CARACTERÍSTICAS DE LOS ACTOS EN LA DIVINA VOLUNTAD


Si la criatura debiera darnos únicamente lo que es espiritual, poco podría darnos.

36-9

Mayo 17, 1938

El alma es la voz, el canto y las manos para tocar; el cuerpo es el órgano. El Querer Divino quiere los más pequeños actos para hacer surgir su Sol.

Siembra que hace el sol a la tierra, siembra que hace la Santísima Voluntad.  Esponsalicio que Dios prepara con

sus verdades.

(1) Continuando mi vuelo en el Querer Divino, siento que me inviste por dentro y por fuera, y quiere tomar su puesto real en mis más pequeños actos, aun en los naturales, y tal vez sobre mis mismas naderías, y si esto no hiciera, no puede decir que la plenitud de su Voluntad reina en la criatura. Después, mi amado Jesús repitiendo su breve visita, todo bondad me ha dicho:

(2) “Hija mía, todo salió de Nosotros y fue modelado por nuestras manos creadoras, el alma y el cuerpo, por eso todo debe ser nuestro, lo uno y lo otro; es más, hicimos del cuerpo un órgano, y cada acto que debía hacer, hecho para cumplir la Divina Voluntad, debía formar una tecla, la cual debía encerrar muchas notas y conciertos de música, distintos entre ellos, y el alma debía ser la que con la unión del cuerpo debía formar la voz, el canto, y tocando estas teclas debía formar las músicas más bellas.  Ahora, un órgano sin quien lo toque parece un cuerpo muerto, no divierte ni atrae a ninguno; y quien entiende de música, si no tiene el instrumento para tocar, no puede ejercitar su arte de músico, así que se necesita quien hable, quien se mueva, quien tenga vida para formar las bellas músicas, pero se necesita también el instrumento que contiene las teclas, las notas y todo lo demás; son necesarios el uno y el otro.  Así es el alma y el cuerpo, hay tal armonía, orden, unión entre ellos, que el uno no puede hacer nada sin el otro; por eso estoy atento, te vigilo tus pasos, tus palabras, el mover de tus pupilas, tus más pequeños actos, a fin de que mi Voluntad tenga su Vida, su puesto en ellos. Nosotros no reparamos si el acto es natural o espiritual, si es grande o pequeño, sino que estamos atentos para ver si todo es nuestro, si nuestro Querer ha hecho surgir su sol de luz, de santidad, de belleza, de amor, y nos servimos aun de los pequeños actos de esta criatura para formar nuestros portentos más prodigiosos, los cuales forman las escenas más bellas para tenernos divertidos.  ¿No fue sobre la nada que formamos las maravillas, el encanto de toda la Creación?  Y en la creación del hombre, ¿no fue sobre la nada que formamos tantas armonías, hasta nuestra misma imagen que nos semeja?  Hija mía, si la criatura debiera darnos únicamente lo que es espiritual, poco podría darnos, en cambio, con darnos aun sus pequeños actos naturales, puede darnos siempre, y estamos en continuas relaciones, la unión entre ella y Nosotros no se rompe jamás.  Mucho más, que las cosas pequeñas están siempre entre las manos, al alcance de los pequeños y de los grandes, de los ignorantes y de los sabios; el respirar, el moverse, el atenderse a sí mismo en las cosas personales, es de todos y no cesan jamás, y si esto es hecho para amarme, para formar la Vida de la Divina Voluntad en ellos, es nuestro triunfo, nuestra victoria y la finalidad para la cual los hemos creado.  Ve entonces cómo es fácil el vivir en nuestro Querer, la criatura no debe hacer cosas nuevas, sino lo que hace, esto es, desarrollar su vida como se la hemos dado en nuestra Voluntad”.

(3) Después de esto mi dulce Jesús continuó diciéndome:

(4) “Hija mía, así como el sol siembra cada día luz, calor, dulzura, perfumes, colores, fecundidad, diversidad de gustos, y con esto embellece toda la tierra, y sólo con tocar con su luz y calor fecunda las plantas, madura y endulza los frutos, da la variedad de los colores y perfumes a las flores, tanto que forma el dulce encanto a las generaciones humanas, así quien vive en mi Voluntad, superando Ella en modo insuperable la siembra que hace el sol, siembra sobre de quien vive en Ella, luz, amor, variedad de bellezas, santidad, dando a cada una de estas semillas la fecundidad divina, y ¡oh! cómo es bello ver a esta criatura embellecida, fecundada por nuestra siembra divina, cómo queda hermosa, tanto, de formar el encanto a nuestras pupilas divinas.  Ahora hija mía, así como la tierra, las flores, las plantas, para recibir la siembra del sol deben someterse a recibir el contacto de su luz y de su calor, de otra manera el sol quedaría en lo alto sin poder hacer su siembra a la tierra, la cual quedaría estéril, sin fecundidad y sin belleza, porque para dar y recibir un bien se necesita la unión, el acuerdo de ambas partes, sin el cual el uno no puede dar y el otro no puede recibir, así el alma, para recibir la siembra de mi Voluntad debe vivir en Ella, debe estar siempre unida, con sumo acuerdo, debe dejarse modelar para recibir de Ella la nueva Vida que quiere dar, de otra manera mi Voluntad hace como el sol, no siembra y la criatura queda estéril, sin belleza, bajo las tinieblas de su voluntad humana.  He aquí por qué quiero al alma viviendo en mi Querer, no sólo para sembrar, sino para hacer que mi siembra no se pierda, haciéndome Yo mismo el cultivador para poder producir las más variadas bellezas”.

(5) Después ha agregado con un amor más tierno:

(6) “Hija mía buena, mi amor siempre quiere vincularse más con la criatura, y por cuantas más verdades manifiesta sobre mi Voluntad, tantos más vínculos de unión pongo entre Dios y ella, y conforme manifiesta las verdades, así prepara el esponsalicio entre Dios y el alma, y por cuanto más manifiesta, con tanta más ostentación y suntuosidad será hecho el esponsal. ¿Quieres saber algo más?  Mis verdades servirán como dote para poderse unir con Dios, lo estas verdades harán conocer quien es Aquél que se abaja, y que solamente es su amor lo que lo induce a vincularse con atadura de esponsalicio con la criatura.  Mis verdades tocan y retocan a la criatura, la modelan, le forman la nueva vida, le restituyen y embellecen nuestra imagen y semejanza como cuando fue creada por Nosotros, le imprimen su beso de unión inseparable.  Una verdad nuestra puede formar un mar de prodigios y de creaciones divinas en quien tiene el bien de escucharla, esta verdad puede cambiar un mundo entero de perverso, en bueno y santo, porque es una Vida nuestra que viene expuesta para bien de todos, y un nuevo sol que hacemos surgir en las inteligencias creadas, el cual por caminos de luz y de calor se hará conocer para transformar en luz y calor a quien tiene el bien de escucharla.  Por eso, ocultar una verdad que Nosotros con tanto amor hacemos salir fuera de nuestro seno paterno es el más grande delito, y priva a las generaciones humanas del bien más grande.  Además de esto, quien vive en nuestro Querer, esposándose con Nosotros, forma la fiesta a todos los santos, todos toman parte en las nupcias divinas, y en virtud de esta criatura tienen una fiesta toda propia en el Cielo y otra en la tierra.  Cada acto que hace la criatura que vive en nuestro Querer, es una fiesta y un banquete que ofrece a las regiones celestiales, y los santos le corresponden con nuevos dones e imploran a Dios que le manifieste otras verdades para ensanchar siempre más los confines de la dote que Dios le ha dado”.

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30-26

Abril 13, 1932

La naturaleza humana que se hace dominar por la DivinaVoluntad, es campo de su

acción, y tierra florida.  LaDivina Voluntad posee la inseparabilidad.

(1) Estoy siempre entre los brazos de la Divina Voluntad, como una niña estrechada entre los brazos de la mamá, la cual me tiene tan estrechada entre sus brazos de luz, que no me deja ver, sentir o tocar otra cosa que la Divina Voluntad.  Y yo pensaba entre mí:  “¡Oh! si yo estuviera libre de la cárcel de mi cuerpo, mis vuelos serían más rápidos en el Fiat, habría conocido más, de hecho sería un solo acto con Ella, pero mi naturaleza me parece que me lleva a hacer interrupciones, como si me pusiera obstáculos y me hiciera sentir fatiga para correr siempre en la Divina Voluntad”. Pero mientras esto pensaba, mi divino Maestro Jesús, visitando mi pequeña alma me ha dicho:

(2) “Hija bendita, tú debes saber que para quien vive en mi Divina Voluntad, Ella tiene virtud de tener ordenada la naturaleza de la criatura, y en vez de ser obstáculo, le es de ayuda para poder hacer más actos de Voluntad Divina, más bien sirve como tierra a las flores, que se presta para formar las bellas floraciones, las que casi la esconden y la cubren con la variedad de sus bellezas, a las cuales el sol les comunica la variedad de los más bellos colores y las va abrillantando con su luz. Si no fuera por la tierra, a las flores les faltaría el lugar para formarse la vida para poder nacer y hacer su bella aparición, y el sol no encontraría a quién comunicar el desahogo de sus bellos colores y de sus puras dulzuras.  Así es la naturaleza humana para el alma que vive en mi Divina Voluntad, es como tierra fecunda y pura, que se presta para dar el campo de acción y hacerla formar no solo las bellas floraciones, sino para hacer aparecer tantos soles por cuantos actos va haciendo.  Hija mía, es un encanto de belleza ver la naturaleza humana que vive en mi Divina Voluntad, cubierta y escondida como bajo de un prado florido, todo investido de luz fulgidísima, el alma por sí sola no habría podido formar tantas variedades de belleza, mientras que unida encuentra las pequeñas cruces, las necesidades de la vida, las variedades de las circunstancias, ahora dolorosas, ahora alegres, que como semillas se sirve de ellas para sembrarlas en la tierra de la naturaleza humana para formar su campo florido.  El alma no tiene tierra y no podría producir ninguna floración; en cambio unida con el cuerpo, ¡oh! cuántas más bellas cosas puede hacer, mucho más que esta naturaleza humana fue formada por Mí, la plasmé parte por parte, dándole la más bella forma, puedo decir que hice de artífice divino y puse en ella tal maestría, que ninguno otro puede alcanzar. Así que la amé, veo todavía el toque de mis manos creadoras impreso sobre la naturaleza humana, por eso también ella es mía, me pertenece.  El todo está en el acuerdo completo:  Naturaleza, alma, voluntad humana, y Divina; cuando está esto, que la naturaleza se presta como tierra, la voluntad humana está en acto de recibir la Vida de la Voluntad Divina en su actos, se hace dominar en todo, no conoce otra cosa en todas sus cosas sino sólo mi Voluntad, como vida, actora, portadora, conservadora de todo, ¡oh! entonces todo es santo, todo es puro y bello, mi Fiat está sobre ella con su pincel de luz para perfeccionarla, divinizarla, espiritualizarla. Por eso tu naturaleza no puede ser obstáculo a los vuelos en mi Voluntad, más bien puede servirte de obstáculo tu querer, al cual debes tener siempre en la mira para no darle vida, que de tu tierra no hay que temer, aquella, si tiene recibe, y da lo que ha recibido, es más, da de más y cambia las semillas en flores, en plantas, en frutos, y si no tiene se está en su mudo silencio y queda como tierra estéril”.

(3) Después agradecía a Jesús por su bella lección y me sentía contenta de que mi naturaleza humana no podía dañarme, más bien me podía ayudar a hacer crecer la Vida de la Divina Voluntad en mi alma, y continuaba mis giros y vuelos en sus actos, y mi dulce Jesús ha agregado:

(4) “Hija mía, mi Divina Voluntad posee la inseparabilidad de todos sus actos y efectos, tanto si obra sola en Sí misma y fuera de Sí misma, tanto si obra en la criatura o la criatura obra en Ella, o bien para llevar a cabo lo que quiere mi Divina Voluntad. En este modo de obrar pone de lo suyo y lo retiene como acto y propiedad suyos, inseparables de Ella.  Ahora, si la criatura vive en mi Divina Voluntad, estos actos se vuelven propiedad común de la una y de la otra; si después se sale, pierde sus derechos, primero porque fueron hechos en nuestra casa, y después la sustancia, la vida del acto, la santidad, la belleza, las prerrogativas que se requieren para poder formar un acto nuestro, han sido puestos por nuestro Querer Divino, la criatura no ha hecho otra cosa que asistir y concurrir con su voluntad de obrar junto con la nuestra, pero de sustancia nada ha puesto de lo suyo. Por eso si persiste en vivir en nuestro Querer, señorea junto; si sale, con justicia nada le toca, pero si vuelve a entrar adquiere de nuevo el derecho de señorear.  Pero hay gran diferencia entre quien vive en mi Divina Voluntad y obra junto, y entre quien no viviendo en Ella sigue y cumple en las circunstancias lo que quiere mi Fiat, ésta toma en su acto mi Voluntad limitada, y en cuanto termina el acto así queda, no sigue más adelante, y si bien también estos actos son inseparables de Ella, pero se ve en estos actos que no tienen el obrar continuo; limitada tomaron mi Divina Voluntad, y limitada quedó; en cambio quien vive en Ella y obra, su acto adquiere el acto incesante de obrar continuamente, éstos estarán siempre obrantes en mi Fiat, no perderán jamás la actitud, cual es el obrar de mi Querer, que no cesa jamás, así se hacen los actos de la criatura. Por eso siempre en mi Fiat te quiero, si quieres tomarlo no limitado y como a gotas, sino como mares, de manera de quedar tan llena, que no tocarás ni verás otra cosa que mi Divina Voluntad”.

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Por cuanto somos hechura suya en la gracia como lo fuimos en la naturaleza, creados en Jesucristo para obras buenas, preparadas por Dios desde la eternidad para que nos ejercitemos en ellas y merezcamos la gloria.

Ef. 2:10

Palabras muy curiosas, pues nosotros entendemos que si las obras son preparadas desde la eternidad, y son para ejercitarnos en ellas, por lo tanto somos “predestinados”, ni más ni menos que por Dios mismo, y que nuestra santidad no depende de nosotros, sino de lo que Dios pensó.

“…Tú debes saber que al crear el cielo, el sol, las estrellas, etc., a todo le fijé sus límites, su lugar, su número, no pueden crecer ni decrecer, todas las cosas las tengo como en un puño. Así al crear al hombre, al mismo tiempo creé todas las inteligencias y cada uno de los pensamientos, todas las palabras, las obras, los pasos y todo lo demás del hombre, desde el primero hasta el último que deberá existir, y esto era connatural en Mí, mucho más que Yo mismo debía ser actor y espectador hasta de un pensamiento, y si el hombre no lo podía hacer sin Mí, ¿cómo no debía Yo saberlo y conocer hasta el número? Así que en mi Voluntad nada todo el obrar de las criaturas, como los peces nadan dentro de un vasto mar. Pero habiendo creado al hombre no esclavo sino libre, porque no era decoroso para Mí, ni obra digna salida de mis manos, si hiciera salir a este hombre atado, sin libertad, ni podría decir hagámoslo a nuestra imagen y semejanza si no lo hacía libre, quería dotarlo con la libertad. Yo era libre, libre también él, pues no hay cosa que más torture a una persona que dar un amor forzado, y causa desconfianza, sospechas, temores y casi asco en quien lo recibe. Ve dónde tiene origen cada acto de criatura, aun un pensamiento: ‘en la santidad de mi Voluntad’. Con esta diferencia, que si el hombre quiere, ese pensamiento, palabra, etc., puede hacerlo bien o mal, santo o perverso.

Ahora, mi Voluntad tuvo un dolor al ver en tantos cambiados sus actos, de los cuales era actora, en actos mortales para Mí y para ellos, por eso quise que mi Voluntad haciéndose doblemente actora de cada acto, extendiera sobre todos otro acto divino, que debía corresponderme según la santidad de mi Voluntad con otros tantos actos divinos, pero se necesitaba alguien para hacer esto, y he aquí a mi Humanidad santa, libre también Ella, que no queriendo otra vida que la sola Voluntad Divina, nadando en este mar inmenso iba duplicando cada pensamiento, palabra y obra de criatura, y extendía sobre todo un acto de Voluntad Divina, y esto daba satisfacción y glorificaba al Padre Divino, de modo que Él pudo mirar al hombre y abrirle las puertas del Cielo, y Yo anudaba con más fuerza a la voluntad humana, dejándola siempre libre de no separarse de la Voluntad de su Creador, causa por la que se había precipitado en tantas desgracias.

No estuve contento sólo con esto, sino que quise que mi Mamá, también santa, me siguiera en el mar inmenso del Querer Supremo y junto Conmigo duplicara todos los actos humanos, poniendo en ellos el doble sello, después del mío, de los actos hechos en mi Voluntad sobre todos los actos de las criaturas. Cómo me era dulce la compañía de mi inseparable Mamá en mi Voluntad; la compañía en el obrar hace surgir la felicidad, la complacencia, el amor de ternura, la competencia, el acuerdo, el heroísmo; en cambio el aislamiento produce lo contrario. Entonces, conforme obraba junto con mi amada Mamá, así surgían mares de felicidad, de complacencia de ambas partes, mares de amor que haciendo competencia, uno se arrojaba en el otro, y producían gran heroísmo. Y no para Nosotros solos surgían estos mares, sino también para quien nos habría hecho compañía en nuestra Voluntad; es más, podría decir que estos mares se convertían en tantas voces que llamaban al hombre a vivir en nuestro Querer, para restituirle la felicidad, su naturaleza primera, y todos los bienes que había perdido con sustraerse de nuestra Voluntad. (14-73 Noviembre 11, 1922)

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Ahora, tú debes saber que cuando sacamos la Creación de dentro del seno de nuestra Divinidad, porque ‘ab eterno’ estaba dentro de Nosotros, al sacarla fuera nuestro Fiat, dentro de un mar de amor poníamos fuera todo lo que la criatura debía hacer, así que todo salió de Nosotros, nos hacíamos proveedores de todo lo que ella debía hacer, por eso toda la Creación está llena de todas las obras que se deben hacer, hasta el último de los hombres, y si bien invisibles a los ojos humanos, pero visibles y palpitantes para Nosotros en nuestra Voluntad, lo que forma una creación más bella que la misma Creación, por lo cual es tanto nuestro amor, que mientras ocupa toda la atmósfera, al mismo tiempo la llevamos en nuestro seno divino, y conforme sacamos a la luz del día a las criaturas, así comenzamos a proveerlas con nuestras manos creadoras de las obras que deben hacer; al principio de cada acto que la criatura debe hacer ponemos como fundamento la Vida de nuestro Fiat, y por alimento del acto nuestro amor, porque Nosotros no hacemos nada, ni damos nada, si no tiene por principio nuestro Querer y por alimento y ajuar a nuestro amor; no serían obras dignas de nuestra Majestad Suprema el proveer obras que no den Vida nuestra y que no posean nuestro alimento, cual es el amor.

Toda la Creación era un parto, con todos los actos que debían hacer las generaciones humanas, que ‘ab eterno’ teníamos en nuestro Seno Divino, y que no pudiendo contenerlo más, porque nuestro amor sentía la necesidad de ponerlo fuera pues quería desahogarse, y como cuando hacemos un acto hacemos un acto completo, por eso poniendo fuera a la Creación sacábamos junto todo lo que debía hacer la criatura.

Nuestro Fiat Divino encerrando todo en Sí mismo, Creación y actos humanos, se ponía a la expectativa de sacar a la criatura a la luz del día para suministrarle los actos que a ella le pertenecían.  ¿No es esto un amor exuberante que solamente un Dios podía tener:  Ordenar, formar los actos y después sacar a la luz a aquélla a la que debían servir estos actos como formación de santidad, de amor, de gloria, para sí y de Aquél que la había creado?  Pero esto no es todo, nuestro amor no se detiene jamás, conforme sacó este parto nuestro, poníamos fuera de Nosotros una dosis de nuestra potencia para sostener a la criatura y a sus actos, armándola y cortejándola de potencia divina, así que tiene nuestra potencia que la sostiene; poníamos fuera también una dosis de nuestra sabiduría, con la cual debía estar animada su inteligencia y todos sus actos, por eso si en la criatura se ven nuevas ciencias, nuevos inventos, descubrimientos que llegan a lo increíble, es por nuestra sabiduría que la inviste; también poníamos fuera una dosis de amor, de santidad, de bondad y de todos nuestros atributos para suministrarle el amor, la santidad, la bondad y así de todo lo demás.  La criatura no existía aún, y Nosotros ya estábamos ocupados en ella; mirábamos con complacencia en ella nuestra potencia, sabiduría, amor, santidad y bondad, nos poníamos a su disposición para hacerla lo más bella que podíamos, y poder decirle:  ‘Nos semejas en todo, más bella no te podíamos hacer’.  Este poner fuera nuestras cualidades divinas y todos sus actos que debía hacer, antes de que el hombre viniese a la luz del tiempo, fue para Nosotros un amor tan intenso que llega a lo increíble, e íbamos diciendo en nuestro delirio de amor:  ‘¡Oh hombre, cuánto te amo!  Te amo en mi potencia, te amo en mi sabiduría, en mi amor, en mi santidad, te amo en mi bondad, en los mismos actos que harás, te amo tanto que los pongo todos en espera de ti; mi Querer Divino al cual todo confiamos, nuestras dotes divinas y tus mismos actos que serán ya tuyos, está en acto de darlos como desahogo de su amor por ti’.

(3)Ahora, tú debes saber que nuestro Ser Supremo posee como en naturaleza suya un acto siempre nuevo, por lo cual estos actos establecidos para cada una de las criaturas serán nuevos y distintos uno del otro, distintos en la santidad, siempre nuevos en la belleza, uno más bello que el otro, nuevos en el amor, en la potencia, nuevos en la bondad, son actos formados y alimentados por Nosotros, por lo que poseen todas nuestras características, todos bellos, variados en la santidad, en el amor, en la belleza, pero el uno no es como el otro, serán ellos nuestro orden, el tipo de las variadas bellezas nuestras, la fecundidad de nuestro amor, la armonía de nuestra sabiduría, como se ve en la Creación, en que todas nuestras obras, todas, son bellas, pero el cielo no es sol, el viento no es mar, las flores no son frutos, pero por cuan distintas sean entre ellas, todas son bellas, es más, forman la armonía de las variadas bellezas, verdadera imagen de los actos y de las mismas criaturas.  Tú debes saber que estos actos en mi Voluntad Divina forman un ejército de nuevas bellezas, de nuevo amor y santidad, que Nosotros sólo con mirarlos nos sentimos raptados, y esperamos con ansia que vengan las criaturas que poseyendo nuestro Querer serán proveídas con ellas, y las poseerán.  Ve entonces cómo es cierto que debe venir su reino a la tierra, pues ya están los actos, y entonces saldrán de su prisión de dentro de mi Querer como noble ejército que se harán poseer por las criaturas.

Hija mía, de dentro de mi Fiat salió la Creación, y todos y todo en mi Querer me debe regresar como obra digna de nuestra potencia, entonces quedaremos plenamente glorificados cuando nos reconozcamos a Nosotros mismos en la criatura y en sus actos.  Todo podemos dar y ella todo puede recibir, siempre y cuando reine nuestro Querer Divino en ella, en cambio si Él no reina se forma un abismo de distancia entre ella y Nosotros, y nada podemos darle.  Pero no es todo aun hija mía, pues como es decisión firme el dar el reino de nuestro Querer a las criaturas, queremos que conozca los bienes que hay en Él, y hasta dónde pueden llegar sus actos hechos en nuestro Querer Divino, porque si no conocen sus bienes tendremos hijos ciegos, sordos, mudos, que no saben hablar de su Creador, y no conociéndolos, ni siquiera amarán y apreciarán los mismos bienes que poseen; en nuestro Querer todos tienen vista clara, oído fino y palabra animada por la fuerza creadora, por lo tanto tendrán un hablar que tendrá siempre qué decir, y todos quedarán estupefactos, y los mismos Cielos, complacidos, se abajarán a escucharlos. Los hijos de mi Voluntad serán la alegría de todos y los verdaderos narradores de su Creador, sólo entonces encontraremos quién sepa hablar de Nosotros, porque no hablarán ellos, sino nuestra misma Voluntad será la que hablará en ellos, la cual es la única que puede y sabe hablar de nuestro Ente Supremo, por eso continúa escuchándome. Cuando la criatura posea nuestro Querer, todos sus actos, pequeños y grandes, humanos y espirituales, serán animados por mi Voluntad, y así, animados por Ella se elevarán entre el Cielo y la tierra, investirán y entrelazarán juntos el cielo, el sol, las estrellas, la Creación toda; se elevarán más arriba e investirán todos los actos de la Reina del Cielo, fundiéndose con ellos, tendrán la potencia de investir los actos de nuestra Divinidad, nuestras alegrías y bienaventuranzas, las de todos los santos; y cuando todo hayan encerrado en sus actos, sin que nada quede fuera de ellos, victoriosos se presentarán ante nuestra Majestad Divina y nos los ofrecerán como actos completos a los que nada falta, y ¡oh, cuál será nuestra alegría, nuestra gloria, al encontrar en estos actos al cielo, al sol, todos los actos de la Reina del Cielo, el amor con el cual Ella nos amó, a todos nuestros actos, nuestras alegrías, nuestro amor que jamás cesa!  Estos actos hechos en nuestro Querer Divino nos duplican la gloria de la Creación; duplican la gloria, el amor que nos dio la Soberana Reina; duplican nuestra gloria y la de todos los santos; basta decir que ha entrado nuestra Voluntad de por medio para decir todo y que encierra todo.  Ella, donde entra sabe hacer furor de amor, de gloria y de concentración de todo, porque todo es suyo, y por eso tiene derecho sobre todo.  Ahora, las maravillas que forman en el alma estos actos hechos en nuestro Querer, son indecibles, nuestro Fiat Divino se sirve de ellos para formar por su medio mares de amor, pero no mares que murmuran, sino mares que hablan, y hablan con tal elocuencia de nuestro amor, que nos agrada tanto que queremos estar siempre escuchándolos, sus voces son heridas que nos manda, sus palabras son dardos, tienen qué decir sobre la historia de nuestro amor, y como nos agrada tanto estamos siempre atentos para escucharla, porque nada queremos perdernos de lo que concierne a nuestro amor.  Cómo es bello oír que la criatura tiene nuestro mar de amor hablante, que habla siempre de nuestro amor.  Así que mi Voluntad siendo poseedora de quien vive en Ella, en ella hace de todas las formas, forma las obras que hablan de nuestras obras, los pasos que hablan de nuestros caminos, en suma, como nuestra Voluntad es palabra, donde Ella reina da la palabra a todo lo que hace la criatura y forma de esos actos un prodigio divino.  Por eso no hay cosa más grande, más santa, más bella y que más nos glorifica, que el vivir en nuestra Voluntad, ni hay bien mayor que podamos dar a las criaturas que éste.  Por eso sé atenta y sígueme si no quieres detener mi hablar”. (35-10 Octubre 3, 1937)

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Así es mi costumbre en todas mis obras, las hago una vez para dar vida a todas las demás veces que se repetirán, uniéndolas al primer acto como si fuera un acto solo,

“Hija mía, si tú supieras con cuánto amor fue formada la creación del hombre. Al sólo recordarlo nuestro amor se inflama y forma nuevas inundaciones, y mientras se pone en actitud de fiesta al recordar nuestra obra, bella, perfecta, y donde se puso tal maestría de arte que ningún otro puede formar una similar, era tan bella que llegó a suscitar en nuestro amor el celo de que toda fuera para Nosotros. Además, el hombre había sido hecho por Nosotros, era nuestro, entonces el ser celoso era un derecho de nuestro amor; tan es verdad que nuestro amor llegó a tanto, que todos los primeros actos hechos en Adán fueron hechos por su Creador; así que el primer acto de amor fue creado y hecho por Nosotros en Adán, el primer latido, el primer pensamiento, la primera palabra, en suma, en todo lo que él pudo hacer después, estaban nuestros actos primeros hechos en él, y sobre nuestros primeros actos seguían los actos de Adán. Por eso, si amaba, surgía su amor de dentro de nuestro primer acto de amor; si pensaba, su pensamiento surgía de dentro de nuestro pensamiento; y así de todo lo demás. Si Nosotros no hubiésemos hecho los primeros actos en él, no habría podido ni hacer nada, ni saber hacer nada; en cambio, con el hacer el Ente Supremo los primeros actos, poníamos en Adán tantas fuentecitas por cuantos actos primeros hicimos en él, de modo que cada vez que quisiera repetir nuestros primeros actos, tuviese a su disposición estas fuentecitas, como tantas fuentes de amor, de pensamientos, de palabras, de obras y de pasos. Así que todo era nuestro, dentro y fuera del hombre, por eso nuestro celo no sólo era un derecho, sino también justicia que todo debía ser para Nosotros y todo nuestro. Mucho más que le dábamos nuestro Querer Divino a fin de que nos lo conservase bello, fresco y nos lo hiciera crecer con una belleza divina. Nuestro amor no estaba contento ni satisfecho con tanto que le había dado, quería continuar dando siempre, no quería decir basta, quería continuar su obra de amor, y para tenerlo Consigo, para tener qué hacer con el hombre, le daba nuestro mismo Querer, a fin de que lo volviese capaz de poder recibir siempre y de tenerlo siempre con Nosotros con una sola Voluntad, con Ella todo estaba garantizado y al seguro para él y para Nosotros. Así que debía ser nuestro entretenimiento, nuestra alegría y felicidad, objeto de nuestra conversación. Por eso al recuerdo de la creación del hombre, nuestro amor se pone en actitud de fiesta, pero al verlo sin el depósito de garantía de nuestro Fiat, sin seguridad y por lo tanto vacilante, desfigurado y como lejano de Nosotros, se pone en actitud de tristeza y siente todo el peso de nuestro amor infinito como encerrado en Sí mismo, porque no puede darse a él, pues no lo encuentra en nuestra Divina Voluntad. Pero esto no es todo, no fue sólo en Adán donde tanto se vertió nuestro amor, sino llegó a hacer todos los primeros actos de los cuales debían tener vida todos los actos humanos, cada criatura que debía venir a la luz del día estuvo presente en aquel acto de la creación del hombre, y nuestro Fiat unido a nuestro amor corría, corría, y abrazando a todos y amando con un solo amor a todos, ponía el primado de nuestros actos en cada una de las criaturas que habrían venido a la existencia, porque para Nosotros no hay pasado ni futuro, sino todo es presente y en acto, si esto no fuese, nuestro Fiat se encontraría restringido y obstaculizado, no podría engrandecer tanto sus llamas para encerrar a todos en su luz, de modo de hacer en todos lo que hace en una sola criatura. Por eso no fue sólo Adán el afortunado de la Creación, sino todas las otras criaturas venían enriquecidas de todos los bienes, y en él, poseedoras de sus mismos bienes. Mucho más que todo lo que Dios hace en una sola criatura, todas las otras criaturas adquieren el derecho de nuestros actos, a menos quien no quiera servirse de ellos. ¿No sucedió esto en la misma Redención? Como la Soberana del cielo tuvo el bien de concebirme y de darme a la luz, todas las otras criaturas adquirieron el derecho de los bienes de la Redención, y no sólo esto, sino de poderme recibir cada una en sus corazones, y sólo quien ingrata no me quiere, permanece privada de Mí. Ahora hija mía, Adán con desobedecer a nuestros quereres perdió nuestro reino, y todos los bienes de nuestro Fiat permanecieron para él sin la Vida alimentadora y vivificadora de nuestra Divina Voluntad. Se puede decir que fue como el destructor de los bienes del reino de mi Divina Voluntad en su alma, porque a todos los bienes, si les falta la virtud vivificadora y el alimento continuo, poco a poco pierden la vida.”. (28-9, Abril 18, 1930)

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Estoy entre los brazos del Fiat Divino, que me circunda con su luz y llama sobre mi pobre existencia su acto continuo de su Voluntad, pero un acto que me da vida, que me ama, sin el cual no podría vivir, ni encontrar quién verdaderamente me ame, por eso me quiere toda atenta a recibir este acto de vida de su Voluntad, a fin de que no la exponga a no cumplir sobre mí lo que quiere hacer, ni le impida su amor, porque Voluntad de Dios y amor hacen competencia, una no puede estar sin el otro. Ahora, mientras me encontraba bajo este acto del Fiat, mi amado Jesús con una bondad que no sé decir, todo ternura me ha estrechado a su corazón divino y me ha dicho:

“Hija mía bendita, mi Voluntad es todo para las criaturas, sin Ella no podrían tener ni siquiera la vida. Tú debes saber que cada criatura tiene, desde el principio de su existencia, un acto querido y decidido de mi Voluntad, el cual lleva consigo un acto intenso de amor hacia aquél o aquélla que comienza la vida. Mira entonces cómo comienza la creación de la criatura bajo el imperio de un acto de amor y de Voluntad Divina querido con toda la plenitud del conocimiento, tanto, que estos dos actos, amor y Voluntad mía, están dotados de todas las gracias, de potencia, sabiduría, santidad y belleza, de los que vivirá y cumplirá su vida la criatura. Ahora, como ha formado su primer acto querido, no se aparta más de ella, la crea, la forma, la crece, desarrolla su acto obrante para reafirmarla en su acto querido, así que mi Voluntad, mi amor, corren en cada acto humano, se hacen vida, sostén, defensa, refugio, y circundándola con su potencia alimentan esta vida, mi amor la abraza y la tiene estrechada a su seno, mi Voluntad la circunda por todos lados, más que habitación, para tener al seguro su acto querido que mi Fiat pronunció para llamarla a la existencia.

Ahora, este acto querido por nuestro Fiat es el acto más grande, más potente y que más glorifica a nuestro Ser Divino, que ni siquiera los Cielos pueden contener y comprender; te parece poco que nuestra Voluntad corra en cada acto de criatura, y le diga no con palabras, sino con hechos: ‘Soy tuya, estoy a tu disposición, ¡ah! reconóceme, soy vida tuya, acto tuyo, si me reconoces me darás tu pequeña correspondencia de amor, y aunque sea pequeño, lo quiero, lo reclamo para tranquilizarme de mi trabajo continuo y de la vida que pongo por ti’. Y mi amor para no quedarse atrás de mi Fiat, siente la irresistible necesidad de correr a amar cada acto de criatura, que le dice en cada acto suyo, te amo y ámame.

Además de esto, el todo está en si es reconocido este acto querido de mi Fiat, entonces hace prodigios inauditos de santidad y de belleza, que formarán los más bellos adornos de la patria celestial y las vidas más brillantes que se asemejan a su Creador, porque nuestra Voluntad no sabe hacer seres que no nos semejen, la primera cosa que pone es nuestra semejanza, porque quiere encontrarse a Sí misma en el acto obrante que desarrolla en la criatura, de otra manera diría: ‘No me asemeja, por lo tanto no me pertenece’. Si además no es reconocida y no amada, entonces forma el dolor de mi Querer, si bien corre en cada acto de criatura, si no corriera debería quitarle la vida, por eso en su dolor siente rechazar su Vida Divina, estorbada la santidad que quiere desarrollar, encerrados en su acto querido los mares de gracias que deberían inundarla, la belleza que debería cubrirla. Por eso mi Voluntad puede decir: ‘No hay dolor similar a mi dolor’. Mucho más que no había bien que no quisiera darle, no hay acto suyo en que no haya puesto del mío. Por eso hija mía sé atenta, piensa que cada acto tuyo pende de una Voluntad Divina que lo envuelve, lo forma y le da la vida, y porque te ama quiere que conozcas la vida que te da, y esto como confirmación de sus actos en ti, por eso conténtate con morir antes que impedir este acto querido de mi Voluntad desde el principio de tu existencia. Cómo es bello poder decir: ‘Soy Voluntad de Dios, porque Ella ha hecho todo en mí, me ha creado, me ha formado y me llevará en sus brazos de luz a las celestiales regiones como victoria y triunfo del Fiat Omnipotente y de su amor”.

Después de esto mi mente continuaba nadando en el mar del Fiat, y ¡oh! cómo era bello verlo que estaba muy atento, que en cuanto yo respiraba, latía, amaba, investía mi respiro para formar su respiro divino, el latido divino, y sobre mi pequeño amor formaba su mar de amor y se complacía tanto, que con ansia esperaba mis pequeños actos humanos para formar su trabajo divino, y mi amado Jesús festejaba el triunfo, el trabajo del Fiat en mi pequeña alma, y todo bondad me ha dicho:

“Hija de mi Querer, cómo gozo al ver que mi Divina Voluntad pone de lo suyo en el acto de la criatura, y como el acto de ella es pequeño, se deleita de perderlo en su acto grande, que no tiene confines, y como triunfante dice: ‘He vencido, la victoria es mía’, y Yo en cada acto de mi Voluntad en ella hago mi fiesta. Ahora, tú debes saber que es tanta la complacencia de nuestro Ser Supremo al ver perdido el pequeño acto humano, perdido, fundido, como si hubiera perdido la vida para dar vida a la nuestra, que elevamos este acto, que llamamos acto nuestro, en la altura de nuestro acto eterno. Toda la eternidad se pone en torno y circunda este acto y todo lo que ha sido hecho y se hará en el giro de Ella, se funden con este acto, de modo que toda la eternidad pertenece a este acto, este acto queda en el seno del Eterno y forma una fiesta de más a nuestro Ser Supremo, por tanto una fiesta de más a todo el Cielo, y una ayuda, fuerza y defensa a toda la tierra. El hacer la criatura nuestra Voluntad, hacerla vivir en ella, es la única satisfacción que tenemos, es la verdadera correspondencia que recibimos por haber creado la Creación, es la competencia de amor entre el Creador y la criatura, es el movernos para dar nuevas sorpresas de gracias, y ella a recibirlas. Por eso si la criatura corre en nuestro Fiat para darle libre campo de acción, en nuestro énfasis de amor decimos: ‘La criatura nos paga por todo lo que hemos hecho, del resto ¿no hicimos todas las cosas y a la misma criatura para que hiciera en todo nuestro Querer? Esto lo hace, y esto nos basta, aunque no hiciera nada más. Si esto nos basta a Nosotros, mucho más debería bastar a ellas el hacer, el vivir siempre en nuestra Voluntad, con esto ella es nuestra y Nosotros somos todo suyo, y te parece poco poder decir: ‘Dios es mío, todo es mío, no me puede escapar porque su Fiat Omnipotente lo tiene atado en mí”. (34-20, Enero 4, 1937)

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«Si la criatura debiera darnos únicamente lo que es espiritual, poco podría darnos»

Casi siempre cando pensamos en hacer algo por o para Dios, nos asalta la idea de acciones externas, y pensamos que entre más grandes sean éstas, más gloria y alabanza recibirá de nosotros.

Si esto fuera así, la mayor parte de la familia humana no podría darle nada a nuestro Dios, pues obras grandes no dependen nada más de la voluntad de la criatura, sino de factores externos que no están al alcance de todos, por lo que son obras, como dice Jesús, circunstanciales, a tiempo y espacio (lugar). Jesús nos dice que la santidad en su Voluntad es lo que más lo satisface, entonces veamos que nos propone hacer:

“Hija mía, todo salió de Nosotros y fue modelado por nuestras manos creadoras, el alma y el cuerpo, por eso todo debe ser nuestro, lo uno y lo otro; es más, hicimos del cuerpo un órgano, y cada acto que debía hacer, hecho para cumplir la Divina Voluntad, debía formar una tecla, la cual debía encerrar muchas notas y conciertos de música, distintos entre ellos, y el alma debía ser la que con la unión del cuerpo debía formar la voz, el canto, y tocando estas teclas debía formar las músicas más bellas.

Ahora, un órgano sin quien lo toque parece un cuerpo muerto, no divierte ni atrae a ninguno; y quien entiende de música, si no tiene el instrumento para tocar, no puede ejercitar su arte de músico, así que se necesita quien hable, quien se mueva, quien tenga vida para formar las bellas músicas, pero se necesita también el instrumento que contiene las teclas, las notas y todo lo demás; son necesarios el uno y el otro.  Así es el alma y el cuerpo, hay tal armonía, orden, unión entre ellos, que el uno no puede hacer nada sin el otro; por eso estoy atento, te vigilo tus pasos, tus palabras, el mover de tus pupilas, tus más pequeños actos, a fin de que mi Voluntad tenga su Vida, su puesto en ellos. (36-9, Mayo 17, 1938)

EXPLICACIÓN:

“Hija mía, cuando el alma vive en mi Divina Voluntad, deja sus despojos, se vacía de todo, de modo que queda la pura nada, y mi Querer la inviste, la llena del Todo, la domina y forma en ella los prodigios de santidad, de gracia, de belleza, dignos de su potencia creadora. Pero lo que es más, en este vacío de la nada genera su amor, y ahí forma su Vida Divina, y se vuelve dominadora de la nada y de su misma Vida Divina formada en ella, y ¡oh! su amor por esta nada llega a tanto, que la vuelve al mismo tiempo dominadora junto con el Fiat Supremo, y como su dominio le viene del Todo que posee, siente su misma virtud dominadora, y domina a la misma Divina Voluntad, así que ambas son dominantes, pero con sumo acuerdo, poseyendo un solo amor y una sola Voluntad. El querer humano siente su vida en la mía, y no hace nada si no siente mi acto obrante que quiere obrar, para hacerlo junto, y la mía siente mi Vida en la suya, y con su dominio se impone sobre la nada para hacerla obrar en el Todo. Así que en cuanto la criatura se decide con una firme voluntad a vivir en la mía, mi Querer da principio a formar su Vida en ella, no hay voluntad que no posea su vida, por medio de la cual desarrolla su bondad, su potencia, su santidad, la plenitud de su amor; la vida es la manifestación de la voluntad que posee, es el vestido que la cubre, es el sonido de su voz, es la narradora de sus maravillas, de su infinitud, de su potencia, por eso mi Divina Voluntad no se contenta con hacer vivir a la criatura en Ella, la nada en el Todo, no, no, sólo se contenta cuando encierra el Todo en el nada y ahí forma su Vida obrante y dominadora, y hace de la nada lo que quiere. He aquí el por qué cuando te hablo de mi Voluntad, es tu Jesús que te habla, porque Yo soy su Vida, su voz, su representante, el narrador de mi Fiat que esconde en Mí. Por esto el prodigio más grande es formar mi Vida Divina en la nada de la criatura, y que sólo mi Querer tiene esta virtud, porque poseyendo la fuerza creadora, se puede crear a Sí misma, su Vida en quien la quiere recibir. Ahora, poseyendo mi Vida, el alma toma parte en mi santidad, en mi amor, y ¡oh! cómo es bello oír que la nada dice junto con el Todo, amor, gloria y con la fuerza dominadora que siente, se difunde en los actos divinos y domina junto con mi Voluntad. Para Nosotros no hay contento mayor que sentir la nada obrante y dominante en nuestro Ser Divino, por eso sé atenta de vivir siempre en mi Voluntad”. (33-36, Abril 12, 1935)

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Nosotros no reparamos si el acto es natural o espiritual, si es grande o pequeño, sino que estamos atentos para ver si todo es nuestro, si nuestro Querer ha hecho surgir su sol de luz, de santidad, de belleza, de amor, y nos servimos aun de los pequeños actos de esta criatura para formar nuestros portentos más prodigiosos, los cuales forman las escenas más bellas para tenernos divertidos.  ¿No fue sobre la nada que formamos las maravillas, el encanto de toda la Creación?  Y en la creación del hombre, ¿no fue sobre la nada que formamos tantas armonías, hasta nuestra misma imagen que nos semeja?  Hija mía, si la criatura debiera darnos únicamente lo que es espiritual, poco podría darnos, en cambio, con darnos aun sus pequeños actos naturales, puede darnos siempre, y estamos en continuas relaciones, la unión entre ella y Nosotros no se rompe jamás.  Mucho más, que las cosas pequeñas están siempre entre las manos, al alcance de los pequeños y de los grandes, de los ignorantes y de los sabios; el respirar, el moverse, el atenderse a sí mismo en las cosas personales, es de todos y no cesan jamás, y si esto es hecho para amarme, para formar la Vida de la Divina Voluntad en ellos, es nuestro triunfo, nuestra victoria y la finalidad para la cual los hemos creado.  Ve entonces cómo es fácil el vivir en nuestro Querer, la criatura no debe hacer cosas nuevas, sino lo que hace, esto es, desarrollar su vida como se la hemos dado en nuestra Voluntad”.

(3) Después de esto mi dulce Jesús continuó diciéndome:

(4) “Hija mía, así como el sol siembra cada día luz, calor, dulzura, perfumes, colores, fecundidad, diversidad de gustos, y con esto embellece toda la tierra, y sólo con tocar con su luz y calor fecunda las plantas, madura y endulza los frutos, da la variedad de los colores y perfumes a las flores, tanto que forma el dulce encanto a las generaciones humanas, así quien vive en mi Voluntad, superando Ella en modo insuperable la siembra que hace el sol, siembra sobre de quien vive en Ella, luz, amor, variedad de bellezas, santidad, dando a cada una de estas semillas la fecundidad divina, y ¡oh! cómo es bello ver a esta criatura embellecida, fecundada por nuestra siembra divina, cómo queda hermosa, tanto, de formar el encanto a nuestras pupilas divinas.  Ahora hija mía, así como la tierra, las flores, las plantas, para recibir la siembra del sol deben someterse a recibir el contacto de su luz y de su calor, de otra manera el sol quedaría en lo alto sin poder hacer su siembra a la tierra, la cual quedaría estéril, sin fecundidad y sin belleza, porque para dar y recibir un bien se necesita la unión, el acuerdo de ambas partes, sin el cual el uno no puede dar y el otro no puede recibir, así el alma, para recibir la siembra de mi Voluntad debe vivir en Ella, debe estar siempre unida, con sumo acuerdo, debe dejarse modelar para recibir de Ella la nueva Vida que quiere dar, de otra manera mi Voluntad hace como el sol, no siembra y la criatura queda estéril, sin belleza, bajo las tinieblas de su voluntad humana.

Una verdad nuestra puede formar un mar de prodigios y de creaciones divinas en quien tiene el bien de escucharla, esta verdad puede cambiar un mundo entero de perverso, en bueno y santo, porque es una Vida nuestra que viene expuesta para bien de todos, y un nuevo sol que hacemos surgir en las inteligencias creadas, el cual por caminos de luz y de calor se hará conocer para transformar en luz y calor a quien tiene el bien de escucharla

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Actos internos

“…Después de esto seguía en mi interior a la Santísima y adorable Voluntad Divina y mi dulce Jesús ha agregado:

“Hija mía, los actos internos de un alma que hace la Voluntad de Dios están exentos de cualquier mal y sombra de defecto. Sólo Dios es testigo de un acto interno y mientras ninguno lo señala, ninguno lo mira, ninguno habla de él, Dios, como testigo del obrar de la criatura, donde a ninguno le es dado penetrar, en el interior de la criatura lo señala, lo mira, y de él le habla a todo el Cielo y muchas veces también a la tierra de los grandes portentos del obrar interno de esta criatura.  Ser señalado, observado y hacer hablar a Dios de una criatura, es el acto, el honor más grande que ella puede recibir y no puede ser excluido de las obras grandes que Dios cumplirá por medio de ella.  Los actos internos son heridas, dardos, flechas al seno divino, son mensajeros celestiales que salen de la criatura y vuelan a su Creador y llevan la marca de la gloria, del amor y de agradar sólo a Aquél que la ha creado. En efecto, ¿quién ve, quién escucha, quién aprecia todo lo que haces en tu interior?  Ninguno, sólo Yo soy testigo, los escucho y los aprecio.  He aquí por qué en nuestras obras más grandes escogemos almas que aparentemente nada tienen de grande y de maravilloso, almas internas que no están corrompidas ni con miras humanas, ni de rumores, estrépitos, ni gloria ni estima propia que llevan las obras externas.  De hecho, en la Redención escogimos una Virgen simple, sin esplendores externos, pero tenía su interior hablante, que tanto supo decir a solas a su Creador que lo venció y obtuvo la Redención.  Ahora, así hemos hecho para el reino del Fiat Divino, hemos escogido otra alma toda interna, que tanto dirá, que rogará a Dios para que conceda el reino deseado.  Los actos externos aunque buenos y santos no pueden agradarme como los actos internos, porque los externos están casi siempre impregnados del aire de la propia gloria, de la estima humana y a veces de crítica, y un pobre corazón siente en sí los efectos del elogio, o bien de la crítica después que ha hecho sacrificios, y lo humano sale en campo e inviste con su aire tenebroso sus actos, y por eso no llegan puros como deberían ser.  En cambio un acto interno no es ni criticado, ni alabado y lo humano no tiene donde entrar, el alma misma no sintiéndose observada por ninguno, le parece que no hace nada grande y por eso sus actos están impregnados todos de aire celestial.  Por eso sé atenta y haz que tu interior gire siempre en mi Voluntad”.  (22-14, Julio 30,1927)

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“Hija mía, todo salió de Nosotros y fue modelado por nuestras manos creadoras, el alma y el cuerpo, por eso todo debe ser nuestro, lo uno y lo otro; es más, hicimos del cuerpo un órgano, y cada acto que debía hacer, hecho para cumplir la Divina Voluntad, debía formar una tecla, la cual debía encerrar muchas notas y conciertos de música, distintos entre ellos, y el alma debía ser la que con la unión del cuerpo debía formar la voz, el canto, y tocando estas teclas debía formar las músicas más bellas.  Ahora, un órgano sin quien lo toque parece un cuerpo muerto, …

Nota.. Al igual que toda voluntad requiere de una vida (cuerpo) para desarrollar sus acciones, todo cuerpo requiere de una voluntad que lo mueva.

…no divierte ni atrae a ninguno; y quien entiende de música, si no tiene el instrumento para tocar, no puede ejercitar su arte de músico, así que se necesita quien hable, quien se mueva, quien tenga vida para formar las bellas músicas, pero se necesita también el instrumento que contiene las teclas, las notas y todo lo demás; son necesarios el uno y el otro.  Así es el alma y el cuerpo, hay tal armonía, orden, unión entre ellos, que el uno no puede hacer nada sin el otro; por eso estoy atento, te vigilo tus pasos, tus palabras, el mover de tus pupilas, tus más pequeños actos, a fin de que mi Voluntad tenga su Vida, su puesto en ellos. Nosotros no reparamos si el acto es natural o espiritual, si es grande o pequeño, sino que estamos atentos para ver si todo es nuestro, si nuestro Querer ha hecho surgir su sol de luz, de santidad, de belleza, de amor, y nos servimos aun de los pequeños actos de esta criatura para formar nuestros portentos más prodigiosos, los cuales forman las escenas más bellas para tenernos divertidos.  ¿No fue sobre la nada que formamos las maravillas, el encanto de toda la Creación?  Y en la creación del hombre, ¿no fue sobre la nada que formamos tantas armonías, hasta nuestra misma imagen que nos semeja?  Hija mía, si la criatura debiera darnos únicamente lo que es espiritual, poco podría darnos, en cambio, con darnos aun sus pequeños actos naturales, puede darnos siempre, y estamos en continuas relaciones, la unión entre ella y Nosotros no se rompe jamás.  Mucho más, que las cosas pequeñas están siempre entre las manos, al alcance de los pequeños y de los grandes, de los ignorantes y de los sabios; el respirar, el moverse, el atenderse a sí mismo en las cosas personales, es de todos y no cesan jamás, y si esto es hecho para amarme, para formar la Vida de la Divina Voluntad en ellos, es nuestro triunfo, nuestra victoria y la finalidad para la cual los hemos creado.  Ve entonces cómo es fácil el vivir en nuestro Querer, la criatura no debe hacer cosas nuevas, sino lo que hace, esto es, desarrollar su vida como se la hemos dado en nuestra Voluntad”.

(3) Después de esto mi dulce Jesús continuó diciéndome:

(4) “Hija mía, así como el sol siembra cada día luz, calor, dulzura, perfumes, colores, fecundidad, diversidad de gustos, y con esto embellece toda la tierra, y sólo con tocar con su luz y calor fecunda las plantas, madura y endulza los frutos, da la variedad de los colores y perfumes a las flores, tanto que forma el dulce encanto a las generaciones humanas, así quien vive en mi Voluntad, superando Ella en modo insuperable la siembra que hace el sol, siembra sobre de quien vive en Ella, luz, amor, variedad de bellezas, santidad, dando a cada una de estas semillas la fecundidad divina, y ¡oh! cómo es bello ver a esta criatura embellecida, fecundada por nuestra siembra divina, cómo queda hermosa, tanto, de formar el encanto a nuestras pupilas divinas.  Ahora hija mía, así como la tierra, las flores, las plantas, para recibir la siembra del sol deben someterse a recibir el contacto de su luz y de su calor, de otra manera el sol quedaría en lo alto sin poder hacer su siembra a la tierra, la cual quedaría estéril, sin fecundidad y sin belleza, porque para dar y recibir un bien se necesita la unión, el acuerdo de ambas partes, sin el cual el uno no puede dar y el otro no puede recibir, así el alma, para recibir la siembra de mi Voluntad debe vivir en Ella, debe estar siempre unida, con sumo acuerdo, debe dejarse modelar para recibir de Ella la nueva Vida que quiere dar, de otra manera mi Voluntad hace como el sol, no siembra y la criatura queda estéril, sin belleza, bajo las tinieblas de su voluntad humana.  He aquí por qué quiero al alma viviendo en mi Querer, no sólo para sembrar, sino para hacer que mi siembra no se pierda, haciéndome Yo mismo el cultivador para poder producir las más variadas bellezas”.

(5) Después ha agregado con un amor más tierno:

(6) “Hija mía buena, mi amor siempre quiere vincularse más con la criatura, y por cuantas más verdades manifiesta sobre mi Voluntad, tantos más vínculos de unión pongo entre Dios y ella, y conforme manifiesta las verdades, así prepara el esponsalicio entre Dios y el alma, y por cuanto más manifiesta, con tanta más ostentación y suntuosidad será hecho el esponsal. ¿Quieres saber algo más?  Mis verdades servirán como dote para poderse unir con Dios, lo estas verdades harán conocer quien es Aquél que se abaja, y que solamente es su amor lo que lo induce a vincularse con atadura de esponsalicio con la criatura.  Mis verdades tocan y retocan a la criatura, la modelan, le forman la nueva vida, le restituyen y embellecen nuestra imagen y semejanza como cuando fue creada por Nosotros, le imprimen su beso de unión inseparable.  Una verdad nuestra puede formar un mar de prodigios y de creaciones divinas en quien tiene el bien de escucharla, esta verdad puede cambiar un mundo entero de perverso, en bueno y santo, porque es una Vida nuestra que viene expuesta para bien de todos, y un nuevo sol que hacemos surgir en las inteligencias creadas, el cual por caminos de luz y de calor se hará conocer para transformar en luz y calor a quien tiene el bien de escucharla.  Por eso, ocultar una verdad que Nosotros con tanto amor hacemos salir fuera de nuestro seno paterno es el más grande delito, y priva a las generaciones humanas del bien más grande.  Además de esto, quien vive en nuestro Querer, esposándose con Nosotros, forma la fiesta a todos los santos, todos toman parte en las nupcias divinas, y en virtud de esta criatura tienen una fiesta toda propia en el Cielo y otra en la tierra.  Cada acto que hace la criatura que vive en nuestro Querer, es una fiesta y un banquete que ofrece a las regiones celestiales, y los santos le corresponden con nuevos dones e imploran a Dios que le manifieste otras verdades para ensanchar siempre más los confines de la dote que Dios le ha dado”. (36-9, Mayo 17, 1938)

En cada acto hay un triple acto:

Después continuaba mis actos en la Divina Voluntad, y comprendía cómo cuando nos disponemos a hacer un acto, el Querer Divino antes que nosotros hagamos el acto pone su acto primero para dar la vida del acto en la criatura; y mi dulce Jesús ha agregado:

“Hija mía, en cada acto de criatura hay un triple acto::

1.- Primero forma el acto la fuerza creadora;

2.- la criatura sobre el acto de la fuerza creadora forma el acto de su amor obrante, que viene alimentado por la fuerza creadora, y según la intensidad del amor de la criatura, su prolijidad, el bien, el valor, que contiene su acto, así recibe más o menos alimento del acto de la fuerza creadora, porque no hay gusto y deleite para Dios, más bello y grato, que alimentar los actos de la criatura, y esto porque viendo de lo nuestro en el acto humano, nos sentimos dueños, reconocidos por ellos, nos los sentimos unidos, no los hijos lejanos sino cercanos, más bien ensimismados con Nosotros, que como tantos hijos nos hacen corona, que justamente quieren de lo nuestro, y Nosotros con todo amor, de buena gana damos nuestro alimento a los actos de ellos, mucho más que alimentados por Nosotros crecerán como nobles hijos dignos de su Padre Celestial.

3.- Ahora, al acto de la fuerza creadora y al acto del amor obrante de la criatura, sigue el acto del amor de cumplimiento; cada acto no se podría decir completo, ni dársele el justo valor, si faltara una coma, un punto, una pincelada cualquiera; un trabajo si no es completo no sólo no se puede dar el valor, sino que no se puede rescatar honor y gloria.  Entonces, después del amor obrante surge el amor de reconocimiento, de agradecimiento y de dar a Dios lo que es de Dios, la criatura ha recibido de Dios el acto primero de su obrar, lo ha seguido con su amor obrante, pero alimentada por Dios lo completa con un amor más grande, con dar a Dios lo que de Dios ha tenido principio.  Éste es el último punto y la más bella pincelada del acto de la criatura, al cual Dios mismo benignamente da su apreciación divina y se siente honrado y glorificado del pequeño don recibido.  Y en virtud de esto, da otras ocasiones de hacer otros actos a la criatura para tenerla siempre  junto y en continua correspondencia”. (29-8, Marzo 23, 1931)

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Quien vive en nuestra Voluntad Divina emite tres actos:

1.- Concurrente

2.- asistente

3.- receptor

«Hija mía bendita, tu pequeñez en el mar interminable de nuestro Querer es nuestra alegría más grande, tú debes saber que quien vive en Él realiza actos concurrentes, asistentes y receptor

1.- En el primero concurre (coincidir, juntarse, contribuir, convenir)con los mismos actos de su Creador, siendo una la Voluntad de uno con la del otro, esta Divina Voluntad no hay cosa que haga, en la que no pone a la criatura a concurrir juntamente en su obrar, y he aquí que mi Querer no está más solo, siente la inseparabilidad de quien vive en Él, en sus actos siente una voluntad finita en la Infinita, que ama juntamente y concurre en la multiplicidad y acto incesante de nuestras obras, así que quien vive en nuestra Voluntad rompe nuestra soledad, y como connatural nos la sentimos concurrir en nuestro mar divino; y con el derramarse continuo de su pequeñez en Nosotros, adquiere los derechos de nuestro Querer para hacer lo que Él hace. ¡Ah! tú no puedes comprender cuál es nuestro contento, nuestra alegría al sentir a la criatura concurrir con Nosotros para no hacer otra cosa, sino sólo lo que Nosotros hacemos.

2.- Del acto concurrente surge el acto asistente (que asista, que tiene las mismas atribuciones), concurre y asiste, no hay cosa que Nosotros hagamos que ella no conozca y asista, así que ¿cómo escondernos de quien ya está con Nosotros, concurre y tiene su lugar en nuestro Querer? ¿Pero concurrirá y asistirá solamente?

3.- ¡Ah, no! Otro acto surge, y es aquél de recibir (recibientes, que recibe). como suyo, y como nuestro, la Infinitud de nuestro Amor y de nuestras obras, tanto, que su pequeñez no tiene donde poner un Amor y un obrar tan grande, y por eso ella se queda en nuestro Querer con todo el depósito de los bienes que ha recibido, y esto con derecho, porque tiene de lo suyo. Tú debes saber que todo lo que se hace en nuestra Voluntad es tan grande, que la criatura es incapaz de poderlo poseer y restringirlo en sí misma, por ello siente la necesidad de servirse de la misma Voluntad en la que ha obrado para tener el depósito. Mucho más que todo lo que hace la criatura en nuestro Querer, aun el pequeño ‘te amo’, los pequeños ofrecimientos de sus acciones, su pequeñez en poder de nuestra Voluntad, no son otra cosa que puestos que toma en nuestra Voluntad, y por cuanto más puesto toma, tantos más derechos adquiere, y siente en sí la Fuerza divina que continuamente la rapta, le da el vuelo para hacer que su vida venga formada toda en la Divina Voluntad. Y como este modo de vivir debía ser de todas las criaturas, esto era la finalidad de nuestra Creación, pero con suma amargura nuestra vemos que casi todos viven en lo bajo de su voluntad humana. Ahora, quien vive en lo alto de nuestro Querer, ve el gran mal de quien vive en lo bajo, y teniendo a su disposición nuestro acto receptor, esto es la Infinitud de nuestro Amor y la multiplicidad de nuestras obras, las pone a nuestra disposición y de las criaturas, a fin de que Nosotros quedemos correspondidos del amor de todos, y ellas reciban gracias, luz, amor, por cuanto corresponde a su pequeñez. Así que entre el Cielo y la tierra tenemos a la intermediaria junto a Nosotros, y junto a las criaturas, que con la Potencia de nuestro Fiat Divino quiere vincular Cielo y tierra, y ¿cómo no contentar a quien vive en nuestra Voluntad? Sería como si quisiésemos descontentarnos a Nosotros mismos.» (31-13, Octubre 30, 1932)

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Acto incesante

“Hija mía, la vida está en el movimiento continuo. Todo lo que sale de Dios debe poseer un movimiento, así que no hay cosa creada por Nosotros que no se mueva: Cielo y tierra, sol y mar, todos se mueven, con tal orden y velocidad continua que no se detienen jamás; si se detuvieran cesaría la vida y cesaría el bien que hacen, a lo más quedarían como cuadros pintados que no son capaces de hacer bien a ninguno.  Un bien, un acto, sólo se puede llamar verdadero bien cuando tiene su movimiento incesante.  He aquí por qué nuestro Ser Divino es perfecto en todos nuestros actos, porque tiene su movimiento continuo, no cesa jamás de hacer y de dar el bien, y si cesara, lo que no puede ser, cesaría la vida del bien.  Ahora nuestra Voluntad, vida y eco perfecto de nuestro Ser Divino, es movimiento incesante y por eso es bien perfecto, y es un bien que puede darse a todos.  Cuando un bien es incesante todos lo pueden tomar, su movimiento continuo le hace poseer la fuente de la inagotabilidad.  Por tanto quien debe vivir en mi Querer Divino debe poseer el eco de mi Querer y seguir con movimiento incesante sus actos; y el bien que te viene, que te pone en el orden del movimiento divino, con rapidez encantadora te mueve y gira junto con todas las cosas creadas.  Tus actos son inagotables y todos pueden tomar el bien de ellos, porque parten de la fuente del Fiat Eterno.  ¿Y te parece poco  hacer un bien que siempre surge?  Ésta es la causa por la que en las criaturas no se ven verdaderos y perfectos bienes, porque sus virtudes son interrumpidas y como pierden el movimiento incesante de una virtud, cesa la vida del bien de ella, pierden el gusto, el vigor, la fuerza, porque no poseyendo el movimiento incesante, no se forma la vida de la virtud en ellos, ni aquel acto que siempre surge, sino una cosa superficial y pasajera, por consiguiente, ¿cómo pueden dar el bien de aquellas virtudes a todos, si no poseen ellos la vida y la fuente de ellas, que permiten que mientras dan a los demás, ellas jamás se agoten y nada pierdan?  ¿Pierde tal vez el sol con dar su luz a todos?  No, ciertamente, porque posee la fuente de la luz y su movimiento de dar luz es incesante.  Por eso hija mía, en mi Divina Voluntad tus actos, tus oraciones, el pedir su reino, deben tener el movimiento incesante para poder impetrar por todos que el Fiat Divino sea conocido y amado por todos”. (22-14, Julio 30,1927)

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¿A Dios le faltará algo?

El hombre tiene la oportunidad de hacer actos que ni en el Cielo existen:

Conquistante y Creciente.

1.- CONQUISTANTE

No hay cosa más bella, más querida, más grande, más santa, que sentir correr el dominio de mi Voluntad en todos los actos, y en todo el conjunto de la criatura, podría decir que el Cielo queda atrás ante el dominio de mi Voluntad en el corazón de la criatura viadora, porque en los santos no tiene nada qué agregar, no queda otra cosa que hacerlos felices continuamente; en cambio en el alma viadora hay obras que puede hacer, nueva vida que puede infundir, nuevas conquistas que puede adquirir para agrandar y extender mayormente su dominio. El dominio total de mi Voluntad Divina en la criatura es nuestra victoria continuada, por cada acto suyo que hace en ella con su dominio, tantas victorias hacemos, y la criatura queda vencedora de mi Divina Voluntad en sus actos; en cambio en el Cielo no tenemos nada qué vencer, porque todo es nuestro, y cada bienaventurado cumple su trabajo en el acto de expirar, por eso nuestra obra conquistante es sobre la tierra, en las almas viadoras, no en el Cielo; en el Cielo no tenemos ni qué perder ni qué adquirir».  (30-13, Enero 12, 1932)

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“Hija mía bendita, el vivir en mi Querer encierra tantos prodigios y secretos de hacer maravillar Cielo y tierra.  Tú debes saber que conforme la pequeñez de la criatura entra en Él, se pierde en su inmensidad, y la Divina Voluntad la recibe en sus brazos para hacer de ella conquista, y el querer humano se hace conquistador de la Divina.  Ahora en estas conquistas de ambas partes, la Divina Voluntad festeja la conquista de la humana, dándole el uso que quiere, y la voluntad humana festeja la gran conquista hecha de la Divina, y queriéndole dar el uso que quiera, la envía al Cielo como conquista suya y portadora de nuevas alegrías y felicidad que posee.  Mi Voluntad conquistada por el alma no se queda atrás, bilocándose, queda y parte para su patria celestial sólo para secundar a aquélla que la ha conquistado, y lleva la nueva conquista que ha hecho del querer humano, y las alegrías y felicidad que encierra la Divina Voluntad conquistante; mi Voluntad felicitante y beatificante que está en el Cielo, y mi Voluntad conquistadora que está en la tierra se funden juntas e inundan las regiones celestiales con las nuevas alegrías que posee mi Divina Voluntad conquistadora, porque tú debes saber que las alegrías de mi Voluntad conquistadora son muy distintas y diversas de aquéllas de mi Voluntad felicitante, las alegrías de mi Voluntad conquistadora no están en poder de los bienaventurados, sino en poder de la criatura, que las debe mandar desde la tierra y vienen formadas en medio de la hoguera del dolor y del amor, y sobre el aniquilamiento del propio querer.  En cambio las alegrías felicitantes están en poder de ellos, y son frutos y efectos de la celestial morada en la cual se encuentran.  Hay gran diferencia entre las alegrías de mi Voluntad conquistante y las de mi Voluntad felicitante, puedo decir que no existen en el Cielo mis alegrías conquistantes, sino sólo en la tierra, y ¡oh! cómo es bello ver a la criatura, que cuantas veces hace sus actos en mi Querer, tantas veces se hace conquistadora de Ella y la hace partir para el Cielo, para el purgatorio, en medio a las criaturas terrestres, por donde quiere, mucho más que estando mi Voluntad por todas partes y por todos lados, no debe hacer otra cosa que bilocarse para dar el fruto, las alegrías de la nueva conquista que la criatura ha hecho de Ella.  Hija mía, no hay escena más conmovedora, más deliciosa, más útil, que ver la pequeñez de la criatura venir en nuestra Voluntad Divina, hacer sus pequeños actos y hacer su dulce conquista de una Voluntad Inmensa, Santa, Potente, Eterna, que todo encierra, puede todo y posee todo.  La pequeñez de la criatura al verse conquistadora de un Fiat Divino tan interminable, queda sorprendida, no sabe dónde ponérsela, quisiera encerrarla toda en sí pero le falta el espacio, por eso toma por cuanto puede, hasta llenarse toda, pero ve que le quedan mares inmensos aún, y haciéndola de playa quisiera que todos tomaran un bien tan grande, por esto la envía al Cielo como sagrado derecho de la patria celestial a cualquiera que la quiera, y con ansia se dispone a hacer otros actos en Ella para readquirirla tantas veces por cuantos actos va haciendo.  Es el verdadero comercio Divino que forma Dios y la criatura entre el Cielo y la tierra». (30-13, Enero 12, 1932)

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2.- CRECIENTE

Ahora hija mía, no fue así al crear al hombre, en él no fue puesto un acto determinado, sino un acto siempre creciente, nuestro amor no quiso decir un basta al hombre, habría sido como obstaculizar nuestro amor, detener nuestro arrebato, no, no, nuestro basta no se pronunció en la creación del hombre, no puse un límite, sino un acto siempre creciente, dejando casi a su elección hasta dónde quería llegar, poniendo a su disposición nuestro acto creciente a fin de que nuestro desahogo de amor no tuviera un término, sino que pudiera hacer ostentación de lujo, de gracia, de santidad, de belleza, de bondad y demás, por cuanto más le agradara; atábamos nuestro acto creciente a su libre voluntad, para que no tuviera ningún obstáculo para hacer cuanta más ostentación pudiera.  Y para hacer que este nuestro acto creciente tuviera en el hombre todas las ayudas posibles e imaginables, le dábamos también nuestra Voluntad Divina a su disposición, para que pudiera mantener a sus expensas todo el lujo que quisiera, y la sobreabundancia de los bienes de su Creador.  Nuestro amor no quiso decir basta al hombre, decirle, hijo nuestro, hasta aquí puedes llegar; no, no, habría sido como si un padre quisiera decir a su hijo:  ‘Hasta tal día te sentarás en mi mesa, y después basta’.  Esto no sería amor de paternidad sino de autoridad; que el hijo pueda poner un término de recibir los alimentos de su padre, puede darse, pero que el padre le diga que estará en ayunas, no lo hará jamás.  Así es nuestra bondad, jamás diremos basta a la criatura, nuestro acto creciente le servirá de alimento continuo para crecer siempre y conservarse, y si ingrata no se servirá de nuestro acto creciente, don grande dado por su Creador, tendremos el dolor de ver a nuestro querido hijo en ayunas, pobre, y nuestro acto obstaculizado y sin vida, y cambiará nuestro arrebato de amor en arrebato de dolor. Por eso si quieres que nuestro acto creciente tenga vida en ti, no salgas jamás de nuestra Divina Voluntad, la cual será celosa de hacerte crecer siempre, siempre”. (29-25, Julio 2, 1931)

“¿Cuál será la diferencia que hay entre el modo en el cual Dios está en la Creación, y el modo con el cual está en el alma de la criatura?”  Y mi siempre amable Jesús, todo bondad ha agregado:

“Hija mía, hay una gran diferencia entre la una y la otra:  En las cosas creadas nuestra Divinidad está en acto creante y conservante, ni agrega ni quita nada de lo que ha hecho, porque cada una de las cosas creadas posee la plenitud del bien que encierra, el sol posee la plenitud de la luz, el cielo la totalidad de la extensión de su manto azul, el mar la plenitud de las aguas, y así de todo lo demás, todos pueden decir:  ‘No tenemos necesidad de nada, es tal la abundancia que poseemos, que podemos dar sin agotarnos, y por eso damos gloria perfecta a nuestro Creador’.  En cambio en la criatura humana, nuestro acto divino es creante, conservante, obrante y creciente, nuestro amor no dijo basta para ella, no, sino que quiere siempre dar y obrar cosas nuevas, y si nos corresponde, nuestra virtud obrante está siempre en movimiento, ahora le damos nuevo amor, ahora nueva luz, ahora nueva ciencia, nueva santidad, nueva belleza, nuestra virtud obrante no cesa jamás, queremos dar siempre, y con el dar obramos.  Con crear a la criatura abríamos el comercio entre el Cielo y la tierra y poníamos en tráfico nuestro modo obrante, Nosotros a dar y ella a recibir, y lo que es más, la queremos junto a obrar, no queremos hacerlo solos, si fuésemos capaces de dolor, nos amargaría nuestra felicidad si no la tuviésemos junto con Nosotros, y de nuestro amor y acto obrante surge nuestro acto siempre creciente, así que la criatura está bajo la lluvia de nuestro amor y acto creante, conservante, obrante y creciente”. (32-4, Abril 2, 1933)

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Ahora, los actos  deben ser continuados:

“Hija mía, el reconocer lo que puede hacer mi Voluntad en el acto de la criatura, forma el acto divino en ella, y en este acto, como fondo pone el principio divino, y conforme se va formando así la inviste de su inmutabilidad, de modo que la criatura sentirá en su acto un principio divino que no termina jamás, y una inmutabilidad que jamás se cambia, oirá en sí el sonido de la campana de su acto continuado que hace su curso continuo. Ésta es la señal si el alma ha recibido en sus actos el principio divino:  ‘La continuación’, un acto prolijo dice que Dios habita en ella y en sus actos, dice confirmación en el bien, porque es tanto el valor, la gracia, la potencia de un acto continuado, que llena los pequeños vacíos de intensidad de amor, las pequeñas debilidades a que la naturaleza humana está sujeta. Se puede decir que un acto, una virtud continuada es como el juez, el orden, el centinela de la criatura.  Por eso me importa tanto que tus actos sean continuos, porque tienen de lo mío dentro, y  si no son continuos Yo sentiría deshonrado mi acto en el tuyo. Mira hija mía, es tanto el ímpetu de amor, que quiero ser reconocido en todo lo que he hecho por amor de las criaturas, pero esto no por otra cosa sino para dar, siento una necesidad de dar, quiero formar las depositarias de mi Vida, de mis obras, de mis penas, de mis lágrimas, de todo, pero éstas no salen de Mí si no son reconocidas, con no reconocerlas me impiden el acercarme para poner en ellas lo que con tanto amor quiero dar, y además quedarían sin efectos, serían como tantos ciegos que no ven lo que los rodea.  En cambio, el reconocer es vista al alma, que hace surgir el deseo y el amor, y por lo tanto la gratitud hacia Mí que tanto quiero dar, y con celo custodian mi tesoro depositado en ellas, y en las circunstancias se sirven de mi Vida como guía, de mis obras para confirmar sus obras, de mis penas como sostén de las penas de ellas, y de mis lágrimas para lavarse si están manchadas, y ¡oh! cómo estoy contento de que se sirvan de Mí y de mis obras para ayudarse.  Fue esta mi finalidad al venir a la tierra, para quedar como su hermanito en medio a ellas, y dentro de ellas como ayuda en sus necesidades.  En cuanto me reconocen, Yo no hago otra cosa que reflejar en ellas para sellar el bien que han conocido, casi como sol, que con reflejar, con su luz sobre las plantas y sobre las flores comunica la sustancia de la dulzura y de los colores, no aparentemente sino en realidad.  Entonces, si quieres recibir mucho, trata de conocer lo que hizo y hace mi Voluntad en la Creación, y lo que hizo en la Redención, y Yo seré magnánimo y nada te negaré de lo que te hago conocer.  Es más, debes saber que si no me detengo ahora para hacerte de maestro, para hacerte conocer tantas otras cosas que me pertenecen, es porque quiero darte todavía lo que te hago conocer.  No quedaría contento si no tuviese qué dar, y siempre cosas nuevas para dar a mi hija, por eso espero con ansia que pongas en su lugar en tu alma lo que has conocido, a fin de que lo tengas como cosa tuya, y mientras las pones en su lugar, para ayudarte a ordenarlas te voy acariciando, modelando, fortificándote, ensancho tu capacidad, en suma renuevo lo que hice en la creación de la primera criatura.  Mucho más que siendo cosas mías que tú has conocido y que quiero ponerlas en ti, no quiero fiarme de ninguno, ni siquiera de ti, quiero ser Yo mismo, con mis mismas manos creadoras preparar el lugar y ponerlas en ti, y para tenerlas seguras las circundo con mi amor, con mi fuerza y pongo por guardia mi luz.  Por eso sé atenta, no dejes escapar nada, y así me darás el campo para poderte hacer las más bellas sorpresas”.

Después de esto, mi pequeña inteligencia continuaba navegando el mar interminable de la Divina Voluntad, y mi sumo Bien Jesús ha agregado:

“Hija mía, Nosotros tenemos campos y mares divinos interminables, que están llenos de alegrías, de bienaventuranzas, de bellezas encantadoras de toda especie, y poseen la virtud de hacer surgir alegrías siempre nuevas y bellezas tales, que una no asemeja a la otra, pero en estos nuestros mares y campos divinos, aunque hay cosas y bienaventuranzas innumerables, no tenemos vidas que palpiten, mientras que Nosotros somos vida y latido de todo, también de nuestras alegrías; nos falta el latido de la criatura que palpite en el nuestro y como vida llenen estos nuestros campos y mares innumerables.  Ahora, ¿quieres tú saber quién nos da su vida, no una cosa nueva, pues tenemos tantas? Quien viene a vivir en nuestra Voluntad, porque Ella, desbordando de Nosotros nos forma nuestros campos y mares divinos, llenos de todas las felicidades posibles e imaginables, y la criatura viene a ellos como vida, y tenemos el gran contento y la gran gloria que nos puede dar una vida, y si bien esta vida ha salido de Nosotros, pero es libre de estar o no estar en nuestros campos divinos, y ella pierde, sacrifica su libertad humana, y en nuestra Voluntad toma la libertad divina, y como vida vive en nuestros campos y mares sin confines.  Y ¡oh! cómo es bello ver esta vida que agranda su puesto en medio a los apretados grupos de nuestras felicidades y alegrías, y en ellas arroja su semilla, su grano de trigo, imagen de su voluntad que ahí forma su espiga, tan alta, pero como realidad, y no aparente, de la vida palpitante y obrante en nuestro campo celestial, o bien como pececito, símbolo también de su voluntad, que como vida palpita, nada en nuestro mar, vive y se nutre, se entretiene, nos hace miles de bromas y recrea, no como alegría sino como vida, a su Creador. Hay gran diferencia entre aquellas que nos pueden dar nuestras alegrías, y aquellas que nos puede dar una vida. Y por esto podemos decir: ‘Nuestros campos están desiertos, nuestros mares están sin peces’.  Porque falta la vida de las criaturas para llenarlos, para poder dar y recibir vida por vida, pero vendrá el tiempo que estarán llenos, y tendremos el pleno contento y la gran gloria de tener en medio a nuestras muchas alegrías, multitudes de vidas que vivirán dentro de estos campos y nos darán vida por vida.

Ahora, tú debes saber que estos nuestros campos y mares están a disposición de aquellos que viven en la tierra y que quieren hacer vida en nuestra Divina Voluntad, no para aquellos que viven en el Cielo, porque ellos no pueden agregar ni siquiera una coma de más de lo que han hecho, estos son las vidas gozosas en nuestros campos divinos, no las vidas obrantes, se puede decir de ellos:  ‘Lo que ha hecho ha hecho’.  En cambio, son las vidas obrantes y conquistantes de la tierra las que suspiramos, y que mientras están en la tierra entren en estos nuestros campos y obren y hagan de conquistadoras en modo divino, mucho más, que desde que el hombre pecó, salió de nuestra Voluntad, y le fueron, con justicia, cerradas las puertas de estos nuestros campos. Ahora queremos abrir estas nuestras puertas, después de tantos siglos, a quien quiera entrar, no forzarlas, sino libremente, para hacerlos poblar estos nuestros campos divinos, para dar una nueva forma, un modo de vida todo nuevo a la criatura, y poder recibir, no obras de ella, sino en cada acto suyo, vida formada en nuestra misma Vida. Esta es la causa de mi tanto hablar sobre mi Voluntad, la fuerza de mi palabra creadora las dispondrá, les dará el deseo, cambiará la voluntad humana, y sabiendo que quiero abrir las puertas, tocarán, y Yo rápido les abriré a fin de que Yo mismo quede satisfecho, y tenga mi pueblo afortunado que me dará a cambio de mi Vida que he dado por ellos, su vida a cambio de la mía.  Jamás he hablado sin obtener nada, o en vano, hablé en la Creación, y mi palabra sirvió para formar las cosas admirables de todo el universo, hablé en la Redención, y mi palabra, mi Evangelio, sirve de guía a mi Iglesia, sirve de luz, de sostén, se puede decir que mi palabra es la sustancia y mi Vida palpitante en el seno de la Iglesia.  Ahora, si he hablado y hablo todavía sobre mi Divina Voluntad, no será en vano, no, sino que tendré sus admirables efectos, y la Vida de mi Voluntad conocida, obrante y palpitante en medio a las criaturas.  Por eso déjame hacer y Yo dispondré las cosas de modo que mi palabra no será palabra muerta, sino viva, que dará vida con todos sus admirables efectos.  Mucho más, que estos nuestros campos y mares celestiales harán de madre a las almas afortunadas que quieran vivir en ellos, las educarán en modo divino, las nutrirán con alimentos exquisitos tomados de la mesa celestial y las crecerán de manera noble y santas, que en todos sus actos, pasos y palabras se verá claramente escrito:  ‘Son similares a su Creador’. Dios oirá la melodía de su voz en la palabra de ellas, su potencia en sus obras, su dulce movimiento de los pasos que corren junto a todos porque los quiere consigo, en los pasos de ellos, y como raptado dirá:  ‘¿Quién es quien me asemeja?  ¿Quién sabe imitar mi voz dulce, armoniosa y fuerte de poder sacudir Cielo y tierra? ¿Quién tiene tanta fuerza de raptarme en sus obras para hacerme obrar junto con ella?  ¿Quién es?  ¿Quién es?’ ¡Ah! es quien vive en nuestros campos divinos, es justo que nos asemeje en todo, por cuanto a criatura es posible, es nuestra hija, y basta, dejémosla que nos imite, que nos asemeje, será nuestra gloria de nuestra obra creadora, la suspirada de su Padre Celestial, estas almas formarán la nueva jerarquía en la patria celestial, donde hay un puesto reservado para ellos, que a ningún otro es dado ocupar”. (30-8, Diciembre 21, 1931)

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Cada acto es una Vida Divina:

“Hija mía, conforme el alma hace sus actos en mi Querer, así multiplica mi Vida, de manera que si hace diez actos en mi Voluntad, diez veces me multiplica; si hace veinte, cien, mil, o aún más, tantas veces de más quedo multiplicado.  Sucede como en la Consagración Sacramental, cuantas hostias ponen, tantas veces quedo multiplicado, la diferencia que hay es que en la Consagración Sacramental tengo necesidad de las hostias para multiplicarme y del sacerdote que me consagre.  En mi Voluntad para quedar multiplicado, tengo necesidad de los actos de la criatura, donde más que hostia viva, no muerta como las hostias antes de Consagrarme, mi Voluntad me Consagra y me encierra en el acto de la criatura, y Yo quedo multiplicado en cada acto suyo hecho en mi Voluntad, por eso mi amor tiene su desahogo completo con las almas que hacen mi Voluntad y viven en mi Querer, son siempre ellas las que suplen no sólo a todos los actos que me deben las criaturas, sino a mi misma Vida Sacramental. Cuántas veces queda obstaculizada mi Vida Sacramental en las pocas hostias en las que Yo quedo consagrado, porque son pocos los que comulgan, otras veces faltan sacerdotes que me consagren, y mi Vida Sacramental no sólo no queda multiplicada cuanto quisiera, sino que queda sin existencia.  ¡Oh! cómo sufre por ello mi amor, quisiera multiplicar mi Vida todos los días en tantas hostias por cuantas criaturas existen para darme a ellas, pero en vano espero, mi Voluntad queda sin efecto.  Pero lo que he decidido, todo tendrá cumplimiento, por eso tomo otro camino y me multiplico en cada acto de la criatura hecho en mi Querer, para hacerme suplir a la multiplicación de las Vidas Sacramentales.  Ah, sí, sólo las almas que vivan en mi Querer suplirán a todas las comuniones que no reciben las criaturas, a todas las consagraciones que no son hechas por los sacerdotes; en ellas encontraré todo, aun la misma multiplicación de mi Vida Sacramental.  Por eso te repito que tu misión es grande, a misión más alta, más noble, sublime y divina no podría escogerte, no hay cosa que no concentraré en ti, aun la multiplicación de mi Vida, haré nuevos prodigios de gracia jamás hechos hasta ahora; por eso te pido, sé atenta, seme fiel, haz que mi Voluntad tenga vida siempre en ti, y Yo en mi mismo Querer en ti, encontraré toda completada la obra de la Creación, con mis plenos derechos, y todo lo que quiero”. (14-16, Marzo 24, 1922)

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“Hija de mi Voluntad, todo lo que hace la criatura que tiene por principio y por vida mi Voluntad, aunque fueran cosas pequeñas, cada una contiene una Vida Divina, así que en el mar interminable de mi Querer y de mi amor se ven nadar, flotar tantas pequeñas vidas de amor, de luz, que han tomado lugar en nuestro mar y, ¡oh!, cómo nos sentimos correspondidos, porque es vida de amor que nos ha dado en su pequeño amor, y vida de luz que nos ha dado al hacer sus actos, porque han sido formados en el centro de la Vida de nuestro Fiat, que poseyendo la verdadera vida, todo lo que sale de Él son vidas, que primero las crea, las forma en Él, y después las pone fuera, como dándolas a luz de su seno Divino.  Por eso cada ‘te amo’ posee la vida del amor, cada adoración posee la vida de la adoración divina, cada virtud que ejercita posee, quién la vida de la bondad divina, quién la vida de la sabiduría, quién la de la fuerza, quién la de la potencia, quién la de la santidad, pero como son pequeñas vidas que han recibido la vida de nuestra Vida, no saben estar aisladas, sino que corren y vienen a continuar su pequeña vida en nuestros mares interminables y, ¡oh! cómo nos aman, serán pequeñas, pero Nosotros sabemos que la criatura sólo nos puede dar lo pequeño, porque las cosas grandes, inmensas, son las nuestras, y la criatura no tiene ni siquiera lugar dónde ponerlas si queremos darle, por eso es necesario que se refugie en Nosotros, y Nosotros viéndola en nuestros mares nos sentimos correspondidos con el amor que queremos de la criatura”.

Yo he quedado pensativa acerca de lo que Jesús me ha dicho, y Él ha agregado:

“¿Quieres verlo para que te convenzas de lo que te digo?

Ahora, mientras estaba en esto, mi amado Jesús me hacía ver sus mares interminables, los cuales investían cielos y tierra, y el pequeño amor de la criatura y todo lo demás hecho en su Querer Divino, como tantas vidas, pequeñas pero bellas, que nadaban en estos mares; quién permanecía en la superficie para mirar fijamente a su Creador, quién corría a sus brazos, una lo abrazaba, otra lo besaba, alguna otra se adentraba en el mar, en suma, le hacían miles de mimos, caricias y estratagemas a Aquél de quien habían recibido la Vida.  El Ser Supremo las miraba, pero con tal amor, que llamaba a toda la corte celestial a festejar junto con Él, y decía a todos:  ‘¡Mírenlas cómo son bellas!  Estas vidas formadas por los actos de la criatura, por mi Voluntad, son mi gloria, mi triunfo, mi sonrisa, son el eco de mi amor, de nuestra armonía, de nuestra felicidad’.  Ahora, estas vidas se veían en el sol, en las estrellas, en el aire, en el viento, en el mar; cada ‘te amo’ era una vida de amor, la cual corría a tomar su puesto de honor en los mares divinos.  ¡Qué encanto, qué bellezas, cuántas sorpresas indecibles!  Yo he quedado muda y no sabía qué decir, y Jesús ha agregado:

“Hija mía, ¿has visto cuántas raras bellezas de vida sabe hacer mi Voluntad?  Su amor, su celo es tanto, que los custodia en su propio mar.

Pero aún no es todo hija mía, quiero decirte otra sorpresa:  Si la criatura que vive en mi Querer, un ‘te amo’ no hace esperar a otro con la pequeña vida de amor que contiene dentro el prodigioso ‘te amo’, quién corre delante, quién va hacia atrás, quién vuela para tomar puesto en nuestros mares interminables, hacen competencia entre ellas para ver quién corre más veloz, quién se quiere poner más adelante, quién quiere ser el primero en arrojarse en nuestros brazos, y quién da un salto hasta encerrase en nuestro seno divino; la vida no puede estar detenida, estas pequeñas vidas, si bien pequeñas, tienen un respiro, un latido, un paso, una voz, son todo ojos para mirarnos, por eso respiran amor y nos dan amor, laten de amor, tienen nuestro paso, que nos movemos y caminamos porque amamos; sus voces nos hablan siempre de amor, y aman tanto que quieren oír siempre nuestra historia de eterno amor; estas pequeñas vidas no mueren jamás, son eternas con Nosotros.  El ‘te amo’, los actos hechos en mi Querer, pueblan el Cielo, estas pequeñas vidas se difunden dondequiera, en toda la Creación, en los santos, en los ángeles y, ¿cuántas no corren en torno a la Reina?  Dondequiera quieren su puesto, llegan a descender en los corazones de las criaturas de la tierra y dicen entre ellas:  ‘¿Cómo es que nuestro Creador debe estar sin nuestra pequeña vida de amor en los corazones humanos?  ¡Ah, no, no, somos pequeñas, podemos entrar en ellos y amamos a nuestro Creador por ellos!’  Estas pequeñas vidas son el encanto de todo el Cielo, son las más grandes maravillas de nuestro Ente Supremo, son las que verdaderamente corresponden a nuestro eterno amor, tienen locuras tan extrañas de amor, que al solo mirarlas se conoce que son hijas nuestras, vidas formadas y creadas por nuestro Querer Divino”.

¿Pero quién puede decir mis sorpresas? Y Jesús ha agregado:

Mío.- Cómo es que correspondemos a Jesús x toda la humanidad:

“No te maravilles, también mi Vida acá abajo no hacía otra cosa que hacer salir vida de Mí, tanto, que mis pasos caminan aún junto a todos, no se detienen jamás, es más, todos los siglos tendrán la vida de mis pasos; mi boca habla aún, porque cada palabra mía contenía una vida, y por eso habla todavía, solamente no oye mi voz quien no quiere escucharme; mis lágrimas están llenas de vidas, y están siempre en acto de verterse sobre el pecador para enternecerlo, compungirlo y convertirlo, y sobre las almas justas y buenas para embellecerlas y arrebatarles su corazón para hacerme amar.  Cada pena, cada gota de mi sangre, son Vidas mías distintas que contienen, y por eso forman la fuerza de las penas de las criaturas y el lavado de todos sus pecados. Son los prodigios de mi Querer, donde reina mi Voluntad con su Virtud creadora en naturaleza, sobre de cada pequeño acto, y aun naderías, crea vida para hacernos amar.  Tú debes estar convencida de que ante tanto amor nuestro, sin que ninguno nos ame, no podemos estar, por eso nuestra Voluntad que piensa en todo y sabe hacer todo, crea tantas vidas de los actos de la criatura que vive en Ella, hace de suplidora a nuestro amor, y vuelve menos delirantes nuestras ansias de amor y nuestros eternos delirios por querer ser amados; por eso vive siempre en nuestro Querer; ama siempre y serás el nuevo encanto de todo el Cielo y nuestra fiesta perenne, y Nosotros seremos la tuya, nos festejaremos mutuamente”. (30-8, Diciembre 21, 1931)

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Dios creó las obras, al hombre le toca hacer las vidas:

…Ahora continúo sobre el mismo argumento del día 18 de Diciembre, cómo nuestros actos hechos en el Querer Divino se cambian en Vida.  Entonces pensaba entre mí:  “¿Y tantas obras buenas, pero que no han salido de dentro del Querer Divino, y que faltándoles su germen de Vida

no pueden ser Vida, sino solamente obras, qué cosa serán en el orden divino?”  Y mi dulce Jesús, siempre benigno ha agregado:

“Hija mía, mi Querer poseyendo en naturaleza su Vida creadora, no es maravilla que cada acto de criatura, aun un pequeño te amo hecho en mi Querer, sea como madurado en el centro de su Vida Divina, y como connatural adquiera la Vida; todo lo que se hace en Él es regenerado en nuestro eterno amor y adquiere la gran filiación de tantas Vidas Divinas que son exclusivamente nuestras.  Ahora, las obras buenas no hechas en mi Querer, pueden ser en nuestra obra creadora como tantos bellos adornos, cuál más, cuál menos bello, pero vida, jamás.  También en el orden de la Creación hay vidas y hay adornos:  Las flores no son vidas, no obstante forman un bello adorno a la tierra, pero no permanente; los frutos no son vida, pero sirven para alimentar al hombre y para hacerlo gustar las tantas variadas dulzuras, pero no son duraderas y no siempre las puede gustar cuantas veces quiera; si las flores, los frutos fuesen vidas, el hombre las podría gozar cuantas veces quisiera.  El sol, el cielo, las estrellas, el viento, el mar, no son vidas, pero como son obras nuestras, ¿cuántos bienes no hacen? Primero sirven como la más bella, primaria habitación del hombre.  ¿Qué cosa son sus habitaciones en comparación con la gran habitación que hicimos Nosotros de todo el universo?  En ella hay una bóveda azul adornada de oro que jamás se decolora, hay un sol que jamás se apaga, hay un aire que haciéndose respirar da vida, hay un viento que purifica y refresca, y tantas otras cosas.  A nuestro amor le era necesario hacer una combinación de vidas y de obras, porque debían servir para hacer feliz al hombre y para decoro y decencia de la habitación de aquél que con tanto amor habíamos creado.  Por eso, habiendo hecho Nosotros las obras más que suficientes, a él le tocaba gozarse nuestras obras y vivir en nuestro Querer para formar tantas vidas de amor, de gloria, para Aquél que tanto lo amaba.” (35-23, Diciembre 21, 1937)

  

Vol. 35 septiembre 20, 1937

«Hija mía bendita, el amor de mi Querer no se detiene jamás, va buscando siempre nuevos reencuentros, nuevas invenciones de amor, es más, llega a encerrar a quien vive en él en los íntimos escondites de sus secretos amorosos, y le hace ver su íntima creación de siempre nuevo y creciente amor, con el cual mantiene a los bienaventurados y a los viadores como dentro de un solo aliento de amor, le descubre nuevos arcanos celestiales de nuestra divinidad, le da nuevas noticias de hasta dónde puede llegar su potencia amorosa, sus prodigios que puede obrar en quien vive en Él. Siempre y cuando la encuentre en su Voluntad, toma gusto en decirle siempre cosas nuevas y darle nuevas sorpresas de amor; es más, escucha lo que hace: Se empequeñece en la criatura y al mismo tiempo permanece inmenso, y ama en ella para decir: ‘¡ah! La criatura me ama como la se amar yo.’ y como nada entra en nosotros que no sea amor, ésta mi Voluntad, como empequeñecida en la criatura, todo lo que Ella hace lo convierte en amor, si reza, si adora, si obra, convierte todo en amor, y con una potencia toda divina, mi misma Voluntad conduce estos actos de la criatura al seno de nuestra Divinidad y toman su puesto en nuestro amor, y nosotros estos actos los vemos que son actos nuestros, y sentimos en ellos la plegaria eterna de nuestro amor, nuestra adoración toda de amor, nuestras obras eternas de amor y, ¡oh!, cómo quedamos glorificados y felices porque la criatura puede decirnos: ‘mi oración, mi adoración, mis actos, son eternos y están investidos por vuestro eterno amor, así me los ha hecho vuestra Voluntad Divina, por eso te amo como tú me amas.’ y es propiamente ésta nuestra locura, nuestro delirio de amor, que queremos hacer y amar en la criatura como hacemos y amamos en nosotros mismos, pero sólo nuestra Voluntad reinante y obrante en la criatura puede llegar a tanto, porque nosotros, si nos abajamos, no es para perder nuestro Ser Divino en lo finito, sino para elevar a la criatura a lo infinito y darle de lo nuestro, y sellar sus más pequeños actos, aun su respiro, su movimiento, con nuestro eterno amor, a fin de que sintamos en ella nuestro respiro de eterno amor, nuestro movimiento en el suyo, que no se mueve si no hace brotar amor. Por eso toda la creación no fue otra cosa que un desahogo de amor, queríamos hermanarnos con nuestras obras, con las criaturas que sacábamos a la luz para amarnos con un solo amor. Hija mía, qué dolor al no haber sido comprendido esto por las criaturas, por eso no podemos tener el bien de decirle quiénes somos, de hacernos conocer y decirle que no somos otra cosa que amor, y que queremos dar amor para recibir amor. Cómo quisiera que todos lo supieran.»

Jesús ha hecho silencio como ahogado en sus llamas de amor; después, como si tuviera necesidad de desahogarse aún, ha vuelto a decir suspirando, como si quisiera incendiar a todo el mundo con su amor:

«Escucha hija mía otra sorpresa más grande de nuestro intenso amor, y hasta dónde llegan nuestros delirios de amor: nuestro Ente Supremo ama tanto a la criatura, que llegamos al exceso de imitarla, nos empequeñecemos, nos encerramos en ella y queremos caminar con sus pies, obrar con sus manos, hablar con su boca, mirar con sus ojos, pensar con su inteligencia, latir y amar en su corazón. Así que para hacer en todo lo que hace y como lo hace la criatura, queremos tener pies, manos, boca, ojos y corazón como los tiene la criatura, y esto se lo pedimos a ella como si nosotros no fuéramos los dueños absolutos de todo, y le decimos: ‘amémonos, nosotros te damos de lo nuestro y tú danos de lo tuyo.’ porque nuestro ser supremo siendo purísimo espíritu, es paso sin pies, sin caminar se encuentra por todas partes; hace todo, obra todo sin necesidad de manos; es palabra sin boca; es luz, ve todo sin ojos. Y como la amamos mucho nos agrada imitarla, y esto es un invento inmenso de nuestro amor que sólo un dios puede hacerlo. Ahora, para poder decirle a la criatura, tú debes imitarnos, debes hacer como nosotros hacemos, le decimos: ‘queremos imitarte y hacer como haces tú.’ además, es criatura nuestra, obra de nuestras manos creadoras, salida de nosotros, de dentro de la potencia de nuestro amor creante, por eso no es maravilla si queremos descender en ella como para imitarla y hacer lo que hace y como lo hace ella, esto no es otra cosa que honrarnos a nosotros mismos y dar mayor importancia a nuestras obras; pero esto solamente lo podemos hacer en la criatura donde reina nuestra Voluntad, en ella todo podemos hacer, desahogarnos en amor, imitarnos recíprocamente, porque en todo se presta a hacer lo que nosotros queremos; en cambio donde no reina nuestra Voluntad, podemos decir que no podemos hacer nada.

Ahora escucha otra sorpresa de amor que llega a lo increíble: cuando la criatura nos ha dado la libertad de imitarla, nos ha dado vida en ella, nos ha dado los pies, las manos, la boca, Nosotros la llamamos a nuestra imitación, y haciéndola entrar en nuestro Ser Divino, la potencia de nuestro Fiat le da el paso sin pies y la hace encontrarse por todas partes, en los ángeles, en los santos, en la celestial Reina, hasta en nuestro seno divino, y ¡oh! Cómo estamos contentos, la criatura no más cercada por la naturaleza humana, sino libre junto con Nosotros, que obra sin manos, habla sin boca y, ¡oh! Cuántas palabras, con nuestra palabra nos dice la larga historia de nuestro amor y de nuestro Fiat obrante; siente verterse en ella nuestra eterna sabiduría, y ¡oh! Cuántas cosas nos dice de nuestro Ser Divino, habla, habla siempre, y ¡oh! Cómo gozamos al escuchar narrar por la criatura lo que nosotros somos, y tomada por nuestras mismas llamas de amor siente la necesidad de amarnos sin corazón, porque el corazón tiene sus límites, mientras que nuestro amor sin corazón no tiene límites, es inmenso, y la criatura se desembaraza del corazón y ama en nuestro amor infinito. Mira hija mía, ¿se pueden dar sorpresas de amor más bellas que éstas? ¿Sentir el placer, el gusto de imitarla, hacer lo que ella hace como pretexto de amor para luego llamarla a imitarnos y para hacerla hacer lo que hacemos Nosotros? Los abismos de nuestro amor son tantos, y lo que es más, va buscando siempre nuevos inventos de amor.»

Yo no sé decir qué cosa sentía en mi mente, una inmensidad de luz que convirtiéndose en palabras decían tantos inventos de amor de mi Creador, y mi dulce Jesús ha agregado:

«Hija mía, escúchame un poco más, nuestro amor es tanto, que parece que no nos da paz si no hacemos nuevas invenciones de amor para amar y hacernos amar, si esto no hiciéramos nos condenaríamos al ocio, lo que no puede ser en nuestro Ente Supremo porque somos un acto continuado de amor que siempre arde, de obras que nunca tienen fin, nuestra sabiduría es tanta que siempre hace cosas nuevas. Ahora, en la criatura en la que reina nuestra Voluntad nos encerramos en ella y damos amplio desahogo a nuestro amor, concentramos todo lo que hemos hecho, hacemos y todo lo que haremos, repetimos en el alma nuestras obras más bellas, nuestros desahogos de amor, las nuevas invenciones de nuestra sabiduría, que sabe hacer tantas, que a la criatura no le es dado el numerarlas todas, y ¡oh! Cuántas escenas conmovedoras hacemos, la criatura se convierte en nuestro teatro de amor, en el depósito de nuestras obras que jamás cesan de obrar, en el refugio de nuestras delicias, alegrías felicidad, en el escondite de nuestros secretos y arcanos celestiales, en la exposición de nuestras variadas bellezas, ¿pero sabes tú para qué? Para gozárnoslas juntos, porque donde reina nuestra Voluntad nada debe faltar de nuestras obras, ella nos encierra en el alma y nos hace hacer en ella lo que hacemos en Nosotros mismos, y esto porque queremos que sepa quiénes somos Nosotros, qué sabemos hacer, cómo amamos, y para darle una prueba más cierta le damos nuestro amor, la hacemos amar como amamos Nosotros, a fin de que toque con sus propias manos cómo ama y sabe amar un Dios; y para gozar juntos la hacemos hacer lo que hacemos Nosotros. Esto no te debe maravillar, ésta es la naturaleza de nuestra Voluntad y del verdadero amor, unificar a la criatura con Nosotros, amarla y hacernos amar por ella como Nosotros la amamos; las disparidades no deben existir, de otra manera sería hacer infeliz a la criatura al ver que nosotros la amamos tanto y ella no, al ver que nosotros sabemos hacer tantas cosas y ella que no sabe hacer nada, pobre hija, estaría en nuestro Ser Divino bajo el peso de una profunda humillación, como extraña, sin confianza, como una pobre delante a un rico; estas cosas nosotros no las sabemos hacer, si está con Nosotros, lo que es nuestro debe ser suyo, el vivir en nuestro Fiat es unidad, obras y alegrías comunes, y es esto lo que nos hace más felices y nos da un amplio campo al desahogo de nuestro amor.»

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Por cuanto somos hechura suya en la gracia como lo fuimos en la naturaleza, creados en Jesucristo para obras buenas, preparadas por Dios desde la eternidad para que nos ejercitemos en ellas y merezcamos la gloria.

Ef. 2:10

Palabras muy curiosas, pues nosotros entendemos que si las obras son preparadas desde la eternidad, y son para ejercitarnos en ellas, por lo tanto somos “predestinados”, ni más ni menos que por Dios mismo, y que nuestra santidad no depende de nosotros, sino de lo que Dios pensó.

“…Tú debes saber que al crear el cielo, el sol, las estrellas, etc., a todo le fijé sus límites, su lugar, su número, no pueden crecer ni decrecer, todas las cosas las tengo como en un puño. Así al crear al hombre, al mismo tiempo creé todas las inteligencias y cada uno de los pensamientos, todas las palabras, las obras, los pasos y todo lo demás del hombre, desde el primero hasta el último que deberá existir, y esto era connatural en Mí, mucho más que Yo mismo debía ser actor y espectador hasta de un pensamiento, y si el hombre no lo podía hacer sin Mí, ¿cómo no debía Yo saberlo y conocer hasta el número? Así que en mi Voluntad nada todo el obrar de las criaturas, como los peces nadan dentro de un vasto mar. Pero habiendo creado al hombre no esclavo sino libre, porque no era decoroso para Mí, ni obra digna salida de mis manos, si hiciera salir a este hombre atado, sin libertad, ni podría decir hagámoslo a nuestra imagen y semejanza si no lo hacía libre, quería dotarlo con la libertad. Yo era libre, libre también él, pues no hay cosa que más torture a una persona que dar un amor forzado, y causa desconfianza, sospechas, temores y casi asco en quien lo recibe. Ve dónde tiene origen cada acto de criatura, aun un pensamiento: ‘en la santidad de mi Voluntad’. Con esta diferencia, que si el hombre quiere, ese pensamiento, palabra, etc., puede hacerlo bien o mal, santo o perverso.

Ahora, mi Voluntad tuvo un dolor al ver en tantos cambiados sus actos, de los cuales era actora, en actos mortales para Mí y para ellos, por eso quise que mi Voluntad haciéndose doblemente actora de cada acto, extendiera sobre todos otro acto divino, que debía corresponderme según la santidad de mi Voluntad con otros tantos actos divinos, pero se necesitaba alguien para hacer esto, y he aquí a mi Humanidad santa, libre también Ella, que no queriendo otra vida que la sola Voluntad Divina, nadando en este mar inmenso iba duplicando cada pensamiento, palabra y obra de criatura, y extendía sobre todo un acto de Voluntad Divina, y esto daba satisfacción y glorificaba al Padre Divino, de modo que Él pudo mirar al hombre y abrirle las puertas del Cielo, y Yo anudaba con más fuerza a la voluntad humana, dejándola siempre libre de no separarse de la Voluntad de su Creador, causa por la que se había precipitado en tantas desgracias.

No estuve contento sólo con esto, sino que quise que mi Mamá, también santa, me siguiera en el mar inmenso del Querer Supremo y junto Conmigo duplicara todos los actos humanos, poniendo en ellos el doble sello, después del mío, de los actos hechos en mi Voluntad sobre todos los actos de las criaturas. Cómo me era dulce la compañía de mi inseparable Mamá en mi Voluntad; la compañía en el obrar hace surgir la felicidad, la complacencia, el amor de ternura, la competencia, el acuerdo, el heroísmo; en cambio el aislamiento produce lo contrario. Entonces, conforme obraba junto con mi amada Mamá, así surgían mares de felicidad, de complacencia de ambas partes, mares de amor que haciendo competencia, uno se arrojaba en el otro, y producían gran heroísmo. Y no para Nosotros solos surgían estos mares, sino también para quien nos habría hecho compañía en nuestra Voluntad; es más, podría decir que estos mares se convertían en tantas voces que llamaban al hombre a vivir en nuestro Querer, para restituirle la felicidad, su naturaleza primera, y todos los bienes que había perdido con sustraerse de nuestra Voluntad. (14-73 Noviembre 11, 1922)

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Ahora, tú debes saber que cuando sacamos la Creación de dentro del seno de nuestra Divinidad, porque ‘ab eterno’ estaba dentro de Nosotros, al sacarla fuera nuestro Fiat, dentro de un mar de amor poníamos fuera todo lo que la criatura debía hacer, así que todo salió de Nosotros, nos hacíamos proveedores de todo lo que ella debía hacer, por eso toda la Creación está llena de todas las obras que se deben hacer, hasta el último de los hombres, y si bien invisibles a los ojos humanos, pero visibles y palpitantes para Nosotros en nuestra Voluntad, lo que forma una creación más bella que la misma Creación, por lo cual es tanto nuestro amor, que mientras ocupa toda la atmósfera, al mismo tiempo la llevamos en nuestro seno divino, y conforme sacamos a la luz del día a las criaturas, así comenzamos a proveerlas con nuestras manos creadoras de las obras que deben hacer; al principio de cada acto que la criatura debe hacer ponemos como fundamento la Vida de nuestro Fiat, y por alimento del acto nuestro amor, porque Nosotros no hacemos nada, ni damos nada, si no tiene por principio nuestro Querer y por alimento y ajuar a nuestro amor; no serían obras dignas de nuestra Majestad Suprema el proveer obras que no den Vida nuestra y que no posean nuestro alimento, cual es el amor.

Toda la Creación era un parto, con todos los actos que debían hacer las generaciones humanas, que ‘ab eterno’ teníamos en nuestro Seno Divino, y que no pudiendo contenerlo más, porque nuestro amor sentía la necesidad de ponerlo fuera pues quería desahogarse, y como cuando hacemos un acto hacemos un acto completo, por eso poniendo fuera a la Creación sacábamos junto todo lo que debía hacer la criatura.

Nuestro Fiat Divino encerrando todo en Sí mismo, Creación y actos humanos, se ponía a la expectativa de sacar a la criatura a la luz del día para suministrarle los actos que a ella le pertenecían.  ¿No es esto un amor exuberante que solamente un Dios podía tener:  Ordenar, formar los actos y después sacar a la luz a aquélla a la que debían servir estos actos como formación de santidad, de amor, de gloria, para sí y de Aquél que la había creado?  Pero esto no es todo, nuestro amor no se detiene jamás, conforme sacó este parto nuestro, poníamos fuera de Nosotros una dosis de nuestra potencia para sostener a la criatura y a sus actos, armándola y cortejándola de potencia divina, así que tiene nuestra potencia que la sostiene; poníamos fuera también una dosis de nuestra sabiduría, con la cual debía estar animada su inteligencia y todos sus actos, por eso si en la criatura se ven nuevas ciencias, nuevos inventos, descubrimientos que llegan a lo increíble, es por nuestra sabiduría que la inviste; también poníamos fuera una dosis de amor, de santidad, de bondad y de todos nuestros atributos para suministrarle el amor, la santidad, la bondad y así de todo lo demás.  La criatura no existía aún, y Nosotros ya estábamos ocupados en ella; mirábamos con complacencia en ella nuestra potencia, sabiduría, amor, santidad y bondad, nos poníamos a su disposición para hacerla lo más bella que podíamos, y poder decirle:  ‘Nos semejas en todo, más bella no te podíamos hacer’.  Este poner fuera nuestras cualidades divinas y todos sus actos que debía hacer, antes de que el hombre viniese a la luz del tiempo, fue para Nosotros un amor tan intenso que llega a lo increíble, e íbamos diciendo en nuestro delirio de amor:  ‘¡Oh hombre, cuánto te amo!  Te amo en mi potencia, te amo en mi sabiduría, en mi amor, en mi santidad, te amo en mi bondad, en los mismos actos que harás, te amo tanto que los pongo todos en espera de ti; mi Querer Divino al cual todo confiamos, nuestras dotes divinas y tus mismos actos que serán ya tuyos, está en acto de darlos como desahogo de su amor por ti’.

(3)Ahora, tú debes saber que nuestro Ser Supremo posee como en naturaleza suya un acto siempre nuevo, por lo cual estos actos establecidos para cada una de las criaturas serán nuevos y distintos uno del otro, distintos en la santidad, siempre nuevos en la belleza, uno más bello que el otro, nuevos en el amor, en la potencia, nuevos en la bondad, son actos formados y alimentados por Nosotros, por lo que poseen todas nuestras características, todos bellos, variados en la santidad, en el amor, en la belleza, pero el uno no es como el otro, serán ellos nuestro orden, el tipo de las variadas bellezas nuestras, la fecundidad de nuestro amor, la armonía de nuestra sabiduría, como se ve en la Creación, en que todas nuestras obras, todas, son bellas, pero el cielo no es sol, el viento no es mar, las flores no son frutos, pero por cuan distintas sean entre ellas, todas son bellas, es más, forman la armonía de las variadas bellezas, verdadera imagen de los actos y de las mismas criaturas.  Tú debes saber que estos actos en mi Voluntad Divina forman un ejército de nuevas bellezas, de nuevo amor y santidad, que Nosotros sólo con mirarlos nos sentimos raptados, y esperamos con ansia que vengan las criaturas que poseyendo nuestro Querer serán proveídas con ellas, y las poseerán.  Ve entonces cómo es cierto que debe venir su reino a la tierra, pues ya están los actos, y entonces saldrán de su prisión de dentro de mi Querer como noble ejército que se harán poseer por las criaturas.

Hija mía, de dentro de mi Fiat salió la Creación, y todos y todo en mi Querer me debe regresar como obra digna de nuestra potencia, entonces quedaremos plenamente glorificados cuando nos reconozcamos a Nosotros mismos en la criatura y en sus actos.  Todo podemos dar y ella todo puede recibir, siempre y cuando reine nuestro Querer Divino en ella, en cambio si Él no reina se forma un abismo de distancia entre ella y Nosotros, y nada podemos darle.  Pero no es todo aun hija mía, pues como es decisión firme el dar el reino de nuestro Querer a las criaturas, queremos que conozca los bienes que hay en Él, y hasta dónde pueden llegar sus actos hechos en nuestro Querer Divino, porque si no conocen sus bienes tendremos hijos ciegos, sordos, mudos, que no saben hablar de su Creador, y no conociéndolos, ni siquiera amarán y apreciarán los mismos bienes que poseen; en nuestro Querer todos tienen vista clara, oído fino y palabra animada por la fuerza creadora, por lo tanto tendrán un hablar que tendrá siempre qué decir, y todos quedarán estupefactos, y los mismos Cielos, complacidos, se abajarán a escucharlos. Los hijos de mi Voluntad serán la alegría de todos y los verdaderos narradores de su Creador, sólo entonces encontraremos quién sepa hablar de Nosotros, porque no hablarán ellos, sino nuestra misma Voluntad será la que hablará en ellos, la cual es la única que puede y sabe hablar de nuestro Ente Supremo, por eso continúa escuchándome. Cuando la criatura posea nuestro Querer, todos sus actos, pequeños y grandes, humanos y espirituales, serán animados por mi Voluntad, y así, animados por Ella se elevarán entre el Cielo y la tierra, investirán y entrelazarán juntos el cielo, el sol, las estrellas, la Creación toda; se elevarán más arriba e investirán todos los actos de la Reina del Cielo, fundiéndose con ellos, tendrán la potencia de investir los actos de nuestra Divinidad, nuestras alegrías y bienaventuranzas, las de todos los santos; y cuando todo hayan encerrado en sus actos, sin que nada quede fuera de ellos, victoriosos se presentarán ante nuestra Majestad Divina y nos los ofrecerán como actos completos a los que nada falta, y ¡oh, cuál será nuestra alegría, nuestra gloria, al encontrar en estos actos al cielo, al sol, todos los actos de la Reina del Cielo, el amor con el cual Ella nos amó, a todos nuestros actos, nuestras alegrías, nuestro amor que jamás cesa!  Estos actos hechos en nuestro Querer Divino nos duplican la gloria de la Creación; duplican la gloria, el amor que nos dio la Soberana Reina; duplican nuestra gloria y la de todos los santos; basta decir que ha entrado nuestra Voluntad de por medio para decir todo y que encierra todo.  Ella, donde entra sabe hacer furor de amor, de gloria y de concentración de todo, porque todo es suyo, y por eso tiene derecho sobre todo.  Ahora, las maravillas que forman en el alma estos actos hechos en nuestro Querer, son indecibles, nuestro Fiat Divino se sirve de ellos para formar por su medio mares de amor, pero no mares que murmuran, sino mares que hablan, y hablan con tal elocuencia de nuestro amor, que nos agrada tanto que queremos estar siempre escuchándolos, sus voces son heridas que nos manda, sus palabras son dardos, tienen qué decir sobre la historia de nuestro amor, y como nos agrada tanto estamos siempre atentos para escucharla, porque nada queremos perdernos de lo que concierne a nuestro amor.  Cómo es bello oír que la criatura tiene nuestro mar de amor hablante, que habla siempre de nuestro amor.  Así que mi Voluntad siendo poseedora de quien vive en Ella, en ella hace de todas las formas, forma las obras que hablan de nuestras obras, los pasos que hablan de nuestros caminos, en suma, como nuestra Voluntad es palabra, donde Ella reina da la palabra a todo lo que hace la criatura y forma de esos actos un prodigio divino.  Por eso no hay cosa más grande, más santa, más bella y que más nos glorifica, que el vivir en nuestra Voluntad, ni hay bien mayor que podamos dar a las criaturas que éste.  Por eso sé atenta y sígueme si no quieres detener mi hablar”. (35-10 Octubre 3, 1937)

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Así es mi costumbre en todas mis obras, las hago una vez para dar vida a todas las demás veces que se repetirán, uniéndolas al primer acto como si fuera un acto solo,

“Hija mía, si tú supieras con cuánto amor fue formada la creación del hombre. Al sólo recordarlo nuestro amor se inflama y forma nuevas inundaciones, y mientras se pone en actitud de fiesta al recordar nuestra obra, bella, perfecta, y donde se puso tal maestría de arte que ningún otro puede formar una similar, era tan bella que llegó a suscitar en nuestro amor el celo de que toda fuera para Nosotros. Además, el hombre había sido hecho por Nosotros, era nuestro, entonces el ser celoso era un derecho de nuestro amor; tan es verdad que nuestro amor llegó a tanto, que todos los primeros actos hechos en Adán fueron hechos por su Creador; así que el primer acto de amor fue creado y hecho por Nosotros en Adán, el primer latido, el primer pensamiento, la primera palabra, en suma, en todo lo que él pudo hacer después, estaban nuestros actos primeros hechos en él, y sobre nuestros primeros actos seguían los actos de Adán. Por eso, si amaba, surgía su amor de dentro de nuestro primer acto de amor; si pensaba, su pensamiento surgía de dentro de nuestro pensamiento; y así de todo lo demás. Si Nosotros no hubiésemos hecho los primeros actos en él, no habría podido ni hacer nada, ni saber hacer nada; en cambio, con el hacer el Ente Supremo los primeros actos, poníamos en Adán tantas fuentecitas por cuantos actos primeros hicimos en él, de modo que cada vez que quisiera repetir nuestros primeros actos, tuviese a su disposición estas fuentecitas, como tantas fuentes de amor, de pensamientos, de palabras, de obras y de pasos. Así que todo era nuestro, dentro y fuera del hombre, por eso nuestro celo no sólo era un derecho, sino también justicia que todo debía ser para Nosotros y todo nuestro. Mucho más que le dábamos nuestro Querer Divino a fin de que nos lo conservase bello, fresco y nos lo hiciera crecer con una belleza divina. Nuestro amor no estaba contento ni satisfecho con tanto que le había dado, quería continuar dando siempre, no quería decir basta, quería continuar su obra de amor, y para tenerlo Consigo, para tener qué hacer con el hombre, le daba nuestro mismo Querer, a fin de que lo volviese capaz de poder recibir siempre y de tenerlo siempre con Nosotros con una sola Voluntad, con Ella todo estaba garantizado y al seguro para él y para Nosotros. Así que debía ser nuestro entretenimiento, nuestra alegría y felicidad, objeto de nuestra conversación. Por eso al recuerdo de la creación del hombre, nuestro amor se pone en actitud de fiesta, pero al verlo sin el depósito de garantía de nuestro Fiat, sin seguridad y por lo tanto vacilante, desfigurado y como lejano de Nosotros, se pone en actitud de tristeza y siente todo el peso de nuestro amor infinito como encerrado en Sí mismo, porque no puede darse a él, pues no lo encuentra en nuestra Divina Voluntad. Pero esto no es todo, no fue sólo en Adán donde tanto se vertió nuestro amor, sino llegó a hacer todos los primeros actos de los cuales debían tener vida todos los actos humanos, cada criatura que debía venir a la luz del día estuvo presente en aquel acto de la creación del hombre, y nuestro Fiat unido a nuestro amor corría, corría, y abrazando a todos y amando con un solo amor a todos, ponía el primado de nuestros actos en cada una de las criaturas que habrían venido a la existencia, porque para Nosotros no hay pasado ni futuro, sino todo es presente y en acto, si esto no fuese, nuestro Fiat se encontraría restringido y obstaculizado, no podría engrandecer tanto sus llamas para encerrar a todos en su luz, de modo de hacer en todos lo que hace en una sola criatura. Por eso no fue sólo Adán el afortunado de la Creación, sino todas las otras criaturas venían enriquecidas de todos los bienes, y en él, poseedoras de sus mismos bienes. Mucho más que todo lo que Dios hace en una sola criatura, todas las otras criaturas adquieren el derecho de nuestros actos, a menos quien no quiera servirse de ellos. ¿No sucedió esto en la misma Redención? Como la Soberana del cielo tuvo el bien de concebirme y de darme a la luz, todas las otras criaturas adquirieron el derecho de los bienes de la Redención, y no sólo esto, sino de poderme recibir cada una en sus corazones, y sólo quien ingrata no me quiere, permanece privada de Mí. Ahora hija mía, Adán con desobedecer a nuestros quereres perdió nuestro reino, y todos los bienes de nuestro Fiat permanecieron para él sin la Vida alimentadora y vivificadora de nuestra Divina Voluntad. Se puede decir que fue como el destructor de los bienes del reino de mi Divina Voluntad en su alma, porque a todos los bienes, si les falta la virtud vivificadora y el alimento continuo, poco a poco pierden la vida.”. (28-9, Abril 18, 1930)

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Estoy entre los brazos del Fiat Divino, que me circunda con su luz y llama sobre mi pobre existencia su acto continuo de su Voluntad, pero un acto que me da vida, que me ama, sin el cual no podría vivir, ni encontrar quién verdaderamente me ame, por eso me quiere toda atenta a recibir este acto de vida de su Voluntad, a fin de que no la exponga a no cumplir sobre mí lo que quiere hacer, ni le impida su amor, porque Voluntad de Dios y amor hacen competencia, una no puede estar sin el otro. Ahora, mientras me encontraba bajo este acto del Fiat, mi amado Jesús con una bondad que no sé decir, todo ternura me ha estrechado a su corazón divino y me ha dicho:

“Hija mía bendita, mi Voluntad es todo para las criaturas, sin Ella no podrían tener ni siquiera la vida. Tú debes saber que cada criatura tiene, desde el principio de su existencia, un acto querido y decidido de mi Voluntad, el cual lleva consigo un acto intenso de amor hacia aquél o aquélla que comienza la vida. Mira entonces cómo comienza la creación de la criatura bajo el imperio de un acto de amor y de Voluntad Divina querido con toda la plenitud del conocimiento, tanto, que estos dos actos, amor y Voluntad mía, están dotados de todas las gracias, de potencia, sabiduría, santidad y belleza, de los que vivirá y cumplirá su vida la criatura. Ahora, como ha formado su primer acto querido, no se aparta más de ella, la crea, la forma, la crece, desarrolla su acto obrante para reafirmarla en su acto querido, así que mi Voluntad, mi amor, corren en cada acto humano, se hacen vida, sostén, defensa, refugio, y circundándola con su potencia alimentan esta vida, mi amor la abraza y la tiene estrechada a su seno, mi Voluntad la circunda por todos lados, más que habitación, para tener al seguro su acto querido que mi Fiat pronunció para llamarla a la existencia.

Ahora, este acto querido por nuestro Fiat es el acto más grande, más potente y que más glorifica a nuestro Ser Divino, que ni siquiera los Cielos pueden contener y comprender; te parece poco que nuestra Voluntad corra en cada acto de criatura, y le diga no con palabras, sino con hechos: ‘Soy tuya, estoy a tu disposición, ¡ah! reconóceme, soy vida tuya, acto tuyo, si me reconoces me darás tu pequeña correspondencia de amor, y aunque sea pequeño, lo quiero, lo reclamo para tranquilizarme de mi trabajo continuo y de la vida que pongo por ti’. Y mi amor para no quedarse atrás de mi Fiat, siente la irresistible necesidad de correr a amar cada acto de criatura, que le dice en cada acto suyo, te amo y ámame.

Además de esto, el todo está en si es reconocido este acto querido de mi Fiat, entonces hace prodigios inauditos de santidad y de belleza, que formarán los más bellos adornos de la patria celestial y las vidas más brillantes que se asemejan a su Creador, porque nuestra Voluntad no sabe hacer seres que no nos semejen, la primera cosa que pone es nuestra semejanza, porque quiere encontrarse a Sí misma en el acto obrante que desarrolla en la criatura, de otra manera diría: ‘No me asemeja, por lo tanto no me pertenece’. Si además no es reconocida y no amada, entonces forma el dolor de mi Querer, si bien corre en cada acto de criatura, si no corriera debería quitarle la vida, por eso en su dolor siente rechazar su Vida Divina, estorbada la santidad que quiere desarrollar, encerrados en su acto querido los mares de gracias que deberían inundarla, la belleza que debería cubrirla. Por eso mi Voluntad puede decir: ‘No hay dolor similar a mi dolor’. Mucho más que no había bien que no quisiera darle, no hay acto suyo en que no haya puesto del mío. Por eso hija mía sé atenta, piensa que cada acto tuyo pende de una Voluntad Divina que lo envuelve, lo forma y le da la vida, y porque te ama quiere que conozcas la vida que te da, y esto como confirmación de sus actos en ti, por eso conténtate con morir antes que impedir este acto querido de mi Voluntad desde el principio de tu existencia. Cómo es bello poder decir: ‘Soy Voluntad de Dios, porque Ella ha hecho todo en mí, me ha creado, me ha formado y me llevará en sus brazos de luz a las celestiales regiones como victoria y triunfo del Fiat Omnipotente y de su amor”.

Después de esto mi mente continuaba nadando en el mar del Fiat, y ¡oh! cómo era bello verlo que estaba muy atento, que en cuanto yo respiraba, latía, amaba, investía mi respiro para formar su respiro divino, el latido divino, y sobre mi pequeño amor formaba su mar de amor y se complacía tanto, que con ansia esperaba mis pequeños actos humanos para formar su trabajo divino, y mi amado Jesús festejaba el triunfo, el trabajo del Fiat en mi pequeña alma, y todo bondad me ha dicho:

“Hija de mi Querer, cómo gozo al ver que mi Divina Voluntad pone de lo suyo en el acto de la criatura, y como el acto de ella es pequeño, se deleita de perderlo en su acto grande, que no tiene confines, y como triunfante dice: ‘He vencido, la victoria es mía’, y Yo en cada acto de mi Voluntad en ella hago mi fiesta. Ahora, tú debes saber que es tanta la complacencia de nuestro Ser Supremo al ver perdido el pequeño acto humano, perdido, fundido, como si hubiera perdido la vida para dar vida a la nuestra, que elevamos este acto, que llamamos acto nuestro, en la altura de nuestro acto eterno. Toda la eternidad se pone en torno y circunda este acto y todo lo que ha sido hecho y se hará en el giro de Ella, se funden con este acto, de modo que toda la eternidad pertenece a este acto, este acto queda en el seno del Eterno y forma una fiesta de más a nuestro Ser Supremo, por tanto una fiesta de más a todo el Cielo, y una ayuda, fuerza y defensa a toda la tierra. El hacer la criatura nuestra Voluntad, hacerla vivir en ella, es la única satisfacción que tenemos, es la verdadera correspondencia que recibimos por haber creado la Creación, es la competencia de amor entre el Creador y la criatura, es el movernos para dar nuevas sorpresas de gracias, y ella a recibirlas. Por eso si la criatura corre en nuestro Fiat para darle libre campo de acción, en nuestro énfasis de amor decimos: ‘La criatura nos paga por todo lo que hemos hecho, del resto ¿no hicimos todas las cosas y a la misma criatura para que hiciera en todo nuestro Querer? Esto lo hace, y esto nos basta, aunque no hiciera nada más. Si esto nos basta a Nosotros, mucho más debería bastar a ellas el hacer, el vivir siempre en nuestra Voluntad, con esto ella es nuestra y Nosotros somos todo suyo, y te parece poco poder decir: ‘Dios es mío, todo es mío, no me puede escapar porque su Fiat Omnipotente lo tiene atado en mí”. (34-20, Enero 4, 1937)

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«Si la criatura debiera darnos únicamente lo que es espiritual, poco podría darnos»

Casi siempre cando pensamos en hacer algo por o para Dios, nos asalta la idea de acciones externas, y pensamos que entre más grandes sean éstas, más gloria y alabanza recibirá de nosotros.

Si esto fuera así, la mayor parte de la familia humana no podría darle nada a nuestro Dios, pues obras grandes no dependen nada más de la voluntad de la criatura, sino de factores externos que no están al alcance de todos, por lo que son obras, como dice Jesús, circunstanciales, a tiempo y espacio (lugar). Jesús nos dice que la santidad en su Voluntad es lo que más lo satisface, entonces veamos que nos propone hacer:

“Hija mía, todo salió de Nosotros y fue modelado por nuestras manos creadoras, el alma y el cuerpo, por eso todo debe ser nuestro, lo uno y lo otro; es más, hicimos del cuerpo un órgano, y cada acto que debía hacer, hecho para cumplir la Divina Voluntad, debía formar una tecla, la cual debía encerrar muchas notas y conciertos de música, distintos entre ellos, y el alma debía ser la que con la unión del cuerpo debía formar la voz, el canto, y tocando estas teclas debía formar las músicas más bellas.

Ahora, un órgano sin quien lo toque parece un cuerpo muerto, no divierte ni atrae a ninguno; y quien entiende de música, si no tiene el instrumento para tocar, no puede ejercitar su arte de músico, así que se necesita quien hable, quien se mueva, quien tenga vida para formar las bellas músicas, pero se necesita también el instrumento que contiene las teclas, las notas y todo lo demás; son necesarios el uno y el otro.  Así es el alma y el cuerpo, hay tal armonía, orden, unión entre ellos, que el uno no puede hacer nada sin el otro; por eso estoy atento, te vigilo tus pasos, tus palabras, el mover de tus pupilas, tus más pequeños actos, a fin de que mi Voluntad tenga su Vida, su puesto en ellos. (36-9, Mayo 17, 1938)

EXPLICACIÓN:

“Hija mía, cuando el alma vive en mi Divina Voluntad, deja sus despojos, se vacía de todo, de modo que queda la pura nada, y mi Querer la inviste, la llena del Todo, la domina y forma en ella los prodigios de santidad, de gracia, de belleza, dignos de su potencia creadora. Pero lo que es más, en este vacío de la nada genera su amor, y ahí forma su Vida Divina, y se vuelve dominadora de la nada y de su misma Vida Divina formada en ella, y ¡oh! su amor por esta nada llega a tanto, que la vuelve al mismo tiempo dominadora junto con el Fiat Supremo, y como su dominio le viene del Todo que posee, siente su misma virtud dominadora, y domina a la misma Divina Voluntad, así que ambas son dominantes, pero con sumo acuerdo, poseyendo un solo amor y una sola Voluntad. El querer humano siente su vida en la mía, y no hace nada si no siente mi acto obrante que quiere obrar, para hacerlo junto, y la mía siente mi Vida en la suya, y con su dominio se impone sobre la nada para hacerla obrar en el Todo. Así que en cuanto la criatura se decide con una firme voluntad a vivir en la mía, mi Querer da principio a formar su Vida en ella, no hay voluntad que no posea su vida, por medio de la cual desarrolla su bondad, su potencia, su santidad, la plenitud de su amor; la vida es la manifestación de la voluntad que posee, es el vestido que la cubre, es el sonido de su voz, es la narradora de sus maravillas, de su infinitud, de su potencia, por eso mi Divina Voluntad no se contenta con hacer vivir a la criatura en Ella, la nada en el Todo, no, no, sólo se contenta cuando encierra el Todo en el nada y ahí forma su Vida obrante y dominadora, y hace de la nada lo que quiere. He aquí el por qué cuando te hablo de mi Voluntad, es tu Jesús que te habla, porque Yo soy su Vida, su voz, su representante, el narrador de mi Fiat que esconde en Mí. Por esto el prodigio más grande es formar mi Vida Divina en la nada de la criatura, y que sólo mi Querer tiene esta virtud, porque poseyendo la fuerza creadora, se puede crear a Sí misma, su Vida en quien la quiere recibir. Ahora, poseyendo mi Vida, el alma toma parte en mi santidad, en mi amor, y ¡oh! cómo es bello oír que la nada dice junto con el Todo, amor, gloria y con la fuerza dominadora que siente, se difunde en los actos divinos y domina junto con mi Voluntad. Para Nosotros no hay contento mayor que sentir la nada obrante y dominante en nuestro Ser Divino, por eso sé atenta de vivir siempre en mi Voluntad”. (33-36, Abril 12, 1935)

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Nosotros no reparamos si el acto es natural o espiritual, si es grande o pequeño, sino que estamos atentos para ver si todo es nuestro, si nuestro Querer ha hecho surgir su sol de luz, de santidad, de belleza, de amor, y nos servimos aun de los pequeños actos de esta criatura para formar nuestros portentos más prodigiosos, los cuales forman las escenas más bellas para tenernos divertidos.  ¿No fue sobre la nada que formamos las maravillas, el encanto de toda la Creación?  Y en la creación del hombre, ¿no fue sobre la nada que formamos tantas armonías, hasta nuestra misma imagen que nos semeja?  Hija mía, si la criatura debiera darnos únicamente lo que es espiritual, poco podría darnos, en cambio, con darnos aun sus pequeños actos naturales, puede darnos siempre, y estamos en continuas relaciones, la unión entre ella y Nosotros no se rompe jamás.  Mucho más, que las cosas pequeñas están siempre entre las manos, al alcance de los pequeños y de los grandes, de los ignorantes y de los sabios; el respirar, el moverse, el atenderse a sí mismo en las cosas personales, es de todos y no cesan jamás, y si esto es hecho para amarme, para formar la Vida de la Divina Voluntad en ellos, es nuestro triunfo, nuestra victoria y la finalidad para la cual los hemos creado.  Ve entonces cómo es fácil el vivir en nuestro Querer, la criatura no debe hacer cosas nuevas, sino lo que hace, esto es, desarrollar su vida como se la hemos dado en nuestra Voluntad”.

(3) Después de esto mi dulce Jesús continuó diciéndome:

(4) “Hija mía, así como el sol siembra cada día luz, calor, dulzura, perfumes, colores, fecundidad, diversidad de gustos, y con esto embellece toda la tierra, y sólo con tocar con su luz y calor fecunda las plantas, madura y endulza los frutos, da la variedad de los colores y perfumes a las flores, tanto que forma el dulce encanto a las generaciones humanas, así quien vive en mi Voluntad, superando Ella en modo insuperable la siembra que hace el sol, siembra sobre de quien vive en Ella, luz, amor, variedad de bellezas, santidad, dando a cada una de estas semillas la fecundidad divina, y ¡oh! cómo es bello ver a esta criatura embellecida, fecundada por nuestra siembra divina, cómo queda hermosa, tanto, de formar el encanto a nuestras pupilas divinas.  Ahora hija mía, así como la tierra, las flores, las plantas, para recibir la siembra del sol deben someterse a recibir el contacto de su luz y de su calor, de otra manera el sol quedaría en lo alto sin poder hacer su siembra a la tierra, la cual quedaría estéril, sin fecundidad y sin belleza, porque para dar y recibir un bien se necesita la unión, el acuerdo de ambas partes, sin el cual el uno no puede dar y el otro no puede recibir, así el alma, para recibir la siembra de mi Voluntad debe vivir en Ella, debe estar siempre unida, con sumo acuerdo, debe dejarse modelar para recibir de Ella la nueva Vida que quiere dar, de otra manera mi Voluntad hace como el sol, no siembra y la criatura queda estéril, sin belleza, bajo las tinieblas de su voluntad humana.

Una verdad nuestra puede formar un mar de prodigios y de creaciones divinas en quien tiene el bien de escucharla, esta verdad puede cambiar un mundo entero de perverso, en bueno y santo, porque es una Vida nuestra que viene expuesta para bien de todos, y un nuevo sol que hacemos surgir en las inteligencias creadas, el cual por caminos de luz y de calor se hará conocer para transformar en luz y calor a quien tiene el bien de escucharla

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Actos internos

“…Después de esto seguía en mi interior a la Santísima y adorable Voluntad Divina y mi dulce Jesús ha agregado:

“Hija mía, los actos internos de un alma que hace la Voluntad de Dios están exentos de cualquier mal y sombra de defecto. Sólo Dios es testigo de un acto interno y mientras ninguno lo señala, ninguno lo mira, ninguno habla de él, Dios, como testigo del obrar de la criatura, donde a ninguno le es dado penetrar, en el interior de la criatura lo señala, lo mira, y de él le habla a todo el Cielo y muchas veces también a la tierra de los grandes portentos del obrar interno de esta criatura.  Ser señalado, observado y hacer hablar a Dios de una criatura, es el acto, el honor más grande que ella puede recibir y no puede ser excluido de las obras grandes que Dios cumplirá por medio de ella.  Los actos internos son heridas, dardos, flechas al seno divino, son mensajeros celestiales que salen de la criatura y vuelan a su Creador y llevan la marca de la gloria, del amor y de agradar sólo a Aquél que la ha creado. En efecto, ¿quién ve, quién escucha, quién aprecia todo lo que haces en tu interior?  Ninguno, sólo Yo soy testigo, los escucho y los aprecio.  He aquí por qué en nuestras obras más grandes escogemos almas que aparentemente nada tienen de grande y de maravilloso, almas internas que no están corrompidas ni con miras humanas, ni de rumores, estrépitos, ni gloria ni estima propia que llevan las obras externas.  De hecho, en la Redención escogimos una Virgen simple, sin esplendores externos, pero tenía su interior hablante, que tanto supo decir a solas a su Creador que lo venció y obtuvo la Redención.  Ahora, así hemos hecho para el reino del Fiat Divino, hemos escogido otra alma toda interna, que tanto dirá, que rogará a Dios para que conceda el reino deseado.  Los actos externos aunque buenos y santos no pueden agradarme como los actos internos, porque los externos están casi siempre impregnados del aire de la propia gloria, de la estima humana y a veces de crítica, y un pobre corazón siente en sí los efectos del elogio, o bien de la crítica después que ha hecho sacrificios, y lo humano sale en campo e inviste con su aire tenebroso sus actos, y por eso no llegan puros como deberían ser.  En cambio un acto interno no es ni criticado, ni alabado y lo humano no tiene donde entrar, el alma misma no sintiéndose observada por ninguno, le parece que no hace nada grande y por eso sus actos están impregnados todos de aire celestial.  Por eso sé atenta y haz que tu interior gire siempre en mi Voluntad”.  (22-14, Julio 30,1927)

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“Hija mía, todo salió de Nosotros y fue modelado por nuestras manos creadoras, el alma y el cuerpo, por eso todo debe ser nuestro, lo uno y lo otro; es más, hicimos del cuerpo un órgano, y cada acto que debía hacer, hecho para cumplir la Divina Voluntad, debía formar una tecla, la cual debía encerrar muchas notas y conciertos de música, distintos entre ellos, y el alma debía ser la que con la unión del cuerpo debía formar la voz, el canto, y tocando estas teclas debía formar las músicas más bellas.  Ahora, un órgano sin quien lo toque parece un cuerpo muerto, …

Nota.. Al igual que toda voluntad requiere de una vida (cuerpo) para desarrollar sus acciones, todo cuerpo requiere de una voluntad que lo mueva.

…no divierte ni atrae a ninguno; y quien entiende de música, si no tiene el instrumento para tocar, no puede ejercitar su arte de músico, así que se necesita quien hable, quien se mueva, quien tenga vida para formar las bellas músicas, pero se necesita también el instrumento que contiene las teclas, las notas y todo lo demás; son necesarios el uno y el otro.  Así es el alma y el cuerpo, hay tal armonía, orden, unión entre ellos, que el uno no puede hacer nada sin el otro; por eso estoy atento, te vigilo tus pasos, tus palabras, el mover de tus pupilas, tus más pequeños actos, a fin de que mi Voluntad tenga su Vida, su puesto en ellos. Nosotros no reparamos si el acto es natural o espiritual, si es grande o pequeño, sino que estamos atentos para ver si todo es nuestro, si nuestro Querer ha hecho surgir su sol de luz, de santidad, de belleza, de amor, y nos servimos aun de los pequeños actos de esta criatura para formar nuestros portentos más prodigiosos, los cuales forman las escenas más bellas para tenernos divertidos.  ¿No fue sobre la nada que formamos las maravillas, el encanto de toda la Creación?  Y en la creación del hombre, ¿no fue sobre la nada que formamos tantas armonías, hasta nuestra misma imagen que nos semeja?  Hija mía, si la criatura debiera darnos únicamente lo que es espiritual, poco podría darnos, en cambio, con darnos aun sus pequeños actos naturales, puede darnos siempre, y estamos en continuas relaciones, la unión entre ella y Nosotros no se rompe jamás.  Mucho más, que las cosas pequeñas están siempre entre las manos, al alcance de los pequeños y de los grandes, de los ignorantes y de los sabios; el respirar, el moverse, el atenderse a sí mismo en las cosas personales, es de todos y no cesan jamás, y si esto es hecho para amarme, para formar la Vida de la Divina Voluntad en ellos, es nuestro triunfo, nuestra victoria y la finalidad para la cual los hemos creado.  Ve entonces cómo es fácil el vivir en nuestro Querer, la criatura no debe hacer cosas nuevas, sino lo que hace, esto es, desarrollar su vida como se la hemos dado en nuestra Voluntad”.

(3) Después de esto mi dulce Jesús continuó diciéndome:

(4) “Hija mía, así como el sol siembra cada día luz, calor, dulzura, perfumes, colores, fecundidad, diversidad de gustos, y con esto embellece toda la tierra, y sólo con tocar con su luz y calor fecunda las plantas, madura y endulza los frutos, da la variedad de los colores y perfumes a las flores, tanto que forma el dulce encanto a las generaciones humanas, así quien vive en mi Voluntad, superando Ella en modo insuperable la siembra que hace el sol, siembra sobre de quien vive en Ella, luz, amor, variedad de bellezas, santidad, dando a cada una de estas semillas la fecundidad divina, y ¡oh! cómo es bello ver a esta criatura embellecida, fecundada por nuestra siembra divina, cómo queda hermosa, tanto, de formar el encanto a nuestras pupilas divinas.  Ahora hija mía, así como la tierra, las flores, las plantas, para recibir la siembra del sol deben someterse a recibir el contacto de su luz y de su calor, de otra manera el sol quedaría en lo alto sin poder hacer su siembra a la tierra, la cual quedaría estéril, sin fecundidad y sin belleza, porque para dar y recibir un bien se necesita la unión, el acuerdo de ambas partes, sin el cual el uno no puede dar y el otro no puede recibir, así el alma, para recibir la siembra de mi Voluntad debe vivir en Ella, debe estar siempre unida, con sumo acuerdo, debe dejarse modelar para recibir de Ella la nueva Vida que quiere dar, de otra manera mi Voluntad hace como el sol, no siembra y la criatura queda estéril, sin belleza, bajo las tinieblas de su voluntad humana.  He aquí por qué quiero al alma viviendo en mi Querer, no sólo para sembrar, sino para hacer que mi siembra no se pierda, haciéndome Yo mismo el cultivador para poder producir las más variadas bellezas”.

(5) Después ha agregado con un amor más tierno:

(6) “Hija mía buena, mi amor siempre quiere vincularse más con la criatura, y por cuantas más verdades manifiesta sobre mi Voluntad, tantos más vínculos de unión pongo entre Dios y ella, y conforme manifiesta las verdades, así prepara el esponsalicio entre Dios y el alma, y por cuanto más manifiesta, con tanta más ostentación y suntuosidad será hecho el esponsal. ¿Quieres saber algo más?  Mis verdades servirán como dote para poderse unir con Dios, lo estas verdades harán conocer quien es Aquél que se abaja, y que solamente es su amor lo que lo induce a vincularse con atadura de esponsalicio con la criatura.  Mis verdades tocan y retocan a la criatura, la modelan, le forman la nueva vida, le restituyen y embellecen nuestra imagen y semejanza como cuando fue creada por Nosotros, le imprimen su beso de unión inseparable.  Una verdad nuestra puede formar un mar de prodigios y de creaciones divinas en quien tiene el bien de escucharla, esta verdad puede cambiar un mundo entero de perverso, en bueno y santo, porque es una Vida nuestra que viene expuesta para bien de todos, y un nuevo sol que hacemos surgir en las inteligencias creadas, el cual por caminos de luz y de calor se hará conocer para transformar en luz y calor a quien tiene el bien de escucharla.  Por eso, ocultar una verdad que Nosotros con tanto amor hacemos salir fuera de nuestro seno paterno es el más grande delito, y priva a las generaciones humanas del bien más grande.  Además de esto, quien vive en nuestro Querer, esposándose con Nosotros, forma la fiesta a todos los santos, todos toman parte en las nupcias divinas, y en virtud de esta criatura tienen una fiesta toda propia en el Cielo y otra en la tierra.  Cada acto que hace la criatura que vive en nuestro Querer, es una fiesta y un banquete que ofrece a las regiones celestiales, y los santos le corresponden con nuevos dones e imploran a Dios que le manifieste otras verdades para ensanchar siempre más los confines de la dote que Dios le ha dado”. (36-9, Mayo 17, 1938)

En cada acto hay un triple acto:

Después continuaba mis actos en la Divina Voluntad, y comprendía cómo cuando nos disponemos a hacer un acto, el Querer Divino antes que nosotros hagamos el acto pone su acto primero para dar la vida del acto en la criatura; y mi dulce Jesús ha agregado:

“Hija mía, en cada acto de criatura hay un triple acto::

1.- Primero forma el acto la fuerza creadora;

2.- la criatura sobre el acto de la fuerza creadora forma el acto de su amor obrante, que viene alimentado por la fuerza creadora, y según la intensidad del amor de la criatura, su prolijidad, el bien, el valor, que contiene su acto, así recibe más o menos alimento del acto de la fuerza creadora, porque no hay gusto y deleite para Dios, más bello y grato, que alimentar los actos de la criatura, y esto porque viendo de lo nuestro en el acto humano, nos sentimos dueños, reconocidos por ellos, nos los sentimos unidos, no los hijos lejanos sino cercanos, más bien ensimismados con Nosotros, que como tantos hijos nos hacen corona, que justamente quieren de lo nuestro, y Nosotros con todo amor, de buena gana damos nuestro alimento a los actos de ellos, mucho más que alimentados por Nosotros crecerán como nobles hijos dignos de su Padre Celestial.

3.- Ahora, al acto de la fuerza creadora y al acto del amor obrante de la criatura, sigue el acto del amor de cumplimiento; cada acto no se podría decir completo, ni dársele el justo valor, si faltara una coma, un punto, una pincelada cualquiera; un trabajo si no es completo no sólo no se puede dar el valor, sino que no se puede rescatar honor y gloria.  Entonces, después del amor obrante surge el amor de reconocimiento, de agradecimiento y de dar a Dios lo que es de Dios, la criatura ha recibido de Dios el acto primero de su obrar, lo ha seguido con su amor obrante, pero alimentada por Dios lo completa con un amor más grande, con dar a Dios lo que de Dios ha tenido principio.  Éste es el último punto y la más bella pincelada del acto de la criatura, al cual Dios mismo benignamente da su apreciación divina y se siente honrado y glorificado del pequeño don recibido.  Y en virtud de esto, da otras ocasiones de hacer otros actos a la criatura para tenerla siempre  junto y en continua correspondencia”. (29-8, Marzo 23, 1931)

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Quien vive en nuestra Voluntad Divina emite tres actos:

1.- Concurrente

2.- asistente

3.- receptor

«Hija mía bendita, tu pequeñez en el mar interminable de nuestro Querer es nuestra alegría más grande, tú debes saber que quien vive en Él realiza actos concurrentes, asistentes y receptor

1.- En el primero concurre (coincidir, juntarse, contribuir, convenir)con los mismos actos de su Creador, siendo una la Voluntad de uno con la del otro, esta Divina Voluntad no hay cosa que haga, en la que no pone a la criatura a concurrir juntamente en su obrar, y he aquí que mi Querer no está más solo, siente la inseparabilidad de quien vive en Él, en sus actos siente una voluntad finita en la Infinita, que ama juntamente y concurre en la multiplicidad y acto incesante de nuestras obras, así que quien vive en nuestra Voluntad rompe nuestra soledad, y como connatural nos la sentimos concurrir en nuestro mar divino; y con el derramarse continuo de su pequeñez en Nosotros, adquiere los derechos de nuestro Querer para hacer lo que Él hace. ¡Ah! tú no puedes comprender cuál es nuestro contento, nuestra alegría al sentir a la criatura concurrir con Nosotros para no hacer otra cosa, sino sólo lo que Nosotros hacemos.

2.- Del acto concurrente surge el acto asistente (que asista, que tiene las mismas atribuciones), concurre y asiste, no hay cosa que Nosotros hagamos que ella no conozca y asista, así que ¿cómo escondernos de quien ya está con Nosotros, concurre y tiene su lugar en nuestro Querer? ¿Pero concurrirá y asistirá solamente?

3.- ¡Ah, no! Otro acto surge, y es aquél de recibir (recibientes, que recibe). como suyo, y como nuestro, la Infinitud de nuestro Amor y de nuestras obras, tanto, que su pequeñez no tiene donde poner un Amor y un obrar tan grande, y por eso ella se queda en nuestro Querer con todo el depósito de los bienes que ha recibido, y esto con derecho, porque tiene de lo suyo. Tú debes saber que todo lo que se hace en nuestra Voluntad es tan grande, que la criatura es incapaz de poderlo poseer y restringirlo en sí misma, por ello siente la necesidad de servirse de la misma Voluntad en la que ha obrado para tener el depósito. Mucho más que todo lo que hace la criatura en nuestro Querer, aun el pequeño ‘te amo’, los pequeños ofrecimientos de sus acciones, su pequeñez en poder de nuestra Voluntad, no son otra cosa que puestos que toma en nuestra Voluntad, y por cuanto más puesto toma, tantos más derechos adquiere, y siente en sí la Fuerza divina que continuamente la rapta, le da el vuelo para hacer que su vida venga formada toda en la Divina Voluntad. Y como este modo de vivir debía ser de todas las criaturas, esto era la finalidad de nuestra Creación, pero con suma amargura nuestra vemos que casi todos viven en lo bajo de su voluntad humana. Ahora, quien vive en lo alto de nuestro Querer, ve el gran mal de quien vive en lo bajo, y teniendo a su disposición nuestro acto receptor, esto es la Infinitud de nuestro Amor y la multiplicidad de nuestras obras, las pone a nuestra disposición y de las criaturas, a fin de que Nosotros quedemos correspondidos del amor de todos, y ellas reciban gracias, luz, amor, por cuanto corresponde a su pequeñez. Así que entre el Cielo y la tierra tenemos a la intermediaria junto a Nosotros, y junto a las criaturas, que con la Potencia de nuestro Fiat Divino quiere vincular Cielo y tierra, y ¿cómo no contentar a quien vive en nuestra Voluntad? Sería como si quisiésemos descontentarnos a Nosotros mismos.» (31-13, Octubre 30, 1932)

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Acto incesante

“Hija mía, la vida está en el movimiento continuo. Todo lo que sale de Dios debe poseer un movimiento, así que no hay cosa creada por Nosotros que no se mueva: Cielo y tierra, sol y mar, todos se mueven, con tal orden y velocidad continua que no se detienen jamás; si se detuvieran cesaría la vida y cesaría el bien que hacen, a lo más quedarían como cuadros pintados que no son capaces de hacer bien a ninguno.  Un bien, un acto, sólo se puede llamar verdadero bien cuando tiene su movimiento incesante.  He aquí por qué nuestro Ser Divino es perfecto en todos nuestros actos, porque tiene su movimiento continuo, no cesa jamás de hacer y de dar el bien, y si cesara, lo que no puede ser, cesaría la vida del bien.  Ahora nuestra Voluntad, vida y eco perfecto de nuestro Ser Divino, es movimiento incesante y por eso es bien perfecto, y es un bien que puede darse a todos.  Cuando un bien es incesante todos lo pueden tomar, su movimiento continuo le hace poseer la fuente de la inagotabilidad.  Por tanto quien debe vivir en mi Querer Divino debe poseer el eco de mi Querer y seguir con movimiento incesante sus actos; y el bien que te viene, que te pone en el orden del movimiento divino, con rapidez encantadora te mueve y gira junto con todas las cosas creadas.  Tus actos son inagotables y todos pueden tomar el bien de ellos, porque parten de la fuente del Fiat Eterno.  ¿Y te parece poco  hacer un bien que siempre surge?  Ésta es la causa por la que en las criaturas no se ven verdaderos y perfectos bienes, porque sus virtudes son interrumpidas y como pierden el movimiento incesante de una virtud, cesa la vida del bien de ella, pierden el gusto, el vigor, la fuerza, porque no poseyendo el movimiento incesante, no se forma la vida de la virtud en ellos, ni aquel acto que siempre surge, sino una cosa superficial y pasajera, por consiguiente, ¿cómo pueden dar el bien de aquellas virtudes a todos, si no poseen ellos la vida y la fuente de ellas, que permiten que mientras dan a los demás, ellas jamás se agoten y nada pierdan?  ¿Pierde tal vez el sol con dar su luz a todos?  No, ciertamente, porque posee la fuente de la luz y su movimiento de dar luz es incesante.  Por eso hija mía, en mi Divina Voluntad tus actos, tus oraciones, el pedir su reino, deben tener el movimiento incesante para poder impetrar por todos que el Fiat Divino sea conocido y amado por todos”. (22-14, Julio 30,1927)

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¿A Dios le faltará algo?

El hombre tiene la oportunidad de hacer actos que ni en el Cielo existen:

Conquistante y Creciente.

1.- CONQUISTANTE

No hay cosa más bella, más querida, más grande, más santa, que sentir correr el dominio de mi Voluntad en todos los actos, y en todo el conjunto de la criatura, podría decir que el Cielo queda atrás ante el dominio de mi Voluntad en el corazón de la criatura viadora, porque en los santos no tiene nada qué agregar, no queda otra cosa que hacerlos felices continuamente; en cambio en el alma viadora hay obras que puede hacer, nueva vida que puede infundir, nuevas conquistas que puede adquirir para agrandar y extender mayormente su dominio. El dominio total de mi Voluntad Divina en la criatura es nuestra victoria continuada, por cada acto suyo que hace en ella con su dominio, tantas victorias hacemos, y la criatura queda vencedora de mi Divina Voluntad en sus actos; en cambio en el Cielo no tenemos nada qué vencer, porque todo es nuestro, y cada bienaventurado cumple su trabajo en el acto de expirar, por eso nuestra obra conquistante es sobre la tierra, en las almas viadoras, no en el Cielo; en el Cielo no tenemos ni qué perder ni qué adquirir».  (30-13, Enero 12, 1932)

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“Hija mía bendita, el vivir en mi Querer encierra tantos prodigios y secretos de hacer maravillar Cielo y tierra.  Tú debes saber que conforme la pequeñez de la criatura entra en Él, se pierde en su inmensidad, y la Divina Voluntad la recibe en sus brazos para hacer de ella conquista, y el querer humano se hace conquistador de la Divina.  Ahora en estas conquistas de ambas partes, la Divina Voluntad festeja la conquista de la humana, dándole el uso que quiere, y la voluntad humana festeja la gran conquista hecha de la Divina, y queriéndole dar el uso que quiera, la envía al Cielo como conquista suya y portadora de nuevas alegrías y felicidad que posee.  Mi Voluntad conquistada por el alma no se queda atrás, bilocándose, queda y parte para su patria celestial sólo para secundar a aquélla que la ha conquistado, y lleva la nueva conquista que ha hecho del querer humano, y las alegrías y felicidad que encierra la Divina Voluntad conquistante; mi Voluntad felicitante y beatificante que está en el Cielo, y mi Voluntad conquistadora que está en la tierra se funden juntas e inundan las regiones celestiales con las nuevas alegrías que posee mi Divina Voluntad conquistadora, porque tú debes saber que las alegrías de mi Voluntad conquistadora son muy distintas y diversas de aquéllas de mi Voluntad felicitante, las alegrías de mi Voluntad conquistadora no están en poder de los bienaventurados, sino en poder de la criatura, que las debe mandar desde la tierra y vienen formadas en medio de la hoguera del dolor y del amor, y sobre el aniquilamiento del propio querer.  En cambio las alegrías felicitantes están en poder de ellos, y son frutos y efectos de la celestial morada en la cual se encuentran.  Hay gran diferencia entre las alegrías de mi Voluntad conquistante y las de mi Voluntad felicitante, puedo decir que no existen en el Cielo mis alegrías conquistantes, sino sólo en la tierra, y ¡oh! cómo es bello ver a la criatura, que cuantas veces hace sus actos en mi Querer, tantas veces se hace conquistadora de Ella y la hace partir para el Cielo, para el purgatorio, en medio a las criaturas terrestres, por donde quiere, mucho más que estando mi Voluntad por todas partes y por todos lados, no debe hacer otra cosa que bilocarse para dar el fruto, las alegrías de la nueva conquista que la criatura ha hecho de Ella.  Hija mía, no hay escena más conmovedora, más deliciosa, más útil, que ver la pequeñez de la criatura venir en nuestra Voluntad Divina, hacer sus pequeños actos y hacer su dulce conquista de una Voluntad Inmensa, Santa, Potente, Eterna, que todo encierra, puede todo y posee todo.  La pequeñez de la criatura al verse conquistadora de un Fiat Divino tan interminable, queda sorprendida, no sabe dónde ponérsela, quisiera encerrarla toda en sí pero le falta el espacio, por eso toma por cuanto puede, hasta llenarse toda, pero ve que le quedan mares inmensos aún, y haciéndola de playa quisiera que todos tomaran un bien tan grande, por esto la envía al Cielo como sagrado derecho de la patria celestial a cualquiera que la quiera, y con ansia se dispone a hacer otros actos en Ella para readquirirla tantas veces por cuantos actos va haciendo.  Es el verdadero comercio Divino que forma Dios y la criatura entre el Cielo y la tierra». (30-13, Enero 12, 1932)

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2.- CRECIENTE

Ahora hija mía, no fue así al crear al hombre, en él no fue puesto un acto determinado, sino un acto siempre creciente, nuestro amor no quiso decir un basta al hombre, habría sido como obstaculizar nuestro amor, detener nuestro arrebato, no, no, nuestro basta no se pronunció en la creación del hombre, no puse un límite, sino un acto siempre creciente, dejando casi a su elección hasta dónde quería llegar, poniendo a su disposición nuestro acto creciente a fin de que nuestro desahogo de amor no tuviera un término, sino que pudiera hacer ostentación de lujo, de gracia, de santidad, de belleza, de bondad y demás, por cuanto más le agradara; atábamos nuestro acto creciente a su libre voluntad, para que no tuviera ningún obstáculo para hacer cuanta más ostentación pudiera.  Y para hacer que este nuestro acto creciente tuviera en el hombre todas las ayudas posibles e imaginables, le dábamos también nuestra Voluntad Divina a su disposición, para que pudiera mantener a sus expensas todo el lujo que quisiera, y la sobreabundancia de los bienes de su Creador.  Nuestro amor no quiso decir basta al hombre, decirle, hijo nuestro, hasta aquí puedes llegar; no, no, habría sido como si un padre quisiera decir a su hijo:  ‘Hasta tal día te sentarás en mi mesa, y después basta’.  Esto no sería amor de paternidad sino de autoridad; que el hijo pueda poner un término de recibir los alimentos de su padre, puede darse, pero que el padre le diga que estará en ayunas, no lo hará jamás.  Así es nuestra bondad, jamás diremos basta a la criatura, nuestro acto creciente le servirá de alimento continuo para crecer siempre y conservarse, y si ingrata no se servirá de nuestro acto creciente, don grande dado por su Creador, tendremos el dolor de ver a nuestro querido hijo en ayunas, pobre, y nuestro acto obstaculizado y sin vida, y cambiará nuestro arrebato de amor en arrebato de dolor. Por eso si quieres que nuestro acto creciente tenga vida en ti, no salgas jamás de nuestra Divina Voluntad, la cual será celosa de hacerte crecer siempre, siempre”. (29-25, Julio 2, 1931)

“¿Cuál será la diferencia que hay entre el modo en el cual Dios está en la Creación, y el modo con el cual está en el alma de la criatura?”  Y mi siempre amable Jesús, todo bondad ha agregado:

“Hija mía, hay una gran diferencia entre la una y la otra:  En las cosas creadas nuestra Divinidad está en acto creante y conservante, ni agrega ni quita nada de lo que ha hecho, porque cada una de las cosas creadas posee la plenitud del bien que encierra, el sol posee la plenitud de la luz, el cielo la totalidad de la extensión de su manto azul, el mar la plenitud de las aguas, y así de todo lo demás, todos pueden decir:  ‘No tenemos necesidad de nada, es tal la abundancia que poseemos, que podemos dar sin agotarnos, y por eso damos gloria perfecta a nuestro Creador’.  En cambio en la criatura humana, nuestro acto divino es creante, conservante, obrante y creciente, nuestro amor no dijo basta para ella, no, sino que quiere siempre dar y obrar cosas nuevas, y si nos corresponde, nuestra virtud obrante está siempre en movimiento, ahora le damos nuevo amor, ahora nueva luz, ahora nueva ciencia, nueva santidad, nueva belleza, nuestra virtud obrante no cesa jamás, queremos dar siempre, y con el dar obramos.  Con crear a la criatura abríamos el comercio entre el Cielo y la tierra y poníamos en tráfico nuestro modo obrante, Nosotros a dar y ella a recibir, y lo que es más, la queremos junto a obrar, no queremos hacerlo solos, si fuésemos capaces de dolor, nos amargaría nuestra felicidad si no la tuviésemos junto con Nosotros, y de nuestro amor y acto obrante surge nuestro acto siempre creciente, así que la criatura está bajo la lluvia de nuestro amor y acto creante, conservante, obrante y creciente”. (32-4, Abril 2, 1933)

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Ahora, los actos  deben ser continuados:

“Hija mía, el reconocer lo que puede hacer mi Voluntad en el acto de la criatura, forma el acto divino en ella, y en este acto, como fondo pone el principio divino, y conforme se va formando así la inviste de su inmutabilidad, de modo que la criatura sentirá en su acto un principio divino que no termina jamás, y una inmutabilidad que jamás se cambia, oirá en sí el sonido de la campana de su acto continuado que hace su curso continuo. Ésta es la señal si el alma ha recibido en sus actos el principio divino:  ‘La continuación’, un acto prolijo dice que Dios habita en ella y en sus actos, dice confirmación en el bien, porque es tanto el valor, la gracia, la potencia de un acto continuado, que llena los pequeños vacíos de intensidad de amor, las pequeñas debilidades a que la naturaleza humana está sujeta. Se puede decir que un acto, una virtud continuada es como el juez, el orden, el centinela de la criatura.  Por eso me importa tanto que tus actos sean continuos, porque tienen de lo mío dentro, y  si no son continuos Yo sentiría deshonrado mi acto en el tuyo. Mira hija mía, es tanto el ímpetu de amor, que quiero ser reconocido en todo lo que he hecho por amor de las criaturas, pero esto no por otra cosa sino para dar, siento una necesidad de dar, quiero formar las depositarias de mi Vida, de mis obras, de mis penas, de mis lágrimas, de todo, pero éstas no salen de Mí si no son reconocidas, con no reconocerlas me impiden el acercarme para poner en ellas lo que con tanto amor quiero dar, y además quedarían sin efectos, serían como tantos ciegos que no ven lo que los rodea.  En cambio, el reconocer es vista al alma, que hace surgir el deseo y el amor, y por lo tanto la gratitud hacia Mí que tanto quiero dar, y con celo custodian mi tesoro depositado en ellas, y en las circunstancias se sirven de mi Vida como guía, de mis obras para confirmar sus obras, de mis penas como sostén de las penas de ellas, y de mis lágrimas para lavarse si están manchadas, y ¡oh! cómo estoy contento de que se sirvan de Mí y de mis obras para ayudarse.  Fue esta mi finalidad al venir a la tierra, para quedar como su hermanito en medio a ellas, y dentro de ellas como ayuda en sus necesidades.  En cuanto me reconocen, Yo no hago otra cosa que reflejar en ellas para sellar el bien que han conocido, casi como sol, que con reflejar, con su luz sobre las plantas y sobre las flores comunica la sustancia de la dulzura y de los colores, no aparentemente sino en realidad.  Entonces, si quieres recibir mucho, trata de conocer lo que hizo y hace mi Voluntad en la Creación, y lo que hizo en la Redención, y Yo seré magnánimo y nada te negaré de lo que te hago conocer.  Es más, debes saber que si no me detengo ahora para hacerte de maestro, para hacerte conocer tantas otras cosas que me pertenecen, es porque quiero darte todavía lo que te hago conocer.  No quedaría contento si no tuviese qué dar, y siempre cosas nuevas para dar a mi hija, por eso espero con ansia que pongas en su lugar en tu alma lo que has conocido, a fin de que lo tengas como cosa tuya, y mientras las pones en su lugar, para ayudarte a ordenarlas te voy acariciando, modelando, fortificándote, ensancho tu capacidad, en suma renuevo lo que hice en la creación de la primera criatura.  Mucho más que siendo cosas mías que tú has conocido y que quiero ponerlas en ti, no quiero fiarme de ninguno, ni siquiera de ti, quiero ser Yo mismo, con mis mismas manos creadoras preparar el lugar y ponerlas en ti, y para tenerlas seguras las circundo con mi amor, con mi fuerza y pongo por guardia mi luz.  Por eso sé atenta, no dejes escapar nada, y así me darás el campo para poderte hacer las más bellas sorpresas”.

Después de esto, mi pequeña inteligencia continuaba navegando el mar interminable de la Divina Voluntad, y mi sumo Bien Jesús ha agregado:

“Hija mía, Nosotros tenemos campos y mares divinos interminables, que están llenos de alegrías, de bienaventuranzas, de bellezas encantadoras de toda especie, y poseen la virtud de hacer surgir alegrías siempre nuevas y bellezas tales, que una no asemeja a la otra, pero en estos nuestros mares y campos divinos, aunque hay cosas y bienaventuranzas innumerables, no tenemos vidas que palpiten, mientras que Nosotros somos vida y latido de todo, también de nuestras alegrías; nos falta el latido de la criatura que palpite en el nuestro y como vida llenen estos nuestros campos y mares innumerables.  Ahora, ¿quieres tú saber quién nos da su vida, no una cosa nueva, pues tenemos tantas? Quien viene a vivir en nuestra Voluntad, porque Ella, desbordando de Nosotros nos forma nuestros campos y mares divinos, llenos de todas las felicidades posibles e imaginables, y la criatura viene a ellos como vida, y tenemos el gran contento y la gran gloria que nos puede dar una vida, y si bien esta vida ha salido de Nosotros, pero es libre de estar o no estar en nuestros campos divinos, y ella pierde, sacrifica su libertad humana, y en nuestra Voluntad toma la libertad divina, y como vida vive en nuestros campos y mares sin confines.  Y ¡oh! cómo es bello ver esta vida que agranda su puesto en medio a los apretados grupos de nuestras felicidades y alegrías, y en ellas arroja su semilla, su grano de trigo, imagen de su voluntad que ahí forma su espiga, tan alta, pero como realidad, y no aparente, de la vida palpitante y obrante en nuestro campo celestial, o bien como pececito, símbolo también de su voluntad, que como vida palpita, nada en nuestro mar, vive y se nutre, se entretiene, nos hace miles de bromas y recrea, no como alegría sino como vida, a su Creador. Hay gran diferencia entre aquellas que nos pueden dar nuestras alegrías, y aquellas que nos puede dar una vida. Y por esto podemos decir: ‘Nuestros campos están desiertos, nuestros mares están sin peces’.  Porque falta la vida de las criaturas para llenarlos, para poder dar y recibir vida por vida, pero vendrá el tiempo que estarán llenos, y tendremos el pleno contento y la gran gloria de tener en medio a nuestras muchas alegrías, multitudes de vidas que vivirán dentro de estos campos y nos darán vida por vida.

Ahora, tú debes saber que estos nuestros campos y mares están a disposición de aquellos que viven en la tierra y que quieren hacer vida en nuestra Divina Voluntad, no para aquellos que viven en el Cielo, porque ellos no pueden agregar ni siquiera una coma de más de lo que han hecho, estos son las vidas gozosas en nuestros campos divinos, no las vidas obrantes, se puede decir de ellos:  ‘Lo que ha hecho ha hecho’.  En cambio, son las vidas obrantes y conquistantes de la tierra las que suspiramos, y que mientras están en la tierra entren en estos nuestros campos y obren y hagan de conquistadoras en modo divino, mucho más, que desde que el hombre pecó, salió de nuestra Voluntad, y le fueron, con justicia, cerradas las puertas de estos nuestros campos. Ahora queremos abrir estas nuestras puertas, después de tantos siglos, a quien quiera entrar, no forzarlas, sino libremente, para hacerlos poblar estos nuestros campos divinos, para dar una nueva forma, un modo de vida todo nuevo a la criatura, y poder recibir, no obras de ella, sino en cada acto suyo, vida formada en nuestra misma Vida. Esta es la causa de mi tanto hablar sobre mi Voluntad, la fuerza de mi palabra creadora las dispondrá, les dará el deseo, cambiará la voluntad humana, y sabiendo que quiero abrir las puertas, tocarán, y Yo rápido les abriré a fin de que Yo mismo quede satisfecho, y tenga mi pueblo afortunado que me dará a cambio de mi Vida que he dado por ellos, su vida a cambio de la mía.  Jamás he hablado sin obtener nada, o en vano, hablé en la Creación, y mi palabra sirvió para formar las cosas admirables de todo el universo, hablé en la Redención, y mi palabra, mi Evangelio, sirve de guía a mi Iglesia, sirve de luz, de sostén, se puede decir que mi palabra es la sustancia y mi Vida palpitante en el seno de la Iglesia.  Ahora, si he hablado y hablo todavía sobre mi Divina Voluntad, no será en vano, no, sino que tendré sus admirables efectos, y la Vida de mi Voluntad conocida, obrante y palpitante en medio a las criaturas.  Por eso déjame hacer y Yo dispondré las cosas de modo que mi palabra no será palabra muerta, sino viva, que dará vida con todos sus admirables efectos.  Mucho más, que estos nuestros campos y mares celestiales harán de madre a las almas afortunadas que quieran vivir en ellos, las educarán en modo divino, las nutrirán con alimentos exquisitos tomados de la mesa celestial y las crecerán de manera noble y santas, que en todos sus actos, pasos y palabras se verá claramente escrito:  ‘Son similares a su Creador’. Dios oirá la melodía de su voz en la palabra de ellas, su potencia en sus obras, su dulce movimiento de los pasos que corren junto a todos porque los quiere consigo, en los pasos de ellos, y como raptado dirá:  ‘¿Quién es quien me asemeja?  ¿Quién sabe imitar mi voz dulce, armoniosa y fuerte de poder sacudir Cielo y tierra? ¿Quién tiene tanta fuerza de raptarme en sus obras para hacerme obrar junto con ella?  ¿Quién es?  ¿Quién es?’ ¡Ah! es quien vive en nuestros campos divinos, es justo que nos asemeje en todo, por cuanto a criatura es posible, es nuestra hija, y basta, dejémosla que nos imite, que nos asemeje, será nuestra gloria de nuestra obra creadora, la suspirada de su Padre Celestial, estas almas formarán la nueva jerarquía en la patria celestial, donde hay un puesto reservado para ellos, que a ningún otro es dado ocupar”. (30-8, Diciembre 21, 1931)

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Cada acto es una Vida Divina:

“Hija mía, conforme el alma hace sus actos en mi Querer, así multiplica mi Vida, de manera que si hace diez actos en mi Voluntad, diez veces me multiplica; si hace veinte, cien, mil, o aún más, tantas veces de más quedo multiplicado.  Sucede como en la Consagración Sacramental, cuantas hostias ponen, tantas veces quedo multiplicado, la diferencia que hay es que en la Consagración Sacramental tengo necesidad de las hostias para multiplicarme y del sacerdote que me consagre.  En mi Voluntad para quedar multiplicado, tengo necesidad de los actos de la criatura, donde más que hostia viva, no muerta como las hostias antes de Consagrarme, mi Voluntad me Consagra y me encierra en el acto de la criatura, y Yo quedo multiplicado en cada acto suyo hecho en mi Voluntad, por eso mi amor tiene su desahogo completo con las almas que hacen mi Voluntad y viven en mi Querer, son siempre ellas las que suplen no sólo a todos los actos que me deben las criaturas, sino a mi misma Vida Sacramental. Cuántas veces queda obstaculizada mi Vida Sacramental en las pocas hostias en las que Yo quedo consagrado, porque son pocos los que comulgan, otras veces faltan sacerdotes que me consagren, y mi Vida Sacramental no sólo no queda multiplicada cuanto quisiera, sino que queda sin existencia.  ¡Oh! cómo sufre por ello mi amor, quisiera multiplicar mi Vida todos los días en tantas hostias por cuantas criaturas existen para darme a ellas, pero en vano espero, mi Voluntad queda sin efecto.  Pero lo que he decidido, todo tendrá cumplimiento, por eso tomo otro camino y me multiplico en cada acto de la criatura hecho en mi Querer, para hacerme suplir a la multiplicación de las Vidas Sacramentales.  Ah, sí, sólo las almas que vivan en mi Querer suplirán a todas las comuniones que no reciben las criaturas, a todas las consagraciones que no son hechas por los sacerdotes; en ellas encontraré todo, aun la misma multiplicación de mi Vida Sacramental.  Por eso te repito que tu misión es grande, a misión más alta, más noble, sublime y divina no podría escogerte, no hay cosa que no concentraré en ti, aun la multiplicación de mi Vida, haré nuevos prodigios de gracia jamás hechos hasta ahora; por eso te pido, sé atenta, seme fiel, haz que mi Voluntad tenga vida siempre en ti, y Yo en mi mismo Querer en ti, encontraré toda completada la obra de la Creación, con mis plenos derechos, y todo lo que quiero”. (14-16, Marzo 24, 1922)

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“Hija de mi Voluntad, todo lo que hace la criatura que tiene por principio y por vida mi Voluntad, aunque fueran cosas pequeñas, cada una contiene una Vida Divina, así que en el mar interminable de mi Querer y de mi amor se ven nadar, flotar tantas pequeñas vidas de amor, de luz, que han tomado lugar en nuestro mar y, ¡oh!, cómo nos sentimos correspondidos, porque es vida de amor que nos ha dado en su pequeño amor, y vida de luz que nos ha dado al hacer sus actos, porque han sido formados en el centro de la Vida de nuestro Fiat, que poseyendo la verdadera vida, todo lo que sale de Él son vidas, que primero las crea, las forma en Él, y después las pone fuera, como dándolas a luz de su seno Divino.  Por eso cada ‘te amo’ posee la vida del amor, cada adoración posee la vida de la adoración divina, cada virtud que ejercita posee, quién la vida de la bondad divina, quién la vida de la sabiduría, quién la de la fuerza, quién la de la potencia, quién la de la santidad, pero como son pequeñas vidas que han recibido la vida de nuestra Vida, no saben estar aisladas, sino que corren y vienen a continuar su pequeña vida en nuestros mares interminables y, ¡oh! cómo nos aman, serán pequeñas, pero Nosotros sabemos que la criatura sólo nos puede dar lo pequeño, porque las cosas grandes, inmensas, son las nuestras, y la criatura no tiene ni siquiera lugar dónde ponerlas si queremos darle, por eso es necesario que se refugie en Nosotros, y Nosotros viéndola en nuestros mares nos sentimos correspondidos con el amor que queremos de la criatura”.

Yo he quedado pensativa acerca de lo que Jesús me ha dicho, y Él ha agregado:

“¿Quieres verlo para que te convenzas de lo que te digo?

Ahora, mientras estaba en esto, mi amado Jesús me hacía ver sus mares interminables, los cuales investían cielos y tierra, y el pequeño amor de la criatura y todo lo demás hecho en su Querer Divino, como tantas vidas, pequeñas pero bellas, que nadaban en estos mares; quién permanecía en la superficie para mirar fijamente a su Creador, quién corría a sus brazos, una lo abrazaba, otra lo besaba, alguna otra se adentraba en el mar, en suma, le hacían miles de mimos, caricias y estratagemas a Aquél de quien habían recibido la Vida.  El Ser Supremo las miraba, pero con tal amor, que llamaba a toda la corte celestial a festejar junto con Él, y decía a todos:  ‘¡Mírenlas cómo son bellas!  Estas vidas formadas por los actos de la criatura, por mi Voluntad, son mi gloria, mi triunfo, mi sonrisa, son el eco de mi amor, de nuestra armonía, de nuestra felicidad’.  Ahora, estas vidas se veían en el sol, en las estrellas, en el aire, en el viento, en el mar; cada ‘te amo’ era una vida de amor, la cual corría a tomar su puesto de honor en los mares divinos.  ¡Qué encanto, qué bellezas, cuántas sorpresas indecibles!  Yo he quedado muda y no sabía qué decir, y Jesús ha agregado:

“Hija mía, ¿has visto cuántas raras bellezas de vida sabe hacer mi Voluntad?  Su amor, su celo es tanto, que los custodia en su propio mar.

Pero aún no es todo hija mía, quiero decirte otra sorpresa:  Si la criatura que vive en mi Querer, un ‘te amo’ no hace esperar a otro con la pequeña vida de amor que contiene dentro el prodigioso ‘te amo’, quién corre delante, quién va hacia atrás, quién vuela para tomar puesto en nuestros mares interminables, hacen competencia entre ellas para ver quién corre más veloz, quién se quiere poner más adelante, quién quiere ser el primero en arrojarse en nuestros brazos, y quién da un salto hasta encerrase en nuestro seno divino; la vida no puede estar detenida, estas pequeñas vidas, si bien pequeñas, tienen un respiro, un latido, un paso, una voz, son todo ojos para mirarnos, por eso respiran amor y nos dan amor, laten de amor, tienen nuestro paso, que nos movemos y caminamos porque amamos; sus voces nos hablan siempre de amor, y aman tanto que quieren oír siempre nuestra historia de eterno amor; estas pequeñas vidas no mueren jamás, son eternas con Nosotros.  El ‘te amo’, los actos hechos en mi Querer, pueblan el Cielo, estas pequeñas vidas se difunden dondequiera, en toda la Creación, en los santos, en los ángeles y, ¿cuántas no corren en torno a la Reina?  Dondequiera quieren su puesto, llegan a descender en los corazones de las criaturas de la tierra y dicen entre ellas:  ‘¿Cómo es que nuestro Creador debe estar sin nuestra pequeña vida de amor en los corazones humanos?  ¡Ah, no, no, somos pequeñas, podemos entrar en ellos y amamos a nuestro Creador por ellos!’  Estas pequeñas vidas son el encanto de todo el Cielo, son las más grandes maravillas de nuestro Ente Supremo, son las que verdaderamente corresponden a nuestro eterno amor, tienen locuras tan extrañas de amor, que al solo mirarlas se conoce que son hijas nuestras, vidas formadas y creadas por nuestro Querer Divino”.

¿Pero quién puede decir mis sorpresas? Y Jesús ha agregado:

Mío.- Cómo es que correspondemos a Jesús x toda la humanidad:

“No te maravilles, también mi Vida acá abajo no hacía otra cosa que hacer salir vida de Mí, tanto, que mis pasos caminan aún junto a todos, no se detienen jamás, es más, todos los siglos tendrán la vida de mis pasos; mi boca habla aún, porque cada palabra mía contenía una vida, y por eso habla todavía, solamente no oye mi voz quien no quiere escucharme; mis lágrimas están llenas de vidas, y están siempre en acto de verterse sobre el pecador para enternecerlo, compungirlo y convertirlo, y sobre las almas justas y buenas para embellecerlas y arrebatarles su corazón para hacerme amar.  Cada pena, cada gota de mi sangre, son Vidas mías distintas que contienen, y por eso forman la fuerza de las penas de las criaturas y el lavado de todos sus pecados. Son los prodigios de mi Querer, donde reina mi Voluntad con su Virtud creadora en naturaleza, sobre de cada pequeño acto, y aun naderías, crea vida para hacernos amar.  Tú debes estar convencida de que ante tanto amor nuestro, sin que ninguno nos ame, no podemos estar, por eso nuestra Voluntad que piensa en todo y sabe hacer todo, crea tantas vidas de los actos de la criatura que vive en Ella, hace de suplidora a nuestro amor, y vuelve menos delirantes nuestras ansias de amor y nuestros eternos delirios por querer ser amados; por eso vive siempre en nuestro Querer; ama siempre y serás el nuevo encanto de todo el Cielo y nuestra fiesta perenne, y Nosotros seremos la tuya, nos festejaremos mutuamente”. (30-8, Diciembre 21, 1931)

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Dios creó las obras, al hombre le toca hacer las vidas:

…Ahora continúo sobre el mismo argumento del día 18 de Diciembre, cómo nuestros actos hechos en el Querer Divino se cambian en Vida.  Entonces pensaba entre mí:  “¿Y tantas obras buenas, pero que no han salido de dentro del Querer Divino, y que faltándoles su germen de Vida no pueden ser Vida, sino solamente obras, qué cosa serán en el orden divino?”  Y mi dulce Jesús, siempre benigno ha agregado:

“Hija mía, mi Querer poseyendo en naturaleza su Vida creadora, no es maravilla que cada acto de criatura, aun un pequeño te amo hecho en mi Querer, sea como madurado en el centro de su Vida Divina, y como connatural adquiera la Vida; todo lo que se hace en Él es regenerado en nuestro eterno amor y adquiere la gran filiación de tantas Vidas Divinas que son exclusivamente nuestras.  Ahora, las obras buenas no hechas en mi Querer, pueden ser en nuestra obra creadora como tantos bellos adornos, cuál más, cuál menos bello, pero vida, jamás.  También en el orden de la Creación hay vidas y hay adornos:  Las flores no son vidas, no obstante forman un bello adorno a la tierra, pero no permanente; los frutos no son vida, pero sirven para alimentar al hombre y para hacerlo gustar las tantas variadas dulzuras, pero no son duraderas y no siempre las puede gustar cuantas veces quiera; si las flores, los frutos fuesen vidas, el hombre las podría gozar cuantas veces quisiera.  El sol, el cielo, las estrellas, el viento, el mar, no son vidas, pero como son obras nuestras, ¿cuántos bienes no hacen? Primero sirven como la más bella, primaria habitación del hombre.  ¿Qué cosa son sus habitaciones en comparación con la gran habitación que hicimos Nosotros de todo el universo?  En ella hay una bóveda azul adornada de oro que jamás se decolora, hay un sol que jamás se apaga, hay un aire que haciéndose respirar da vida, hay un viento que purifica y refresca, y tantas otras cosas.  A nuestro amor le era necesario hacer una combinación de vidas y de obras, porque debían servir para hacer feliz al hombre y para decoro y decencia de la habitación de aquél que con tanto amor habíamos creado.  Por eso, habiendo hecho Nosotros las obras más que suficientes, a él le tocaba gozarse nuestras obras y vivir en nuestro Querer para formar tantas vidas de amor, de gloria, para Aquél que tanto lo amaba.” (35-23, Diciembre 21, 1937)

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Vol. 35 septiembre 20, 1937

«Hija mía bendita, el amor de mi Querer no se detiene jamás, va buscando siempre nuevos reencuentros, nuevas invenciones de amor, es más, llega a encerrar a quien vive en él en los íntimos escondites de sus secretos amorosos, y le hace ver su íntima creación de siempre nuevo y creciente amor, con el cual mantiene a los bienaventurados y a los viadores como dentro de un solo aliento de amor, le descubre nuevos arcanos celestiales de nuestra divinidad, le da nuevas noticias de hasta dónde puede llegar su potencia amorosa, sus prodigios que puede obrar en quien vive en Él. Siempre y cuando la encuentre en su Voluntad, toma gusto en decirle siempre cosas nuevas y darle nuevas sorpresas de amor; es más, escucha lo que hace: Se empequeñece en la criatura y al mismo tiempo permanece inmenso, y ama en ella para decir: ‘¡ah! La criatura me ama como la se amar yo.’ y como nada entra en nosotros que no sea amor, ésta mi Voluntad, como empequeñecida en la criatura, todo lo que Ella hace lo convierte en amor, si reza, si adora, si obra, convierte todo en amor, y con una potencia toda divina, mi misma Voluntad conduce estos actos de la criatura al seno de nuestra Divinidad y toman su puesto en nuestro amor, y nosotros estos actos los vemos que son actos nuestros, y sentimos en ellos la plegaria eterna de nuestro amor, nuestra adoración toda de amor, nuestras obras eternas de amor y, ¡oh!, cómo quedamos glorificados y felices porque la criatura puede decirnos: ‘mi oración, mi adoración, mis actos, son eternos y están investidos por vuestro eterno amor, así me los ha hecho vuestra Voluntad Divina, por eso te amo como tú me amas.’ y es propiamente ésta nuestra locura, nuestro delirio de amor, que queremos hacer y amar en la criatura como hacemos y amamos en nosotros mismos, pero sólo nuestra Voluntad reinante y obrante en la criatura puede llegar a tanto, porque nosotros, si nos abajamos, no es para perder nuestro Ser Divino en lo finito, sino para elevar a la criatura a lo infinito y darle de lo nuestro, y sellar sus más pequeños actos, aun su respiro, su movimiento, con nuestro eterno amor, a fin de que sintamos en ella nuestro respiro de eterno amor, nuestro movimiento en el suyo, que no se mueve si no hace brotar amor. Por eso toda la creación no fue otra cosa que un desahogo de amor, queríamos hermanarnos con nuestras obras, con las criaturas que sacábamos a la luz para amarnos con un solo amor. Hija mía, qué dolor al no haber sido comprendido esto por las criaturas, por eso no podemos tener el bien de decirle quiénes somos, de hacernos conocer y decirle que no somos otra cosa que amor, y que queremos dar amor para recibir amor. Cómo quisiera que todos lo supieran.»

Jesús ha hecho silencio como ahogado en sus llamas de amor; después, como si tuviera necesidad de desahogarse aún, ha vuelto a decir suspirando, como si quisiera incendiar a todo el mundo con su amor:

«Escucha hija mía otra sorpresa más grande de nuestro intenso amor, y hasta dónde llegan nuestros delirios de amor: nuestro Ente Supremo ama tanto a la criatura, que llegamos al exceso de imitarla, nos empequeñecemos, nos encerramos en ella y queremos caminar con sus pies, obrar con sus manos, hablar con su boca, mirar con sus ojos, pensar con su inteligencia, latir y amar en su corazón. Así que para hacer en todo lo que hace y como lo hace la criatura, queremos tener pies, manos, boca, ojos y corazón como los tiene la criatura, y esto se lo pedimos a ella como si nosotros no fuéramos los dueños absolutos de todo, y le decimos: ‘amémonos, nosotros te damos de lo nuestro y tú danos de lo tuyo.’ porque nuestro ser supremo siendo purísimo espíritu, es paso sin pies, sin caminar se encuentra por todas partes; hace todo, obra todo sin necesidad de manos; es palabra sin boca; es luz, ve todo sin ojos. Y como la amamos mucho nos agrada imitarla, y esto es un invento inmenso de nuestro amor que sólo un dios puede hacerlo. Ahora, para poder decirle a la criatura, tú debes imitarnos, debes hacer como nosotros hacemos, le decimos: ‘queremos imitarte y hacer como haces tú.’ además, es criatura nuestra, obra de nuestras manos creadoras, salida de nosotros, de dentro de la potencia de nuestro amor creante, por eso no es maravilla si queremos descender en ella como para imitarla y hacer lo que hace y como lo hace ella, esto no es otra cosa que honrarnos a nosotros mismos y dar mayor importancia a nuestras obras; pero esto solamente lo podemos hacer en la criatura donde reina nuestra Voluntad, en ella todo podemos hacer, desahogarnos en amor, imitarnos recíprocamente, porque en todo se presta a hacer lo que nosotros queremos; en cambio donde no reina nuestra Voluntad, podemos decir que no podemos hacer nada.

Ahora escucha otra sorpresa de amor que llega a lo increíble: cuando la criatura nos ha dado la libertad de imitarla, nos ha dado vida en ella, nos ha dado los pies, las manos, la boca, Nosotros la llamamos a nuestra imitación, y haciéndola entrar en nuestro Ser Divino, la potencia de nuestro Fiat le da el paso sin pies y la hace encontrarse por todas partes, en los ángeles, en los santos, en la celestial Reina, hasta en nuestro seno divino, y ¡oh! Cómo estamos contentos, la criatura no más cercada por la naturaleza humana, sino libre junto con Nosotros, que obra sin manos, habla sin boca y, ¡oh! Cuántas palabras, con nuestra palabra nos dice la larga historia de nuestro amor y de nuestro Fiat obrante; siente verterse en ella nuestra eterna sabiduría, y ¡oh! Cuántas cosas nos dice de nuestro Ser Divino, habla, habla siempre, y ¡oh! Cómo gozamos al escuchar narrar por la criatura lo que nosotros somos, y tomada por nuestras mismas llamas de amor siente la necesidad de amarnos sin corazón, porque el corazón tiene sus límites, mientras que nuestro amor sin corazón no tiene límites, es inmenso, y la criatura se desembaraza del corazón y ama en nuestro amor infinito. Mira hija mía, ¿se pueden dar sorpresas de amor más bellas que éstas? ¿Sentir el placer, el gusto de imitarla, hacer lo que ella hace como pretexto de amor para luego llamarla a imitarnos y para hacerla hacer lo que hacemos Nosotros? Los abismos de nuestro amor son tantos, y lo que es más, va buscando siempre nuevos inventos de amor.»

Yo no sé decir qué cosa sentía en mi mente, una inmensidad de luz que convirtiéndose en palabras decían tantos inventos de amor de mi Creador, y mi dulce Jesús ha agregado:

«Hija mía, escúchame un poco más, nuestro amor es tanto, que parece que no nos da paz si no hacemos nuevas invenciones de amor para amar y hacernos amar, si esto no hiciéramos nos condenaríamos al ocio, lo que no puede ser en nuestro Ente Supremo porque somos un acto continuado de amor que siempre arde, de obras que nunca tienen fin, nuestra sabiduría es tanta que siempre hace cosas nuevas. Ahora, en la criatura en la que reina nuestra Voluntad nos encerramos en ella y damos amplio desahogo a nuestro amor, concentramos todo lo que hemos hecho, hacemos y todo lo que haremos, repetimos en el alma nuestras obras más bellas, nuestros desahogos de amor, las nuevas invenciones de nuestra sabiduría, que sabe hacer tantas, que a la criatura no le es dado el numerarlas todas, y ¡oh! Cuántas escenas conmovedoras hacemos, la criatura se convierte en nuestro teatro de amor, en el depósito de nuestras obras que jamás cesan de obrar, en el refugio de nuestras delicias, alegrías felicidad, en el escondite de nuestros secretos y arcanos celestiales, en la exposición de nuestras variadas bellezas, ¿pero sabes tú para qué? Para gozárnoslas juntos, porque donde reina nuestra Voluntad nada debe faltar de nuestras obras, ella nos encierra en el alma y nos hace hacer en ella lo que hacemos en Nosotros mismos, y esto porque queremos que sepa quiénes somos Nosotros, qué sabemos hacer, cómo amamos, y para darle una prueba más cierta le damos nuestro amor, la hacemos amar como amamos Nosotros, a fin de que toque con sus propias manos cómo ama y sabe amar un Dios; y para gozar juntos la hacemos hacer lo que hacemos Nosotros. Esto no te debe maravillar, ésta es la naturaleza de nuestra Voluntad y del verdadero amor, unificar a la criatura con Nosotros, amarla y hacernos amar por ella como Nosotros la amamos; las disparidades no deben existir, de otra manera sería hacer infeliz a la criatura al ver que nosotros la amamos tanto y ella no, al ver que nosotros sabemos hacer tantas cosas y ella que no sabe hacer nada, pobre hija, estaría en nuestro Ser Divino bajo el peso de una profunda humillación, como extraña, sin confianza, como una pobre delante a un rico; estas cosas nosotros no las sabemos hacer, si está con Nosotros, lo que es nuestro debe ser suyo, el vivir en nuestro Fiat es unidad, obras y alegrías comunes, y es esto lo que nos hace más felices y nos da un amplio campo al desahogo de nuestro amor.»

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Manera en que la criatura puede hacer el acto continuo de atención para vivir siempre dentro de la DV, actuando siempre en Ella.

Vol. 30 23/04/32

…»Hija mía, el alma que vive en mi Voluntad está en continuo acto de renacer en los actos que hace en Ella, si ama está en acto continuo de renacer en el Amor divino, y mientras nace forma la vida del amor en ella, y como vida toma el primado en todo su ser, de modo que su latido, su respiro, el movimiento, la mirada, el paso, la voluntad, y todo lo demás, se vuelve amor, y cuantas veces renace, tantas veces más crece el amor, este amor como vida y en acto de siempre nacer y crecer, tiene la fuerza raptora y que hiere, y mientras nos hiere nos rapta, pero con nuestra misma Potencia divina, y Nosotros sintiéndonos heridos desbordamos amor de nuestras heridas, y herimos a nuestra amada criatura, y en cada renacimiento duplicamos nuestro Amor por ella. Así si repara, y cuantas veces repara en nuestra Voluntad, tantas veces renace en la reparación divina y forma la vida de la reparación en su alma, así que el respiro, el movimiento, la voluntad y todo su ser adquiere la vida de la reparación; y como no es con un solo acto que nos repara, sino con una vida entera, como vida tiene la potencia que desarma, y desarmándonos convierte los flagelos en gracias, así de todo lo demás que la criatura puede hacer en nuestra Divina Voluntad, son vida que adquiere, las cuales son alimentadas por nuestra fuentes divinas. Así si nos alaba en nuestra Divina Voluntad, nos agradece, nos bendice, forma una vida entera de agradecimientos, de alabanzas y de bendiciones hacia su Creador, y cada vez que lo hace, mientras renace en estos actos y crece, forma la plenitud de la vida, de modo que el respiro, el latido, si piensa, si habla, si da un paso, si circula la sangre por sus venas, todo el conjunto de la criatura, no hay partícula de su ser que no diga os agradezco, os alabo, os bendigo. ¡Oh! cómo es bello verla, que posee tantas vidas por cuantas veces permanece en sus mismos actos hechos en nuestro Fiat Divino, que por cuantas vidas posee sentimos en su latido tantos latidos en uno, tantos respiros, movimientos y pasos en uno, y cada uno, quién dice amor, quién reparaciones, quién agradecimientos, quién alabanza y quién bendiciones; estos renacimientos y vidas forman la más bella armonía en la afortunada criatura que ha tenido el bien de adquirirlas; es tanta nuestra complacencia, que nuestra mirada está siempre fija en verla, nuestros oídos siempre atentos a escucharla, la Potencia de nuestro Querer llama nuestra atención continua, y en cuanto nos dice os amo, así Nosotros le repetimos, te amamos, ¡oh! hija. En cuanto nos repara, así nos la estrechamos al corazón; conforme nos agradece, alaba y bendice, así le vamos repitiendo: te agradecemos que nos agradezcas, te alabamos que nos alabes, te bendecimos que nos bendices. Podemos decir que nos ponemos en competencia con ella, Cielos y tierra se maravillan de que el Creador se ponga en competencia con su amada criatura. Por eso siempre en mi Voluntad te quiero, porque en Ella nos das qué hacer y qué decir y formas nuestro desahogo de amor.»

Acto incesante

22-14

Julio 30,1927

Cómo la vida está en el movimiento continuo; cómo este

movimiento produce la fuente.  Valor de los actos internos.

(1) Seguía al Santo Querer Divino, pero siempre con el duro clavo de estar privada de mi Sumo Bien Jesús y pensaba para mí:  “¿Qué bien me viene con seguir los actos del Supremo Fiat cuando estoy privada de Aquel que ha puesto fuera toda la Creación con un supremo acto de su Querer?  Seguir su Voluntad y no verlo, ver sus obras que hablan de Él y no ser estrechada entre sus brazos es dolor indescriptible, es herida que sangra continuamente”.  Pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:

(2) “Hija mía, la vida está en el movimiento continuo. Todo lo que sale de Dios debe poseer un movimiento, así que no hay cosa creada por Nosotros que no se mueva: Cielo y tierra, sol y mar, todos se mueven, con tal orden y velocidad continua que no se detienen jamás; si se detuvieran cesaría la vida y cesaría el bien que hacen, a lo más quedarían como cuadros pintados que no son capaces de hacer bien a ninguno.  Un bien, un acto, sólo se puede llamar verdadero bien cuando tiene su movimiento incesante.  He aquí por qué nuestro Ser Divino es perfecto en todos nuestros actos, porque tiene su movimiento continuo, no cesa jamás de hacer y de dar el bien, y si cesara, lo que no puede ser, cesaría la vida del bien.  Ahora nuestra Voluntad, vida y eco perfecto de nuestro Ser Divino, es movimiento incesante y por eso es bien perfecto, y es un bien que puede darse a todos.  Cuando un bien es incesante todos lo pueden tomar, su movimiento continuo le hace poseer la fuente de la inagotabilidad.  Por tanto quien debe vivir en mi Querer Divino debe poseer el eco de mi Querer y seguir con movimiento incesante sus actos; y el bien que te viene, que te pone en el orden del movimiento divino, con rapidez encantadora te mueve y gira junto con todas las cosas creadas.  Tus actos son inagotables y todos pueden tomar el bien de ellos, porque parten de la fuente del Fiat Eterno.  ¿Y te parece poco  hacer un bien que siempre surge?  Ésta es la causa por la que en las criaturas no se ven verdaderos y perfectos bienes, porque sus virtudes son interrumpidas y como pierden el movimiento incesante de una virtud, cesa la vida del bien de ella, pierden el gusto, el vigor, la fuerza, porque no poseyendo el movimiento incesante, no se forma la vida de la virtud en ellos, ni aquel acto que siempre surge, sino una cosa superficial y pasajera, por consiguiente, ¿cómo pueden dar el bien de aquellas virtudes a todos, si no poseen ellos la vida y la fuente de ellas, que permiten que mientras dan a los demás, ellas jamás se agoten y nada pierdan?  ¿Pierde tal vez el sol con dar su luz a todos?  No, ciertamente, porque posee la fuente de la luz y su movimiento de dar luz es incesante.  Por eso hija mía, en mi Divina Voluntad tus actos, tus oraciones, el pedir su reino, deben tener el movimiento incesante para poder impetrar por todos que el Fiat Divino sea conocido y amado por todos”.

Enero 20, 1907

La mayor santidad es el vivir en el Divino Querer.

(1) Habiendo leído dos vidas de santas, una que ansiaba mucho el sufrir, y la otra que quería ser pequeña, yo pensaba en mi interior cuál de las dos sería mejor para poderla imitar, y no sabiendo resolver esto me sentía como confundida, y para poder estar libre y pensar sólo en amarlo he dicho entre mí: “Yo no quiero aspirar a nada sino solamente a amarlo y cumplir perfectamente su santo Querer”. Mientras me encontraba en esto, el Señor en mi interior me ha dicho:

(2) “Y Yo aquí te quiero, en mi Querer; hasta en tanto que el grano de trigo no es sepultado bajo tierra y muere del todo, no puede renacer a vida nueva y multiplicarse y dar vida a otros granos; así el alma, hasta que no se sepulta en mi Voluntad, hasta morir del todo en Ella con deshacer todo su querer en el mío, no puede resurgir a nueva Vida Divina con el resurgimiento de todas las virtudes de Cristo, que contienen la verdadera santidad, por eso mi Voluntad sea el sello que te marque el interior y el exterior, y cuando mi Voluntad haya resurgido toda en ti, en Ella encontrarás el verdadero amor, y esta es la mejor de todas las otras santidades a las cuales puede uno aspirar”.

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Junio 23, 1907

Encontrándome en mi habitual estado, el bendito Jesús no venía y yo estaba pensando entre mí cuál sería el acto más bello y más acepto a Nuestro Señor, que pudiese más fácilmente inducirlo a venir:  El dolor de las propias culpas o la resignación.  Mientras estaba en esto, en cuanto ha venido me ha dicho:

«Hija, el acto más bello y que más me agrada es el abandono en mi Voluntad, pero tanto, que no se recuerde que existe el propio ser, sino que todo para ella sea el Divino Querer.  Si bien el dolor de las propias culpas es bueno y laudable, pero no destruye el propio ser, en cambio el abandonarse del todo en mi Voluntad destruye el propio ser y readquiere el Ser Divino.  Entonces, el alma con abandonarse en mi Voluntad, me da más honor, porque me da todo lo que Yo puedo exigir de la criatura, y vengo a readquirir en Mí lo que de Mí había salido, y el alma readquiere lo único que debería readquirir, a Dios con todos los bienes que el mismo Dios posee.  Sólo que, hasta que el alma está del todo en la Voluntad de Dios, readquiere a Dios, y si se sale de mi Voluntad readquiere su propio ser junto con todos los males de la corrompida naturaleza.»

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Todo es EFECTO del acto único de Dios.

Mayo 6, 1926

Mi Voluntad une a todos y a todo, no sería verdadero vivir en mi Querer, ni obrar de mi Voluntad si todo lo que a Ella pertenece y todo su eterno obrar no lo concentra en el alma que en Ella vive y donde tiene su reino y dominio.  Si esto no fuera, el reino de mi Voluntad sería un reino dividido, lo que no puede ser, porque mi Voluntad une todo junto su obrar y de él hace un solo acto; y si se dice que crea, redime, santifica y otras cosas, son los efectos de aquel solo acto que jamás cambia acción.«

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Explicación de qué es el acto único

Diciembre 6, 1926

«Hija mía, un acto solamente se puede llamar perfecto cuando encierra en sí todos los actos juntos, y sólo mi Voluntad encierra este acto perfecto, que mientras hace un acto solo, salen de este acto solo todos los actos posibles e imaginables que existen en el Cielo y en la tierra.  Este acto solo de mi Querer es símbolo de una fuente, que mientras que la fuente es una, de ella brotan mares, ríos, fuego, luz, cielo, estrellas, flores, montes y tierra; de esta sola fuente sale todo.  Ahora, Adán en el estado de inocencia y la Alteza de la Soberana Reina, poseyendo mi Voluntad, si amaban, en el amor encerraban la adoración, la gloria, la alabanza, la bendición, la oración; en el más pequeño de sus actos nada faltaba, corría la multiplicidad de las cualidades del acto solo de mi Supremo Querer, que haciéndoles abrazar todo en un acto daban a su Creador lo que le convenía, así que si amaban adoraban, y si adoraban amaban; los actos aislados que no abrazan todos los actos juntos no se pueden llamar perfectos, son actos mezquinos, que llevan mucho de voluntad humana.  He aquí por qué sólo en el Fiat el alma puede encontrar la perfección verdadera en sus actos y ofrecer un acto divino a su Creador.»

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Junio 20, 1928

«Hija mía, Dios es un acto único, y si se ven tantos actos en la Creación, no son otra cosa que los efectos del acto único de Dios; sucede como al sol, el sol es uno, su luz es una sola, pero los efectos de él, en cuanto su luz toca la tierra y con rapidez se extiende sobre de ella son innumerables, se puede decir que produce un efecto distinto sobre cada una de las cosas que toca, distinto en el color, en la dulzura y en la sustancia que infunde; sobre cada una de las cosas que toca con sus manos de luz, parece que el sol crea tantos actos sucesivos, uno más bello que el otro, pero no es verdad, no son otra cosa que los efectos de su acto único de luz, porque la fuerza de un acto único tiene virtud de producir tantos efectos como si fueran tantos actos sucesivos y distintos, como en efecto son, así que todo lo que tú ves en todo el universo no son otra cosa que los efectos del acto único de Dios, y porque es único en el acto, tiene virtud de orden y armonía en todos los efectos que produce.  Así sucede para el alma que vive en mi Divina Voluntad, viviendo en el acto único de Dios, siente todos los efectos de aquel acto único en todos sus actos, siente en sí el orden, la armonía, la belleza, la fuerza del acto único divino, que más que luz, produce tantos efectos que siente producirse en sus actos tantos cielos, soles, mares, prados floridos y todo lo que de bien hay en el cielo y en la tierra; ¿qué no puede encerrar de grande, de bien, quien vive en mi Voluntad?  Todo, es el verdadero sol, que cualquier cosa que hace y toca produce varias tintas de belleza, de dulzura, de bondad y de múltiples efectos, porque todos sus actos penden del acto único de Aquél que lo ha creado.»

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Marzo 8, 1929

«Hija mía, mi Fiat con un solo acto produce tantos efectos, que sostiene toda la Creación; el acto de Él es la vida que da para formar cada una de las cosas creadas, los efectos son los alimentos que suministra, como tantos diversos alimentos a cada cosa para mantenerlas bellas y frescas como las ha creado; así que mi Divina Voluntad es la sostenedora, la alimentadora y la vivificadora de toda la Creación.  Ahora, quien vive en mi Querer Divino, junto con Ella sostiene, alimenta y vivifica todas las cosas creadas, es la inseparable de mi Fiat.  La criatura en cuanto obra en Él adquiere el soplo, y soplando junto con mi Fiat mantiene siempre en vida lo que una vez fue hecho, es más, tiene virtud de vivificar y llamar a vida a los tantos actos de mi Voluntad, a los cuales la voluntad humana ha dado la muerte; porque Ella tiene un acto continuado para dar a las criaturas, y cuando éstas no han hecho mi Querer, estos actos están muertos para ellos, y quien vive en Él tiene virtud de vivificarlos y conservarlos en vida

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Enero 2, 1930

«Hija mía, no hay cosa buena que no salga de mi Divina Voluntad, pero hay diferencia entre actos y efectos de Ella.  La Creación fue un acto de mi Fiat, y ¡oh! cuántas cosas bellas no salieron, cielos, soles, estrellas, aire que debía servir para la vida natural de la criatura; mar, viento, todo fue plenitud y multiplicidad de obras, porque un acto de mi Divina Voluntad es capaz de llenar todo y de hacer todo.  La creación del hombre fue un acto de Ella, ¿y qué cosa no encerró en la pequeña circunferencia del hombre?  Inteligencia, ojos, oídos, boca, palabra, corazón, y hasta nuestra semejanza, por la cual lo hacíamos el portador de su Creador, ¿cuántos prodigios no encierra?  No sólo eso, sino le fue puesta toda la Creación en torno para servirlo, como si un primer acto de nuestro Fiat hecho en la Creación quisiera servir al segundo acto hecho al crear al hombre.  Otro acto de nuestra Voluntad Divina fue la creación de la Virgen Inmaculada, fueron tales y tantos los prodigios obrados en Ella, que Cielos y tierra quedaron estupefactos, tanto que llegó a hacer descender al Verbo Divino sobre la tierra, lo que formó otro acto de mi Fiat, el cual fue mi Encarnación, y tú lo sabes, que fue portador de todos los bienes a la familia humana.  Todo el resto de los bienes que ha habido en medio de las criaturas, virtudes, oraciones, obras buenas, milagros, son efectos de mi Querer Divino, los cuales obran según las disposiciones de las criaturas, y por eso son siempre limitados, no con aquella plenitud que llena Cielos y tierra.  En cambio los actos de mi Fiat Divino son independientes de ellas, y por eso se ve la gran diferencia entre actos y efectos.  Y esto se ve muy bien también en el sol y entre los efectos que él produce; el sol como acto está siempre fijo en su plenitud de luz, que con majestad llena la tierra, jamás cesa de dar su luz y su calor, en cambio los efectos del sol, que se puede decir que están a disposición de la tierra, son inconstantes, ahora se ve la tierra florida con la variedad de tantos colores, y ahora se ve despojada y sin belleza, como si el sol no tuviese la virtud comunicativa para comunicar siempre sus admirables efectos a la tierra, mientras que se puede decir que la culpa es de la tierra.  Al sol no le falta nunca nada, aquél de ayer, es hoy y será.  Ahora, cuando te veo girar aun en los efectos de mi Fiat Divino, como si no quisieras perder nada, para encerrarlos en Él y darle los homenajes, el amor de los efectos que produce para pedirle que venga a reinar sobre la tierra, tú dispones a nuestro Querer a formar otro acto de Él, porque tú debes saber que el Fiat Voluntas Tua come in Cielo cosí in Terra será otro acto de nuestro Fiat Supremo, no será un efecto, sino un acto, pero con tal magnificencia que todos quedarán asombrados.  Tú debes saber que el hombre fue creado por Nosotros con este prodigio, que debía poseer en él nuestro acto continuo de Voluntad Divina; con rechazarla perdió el acto y se quedó con los efectos, porque sabíamos que así como la tierra no puede vivir sin tener al menos los efectos que produce el sol si no quiere vivir en la plenitud de su luz y de su calor, así el hombre no podía vivir al menos sin los efectos de nuestra Divina Voluntad, ya que había rechazado la Vida de Ella.  Por lo tanto su reino no será otra cosa que llamar nuevamente el acto continuo de nuestro Fiat Divino obrante en la criatura.  Esta es la razón de mi largo hablar sobre Él, no es otra cosa que el principio del acto continuo de mi Fiat Divino que no termina jamás cuando quiere obrar en la criatura, y es tan múltiple en las obras, en la Belleza, en la Gracia y en la Luz, que no se ven los confines.  Por eso sigue girando en todo lo que ha hecho y produce mi Fiat Divino, no te canses jamás si quieres obtener un reino tan santo.»

Después ha agregado:  «Hija mía, así como los efectos son producidos por la sola y única Voluntad mía, y obran según las disposiciones de la criatura, así los actos de nuestro Querer Divino, independientes de ellas, son producidos por la unidad del acto único de nuestro Fiat Divino.  Así que en Nosotros es siempre uno nuestro acto, porque en Nosotros no hay sucesión de actos, y si a la criatura le parece que ahora hacemos la Creación, ahora la Redención, y ahora que queremos formar el reino de nuestra Divina Voluntad en medio de las criaturas, es la manifestación que les hacemos de lo que posee nuestro solo y único acto, que mientras a ellos les parece que hacemos y sacamos tantos actos distintos, para Nosotros todo estaba encerrado en un solo acto.  En la unidad de nuestro Querer Divino que encierra un solo acto, nada le puede huir, encierra todo, hace todo, abraza todo y es siempre un solo acto.  Así que, tanto los efectos que produce nuestro Fiat, cuanto los actos de Él, parten siempre de la unidad del solo y único acto nuestro.»

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Los actos divinos se injertan sobre los actos específicos de la criatura. Y éste sería el tercer extasis.

Los primeros 2 son de Valtorta

11 de octubre

Dice Jesús:

«¿Cómo me debes llamar? .¿ Cuáles son los nombres más dulces? Los del Cantar de los Cantares, hija y esposa de mi amor y de mi dolor.

Tú dices que sólo la oración y mi palabra te calman en tu sufri­miento presente. Si has llegado a esto que es el punto más alto que el hombre pueda alcanzar de unión conmigo, esto ya es éxtasis.

Porque el éxtasis no es solamente el permanecer fuera de los sentidos por la alegría de contemplar visiones de Paraíso. Es éxtasis -e incluso desde un punto de vista espiritual- mucho más profun­do que el primero, este ser abstraídos del dolor moral, además que del de la vida material, pero sin perder los sentidos, al hablar con­migo o al oírme hablar [134]. Es más profundo. porque es obra producida únicamente por el amor.

El éxtasis contemplativo mucho es obra de la Voluntad de Dios, que quiere que una criatura suya tenga la visión de cosas celestia­les, o para atraerla mayormente a Sí, o para premiarla por su amor. Este éxtasis, en cambio, de fusión en vez que de contemplación, es obra cumplida por iniciativa de la criatura enamorada, llegada a tal potencia de amor de no poder nutrirse, respirar, actuar más que con el amor y en el amor.

WOW.- Es la «fusión». Es el ser «dos en uno». Algo que copia -con las proporciones impuestas por la naturaleza humana que por muy es­piritualizada que esté por el amor siempre es humana- los inefa­bles, indescriptibles, encendidísimos actos que regulan las relacio­nes entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, Tres que son Uno, tres Amores que se buscan, se contemplan, se alaban mutuamente, envueltos y apretados en un único remanso de amor incandescente que hace de los Tres distintos una Unidad inseparable.

Canta el Gloria, María, porque has llegado a la semejanza de Dios en el punto más difícil y alto, y has llegado con tu amor que ya más no puede crecer, porque ahora amas a Dios con todas tus fuer­zas: tu cuerpo y tu alma, y si atravesaras este límite que has alcan­zado morirías abrasada por el ardor.

¿Ves, alma mía, que tu Jesús tiene razón al decir que el amor es el fin de la perfección humana? Renuncias, penitencias, enclaustra­mientos, nada son respecto al amor total. Puede existir un ermitaño penitente que es pobre respecto a un viviente en la sociedad que sepa amarme totalmente, hasta el anulamiento de sus sentimientos en Mí.

¿Ves, querida alma, que tu Maestro tiene razón cuando dice que el amor es superación del dolor? Si no hubiera amado así, ¿crees tú, María mía, que habría podido soportar la Pasión? Y ¿crees que mi Madre y la tuya habría podido soportar la suya? ¿Y que los mártires hubieran resistido las torturas?

El amor no debilita el sentido doloroso del hombre, sino que le mezcla un licor de dulzura tan fortificante, que el más tremendo de los dolores se hace soportable para la criatura que lo sufre. El licor es la fuerza de Dios mismo que viene a vosotros con toda su poten­cia, más bien son las potencias de Dios que se precipitan en voso­tros, atraídas por vuestro amor, y anulan vuestras fragilidades dán­doos un vigor de luchadores celestiales.

Yo, el Victorioso, os comunico mi victoria sobre la debilidad de la carne, del corazón, y sobre la muerte. Yo vivo en el alma enamorada con una unidad inseparable como -Hombre entre los hombres­- viví en unidad con mi Padre. María, la Unida a la Santa Trinidad, os comunica su potencia de amor que atrajo a Dios en Ella desde el profundo de los Cielos, y con su sonrisa os enseña a amar con la perfección que tuvo.

Ve por tanto, alma mía, las divinas y excelsas potencias y seme­janzas a las que lleva el amor total.

Yo, que te he escogido para la misión de dolor y de luz, quiero verter sobre ti las olas del éxtasis del amor. Te quiero saturar de manera que tú huelas a Mí, y mucho más celestialmente que la reina Esther cuya cabeza estaba impregnada de perfumes de la tie­rra para gustar a su rey. Yo, en la hora en que te conviertas en reina del Reino que te he preparado y esposa unida al Esposo en el Pala­cio del Rey de reyes, quiero que tú estés macerada de amor, o sea de Mí mismo, hasta el punto que ya no quede nada de ti y sea Yo, sólo Yo, quien viva en ti.

Ven. Sígueme. Cada vez más cerca. Tu ojo sólo tiene que buscar­me y tu oído estar atento a oírme. Tu gusto debe encontrar insípido todo alimento que no sea el mío, y tu tacto repeler todo contacto que no sea el mío. Tu olfato debe gustar únicamente la fragancia de tu Esposo, ya no escondido, sino que camina delante de ti para señalarte el camino que conduce a la bienaventuranza celestial.

Te he atraído y te atraeré cada vez más emanando olas de olores y de luces que te raptarán de las cosas de la tierra. Eres mía. Te he querido y te tengo. Ahora te tengo, y sólo un deseo tuyo, que no ven­drá, podría apartarte de Mí. Pero no vendrá. Antes vendrá la llama­da «muerte», o sea las bodas de tu alma conmigo.

Entonces la alegría será completa. Yo te cogeré de la mano y de­lante a mi Corte diré: «He aquí a mi pequeña reina cuyo vestido fue entretejido con penitencias y adornado con lágrimas, cuya corona está hecha de amor. Se ha preparado para esta hora con tanto dolor. Ahora el dolor ha terminado para ella y llega el amor libre y eterno del Cielo. Alegraos, habitantes celestes, por esta nueva hermana que ha terminado las luchas y entra en la paz» [135]».

Oraba, esta mañana a las 5,30, y tenía entre las manos las ora­ciones de Sor Benigna Consolata [136]. Leía el punto: «Cómo se debe hacer en estado de aridez». Todos los días leo un punto que perma­nece como pensamiento religioso de toda la jornada. Leía: «Llamarlo con los nombres más dulces», y he preguntado a Jesús: «¿Cuáles son los nombres más dulces para Ti?».

Me ha respondido al instante, con las palabras que he escrito. Creo que quiera hablarme del Cantar de los Cantares para llevar­me al verdadero fulgor. Creo… porque a veces cambia de tema des­pués de un punto y a mí no me queda más que ir detrás de Él.

Crea, Padre [137], que he llorado de dulzura y me he sentido envolver y encender de llamas, incluso materialmente.

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27-30

Enero 20, 1930

Cómo es bello el vivir en el Querer Divino.  El alma pone a

Dios en condición de repetir sus obras.  Cómo el Fiat

Divino hace de actor y espectador.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Divina Voluntad, y habiendo llegado al momento cuando fue creada la Reina del Cielo, donde la Divinidad se quitaba la vestidura de justicia, y como vistiéndose para fiesta renovaba el acto solemne del principio de la Creación, llamando a vida a la noble criatura, que con vivir en el Querer Divino, –finalidad única por la cual Dios había creado al hombre, que no debía salir de la casa de su Padre, porque sólo nuestro querer humano nos pone fuera de Dios, de su habitación, fuera de sus bienes, de su Santidad, de su luz–  Dios al crear a la Virgen Santa retomaba la fiesta de la Creación, sus dulces sonrisas, sus santos coloquios con la criatura, y desbordó tanto en amor, que rápido la hizo Reina de todo el universo, ordenando a todo y a todos que como a tal la honrasen, y postrados a sus venerables pies la reconocieran y alabaran como Reina.  Entonces yo, según mi costumbre, alababa a mi Madre Reina, saludándola a nombre de todos Reina del Cielo y de la tierra, Reina de los corazones, y celestial Emperatriz que impera sobre todo y hasta en su Creador.  ¡Ah! le decía, con tu imperio universal impera sobre todos, a fin de que la voluntad humana ceda los derechos a la Divina Voluntad; impera sobre nuestro Dios, a fin de que el Fiat Divino descienda en los corazones y reine como en el Cielo así en la tierra.

(2) Mientras esto hacía, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y se unía conmigo a ensalzar a la Mamá Celestial como Reina, y estrechándome a Sí me ha dicho:

(3) “Hija mía, cómo es bello el vivir en mi Querer Divino; todo lo que ha sido hecho por Dios, lo tiene como presente, y la criatura encuentra todo lo que ha hecho su Creador, y toma parte en sus obras, y puede tributarle los honores, el amor, la gloria de aquel acto a su Creador.  Se puede decir que quien vive en nuestro Fiat Divino nos pone en condición de renovar nuestras obras más bellas, y ella se hace renovadora de nuestras fiestas.  La creación de la Virgen dice claramente qué significa y qué puede hacer nuestro Querer Divino; en cuanto se posesionó de su virginal corazón, no esperamos ni siquiera un minuto, sino que en el instante la hicimos Reina; era a nuestra Voluntad a la que coronábamos en Ella, porque no era conveniente que una criatura que poseyese nuestro Querer, no tuviese la corona de reina y el cetro de mando. Nuestra Divina Voluntad no quiere escatimar nada, todo quiere dar a quien le hace formar su reino en su alma. Tú debes saber que así como tú, en mi Fiat encuentras presente la creación de la Soberana Señora y la alabas como Reina, así Ella te encontraba a ti presente, en el mismo Fiat Divino y oía tus alabanzas.  La Mamá no quiere ser menos que la hija, y desde entonces te ensalzaba a ti para honrar a aquel Querer Divino que debía poseerte, y para corresponderte por tus alabanzas, cuántas veces llama al cielo, al sol, a los ángeles, y a todo a alabar a su pequeña hija que quiere vivir en aquel Fiat que formó toda su gloria, su grandeza, belleza y felicidad”.

(4) Después seguía mi abandono en el Fiat Divino, y mi dulce Jesús ha agregado:

(5) “Hija mía, cuando mi Querer Divino reina en el alma, Él toma la parte obrante y dirigente, no hay cosa que ella haga, en que mi Querer Divino no ponga su acto primero para llamar a su acto divino sobre el acto de la criatura; así que si piensa, ahí forma su primer pensamiento y llama toda la santidad, la belleza, el orden de la inteligencia divina, y como la criatura no es capaz, ni tiene vacío suficiente para recibir nuestra inteligencia, mi Fiat, cada vez que hace su acto primero en la inteligencia de la criatura, con su potencia va ensanchando la capacidad de ella para encerrar nueva inteligencia divina en la mente de la criatura.  Por eso se puede decir que mi Querer, donde reina, es el primero en respirar, el primero en latir, el primer acto de la circulación de la sangre, para formar en la criatura su respiración divina, su latido de luz, y en la circulación de la sangre la total transformación de su Querer Divino en el alma y en el cuerpo.  Y mientras esto hace, da virtud y vuelve capaz a la criatura para poder respirar con el respiro divino, palpitar con su latido de luz, y sentirse circular en todo su ser, más que sangre, toda su Vida Divina.  Por eso donde reina mi Querer es el actor continuado, que jamás cesa de obrar, y haciéndose espectador goza sus escenas divinas que Él mismo desarrolla en la criatura, y ella presta su ser como materia en sus manos, para hacerle desarrollar las escenas más bellas y deleitables, que mi Fiat quiere hacer en el alma donde mi Querer Divino domina y reina”.

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34-20

Enero 4, 1937

Cada criatura tiene desde el principio de su existencia un acto querido y decidido de Voluntad Divina, la cual la crea, la crece, la forma. Fiesta de Jesús en cada acto de criatura que hace su Voluntad.

(1) Estoy entre los brazos del Fiat Divino, que me circunda con su luz y llama sobre mi pobre existencia su acto continuo de su Voluntad, pero un acto que me da vida, que me ama, sin el cual no podría vivir, ni encontrar quién verdaderamente me ame, por eso me quiere toda atenta a recibir este acto de vida de su Voluntad, a fin de que no la exponga a no cumplir sobre mí lo que quiere hacer, ni le impida su amor, porque Voluntad de Dios y amor hacen competencia, una no puede estar sin el otro.  Ahora, mientras me encontraba bajo este acto del Fiat, mi amado Jesús con una bondad que no sé decir, todo ternura me ha estrechado a su corazón divino y me ha dicho:

(2) “Hija mía bendita, mi Voluntad es todo para las criaturas, sin Ella no podrían tener ni siquiera la vida.  Tú debes saber que cada criatura tiene, desde el principio de su existencia, un acto querido y decidido de mi Voluntad, el cual lleva consigo un acto intenso de amor hacia aquél o aquélla que comienza la vida.  Mira entonces cómo comienza la creación de la criatura bajo el imperio de un acto de amor y de Voluntad Divina querido con toda la plenitud del conocimiento, tanto, que estos dos actos, amor y Voluntad mía, están dotados de todas las gracias, de potencia, sabiduría, santidad y belleza, de los que vivirá y cumplirá su vida la criatura.  Ahora, como ha formado su primer acto querido, no se aparta más de ella, la crea, la forma, la crece, desarrolla su acto obrante para reafirmarla en su acto querido, así que mi Voluntad, mi amor, corren en cada acto humano, se hacen vida, sostén, defensa, refugio, y circundándola con su potencia alimentan esta vida, mi amor la abraza y la tiene estrechada a su seno, mi Voluntad la circunda por todos lados, más que habitación, para tener al seguro su acto querido que mi Fiat pronunció para llamarla a la existencia.

(3) Ahora, este acto querido por nuestro Fiat es el acto más grande, más potente y que más glorifica a nuestro Ser Divino, que ni siquiera los Cielos pueden contener y comprender; te parece poco que nuestra Voluntad corra en cada acto de criatura, y le diga no con palabras, sino con hechos:  ‘Soy tuya, estoy a tu disposición, ¡ah! reconóceme, soy vida tuya, acto tuyo, si me reconoces me darás tu pequeña correspondencia de amor, y aunque sea pequeño, lo quiero, lo reclamo para tranquilizarme de mi trabajo continuo y de la vida que pongo por ti’.  Y mi amor para no quedarse atrás de mi Fiat, siente la irresistible necesidad de correr a amar cada acto de criatura, que le dice en cada acto suyo, te amo y ámame.

(4) Además de esto, el todo está en si es reconocido este acto querido de mi Fiat, entonces hace prodigios inauditos de santidad y de belleza, que formarán los más bellos adornos de la patria celestial y las vidas más brillantes que se asemejan a su Creador, porque nuestra Voluntad no sabe hacer seres que no nos semejen, la primera cosa que pone es nuestra semejanza, porque quiere encontrarse a Sí misma en el acto obrante que desarrolla en la criatura, de otra manera diría:  ‘No me asemeja, por lo tanto no me pertenece’.  Si además no es reconocida y no amada, entonces forma el dolor de mi Querer, si bien corre en cada acto de criatura, si no corriera debería quitarle la vida, por eso en su dolor siente rechazar su Vida Divina, estorbada la santidad que quiere desarrollar, encerrados en su acto querido los mares de gracias que deberían inundarla, la belleza que debería cubrirla.  Por eso mi Voluntad pude decir:  ‘No hay dolor similar a mi dolor’.  Mucho más que no había bien que no quisiera darle, no hay acto suyo en que no haya puesto del mío.  Por eso hija mía sé atenta, piensa que cada acto tuyo pende de una Voluntad Divina que lo envuelve, lo forma y le da la vida, y porque te ama quiere que conozcas la vida que te da, y esto como confirmación de sus actos en ti, por eso conténtate con morir antes que impedir este acto querido de mi Voluntad desde el principio de tu existencia.  Cómo es bello poder decir:  ‘Soy Voluntad de Dios, porque Ella ha hecho todo en mí, me ha creado, me ha formado y me llevará en sus brazos de luz a las celestiales regiones como victoria y triunfo del Fiat Omnipotente y de su amor”.

(5) Después de esto mi mente continuaba nadando en el mar del Fiat, y ¡oh! cómo era bello verlo que estaba muy atento, que en cuanto yo respiraba, latía, amaba, investía mi respiro para formar su respiro divino, el latido divino, y sobre mi pequeño amor formaba su mar de amor y se complacía tanto, que con ansia esperaba mis pequeños actos humanos para formar su trabajo divino, y mi amado Jesús festejaba el triunfo, el trabajo del Fiat en mi pequeña alma, y todo bondad me ha dicho:

(6) “Hija de mi Querer, cómo gozo al ver que mi Divina Voluntad pone de lo suyo en el acto de la criatura, y como el acto de ella es pequeño, se deleita de perderlo en su acto grande, que no tiene confines, y como triunfante dice: ‘He vencido, la victoria es mía’, y Yo en cada acto de mi Voluntad en ella hago mi fiesta.  Ahora, tú debes saber que es tanta la complacencia de nuestro Ser Supremo al ver perdido el pequeño acto humano, perdido, fundido, como si hubiera perdido la vida para dar vida a la nuestra, que elevamos este acto, que llamamos acto nuestro, en la altura de nuestro acto eterno.  Toda la eternidad se pone en torno y circunda este acto y todo lo que ha sido hecho y se hará en el giro de Ella, se funden con este acto, de modo que toda la eternidad pertenece a este acto, este acto queda en el seno del Eterno y forma una fiesta de más a nuestro Ser Supremo, por tanto una fiesta de más a todo el Cielo, y una ayuda, fuerza y defensa a toda la tierra.  El hacer la criatura nuestra Voluntad, hacerla vivir en ella, es la única satisfacción que tenemos, es la verdadera correspondencia que recibimos por haber creado la Creación, es la competencia de amor entre el Creador y la criatura, es el movernos para dar nuevas sorpresas de gracias, y ella a recibirlas. Por eso si la criatura corre en nuestro Fiat para darle libre campo de acción, en nuestro énfasis de amor decimos: ‘La criatura nos paga por todo lo que hemos hecho, del resto ¿no hicimos todas las cosas y a la misma criatura para que hiciera en todo nuestro Querer?  Esto lo hace, y esto nos basta, aunque no hiciera nada más.  Si esto nos basta a Nosotros, mucho más debería bastar a ellas el hacer, el vivir siempre en nuestra Voluntad, con esto ella es nuestra y Nosotros somos todo suyo, y te parece poco poder decir:  ‘Dios es mío, todo es mío, no me puede escapar porque su Fiat Omnipotente lo tiene atado en mí”.

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Por cuanto somos hechura suya en la gracia como lo fuimos en la naturaleza, creados en Jesucristo para obras buenas, preparadas por Dios desde la eternidad para que nos ejercitemos en ellas y merezcamos la gloria.

Ef. 2:10

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28-28

Octubre 12, 1930

(2)“Hija mía, no temas, el temor es el flagelo de la pobre nada, de modo que la nada es golpeada por los azotes del temor, se siente faltar y perder la vida.  En cambio el amor es el arrojo de la nada en el Todo, que llenándola de Vida Divina, la nada siente la verdadera Vida que no está sujeta a faltar sino siempre a vivir.

(3)Ahora tú debes saber que es tanto el amor que nutre nuestro Ser Divino hacia la criatura, que le damos de lo nuestro para ponerla en condición de poder hacer competencia con su Creador, he aquí el por qué le damos nuestra Voluntad, nuestro amor y nuestra misma Vida, a fin de que las haga todas suyas para llenar el vacío de su nada, y así podernos dar Voluntad por Voluntad, amor por amor, Vida por Vida, y Nosotros, a pesar de que se los hemos dado Nosotros, lo aceptamos como si fueran suyos, gozando el que la criatura nos pueda hacer competencia, ella a darnos y Nosotros a recibir, para darle de nuevo lo que nos ha dado, a fin de que tenga siempre qué darnos, a menos que la criatura no quiera recibir, y entonces sienta el vacío de su nada, sin verdadera vida, sin una Voluntad Divina que la santifique, sin el amor que la hace portar y amar a su Creador, y entonces sobre esta nada caen todos los males, azotes de temor, tinieblas de terror, lluvias de todas las miserias, debilidades, tanto, que se siente faltar la vida.  Pobre nada que no es llenada del Todo”.

(4)Después seguía rezando toda abandonada en el dulce imperio de la Divina Voluntad, y mi amado Jesús ha agregado:

(5)“Hija mía, nuestro sumo Querer al crear al hombre establecía todos los actos que debían hacer todas las criaturas, y se constituía vida de todos estos actos.  Así que no hay acto humano que no tenga su puesto en nuestra Divina Voluntad, y cuando la criatura cumple cada uno de sus actos, Ella sale en campo de acción en el acto humano de la criatura, por eso en el acto de cada una de ellas entra toda la potencia y santidad de una Divina VoluntadCada acto entraba en el orden de toda la Creación, tomando cada uno de ellos su puesto, casi como estrellas, en que cada una tiene su puesto bajo el azul del cielo.  Y como todo fue ordenado y formado por nuestro Fiat Divino en la Creación, todo el género humano con todos los actos de ellos, cuando la criatura hace una acto viene movido todo el orden de la Creación, y nuestro Querer se encuentra en acto como si entonces estuviese creando toda la Creación, porque en Él todo está en acto, y el acto de la criatura entra en su acto y tomando su puesto establecido por Dios, se renuevan los efectos de toda la Creación, y el acto humano entra en la carrera de todas las cosas creadas, y entre ellas tiene su puesto distinto, y está siempre en movimiento en el movimiento divino para adorar y amar a su Creador.  Por eso el obrar de la criatura en nuestra Divina Voluntad se puede llamar el campo fecundo y divino de nuestra misma Voluntad en el pequeño campo de la criatura”.

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30-2

Noviembre 9, 1931

» Dios tiene establecidos los actos de la criatura.»

«Hija mía, mi Voluntad es incansable, queriendo mantener la vida, el orden, el equilibrio de todas las generaciones y del universo entero, no puede ni quiere cesar en su trabajo, mucho más que cada movimiento es como dado a luz por Ella y atado con vínculos inseparables.  Imagen del aire que mientras ninguno lo ve, también da a luz el respiro en las criaturas, y es inseparable de la respiración humana, ¡oh! si el aire detuviera su trabajo de hacerse respirar, de un golpe cesaría la vida de todas las criaturas.  Más que aire es mi Voluntad, el aire no es mas que un símbolo, imagen, y que produce la vida de la respiración por la virtud vital de mi Querer Divino, mientras que la mía es Vida en Sí misma e increada.  Ahora, Dios tiene establecidos todos los actos de las criaturas y el número de los actos de ellas; por eso el empeño de estos actos, porque establecidos por Dios vienen tomados por mi Divina Voluntad, los ordena y pone su Vida dentro de ellos, pero, ¿quién da el cumplimiento a estos actos establecidos por el Ser Supremo?  Quien coopera y se hace dominar por la Voluntad Divina, con la cooperación y con su dominio siente el vínculo y la inseparabilidad de Ella, y siente correr su Vida Divina en sus actos.  Mientras que cuando no coopera pierde el dominio de mi Voluntad Divina, y en vez de hacer la mía hace su voluntad, y cada acto de voluntad humana forma un vacío para lo divino en el alma.  Estos vacíos desfiguran a la pobre criatura, y como ha sido hecha para Dios, sólo Él puede llenar estos vacíos, porque los actos, cuyo número está establecido, debían servir para llenarla del Ser Divino.  ¡Oh! cómo son horribles estos vacíos, se ven en ellos vías torcidas, actos sin principio divino y sin vida, por eso no hay cosa que arruine más a la criatura que su voluntad.

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El dónde, quién, cómo y cuándo de la creación del hombre.

33-4

Diciembre 18, 1933

Cómo la criatura ha sido formada por Dios ab eterno, amada con eterno

amor. La voluntad humana es el trastorno de las obras de su Creador.

(1) Mi pobre mente continúa navegando el mar infinito del Fiat, y por cuanto se camina no termina jamás, el alma en este mar siente a su Dios, el cual la llena hasta el borde, toda de su Ser Divino, de modo que puede decir:  “Dios me ha dado todo Sí mismo, y si no me es dado el encerrar en mí su inmensidad es porque soy pequeña”.  Ahora, en este mar se encuentra en acto el orden, la armonía, los misterios arcanos de cómo ha creado Dios al hombre, y ¡oh! los prodigios son inauditos, el amor es exuberante, la maestría es insuperable, hay tanto de misterioso, que ni el hombre mismo, ni la ciencia pueden repetir con claridad sobre la formación del hombre. Por eso he quedado sorprendida de las magnificencias y prerrogativas que posee la naturaleza humana, y mi amado Jesús al verme tan sorprendida me ha dicho:

(2) “Hija mía bendita, terminará tu maravilla si viendo bien en este mar de mi Querer ves dónde, quién, cómo y cuándo fue creada cada criatura.

¿Dónde?  En el seno eterno de Dios.  ¿Quién?  Dios mismo le daba origen. ¿Cómo?  El Ente Supremo, Él mismo formaba la serie de sus pensamientos, el número de sus palabras, el orden de sus obras, el movimiento de sus pasos y el continuo palpitar de su corazón, así que Dios le daba tal belleza, orden y armonía de poderse encontrar Él mismo en la criatura, con tal plenitud que ella no encontraría lugar para poner algo de lo suyo, que no le hubiera sido puesto por Dios, Nosotros al verla quedábamos raptados al ver que en el pequeño cerco humano, nuestra potencia había encerrado nuestro obrar divino, y en nuestro énfasis de amor le decíamos:  ‘Cuán bella eres, tú eres obra nuestra, tú serás nuestra gloria, el desahogo de nuestro amor, el reflejo de nuestra sabiduría, el eco de nuestra potencia, la portadora de nuestro eterno amor’.  Y la amábamos con amor eterno, sin principio y sin fin;

¿y cuándo fue formada esta criatura en Nosotros?  Ab eterno, por eso ella no existía en el tiempo, pero en la eternidad ha existido siempre, tenía su puesto en Nosotros, su vida palpitante, el amor de su Creador. Así que la criatura ha sido siempre para Nosotros nuestro ideal, el pequeño espacio dónde desarrollar nuestra obra creadora, el apoyo de nuestra Vida, el desahogo de nuestro eterno amor. He aquí el por qué tantas cosas humanas no se comprenden, no se saben explicar, porque está lo obrado de lo incomprensible divino, están nuestros misteriosos arcanos celestiales, nuestras fibras divinas, por lo cual sólo Nosotros sabemos los misteriosos secretos, las teclas que debemos tocar cuando queremos hacer cosas nuevas e insólitas en la criatura, y como no conocen nuestros secretos ni pueden comprender nuestros modos incomprensibles que habíamos puesto en la naturaleza humana, llegan a juzgar a su modo, y no saben comprender lo que Nosotros estamos obrando en la criatura, mientras está obligado a inclinar la frente a lo que él no comprende.

(3) Ahora, quien no hace nuestra Voluntad pone en desorden todos nuestros actos, ordenados ab eterno en la criatura, por eso se desfigura y forma el vacío de nuestros actos divinos formados y ordenados por Nosotros en la humana criatura.  Nosotros nos amábamos a Nosotros mismos en ella, la serie de nuestros actos formados por nuestro puro amor, y poniéndola fuera en el tiempo, la queríamos como concurrente en lo que Nosotros habíamos hecho, pero para que la criatura tuviera esta habilidad se requería nuestra Voluntad, que dándole su virtud divina la hacía hacer en el tiempo lo que habíamos hecho Nosotros sin ella en la eternidad, no era ninguna maravilla si el Ser Divino la había formado en la eternidad, el mismo Querer Divino confirmaba y repetía en el tiempo, es decir, continuaba su obra creadora en la criatura.  Pero sin mi Voluntad Divina, ¿cómo puede elevarse, conformarse, unificarse, semejarse a aquellos mismos actos que Nosotros con tanto amor habíamos formado y ordenado en ella?  Por eso la voluntad humana no hace otra cosa que trastornar nuestras obras más bellas, romper nuestro amor, vaciar nuestras obras, las cuales permanecen en Nosotros, porque Nosotros nada perdemos de lo que habíamos hecho, todo el mal queda para la pobre criatura, porque siente el abismo del vacío divino, sus obras son sin fuerza y sin luz, sus pasos son vacilantes, su mente confusa.  Así que, ella queda sin mi Voluntad, como un alimento sin sustancia, como un cuerpo paralizado, como un terreno sin cultivar, como un árbol sin fruto, como una flor que manda feo olor.  ¡Oh! si nuestra Divinidad estuviera sujeta a las lágrimas, lloraríamos amargamente a aquélla que no se hace dominar por nuestra Voluntad”.

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14-73

Noviembre 11, 1922

Jesús dio vida en la Divina Voluntad a los actos de todas las

criaturas; en esta obra asoció a su Madre Santísima, y ahora

llama al alma para repetirlo.

(1) Mi siempre amable Jesús al venir me ha atraído a Él, dentro de una luz inmensa y me ha dicho:

(2) “Pequeña hija de mi Querer, esta luz inmensa que ves es mi Suprema Voluntad, de la cual nada escapa.  Tú debes saber que al crear el cielo, el sol, las estrellas, etc., a todo le fijé sus límites, su lugar, su número, no pueden crecer ni decrecer, todas las cosas las tengo como en un puñoAsí al crear al hombre, al mismo tiempo creé todas las inteligencias y cada uno de los pensamientos, todas las palabras, las obras, los pasos y todo lo demás del hombre, desde el primero hasta el último que deberá existir, y esto era connatural en Mí, mucho más que Yo mismo debía ser actor y espectador hasta de un pensamiento, y si el hombre no lo podía hacer sin Mí, ¿cómo no debía Yo saberlo y conocer hasta el número?  Así que en mi Voluntad nada todo el obrar de las criaturas, como los peces nadan dentro de un vasto mar.  Pero habiendo creado al hombre no esclavo sino libre, porque no era decoroso para Mí, ni obra digna salida de mis manos, si hiciera salir a este hombre atado, sin libertad, ni podría decir hagámoslo a nuestra imagen y semejanza si no lo hacía libre, quería dotarlo con la libertad.  Yo era libre, libre también él, pues no hay cosa que más torture a una persona que dar un amor forzado, y causa desconfianza, sospechas, temores y casi asco en quien lo recibe.  Ve dónde tiene origen cada acto de criatura, aun un pensamiento, en la santidad de mi Voluntad, con esta diferencia, que si el hombre quiere, ese pensamiento, palabra, etc., puede hacerlo bien o mal, santo o perverso. Ahora, mi Voluntad tuvo un dolor al ver en tantos cambiados sus actos, de los cuales era actora, en actos mortales para Mí y para ellos, por eso quise que mi Voluntad haciéndose doblemente actora de cada acto, extendiera sobre todos otro acto divino, que debía corresponderme según la santidad de mi Voluntad con otros tantos actos divinos, pero se necesitaba alguien para hacer esto, y he aquí a mi Humanidad santa, libre también Ella, que no queriendo otra vida que la sola Voluntad Divina, nadando en este mar inmenso iba duplicando cada pensamiento, palabra y obra de criatura, y extendía sobre todo un acto de Voluntad Divina, y esto daba satisfacción y glorificaba al Padre Divino, de modo que Él pudo mirar al hombre y abrirle las puertas del Cielo, y Yo anudaba con más fuerza a la voluntad humana, dejándola siempre libre de no separarse de la Voluntad de su Creador, causa por la que se había precipitado en tantas desgracias.  No estuve contento sólo con esto, sino que quise que mi Mamá, también santa, me siguiera en el mar inmenso del Querer Supremo y junto Conmigo duplicara todos los actos humanos, poniendo en ellos el doble sello, después del mío, de los actos hechos en mi Voluntad sobre todos los actos de las criaturas. Cómo me era dulce la compañía de mi inseparable Mamá en mi Voluntad; la compañía en el obrar hace surgir la felicidad, la complacencia, el amor de ternura, la competencia, el acuerdo, el heroísmo; en cambio el aislamiento produce lo contrario.  Entonces, conforme obraba junto con mi amada Mamá, así surgían mares de felicidad, de complacencia de ambas partes, mares de amor que haciendo competencia, uno se arrojaba en el otro, y producían gran heroísmo.  Y no para Nosotros solos surgían estos mares, sino también para quien nos habría hecho compañía en nuestra Voluntad; es más, podría decir que estos mares se convertían en tantas voces que llamaban al hombre a vivir en nuestro Querer, para restituirle la felicidad, su naturaleza primera, y todos los bienes que había perdido con sustraerse de nuestra VoluntadAhora vengo a ti, después de mi Madre Celestial te llamé a ti para hacer que todos los actos humanos tengan el primer sello hecho por Mí, el segundo hecho por mi Mamá, y el tercero por una criatura de la estirpe común, mi eterno amor no estaría contento si no hubiera elevado a una de la estirpe común, la cual debía abrir las puertas a quien se dispusiera a entrar por ellas para vivir en nuestro Querer; he aquí el por qué de mis tantas manifestaciones, los tantos valores y efectos que te he hecho conocer de mi Voluntad, estos serán imanes potentes para atraerte a ti, y después a los demás a vivir en Ella; pero

Aqui vemos que el acto está dividido en 2:

1.- El movimiento (acto) en sí mismo, o sea, la energía para hacer cualquier acto. Es aquí donde actúa la Div. Vol., haciendo las maravillas que sabe hacer.

2.- Ahora, ya con ese movimiento, energía o acto con la acción de la Div. Vol. en él, lo que haga la criatura es indiferente.

12-30

Diciembre 28, 1917

(1) Continuando mi habitual estado y estando un poco sufriente pensaba entre mí:  “Cómo será que no me es dado poder encontrar reposo ni de noche ni de día; más bien, por cuanto más débil y sufriente, tanto más mi mente está despierta e imposibilitada para tomar reposo”.

En ocasiones Luisa pensaba:

Jesús me dice que sus designios sobre mí son grandes, que la obra que realiza en mí es tan importante que no quiere confiarla ni siquiera  a los ángeles, sino que Él mismo quiere ser el custodio, el actor y el espectador, pero, ¿qué cosa hago de grande?  Nada, mi vida externa es tan ordinaria que hago menos que los demás”

Y mi dulce Jesús me ha dicho:

(2) “Hija mía, tú no sabes la razón, pero Yo la sé y ahora te la digo a ti. Mi Humanidad no tuvo reposo, y en mi mismo sueño no tuve tregua, sino que intensamente trabajaba, y esto porque debiendo dar vida a todos y a todo, y rehacer en Mí todo, me convenía trabajar sin interrumpir un instante, y quien debe dar vida debe ser un continuo movimiento y un acto jamás interrumpido, así que Yo estaba en continuo acto de hacer salir de Mí vidas de criaturas y de recibirlas.  Si Yo hubiera querido reposar, ¿cuántas vidas no hubieran salido, cuántas no teniendo mi acto continuo no se hubieran desarrollado y hubieran quedado marchitas, cuántas no hubieran entrado en Mí faltándoles el acto de vida de quien es el único que puede dar vida?  Ahora hija mía, queriéndote junto Conmigo en mi Querer, quiero tu acto continuo, así que tu mente despierta es acto, el murmullo de tu oración es acto, los movimientos de tus manos, los latidos de tu corazón, el mover de tu mirada, son actos, serán pequeños, pero qué me importa, con tal que esté el movimiento, el germen Yo los uno a los míos y los hago grandes, y les doy virtud de producir vidas Tampoco mis actos fueron todos aparentemente grandes, especialmente cuando Yo, pequeño, gemía, chupaba la leche de mi Mamá, me entretenía en besarla, acariciarla, entrelazar mis manitas a las suyas; más grande cortaba flores, tomaba el agua y otras cosas, éstos eran todos actos pequeños, pero estaban unidos en mi Querer, en mi Divinidad, y esto bastaba; y entonces se volvían tan grandes de poder crear millones y miles de millones de vidas.  Así que mientras gemía, de mis gemidos salían vidas de criaturas; mamaba, besaba, acariciaba, pero eran vidas que salían; en mis dedos entrelazados con las manos de mi Mamá corrían las almas, y mientras cortaba las flores y tomaba el agua, eran almas que salían del latido de mi increado corazón, y entraban;

Luisa no se convencía

Se ve que sin tu Jesús no sabes pensar, ni decir otra cosa que disparates, tampoco mi querida Mamá hacía nada de extraordinario en su vida exterior, es más, aparentemente hizo menos que cualquier otro, Ella se abajaba a las acciones más ordinarias de la vida, hilaba, cosía, barría, encendía el fuego, ¿quién habría pensado que Ella era la Madre de Dios?  Sus acciones externas nada hacían entreverlo, y cuando me llevó en su seno, conteniendo en Ella al Verbo Eterno, cada movimiento suyo, cada acción humana de Ella obtenía adoración de todo lo creado, de Ella salía la vida y la conservación de todas las criaturas, el sol dependía de Ella y de Ella esperaba la conservación de su luz y de su calor, la tierra el desarrollo de la vida de las plantas, todo giraba en torno a Ella, Cielos y tierra estaban pendientes de sus indicaciones, sin embargo ¿quién veía algo? Nadie.  Toda su grandeza, potencia y santidad, los mares inmensos de bienes que de Ella salían era de su interior; cada latido suyo, respiro, pensamiento, palabra, eran un desahogo en su Creador.  Entre Ella y Dios había continuas corrientes que recibía y daba, nada salía de Ella que no hiriese a su Creador y en lo que no quedase herida por Él. Estas corrientes la engrandecían, la elevaban, la hacían superar todo, pero nadie veía nada, sólo Yo, su Dios e Hijo estaba al corriente de todo; entre Yo y mi Mamá corría tal corriente, que su latido corría en el mío y el mío corría en el suyo, así que Ella vivía de mi latido eterno y Yo de su latido materno, por eso, nuestras vidas se confundían juntas, y era precisamente esto lo que ante Mí la hacía distinguirse como mi Madre.  Las acciones externas no me satisfacen, ni me agradan, si no parten de un interior del que Yo formo la vida.

(3) Entonces, ¿por qué te maravillas de que tu vida externa sea del todo ordinaria?  Es mi costumbre cubrir con las cosas más ordinarias mis obras más grandes, a fin de que nadie me las señale, y Yo quedo más libre para obrar, y cuando he realizado todo, entonces doy la sorpresa y las manifiesto a todos, haciendo maravillarse a todos.  Es cierto que la obra que hago en ti es grande, ¿te parece poco que haga correr todos tus actos en la corriente de mi Querer, y la corriente de mi Querer corra en los tuyos, y mientras estas corrientes corren, forman un solo acto con todos los actos de las criaturas, haciendo correr sobre todos un Querer Divino, haciéndose actor de cada acto de cada uno, sustituyendo por todos un acto divino, un amor, una reparación, una gloria divina y eterna?  ¿Y te parece poco que la corriente de una voluntad humana esté en continua relación con una Voluntad Divina, y que una desemboque en la otra?  Hija mía, lo que te recomiendo es que seas atenta y me sigas fielmente”.

mi movimiento fue continuo, he aquí la razón de tu vigilia.  Cuando veo tu movimiento, tus actos en mi Querer, que ahora se ponen a mi lado, ahora me corren en mis manos, ahora en mi voz, en mi mente, en mi corazón, Yo los hago movimiento de todos y a cada uno doy vida en mi Querer, dándoles la virtud de mis actos, y los hago correr para salvación y para bien de todos”.

Vivir en la DivVol no es cambio de acción sino de intención

Ve entonces cómo es fácil el vivir en nuestro Querer, la criatura no debe hacer cosas nuevas, sino lo que hace, esto es, desarrollar su vida como se la hemos dado en nuestra Voluntad”.

Distracción

(4) Y yo:  “Amor mío, en estos días han sido tantas las circunstancias, que me sentía distraída”.

(5) Y Él:  “Por eso sé atenta, porque cuando lo que haces no corre en mi Querer, sucede como si el sol detuviese su curso, y cuando estás distraída formas las nubes delante del sol, y tú quedas oscurecida; pero cuando las distracciones son involuntarias, basta un acto fuerte y decidido de tu voluntad de correr en mi Querer, para hacer poner en camino al sol, y como un rápido vientecillo poner en fuga las nubes, para hacer resplandecer más bello el Sol de mi Querer”.

Quiere aun nuestros actos naturales

14-13

Marzo 16, 1922

(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando entre mí:  “Me siento la más mala de todos, sin embargo mi dulce Jesús me dice que sus designios sobre mí son grandes, que la obra que realiza en mí es tan importante que no quiere confiarla ni siquiera  a los ángeles, sino que Él mismo quiere ser el custodio, el actor y el espectador, pero, ¿qué cosa hago de grande?  Nada, mi vida externa es tan ordinaria que hago menos que los demás”.  Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús, interrumpiendo mi pensamiento me ha dicho:

(2) “Hija mía, se ve que sin tu Jesús no sabes pensar, ni decir otra cosa que disparates, tampoco mi querida Mamá hacía nada de extraordinario en su vida exterior, es más, aparentemente hizo menos que cualquier otro, Ella se abajaba a las acciones más ordinarias de la vida, hilaba, cosía, barría, encendía el fuego, ¿quién habría pensado que Ella era la Madre de Dios?  Sus acciones externas nada hacían entreverlo, y cuando me llevó en su seno, conteniendo en Ella al Verbo Eterno, cada movimiento suyo, cada acción humana de Ella obtenía adoración de todo lo creado, de Ella salía la vida y la conservación de todas las criaturas, el sol dependía de Ella y de Ella esperaba la conservación de su luz y de su calor, la tierra el desarrollo de la vida de las plantas, todo giraba en torno a Ella, Cielos y tierra estaban pendientes de sus indicaciones, sin embargo ¿quién veía algo? Nadie.  Toda su grandeza, potencia y santidad, los mares inmensos de bienes que de Ella salían era de su interior; cada latido suyo, respiro, pensamiento, palabra, eran un desahogo en su Creador.  Entre Ella y Dios había continuas corrientes que recibía y daba, nada salía de Ella que no hiriese a su Creador y en lo que no quedase herida por Él. Estas corrientes la engrandecían, la elevaban, la hacían superar todo, pero nadie veía nada, sólo Yo, su Dios e Hijo estaba al corriente de todo; entre Yo y mi Mamá corría tal corriente, que su latido corría en el mío y el mío corría en el suyo, así que Ella vivía de mi latido eterno y Yo de su latido materno, por eso, nuestras vidas se confundían juntas, y era precisamente esto lo que ante Mí la hacía distinguirse como mi Madre.  Las acciones externas no me satisfacen, ni me agradan, si no parten de un interior del que Yo formo la vida.

(3) Entonces, ¿por qué te maravillas de que tu vida externa sea del todo ordinaria?  Es mi costumbre cubrir con las cosas más ordinarias mis obras más grandes, a fin de que nadie me las señale, y Yo quedo más libre para obrar, y cuando he realizado todo, entonces doy la sorpresa y las manifiesto a todos, haciendo maravillarse a todos.  Es cierto que la obra que hago en ti es grande, ¿te parece poco que haga correr todos tus actos en la corriente de mi Querer, y la corriente de mi Querer corra en los tuyos, y mientras estas corrientes corren, forman un solo acto con todos los actos de las criaturas, haciendo correr sobre todos un Querer Divino, haciéndose actor de cada acto de cada uno, sustituyendo por todos un acto divino, un amor, una reparación, una gloria divina y eterna?  ¿Y te parece poco que la corriente de una voluntad humana esté en continua relación con una Voluntad Divina, y que una desemboque en la otra?  Hija mía, lo que te recomiendo es que seas atenta y me sigas fielmente”.

(4) Y yo:  “Amor mío, en estos días han sido tantas las circunstancias, que me sentía distraída”.

(5) Y Él:  “Por eso sé atenta, porque cuando lo que haces no corre en mi Querer, sucede como si el sol detuviese su curso, y cuando estás distraída formas las nubes delante del sol, y tú quedas oscurecida; pero cuando las distracciones son involuntarias, basta un acto fuerte y decidido de tu voluntad de correr en mi Querer, para hacer poner en camino al sol, y como un rápido vientecillo poner en fuga las nubes, para hacer resplandecer más bello el Sol de mi Querer”.

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36-9

Mayo 17, 1938

(1) Continuando mi vuelo en el Querer Divino, siento que me inviste por dentro y por fuera, y quiere tomar su puesto real en mis más pequeños actos, aun en los naturales, y tal vez sobre mis mismas naderías, y si esto no hiciera, no puede decir que la plenitud de su Voluntad reina en la criatura. Después, mi amado Jesús repitiendo su breve visita, todo bondad me ha dicho:

(2) “Hija mía, todo salió de Nosotros y fue modelado por nuestras manos creadoras, el alma y el cuerpo, por eso todo debe ser nuestro, lo uno y lo otro; es más, hicimos del cuerpo un órgano, y cada acto que debía hacer, hecho para cumplir la Divina Voluntad, debía formar una tecla, la cual debía encerrar muchas notas y conciertos de música, distintos entre ellos, y el alma debía ser la que con la unión del cuerpo debía formar la voz, el canto, y tocando estas teclas debía formar las músicas más bellas.  Ahora, un órgano sin quien lo toque parece un cuerpo muerto, no divierte ni atrae a ninguno; y quien entiende de música, si no tiene el instrumento para tocar, no puede ejercitar su arte de músico, así que se necesita quien hable, quien se mueva, quien tenga vida para formar las bellas músicas, pero se necesita también el instrumento que contiene las teclas, las notas y todo lo demás; son necesarios el uno y el otro.  Así es el alma y el cuerpo, hay tal armonía, orden, unión entre ellos, que el uno no puede hacer nada sin el otro; por eso estoy atento, te vigilo tus pasos, tus palabras, el mover de tus pupilas, tus más pequeños actos, a fin de que mi Voluntad tenga su Vida, su puesto en ellos. Nosotros no reparamos si el acto es natural o espiritual, si es grande o pequeño, sino que estamos atentos para ver si todo es nuestro, si nuestro Querer ha hecho surgir su sol de luz, de santidad, de belleza, de amor, y nos servimos aun de los pequeños actos de esta criatura para formar nuestros portentos más prodigiosos, los cuales forman las escenas más bellas para tenernos divertidos.  ¿No fue sobre la nada que formamos las maravillas, el encanto de toda la Creación?  Y en la creación del hombre, ¿no fue sobre la nada que formamos tantas armonías, hasta nuestra misma imagen que nos semeja?  Hija mía, si la criatura debiera darnos únicamente lo que es espiritual, poco podría darnos, en cambio, con darnos aun sus pequeños actos naturales, puede darnos siempre, y estamos en continuas relaciones, la unión entre ella y Nosotros no se rompe jamás.  Mucho más, que las cosas pequeñas están siempre entre las manos, al alcance de los pequeños y de los grandes, de los ignorantes y de los sabios; el respirar, el moverse, el atenderse a sí mismo en las cosas personales, es de todos y no cesan jamás, y si esto es hecho para amarme, para formar la Vida de la Divina Voluntad en ellos, es nuestro triunfo, nuestra victoria y la finalidad para la cual los hemos creado.  Ve entonces cómo es fácil el vivir en nuestro Querer, la criatura no debe hacer cosas nuevas, sino lo que hace, esto es, desarrollar su vida como se la hemos dado en nuestra Voluntad”.

(3) Después de esto mi dulce Jesús continuó diciéndome:

(4) “Hija mía, así como el sol siembra cada día luz, calor, dulzura, perfumes, colores, fecundidad, diversidad de gustos, y con esto embellece toda la tierra, y sólo con tocar con su luz y calor fecunda las plantas, madura y endulza los frutos, da la variedad de los colores y perfumes a las flores, tanto que forma el dulce encanto a las generaciones humanas, así quien vive en mi Voluntad, superando Ella en modo insuperable la siembra que hace el sol, siembra sobre de quien vive en Ella, luz, amor, variedad de bellezas, santidad, dando a cada una de estas semillas la fecundidad divina, y ¡oh! cómo es bello ver a esta criatura embellecida, fecundada por nuestra siembra divina, cómo queda hermosa, tanto, de formar el encanto a nuestras pupilas divinas.  Ahora hija mía, así como la tierra, las flores, las plantas, para recibir la siembra del sol deben someterse a recibir el contacto de su luz y de su calor, de otra manera el sol quedaría en lo alto sin poder hacer su siembra a la tierra, la cual quedaría estéril, sin fecundidad y sin belleza, porque para dar y recibir un bien se necesita la unión, el acuerdo de ambas partes, sin el cual el uno no puede dar y el otro no puede recibir, así el alma, para recibir la siembra de mi Voluntad debe vivir en Ella, debe estar siempre unida, con sumo acuerdo, debe dejarse modelar para recibir de Ella la nueva Vida que quiere dar, de otra manera mi Voluntad hace como el sol, no siembra y la criatura queda estéril, sin belleza, bajo las tinieblas de su voluntad humana.  He aquí por qué quiero al alma viviendo en mi Querer, no sólo para sembrar, sino para hacer que mi siembra no se pierda, haciéndome Yo mismo el cultivador para poder producir las más variadas bellezas”.

(5) Después ha agregado con un amor más tierno:

(6) “Hija mía buena, mi amor siempre quiere vincularse más con la criatura, y por cuantas más verdades manifiesta sobre mi Voluntad, tantos más vínculos de unión pongo entre Dios y ella, y conforme manifiesta las verdades, así prepara el esponsalicio entre Dios y el alma, y por cuanto más manifiesta, con tanta más ostentación y suntuosidad será hecho el esponsal. ¿Quieres saber algo más?  Mis verdades servirán como dote para poderse unir con Dios, lo estas verdades harán conocer quien es Aquél que se abaja, y que solamente es su amor lo que lo induce a vincularse con atadura de esponsalicio con la criatura.  Mis verdades tocan y retocan a la criatura, la modelan, le forman la nueva vida, le restituyen y embellecen nuestra imagen y semejanza como cuando fue creada por Nosotros, le imprimen su beso de unión inseparable.  Una verdad nuestra puede formar un mar de prodigios y de creaciones divinas en quien tiene el bien de escucharla, esta verdad puede cambiar un mundo entero de perverso, en bueno y santo, porque es una Vida nuestra que viene expuesta para bien de todos, y un nuevo sol que hacemos surgir en las inteligencias creadas, el cual por caminos de luz y de calor se hará conocer para transformar en luz y calor a quien tiene el bien de escucharla.  Por eso, ocultar una verdad que Nosotros con tanto amor hacemos salir fuera de nuestro seno paterno es el más grande delito, y priva a las generaciones humanas del bien más grande.  Además de esto, quien vive en nuestro Querer, esposándose con Nosotros, forma la fiesta a todos los santos, todos toman parte en las nupcias divinas, y en virtud de esta criatura tienen una fiesta toda propia en el Cielo y otra en la tierra.  Cada acto que hace la criatura que vive en nuestro Querer, es una fiesta y un banquete que ofrece a las regiones celestiales, y los santos le corresponden con nuevos dones e imploran a Dios que le manifieste otras verdades para ensanchar siempre más los confines de la dote que Dios le ha dado”.

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35-26

Enero 2, 1938

(1) Continúo mi vuelo en el Querer Divino, y pensaba entre mí:  “El vivir en el Querer Divino da en lo increíble, pero, ¿cómo se puede vivir en Él?  Son tantas las miserias, las debilidades que se sienten, los encuentros, las circunstancias de la vida; y por cuanto se sienten, parece que el Querer Divino con su luz quiere investir todo y con su amor quemar todo, para hacer que entre la criatura y Él nada exista que no sea amor y Voluntad suya”.  Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús que está atento para ver si hay alguna cosa en mí que no sea Voluntad suya, me ha dicho:

(2) “Hija mía buena, es tanto mi celo por quien vive en mi Voluntad, que no tolero ni un pensamiento, ni una debilidad u otra cosa que no tenga vida en Ella.  Ahora, tú debes saber que para pasar a vivir en mi Voluntad, se necesita decisión por parte de Dios, y decisión firme por parte de la criatura de vivir en Ella.  Esta decisión viene animada por una vida nueva, por una fuerza divina, para volverla inexpugnable a todos los males y circunstancias de la vida; esta decisión no sufre cambios, porque cuando Nosotros decidimos no nos ponemos a decidir con niños que hacen juego de sus decisiones, sino con quien sabemos que debe resistir, por eso ponemos de lo nuestro, a fin de que no venga a menos. Puede ser que sienta las miserias, los males, las debilidades, pero esto no dice nada, porque delante a la potencia y santidad de mi Querer, estos mueren, sienten la pena de la muerte y huyen; mucho más que estas miserias no son parto de la voluntad humana, porque ella está abismada en mi Querer, por eso no puede querer sino lo que quiero Yo, y muchas veces mi Querer se sirve de estas miserias para hacer de ellas las más bellas conquistas, y extender sobre de ellas su Vida, formar su reino, extender su dominio, y convertir las debilidades en victorias y triunfos, porque para quien vive en mi Querer todo debe servirle como el más bello amor que la criatura da a Aquél que forma su vida, casi como sirven las piedras, los ladrillos, el cascajo a quien quiere hacerse una bella habitación.

(3)Ahora, tú debes saber que antes de entrar a vivir en nuestro Querer, purificamos todo, cubrimos y escondemos todo en nuestro amor, de modo que no debemos ver en ella más que amor. Cuando nuestro amor todo lo ha escondido, aun las miserias, entonces toma lugar en nuestro Querer; es más, cada vez que hace sus actos, primero es purificada y después la inviste, y en ella hace lo que quiere.  Hija mía, en mi Voluntad no hay ni juicios ni jueces, porque es tal y tanta la santidad, el orden, la pureza, la utilidad de nuestros modos, que deben inclinar la frente y adorar lo que hacemos; por eso no pierdas la paz, ni te ocupes de las miserias y circunstancias, sino déjalas en poder de mi Voluntad a fin de que de ellas haga sus portentos de amor”.

(4)Después ha agregado:  “Hija mía, todo lo que la criatura hace en mi Divina Voluntad, primero viene formado en el Cielo, en el día eterno que no conoce noche; toda la corte celestial está al día de que una criatura de la tierra se ha refugiado en su patria celestial, que ya es suya, ¿pero para hacer qué?  Para entrar en el centro del Fiat y llamar su potencia, a su virtud creadora, para darle la ocasión de hacerlas obrar en su acto. ¡Oh! con cuánto amor es recibida no sólo por el Querer Divino, sino también por la Trinidad Sacrosanta, se ponen de acuerdo, embalsaman el acto y ponen su aliento dentro con su potencia creadora, y forman tales maravillas de aquel acto, que todo el Cielo siente tal alegría y felicidad, que hacen resonar las regiones celestiales con sus voces armoniosas:  ‘Gracias, gracias porque nos habéis dado el gran honor de ser espectadores de vuestra Voluntad obrante en el acto de la criatura’.  Así que el Cielo viene inundado de nuevas alegrías y nuevos contentos, de manera que todos quedan ligados, agradecidos, y todos la llaman nuestra bienvenida. Esta más que celestial criatura se siente amada por Dios con doble amor, se siente inundada por nuevos mares de gracias, y así como ha subido al Cielo haciéndose portadora de sus actos, haciendo formar en ellos las maravillas de Dios, así desciende nuevamente haciéndose portadora de lo que Dios ha obrado en su acto, con eso inunda la tierra, inviste toda la Creación, a fin de que todos puedan recibir la gloria, la alegría de las maravillas que el Fiat Divino ha obrado en el acto de la criatura.  No existe homenaje, amor, gloria más grande que nos pueda dar la criatura, que hacernos hacer lo que queremos en sus actos. Podemos hacer las maravillas más grandes sin que ninguno nos preste nada y sin que ni siquiera nos lo digan, como hicimos en la Creación, en ella nadie nos dijo nada, no obstante, ¿cuántas maravillas no creamos?  Pero en ese entonces no había ninguno, ni quién nos pudiera prestar ni siquiera un suspiro como pretexto a nuestro amor y refugio dónde apoyar nuestras maravillas creadoras; pero ahora están los que nos lo pueden decir y darnos la multiplicidad de sus pequeños actos, aun los naturales, porque también la naturaleza es nuestra y todo puede servirnos para formar en ella las más grandes maravillas. Nuestro amor siente más gusto, nuestra potencia queda más exaltada al hacer nuestras maravillas más grandes en el pequeño cerco del acto de la criatura, que fuera de él, y además, estos son los acostumbrados pretextos de nuestro amor, que para dar va buscando la ocasión de poder decir:  Me ha dado, le he dado, es verdad que es pequeño, pero nada se ha retenido para sí, así que es justo que Yo deba darle todo, incluso a Mí mismo”.

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36-16

Junio 26, 1938

(2) “Hija mía bendita, la voluntad humana junto con la mía, también ella sabe hacer prodigios, en cambio sin la mía es una pobre lisiada que no puede ayudarse ni siquiera por sí misma.  Sin mi Voluntad queda como un discípulo sin el maestro, pobrecito, sin el maestro quedará siempre ignorante, sin ciencia, sin arte, incapaz de ganarse un pedazo de pan para vivir; sin mi Voluntad será como una persona que tiene las piernas sin pies, los brazos sin manos, los ojos sin pupilas, la cabeza sin razón, la boca sin lengua, ¡pobre criatura, en qué abismo de miserias se encuentra!  Se diría que sería mejor que jamás hubiese nacido.  Así que la cosa que debería dar más terror y espanto es el no vivir unida con mi Voluntad, todas las desventuras le llueven encima, en cambio unida con mi Voluntad, dentro de ella tendrá al maestro a su disposición que le enseñará ciencias más altas y difíciles, las artes más bellas, tanto, de ser un portento de ciencia en la tierra y en el Cielo.  La voluntad humana unida con la mía tendrá piernas humanas y pies divinos, que la harán correr en el camino del bien sin cansarse jamás.  Tendrá brazos humanos con manos y movimiento divino, que tendrán virtud de hacer las obras más grandes, que la semejarán a su Creador, y con nuestro movimiento divino abrazará al Eterno, nos tendrá siempre cortejados y estrechados a su corazón.  Unida con nuestra Voluntad tendrá la boca humana, pero la palabra, la voz, serán divinas, y ¡oh! cómo hablaremos bien de nuestro Ser Supremo, en suma, tendrá nuestra pupila, por lo cual, mirando todas las cosas creadas reconocerá en ellas nuestra Vida, nuestro amor y cómo debe amarnos.  Unida con nuestra Voluntad tendrá la razón divina, sentirá una especie de ciencia infusa, la cual formará el hombre ordenado, todo en orden a su Creador, todo se convertirá en bien, más bien no hay bien que no poseerá si vive en nuestra Voluntad.  Ella es la causa de la ruina de todos los males, de todas las desventuras, y llama a vida todos los bienes, porque de ellos posee la fuente de donde salen.  Además de esto, para quien viva en nuestro Querer, cada movimiento, respiro, latido, todo lo que pueda hacer, son continuas conquistas que hace, y conquistas divinas, puedo decir que viviendo en mi Querer respira con mi respiro, se mueve con mi movimiento, late con mi latido eterno, así que adquiere el acto conquistante en todos sus actos, y esto le viene dado con justicia y con amor exuberante, porque con el vivir en nuestro Querer, no dando más vida a su querer, por derecho debía estar en las regiones celestiales para hacerse feliz y gozarse nuestra Voluntad felicitante.  Ahora, para vivir de nuestra Voluntad en la tierra, la pobre hija se priva de las alegrías del Cielo, y esto es el acto más heroico, el amor más intenso, por lo cual todo el Cielo, nuestra Divinidad, la Soberana del Cielo, todos quedamos heridos y admiramos el heroísmo de esta criatura, y ¡oh, cómo todos la amamos!  Y nuestro amor que no se deja jamás vencer por ninguno, cede en cada respiro suyo, a cada pequeño movimiento, si piensa, si mira, si habla, el acto conquistante y divino; las conquistas son innumerables, sentimos que no es la criatura la que respira, la que se mueve, sino Nosotros, y le damos el valor que contiene nuestro respiro y movimiento, que contiene todos los valores posibles e imaginables.  Así que es la conquistadora de nuestra Vida y de nuestros actos.  Esta feliz criatura, con su acto conquistante se vuelve nuestro desahogo de amor continuo, nuestra misma felicidad, nuestro reposo, y sus conquistas son firmas continuas sobre nuestro decreto de la venida del reino de nuestro Querer sobre la tierra, estas conquistas abrevian el tiempo, mucho más que nuestra Vida obrante no es más extraña sobre la tierra, sino que ya existe y ha formado su reino en esta afortunada criatura.  Por lo tanto sé atenta, no te detengas jamás, y Yo tendré cuenta de todo, aún del respiro, para amarte de más y para hacerte hacer tantas conquistas, una más bella que la otra”.

(3) Después ha agregado:  “Hija mía, en cuanto la criatura me hace don de su voluntad para vivir en la mía, le hago don de la mía, ¿pero sabes tú qué hace mi Voluntad antes de donarse?  Se vierte sobre el acto de ella, lo embellece, forma en él su día, lo santifica, pone en él sus alegrías divinas, y después se encierra Ella misma en el acto de la criatura.  Conforme mi Fiat obra en este acto, todas las cosas creadas reciben nueva vida, nueva creación, se sienten renovadas en la belleza, en el amor, en la alegría de su Creador; y en cuanto completa su acto divino, el acto queda de la criatura, y todos quedan a la expectativa para ver qué cosa hace la criatura de este acto, porque es un acto que encierra todo, y todos se sienten encerrados en aquel acto; ¿y la feliz criatura qué hace?  Se lo goza, lo besa, lo abraza, y sabiendo que un acto tan grande no puede quedar para sí sola, en su énfasis de amor, de la alegría, dice:  ‘Voluntad adorable, Voluntad Divina me has dado, y Voluntad Divina te doy para darte la correspondencia, el agradecimiento, la gloria, la alegría, el amor que me has dado, soy incapaz de poderlo contener, por eso este acto corre a todos, santifica, embellece, felicita, da amor a todos’.  Éste es el acto más bello que puede darme la criatura, ninguno puede igualar este acto, esto es, dar mi Voluntad, para recibirla y darla de nuevo”.

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Todos nuestros actos fueron: Primero creados.

Segundo, re-hechos por Jesús

Tercero, re-hechos por María

Cuarto, re-hechos por Luisa

14-73

Noviembre 11, 1922

Jesús dio vida en la Divina Voluntad a los actos de todas las

criaturas; en esta obra asoció a su Madre Santísima, y ahora

llama al alma para repetirlo.

(1) Mi siempre amable Jesús al venir me ha atraído a Él, dentro de una luz inmensa y me ha dicho:

(2) “Pequeña hija de mi Querer, esta luz inmensa que ves es mi Suprema Voluntad, de la cual nada escapa.  Tú debes saber que al crear el cielo, el sol, las estrellas, etc., a todo le fijé sus límites, su lugar, su número, no pueden crecer ni decrecer, todas las cosas las tengo como en un puñoAsí al crear al hombre, al mismo tiempo creé todas las inteligencias y cada uno de los pensamientos, todas las palabras, las obras, los pasos y todo lo demás del hombre, desde el primero hasta el último que deberá existir, y esto era connatural en Mí, mucho más que Yo mismo debía ser actor y espectador hasta de un pensamiento, y si el hombre no lo podía hacer sin Mí, ¿cómo no debía Yo saberlo y conocer hasta el número?  Así que en mi Voluntad nada todo el obrar de las criaturas, como los peces nadan dentro de un vasto mar.  Pero habiendo creado al hombre no esclavo sino libre, porque no era decoroso para Mí, ni obra digna salida de mis manos, si hiciera salir a este hombre atado, sin libertad, ni podría decir hagámoslo a nuestra imagen y semejanza si no lo hacía libre, quería dotarlo con la libertad.  Yo era libre, libre también él, pues no hay cosa que más torture a una persona que dar un amor forzado, y causa desconfianza, sospechas, temores y casi asco en quien lo recibe.  Ve dónde tiene origen cada acto de criatura, aun un pensamiento, en la santidad de mi Voluntad, con esta diferencia, que si el hombre quiere, ese pensamiento, palabra, etc., puede hacerlo bien o mal, santo o perverso. Ahora, mi Voluntad tuvo un dolor al ver en tantos cambiados sus actos, de los cuales era actora, en actos mortales para Mí y para ellos, por eso quise que mi Voluntad haciéndose doblemente actora de cada acto, extendiera sobre todos otro acto divino, que debía corresponderme según la santidad de mi Voluntad con otros tantos actos divinos, pero se necesitaba alguien para hacer esto, y he aquí a mi Humanidad santa, libre también Ella, que no queriendo otra vida que la sola Voluntad Divina, nadando en este mar inmenso iba duplicando cada pensamiento, palabra y obra de criatura, y extendía sobre todo un acto de Voluntad Divina, y esto daba satisfacción y glorificaba al Padre Divino, de modo que Él pudo mirar al hombre y abrirle las puertas del Cielo, y Yo anudaba con más fuerza a la voluntad humana, dejándola siempre libre de no separarse de la Voluntad de su Creador, causa por la que se había precipitado en tantas desgracias.  No estuve contento sólo con esto, sino que quise que mi Mamá, también santa, me siguiera en el mar inmenso del Querer Supremo y junto Conmigo duplicara todos los actos humanos, poniendo en ellos el doble sello, después del mío, de los actos hechos en mi Voluntad sobre todos los actos de las criaturas. Cómo me era dulce la compañía de mi inseparable Mamá en mi Voluntad; la compañía en el obrar hace surgir la felicidad, la complacencia, el amor de ternura, la competencia, el acuerdo, el heroísmo; en cambio el aislamiento produce lo contrario.  Entonces, conforme obraba junto con mi amada Mamá, así surgían mares de felicidad, de complacencia de ambas partes, mares de amor que haciendo competencia, uno se arrojaba en el otro, y producían gran heroísmo.  Y no para Nosotros solos surgían estos mares, sino también para quien nos habría hecho compañía en nuestra Voluntad; es más, podría decir que estos mares se convertían en tantas voces que llamaban al hombre a vivir en nuestro Querer, para restituirle la felicidad, su naturaleza primera, y todos los bienes que había perdido con sustraerse de nuestra VoluntadAhora vengo a ti, después de mi Madre Celestial te llamé a ti para hacer que todos los actos humanos tengan el primer sello hecho por Mí, el segundo hecho por mi Mamá, y el tercero por una criatura de la estirpe común, mi eterno amor no estaría contento si no hubiera elevado a una de la estirpe común, la cual debía abrir las puertas a quien se dispusiera a entrar por ellas para vivir en nuestro Querer; he aquí el por qué de mis tantas manifestaciones, los tantos valores y efectos que te he hecho conocer de mi Voluntad, estos serán imanes potentes para atraerte a ti, y después a los demás a vivir en Ella; pero para entrar en nuestra Voluntad y seguir el sublime vuelo de mis actos y los de mi indivisible Mamá, siendo tú de la estirpe común, no habrías podido entrar en nuestro Querer si no tuvieras, o al menos hubieras sido transformada en la naturaleza que salió de mis manos antes de que el hombre se sustrajera de nuestro Querer; ésta es la razón de mis tantas gracias, para reducir tu naturaleza, tu alma, a aquel primer estado; conforme te iba dando esas gracias así te quitaba los gérmenes, las tendencias, las pasiones de la naturaleza rebelde, dejando siempre libre tu voluntad.  Era necesario para mi decoro, santidad y dignidad, que debiéndote llamar al centro de mi Querer para hacer ahí vida común, para hacerte recorrer todos los actos hechos por Mí y que las criaturas no han conocido aún, reducir tu naturaleza a este estado feliz, de otra manera no habrías podido correr Conmigo en los interminables actos de mi Querer, ni estar Conmigo con la familiaridad que se necesita para obrar juntos.  Las pasiones, los gérmenes de las tendencias no buenas, hubieran sido como tantas barreras de división entre tú y Yo, a lo más habrías estado a las órdenes de mi Querer, como tantos otros fieles míos, pero hacer lo que hice Yo, habrías estado muy lejana, y ni tú ni Yo hubiéramos sido felices, mientras que el vivir en mi Querer es propiamente esto, vivir plenamente feliz en la tierra, para después pasar a vivir más feliz en el Cielo.  Por eso te digo, verdadera hija de mi Querer, primer parto feliz de mi Voluntad, seme atenta y fiel, ven en mi Eterno Querer, te esperan mis actos que quieren el sello de los tuyos, te esperan los actos de mi Mamá, te espera todo el Cielo porque quieren ver todos sus actos glorificados en mi Voluntad por una criatura de la estirpe de ellos, te esperan las presentes y las futuras generaciones, para que les sea restituida la felicidad perdida.  ¡Ah! no, no, no terminarán las generaciones si no regresa el hombre a mi seno, bello, dominante, como salió de mis manos creadoras, no estoy contento con haberlo redimido; aun a costa de esperar, tendré paciencia todavía, pero debe regresar a Mí tal como lo hice, en virtud de mi Voluntad.  Con hacer su voluntad descendió en el abismo y se transformó en feo; con hacer mi Voluntad subirá y adquirirá la nueva transformación en la naturaleza por Mí creada, y entonces podré decir:  Todo lo he cumplido, el orden de toda la Creación me ha regresado y me reposaré en él”.

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Forma en que la criatura puede hacer el acto continuo de atención para vivir siempre dentro de la DV, actuando siempre en Ella.

Vol. 30 23/04/32

…»Hija mía, el alma que vive en mi Voluntad está en continuo acto de renacer en los actos que hace en Ella, si ama está en acto continuo de renacer en el Amor divino, y mientras nace forma la vida del amor en ella, y como vida toma el primado en todo su ser, de modo que su latido, su respiro, el movimiento, la mirada, el paso, la voluntad, y todo lo demás, se vuelve amor, y cuantas veces renace, tantas veces más crece el amor, este amor como vida y en acto de siempre nacer y crecer, tiene la fuerza raptora y que hiere, y mientras nos hiere nos rapta, pero con nuestra misma Potencia divina, y Nosotros sintiéndonos heridos desbordamos amor de nuestras heridas, y herimos a nuestra amada criatura, y en cada renacimiento duplicamos nuestro Amor por ella. Así si repara, y cuantas veces repara en nuestra Voluntad, tantas veces renace en la reparación divina y forma la vida de la reparación en su alma, así que el respiro, el movimiento, la voluntad y todo su ser adquiere la vida de la reparación; y como no es con un solo acto que nos repara, sino con una vida entera, como vida tiene la potencia que desarma, y desarmándonos convierte los flagelos en gracias, así de todo lo demás que la criatura puede hacer en nuestra Divina Voluntad, son vida que adquiere, las cuales son alimentadas por nuestra fuentes divinas. Así si nos alaba en nuestra Divina Voluntad, nos agradece, nos bendice, forma una vida entera de agradecimientos, de alabanzas y de bendiciones hacia su Creador, y cada vez que lo hace, mientras renace en estos actos y crece, forma la plenitud de la vida, de modo que el respiro, el latido, si piensa, si habla, si da un paso, si circula la sangre por sus venas, todo el conjunto de la criatura, no hay partícula de su ser que no diga os agradezco, os alabo, os bendigo. ¡Oh! cómo es bello verla, que posee tantas vidas por cuantas veces permanece en sus mismos actos hechos en nuestro Fiat Divino, que por cuantas vidas posee sentimos en su latido tantos latidos en uno, tantos respiros, movimientos y pasos en uno, y cada uno, quién dice amor, quién reparaciones, quién agradecimientos, quién alabanza y quién bendiciones; estos renacimientos y vidas forman la más bella armonía en la afortunada criatura que ha tenido el bien de adquirirlas; es tanta nuestra complacencia, que nuestra mirada está siempre fija en verla, nuestros oídos siempre atentos a escucharla, la Potencia de nuestro Querer llama nuestra atención continua, y en cuanto nos dice os amo, así Nosotros le repetimos, te amamos, ¡oh! hija. En cuanto nos repara, así nos la estrechamos al corazón; conforme nos agradece, alaba y bendice, así le vamos repitiendo: te agradecemos que nos agradezcas, te alabamos que nos alabes, te bendecimos que nos bendices. Podemos decir que nos ponemos en competencia con ella, Cielos y tierra se maravillan de que el Creador se ponga en competencia con su amada criatura. Por eso siempre en mi Voluntad te quiero, porque en Ella nos das qué hacer y qué decir y formas nuestro desahogo de amor.»

Acto incesante

22-14

Julio 30,1927

Cómo la vida está en el movimiento continuo; cómo este

movimiento produce la fuente.  Valor de los actos internos.

(1) Seguía al Santo Querer Divino, pero siempre con el duro clavo de estar privada de mi Sumo Bien Jesús y pensaba para mí:  “¿Qué bien me viene con seguir los actos del Supremo Fiat cuando estoy privada de Aquel que ha puesto fuera toda la Creación con un supremo acto de su Querer?  Seguir su Voluntad y no verlo, ver sus obras que hablan de Él y no ser estrechada entre sus brazos es dolor indescriptible, es herida que sangra continuamente”.  Pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:

(2) “Hija mía, la vida está en el movimiento continuo. Todo lo que sale de Dios debe poseer un movimiento, así que no hay cosa creada por Nosotros que no se mueva: Cielo y tierra, sol y mar, todos se mueven, con tal orden y velocidad continua que no se detienen jamás; si se detuvieran cesaría la vida y cesaría el bien que hacen, a lo más quedarían como cuadros pintados que no son capaces de hacer bien a ninguno.  Un bien, un acto, sólo se puede llamar verdadero bien cuando tiene su movimiento incesante.  He aquí por qué nuestro Ser Divino es perfecto en todos nuestros actos, porque tiene su movimiento continuo, no cesa jamás de hacer y de dar el bien, y si cesara, lo que no puede ser, cesaría la vida del bien.  Ahora nuestra Voluntad, vida y eco perfecto de nuestro Ser Divino, es movimiento incesante y por eso es bien perfecto, y es un bien que puede darse a todos.  Cuando un bien es incesante todos lo pueden tomar, su movimiento continuo le hace poseer la fuente de la inagotabilidad.  Por tanto quien debe vivir en mi Querer Divino debe poseer el eco de mi Querer y seguir con movimiento incesante sus actos; y el bien que te viene, que te pone en el orden del movimiento divino, con rapidez encantadora te mueve y gira junto con todas las cosas creadas.  Tus actos son inagotables y todos pueden tomar el bien de ellos, porque parten de la fuente del Fiat Eterno.  ¿Y te parece poco  hacer un bien que siempre surge?  Ésta es la causa por la que en las criaturas no se ven verdaderos y perfectos bienes, porque sus virtudes son interrumpidas y como pierden el movimiento incesante de una virtud, cesa la vida del bien de ella, pierden el gusto, el vigor, la fuerza, porque no poseyendo el movimiento incesante, no se forma la vida de la virtud en ellos, ni aquel acto que siempre surge, sino una cosa superficial y pasajera, por consiguiente, ¿cómo pueden dar el bien de aquellas virtudes a todos, si no poseen ellos la vida y la fuente de ellas, que permiten que mientras dan a los demás, ellas jamás se agoten y nada pierdan?  ¿Pierde tal vez el sol con dar su luz a todos?  No, ciertamente, porque posee la fuente de la luz y su movimiento de dar luz es incesante.  Por eso hija mía, en mi Divina Voluntad tus actos, tus oraciones, el pedir su reino, deben tener el movimiento incesante para poder impetrar por todos que el Fiat Divino sea conocido y amado por todos”.

Enero 20, 1907

La mayor santidad es el vivir en el Divino Querer.

(1) Habiendo leído dos vidas de santas, una que ansiaba mucho el sufrir, y la otra que quería ser pequeña, yo pensaba en mi interior cuál de las dos sería mejor para poderla imitar, y no sabiendo resolver esto me sentía como confundida, y para poder estar libre y pensar sólo en amarlo he dicho entre mí: “Yo no quiero aspirar a nada sino solamente a amarlo y cumplir perfectamente su santo Querer”. Mientras me encontraba en esto, el Señor en mi interior me ha dicho:

(2) “Y Yo aquí te quiero, en mi Querer; hasta en tanto que el grano de trigo no es sepultado bajo tierra y muere del todo, no puede renacer a vida nueva y multiplicarse y dar vida a otros granos; así el alma, hasta que no se sepulta en mi Voluntad, hasta morir del todo en Ella con deshacer todo su querer en el mío, no puede resurgir a nueva Vida Divina con el resurgimiento de todas las virtudes de Cristo, que contienen la verdadera santidad, por eso mi Voluntad sea el sello que te marque el interior y el exterior, y cuando mi Voluntad haya resurgido toda en ti, en Ella encontrarás el verdadero amor, y esta es la mejor de todas las otras santidades a las cuales puede uno aspirar”.

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Junio 23, 1907

Encontrándome en mi habitual estado, el bendito Jesús no venía y yo estaba pensando entre mí cuál sería el acto más bello y más acepto a Nuestro Señor, que pudiese más fácilmente inducirlo a venir:  El dolor de las propias culpas o la resignación.  Mientras estaba en esto, en cuanto ha venido me ha dicho:

«Hija, el acto más bello y que más me agrada es el abandono en mi Voluntad, pero tanto, que no se recuerde que existe el propio ser, sino que todo para ella sea el Divino Querer.  Si bien el dolor de las propias culpas es bueno y laudable, pero no destruye el propio ser, en cambio el abandonarse del todo en mi Voluntad destruye el propio ser y readquiere el Ser Divino.  Entonces, el alma con abandonarse en mi Voluntad, me da más honor, porque me da todo lo que Yo puedo exigir de la criatura, y vengo a readquirir en Mí lo que de Mí había salido, y el alma readquiere lo único que debería readquirir, a Dios con todos los bienes que el mismo Dios posee.  Sólo que, hasta que el alma está del todo en la Voluntad de Dios, readquiere a Dios, y si se sale de mi Voluntad readquiere su propio ser junto con todos los males de la corrompida naturaleza.»

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Todo es EFECTO del acto único de Dios.

Mayo 6, 1926

Mi Voluntad une a todos y a todo, no sería verdadero vivir en mi Querer, ni obrar de mi Voluntad si todo lo que a Ella pertenece y todo su eterno obrar no lo concentra en el alma que en Ella vive y donde tiene su reino y dominio.  Si esto no fuera, el reino de mi Voluntad sería un reino dividido, lo que no puede ser, porque mi Voluntad une todo junto su obrar y de él hace un solo acto; y si se dice que crea, redime, santifica y otras cosas, son los efectos de aquel solo acto que jamás cambia acción.«

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Explicación de qué es el acto único

Diciembre 6, 1926

«Hija mía, un acto solamente se puede llamar perfecto cuando encierra en sí todos los actos juntos, y sólo mi Voluntad encierra este acto perfecto, que mientras hace un acto solo, salen de este acto solo todos los actos posibles e imaginables que existen en el Cielo y en la tierra.  Este acto solo de mi Querer es símbolo de una fuente, que mientras que la fuente es una, de ella brotan mares, ríos, fuego, luz, cielo, estrellas, flores, montes y tierra; de esta sola fuente sale todo.  Ahora, Adán en el estado de inocencia y la Alteza de la Soberana Reina, poseyendo mi Voluntad, si amaban, en el amor encerraban la adoración, la gloria, la alabanza, la bendición, la oración; en el más pequeño de sus actos nada faltaba, corría la multiplicidad de las cualidades del acto solo de mi Supremo Querer, que haciéndoles abrazar todo en un acto daban a su Creador lo que le convenía, así que si amaban adoraban, y si adoraban amaban; los actos aislados que no abrazan todos los actos juntos no se pueden llamar perfectos, son actos mezquinos, que llevan mucho de voluntad humana.  He aquí por qué sólo en el Fiat el alma puede encontrar la perfección verdadera en sus actos y ofrecer un acto divino a su Creador.»

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Junio 20, 1928

«Hija mía, Dios es un acto único, y si se ven tantos actos en la Creación, no son otra cosa que los efectos del acto único de Dios; sucede como al sol, el sol es uno, su luz es una sola, pero los efectos de él, en cuanto su luz toca la tierra y con rapidez se extiende sobre de ella son innumerables, se puede decir que produce un efecto distinto sobre cada una de las cosas que toca, distinto en el color, en la dulzura y en la sustancia que infunde; sobre cada una de las cosas que toca con sus manos de luz, parece que el sol crea tantos actos sucesivos, uno más bello que el otro, pero no es verdad, no son otra cosa que los efectos de su acto único de luz, porque la fuerza de un acto único tiene virtud de producir tantos efectos como si fueran tantos actos sucesivos y distintos, como en efecto son, así que todo lo que tú ves en todo el universo no son otra cosa que los efectos del acto único de Dios, y porque es único en el acto, tiene virtud de orden y armonía en todos los efectos que produce.  Así sucede para el alma que vive en mi Divina Voluntad, viviendo en el acto único de Dios, siente todos los efectos de aquel acto único en todos sus actos, siente en sí el orden, la armonía, la belleza, la fuerza del acto único divino, que más que luz, produce tantos efectos que siente producirse en sus actos tantos cielos, soles, mares, prados floridos y todo lo que de bien hay en el cielo y en la tierra; ¿qué no puede encerrar de grande, de bien, quien vive en mi Voluntad?  Todo, es el verdadero sol, que cualquier cosa que hace y toca produce varias tintas de belleza, de dulzura, de bondad y de múltiples efectos, porque todos sus actos penden del acto único de Aquél que lo ha creado.»

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Marzo 8, 1929

«Hija mía, mi Fiat con un solo acto produce tantos efectos, que sostiene toda la Creación; el acto de Él es la vida que da para formar cada una de las cosas creadas, los efectos son los alimentos que suministra, como tantos diversos alimentos a cada cosa para mantenerlas bellas y frescas como las ha creado; así que mi Divina Voluntad es la sostenedora, la alimentadora y la vivificadora de toda la Creación.  Ahora, quien vive en mi Querer Divino, junto con Ella sostiene, alimenta y vivifica todas las cosas creadas, es la inseparable de mi Fiat.  La criatura en cuanto obra en Él adquiere el soplo, y soplando junto con mi Fiat mantiene siempre en vida lo que una vez fue hecho, es más, tiene virtud de vivificar y llamar a vida a los tantos actos de mi Voluntad, a los cuales la voluntad humana ha dado la muerte; porque Ella tiene un acto continuado para dar a las criaturas, y cuando éstas no han hecho mi Querer, estos actos están muertos para ellos, y quien vive en Él tiene virtud de vivificarlos y conservarlos en vida

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Enero 2, 1930

«Hija mía, no hay cosa buena que no salga de mi Divina Voluntad, pero hay diferencia entre actos y efectos de Ella.  La Creación fue un acto de mi Fiat, y ¡oh! cuántas cosas bellas no salieron, cielos, soles, estrellas, aire que debía servir para la vida natural de la criatura; mar, viento, todo fue plenitud y multiplicidad de obras, porque un acto de mi Divina Voluntad es capaz de llenar todo y de hacer todo.  La creación del hombre fue un acto de Ella, ¿y qué cosa no encerró en la pequeña circunferencia del hombre?  Inteligencia, ojos, oídos, boca, palabra, corazón, y hasta nuestra semejanza, por la cual lo hacíamos el portador de su Creador, ¿cuántos prodigios no encierra?  No sólo eso, sino le fue puesta toda la Creación en torno para servirlo, como si un primer acto de nuestro Fiat hecho en la Creación quisiera servir al segundo acto hecho al crear al hombre.  Otro acto de nuestra Voluntad Divina fue la creación de la Virgen Inmaculada, fueron tales y tantos los prodigios obrados en Ella, que Cielos y tierra quedaron estupefactos, tanto que llegó a hacer descender al Verbo Divino sobre la tierra, lo que formó otro acto de mi Fiat, el cual fue mi Encarnación, y tú lo sabes, que fue portador de todos los bienes a la familia humana.  Todo el resto de los bienes que ha habido en medio de las criaturas, virtudes, oraciones, obras buenas, milagros, son efectos de mi Querer Divino, los cuales obran según las disposiciones de las criaturas, y por eso son siempre limitados, no con aquella plenitud que llena Cielos y tierra.  En cambio los actos de mi Fiat Divino son independientes de ellas, y por eso se ve la gran diferencia entre actos y efectos.  Y esto se ve muy bien también en el sol y entre los efectos que él produce; el sol como acto está siempre fijo en su plenitud de luz, que con majestad llena la tierra, jamás cesa de dar su luz y su calor, en cambio los efectos del sol, que se puede decir que están a disposición de la tierra, son inconstantes, ahora se ve la tierra florida con la variedad de tantos colores, y ahora se ve despojada y sin belleza, como si el sol no tuviese la virtud comunicativa para comunicar siempre sus admirables efectos a la tierra, mientras que se puede decir que la culpa es de la tierra.  Al sol no le falta nunca nada, aquél de ayer, es hoy y será.  Ahora, cuando te veo girar aun en los efectos de mi Fiat Divino, como si no quisieras perder nada, para encerrarlos en Él y darle los homenajes, el amor de los efectos que produce para pedirle que venga a reinar sobre la tierra, tú dispones a nuestro Querer a formar otro acto de Él, porque tú debes saber que el Fiat Voluntas Tua come in Cielo cosí in Terra será otro acto de nuestro Fiat Supremo, no será un efecto, sino un acto, pero con tal magnificencia que todos quedarán asombrados.  Tú debes saber que el hombre fue creado por Nosotros con este prodigio, que debía poseer en él nuestro acto continuo de Voluntad Divina; con rechazarla perdió el acto y se quedó con los efectos, porque sabíamos que así como la tierra no puede vivir sin tener al menos los efectos que produce el sol si no quiere vivir en la plenitud de su luz y de su calor, así el hombre no podía vivir al menos sin los efectos de nuestra Divina Voluntad, ya que había rechazado la Vida de Ella.  Por lo tanto su reino no será otra cosa que llamar nuevamente el acto continuo de nuestro Fiat Divino obrante en la criatura.  Esta es la razón de mi largo hablar sobre Él, no es otra cosa que el principio del acto continuo de mi Fiat Divino que no termina jamás cuando quiere obrar en la criatura, y es tan múltiple en las obras, en la Belleza, en la Gracia y en la Luz, que no se ven los confines.  Por eso sigue girando en todo lo que ha hecho y produce mi Fiat Divino, no te canses jamás si quieres obtener un reino tan santo.»

Después ha agregado:  «Hija mía, así como los efectos son producidos por la sola y única Voluntad mía, y obran según las disposiciones de la criatura, así los actos de nuestro Querer Divino, independientes de ellas, son producidos por la unidad del acto único de nuestro Fiat Divino.  Así que en Nosotros es siempre uno nuestro acto, porque en Nosotros no hay sucesión de actos, y si a la criatura le parece que ahora hacemos la Creación, ahora la Redención, y ahora que queremos formar el reino de nuestra Divina Voluntad en medio de las criaturas, es la manifestación que les hacemos de lo que posee nuestro solo y único acto, que mientras a ellos les parece que hacemos y sacamos tantos actos distintos, para Nosotros todo estaba encerrado en un solo acto.  En la unidad de nuestro Querer Divino que encierra un solo acto, nada le puede huir, encierra todo, hace todo, abraza todo y es siempre un solo acto.  Así que, tanto los efectos que produce nuestro Fiat, cuanto los actos de Él, parten siempre de la unidad del solo y único acto nuestro.»

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Los actos divinos se injertan sobre los actos específicos de la criatura. Y éste sería el tercer extasis.

Los primeros 2 son de Valtorta

11 de octubre

Dice Jesús:

«¿Cómo me debes llamar? .¿ Cuáles son los nombres más dulces? Los del Cantar de los Cantares, hija y esposa de mi amor y de mi dolor.

Tú dices que sólo la oración y mi palabra te calman en tu sufri­miento presente. Si has llegado a esto que es el punto más alto que el hombre pueda alcanzar de unión conmigo, esto ya es éxtasis.

Porque el éxtasis no es solamente el permanecer fuera de los sentidos por la alegría de contemplar visiones de Paraíso. Es éxtasis -e incluso desde un punto de vista espiritual- mucho más profun­do que el primero, este ser abstraídos del dolor moral, además que del de la vida material, pero sin perder los sentidos, al hablar con­migo o al oírme hablar [134]. Es más profundo. porque es obra producida únicamente por el amor.

El éxtasis contemplativo mucho es obra de la Voluntad de Dios, que quiere que una criatura suya tenga la visión de cosas celestia­les, o para atraerla mayormente a Sí, o para premiarla por su amor. Este éxtasis, en cambio, de fusión en vez que de contemplación, es obra cumplida por iniciativa de la criatura enamorada, llegada a tal potencia de amor de no poder nutrirse, respirar, actuar más que con el amor y en el amor.

WOW.- Es la «fusión». Es el ser «dos en uno». Algo que copia -con las proporciones impuestas por la naturaleza humana que por muy es­piritualizada que esté por el amor siempre es humana- los inefa­bles, indescriptibles, encendidísimos actos que regulan las relacio­nes entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, Tres que son Uno, tres Amores que se buscan, se contemplan, se alaban mutuamente, envueltos y apretados en un único remanso de amor incandescente que hace de los Tres distintos una Unidad inseparable.

Canta el Gloria, María, porque has llegado a la semejanza de Dios en el punto más difícil y alto, y has llegado con tu amor que ya más no puede crecer, porque ahora amas a Dios con todas tus fuer­zas: tu cuerpo y tu alma, y si atravesaras este límite que has alcan­zado morirías abrasada por el ardor.

¿Ves, alma mía, que tu Jesús tiene razón al decir que el amor es el fin de la perfección humana? Renuncias, penitencias, enclaustra­mientos, nada son respecto al amor total. Puede existir un ermitaño penitente que es pobre respecto a un viviente en la sociedad que sepa amarme totalmente, hasta el anulamiento de sus sentimientos en Mí.

¿Ves, querida alma, que tu Maestro tiene razón cuando dice que el amor es superación del dolor? Si no hubiera amado así, ¿crees tú, María mía, que habría podido soportar la Pasión? Y ¿crees que mi Madre y la tuya habría podido soportar la suya? ¿Y que los mártires hubieran resistido las torturas?

El amor no debilita el sentido doloroso del hombre, sino que le mezcla un licor de dulzura tan fortificante, que el más tremendo de los dolores se hace soportable para la criatura que lo sufre. El licor es la fuerza de Dios mismo que viene a vosotros con toda su poten­cia, más bien son las potencias de Dios que se precipitan en voso­tros, atraídas por vuestro amor, y anulan vuestras fragilidades dán­doos un vigor de luchadores celestiales.

Yo, el Victorioso, os comunico mi victoria sobre la debilidad de la carne, del corazón, y sobre la muerte. Yo vivo en el alma enamorada con una unidad inseparable como -Hombre entre los hombres­- viví en unidad con mi Padre. María, la Unida a la Santa Trinidad, os comunica su potencia de amor que atrajo a Dios en Ella desde el profundo de los Cielos, y con su sonrisa os enseña a amar con la perfección que tuvo.

Ve por tanto, alma mía, las divinas y excelsas potencias y seme­janzas a las que lleva el amor total.

Yo, que te he escogido para la misión de dolor y de luz, quiero verter sobre ti las olas del éxtasis del amor. Te quiero saturar de manera que tú huelas a Mí, y mucho más celestialmente que la reina Esther cuya cabeza estaba impregnada de perfumes de la tie­rra para gustar a su rey. Yo, en la hora en que te conviertas en reina del Reino que te he preparado y esposa unida al Esposo en el Pala­cio del Rey de reyes, quiero que tú estés macerada de amor, o sea de Mí mismo, hasta el punto que ya no quede nada de ti y sea Yo, sólo Yo, quien viva en ti.

Ven. Sígueme. Cada vez más cerca. Tu ojo sólo tiene que buscar­me y tu oído estar atento a oírme. Tu gusto debe encontrar insípido todo alimento que no sea el mío, y tu tacto repeler todo contacto que no sea el mío. Tu olfato debe gustar únicamente la fragancia de tu Esposo, ya no escondido, sino que camina delante de ti para señalarte el camino que conduce a la bienaventuranza celestial.

Te he atraído y te atraeré cada vez más emanando olas de olores y de luces que te raptarán de las cosas de la tierra. Eres mía. Te he querido y te tengo. Ahora te tengo, y sólo un deseo tuyo, que no ven­drá, podría apartarte de Mí. Pero no vendrá. Antes vendrá la llama­da «muerte», o sea las bodas de tu alma conmigo.

Entonces la alegría será completa. Yo te cogeré de la mano y de­lante a mi Corte diré: «He aquí a mi pequeña reina cuyo vestido fue entretejido con penitencias y adornado con lágrimas, cuya corona está hecha de amor. Se ha preparado para esta hora con tanto dolor. Ahora el dolor ha terminado para ella y llega el amor libre y eterno del Cielo. Alegraos, habitantes celestes, por esta nueva hermana que ha terminado las luchas y entra en la paz» [135]».

Oraba, esta mañana a las 5,30, y tenía entre las manos las ora­ciones de Sor Benigna Consolata [136]. Leía el punto: «Cómo se debe hacer en estado de aridez». Todos los días leo un punto que perma­nece como pensamiento religioso de toda la jornada. Leía: «Llamarlo con los nombres más dulces», y he preguntado a Jesús: «¿Cuáles son los nombres más dulces para Ti?».

Me ha respondido al instante, con las palabras que he escrito. Creo que quiera hablarme del Cantar de los Cantares para llevar­me al verdadero fulgor. Creo… porque a veces cambia de tema des­pués de un punto y a mí no me queda más que ir detrás de Él.

Crea, Padre [137], que he llorado de dulzura y me he sentido envolver y encender de llamas, incluso materialmente.

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27-30

Enero 20, 1930

Cómo es bello el vivir en el Querer Divino.  El alma pone a Dios en condición de repetir sus obras.  Cómo el Fiat Divino hace de actor y espectador.

(1) Estaba haciendo mi giro en la Divina Voluntad, y habiendo llegado al momento cuando fue creada la Reina del Cielo, donde la Divinidad se quitaba la vestidura de justicia, y como vistiéndose para fiesta renovaba el acto solemne del principio de la Creación, llamando a vida a la noble criatura, que con vivir en el Querer Divino, –finalidad única por la cual Dios había creado al hombre, que no debía salir de la casa de su Padre, porque sólo nuestro querer humano nos pone fuera de Dios, de su habitación, fuera de sus bienes, de su Santidad, de su luz–  Dios al crear a la Virgen Santa retomaba la fiesta de la Creación, sus dulces sonrisas, sus santos coloquios con la criatura, y desbordó tanto en amor, que rápido la hizo Reina de todo el universo, ordenando a todo y a todos que como a tal la honrasen, y postrados a sus venerables pies la reconocieran y alabaran como Reina.  Entonces yo, según mi costumbre, alababa a mi Madre Reina, saludándola a nombre de todos Reina del Cielo y de la tierra, Reina de los corazones, y celestial Emperatriz que impera sobre todo y hasta en su Creador.  ¡Ah! le decía, con tu imperio universal impera sobre todos, a fin de que la voluntad humana ceda los derechos a la Divina Voluntad; impera sobre nuestro Dios, a fin de que el Fiat Divino descienda en los corazones y reine como en el Cielo así en la tierra.

(2) Mientras esto hacía, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y se unía conmigo a ensalzar a la Mamá Celestial como Reina, y estrechándome a Sí me ha dicho:

(3) “Hija mía, cómo es bello el vivir en mi Querer Divino; todo lo que ha sido hecho por Dios, lo tiene como presente, y la criatura encuentra todo lo que ha hecho su Creador, y toma parte en sus obras, y puede tributarle los honores, el amor, la gloria de aquel acto a su Creador.  Se puede decir que quien vive en nuestro Fiat Divino nos pone en condición de renovar nuestras obras más bellas, y ella se hace renovadora de nuestras fiestas.  La creación de la Virgen dice claramente qué significa y qué puede hacer nuestro Querer Divino; en cuanto se posesionó de su virginal corazón, no esperamos ni siquiera un minuto, sino que en el instante la hicimos Reina; era a nuestra Voluntad a la que coronábamos en Ella, porque no era conveniente que una criatura que poseyese nuestro Querer, no tuviese la corona de reina y el cetro de mando. Nuestra Divina Voluntad no quiere escatimar nada, todo quiere dar a quien le hace formar su reino en su alma. Tú debes saber que así como tú, en mi Fiat encuentras presente la creación de la Soberana Señora y la alabas como Reina, así Ella te encontraba a ti presente, en el mismo Fiat Divino y oía tus alabanzas.  La Mamá no quiere ser menos que la hija, y desde entonces te ensalzaba a ti para honrar a aquel Querer Divino que debía poseerte, y para corresponderte por tus alabanzas, cuántas veces llama al cielo, al sol, a los ángeles, y a todo a alabar a su pequeña hija que quiere vivir en aquel Fiat que formó toda su gloria, su grandeza, belleza y felicidad”.

(4) Después seguía mi abandono en el Fiat Divino, y mi dulce Jesús ha agregado:

(5) “Hija mía, cuando mi Querer Divino reina en el alma, Él toma la parte obrante y dirigente, no hay cosa que ella haga, en que mi Querer Divino no ponga su acto primero para llamar a su acto divino sobre el acto de la criatura; así que si piensa, ahí forma su primer pensamiento y llama toda la santidad, la belleza, el orden de la inteligencia divina, y como la criatura no es capaz, ni tiene vacío suficiente para recibir nuestra inteligencia, mi Fiat, cada vez que hace su acto primero en la inteligencia de la criatura, con su potencia va ensanchando la capacidad de ella para encerrar nueva inteligencia divina en la mente de la criatura.  Por eso se puede decir que mi Querer, donde reina, es el primero en respirar, el primero en latir, el primer acto de la circulación de la sangre, para formar en la criatura su respiración divina, su latido de luz, y en la circulación de la sangre la total transformación de su Querer Divino en el alma y en el cuerpo.  Y mientras esto hace, da virtud y vuelve capaz a la criatura para poder respirar con el respiro divino, palpitar con su latido de luz, y sentirse circular en todo su ser, más que sangre, toda su Vida Divina.  Por eso donde reina mi Querer es el actor continuado, que jamás cesa de obrar, y haciéndose espectador goza sus escenas divinas que Él mismo desarrolla en la criatura, y ella presta su ser como materia en sus manos, para hacerle desarrollar las escenas más bellas y deleitables, que mi Fiat quiere hacer en el alma donde mi Querer Divino domina y reina”.

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34-20

Enero 4, 1937

Cada criatura tiene desde el principio de su existencia un acto querido y decidido de Voluntad Divina, la cual la crea, la crece, la forma. Fiesta de Jesús en cada acto de criatura que hace su Voluntad.

(1) Estoy entre los brazos del Fiat Divino, que me circunda con su luz y llama sobre mi pobre existencia su acto continuo de su Voluntad, pero un acto que me da vida, que me ama, sin el cual no podría vivir, ni encontrar quién verdaderamente me ame, por eso me quiere toda atenta a recibir este acto de vida de su Voluntad, a fin de que no la exponga a no cumplir sobre mí lo que quiere hacer, ni le impida su amor, porque Voluntad de Dios y amor hacen competencia, una no puede estar sin el otro.  Ahora, mientras me encontraba bajo este acto del Fiat, mi amado Jesús con una bondad que no sé decir, todo ternura me ha estrechado a su corazón divino y me ha dicho:

(2) “Hija mía bendita, mi Voluntad es todo para las criaturas, sin Ella no podrían tener ni siquiera la vida.  Tú debes saber que cada criatura tiene, desde el principio de su existencia, un acto querido y decidido de mi Voluntad, el cual lleva consigo un acto intenso de amor hacia aquél o aquélla que comienza la vida.  Mira entonces cómo comienza la creación de la criatura bajo el imperio de un acto de amor y de Voluntad Divina querido con toda la plenitud del conocimiento, tanto, que estos dos actos, amor y Voluntad mía, están dotados de todas las gracias, de potencia, sabiduría, santidad y belleza, de los que vivirá y cumplirá su vida la criatura.  Ahora, como ha formado su primer acto querido, no se aparta más de ella, la crea, la forma, la crece, desarrolla su acto obrante para reafirmarla en su acto querido, así que mi Voluntad, mi amor, corren en cada acto humano, se hacen vida, sostén, defensa, refugio, y circundándola con su potencia alimentan esta vida, mi amor la abraza y la tiene estrechada a su seno, mi Voluntad la circunda por todos lados, más que habitación, para tener al seguro su acto querido que mi Fiat pronunció para llamarla a la existencia.

(3) Ahora, este acto querido por nuestro Fiat es el acto más grande, más potente y que más glorifica a nuestro Ser Divino, que ni siquiera los Cielos pueden contener y comprender; te parece poco que nuestra Voluntad corra en cada acto de criatura, y le diga no con palabras, sino con hechos:  ‘Soy tuya, estoy a tu disposición, ¡ah! reconóceme, soy vida tuya, acto tuyo, si me reconoces me darás tu pequeña correspondencia de amor, y aunque sea pequeño, lo quiero, lo reclamo para tranquilizarme de mi trabajo continuo y de la vida que pongo por ti’.  Y mi amor para no quedarse atrás de mi Fiat, siente la irresistible necesidad de correr a amar cada acto de criatura, que le dice en cada acto suyo, te amo y ámame.

(4) Además de esto, el todo está en si es reconocido este acto querido de mi Fiat, entonces hace prodigios inauditos de santidad y de belleza, que formarán los más bellos adornos de la patria celestial y las vidas más brillantes que se asemejan a su Creador, porque nuestra Voluntad no sabe hacer seres que no nos semejen, la primera cosa que pone es nuestra semejanza, porque quiere encontrarse a Sí misma en el acto obrante que desarrolla en la criatura, de otra manera diría:  ‘No me asemeja, por lo tanto no me pertenece’.  Si además no es reconocida y no amada, entonces forma el dolor de mi Querer, si bien corre en cada acto de criatura, si no corriera debería quitarle la vida, por eso en su dolor siente rechazar su Vida Divina, estorbada la santidad que quiere desarrollar, encerrados en su acto querido los mares de gracias que deberían inundarla, la belleza que debería cubrirla.  Por eso mi Voluntad pude decir:  ‘No hay dolor similar a mi dolor’.  Mucho más que no había bien que no quisiera darle, no hay acto suyo en que no haya puesto del mío.  Por eso hija mía sé atenta, piensa que cada acto tuyo pende de una Voluntad Divina que lo envuelve, lo forma y le da la vida, y porque te ama quiere que conozcas la vida que te da, y esto como confirmación de sus actos en ti, por eso conténtate con morir antes que impedir este acto querido de mi Voluntad desde el principio de tu existencia.  Cómo es bello poder decir:  ‘Soy Voluntad de Dios, porque Ella ha hecho todo en mí, me ha creado, me ha formado y me llevará en sus brazos de luz a las celestiales regiones como victoria y triunfo del Fiat Omnipotente y de su amor”.

(5) Después de esto mi mente continuaba nadando en el mar del Fiat, y ¡oh! cómo era bello verlo que estaba muy atento, que en cuanto yo respiraba, latía, amaba, investía mi respiro para formar su respiro divino, el latido divino, y sobre mi pequeño amor formaba su mar de amor y se complacía tanto, que con ansia esperaba mis pequeños actos humanos para formar su trabajo divino, y mi amado Jesús festejaba el triunfo, el trabajo del Fiat en mi pequeña alma, y todo bondad me ha dicho:

(6) “Hija de mi Querer, cómo gozo al ver que mi Divina Voluntad pone de lo suyo en el acto de la criatura, y como el acto de ella es pequeño, se deleita de perderlo en su acto grande, que no tiene confines, y como triunfante dice: ‘He vencido, la victoria es mía’, y Yo en cada acto de mi Voluntad en ella hago mi fiesta.  Ahora, tú debes saber que es tanta la complacencia de nuestro Ser Supremo al ver perdido el pequeño acto humano, perdido, fundido, como si hubiera perdido la vida para dar vida a la nuestra, que elevamos este acto, que llamamos acto nuestro, en la altura de nuestro acto eterno.  Toda la eternidad se pone en torno y circunda este acto y todo lo que ha sido hecho y se hará en el giro de Ella, se funden con este acto, de modo que toda la eternidad pertenece a este acto, este acto queda en el seno del Eterno y forma una fiesta de más a nuestro Ser Supremo, por tanto una fiesta de más a todo el Cielo, y una ayuda, fuerza y defensa a toda la tierra.  El hacer la criatura nuestra Voluntad, hacerla vivir en ella, es la única satisfacción que tenemos, es la verdadera correspondencia que recibimos por haber creado la Creación, es la competencia de amor entre el Creador y la criatura, es el movernos para dar nuevas sorpresas de gracias, y ella a recibirlas. Por eso si la criatura corre en nuestro Fiat para darle libre campo de acción, en nuestro énfasis de amor decimos: ‘La criatura nos paga por todo lo que hemos hecho, del resto ¿no hicimos todas las cosas y a la misma criatura para que hiciera en todo nuestro Querer?  Esto lo hace, y esto nos basta, aunque no hiciera nada más.  Si esto nos basta a Nosotros, mucho más debería bastar a ellas el hacer, el vivir siempre en nuestra Voluntad, con esto ella es nuestra y Nosotros somos todo suyo, y te parece poco poder decir:  ‘Dios es mío, todo es mío, no me puede escapar porque su Fiat Omnipotente lo tiene atado en mí”.

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Por cuanto somos hechura suya en la gracia como lo fuimos en la naturaleza, creados en Jesucristo para obras buenas, preparadas por Dios desde la eternidad para que nos ejercitemos en ellas y merezcamos la gloria.

Ef. 2:10

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28-28

Octubre 12, 1930

(2)“Hija mía, no temas, el temor es el flagelo de la pobre nada, de modo que la nada es golpeada por los azotes del temor, se siente faltar y perder la vida.  En cambio el amor es el arrojo de la nada en el Todo, que llenándola de Vida Divina, la nada siente la verdadera Vida que no está sujeta a faltar sino siempre a vivir.

(3)Ahora tú debes saber que es tanto el amor que nutre nuestro Ser Divino hacia la criatura, que le damos de lo nuestro para ponerla en condición de poder hacer competencia con su Creador, he aquí el por qué le damos nuestra Voluntad, nuestro amor y nuestra misma Vida, a fin de que las haga todas suyas para llenar el vacío de su nada, y así podernos dar Voluntad por Voluntad, amor por amor, Vida por Vida, y Nosotros, a pesar de que se los hemos dado Nosotros, lo aceptamos como si fueran suyos, gozando el que la criatura nos pueda hacer competencia, ella a darnos y Nosotros a recibir, para darle de nuevo lo que nos ha dado, a fin de que tenga siempre qué darnos, a menos que la criatura no quiera recibir, y entonces sienta el vacío de su nada, sin verdadera vida, sin una Voluntad Divina que la santifique, sin el amor que la hace portar y amar a su Creador, y entonces sobre esta nada caen todos los males, azotes de temor, tinieblas de terror, lluvias de todas las miserias, debilidades, tanto, que se siente faltar la vida.  Pobre nada que no es llenada del Todo”.

(4)Después seguía rezando toda abandonada en el dulce imperio de la Divina Voluntad, y mi amado Jesús ha agregado:

(5)“Hija mía, nuestro sumo Querer al crear al hombre establecía todos los actos que debían hacer todas las criaturas, y se constituía vida de todos estos actos.  Así que no hay acto humano que no tenga su puesto en nuestra Divina Voluntad, y cuando la criatura cumple cada uno de sus actos, Ella sale en campo de acción en el acto humano de la criatura, por eso en el acto de cada una de ellas entra toda la potencia y santidad de una Divina VoluntadCada acto entraba en el orden de toda la Creación, tomando cada uno de ellos su puesto, casi como estrellas, en que cada una tiene su puesto bajo el azul del cielo.  Y como todo fue ordenado y formado por nuestro Fiat Divino en la Creación, todo el género humano con todos los actos de ellos, cuando la criatura hace una acto viene movido todo el orden de la Creación, y nuestro Querer se encuentra en acto como si entonces estuviese creando toda la Creación, porque en Él todo está en acto, y el acto de la criatura entra en su acto y tomando su puesto establecido por Dios, se renuevan los efectos de toda la Creación, y el acto humano entra en la carrera de todas las cosas creadas, y entre ellas tiene su puesto distinto, y está siempre en movimiento en el movimiento divino para adorar y amar a su Creador.  Por eso el obrar de la criatura en nuestra Divina Voluntad se puede llamar el campo fecundo y divino de nuestra misma Voluntad en el pequeño campo de la criatura”.

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30-2

Noviembre 9, 1931

» Dios tiene establecidos los actos de la criatura.»

«Hija mía, mi Voluntad es incansable, queriendo mantener la vida, el orden, el equilibrio de todas las generaciones y del universo entero, no puede ni quiere cesar en su trabajo, mucho más que cada movimiento es como dado a luz por Ella y atado con vínculos inseparables.  Imagen del aire que mientras ninguno lo ve, también da a luz el respiro en las criaturas, y es inseparable de la respiración humana, ¡oh! si el aire detuviera su trabajo de hacerse respirar, de un golpe cesaría la vida de todas las criaturas.  Más que aire es mi Voluntad, el aire no es mas que un símbolo, imagen, y que produce la vida de la respiración por la virtud vital de mi Querer Divino, mientras que la mía es Vida en Sí misma e increada.  Ahora, Dios tiene establecidos todos los actos de las criaturas y el número de los actos de ellas; por eso el empeño de estos actos, porque establecidos por Dios vienen tomados por mi Divina Voluntad, los ordena y pone su Vida dentro de ellos, pero, ¿quién da el cumplimiento a estos actos establecidos por el Ser Supremo?  Quien coopera y se hace dominar por la Voluntad Divina, con la cooperación y con su dominio siente el vínculo y la inseparabilidad de Ella, y siente correr su Vida Divina en sus actos.  Mientras que cuando no coopera pierde el dominio de mi Voluntad Divina, y en vez de hacer la mía hace su voluntad, y cada acto de voluntad humana forma un vacío para lo divino en el alma.  Estos vacíos desfiguran a la pobre criatura, y como ha sido hecha para Dios, sólo Él puede llenar estos vacíos, porque los actos, cuyo número está establecido, debían servir para llenarla del Ser Divino.  ¡Oh! cómo son horribles estos vacíos, se ven en ellos vías torcidas, actos sin principio divino y sin vida, por eso no hay cosa que arruine más a la criatura que su voluntad.

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El dónde, quién, cómo y cuándo de la creación del hombre.

33-4

Diciembre 18, 1933

Cómo la criatura ha sido formada por Dios ab eterno, amada con eterno

amor. La voluntad humana es el trastorno de las obras de su Creador.

(1) Mi pobre mente continúa navegando el mar infinito del Fiat, y por cuanto se camina no termina jamás, el alma en este mar siente a su Dios, el cual la llena hasta el borde, toda de su Ser Divino, de modo que puede decir:  “Dios me ha dado todo Sí mismo, y si no me es dado el encerrar en mí su inmensidad es porque soy pequeña”.  Ahora, en este mar se encuentra en acto el orden, la armonía, los misterios arcanos de cómo ha creado Dios al hombre, y ¡oh! los prodigios son inauditos, el amor es exuberante, la maestría es insuperable, hay tanto de misterioso, que ni el hombre mismo, ni la ciencia pueden repetir con claridad sobre la formación del hombre. Por eso he quedado sorprendida de las magnificencias y prerrogativas que posee la naturaleza humana, y mi amado Jesús al verme tan sorprendida me ha dicho:

(2) “Hija mía bendita, terminará tu maravilla si viendo bien en este mar de mi Querer ves dónde, quién, cómo y cuándo fue creada cada criatura.

¿Dónde?  En el seno eterno de Dios.  ¿Quién?  Dios mismo le daba origen. ¿Cómo?  El Ente Supremo, Él mismo formaba la serie de sus pensamientos, el número de sus palabras, el orden de sus obras, el movimiento de sus pasos y el continuo palpitar de su corazón, así que Dios le daba tal belleza, orden y armonía de poderse encontrar Él mismo en la criatura, con tal plenitud que ella no encontraría lugar para poner algo de lo suyo, que no le hubiera sido puesto por Dios, Nosotros al verla quedábamos raptados al ver que en el pequeño cerco humano, nuestra potencia había encerrado nuestro obrar divino, y en nuestro énfasis de amor le decíamos:  ‘Cuán bella eres, tú eres obra nuestra, tú serás nuestra gloria, el desahogo de nuestro amor, el reflejo de nuestra sabiduría, el eco de nuestra potencia, la portadora de nuestro eterno amor’.  Y la amábamos con amor eterno, sin principio y sin fin;

¿y cuándo fue formada esta criatura en Nosotros?  Ab eterno, por eso ella no existía en el tiempo, pero en la eternidad ha existido siempre, tenía su puesto en Nosotros, su vida palpitante, el amor de su Creador. Así que la criatura ha sido siempre para Nosotros nuestro ideal, el pequeño espacio dónde desarrollar nuestra obra creadora, el apoyo de nuestra Vida, el desahogo de nuestro eterno amor. He aquí el por qué tantas cosas humanas no se comprenden, no se saben explicar, porque está lo obrado de lo incomprensible divino, están nuestros misteriosos arcanos celestiales, nuestras fibras divinas, por lo cual sólo Nosotros sabemos los misteriosos secretos, las teclas que debemos tocar cuando queremos hacer cosas nuevas e insólitas en la criatura, y como no conocen nuestros secretos ni pueden comprender nuestros modos incomprensibles que habíamos puesto en la naturaleza humana, llegan a juzgar a su modo, y no saben comprender lo que Nosotros estamos obrando en la criatura, mientras está obligado a inclinar la frente a lo que él no comprende.

(3) Ahora, quien no hace nuestra Voluntad pone en desorden todos nuestros actos, ordenados ab eterno en la criatura, por eso se desfigura y forma el vacío de nuestros actos divinos formados y ordenados por Nosotros en la humana criatura.  Nosotros nos amábamos a Nosotros mismos en ella, la serie de nuestros actos formados por nuestro puro amor, y poniéndola fuera en el tiempo, la queríamos como concurrente en lo que Nosotros habíamos hecho, pero para que la criatura tuviera esta habilidad se requería nuestra Voluntad, que dándole su virtud divina la hacía hacer en el tiempo lo que habíamos hecho Nosotros sin ella en la eternidad, no era ninguna maravilla si el Ser Divino la había formado en la eternidad, el mismo Querer Divino confirmaba y repetía en el tiempo, es decir, continuaba su obra creadora en la criatura.  Pero sin mi Voluntad Divina, ¿cómo puede elevarse, conformarse, unificarse, semejarse a aquellos mismos actos que Nosotros con tanto amor habíamos formado y ordenado en ella?  Por eso la voluntad humana no hace otra cosa que trastornar nuestras obras más bellas, romper nuestro amor, vaciar nuestras obras, las cuales permanecen en Nosotros, porque Nosotros nada perdemos de lo que habíamos hecho, todo el mal queda para la pobre criatura, porque siente el abismo del vacío divino, sus obras son sin fuerza y sin luz, sus pasos son vacilantes, su mente confusa.  Así que, ella queda sin mi Voluntad, como un alimento sin sustancia, como un cuerpo paralizado, como un terreno sin cultivar, como un árbol sin fruto, como una flor que manda feo olor.  ¡Oh! si nuestra Divinidad estuviera sujeta a las lágrimas, lloraríamos amargamente a aquélla que no se hace dominar por nuestra Voluntad”.

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14-73

Noviembre 11, 1922

Jesús dio vida en la Divina Voluntad a los actos de todas las

criaturas; en esta obra asoció a su Madre Santísima, y ahora

llama al alma para repetirlo.

(1) Mi siempre amable Jesús al venir me ha atraído a Él, dentro de una luz inmensa y me ha dicho:

(2) “Pequeña hija de mi Querer, esta luz inmensa que ves es mi Suprema Voluntad, de la cual nada escapa.  Tú debes saber que al crear el cielo, el sol, las estrellas, etc., a todo le fijé sus límites, su lugar, su número, no pueden crecer ni decrecer, todas las cosas las tengo como en un puñoAsí al crear al hombre, al mismo tiempo creé todas las inteligencias y cada uno de los pensamientos, todas las palabras, las obras, los pasos y todo lo demás del hombre, desde el primero hasta el último que deberá existir, y esto era connatural en Mí, mucho más que Yo mismo debía ser actor y espectador hasta de un pensamiento, y si el hombre no lo podía hacer sin Mí, ¿cómo no debía Yo saberlo y conocer hasta el número?  Así que en mi Voluntad nada todo el obrar de las criaturas, como los peces nadan dentro de un vasto mar.  Pero habiendo creado al hombre no esclavo sino libre, porque no era decoroso para Mí, ni obra digna salida de mis manos, si hiciera salir a este hombre atado, sin libertad, ni podría decir hagámoslo a nuestra imagen y semejanza si no lo hacía libre, quería dotarlo con la libertad.  Yo era libre, libre también él, pues no hay cosa que más torture a una persona que dar un amor forzado, y causa desconfianza, sospechas, temores y casi asco en quien lo recibe.  Ve dónde tiene origen cada acto de criatura, aun un pensamiento, en la santidad de mi Voluntad, con esta diferencia, que si el hombre quiere, ese pensamiento, palabra, etc., puede hacerlo bien o mal, santo o perverso. Ahora, mi Voluntad tuvo un dolor al ver en tantos cambiados sus actos, de los cuales era actora, en actos mortales para Mí y para ellos, por eso quise que mi Voluntad haciéndose doblemente actora de cada acto, extendiera sobre todos otro acto divino, que debía corresponderme según la santidad de mi Voluntad con otros tantos actos divinos, pero se necesitaba alguien para hacer esto, y he aquí a mi Humanidad santa, libre también Ella, que no queriendo otra vida que la sola Voluntad Divina, nadando en este mar inmenso iba duplicando cada pensamiento, palabra y obra de criatura, y extendía sobre todo un acto de Voluntad Divina, y esto daba satisfacción y glorificaba al Padre Divino, de modo que Él pudo mirar al hombre y abrirle las puertas del Cielo, y Yo anudaba con más fuerza a la voluntad humana, dejándola siempre libre de no separarse de la Voluntad de su Creador, causa por la que se había precipitado en tantas desgracias.  No estuve contento sólo con esto, sino que quise que mi Mamá, también santa, me siguiera en el mar inmenso del Querer Supremo y junto Conmigo duplicara todos los actos humanos, poniendo en ellos el doble sello, después del mío, de los actos hechos en mi Voluntad sobre todos los actos de las criaturas. Cómo me era dulce la compañía de mi inseparable Mamá en mi Voluntad; la compañía en el obrar hace surgir la felicidad, la complacencia, el amor de ternura, la competencia, el acuerdo, el heroísmo; en cambio el aislamiento produce lo contrario.  Entonces, conforme obraba junto con mi amada Mamá, así surgían mares de felicidad, de complacencia de ambas partes, mares de amor que haciendo competencia, uno se arrojaba en el otro, y producían gran heroísmo.  Y no para Nosotros solos surgían estos mares, sino también para quien nos habría hecho compañía en nuestra Voluntad; es más, podría decir que estos mares se convertían en tantas voces que llamaban al hombre a vivir en nuestro Querer, para restituirle la felicidad, su naturaleza primera, y todos los bienes que había perdido con sustraerse de nuestra VoluntadAhora vengo a ti, después de mi Madre Celestial te llamé a ti para hacer que todos los actos humanos tengan el primer sello hecho por Mí, el segundo hecho por mi Mamá, y el tercero por una criatura de la estirpe común, mi eterno amor no estaría contento si no hubiera elevado a una de la estirpe común, la cual debía abrir las puertas a quien se dispusiera a entrar por ellas para vivir en nuestro Querer; he aquí el por qué de mis tantas manifestaciones, los tantos valores y efectos que te he hecho conocer de mi Voluntad, estos serán imanes potentes para atraerte a ti, y después a los demás a vivir en Ella; pero

Aqui vemos que el acto está dividido en 2:

1.- El movimiento (acto) en sí mismo, o sea, la energía para hacer cualquier acto. Es aquí donde actúa la Div. Vol., haciendo las maravillas que sabe hacer.

2.- Ahora, ya con ese movimiento, energía o acto con la acción de la Div. Vol. en él, lo que haga la criatura es indiferente.

12-30

Diciembre 28, 1917

(1) Continuando mi habitual estado y estando un poco sufriente pensaba entre mí:  “Cómo será que no me es dado poder encontrar reposo ni de noche ni de día; más bien, por cuanto más débil y sufriente, tanto más mi mente está despierta e imposibilitada para tomar reposo”.

En ocasiones Luisa pensaba:

Jesús me dice que sus designios sobre mí son grandes, que la obra que realiza en mí es tan importante que no quiere confiarla ni siquiera  a los ángeles, sino que Él mismo quiere ser el custodio, el actor y el espectador, pero, ¿qué cosa hago de grande?  Nada, mi vida externa es tan ordinaria que hago menos que los demás”

Y mi dulce Jesús me ha dicho:

(2) “Hija mía, tú no sabes la razón, pero Yo la sé y ahora te la digo a ti. Mi Humanidad no tuvo reposo, y en mi mismo sueño no tuve tregua, sino que intensamente trabajaba, y esto porque debiendo dar vida a todos y a todo, y rehacer en Mí todo, me convenía trabajar sin interrumpir un instante, y quien debe dar vida debe ser un continuo movimiento y un acto jamás interrumpido, así que Yo estaba en continuo acto de hacer salir de Mí vidas de criaturas y de recibirlas.  Si Yo hubiera querido reposar, ¿cuántas vidas no hubieran salido, cuántas no teniendo mi acto continuo no se hubieran desarrollado y hubieran quedado marchitas, cuántas no hubieran entrado en Mí faltándoles el acto de vida de quien es el único que puede dar vida?  Ahora hija mía, queriéndote junto Conmigo en mi Querer, quiero tu acto continuo, así que tu mente despierta es acto, el murmullo de tu oración es acto, los movimientos de tus manos, los latidos de tu corazón, el mover de tu mirada, son actos, serán pequeños, pero qué me importa, con tal que esté el movimiento, el germen Yo los uno a los míos y los hago grandes, y les doy virtud de producir vidas Tampoco mis actos fueron todos aparentemente grandes, especialmente cuando Yo, pequeño, gemía, chupaba la leche de mi Mamá, me entretenía en besarla, acariciarla, entrelazar mis manitas a las suyas; más grande cortaba flores, tomaba el agua y otras cosas, éstos eran todos actos pequeños, pero estaban unidos en mi Querer, en mi Divinidad, y esto bastaba; y entonces se volvían tan grandes de poder crear millones y miles de millones de vidas.  Así que mientras gemía, de mis gemidos salían vidas de criaturas; mamaba, besaba, acariciaba, pero eran vidas que salían; en mis dedos entrelazados con las manos de mi Mamá corrían las almas, y mientras cortaba las flores y tomaba el agua, eran almas que salían del latido de mi increado corazón, y entraban;

Luisa no se convencía

Se ve que sin tu Jesús no sabes pensar, ni decir otra cosa que disparates, tampoco mi querida Mamá hacía nada de extraordinario en su vida exterior, es más, aparentemente hizo menos que cualquier otro, Ella se abajaba a las acciones más ordinarias de la vida, hilaba, cosía, barría, encendía el fuego, ¿quién habría pensado que Ella era la Madre de Dios?  Sus acciones externas nada hacían entreverlo, y cuando me llevó en su seno, conteniendo en Ella al Verbo Eterno, cada movimiento suyo, cada acción humana de Ella obtenía adoración de todo lo creado, de Ella salía la vida y la conservación de todas las criaturas, el sol dependía de Ella y de Ella esperaba la conservación de su luz y de su calor, la tierra el desarrollo de la vida de las plantas, todo giraba en torno a Ella, Cielos y tierra estaban pendientes de sus indicaciones, sin embargo ¿quién veía algo? Nadie.  Toda su grandeza, potencia y santidad, los mares inmensos de bienes que de Ella salían era de su interior; cada latido suyo, respiro, pensamiento, palabra, eran un desahogo en su Creador.  Entre Ella y Dios había continuas corrientes que recibía y daba, nada salía de Ella que no hiriese a su Creador y en lo que no quedase herida por Él. Estas corrientes la engrandecían, la elevaban, la hacían superar todo, pero nadie veía nada, sólo Yo, su Dios e Hijo estaba al corriente de todo; entre Yo y mi Mamá corría tal corriente, que su latido corría en el mío y el mío corría en el suyo, así que Ella vivía de mi latido eterno y Yo de su latido materno, por eso, nuestras vidas se confundían juntas, y era precisamente esto lo que ante Mí la hacía distinguirse como mi Madre.  Las acciones externas no me satisfacen, ni me agradan, si no parten de un interior del que Yo formo la vida.

(3) Entonces, ¿por qué te maravillas de que tu vida externa sea del todo ordinaria?  Es mi costumbre cubrir con las cosas más ordinarias mis obras más grandes, a fin de que nadie me las señale, y Yo quedo más libre para obrar, y cuando he realizado todo, entonces doy la sorpresa y las manifiesto a todos, haciendo maravillarse a todos.  Es cierto que la obra que hago en ti es grande, ¿te parece poco que haga correr todos tus actos en la corriente de mi Querer, y la corriente de mi Querer corra en los tuyos, y mientras estas corrientes corren, forman un solo acto con todos los actos de las criaturas, haciendo correr sobre todos un Querer Divino, haciéndose actor de cada acto de cada uno, sustituyendo por todos un acto divino, un amor, una reparación, una gloria divina y eterna?  ¿Y te parece poco que la corriente de una voluntad humana esté en continua relación con una Voluntad Divina, y que una desemboque en la otra?  Hija mía, lo que te recomiendo es que seas atenta y me sigas fielmente”.

mi movimiento fue continuo, he aquí la razón de tu vigilia.  Cuando veo tu movimiento, tus actos en mi Querer, que ahora se ponen a mi lado, ahora me corren en mis manos, ahora en mi voz, en mi mente, en mi corazón, Yo los hago movimiento de todos y a cada uno doy vida en mi Querer, dándoles la virtud de mis actos, y los hago correr para salvación y para bien de todos”.

Vivir en la DivVol no es cambio de acción sino de intención

Ve entonces cómo es fácil el vivir en nuestro Querer, la criatura no debe hacer cosas nuevas, sino lo que hace, esto es, desarrollar su vida como se la hemos dado en nuestra Voluntad”.

Distracción

(4) Y yo:  “Amor mío, en estos días han sido tantas las circunstancias, que me sentía distraída”.

(5) Y Él:  “Por eso sé atenta, porque cuando lo que haces no corre en mi Querer, sucede como si el sol detuviese su curso, y cuando estás distraída formas las nubes delante del sol, y tú quedas oscurecida; pero cuando las distracciones son involuntarias, basta un acto fuerte y decidido de tu voluntad de correr en mi Querer, para hacer poner en camino al sol, y como un rápido vientecillo poner en fuga las nubes, para hacer resplandecer más bello el Sol de mi Querer”.

Quiere aun nuestros actos naturales

14-13

Marzo 16, 1922

(1) Continuando mi habitual estado, estaba pensando entre mí:  “Me siento la más mala de todos, sin embargo mi dulce Jesús me dice que sus designios sobre mí son grandes, que la obra que realiza en mí es tan importante que no quiere confiarla ni siquiera  a los ángeles, sino que Él mismo quiere ser el custodio, el actor y el espectador, pero, ¿qué cosa hago de grande?  Nada, mi vida externa es tan ordinaria que hago menos que los demás”.  Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús, interrumpiendo mi pensamiento me ha dicho:

(2) “Hija mía, se ve que sin tu Jesús no sabes pensar, ni decir otra cosa que disparates, tampoco mi querida Mamá hacía nada de extraordinario en su vida exterior, es más, aparentemente hizo menos que cualquier otro, Ella se abajaba a las acciones más ordinarias de la vida, hilaba, cosía, barría, encendía el fuego, ¿quién habría pensado que Ella era la Madre de Dios?  Sus acciones externas nada hacían entreverlo, y cuando me llevó en su seno, conteniendo en Ella al Verbo Eterno, cada movimiento suyo, cada acción humana de Ella obtenía adoración de todo lo creado, de Ella salía la vida y la conservación de todas las criaturas, el sol dependía de Ella y de Ella esperaba la conservación de su luz y de su calor, la tierra el desarrollo de la vida de las plantas, todo giraba en torno a Ella, Cielos y tierra estaban pendientes de sus indicaciones, sin embargo ¿quién veía algo? Nadie.  Toda su grandeza, potencia y santidad, los mares inmensos de bienes que de Ella salían era de su interior; cada latido suyo, respiro, pensamiento, palabra, eran un desahogo en su Creador.  Entre Ella y Dios había continuas corrientes que recibía y daba, nada salía de Ella que no hiriese a su Creador y en lo que no quedase herida por Él. Estas corrientes la engrandecían, la elevaban, la hacían superar todo, pero nadie veía nada, sólo Yo, su Dios e Hijo estaba al corriente de todo; entre Yo y mi Mamá corría tal corriente, que su latido corría en el mío y el mío corría en el suyo, así que Ella vivía de mi latido eterno y Yo de su latido materno, por eso, nuestras vidas se confundían juntas, y era precisamente esto lo que ante Mí la hacía distinguirse como mi Madre.  Las acciones externas no me satisfacen, ni me agradan, si no parten de un interior del que Yo formo la vida.

(3) Entonces, ¿por qué te maravillas de que tu vida externa sea del todo ordinaria?  Es mi costumbre cubrir con las cosas más ordinarias mis obras más grandes, a fin de que nadie me las señale, y Yo quedo más libre para obrar, y cuando he realizado todo, entonces doy la sorpresa y las manifiesto a todos, haciendo maravillarse a todos.  Es cierto que la obra que hago en ti es grande, ¿te parece poco que haga correr todos tus actos en la corriente de mi Querer, y la corriente de mi Querer corra en los tuyos, y mientras estas corrientes corren, forman un solo acto con todos los actos de las criaturas, haciendo correr sobre todos un Querer Divino, haciéndose actor de cada acto de cada uno, sustituyendo por todos un acto divino, un amor, una reparación, una gloria divina y eterna?  ¿Y te parece poco que la corriente de una voluntad humana esté en continua relación con una Voluntad Divina, y que una desemboque en la otra?  Hija mía, lo que te recomiendo es que seas atenta y me sigas fielmente”.

(4) Y yo:  “Amor mío, en estos días han sido tantas las circunstancias, que me sentía distraída”.

(5) Y Él:  “Por eso sé atenta, porque cuando lo que haces no corre en mi Querer, sucede como si el sol detuviese su curso, y cuando estás distraída formas las nubes delante del sol, y tú quedas oscurecida; pero cuando las distracciones son involuntarias, basta un acto fuerte y decidido de tu voluntad de correr en mi Querer, para hacer poner en camino al sol, y como un rápido vientecillo poner en fuga las nubes, para hacer resplandecer más bello el Sol de mi Querer”.

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36-9

Mayo 17, 1938

(1) Continuando mi vuelo en el Querer Divino, siento que me inviste por dentro y por fuera, y quiere tomar su puesto real en mis más pequeños actos, aun en los naturales, y tal vez sobre mis mismas naderías, y si esto no hiciera, no puede decir que la plenitud de su Voluntad reina en la criatura. Después, mi amado Jesús repitiendo su breve visita, todo bondad me ha dicho:

(2) “Hija mía, todo salió de Nosotros y fue modelado por nuestras manos creadoras, el alma y el cuerpo, por eso todo debe ser nuestro, lo uno y lo otro; es más, hicimos del cuerpo un órgano, y cada acto que debía hacer, hecho para cumplir la Divina Voluntad, debía formar una tecla, la cual debía encerrar muchas notas y conciertos de música, distintos entre ellos, y el alma debía ser la que con la unión del cuerpo debía formar la voz, el canto, y tocando estas teclas debía formar las músicas más bellas.  Ahora, un órgano sin quien lo toque parece un cuerpo muerto, no divierte ni atrae a ninguno; y quien entiende de música, si no tiene el instrumento para tocar, no puede ejercitar su arte de músico, así que se necesita quien hable, quien se mueva, quien tenga vida para formar las bellas músicas, pero se necesita también el instrumento que contiene las teclas, las notas y todo lo demás; son necesarios el uno y el otro.  Así es el alma y el cuerpo, hay tal armonía, orden, unión entre ellos, que el uno no puede hacer nada sin el otro; por eso estoy atento, te vigilo tus pasos, tus palabras, el mover de tus pupilas, tus más pequeños actos, a fin de que mi Voluntad tenga su Vida, su puesto en ellos. Nosotros no reparamos si el acto es natural o espiritual, si es grande o pequeño, sino que estamos atentos para ver si todo es nuestro, si nuestro Querer ha hecho surgir su sol de luz, de santidad, de belleza, de amor, y nos servimos aun de los pequeños actos de esta criatura para formar nuestros portentos más prodigiosos, los cuales forman las escenas más bellas para tenernos divertidos.  ¿No fue sobre la nada que formamos las maravillas, el encanto de toda la Creación?  Y en la creación del hombre, ¿no fue sobre la nada que formamos tantas armonías, hasta nuestra misma imagen que nos semeja?  Hija mía, si la criatura debiera darnos únicamente lo que es espiritual, poco podría darnos, en cambio, con darnos aun sus pequeños actos naturales, puede darnos siempre, y estamos en continuas relaciones, la unión entre ella y Nosotros no se rompe jamás.  Mucho más, que las cosas pequeñas están siempre entre las manos, al alcance de los pequeños y de los grandes, de los ignorantes y de los sabios; el respirar, el moverse, el atenderse a sí mismo en las cosas personales, es de todos y no cesan jamás, y si esto es hecho para amarme, para formar la Vida de la Divina Voluntad en ellos, es nuestro triunfo, nuestra victoria y la finalidad para la cual los hemos creado.  Ve entonces cómo es fácil el vivir en nuestro Querer, la criatura no debe hacer cosas nuevas, sino lo que hace, esto es, desarrollar su vida como se la hemos dado en nuestra Voluntad”.

(3) Después de esto mi dulce Jesús continuó diciéndome:

(4) “Hija mía, así como el sol siembra cada día luz, calor, dulzura, perfumes, colores, fecundidad, diversidad de gustos, y con esto embellece toda la tierra, y sólo con tocar con su luz y calor fecunda las plantas, madura y endulza los frutos, da la variedad de los colores y perfumes a las flores, tanto que forma el dulce encanto a las generaciones humanas, así quien vive en mi Voluntad, superando Ella en modo insuperable la siembra que hace el sol, siembra sobre de quien vive en Ella, luz, amor, variedad de bellezas, santidad, dando a cada una de estas semillas la fecundidad divina, y ¡oh! cómo es bello ver a esta criatura embellecida, fecundada por nuestra siembra divina, cómo queda hermosa, tanto, de formar el encanto a nuestras pupilas divinas.  Ahora hija mía, así como la tierra, las flores, las plantas, para recibir la siembra del sol deben someterse a recibir el contacto de su luz y de su calor, de otra manera el sol quedaría en lo alto sin poder hacer su siembra a la tierra, la cual quedaría estéril, sin fecundidad y sin belleza, porque para dar y recibir un bien se necesita la unión, el acuerdo de ambas partes, sin el cual el uno no puede dar y el otro no puede recibir, así el alma, para recibir la siembra de mi Voluntad debe vivir en Ella, debe estar siempre unida, con sumo acuerdo, debe dejarse modelar para recibir de Ella la nueva Vida que quiere dar, de otra manera mi Voluntad hace como el sol, no siembra y la criatura queda estéril, sin belleza, bajo las tinieblas de su voluntad humana.  He aquí por qué quiero al alma viviendo en mi Querer, no sólo para sembrar, sino para hacer que mi siembra no se pierda, haciéndome Yo mismo el cultivador para poder producir las más variadas bellezas”.

(5) Después ha agregado con un amor más tierno:

(6) “Hija mía buena, mi amor siempre quiere vincularse más con la criatura, y por cuantas más verdades manifiesta sobre mi Voluntad, tantos más vínculos de unión pongo entre Dios y ella, y conforme manifiesta las verdades, así prepara el esponsalicio entre Dios y el alma, y por cuanto más manifiesta, con tanta más ostentación y suntuosidad será hecho el esponsal. ¿Quieres saber algo más?  Mis verdades servirán como dote para poderse unir con Dios, lo estas verdades harán conocer quien es Aquél que se abaja, y que solamente es su amor lo que lo induce a vincularse con atadura de esponsalicio con la criatura.  Mis verdades tocan y retocan a la criatura, la modelan, le forman la nueva vida, le restituyen y embellecen nuestra imagen y semejanza como cuando fue creada por Nosotros, le imprimen su beso de unión inseparable.  Una verdad nuestra puede formar un mar de prodigios y de creaciones divinas en quien tiene el bien de escucharla, esta verdad puede cambiar un mundo entero de perverso, en bueno y santo, porque es una Vida nuestra que viene expuesta para bien de todos, y un nuevo sol que hacemos surgir en las inteligencias creadas, el cual por caminos de luz y de calor se hará conocer para transformar en luz y calor a quien tiene el bien de escucharla.  Por eso, ocultar una verdad que Nosotros con tanto amor hacemos salir fuera de nuestro seno paterno es el más grande delito, y priva a las generaciones humanas del bien más grande.  Además de esto, quien vive en nuestro Querer, esposándose con Nosotros, forma la fiesta a todos los santos, todos toman parte en las nupcias divinas, y en virtud de esta criatura tienen una fiesta toda propia en el Cielo y otra en la tierra.  Cada acto que hace la criatura que vive en nuestro Querer, es una fiesta y un banquete que ofrece a las regiones celestiales, y los santos le corresponden con nuevos dones e imploran a Dios que le manifieste otras verdades para ensanchar siempre más los confines de la dote que Dios le ha dado”.

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35-26

Enero 2, 1938

(1) Continúo mi vuelo en el Querer Divino, y pensaba entre mí:  “El vivir en el Querer Divino da en lo increíble, pero, ¿cómo se puede vivir en Él?  Son tantas las miserias, las debilidades que se sienten, los encuentros, las circunstancias de la vida; y por cuanto se sienten, parece que el Querer Divino con su luz quiere investir todo y con su amor quemar todo, para hacer que entre la criatura y Él nada exista que no sea amor y Voluntad suya”.  Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús que está atento para ver si hay alguna cosa en mí que no sea Voluntad suya, me ha dicho:

(2) “Hija mía buena, es tanto mi celo por quien vive en mi Voluntad, que no tolero ni un pensamiento, ni una debilidad u otra cosa que no tenga vida en Ella.  Ahora, tú debes saber que para pasar a vivir en mi Voluntad, se necesita decisión por parte de Dios, y decisión firme por parte de la criatura de vivir en Ella.  Esta decisión viene animada por una vida nueva, por una fuerza divina, para volverla inexpugnable a todos los males y circunstancias de la vida; esta decisión no sufre cambios, porque cuando Nosotros decidimos no nos ponemos a decidir con niños que hacen juego de sus decisiones, sino con quien sabemos que debe resistir, por eso ponemos de lo nuestro, a fin de que no venga a menos. Puede ser que sienta las miserias, los males, las debilidades, pero esto no dice nada, porque delante a la potencia y santidad de mi Querer, estos mueren, sienten la pena de la muerte y huyen; mucho más que estas miserias no son parto de la voluntad humana, porque ella está abismada en mi Querer, por eso no puede querer sino lo que quiero Yo, y muchas veces mi Querer se sirve de estas miserias para hacer de ellas las más bellas conquistas, y extender sobre de ellas su Vida, formar su reino, extender su dominio, y convertir las debilidades en victorias y triunfos, porque para quien vive en mi Querer todo debe servirle como el más bello amor que la criatura da a Aquél que forma su vida, casi como sirven las piedras, los ladrillos, el cascajo a quien quiere hacerse una bella habitación.

(3)Ahora, tú debes saber que antes de entrar a vivir en nuestro Querer, purificamos todo, cubrimos y escondemos todo en nuestro amor, de modo que no debemos ver en ella más que amor. Cuando nuestro amor todo lo ha escondido, aun las miserias, entonces toma lugar en nuestro Querer; es más, cada vez que hace sus actos, primero es purificada y después la inviste, y en ella hace lo que quiere.  Hija mía, en mi Voluntad no hay ni juicios ni jueces, porque es tal y tanta la santidad, el orden, la pureza, la utilidad de nuestros modos, que deben inclinar la frente y adorar lo que hacemos; por eso no pierdas la paz, ni te ocupes de las miserias y circunstancias, sino déjalas en poder de mi Voluntad a fin de que de ellas haga sus portentos de amor”.

(4)Después ha agregado:  “Hija mía, todo lo que la criatura hace en mi Divina Voluntad, primero viene formado en el Cielo, en el día eterno que no conoce noche; toda la corte celestial está al día de que una criatura de la tierra se ha refugiado en su patria celestial, que ya es suya, ¿pero para hacer qué?  Para entrar en el centro del Fiat y llamar su potencia, a su virtud creadora, para darle la ocasión de hacerlas obrar en su acto. ¡Oh! con cuánto amor es recibida no sólo por el Querer Divino, sino también por la Trinidad Sacrosanta, se ponen de acuerdo, embalsaman el acto y ponen su aliento dentro con su potencia creadora, y forman tales maravillas de aquel acto, que todo el Cielo siente tal alegría y felicidad, que hacen resonar las regiones celestiales con sus voces armoniosas:  ‘Gracias, gracias porque nos habéis dado el gran honor de ser espectadores de vuestra Voluntad obrante en el acto de la criatura’.  Así que el Cielo viene inundado de nuevas alegrías y nuevos contentos, de manera que todos quedan ligados, agradecidos, y todos la llaman nuestra bienvenida. Esta más que celestial criatura se siente amada por Dios con doble amor, se siente inundada por nuevos mares de gracias, y así como ha subido al Cielo haciéndose portadora de sus actos, haciendo formar en ellos las maravillas de Dios, así desciende nuevamente haciéndose portadora de lo que Dios ha obrado en su acto, con eso inunda la tierra, inviste toda la Creación, a fin de que todos puedan recibir la gloria, la alegría de las maravillas que el Fiat Divino ha obrado en el acto de la criatura.  No existe homenaje, amor, gloria más grande que nos pueda dar la criatura, que hacernos hacer lo que queremos en sus actos. Podemos hacer las maravillas más grandes sin que ninguno nos preste nada y sin que ni siquiera nos lo digan, como hicimos en la Creación, en ella nadie nos dijo nada, no obstante, ¿cuántas maravillas no creamos?  Pero en ese entonces no había ninguno, ni quién nos pudiera prestar ni siquiera un suspiro como pretexto a nuestro amor y refugio dónde apoyar nuestras maravillas creadoras; pero ahora están los que nos lo pueden decir y darnos la multiplicidad de sus pequeños actos, aun los naturales, porque también la naturaleza es nuestra y todo puede servirnos para formar en ella las más grandes maravillas. Nuestro amor siente más gusto, nuestra potencia queda más exaltada al hacer nuestras maravillas más grandes en el pequeño cerco del acto de la criatura, que fuera de él, y además, estos son los acostumbrados pretextos de nuestro amor, que para dar va buscando la ocasión de poder decir:  Me ha dado, le he dado, es verdad que es pequeño, pero nada se ha retenido para sí, así que es justo que Yo deba darle todo, incluso a Mí mismo”.

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36-16

Junio 26, 1938

(2) “Hija mía bendita, la voluntad humana junto con la mía, también ella sabe hacer prodigios, en cambio sin la mía es una pobre lisiada que no puede ayudarse ni siquiera por sí misma.  Sin mi Voluntad queda como un discípulo sin el maestro, pobrecito, sin el maestro quedará siempre ignorante, sin ciencia, sin arte, incapaz de ganarse un pedazo de pan para vivir; sin mi Voluntad será como una persona que tiene las piernas sin pies, los brazos sin manos, los ojos sin pupilas, la cabeza sin razón, la boca sin lengua, ¡pobre criatura, en qué abismo de miserias se encuentra!  Se diría que sería mejor que jamás hubiese nacido.  Así que la cosa que debería dar más terror y espanto es el no vivir unida con mi Voluntad, todas las desventuras le llueven encima, en cambio unida con mi Voluntad, dentro de ella tendrá al maestro a su disposición que le enseñará ciencias más altas y difíciles, las artes más bellas, tanto, de ser un portento de ciencia en la tierra y en el Cielo.  La voluntad humana unida con la mía tendrá piernas humanas y pies divinos, que la harán correr en el camino del bien sin cansarse jamás.  Tendrá brazos humanos con manos y movimiento divino, que tendrán virtud de hacer las obras más grandes, que la semejarán a su Creador, y con nuestro movimiento divino abrazará al Eterno, nos tendrá siempre cortejados y estrechados a su corazón.  Unida con nuestra Voluntad tendrá la boca humana, pero la palabra, la voz, serán divinas, y ¡oh! cómo hablaremos bien de nuestro Ser Supremo, en suma, tendrá nuestra pupila, por lo cual, mirando todas las cosas creadas reconocerá en ellas nuestra Vida, nuestro amor y cómo debe amarnos.  Unida con nuestra Voluntad tendrá la razón divina, sentirá una especie de ciencia infusa, la cual formará el hombre ordenado, todo en orden a su Creador, todo se convertirá en bien, más bien no hay bien que no poseerá si vive en nuestra Voluntad.  Ella es la causa de la ruina de todos los males, de todas las desventuras, y llama a vida todos los bienes, porque de ellos posee la fuente de donde salen.  Además de esto, para quien viva en nuestro Querer, cada movimiento, respiro, latido, todo lo que pueda hacer, son continuas conquistas que hace, y conquistas divinas, puedo decir que viviendo en mi Querer respira con mi respiro, se mueve con mi movimiento, late con mi latido eterno, así que adquiere el acto conquistante en todos sus actos, y esto le viene dado con justicia y con amor exuberante, porque con el vivir en nuestro Querer, no dando más vida a su querer, por derecho debía estar en las regiones celestiales para hacerse feliz y gozarse nuestra Voluntad felicitante.  Ahora, para vivir de nuestra Voluntad en la tierra, la pobre hija se priva de las alegrías del Cielo, y esto es el acto más heroico, el amor más intenso, por lo cual todo el Cielo, nuestra Divinidad, la Soberana del Cielo, todos quedamos heridos y admiramos el heroísmo de esta criatura, y ¡oh, cómo todos la amamos!  Y nuestro amor que no se deja jamás vencer por ninguno, cede en cada respiro suyo, a cada pequeño movimiento, si piensa, si mira, si habla, el acto conquistante y divino; las conquistas son innumerables, sentimos que no es la criatura la que respira, la que se mueve, sino Nosotros, y le damos el valor que contiene nuestro respiro y movimiento, que contiene todos los valores posibles e imaginables.  Así que es la conquistadora de nuestra Vida y de nuestros actos.  Esta feliz criatura, con su acto conquistante se vuelve nuestro desahogo de amor continuo, nuestra misma felicidad, nuestro reposo, y sus conquistas son firmas continuas sobre nuestro decreto de la venida del reino de nuestro Querer sobre la tierra, estas conquistas abrevian el tiempo, mucho más que nuestra Vida obrante no es más extraña sobre la tierra, sino que ya existe y ha formado su reino en esta afortunada criatura.  Por lo tanto sé atenta, no te detengas jamás, y Yo tendré cuenta de todo, aún del respiro, para amarte de más y para hacerte hacer tantas conquistas, una más bella que la otra”.

(3) Después ha agregado:  “Hija mía, en cuanto la criatura me hace don de su voluntad para vivir en la mía, le hago don de la mía, ¿pero sabes tú qué hace mi Voluntad antes de donarse?  Se vierte sobre el acto de ella, lo embellece, forma en él su día, lo santifica, pone en él sus alegrías divinas, y después se encierra Ella misma en el acto de la criatura.  Conforme mi Fiat obra en este acto, todas las cosas creadas reciben nueva vida, nueva creación, se sienten renovadas en la belleza, en el amor, en la alegría de su Creador; y en cuanto completa su acto divino, el acto queda de la criatura, y todos quedan a la expectativa para ver qué cosa hace la criatura de este acto, porque es un acto que encierra todo, y todos se sienten encerrados en aquel acto; ¿y la feliz criatura qué hace?  Se lo goza, lo besa, lo abraza, y sabiendo que un acto tan grande no puede quedar para sí sola, en su énfasis de amor, de la alegría, dice:  ‘Voluntad adorable, Voluntad Divina me has dado, y Voluntad Divina te doy para darte la correspondencia, el agradecimiento, la gloria, la alegría, el amor que me has dado, soy incapaz de poderlo contener, por eso este acto corre a todos, santifica, embellece, felicita, da amor a todos’.  Éste es el acto más bello que puede darme la criatura, ninguno puede igualar este acto, esto es, dar mi Voluntad, para recibirla y darla de nuevo”.

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Todos nuestros actos fueron: Primero creados.

Segundo, re-hechos por Jesús

Tercero, re-hechos por María

Cuarto, re-hechos por Luisa

14-73

Noviembre 11, 1922

Jesús dio vida en la Divina Voluntad a los actos de todas las

criaturas; en esta obra asoció a su Madre Santísima, y ahora

llama al alma para repetirlo.

(1) Mi siempre amable Jesús al venir me ha atraído a Él, dentro de una luz inmensa y me ha dicho:

(2) “Pequeña hija de mi Querer, esta luz inmensa que ves es mi Suprema Voluntad, de la cual nada escapa.  Tú debes saber que al crear el cielo, el sol, las estrellas, etc., a todo le fijé sus límites, su lugar, su número, no pueden crecer ni decrecer, todas las cosas las tengo como en un puñoAsí al crear al hombre, al mismo tiempo creé todas las inteligencias y cada uno de los pensamientos, todas las palabras, las obras, los pasos y todo lo demás del hombre, desde el primero hasta el último que deberá existir, y esto era connatural en Mí, mucho más que Yo mismo debía ser actor y espectador hasta de un pensamiento, y si el hombre no lo podía hacer sin Mí, ¿cómo no debía Yo saberlo y conocer hasta el número?  Así que en mi Voluntad nada todo el obrar de las criaturas, como los peces nadan dentro de un vasto mar.  Pero habiendo creado al hombre no esclavo sino libre, porque no era decoroso para Mí, ni obra digna salida de mis manos, si hiciera salir a este hombre atado, sin libertad, ni podría decir hagámoslo a nuestra imagen y semejanza si no lo hacía libre, quería dotarlo con la libertad.  Yo era libre, libre también él, pues no hay cosa que más torture a una persona que dar un amor forzado, y causa desconfianza, sospechas, temores y casi asco en quien lo recibe.  Ve dónde tiene origen cada acto de criatura, aun un pensamiento, en la santidad de mi Voluntad, con esta diferencia, que si el hombre quiere, ese pensamiento, palabra, etc., puede hacerlo bien o mal, santo o perverso. Ahora, mi Voluntad tuvo un dolor al ver en tantos cambiados sus actos, de los cuales era actora, en actos mortales para Mí y para ellos, por eso quise que mi Voluntad haciéndose doblemente actora de cada acto, extendiera sobre todos otro acto divino, que debía corresponderme según la santidad de mi Voluntad con otros tantos actos divinos, pero se necesitaba alguien para hacer esto, y he aquí a mi Humanidad santa, libre también Ella, que no queriendo otra vida que la sola Voluntad Divina, nadando en este mar inmenso iba duplicando cada pensamiento, palabra y obra de criatura, y extendía sobre todo un acto de Voluntad Divina, y esto daba satisfacción y glorificaba al Padre Divino, de modo que Él pudo mirar al hombre y abrirle las puertas del Cielo, y Yo anudaba con más fuerza a la voluntad humana, dejándola siempre libre de no separarse de la Voluntad de su Creador, causa por la que se había precipitado en tantas desgracias.  No estuve contento sólo con esto, sino que quise que mi Mamá, también santa, me siguiera en el mar inmenso del Querer Supremo y junto Conmigo duplicara todos los actos humanos, poniendo en ellos el doble sello, después del mío, de los actos hechos en mi Voluntad sobre todos los actos de las criaturas. Cómo me era dulce la compañía de mi inseparable Mamá en mi Voluntad; la compañía en el obrar hace surgir la felicidad, la complacencia, el amor de ternura, la competencia, el acuerdo, el heroísmo; en cambio el aislamiento produce lo contrario.  Entonces, conforme obraba junto con mi amada Mamá, así surgían mares de felicidad, de complacencia de ambas partes, mares de amor que haciendo competencia, uno se arrojaba en el otro, y producían gran heroísmo.  Y no para Nosotros solos surgían estos mares, sino también para quien nos habría hecho compañía en nuestra Voluntad; es más, podría decir que estos mares se convertían en tantas voces que llamaban al hombre a vivir en nuestro Querer, para restituirle la felicidad, su naturaleza primera, y todos los bienes que había perdido con sustraerse de nuestra VoluntadAhora vengo a ti, después de mi Madre Celestial te llamé a ti para hacer que todos los actos humanos tengan el primer sello hecho por Mí, el segundo hecho por mi Mamá, y el tercero por una criatura de la estirpe común, mi eterno amor no estaría contento si no hubiera elevado a una de la estirpe común, la cual debía abrir las puertas a quien se dispusiera a entrar por ellas para vivir en nuestro Querer; he aquí el por qué de mis tantas manifestaciones, los tantos valores y efectos que te he hecho conocer de mi Voluntad, estos serán imanes potentes para atraerte a ti, y después a los demás a vivir en Ella; pero para entrar en nuestra Voluntad y seguir el sublime vuelo de mis actos y los de mi indivisible Mamá, siendo tú de la estirpe común, no habrías podido entrar en nuestro Querer si no tuvieras, o al menos hubieras sido transformada en la naturaleza que salió de mis manos antes de que el hombre se sustrajera de nuestro Querer; ésta es la razón de mis tantas gracias, para reducir tu naturaleza, tu alma, a aquel primer estado; conforme te iba dando esas gracias así te quitaba los gérmenes, las tendencias, las pasiones de la naturaleza rebelde, dejando siempre libre tu voluntad.  Era necesario para mi decoro, santidad y dignidad, que debiéndote llamar al centro de mi Querer para hacer ahí vida común, para hacerte recorrer todos los actos hechos por Mí y que las criaturas no han conocido aún, reducir tu naturaleza a este estado feliz, de otra manera no habrías podido correr Conmigo en los interminables actos de mi Querer, ni estar Conmigo con la familiaridad que se necesita para obrar juntos.  Las pasiones, los gérmenes de las tendencias no buenas, hubieran sido como tantas barreras de división entre tú y Yo, a lo más habrías estado a las órdenes de mi Querer, como tantos otros fieles míos, pero hacer lo que hice Yo, habrías estado muy lejana, y ni tú ni Yo hubiéramos sido felices, mientras que el vivir en mi Querer es propiamente esto, vivir plenamente feliz en la tierra, para después pasar a vivir más feliz en el Cielo.  Por eso te digo, verdadera hija de mi Querer, primer parto feliz de mi Voluntad, seme atenta y fiel, ven en mi Eterno Querer, te esperan mis actos que quieren el sello de los tuyos, te esperan los actos de mi Mamá, te espera todo el Cielo porque quieren ver todos sus actos glorificados en mi Voluntad por una criatura de la estirpe de ellos, te esperan las presentes y las futuras generaciones, para que les sea restituida la felicidad perdida.  ¡Ah! no, no, no terminarán las generaciones si no regresa el hombre a mi seno, bello, dominante, como salió de mis manos creadoras, no estoy contento con haberlo redimido; aun a costa de esperar, tendré paciencia todavía, pero debe regresar a Mí tal como lo hice, en virtud de mi Voluntad.  Con hacer su voluntad descendió en el abismo y se transformó en feo; con hacer mi Voluntad subirá y adquirirá la nueva transformación en la naturaleza por Mí creada, y entonces podré decir:  Todo lo he cumplido, el orden de toda la Creación me ha regresado y me reposaré en él”.

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Cada acto «humano», aunque no me salga de la D. V. es una Vida Divina menos, perdemos plenitud.

27-16

Noviembre 26, 1929

(4) “Hija mía, ánimo, no te abatas demasiado, ¿no sabes tú que debes recorrer tu camino en mi Divina Voluntad?  Y este camino es largo, y estas opresiones, estos pensamientos que te abruman, son altos que haces, y si bien no sales de Ella, pero el camino que deberías hacer de algún modo viene interrumpido, y tu Jesús no quiere esta interrupción, quiere que camines siempre, sin detenerte jamás, porque tú debes saber que cada paso que haces en mi Divina Voluntad, son Vidas Divinas que encierras, así que un paso de menos, es una Vida Divina que no viene formada, y tú privas a nuestro Ser Supremo de la gloria, del amor, de la felicidad y complacencia que nos puede dar otra Vida nuestra, ¡y si supieras qué significa darnos la gloria, el amor, la felicidad de nuestra misma Vida!  Con la fuerza de nuestro mismo Querer, porque la afortunada criatura tiene el gran bien de vivir en Él, nos sentimos raptar, y es tal y tanta su fuerza raptora, que Nosotros bilocamos nuestro Ser Divino y lo encerramos en el paso, en el acto, en el pequeño amor de la criatura, para tener el sumo contento de recibir por medio de ella nuestra Vida, nuestra gloria y todos nuestros bienes.  Por eso cuando tú caminas siempre en nuestro Querer, sentimos el dulce encanto de tu rapto que nos haces, en cambio cuando no caminas, no sentimos el dulce encanto de tu rapto, el dulce pisar de tus pasos y decimos:  ‘La pequeña hija de nuestro Querer no camina, y por eso no sentimos el dulce rapto de sus actos’.  Y yo solícito te reclamo diciéndote:  ‘Hija, camina, no te detengas, nuestro Fiat es movimiento continuo y tú debes seguirlo’.

(5) Ahora, tú debes saber que ésta es la gran diferencia entre quien vive en nuestro Divino Querer, y entre quien está resignada y en las circunstancias hace nuestra Divina Voluntad:  La primera son Vidas Divinas que nos ofrece por medio de sus actos; la otra, en el obrar encierra los efectos de nuestro Querer, y Nosotros no sentimos nuestra misma fuerza raptora que nos rapta en sus actos, sino sólo los efectos; no sentimos todo nuestro amor, sino una pequeña partecita de él; no encontramos la fuente de nuestra felicidad, sino apenas su sombra; y de la Vida a los efectos hay tal diferencia, como entre las vidas y las obras.  ¿Quién puede decir que la obra tiene todo el valor que puede poseer una vida de criatura?  Mucho más que no se puede comparar la Vida Divina que se forma por la criatura en mi Divina Voluntad, y sus obras fuera de Ella”.

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27-30

Enero 20, 1930

(5) “Hija mía, cuando mi Querer Divino reina en el alma, Él toma la parte obrante y dirigente, no hay cosa que ella haga, en que mi Querer Divino no ponga su acto primero para llamar a su acto divino sobre el acto de la criatura; así que si piensa, ahí forma su primer pensamiento y llama toda la santidad, la belleza, el orden de la inteligencia divina, y como la criatura no es capaz, ni tiene vacío suficiente para recibir nuestra inteligencia, mi Fiat, cada vez que hace su acto primero en la inteligencia de la criatura, con su potencia va ensanchando la capacidad de ella para encerrar nueva inteligencia divina en la mente de la criatura.  Por eso se puede decir que mi Querer, donde reina, es el primero en respirar, el primero en latir, el primer acto de la circulación de la sangre, para formar en la criatura su respiración divina, su latido de luz, y en la circulación de la sangre la total transformación de su Querer Divino en el alma y en el cuerpo.  Y mientras esto hace, da virtud y vuelve capaz a la criatura para poder respirar con el respiro divino, palpitar con su latido de luz, y sentirse circular en todo su ser, más que sangre, toda su Vida Divina.  Por eso donde reina mi Querer es el actor continuado, que jamás cesa de obrar, y haciéndose espectador goza sus escenas divinas que Él mismo desarrolla en la criatura, y ella presta su ser como materia en sus manos, para hacerle desarrollar las escenas más bellas y deleitables, que mi Fiat quiere hacer en el alma donde mi Querer Divino domina y reina”.

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Cada acto santo es un paraíso de más que el alma adquiere

11-127

Agosto 3, 1916

Cada acto que la criatura

hace es un paraíso de más

que adquiere para el Cielo.

(6) “Hija mía, el bien es siempre bien, es más, has de saber que cada oración, cada reparación, cada acto de amor, cualquier cosa santa que hace la criatura es un paraíso de más que adquiere, así que el acto más simple, santo, será un paraíso de más; un acto de menos, un paraíso de menos, porque cada acto bueno viene de Dios, y por lo tanto el alma en cada acto bueno toma a Dios, y como Dios contiene gozos infinitos, innumerables, eternos, inmensos, tanto que los mismos bienaventurados por toda la eternidad no llegarán a gustarlos todos, entonces no es de asombrarse que cada acto bueno, tomando a Dios, Dios queda como comprometido en sustituirlos por otros tantos contentos. Entonces si el alma sufre también las distracciones por amor mío, en el Cielo su inteligencia tendrá más luz y gustará tantos paraísos de más por cuantas veces sacrificó su inteligencia, y tanto más comprenderá de Dios. Si sufre las frialdades por amor mío, tantos paraísos gustará y de la variedad de los contentos que hay en mi Amor; si sufre la oscuridad, tantos contentos de más en mi luz inaccesible, y así de todo lo demás, esto es lo que significa una oración de más o de menos”.

En cada acto de la criatura que vive en la Divina Voluntad, hay 2 actos: el humano y el divino.

11-29

Agosto 14, 1912

Con su vida oculta, Jesús santificó y divinizó todas

las acciones humanas.

(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me ha dicho:

(2) “Hija mía, para que el alma pueda olvidarse de sí misma, debe hacer de manera que todo lo que hace y que le es necesario, lo haga como si Yo lo quisiera hacer en ella: Si reza debe decir, es Jesús que quiere rezar, y yo rezo juntamente con ella; si debe trabajar, es Jesús que quiere trabajar, es Jesús que quiere caminar, es Jesús que quiere tomar alimento, que quiere dormir, que quiere levantarse, que quiere divertirse, y así de todo lo demás de la vida. Sólo así puede el alma olvidarse de sí misma, porque no sólo hará todo porque lo quiero Yo, sino que, porque lo quiero hacer Yo, me necesita propiamente a Mí”.

(3) Ahora, un día estaba trabajando y pensaba: “¿Cómo puede ser que mientras yo trabajo es Jesús que trabaja en mí, y que sea Él mismo quien quiere hacer este trabajo?” Y Jesús:

(4) “Precisamente Yo, y mis dedos que están en los tuyos trabajan; hija mía, cuando Yo estuve en la tierra, ¿mis manos no se abajaban a trabajar la madera, a martillar los clavos, a ayudar en los trabajos de carpintería a mi padre putativo José? Y mientras esto hacía, con esas mismas manos, con esos dedos, creaba las almas, a otras las llamaba a la otra vida, divinizaba todas las acciones humanas, las santificaba dando a cada una un mérito divino, en los movimientos de mis dedos llamaba a reseña todos los movimientos de tus dedos y de los de todas las demás criaturas, y si Yo veía que los harían por Mí o porque Yo los quería hacer en ellas, Yo continuaba mi vida de Nazaret en ellas y me sentía como pagado por parte de ellas por los sacrificios, las humillaciones de mi vida oculta, dándoles a ellas el mérito de mi misma Vida. Hija, la vida oculta que hice en Nazaret no es valorizada por los hombres, sin embargo no podía haberles hecho más bien que con esa vida, después de la Pasión, porque abajándome Yo a todos aquellos actos pequeños y bajos, a aquellos actos que los hombres hacen en su vida diaria, como el comer, el dormir, el beber, el trabajar, el encender fuego, el barrer, etc., actos todos que nadie puede dejar de hacer, Yo hacía correr en sus manos una monedita divina y de precio incalculable. Así que si la Pasión los redimió, mi vida oculta cortejaba cada acción humana, aun la más indiferente, con mérito divino y de precio infinito.

(5) Mira, mientras tú trabajas, trabajando porque Yo quiero trabajar, mis dedos corren en los tuyos, y mientras trabajo en ti, en el mismo instante con mis manos creadoras, ¿a cuántos estoy sacando a la luz de este mundo? ¿A cuántos otros los llamo? ¿A cuántos otros santifico, a otros corrijo, a otros castigo, etc.? Entonces, tú estás también junto Conmigo creando, llamando, corrigiendo y demás, y así como tú no estás sola obrando, tampoco lo estoy Yo en mi obrar. ¿Te podría dar honor más grande?”

(6) Pero ¿quién puede decir lo que comprendía, el bien que se puede hacer tanto a nosotros como a todos los demás haciendo las cosas porque Jesús las quiere hacer en nosotros? Mi mente se pierde y por eso pongo punto.

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El hombre tiene la oportunidad de hacer actos que ni en el Cielo existen: Conquistante y Creciente.

Zzz agregado de: «Darle lo que no tiene» en carpeta «hombre»

CONQUISTANTE

30-13

Enero 12, 1932

(2) No hay cosa más bella, más querida, más grande, más santa, que sentir correr el dominio de mi Voluntad en todos los actos, y en todo el conjunto de la criatura, podría decir que el Cielo queda atrás ante el dominio de mi Voluntad en el corazón de la criatura viadora, porque en los santos no tiene nada qué agregar, no queda otra cosa que hacerlos felices continuamente; en cambio en el alma viadora hay obras que puede hacer, nueva vida que puede infundir, nuevas conquistas que puede adquirir para agrandar y extender mayormente su dominio. El dominio total de mi Voluntad Divina en la criatura es nuestra victoria continuada, por cada acto suyo que hace en ella con su dominio, tantas victorias hacemos, y la criatura queda vencedora de mi Divina Voluntad en sus actos; en cambio en el Cielo no tenemos nada qué vencer, porque todo es nuestro, y cada bienaventurado cumple su trabajo en el acto de expirar, por eso nuestra obra conquistante es sobre la tierra, en las almas viadoras, no en el Cielo; en el Cielo no tenemos ni qué perder ni qué adquirir».

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30-36

Junio 29, 1932

(2) “Hija mía bendita, el vivir en mi Querer encierra tantos prodigios y secretos de hacer maravillar Cielo y tierra.  Tú debes saber que conforme la pequeñez de la criatura entra en Él, se pierde en su inmensidad, y la Divina Voluntad la recibe en sus brazos para hacer de ella conquista, y el querer humano se hace conquistador de la Divina.  Ahora en estas conquistas de ambas partes, la Divina Voluntad festeja la conquista de la humana, dándole el uso que quiere, y la voluntad humana festeja la gran conquista hecha de la Divina, y queriéndole dar el uso que quiera, la envía al Cielo como conquista suya y portadora de nuevas alegrías y felicidad que posee.  Mi Voluntad conquistada por el alma no se queda atrás, bilocándose, queda y parte para su patria celestial sólo para secundar a aquélla que la ha conquistado, y lleva la nueva conquista que ha hecho del querer humano, y las alegrías y felicidad que encierra la Divina Voluntad conquistante; mi Voluntad felicitante y beatificante que está en el Cielo, y mi Voluntad conquistadora que está en la tierra se funden juntas e inundan las regiones celestiales con las nuevas alegrías que posee mi Divina Voluntad conquistadora, porque tú debes saber que las alegrías de mi Voluntad conquistadora son muy distintas y diversas de aquéllas de mi Voluntad felicitante, las alegrías de mi Voluntad conquistadora no están en poder de los bienaventurados, sino en poder de la criatura, que las debe mandar desde la tierra y vienen formadas en medio de la hoguera del dolor y del amor, y sobre el aniquilamiento del propio querer.  En cambio las alegrías felicitantes están en poder de ellos, y son frutos y efectos de la celestial morada en la cual se encuentran.  Hay gran diferencia entre las alegrías de mi Voluntad conquistante y las de mi Voluntad felicitante, puedo decir que no existen en el Cielo mis alegrías conquistantes, sino sólo en la tierra, y ¡oh! cómo es bello ver a la criatura, que cuantas veces hace sus actos en mi Querer, tantas veces se hace conquistadora de Ella y la hace partir para el Cielo, para el purgatorio, en medio a las criaturas terrestres, por donde quiere, mucho más que estando mi Voluntad por todas partes y por todos lados, no debe hacer otra cosa que bilocarse para dar el fruto, las alegrías de la nueva conquista que la criatura ha hecho de Ella.  Hija mía, no hay escena más conmovedora, más deliciosa, más útil, que ver la pequeñez de la criatura venir en nuestra Voluntad Divina, hacer sus pequeños actos y hacer su dulce conquista de una Voluntad Inmensa, Santa, Potente, Eterna, que todo encierra, puede todo y posee todo.  La pequeñez de la criatura al verse conquistadora de un Fiat Divino tan interminable, queda sorprendida, no sabe dónde ponérsela, quisiera encerrarla toda en sí pero le falta el espacio, por eso toma por cuanto puede, hasta llenarse toda, pero ve que le quedan mares inmensos aún, y haciéndola de playa quisiera que todos tomaran un bien tan grande, por esto la envía al Cielo como sagrado derecho de la patria celestial a cualquiera que la quiera, y con ansia se dispone a hacer otros actos en Ella para readquirirla tantas veces por cuantos actos va haciendo.  Es el verdadero comercio Divino que forma Dios y la criatura entre el Cielo y la tierra».

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34-24

Febrero 26, 1937

(2) “Ahora escucha hasta dónde llega mi amor y el gran prodigio de la Vida obrante de mi Voluntad en la criatura. Un acto de más que hace la criatura en mi Voluntad, es una armonía de más que pone entre el Cielo y la tierra, es una nueva música celestial que forma a su Creador, la cual le es muy agradable, mucho más que le viene de la tierra, porque las cosas del Cielo son todas nuestras, ninguno puede decir en la patria celestial que nos da a Nosotros, sino que somos Nosotros los que les damos a ellos, que felicitamos y beatificamos a todos, en cambio el alma de la tierra puede decir:  ‘Doy a mi Creador’.  Y Nosotros sintiéndonos raptados damos de nuevo nuestra Voluntad como vida obrante en ella, a fin de que nos forme otras más bellas músicas.  Cómo es bello oír nuestro Cielo en tierra, oír las nuevas músicas celestiales que se desprenden del alma viadora, todo el Cielo hace nueva fiesta y sentimos que la tierra también es nuestra y la amamos de más.  Cada acto de más que se hace en mi Voluntad Divina, es un arrollar en él Cielo y tierra, porque todos los ángeles, santos, corren en aquel acto, también la misma Creación, para tomar su puesto de honor en el acto obrante de mi Voluntad, ninguno quiere quedar fuera del acto de mi Fiat Divino.  Sucede la verdadera concentración de todo y de todos, mi Voluntad no podría hacer diversamente, debe dar parte en su acto a todos aquellos donde Ella reina.  Mi Voluntad cuando obra quiere encerrar todo y dar todo, porque Ella no sabe hacer actos incompletos, sino completos y con la plenitud de todos los bienes.  ¿Pero quién puede decirte hija mía qué cosa sucede en ese arrollar Cielo y tierra en el acto obrante de mi Querer en la criatura?  En aquél moverse de todos, en ese querer cada uno su puesto en aquel acto, suceden tales maravillas, tales prodigios inauditos, tales escenas conmovedoras, que los Cielos se maravillan y quedan extasiados ante la potencia obrante de mi Voluntad, pero ¿dónde?  En el pequeño cerco de la criatura, y quedan con el ansia de ser arrollados de nuevo en el acto obrante de mi Voluntad en ella, ¡oh! cómo lo suspiran, se sienten más embellecidos y prueban la bella felicidad del acto conquistante de mi Voluntad en la criatura, lo que les falta en el Cielo, porque allá conquistas no hay, ni pueden adquirirlas, lo que han hecho en tierra les pone un basta, y no más. Pero no es todo aún, un acto de más que se hace en mi Voluntad, es un incorporarse Dios en la criatura y la criatura en Dios; es un instalarse recíprocamente, y la vida del uno corre en el otro casi como sangre en las venas; es la fusión del latido humano en el latido eterno, y siente en sí como vida el amor, la santidad, la Vida de su Creador, y el Eterno siente correr en Sí el pequeño amor de la criatura, que viviendo en Él forma un solo amor y una sola Voluntad; cada respiro, latido y movimiento, son heridas, flechas, dardos de amor que da a Aquél que la ha creado, y ¡oh! cómo todo el Cielo queda sorprendido porque miran a Dios y encuentran a la criatura fundida en Él, que ama con su amor, y con amor conquistante; miran a la criatura en la tierra y encuentran a su Creador, que mientras tiene su trono en ella hace vida junto con ella.  Estos son los excesos más grandes de nuestro amor hacia quien tanto amamos; cuando encontramos a la criatura que se presta y nada nos niega, Nosotros no miramos su pequeñez, sino que miramos más bien a lo que sabemos y podemos hacer Nosotros, que podemos hacer todo, y haciendo ostentación de nuestro amor y de todo nuestro Ser Divino, investimos a la criatura y nos hacemos investir, y hacemos cosas grandes dignas de Nosotros, pero con tal magnanimidad, que todos quedan sorprendidos y admirados, basta decirte que cada acto de más que se hace en mi Voluntad, como si tuviéramos necesidad de la criatura, damos tanto que agregamos mayores vínculos de unión, de amor, de ambas partes y llegamos a dar a ella nuevos derechos sobre nuestro Ser Divino, y Nosotros sobre ella.  Es tan grande este acto obrante de nuestro Fiat en ella, que no bastan los siglos para decir lo que sucede en él, ni los ángeles, ni los santos pueden decir todo el bien que contiene, sólo tu Jesús puede decirte todo el bien que se forma en este acto, porque siendo Yo el que obra, sé decir lo que hago y el gran valor que pongo dentro.  Por eso sé atenta, contento, amor, gloria mayor no puedes darme que prestarme tus pequeños actos, tu pequeño amor, para hacer descender a mi Voluntad en ellos para hacerla obrar; es tanto su amor, que siente la necesidad de tener su campo de acción en los pequeños actos de la criatura”.

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34-33

Abril 25, 1937

(2) “Mi pequeña hija del Fiat Supremo, es tanto nuestro amor, que no apenas la criatura llama a nuestro Querer en su acto, corre y desciende en el acto de ella.  El llamarlo no es otra cosa que preparar el lugarcito donde debe obrar, llamarlo significa amarlo, y que siente la necesidad del acto obrante de mi Voluntad para que la suya no sólo no obre, sino que quede como escabel y admiradora de un Querer tan Santo.  Después, descendiendo lleva Consigo su virtud creadora, sus alegrías y bienaventuranzas celestiales, a la misma Trinidad Sacrosanta como espectadora y actora de su obrar, y mientras en el lugarcito de la criatura pronuncia su Fiat, forma tales prodigios y maravillas, que el cielo, el sol, se quedan detrás, y supera todo lo bello de la Creación, ahí crea su música divina, los soles más refulgentes, en él crea su Vida obrante, sus nuevas alegrías; es tal y tanto este acto, que los ángeles, los santos, quisieran vaciar las regiones Celestiales para gozarse el acto obrante de su Fiat creador.  Es tal y tanta la belleza, la suntuosidad, la Virtud vivificadora de este acto divino, que mi Querer Divino se lo lleva al Cielo como conquista y triunfo del alma en la cual ha obrado, para recrear con nuevas alegrías y bienaventuranzas a toda la corte celestial; es tal la alegría, la gloria que reciben, que no hacen otra cosa que agradecer a mi Querer Divino que con tanto amor ha obrado en la criatura, porque no hay ni gloria, ni alegría mayor, que su acto obrante y conquistante en ella”.

(3) Yo al oír esto, sorprendida he dicho:  “Amor mío, si este acto se lo lleva al Cielo, la pobre criatura queda sin él y como en ayunas de este acto”.  Y Jesús ha agregado:

(4) “No, no hija mía, el acto es siempre suyo, ninguno se lo puede quitar, y mientras alegra a la patria celestial, queda como base, fundamento y propiedad en el fondo del alma, la conquista es suya, y mientras alegra la corte celestial, ella nada pierde, es más, siente en sí la virtud creadora y continua de mi Fiat en acto de hacer siempre nuevas conquistas, y mientras queda en el alma, al mismo tiempo se lo lleva al Cielo como nueva gloria y alegría de los santos y como lluvia benéfica a todos los viadores, mucho más que la familia humana está vinculada con el Cielo, y el Cielo con la tierra, hay un vínculo entre ellos, el que todos tienen derecho de participar en el bien que ellas hacen, son miembros unidos entre ellos, y como connaturalmente el bien corre para darse a todos.  Y además, en cuanto mi Voluntad obra en el alma, el Cielo se pone en espera, porque nadando ellos en el Fiat sienten que está por obrar, y por eso se ponen atentos, reclaman, suspiran recibir las nuevas conquistas y alegrías de la Vida de la Divina Voluntad que ellos poseen.  Ella es vida primaria de los santos en el Cielo, por eso en los actos que Ella hace todos concurren, y con derecho quieren recibir las nuevas alegrías y las bellas conquistas que sabe hacer mi Voluntad.  Por lo tanto quien la hace obrar en sus actos, es la nueva alegría del Cielo, la bienvenida, la preferida, la suspirada de toda la corte celestial, mucho más que alegrías de conquistas no hay allá arriba, y por eso las esperan de la tierra.

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36-2

Abril 15, 1938

(3) Ahora, tú debes saber que en cuanto el alma entra en nuestro Querer, respira, late y se mueve en nuestro movimiento, pero su respiro, latido y movimiento no los pierde, ni se separan de los nuestros; y como nuestra Voluntad se encuentra por todas partes y circula más que respiro, latido y movimiento de todos, ¿qué cosa sucede?  Sucede que los ángeles y santos, nuestra misma Divinidad, la Creación toda, sienten junto con mi Voluntad el respiro, el latido de la criatura en ellos, y se la sienten mover en su movimiento, hasta en el centro de sus almas; este movimiento de la criatura hecho en mi Querer está lleno de felicidad, de alegrías indecibles y nuevas, de las cuales el alma viadora, no gozando sino sufriendo y conquistando con su libre arbitrio, es portadora para cada uno de los bienaventurados sólo con respirar, latir o moverse.  Y en la plenitud de la alegría de la cual el alma es portadora, de la cual mi Querer no separa jamás sus siempre nuevas alegrías, aun del respiro hecho en su Voluntad, y como está el libre arbitrio que forma el acto conquistante de la criatura, en ellos pone su nuevo gusto conquistante, y ¡oh!, cómo quedan felicitados todos los bienaventurados, nuestra misma Divinidad y la Creación toda, y en su énfasis de amor y en la plenitud de la alegría dicen:  ‘¿Quién es aquél que respira, late y se mueve en nosotros?  ¿Quién es aquél que de la tierra nos trae el acto conquistante de las puras alegrías y del nuevo amor, lo que no tenemos en el Cielo y que tanto nos felicita y acrecienta nuestro amor hacia quien tanto nos ama?’  Y todos en coro dicen:  ‘¡Ah, es un alma que vive en la Divina Voluntad sobre la tierra!’  ¡Qué prodigios, qué maravillas, qué escenas tan encantadoras, un respiro que respira en todos, hasta en su Creador, que se mueve en todos, hasta en el cielo, en las estrellas, en el sol, en el aire, en el viento, en el mar, que toma todo en un puño en su propio movimiento y da a Dios amor, adoración, todo lo que cadauno debería y que no da y no ha dado, y da a todos a su Dios, su amor, su Voluntad!  La criatura se hace portadora de todo a Dios, y de Dios a todos.  Y aunque ninguna criatura nos tomase, Nosotros quedamos igualmente amados y glorificados, porque un acto, un movimiento en nuestra Voluntad, es tanta su plenitud, que las criaturas y todo quedan como tantas gotitas de agua de frente a un inmenso mar, como tantas pequeñas llamitas ante la gran luz del sol.  Por eso, este movimiento, respiro y latido de la criatura en nuestra Voluntad, sobreabunda sobre todo, abraza la eternidad, en ellos se forman soles y mares extensísimos que todo nos pueden dar, y si otros actos de la criatura no son hechos en mi Voluntad, quedan tan pequeños como si no existieran. ¡Oh Voluntad mía, cómo eres admirable, potente y amable!  La criatura en Ti todo nos puede dar, y todo podemos darle, ella cubre todo y a todos con tu luz,hace surgir el amor y nos da amor por todos, podemos decir que es la verdadera reparadora, porque cuando las criaturas nos ofenden, encontramos que en su amor nos puede esconder para amarnos, en su luz para defendernos, y por caminos de luz poner en fuga a aquellos que nos quieren ofender.  Por eso, lo que más te importe sea el vivir en nuestro Querer”.

(4) Después ha agregado:  “Hija mía, es tanto el amor por quien vive en nuestra Voluntad Divina, pues conforme respira nos da todo lo que hemos hecho:  La Creación, los ángeles, los santos, nuestro mismo Ser Supremo,como homenaje, amor y gloria nuestra.  Y Nosotros, tomados por tal exceso de amor, le damos nuevamente a ella lo que nos ha dado, así que conforme respira nos da a Nosotros lo que somos, y en cuanto retira el respiro, Nosotros le damos nuevamente lo que nos ha dado, por eso estamos en continuas relaciones y nos intercambiamos continuos dones.  Con esto mantenemos en continuo vigor el amor, la inseparabilidad, de no podernos separar el uno del otro y sentimos tal complacencia que le damos lo que quiere”.

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36-16

Junio 26, 1938

(2) “Hija mía bendita, la voluntad humana junto con la mía, también ella sabe hacer prodigios, en cambio sin la mía es una pobre lisiada que no puede ayudarse ni siquiera por sí misma.  Sin mi Voluntad queda como un discípulo sin el maestro, pobrecito, sin el maestro quedará siempre ignorante, sin ciencia, sin arte, incapaz de ganarse un pedazo de pan para vivir; sin mi Voluntad será como una persona que tiene las piernas sin pies, los brazos sin manos, los ojos sin pupilas, la cabeza sin razón, la boca sin lengua, ¡pobre criatura, en qué abismo de miserias se encuentra!  Se diría que sería mejor que jamás hubiese nacido.  Así que la cosa que debería dar más terror y espanto es el no vivir unida con mi Voluntad, todas las desventuras le llueven encima, en cambio unida con mi Voluntad, dentro de ella tendrá al maestro a su disposición que le enseñará ciencias más altas y difíciles, las artes más bellas, tanto, de ser un portento de ciencia en la tierra y en el Cielo.  La voluntad humana unida con la mía tendrá piernas humanas y pies divinos, que la harán correr en el camino del bien sin cansarse jamás.  Tendrá brazos humanos con manos y movimiento divino, que tendrán virtud de hacer las obras más grandes, que la semejarán a su Creador, y con nuestro movimiento divino abrazará al Eterno, nos tendrá siempre cortejados y estrechados a su corazón.  Unida con nuestra Voluntad tendrá la boca humana, pero la palabra, la voz, serán divinas, y ¡oh! cómo hablaremos bien de nuestro Ser Supremo, en suma, tendrá nuestra pupila, por lo cual, mirando todas las cosas creadas reconocerá en ellas nuestra Vida, nuestro amor y cómo debe amarnos.  Unida con nuestra Voluntad tendrá la razón divina, sentirá una especie de ciencia infusa, la cual formará el hombre ordenado, todo en orden a su Creador, todo se convertirá en bien, más bien no hay bien que no poseerá si vive en nuestra Voluntad.  Ella es la causa de la ruina de todos los males, de todas las desventuras, y llama a vida todos los bienes, porque de ellos posee la fuente de donde salen.  Además de esto, para quien viva en nuestro Querer, cada movimiento, respiro, latido, todo lo que pueda hacer, son continuas conquistas que hace, y conquistas divinas, puedo decir que viviendo en mi Querer respira con mi respiro, se mueve con mi movimiento, late con mi latido eterno, así que adquiere el acto conquistante en todos sus actos, y esto le viene dado con justicia y con amor exuberante, porque con el vivir en nuestro Querer, no dando más vida a su querer, por derecho debía estar en las regiones celestiales para hacerse feliz y gozarse nuestra Voluntad felicitante.  Ahora, para vivir de nuestra Voluntad en la tierra, la pobre hija se priva de las alegrías del Cielo, y esto es el acto más heroico, el amor más intenso, por lo cual todo el Cielo, nuestra Divinidad, la Soberana del Cielo, todos quedamos heridos y admiramos el heroísmo de esta criatura, y ¡oh, cómo todos la amamos! Y nuestro amor que no se deja jamás vencer por ninguno, cede en cada respiro suyo, a cada pequeño movimiento, si piensa, si mira, si habla, el acto conquistante y divino; las conquistas son innumerables, sentimos que no es la criatura la que respira, la que se mueve, sino Nosotros, y le damos el valor que contiene nuestro respiro y movimiento, que contiene todos los valores posibles e imaginables.  Así que es la conquistadora de nuestra Vida y de nuestros actos.  Esta feliz criatura, con su acto conquistante se vuelve nuestro desahogo de amor continuo, nuestra misma felicidad, nuestro reposo, y sus conquistas son firmas continuas sobre nuestro decreto de la venida del reino de nuestro Querer sobre la tierra, estas conquistas abrevian el tiempo, mucho más que nuestra Vida obrante no es más extraña sobre la tierra, sino que ya existe y ha formado su reino en esta afortunada criatura.  Por lo tanto sé atenta, no te detengas jamás, y Yo tendré cuenta de todo, aún del respiro, para amarte de más y para hacerte hacer tantas conquistas, una más bella que la otra”.

Voluntad, para recibirla y darla de nuevo”.

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CRECIENTE

29-25

Julio 2, 1931

(5) Ahora hija mía, no fue así al crear al hombre, en él no fue puesto un acto determinado, sino un acto siempre creciente, nuestro amor no quiso decir un basta al hombre, habría sido como obstaculizar nuestro amor, detener nuestro arrebato, no, no, nuestro basta no se pronunció en la creación del hombre, no puse un límite, sino un acto siempre creciente, dejando casi a su elección hasta donde quería llegar, poniendo a su disposición nuestro acto creciente a fin de que nuestro desahogo de amor no tuviera un término, sino que pudiera hacer ostentación de lujo, de gracia, de santidad, de belleza, de bondad y demás, por cuanto más le agradara; atábamos nuestro acto creciente a su libre voluntad, para que no tuviera ningún obstáculo para hacer cuanta más ostentación pudiera.  Y para hacer que este nuestro acto creciente tuviera en el hombre todas las ayudas posibles e imaginables, le dábamos también nuestra Voluntad Divina a su disposición, para que pudiera mantener a sus expensas todo el lujo que quisiera, y la sobreabundancia de los bienes de su Creador.  Nuestro amor no quiso decir basta al hombre, decirle, hijo nuestro, hasta aquí puedes llegar; no, no, habría sido como si un padre quisiera decir a su hijo:  ‘Hasta tal día te sentarás en mi mesa, y después basta’.  Esto no sería amor de paternidad sino de autoridad; que el hijo pueda poner un término de recibir los alimentos de su padre, puede darse, pero que el padre le diga que estará en ayunas, no lo hará jamás.  Así es nuestra bondad, jamás diremos basta a la criatura, nuestro acto creciente le servirá de alimento continuo para crecer siempre y conservarse, y si ingrata no se servirá de nuestro acto creciente, don grande dado por su Creador, tendremos el dolor de ver a nuestro querido hijo en ayunas, pobre, y nuestro acto obstaculizado y sin vida, y cambiará nuestro arrebato de amor en arrebato de dolor. Por eso si quieres que nuestro acto creciente tenga vida en ti, no salgas jamás de nuestra Divina Voluntad, la cual será celosa de hacerte crecer siempre, siempre”.

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32-4

Abril 2, 1933

(3) “¿Cuál será la diferencia que hay entre el modo en el cual Dios está en la Creación, y el modo con el cual está en el alma de la criatura?”  Y mi siempre amable Jesús, todo bondad ha agregado:

(4) “Hija mía, hay una gran diferencia entre la una y la otra:  En las cosas creadas nuestra Divinidad está en acto creante y conservante, ni agrega ni quita nada de lo que ha hecho, porque cada una de las cosas creadas posee la plenitud del bien que encierra, el sol posee la plenitud de la luz, el cielo la totalidad de la extensión de su manto azul, el mar la plenitud de las aguas, y así de todo lo demás, todos pueden decir:  ‘No tenemos necesidad de nada, es tal la abundancia que poseemos, que podemos dar sin agotarnos, y por eso damos gloria perfecta a nuestro Creador’.  En cambio en la criatura humana, nuestro acto divino es creante, conservante, obrante y creciente, nuestro amor no dijo basta para ella, no, sino que quiere siempre dar y obrar cosas nuevas, y si nos corresponde, nuestra virtud obrante está siempre en movimiento, ahora le damos nuevo amor, ahora nueva luz, ahora nueva ciencia, nueva santidad, nueva belleza, nuestra virtud obrante no cesa jamás, queremos dar siempre, y con el dar obramos.  Con crear a la criatura abríamos el comercio entre el Cielo y la tierra y poníamos en tráfico nuestro modo obrante, Nosotros a dar y ella a recibir, y lo que es más, la queremos junto a obrar, no queremos hacerlo solos, si fuésemos capaces de dolor, nos amargaría nuestra felicidad si no la tuviésemos junto con Nosotros, y de nuestro amor y acto obrante surge nuestro acto siempre creciente, así que la criatura está bajo la lluvia de nuestro amor y acto creante, conservante, obrante y creciente”.

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34-37

Mayo 23, 1937

(2) “Hija mía bendita, mi Voluntad es orden, y la señal de si reina en el alma es el orden perfecto, el cual genera la paz.  Así que la paz es hija del orden, el orden es hijo inmediato y generado por mi Fiat.  Pero tú no sabes el gran bien que produce el orden, éste da el dominio a la criatura y la vuelve dominadora de sí misma, dominadora de todas las cosas creadas, y como su dominio es divino, porque es generado por mi Querer, domina sobre mi misma Voluntad y sobre todos.  Pero no es todo aún, la virtud del orden es admirable, se vincula con todos, se da a todos, y con sus olas pacíficas y dominadoras toma y hace suya la fuerza de la Creación, la de los santos que están en el Cielo, la misma fuerza divina la hace suya, sus modos ordenados y pacíficos son tan penetrantes e insinuantes, que todos la dejan hacer, mucho más que ella a todos se ha dado, no ha retenido nada para sí, es justo que todos se den a ella.  Por eso siente en sí la paz, la alegría, la felicidad de la celestial morada; todos se sienten unidos, vinculados con unión inseparable, porque lo que une mi Voluntad no está sujeto a separación.  Por eso el verdadero orden lleva la unión, el acuerdo con todos, y ella tiene un puesto en todos, y todos encontrarán un lugarcito en ella, que amará con el mismo amor con el cual los ama su mismo Creador. Son los prodigios que sabe hacer mi Fiat omnipotente, donde Él reina no sabe hacer otra cosa que obras que lo semejan, y generan en el alma los efectos que forman su misma Vida, tanto que ninguna podrá decir nada, y debo poder decir:  ‘Ninguno me la toque, ni la podrán tocar porque es Voluntad mía, y si alguno se atreviera, sabré defenderme a Mí mismo, mi amor se convertirá para ellos en fuego de justicia y los humillaré hasta el polvo’.  Por eso sé atenta a que todo sea orden y paz en ti, si adviertes alguna cosa en contra ponte en guardia y ruégame, apresúrame para que con mi dominio eche por tierra todo lo que no es orden y paz perenne”.

(3) Después seguía pensando en la Divina Voluntad, y mi dulce Jesús ha agregado:

(4) “Hija mía, en cuanto la criatura llama mi Voluntad en sus actos para vivir en Ella, Ella inviste a la criatura y a su acto con su fuerza creadora, y ahí renueva su Vida Divina; ahora, supón que la llama mientras está obrando, escucha qué hace mi Querer:  Llama en acto cuantas veces ha obrado la criatura, las une juntas como si fuera un acto solo, y poniendo su fuerza creadora transforma en divino todo lo que ha hecho y está haciendo, ahí sella la santidad de sus obras y les da el nuevo mérito y gloria como si todo de nuevo lo hubiese obrado por amor suyo; si ama, llama a vida cuantas veces ha amado y de ellas hace un solo amor; si sufre, llama a vida cuantas veces ha sufrido, las une juntas y ahí pone el sello de penas divinas, y les da el nuevo mérito de cuantas veces ha amado y sufrido, en suma todo lo que ha hecho, y lo repite, todas regresan en acto con el unirse juntas, para recibir la nueva belleza, santidad, gracia, frescura, amor, y nuevo mérito; en mi Voluntad no hay actos separados, ni divididos, sino unidad suma, todo debe dar de Mí, con esta sola diferencia, que en la criatura está nuestro acto creante y creciente, en cambio nuestro Ser Supremo no está sujeto ni a crecer ni a decrecer, es tanta nuestra plenitud, inmensidad, e infinitud, que para desahogo de nuestro amor sentimos la necesidad de dar y de amar a las criaturas, de ser amados, pero sin que en nada disminuyamos.  He aquí el por qué somos todo ojos, estamos como en guardia para ver cuando quiere hacer vida en nuestro Querer, para tener ocasión de amarla de más y enriquecerla de nuestro amor, para recibir amor.  Podemos decir que la cubrimos de nuestro Ser Divino, le damos el aliento, la unimos con Nosotros para gozárnosla y darle de lo nuestro, y cuando ella, sacudida por la fiebre de nuestro amor, por nuestro aliento quemante que le dice continuamente:  ‘Te amo, te amo oh hija’.  Y ella hace suyo nuestro eco y nos repite:  ‘Te amo, te amo Vida de mi vida, amor de mi amor, Padre mío, Creador mío, todo mío, te amo’.  Ella nos pone en fiesta y nos da las puras alegrías que queremos, porque le hemos dado la vida.  Por eso la queremos en nuestra Voluntad, para tenerla como la queremos, para darle lo que queremos darle, y para recibir lo que queremos de ella.  Fuera de nuestro Fiat, nuestro amor queda impedido por ella, hay tal separación entre ella y Nosotros, que ella se llega a sentir lejana de Nosotros, y Nosotros lejanos de ella, y llega aun a temernos y a tener temor de Nosotros. ¡Oh! voluntad humana, dónde me arroja la criatura que tanto amo”.

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Zzz

Lo q más gusta a Dios es lo hecho aquí en la tierra.

30-8

Diciembre 21, 1931

Un acto continuado es como juez, orden y centinela de la criatura.

Quiénes son las depositarias de Jesús.  Campos y mares divinos.

(2) “Hija mía, el reconocer lo que puede hacer mi Voluntad en el acto de la criatura, forma el acto divino en ella, y en este acto, como fondo pone el principio divino, y conforme se va formando así la inviste de su inmutabilidad, de modo que la criatura sentirá en su acto un principio divino que no termina jamás, y una inmutabilidad que jamás se cambia, oirá en sí el sonido de la campana de su acto continuado que hace su curso continuo. Esta es la señal si el alma ha recibido en sus actos el principio divino:  ‘La continuación’, un acto prolijo dice que Dios habita en ella y en sus actos, dice confirmación en el bien, porque es tanto el valor, la gracia, la potencia de un acto continuado, que llena los pequeños vacíos de intensidad de amor, las pequeñas debilidades a que la naturaleza humana está sujeta. Se puede decir que un acto, una virtud continuada es como el juez, el orden, el centinela de la criatura.  Por eso me importa tanto que tus actos sean continuos, porque tienen de lo mío dentro, y  si no son continuos Yo sentiría deshonrado mi acto en el tuyo. Mira hija mía, es tanto el ímpetu de amor, que quiero ser reconocido en todo lo que he hecho por amor de las criaturas, pero esto no por otra cosa sino para dar, siento una necesidad de dar, quiero formar las depositarias de mi Vida, de mis obras, de mis penas, de mis lágrimas, de todo, pero éstas no salen de Mí si no son reconocidas, con no reconocerlas me impiden el acercarme para poner en ellas lo que con tanto amor quiero dar, y además quedarían sin efectos, serían como tantos ciegos que no ven lo que los rodea.  En cambio, el reconocer es vista al alma, que hace surgir el deseo y el amor, y por lo tanto la gratitud hacia Mí que tanto quiero dar, y con celo custodian mi tesoro depositado en ellas, y en las circunstancias se sirven de mi Vida como guía, de mis obras para confirmar sus obras, de mis penas como sostén de las penas de ellas, y de mis lágrimas para lavarse si están manchadas, y ¡oh! cómo estoy contento de que se sirvan de Mí y de mis obras para ayudarse.  Fue esta mi finalidad al venir a la tierra, para quedar como su hermanito en medio a ellas, y dentro de ellas como ayuda en sus necesidades.  En cuanto me reconocen, Yo no hago otra cosa que reflejar en ellas para sellar el bien que han conocido, casi como sol, que con reflejar, con su luz sobre las plantas y sobre las flores comunica la sustancia de la dulzura y de los colores, no aparentemente sino en realidad.  Entonces, si quieres recibir mucho, trata de conocer lo que hizo y hace mi Voluntad en la Creación, y lo que hizo en la Redención, y Yo seré magnánimo y nada te negaré de lo que te hago conocer.  Es más, debes saber que si no me detengo ahora para hacerte de maestro, para hacerte conocer tantas otras cosas que me pertenecen, es porque quiero darte todavía lo que te hago conocer.  No quedaría contento si no tuviese qué dar, y siempre cosas nuevas para dar a mi hija, por eso espero con ansia que pongas en su lugar en tu alma lo que has conocido, a fin de que lo tengas como cosa tuya, y mientras las pones en su lugar, para ayudarte a ordenarlas te voy acariciando, modelando, fortificándote, ensancho tu capacidad, en suma renuevo lo que hice en la creación de la primera criatura.  Mucho más que siendo cosas mías que tú has conocido y que quiero ponerlas en ti, no quiero fiarme de ninguno, ni siquiera de ti, quiero ser Yo mismo, con mis mismas manos creadoras preparar el lugar y ponerlas en ti, y para tenerlas seguras las circundo con mi amor, con mi fuerza y pongo por guardia mi luz.  Por eso sé atenta, no dejes escapar nada, y así me darás el campo para poderte hacer las más bellas sorpresas”.

(3) Después de esto, mi pequeña inteligencia continuaba navegando el mar interminable de la Divina Voluntad, y mi sumo Bien Jesús ha agregado:

(4) “Hija mía, Nosotros tenemos campos y mares divinos interminables, que están llenos de alegrías, de bienaventuranzas, de bellezas encantadoras de toda especie, y poseen la virtud de hacer surgir alegrías siempre nuevas y bellezas tales, que una no asemeja a la otra, pero en estos nuestros mares y campos divinos, aunque hay cosas y bienaventuranzas innumerables, no tenemos vidas que palpiten, mientras que Nosotros somos vida y latido de todo, también de nuestras alegrías; nos falta el latido de la criatura que palpite en el nuestro y como vida llenen estos nuestros campos y mares innumerables.  Ahora, ¿quieres tú saber quién nos da su vida, no una cosa nueva, pues tenemos tantas? Quien viene a vivir en nuestra Voluntad, porque Ella, desbordando de Nosotros nos forma nuestros campos y mares divinos, llenos de todas las felicidades posibles e imaginables, y la criatura viene a ellos como vida, y tenemos el gran contento y la gran gloria que nos puede dar una vida, y si bien esta vida ha salido de Nosotros, pero es libre de estar o no estar en nuestros campos divinos, y ella pierde, sacrifica su libertad humana, y en nuestra Voluntad toma la libertad divina, y como vida vive en nuestros campos y mares sin confines.  Y ¡oh! cómo es bello ver esta vida que agranda su puesto en medio a los apretados grupos de nuestras felicidades y alegrías, y en ellas arroja su semilla, su grano de trigo, imagen de su voluntad que ahí forma su espiga, tan alta, pero como realidad, y no aparente, de la vida palpitante y obrante en nuestro campo celestial, o bien como pececito, símbolo también de su voluntad, que como vida palpita, nada en nuestro mar, vive y se nutre, se entretiene, nos hace miles de bromas y recrea, no como alegría sino como vida, a su Creador. Hay gran diferencia entre aquellas que nos pueden dar nuestras alegrías, y aquellas que nos puede dar una vida. Y por esto podemos decir: ‘Nuestros campos están desiertos, nuestros mares están sin peces’.  Porque falta la vida de las criaturas para llenarlos, para poder dar y recibir vida por vida, pero vendrá el tiempo que estarán llenos, y tendremos el pleno contento y la gran gloria de tener en medio a nuestras muchas alegrías, multitudes de vidas que vivirán dentro de estos campos y nos darán vida por vida.

(5) Ahora, tú debes saber que estos nuestros campos y mares están a disposición de aquellos que viven en la tierra y que quieren hacer vida en nuestra Divina Voluntad, no para aquellos que viven en el Cielo, porque ellos no pueden agregar ni siquiera una coma de más de lo que han hecho, estos son las vidas gozosas en nuestros campos divinos, no las vidas obrantes, se puede decir de ellos:  ‘Lo que ha hecho ha hecho’.  En cambio, son las vidas obrantes y conquistantes de la tierra las que suspiramos, y que mientras están en la tierra entren en estos nuestros campos y obren y hagan de conquistadoras en modo divino, mucho más, que desde que el hombre pecó, salió de nuestra Voluntad, y le fueron, con justicia, cerradas las puertas de estos nuestros campos. Ahora queremos abrir estas nuestras puertas, después de tantos siglos, a quien quiera entrar, no forzarlas, sino libremente, para hacerlos poblar estos nuestros campos divinos, para dar una nueva forma, un modo de vida todo nuevo a la criatura, y poder recibir, no obras de ella, sino en cada acto suyo, vida formada en nuestra misma Vida. Esta es la causa de mi tanto hablar sobre mi Voluntad, la fuerza de mi palabra creadora las dispondrá, les dará el deseo, cambiará la voluntad humana, y sabiendo que quiero abrir las puertas, tocarán, y Yo rápido les abriré a fin de que Yo mismo quede satisfecho, y tenga mi pueblo afortunado que me dará a cambio de mi Vida que he dado por ellos, su vida a cambio de la mía.  Jamás he hablado sin obtener nada, o en vano, hablé en la Creación, y mi palabra sirvió para formar las cosas admirables de todo el universo, hablé en la Redención, y mi palabra, mi Evangelio, sirve de guía a mi Iglesia, sirve de luz, de sostén, se puede decir que mi palabra es la sustancia y mi Vida palpitante en el seno de la Iglesia.  Ahora, si he hablado y hablo todavía sobre mi Divina Voluntad, no será en vano, no, sino que tendré sus admirables efectos, y la Vida de mi Voluntad conocida, obrante y palpitante en medio a las criaturas.  Por eso déjame hacer y Yo dispondré las cosas de modo que mi palabra no será palabra muerta, sino viva, que dará vida con todos sus admirables efectos.  Mucho más, que estos nuestros campos y mares celestiales harán de madre a las almas afortunadas que quieran vivir en ellos, las educarán en modo divino, las nutrirán con alimentos exquisitos tomados de la mesa celestial y las crecerán de manera noble y santas, que en todos sus actos, pasos y palabras se verá claramente escrito:  ‘Son similares a su Creador’. Dios oirá la melodía de su voz en la palabra de ellas, su potencia en sus obras, su dulce movimiento de los pasos que corren junto a todos porque los quiere consigo, en los pasos de ellos, y como raptado dirá:  ‘¿Quién es quien me asemeja?  ¿Quién sabe imitar mi voz dulce, armoniosa y fuerte de poder sacudir Cielo y tierra? ¿Quién tiene tanta fuerza de raptarme en sus obras para hacerme obrar junto con ella?  ¿Quién es?  ¿Quién es?’ ¡Ah! es quien vive en nuestros campos divinos, es justo que nos asemeje en todo, por cuanto a criatura es posible, es nuestra hija, y basta, dejémosla que nos imite, que nos asemeje, será nuestra gloria de nuestra obra creadora, la suspirada de su Padre Celestial, estas almas formarán la nueva jerarquía en la patria celestial, donde hay un puesto reservado para ellos, que a ningún otro es dado ocupar”.

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30-13

Enero 12, 1932

Modos dominantes, hablantes y felicitantes de la Divina Voluntad.

Cómo el cielo queda atrás.  Victoria de Dios y conquista de la

criatura. La Divina Voluntad recolectora de sus obras.  Ejemplo

de una madre que llora a su hijo lisiado.

(1) Mi pequeña alma continúa navegando el mar interminable del Fiat Divino, y ¡oh! cómo quedo sorprendida, porque mientras me parece que he hecho un largo camino, hago por mirar y no encuentro otra cosa que pocos pasos en comparación de los que me quedan por hacer.  Su interminabilidad es tanta, que aunque debiera caminar siglos me encontraría siempre al principio, y hay tanto por conocer del Querer Divino, que encontrándome en su mar me siento siempre la pequeña ignorante que apenas ha aprendido las vocales de la Divina Voluntad, y tal vez las consonantes las iré a aprender en la patria celestial, que espero alcanzar pronto.  ¡Oh! cómo quisiera mover a piedad a todo el Cielo, para que termine mi largo exilio; pero del resto ¡Fiat! ¡Fiat! ¡Fiat! Y mi siempre amable Jesús, teniendo compasión de mí, me ha estrechado entre sus brazos diciéndome:

(2) “Hija bendita, ánimo, no te aflijas demasiado, por ahora quiero que tu Cielo sea mi Divina Voluntad, Ella será tu patria celestial en la tierra, y no dejará de felicitarte y de darte las puras alegrías de allá arriba; donde Ella reina tiene múltiples modos para dar nuevas sorpresas de alegrías, de contentos, para hacer que el alma que la posee pueda gozar su paraíso en la tierra, y por eso ahora toma modos dominantes, y su dominio se extiende en la mente, en la palabra, en el corazón, en todo el ser de la criatura, hasta en el más pequeño movimiento, y ¡oh! cómo es dulce su dominio, es dominio y vida, es dominio y fuerza, es dominio y luz que se hace camino, y su luz aleja las tinieblas, quita las barreras que pueden impedir el bien, y su dominio pone en fuga a los enemigos, en suma, la criatura se siente llevada por el dominio de la Divina Voluntad, y mientras es dominada queda dominadora de sí misma, de sus actos y de la misma Divina Voluntad que mientras domina e impera, es tanta su suavidad, fuerza y dulzura, que se funde con la criatura y quiere que domine junto, porque su dominio es pacífico, y a todos los actos que hace la criatura da su beso de paz dominante.  Este beso, suavidad y dulzura raptan la voluntad humana en la Divina y extienden el dominio juntos para formar el reino divino en el fondo del alma.  No hay cosa más bella, más querida, más grande, más santa, que sentir correr el dominio de mi Voluntad en todos los actos, y en todo el conjunto de la criatura, podría decir que el Cielo queda atrás ante el dominio de mi Voluntad en el corazón de la criatura viadora, porque en los santos no tiene nada qué agregar, no queda otra cosa que hacerlos felices continuamente; en cambio en el alma viadora hay obras que puede hacer, nueva vida que puede infundir, nuevas conquistas que puede adquirir para agrandar y extender mayormente su dominio. El dominio total de mi Voluntad Divina en la criatura es nuestra victoria continuada, por cada acto suyo que hace en ella con su dominio, tantas victorias hacemos, y la criatura queda vencedora de mi Divina Voluntad en sus actos; en cambio en el Cielo no tenemos nada qué vencer, porque todo es nuestro, y cada bienaventurado cumple su trabajo en el acto de expirar, por eso nuestra obra conquistante es sobre la tierra, en las almas viadoras, no en el Cielo; en el Cielo no tenemos ni qué perder ni qué adquirir.

(3) Ahora, cuando mi Divina Voluntad se ha asegurado su total dominio en la criatura, toma su modo hablante, tú debes saber que cada palabra suya es una creación, donde Ella reina no sabe estar ociosa, y como posee la virtud creadora no sabe hablar si no crea, ¿pero qué cosa crea?  Quiere crearse a Sí misma en la criatura, quiere hacer desahogo de sus cualidades divinas, y lo hace palabra por palabra, casi como hizo en la Creación del universo, en que no dijo una sola palabra, sino tantas palabras por cuantas cosas distintas quiso crear.  El alma nos cuesta más que todo el universo, y cuando está segura de su dominio, no ahorra sus palabras, más bien, conforme la criatura recibe el acto de su palabra creadora, así ensancha su capacidad y prepara otra.  Así que habla y crea la luz, habla y crea la dulzura, habla y crea la fuerza divina, habla y crea su día de paz, habla y crea sus conocimientos, cada palabra suya es portadora de creaciones del bien que Ella posee y revela; su palabra se hace anunciadora de los bienes que quiere crear en el alma.  ¿Quién puede decirte el valor que posee una sola palabra de mi Divina Voluntad?  ¿Y cuántos cielos, mares de riquezas, variedad de bellezas pone en la afortunada criatura que posee su dulce y feliz dominio?

(4) Ahora, después del trabajo surge la alegría, la felicidad.  Mi Voluntad por su naturaleza está llena de alegrías innumerables, Ella ve a la criatura que se ha prestado a recibir la creación de sus palabras y, ¡oh! cómo se siente feliz, porque ve que cada creación recibida da a luz una alegría y felicidad sin fin, y Ella pasa del modo hablante al modo felicitante, y para hacer que la criatura goce de más, no se aparta, no, sino que se felicita junto, y para hacerla gozar más, le va explicando la naturaleza y diversidad de las alegrías que ha creado en su alma sólo porque la ama y quiere verla feliz, y como las alegrías, la felicidad, en la soledad no son plenas, parece que mueren, por eso me deja junto contigo para poderte felicitar siempre y preparar las nuevas alegrías con el trabajo de mi palabra creadora.  Por eso nuestra única fiesta y felicidad que tenemos sobre la tierra, es el alma que se hace poseer por el dominio de mi suprema Voluntad, en ella encuentra lugar nuestra palabra, nuestra Vida, nuestras alegrías, se puede decir que la obra de nuestras manos creadoras está en el orden, donde fue establecido por nuestra sabiduría infinita, esto es en nuestra Divina Voluntad, está en su puesto de honor.  Por el contrario quien se hace dominar por la voluntad humana, está en el desorden y es nuestro continuo fallo de nuestra obra creadora.  Por eso sé atenta hija mía, y haz feliz a quien quiere volverte feliz en el tiempo y en la eternidad”.

(5) Después de esto continuaba nadando en el mar de luz del Fiat Divino, me sentía ahogar de luz, y eran tantos sus conocimientos, que yo no sabía a cuáles de ellos poner atención, dada mi pequeñez no sabía dónde ponerlos, y se perdían en su misma luz, y yo quedaba sorprendida sin saber de nada, y mi dulce maestro Jesús ha agregado:

(6) “Hija mía, mi Voluntad es la recolectora de todas sus obras, en su luz todo esconde, con su luz las defiende y pone a salvo todas sus obras, esta luz, ¿cuánto no hace por poner a salvo a la criatura, a la obra más bella de nuestras manos creadoras, y para hacerla regresar bella, preciosa como la sacamos?  La recoge en su seno de luz, y le pone tanta luz encima, de hacerle desaparecer todos los males:  Si está ciega, por vía de luz le da la vista; si está muda, por vía de luz le quiere dar la palabra; la luz la toma por todos los lados, y le da el oído si es sorda; si lisiada la endereza; si es fea, a vía de luz la hace bella.  Una madre no hace cuanto hace mi Divina Voluntad para hacer bella y regenerar a su criatura, sus armas son de luz, porque no hay potencia que la luz no esconda y bien que no posea.  Qué no haría una madre que habiendo dado a luz un bello niño, que la raptaba con su belleza, y la madre se sentía feliz en la belleza del hijo, pero que una desventura lo golpea y lo deja ciego, mudo, sordo, lisiado; pobre madre, ve a su hijo y no lo reconoce más, el ojo apagado que no la ve más, no escucha más su voz argentina que la hacía estremecer de alegría al oírse llamar mamá; sus piecitos que corrían para ir a su regazo, con dificultad se arrastran.  Este hijo es el dolor más traspasante para una pobre madre, ¿y qué no haría si supiera que su hijo pudiera regresar de nuevo a sus rasgos originales?  Recorrería todo el mundo si pudiera obtener esto, y le sería dulce el poner la propia vida con tal que pudiera ver a su hijo bello como lo dio a luz; pero pobre madre, no está en su poder restituir la belleza original a su querido hijo, y será siempre su dolor y la espina más traspasante de su corazón materno.  Tal se ha vuelto la criatura con hacer su voluntad:  Ciega, muda, lisiada, nuestra Voluntad la llora con lágrimas de luz ardiente de nuestro amor, pero lo que no puede hacer la madre por su hijo lisiado, a mi Voluntad Divina no le falta el poder, Ella, más que madre pondrá a disposición sus capitales de luz, que poseen la virtud de restituir todos los bienes y belleza de la criatura.  Ella, Madre tierna, amante y vigilante de la obra de sus manos, que más que hijo queridísimo lo sacó a luz, recorrerá no todo el mundo, sino todos los siglos para preparar y dar los remedios potentes de luz, que vivifica, transforma, endereza y embellece, y sólo se detendrá cuando vea en su regazo materno, bella como la sacó, la obra de sus manos creadoras, para rehacerse de tantos dolores y gozársela para siempre. ¿No son acaso remedios los tantos conocimientos sobre mi Voluntad?  Cada manifestación y palabra que digo es una fortaleza que pongo en torno a la debilidad de la voluntad humana, es un alimento que preparo, es una carnada, un gusto, una luz, para hacerla readquirir la vista perdida. Por eso sé atenta y no pierdas nada de lo que mi Voluntad te manifiesta, porque a su tiempo todo servirá, nada se perderá.  ¿Crees tú que Ella no lleva cuenta incluso de una palabra de lo que dice?  Todo numera y nada pierde, y si en tu alma ha formado su cátedra para poner sus verdades, sin embargo la cátedra principal la tiene reservada en Sí misma, como el más grande tesoro que le pertenece, de modo que si tú pierdes cualquier palabra o manifestación que le pertenece, conserva en Sí el original, porque lo que concierne a mi Divina Voluntad es de valor infinito, y lo infinito no puede, ni está sujeto a perderse; es más, celosa conserva en los archivos divinos sus verdades.  Por eso, aprende también tú a ser celosa y vigilante, y a apreciar sus santas lecciones”.

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30-36

Junio 29, 1932

Prodigios y secretos que encierra el vivir en la Divina

Voluntad.  Escenas conmovedoras.  Generación de los

actos divinos en la criatura.  Custodia y celo divino.

(2) “Hija mía bendita, el vivir en mi Querer encierra tantos prodigios y secretos de hacer maravillar Cielo y tierra.  Tú debes saber que conforme la pequeñez de la criatura entra en Él, se pierde en su inmensidad, y la Divina Voluntad la recibe en sus brazos para hacer de ella conquista, y el querer humano se hace conquistador de la Divina.  Ahora en estas conquistas de ambas partes, la Divina Voluntad festeja la conquista de la humana, dándole el uso que quiere, y la voluntad humana festeja la gran conquista hecha de la Divina, y queriéndole dar el uso que quiera, la envía al Cielo como conquista suya y portadora de nuevas alegrías y felicidad que posee.  Mi Voluntad conquistada por el alma no se queda atrás, bilocándose, queda y parte para su patria celestial sólo para secundar a aquélla que la ha conquistado, y lleva la nueva conquista que ha hecho del querer humano, y las alegrías y felicidad que encierra la Divina Voluntad conquistante; mi Voluntad felicitante y beatificante que está en el Cielo, y mi Voluntad conquistadora que está en la tierra se funden juntas e inundan las regiones celestiales con las nuevas alegrías que posee mi Divina Voluntad conquistadora, porque tú debes saber que las alegrías de mi Voluntad conquistadora son muy distintas y diversas de aquéllas de mi Voluntad felicitante, las alegrías de mi Voluntad conquistadora no están en poder de los bienaventurados, sino en poder de la criatura, que las debe mandar desde la tierra y vienen formadas en medio de la hoguera del dolor y del amor, y sobre el aniquilamiento del propio querer.  En cambio las alegrías felicitantes están en poder de ellos, y son frutos y efectos de la celestial morada en la cual se encuentran.  Hay gran diferencia entre las alegrías de mi Voluntad conquistante y las de mi Voluntad felicitante, puedo decir que no existen en el Cielo mis alegrías conquistantes, sino sólo en la tierra, y ¡oh! cómo es bello ver a la criatura, que cuantas veces hace sus actos en mi Querer, tantas veces se hace conquistadora de Ella y la hace partir para el Cielo, para el purgatorio, en medio a las criaturas terrestres, por donde quiere, mucho más que estando mi Voluntad por todas partes y por todos lados, no debe hacer otra cosa que bilocarse para dar el fruto, las alegrías de la nueva conquista que la criatura ha hecho de Ella.  Hija mía, no hay escena más conmovedora, más deliciosa, más útil, que ver la pequeñez de la criatura venir en nuestra Voluntad Divina, hacer sus pequeños actos y hacer su dulce conquista de una Voluntad Inmensa, Santa, Potente, Eterna, que todo encierra, puede todo y posee todo.  La pequeñez de la criatura al verse conquistadora de un Fiat Divino tan interminable, queda sorprendida, no sabe dónde ponérsela, quisiera encerrarla toda en sí pero le falta el espacio, por eso toma por cuanto puede, hasta llenarse toda, pero ve que le quedan mares inmensos aún, y haciéndola de playa quisiera que todos tomaran un bien tan grande, por esto la envía al Cielo como sagrado derecho de la patria celestial a cualquiera que la quiera, y con ansia se dispone a hacer otros actos en Ella para readquirirla tantas veces por cuantos actos va haciendo.  Es el verdadero comercio Divino que forma Dios y la criatura entre el Cielo y la tierra.

(3)Después mi mente continúa perdiéndose en aquel Fiat que quiere siempre darse a la criatura, y que mientras da no termina jamás de dar.  Y mi dulce Jesús ha agregado:

(4) “Hija mía, la voluntad humana es la fuente y sustancia de la vida de la criatura, de ella toma la vida de sus obras, los pensamientos de su mente, la variedad y multiplicidad de sus palabras.  Si la vida humana no tuviera una voluntad libre, sería una vida sin fuente y sin sustancia, así que perdería todo lo bello, la perfección, el entrelazado admirable que puede tejer la vida humana. Así la Divina Voluntad donde reina se hace fuente, sustancia y vida de los actos hechos en Ella, por eso en cuanto piensa, habla, obra, camina, esta fuente se difunde en los actos de la criatura, y pone en ellos la sustancia divina, y ¡oh! la variedad de estos actos distintos entre ellos en santidad, en belleza, en luz, en amor, cuando esta fuente se difunde en los actos de ella, hace siempre actos nuevos y forma la armonía del obrar divino en la criatura.  Ahora, tú debes saber que toda nuestra premura es por estos actos, porque en ellos se forma la generación de nuestros actos divinos en el fondo de la criatura, y ¡oh! nuestro contento porque podemos continuar la generación de nuestros actos, y en esta generación nos sentimos Dios obrante, no el Dios atado que no podemos desarrollar la generación de nuestros actos, porque en ella no está nuestra Voluntad.  Por eso a nuestra premura se agrega nuestra custodia y celo de estos actos, tu Jesús se está dentro y en torno de la criatura para custodiarla, mi celo tiene la mirada fija para mirarlos, para felicitarme y tomarme todo el gusto que posee la generación de sus actos obrantes en ella.  Por otra parte nuestra Voluntad posee un valor infinito, y no custodiar un solo acto de Ella sería ir en contra de Nosotros mismos. Es más, tú debes saber que siendo fuente y sustancia de nuestro Ser Supremo, nuestra potencia, santidad, bondad y todos nuestros atributos se hacen corona en torno a nuestra Voluntad y a todos sus actos, para depender de Ella y hacerle homenaje y custodia de todos sus actos que hace, tanto en Nosotros como en la criatura.  Por eso sé atenta y déjate dominar por mi Querer si no quieres perder jamás a tu Jesús que tanto suspiras, amas y quieres”.

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34-24

Febrero 26, 1937

Qué cosa es un acto de más que la criatura hace en la Divina Voluntad:

Es la armonía, la música, es el arrollar Cielos y tierra, es el

asentamiento que ella forma en Dios, y Dios en ella.

(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, mi amor reprimido en Mí siente la necesidad de desahogarse, de otra manera me da tales delirios, que me siento sofocar por mis mismas llamas, por eso mi hablar es un desahogo de amor, es un alivio a mi corazón, y para aliviarme voy buscando quién quiera escucharme.  Ahora escucha hasta dónde llega mi amor y el gran prodigio de la Vida obrante de mi Voluntad en la criatura. Un acto de más que hace la criatura en mi Voluntad, es una armonía de más que pone entre el Cielo y la tierra, es una nueva música celestial que forma a su Creador, la cual le es muy agradable, mucho más que le viene de la tierra, porque las cosas del Cielo son todas nuestras, ninguno puede decir en la patria celestial que nos da a Nosotros, sino que somos Nosotros los que les damos a ellos, que felicitamos y beatificamos a todos, en cambio el alma de la tierra puede decir:  ‘Doy a mi Creador’.  Y Nosotros sintiéndonos raptados damos de nuevo nuestra Voluntad como vida obrante en ella, a fin de que nos forme otras más bellas músicas.  Cómo es bello oír nuestro Cielo en tierra, oír las nuevas músicas celestiales que se desprenden del alma viadora, todo el Cielo hace nueva fiesta y sentimos que la tierra también es nuestra y la amamos de más.  Cada acto de más que se hace en mi Voluntad Divina, es un arrollar en él Cielo y tierra, porque todos los ángeles, santos, corren en aquel acto, también la misma Creación, para tomar su puesto de honor en el acto obrante de mi Voluntad, ninguno quiere quedar fuera del acto de mi Fiat Divino.  Sucede la verdadera concentración de todo y de todos, mi Voluntad no podría hacer diversamente, debe dar parte en su acto a todos aquellos donde Ella reina.  Mi Voluntad cuando obra quiere encerrar todo y dar todo, porque Ella no sabe hacer actos incompletos, sino completos y con la plenitud de todos los bienes.  ¿Pero quién puede decirte hija mía qué cosa sucede en ese arrollar Cielo y tierra en el acto obrante de mi Querer en la criatura?  En aquél moverse de todos, en ese querer cada uno su puesto en aquel acto, suceden tales maravillas, tales prodigios inauditos, tales escenas conmovedoras, que los Cielos se maravillan y quedan extasiados ante la potencia obrante de mi Voluntad, pero ¿dónde?  En el pequeño cerco de la criatura, y quedan con el ansia de ser arrollados de nuevo en el acto obrante de mi Voluntad en ella, ¡oh! cómo lo suspiran, se sienten más embellecidos y prueban la bella felicidad del acto conquistante de mi Voluntad en la criatura, lo que les falta en el Cielo, porque allá conquistas no hay, ni pueden adquirirlas, lo que han hecho en tierra les pone un basta, y no más. Pero no es todo aún, un acto de más que se hace en mi Voluntad, es un incorporarse Dios en la criatura y la criatura en Dios; es un instalarse recíprocamente, y la vida del uno corre en el otro casi como sangre en las venas; es la fusión del latido humano en el latido eterno, y siente en sí como vida el amor, la santidad, la Vida de su Creador, y el Eterno siente correr en Sí el pequeño amor de la criatura, que viviendo en Él forma un solo amor y una sola Voluntad; cada respiro, latido y movimiento, son heridas, flechas, dardos de amor que da a Aquél que la ha creado, y ¡oh! cómo todo el Cielo queda sorprendido porque miran a Dios y encuentran a la criatura fundida en Él, que ama con su amor, y con amor conquistante; miran a la criatura en la tierra y encuentran a su Creador, que mientras tiene su trono en ella hace vida junto con ella.  Estos son los excesos más grandes de nuestro amor hacia quien tanto amamos; cuando encontramos a la criatura que se presta y nada nos niega, Nosotros no miramos su pequeñez, sino que miramos más bien a lo que sabemos y podemos hacer Nosotros, que podemos hacer todo, y haciendo ostentación de nuestro amor y de todo nuestro Ser Divino, investimos a la criatura y nos hacemos investir, y hacemos cosas grandes dignas de Nosotros, pero con tal magnanimidad, que todos quedan sorprendidos y admirados, basta decirte que cada acto de más que se hace en mi Voluntad, como si tuviéramos necesidad de la criatura, damos tanto que agregamos mayores vínculos de unión, de amor, de ambas partes y llegamos a dar a ella nuevos derechos sobre nuestro Ser Divino, y Nosotros sobre ella.  Es tan grande este acto obrante de nuestro Fiat en ella, que no bastan los siglos para decir lo que sucede en él, ni los ángeles, ni los santos pueden decir todo el bien que contiene, sólo tu Jesús puede decirte todo el bien que se forma en este acto, porque siendo Yo el que obra, sé decir lo que hago y el gran valor que pongo dentro.  Por eso sé atenta, contento, amor, gloria mayor no puedes darme que prestarme tus pequeños actos, tu pequeño amor, para hacer descender a mi Voluntad en ellos para hacerla obrar; es tanto su amor, que siente la necesidad de tener su campo de acción en los pequeños actos de la criatura”.

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36-2

Abril 15, 1938

Quien vive en nuestro Querer Divino, conforme respira, se mueve en el

Fiat, toda la corte celestial siente en sí el respiro, el movimiento de ella, y

la virtud conquistante y felicitante de la cual es portadora.  Condiciones

dolorosas en las cuales se encuentra la Divina Voluntad cuando es rechazada.

(2) “Mi pequeña hija de mi Querer, cómo es bello el vivir en mi Voluntad, en cuanto el alma entra en Ella, respira con nuestro respiro, late con nuestro latido, se mueve en nuestro movimiento, se pone en comunión con todos y hace lo que hacen los ángeles, los santos, y todas las cosas creadas, y hace hacer a todos lo que ella hace.  Las maravillas que hay en nuestro Querer son sorprendentes, las escenas son tan conmovedoras, que ponen a todos atentos para gozarse escenas tan singulares, por las cuales quedan raptados, y ¿quién sabe qué harían con tal de ser espectadores y gozarse escenas tan deleitables de quien vive en nuestro Querer?

(3) Ahora, tú debes saber que en cuanto el alma entra en nuestro Querer, respira, late y se mueve en nuestro movimiento, pero su respiro, latido y movimiento no los pierde, ni se separan de los nuestros; y como nuestra Voluntad se encuentra por todas partes y circula más que respiro, latido y movimiento de todos, ¿qué cosa sucede?  Sucede que los ángeles y santos, nuestra misma Divinidad, la Creación toda, sienten junto con mi Voluntad el respiro, el latido de la criatura en ellos, y se la sienten mover en su movimiento, hasta en el centro de sus almas; este movimiento de la criatura hecho en mi Querer está lleno de felicidad, de alegrías indecibles y nuevas, de las cuales el alma viadora, no gozando sino sufriendo y conquistando con su libre arbitrio, es portadora para cada uno de los bienaventurados sólo con respirar, latir o moverse.  Y en la plenitud de la alegría de la cual el alma es portadora, de la cual mi Querer no separa jamás sus siempre nuevas alegrías, aun del respiro hecho en su Voluntad, y como está el libre arbitrio que forma el acto conquistante de la criatura, en ellos pone su nuevo gusto conquistante, y ¡oh!, cómo quedan felicitados todos los bienaventurados, nuestra misma Divinidad y la Creación toda, y en su énfasis de amor y en la plenitud de la alegría dicen:  ‘¿Quién es aquél que respira, late y se mueve en nosotros?  ¿Quién es aquél que de la tierra nos trae el acto conquistante de las puras alegrías y del nuevo amor, lo que no tenemos en el Cielo y que tanto nos felicita y acrecienta nuestro amor hacia quien tanto nos ama?’  Y todos en coro dicen:  ‘¡Ah, es un alma que vive en la Divina Voluntad sobre la tierra!’  ¡Qué prodigios, qué maravillas, qué escenas tan encantadoras, un respiro que respira en todos, hasta en su Creador, que se mueve en todos, hasta en el cielo, en las estrellas, en el sol, en el aire, en el viento, en el mar, que toma todo en un puño en su propio movimiento y da a Dios amor, adoración, todo lo que cada uno debería y que no da y no ha dado, y da a todos a su Dios, su amor, su Voluntad!  La criatura se hace portadora de todo a Dios, y de Dios a todos.  Y aunque ninguna criatura nos tomase, Nosotros quedamos igualmente amados y glorificados, porque un acto, un movimiento en nuestra Voluntad, es tanta su plenitud, que las criaturas y todo quedan como tantas gotitas de agua de frente a un inmenso mar, como tantas pequeñas llamitas ante la gran luz del sol.  Por eso, este movimiento, respiro y latido de la criatura en nuestra Voluntad, sobreabunda sobre todo, abraza la eternidad, en ellos se forman soles y mares extensísimos que todo nos pueden dar, y si otros actos de la criatura no son hechos en mi Voluntad, quedan tan pequeños como si no existieran. ¡Oh Voluntad mía, cómo eres admirable, potente y amable!  La criatura en Ti todo nos puede dar, y todo podemos darle, ella cubre todo y a todos con tu luz,hace surgir el amor y nos da amor por todos, podemos decir que es la verdadera reparadora, porque cuando las criaturas nos ofenden, encontramos que en su amor nos puede esconder para amarnos, en su luz para defendernos, y por caminos de luz poner en fuga a aquellos que nos quieren ofender.  Por eso, lo que más te importe sea el vivir en nuestro Querer”.

(4) Después ha agregado:  “Hija mía, es tanto el amor por quien vive en nuestra Voluntad Divina, pues conforme respira nos da todo lo que hemos hecho:  La Creación, los ángeles, los santos, nuestro mismo Ser Supremo,como homenaje, amor y gloria nuestra.  Y Nosotros, tomados por tal exceso de amor, le damos nuevamente a ella lo que nos ha dado, así que conforme respira nos da a Nosotros lo que somos, y en cuanto retira el respiro, Nosotros le damos nuevamente lo que nos ha dado, por eso estamos en continuas relaciones y nos intercambiamos continuos dones.  Con esto mantenemos en continuo vigor el amor, la inseparabilidad, de no podernos separar el uno del otro y sentimos tal complacencia que le damos lo que quiere”.

(5) Pero mientras me sentía sumergida en el Querer Divino, un pensamiento me atormentaba acerca de mi pobre estado, el tener que sucumbir a una especie de muerte cada noche, y ya por cerca de cincuenta años o más, y además tener necesidad de los demás para salir de ese estado.  ¡Dios mío, siento una pena que sólo Tú sabes cuanto me cuesta, y sólo el temor de disgustarte y de no cumplir tu Voluntad me hace seguir adelante, de otra manera quién sabe qué haría para no someterme. Y mi dulce Jesús ha corrido hacia mí, y estrechándome fuertemente entre sus brazos me ha dicho:

(6) “Hija mía buena, ánimo, no te aflijas tanto, Yo no quiero que te aflijas.  Es tu Jesús el que quiere este tu estado tan doloroso.  Este sucumbir como si perdieses la vida lo sufro Yo junto contigo, y el verdadero amorno sabe negar nada a quien ama.  Además, este tu estado tan doloroso, como si perdieras la vida, era necesario y querido por mi Divina Voluntad, pues ha querido encontrar en ti la reparación, la correspondencia por tantas muertes que le hacen sufrir las criaturas cuando la rechazan, no dándole vida en ellas.  Tu someterte por tanto tiempo a esta pena de muerte, resarcía a mi Divina Voluntad de las tantas muertes sufridas, la llamaba a besar la humana voluntad para reconciliarse mutuamente, y por eso he podido hablar tanto de mi Voluntad para hacerla conocer, y así pudiese reinar, porque tenía quien me correspondiera y me resarciera las tantas Vidas mías, perdidas para ellas, y para Mí rechazadas, como sofocándolas en la luz inaccesible de mi Voluntad.  Porque tú debes saber que en todo lo que hace la criatura, mi Voluntad corre para dar y formar una Vida suya en ella, y no recibiéndola, esta Vida mía muere para la criatura, ¿y te parece poco?  ¡Oh, cuán grande es mi dolor al ver tantas Vidas Divinas mías muertas para las criaturas!  Por esto era necesario encontrar quién, en algún modo, me resarciera, para volver al intento de formar mi Vida en ellas.  Mi Voluntad se encuentra en las condiciones de una pobre madre que está por dar a la luz su parto ya maduro, y se impide que salga a la luz, sofocándolo en el propio seno; ¡pobre madre, siente morirse el parto en sus propias entrañas, y ella por el dolor muere junto!  Así es mi Voluntad, Ella siente en Sí tantos partos de Vidas Divinas ya maduras, que quiere sacarlas para darlas a las criaturas, pero mientras quiere sacarlas se las siente sofocar en el propio seno, y el parto muere para Ella, y mientras muere el parto muere también Ella, porque sin mi Voluntad no puede haber verdadera vida de santidad, de amor, y de todo lo que pertenece a nuestra Vida Divina. Por eso hija mía, tranquilízate y no pienses más en ello, si esto hemos hecho, ha sido hecho con suma sabiduría, con amor que no podíamos contener, y por el orden que tenemos en nuestro modo de obrar.  Por eso es necesario inclinar la frente y adorar lo que Nosotros disponemos por amor de las criaturas”.

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Grandeza de 1 acto

14-25

Abril 25, 1922

Miles de ángeles custodian los actos hechos en el Querer Divino.

(2) “Hija mía, así como el sol no deja la planta, la acaricia con su luz, la fecunda con su calor, hasta en tanto no produce flores y frutos, y celoso los hace madurar, los custodia con su luz y sólo deja al fruto cuando el agricultor lo toma para hacerlo su alimento, así de los actos hechos en mi Querer, es tanto mi amor, mi celo hacia ellos, que la gracia los acaricia, mi amor los concibe y los fecunda, los madura, pongo millones de ángeles a custodia de un solo acto hecho en mi Querer, porque siendo estos actos hechos en mi Querer semillas para que mi Voluntad se haga en la tierra como en el Cielo, todos son celosos de estos actos.  Su rocío es mi aliento, su sombra es mi luz, los ángeles quedan arrobados y reverentes los adoran, porque ven en estos actos la Voluntad eterna que merece toda su adoración, y estos actos son dejados sólo cuando encuentro otras almas que,tomándolos como frutos divinos, los hacen alimento para sus almas.  ¡Oh! la fecundidad y multiplicidad de estos actos, la misma criatura que los hace no puede numerarlos”.

(3) Entonces pensaba entre mí:  “¿Será posible que estos actos sean tan grandes; y por qué los mismos ángeles quedan raptados?  Y Jesús estrechándome más fuerte entre sus brazos ha agregado:

(4) “Hija mía, son tan grandes estos actos, que conforme el alma los va cumpliendo, no hay cosa ni en el Cielo ni en la tierra que no tome parte, y ella queda en comunicación con todas las cosas creadas, todo el bien, los efectos, el valor del cielo, del sol, de las estrellas, del agua, del fuego, etc., están no sólo en continuas relaciones con ella, sino que son cosas suyas; ella armoniza con todo lo creado, y lo creado armoniza en ella.  ¿El por qué?  Porque quienes viven en mi Querer son las depositarias, las conservadoras, las sostenedoras, las defensoras de mi Voluntad, ellas prevén lo que quiero y sin que Yo lo ordene cumplen lo que quiero, y comprenden la grandeza, la santidad de mi Querer, celosamente lo custodian y lo defienden.  ¿Cómo no deberían quedar todos arrobados al ver a estas almas que forman el sostén de su Dios, en virtud del prodigio de mi Voluntad?  ¿Quién puede defender mis derechos sino quien vive en mi Querer?  ¿Quién puede amarme de verdad, con amor desinteresado semejante al mío, sino quien vive en mi Voluntad?  Yo me siento más fuerte en estas almas, pero fuerte de mi misma fuerza.  Soy como un rey  rodeado de fieles ministros, que se siente más fuerte, más glorioso, más sostenido en medio de estos sus fieles ministros que solo; si queda solo llora a sus ministros porque no tiene con quién desahogar y a quién confiar la suerte del reino.  Así soy Yo, y ¿quién puede serme más fiel que quien vive en mi Voluntad?  Siento mi Voluntad duplicada, por lo tanto me siento más glorioso, desahogo con ellas y de ellas me fío”.

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14-28

Mayo 12, 1922

La santidad en el Divino Querer:  No hacer nada propio, sino

hacer lo que hace Dios.

(1) Estaba pensando entre mí:  “¿Quién sabe en qué cosa lo he ofendido, que mi dulce Jesús no viene según su costumbre?  ¿Cómo puede ser posible que sin motivo alguno, la bondad de su corazón santísimo, que fácilmente cede ante quien lo ama, deba resistir a tantas llamadas mías?”  Ahora, mientras éstas y otras cosas pensaba, ha salido de mi interior, cubriéndome toda bajo un manto de brillantísima luz, de modo que yo no veía otra cosa que luz, y me ha dicho:

(2) “Hija mía, ¿de qué temes?  Mira, para hacerte estar segura y bien defendida te he circundado bajo este manto de luz, a fin de que ninguna criatura, ni ninguna cosa pueda hacerte daño, y además, ¿por qué quieres perder el tiempo con pensar que me has ofendido?  Para quien vive en mi Querer, el veneno de la culpa no ha entrado, y además tu Jesús te fulminaría si te viese aun con pequeñas manchas de pecados y te pondría fuera del cerco de mi Voluntad, y tú perderías rápidamente la actitud de obrar en mi Querer.  ¡Ah! hija, la santidad en mi Querer no es aún conocida; cada especie de santidad tiene su distintivo especial, muchos, al oír que vengo tan frecuentemente a ti se asombran, no habiendo sido mi costumbre hacerlo con otras almas.  La santidad en mi Querer es inseparable de Mí, y para elevar al alma al nivel divino me es necesario tenerla, o ensimismada con mi Humanidad, o en la luz de mi Divinidad, de otra manera ¿cómo podría tener el alma la actitud de su obrar en mi Querer, si mi obrar y el suyo no fuese uno solo?  Ahora, el alma que vive en mi Querer toma parte en todos mis atributos y junto Conmigo corre en cada acto mío, por lo tanto debe correr Conmigo aun en los actos de justicia.  He aquí por qué cuando quiero castigar te oculto mi Humanidad, la cual es más accesible a la naturaleza humana, y tú a los reflejos de mi Humanidad sientes el amor y la compasión que tengo hacia las almas, y me arrancas los flagelos con los cuales quiero castigarlas, pero cuando ellas hacen tanto que me obligan a castigarlas, ocultándote mi Humanidad te elevo en la luz de mi Divinidad, la cual absorbiéndote y haciéndote feliz en Ella, tú no sientes los reflejos de mi Humanidad, y Yo quedando libre castigo a las criaturas, así que, o te manifiesto mi Humanidad haciéndote concurrir junto Conmigo a los actos de misericordia hacia las criaturas, o te absorbo en la luz de mi Divinidad haciéndote concurrir a los actos de justicia.  Es siempre Conmigo que estás, es más, cuando te absorbo en la luz de mi Divinidad, es más grande la gracia que te hago, y tú porque no ves mi Humanidad te lamentas de que te privo de Mí, y no aprecias la gracia que recibes”.

(3) Y yo al oír que concurría a los actos de justicia, espantada le dije:  “Amor mío, ¿así que ahora que estás castigando a las criaturas haciendo caer las casas, estoy yo junto Contigo en el hacer eso?  ¡No, no, el Cielo me guarde de tocar a mis hermanos!  Cuando Tú quieras castigarlos yo me haré pequeña en tu Querer, no me difundiré en Él, para no tomar parte en lo que haces Tú; en todo quiero hacer lo que Tú haces, pero en esto de castigar a las criaturas, no, jamás”.

(4) Y Jesús:  “¿Por qué te espantas?  En mi Querer no puedes eximirte de hacer lo que hago Yo, la cosa es connatural y es propiamente esta la santidad en mi Querer, el no hacer nada propio, sino hacer lo que hace Dios.  Y además, mi justicia es santidad y amor, es equilibrar los derechos divinos; si no tuviese la justicia faltaría toda la plenitud de la perfección a mi Divinidad, así que si tú quieres vivir en mi Querer y no quieres tomar parte en los actos de justicia, la santidad hecha en mi Querer no tendría su pleno cumplimiento, son dos aguas fundidas juntas, en que una está obligada a hacer lo que hace la otra; en cambio si están separadas, cada una hace su camino.  Así mi Voluntad y la tuya son las dos aguas fundidas juntas, y lo que hace una debe hacer la otra, por eso siempre en mi Voluntad te quiero”.

(5) Entonces me he abandonado toda en su Voluntad, pero sentía gran repugnancia por la justicia, y mi dulce Jesús regresando me ha dicho:

(6) “Si supieras cómo me pesa usar la justicia y cuánto amo a las criaturas.  Toda la Creación es para Mí como el cuerpo al alma, como la cáscara al fruto, Yo estoy en continuo acto inmediato con el hombre, pero las cosas creadas me ocultan, como el cuerpo esconde al alma, pero si no fuese por el alma el cuerpo no tendría vida, así si me retirase de las cosas creadas todas quedarían sin vida, así que en todas las cosas creadas Yo visito al hombre, lo toco y le doy la vida:  Estoy oculto en el fuego y lo visito con el calor, si Yo no estuviera, el fuego no tendría calor, sería fuego dibujado y sin vida, y mientras Yo visito al hombre en el fuego, él no me reconoce ni me da un saludo.  Estoy en el agua y lo visito con quitarle la sed, si Yo no estuviera, el agua no quitaría la sed, sería agua muerta, y mientas Yo lo visito, él me pasa por delante sin hacerme ni una inclinación.  Estoy escondido en el alimento y visito al hombre con darle la sustancia, la fuerza, el gusto, si Yo no estuviera, el hombre tomando el alimento quedaría en ayunas, no obstante, ingrato, mientras se alimenta de Mí me vuelve la espalda.  Estoy escondido en el sol y lo visito con mi luz casi a cada instante, pero ingrato me corresponde con continuas ofensas.  En todas las cosas lo visito, en el aire que respira, en la flor que perfuma, en el vientecillo que refresca, en el trueno que cae, en todo; mis visitas son innumerables, ¿ves cuánto lo amo?  Y tú estando en mi Voluntad estás junto Conmigo en visitar al hombre y en darle la vida, por eso no te espantes si alguna vez concurres a la justicia”.

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Actos internos

22-14

Julio 30,1927

Cómo la vida está en el movimiento continuo; cómo este

movimiento produce la fuente.  Valor de los actos internos.

(3) Después de esto seguía en mi interior a la Santísima y adorable Voluntad Divina y mi dulce Jesús ha agregado:

(4) “Hija mía, los actos internos de un alma que hace la Voluntad de Dios están exentos de cualquier mal y sombra de defecto. Sólo Dios es testigo de un acto interno y mientras ninguno lo señala, ninguno lo mira, ninguno habla de él, Dios, como testigo del obrar de la criatura, donde a ninguno le es dado penetrar, en el interior de la criatura lo señala, lo mira, y de él le habla a todo el Cielo y muchas veces también a la tierra de los grandes portentos del obrar interno de esta criatura.  Ser señalado, observado y hacer hablar a Dios de una criatura, es el acto, el honor más grande que ella puede recibir y no puede ser excluido de las obras grandes que Dios cumplirá por medio de ella.  Los actos internos son heridas, dardos, flechas al seno divino, son mensajeros celestiales que salen de la criatura y vuelan a su Creador y llevan la marca de la gloria, del amor y de agradar sólo a Aquél que la ha creado. En efecto, ¿quién ve, quién escucha, quién aprecia todo lo que haces en tu interior?  Ninguno, sólo Yo soy testigo, los escucho y los aprecio.  He aquí por qué en nuestras obras más grandes escogemos almas que aparentemente nada tienen de grande y de maravilloso, almas internas que no están corrompidas ni con miras humanas, ni de rumores, estrépitos, ni gloria ni estima propia que llevan las obras externas.  De hecho, en la Redención escogimos una Virgen simple, sin esplendores externos, pero tenía su interior hablante, que tanto supo decir a solas a su Creador que lo venció y obtuvo la Redención.  Ahora, así hemos hecho para el reino del Fiat Divino, hemos escogido otra alma toda interna, que tanto dirá, que rogará a Dios para que conceda el reino deseado.  Los actos externos aunque buenos y santos no pueden agradarme como los actos internos, porque los externos están casi siempre impregnados del aire de la propia gloria, de la estima humana y a veces de crítica, y un pobre corazón siente en sí los efectos del elogio, o bien de la crítica después que ha hecho sacrificios, y lo humano sale en campo e inviste con su aire tenebroso sus actos, y por eso no llegan puros como deberían ser.  En cambio un acto interno no es ni criticado, ni alabado y lo humano no tiene donde entrar, el alma misma no sintiéndose observada por ninguno, le parece que no hace nada grande y por eso sus actos están impregnados todos de aire celestial.  Por eso sé atenta y haz que tu interior gire siempre en mi Voluntad”.

  
  

https://docs.google.com/document/d/1gOMkeT4a-PfRTBc4vs02oYJVR7T_a4_WnqZzMRWHpMA/edit

Cristina

Vivir en la Divina Voluntad es poseer al mismo Dios, su Vida -que son sus actos los cuales esconden sus atributos- y por lo tanto, es vivir la misma Vida Divina. Se dice pronto.... pero para esto nos creó el Creador. Bendito sea su Nombre: YO SOY. El es un eterno presente y todo lo que hay hecho está en acto de hacerse para tomarlo en cualquier momento.