adoptiva, as\u00ed como hizo con su padre? Me parece que una vez se lo pregunt\u00e9, pero no me respondi\u00f3 ampliamente, o no lo recuerdo.\u00bb<\/p>\n

\u00abPreg\u00fantaselo; pues que de eso estamos hablando…\u00bb dice Tom\u00e1s.<\/p>\n

\u00abYo no. Lo hice enojar un poco y no me siento perdonado. Pregunt\u00e1dselo por m\u00ed.\u00bb<\/p>\n

\u00abPero, perdona. Nosotros aceptamos todo sin tener elucubraciones, y \u00bfdebemos hacer la pregunta? \u00a1No es justo!\u00bb Replica Santiago de Zebedeo.<\/p>\n

\u00ab\u00bfQu\u00e9 cosa no es justo?\u00bb pregunta Jes\u00fas.<\/p>\n

Silencio. Zelote se hace int\u00e9rprete de los dem\u00e1s.<\/p>\n

\u00abNo te guardo rencor. Esto ante todo. Hago las observaciones necesarias, sufro y perdono. Esto para quien tiene miedo, fruto todav\u00eda de su turbaci\u00f3n. En cuanto a la Encarnaci\u00f3n real que llev\u00e9 a cabo, escuchad: \u00abEs justo que as\u00ed haya sido\u2016. En el futuro Muchos caer\u00e1n en errores sobre mi Encarnaci\u00f3n, y me dar\u00e1n exactamente las formas err\u00f3neas que Judas querr\u00eda que hubiese tomado. Hombre, aparentemente con cuerpo, pero en realidad, fluido como un juego de luces, por lo cual ser\u00eda y no ser\u00eda carne real. Y ser\u00eda y no ser\u00eda verdadera maternidad de Mar\u00eda. En verdad Yo tengo un cuerpo real y Mar\u00eda, en verdad, es la Madre del Verbo Encarnado. Si la hora del nacimiento no fue sino un \u00e9xtasis, la raz\u00f3n es, porque Ella es la nueva Eva sin peso de culpa y sin herencia de castigo. Pero no me envilec\u00ed al descansar en Ella \u00bfacaso el man\u00e1 encerrado en el Tabern\u00e1culo se envileci\u00f3?\u00bb. No, antes bien se honr\u00f3 con estar ah\u00ed. Otros dir\u00e1n que no teniendo Yo cuerpo real, no padec\u00ed y no mor\u00ed durante mi permanencia en la tierra. No pudiendo negar que Yo exist\u00ed, se negar\u00e1 mi Encarnaci\u00f3n real, o mi Divinidad verdadera. En verdad os digo que soy Uno con el Padre in eterno, y estoy unido a Dios como hombre, porque en verdad ha acontecido que el Amor haya llegado a lo inimaginable en su perfecci\u00f3n, revisti\u00e9ndose de carne para salvar la carne. A todos estos errores responde mi vida entera, que da sangre desde mi nacimiento hasta la muerte, y que se ha sujetado a lo que es com\u00fan con el hombre excepto el pecado. Nacido, s\u00ed, de Ella. Y para vuestro bien. Vosotros no sab\u00e9is c\u00f3mo se ablanda la Justicia desde que tiene a la Mujer como colaboradora. \u00bfEst\u00e1s contento ahora, Judas?\u00bb<\/p>\n

\u00abS\u00ed, Maestro.\u00bb<\/p>\n

\u00abHaz lo mismo conmigo.\u00bb<\/p>\n

Iscariote inclina la cabeza, avergonzado, y tal vez emocionado ante una bondad tan grande.<\/p>\n

Se quedan all\u00ed por un poco m\u00e1s de tiempo bajo el manzano. Qui\u00e9n duerme, qui\u00e9n ronca. Mar\u00eda se levanta, vuelve a la cueva, Jes\u00fas la sigue…<\/p>\n

4o La presentaci\u00f3n del Ni\u00f1o Jes\u00fas en el Templo <\/strong><\/p>\n

Veo que de una casita modest\u00edsima sale una pareja de personas. Por una escalerita externa baja una jovenc\u00edsima madre con un ni\u00f1o en brazos envuelto en un lienzo blanco.<\/p>\n

Reconozco a esta Mam\u00e1 nuestra. Es la misma de siempre: p\u00e1lida y rubia, gr\u00e1cil y muy fina en todos sus movimientos. Va vestida de blanco y arropada con un manto azul p\u00e1lido, cubre su cabeza un velo blanco. Lleva con mucho cuidado a su Ni\u00f1o.<\/p>\n

Al pie de la escalera la est\u00e1 aguardando Jos\u00e9 al lado de un burrito pardo. Jos\u00e9, tanto por lo que se refiere a la t\u00fanica como al manto, est\u00e1 vestido todo de marr\u00f3n claro. Mira a Mar\u00eda y le sonr\u00ede. Cuando Mar\u00eda llega hasta el burrito, Jos\u00e9 se pasa las riendas del borriquillo al brazo izquierdo y para que Mar\u00eda pueda sentarse mejor en la albardilla del asno, toma un momento al Ni\u00f1o, que duerme tranquilo. Luego le vuelve a dar a Jes\u00fas y se ponen en camino.<\/p>\n

Jos\u00e9 va andando al lado de Mar\u00eda, sujetando siempre por las riendas al jumento y poniendo cuidado en que \u00e9ste vaya derecho y sin tropiezos. Mar\u00eda tiene a Jes\u00fas en el regazo, y, como si tuviera miedo a que cogiese fr\u00edo, le extiende encima un borde de su manto. Los dos esposos hablan poqu\u00edsimo, pero se sonr\u00eden frecuentemente.<\/p>\n

El camino, que no es ning\u00fan modelo de v\u00eda, en una campi\u00f1a desnuda por la estaci\u00f3n que corre, se articula en varias direcciones. Alg\u00fan que otro viajero se cruza con ellos dos, o los alcanza, pero son raros.<\/p>\n

Luego pueden verse algunas casas y unos muros que recintan la ciudad. Los dos esposos entran en ella por una puerta y comienzan el recorrido por la calzada urbana, hecha de adoquines muy separados. El camino es ahora mucho m\u00e1s dif\u00edcil, ya porque haya un tr\u00e1fico que en todo momento hace que el burro se detenga, ya porque \u00e9ste, por las piedras y los agujeros de las piedras que faltan, haga continuamente movimientos bruscos, los cuales incomodan a Mar\u00eda y al Ni\u00f1o.<\/p>\n

La calle no es horizontal; sube, aunque ligeramente; es estrecha, entre casas altas de puertecitas estrechas y bajas, de escasas ventanas que dan a la calle. Arriba el cielo se asoma en multitud de listas azules entre unas casas y otras, o m\u00e1s exactamente entre unas terrazas y otras; abajo, en la calle, hay gente y rumor de voces, y se cruzan otras personas a pie o en burros, o llevando jumentos cargados, y otras que van detr\u00e1s de una caravana de camellos que dificulta el paso. En un momento dado, pasa, con gran ruido de cascos y de armas, una patrulla de legionarios romanos, que desaparece tras un arco que est\u00e1 a caballo de uno y otro lado de una v\u00eda muy estrecha y pedregosa.<\/p>\n

Jos\u00e9 gira a la izquierda y toma una calle m\u00e1s ancha y m\u00e1s bonita. Al fondo de la misma veo el muro almenado que ya conozco.<\/p>\n

Mar\u00eda, al llegar a una puerta en que hay una especie de paradero para otros burros, baja del suyo. Digo \u2015paradero\u2016 porque es una especie de caba\u00f1a grande, o, mejor, de cobertizo, donde hay paja esparcida por el suelo y unos palos con unas argollas para atar a los cuadr\u00fapedos.<\/p>\n

Jos\u00e9 da algunas monedas a un hombre que ha venido. Con ellas se procura un poco de heno, luego saca un cubo de agua de un pozo tosco que hay en un \u00e1ngulo y da las dos cosas al burrito. Despu\u00e9s se llega de nuevo hasta donde Mar\u00eda y ambos entran en el recinto del Templo.<\/p>\n

Se dirigen, primero, hacia un p\u00f3rtico donde est\u00e1n aquellos a quienes Jes\u00fas, pasado el tiempo, pegar\u00e1 egregiamente con un azote, o sea, los vendedores de t\u00f3rtolas y corderos y los cambistas. Jos\u00e9 compra dos pichones blancos. No cambia el dinero. Se entiende que tiene ya el que necesita.<\/p>\n

Jos\u00e9 y Mar\u00eda se dirigen hacia una puerta lateral que tiene ocho escalones \u2013creo que tambi\u00e9n las otras puertas; es como si el cubo del Templo estuviera elevado respecto al resto del suelo-. \u00c9sta tiene un gran atrio, como los portales de nuestras casas de ciudad (para que se haga usted una idea), pero m\u00e1s vasto y ornado. En \u00e9l, a la derecha y a la izquierda, hay como dos altares, dos vol\u00famenes rectangulares cuya finalidad de momento no entiendo bien (parecen pilas, poco profundas: la parte interna es m\u00e1s baja, en algunos cent\u00edmetros, respecto al borde externo).<\/p>\n

Viene un sacerdote \u2013no se si motu proprio o es que Jos\u00e9 le ha llamado-. Mar\u00eda ofrece los dos pobres pichones, y yo, que comprendo cu\u00e1l ser\u00e1 su suerte, dirijo la mirada a otra parte. Observo la decoraci\u00f3n de la recargad\u00edsima puerta, del techo y del atrio. Me parece ver con el rabillo del ojo que el sacerdote asperja a Mar\u00eda con agua. Debe ser agua porque no veo manchas en su vestido. Luego Mar\u00eda, que junto con los dos pichones hab\u00eda dado un montoncillo de monedas al sacerdote \u2013me hab\u00eda olvidado de decirlo-, entra con Jos\u00e9 en el Templo propiamente dicho, acompa\u00f1ada por el sacerdote.<\/p>\n

Miro a todas partes. Es un lugar decorad\u00edsimo. Cabezas de \u00e1ngeles esculpidas y palmas y ornatos se extienden por las columnas, las paredes y el techo. La luz penetra por unas curiosas ventanas alargadas, estrechas, naturalmente sin cristales, y abiertas en diagonal con respecto a la pared. Supongo que ser\u00e1 para impedir que entre el agua cuando llueve torrencialmente.<\/p>\n

Mar\u00eda se adentra hasta un determinado punto en que se detiene. Unos metros m\u00e1s adelante hay otros escalones y encima hay otra especie de altar, tras el cual hay otra construcci\u00f3n.<\/p>\n

Ahora me doy cuenta de que no estaba en el Templo, como cre\u00eda, sino en lo que rodea al Templo propiamente dicho, o sea, al Santo; traspasar su linde, aparte de los sacerdotes, parece que nadie puede hacerlo. Lo que yo cre\u00eda que era el Templo, por tanto, no es sino un vest\u00edbulo cerrado, que rodea por tres partes al Templo, que custodia el Tabern\u00e1culo. No s\u00e9 si me he explicado bien; de todas formas, yo no soy ni arquitecta ni ingeniera.<\/p>\n

Mar\u00eda ofrece el Ni\u00f1o \u2013que se ha despertado y dirige a su alrededor sus ojitos inocentes, con esa mirada de asombro propia de los ni\u00f1os de pocos d\u00edas- al sacerdote. \u00c9ste le toma y le eleva extendiendo los brazos, vuelto hacia el Templo, dando la espalda a esa especie de altar que est\u00e1 encima de aquellos escalones. El rito ha quedado cumplido. La Madre recibe de nuevo al Ni\u00f1o y el sacerdote se marcha.<\/p>\n

Algunos miran curiosos. Entre ellos se abre paso un viejecito que camina encorvado y renco apoy\u00e1ndose en un bast\u00f3n. Debe ser muy anciano \u2013para m\u00ed, sin duda, de m\u00e1s de ochenta a\u00f1os-. Se acerca a Mar\u00eda y le solicita por un momento al Peque\u00f1uelo. Mar\u00eda, sonriendo, se lo concede.<\/p>\n

Sime\u00f3n \u2013que yo siempre hab\u00eda cre\u00eddo que pertenec\u00eda a la casta sacerdotal y que, sin embargo, a juzgar al menos por el vestido, es un simple fiel- le toma y le besa. Jes\u00fas le sonr\u00ede con ese gesto mimoso, incierto, de los lactantes. Parece que le observa curioso, porque el viejecillo llora y r\u00ede al mismo tiempo, y sus l\u00e1grimas crean todo un bordado de destellos que se insin\u00faa entre las arrugas y que perla su larga barba blanca hacia la<\/p>\n

cual Jes\u00fas tiende sus manitas. Es Jes\u00fas, pero es un ni\u00f1ito peque\u00f1\u00edn, y todo lo que se mueve delante de \u00c9l atrae su atenci\u00f3n, y se le antoja tomarlo para entender mejor lo que es. Mar\u00eda y Jos\u00e9 sonr\u00eden, como tambi\u00e9n las otras personas que est\u00e1n presentes, que celebran la hermosura del Peque\u00f1uelo.<\/p>\n

Oigo las palabras del santo anciano y veo la mirada de asombro de Jos\u00e9, la mirada emocionada de Mar\u00eda, y las de la peque\u00f1a multitud (qui\u00e9n se muestra asombrado y emocionado, qui\u00e9n, al o\u00edr las palabras del anciano, r\u00ede ir\u00f3nicamente). Entre \u00e9stos hay alg\u00fan barbudo y pomposo miembro del Sanedr\u00edn, y menean la cabeza mirando a Sime\u00f3n con ir\u00f3nica piedad. Deben pensar que ha perdido la raz\u00f3n por la edad.<\/p>\n

La sonrisa de Mar\u00eda se difumina en su avivada palidez cuando Sime\u00f3n le anuncia el dolor. A pesar de que Ella ya lo sepa<\/em>, esta palabra le traspasa el esp\u00edritu. Se acerca m\u00e1s a Jos\u00e9, Mar\u00eda, buscando consuelo; estrecha con pasi\u00f3n a su Ni\u00f1o contra su pecho, y bebe, como alma sedienta, las palabras de Ana, la cual, siendo mujer, siente compasi\u00f3n de su sufrimiento y le promete que el Eterno le mitigar\u00e1 con sobrenatural fuerza la hora del dolor. \u2015Mujer, a Aquel que ha dado el Salvador a su pueblo no le faltar\u00e1 el poder de otorgar el don de su \u00e1ngel para confortar tu llanto. Nunca les ha faltado la ayuda del Se\u00f1or a las grandes mujeres de Israel, y t\u00fa eres mucho m\u00e1s que Judit y que Yael. Nuestro Dios te dar\u00e1 coraz\u00f3n de oro pur\u00edsimo para aguantar el mar de dolor por el que ser\u00e1s la Mujer m\u00e1s grande de la creaci\u00f3n, la Madre. Y t\u00fa, Ni\u00f1o, acu\u00e9rdate de m\u00ed en la hora de tu misi\u00f3n\u2016.<\/p>\n

Y aqu\u00ed me cesa la visi\u00f3n.<\/p>\n

2 de febrero de 1944.<\/p>\n

Dice Jes\u00fas:<\/p>\n

\u2015De la descripci\u00f3n que has hecho, brotan para todos dos ense\u00f1anzas.<\/p>\n

Primera: <\/em>no se manifiesta la verdad a aquel sacerdote que, aun estando inmerso en los ritos, tiene su esp\u00edritu ausente; antes bien, se revela a un simple fiel.<\/p>\n

El sacerdote \u2013siempre en contacto con la Divinidad, orientado al cuidado de cuanto concierne a Dios, dedicado a todo aquello que es superior a la carne- habr\u00eda debido intuir en seguida qui\u00e9n era el Ni\u00f1o que ofrec\u00edan al Templo esa ma\u00f1ana. Mas, para poder intuir, necesitaba tener un esp\u00edritu vivo, y no solamente una vestidura externa de un esp\u00edritu que, si no estaba muerto, s\u00ed al menos muy so\u00f1oliento.<\/p>\n

El Esp\u00edritu de Dios, puede, si quiere, tronar como un rayo y sacudir como un terremoto al esp\u00edritu m\u00e1s cerrado; puede hacerlo. Pero, generalmente \u2013porque es Esp\u00edritu de orden como es Orden Dios en cada una de sus Personas y en su modo de actuar-, se efunde y habla, no digo donde existe m\u00e9rito suficiente para recibir sus manifestaciones \u2013en ese caso, muy pocas veces se manifestar\u00eda, y t\u00fa no conocer\u00edas tampoco sus luces-, sino en donde ve la \u2015buena voluntad\u2016 de merecer su manifestaci\u00f3n.<\/p>\n

\u00bfC\u00f3mo se hace notoria esta buena voluntad? Con una vida hecha toda de Dios hasta donde os es posible. En la fe, en la obediencia, en la pureza, en la caridad, en la generosidad, en la oraci\u00f3n. No en las pr\u00e1cticas. En la oraci\u00f3n, Hay menos diferencia<\/p>\n

entre la noche y el d\u00eda que entre las pr\u00e1cticas y la oraci\u00f3n. \u00c9sta es comuni\u00f3n de esp\u00edritu con Dios, de la cual sal\u00eds con vigor nuevo y decididos a ser cada vez m\u00e1s de Dios. Aqu\u00e9llas son una costumbre cualquiera, con objetivos diversos pero siempre ego\u00edstas, y que os deja como erais; es m\u00e1s, os agrava con culpa de embuste o de desidia.<\/p>\n

Sime\u00f3n ten\u00eda esta buena voluntad. La vida no le hab\u00eda escatimado ni trabajos ni pruebas. Pero \u00e9l no hab\u00eda perdido su buena voluntad. Los a\u00f1os y las vicisitudes no hab\u00edan mellado, ni removido, su fe en el Se\u00f1or, en sus promesas, como tampoco hab\u00edan cansado su buena voluntad de ser cada vez m\u00e1s digno de Dios. Y Dios, antes de que los ojos de su siervo fiel se cerrasen a la luz del Sol \u2013en espera de volver a abrirse al Sol de Dios rutilante desde los Cielos, abiertos a mi ascensi\u00f3n despu\u00e9s del Martirio- le mand\u00f3 el rayo de luz del Esp\u00edritu para que le guiara al Templo y ver as\u00ed la Luz que hab\u00eda venido al mundo.<\/p>\n

\u2015Movido por el Esp\u00edritu Santo\u2016 dice el Evangelio. \u00a1Oh! \u00a1si los hombres supieran qu\u00e9 perfecto Amigo es el Esp\u00edritu Santo; qu\u00e9 Gu\u00eda, qu\u00e9 Maestro! \u00a1Oh, si amaran los hombres, e invocaran, a este Amor de la Sant\u00edsima Trinidad, a esta Luz de la Luz, a este Fuego del Fuego, a esta Inteligencia, a esta Sabidur\u00eda! \u00a1Cu\u00e1nto m\u00e1s sabr\u00edan de aquello que es necesario saber!<\/p>\n

Mira, Mar\u00eda; mirad, hijos. Sime\u00f3n esper\u00f3 durante toda una larga vida \u2015ver la Luz\u2016; saber que se hab\u00eda cumplido la promesa de Dios, Pero no dud\u00f3 nunca. Nunca se dijo a s\u00ed mismo: \u2015Es in\u00fatil que persevere en esperar y en orar\u2016. Persever\u00f3. Y obtuvo \u2015ver\u2016 lo que no vieron ni el sacerdote ni los miembros del Sanedr\u00edn, que estaban llenos de soberbia y completamente ofuscados: al Hijo de Dios, al Mes\u00edas, al Salvador en esa carne infantil que le daba calor y sonrisas. Recibi\u00f3, a trav\u00e9s de mis labios de Ni\u00f1o, la sonrisa de Dios, como primer premio por su vida honrada y p\u00eda.<\/p>\n

Segunda lecci\u00f3n: <\/em>las palabras de Ana. Ella, profetisa, tambi\u00e9n ve en m\u00ed, reci\u00e9n nacido, al Mes\u00edas. Esto, dada su capacidad de profec\u00eda, ser\u00eda natural; pero, escucha, escuchad lo que, impulsada por la fe y la caridad, dice a mi Madre… e iluminad con ello vuestro esp\u00edritu, ese esp\u00edritu vuestro que tiembla en este tiempo de tinieblas y en esta Fiesta de la Luz. Dice: \u2015A Aquel que ha otorgado un Salvador no le faltar\u00e1 el poder de enviar a su \u00e1ngel para confortar tu llanto, el vuestro<\/em>.\u2016<\/p>\n

Considerad que Dios se ha dado para cancelar la obra de Satan\u00e1s en los esp\u00edritus. \u00bfNo va a poder derrotar ahora <\/em>a los diablos que os torturan? \u00bfNo va a poder enjugar vuestro llanto, dispersando a estos diablos y volviendo a enviar de nuevo la paz de su Cristo? \u00bfPor qu\u00e9 no se lo ped\u00eds con fe? Pero con fe verdadera, impetuosa, una fe ante la cual el rigor de Dios \u2013indignado por tantas culpas vuestras- caiga con una sonrisa, y llegue el perd\u00f3n, que es ayuda, y venga su bendici\u00f3n, como arco iris, a esta tierra que se hunde en un diluvio de sangre querido por vosotros mismos.<\/p>\n

Considerad que el Padre, despu\u00e9s de haber castigado a los hombres con el diluvio, se dijo a s\u00ed mismo y a su Patriarca: \u2015No volver\u00e9 a maldecir la tierra a causa de los hombres, porque los sentidos y los pensamientos del coraz\u00f3n humano est\u00e1n inclinados al mal ya desde la adolescencia; por tanto no volver\u00e9 a castigar a todo ser vivo, como he hecho\u2016. Y se ha mostrado fiel a su palabra; no ha vuelto a mandar el diluvio. Sin embargo, vosotros \u00bfcu\u00e1ntas veces os hab\u00e9is dicho, y hab\u00e9is dicho a Dios: \u2015Si nos salvamos esta <\/em>vez, si nos salvas, no volveremos jam\u00e1s a hacer guerras, nunca jam\u00e1s\u2016,<\/p>\n

para hacerlas luego y cada vez m\u00e1s tremendas? \u00bfCu\u00e1ntas veces, \u00a1oh falsos!, y sin respeto hacia el Se\u00f1or y hacia vuestra palabra? Y, no obstante, Dios os ayudar\u00eda una vez m\u00e1s si la gran masa de los fieles le llamase con fe y amor impetuoso.<\/p>\n

\u00a1Oh, vosotros \u2013demasiado pocos para contrapesar a los muchos que mantienen vivo el rigor de Dios- vosotros, los que, a pesar del tremendo presente amenazador, que crece por momentos, permanec\u00e9is de todas formas devotos a \u00c9l, depositad vuestras fatigas a los pies de Dios! \u00c9l sabr\u00e1 enviaros a su \u00e1ngel, como envi\u00f3 al Salvador al mundo. No tem\u00e1is. Estad unidos a la Cruz, que siempre ha vencido las insidias del demonio, el cual viene, con la crueldad de los hombres y con las tristezas de la vida, a tratar de reducir a la desesperaci\u00f3n \u2013o sea, a que queden separados de Dios- a los corazones que no puede atrapar de otra manera\u2016.<\/p>\n

5o El Ni\u00f1o Jes\u00fas, perdido y hallado en el Templo <\/strong><\/p>\n

    \n
  1. La disputa de Jes\u00fas con los doctores en el Templo. La angustia de la Madre y la respuesta del Hijo.<\/li>\n<\/ol>\n

    28 de enero de 1944.<\/p>\n

    Veo a Jes\u00fas. Es ya un adolescente. Lleva una t\u00fanica blanca que le llega hasta los pies; me parece que es de lino. Encima, se coloca, formando elegantes pliegues, una prenda rectangular de un color rojo p\u00e1lido. Lleva la cabeza descubierta. Los cabellos, de una coloraci\u00f3n m\u00e1s intensa que cuando le vi de ni\u00f1o, le llegan hasta la mitad de las orejas. Es un muchacho de complexi\u00f3n fuerte, muy alto para su edad (muy tierna a\u00fan, como refleja el rostro).<\/p>\n

    Me mira y me sonr\u00ede tendiendo las manos hacia m\u00ed. Su sonrisa de todas formas se asemeja ya a la que le veo de adulto: dulce y m\u00e1s bien seria. Est\u00e1 solo. Por ahora no veo nada m\u00e1s. Est\u00e1 apoyado en un murete de una callecita toda en subidas y bajadas, pedregosa y con una zanja que est\u00e1 aproximadamente en su centro y que en tiempo de lluvia se transforma en regato; ahora, como el d\u00eda est\u00e1 sereno, est\u00e1 seca.<\/p>\n

    Me da la impresi\u00f3n de estarme acercando yo tambi\u00e9n al murete y de estar mirando alrededor y hacia abajo, como est\u00e1 haciendo Jes\u00fas. Veo un grupo de casas; es un grupo desordenado: unas son altas; otras, bajas; van en todos los sentidos. Parece \u2013haciendo una comparaci\u00f3n muy pobre pero muy v\u00e1lida- un pu\u00f1ado de cantos blancos esparcidos sobre un terreno oscuro. Las calles, las callejas, son como venas en medio de esa blancura. Ora aqu\u00ed, ora all\u00e1, hay \u00e1rboles que descuellan por detr\u00e1s de las tapias; muchos de ellos est\u00e1n en flor, muchos otros est\u00e1n ya cubiertos de hojas nuevas: debe ser primavera.<\/p>\n

    A la izquierda respecto a m\u00ed que estoy mirando, se alza una voluminosa construcci\u00f3n, compuesta de tres niveles de terrazas cubiertas de construcciones, y torres y patios y p\u00f3rticos; en el centro se eleva una riqu\u00edsima edificaci\u00f3n, m\u00e1s alta, majestuosa, con c\u00fapulas redondeadas, esplendorosas bajo el sol, como si estuvieran recubiertas de metal, cobre u oro. El conjunto est\u00e1 rodeado por una muralla almenada (almenas de esta forma: M<\/strong>, como si fuera una fortaleza). Una torre de mayor altura que las otras, horcada<\/p>\n

    en su base sobre una v\u00eda m\u00e1s bien estrecha y en subida, cual severo centinela, domina netamente el vasto conjunto.<\/p>\n

    Jes\u00fas observa fijamente ese lugar. Luego se vuelve otra vez, apoya de nuevo la espalda sobre el murete, como antes, y dirige su mirada hacia una peque\u00f1a colina que est\u00e1 frente al conjunto del Templo. El collado sufre el asalto de las casas s\u00f3lo hasta su base, luego aparece virgen. Veo que una calle termina en ese lugar, con un arco tras el cual s\u00f3lo hay un camino pavimentado con piedras cuadrangulares, irregulares y mal unidas; no son demasiado grandes, no son como las piedras de las calzadas consulares romanas; parecen m\u00e1s bien las t\u00edpicas piedras de las antiguas aceras de Viareggio (no s\u00e9 si existen todav\u00eda), pero colocadas sin conexi\u00f3n: un camino de mala muerte. El rostro de Jes\u00fas toma un aspecto tan serio, que yo fijo mi atenci\u00f3n buscando en este collado la causa de esta melancol\u00eda. Pero no encuentro nada de especial; es una elevaci\u00f3n del terreno, desnuda, nada m\u00e1s. Eso s\u00ed, cuando me vuelvo, he perdido a Jes\u00fas; ya no est\u00e1 ah\u00ed. Y me quedo adormilada con esta visi\u00f3n.<\/p>\n

    …Cuando me despierto, con el recuerdo en mi coraz\u00f3n de lo que he visto, recobradas un poco las fuerzas y en paz, porque todos est\u00e1n durmiendo, me encuentro en un lugar que nunca antes hab\u00eda visto. En \u00e9l hay patios y fuentes, p\u00f3rticos y casas (m\u00e1s bien pabellones, porque tienen m\u00e1s las caracter\u00edsticas de pabellones que de casas). Hay una gran muchedumbre de gente vestida al viejo uso hebreo, y… mucho griter\u00edo. Me miro a mi alrededor y, al hacerlo, me doy cuenta de que estoy dentro de esa construcci\u00f3n que Jes\u00fas estaba mirando; efectivamente, veo la muralla almenada que circunda el conjunto, y la torre centinela, y la imponente obra de f\u00e1brica que se yergue en su centro, pegando a la cual hay p\u00f3rticos, muy bellos y amplios, y, bajo \u00e9stos, multitud de personas ocupadas, qui\u00e9nes en una cosa, qui\u00e9nes en otra.<\/p>\n

    Comprendo que se trata del recinto del Templo de Jerusal\u00e9n. Veo fariseos, con sus largas vestiduras ondeantes, sacerdotes vestidos de lino y con una placa de precioso material en la parte superior del pecho y de la frente, y con otros reflejos brillantes esparcidos aqu\u00ed o all\u00e1 por los distintos indumentos, muy amplios y blancos, ce\u00f1idos a la cintura con un cintur\u00f3n tambi\u00e9n de material precioso. Luego veo a otros, menos engalanados, pero que de todas formas deben pertenecer tambi\u00e9n a la casta sacerdotal, y que est\u00e1n rodeados de disc\u00edpulos m\u00e1s j\u00f3venes que ellos; comprendo que se trata de los doctores de la Ley. Entre todos estos personajes me encuentro como perdida, porque no s\u00e9 qu\u00e9 pinto yo ah\u00ed.<\/p>\n

    Me acerco al grupo de los doctores, donde ha comenzado una disputa teol\u00f3gica. Mucha gente hace lo mismo.<\/p>\n

    Entre los \u2015doctores\u2016 hay un grupo capitaneado por uno llamado Gamaliel y por otro, viejo y casi ciego, que apoya a Gamaliel en la disputa; oigo que le llaman Hil.lel (pongo la hache <\/em>porque oigo una aspiraci\u00f3n al principio del nombre), y creo que es o maestro o pariente de Gamaliel: lo deduzco de la confidencia y al mismo tiempo respeto con que \u00e9ste le trata. El grupo de Gamaliel es de mentalidad m\u00e1s abierta, mientras que el otro grupo, que es el m\u00e1s numeroso, est\u00e1 dirigido por uno llamado Siammai, y adolece de esa intransigencia llena de resentimiento, y retr\u00f3grada, tan claramente descrita por el Evangelio.<\/p>\n

    Gamaliel, rodeado de un nutrido grupo de disc\u00edpulos, habla de la venida del Mes\u00edas, y, apoy\u00e1ndose en la profec\u00eda de Daniel, sostiene que el Mes\u00edas debe haber nacido ya, puesto que ya han pasado unos diez a\u00f1os desde que se cumplieron las setenta semanas profetizadas contando desde que fue publicado el decreto de reconstrucci\u00f3n del Templo. Siammai le plantea batalla afirmando que, si bien es cierto que el Templo fue reconstruido, no es menos cierto que la esclavitud de Israel ha aumentado, y que la paz que deb\u00eda haber tra\u00eddo Aquel que los Profetas llaman \u2015Pr\u00edncipe de la paz\u2016 est\u00e1 bien lejos de ser una realidad en el mundo, y especialmente en Jerusal\u00e9n, oprimida bajo el peso de un enemigo que osa extender su dominio hasta incluso dentro del recinto del Templo, controlado por la Torre Antonia, que est\u00e1 llena de legionarios romanos dispuestos a aplacar con la espada cualquier tumulto de independencia patria.<\/p>\n

    La disputa, llena de cavilosidades, est\u00e1 destinada a durar. Cada uno de los maestros hace alarde de erudici\u00f3n, no tanto para vencer a su rival, cuanto para atraerse la admiraci\u00f3n de los que escuchan; este prop\u00f3sito es evidente.<\/p>\n

    Del interior del nutrido grupo de fieles se oye una tierna voz de ni\u00f1o: \u2015Gamaliel tiene raz\u00f3n\u2016.<\/p>\n

    Movimiento en la gente y en el grupo de doctores: buscan al que acaba de interrumpir; de todas formas, no hace falta buscarle, \u00c9l no se esconde; antes bien, se abre paso entre la gente y se acerca al grupo de los \u2015rab\u00edes\u2016. Reconozco en \u00c9l a mi Jes\u00fas adolescente. Se le ve seguro y franco, y sus ojos centellean llenos de inteligencia.<\/p>\n

    \u2015\u00bfQui\u00e9n eres?\u2016 le preguntan.<\/p>\n

    \u2015Un hijo de Israel que ha venido a cumplir con lo que la Ley ordena\u2016.<\/p>\n

    Gusta esta respuesta intr\u00e9pida y segura, y obtiene sonrisas de aprobaci\u00f3n y de benevolencia. Despierta inter\u00e9s el peque\u00f1o israelita.<\/p>\n

    \u2015\u00bfC\u00f3mo te llamas?\u2016.<\/p>\n

    \u2015Jes\u00fas de Nazaret\u2016.<\/p>\n

    Y aqu\u00ed acaba la benevolencia del grupo de Siammai. Sin embargo, Gamaliel, m\u00e1s benigno, prosigue el di\u00e1logo junto con Hil.lel. Es m\u00e1s, es Gamaliel el que, con deferencia, le dice al anciano: \u2015Preg\u00fantale alguna cosa al ni\u00f1o\u2016.<\/p>\n

    \u2015\u00bfEn qu\u00e9 basas tu seguridad?\u2016 pregunta Hil.lel.<\/p>\n

    (Encabezo las respuestas con los nombres para abreviar y para que sea m\u00e1s claro).<\/p>\n

    Jes\u00fas: <\/em>\u2015En la profec\u00eda, que no puede errar respecto a la \u00e9poca, y en los signos que la acompa\u00f1aron cuando lleg\u00f3 el tiempo de su cumplimiento. Cierto es que C\u00e9sar nos domina. Pero el mundo gozaba de gran paz y estaba muy tranquila Palestina cuando se cumplieron las setenta semanas. Tanto es as\u00ed que le fue posible a C\u00e9sar ordenar el censo en sus dominios; no habr\u00eda podido hacerlo si hubiera habido guerra en el Imperio o revueltas en Palestina. De la misma forma que se cumpli\u00f3 ese tiempo, ahora se est\u00e1 cumpliendo ese otro de las sesenta y dos m\u00e1s una desde la terminaci\u00f3n del Templo, para<\/p>\n

    que el Mes\u00edas sea ungido y se cumpla lo que conlleva la profec\u00eda para el pueblo que no le quiso. \u00bfPod\u00e9is dudarlo? \u00bfNo record\u00e1is que la estrella fue vista por los Sabios de Oriente y fue a detenerse justo en el cielo de Bel\u00e9n de Jud\u00e1, y que las profec\u00edas y las visiones, desde Jacob en adelante, indican ese lugar como el destinado a recibir el nacimiento del Mes\u00edas, hijo del hijo de Jacob, a trav\u00e9s de David, que era de Bel\u00e9n? \u00bfNo os acord\u00e1is de Balaam? \u2015Una estrella nacer\u00e1 de Jacob\u2016. Los Sabios de Oriente, cuya pureza y fe abr\u00eda sus propios ojos y sus propios o\u00eddos, vieron la Estrella y comprendieron su Nombre: \u2015Mes\u00edas\u2016, y vinieron a adorar a la Luz que hab\u00eda descendido al mundo\u2016.<\/p>\n

    Siammai<\/em>, con mirada maligna: \u2015\u00bfDices que el Mes\u00edas naci\u00f3 cuando la Estrella, en Bel\u00e9n Efrat\u00e1?\u2016.<\/p>\n

    Jes\u00fas: <\/em>\u2015Yo lo digo\u2016.<\/p>\n

    Siammai: <\/em>\u2015Entonces ya no existe. \u00bfNo sabes, ni\u00f1o, que Herodes mand\u00f3 matar a todos los nacidos de mujer de un d\u00eda a dos a\u00f1os de edad de Bel\u00e9n y de los alrededores? T\u00fa, T\u00fa que sabes tan bien la Escritura, debes saber tambi\u00e9n que \u2015un grito se ha o\u00eddo en lo alto… Es Raquel que est\u00e1 llorando por sus hijos\u2016. Los valles y las alturas de Bel\u00e9n, que recogieron el llanto de la agonizante Raquel, se llenaron de llanto revivido por las madres ante sus hijos asesinados. Entre ellas estaba, sin duda, tambi\u00e9n la Madre del Mes\u00edas\u2016.<\/p>\n

    Jes\u00fas: <\/em>\u2015Te equivocas, anciano. El llanto de Raquel h\u00edzose himno, pues donde ella hab\u00eda dado a luz al \u2015hijo de su dolor\u2016, la nueva Raquel dio al mundo al Benjam\u00edn del Padre celestial, Hijo de su derecha, Aquel que ha sido destinado para congregar al pueblo de Dios bajo su cetro y liberarle de la m\u00e1s terrible de las esclavitudes\u2016.<\/p>\n

    Siammai: <\/em>\u2015\u00bfY c\u00f3mo, si le mataron?\u2016.<\/p>\n

    Jes\u00fas: <\/em>\u2015\u00bfNo has le\u00eddo de El\u00edas que fue raptado por el carro de fuego? \u00bfY no va a haber podido salvar el Se\u00f1or Dios a su Emmanuel para que fuera Mes\u00edas de su pueblo? \u00c9l, que separ\u00f3 el mar ante Mois\u00e9s para que Israel pasase sin mojarse hacia su tierra, \u00bfno va a haber podido mandar a sus \u00e1ngeles a librar a su Hijo, a su Cristo, de la crueldad del hombre? En verdad os digo: el Cristo vive y est\u00e1 entre vosotros, y cuando llegue su hora se manifestar\u00e1 en su potencia\u201d<\/em>. La voz de Jes\u00fas, al decir estas palabras que he subrayado, resuena en un modo que llena el espacio. Sus ojos centellean a\u00fan m\u00e1s, y, con un gesto de dominio y de promesa, tiende el brazo y la mano derecha, y luego los baja, como para jurar. Es todav\u00eda un ni\u00f1o, pero ya tiene la solemnidad de un hombre.<\/p>\n

    Hil.lel: <\/em>\u2015Ni\u00f1o, \u00bfqui\u00e9n te ha ense\u00f1ado estas palabras?\u2016.<\/p>\n

    Jes\u00fas: <\/em>\u2015El Esp\u00edritu de Dios. Yo no tengo maestro humano. \u00c9sta es la Palabra del Se\u00f1or que os habla a trav\u00e9s de mis labios\u2016.<\/p>\n

    Hil.lel: <\/em>\u2015Ven aqu\u00ed entre nosotros, que quiero verte de cerca, \u00a1oh, ni\u00f1o!, para que mi esperanza se reavive en contacto con tu fe y mi alma se ilumine con el sol de la tuya\u2016.<\/p>\n

    Y le sientan a Jes\u00fas en un asiento alto y sin respaldo, entre Gamaliel e Hil.lel, y le entregan unos rollos para que los lea y los explique. Es un examen en toda regla. La muchedumbre se agolpa atenta.<\/p>\n

    La voz infantil de Jes\u00fas <\/em>lee: \u2015 \u0333Consu\u00e9late, pueblo m\u00edo. Hablad al coraz\u00f3n de Jerusal\u00e9n, consoladla porque su esclavitud ha terminado… Voz de uno que grita en el desierto: preparad los caminos del Se\u00f1or… Entonces se manifestar\u00e1 la gloria del Se\u00f1or…\u2018\u2016.<\/p>\n

    Siammai: <\/em>\u2015Como puedes ver, nazareno, aqu\u00ed se habla de una esclavitud ya terminada. Y nosotros somos ahora m\u00e1s esclavos que nunca. Aqu\u00ed se habla de un precursor. \u00bfD\u00f3nde est\u00e1? T\u00fa desvar\u00edas\u2016.<\/p>\n

    Jes\u00fas: <\/em>\u2015Yo te digo que t\u00fa y los que son como t\u00fa, m\u00e1s que los dem\u00e1s, necesit\u00e1is escuchar la llamada del Precursor. Si no, no ver\u00e9is la gloria del Se\u00f1or, ni comprender\u00e1s la palabra de Dios, porque las bajezas, las soberbias, las dobleces, te obstaculizar\u00e1n ver y o\u00edr\u2016. Siammai: <\/sub><\/em>\u2015<\/sub>\u00bfAs\u00ed le hablas a un maestro?<\/sub>\u2016<\/sub>. <\/sub><\/p>\n

    Jes\u00fas: <\/em>\u2015As\u00ed hablo y as\u00ed hablar\u00e9 hasta la muerte. Porque por encima de mi propio beneficio est\u00e1 el inter\u00e9s del Se\u00f1or y el amor a la Verdad, de la cual soy Hijo. Y adem\u00e1s te digo, rab\u00ed, que la esclavitud de que habla el Profeta, que es de la que Yo hablo, no es la que crees, como tampoco la regalidad ser\u00e1 la que t\u00fa piensas. Antes bien, por m\u00e9rito del Mes\u00edas, el hombre ser\u00e1 liberado de la esclavitud del Mal que le separa de Dios, y la se\u00f1al del Cristo, liberados los esp\u00edritus de todo yugo, hechos s\u00fabditos del Reino eterno, signar\u00e1 a \u00e9stos. Todas las naciones inclinar\u00e1n su cabeza, \u00a1oh, estirpe de David!, ante el V\u00e1stago de ti nacido, \u00e1rbol ahora que extiende sus ramas sobre toda la Tierra y se alza hacia el Cielo. Y en el Cielo y en la Tierra toda boca glorificar\u00e1 su Nombre y doblar\u00e1 su rodilla ante el Ungido de Dios, ante el Pr\u00edncipe de la Paz, el Caudillo, ante Aquel que, tomando de s\u00ed mismo, embriagar\u00e1 a toda alma cansada y saciar\u00e1 toda alma hambrienta; el Santo que estipular\u00e1 una alianza entre la Tierra y el Cielo; no como la que fue estipulada con los Padres de Israel cuando Dios los sac\u00f3 de Egipto (siguiendo consider\u00e1ndolos de todas formas siervos), sino imprimiendo la paternidad celeste en el esp\u00edritu de los hombres con la gracia de nuevo infundida por los m\u00e9ritos del Redentor, por el cual todos los hombres buenos conocer\u00e1n al Se\u00f1or y el Santuario de Dios no volver\u00e1 a ser destruido y hollado\u2016.<\/p>\n

    Siammai: <\/em>\u2015\u00a1Pero, ni\u00f1o, no blasfemes! Acu\u00e9rdate de Daniel, que dice que, cuando hayan matado al Cristo, el Templo y la Ciudad ser\u00e1n destruidos por un pueblo y por un caudillo venideros. \u00a1Y t\u00fa sostienes que el Santuario de Dios no volver\u00e1 a ser derribado! \u00a1Respeta a los Profetas!\u2016.<\/p>\n

    Jes\u00fas: <\/em>\u2015En verdad te digo que hay Uno que est\u00e1 por encima de los Profetas, y t\u00fa no le conoces, ni le conocer\u00e1s, porque te falta el deseo de ello. Y has de saber que todo cuanto he dicho es verdad. No conocer\u00e1 ya la muerte el Santuario verdadero. Al igual que su Santificador, resucitar\u00e1 para vida eterna y, al final de los d\u00edas del mundo, vivir\u00e1 en el Cielo\u2016.<\/p>\n

    Hil.lel.: <\/em>\u2015Pr\u00e9stame atenci\u00f3n, ni\u00f1o. Ageo dice: \u2015…Vendr\u00e1 el Deseado de las gentes… Grande ser\u00e1 entonces la gloria de esta casa, y de esta \u00faltima <\/em>m\u00e1s que de la primera\u2016. \u00bfCrees que se refiere al Santuario de que T\u00fa hablas?\u2016.<\/p>\n

    Jes\u00fas: <\/em>\u2015S\u00ed, maestro. Esto es lo que quiere decir. Tu rectitud te conduce hacia la Luz, y Yo te digo que, una vez consumado el Sacrificio del Cristo, recibir\u00e1s paz porque eres un israelita sin malicia\u2016.<\/p>\n

    Gamaliel: <\/em>\u2015Dime, Jes\u00fas: \u00bfC\u00f3mo puede esperarse la paz de que hablan los Profetas, si tenemos en cuenta que este pueblo ha de sufrir la devastaci\u00f3n de la guerra? Habla y dame luz tambi\u00e9n a m\u00ed\u2016.<\/p>\n

    Jes\u00fas: <\/em>\u2015\u00bfNo recuerdas, maestro, que quienes estuvieron presentes la noche del nacimiento del Cristo dijeron que las formaciones ang\u00e9licas cantaron: \u2015Paz a los hombres de buena voluntad\u2016? Ahora bien, este pueblo no tiene buena voluntad, y no gozar\u00e1 de paz; no reconocer\u00e1 a su Rey, al Justo, al Salvador, porque le espera como rey con poder humano, mientras que es Rey del esp\u00edritu; y no le amar\u00e1, puesto que el Cristo predicar\u00e1 lo que no les gusta a este pueblo. Los enemigos, los que llevan carros y caballos, no ser\u00e1n subyugados por el Cristo; s\u00ed los del alma, los que doblegan, para infernal dominio, el coraz\u00f3n del hombre, creado por el Se\u00f1or. Y no es \u00e9sta la victoria que de \u00c9l espera Israel. Tu Rey vendr\u00e1, Jerusal\u00e9n, sobre \u2015la asna y el pollino\u2016, o sea, los justos de Israel y los gentiles; mas Yo os digo que el pollino le ser\u00e1 m\u00e1s fiel a \u00c9l y, precediendo a la asna, le seguir\u00e1, y crecer\u00e1 en el camino de la Verdad y de la Vida. Israel, por su mala voluntad, perder\u00e1 la paz, y sufrir\u00e1 en s\u00ed, durante siglos, aquello mismo que har\u00e1 sufrir a su Rey al convertirle en Rey de dolor de que habla Isa\u00edas\u2016.<\/p>\n

    Siammai: <\/em>\u2015Tu boca tiene al mismo tiempo sabor de leche y de blasfemia, nazareno. Responde: \u00bfD\u00f3nde est\u00e1 el Precursor? \u00bfCu\u00e1ndo lo tuvimos?\u2016.<\/p>\n

    Jes\u00fas: <\/em>\u2015\u00c9l es ya una realidad. \u00bfNo dice Malaqu\u00edas: Yo env\u00edo a mi \u00e1ngel para que prepare delante de m\u00ed el camino; en seguida vendr\u00e1 a su Templo el Dominador que busc\u00e1is y el \u00c1ngel del Testamento, anhelado por vosotros\u2018? Luego entonces el Precursor precede inmediatamente al Cristo. \u00c9l es ya una realidad, como tambi\u00e9n lo es el Cristo. Si transcurrieran a\u00f1os entre quien prepara los caminos al Se\u00f1or y el Cristo, todos los caminos volver\u00edan a llenarse de obst\u00e1culos y a hacerse retortijados. Esto lo sabe Dios y ha previsto que el Precursor preceda en una hora s\u00f3lo <\/em>al Maestro. Cuando ve\u00e1is al Precursor, podr\u00e9is decir: \u2015Comienza la misi\u00f3n del Cristo\u2016. Y a ti te digo que el Cristo abrir\u00e1 muchos ojos y muchos o\u00eddos cuando venga a estos caminos; mas no vendr\u00e1 a los tuyos, ni a los de los que son como t\u00fa. Vosotros le dar\u00e9is muerte por la Vida que os trae. Pero cuando \u2013m\u00e1s alto que este Templo, m\u00e1s alto que el Tabern\u00e1culo que est\u00e1 dentro del Santo de los Santos, m\u00e1s alto que la Gloria que est\u00e1 sostenida por los Querubines- el Redentor ocupe su trono y su altar, de sus numeros\u00edsimas heridas fluir\u00e1n: maldici\u00f3n para los deicidas; vida para los gentiles. Porque \u00c9l, \u00a1oh, maestro insipiente!, no es, lo repito, Rey de un reino humano, sino de un Reino espiritual, y sus s\u00fabditos ser\u00e1n \u00fanicamente aquellos que por su amor sepan renovarse en el esp\u00edritu y, como Jon\u00e1s, nacer una segunda vez, en tierras nuevas,  \u0333las de Dios\u2018, a trav\u00e9s de la generaci\u00f3n espiritual que tendr\u00e1 lugar por Cristo, el cual dar\u00e1 a la humanidad la Vida verdadera\u2016.<\/p>\n

    Siammai <\/em>y sus seguidores: \u2015\u00a1Este nazareno es Satan\u00e1s!\u2016.<\/p>\n

    Hil.lel <\/em>y los suyos: \u2015No. Este ni\u00f1o es un Profeta de Dios. Qu\u00e9date conmigo, Ni\u00f1o; as\u00ed mi ancianidad transfundir\u00e1 lo que sabe en tu saber, y T\u00fa ser\u00e1s Maestro del pueblo de Dios\u2016. Jes\u00fas: <\/sub><\/em>En verdad te digo que si muchos fueran como t\u00fa, Israel sanar\u00eda; mas la hora <\/sub>m\u00eda no ha llegado. A m\u00ed me hablan las voces del Cielo, y debo recogerlas en la soledad hasta que llegue mi hora. Entonces hablar\u00e9, con los labios y con la sangre, a Jerusal\u00e9n; y correr\u00e9 la misma suerte que corrieron los Profetas, a quienes Jerusal\u00e9n misma lapid\u00f3 y les quit\u00f3 la vida. Pero sobre mi ser est\u00e1 el del Se\u00f1or Dios, al cual Yo me someto como siervo fiel para hacer de m\u00ed escabel de su gloria, en espera de que \u00c9l haga del mundo escabel para los pies del Cristo. Esperadme en mi <\/em>hora. Estas piedras oir\u00e1n de nuevo mi voz y trepidar\u00e1n cuando diga mis palabras \u00faltimas<\/em>. Bienaventurado los que hayan o\u00eddo a Dios en esa voz y crean en \u00c9l a trav\u00e9s de ella: el Cristo les dar\u00e1 ese Reino que vuestro ego\u00edsmo sue\u00f1a humano y que, sin embargo, es celeste, y por el cual Yo digo: \u2015Aqu\u00ed tienes a tu siervo, Se\u00f1or, que ha venido a hacer tu voluntad. Cons\u00famala, porque ardo en deseos de cumplirla\u2018\u2016.<\/p>\n

    Y con la imagen de Jes\u00fas con su rostro inflamado de ardor espiritual elevado al cielo, con los brazos abiertos, erguido entre los at\u00f3nitos doctores, me termina la visi\u00f3n.<\/p>\n

    22 de febrero de 1944.<\/p>\n

    Dice Jes\u00fas:<\/p>\n

    \u2015Volvemos muy atr\u00e1s en el tiempo, muy atr\u00e1s. Volvemos al Templo, donde Yo, con doce a\u00f1os, estoy disputando; es m\u00e1s, volvemos a las v\u00edas que van a Jerusal\u00e9n, y de Jerusal\u00e9n al Templo.<\/p>\n

    Observa la angustia de Mar\u00eda al ver \u2013una vez congregados de nuevo juntos hombres y mujeres- que Yo no estoy con Jos\u00e9.<\/p>\n

    No levanta la voz rega\u00f1ando duramente a su esposo. Todas las mujeres lo habr\u00edan hecho; lo hac\u00e9is, por motivos mucho menores, olvid\u00e1ndoos de que el hombre es siempre cabeza del hogar. No obstante, el dolor que emana del rostro de Mar\u00eda traspasa a Jos\u00e9 m\u00e1s de lo que pudiera hacerlo cualquier tipo de reprensi\u00f3n. No se da tampoco Mar\u00eda a escenas dram\u00e1ticas. Por motivos mucho menores, vosotras lo hac\u00e9is deseando ser notadas y compadecidas. No obstante, su dolor contenido es tan manifiesto (se pone a temblar, palidece su rostro, sus ojos se dilatan) que conmueve m\u00e1s que cualquier escena de llanto y gritos.<\/p>\n

    Ya no siente ni fatiga ni hambre. \u00a1Y el camino hab\u00eda sido largo, y sin reparar fuerzas desde hac\u00eda horas! Deja todo; deja el camastro que se estaba preparando, deja la comida que iban a distribuir. Deja todo y regresa. Est\u00e1 avanzada la tarde, anochece; no importa; todos sus pasos la llevan de nuevo hacia Jerusal\u00e9n; hace detenerse a las caravanas, a los peregrinos; pregunta, Jos\u00e9 la sigue, la ayuda. Un d\u00eda de camino en direcci\u00f3n contraria, luego la angustiosa b\u00fasqueda por la Ciudad.<\/p>\n

    \u00bfD\u00f3nde, d\u00f3nde puede estar su Jes\u00fas? Y Dios permite que Ella, durante muchas horas, no sepa d\u00f3nde buscarme. Buscar a un ni\u00f1o en el Templo no era cosa juiciosa: \u00bfqu\u00e9 iba a tener que hacer un ni\u00f1o en el Templo? En el peor de los casos, si se hubiera perdido por la ciudad y, llevado de sus cortos pasos, hubiera vuelto al Templo, su llorosa voz habr\u00eda llamado a su mam\u00e1, atrayendo la atenci\u00f3n de los adultos y de los sacerdotes, y se habr\u00edan puesto los medios para buscar a los padres fijando avisos en las puertas. Pero no hab\u00eda ning\u00fan aviso. Nadie sab\u00eda nada de este Ni\u00f1o en la ciudad. \u00bfGuapo? \u00bfRubio? \u00bfFuerte? \u00a1Hay muchos con esas caracter\u00edsticas! Demasiado poco para poder decir: \u2015\u00a1Le he visto! \u00a1Estaba all\u00ed o all\u00e1!\u2016.<\/p>\n

    Y vemos a Mar\u00eda, pasados tres d\u00edas, s\u00edmbolo de otros tres d\u00edas de futura angustia, entrando exhausta en el Templo, recorriendo patios y vest\u00edbulos. Nada. Corre, corre la pobre Mam\u00e1 hacia donde oye una voz de ni\u00f1o. Hasta los balidos de los corderos le parecen el llanto de su Hijo busc\u00e1ndola. Mas Jes\u00fas no est\u00e1 llorando; est\u00e1 ense\u00f1ando. Y he aqu\u00ed que desde detr\u00e1s de una barrera de personas llega a o\u00eddos de Mar\u00eda la amada voz diciendo:  \u0333Estas piedras trepidar\u00e1n…\u2018. Entonces trata de abrirse paso por entre la muchedumbre, y lo consigue despu\u00e9s de una gran fatiga: ah\u00ed est\u00e1 su Hijo, con los brazos abiertos, erguido entre los doctores.<\/p>\n

    Mar\u00eda es la Virgen prudente. Pero esta vez la congoja sobrepuja su comedimiento. Es una presa que derriba todo lo que pilla a su paso. Corre hacia su Hijo, le abraza, levant\u00e1ndole y baj\u00e1ndole del escabel, y exclama: \u2015\u00a1Oh! \u00bfPor qu\u00e9 nos has hecho esto! Hace tres d\u00edas que te estamos buscando. Tu Madre est\u00e1 a punto de morir de dolor, Hijo. Tu padre est\u00e1 derrengado de cansancio. \u00bfPor qu\u00e9, Jes\u00fas?\u2016.<\/p>\n

    No se preguntan los \u2015porqu\u00e9s\u2016 a Aquel que sabe, los \u2015porqu\u00e9s de su forma de actuar. A los que han sido llamados no se les pregunta \u2015por qu\u00e9\u2016 dejan todo para seguir la voz de Dios. Yo era Sabidur\u00eda y sab\u00eda; Yo hab\u00eda \u2015sido llamado\u2016 a una misi\u00f3n y la estaba cumpliendo. Por encima del padre y de la madre de la tierra, est\u00e1 Dios, Padre divino; sus intereses son superiores a los nuestros; su amor es superior a cualquier otro. Y esto es lo que le digo a mi Madre.<\/p>\n

    Termino de ense\u00f1ar a los doctores ense\u00f1ando a Mar\u00eda, Reina de los doctores. Y Ella no se olvid\u00f3 jam\u00e1s de ello. Volvi\u00f3 a surgir el Sol en su coraz\u00f3n al tenerme de la mano, de esa mano humilde y obediente; pero mis palabras tambi\u00e9n quedaron en su coraz\u00f3n. Muchos soles y muchas nubes habr\u00edan de surcar todav\u00eda el cielo durante los veinti\u00fan a\u00f1os que deb\u00eda Yo permanecer a\u00fan en la tierra. Mucha alegr\u00eda y mucho llanto, durante veinti\u00fan a\u00f1os, se dar\u00e1n el relevo en su coraz\u00f3n. Mas nunca volver\u00e1 a preguntar: \u2015\u00bfPor qu\u00e9 nos has hecho esto, Hijo m\u00edo?\u2016.<\/p>\n

    \u00a1Aprended, hombres arrogantes!<\/p>\n

    He explicado e iluminado Yo la visi\u00f3n porque t\u00fa no est\u00e1s en condiciones de hacer m\u00e1s\u2016. MISTERIOS LUMINOSOS: (se rezan los jueves) <\/sub><\/strong><\/p>\n

    1o El Bautismo de Jes\u00fas en el r\u00edo Jord\u00e1n <\/strong><\/p>\n

    45.PREDICACI\u00d3N DE JUAN EL BAUTISTA Y BAUTISMO DE JES\u00daS.<\/p>\n

    LA MANIFESTACI\u00d3N DIVINA.<\/p>\n

    3 de febrero de 1944, por la noche.<\/p>\n

    1Veo una llanura despoblada de vegetaci\u00f3n y de casas. No hay campos cultivados, y muy pocas y raras plantas reunidas aqu\u00ed o all\u00e1 en matas – vegetales familias – en los sitios en que el suelo est\u00e1 por debajo menos quemado. Imagine que este terreno quemado y bald\u00edo est\u00e1 a mi derecha – teniendo yo el norte a mis espaldas – y se prolonga hacia el Sur respecto a m\u00ed.<\/p>\n

    A la izquierda veo un r\u00edo de orillas muy bajas, que corre lentamente tambi\u00e9n de Norte a Sur. Por el movimiento lent\u00edsimo del agua comprendo que no debe haber desniveles en su lecho y que fluye por una llanura tan achatada que constituye una depresi\u00f3n. El movimiento es apenas suficiente para que el agua no se estanque formando un pantano. (El agua es poco profunda, tanto que se ve el fondo; a mi juicio, no m\u00e1s de un metro, como mucho uno y medio. Tiene la anchura del Arno hacia S. Miniato-Empoli: yo dir\u00eda que unos veinte metros. Pero no tengo buen ojo para calcular con exactitud). Es de un azul ligeramente verde hacia las orillas, donde, por la humedad del suelo, hay una faja tupida de hierba que alegra la vista, cansada de la desolaci\u00f3n pedregosa y arenosa de cuanto se le extiende delante.<\/p>\n

    Esa voz \u00edntima que le he explicado que oigo y me indica lo que debo notar y saber me advierte que estoy viendo el valle del Jord\u00e1n. Lo llamo valle porque se emplea esta palabra para indicar el lugar por donde corre un r\u00edo, pero en este caso es impropio llamarlo as\u00ed porque un valle presupone montes y yo aqu\u00ed no veo montes cercanos. Pero, en fin, estoy en el Jord\u00e1n, y el espacio desolado que observo a mi derecha es el desierto de Jud\u00e1. Si es correcto llamarlo desierto en el sentido de un lugar donde no hay casas ni trabajo humano, no lo es seg\u00fan el concepto que nosotros tenemos de desierto. Aqu\u00ed no se ven esas arenas onduladas que nosotros nos pensamos, sino s\u00f3lo tierra desnuda, con piedras y detritus esparcidos; es como los terrenos aluviales despu\u00e9s de una crecida. En la lejan\u00eda, colinas.<\/p>\n

    Adem\u00e1s, junto al Jord\u00e1n hay una gran paz, un algo especial, superior a lo com\u00fan, como lo que se nota en las orillas del Trasimeno. Es un lugar que parece guardar memoria de vuelos de \u00e1ngeles y voces celestes. No s\u00e9 bien decir lo que experimento, pero me siento en un lugar que habla al esp\u00edritu.<\/p>\n

    2Mientras observo estas cosas, veo que la escena se puebla de gente a lo largo de la orilla derecha – respecto a m\u00ed – del Jord\u00e1n. Hay muchos hombres, vestidos de diversas formas. Algunos parecen gente del pueblo, otros ricos; no faltan algunos que parecen fariseos por el vestido ornado de ribetes y galones.<\/p>\n

    Entre todos ellos, en pie sobre una roca, un hombre a quien, aunque sea la primera vez que le veo, lo reconozco en seguida como el Bautista. Habla a la multitud, y le aseguro que no son palabras dulces. Jes\u00fas llam\u00f3 a Santiago y a Juan \u00ablos hijos del trueno\u00bb… \u00bfC\u00f3mo llamar entonces a este vehemente orador? Juan Bautista merece el nombre de rayo, avalancha, terremoto… \u00a1Gran \u00edmpetu y severidad, manifiesta, efectivamente, en su modo de hablar y en sus gestos!<\/p>\n

    Habla anunciando al Mes\u00edas y exhortando a preparar los corazones para su venida, extirpando de ellos los obst\u00e1culos y enderezando los pensamientos. Es un hablar vertiginoso y rudo. El Precursor no tiene la mano suave de Jes\u00fas sobre las llagas de los corazones. Es un m\u00e9dico que desnuda y hurga y corta sin miramientos.<\/p>\n

    3Mientras le escucho – no repito las palabras porque son las mismas que citan los evangelistas, pero ampliadas en impetuosidad – veo que mi Jes\u00fas se acerca a lo largo de un senderillo que va por el borde de la l\u00ednea herbosa y umbr\u00eda que sigue el curso del Jord\u00e1n. Este r\u00fastico camino (m\u00e1s sendero que camino) parece dibujado por las caravanas Y las personas que durante a\u00f1os y siglos lo han recorrido para llegar a un punto donde, por ser menos profundo el fondo del r\u00edo, es f\u00e1cil vadearlo. El sendero contin\u00faa por el otro lado del r\u00edo y se pierde entre la hierba de la orilla opuesta.<\/p>\n

    Jes\u00fas est\u00e1 solo. Camina lentamente, acerc\u00e1ndose, a espaldas de Juan. Se aproxima sin que se note y va escuchando la voz de trueno del Penitente del desierto, como si fuera uno de tantos que iban a Juan para que los bautizara, y a prepararse a quedar limpios para la venida del Mes\u00edas. Nada le distingue a Jes\u00fas de los dem\u00e1s. Parece un hombre com\u00fan por su vestir; un se\u00f1or en el porte y la hermosura, mas ning\u00fan signo divino le distingue de la multitud.<\/p>\n

    Pero dir\u00edase que Juan ha sentido una emanaci\u00f3n de espiritualidad especial, Se vuelve y detecta inmediatamente su fuente. Baja impetuosamente de la roca que le serv\u00eda de p\u00falpito y va deprisa hacia Jes\u00fas, que se ha detenido a algunos metros del grupo apoy\u00e1ndose en el tronco de un \u00e1rbol.<\/p>\n

    4Jes\u00fas y Juan se miran fijamente un momento. Jes\u00fas con esa mirada suya azul tan dulce; Juan con su ojo severo, negr\u00edsimo, lleno de rel\u00e1mpagos. Los dos, vistos juntos, son antit\u00e9ticos. Altos los dos – es el \u00fanico parecido -, son muy distintos en todo lo dem\u00e1s. Jes\u00fas, rubio y de largos cabellos ordenados, rostro de un blanco marm\u00f3reo, ojos azules, atav\u00edo sencillo pero majestuoso. Juan, hirsuto, negro: negros cabellos que caen lisos sobre los hombros (lisos y desiguales en largura); negra barba rala que le cubre casi todo el rostro, sin impedir con su velo que se noten los carrillos ahondados por el ayuno; negros ojos febriles; oscuro de piel, bronceada por el sol y la intemperie; oscuro por el tupido vello que le cubre. Juan est\u00e1 semidesnudo, con su vestidura de piel de camello (sujeta a la cintura por una correa de cuero), que le cubre el torso cayendo apenas bajo los costados delgados y dejando descubiertas las costillas en la parte derecha, esas costillas cubiertas por el \u00fanico estrato de tejidos que es la piel curtida por el aire. Parecen un salvaje y un \u00e1ngel vistos juntos.<\/p>\n

    Juan, despu\u00e9s de escudri\u00f1arle con su ojo penetrante, exclama: \u00abHe aqu\u00ed el Cordero de Dios. \u00bfC\u00f3mo es que viene a m\u00ed mi Se\u00f1or?\u00bb.<\/p>\n

    Jes\u00fas responde lleno de paz: \u00abPara cumplir el rito de penitencia\u00bb.<\/p>\n

    \u00abJam\u00e1s, mi Se\u00f1or. Soy yo quien debe ir a ti para ser santificado, \u00bfy T\u00fa vienes a m\u00ed?\u00bb.<\/p>\n

    Y Jes\u00fas, poni\u00e9ndole una mano sobre la cabeza, porque Juan se hab\u00eda inclinado ante \u00c9l, responde: \u00abDeja que se haga como deseo, para que se cumpla toda justicia y tu rito sea inicio para un m\u00e1s alto misterio y se anuncie a los hombres que la V\u00edctima est\u00e1 en el mundo\u00bb.<\/p>\n

    5Juan le mira con los ojos dulcificados por una l\u00e1grima y le precede hacia la orilla. All\u00ed Jes\u00fas se quita el manto, la t\u00fanica y la prenda interior qued\u00e1ndose con una especie de pantal\u00f3n corto; luego baja al agua, donde ya est\u00e1 Juan, que le bautiza vertiendo sobre su cabeza agua del r\u00edo, tomada con una especie de taza que lleva colgada del cintur\u00f3n y que a m\u00ed me parece como una concha o una media calabaza secada y vaciada.<\/p>\n

    Jes\u00fas es exactamente el Cordero. Cordero en el candor de la carne, en la modestia del porte, en la mansedumbre de la mirada.<\/p>\n

    Mientras Jes\u00fas remonta la orilla y, despu\u00e9s de vestirse, se recoge en oraci\u00f3n, Juan le se\u00f1ala ante las turbas y testifica que le ha reconocido por el signo que el Esp\u00edritu de Dios le hab\u00eda indicado como se\u00f1al infalible del Redentor.<\/p>\n

    Pero yo estoy polarizada en mirar a Jes\u00fas orando, y s\u00f3lo tengo presente esta figura de luz que resalta sobre el fondo de hierba de la ribera.<\/p>\n

    2o La autorrevelaci\u00f3n de Jes\u00fas en las Bodas de Can\u00e1 <\/strong><\/p>\n

    50.LAS BODAS DE CAN\u00c1. EL HIJO, NO SUJETO YA A LA MADRE, LLEVA A CABO PARA ELLA EL PRIMER MILAGRO.<\/p>\n

    16 de enero de 1944, de noche. Las bodas de Can\u00e1.<\/p>\n

    1Veo una casa. Una caracter\u00edstica casa oriental: un cubo blanco m\u00e1s ancho que alto, con raras aberturas, terminada en una azotea que est\u00e1 rodeada por un peque\u00f1o muro de aproximadamente un metro de alto y sombreada por una p\u00e9rgola de vid que trepa hasta all\u00ed y extiende sus ramas sobre m\u00e1s de la mitad de esta soleada terraza que hace de techo. Una escalera exterior sube a lo largo de la fachada hasta una puerta, que se abre a mitad de altura. En el nivel de la calle hay unas puertas bajas y distanciadas, no m\u00e1s de dos por cada lado, que dan a habitaciones tambi\u00e9n bajas y oscuras. La casa se alza en medio de una especie de era (m\u00e1s espacio amplio herboso que era) que tiene en el centro un pozo. Hay higueras y manzanos. La casa mira hacia el camino, pero no est\u00e1 situada en \u00e9l; est\u00e1 un poco hacia dentro, y un sendero, entre la hierba, la une a aqu\u00e9l, que parece camino de primer orden.<\/p>\n

    Se dir\u00eda que la casa est\u00e1 en la periferia de Can\u00e1: casa de propietarios campesinos que viven en medio de su finca. El campo se extiende tras la casa con sus lejan\u00edas verdes y apacibles. Hay un bonito sol y un azul ters\u00edsimo de cielo. En principio no veo nada m\u00e1s. La casa est\u00e1 sola.<\/p>\n

    2Despu\u00e9s veo a dos mujeres, con largos vestidos y un manto que hace tambi\u00e9n de velo. Vienen por el camino y luego por el sendero. Una es m\u00e1s anciana: cincuenta a\u00f1os aproximadamente, y viste de oscuro: un color pardo-marr\u00f3n como de lana natural. La otra est\u00e1 vestida de un color m\u00e1s claro: un vestido amarillo p\u00e1lido y manto azul, y aparenta unos treinta y cinco a\u00f1os. Es muy hermosa, esbelta, y tiene un porte lleno de dignidad, a pesar de ser toda gentileza y humildad. Cuando est\u00e1 m\u00e1s cerca, noto el color p\u00e1lido del rostro, los ojos azules y los cabellos rubios que pueden verse sobre la frente bajo el velo. Reconozco a Mar\u00eda Sant\u00edsima. Qui\u00e9n pueda ser la otra, que es morena y<\/p>\n

    m\u00e1s anciana, no lo s\u00e9. Hablan entre ellas. La Virgen sonr\u00ede. Cerca ya de la casa, alguien, encargado de ver qui\u00e9nes iban llegando, lo comunica, y salen a su encuentro hombres y mujeres – todos vestidos de fiesta – que las acogen con gran alegr\u00eda, especialmente a Mar\u00eda Sant\u00edsima.<\/p>\n

    La hora parece matutina, yo dir\u00eda que hacia las nueve – quiz\u00e1s antes -, porque el campo tiene todav\u00eda ese aspecto fresco de las primeras horas del d\u00eda por el roc\u00edo que hace aparecer m\u00e1s verde a la hierba y por el aire a\u00fan exento de polvo. La estaci\u00f3n me parece primaveral pues la hierba de los prados no est\u00e1 quemada por el verano y el trigo de los campos est\u00e1 a\u00fan tierno y sin espiga, todo verde. Las hojas de la higuera y del manzano tambi\u00e9n est\u00e1n verdes, y todav\u00eda tiernas, y tambi\u00e9n las de la parra. Pero no veo flores en el manzano; y no veo fruta, ni en el manzano, ni en la higuera, ni en la vid. Se\u00f1al de que el manzano ha florecido ya, pero hace poco tiempo, y los peque\u00f1os frutos todav\u00eda no se ven.<\/p>\n

    3Mar\u00eda, agasajada por un anciano que la acompa\u00f1a – parece el due\u00f1o de la casa -, sube la escalera exterior y entra en una amplia sala que parece ocupar toda o buena parte de la planta alta.<\/p>\n

    Creo comprender que los recintos de la planta baja son las habitaciones propiamente dichas, las despensas, los trasteros y las bodegas; mientras que \u00e9sta ser\u00eda el recinto reservado para usos especiales, como fiestas de car\u00e1cter excepcional, o para trabajos que requieran mucho espacio, o tambi\u00e9n para colocar holgadamente productos agr\u00edcolas. Si de fiestas se trata, lo vac\u00edan completamente y lo adornan, como hoy, con ramas verdes, esterillas y mesas ricamente surtidas de viandas. En el centro, suntuosamente provista de manjares, hay una de estas mesas; encima, ya preparado, \u00e1nforas y platos colmados de fruta. A lo largo de la pared de la derecha, respecto a m\u00ed que miro, otra mesa, aderezada, aunque menos ricamente. A lo largo de la pared izquierda, una especie de largo aparador y encima de \u00e9l platos con quesos y otros manjares (me parecen tortas cubiertas de miel, y dulces). En el suelo, junto a esta misma pared, otras \u00e1nforas y tres grandes recipientes con forma de jarra de cobre (m\u00e1s o menos; son una especie de tinajas).<\/p>\n

    Mar\u00eda escucha benignamente a todos; despu\u00e9s, se quita el manto y ayuda, bondadosa, a terminar los preparativos del banquete. La veo ir y venir, poniendo en orden los divanes, derechas las guirnaldas de flores, mejorando el aspecto de los fruteros, comprobando si en las l\u00e1mparas hay aceite. Sonr\u00ede y habla poqu\u00edsimo y en voz muy baja, pero escucha mucho y con mucha paciencia.<\/p>\n

    Un gran rumor de instrumentos musicales viene del camino (realmente poco arm\u00f3nicos). Todos, menos Mar\u00eda, corren afuera. Veo entrar a la novia, toda emperifollada y feliz, rodeada de parientes y amigos, al lado del novio, que ha sido el primero en salir presuroso a su encuentro.<\/p>\n

    4Y en este momento la visi\u00f3n sufre un cambio. Veo, en vez de la casa, un pueblo. No s\u00e9 si es Can\u00e1 u otra aldea cercana. Y veo a Jes\u00fas con Juan y otro, que me parece que es Judas Tadeo (pero podr\u00eda equivocarme respecto al segundo). Por lo que respecta a Juan, no me equivoco. Jes\u00fas est\u00e1 vestido de blanco y tiene un manto azul marino. Al o\u00edr el sonido de los instrumentos, el compa\u00f1ero de Jes\u00fas pregunta algo a un hombre de condici\u00f3n sencilla y transmite la respuesta a Jes\u00fas.<\/p>\n

    \u00abVamos a darle una satisfacci\u00f3n a mi Madre\u00bb dice entonces Jes\u00fas sonriendo. Y se encamina por las tierras, con sus dos compa\u00f1eros, hacia la casa. Me he olvidado de decir que tengo la impresi\u00f3n de que Mar\u00eda es o pariente o muy amiga de los parientes del novio, porque se ve que los trata con familiaridad.<\/p>\n

    Cuando Jes\u00fas llega, la persona de antes, puesta como centinela, avisa a los dem\u00e1s. El due\u00f1o de la casa, junto con su hijo, el novio, y con Mar\u00eda, baja al encuentro de Jes\u00fas y le saluda respetuosamente. Saluda tambi\u00e9n a los otros dos. El novio hace lo mismo.<\/p>\n

    Pero lo que m\u00e1s me gusta es el saludo lleno de amor y de respeto de Mar\u00eda a su Hijo, y viceversa. No grandes manifestaciones externas. Pero la palabra de saludo: \u00abLa paz est\u00e1 contigo\u00bb va acompa\u00f1ada de una mirada de tal naturaleza, y una sonrisa tal, que valen por cien abrazos y cien besos. El beso tiembla en los labios de Mar\u00eda pero no lo da. S\u00f3lo pone su mano blanca y menuda sobre el hombro de Jes\u00fas y apenas le toca un rizo de su larga cabellera: una caricia de p\u00fadica enamorada.<\/p>\n

    5Jes\u00fas sube al lado de su Madre; detr\u00e1s, los disc\u00edpulos y los due\u00f1os de la casa. Entra en la sala del banquete, donde las mujeres se ocupan de a\u00f1adir asientos y cubiertos para los tres invitados, inesperados seg\u00fan me parece. Yo dir\u00eda que era dudosa la venida de Jes\u00fas y absolutamente imprevista la de sus compa\u00f1eros.<\/p>\n

    Oigo con nitidez la voz llena, viril, dulc\u00edsima del Maestro decir al poner pie en la sala: \u00abLa paz sea en esta casa y la bendici\u00f3n de Dios descienda sobre todos vosotros\u00bb: saludo global y lleno de majestad para todos los presentes. Jes\u00fas domina con su aspecto y estatura a todos. Es el invitado, y adem\u00e1s fortuito, pero parece el rey del convite; m\u00e1s que el novio, m\u00e1s que el due\u00f1o de la casa. A pesar de ser humilde y condescendiente, es \u00c9l quien se impone.<\/p>\n

    Jes\u00fas toma asiento en la mesa del centro, con el novio, la novia, los parientes de los novios y los amigos m\u00e1s notables. A los dos disc\u00edpulos, por respeto al Maestro, se los coloca en la misma mesa.<\/p>\n

    Jes\u00fas est\u00e1 de espaldas a la pared en que est\u00e1n las tinajas y los aparadores. Por ello, no lo ve, como tampoco ve el af\u00e1n del mayordomo con los platos de asado que van siendo introducidos por una puertecita que est\u00e1 junto a los aparadores.<\/p>\n

    Observo una cosa: menos las respectivas madres de los novios y menos Mar\u00eda, ninguna mujer est\u00e1 sentada en esa mesa. Todas las mujeres est\u00e1n – y meten bulla como si fueran cien – en la otra mesa que est\u00e1 pegando a la pared, y se las sirve despu\u00e9s de que se ha servido a los novios y a los invitados importantes. Jes\u00fas est\u00e1 al lado del due\u00f1o de la casa. Tiene enfrente a Mar\u00eda, que est\u00e1 sentada al lado de la novia.<\/p>\n

    El banquete comienza. Le aseguro que no falta el apetito, ni tampoco la sed. Los que comen y beben poco son Jes\u00fas y su Madre, la cual, adem\u00e1s, habla poqu\u00edsimo. Jes\u00fas habla un poco m\u00e1s. Pero, a pesar de ser pareo de palabras, no se manifiesta ni enfadado ni desde\u00f1oso. Es un hombre afable, pero no hablador. S\u00ed le consultan algo, responde; si le hablan, se interesa, expone su parecer, pero despu\u00e9s se recoge en s\u00ed como quien est\u00e1 habituado a meditar. Sonr\u00ede, nunca r\u00ede. Y, si oye alguna broma demasiado irreflexiva, hace como si no escuchara. Mar\u00eda se alimenta de la contemplaci\u00f3n de su Jes\u00fas, como Juan, que est\u00e1 hacia el fondo de la mesa y atent\u00edsimo a los labios de su Maestro.<\/p>\n

    6Mar\u00eda se da cuenta de que los criados cuchichean con el mayordomo y de que \u00e9ste est\u00e1 turbado, y comprende lo que de desagradable sucede. \u00abHijo\u00bb dice bajo, llamando la atenci\u00f3n de Jes\u00fas con esa palabra. \u00abHijo, no tienen m\u00e1s vino\u00bb.<\/p>\n

    \u00abMujer, \u00bfqu\u00e9 hay ya entre t\u00fa y Yo?\u00bb. Jes\u00fas, al decir esta frase, sonr\u00ede a\u00fan m\u00e1s dulcemente, y sonr\u00ede Mar\u00eda, como dos que saben una verdad, que es su gozoso secreto y que ignoran todos los dem\u00e1s.<\/p>\n

    7Jes\u00fas me explica el significado de la frase.<\/p>\n

    \u00abEse \u00abya\u00bb, que muchos traductores omiten, es la clave de la frase y explica su verdadero significado.<\/p>\n

    Yo era el Hijo sujeto a la Madre hasta el momento en que la voluntad del Padre me indic\u00f3 que hab\u00eda llegado la hora de ser el Maestro. Desde el momento en que mi misi\u00f3n comenz\u00f3, ya no era el Hijo sujeto a la Madre, sino el Siervo de Dios. Rotas las ligaduras morales hacia la que me hab\u00eda engendrado, se transformaron en otras m\u00e1s altas, se refugiaron todas en el esp\u00edritu, el cual llamaba siempre \u00abMam\u00e1\u00bb a Mar\u00eda, mi Santa. El amor no conoci\u00f3 detenciones, ni enfriamiento, m\u00e1s bien habr\u00eda que decir que jam\u00e1s fue tan perfecto como cuando, separado de Ella como por una segunda filiaci\u00f3n, Ella me dio al mundo para el mundo, como Mes\u00edas, como Evangelizador. Su tercera, sublime, m\u00edstica maternidad, tuvo lugar cuando, en el suplicio del G\u00f3lgota, me di\u00f3 a luz a la Cruz, haciendo de m\u00ed el Redentor del mundo.<\/p>\n

    \u00ab\u00bfQu\u00e9 hay ya entre t\u00fa y Yo?\u00bb. Antes era tuyo, \u00fanicamente tuyo. T\u00fa me mandabas, yo te obedec\u00eda. Te estaba \u00absujeto\u00bb. Ahora soy de mi misi\u00f3n.<\/p>\n

    \u00bfAcaso no lo he dicho?: \u00abQuien, una vez puesta la mano en el arado, se vuelve hacia atr\u00e1s a saludar a quien se queda, no es apto para el Reino de Dios\u00bb. Yo hab\u00eda puesto la mano en el arado para abrir con la reja no la tierra sino los corazones, y sembrar en ellos la palabra de Dios. S\u00f3lo levantar\u00eda esa mano una vez arrancada de all\u00ed para ser clavada en la Cruz y abrir con mi torturante clavo el coraz\u00f3n del Padre m\u00edo, haciendo salir de \u00e9l el perd\u00f3n para la humanidad.<\/p>\n

    Ese \u00abya\u00bb, olvidado por la mayor\u00eda, quer\u00eda decir esto: \u00abHas sido todo para m\u00ed, Madre, mientras fui \u00fanicamente el Jes\u00fas de Mar\u00eda de Nazaret, y me eres todo en mi esp\u00edritu; pero, desde que soy el Mes\u00edas esperado, soy del Padre m\u00edo. Espera un poco todav\u00eda y, acabada la misi\u00f3n, volver\u00e9 a ser todo tuyo; me volver\u00e1s a tener entre los brazos como cuando era ni\u00f1o y nadie te disputar\u00e1 ya este Hijo tuyo, considerado un oprobio de la humanidad, la cual te arrojar\u00e1 sus despojos para cubrirte incluso a ti del oprobio de ser madre de un reo. Y despu\u00e9s me tendr\u00e1s de nuevo, triunfante, y despu\u00e9s me tendr\u00e1s para siempre, t\u00fa tambien triunfante, en el Cielo. Pero ahora soy de todos estos hombres. Y soy del Padre que me ha mandado a ellos\u00bb.<\/p>\n

    Esto es lo que quiere decir ese peque\u00f1o, y tan denso de significado, \u00abya\u00bb\u00bb.<\/p>\n

    8Mar\u00eda ordena a los criados: \u00abHaced lo que \u00c9l os diga\u00bb. Mar\u00eda ha le\u00eddo en los ojos sonrientes del Hijo el asentimiento, revestido de una gran ense\u00f1anza para todos los \u00abllamados\u00bb. Y Jes\u00fas ordena a los criados: \u00abLlenad de agua los c\u00e1ntaros\u00bb.<\/p>\n

    Veo a los criados llenar las tinajas de agua tra\u00edda del pozo (oigo rechinar la polea subiendo y bajando el cubo que gotea). Veo al mayordomo echarse en la copa un poco de ese l\u00edquido con ojos de estupor, probarlo con gestos de a\u00fan m\u00e1s vivo asombro, degustarlo y hablarles al due\u00f1o de la casa y al novio (estaban cercanos).<\/p>\n

    Mar\u00eda mira una vez m\u00e1s al Hijo y sonr\u00ede; luego, tras una nueva sonrisa de Jes\u00fas, inclina la cabeza, ruboriz\u00e1ndose tenuemente: se siente muy dichosa.<\/p>\n

    Un murmullo recorre la sala, las cabezas se vuelven todas hacia Jes\u00fas y Mar\u00eda; hay quien se levanta para ver mejor, quien va a las tinajas… Silencio, y, despu\u00e9s, un coro de alabanzas a Jes\u00fas.<\/p>\n

    Pero \u00c9l se levanta y dice una frase: \u00abAgradec\u00e9dselo a Mar\u00eda\u00bb y se retira del banquete. Los disc\u00edpulos le siguen. En el umbral de la puerta vuelve a decir: \u00abLa paz sea en esta casa y la bendici\u00f3n de Dios descienda sobre vosotros\u00bb y a\u00f1ade: \u00abAdi\u00f3s, Madre\u00bb.<\/p>\n

    La visi\u00f3n cesa.<\/p>\n

    3o El anuncio de Jes\u00fas sobre el Reino de Dios y su invitaci\u00f3n a la conversi\u00f3n <\/strong><\/p>\n

      \n
    1. CURACI\u00d3N DE UN CIEGO EN CAFARNA\u00daM.<\/li>\n<\/ol>\n

      7 de octubre de 1944.<\/p>\n

      1Dice Jesus, y en seguida me invade la paz, y la alegr\u00eda de esta paz luminosa pone alegre mi coraz\u00f3n: \u00abVe. Le gustan mucho los episodios de los ciegos. Pues vamos a darle otro\u00bb. Y yo veo.<\/p>\n

      2Est\u00edo. El Sol declina con gran belleza. Ha puesto al rojo vivo todo el Occidente, y el lago de Genesaret es una enorme l\u00e1mina incandescente bajo el cielo encendido.<\/p>\n

      Veo las calles de Cafarna\u00fam apenas empezando a poblarse de gente: mujeres que van a la fuente, hombres, pescadores preparando las redes y las barcas para la pesca nocturna, ni\u00f1os que corren jugando por las calles, asnos yendo con cestos hacia la campi\u00f1a, quiz\u00e1s para coger verduras.<\/p>\n

      Jes\u00fas se asoma a una puerta que da a un peque\u00f1o patio todo sombreado por una vid y una higuera; m\u00e1s all\u00e1, un caminito pedregoso que bordea el lago. Es la casa de la suegra de Pedro, porque \u00e9ste est\u00e1 en la orilla con Andr\u00e9s; prepara en la barca las cestas para el pescado, y las redes; coloca asientos y rollos de cuerdas, todo lo que se necesita para la pesca, en definitiva, y Andr\u00e9s le ayuda, yendo y viniendo de la casa a la barca.<\/p>\n

      3Jes\u00fas le pregunta a un ap\u00f3stol: \u00ab\u00bfTendremos buena pesca?\u00bb.<\/p>\n

      \u00abEs el tiempo propicio. El agua est\u00e1 tranquila y habr\u00e1 claro de luna. Los peces subir\u00e1n a la superficie desde las capas profundas y mi red los arrastrar\u00e1\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00bfVamos solos?\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00a1Maestro! \u00bfC\u00f3mo crees que podemos ir solos con este sistema de redes?\u00bb.<\/p>\n

      \u00abNo he ido nunca a pescar y espero que t\u00fa me ense\u00f1es\u00bb. Jes\u00fas baja despacito hac\u00eda el lago y se detiene en la orilla de arena gruesa y guijarrosa, cerca de la barca.<\/p>\n

      \u00abMira, Maestro: se hace as\u00ed. Yo salgo al lado de la barca de Santiago de Zebedeo, y se va hasta el punto adecuado, as\u00ed, emparejados. Despu\u00e9s se echa la red. Un extremo lo tenemos nosotros; T\u00fa lo quieres tener \u00bfno?, eso me has dicho\u00bb.<\/p>\n

      \u00abS\u00ed, si me explicas lo que tengo que hacer\u00bb.<\/p>\n

      \u00abNo hay m\u00e1s que vigilar el descenso, que la red baje despacio y sin formar nudos; lentamente, porque estaremos en aguas de pesca y un movimiento demasiado brusco puede alejar a los peces; y sin nudos para no cerrar la red, que se debe abrir como una bolsa, o una vela, si lo prefieres, hinchada por el viento. Luego, cuando toda la red haya bajado, remaremos despacio, o iremos con vela seg\u00fan la necesidad, describiendo un semic\u00edrculo sobre el lago, y cuando la vibraci\u00f3n de la cabilla de seguridad nos diga que la pesca es buena, nos dirigiremos a tierra firme, y all\u00ed, casi en la orilla – no antes, para no correr el riesgo de ver huir la pesca; no despu\u00e9s, para no da\u00f1ar ni a los peces ni la red con las piedras – sacamos la red. En ese momento hace falta tacto, porque las barcas deben acercarse tanto que desde una se pueda retirar el extremo de la red dado a la otra, pero no chocarse para no aplastar la bolsa llena de pescado. 4Atenci\u00f3n, Maestro, es nuestro pan. Ojo a la red; que no se descomponga con las sacud\u00eddas de los peces. Defienden su libertad con fuertes coletazos, y si son muchos… entiendes… son animales peque\u00f1os, pero cuando se juntan diez, cien, mil, adquieren una fuerza como la de Leviat\u00e1n\u00bb.<\/p>\n

      \u00abComo sucede con las culpas, Pedro. En el fondo, una no es irreparable. Pero si uno no tiene cuidado en limitarse a esa una y acumula, acumula, acumula, sucede que al final esa peque\u00f1a culpa (quiz\u00e1s una simple omisi\u00f3n, una simple debilidad) se hace cada vez m\u00e1s grande, se transforma en un h\u00e1bito, se hace vicio capital. Algunas veces se empieza por una mirada concupiscente, y se termina consumando un adulterio. Algunas veces se comienza por una falta de caridad de palabra hacia un pariente, y se termina en un acto violento contra el pr\u00f3jimo. \u00a1Ay si se empieza y se deja que las culpas aumenten de peso con su n\u00famero!… Llegan a ser peligrosas y opresoras como la misma Serpiente infernal, y arrastran al abismo de la Gehena\u00bb.<\/p>\n

      \u00abTienes raz\u00f3n, Maestro… Pero, \u00a1somos tan d\u00e9biles…!\u00bb.<\/p>\n

      \u00abVigilancia y oraci\u00f3n para ser fuertes y obtener ayuda, y firme voluntad de no pecar, luego una gran confianza en la amorosa justicia del Padre\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00bfDices que no ser\u00e1 demasiado severo para con el pobre Sim\u00f3n?\u00bb.<\/p>\n

      \u00abCon el Sim\u00f3n viejo pod\u00eda ser severo, pero con mi Pedro, el hombre nuevo, el hombre, de su Cristo… no, Pedro. \u00c9l te ama y continuar\u00e1 am\u00e1ndote\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00bfY yo?\u00bb.<\/p>\n

      \u00abTambi\u00e9n t\u00fa, Andr\u00e9s, y lo mismo Juan y Santiago, Felipe y Natanael. Sois mis primeros elegidos\u00bb.<\/p>\n

      5\u00ab\u00bfVendr\u00e1n otros? Est\u00e1 tu primo. Y en Judea…\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00a1Oh…, muchos! Mi Reino est\u00e1 abierto a todo el g\u00e9nero humano, y en verdad te digo que m\u00e1s abundante que la m\u00e1s copiosa de tus pescas ser\u00e1 la m\u00eda en las noches de los siglos…: que cada siglo es una noche en la cual es gu\u00eda y luz, no la pura luz de Ori\u00f3n o la de la Luna marinera, sino la palabra de Cristo y la Gracia que vendr\u00e1 de \u00c9l; noche que conocer\u00e1 la aurora de un d\u00eda sin ocaso, de una luz en que todos los fieles vivir\u00e1n, de un Sol que revestir\u00e1 a los elegidos y los har\u00e1 hermosos, eternos, felices como dioses, dioses menores, hijos del Padre Dios, similares a m\u00ed … Ahora no pod\u00e9is entender. Pero en verdad os digo que vuestra vida cristiana os conceder\u00e1 una semejanza con vuestro Maestro, y resplandecer\u00e9is en el Cielo por sus mismos signos. Pues bien, Yo obtendr\u00e9, a pesar de la sorda envidia de Satan\u00e1s y la flaca voluntad del hombre, una pesca m\u00e1s abundante que la tuya\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00bfPero seremos nosotros solos tus ap\u00f3stoles?\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00bfCeloso, Pedro? No. No lo seas. Vendr\u00e1n otros, y en mi coraz\u00f3n habr\u00e1 amor para todos. No seas avaro, Pedro. T\u00fa no sabes todav\u00eda Qui\u00e9n es el que te ama. \u00bfHas contado alguna vez las estrellas? \u00bfY las piedras del fondo de este lago? No. No podr\u00edas. Pues a\u00fan menos podr\u00edas contar los latidos de amor de que es capaz mi coraz\u00f3n. \u00bfHas podido alguna vez contar cu\u00e1ntas veces este mar puede besar la orilla con su \u00f3sculo de ola en el curso de doce lunas? No. No podr\u00edas. Pues a\u00fan menos podr\u00edas contar las olas de amor que de este coraz\u00f3n se derraman para besar a los hombres. Est\u00e1te seguro, Pedro, de mi amor\u00bb.<\/p>\n

      Pedro toma la mano de Jes\u00fas y la besa. Se le ve conmovido.<\/p>\n

      Andr\u00e9s mira y no se atreve. Pero Jes\u00fas le pone la mano entre el pelo y dice: \u00abTamb\u00ed\u00e9n a ti te quiero mucho. En la hora de tu aurora ver\u00e1s reflejado en la b\u00f3veda del cielo – le ver\u00e1s sin tener que alzar los ojos – a tu Jes\u00fas, que te sonreir\u00e1 para decirte: \u00abTe amo. Ven\u00bb, y el paso a la aurora te ser\u00e1 m\u00e1s dulce que la entrada en una c\u00e1mara nupcial…\u00bb.<\/p>\n

      6\u00ab\u00a1Sim\u00f3n! \u00a1Sim\u00f3n! \u00a1Andr\u00e9s! Voy…\u00bb. Juan corre jadeante hacia ellos. \u00ab\u00a1Maestro! \u00bfTe he hecho esperar?\u00bb. Juan mira a Jes\u00fas con su ojo enamorado.<\/p>\n

      Pedro interviene: \u00abVerdaderamente empezaba a pensar que quiz\u00e1s ya no ven\u00edas. Prepara pronto tu barca. \u00bfY Santiago?…\u00bb.<\/p>\n

      \u00abEso… nos hemos retrasado por un ciego. Cre\u00eda que Jes\u00fas estaba en nuestra casa y ha ido all\u00ed. Le hemos dicho: \u00abNo est\u00e1 aqu\u00ed. Quiz\u00e1s ma\u00f1ana te curar\u00e1. Espera\u00bb. Pero no quer\u00eda esperar. Santiago dec\u00eda: \u00abHas esperado mucho la luz, \u00bfqu\u00e9 te supone esperar otra noche?\u00bb. Pero no atiende a razones…\u00bb.<\/p>\n

      \u00abJuan, si t\u00fa estuvieras ciego, \u00bftendr\u00edas prisa de volver a ver a tu madre?\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00a1Claro!\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00bfY entonces?… \u00bfD\u00f3nde est\u00e1 el ciego?\u00bb.<\/p>\n

      \u00abEst\u00e1 viniendo con Santiago. Se le ha agarrado al manto Y no le deja. Pero viene despacio, porque la orilla es pedregosa y \u00e9l se tropieza… Maestro, \u00bfme perdonas el haberme comportado con dureza?\u00bb.<\/p>\n

      \u00abS\u00ed. Pero en reparaci\u00f3n ve a ayudarle al ciego y tr\u00e1emele\u00bb.<\/p>\n

      Juan se marcha corriendo.<\/p>\n

      Pedro hace un ligero movimiento de cabeza, pero calla. Mira al cielo, que tiende a hacerse azul despu\u00e9s de tanto color cobre, mira al lago y a otras barcas que ya han salido a pescar, y suspira.<\/p>\n

      \u00ab\u00bfSim\u00f3n?\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00bfMaestro?\u00bb.<\/p>\n

      \u00abNo tengas miedo. Tendr\u00e1s una pesca abundante aunque salgas el \u00faltimo\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00bfTambi\u00e9n esta vez?\u00bb.<\/p>\n

      \u00abTodas las veces que tengas caridad, Dios te conceder\u00e1 la gracia de la abundancia\u00bb.<\/p>\n

      7\u00abAh\u00ed llega el ciego\u00bb.<\/p>\n

      El pobrecito camina entre Santiago y Juan. Tiene entre las manos un bast\u00f3n, pero no lo usa ahora. Va mejor dej\u00e1ndose conducir por los dos disc\u00edpulos.<\/p>\n

      \u00abAqu\u00ed est\u00e1 el Maestro, frente a ti\u00bb.<\/p>\n

      El ciego se arrodilla: \u00ab\u00a1Se\u00f1or m\u00edo! \u00a1Piedad!\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00bfQuieres ver? Lev\u00e1ntate. \u00bfDesde cu\u00e1ndo est\u00e1s ciego?\u00bb.<\/p>\n

      Los cuatro ap\u00f3stoles se agrupan alrededor de los dos.<\/p>\n

      \u00abDesde hace siete a\u00f1os, Se\u00f1or. Antes ve\u00eda bien y trabajaba. Era herrero en Cesarea Mar\u00edtima. Ganaba bastante. Siempre ten\u00edan necesidad de mi trabajo en el puerto y en los mercados (que eran muchos). Pero, forjando un hierro en forma de ancla – y puedes hacerte una idea de lo rojo que estaba si piensas que no ofrec\u00eda resistencia a los golpes – salt\u00f3 un fragmento incandescente y me quem\u00f3 el ojo. Ya los ten\u00eda enfermos por el calor de la fragua. Perd\u00ed este ojo, y el otro tambi\u00e9n se apag\u00f3 al cabo de tres meses. He terminado los ahorros y ahora vivo de la caridad…\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00bfEst\u00e1s solo?\u00bb.<\/p>\n

      \u00abTengo esposa y tres hijos muy peque\u00f1os… de uno no conozco ni siquiera su cara… y tengo tambi\u00e9n a mi madre, que es ya anciana. No obstante, ahora es ella y mi mujer quienes ganan un poco de pan, y con esto y el \u00f3bolo que llevo yo, no nos morimos de hambre. \u00a1Si T\u00fa me curases!… Volver\u00eda al trabajo. No pido m\u00e1s que trabajar como un buen israelita y ofrecer un pan a quienes amo\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00bfY has venido a m\u00ed? \u00bfQui\u00e9n te lo ha dicho?\u00bb.<\/p>\n

      \u00abUn leproso que curaste al pie del Tabor, cuando volv\u00edas al lago despu\u00e9s de aquel discurso tan hermoso\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00bfQu\u00e9 te ha dicho?\u00bb.<\/p>\n

      \u00abQue T\u00fa lo puedes todo. Que eres salud de los cuerpos y de las almas. Que eres luz para las almas y para los cuerpos, porque eres la Luz de Dios. \u00c9l, el leproso, hab\u00eda osado mezclarse entre la muchedumbre, con el riesgo de ser apedreado, completamente envuelto en un manto, porque te hab\u00eda visto pasar hacia el monte y tu rostro le hab\u00eda encendido una esperanza en el coraz\u00f3n. Me dijo: \u00abVi en ese rostro algo que me dijo: ‘Ah\u00ed hay salud. \u00a1Ve!’. Y fui\u00bb. Me repiti\u00f3 tu discurso y me dijo que T\u00fa le curaste toc\u00e1ndole, sin repugnancia, con tu mano. Volv\u00eda de los sacerdotes despu\u00e9s de la purificaci\u00f3n. Yo le conoc\u00eda, porque le hab\u00eda servido cuando ten\u00eda un almac\u00e9n en Cesarea. Y ahora he venido, por ciudades y pueblos, preguntando por ti. Y te he encontrado… \u00a1Piedad de m\u00ed!\u00bb.<\/p>\n

      8\u00abVen. \u00a1Demasiado viva es todav\u00eda la luz para uno que sale de la oscuridad!\u00bb.<\/p>\n

      \u00abEntonces, \u00bfme curas?\u00bb.<\/p>\n

      Jes\u00fas le conduce hacia la casa de la suegra de Pedro, a la luz atenuada del huertecillo, se le pone delante, pero de forma que los ojos curados no sufran el primer impacto del lago a\u00fan todo jaspeado de luz. El hombre se deja llevar tan d\u00f3cilmente, sin preguntar siquiera, que parece un ni\u00f1o dulc\u00edsimo.<\/p>\n

      \u00ab\u00a1Padre! \u00a1Tu luz a este hijo tuyo!\u00bb. Jes\u00fas tiene extendidas las manos sobre la cabeza del hombre, que est\u00e1 de rodillas. Permanece as\u00ed un momento. Luego se moja la punta de los dedos con saliva y toca apenas con su mano derecha los ojos, que est\u00e1n abiertos pero no tienen vida.<\/p>\n

      Pasa un momento. El hombre parpadea y se restriega los ojos, como uno que saliera del sue\u00f1o y los tuviera obnubilados.<\/p>\n

      \u00ab\u00bfQu\u00e9 ves?\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00a1Oh!… \u00a1Oh!… \u00a1Oh, Dios Eterno! \u00a1Me parece… me parece… oh… que veo… te veo el vestido… es rojo, \u00bfno es verdad?, y una mano blanca… y un cintur\u00f3n de lana!… \u00a1Oh, Jes\u00fas bueno… veo cada vez mejor cuanto m\u00e1s me habit\u00fao a ver!… La hierba del suelo… y eso es un pozo, \u00a1claro!, y all\u00ed hay una vid…\u00bb.<\/p>\n

      \u00abLev\u00e1ntate, amigo\u00bb.<\/p>\n

      El hombre, que llora y r\u00ede al mismo tiempo, se alza y, pasado un instante de lucha entre el respeto y el deseo, levanta la cara y encuentra la mirada de Jes\u00fas, un Jes\u00fas sonriente de piedad, de una piedad que es toda amor. \u00a1Debe ser muy bonito recuperar la vista y ver como primer Sol ese rostro! El hombre emite un grito y tiende los brazos; es un acto instintivo. Pero en seguida se frena.<\/p>\n

      Es Jes\u00fas quien abriendo los suyos arrima a s\u00ed al hombre, que es mucho m\u00e1s bajo que \u00c9l. \u00abVe a tu casa, ahora, y s\u00e9 feliz y justo. Ve con mi paz\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00a1Maestro, Maestro! \u00a1Se\u00f1or! \u00a1Jes\u00fas! \u00a1Santo! \u00a1Bendito! La luz… Pero si veo… veo todo… Ah\u00ed, el lago azul y el cielo sereno y los \u00faltimos rayos de sol y el primer atisbo de luna… Pero el azul m\u00e1s hermoso y sereno lo veo en tu ojo; y en ti veo la belleza del Sol m\u00e1s verdadero, y resplandecer lo puro de la Luna m\u00e1s santa. \u00a1Astro de los que sufren, Luz de los ciegos, Piedad que vives y obras!\u00bb.<\/p>\n

      \u00abYo soy Luz de los esp\u00edritus. S\u00e9 hijo de la Luz\u00bb.<\/p>\n

      \u00abSiempre, Jes\u00fas. Cada vez que mi p\u00e1rpado se abra o cierre sobre mi pupila renacida, renovar\u00e9 este juramento. \u00a1Benditos se\u00e1is T\u00fa y el Alt\u00edsimo!\u00bb.<\/p>\n

      \u00ab\u00a1Bendito sea el Alt\u00edsimo Padre! Adi\u00f3s\u00bb.<\/p>\n

      Y el hombre parte dichoso, seguro, mientras Jes\u00fas y los estupefactos ap\u00f3stoles bajan a dos barcas y comienzan la maniobra de la navegaci\u00f3n.<\/p>\n

      Y la visi\u00f3n termina.<\/p>\n

      4o La Transfiguraci\u00f3n de Jes\u00fas en el Monte Tabor <\/strong><\/p>\n

        \n
      1. LA TRANSFIGURACI\u00d3N<\/li>\n<\/ol>\n

        (Escrito el 3 de diciembre de 1945 y el 5 de agosto de 1944)<\/p>\n

        \u00bfQu\u00e9 hombre hay que no haya visto, por lo menos una vez en su vida, un amanecer sereno de marzo? Y si lo hubiere, es muy infeliz, porque no conoce una de las bellezas m\u00e1s grandes de la naturaleza a la que la primavera ha despertado, la hecho cual una doncella, como deb\u00eda haberlo sido en el primer d\u00eda.<\/p>\n

        En medio de esta belleza, que es l\u00edmpida en todos aspectos y cosas desde las hierbas nuevas y llenas de roc\u00edo, hasta las florecitas que se abren, como ni\u00f1os que acabaran de nacer, desde la primera sonrisa que la luz dibuja en el d\u00eda, hasta los pajarillos que se despiertan con un batir de alas y lanzan su primer \u2015p\u00edo\u2016 interrogativo, preludio de todos sus canoros discursos que lanzar\u00e1n durante el d\u00eda, hasta el aroma mismo del aire que ha perdido en la noche, con el ba\u00f1o del roc\u00edo y la ausencia del hombre, toda mota de polvo, humo, olor de cuerpo humano, van caminando Jes\u00fas, los ap\u00f3stoles y disc\u00edpulos. Con ellos viene tambi\u00e9n Sim\u00f3n de Alfeo. Van en direcci\u00f3n del sudeste, pasando las colinas que coronan Nazaret, atraviesan un arroyo, una llanura encogida entre las colinas nazaretanas y un grupo de montes en direcci\u00f3n hacia el este.<\/p>\n

        El cono semitrunco del Tabor precede a estos montes. El cono semitrunco me recuerda, no s\u00e9 por qu\u00e9, en su cima a la l\u00e1mpara de nuestra ronda vista de perfil.<\/p>\n

        Llegan al Tabor. Jes\u00fas se detiene y dice: \u2015Pedro, Juan y Santiago de Zebedeo, venid conmigo arriba al monte. Los dem\u00e1s desparramaos por las faldas, yendo por los caminos que lo rodean, y predicad al Se\u00f1or. Quiero estar de regreso en Nazaret al atardecer. No os alej\u00e9is, pues, mucho. La paz est\u00e9 con vosotros.\u2016 Y volvi\u00e9ndose a los tres, dice: \u2015Vamos\u2016, y empieza a subir sin volver su mirada atr\u00e1s y con un paso tan r\u00e1pido que Pedro que le sigue, apenas si puede.<\/p>\n

        En un momento en que se detienen, Pedro colorado y sudado, le pregunta jadeando: \u2015\u00bfA d\u00f3nde vamos? No hay casas en el monte. En la cima est\u00e1 aquella vieja fortaleza. \u00bfQuieres ir a predicar all\u00e1?\u2016<\/p>\n

        \u2015Hubiera tomado el otro camino. Est\u00e1s viendo que le he volteado las espaldas. No iremos a la fortaleza, y quien estuviere en ella ni siquiera nos ver\u00e1. Voy a unirme con mi Padre, y os he querido conmigo porque os amo. \u00a1Ea, ligeros!\u2016<\/p>\n

        \u2015Oh, Se\u00f1or m\u00edo, \u00bfno podr\u00edamos ir un poco m\u00e1s despacio, y as\u00ed hablar de lo que o\u00edmos y vimos ayer, que nos dio para pasar hablando toda la noche?\u2016<\/p>\n

        \u201cA las citas con Dios hay que ir r\u00e1pidos<\/em>. \u00a1Fuerzas Sim\u00f3n Pedro! \u00a1All\u00e1 arriba descansar\u00e9is!\u2016 Y contin\u00faa subiendo…<\/p>\n

        (Dice Jes\u00fas: \u2015Aqu\u00ed intercalar\u00e9is la visi\u00f3n de la Transfiguraci\u00f3n del 5 de agosto de 1944, pero sin el dictado que tiene.\u2016)<\/p>\n

        Estoy con mi Jes\u00fas sobre un monte alto. Con Jes\u00fas est\u00e1n Pedro, Santiago y Juan. Siguen subiendo. La mirada alcanza los horizontes. Es un sereno d\u00eda que hace que aun las cosas lejanas se distingan bien.<\/p>\n

        El monte no forma parte de alg\u00fan sistema monta\u00f1oso como el de Judea. Se yergue solitario. Teniendo en cuenta el lugar donde se encuentra, tiene ante s\u00ed el oriente, el norte a la izquierda, a la derecha el sur y a sus espaldas el oeste y la cima que se yergue todav\u00eda a unos cuantos centenares de pasos.<\/p>\n

        Es muy elevado. Uno puede ver hasta muy lejos. El lago de Genesaret parece un trozo de cielo ca\u00eddo para engastarse entre el verdor de la tierra, una turquesa oval encerrada entre esmeraldas de diversa claridad, un espejo que tiembla, que se encrespa un poco al contacto de un ligero viento por el que se resbalan, con agilidad de gaviotas, las barcas con sus velas desplegadas, un tant\u00edn encurvadas hacia las azulejas ondas, con esa gracia con que el halc\u00f3n hiende los aires, cuando va de picada en pos de su presa. De esa vasta turquesa sale una vena, de un azul m\u00e1s p\u00e1lido, all\u00ed donde el arenal es m\u00e1s ancho, y m\u00e1s oscuro all\u00e1 donde las riberas se estrechan, el agua es m\u00e1s profunda y cobriza por la sombra que proyectan los \u00e1rboles que robustos crecen cerca del r\u00edo, que se alimentan de sus aguas. El Jord\u00e1n parece una pincelada casi rectil\u00ednea en la verde llanura. Hay poblados sembrados ac\u00e1 y all\u00e1 del r\u00edo. Algunos no son m\u00e1s que un pu\u00f1ado de casas, otros m\u00e1s grandes, casi como ciudades. Los caminos principales no son m\u00e1s que l\u00edneas amarillentas entre el verdor. Aqu\u00ed, dada la situaci\u00f3n del monte, la llanura est\u00e1<\/p>\n

        m\u00e1s cultivada y es m\u00e1s f\u00e9rtil, muy bella. Se distinguen los diversos cultivos con sus diversos colores que r\u00eden al sol que desciende de un firmamento muy azul.<\/p>\n

        Debe ser primavera, tal vez marzo, si calculo bien la latitud de Palestina, porque veo que el trigo est\u00e1 ya crecido, todav\u00eda verde, que ondea como un mar, veo los penachos de los \u00e1rboles m\u00e1s precoces con sus frutos en sus extremidades como nubecillas blancas y rosadas en este peque\u00f1o mar vegetal, luego prados todos en flor debido al heno por donde las ovejas van comiendo su cotidiano alimento.<\/p>\n

        Junto al monte, en las colinas que le sirven como de base, colinas bajas, cortas, hay dos ciudades, una al sur, y otra al norte.<\/p>\n

        Despu\u00e9s de un breve reposo bajo el fresco de un grupo de \u00e1rboles, por compasi\u00f3n a Pedro a quien las subidas cuestan mucho, se prosigue la marcha. Llegan casi hasta la cresta, donde hay una llanura de hierba en que hay un semic\u00edrculo de \u00e1rboles hacia la orilla. \u2015<\/sub>\u00a1Descansad, amigos! Voy all\u00ed a orar.<\/sub>\u2016<\/sub> Y se\u00f1ala con la mano una gran roca, que <\/sub>sobresale del monte y que se encuentra no hacia la orilla, sino hacia el interior, hacia la cresta. Jes\u00fas se arrodilla sobre la tierra cubierta de hierba y apoya las manos y la cabeza <\/sub>sobre la roca, en la misma posici\u00f3n que tendr\u00e1 en el Getseman\u00ed. No le llega el sol porque lo impide la cresta, pero lo dem\u00e1s est\u00e1 ba\u00f1ado de \u00e9l, hasta la sombra que proyectan los \u00e1rboles donde se han sentado los ap\u00f3stoles.<\/p>\n

        Pedro se quita las sandalias, les quita el polvo y piedrecillas, y se queda as\u00ed, descalzo, con los pies entre la hierba fresca, como estirado, con la cabeza sobre un mont\u00f3n de hierba que le sirve de almohada.<\/p>\n

        Lo imita Santiago, pero para estar m\u00e1s c\u00f3modo busca un tronco de \u00e1rbol sobre el que pone su manto y sobre \u00e9l la cabeza.<\/p>\n

        Juan se queda sentado mirando al Maestro, pero la tranquilidad del lugar, el suave viento, el silencio, el cansancio lo vencen. Baja la cabeza sobre el pecho, cierra sus ojos. Ninguno de los tres duerme profundamente. Se ha apoderado de ellos esa somnolencia de verano que atonta solamente.<\/p>\n

        De pronto los sacude una luminosidad tan viva que anula la del sol, que se esparce, que penetra hasta bajo lo verde de los matorrales y \u00e1rboles, donde est\u00e1n.<\/p>\n

        Abren los ojos sorprendidos y ven a Jes\u00fas transfigurado. Es ahora tal y cual <\/em>como lo veo en las visiones del para\u00edso. Naturalmente sin las llagas o sin la se\u00f1al de la cruz, pero la majestad de su rostro, de su cuerpo es igual, igual por la luminosidad, igual por el vestido que de un color rojo oscuro se ha cambiado en un tejido de diamantes, de perlas, en vestido inmaterial, cual lo tiene en el cielo. Su rostro es un sol esplendid\u00edsimo, en que resplandecen sus ojos de zafiro. Parece todav\u00eda m\u00e1s alto, como si su glorificaci\u00f3n hubiese cambiado su estatura. No sabr\u00eda decir si la luminosidad, que hace hasta fosforescente la llanura, provenga toda de \u00c9l o si sobre la suya propia est\u00e1<\/p>\n

        mezclada la luz que hay en el universo y en los cielos. S\u00f3lo s\u00e9 que es una cosa indescriptible.<\/p>\n

        Jes\u00fas est\u00e1 de pie, m\u00e1s bien, como si estuviera levantado sobre la tierra, porque entre \u00c9l y el verdor del prado hay como un r\u00edo de luz, un espacio que produce una luz sobre la que \u00e9l est\u00e9 parado. Pero es tan fuerte que puedo casi decir que el verdor desaparece bajo las plantas de Jes\u00fas. Es de un color blanco, incandescente. Jes\u00fas est\u00e1 con su rostro levantado al cielo y sonr\u00ede a lo que tiene ante S\u00ed.<\/p>\n

        Los ap\u00f3stoles se sienten presa de miedo. Lo llaman, porque les parece que no es m\u00e1s su Maestro. \u2015\u00a1Maestro, Maestro!\u2016 lo llaman con ansia.<\/p>\n

        \u00c9l no oye.<\/p>\n

        \u2015Est\u00e1 en \u00e9xtasis\u2016 dice Pedro tembloroso. \u2015\u00bfQu\u00e9 estar\u00e1 viendo?\u2016<\/p>\n

        Los tres se han puesto de pie, quieren acercarse a Jes\u00fas, pero no se atreven.<\/p>\n

        La luz aumenta mucho m\u00e1s por dos llamas que bajan del cielo y se ponen al lado de Jes\u00fas. Cuando est\u00e1n ya sobre el verdor, se descorre su velo y aparecen dos majestuosos y luminosos personajes. Uno es m\u00e1s anciano, de mirada penetrante, severa, de barba partida en dos. De su frente salen cuernos de luz, que me lo se\u00f1alan como a Mois\u00e9s. El otro es m\u00e1s joven, delgado, barbudo y velloso, algo as\u00ed como el Bautista, al que se parece por su estatura, delgadez, formaci\u00f3n corporal y severidad. Mientras la luz de Mois\u00e9s es blanca como la de Jes\u00fas, sobre todo en los rayos que brotan de la frente, la que emana de El\u00edas es solar, de llama viva.<\/p>\n

        Los dos profetas asumen una actitud de reverencia ante su Dios encarnado y si les habla con familiaridad, ellos no pierden su actitud reverente. No comprendo ni una de las palabras que dicen.<\/p>\n

        Los tres ap\u00f3stoles caen de rodillas, con la cara entre las manos. Quieren ver, pero tienen miedo. Finalmente Pedro habla: \u2015\u00a1Maestro! \u00a1Maestro, \u00f3yeme!\u2016 Jes\u00fas vuelve su mirada con una sonrisa. Pedro toma \u00e1nimos y dice: \u2015\u00a1Es bello estar aqu\u00ed contigo, con Mois\u00e9s y El\u00edas! Si quieres haremos tres tiendas, para Ti, para Mois\u00e9s y para El\u00edas, \u00a1nos quedaremos aqu\u00ed a servirte!…\u2016<\/p>\n

        Jes\u00fas lo mira una vez m\u00e1s y sonr\u00ede vivamente. Mira tambi\u00e9n a Juan y a Santiago, una mirada que los envuelve amorosamente. Tambi\u00e9n Mois\u00e9s y El\u00edas miran fijamente a los tres. Sus ojos brillan, deben ser como rayos que atraviesan los corazones.<\/p>\n

        Los ap\u00f3stoles no se atreven a a\u00f1adir una palabra m\u00e1s. Atemorizados, callan. Parece como su estuvieran un poco ebrios, pero cuando un velo que no es neblina, que no es nube, que no es rayo, envuelve y separa a los tres gloriosos detr\u00e1s de un resplandor mucho m\u00e1s vivo, los esconde a la mirada de los tres, una voz poderosa, armoniosa vibra, llena el espacio. Los tres caen con la cara sobre la hierba.<\/p>\n

        \u2015Este es mi Hijo amado, en quien encuentro mis complacencias. \u00a1Escuchadlo!\u2016<\/p>\n

        Pedro cuando se ha echado por tierra exclama: \u2015\u00a1Misericordia de m\u00ed que soy un pecador! Es la gloria de Dios que desciende.\u2016 Santiago no dice nada. Juan murmura algo, como si estuviese pr\u00f3ximo a desvanecerse: \u2015\u00a1El Se\u00f1or ha hablado!\u2016<\/p>\n

        Nadie se atreve a levantar la cabeza aun cuando el silencio es absoluto. No ven por esto que la luz solar ha vuelto a su estado, que Jes\u00fas est\u00e1 solo y que ha tornado a ser el Jes\u00fas con su vestido rojo oscuro. Se dirige a ellos sonriente. Los toca, los mueve, los llama por su nombre.<\/p>\n

        \u2015Levantaos. Soy Yo. No teng\u00e1is miedo\u2016 dice, porque los tres no se han atrevido a levantar su cara e invocan misericordia sobre sus pecados, temiendo que sea el \u00e1ngel de Dios que quiere presentarlos ante el Alt\u00edsimo.<\/p>\n

        \u2015\u00a1Levantaos, pues! \u00a1Os lo ordeno!\u2016 repite Jes\u00fas con imperio. Levantan la cara y ven a Jes\u00fas que sonr\u00ede.<\/p>\n

        \u2015\u00a1Oh, Maestro! \u00a1Dios m\u00edo!\u2016 exclama Pedro. \u2015\u00bfC\u00f3mo vamos a hacer para tenerte a nuestro lado, ahora que hemos visto tu gloria? \u00bfC\u00f3mo haremos para vivir entre los hombres, nosotros, hombres pecadores, que hemos o\u00eddo la voz de Dios?\u2016<\/p>\n

        \u2015Deb\u00e9is <\/em>vivir a mi lado, ver mi gloria hasta el fin. Haceos dignos porque el tiempo est\u00e1 cercano. Obedeced al Padre m\u00edo y vuestro. Volvamos ahora entre los hombres porque he venido para estar entre ellos y para llevarlos a Dios. Vamos. Sed santos, fuertes, fieles por recuerdo de esta hora. Tendr\u00e9is parte en mi completa gloria, pero no habl\u00e9is nada de esto, a nadie, ni a los compa\u00f1eros. Cuando el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos y vuelto a la gloria del Padre, entonces hablar\u00e9is, porque entonces ser\u00e1 necesario creer para tener parte en mi reino.\u2016<\/p>\n

        \u2015\u00bfNo debe acaso venir El\u00edas a preparar tu reino? Los rab\u00edes ense\u00f1an as\u00ed.\u2016<\/p>\n

        \u2015El\u00edas ya vino y ha preparado los caminos al Se\u00f1or. Todo sucede como se ha revelado, pero los que ense\u00f1an la revelaci\u00f3n no la conocen y no la comprenden. No ven y no reconocen las se\u00f1ales de los tiempos, y a los que Dios ha enviado. El\u00edas ha vuelto una vez. La segunda ser\u00e1 cuando lleguen los \u00faltimos tiempos para preparar los hombres a Dios. Ahora ha venido a preparar los primeros al Mes\u00edas, y los hombres no lo han querido conocer y lo han atormentado y matado. Lo mismo har\u00e1n con el Hijo del hombre, porque los hombres no quieren reconocer lo que es su bien.\u2016<\/p>\n

        Los tres bajan pensativos y tristes la cabeza. Descienden por el camino que los trajo a la cima.<\/p>\n

        …A mitad de camino, Pedro en voz baja dice: \u2015\u00a1Ah, Se\u00f1or! Repito lo que dijo ayer tu Madre: \u2015\u00bfPor qu\u00e9 nos has hecho esto?\u2016 Tus \u00faltimas palabras borraron la alegr\u00eda de la gloriosa vista que ten\u00edan ante s\u00ed nuestros corazones. Es un d\u00eda que no se olvidar\u00e1. Primero nos llen\u00f3 de miedo la gran luz que nos despert\u00f3, m\u00e1s fuerte que si el monte estuviera en llamas, o que si la luna hubiera bajado sobre el prado, bajo nuestros ojos. Luego tu mirada, tu aspecto, tu elevaci\u00f3n sobre el suelo, como si estuvieses pronto a volar. Tuve miedo de que, disgustado de la maldad de Israel, regresases el cielo, tal vez por orden del Alt\u00edsimo. Luego tuve miedo de ver aparecer a Mois\u00e9s, a quien sus contempor\u00e1neos no pod\u00edan ver sin velo, porque brillaba sobre su cara el reflejo de Dios,<\/p>\n

        y no era m\u00e1s que hombre, mientras ahora es un esp\u00edritu bienaventurado, y El\u00edas… \u00a1Misericordia divina! Cre\u00ed que hab\u00eda llegado mi \u00faltimo momento. Todos los pecados de mi vida, desde cuando me robaba la fruta, all\u00e1 cuando era peque\u00f1\u00edn, hasta el \u00faltimo de haberte mal aconsejado hace algunos d\u00edas, vinieron a mi memoria. \u00a1Con qu\u00e9 tremor me arrepent\u00ed! Luego me pareci\u00f3 que me amaban los dos justos… y tuve el atrevimiento de hablar. Pero su amor me infund\u00eda temor porque no merezco el amor de semejantes esp\u00edritus. Y \u00a1Luego!… \u00a1luego! \u00a1El miedo de los miedos! \u00a1La voz de Dios!… \u00a1Yeov\u00e9 habl\u00f3! \u00a1A nosotros! Orden\u00f3: \u2015\u00a1Escuchadlo!\u2016. Te proclam\u00f3 \u2015su hijo amado en quien encuentra sus complacencias\u2016 \u00a1Qu\u00e9 miedo! \u00a1Yeov\u00e9! \u00a1A nosotros!… \u00a1No cabe duda que tu fuerza nos ha mantenido la vida!… Cuando nos tocaste, y tus dedos ard\u00edan como puntas de fuego, sufr\u00ed el \u00faltimo miedo. Cre\u00ed que hab\u00eda llegado la hora de ser juzgado y que el \u00e1ngel me tocaba para tomar mi alma y llevarla ante el Alt\u00edsimo… \u00bfPero c\u00f3mo hizo tu Madre para ver… para o\u00edr… para vivir, en una palabra, esos momentos de los que ayer hablaste, sin morir, Ella que estaba sola, que era una jovencilla, y sin Ti?\u2016<\/p>\n

        \u2015Mar\u00eda, que no tiene culpa, no pod\u00eda temer a Dios. Eva tampoco lo temi\u00f3 mientras fue inocente y Yo estaba. Yo, el Padre y el Esp\u00edritu. Nosotros que estamos en el cielo, en la tierra y en todo lugar, que ten\u00edamos y tenemos nuestro tabern\u00e1culo en el coraz\u00f3n de Mar\u00eda.\u2016 explica dulcemente Jes\u00fas.<\/p>\n

        \u2015\u00a1Qu\u00e9 cosas!… \u00a1Qu\u00e9 cosas! Pero luego hablaste de muerte… Y toda nuestra alegr\u00eda se acab\u00f3… Pero \u00bfpor qu\u00e9 a nosotros tres? \u00bfNo hubiera sido mejor que todos hubiesen visto tu gloria?\u2016<\/p>\n

        \u2015Exactamente porque muertos de miedo como est\u00e1is al o\u00edr hablar de muerte, y muerte por suplicio del Hijo del Hombre, del Hombre-Dios, \u00c9l ha querido fortificaros para aquella hora y para siempre con un conocimiento anterior de lo que ser\u00e9 despu\u00e9s de la muerte. Acordaos de ello, para que lo dig\u00e1is a su tiempo. \u00bfComprendido?\u2016<\/p>\n

        \u2015S\u00ed, Se\u00f1or. No es posible olvidarlo. Ser\u00eda in\u00fatil contarlo. Dir\u00edan que est\u00e1bamos  \u0333ebrios\u2018\u2016.<\/p>\n

        5o Jes\u00fas instituye la Eucarist\u00eda <\/strong><\/p>\n

        600 La \u00faltima Cena pascual.<\/p>\n

        Empieza el sufrimiento del Jueves Santo.<\/p>\n

        Los ap\u00f3stoles -son diez- se dedican intensamente a preparar el Cen\u00e1culo.<\/p>\n

        Judas, encaramado encima de la mesa, observa si hay aceite en todas las ampollas de la l\u00e1mpara, que es grande y parece una corola de fucsia doble. Y es que est\u00e1 formada por una barra -el tallo- rodeada de cinco l\u00e1mparas en ampollas que asemejan a p\u00e9talos; luego tiene una segunda vuelta, m\u00e1s abajo, que es toda una coronita de peque\u00f1as llamas; luego, por \u00faltimo, tiene tres peque\u00f1as lamparitas colgadas de delgadas cadenas y que parecen los pistilos de la flor luminosa. Luego baja de un salto y ayuda a Andr\u00e9s a colocar la vajilla en la mesa con arte. Sobre \u00e9sta se ha extendido un fin\u00edsimo mantel.<\/p>\n

        Oigo que Andr\u00e9s dice:<\/p>\n

        -\u00a1Qu\u00e9 espl\u00e9ndido lino!<\/p>\n

        Y Judas Iscariote:<\/p>\n

        -Uno de los mejores manteles de L\u00e1zaro. Marta se ha empe\u00f1ado en traerlo.<\/p>\n

        -\u00bfY estas copas? \u00bfY estas jarras, entonces? – observa Tom\u00e1s, que ha puesto el vino en las preciosas jarras y las mira una y otra vez con ojos de experto, espej\u00e1ndose en sus panzas estilizadas y acariciando sus asas trabajadas con cincel.<\/p>\n

        -\u00bfQui\u00e9n sabe lo que costar\u00e1n, eh? – pregunta Judas Iscariote.<\/p>\n

        -Est\u00e1 trabajado con martillo. A mi padre le encantar\u00edan. La plata y el oro en hojas se pliegan con facilidad cuanto est\u00e1n calientes. Pero tratado as\u00ed… Para estropearlo basta un momento; es suficiente a un golpe mal dado. Se necesitan fuerza y ligereza al mismo tiempo.<\/p>\n

        -\u00bfVes las asas? Sacadas del bloque, no soldadas. Cosas de ricos… F\u00edjate que toda la limadura y lo desbastado se pierden.<\/p>\n

        No s\u00e9 si entiendes lo que te digo.<\/p>\n

        -\u00a1Claro que entiendo! En pocas palabras, es como uno que hace una escultura.<\/p>\n

        -Exactamente.<\/p>\n

        Todos observan con admiraci\u00f3n. Luego vuelven a su trabajo: qui\u00e9n coloca los asientos, qui\u00e9n prepara los aparadores.<\/p>\n

        Entran juntos Pedro y Sim\u00f3n.<\/p>\n

        -\u00a1Oh, por fin hab\u00e9is venido! \u00bfA d\u00f3nde hab\u00e9is ido otra vez? Hab\u00e9is llegado con el Maestro y con nosotros y os hab\u00e9is escapado de nuevo – dice Judas Iscariote.<\/p>\n

        -Una gesti\u00f3n que hab\u00eda que hacer antes de la hora\u00bb responde escuetamente Sim\u00f3n.<\/p>\n

        -\u00bfSientes melancol\u00edas?<\/p>\n

        -Creo que con lo que hemos o\u00eddo durante estos d\u00edas, y en esos labios que nunca hemos encontrado falaces, hay buenas razones para sentirlas.<\/p>\n

        -Y con ese tufo de… Bien, c\u00e1llate, Pedro – masculla Pedro entre dientes.<\/p>\n

        -\u00bfT\u00fa tambi\u00e9n?… Me pareces un desquiciado desde hace algunosd\u00edas. Tienes cara de conejo agreste cuando siente tras s\u00ed al chacal – responde Judas Iscariote.<\/p>\n

        -Y t\u00fa tienes morros de gardu\u00f1a. T\u00fa tampoco est\u00e1s muy guapo desde hace unos d\u00edas. Miras de una manera… Hasta se te han torcido los ojos… \u00bfA qui\u00e9n esperas, o qu\u00e9<\/p>\n

        esperas ver? Pareces seguro. Quieres parecerlo. Pero se te ve como a uno temeroso de algo – replica Pedro.<\/p>\n

        -\u00a1En cuanto a miedo!… \u00a1Tampoco t\u00fa eres ning\u00fan h\u00e9roe!<\/p>\n

        -\u00a1Ninguno lo somos, Judas. T\u00fa llevas el nombre del Macabeo, pero no lo eres. El m\u00edo significa: \u00abDios otorga gracias\u00bb, pero te juro que tiemblo por dentro como quien se supiera portador de desgracia y, sobre todo, tengo miedo de caer en desgracia ante Dios. Sim\u00f3n de Jon\u00e1s, a pesar de su nuevo nombre de \u00abpiedra\u00bb, ahora se manifiesta blando como cera en el fuego.<\/p>\n

        Ya no es estable en su voluntad. \u00a1Y yo nunca lo vi con miedo en medio de desatadas tempestades! Mateo, Bartolm\u00e1i y Felipe parecen son\u00e1mbulos. Mi hermano y Andr\u00e9s no hacen m\u00e1s que suspirar. Los dos primos, en quienes se une el dolor de la sangre con el del amor al Maestro, pues ya los ves: parecen hombres ya viejos. Tom\u00e1s ha perdido su jovialidad. Y Sim\u00f3n est\u00e1 tan ajado por el dolor -yo dir\u00eda: tan corro\u00eddo, l\u00edvido y abatido-, que parece otra vez el leproso consumido de hace tres a\u00f1os \u2013 le responde Juan.<\/p>\n

        -S\u00ed. Nos ha sugestionado a todos con su melancol\u00eda – observa Judas Iscariote.<\/p>\n

        -Mi primo Jes\u00fas, el Maestro y Se\u00f1or m\u00edo y vuestro, est\u00e1 y no est\u00e1 melanc\u00f3lico. Si con esta palabra quieres decir que est\u00e1 triste por el exceso de dolor que todo Israel le est\u00e1 dando – y nosotros vemos este dolor- y por el otro, oculto dolor que s\u00f3lo \u00c9l ve, te digo: \u00abTienes raz\u00f3n\u00bb; pero si usas ese t\u00e9rmino para decir que est\u00e1 desquiciado, eso te lo proh\u00edbo – dice Santiago de Alfeo.<\/p>\n

        -\u00bfY no es demencia una idea fija de melancol\u00eda? Yo he estudiado tambi\u00e9n lo profano, y tengo conocimientos. Jes\u00fas ha dado demasiado de s\u00ed, y ahora tiene la mente cansada.<\/p>\n

        -Lo cual significa \u00abdemente\u00bb, \u00bfno es verdad? – pregunta el otro primo, Judas, que est\u00e1 aparentemente calmo.<\/p>\n

        -\u00a1Justamente eso! \u00a1Hab\u00eda visto con claridad tu padre, justo de santa memoria, a quien t\u00fa tanto te pareces en justicia y sabidur\u00eda! Jes\u00fas -triste destino de una ilustre casa demasiado vieja y que padece senilidad ps\u00edquica- ha tenido siempre una tendencia a esta enfermedad. Suave al principio, luego cada vez m\u00e1s agresiva. T\u00fa mismo has visto c\u00f3mo ha atacado a fariseos y escribas, saduceos y herodianos. \u00c9l se ha hecho imposible la vida, como un camino sembrado de esquirlas de cuarzo. Y se las ha sembrado \u00c9l solo. Nosotros… lo hemos amado tanto, que el amor nos ha puesto un velo delante de nuestros ojos. Pero los que lo amaron sin idolatrarlo: tu padre, tu hermano Jos\u00e9, y primero Sim\u00f3n, vieron las cosas con equilibrio… Hubi\u00e9ramos debido abrir los ojos ante sus palabras. Sin embargo, su dulce hechizo de enfermo nos sedujo. Y ahora… \u00a1En fin!<\/p>\n

        -Judas Tadeo, que -de la misma altura de Judas Iscariote- est\u00e1 justo frente a \u00e9l y parece o\u00edrlo con calma, reacciona violentamente. Con un fuerte rev\u00e9s arroja a Judas, supino, a uno de los asientos, y con una c\u00f3lera contenida en la voz, inclin\u00e1ndose sobre la cara del cobarde que no reacciona -quiz\u00e1s temiendo que Judas Tadeo est\u00e9 al corriente de su crimen- le dice con voz penetrante:<\/p>\n

        -\u00a1Esto por la demencia, reptil! Y si no te estrangulo es porque Jes\u00fas est\u00e1 all\u00ed y es noche de Pascua. \u00a1Pero piensa, pi\u00e9nsalo bien! Si le ocurre algo malo y ya no est\u00e1 \u00c9l para detener mi fuerza, nadie te salva. Es como si ya tuvieras el nudo corredizo en el cuello; y ser\u00e1n estas manos m\u00edas honradas y fuertes de artesano galileo y de descendiente del hondero de Goliat, las que te lo hagan. \u00a1Lev\u00e1ntate, enervado libertino! Y atento a lo que haces, \u00a1eh! Judas se alza, l\u00edvido, sin la m\u00e1s m\u00ednima reacci\u00f3n. Y lo que me maravilla es que ninguno <\/em>reacciona ante este gesto nuevo de Judas Tadeo. Al contrario… est\u00e1 claro que todos lo aprueban.<\/p>\n

        Vuelve el ambiente a la normalidad y un instante despu\u00e9s Jes\u00fas entra. Se asoma en el umbral de la peque\u00f1a puerta por la que su alto f\u00edsico apenas pasa. Pone pie en el tan reducido descansillo, y, con su mansa, triste sonrisa, abriendo los brazos, dice:<\/p>\n

        -La paz sea con vosotros.<\/p>\n

        Es una voz cansada, como la de uno que estuviera languideciendo en lo f\u00edsico o en lo moral.<\/p>\n

        Baja. Acaricia la cabeza rubia de Juan, que ha ido a su encuentro. Sonr\u00ede, como si no supiera nada, a su primo Judas, y dice al otro primo:<\/p>\n

        -Tu madre te ruega que seas dulce con Jos\u00e9. Ha preguntado por m\u00ed y por ti hace poco a las mujeres. Siento no haberle saludado.<\/p>\n

        -Lo vas a hacer ma\u00f1ana.<\/p>\n

        -\u00bfMa\u00f1ana?… Bueno… tendr\u00e9 tiempo de verlo…<\/p>\n

        -\u00a1Oh, Pedro, por fin estaremos un poco juntos! Desde ayer me pareces un fuego fatuo: te veo y luego no te veo. Hoy casi puedo decir que te he perdido. T\u00fa tambi\u00e9n, Sim\u00f3n.<\/p>\n

        -Nuestro pelo m\u00e1s blanco que negro te puede dar la seguridad de que no nos hemos ausentado por apetito carnal \u2013 dice serio Sim\u00f3n.<\/p>\n

        -Aunque… a todas las edades se pueda tener esa hambre… \u00a1Los viejos! Son peores que los j\u00f3venes… – dice ofensivo Judas Iscariote.<\/p>\n

        Sim\u00f3n lo mira. Ya iba a replicar. Pero tambi\u00e9n lo mira Jes\u00fas y dice:<\/p>\n

        -\u00bfTe duele una muela? Tienes el carrillo derecho hinchado y rojo.<\/p>\n

        -S\u00ed. Me duele. Pero no tiene mayor importancia.<\/p>\n

        Los otros no dicen nada y la cosa muere as\u00ed.<\/p>\n

        -\u00bfHab\u00e9is hecho todo lo que hab\u00eda que hacer? \u00bfT\u00fa, Mateo? \u00bfY t\u00fa, Andr\u00e9s? \u00bfY T\u00fa, Judas, has pensado en la ofrenda al Templo?<\/p>\n

        Tanto los dos primeros como Judas Iscariote dicen:<\/p>\n

        -Todo hecho, todo lo que dijiste que hab\u00eda que hacer para hoy. No te preocupes.<\/p>\n

        -Yo he llevado las primicias de L\u00e1zaro a Juana de Cusa. Para los ni\u00f1os. Me han dicho: \u00ab\u00a1Eran mejores aquellas manzanas!\u00bb.<\/p>\n

        \u00a1Aquellas ten\u00edan el sabor del hambre! Y eran tus manzanas – dice Juan con rostro sonriente y de enso\u00f1aci\u00f3n.<\/p>\n

        Tambi\u00e9n Jes\u00fas sonr\u00ede ante un recuerdo…<\/p>\n

        -Yo he visto a Nicodemo y a Jos\u00e9 – dice Tom\u00e1s.<\/p>\n

        -\u00bfLos has visto? \u00bfHas hablado con ellos? – pregunta Judas Iscariote con exagerado inter\u00e9s.<\/p>\n

        -S\u00ed, \u00bfqu\u00e9 hay de raro en ello? Jos\u00e9 es un buen cliente de mi padre.<\/p>\n

        -No lo hab\u00edas dicho antes… \u00a1Por eso me he asombrado!…<\/p>\n

        Judas trata de remediar la impresi\u00f3n que ha dado, una impresi\u00f3n de ansiedad, por el encuentro de Jos\u00e9 y Nicodemo con Tom\u00e1s.<\/p>\n

        -Me resulta extra\u00f1o que no hayan venido a presentarte su obsequioso saludo. Ni ellos ni Cusa ni Manah\u00e9n… Ninguno de los…<\/p>\n

        Pero Judas Iscariote se r\u00ede con una falsa carcajada interrumpiendo a Bartolom\u00e9, y dice:<\/p>\n

        -El cocodrilo vuelve a su madriguera en el momento apropiado.<\/p>\n

        -\u00bfQu\u00e9 quieres decir? \u00bfQu\u00e9 insin\u00faas? – pregunta Sim\u00f3n con una agresividad como nunca ha tenido.<\/p>\n

        -\u00a1Calma, calma! \u00bfQu\u00e9 os sucede? \u00a1Es la noche de Pascua! Nunca hemos tenido aparejo tan digno para consumir el cordero. Celebremos, pues, la cena con esp\u00edritu de paz. Veo que os he turbado mucho con mis instrucciones de estas \u00faltimas noches. Pero, \u00bfveis? \u00a1He terminado! Ahora ya no os voy a causar m\u00e1s turbaci\u00f3n. No est\u00e1 todo dicho en cuanto a m\u00ed se refiere.<\/p>\n

        S\u00f3lo lo esencial. El resto… lo comprender\u00e9is despu\u00e9s. Se os dir\u00e1… \u00a1S\u00ed, vendr\u00e1 el que os lo dir\u00e1! Juan, ve con Judas y alg\u00fan otro por las copas para la purificaci\u00f3n. Y luego nos sentamos a la mesa.<\/p>\n

        La dulzura de Jes\u00fas verdaderamente parte el coraz\u00f3n.<\/p>\n

        Juan con Andr\u00e9s, Judas Tadeo con Santiago, traen una copa grande, echan agua en ella y ofrecen a Jes\u00fas la toalla, y tambi\u00e9n a los compa\u00f1eros, los cuales hacen luego lo mismo con ellos. Y ponen la copa (en realidad es una palangana de metal) en un rinc\u00f3n.<\/p>\n

        -Y ahora cada uno a su sitio. Yo aqu\u00ed, y aqu\u00ed, a la derecha, Juan; al otro lado, mi fiel Santiago: los dos primeros disc\u00edpulos.<\/p>\n

        Despu\u00e9s de Juan mi Piedra fuerte. Y despu\u00e9s de Santiago el que es como el aire, que no se advierte pero siempre est\u00e1 y consuela: Andr\u00e9s. A su lado mi primo Santiago. \u00bfNo te duele, dulce hermano, el que asigne el primer puesto a los primeros? Eres el sobrino del Justo, cuyo esp\u00edritu, m\u00e1s que nunca en esta hora, late en suspendido vuelo sobre m\u00ed. \u00a1Ten paz, padre de mi debilidad de ni\u00f1o, encina a cuya sombra hallaron alivio la Madre y el Hijo! \u00a1Ten paz!… Despu\u00e9s de Pedro, Sim\u00f3n… Sim\u00f3n, ven un momento aqu\u00ed. Quiero mirar fijamente tu rostro leal. Despu\u00e9s te ver\u00e9 ya s\u00f3lo mal, porque otros me cubrir\u00e1n tu honesto rostro.<\/p>\n

        Gracias, Sim\u00f3n. Por todo – y lo besa.<\/p>\n

        Sim\u00f3n, dejado ya, va a su sitio y, un instante, se lleva las manos a la cara con un gesto de aflicci\u00f3n.<\/p>\n

        -En frente de Sim\u00f3n mi Bartolm\u00e1i. Dos honradeces y sabidur\u00edas que se reflejan rec\u00edprocamente. Est\u00e1n bien juntos. Y, al lado, t\u00fa, Judas, hermano m\u00edo. As\u00ed te veo… y me parece estar en Nazaret… cuando alguna fiesta nos reun\u00eda a todos en torno a una mesa… Tambi\u00e9n en Can\u00e1… \u00bfRecuerdas? Est\u00e1bamos el uno al lado del otro. Una fiesta… una fiesta de boda… el primer milagro… el agua transformada en vino… Tambi\u00e9n hoy una fiesta… y tambi\u00e9n hoy habr\u00e1 un milagro… el vino cambiar\u00e1 de naturaleza… y ser\u00e1… – Jes\u00fas se sume en su pensamiento. Con la cabeza baja, est\u00e1 como aislado en su mundo secreto. Los dem\u00e1s lo miran sin decir nada.<\/p>\n

        Alza de nuevo la cabeza y mira fijamente a Judas Iscariote, y le dice:<\/p>\n

        -T\u00fa estar\u00e1s frente a m\u00ed.<\/p>\n

        -\u00bfTanto me quieres? \u00bfM\u00e1s que a Sim\u00f3n, que siempre quieres tenerme enfrente?<\/p>\n

        -Mucho. T\u00fa lo has dicho.<\/p>\n

        -\u00bfPor qu\u00e9, Maestro?<\/p>\n

        -Porque eres el que m\u00e1s ha hecho de todos para esta hora.<\/p>\n

        Judas mira al Maestro y a sus compa\u00f1eros con una mirada muy cambiante: al primero con una cierta, ir\u00f3nica compasi\u00f3n; a los otros, con aire de triunfo.<\/p>\n

        -Y a tu lado, en una parte, Mateo; en la otra, Tom\u00e1s.<\/p>\n

        -Entonces Mateo a mi izquierda y Tom\u00e1s a mi derecha.<\/p>\n

        -Como quieras, como quieras – dice Mateo – Me basta con tener bien de frente a mi Salvador.<\/p>\n

        -Por \u00faltimo, Felipe. \u00bfVeis? El que no est\u00e1 a mi lado en el lado de honor, tiene el honor de estar frente a m\u00ed.<\/p>\n

        Jes\u00fas, en pie en su sitio, vierte en la amplia copa que est\u00e1 colocada delante de \u00c9l -todos tienen altas copas, pero El tiene una mucho m\u00e1s grande, adem\u00e1s de la que tienen todos; debe ser la copa ritual-, vierte el vino. Alza la copa, la ofrece, la pone en la mesa.<\/p>\n

        Luego todos juntos preguntan con tono de salmo:<\/p>\n

        -\u00bfPor qu\u00e9 esta ceremonia?<\/p>\n

        Pregunta formal, de rito, est\u00e1 claro.<\/p>\n

        A la cual Jes\u00fas, como cabeza de familia, responde:<\/p>\n

        -Este d\u00eda recuerda nuestra liberaci\u00f3n de Egipto. Bendito sea Yeohveh, que ha creado el fruto de la vid.<\/p>\n

        Bebe un sorbo de este vino ofrecido y pasa el c\u00e1liz a los dem\u00e1s. Luego ofrece el pan, lo parte, lo distribuye; luego las hierbas empapadas en la salsa rojiza que hay en cuatro salseras.<\/p>\n

        Terminada esta parte de la comida cantan salmos, todos en coro. Se lleva a la mesa, desde el aparador, la amplia bandeja del cordero asado, y la ponen delante de Jes\u00fas.<\/p>\n

        Pedro, que desempe\u00f1a el papel de… primera parte, de coro, si le gusta m\u00e1s, pregunta:<\/p>\n

        -\u00bfPor qu\u00e9 este cordero, as\u00ed?<\/p>\n

        -Como recuerdo de cuando Israel fue salvado por el cordero inmolado. No muri\u00f3 ning\u00fan primog\u00e9nito donde la sangre brillaba en las jambas y el dintel. Y, despu\u00e9s, mientras todo Egipto lloraba a los primog\u00e9nitos varones muertos, desde el palacio del fara\u00f3n hasta los tugurios, los hebreos, capitaneados por Mois\u00e9s, se movieron hacia la tierra de la liberaci\u00f3n y la promesa.<\/p>\n

        Ce\u00f1idas ya sus cinturas, calzados los pies, cayado en mano, fue diligente el pueblo de Abraham para ponerse en marcha cantando los himnos del j\u00fabilo.<\/p>\n

        Todos se ponen en pie y entonan:<\/p>\n

        -Cuando Israel sali\u00f3 de Egipto y la casa de Jacob de un pueblo b\u00e1rbaro, Judea vino a ser su santuario\u00bb etc., etc. (en la Neovulgata Salmo 114). <\/em><\/p>\n

        Ahora Jes\u00fas corta el cordero, llena un nuevo c\u00e1liz, bebe de \u00e9l y lo pasa. Luego entonan otro canto:<\/p>\n

        -Ni\u00f1os, alabad al Se\u00f1or; bendito sea el Nombre del Eterno, ahora y por los siglos de los siglos. De Oriente a Occidente debe ser alabado\u00bb etc. (Salmo 113). <\/em><\/p>\n

        Jes\u00fas da los trozos de cordero cuidando de que todos queden bien servidos, justamente como har\u00eda un padre de familia rodeado de los amados hijos de su coraz\u00f3n. Solemne, un poco triste, mientras dice:<\/p>\n

        -He deseado ardientemente comer con vosotros esta Pascua. Ha sido para m\u00ed el deseo de los deseos, desde que fui \u2013ab aeterno- \u00abel Salvador\u00bb. Sab\u00eda que esta hora preceder\u00eda a esa otra. <\/em>Mas la alegr\u00eda de darme <\/em>infund\u00eda, anticipadamente, este consuelo a mi padecer… He deseado ardientemente <\/em>comer con vosotros esta Pascua, porque ya nunca comer\u00e9 del fruto de la vid hasta la llegada del Reino de Dios. Entonces me sentar\u00e9 nuevamente con los elegidos en el Banquete del Cordero, para el desposorio de los Vivientes con el Viviente. Pero vendr\u00e1n a \u00e9l solamente los que hayan sido humildes y limpios de coraz\u00f3n como Yo soy.<\/p>\n

        -Maestro, hace un momento has dicho que el que no tiene el honor del sitio lo tiene por estar enfrente de ti. \u00bfC\u00f3mo podemos saber, entonces, qui\u00e9n es el primero de entre nosotros? – pregunta Bartolom\u00e9.<\/p>\n

        -Todos y ninguno. Una vez… volv\u00edamos cansados… nauseados por el odio farisaico. Pero no estabais cansados de discutir entre vosotros acerca de qui\u00e9n era el mayor… Un ni\u00f1o vino a m\u00ed r\u00e1pido… un peque\u00f1o amigo m\u00edo… Y su inocencia endulz\u00f3 la desaz\u00f3n que Yo ten\u00eda por muchas <\/em>cosas (no la \u00faltima, vuestra humanidad obstinada). \u00bfD\u00f3nde est\u00e1s ahora, peque\u00f1o Benjam\u00edn que tuviste aquella sabia respuesta que te vino del Cielo porque -\u00e1ngel como eras- el Esp\u00edritu te hablaba? En aquel momento os dije: \u00abSi uno quiere ser el primero, sea el \u00faltimo y el servidor de todos\u00bb. Y os puse como ejemplo al sabio ni\u00f1o. Ahora os digo:<\/p>\n

        \u00abLos reyes de las naciones las dominan. Y los pueblos oprimidos, aun odi\u00e1ndolos, los aclaman, y los reyes son llamados \u2015Benefactores\u2016, \u2015Padres de la Patria\u2016. Mas el odio se anida bajo el falso obsequio\u00bb. Pero entre vosotros no debe ser as\u00ed. Que el mayor sea como el menor; el que es cabeza, como uno que sirve. Efectivamente: \u00bfqui\u00e9n es mayor, el que est\u00e1 a la mesa o el que sirve? El que est\u00e1 a la mesa. Yo, sin embargo, os sirvo; y, dentro de poco, os servir\u00e9 m\u00e1s. Vosotros sois los que hab\u00e9is estado conmigo en las pruebas. Y Yo dispongo para vosotros un puesto en mi Reino de la misma forma que en \u00c9l Yo ser\u00e9 Rey seg\u00fan la voluntad del Padre-, para que com\u00e1is y beb\u00e1is en mi mesa eterna y est\u00e9is sentados en tronos juzgando a las doce tribus de Israel. Hab\u00e9is permanecido a mi lado en mis pruebas… Esto y no otra cosa es lo que os hace grandes ante los ojos del Padre.<\/p>\n

        -\u00bfY los que vendr\u00e1n despu\u00e9s? \u00bfNo tendr\u00e1n un lugar en el Reino? \u00bfS\u00f3lo nosotros?<\/p>\n

        -\u00a1Oh, cu\u00e1ntos pr\u00edncipes habr\u00e1 en mi Casa! Todos los que hayan sido fieles a Cristo en las pruebas de la vida ser\u00e1n pr\u00edncipes en mi Reino. Porque los que hayan perseverado hasta el final en el martirio de la existencia ser\u00e1n como vosotros, que conmigo hab\u00e9is perseverado en mis pruebas. Yo me identifico en mis creyentes. A los predilectos les doy, como ense\u00f1a, ese Dolor que abrazo por vosotros y por todos los hombres. El que me sea fiel en el Dolor ser\u00e1 un bienaventurado m\u00edo; como vosotros, mis amados.<\/p>\n

        -Nosotros hemos perseverado hasta el final.<\/p>\n

        -\u00bfT\u00fa crees, Pedro? Pues te digo que la hora de la prueba debe llegar todav\u00eda. Sim\u00f3n, Sim\u00f3n de Jon\u00e1s, mira que Satan\u00e1s ha pedido cribaros como al trigo. He orado por ti, para que tu fe no vacile. T\u00fa, una vez enmendado, confirma a tus hermanos.<\/p>\n

        -S\u00e9 que soy un pecador. Pero te ser\u00e9 fiel hasta la muerte. Este pecado no lo tengo. Nunca lo tendr\u00e9.<\/p>\n

        -No seas soberbio, Pedro m\u00edo. Esta hora cambiar\u00e1 muchas cosas que antes eran de un modo y ahora ser\u00e1n distintas.<\/p>\n

        \u00a1Cu\u00e1ntas!… Y esas cosas traen y comportan necesidades nuevas. Vosotros lo sab\u00e9is. Siempre os he dicho, incluso cuando \u00edbamos por lugares lejanos recorridos por bandoleros: \u00abNo tem\u00e1is. No nos suceder\u00e1 nada malo, porque los \u00e1ngeles del Se\u00f1or est\u00e1n con nosotros. No os preocup\u00e9is de nada\u00bb. \u00bfOs acord\u00e1is de cuando os dec\u00eda: \u00abNo est\u00e9is preocupados por lo que comer\u00e9is o por el vestido. El Padre sabe qu\u00e9 necesitamos\u00bb? Tambi\u00e9n os dec\u00eda: \u00abEl hombre es mucho m\u00e1s que un p\u00e1jaro y que una flor que hoy es hierba y ma\u00f1ana heno. Y veis que el Padre cuida tambi\u00e9n de la flor y del pajarillo. \u00bfPodr\u00e9is, entonces, dudar de que cuide de vosotros?\u00bb. Y os dec\u00eda: \u00abDad a quien os pida, a quien os hiera presentadle la otra mejilla\u00bb. Os dec\u00eda: \u00abNo llev\u00e9is ni bolsa ni cayado\u00bb. Porque he ense\u00f1ado amor y confianza. Pero ahora… ahora ya no es ese tiempo. Ahora os digo: \u00ab\u00bfOs ha faltado alguna vez algo hasta ahora? \u00bfAlguna vez os han hecho alg\u00fan da\u00f1o?\u00bb.<\/p>\n

        -Nada, Maestro. Y s\u00f3lo a ti te lo han hecho.<\/p>\n

        -As\u00ed veis que mi palabra era veraz. Pero ahora los \u00e1ngeles son, todos, convocados por su Se\u00f1or. Es hora de demonios… Con las alas de oro, los \u00e1ngeles del Se\u00f1or se tapan los ojos, se vendan, y les duele el color de sus alas, porque no es color de amargura y \u00e9sta es hora de luto, y de un luto cruel, sacr\u00edlego… Esta noche no hay \u00e1ngeles en la Tierra. Est\u00e1n junto al trono de<\/p>\n

        Dios para cubrir con su canto las blasfemias del mundo deicida y el llanto del Inocente. Y nosotros estamos solos… Yo y vosotros: solos. Los demonios son los due\u00f1os de esta hora. Por eso nuestro aspecto ahora y nuestra actitud ser\u00e1n como los de los pobres hombres que recelan y no aman. Ahora el que tenga una bolsa tome consigo tambi\u00e9n una alforja, el que no tenga espada venda su manto y c\u00f3mprese una. Porque tambi\u00e9n se dice de m\u00ed en la Escritura, (Isa\u00edas 53, 12) <\/em>y debe cumplirse: \u00abFue contado entre los malhechores\u00bb. En verdad, todo lo que a m\u00ed se refiere toca a su fin.<\/p>\n

        Sim\u00f3n, que se ha alzado y ha ido al arquibanco donde hab\u00eda dejado su rico manto -y es que esta noche todos visten sus mejores indumentos, y, por tanto, llevan pu\u00f1ales, damasquinados pero muy cortos (m\u00e1s cuchillos que pu\u00f1ales), colgados de los ricos cinturones-, coge dos espadas, dos verdaderas espadas, largas, levemente curvadas, y se las lleva a Jes\u00fas:<\/p>\n

        -Yo y Pedro nos hemos armado esta noche. Tenemos \u00e9stas. Pero los dem\u00e1s tienen s\u00f3lo el pu\u00f1al corto.<\/p>\n

        Jes\u00fas toma las espadas, las observa, desenvaina una y prueba su tajo contra una u\u00f1a. Es una extra\u00f1a visi\u00f3n, y produce una impresi\u00f3n todav\u00eda m\u00e1s extra\u00f1a el ver ese fiero instrumento en las manos de Jes\u00fas.<\/p>\n

        -\u00bfQui\u00e9n os las ha dado? – pregunta Judas Iscariote mientras Jes\u00fas observa y calla. Judas parece muy inquieto…<\/p>\n

        -\u00bfQui\u00e9n? Te recuerdo que mi padre era noble y muy poderoso.<\/p>\n

        -Pero Pedro…<\/p>\n

        -\u00bfPero qu\u00e9? \u00bfDesde cu\u00e1ndo tengo que dar cuentas de los regalos que quiero hacer a mis amigos?<\/p>\n

        Jes\u00fas alza la cabeza. Antes ha metido el arma en su vaina y ahora devuelve las dos espadas al Zelote.<\/p>\n

        -Est\u00e1 bien. Son suficientes. Has hecho bien en cogerlas. Pero ahora, antes de beber el tercer c\u00e1liz, esperad un momento.<\/p>\n

        Os he dicho que el mayor es como el menor y que Yo estoy como quien sirve en esta mesa y que m\u00e1s os servir\u00e9. Hasta ahora os he dado alimentos. Es un servicio en orden al cuerpo. Ahora quiero daros un alimento para el esp\u00edritu. No es un plato del rito antiguo; es del nuevo rito. Yo quise bautizarme antes de ser el \u00abMaestro\u00bb. Para esparcir la Palabra bastaba ese bautismo. Ahora ser\u00e1 derramada la Sangre. Vosotros necesit\u00e1is otro lavacro, aunque os hay\u00e1is purificado (con Juan el Bautista en su momento y hoy tambi\u00e9n, en el Templo). No es suficiente. Venid para que os purifique. Suspended la comida. Hay algo m\u00e1s importante que la comida que se da al vientre para que se llene, aunque sea alimento santo, como este del rito pascual; y ello es un esp\u00edritu puro, en disposici\u00f3n de recibir el don del cielo que ya desciende para hacerse un trono en vosotros y daros la Vida. Dar la Vida a quienes est\u00e1n limpios.<\/p>\n

        Jes\u00fas se levanta -debe tambi\u00e9n alzarse Juan, para dejar a Jes\u00fas salir mejor de su sitio-, va a un arquibanco y se quita la t\u00fanica roja; la pone doblada encima del manto, ya doblado, se ci\u00f1e a la cintura una toalla grande, luego va a otra palangana, que todav\u00eda est\u00e1 vac\u00eda y limpia. Echa en ella agua, lleva la palangana al centro de la habitaci\u00f3n, junto a la mesa, y la pone encima de un taburete. Los ap\u00f3stoles lo miran estupefactos.<\/p>\n

        -\u00bfNo me pregunt\u00e1is que qu\u00e9 hago?<\/p>\n

        -No lo sabemos. Te digo que ya estamos purificados – responde Pedro.<\/p>\n

        -Y Yo te repito que eso no importa. Mi purificaci\u00f3n le sirve al que ya est\u00e1 purificado para estarlo m\u00e1s.<\/p>\n

        Se arrodilla. Desata las sandalias a Judas Iscariote y le lava los pies; uno primero, otro despu\u00e9s. Es f\u00e1cil hacerlo, porque los triclinios est\u00e1n hechos de tal manera que los pies quedan hacia la parte externa. Judas est\u00e1 estupefacto. No dice nada. Pero, cuando Jes\u00fas, antes de calzar el pie izquierdo y levantarse, pone el gesto de besarle el pie derecho ya calzado, Judas retrae bruscamente el pie y da un golpe con la suela en la boca divina. Lo hace sin querer. No es un golpe fuerte, pero a m\u00ed me causa mucho dolor. Jes\u00fas sonr\u00ede, y, al ap\u00f3stol, que le dice: \u00ab\u00bfTe he hecho da\u00f1o? Ha sido sin querer… Perdona\u00bb, le responde:<\/p>\n

        -No, amigo. Lo has hecho sin malicia y no hace da\u00f1o. <\/em><\/p>\n

        –<\/em>Judas lo mira… Es una mirada inquieta, huidiza…<\/p>\n

        Jes\u00fas pasa a Tom\u00e1s, luego a Felipe… Rodea el lado estrecho de la mesa y va donde su primo Santiago. Lo lava, y lo besa en la frente al levantarse. Pasa a Andr\u00e9s, que est\u00e1 rojo de verg\u00fcenza y hace esfuerzos por no llorar; lo lava, lo acaricia como a un ni\u00f1o. Luego est\u00e1 Santiago de Zebedeo, que no hace sino susurrar: \u00ab \u00a1Oh, Maestro! \u00a1Maestro! \u00a1Maestro! \u00a1Anonadado y sublime Maestro m\u00edo!\u00bb. Juan se ha desatado ya las sandalias y, mientras Jes\u00fas est\u00e1 agachado sec\u00e1ndole los pies, \u00e9l se inclina y lo besa en el pelo.<\/p>\n

        \u00a1Pero, a Pedro!… \u00a1No es f\u00e1cil convencerlo para este rito!<\/p>\n

        -\u00bfT\u00fa lavarme a m\u00ed los pies? \u00a1Ni por asomo! Mientras viva, no te lo permitir\u00e9. Yo soy un gusano, T\u00fa eres Dios. Cada uno en su lugar.<\/p>\n

        -Lo que Yo hago t\u00fa no puedes comprenderlo por ahora. M\u00e1s adelante lo comprender\u00e1s. D\u00e9jame.<\/p>\n

        -Todo lo que T\u00fa quieras, Maestro. \u00bfQuieres cortarme el cuello? Hazlo. Pero no me lavar\u00e1s los pies.<\/p>\n

        -\u00a1Oh, mi Sim\u00f3n! \u00bfNo sabes que si no te lavo no tendr\u00e1s parte en mi Reino? \u00a1Sim\u00f3n, Sim\u00f3n! Necesitas esta agua para tu alma y para el mucho camino que debes recorrer. \u00bfNo quieres venir conmigo? Si no te lavo, no vienes a mi Reino.<\/p>\n

        -\u00a1Oh, Se\u00f1or m\u00edo bendito! \u00a1Pues entonces l\u00e1vame todo! \u00a1Los pies, las manos y la cabeza!<\/p>\n

        -El que, como vosotros, se ha ba\u00f1ado no necesita lavarse m\u00e1s que los pies, porque ya est\u00e1 enteramente purificado. Los pies… El hombre con los pies camina sobre cosas sucias. Y ello ser\u00eda poco, pues ya os dije que lo que ensucia no es lo que entra y sale con el alimento, ni contamina al hombre lo que se pega a los pies por el camino. No. Lo que le contamina es lo que incuba y madura en su coraz\u00f3n y de all\u00ed sale y contamina sus acciones y sus miembros. Y los pies del hombre de coraz\u00f3n no limpio se dirigen hacia la cr\u00e1pula, la lujuria, los tratos il\u00edcitos, los delitos… Por tanto, son, de entre los miembros del cuerpo, los que tienen mucha parte que purificar… como tambi\u00e9n los ojos, y la boca… \u00a1Oh, hombre!, \u00a1hombre!, \u00a1perfecta criatura un d\u00eda, el primero, y luego tan corrompido por el Seductor! \u00a1Y no hab\u00eda en ti malicia, oh hombre, ni pecado!… \u00bfY ahora? \u00a1Eres todo malicia y pecado y no hay parte en ti que no peque!<\/p>\n

        Jes\u00fas ha lavado los pies a Pedro. Los besa. Y Pedro llora y toma con sus gruesas manos las dos manos de Jes\u00fas, se las pasa por los ojos y las besa luego.<\/p>\n

        Tambi\u00e9n Sim\u00f3n se ha quitado las sandalias y, sin decir nada, se deja lavar. Pero luego, cuando Jes\u00fas est\u00e1 ya para pasar a Bartolom\u00e9, Sim\u00f3n se arrodilla, le besa los pies y dice:<\/p>\n

        -\u00a1L\u00edmpiame de la lepra del pecado como me limpiaste de la lepra del cuerpo, para no quedar confundido en la hora del juicio, Salvador m\u00edo!<\/p>\n

        -No temas, Sim\u00f3n. Vendr\u00e1s a la Ciudad celeste, blanco como nieve alpina.<\/p>\n

        -\u00bfY yo, Se\u00f1or? \u00bfA tu viejo Bartolm\u00e1i qu\u00e9 le dices? Me viste a la sombra de la higuera y le\u00edste mi coraz\u00f3n. \u00bfAhora qu\u00e9 ves?, \u00bfd\u00f3nde me ves? Tranquiliza a este pobre anciano que teme no tener ni fuerza ni tiempo para llegar a como quieres que seamos.<\/p>\n

        Se le ve muy emocionado a Bartolom\u00e9.<\/p>\n

        -Tampoco temas t\u00fa. En aquel momento dije: \u00abHe aqu\u00ed a un verdadero israelita en quien no hay enga\u00f1o\u00bb. Ahora digo: \u00abHe aqu\u00ed a un verdadero cristiano digno del Cristo\u00bb. \u00bfQue d\u00f3nde te veo? Sentado en un trono eterno, vestido de p\u00farpura. Yo estar\u00e9 siempre contigo.<\/p>\n

        Le toca el turno a Judas Tadeo, el cual, cuando ve a sus pies a Jes\u00fas, no sabe contenerse y reclina la cabeza sobre el brazo que tiene apoyado en las mesa y llora.<\/p>\n

        -No llores, dulce hermano. Te sientes como uno que debiera soportar que le arrancasen un nervio, y te parece que no puedes soportarlo. Pero ser\u00e1 un dolor breve. Luego… \u00a1ser\u00e1s feliz, porque me quieres! Te llamas Judas. Y eres como nuestro gran Judas (1 Macabeos 3, 1-9)<\/em>: como un gigante. Eres el protector. Tus acciones son de le\u00f3n y cachorro de le\u00f3n rugientes.<\/p>\n

        Desanidar\u00e1s a los imp\u00edos, que ante ti retroceder\u00e1n, y los inicuos sentir\u00e1n terror. Yo s\u00e9 las cosas. S\u00e9 fuerte. Una eterna uni\u00f3n estrechar\u00e1 y har\u00e1 perfecto nuestro parentesco, en el Cielo – Lo besa tambi\u00e9n a \u00e9l, en la frente, como a su otro primo.<\/p>\n

        -Yo soy pecador, Maestro. A m\u00ed no…<\/p>\n

        -Eras pecador, Mateo. Ahora eres el Ap\u00f3stol. Eres una \u00abvoz\u00bb m\u00eda. Te bendigo. \u00a1Cu\u00e1nto camino han recorrido estos pies para avanzar sin cesar, hacia Dios!… El alma los incitaba y ellos han abandonado todo camino que no fuera mi camino. Contin\u00faa.<\/p>\n

        \u00bfSabes d\u00f3nde termina el sendero? En el seno del Padre m\u00edo y tuyo.<\/p>\n

        Jes\u00fas ha terminado. Deja la toalla, se lava en agua limpia las manos, se pone de nuevo la t\u00fanica, vuelve a su sitio y, al sentarse, dice:<\/p>\n

        -Ahora est\u00e1is limpios, aunque no todos. S\u00f3lo los que han tenido la voluntad de estarlo.<\/p>\n

        Mira fijamente a Judas de Keriot, que ha hecho como si no hubiera o\u00eddo, ocupado en explicar a su compa\u00f1ero Mateo c\u00f3mo su padre se decidi\u00f3 a mandarlo a Jerusal\u00e9n: palabras in\u00fatiles que tienen para Judas -quien, a pesar de su audacia, debe sentirse inc\u00f3modo- la \u00fanica finalidad de guardar las apariencias.<\/p>\n

        Jes\u00fas vierte vino por tercera vez en el c\u00e1liz com\u00fan. Bebe. Ofrece de beber. Luego canta, y los otros le siguen en coro:<\/p>\n

        \u00abAmo porque el Se\u00f1or escucha la voz de mi oraci\u00f3n, porque inclina su o\u00eddo hacia m\u00ed. Le invocar\u00e9 durante toda mi vida. Me rodeaban dolores de muerte\u00bb etc. (Seg\u00fan la numeraci\u00f3n de la Neovulgata, se recitan por orden: Salmo 116 (que agrupa el 114 y el 115 de la Vulgata), Salmo 117, Salmo 118 (largo himno), Salmo 119 (el que no termina nunca) <\/em><\/p>\n

        Un momento de pausa. Luego sigue cantando: \u00abTuve fe y por eso habl\u00e9. Me hab\u00eda humillado profundamente y en medio de mi turbaci\u00f3n dec\u00eda: \u00abTodo hombre es mentiroso\u00bb\u00bb. Mira fijo a Judas.<\/p>\n

        La voz de mi Jes\u00fas, esta noche cansada, recobra fuerza cuando exclama: \u00abValiosa es ante los ojos de Dios la muerte de los santos\u00bb y \u00abHas roto mis cadenas. Te ofrecer\u00e9 un holocausto de alabanza invocando el nombre del Se\u00f1or\u00bb etc. etc. (Salmo 115).<\/p>\n

        Otra breve pausa en el canto, y luego contin\u00faa: \u00abAlabad todas al Se\u00f1or, naciones, todos los pueblos alabadlo. Porque se ha afianzado en nosotros su misericordia y la verdad del Se\u00f1or permanece eterna\u00bb.<\/p>\n

        Otra breve pausa y luego un largo himno: \u00abCelebrad al Se\u00f1or porque es bueno, porque es eterna su misericordia…\u00bb.<\/p>\n

        Judas de Keriot canta tan desentonado, que Tom\u00e1s dos veces lo conduce al tono con su potente voz de bar\u00edtono y lo mira fijamente. Tambi\u00e9n los otros lo miran, porque, por lo general est\u00e1 siempre bien entonado, y de su voz, como de todas las otras cosas -lo he podido comprender- se siente orgulloso. \u00a1Pero esta noche! Ciertas frases le turban, hasta el punto de que le salen gallos, y lo mismo ciertas miradas de Jes\u00fas que subrayan las frases. Una de estas frases es: \u00abEs mejor confiar en el Se\u00f1or que confiar en el hombre\u00bb. Otra es: \u00abSe me empuj\u00f3 y vacilaba, y estaba para caer. Pero el Se\u00f1or me sujet\u00f3\u00bb. Otra es: \u00abNo morir\u00e9, sino que vivir\u00e9 y referir\u00e9 las obras del Se\u00f1or\u00bb. Y, en fin, estas dos que voy a decir, le estrangulan la voz al Traidor en la garganta:<\/p>\n

        \u00abLa piedra desechada por las constructores ha venido a ser piedra angular\u00bb y \u00ab \u00a1Bendito el que viene en el nombre del Se\u00f1or!\u00bb.<\/p>\n

        Acabado el salmo, mientras Jes\u00fas corta y de nuevo pasa trozos de cordero, Mateo pregunta a Judas de Keriot:<\/p>\n

        -\u00bfTe encuentras mal?<\/p>\n

        -No. D\u00e9jame tranquilo. No te preocupes de m\u00ed.<\/p>\n

        -Mateo se encoge de hombros.<\/p>\n

        Juan, que ha o\u00eddo esto, dice:<\/p>\n

        -Tampoco el Maestro est\u00e1 bien. \u00bfQu\u00e9 te sucede, Jes\u00fas m\u00edo? Tienes la voz quebrada; como la de un enfermo o la de uno que haya llorado mucho – y lo abraza, estando con la cabeza apoyada en el pecho de Jes\u00fas.<\/p>\n

        -S\u00f3lo es que ha hablado mucho; y yo, lo \u00fanico es que he andado mucho y he cogido fr\u00edo – dice Judas nervioso.<\/p>\n

        Y Jes\u00fas, sin responderle a \u00e9l, dice a Juan:<\/p>\n

        -T\u00fa ya me conoces… y sabes qu\u00e9 es lo que me cansa…<\/p>\n

        El cordero est\u00e1 casi terminado.<\/p>\n

        Jes\u00fas, que ha comido poqu\u00edsimo y ha bebido s\u00f3lo un sorbo de vino por cada c\u00e1liz -sin embargo, como si se sintiera febril, ha bebido mucha agua- contin\u00faa hablando:<\/p>\n

        -Quiero que comprend\u00e1is mi gesto de antes. Os he dicho que el primero es como el \u00faltimo, y que os dar\u00eda un alimento que no es corporal. Os he dado un alimento de humildad. Para vuestro esp\u00edritu. Vosotros me llam\u00e1is: Maestro y Se\u00f1or. Dec\u00eds bien, porque lo soy. Entonces, si Yo os he lavado los pies, tambi\u00e9n deb\u00e9is lav\u00e1roslos vosotros los unos a los otros. Os he dado ejemplo para que hag\u00e1is lo mismo que Yo he hecho. En verdad os digo: el siervo no es m\u00e1s que su se\u00f1or, ni el ap\u00f3stol m\u00e1s que Aquel que lo ha constituido ap\u00f3stol. Tratad de comprender estas cosas. Y si, comprendi\u00e9ndolas, las pon\u00e9is por obra, ser\u00e9is bienaventurados. Pero no ser\u00e9is todos bienaventurados. Yo os conozco. S\u00e9 a qui\u00e9nes he elegido. No de la misma manera me refiero a todos. Pero digo la verdad. Por otra parte, debe cumplirse lo que en relaci\u00f3n a m\u00ed fue escrito (Salmo 41, 10)<\/em>: \u2015Aquel que come conmigo el pan ha alzado contra m\u00ed su calca\u00f1ar\u00bb. Os digo todo antes de que suceda, para que no abrigu\u00e9is dudas respecto<\/p>\n

        a m\u00ed. Cuando todo est\u00e9 cumplido, creer\u00e9is todav\u00eda m\u00e1s que Yo soy Yo. El que me recibe a m\u00ed recibe al que me ha enviado: al Padre santo que est\u00e1 en los Cielos. Y el que reciba a los que Yo env\u00ede me recibir\u00e1 a m\u00ed mismo. Porque Yo estoy con el Padre y vosotros est\u00e1is conmigo… Pero ahora vamos a cumplir el rito.<\/p>\n

        Vierte de nuevo vino en el c\u00e1liz com\u00fan y, antes de beber de \u00e9l y de pasarlo para que beban, se levanta, y con \u00c9l se levantan todos, y canta otra vez uno de los salmos de antes: \u00abTuve fe y por eso habl\u00e9… \u00bb Y luego uno que no termina nunca.<\/p>\n

        \u00a1Hermoso… pero eterno! Creo identificarlo, por el comienzo y lo largo que es, como el salmo 118. Lo cantan as\u00ed: un trozo todos juntos; luego, por turnos, uno dice un d\u00edstico y los otros, juntos, un trozo; y as\u00ed hasta el final. \u00a1Yo creo que al final tienen que sentir sed!<\/p>\n

        Jes\u00fas se sienta. No se recuesta; se queda sentado, como nosotros. Y habla:<\/p>\n

        -Ahora que el antiguo rito ha sido cumplido, voy a celebrar el nuevo. Os he prometido un milagro de amor. Es la hora de realizarlo. Por esto he deseado esta Pascua. De ahora en adelante, \u00e9sta ser\u00e1 la hostia inmolada en perpetuo rito de amor. Os he amado durante toda la vida de la Tierra, amigos amados. Os he amado durante toda la eternidad, hijos m\u00edos. Y quiero amaros hasta el final. No hay cosa mayor que \u00e9sta. Recordadlo. Yo me marcho. Pero permaneceremos siempre unidos mediante el milagro que voy a cumplir ahora.<\/p>\n

        Jes\u00fas toma un pan todav\u00eda entero. Lo pone encima del c\u00e1liz, que est\u00e1 completamente lleno. Bendice y ofrece ambos, luego parte el pan y toma de \u00e9l trece trozos. Se los da, uno a uno, a los ap\u00f3stoles, y dice:<\/p>\n

        -Tomad y comed. Esto es mi Cuerpo. Haced esto en memoria m\u00eda, que me marcho.<\/p>\n

        Pasa el c\u00e1liz y dice:<\/p>\n

        -Tomad y bebed. \u00c9sta es mi Sangre. \u00c9ste es el c\u00e1liz del nuevo pacto en la Sangre y por la Sangre m\u00eda, que ser\u00e1 derramada por vosotros para el perd\u00f3n de vuestros pecados y para daros la Vida. Haced esto en memoria m\u00eda.<\/p>\n

        Jes\u00fas est\u00e1 trist\u00edsimo. Toda huella de sonrisa, de luz, de color, lo han abandonado. Su rostro es ya de agon\u00eda. Los ap\u00f3stoles lo miran angustiados.<\/p>\n

        Jes\u00fas se levanta y dice:<\/p>\n

        -No os mov\u00e1is. Vuelvo enseguida\u00bb. Toma el trozo decimotercero de pan y el c\u00e1liz y sale del Cen\u00e1culo.<\/p>\n

        -Va donde su Madre – susurra Juan.<\/p>\n

        Y Judas Tadeo suspira:<\/p>\n

        -\u00a1Pobre mujer!<\/p>\n

        Pedro pregunta en voz baja:<\/p>\n

        -\u00bfCrees que Ella sabe?<\/p>\n

        -Sabe todo. Siempre lo ha sabido todo.<\/p>\n

        Hablan todos en voz baj\u00edsima, como delante de un muerto.<\/p>\n

        -Pero, cre\u00e9is que realmente… – pregunta Tom\u00e1s, que no quiere creer todav\u00eda.<\/p>\n

        -\u00bfY lo dudas? Es su hora – responde Santiago de Zebedeo.<\/p>\n

        -Que Dios nos d\u00e9 la fuerza de ser fieles – dice el Zelote.<\/p>\n

        -\u00a1Oh! Yo… – Pedro est\u00e1 para decir algo, pero Juan, que est\u00e1 alerta, dice:<\/p>\n

        -\u00a1Chss! Est\u00e1 aqu\u00ed.<\/p>\n

        Jes\u00fas vuelve. Trae en la mano el c\u00e1liz vac\u00edo. En su fondo, una m\u00ednima se\u00f1al de vino, que, bajo la luz de la l\u00e1mpara, parece realmente sangre.<\/p>\n

        Judas Iscariote, que tiene ante s\u00ed el c\u00e1liz, lo mira como hechizado, y luego desv\u00eda la mirada.<\/p>\n

        Jes\u00fas lo observa y se estremece. Juan, estando apoyado en el pecho de Jes\u00fas, siente este estremecimiento, y exclama:<\/p>\n

        -Dilo, \u00bfno?! Est\u00e1s temblando…<\/p>\n

        -No. No tiemblo por fiebre… Todo os lo he dicho y todo os lo he dado. M\u00e1s no pod\u00eda daros. Os he dado a m\u00ed mismo.<\/p>\n

        Hace ese dulce gesto suyo de las manos, las cuales, antes unidas, ahora se separan y abren, mientras agacha la cabeza, como queriendo decir: \u00abPerdonad si m\u00e1s no puedo. As\u00ed es.\u00bb<\/p>\n

        -Os he dicho todo y os he dado todo. Y repito que el nuevo rito se ha cumplido. Haced esto en memoria m\u00eda. Os he lavado los pies para ense\u00f1aros a ser humildes y puros como el Maestro vuestro. Porque en verdad os digo que los disc\u00edpulos deben ser como es el Maestro. Recordadlo, recordadlo. Incluso cuando est\u00e9is en una posici\u00f3n superior. Ning\u00fan disc\u00edpulo est\u00e1 por encima de su Maestro. De la misma manera que Yo os he lavado, hacedlo entre vosotros. O sea, amaos como hermanos, ayud\u00e1ndoos los unos a los otros, vener\u00e1ndoos rec\u00edprocamente, siendo ejemplo los unos para los otros. Y sed puros. Para ser dignos de comer el Pan vivo que ha bajado del Cielo y tener dentro de vosotros, por su virtud, la fuerza de ser mis disc\u00edpulos en el mundo enemigo que os odiar\u00e1 por causa de mi Nombre. Pero uno de vosotros no es puro. Uno de vosotros me traicionar\u00e1.<\/p>\n

        Por este motivo estoy intensamente conturbado en el esp\u00edritu… La mano del que me traiciona est\u00e1 conmigo en esta mesa. Ni mi amor, ni mi Cuerpo y mi Sangre, ni mi palabra, lo convierten y le hacen arrepentirse. Yo lo perdonar\u00eda yendo a la muerte tambi\u00e9n por \u00e9l.<\/p>\n

        Los disc\u00edpulos se miran aterrorizados, se escrutan, no sin recelos los unos de los otros. Pedro, despert\u00e1ndose todas sus dudas, mira fijamente a Judas Iscariote. Judas Tadeo se pone en pie como impulsado por un resorte, para mirar tambi\u00e9n a Judas por encima del cuerpo de Mateo.<\/p>\n

        \u00a1Pero \u00e9ste se muestra tan seguro! A su vez, clava sus ojos en Mateo, como si sospechara de \u00e9l. Luego fija su mirada en<\/p>\n

        Jes\u00fas. Sonr\u00ede y pregunta:<\/p>\n

        -\u00bfSoy yo, acaso, \u00e9se?<\/p>\n

        Parece el m\u00e1s seguro de su honestidad, y parece que si hace esta pregunta es s\u00f3lo porque no se interrumpa la conversaci\u00f3n.<\/p>\n

        Jes\u00fas repite su gesto y dice:<\/p>\n

        -T\u00fa lo dices, Judas de Sim\u00f3n. No Yo. T\u00fa lo dices. Yo no te he nombrado. \u00bfPor qu\u00e9 te acusas? Preg\u00fantale a tu voz interior, a tu conciencia de hombre, a esa conciencia que Dios Padre te ha dado para que vivas como hombre, y mira a ver si te acusa. T\u00fa, antes que ning\u00fan otro, lo sabr\u00e1s. Pero, si ella te tranquiliza, \u00bfpor qu\u00e9 dices palabras que son malditas con s\u00f3lo decirlas, y piensas en un hecho igualmente maldito con s\u00f3lo pensarlo, aunque sea por juego?<\/p>\n

        Jes\u00fas habla con calma. Parece sostener la tesis propuesta como lo podr\u00eda hacer un maestro con sus alumnos. La agitaci\u00f3n es fuerte, pero la calma de Jes\u00fas la aplaca.<\/p>\n

        De todas formas, Pedro, que es el que m\u00e1s sospecha de Judas – quiz\u00e1s tambi\u00e9n Judas Tadeo, pero lo parece menos, porque la desenvoltura de Judas Iscariote lo desarma-, tira de una manga a Juan, y cuando Juan, que se hab\u00eda pegado fuertemente a Jes\u00fas al o\u00edr hablar de traici\u00f3n, se vuelve, le susurra:<\/p>\n

        -Preg\u00fantale que qui\u00e9n es.<\/p>\n

        Juan vuelve a su postura de antes. Lo \u00fanico es que alza levemente la cabeza, como para besar a Jes\u00fas, y entretanto le susurra al o\u00eddo:<\/p>\n

        -\u00bfMaestro, qui\u00e9n es?<\/p>\n

        Y Jes\u00fas, con voz baj\u00edsima, devolvi\u00e9ndole el beso entre los cabellos:<\/p>\n

        -Aquel al que d\u00e9 un pedazo de pan untado.<\/p>\n

        Toma un pan todav\u00eda entero, no el resto del usado para la Eucarist\u00eda; separa un buen trozo, lo unta en el jugo que ha dejado el cordero en la bandeja, alarga por encima de la mesa el brazo y dice:<\/p>\n

        -Toma, Judas. Esto te gusta.<\/p>\n

        -Gracias, Maestro. S\u00ed que me gusta – y, sin saber lo que es ese bocado, se lo come, mientras Juan, horrorizado, hasta cierra los ojos para no ver la horrenda sonrisa que tiene Judas mientras muerde con sus fuertes dientes el pan acusador.<\/p>\n

        -Bien. Ahora que te he dado esta satisfacci\u00f3n, m\u00e1rchate – dice Jes\u00fas a Judas. – Todo est\u00e1 cumplido, aqu\u00ed (marca mucho la palabra). Lo que en otro lugar queda por hacer hazlo pronto, Judas de Sim\u00f3n.<\/p>\n

        -Te obedezco enseguida, Maestro. Luego me reunir\u00e9 contigo en el Getseman\u00ed. \u00bfVas all\u00ed, verdad?, \u00bfcomo siempre?<\/p>\n

        -Voy all\u00ed… como siempre… s\u00ed.<\/p>\n

        -\u00bfQu\u00e9 tiene que hacer? – pregunta Pedro – \u00bfVa solo?<\/p>\n

        -No soy ning\u00fan ni\u00f1o – dice en tono socarr\u00f3n Judas, que se est\u00e1 poniendo el manto.<\/p>\n

        -D\u00e9jalo que se marche. Yo y \u00e9l sabemos lo que se debe hacer – dice Jes\u00fas.<\/p>\n

        -S\u00ed, Maestro.<\/p>\n

        Pedro guarda silencio. Quiz\u00e1s piensa que ha pecado de desconfianza hacia su compa\u00f1ero. Con la mano en la frente, piensa.<\/p>\n

        Jes\u00fas aprieta contra su coraz\u00f3n a Juan y le susurra otra cosa entre sus cabellos:<\/p>\n

        -No digas nada a Pedro, por ahora. Ser\u00eda un in\u00fatil esc\u00e1ndalo.<\/p>\n

        -Adi\u00f3s, Maestro. Adi\u00f3s, amigos – Judas se despide.<\/p>\n

        -Adi\u00f3s – dice Jes\u00fas.<\/p>\n

        Y Pedro:<\/p>\n

        -Adi\u00f3s, muchacho.<\/p>\n

        Juan, con la cabeza casi en el regazo de Jes\u00fas, susurra:<\/p>\n

        -\u00a1Satan\u00e1s!<\/p>\n

        S\u00f3lo Jes\u00fas lo oye, y suspira.<\/p>\n

        Hay unos minutos de absoluto silencio. Jes\u00fas est\u00e1 cabizbajo, mientras mec\u00e1nicamente acaricia los rubios cabellos de Juan.<\/p>\n

        Luego reacciona. Alza la cabeza, mira alrededor de s\u00ed, sonr\u00ede (una sonrisa consoladora para los disc\u00edpulos). Dice:<\/p>\n

        -Quitamos la mesa. Vamos a sentarnos todos bien juntos, como hijos en torno a su padre.<\/p>\n

        Toman los triclinios que hab\u00eda detr\u00e1s de la mesa (los de Jes\u00fas, Juan, Santiago, Pedro, Sim\u00f3n, Andr\u00e9s y el primo Santiago) y los llevan al otro lado.<\/p>\n

        Jes\u00fas toma asiento en el suyo, igual que antes, entre Santiago y Juan. Pero, cuando ve que Andr\u00e9s va a sentarse en el sitio que ha dejado Judas Iscariote, grita:<\/p>\n

        -No, ah\u00ed no.<\/p>\n

        Un grito impulsivo que su suma prudencia no logra evitar.<\/p>\n

        Luego modifica de esta manera:<\/p>\n

        -No es necesario tanto espacio. Sentados, se puede estar en \u00e9stos; son suficientes. Os quiero tener muy cerca.<\/p>\n

        Ahora, respecto a la mesa, est\u00e1n as\u00ed:<\/p>\n

        0 sea, forman una U alargada con Jes\u00fas en el centro y, enfrente, la mesa -una mesa ya sin comida- y el sitio de Judas.<\/p>\n

        Santiago de Zebedeo llama a Pedro:<\/p>\n

        -Si\u00e9ntate aqu\u00ed. Yo me siento en este taburete, a los pies de Jes\u00fas.<\/p>\n

        -\u00a1Que Dios te bendiga, Santiago! \u00a1Lo estaba deseando! – dice Pedro, y se arrima a su Maestro, que viene a hallarse estrechado entre Juan y Pedro, y tiene a Santiago a los pies.<\/p>\n

        Jes\u00fas sonr\u00ede:<\/p>\n

        -Veo que empiezan a obrar las palabras que he dicho antes. Los buenos hermanos se quieren. Yo tambi\u00e9n te digo, Santiago: \u00abQue Dios te bendiga\u00bb. Tampoco este acto tuyo ser\u00e1 olvidado por el Eterno, y lo encontrar\u00e1s all\u00e1 arriba.<\/p>\n

        Todo lo que pido lo puedo. Ya lo hab\u00e9is visto. Ha bastado un solo deseo para que el Padre concediera al Hijo el darse en Alimento al hombre. Con todo lo que ha sucedido ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre, porque el milagro, s\u00f3lo posible para los amigos de Dios, es testimonio de poder. Cuanto mayor es el milagro, m\u00e1s segura y profunda es esta divina amistad. \u00c9ste es un milagro que, por su forma, duraci\u00f3n y naturaleza, por su magnitud y los l\u00edmites a que llega, no admite otro posible mayor.<\/p>\n

        Os digo que es tan poderoso, tan sobrenatural, tan incomprensible para el hombre soberbio, que muy pocos lo entender\u00e1n como debe entenderse, y muchos lo negar\u00e1n. \u00bfQu\u00e9 dir\u00e9, entonces? \u00bfCondena para ellos? No. Dir\u00e9: \u00a1piedad!<\/p>\n

        Pero, cuanto mayor es el milagro, mayor es la gloria que recibe su autor. Es Dios mismo quien dice: \u00abS\u00ed, este amado m\u00edo ha recibido lo que ha querido, y Yo lo he concedido, porque grande es la gracia que posee ante mis ojos\u00bb. Y aqu\u00ed dice: \u00abPosee una gracia sin l\u00edmites, como infinito es el milagro que ha hecho\u00bb. La gloria que de Dios revierte en el autor del milagro y la gloria que del autor del milagro revierte en el Padre son parejas: porque toda gloria sobrenatural, procediendo de Dios, a su fuente retorna. Y la gloria de Dios, aun siendo ya infinita, crece y crece y resplandece por la gloria de sus santos. As\u00ed, digo: de la misma forma que ha sido glorificado por Dios el Hijo del hombre, Dios ha sido glorificado por Este. Yo he glorificado a Dios en m\u00ed mismo, a su vez Dios glorificar\u00e1 en s\u00ed a su Hijo; muy pronto lo glorificar\u00e1.<\/p>\n

        \u00a1Exulta, T\u00fa que vuelves a tu Sede, oh Esencia espiritual de la Segunda Persona! \u00a1Exulta, Carne que vuelves a subir despu\u00e9s de tanto destierro en el fango! Y lo que se te va a dar como morada ciertamente no es el Para\u00edso de Ad\u00e1n, sino el excelso Para\u00edso del Padre. Que, si se dijo que sorprendido por un mandato de Dios -dado por boca de un hombre- se detuvo el Sol, (Josu\u00e9 10, 12-14) \u00bf<\/em>qu\u00e9 no suceder\u00e1 en los astros cuando vean el prodigio de la Carne del Hombre subir y sentarse a la derecha del Padre en su Perfecci\u00f3n de materia glorificada?<\/p>\n

        Hijitos m\u00edos, ya poco tiempo estar\u00e9 con vosotros. Luego me buscar\u00e9is como los hu\u00e9rfanos buscan al padre o a la madre muertos. Y, llorando, hablando de \u00c9l ir\u00e9is y llamar\u00e9is en vano al mudo sepulcro, y luego llamar\u00e9is a las puertas azules de los Cielos, con vuestra alma lanzada en suplicante b\u00fasqueda de amor, y dir\u00e9is: \u00ab\u00bfD\u00f3nde est\u00e1 nuestro Jes\u00fas? Queremos tenerlo. Sin<\/p>\n

        \u00c9l ya no hay luz en el mundo, ni alegr\u00eda ni amor. O devolv\u00e9dnoslo o dejadnos entrar. Queremos estar donde \u00c9l\u00bb. Mas no pod\u00e9is, por ahora, ir a donde Yo voy. Se lo dije tambi\u00e9n a los jud\u00edos: \u00abLuego me buscar\u00e9is, pero a donde voy Yo vosotros no pod\u00e9is ir\u00bb. Os lo digo tambi\u00e9n a vosotros.<\/p>\n

        Considerad que ni siquiera mi Madre podr\u00e1 ir a donde Yo voy. Y fijaos que dej\u00e9 al Padre para ir a Ella y hacerme Jes\u00fas en su seno sin mancha. Fijaos que de la Inviolada vine en el \u00e9xtasis luminoso de mi Natividad; y de su amor, hecho leche, me nutr\u00ed.<\/p>\n

        Yo estoy hecho de pureza y amor porque Mar\u00eda me nutri\u00f3 con su virginidad fecundada por el Amor perfecto que vive en el Cielo.<\/p>\n

        Y fijaos que por Ella crec\u00ed, cost\u00e1ndole fatigas y l\u00e1grimas… Y fijaos que le pido un hero\u00edsmo que supera a todos los realizados hasta ahora, respecto al cual los de Judit y<\/p>\n

        Yael son como hero\u00edsmos de pobres mujeres en oposici\u00f3n con su rival en la fuente del pueblo. Y fijaos que ninguno la iguala en amor a m\u00ed. Pues bien, a pesar de todo, la dejo y voy a donde Ella no ir\u00e1 hasta dentro de mucho tiempo. Para Ella no es el mandato que os doy a vosotros: \u00abSantificaos a\u00f1o tras a\u00f1o, mes tras mes, d\u00eda tras d\u00eda, hora tras hora, para poder venir a m\u00ed cuando llegue vuestro momento\u00bb. En Ella reside toda gracia y santidad. Es la criatura que ha tenido todo y ha dado todo. Nada hay que a\u00f1adir en Ella, y nada hay que quitar. Es el sant\u00edsimo testimonio de lo que puede Dios.<\/p>\n

        Pero para estar seguro de que en vosotros exista la aptitud de venir a m\u00ed y de olvidar el dolor del luto de la separaci\u00f3n de vuestro Jes\u00fas, os doy un mandamiento nuevo: que os am\u00e9is los unos a los otros. Como Yo os he amado, amaos igualmente los unos a los otros. Por esto se sabr\u00e1 que sois mis disc\u00edpulos. Cuando un padre tiene muchos hijos, \u00bfen qu\u00e9 se sabe que son sus hijos? No tanto por el aspecto f\u00edsico -porque hay hombres que son en todo semejantes a otro hombre con el que no tienen ninguna relaci\u00f3n de sangre, y ni siquiera de naci\u00f3n-, cuanto por el com\u00fan amor a la familia, a su padre y entre s\u00ed. E incluso cuando muere el padre la buena familia no se disgrega, porque la sangre es una, que es la que recibieron gen\u00e9ticamente de su padre y anuda v\u00ednculos que ni siquiera la muerte desata, porque m\u00e1s fuerte que la muerte es el amor. Pues bien, si me am\u00e1is aun despu\u00e9s de que os deje, todos reconocer\u00e1n que sois hijos m\u00edos, y por tanto, disc\u00edpulos m\u00edos, y que, habiendo tenido un \u00fanico padre, entre vosotros sois hermanos.<\/p>\n

        Se\u00f1or Jes\u00fas, pero \u00bfa d\u00f3nde vas? – pregunta Pedro.<\/p>\n

        -Voy a donde t\u00fa, por ahora, no puedes seguirme. Pero despu\u00e9s me seguir\u00e1s.<\/p>\n

        -\u00bfY por qu\u00e9 no ahora? Te he seguido siempre, desde que me dijiste: \u00abS\u00edgueme\u00bb. He dejado todo sin a\u00f1oranzas…<\/p>\n

        Marcharte ahora sin tu pobre Sim\u00f3n, dej\u00e1ndome privado de ti, mi Todo, despu\u00e9s de que yo he dejado mi poco bien de antes, no es ni razonable ni bonito por tu parte. \u00bfVas a la muerte? Bien, pues yo tambi\u00e9n voy. Iremos juntos al otro mundo. Pero antes te habr\u00e9 defendido. Estoy preparado para dar la vida por ti.<\/p>\n

        -\u00bfT\u00fa dar\u00e1s tu vida por m\u00ed? \u00bfAhora? Ahora, <\/em>no. En verdad, en verdad te lo digo: antes de que cante el gallo me negar\u00e1s tres veces. Estamos todav\u00eda en la primera vigilia. Luego vendr\u00e1 la segunda… y luego la tercera. Antes del galicinio, renegar\u00e1s de tu Se\u00f1or tres veces.<\/p>\n

        -\u00a1Imposible, Maestro! Creo en todo lo que dices, pero no en esto; estoy seguro de m\u00ed.<\/p>\n

        -Ahora, por ahora <\/em>est\u00e1s seguro; pero es porque ahora me tienes todav\u00eda a m\u00ed. Tienes contigo a Dios. Dentro de poco el Dios encarnado ser\u00e1 prendido y ya no lo tendr\u00e9is. Y Satan\u00e1s, despu\u00e9s de poneros r\u00e9moras -tu propia seguridad es una astucia de Satan\u00e1s, morralla para ponerte r\u00e9moras- os amedrentar\u00e1. Os insinuar\u00e1: \u00abDios no existe. Yo existo\u00bb. Y, dado que, a pesar de que el espanto os empa\u00f1e la mente, todav\u00eda razonar\u00e9is, lo que comprender\u00e9is ser\u00e1 que si Satan\u00e1s es el amo de esa hora, es que ha muerto el Bien y lo que obra es el Mal; que el esp\u00edritu ha sido abatido y triunfa lo humano. Entonces os quedar\u00e9is como guerreros sin caudillo, perseguidos por el enemigo, y, en<\/p>\n

        medio del desconcierto propio de los vencidos, os doblegar\u00e9is ante el vencedor, y, para evitar que os maten, renegar\u00e9is del h\u00e9roe ca\u00eddo.<\/p>\n

        Pero -os lo ruego-, no se turbe vuestro coraz\u00f3n. Creed en Dios. Creed tambi\u00e9n en m\u00ed. Contra todas las apariencias, creed en m\u00ed. Creed en mi misericordia y en la del Padre tanto el que se quede como el que huya; tanto el que calle como el que abra su boca para decir: \u00abNo lo conozco\u00bb. Igualmente, creed en mi perd\u00f3n. Y creed que, cualesquiera que sean en el futuro vuestras acciones, en el Bien y en mi Doctrina (por tanto, en mi Iglesia), esas acciones os dar\u00e1n un igual lugar en el Cielo.<\/p>\n

        En la casa del Padre m\u00edo hay muchas moradas. Si no fuera as\u00ed, os lo habr\u00eda dicho. Porque Yo voy por delante. A preparar un lugar para vosotros. \u00bfNo hacen, acaso, eso los padres buenos, cuando tienen que llevar a sus peque\u00f1uelos a otro lugar? Van por delante, preparan la casa, los enseres, las provisiones. Y luego vuelven y toman consigo a sus m\u00e1s amadas criaturas. Eso hacen, por amor. Para que a sus peque\u00f1uelos no les falte nada, ni se sientan inc\u00f3modos en el nuevo pueblo. Lo mismo hago Yo, y por el mismo motivo. Me marcho, ahora. Cuando haya preparado para cada uno su puesto en la Jerusal\u00e9n celestial, volver\u00e9 y os tomar\u00e9 conmigo, para que est\u00e9is conmigo donde Yo estoy, donde no habr\u00e1 ya muerte ni lutos ni l\u00e1grimas ni gritos ni hambre ni dolor ni tinieblas ni quemaz\u00f3n, sino s\u00f3lo luz, paz, bienaventuranza y canto.<\/p>\n

        \u00a1Oh, canto de los Cielos alt\u00edsimos cuando los doce elegidos est\u00e9n en los tronos con los doce patriarcas de las tribus de Israel y, encendidos en el fuego del amor espiritual, canten, erguidos frente al mar de la bienaventuranza, el c\u00e1ntico eterno cuyo arpegio ser\u00e1 el eterno aleluya del ej\u00e9rcito ang\u00e9lico…!<\/p>\n

        Quiero que donde voy a estar est\u00e9is vosotros. Y ya sab\u00e9is a d\u00f3nde voy, y sab\u00e9is el camino.<\/p>\n

        -\u00a1Pero Se\u00f1or! Nosotros no sabemos nada. No nos dices a d\u00f3nde vas. \u00bfC\u00f3mo podemos saber el camino que hay que tomar para ir hacia ti y abreviar la espera? – pregunta Tom\u00e1s.<\/p>\n

        -Yo soy el Camino, la Verdad, la Vida. Me lo hab\u00e9is o\u00eddo decir y explicar repetidas veces. Y, en verdad, algunos que ni siquiera sab\u00edan que exist\u00eda un Dios se han encaminado antes por mi camino y ya os preceden. \u00a1Oh!, \u00bfd\u00f3nde est\u00e1s, oveja descarriada de Dios tra\u00edda por m\u00ed de nuevo al redil?, \u00bfd\u00f3nde est\u00e1s t\u00fa, resucitada de alma?<\/p>\n

        -\u00bfQui\u00e9n? \u00bfDe qui\u00e9n hablas? \u00bfDe Mar\u00eda de L\u00e1zaro? Est\u00e1 all\u00ed, con tu Madre. \u00bfQuieres que venga? \u00bfO quieres que venga Juana? Estar\u00e1, sin duda, en su palacio. Pero, si quieres, vamos a llamarla…<\/p>\n

        -No. No me refiero a ellas… Pienso en aquella que ser\u00e1 mostrada s\u00f3lo en el Cielo… y en Fotinai… Ellas me han encontrado. Y desde entonces no han dejado mi camino. A una le indiqu\u00e9 al Padre como Dios verdadero y al esp\u00edritu como levita en esta individual adoraci\u00f3n; a la otra, que ni siquiera sab\u00eda que ten\u00eda un esp\u00edritu, le dije: \u00abMi nombre es Salvador; salvo a quien tiene buena voluntad de salvarse. Yo soy Aquel que busca a los perdidos, que da la Vida, la Verdad y la Pureza. Quien me busca me encuentra\u00bb. Y<\/p>\n

        ambas han encontrado a Dios… Os bendigo, d\u00e9biles Evas que hab\u00e9is venido a ser m\u00e1s fuertes que Judit… Voy a donde est\u00e1is… Vosotras me consol\u00e1is… \u00a1Benditas se\u00e1is!…<\/p>\n

        -Mu\u00e9stranos al Padre, Se\u00f1or, y seremos como estas mujeres – dice Felipe.<\/p>\n

        -\u00a1Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, \u00bfy t\u00fa, Felipe, no me has conocido todav\u00eda?! El que me ve a m\u00ed ve al Padre m\u00edo. \u00bfC\u00f3mo es que dices: \u00abMu\u00e9stranos al Padre\u00bb? \u00bfNo logras creer que Yo estoy en el Padre y \u00c9l en m\u00ed? Las palabras que os digo no os las digo motu propio, sino que el Padre, que mora en m\u00ed, cumple cada una de mis obras. \u00bfY no cre\u00e9is que Yo est\u00e9 en el Padre y \u00c9l en m\u00ed? \u00bfQu\u00e9 tengo que decir para haceros creer? Pues si no cre\u00e9is en las palabras creed al menos en las obras.<\/p>\n

        Yo os digo, y os lo digo con verdad: el que cree en m\u00ed har\u00e1 las obras que Yo hago, y las har\u00e1 aun mayores, porque voy al Padre. Y todo lo que pid\u00e1is al Padre en mi nombre Yo lo har\u00e9 para que el Padre sea glorificado en su Hijo. Y har\u00e9 lo que me pid\u00e1is en nombre de mi Nombre. Mi Nombre, en lo que realmente es, es conocido por m\u00ed s\u00f3lo y por el Padre que me ha engendrado y por el Esp\u00edritu que de nuestro amor procede. Por ese Nombre todo es posible. El que piensa en mi Nombre con amor me ama, y obtiene; pero no basta amarme, es necesario observar mis mandamientos para tener el verdadero amor.<\/p>\n

        Son las obras las que dan testimonio de los sentimientos. Y por este amor rogar\u00e9 al Padre, y \u00c9l os dar\u00e1 otro Consolador, que permanezca para siempre con vosotros, Uno en quien Satan\u00e1s y el mundo no pueden ensa\u00f1arse, el Esp\u00edritu de la Verdad que el mundo no puede recibir ni herir, porque ni lo ve ni lo conoce. Dirigir\u00e1 contra \u00c9l sus escarnios, pero \u00c9l es tan excelso que el escarnio no lo podr\u00e1 herir; mientras que su piedad superar\u00e1 toda medida para aquellos que lo amen, aunque sean pobres y d\u00e9biles. Vosotros lo conocer\u00e9is, porque ya vive con <\/em>vosotros y pronto estar\u00e1 en <\/em>vosotros.<\/p>\n

        No os dejar\u00e9 hu\u00e9rfanos. Ya os he dicho que volver\u00e9 a vosotros. Pero antes de que llegue la hora de venir a recogeros para ir a mi Reino Yo vendr\u00e9; a vosotros vendr\u00e9. Dentro de poco el mundo ya no me ver\u00e1. Pero vosotros me veis y me ver\u00e9is.<\/p>\n

        Porque Yo vivo y vosotros viv\u00eds. Porque Yo vivir\u00e9 y vosotros tambi\u00e9n vivir\u00e9is. Ese d\u00eda conocer\u00e9is que estoy en el Padre m\u00edo y vosotros en m\u00ed y Yo en vosotros. Porque el que acoge mis preceptos y los observa es el que me ama, y el que me ama ser\u00e1 amado por el Padre m\u00edo y poseer\u00e1 a Dios porque Dios es caridad y quien ama tiene en s\u00ed a Dios. Y Yo lo amar\u00e9 porque en \u00e9l ver\u00e9 a Dios, y me manifestar\u00e9 a \u00e9l d\u00e1ndome a conocer en los secretos de mi amor, de mi sabidur\u00eda, de mi Divinidad encarnada. Ser\u00e1n mis regresos a los hijos del hombre, a quienes amo, aunque sean d\u00e9biles e incluso enemigos. Pero \u00e9stos ser\u00e1n s\u00f3lo d\u00e9biles, y yo los fortalecer\u00e9. Les dir\u00e9: \u00ab\u00a1\u00c1lzate!\u00bb, dir\u00e9 \u00ab\u00a1Sal afuera!\u00bb, dir\u00e9: \u00ab\u00a1S\u00edgueme!\u00bb, dir\u00e9 \u00abEscucha\u00bb, dir\u00e9 \u00abEscribe\u00bb… y vosotros est\u00e1is entre \u00e9stos.<\/p>\n

        -\u00bfPor qu\u00e9, Se\u00f1or, te manifiestas a nosotros y no al mundo? – pregunta Judas Tadeo.<\/p>\n

        -Porque me am\u00e1is y pon\u00e9is por obra mis palabras. El que haga esto ser\u00e1 amado por el Padre y Nosotros iremos a \u00e9l y viviremos con \u00e9l, en \u00e9l; mientras que el que no me ama no pone por obra mis palabras y act\u00faa seg\u00fan la carne y el mundo. Ahora bien, sabed que lo que os he dicho no son palabras de Jes\u00fas Nazareno sino palabras del Padre, porque Yo soy el Verbo del Padre, que me ha enviado. Os he dicho estas cosas hablando as\u00ed,<\/p>\n

        con vosotros, porque quiero Yo mismo prepararos a la completa posesi\u00f3n de la Verdad y la Sabidur\u00eda. Pero todav\u00eda no pod\u00e9is comprender ni recordar. Pero, cuando venga a vosotros el Consolador, el Esp\u00edritu Santo que el Padre enviar\u00e1 en mi Nombre, podr\u00e9is comprender, y os ense\u00f1ar\u00e1 todo y os recordar\u00e1 todo lo que Yo os he dicho.<\/p>\n

        Mi paz os dejo, mi paz os doy. Os la doy no como la da el mundo, y ni siquiera como hasta ahora os la he dado: saludo bendito del Bendito a los bendecidos. La paz que ahora os doy es m\u00e1s profunda. En este adi\u00f3s, os comunico a m\u00ed mismo, mi Esp\u00edritu de paz, de la misma manera que os he comunicado mi Cuerpo y mi Sangre, para que teng\u00e1is en vosotros una fuerza en la inminente batalla. Satan\u00e1s y el mundo desatan su guerra contra vuestro Jes\u00fas. Es su hora. Tened en vosotros la Paz, mi Esp\u00edritu que es esp\u00edritu de paz, porque Yo soy el Rey de la paz. Tened esta paz para no sentiros demasiado desvalidos. El que sufre con la paz de Dios dentro de s\u00ed, sufre, pero ni blasfema ni se desespera.<\/p>\n

        No llor\u00e9is. Hab\u00e9is o\u00eddo tambi\u00e9n que he dicho: \u00abVoy al Padre y luego regresar\u00e9\u00bb. Si me amarais por encima de la carne, os alegrar\u00edais, porque voy con el Padre despu\u00e9s de este gran destierro… Voy donde Aquel que es mayor que Yo y que me ama.<\/p>\n

        Os lo he dicho ahora, antes de que se cumpla -como tambi\u00e9n os he revelado todos los sufrimientos del Redentor antes de ir a ellos- para que, cuando todo se cumpla, cre\u00e1is m\u00e1s en m\u00ed. \u00a1No os turb\u00e9is de esa manera! No os descorazon\u00e9is. Vuestro coraz\u00f3n necesita equilibrio…<\/p>\n

        Poco me queda para hablaros… \u00a1y todav\u00eda tengo mucho que decir! Llegado al final de esta evangelizaci\u00f3n m\u00eda, me parece como si no hubiera dicho todav\u00eda nada, y que mucho, mucho, mucho quede por hacer. Vuestro estado aumenta esta sensaci\u00f3n m\u00eda. \u00bfQu\u00e9 dir\u00e9 entonces? \u00bfQue he desempe\u00f1ado con deficiencias mi funci\u00f3n?, \u00bfo que vosotros sois tan duros de coraz\u00f3n, que para nada ha servido mi obra? \u00bfDudar\u00e9? No. Me pongo en las manos de Dios, y os pongo a vosotros, mis predilectos, en sus manos. \u00c9l dar\u00e1 cumplimiento a la obra de su Verbo. No soy como un padre que muere sin m\u00e1s luz que la humana; Yo espero en Dios. Y aun sintiendo en m\u00ed el apremio de daros todos los consejos de que os veo necesitados, y aun sintiendo que el tiempo huye, voy tranquilo a mi destino. S\u00e9 que sobre las semillas ca\u00eddas en vosotros est\u00e1 para descender el roc\u00edo, un roc\u00edo que las har\u00e1 germinar a todas ellas; y luego vendr\u00e1 el sol del Par\u00e1clito, y las semillas se transformar\u00e1n en \u00e1rboles corpulentos. Muy pronto llegar\u00e1 el pr\u00edncipe de este mundo, aquel con quien Yo nada tengo que ver; y, si no hubiera sido por la finalidad redentora, ning\u00fan poder hubiera tenido en orden a m\u00ed. Pero esto sucede para que el mundo sepa que amo al Padre y que lo amo hasta la obediencia de muerte y que por eso hago lo que me ha mandado.<\/p>\n

        Es la hora de marcharnos. Levantaos. O\u00edd las \u00faltimas palabras. Yo soy la verdadera Vid. El Padre es el Vi\u00f1ador. Al sarmiento que no produce fruto el Padre lo corta y al que produce fruto lo poda para que d\u00e9 a\u00fan m\u00e1s fruto. Vosotros est\u00e1is ya purificados por mi palabra. Permaneced en m\u00ed -Yo permanezco en vosotros- para mantener esa pureza. El sarmiento separado de la vid no puede producir fruto. Igualmente vosotros, si no permanec\u00e9is en m\u00ed. Yo soy la Vid; vosotros, los sarmientos. El que permanece unido a m\u00ed produce abundantes frutos. Pero si uno se separa se seca, y es arrojado al fuego y all\u00ed arde. Porque sin la uni\u00f3n conmigo no pod\u00e9is hacer nada. Permaneced, pues en m\u00ed; que mis palabras permanezcan en vosotros; luego pedid lo que quer\u00e1is y se os conceder\u00e1. El<\/p>\n

        Padre m\u00edo, cuanto m\u00e1s fruto deis y cuanto m\u00e1s disc\u00edpulos m\u00edos se\u00e1is, m\u00e1s glorificado ser\u00e1. Como el Padre me ha amado, as\u00ed os he amado Yo. Permaneced en mi amor, que salva. Am\u00e1ndome, ser\u00e9is obedientes. La obediencia aumenta el rec\u00edproco amor. No dig\u00e1is que me repito. Conozco vuestra debilidad. Quiero que os salv\u00e9is. Os digo estas cosas para que la alegr\u00eda que os he querido dar est\u00e9 en vosotros y sea completa. Amaos. \u00a1Amaos! \u00c9ste es mi mandamiento nuevo. Amaos unos a otros m\u00e1s de lo que cada uno ame a s\u00ed mismo. <\/em>No hay mayor amor que el del que da su vida por sus amigos. Vosotros sois<\/p>\n

        mis amigos y Yo doy la vida por vosotros. Haced lo que os ense\u00f1o y mando.<\/p>\n

        Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su se\u00f1or, mientras que vosotros sab\u00e9is lo que Yo hago.<\/p>\n

        Todo lo sab\u00e9is acerca de m\u00ed. Me he manifestado a vosotros, pero no s\u00f3lo esto, sino que tambi\u00e9n os he revelado al Padre y al Par\u00e1clito y todo lo que he o\u00eddo a Dios.<\/p>\n

        No os hab\u00e9is elegido a vosotros mismos, sino que os he elegido Yo, y os he elegido para que vay\u00e1is a los pueblos y deis fruto en vosotros y en los corazones de los evangelizados y vuestro fruto permanezca, y el Padre os d\u00e9 todo lo que en mi Nombre le pid\u00e1is.<\/p>\n

        No dig\u00e1is: \u00abY entonces, si nos has elegido, \u00bfpor qu\u00e9 has elegido a un traidor? Si lo sabes todo, \u00bfpor qu\u00e9 has hecho esto?\u00bb. No os pregunt\u00e9is ni siquiera qui\u00e9n es \u00e9se. No es un hombre. Es Satan\u00e1s. Se lo dije al amigo fiel y lo he dejado decir al hijo predilecto. Es Satan\u00e1s. Si Satan\u00e1s no se hubiera encarnado -el eterno, torpe remedador de Dios, en una carne mortal-, este<\/p>\n

        pose\u00eddo no hubiera podido quedar al margen de mi poder de Jes\u00fas. He dicho: \u00abpose\u00eddo\u00bb. No. Es mucho m\u00e1s: es uno que est\u00e1 anulado en Satan\u00e1s\u00bb.<\/p>\n

        -\u00bfPor qu\u00e9, T\u00fa que has expulsado los demonios, no lo has liberado? – pregunta Santiago de Alfeo.<\/p>\n

        -\u00bfLo preguntas por amor a ti, temiendo ser \u00e9l? No temas eso.<\/p>\n

        -\u00bfYo, entonces?<\/p>\n

        -\u00bfYo?<\/p>\n

        -\u00bfYo?<\/p>\n

        -Callad. No digo ese nombre. Uso misericordia. Haced vosotros lo mismo.<\/p>\n

        -\u00bfPero por qu\u00e9 no lo has vencido? \u00bfNo pod\u00edas?<\/p>\n

        -Pod\u00eda. Pero para impedir a Satan\u00e1s encarnarse para matarme habr\u00eda debido exterminar a la raza humana antes de la Redenci\u00f3n. \u00bfQu\u00e9 habr\u00eda redimido, entonces?<\/p>\n

        -\u00a1D\u00edmelo, Se\u00f1or, d\u00edmelo!<\/p>\n

        Pedro ha ca\u00eddo de rodillas ante Jes\u00fas y lo zarandea fren\u00e9ticamente, como si el delirio se hubiera apoderado de \u00e9l.<\/p>\n

        -\u00bfSoy yo? \u00bfSoy yo? \u00bfMe examino? No me parece serlo. Pero T\u00fa… has dicho que te negar\u00e9… Y tiemblo… \u00a1Qu\u00e9 horror ser yo!…<\/p>\n

        -No, Sim\u00f3n de Jon\u00e1s, t\u00fa no.<\/p>\n

        -\u00bfPor qu\u00e9 me has quitado mi nombre de \u00abPiedra\u00bb? \u00bfEntonces soy de nuevo Sim\u00f3n? \u00bfLo ves? \u00a1Lo est\u00e1s diciendo! … \u00a1Soy yo! \u00bfC\u00f3mo he podido llegar a esto? Decidlo… decidlo vosotros… \u00bfCu\u00e1ndo me he hecho traidor?… \u00bfSim\u00f3n?… \u00bfJuan?… \u00a1Hablad!…<\/p>\n

        -\u00a1Pedro! \u00a1Pedro! \u00a1Pedro! Te llamo Sim\u00f3n porque pienso en el primer encuentro, cuando eras Sim\u00f3n. Y pienso en c\u00f3mo has sido leal desde el primer momento. No eres t\u00fa. Lo digo Yo: Verdad.<\/p>\n

        -\u00bfQui\u00e9n, entonces?<\/p>\n

        -\u00a1Pues Judas de Keriot! \u00bfNo lo has entendido todav\u00eda? – grita Judas Tadeo, que ya no es capaz de seguir conteni\u00e9ndose.<\/p>\n

        -\u00bfPor qu\u00e9 no me lo has dicho antes? \u00bfPor qu\u00e9? – grita tambi\u00e9n Pedro.<\/p>\n

        -Silencio. Es Satan\u00e1s. No tiene otro nombre. \u00bfA d\u00f3nde vas, Pedro?<\/p>\n

        -A buscarlo.<\/p>\n

        -Deja inmediatamente ese manto y esa arma. \u00bfO es que tengo que expulsarte y maldecirte?<\/p>\n

        -\u00a1No, no! \u00a1Oh, Se\u00f1or m\u00edo! Pero yo… pero yo… \u00bfestar\u00e9 enfermo de delirio? \u00a1Oh! \u00a1Oh!<\/p>\n

        Pedro llora arrojado al suelo a los pies de Jes\u00fas.<\/p>\n

        -Os doy el mandamiento de que os am\u00e9is. Y que perdon\u00e9is <\/em>\u00bfHab\u00e9is comprendido? Aunque en el mundo haya odio, en vosotros haya s\u00f3lo amor. Hacia todos. \u00a1Cu\u00e1ntos traidores encontrar\u00e9is en vuestro camino! Pero no deb\u00e9is odiarlos y devolverles mal por mal. Si eso hiciereis, el Padre os aborrecer\u00e1 a vosotros. Antes de vosotros, fui odiado y traicionado Yo. Y ya veis que Yo no odio. El mundo no puede amar lo que no es como \u00e9l. Por tanto, no os amar\u00e1. Si fuerais suyos, os amar\u00eda; pero no sois del mundo, pues que Yo os he tomado de entre el mundo. Y por esto sois odiados.<\/p>\n

        Os he dicho: el siervo no es m\u00e1s que su se\u00f1or. Si me han perseguido a m\u00ed os perseguir\u00e1n tambi\u00e9n a vosotros. Si me han escuchado a m\u00ed os escuchar\u00e1n tambi\u00e9n a vosotros. Pero todo lo har\u00e1n por causa de mi Nombre, porque no conocen, no quieren <\/em>conocer al que me ha enviado. Si no hubiera venido y no hubiera hablado, no ser\u00edan culpables, pero ahora su pecado no tiene disculpa. Han visto mis obras, o\u00eddo mis palabras, y, no obstante, me han odiado, y conmigo a mi Padre. Porque Yo y el Padre somos una sola Unidad con el Amor. Pero estaba escrito (Salmos 35, 19; 69, 5)<\/em>: \u00abMe odiaste sin motivo\u00bb. Mas cuando venga el Consolador, el Esp\u00edritu de verdad que del Padre procede,<\/p>\n

        dar\u00e1 testimonio de m\u00ed, y tambi\u00e9n vosotros lo dar\u00e9is, porque desde el principio estuvisteis conmigo.<\/p>\n

        Os digo esto para que cuando sea la hora no qued\u00e9is abatidos y escandalizados. Pronto llegar\u00e1 el momento en que os echen de las sinagogas y en que el que os mate pensar\u00e1 que con ello est\u00e1 dando culto a Dios. No han conocido al Padre y tampoco a m\u00ed. En esto est\u00e1 su atenuante. Estas cosas no os las he dicho con tanta amplitud antes de ahora porque erais como ni\u00f1os reci\u00e9n nacidos. Pero ahora la madre os deja. Yo me marcho. Deber\u00e9is habituaros a otro alimento. Quiero que lo conozc\u00e1is.<\/p>\n

        Ya ninguno me pregunta: \u00ab\u00bfA d\u00f3nde vas?\u00bb. La tristeza os hace mudos. Y, no obstante, es bueno tambi\u00e9n para vosotros que me marche; si no, no vendr\u00e1 el Consolador. Yo os lo enviar\u00e9. Y, cuando venga, a trav\u00e9s de la sabidur\u00eda y la palabra, las obras y el hero\u00edsmo que infundir\u00e1 en vosotros, convencer\u00e1 al mundo de su pecado deicida, y de justicia en orden a mi santidad. Y el mundo ser\u00e1 netamente dividido en r\u00e9probos, enemigos de Dios, y creyentes. \u00c9stos ser\u00e1n m\u00e1s o menos santos, seg\u00fan su voluntad. Pero se llevar\u00e1 a cabo el juicio del pr\u00edncipe del mundo y de sus siervos. M\u00e1s no puedo deciros, porque todav\u00eda no pod\u00e9is entender. Pero \u00c9l, el divino Par\u00e1clito, os dar\u00e1 la Verdad entera porque no hablar\u00e1 de s\u00ed mismo, sino que dir\u00e1 todo lo que ha o\u00eddo de la Mente de Dios y os anunciar\u00e1 el futuro. Tomar\u00e1 lo que de m\u00ed viene -o sea, aquello que igualmente es del Padre- y os lo dir\u00e1.<\/p>\n

        Todav\u00eda un poco nos veremos. Luego ya no me ver\u00e9is. Despu\u00e9s todav\u00eda un poco, y me ver\u00e9is de nuevo.<\/p>\n

        Hac\u00e9is comentarios entre vosotros y en vuestro coraz\u00f3n. Escuchad una par\u00e1bola. La \u00faltima de vuestro Maestro.<\/p>\n

        Cuando una mujer ha concebido y le llega la hora del parto, se encuentra muy afligida porque sufre y gime. Pero, cuando da a luz a su hijito y lo estrecha contra su coraz\u00f3n, cesa toda pena y la tristeza se transforma en alegr\u00eda porque un hombre ha venido al mundo.<\/p>\n

        Lo mismo vosotros. Llorar\u00e9is y el mundo reir\u00e1 a costa de vosotros. Pero luego vuestra tristeza se transformar\u00e1 en alegr\u00eda, una alegr\u00eda que el mundo nunca conocer\u00e1. Vosotros ahora est\u00e1is tristes. Pero cuando volv\u00e1is a verme vuestro coraz\u00f3n se llenar\u00e1 de un gozo que ninguno podr\u00e1 arrebataros, una alegr\u00eda tan plena, que acallar\u00e1 toda necesidad de pedir, tanto para la mente como para el coraz\u00f3n como para la carne. S\u00f3lo os alimentar\u00e9is de verme de nuevo, y olvidar\u00e9is todas las dem\u00e1s cosas. Y, precisamente desde ese momento, podr\u00e9is pedir todo en mi Nombre, y el Padre os lo dar\u00e1, para que vuestra alegr\u00eda sea cada vez mayor. Pedid, pedid, y recibir\u00e9is.<\/p>\n

        Llega la hora en que podr\u00e9 hablaros abiertamente del Padre. Ello ser\u00e1 porque habr\u00e9is sido fieles en la prueba y todo habr\u00e1 quedado superado; perfecto, pues, vuestro amor, porque os habr\u00e1 dado fuerza en la prueba. Y lo que os falte a vosotros Yo os lo a\u00f1adir\u00e9 tom\u00e1ndolo de mi inmenso tesoro, y dir\u00e9: \u00abPadre, T\u00fa lo ves: me han amado y han cre\u00eddo que he venido de ti\u00bb.<\/p>\n

        Baj\u00e9 a este mundo y ahora lo dejo y voy al Padre, y rogar\u00e9 por vosotros.<\/p>\n

        -\u00a1Oh, ahora te explicas! Ahora sabemos lo que quieres decir y que T\u00fa sabes todo y respondes sin que nadie te pregunte.<\/p>\n

        \u00a1Verdaderamente vienes de Dios!<\/p>\n

        -\u00bfAhora cre\u00e9is? \u00bfEn el \u00faltimo momento? \u00a1Llevo tres a\u00f1os habl\u00e1ndoos! Pero es que ya obra en vosotros el Pan que es Dios y el Vino que es Sangre no venida de hombre, y os comunican el primer estremecimiento de deificaci\u00f3n. Ser\u00e9is dioses si persever\u00e1is en mi amor y en la pertenencia a m\u00ed. No como se lo dijo Satan\u00e1s a Ad\u00e1n y Eva, sino como Yo os lo digo. Es el verdadero fruto del \u00e1rbol del Bien y de la Vida. El Mal queda vencido en quien se alimente con este fruto, y queda vencida la Muerte. El que coma de \u00e9l vivir\u00e1 eternamente y ser\u00e1 \u00abdios\u00bb en el Reino de Dios. Vosotros ser\u00e9is dioses si permanec\u00e9is en m\u00ed. Y, no obstante…, pues, a pesar de tener en vosotros este Pan y esta Sangre -pues est\u00e1 llegando la hora en que os desperdigar\u00e9is-, os marchar\u00e9is por vuestra cuenta y me dejar\u00e9is solo… Pero no estoy solo. Tengo al Padre conmigo. \u00a1Padre! \u00a1Padre! \u00a1No me abandones! Todo os lo he dicho… Para daros paz. Mi paz. Todav\u00eda sufrir\u00e9is opresi\u00f3n. Pero tened fe. Yo he vencido al mundo.<\/p>\n

        Jes\u00fas se levanta, abre los brazos en cruz y dice, luminoso su rostro, la sublime oraci\u00f3n al Padre. Juan la rese\u00f1a integralmente. (Juan 17) <\/em><\/p>\n

        Los ap\u00f3stoles lloran m\u00e1s o menos visible y ruidosamente. Por \u00faltimo, cantan un himno.<\/p>\n

        Jes\u00fas los bendice. Luego ordena:<\/p>\n

        -Vamos a ponernos los mantos, ahora. Y v\u00e1monos. Andr\u00e9s, di al due\u00f1o de la casa que deje todo as\u00ed, por deseo m\u00edo.<\/p>\n

        Ma\u00f1ana… os agradar\u00e1 volver a ver este lugar. Jes\u00fas lo mira. Parece bendecir las paredes, los muebles, todo. Luego se pone el manto y se encamina, seguido de los disc\u00edpulos.<\/p>\n

        A su lado, Juan, en quien se apoya.<\/p>\n

        -\u00bfNo saludas a tu Madre? – le pregunta el hijo de Zebedeo.<\/p>\n

        -No. Todo est\u00e1 ya hecho. Es m\u00e1s, caminad cautelosos.<\/p>\n

        Sim\u00f3n, que ha encendido un cirio del candelabro, ilumina el vasto pasillo que conduce a la puerta. Pedro abre cautelosamente la puerta de fuera y salen todos a la calle; luego, accionando un mecanismo, cierran desde fuera. Y se ponen en camino.<\/p>\n

        Dice Jes\u00fas (a Mar\u00eda Valtorta):<\/p>\n

        -Del episodio de la Cena, aparte de la consideraci\u00f3n de la caridad de un Dios que se hace Alimento para los hombres, resaltan cuatro ense\u00f1anzas principales.<\/p>\n

        Primera: <\/em>la necesidad para todos los hijos de Dios de obedecer a la Ley.<\/p>\n

        La Ley dec\u00eda que por Pascua se deb\u00eda comer el cordero seg\u00fan el ritual que hab\u00eda dado el Alt\u00edsimo a Mois\u00e9s; y Yo, Hijo verdadero del Dios verdadero, no me consider\u00e9, por mi<\/p>\n

        condici\u00f3n divina, exento de la Ley. Estaba en la Tierra: Hombre entre los hombres y Maestro de los hombres. Ten\u00eda, por tanto, que cumplir, respecto a Dios, mi deber de hombre como los dem\u00e1s y mejor que los dem\u00e1s. <\/em>Los favores divinos no eximen de la obediencia y del esfuerzo en orden a una santidad cada vez mayor. Si compar\u00e1is la santidad m\u00e1s excelsa con la perfecci\u00f3n divina, la encontr\u00e1is siempre llena de imperfecciones, y, por tanto, obligada a esforzarse a s\u00ed misma para eliminarlas y alcanzar un grado de perfecci\u00f3n semejante lo m\u00e1s posible al de Dios.<\/p>\n

        Segunda: <\/em>el poder de la oraci\u00f3n de Mar\u00eda.<\/p>\n

        Yo era Dios hecho Carne. Una Carne que por ser sin mancha pose\u00eda la fuerza espiritual para dominar la carne. Y, no obstante, no reh\u00faso -antes al contrario: invoco- la ayuda de la Llena de Gracia, la cual tambi\u00e9n en esos momentos de expiaci\u00f3n encontrar\u00eda, es verdad, sobre su cabeza, cerrado el Cielo, pero no tanto como para no lograr -siendo Ella Reina de los \u00e1ngeles arrebatar al Cielo un \u00e1ngel para el consuelo de su Hijo. \u00a1Oh, no para ella, pobre Mam\u00e1! Tambi\u00e9n Ella sabore\u00f3 la amargura del abandono del Padre. Pero, por este dolor suyo ofrecido a la Redenci\u00f3n, me obtuvo el poder superar la angustia del Huerto de los Olivos y el poder llevar a cumplimiento la Pasi\u00f3n en todo su multiforme rigor (cada uno de cuyos aspectos estaba orientado a lavar una forma y un medio de pecado).<\/p>\n

        Tercera: <\/em>el dominio de uno mismo y la suportaci\u00f3n de la ofensa, -el acto de caridad m\u00e1s sublime de todos- pueden poseerlo \u00fanicamente aquellos que hacen vida de su vida la ley de caridad, que Yo hab\u00eda proclamado; y no s\u00f3lo proclamado, sino realmente practicado.<\/p>\n

        No os pod\u00e9is hacer una idea lo que fue para m\u00ed el tener a mi lado, a la mesa, a mi Traidor; el deber darme a \u00e9l; el tener que humillarme ante \u00e9l; el tener que compartir con \u00e9l el c\u00e1liz del rito y poner los labios donde \u00e9l los hab\u00eda puesto y ofrecer a mi Madre que los pusiera. Vuestros m\u00e9dicos han discutido y discuten sobre mi r\u00e1pido fin, y lo atribuyen a un da\u00f1o cardiaco debido<\/p>\n

        a los golpes de la flagelaci\u00f3n. S\u00ed, tambi\u00e9n debido a estos golpes se debilit\u00f3 mi coraz\u00f3n, pero ya hab\u00eda enfermado en la Cena, quebrantado, quebrantado en el esfuerzo de tener que sufrir a mi lado a mi Traidor. Empec\u00e9 a morir f\u00edsicamente entonces. El resto no fue sino un aumento de la agon\u00eda ya existente.<\/p>\n

        Todo lo que pude hacer lo hice, porque era uno con la Caridad. Incluso en el momento en que Dios-Caridad se retiraba de m\u00ed supe ser caridad, porque hab\u00eda vivido de caridad en mis treinta y tres a\u00f1os. No se puede llegar a una perfecci\u00f3n como se requiere para perdonar y soportar a nuestro ofensor si no se tiene el h\u00e1bito de la caridad. Yo lo ten\u00eda y pude perdonar y soportar<\/p>\n

        a esta obra singular de Ofensor que fue Judas.<\/p>\n

        Cuarta: <\/em>el Sacramento obra m\u00e1s cuanto m\u00e1s digno es uno de recibirlo; cuanto m\u00e1s se ha hecho digno de \u00e9l uno con una constante voluntad que quebranta la carne y hace se\u00f1or al esp\u00edritu, venciendo las concupiscencias, doblegando el ser a las virtudes, tendiendo el ser, cual arco, hacia la perfecci\u00f3n de las virtudes, sobre todo, de la caridad.<\/p>\n

        Porque cuando uno ama tiende a alegrar a aquel a quien ama. Juan, que era puro y era el que m\u00e1s me quer\u00eda, recibi\u00f3 del Sacramento el m\u00e1ximo de la transformaci\u00f3n. Empez\u00f3 desde ese momento a ser esa \u00e1guila al que le resultaba familiar y f\u00e1cil la altura en el Cielo de Dios, f\u00e1cil fijar su mirada en el Sol eterno. Pero, \u00a1ay de aquel que recibe el Sacramento sin haberse hecho digno de \u00e9l, sino que, al contrario, haya aumentado su siempre humana indignidad con las culpas mortales! Entonces el Sacramento pasa de ser germen de preservaci\u00f3n y vida, a serlo de corrupci\u00f3n y muerte. Muerte del esp\u00edritu y putrefacci\u00f3n de la carne, por lo cual \u00e9sta \u00abrevienta\u00bb, como dice Pedro (Hechos 1, 18) <\/em>de la de Judas. No vierte la sangre, l\u00edquido siempre vital y hermoso en su p\u00farpura, sino que esparce sus v\u00edsceras, negras de toda su lib\u00eddine, podredumbre que se esparce fuera de la carne corrompida, como de la carro\u00f1a de un animal inmundo, objeto de repulsa para los que pasan.<\/p>\n

        La muerte del profanador del Sacramento es siempre la muerte de un desesperado, y, por tanto, no conoce el pl\u00e1cido tr\u00e1nsito propio de quien est\u00e1 en gracia, ni el heroico tr\u00e1nsito de la v\u00edctima que sufre agudamente con la mirada fija en el Cielo y el alma segura de la paz. La muerte del desesperado es atroz en contorsiones y terror, es convulsi\u00f3n horrenda del alma ya aferrada por la mano de Satan\u00e1s, que la estrangula para descuajarla de la carne, y que la ahoga con su nauseabundo h\u00e1lito.<\/p>\n

        \u00c9sta es la diferencia entre el que pasa a la otra vida habi\u00e9ndose nutrido en \u00e9sta de caridad, fe, esperanza, y de todas las otras virtudes y de toda doctrina celeste, y del Pan ang\u00e9lico que le acompa\u00f1a con sus frutos -y mejor si es con su presencia real en el extremo viaje, y el que muere despu\u00e9s de una vida bestial con muerte bestial no confortada ni por la Gracia ni por el<\/p>\n

        Sacramento: lo primero es el sereno fin del santo al que la muerte le abre el Reino eterno; lo segundo es la espantosa ca\u00edda del condenado que siente que se hunde en la muerte eterna y conoce en un instante aquello que ha querido perder, sin poder ya reparar. Para uno, ganancia; para el otro, ser despejado. Para uno, alegr\u00eda; para el otro, terror.<\/p>\n

        Esto es lo que os dais, seg\u00fan que cre\u00e1is en mi don y lo am\u00e9is, o que no cre\u00e1is en \u00e9l y lo despreci\u00e9is. Y \u00e9sta es la ense\u00f1anza de esta contemplaci\u00f3n.<\/p>\n

        MISTERIOS DOLOROSOS: (se rezan los martes y viernes) <\/strong><\/p>\n

        1o La oraci\u00f3n de Jes\u00fas en el Huerto de los Olivos <\/strong><\/p>\n

        602 Hacia el Getseman\u00ed con once ap\u00f3stoles. La agon\u00eda y el prendimiento.<\/p>\n

        La calle est\u00e1 llena de silencio. S\u00f3lo una fuentecilla que vierte su agua en una pila de piedra pone un sonido en medio de tanto silencio. En las paredes de las casas, en el lado oriental, todav\u00eda hay oscuridad, mientras que en el otro lado la Luna empieza a blanquear la cima de las casas y, donde la calle se ensancha formando una placita, el l\u00e1cteo color de plata de la Luna desciende a embellecer tambi\u00e9n los cantos y la tierra de la calle. Pero debajo de los frecuentes arcos que van de casa a casa, semejantes a puentes levadizos o a puntales de estas viejas casas de escas\u00edsimas aperturas hacia la<\/p>\n

        calle, y que a esta hora est\u00e1n del todo cerradas y oscuras como si fueran casas abandonadas, hay oscuridad perfecta, y el color rojizo de la antorcha que lleva Sim\u00f3n adquiere una vivacidad singular y una utilidad a\u00fan mayor. Los rostros, con esa luz roja y m\u00f3vil, muestran un relieve neto, y cada uno de ellos revela un estado de \u00e1nimo distinto.<\/p>\n

        El m\u00e1s solemne y tranquilo es el de Jes\u00fas, aunque el cansancio lo avejente marc\u00e1ndolo con l\u00edneas que normalmente no tiene y que hacen ya aparecer la futura efigie de su rostro recompuesto en la muerte.<\/p>\n

        Juan, que camina a su lado, va posando su mirada at\u00f3nita, doliente, en todo lo que ve a su alrededor; parece un ni\u00f1o aterrorizado por alguna narraci\u00f3n que haya o\u00eddo contar o por alguna promesa amedrentadora, y parece invocar la ayuda de alguien que sepa m\u00e1s que \u00e9l. Pero \u00bfqui\u00e9n podr\u00e1 ayudarle?<\/p>\n

        Sim\u00f3n, que va al otro lado de Jes\u00fas, tiene una expresi\u00f3n cerrada, sombr\u00eda, propia de quien va rumiando dentro de s\u00ed pensamientos atroces; y aun as\u00ed es el \u00fanico que, adem\u00e1s de Jes\u00fas, mantiene un aspecto de noble gravedad.<\/p>\n

        Los dem\u00e1s, en dos grupos cuya formaci\u00f3n continuamente se altera, son la agitaci\u00f3n personificada. De vez en cuando, la voz ronca de Pedro y la voz de bar\u00edtono de Tom\u00e1s se elevan con extra\u00f1a resonancia; y la moderan luego, como temerosos por lo que dicen. Van discutiendo sobre lo que debe hacerse: qui\u00e9n propone una cosa, qui\u00e9n otra; pero todas las propuestas son inconsistentes, porque realmente est\u00e1 para comenzar \u00abla hora de las tinieblas\u00bb y los juicios humanos quedan oscurecidos y confusos.<\/p>\n

        -Hab\u00eda que hab\u00e9rmelo dicho antes – dice Pedro con estrangulada voz.<\/p>\n

        -Pero nadie ha hablado. Tampoco el Maestro… – dice Andr\u00e9s.<\/p>\n

        -\u00a1S\u00ed, ya, \u00c9l te lo iba a decir! \u00a1Vamos, hermano, parece que no lo conocieras!… – le responde Pedro.<\/p>\n

        -Yo percib\u00eda algo turbio. Y lo dije: \u00abVamos a morir con \u00c9l\u00bb. \u00bfOs acord\u00e1is? \u00a1Pero, por nuestro sant\u00edsimo Dios, si hubiera sabido que era Judas de Sim\u00f3n!… – brama Tom\u00e1s amenazador.<\/p>\n

        -\u00bfY qu\u00e9 quer\u00edas hacer? – pregunta Bartolom\u00e9.<\/p>\n

        -\u00bfYo? \u00a1Todav\u00eda intervendr\u00eda ahora, si me ayudarais!<\/p>\n

        -\u00bfQu\u00e9 har\u00edas? \u00bfIr\u00edas a matarlo? \u00bfY a d\u00f3nde?<\/p>\n

        -No. Me llevar\u00eda al Maestro. Es m\u00e1s f\u00e1cil.<\/p>\n

        -\u00a1No ir\u00eda!<\/p>\n

        -No se lo preguntar\u00eda. Lo raptar\u00eda como se rapta a una mujer.<\/p>\n

        -\u00a1Pues no ser\u00eda mala idea! – dice Pedro.<\/p>\t\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t<\/div>\n\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t<\/section>\n\t\t\t\t<\/div>\n\t\t","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

        Todo en acto: el misterio est\u00e1 presente, llev\u00e1ndose a cabo. Entro en cada uno…los actores lo vuelven a vivir…desde m\u00ed y yo descubro el amor, la sabidur\u00eda, etc de Dios en cada uno Audio de presentaci\u00f3n de Mar\u00eda Valtorta Los 20 Misterios del Rosario (ESCRITOS POR MARIA VALTORTA) MISTERIOS GOZOSOS: (se rezan los lunes y […]<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":0,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"aside","meta":{"ocean_post_layout":"full-screen","ocean_both_sidebars_style":"","ocean_both_sidebars_content_width":0,"ocean_both_sidebars_sidebars_width":0,"ocean_sidebar":"0","ocean_second_sidebar":"0","ocean_disable_margins":"on","ocean_add_body_class":"","ocean_shortcode_before_top_bar":"","ocean_shortcode_after_top_bar":"","ocean_shortcode_before_header":"","ocean_shortcode_after_header":"","ocean_has_shortcode":"","ocean_shortcode_after_title":"","ocean_shortcode_before_footer_widgets":"","ocean_shortcode_after_footer_widgets":"","ocean_shortcode_before_footer_bottom":"","ocean_shortcode_after_footer_bottom":"","ocean_display_top_bar":"off","ocean_display_header":"on","ocean_header_style":"full_screen","ocean_center_header_left_menu":"0","ocean_custom_header_template":"0","ocean_custom_logo":0,"ocean_custom_retina_logo":0,"ocean_custom_logo_max_width":0,"ocean_custom_logo_tablet_max_width":0,"ocean_custom_logo_mobile_max_width":0,"ocean_custom_logo_max_height":0,"ocean_custom_logo_tablet_max_height":0,"ocean_custom_logo_mobile_max_height":0,"ocean_header_custom_menu":"5","ocean_menu_typo_font_family":"0","ocean_menu_typo_font_subset":"","ocean_menu_typo_font_size":0,"ocean_menu_typo_font_size_tablet":0,"ocean_menu_typo_font_size_mobile":0,"ocean_menu_typo_font_size_unit":"px","ocean_menu_typo_font_weight":"","ocean_menu_typo_font_weight_tablet":"","ocean_menu_typo_font_weight_mobile":"","ocean_menu_typo_transform":"","ocean_menu_typo_transform_tablet":"","ocean_menu_typo_transform_mobile":"","ocean_menu_typo_line_height":0,"ocean_menu_typo_line_height_tablet":0,"ocean_menu_typo_line_height_mobile":0,"ocean_menu_typo_line_height_unit":"","ocean_menu_typo_spacing":0,"ocean_menu_typo_spacing_tablet":0,"ocean_menu_typo_spacing_mobile":0,"ocean_menu_typo_spacing_unit":"","ocean_menu_link_color":"","ocean_menu_link_color_hover":"","ocean_menu_link_color_active":"","ocean_menu_link_background":"","ocean_menu_link_hover_background":"","ocean_menu_link_active_background":"","ocean_menu_social_links_bg":"","ocean_menu_social_hover_links_bg":"","ocean_menu_social_links_color":"","ocean_menu_social_hover_links_color":"","ocean_disable_title":"default","ocean_disable_heading":"on","ocean_post_title":"","ocean_post_subheading":"","ocean_post_title_style":"","ocean_post_title_background_color":"","ocean_post_title_background":0,"ocean_post_title_bg_image_position":"","ocean_post_title_bg_image_attachment":"","ocean_post_title_bg_image_repeat":"","ocean_post_title_bg_image_size":"","ocean_post_title_height":0,"ocean_post_title_bg_overlay":0.5,"ocean_post_title_bg_overlay_color":"","ocean_disable_breadcrumbs":"default","ocean_breadcrumbs_color":"","ocean_breadcrumbs_separator_color":"","ocean_breadcrumbs_links_color":"","ocean_breadcrumbs_links_hover_color":"","ocean_display_footer_widgets":"default","ocean_display_footer_bottom":"default","ocean_custom_footer_template":"0","ocean_post_oembed":"","ocean_post_self_hosted_media":"","ocean_post_video_embed":"","ocean_link_format":"","ocean_link_format_target":"self","ocean_quote_format":"","ocean_quote_format_link":"post","ocean_gallery_link_images":"off","ocean_gallery_id":[],"footnotes":""},"categories":[24,1],"tags":[26],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7805"}],"collection":[{"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=7805"}],"version-history":[{"count":24,"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7805\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":13919,"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/7805\/revisions\/13919"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=7805"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=7805"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/fiatgarabandal.com\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=7805"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}